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t, Capítulo 1

! CULTURA Y CIVILIZACIÓN: INTELECTUALES


FRANCESES. ALEMANES E INGLESES. 1930-1958
,
¡ Civilisation n:::l.it a son hcure.

([La palabra] «Civilización») nace a su hora.)

LL'UE:'-." FEBVIU,]

,( Para reconstuir la historia de la palabra francesa "civilisation"»,


señalaba el historiador Luden Febvre, «sería necesario reconstituir
las etapas de las revoluciones ulás profundas a través de las cuales
t.¡ ha pasado el espíritu francés desde la segunda mitad de! siglo XVllI
, hasta el dia de hm».' Éste fue e! lema que eligió pam su ponencia
en un seminario de fin de senlana que convocó en 1929, sobre la te­
mática general «Civilisalion: le nwt et ['ideJe» [«Civilización: la pala­
ir bra y la idea»]. Era en buena medida la cuestión del momento. Al
t- tiempo que nubes de tormenta se cernían sobre Europa por segun­
da vez en una generación, los intelectuales volvían a pensar el sig­
nificado de cultura y civilización, así COD10 su relación con el desti­
no de bs naciones. Por la misnla época, el sociólogo alemán
Norbert Elias también se veía arrastrado hacia los miSlTIOS temas y
señalaba que, aunque las teorías sobre la cultura y' la civilización
habi"n estado en vigor (junto con los vocablos mismos) desde la se­
gunda mitad del siglo XVIII, sólo se COl1yertían en objetos de interés
general en ciertos n10mentos históricos, cuando '(algo del estado
presente de la sociedad encuentra expresión en la cristalizJ.cián del
pasado malerializada en las palabras,;.

1. "éJ.se Lucicn Feb\TC, "Cinlbatiol1» en Lllll<:,ll Feb\Tt', Émile Tonndat.


:'vbn.:d ,\t.Hl:-;:-;, A¡¡n~uu NÍl'etorn \ LOIlI~ \\'L'ber, Cil't!I_''''llml. L' 11/01 ef i'¡dL'L', P<ln:",
C('lltle lnlL'J'IlaliOlUi de Syl1lhe~<:', L.l RL'!l~ll"~,Jnct' dl.l LI\Tt'. 1':130, Ix:ig \7 (I;' .... ¡sle
UlU \tT~¡Ón inglesa dd articulo de Lu<..' i¿Il Feb\r<-' 0.:'11 Pele'!" Bllll.e (Cill1lp.), -\ -'"l''.!
A.-ind o( 111-'/0n'. Frl}!/l flIt! ft'¡illllt!,." (1/ f"<.. 'JJlTé, Londl c::, RuutleJ?e ;lne! Kegan PauJ,
¡(JI"). Burle inchl~e llfld hrc\'c relacll'¡ll eI,,-' i~\ l:\lTc'LI d",] ;\uto¡ traIlL'é.., l'J]'d 111 ti 1)­
du,,:c1Dt1).
:!.. ¡hu!., p,lg 219 (pagln:IClun de la \cr~](:J1l dt' BUl"ke).
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42 CULTURA CULTURA Y CIVILIZACIÓN 43

Febvre (1878-1856) se había educado en la École Nomlale Su­


y lógica podía haber llegado a dos usos contradictorios para una
périeur, donde se había especializado en historia y geografía. Du­
misma palabra?
rante la Primera Guerra Mundial. sinlió en una unidad de ametra­
Feb\Te fue incapaz de encontrar una fuente que empleara el tér­
lladoras y, cuando llegó la paz, obtuvo un puesto en la Universídad
mino civilisatiOfI en cualquiera de los dos sentidos modernos antes
de Estrasburgo, restablecida como institución universitaria france­
de 1766. Anteriormente, el vocablo sólo aparecía en tanto que tecni­
sa en 1919, cuando Alemania devolvió Alsacia a Francia. Los jóve­
cismo legal, haciendo referencia a la conversión de un proceso cri­
nes y brillantes académicos contratados por la universidad, incluían ~'
minal en una causa civil. No obstante, los términos civilité, politesse
a algunos de los que iban a ser los líderes de las ciencias sociales y y paliee (con el significado de \< respetuosu con la ley»)) se remontan
de la historia francesa en la siguiente generación. Entre ellos esta­ • al siglo XVI. A través del siglo XVI!, los vocablos «salvaje» y, para pue­
ban Maurice Halbwachs. Charles Blondel, Georges Lefebvre y, jun­ t" blos más avanzados, ({bárbaro',) denotaban comúnmente en francés
~
to con el mismo Febvre, el historiador Mare Bloch, con quien em­
a las gentes que carecían de las cualidades del «civismo, la cortesía y,
pezaría una larga cooperación que cambiaría la historiografía gala.
finalmente, la sabiduría administrativa». Con el tiempo, la palabra
En 1929 fundaron la revista Alma/es, que se convirtió en el foro de
ch:ilisé desplazó a la polieé, pero, para el siglo XVIII, se hacía sentir la
una escuela de historiadores estrechamente aliados con las ciencias
necesidad de un nuevo sustantivo que describiese un nuevo concep­
sociales. Este movimiento iba a reintroducir los temas culturales,
to, f\¡acida a su hora, en sU mOl1lt'nto, el neologislTIO civilisation
psicológicos y sociales en una historiografía que había estado do­
"consiguió su cana de ciudadarlla» en la d¿cada de 1770 y, en 1798,
minada por el estudio de la política, la diplomacia y la guen-a; se re­
forzó su inclusión en d Diccionario de la Academia Francesa.
vivió, pues, la historia intelectual.
Éste fue un tienlpo de gran actividad científica en todos los cam­
Al inaugut'ar el seminario sobre «civilización», Febvre comenzó
pos, con atrevidas síntesis teóricas, La enonne gama de materiales
haciendo notar que, recientemente, en la Sorbona, se había podi­
sobre culturas exótlcas () sobre el pasado que había reunido la Ency­
do asistir a una disertación sobre la {(civilización» de los tupí-gua­
clopédie provocó retlexiones sobre los grandes patrones del devenir
raníes de Sudarn¿rica, a los cuales, destacó, la generación anterior
histórico. La crecien te Ji teratura sobre las exploraciones tendió al
habría llamado salvajes. "Pero ya hace largo tiempo que está vi­
principio a reforzar la idea de la superioridad de la civilización. Los
gente el concepto de una ciyilizacián de gentes no civilizadas»)
intelectuales franceses empézaron a concebir el perfil general de
(añadi\) el punzante comentario de que se podía imaginar a un ar­
una historia universal én la que el salvajismo conducía a la barba­
queólogo "hablando serena y fríamente de la civilización de los
rie, v ésta a la civilizal·ión. Este modelo de desarrollo cultural imí­
hunos. que antes habían sido denominados "el mav'al de la civili­
taba la representación cultural de Lamarck acerca de las relaciones
zación" \) ),J Sin embargo, aunque por aquel entonce~ se mostraban
entre las especies a través de su \'ersión de la ({gran cadena del sen).
prestos a conceder que los tupí-guaraníes o incluso los hunos tu~
Pronto, sin emban~n> se C0111enZÓ a cuestionar esta historia triunfa­
\ ieran lino. cú'i1izacíon, los franceses toda\ ía creían que había un
lista del progreso ....Gradualmente se distinguieron, no sólo niveles
progreso en la ci\ilizZlción. Aparentenlente, la palabra había aca­
de ch'ilización, sino incluso estadios de civilización. El innlenso inl­
bado por designar dos nociones bastante distintas. Febvre Ca1";1C­
pedo de da Cil'ilisatioll)) se di\'idió en provincias autónomas. Se ad­
terizr'J L1n.:} de- ellas como el uso etnográfico; se refería a la serie de
mitió que en diferentes partes del mundo se habían desarrollados
Car3.ClCl'í:;riGLS que un observador podía registrar estudiando la
diferentes maneras de ser ci\'iJizado. En 1819, según Febvre, se in­
\'ida LüJe-cri\ a de un grupo hunlano, un conjunto que abarcabo 10:-;
trodujo por primera vez la iormCl plural, Civilisations.
aspeClos materiales, intelectuales, morales "\ políticos de la \ iua
Febvre databa esta reL:niYización del concepto de civilización en
sociaL Este uso no implicaba ningún jui('iu de \aloe En el ~eglln­
el ll1cdio ~iglo transcurrido entre 1780 v 1830, apuntando que ese
do sentido, L.i palabra connotaba nuC'stra propia civili/acinD, que
canlbio representaba el \... hnl~L'i: de un largo e~¡uerzo de dOCUDlenta­
se tenía en altél estima, e:ozando alguno~ individuos dé' un acceSO
ción ~ de bÚSllUt'l1.:.1 ;";..¡¿:und"Ll. Se dio una transición simultánea en
prh'ilegiado a la misma.'-¿Cómo un; lt'ngll.1 C01HJcida pUl' .':it'1' clara
biu!\)gb, histori~t, ;,:'tno~:':l1í~l :' linguísLica desde el uni\'(~rsalisnlo
dd sigJo XVIII a una perspeCll\ a nlás relativista. Tambi¿'n la teoría
3. lb,,!, pago 220. de L.lnw.rck lue objeto de ~ltaque~~L Cu\-ier insistía en que no había

