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9.- CAMPEON INVICTO DEL TORNEO SELECCIÓN Y COMPETENCIA DEL AÑO 1960.
El día 03 de abril de 1921 a horas ocho de la noche, los abajo suscritos reunidos en la
casa N° 07 de la calle de San Martín, acordaron formar un Club Deportivo bajo la
denominación de Club Sport San Martín y para sus fines legales a través de la historia
consta bajo firmas a entera satisfacción. Siguen firmas.
Ser seguidor entusiasta del Club Sport San Martín de Ica, no fue nada fácil sobre todo
en los años de mi niñez y juventud, a pesar de que decir soy celeste pudiera significar
todo lo relativo al cielo y la eternidad y que solo importaba a los que hicieron de la
remera celeste un emblema que heredamos de los mayores que lo fundaron y le dieron
honor y gloria a la institución.
El equipo más grande del orbe que utiliza el color celeste en su indumentaria, es la
selección de Uruguay, cuatro veces campeón ecuménico en las olimpiadas y mundiales
de fútbol de los años 1924, 1928, 1930 y 1950, debidamente reconocidos por la
Federación Internacional de Fútbol Asociado (F.I.F.A.).
Muy lejos de esos legendarios e históricos hechos y lugares, años después, en la ciudad
de Ica el Club Sport San Martín exhibiendo el aludido color celeste en su camiseta ganó
entonces y para la eternidad LA COPA DE ORO denominada “Roedinger” en dos
campeonatos seguidos jugados durante los años 1927 y 1928. El señor José S. Wagner,
vecino de la ciudad y ex director del Colegio San Luis Gonzaga que había donado dicho
trofeo en agradecimiento desde ese momento fue denominado en su honor como
“COPA WAGNER”, para el ganador del campeonato; premio que representa en sus
valores intrínseco y extrínseco el mejor trofeo de la historia del fútbol iqueño. El equipo
campeón estuvo conformado por Guillermo Pacheco como Guardavalla; Defensas:
Carlos Meza y Orestes García, MEDIOS: Manuel Jesús Loayza, José Quispe y Manuel
Antonio Elías (Capitán); y en la delantera Cipriano Quijandría, Benjamín Huamán,
Manuel Valdivia Loayza, Anibal Loayza y Victor Pasache.
Tradicionalmente la camiseta celeste la utiliza el Club San Martín con pantalones cortos
y medias de color blanco, que pueden ser también de color negro por cuanto no hay
impedimento legal, ni tradición alguna que lo limite o prohíba, y claro está en este caso
sería muy semejante a la de la selección de Uruguay, lo cual nos honraría aun más.
También se uniforman los jugadores, algunas veces, con una camiseta de color blanco
con ribetes celestes, lo que ha dado lugar a que se haya considerado como lema
deportivo del Club el siguiente: “CELESTE Y BLANCO SON LOS COLORES DEL
CIELO Y DEL ALMA”.
En el Estadio Ica, en la fecha final del Torneo PRIMAVERA del año 1924, en el Palco
de Honor asistían las autoridades de la ciudad el Prefecto don Miguel Merino
Schroeder, el Alcalde don César Baiocchi, el director del colegio San Luis Gonzaga
señor Karl Maich, algunos vecinos notables de Ica y con ellos los singulares invitados el
torero Juan Belmonte y el poeta Félix del Valle y Mendoza, quienes departían con el
señor José S. Wagner, vecino de la ciudad y ex director del Colegio San Luis Gonzaga
que había donado un trofeo el mismo que desde ese momento fue denominado en su
honor como “COPA WAGNER”, para el ganador del campeonato; y el presidente del
club San Martín don Alejandro Mazuelos Manrique, quien les expresaba el
agradecimiento por su presencia y a la vez les comentaba sobre los atributos de los
jugadores de su club, especialmente el guardavalla Esposorio Arias, ante el interés que
mostraba el maestro Juan Belmonte al ver por primera vez en su vida a un jugador de
Fútbol de raza negra, impresionándole su estatura, era un gigante, según su propia
expresión, su fortaleza y agilidad; y, además la manera felina de desplazarse en el
campo de juego, mientras efectuaban los trabajos de calistenia inicial.
