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habilidades comunicativas
Aprender a comunicarse de manera efectiva es una habilidad que debería formar parte del
currículo escolar. Ser un comunicador competente puede marcar la diferencia en las relaciones
personales, en el éxito de tu carrera profesional y, además, en tu autoestima y tu autoconfianza,
porque forma parte de las habilidades sociales elementales.
Por otro lado, se ha demostrado que la calidad de vida de los seres humanos está muy
relacionada con su capacidad para socializar con el resto de miembros de su especie; por ello, el
grado en el que logramos crear alianzas y establecer vínculos estables influye mucho en nuestra
capacidad para ser felices. Y este aspecto de la vida tiene que ver con las habilidades
comunicativas, tanto a nivel interpersonal como grupal e incluso institucional.
Si algo caracteriza a las personas más felices es que cuentan con unas competencias de
comunicación que les ayudan a encarar de manera más satisfactoria las distintas situaciones que
se presentan en su día a día. No te desanimes si tienes dificultades para comunicarte porque
nadie nace experto. La comunicación, igual que otras competencias, se puede aprender y
practicar.
Así que sigue leyendo para saber cuáles son las habilidades comunicativas básicas.
1. Escucha activa
Saber escuchar es una habilidad de comunicación básica, pero, aunque parezca simple, no todo
el mundo tiene esta habilidad. Muchas veces sólo oímos en vez de escuchar, y otras, nos
escuchamos a nosotros mismos en vez de escuchar al otro con una actitud correcta. La escucha
activa, tal y como su nombre indica, significa escuchar activamente, es decir, con atención plena.
En otras palabras, hay que prestar atención con los cinco sentidos.
La escucha activa hace referencia a atender no solamente a lo que la persona dice, sino también a
los sentimientos, ideas o pensamientos que el individuo expresa.
2. Empatía
En la comunicación eficaz, la empatía es importante para situarse en el lugar del otro. De hecho, la
empatía es una de las habilidades sociales más importantes, porque es necesaria para convivir con
los demás. Aunque no estés totalmente de acuerdo con un compañero de trabajo, con un
empleado o con un amigo, es necesario entender su punto de vista, porque también tiene sus
necesidades. Además, ponerte en el lugar del otro te ayuda a la hora de enviar un mensaje más
claro y más efectivo.
3. Validación emocional
Pero además de los dos puntos anteriores, se debe tener en cuenta la validación emocional, es
decir, la aceptación y el feedback para comunicar mejor. Porque cuando tenemos a otros delante,
es necesario escuchar sin juzgar y es un requisito indispensable comunicar a la otra persona que se
le ha entendido.
4. Lenguaje no verbal
La postura corporal, el contacto visual o los gestos, es decir, el lenguaje no verbal (o comunicación
no verbal) también comunican. Estar relajado y transmitir lo que intentamos decir puede
maximizar el mensaje que queremos enviar a los demás. Un estudio llevado a cabo por Albert
Mehrabian afirma que en una conversación cara a cara, el componente verbal es un 35% y más
del 65% es comunicación no verbal. Según las palabras del propio Mehrabian: “El componente
verbal se utiliza para comunicar información y el no verbal para comunicar estados y actitudes
personales”.
6. Lenguaje verbal
Uno de los elementos básicos de un buen comunicador es cómo suena frente a los demás. Hablar
en voz demasiado baja o en voz alta, arrastrar las palabras, o utilizar demasiados término de
relleno como "ah ", “eh” o “um", puede causar que el mensaje y la conexión con el interlocutor se
pierdan.
Por tanto, es necesario ser claro, utilizar ejemplos concretos, tener una buena capacidad de
improvisación, vocalizar correctamente, considerar los tiempos, y en definitiva expresar
correctamente lo que tenemos en mente para conectar con nuestro interlocutor.
7. Leer y escribir
Leer y escribir son importantes para comunicarnos. La lectura posibilita el desarrollo intelectual y,
como función cognitiva, permite acceder a los avances tecnológicos, científicos y de la
información. Por tanto, ayuda a comprender mejor la realidad, y ser lectores habituales nos da las
herramientas necesarias para ser capaces de dialogar críticamente.
Respecto a la escritura, no siempre tenemos que comunicarnos de forma oral, sino que es
importante tener un buen dominio de la comunicación escrita. En la actualidad, las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han irrumpido con fuerza en nuestras vidas.
Escribir una carta de presentación para seducir a un reclutador si queremos un puesto de trabajo o
enviar un correo electrónico a una empresa para quejarnos de su servicio requieren de esta
habilidad.
8. Respeto
Las personas están más abiertas a comunicarse si mostramos respeto hacia ellas y sus ideas.
Acciones simples como usar su nombre o tutearle, tener contacto visual que indique sinceridad, y
reflejar la escucha activa hace que la otra personas se sienta respetada y tenida en consideración.
En una relación de pareja, por ejemplo, un bonito gesto o señal de afecto pueden detener casi
instantáneamente una situación tensa y negativa y devolver la relación a un buen cauce para la
comunicación positiva y afectiva.
9. Persuasión
10. Credibilidad
Referencias bibliográficas:
Cialdini, R. B., Cacioppo, J. T., Bassett, R., & Miller, J. A. (1978). Low-ball procedure for
producing compliance: commitment then cost. Journal of personality and Social
Psychology, 36(5), 463.
Rivas, M. & López, M. (2012). Psicología social y de las organizaciones. Manual CEDE de
Preparación PIR, 11. CEDE. Madrid.