44 CULTURA

lIna unIca cadena dd st:'r, sino muchas separadas. Estos vaivene~


del pensamiento científico reflejaban un viraje n1ás general de la ac­
titud intelectual. El optimismo del periodo revolucionario se había
r


,
CULTURA Y CIV[LI--ZAC¡ÓN

de lo que dcnonlinílba usos vulgares, en frases tales como civilización


francesa, budista o islámica. Lo que estaba en juego en esos casos
eran lTIodos particulares de pensmniento, moldes mentales específi­
45

des\·:..tl1ccido. Los supervivientes de la revolución habían aprendido cos, para los cuales preferia emplear la palabra rne11lalité, «mentali·
algo nuevo: que una civilización podía morir. « Y no lo babían apren­
dido únicamente de los libros», destacó Febvre. Se había erosiona­ 1
.
¡
dad>}. T~)Inpoco se debía restringir el significado de civilización al
mundo de las artes, ni igua]arlo con Klllwr, en el sentido de cultivo
do la re en la [¡josofia del progreso y la perfectibilidad humana. 1m· del espíritu: ésas eran representaciones folk, sin valor científico.
peraba llna renovaua sin1patía por el pesimismo de Rousseau y por Desde el puntu de \ista de un sociólogo, la civilización era antes
su preocupación por los males de la civilización. que nacla colectiva y distintiva. Pero no equivzdía a los que los dur­
Con la rt.'stauración de la monarquía, la creencia optimista en , kheimianos llarnaban «conciencia colectiva!, de una sociedad, ya que
llna civiliLación progresiva retornó con nueva fuerza. Por endIna no estaba confinada a ninguna población en panicular Además, en
de cualquier ulra, las obras de GUiZOl, De la civilisalio1l en El/rope contraste con las tradiciones culturales puranlente locales, la ch,iliza­
(1828) \ De la ci!'ilisalloll ell Frailee (1829) presagiaban esté regreso. ción era racional, universal )', por encima de todo, progresi\·a. A causa
FebYJ\' cita la escueta profesión de fe de Guizot: «(La idea de pro­ de ello se estaba propagando irresistiblemente por todo el mundo,
greso, de:' desarrollo, me parece la idea fundamental contenida en la Con 1;) difusión internacional de la ciencia ~i de las nUeva::. tecnologías,
palabra civilización,)l Se podía medir el progreso tanto por lo que se como el cine, el fonógrafo y' el radioteléfono, ,'jC estaba instaurando
refiere a la socieclad como al intelecto, aunque ambas mediciones una nueva civilización mundial que ,<penetra todas las [anTIas de n1LL­
no tienen por qué ir al unísono. Según Guizot, en InglatelTa, había sica, todos los acentos, todas las palabras, todas las noticias, a pesar
habido progrL'sl) social, pero no intelectual; en Alemania. el progre­ de todas las ban"eras. Estamos justo al princípio [de este proceso}>. 'i A
so espiritual no se habia vistü contrarrestado por el progreso social; medida que la civilización avanzase, impondría sacrificios. No había
sólo en Francia los dos habian avanzado de la mano. garantía de que promovería la felicidad individual o el a"ance ue] bien
Feb\Te hizo notar que una línea de pensamiento distinta se ha­ común. «Pero el capital de la hunlanidad se incrementa en cualquier
bía desarrollado en Alemania. Inicialmente, la concepción alemana caso (... ) todas las naciones y las civilizaciones tienden de hecho a con­
de cultura era D1UY similar a la idea francesa de civilización, pero vertirse en más, mas poderosus, Huis gellerales y I'rui.'" racionales.>;
con el ticn1pO se fue eSlableciendo una diferencia entre la parafer­ Febvre había empezado su ensayo con el famoso aserto según el
nalia externa de la civilización y ]a realidad espiritual interior de la cual el tiempo invertido en descubrir el origen de una palabra nun­
cultura. Akxander van Humboldt, por ejemplo, habia suge¡'ido que ca es un tiempo perdido. Su ejemplo inspiró a estudiosos franceses
una tribu ",ah'aje podía tener una civilización, en el sentido de orden posteriores para que ex:t~ndiesen su in\'t:,stigación. En 1954, el lin­
político. sin un nivel elevado de «cultura del espíritu»), y viceversa. güista Enlile Benveniste sCI'í.alaba que una paciente invcstigación
Aun así. anlba~ tradiciones planteaban un problema hlosófico simi­ había rastreado el prinler uso dd LérTnino cil'ilisaliu/l hasta situarlo
br: (>..' S conlpatibk una apreciación relativista de Ins diferencias en­ en el fisiócrata Mirabeall, en 1757, Éste]o utilizaba en el sentido de
tr.,; culturas con l>1 «\'iejo concepto de una civilización humana ge­ polin!. u orden pallUca, pero, en la siguiente década, solía signíficar
Ileral"" Se había dcl"uo la pregunta en e] aire. «(el proccso colecti\-o y' original que hacía que la humanidad elner­
En 1..1Il;:t ponc'ncia iJnpanida en el mismo seminario -y pub1ic;)da giera de la barbarie, :" este uso estaba incluso conduciendu para en­
en la l1liSIll~1 obra colectiva--, el sociólogo Marcel J\1auss delineó la tonces hacia la definición de clvilisalioll como el estado de b socie­
noción de ci\'i1ización que ¿l y Emile Durkheim habían expuesto du­ dad civilizada».t' También dbscrvó que, <1ntes de la Re\olucíón,
ran le ~Hl():--' en el A./li/ch" Sociolop)qul!.· Pasaba rápidamente por encinla pocos nombres tranceses acabahan en -isatio/l.