La pelota de cuero, importada de Europa, fue tocada por don Juan Belmonte, al ejecutar
el Play de Honor, ante el aplauso del público asistente que llenó las graderías del
estadio, de regreso lo acompañaron hasta el Palco de Honor los capitanes de los equipos
de los clubes Sport San Martín don Manuel Jesús Loayza y Sport Calavera don José
León. Después del pitazo inicial dado por el árbitro del encuentro fue el jugador de
nacionalidad chilena Artieda, foward centro del equipo celeste, quien dio inicio a las
acciones y desde el comienzo los integrantes del equipo del San Martín arremetieron
contra el arco rival y luego de brillante jugada colectiva y haciendo honor a la letra de
su himno antes de los cinco minutos de iniciado el juego, el puntero izquierdo Antonio
“Antuco” Loayza, ante una asistencia de Artieda quien había recibido previamente un
sensacional pase de Manuel Jesús Loayza, logró el primer gol del encuentro originando
algarabía en los hinchas y la admiración de los visitantes. Los integrantes del Calavera
reaccionaron liderados por el puntero derecho José León, pero encontraron resistencia
en los defensas Antonio Borjas y Herminio Arnao y seguridad en el guardavalla
Esposorio Arias quien con extraordinarias intervenciones logró detener varios disparos
que tenían destino de gol, ante la ovación de la multitud y el aplauso de los visitantes
especialmente del torero Belmonte quien comentaba con sorpresa cada una de las
jugadas del superdotado portero, expresando “tiene el estilo y golpe de vista del
“Divino” Zamora (x), y una manera singular de jugar fuera del área en una especie de
portero – defensa”, lo cual era revolucionario en el fútbol de entonces. Pimpo Arnao
estaba nervioso, era la primera vez que el portero jugaba con zapatos lo cual
consideraba, en forma extraña, que era una desventaja. Pero los medios Vásquez y
Pacheco hicieron lo suyo y calmaron al maestro, mientras Carlos “Firpo” Meza y
Emiliano “Chongo” Loayza, con asistencias del interior izquierdo Aniceto Morales, el
popular “Zamboserrano”, con veloces corridas por las puntas entusiasmaban a la
multitud. El equipo del Club Calavera respondía con incursiones del veloz puntero José
León, por quien el entrenador había aconsejado, al half derecho “Caquio” Vásquez,
márcalo de cerca, no lo dejes solo “ni a sol ni a sombra” y criollamente le advertía: “Si
José León se va para arriba tu también te vas para arriba, si se va a la derecha tu también
te vas a la derecha; si se para, tu también te paras; si avanza tú también avanzas; y si se
va a cagar, tu también te vas a cagar”.
Pero a pesar de la singular, como ocurrente advertencia, José León logró escapar de la
presión que sobre el ejercía Vásquez, anotando el empate parcial ante la algarabía de sus
parciales, mientras el autor del gol extraía de su bolsillo un pañuelo y ejecutaba un paso
de la marinera al recibir el abrazo de sus compañeros.
Siguió el partido con grandes arremetidas de los celestes por ambos extremos de la
delantera, con veloces incursiones de Carlos “Firpo” Meza y Antonio “Antuco” Loayza;
y fue precisamente éste que en veloz incursión dentro del área rival, después de
descontar a los defensas logró el segundo gol para el San Martín, que fue celebrada por
la estruendosa hinchada del barrio “El Tamarindo”.
El partido fue ganado por el equipo celeste por el score de dos goles a uno y el trofeo y
otros regalos entregados por el torero Juan Belmonte al capitán Manuel Jesús Loayza y
al jugador estrella del equipo Antonio “Antuco” Loayza López. Luego procedió a
saludar a todos y cada uno de los jugadores del San Martín deteniéndose, un buen rato,
cuando lo hizo con Esposorio, que atravesaba miedos ante un desplante, sin embargo
pudo controlar sus emociones y grande fue su sorpresa cuando el torero lo abrazó y le
dijo: “Lo felicito, tiene usted un espíritu y un corazón formado para lo grande y
hermoso”. Esposorio le contestó como le habían aconsejado, con un término taurino,
“Ha ido por usted Maestro”. En la tribuna los hinchas daban hurras de alegría por la
victoria y cantaban el himno del Club poniendo énfasis en la parte que dice: “Tienen un
Goalkeeper Esposorio Arias”; y, el portero cual gladiador romano, agradecía con los
brazos en alto y dándose golpes de puño en el pecho. Esta victoria fue realmente
gratificante para el negro, era una forma de sacarse el peso de la marginación que
llevaba encima y otra la de haber cumplido con su promesa empeñada a los dirigentes
del Club, que estaban felices por la obtención del campeonato.