La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre diferentes
opciones o formas posibles para resolver diferentes situaciones en la vida en diferentes contextos:
empresarial, laboral, económico, familiar, personal, social, etc.La toma de decisiones consiste,
básicamente, en elegir una opción entre las disponibles, a los efectos de resolver un problema
actual o potencial.
Como te comentaba hace unas líneas, la ciencia de la psicología define perfectamente lo que es la
motivación de logro: una fuerza interior que empuja a cada persona a aprovechar al máximo sus
potenciales innatos, a entrenarlos y desarrollarlos de tal forma que pueda conseguir una serie de
logros profesionales concretos como, por ejemplo, subir de escalafón en el organigrama
empresarial, liderar un proyecto determinado, dirigir una sucursal, convertirse en persona de
referencia dentro de la empresa…
Afortunadamente, poco a poco vamos dejando atrás los peores años de recesión y ahora podemos
volver a trabajar en aquellos aspectos que potencien el bienestar profesional de nuestro valioso
equipo humano y, así, el bienestar económico y de estabilidad de las empresas grandes, medianas
y pequeñas.
Cohesión grupal
es la capacidad de los miembros de los equipos de trabajo para mantener vínculos estrechos entre
ellos y orientar sus esfuerzos a un mismo fin. La cohesión es adhesión, enlace y eficacia.
Se entiende por cohesión grupal como la capacidad de unión con la que cuenta un grupo
determinado. Por lo general, se utiliza cuando se habla de un grupo de personas que deben
estar unidas para conseguir un mismo objetivo, como por ejemplo puede ser en un equipo de
trabajo en una empresa que está trabajando para un proyecto concreto.
El principal beneficio que presenta un equipo de trabajo que cuente con una cohesión grupal
elevada es que cada uno de sus miembros funciona de manera más coordinada con el resto. Esto
implica que, el equipo en su conjunto, sea más productivo y presente unos índices de rendimiento
más elevados que aquellos con una cohesión grupal más débil.
Por otro lado, además de la mayor producción y rendimiento del grupo, los equipos con una
cohesión grupal elevada presentan menores índices de estrés en el trabajo, además de
una mayor capacidad de resolución y mayor capacidad de adaptación a situaciones imprevistas,
lo que supone beneficios añadidos que también contribuyen a la mejora de la productividad ya
señala.
Dado los beneficios que presenta contar con una cohesión grupal fuerte, son muchas las
herramientas que se han desarrollado con el fin de potenciarla en aquellos equipos que presentan
unos índices bajos de cohesión como grupo. Algunas de las que ofrecen mejores resultados son las
siguientes:
Liderazgo compartido: Los equipos que presentan un liderazgo compartido presentan una
mayor cohesión grupal que los que no. Esto no implica necesariamente que no haya un
líder dentro del equipo, pero sí que la toma de decisiones se ejecute mediante el consenso
y no como una decisión unilateral de la persona líder, cuyo papel está más centrado en la
gestión y supervisión de tareas que en las tomas de decisión respecto a dichas tareas.
Potenciar los espacios de comunicación: Otro aspecto principal para mejorar la cohesión
grupal es la creación de espacios de comunicación donde todos los miembros del equipo
puedan expresarse libremente y con autoridad. De esta manera, se evita que haya ideas
que no sean puestas en valor y debatidas, lo que, a su vez, fomenta la integración de todos
los miembros del equipo con el objetivo conjunto.
Evaluación continua: Otro elemento que mejora la cohesión grupal es la evaluación
continua de los miembros del equipo de manera individual y del equipo en conjunto. Esta
forma de evaluación consigue que aumente el compromiso de cada miembro y del equipo
en conjunto tanto con el proyecto como con el resto de compañeros, lo que mejora la
cohesión y el rendimiento de forma considerable.
1.1. Concepto.
El concepto de madurez vocacional data de los primeros trabajos de Super (Supper, 2003). El
mismo reconoce que le fue sugerido por Havighurst quien sostuvo que cada edad se caracteriza
por relacionar un grupo de tareas que la sociedad espera que las personas de esa edad y sexo
realicen eficientemente. El éxito obtenido en la ejecución de las tareas correspondientes a cada
edad es un prerrequisito para abordar las de la edad siguiente. Havighurst centró su atención en el
desarrollo general del adolescente sin interesarse especialmente en los aspectos vocacionales.
Super incorporó estas ideas al marco específico del desarrollo vocacional.
Super define la madurez vocacional como la “disposición para hacer frente a las tareas
vocacionales o el desarrollo de la carrera con las que uno está realmente confrontado o a punto de
estarlo, comparado con otros que se hallan en la misma época de la vida y frente a las mismas
tareas del desarrollo”. El propio Super distingue su concepto de madurez vocacional del de
adaptación vocacional, con los que a veces se confunde. Para él la diferencia estriba en que:
– La madurez, definida como una disposición para hacer frente a las tareas vocacionales o al
desarrollo de una carrera, es previa a la conducta (la elección vocacional). Representa, pues, una
visión prospectiva, ya que muestra actitudes y comportamientos manifestados en el presente que
atañen a una actividad profesional que se desempeñará en el futuro.
Posteriormente se han ido sucediendo diversas definiciones sobre la madurez vocacional que
estudiaremos siguiendo a Forrest (1971) agrupándolas en tres tipos:
El primero incluye aquellas que la defienden como “el grado de desarrollo, en comparación el
típico de diferentes etapas de la vida” (Super), en el segundo, se define como un grado relativo de
desarrollo a partir de la comparación de la etapa de madurez en al que se encuentra el individuo
con su edad cronológica. El tercer tipo de definiciones, el grado de desarrollo se establece a partir
de la comparación de la conducta del individuo con la de otros que se encuentran en la misma
etapa.