-+ \ '~:l"l' ,\idi"( el \bu:-,':>, ,Le" el'. d¡"_trien..,,, en Llll¡~n F",h~ l't.', Ernlk Tonnd~ll. 'i, Ihid., pág", 105 \' 106.
\L,:'ll'¡ \LlLi'" \:(I~'d() l\ILl·!f)rO \ L"L1i" \\'l·bcr, ei, iti'i,'!""l. L.! II/O{ ¿¡ ("¡,/el 6. Véa~c' Emile BCll\enht<.:. PI'dh/nli' ."/ Ct'llt'w! !.¡¡Il',llié.>{/( '>. Con] Gablés,
P'.1rh CL'Illt,' Illil'trut!illl-d de S.\lllht''''c'. Lel Renais~alKC du Lill'c, 1930. p<1g~. 105 Uni'elsi(Y or' \¡¡aml Pn:::.:;", J971 (rraJucclull al Ingle.., elLo! onginal IraIK¿S publica­
\ 106 do en 1q :;;·h p_lg. 291
46 CULTURA CULTURA Y CIVIll~\:\CIÓN 47

En un ensayo publicado en 1989, lean Starobinski apunta que pero un contrario -natural, salvaje o b árb aro- que podía aparecer
civilisatioll no era más que uno de los muchos sustantivos fannados como preferible. La civilización podía ser decadente v el remedio
en aqueJlos anos revolucionarios con el sufijo --alion a partir de los podía consistir en la rectistianización, tal como defendía Benjamin
verbos acabados en -iser. En 1775, Diderot había definido e! nue­ Constant, o en la rebarbatización, tal como demandaba Rimbaud al
vo vocablo en relación con otra acuñación en --alian: «La emanci­ l:' clamar por (sangre nue\'a ... sangre pagana»,ll Pero, normalmente,
pación o, lo que es lo mismo con otro nombre, la civilización es un t se valoraba la civilización y se la identificaba con el progreso. En su
largo y difícil trabajo».' Considerando e! uso de Diderot, Starobins­ t,
",. utilización generaL el vocablo se revistió de un aura sacra: repre­
ki comenta "ya hay signos abundantes de que la civilización podría sentar algo como contrario a la civilización era demonizarlo.
~
muy bien llegar a ser un sustituto secularizado de religión, una apo­ t'
teosis de la razón}). ¡ ,',
*
El nuevo sustantivo asinúlaba las nociones relacionadas de refi­ f
~
namiento y de progreso, intelectual y político. Pero, aunque Febvre Pocos anos después de! seminario de Febvre, en vísperas de la
habia argumentado que la palabra civilisatioll habia aparecido para Segunda Guerra Mundial, Norbert Elias, un judío alemán exiliado
designar a una idea nueva, si bien sólo vagamente percibida en un en Londres. escribía comparando la evolución de la noción alema­
principio, Starobinski hacía de la palabra la precursora de la idea. na de KIlII"" v la idea francesa de Civilisatioll. 12 Elias (1897-1990)
((No sorprende que, a nledida que el término se hacía nlás corrien­ había nacido en Breslau v estudiado sociología en Heidelberg como
te debido a sus poderes de síntesis, también se viese sometido a la alumno de Karl Mannheim y Alfred Weber. El hermano de Alfred,
reflexión teórica.» El hecho de que la palabra llegase a ser común al ~ Max Weber, había fallecido poco antes, pero su legado estaba bien
mismo tiempo que el vocablo «progreso»,'en su sentido moderno es­ ~'
vivo en su antigua universidad. En 1929, Mannheim aceptó ocupar
timuló dicha reflexión: "Las dos palabras estaban destinadas a una cátedra de sociología en Frankfurt e invitó a Elias a acompa­
mJ.ntener la más íntima de las rdaciones».1'i Meditando sobre estos narlo en calidad de asistente académico. Allí. Elias se asoció con el
neologismos gemelos, los philosopJu.'s concluyeron diciendo que núcleo de la {(Escuela de Frankfurt», un creativo grupo de estudio­
«describían tanto el proceso fundamental de la historia como el re­ sos marxistas que incluía a Theodor Adorno, con quien Elias esta­
sultado final de dicho proceso... El sufijo de acción, --ation, nos bleció un estrecho vínculo, pese a su escepticismo respecto a la teo­
fuerza a pensar en un agente. Si este agente se confunde con la pro­ fía marxista.
pia acción, se transfonna en autónomo».'! En una ocasión, Elias hizo notar que los judíos, aunque eran
Pero la palabra no se limitaba a sugerir una idea única. «Apenas unos outsiders en el terreno político, no dejaban de ser (al mismo
se había escrito la palabra civilisatioll ... cuando se descubrió que tiempo portadores de la vida cultural alemana». "Estov impregna­
contenía una posíble fuente de malentendidos.» El propio Mirabeau do de la k1/111/r alemana», destacaba al final de su larga vida. aun­
había escrito sobre la ((falsa civilización» y sobre da barbarie de que poniendo énfasis en que «uno se podía identificar fuertemente
nuestras civilizaciones». El término se podía referir tanto a las so­ con la tradición cultural alemana --como tDdm"b hago- sin por
ciedades modernas existentes como al ideal de la condición civili­ ello tener que ser, no digamos un patriota, sino un nacionalista».!)
zada de vida social. ((Así, la crÍticJ ton1Ó dos formas: una crítica a la Sin embargo, en tanto que judío -asociado, además, con el radical
ciúlización ~/ una crítica forn1ulada en nombre de la civilización».lo Mannheim- se le obligó a abandonar Alemania tras el adveni­
En cualquiera de los dos sentidos, la palabra implicaba un contrario. miento de Hitler. Después de una tenlporada en Francia, se trasladó
a Inglaterra, donde pasó los años innlediatamente anteriores a la

7 Ciudü en lean SlarobHl~kJ "ThL' \\urd Cil'lli::.atwlI», en Bft's::,illg UI Dlsg¡¡ue 11. Ciwdo t'n ¡bid, p;ig. 25.
(J( Thr- 1/i-n,I!!, orEl''', Camhlid2l'. Ha¡Tan.t Uni'.erslty Prese:,. ]993 (traducción al ]2. \/ean::.e Stephen l\lcnncll. .\urbat f:'lías. C1'Ll!i~lI!/()1I olld ,i't' Huma/! Sel/~
Jllgle~ de'l ()ngm,)l franeé:-- jJllblic;ldo en 1'189), pág:. 3 .. IIIU/!j,f, Oxford. Blacbl.elL 1989; Norben Elia::.. Retlec!/c)/),\ (m 11 L/ft:. Ox/ord. Polil.\
~ /h¡J. pat.. 4. Pre%, 19t,l4.
9 J/1IJ. pjg. 5. 13. Véase Norbert Elia.':l. R.:,rla(¡()!l> U/'I ü Llfe. O"jord. Polit\ Pre.'>'>, 1994. págs.
10. lhid, p:.í.g. 8. 18, 19.