FERNANDINI.
El día que Orlando Balarezo, Presidente del Club Atlético Grau de Piura, interrogó a
Luis Gotuzzo Ferandini, Presidente del Club Sport San Martín de Ica, con una pregunta
premeditada e impetuosa, estaba persuadido de que con su interpelación, sobre un
episodio de la historia del Fútbol Argentino, además de no ser absuelta en forma
correcta, avasallaría a su ocasional polemista en presencia de muchas personas que
colmaban la sala de reuniones del local del Club celeste.
Había concluido un partido amistoso entre los primeros equipos de Fútbol de ambas
instituciones y el presidente del Club iqueño había invitado al local institucional, a la
delegación piurana a compartir una reunión. Entre los jugadores asistieron al ágape
Enrique Casaretto, Tomás Iwasaki, “Meleque” Suárez, Primitivo Zapata, Carmen Grau,
“Jefe” Mendoza y José Vargas.
En la tertulia surgió el tema inevitable del Fútbol, sus códigos británicos que dieron
origen a este deporte, su evolución y progreso en Sudamérica especialmente en
Argentina y Brasil. El piurano Balarezo, que había residido como estudiante muchos
años en Argentina, era refrendatario de grandes momentos del Fútbol de este país y
Gotuzzo, que conocía el tema por la asidua lectura de la revista argentina “EL
GRAFICO”, sostenían una polémica larga y reiterada acerca de esta disciplina, en
medio de la expectativa general de los presentes que brindaban con chilcanos de Pisco y
saboreaban unas butifarras de jamón, cruzándose preguntas, respuestas y comentarios
sobre el deporte más lindo del mundo. No fueron ajenos al coloquio la formación de la
famosa delantera del River Plate a la que llamaron “la máquina” integrada por Muñoz,
Moreno, Pedernera, Labruna y Lostau; los jugadores argentinos Orsi, Monti, Guayta y
De María, que integraron la selección de Italia, en su calidad de oriundos, en los
campeonatos mundiales de 1934 y 1938, en los que la «Squadra Azzurra» se alzaría
con el trofeo liderados por Giuseppe Meazza y Angelo Schiavio, y destronaría a
Uruguay como la mejor selección existente. El país transalpino se encontraba regido por
el dictador Benito Mussolini, cuyo poder se dejó sentir a lo largo del campeonato. Como
respuesta al boicot realizado en 1930 por los países europeos, Uruguay y otros países
americanos se retiraron del segundo Mundial de fútbol celebrado en Italia. La Copa
Mundial se había convertido en muy poco tiempo en un gran acontecimiento que recibía
las miradas de todo el mundo, por lo que el caudillo fascista usó el torneo para la
exaltación del nacionalismo, buscando publicitar el poder italiano con una victoria en la
competición. Para ello no dudaron en asegurar la nacionalización de varios jugadores
argentinos, como el gran Luis Monti, uno de los estandartes de los triunfos argentinos,
Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Demaría, y también del brasileño Anfhiloquio
Marques Filo, italianizado como Anfilogino Guarisi. Dichas tareas de "reclutamiento"
se llevaron a cabo desde antes del comienzo del campeonato, y durante la anterior
edición de la Copa Mundial de 1930 y más concretamente en la final, donde resaltó el
caso de Monti. Las imágenes del pasado, que tenían guardadas en la memoria, del
célebre delantero del Boca Juniors de Argentina Mario Boyé que interpretó un papel en
la recordada película, cuya trama central era el Fútbol, presentada con el nombre de:
“CON LOS MISMOS COLORES”; y la evocación del extraordinario Half Centro e
inolvidable jugador argentino del Boca Juniors Ernesto Lazzatti llamado “El Pibe de
Oro”, hasta que llegó el momento en que Balarezo decidió terminar con la
comunicación oral, promovida por el mismo, tratando de ponerle punto final con la
inocultable intención de mostrarse ante los presentes como el vencedor del debate, le
presentó a su ocasional interlocutor, que lo observaba atentamente, la siguiente
propuesta: “Si me contestas esta pregunta el equipo del Club Grau juega en forma
gratuita o por la suma simbólica de tres soles, con el equipo del San Martín el próximo
domingo”. Es indudable que la apuesta fue provocada por el piurano, sin ayuda de
nadie, tal vez con el amparo del silencio de los asistentes a la reunión, que quizás
abrigaban el inocultable deseo de una respuesta correcta que conceda un beneficio
económico al Club iqueño.