;
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CULTURA Y CIVlLI}ACIÓN
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"'!' 4& CULT URA

guerra en la Sala de Lectura del Museo Británico, trahajando en el y sociales, por el otro}).15 La Kullur no era únicamente nacional,
aislamiento su obra maestra sobre los procesos civilizadores, que se sino también personal. Herder había introducido el térntíno en el
publicó en alen1án en 1939. El reconocimiento que le convel1iría en discurso modemo, tomándolo de Cicerón, que había escrito meta­
un icono para toda una generación de nuevos sociólogos europeos fóricanlente de la cultura ClHimi, el «cultivo para el alma)}, exten­
le llegó mu.y' tarde, durante su prolongado retiro, primero en Biele­ diendo al ámbito de la mente la idea del cultivo agrícola. Por lo tan­
feld, Alenlania, }o. luego en Anlsterdam. to, la Kultur implicaba un cultivo, Bildung, una progresión personal
Alfrtd Weber y Karl Mannheim encarnahan dos aproximaciones hacia la perfección espiritual. Un inglés o un francés podían pre­
distintas al estudio de la cultura. Para Alfred Weber, la cultura re­ tender ser {(civilizados) sin haber conseguidu nada por cUt:nta pro­
presentaha el mundo Clutosuficiente del arte v de la re]¡gión, que ca­
recía de fines externos, racionales, a los que servir y que se oponía
t pia, pero, desde la perspectiva germana, cada individuo tenía que
alcanzar el estado de persona cultivada, culta, a través de un proce­
al mundo nlaterial de la civilización. Ésta era la úsión ortodoxa de
la cultura en Heidelberg, v el filósofo Karl Jaspers animó a Elias Jr sO de educación y de desarrollo espiritual.
La noción de Kultur se fue configurando en tensión con el con­
cepto de civilización tmiversal que se asociaba con Franela. Lo que
para que escribiera un documento de trabajo para un senlinario so­ 1
bre el debate entre Thomas Mann y la menospr'eciada Zivilóllior1S­ los franceses entendían colno una civilización transnacional se veía
literal. Por contra, para Mannheim, las producdoncs culturales se f en Alemania como un peligro para las distintas culturas locales. En
enraizaban en situaciones sociales y se debían entender COlno ex­ t la propia Alemania, la amenaza era muy innlediatu. La CivilisCltioil
se habia establecido en los centros del poder político, en las cortes

~
presiones de intereses económicos y políticos particulares.
En el primer vülunlen de El proct!so dt! la Clt ·iliz.llción, Elias ex­ francófonas Y francófilas alemanas. En abierto contraste con los in­
ploraba las relaciones entre la noción alemana de cultura y la idea telectuales brliánicos v franceses, que se identificaban con las aspi­
francesa de civilización. En la tradición francesa. se concebía la (i­ t, raciones de la clase dirigente, los intelectuales alemanes se definían
a sí míS1110S en oposición a los príncipes :y aristócratas. A sus ojos,
vilizGción corno un todo complejo ~; polifaCético, que abarcaba los
hechos políticos, econórnicos, religiosus. técnicos, ITIorales y socia­ ~
¡
la clase alta estaba falta de auténtica cultura. La civilización de la
les. Este amplio concepto de civilización {(expresa la conciencia de élite francófona era un préstanlo, no se había interiorizado, sino
;: que era una cuestión de formas, un espectáculo de cara al exterior.
sí mismo de Occidente ... Recapitula todo aquello en lo que la socie­
dad occidental de los últimos dos o tres siglos se cree superior a so­
ciedades anteriores a sociedades contemporáneas "más primiti­
tJ Los principios morales de la aristocracia derivaban de un código
del honor artificial. Excluidos de \05 círculos del poder, los intelec­
vas"».l-J Para los alenlanes, sin elnbargo, la civilización se concebía , tuales alemanes eligieron insistir en reivindicar la integridad perso­
nal y los logros científicos ~/ artísticos. La consecución personal de
C0l11U algo externo ~r utilitario, ajeno en nlllchos aspectos a los valo­
res nacionales. La civilización se movía hacia adelante con el tiern­
po:,/ trascendía las fronteras naciona1cs, mientras que la kuftllr es­
~ crecin1iento espiritual se estilllabJ. por encima del estatus heredado
\' de la pompa artificial del estilo cortesano. La base de los intelec­
taba atada en el tiempo y en el espacio, siendo colindante con la tU;}1es era la universidad, donde «\a clase media se contraponía a la
identidad nacional. cort!.> Ir' v fomentaba Llna cultura literaria y filosófica que era ale­
Cuando los alemanes se mostraban m'gullosos de su~ logros, no mana, adquirida con ell..'sfuerzo personal, interior.
hablaban d~ su civilización, sino de su Ku!Iur, E.sta palabra (\Se re­ Siguiendo a 1'vlannhei1l1, Elias identificó razoneS sociales detrás
fiere e~encialmt'ntea hechos intelectuales, artísticos:v religiosos», y, de estas diferencias ideológic.ls. El cohcepto de una civilización
típiGlnlCnl.c, los alemanes (drazan una nítida línea di\'isoria entre universal había atraído por razones di\'ersas a la:::. clases donli~
este tipo de hechos, por un lado, \'Ios hechos políticos. L'L'onómicos nantes de 10-'; e~L.ldns inlperiales, I..'orno Francia y Gran Bretaña.
mit:nl.ras que <Id conL't'pto el'e f(ultUf rdleja b conciencia de sí de
una nación lcol11o AlenlaniaJ que tuviera 4ue buscar y constituir
¡..J.. \'¿~lse \j,)rhCIL Ellds, TI/L' CIl'ilí.-;.'I,;.; PII'~~·". Ti", Dt";~I()¡}}II("!i ,JI \/0 1.'1 ,'et';.
('I;(dl:!,(" ni ;llc' ('0(/(' (I(Cl!lIdlllí ([lid fcc¡;"~ 1/1 Ew(\ 1!1'¡¡'{'i'i n'i/L', \dll'\Zl )ork,
Lll'1L'll l:3u()ks. ¡ Y7¡) (Lraducción del ()I'jt2In~ll .LiL'mall, plIhhl':,l!() el, Bd",¡],-':¡ <:':1 193Y: I~. /i)ld" pJ.!l -1-.

lr~\d. la~¡: f.o! ¡'JjUll'",) de fu (I'L,¡J¡::'dCÚJlI \k\!co. fCE, ¡eJ('iLj¡ lb. [¡'mi., P~\~ 2..J..

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":;,~~i~~':':;'"'- CULTURA CULTUR"\ y CIVl.l}IZACIÓN 51

¿~~~temente de nuevo sus fronteras, en un sentido tanto políti­ aspectos en los cuales la vida humana se ha e!evado por encima de
"có' c~mo espirituaL. Al estar estrechamente ligadas a las circuns­ SU estatus animal y difiere de la vida de las bestias; y desdeño la di,
., tancias políticas, estas ideas fluían y refluían con los cambios histó'
'i;
ferencia entre cultura y civilización» .18 Esta desaprobación quizás
~'.;:. ricos. Tras la Revolución Francesa, la antítesis entre una civilización podría excusar a su traductor inglés que utilizó sistemáticamente el
aristocrática falsa y una cultura nacional genuina se proyectó sobre ténnino civilisation allí donde Freud había usado Kultur; en cual,
una oposición entre Francia y Alemania. Esta antítesis se revitalizó quier caso, la oposición central propuesta por Freud era entre el ser
después de la derrota alemana en la Gran Guerra, una guerra que se humano cultivado y el animal instintivo. La cultura hacía un dios
había librado contra ellos en nombre de una civilización universal. de un simple humano (aunque un dios con prótesis, bromeaba).
La idea de Kultur entró en liza en la lucha subsiguiente por rede­ Pero es le poder se pagaba muy caro. Concebía el proceso de cultivo
finir la identidad y e! destino de Alemania. Kultur y Civilisation re, humano del espíritu como algo puramente externo, grabado a la
sumen los valores en competencia que, de acuerdo con algunos fuerza. Tal como e! individuo sacrificaba angustiado sus fantasias
alemanes, separaban a Alemania y Francia: virtud espiritual y ma' edípicas, así (cada civilización se debe edificar sobre la coerción :y
la renuncia al instinto».19 La sublimación alienta la creativid~d cul­

,
lerialismo, honestidad y artificio, moralidad genuina y meras for,
mas, cortesía aparente.
Pero, a diferencia de Mannheim, Elias no creia que las ideas
eran simples producciones ideológicas, instrumentos de don1ina­
ción degradados por el solo hecho de ser usadas. Fueran cuales fue,
ran sus orígenes, e independientemente de cómo se los manipulara,
tura!, pero impone grandes sacrificios a la libertad sexual v requie,
re el control de la agresión.
Tal 'ez el ascenso de! fascismo empujó a los intelectuales judíos
de Europa central, tales como Freud o Elias, a cuestionar el poder
salvífica de la cultura personal. A la hora de la verdad, los frágiles y ~:S
¡'í

conceptos como cultura y civilización podían tener un valor analíti­ externos controles fabricados por la civilización eran impotentes ~S
co. Por lo tanto, Elias, como Maree! Mauss, puso a trabajar la idea t' y se mostraban incapaces de refrenar a las 111asaS no civilizadas, de Z-l
8g

II
de civilización v el segundo volumen de su estudio ilustraba lo que las cuales, Freud escribió que eran "pt:"rezosas y sin inteljgencia: no
él llamaba proceso civilizador de la historia europea. Las cortes eu, tienen amor alguno por la renuncia al instintQl). Las masas sólo
aceptarian e! sacrificio de la libertad animal a cambio de compen, <I!
g~
rapeas refinaron paulatinamente sus maneras, sometiendo el cuer­
po y sus funciones a una serie de controles acumulativos. El «cons­ saciones a través de la mejora de sus circunstancias materiales. «Si
treñimiento social hacia el auto-constreñimiento» ganó fuerza y el la pérdida no se compensa económicamente, se puede estar seguro ~Z
«umbral de la vergüenza" se elevó. Ulteriormente desarrolló esta ar, de que se derivarán serios peligros.» ~ ...

~~
i
gumentación en La sociedad c01~tesana, publicado por primera vez Al contrario que Elias y Freud, los escritores nacionalistas de la
en alemán en 1969, pero también escrito en gran parte durante los derecha preferían identificar instinto y cultura. Reservaban sus sos'
arlOS treinta. En ambos estudios, Elias decidió estudiar la clásica pechas panl la civilización. El crecilniento de la cultura era orgáni­ 0­
concepción alemana del proceso civilizador como algo externo, pu­ [ co, el de la civilización era artificial. Cuitura v civilización tendían a i~
ramente consuetudinario, imponiendo reglas formales sobre lo que entrar en conflicto en la misma medida qu"e sus formas de creci­ =i
habían sido actos expresivos o instintivos, un proceso que él co­ miento div·ergían. Finalmente, la civilización se transformaba en
néctaba eon la extensión del control de! estado. una carcasa material, vacía y' carente de un espíritu que la animase,
Elias seúaló que mientras trabajaba en su libro estaba más in­ y acababa por colapsarse. Cuando el, optimismo de los hegelianos
iluido por Freud que por sociólogo alguno, incluido Mannheim. 17 fue puesto a prueba por la catástrofe de la Primem GuerTa Mundial.
fleud hacía poco que habia publicado dos libros sobre la cultura y los conservadores alemanes revivieron este vieío tema. Un exponen­
¡'1 ci\ilización: The FlIture O(al1 ¡/IUSi011 (primera edición alemana
étl 1927) , El malestar en la cullltra (1930), curiosamente titulado 18. \-ó"e Sigmund Freud, T/¡e Futurl:! IJ/ un !llll~iu¡!. Lundres, Hogarth Pn:sc.,
C'il ilis(l{lO/l ami lIs Dl .: ;COIIlt'/l{S en su yersión inglesa. Freud hablaha 1961 (paJ"u uno tradUCCión al ca~tdlanl), yt:J.'>1.: Ohm) COlllpfL'lIlS, B~u cdona, Orhl~.
de la «ci\ilización hUlllana, con lo cual quiero decir todos aquellos 1988), r.Jg~-.'.\ 6.
19. \'¿~bc Slgmund FreuJ, ClI'iIL\l/1101I :u!cl ll'; DL~collll!lll", Londre'i. Hogarth
Press, ]';101 (trad. ca"t.: Elllu¡{e"rott'J! Ül d¡{/um,' o/ms l:!u){(\{),>, .\bdnd, Alianza,
17. \'0~(~~ rvlennell, X()rbert Elza:::" P~',g t ti. 19~2). póg. 7. Las 'ilguiellte cita~ ~,)n de b tnlsmU página.
Cl.iLTLRA y CIVÍLIZACIÓN
53
52 CULl URA