Muchas veces nada es lo que parece y casi siempre nada ocurre por casualidad. Nadie
había podido percibir, aquel primaveral atardecer iqueño, que una oferta aparentemente
desinteresada podía esconder alguna callada intención. De acuerdo, respondió el
dirigente celeste reposado, cortés y a la espera de la pregunta, mirando fijamente a su
ocasional antagonista, mientras que éste presentaba, en medio de gran expectativa de la
concurrencia, la siguiente interrogante:
¿Qué arquero argentino de la década de los años veinte entregó su valla invicta en dos
campeonatos sudamericanos seguidos?
Gotuzzo contestó casi al instante: “Ese arquero fue Américo Tesoriere, llamado
también por error en su apellido “Tesorieri”, mejor conocido como “LA GLORIA” o
simplemente “MERICO”, en los campeonatos sudamericanos de los años 1921 y 1924.
Además dijo, con su voz de asma de fumador, que fue el primer futbolista en ser portada
para la Revista El Gráfico, en el año 1919, cuando jugaba para el Club Atlético Boca
Juniors de Argentina, ganando para la institución “Xeneize” los campeonatos de
selección y competencia de Argentina de los años 1919, 1920, 1924 y 1926. En un
posterior comentario había dicho Lucho Gotuzzo: “Hacerme esa pregunta a mí, cuando
en ese tiempo yo era hincha del Boca Junior de Argentina y del Club San Martín.
Entonces agregó “yo era bostero y celeste hasta la médula”. Por coincidencia ambos
Clubes habían sido fundados un día 03 de abril; el Boca Juniors el 03 de abril de 1905 y
el San Martín el 03 de abril de 1921”. Cuando Balarezo escuchó la respuesta quedó muy
sorprendido y en aquel momento, muy difícil para él, no tuvo más remedio que ratificar
su ofrecimiento firmando un acta de acuerdo delante de todos los presentes.
Efectivamente los piuranos jugaron gratis una tarde de la primavera del año 1964.
Nuevamente se enfrentaron los albos y celestes en el gramado del viejo Estadio “José
Picasso Perata”.
Don Luis Gotuzzo Fernandini asiduo lector de la Revista “El Gráfico” adquiría las
publicaciones y luego las entregaba a la Biblioteca del Club San Martín en la persona de
don Federico Arnao de la Guerrero, entonces Bibliotecario de la Institución, que
comentaba con los socios los artículos que en ella escribían, entre otros periodistas, los
célebres Ricardo Lorenzo “Borocotó” y Oswaldo Ardizzone. De este último dice la
Agencia de Noticias del Deporte “La Oreja Que Piensa” “Era un periodista de raza, de
calle, de bohemia, para quien la palabra era el atrio de una verdad. Don Osvaldo, una
especie en extinción, que dejó una marca en muchos periodistas y en miles de lectores
de su columna "El Hombre Común".
Ya se percibía una cálida noche, se observaba como iba oscureciendo y se encendían las
luces eléctricas, cuando escuchamos el comentario de Balarezo, supuestamente
tolerante, solo con un tercio de su sonrisa en el rostro, ante la inesperada respuesta:
“Nunca pensé que esta pregunta podía ser contestada, por una persona que no fue
testigo presencial de los hechos, que nunca estuvo en Argentina; y, sobre todo por la
manera que lo hizo con tantos detalles adicionales”.
El ex jugador del Club San Martín Augusto Grados Quijandría, el popular “BELARIO”,
al oír las expresiones de Balarezo comentó, con expresiones cargadas de humor criollo,
lo siguiente: “Creo que este señor considera que para saber que Colón descubrió
América es necesario haberlo visto, haber sido testigo presencial del desembarco en la
Isla de Guanahaní. Don Lucho Gotuzzo conocía la hazaña deportiva de Américo
Tesoriere, porque lo había leído. No es necesario ser testigo presencial de los hechos
para conocer la historia”.