te extremo de este recurso fue Spengler, que diseñó una moral dia­ una ciencia natural. En la década de 1880, Dilthey adaptaría la no­
metralmente opuesta a la de Freud y Elias, vilipendiando "el inte­ ción hegeliana de "Geisl objetivo)). El trabajo (k'l espíritu colectivo
lecto sin vida, cuyo criticismo roe 'todo lo que queda de genuino. es se ponía de manifiesto públicamente a través de documentos y de
decir, la Cultura, desarrollada naturalmente».'" Como una parte de las formas dd lenguaje, haciéndose así accesible al\:'studio, au~que
los intelectuales alemanes, Spengler dio la bienvenida a los nazis en sólo gracias a una aproximación subjetiva, intuitiva, que conducia a
tanto que heraldos de una renovación cu!lural de la raza y enemigos una comprensión marcada por la empatía. Los mélodos de las cien­
de una civilización artificial. cias naturales no eran los apropiados. Un furioso debate explotó en­
Aunque Elias enfatizó el papel de la universidades en la gesta­ trE' los positiv.'istas y Dilthey' y sus simpatizantes, alcanzando su má­
ción de este discurso sobre la cultura \' ta civilización, no discutió ximo en una gran contro\'ersia metodológ:ica, ,V1etJ-wJeH~treit, que
en detalle las disciplinas académicas que se desarrollamn en Ale­ arrancó en 1883 y acabó dando lugar a la conformación de una nue­
mania para estudiar lus productos de la cultura, Ku/tur, y del espí­ va historia cultural. También provocó que ;\1ax Weber pusiera a
ritu humano, Geis! (las KulturwisseJ1sc!w/fel1, las disciplinas de la punto los princip~()s de su s(Jciología cultural en una set'ie de afir­
cultura, :y las Cl.!iste.swissI!1l5Clza{teu, las Humanidades). En The De­ D1aciones metodológicas que aparecedan entre 1903 ~' 19l9,
cline o{ [ize Gen!1WI Mal/darin5 (1969), Fritz Rmger extendia el aná­ \JVeber definía la cultura como (~la dotación de significado y' sig­
lisis dI:' Elbs para abordar el crecinlicnto de estos canltJos estu­ ue niticación desde la perspectiya de los seres humanos a un segn1en­
dio en los años criticos que siguieron J. la guerra franco-prusiana. to finito entre la inhnidad de c\'cntos sin sentido existentes en el
Alen1ania disfnltó de un período de rápido pero turbulento creci­ lTIundo».22 Su expresión más característica era la vida religiosa.
miento económico, que se aceleró alrededor de 1890. Los intelec­ Aunque la cultura era una cuestión de ideas, a menudo implícitas, y
tuales, ten1erosos del materialismo ~ de lo que \Veber ibaa"llamar la sólo se podía captar a través ud ejerciciu (Olllprensivo de la inlagi~
racionalización de la \'ida púhlica, se enhTntaron con lo que veían nación, \Vebel' insistía en que las «creencias y los \ alores eran tan
con1o un desafío renovado v aún más poderoso a la cultura por par­
...
, "reales" como las fUl"rzas materiales," :" en que ,( podían transfor­
te de una civilizOlci()n sin alnla: y reaccionaron reculTiendo al idea­ mar la naturaleza de b realidad so(iah.~' Con todo, la cultur:J. era
lismo filosófico v al romanticismo, al tiempo que fomentaban el or­ vulnerable. La civilización estaba minando sus cimientos, median­
gullo nacional. La civilización universal. racional. amenazaba la te las fuerzas con"osivas e irresistibles de la ciencia, b fíJc\onaliza­
cultura espititual de un vo/k, un pueblo, violando la ¡ibelead interior ción, la burocralizadón yel rnaterialisn1o, En busca de amparo, la
del individuo. Las naciones no deberían permitir que una civiliza­ cultura apenas podía recurrir a las oportunidades caóticas de la re­
c¡()n común se t.ragase sus valores l.'micos, El n1undo estaba consti­ novación cari~mátic~ ~: a\ trahajo defensivo dd intelectual.
tuidu pur «espíritus nacionales en pugna (... ) culturas cualitativa­ Más recientemente, Woodruff D. Smith ha rehnaJo la genealo­
mente diferentes).~1 gía de Rinecf en PoliIic's aHd the 2)Cl¿JlCeS u( Clllllll'i! in Gerl1wnv,
El materialis1110 ciefltífico era el 3.l:!ente más insidioso de la civi­ 1840-/920'( 1991) Destac'a una línea específica de ,·eflexión acadé­
lización, corro:,-:endo los valores n101':ales, devaluando las percep~ mica sobre la cultura, una Kz¡[tunt'issen,,'l'lza!f que era distinta de las
ciunes e~pirituíl¡es, menospreciando 1<.1 sabiduría tradicional. Los Ceistes\\'is_se¡-¡schtlflt'U de lo tradición hCl'menélltica. Ésta era una
manc.L:uines rechazaron la explicación, según la cual. las ideas se gra­ manera de pensar con 111ayor afinidad hacia las idc=as liberales fran­
baban l'll b n1eIlt.:' a partir de sensaciones y" los \i:.llures tenían un cesas y britó-nicas y Smilh sugiere que Herder:- Humboldt estabo.n
origen matél'ia1. :--Jo Se iba a tratar el Gel:·.>'t como si fuera parte de la n1ás cercanus a la Illlstrnción de to que parecen segl1l1 determinadas
naturaleza. La ciencia del espíritu era cOlnpktalTICnte distintZt de dc~cripciones. Los acadén1icos de la tradición liberal se apl'OXinld­
! ban a b.l'UltLll"J L'011 ll11 taLlnte ciLl1tílico, btl:.-, ..~::lnd(l :-,U':i k\t:'s de desa­
rrollo. Smith recalca que- definían la cultura ell un s~ntido antropo­

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I 22, CiwdlJ pur R\l\ph SLhl(¡,~'Jl:r. \11<.\' kL'ht' I dllti c/c Sucu/ o '.:,' (JI ('¡¡bure,
,\].:IIIt!UIII/' The CeF!IIUII ~C(/dL'IIIIC COill'i!UJnt\', 18L;()-1933, Cambridge. H,Hyard Londres, Sagt:, 19SJ2, r:\g, é,
l~ni\~'r:\lt\ Pl~~S. 1964, p;ig. 101. 23, ¡,I)IJ., ¡Jclg,::, bUlI I'clbbla,... d.e R.:lph SdlI0~d<';11
'54 CULTURA CULTURA Y CIVILIZACIÓN 55
~

lógico: «Es decir, estaban interesaclos prinlarianlente en los patro­ ". Reflexionando sobre estos temas inmediatamente después de la gue­
nes de pensamiento y en las características conductuales de todo un ¡Ta, Eliot se sintió empujado a repensar toda la cuestión de la cultu­
pueblo, más que en las actividades intelectual", o artísticas de la éli­ ra. Por cultura, dijo a una audiencia alemana:
te».'" La suerte de esta tradición liberal--y de la más conservadora
tradición hermenéutica- fluctuaba con la fortuna de los movi­ Quiero deciI~ en primer lugar, lo mismo que los antropólogos: la for­
mientos liberales v nacionalistas en la política alemana. Los años ma de vida de una gente particular que vive junta en un lugar. Esa
1848 v 1870 constituven hitos para ambas corrientes de pensamien­ cultura se hace visible en sus artes, en su sistema social, en sus hábi­
to y Snlith describe el renacüniento de una preocupación científica tos y costumbres, en su religión. Pero estas cosas yuxtapuestas o su­
v liberal--aunque algo escarmentada- por la cultura en la escuela madas no constituyen lo. cultura (... ) una cultura es más que la reu­
nión de sus artes, costumbres y creencias religiosas. Todas estas
etnológica creada por Rudol! Virchow en Berlin, en las décadas de
1870 y 1880. cosas actúan b.s unas sobre las otras v para entender completamen­
te una, debes entenderlas todas"'" "
·c,
"f, 7,
En sus Notes Towards the Defillitio" 01' Culture (1948), Eliot con­
'/ , trastaba esta concepción antropológica de la cultura ((tal como la
En Gran Bretaña, Conlo en Francia y en Alenlania, la crisis polí­ había usado, por ejemplo, E. B. Tylor en el título de su libro, Cultu­
tie8. europea de los años treinta provocó renovados v ansiosos de­ ra Pri-nlith'n») con la visión humanista convencional. que tenía que
bates en torno al binomio de cultura y civilización. No obstante, los ver con el desarrollo intelectual o espiritual de un individuo, grupo
intelectuales recurrieron más directamente a una tradición de re­ o clase, más que con el estilo de vida de la sociedad entera. La no­
flexiones muy inglesa sobre el lugar de la alta cultura en la vida de dón literaria tradicional de cultura era inadecuada, ya que <da cul­
la nación; su punto de referencia era la tesis de Matthew Amold, tura del individuo depende dc la cultura del grupo o clase". y "la
cuva exposición más célebre radica en Culture Qlld Allarc/zv (1869). cultlu"a del glUpo o clase depende de la cultura del conjunto de la
Creían que la cultura estaba amenazada por dos flancos: la civiliza­ sociedad"." Cada clase "posee una función, la de mantener la parte
ción material, por un lado, v por la cultura de masas, por el otro. de la cultura total de la sociedad que pertenece a dicha clase»." La
Tras la humillación de Munich, T. S. ElIiot se vio impelido no imagen que Eliot tenía de la sociedad era jerárquica, pero orgánica:
tanto por un revulsivo contra las estrategias particulares del gobier­ «Lo que es importante es una estructura de la sociedad en la que
no de Chamberlain, sino por algo más profundo. "'IDa duda sobre la haya, "de art-iba a abajo", una gradación continua de niveles cultu­
validez de una civilización»25 (cuando Elio! escribía sobre materia­
lismo, finanzas o industria, prefería la palabra «civilización) a «cul­
tura» ). if rales»,29
Resumiendo, la cultura «incluye todas las actividades caracte­
rísticas y' los intereses de un pueblo')' No se confinaba a una mino­
ría pri\"ilegiada, tal con10 creí~l Matthev..' Amold, sino que abarcaba
¿Acaso nuestra snciedJ.d, que siempre había cstZldü tan -,egura Je su f·
a grandes \' humildes, la élitc v lo popular. lo sagrado \' lo profano.
su~rioridad y de su rectitud, tan confiada en sus premisas incue::;­ I
rionadas. no se congregaba alreded()(' de nada más permanente que ~ A modo de ilustración, Eliot ofrecía un lista indicativa de rasgos
un montón de bJ.ncos, compañías de seguros é indus[rias? ¿ílca:::.o te­ ~ culturales ingleses: «El Día del Dcrby, la regala Henle)r, Co\ves, el12
de agosto, lIn<:l final de copa, las carreras de perros, las máquinas de
nia alguna creencia más esencial que la creencia en el lnterés com­
puesto y en el mantenimiento de los dividendos? ,f petaca o de ¡hl'pers, el juego de dardos, el queso de Wensleydale, la
f
28. Vé<lsc 1'. S. EJj'lt. \(){es ÚJII'li.'d,; fhe Dethllfwll (JI Culture. Landre,,;, Faher
ami F::l!il'r j 9-+~, p6.g. 120 ¡la,,; '~fmje(encws 'Se l'el'{)~lel'On en un apéndicc' de la
2-1.. \"¿a::>c' \Voudrutf D. Smilh, POlilÍt'S and {he SC!¿II(l" ni C!I!!i!'I' in (,,""lIWJ¡', nbr::tl
¡ 840~ I cJ20, .0tlleHI '.{ork, Oxtord Lnin:rsit-,,' Press, 1991, rugo ,. 27. {hiJ. r'~í .21.

25. Ve3se T. S. EliOl. Tht! M¿a Ur[i Chn"Sfilllo' Sacit'{..,., Londre:-" F:lh.,!" and Llber, 2:( !lile!., pá . J7

1939, pág. 6.+


29. lbul., pó . '+S.

1
L
56. CULTURA
CULTURA Y CIVILIZACIÓN 57

col hervida cortada a pedazos, la remolacha en vinagre, las Iglesias en más compleja, los gmpos sociales eran más especializados o las
góticas decimonónicas .y la m{¡sica de EIgan,. ,n", Nuevamente, en
ar:es más sofisticadas, pero no había habido una progresión moral
oposición a Arnold, Eliot no estaba por la labor de denigrar los pla­
obvia. Aden1ás, insistia en que se debía tratar a otras culturas en sus
ceres desalmados de los filisteos. !v\ás bien estaba ilustrando los propios términos. ({Tambi¿n podemos aprender a respetar cada una
muy diversos componentes (para Eliot, necesarialnente diversos) de las otras culturas con10 un todo, por inferior a la nuestra que
que configuraban una elJ Itur;¡ nacional.
pueda parecer, o por muy jmtamente que podamos desaprobar al­