En ese cónclave de hombres maduros y de jóvenes llenos de júbilo y esperanza, el
ganador del debate no estaba solo, nunca lo estuvo. Pienso que el error de Balarezo
consistió en creer que los conocimientos de su oponente tenían límites, debido a los
efectos de las bebidas espirituosas que lo entusiasmaba. Los asistentes lanzaron hurras
de alegría por el logro obtenido en medio de la apoteosis. El éxito económico estaba
asegurado; y, como era de estilo no paraban los ¡hurra! por el Club San Martín y otros
de agradecimiento por el Grau de Piura.
Anochecía en Ica, ya habían desaparecido los chilcanos y las butifarras, y solo quedaban
como testigos de aquella reunión el acta firmada por las partes que contenía la
obligación de los norteños de jugar “de balde” y el rostro inclinado de Balarezo, sobre el
viejo escritorio, no dirigía palabra alguna, revelando en sus ojos una breve y respetable
crisis de ausencia
Nota del autor: Estuve presente cuando ocurrieron estos hechos. Era la época en que los
muchachos del barrio “El Tamarindo” nacíamos cantando el himno del Club “Vamos
aficionados a aplaudir al gran equipo del San Martín, que va a jugar” y por ello había
tanto ruido en las casas de la tercera cuadra de la calle Loreto de la ciudad de Ica. Todos
queríamos ser futbolistas, pero algunos como yo nunca pudimos entendernos bien con la
pelota, fue una cuestión de romance no correspondido. Sin embargo fui directivo y hoy
pretendo ser escritor de sus anécdotas, logros y hazañas en cuentos y relatos. En mis
años juveniles estuve siempre al lado de señores como Luis Gotuzzo Fernandini, José
Benito Loayza López, Federico Arnao de la Guerrero, don Antonio Borjas Fajardo, don
Manuel Valdivia Loayza y don Federico Mazuelos Loayza, con quienes aprendí a
querer intensamente a la institución celeste, a conocer sus mitos, su historia y sus
personajes, en una galería de grandes jugadores de mi barrio que va desde Antonio
“Antuco” Loayza López, y sus hermanos Nicomedes, Manuel Jesús y Emiliano hasta
Manuel Carrizales Astorga y sus hermanos Julio, Daniel, Coca y Pedro, el primero de
ellos Manuel, que jugó en varios equipos de la capital entre ellos el Sport Boys e integró
la Selección Peruana, primero como jugador y posteriormente como entrenador
asistente en la preparación de arqueros, pasando por Manuel Valdivia Loayza y sus
hijos Nicanor, Manuel, Fernando y Ramón, Benito Loayza López y sus hijos Victorio
Loayza Cueto que jugó por el Deportivo Municipal de Lima, y Julio y Carlos Loayza
Cueto. Don Antonio Borjas Fajardo y sus hijos menores Guillermo, Martín y Miguel; y
sus hijos mayores Néstor Casimiro y Renán Borjas Romero que formaron parte del
primer equipo de futbol del Club Universitario de Deportes, al lado de Teodoro “Lolo”
Fernández y Alberto “Toto” Terry. Luis Tumay Choque, gran defensa cariñosamente
conocido con el apelativo deportivo de “La Pared”, Luis Raúl Romero Loayza, que
posteriormente defendió los colores del Club Sporting Cristal de Lima, y del Carlos
Concha del Callao, Félix Noé Eusebio García y García el popular “Cartón” y sus
hermanos pájaro, chicho, tata; y su primo hermano Ismael Arnao García, jugadores del
Club por los que se acuñó la famosa frase “centro de cartón, gol de canaca”. Ismael
Arnao García defendió los colores del Deportivo Municipal de Lima, don Pablo Toledo
Flores gran arquero y sus hijos Peluquín, Chalo, Rafael, Basura, don Andrés Aragón
Mandelli un defensa de aquellos y sus hijos Luis y Ludovico, Pedro Muñante y sus
hijos; José Luis Cornejo Toledo, nieto del primer presidente del Club don Ricardo
Toledo Giraldo, los hermanos José y Arturo Hernández Ferreyra y sus hijos; y, los
primos hermanos Ubaldo, Enrique y Enio Anchante, desde los viejos enfrentamientos
con el Club Sport Calavera, hasta los clásicos con el Club Octavio Espinosa.
El relato es completamente cierto y es parte de la historia del Club Sport San Martín de
Ica.