r
Esta cultura nacional se integraba como un todo. Arnold, Cole­ gunos de sus (asgos: la deliherada destnlcción de otra cultura en
ridge y Ne\\'man insistÍ811 desde diferentes puntos de Yista ell que
conjunto es un daño irreparable, una acción casi tan malvada como
era la religión lo que mantenía unida una cultura, «Podemos ir más el tratar a los seres hunlanos como animales»,.''!' Se debía -vaJarar la
lejos);, escrihió Eliot, uy preguntar si lo que llamamos cultura y lo
diversidad mism~ de l~s culturas. Luego. el ideal de una cultura
que llamamos religión de lIn pueblo no son sino aspectos diferentes
de llna nlísma cosa, al ser la cultura. esencialmente, la encan¡ación
,~
"
mundial común era una noción monstnlOsa: «UDa cultura mundial
que fuese símplemente una cultura llrH(onne no serIa en absoluto
(por así decirlo) de la religión de un pueblo,); en consecuencia, su­ t·,
cultur~. Tendriamos una humanidad deshumanizada». Más bien
gería que «los obispos son una parte de la cultura inglesa y los pe­
rros ':'/ los caballos son una parte de la religión inglesa»). 31 La cultura ~
•~
«dehemos aspirar a una cultura mundial común que no disminuya
la particularidad de sus partes constituyentes». También advirtió
y la religión podían servir a un mi~mü gran propósito: «Cualquier
¡.. que la variedad cultural provocaría contlietos: "En última instan­
religión, mientras dura \ en su propio nivel, confiere un significado
~.
cia, religiones antagónicas significan culturas antagónicas; )', en úl­
aparente a la \'ida, proporciona cllllarco pala uIIa cultura y protege tima instancia, no sepuede reconciliar las religiones)},J5
a la masa de la humanidad del aburrimiento v de la desespera­
ción»). ,:! Pero taInbién es función de la cultura ¡"ITIbuir propósito y
~, " ,',
significado a la vida: «Se puecle describir la cullul'a como aquello
que hace que valga la pena yi\-i¡"),.:n
Una década más tarde, en 1958, Raymond Williams produjo una
Después de la Segunda Guerra Mundial, Eliol adoptó un relati­ genealogía de los teóricos ingleses sobre la cultura (paralela a los
dsnlo cualificado. Era cierto que la civilizaCión se había con'vertido
ensayos de Fel1\'Te en la tradición francesa v de Elias en la alema­
na). Descartando la apelación de Eliot a una aproximación antro­
30. Probablemente Ehot .')lgulO la anterior' :ISl.a eJt"o1plar de Robert Lowie sobre pológica especializada, se situó completa ~. abienamente en la tra­
los l'éL~gO::' que definían la cultura an1criLanél. LO\\"le h;thía ¡n~istido en que k.~ luces
dición inglesa sobre el pensamiento de la cultura, una tradición que
eJ<:'crnL'a.'> <:'l'.:l.n parte de Cijü nl]luLl, corno Jo er"l t"1 entu~i<lsrnu por el baloncesto,
''¡a~ P'~'Jículas. tlu.'s daI1W!][S [el té de nlcdi;:¡ tardé' a(J1l1panado de klild. 13::' ma~­ insistía en ser bastante distinta de la alemana o la francesa.
c<lrad;\s del D{a de Acción de G1 <le1;1'';. h" Soda:,> de lo,;> bo.n~s. lu~ Zicgf<:'ld .1\'IidlliglJl Rm·mnnd Williams (1921-1988) proCt,día de un medio socia­
Fnlll ... '>, la", escudas nodUrn~IS. los dianos de Ht'éIr'->! kc\dw>:: n1<:l.gnati? J~ la prer,­ lista, de cbse trabajadora, en la frontera galesa. Se trasladó a la
,,;1], lo::. clubes de muiert'~ sufragista;." d m(>\ Imientu por un iC1puesto ünicn. ];)" Universiclad de Camhridge para cursar inglés, pero el estallido de
di u~u~n~l'> dt' Rikcr. l..'ol1Jucir sed~nes \ T~\l11lnéln~ HJ.ll [sede dd P~\llid()
la Seguncla Guerra MundieJ, durante la cual sirvió en el ejército,
De l1l()craul" {Robert Lowie, Cu/rll!'t: aJld Er!zl/n/ol',.'·' 1917, pago 71.
En 1:1 Ji,;ta dO;;' EJiot, el "D0d.J\ 0<1:" ,-,;e I dielL' él una L:la:'>ÍL"8 calTera de c,lballo,..;
interrul11rÜ) sus es1udios. Después de la guerra, estuvo [ugaz­
t:l'kbrcldél en Epsurn: Henl('~ ('S una población a ordbs del Támc:-,is en O'í:fordsh1re nlente afiliadu 11 Partido COlTIunist;;l, pero, en cualquier caso. es­
en Id que :-,e celebra una rl'~éll,_l de.,de 18JSl: e'. dí~l J2 do.:- é\go-,lo so:'Ilab pn,babk~ taba n1UY intluido por la tenri~ literaria y cultural desarrollacla
lT1ente' 1IlW festJ. popubr ce'k'br:ldJ ct'n::J de' Londrc':-O, en Le que se in:-p,,-'cciollcl ~() por F R. Lea,·is, un disidente de la Facultad de Inglés de Cam­
~t' ill:-'¡'l'lYil)naha hdStél b:lcc pt)lll-- anua]llIc:'l1tl:' 1.1 ll.lllba de U11.1 ¡;ll :\l,n\ Gih"(JI1. bridgt:, carisn1:itico pero, él S11 recllJi~lr nlanera, profundamc:nte
J\lLl<':llil <:11 170-1-.\ qUe, ,~<;,gLli1 ~~ diu.::. '>uek: apa!'e'C":) parél :,1 (lc<lo.i,m; \\'cn:-,Ll\cbk
t'~ un:1 poi,Ll,,-'ión de Y()rK~rlll'''-·. t'11 t'! I1lll k ,-k.. Jn~JalL'1 n, L-L~k>hn: PO] una ]''-lDI pc'CLl­ consen·ador. ~,~
11J.r' d<..' ()\ ,-'íéh \ ro' ,,;us <1 l1<..':-,('" , pdrt¡nd~tnllclll'-' <;,1 <l7,d. (\ ,Ic! 1.1
1.1. Ihu/. P:l';¿,',. 28 y~2.

3': /bU, pj:;?,. 3---J..

33. lhid. pág. 26. q ilml.,pag:.b:',.

35 f1J1J, pág, 62

·f(;~., '~,. ':;., ',.~ "~


~'58, CULTURA CULTURA Y CIVILIZACIÓN 59
~~:,': A pesar de las gr~ndes diferencias e~ sus simpatías p~líticas, sus
~

esta oposición nlaniquea entre arte y comercio no Se podía sostenel~


~r~· aproxImacIones ten tan mucho en comun la descnpclon que E. P. y ~T·· «La consecuencia positiva de la idea del arte como una realidad su­
!,,' Thomson hizo de Williams, como «un moralista vistiendo hábito li­ perior era que ofrecía una base inmediata para una crítica impor­
terario»,17 se podria aplicar igualmente a Leavis. En 1948, Leavis tante del industrialismo. La consecuencia negativa era que tendía
había publicado The Creal Tradition, obra en la cual definía un ca­ (... ) a aislar el arte (... ) y, así. debilitar la función dinámica que She­
non de textos de literatura inglesa moderna que ofrecían una alter­ lIey le había asignado.»
nativa cultural "vitalizadora» a los valores de la sociedad moderna, Coleridge y Carlyle desarrollaron una crítica más sofisticada de la
de masas e industrial. En Cultura y sociedad, 1780-1950, publicado civilización industrial. Civilización significaba modernidad, materia­
en 1958, Raymond Williams construyó una tradición paralela de in­
telectuales literarios (incluvendo tanto a Leavis como a Eliot) que J
lismo, industria v ciencia: el mundo del progreso celebrado por los
utilitaristas. Promocionaba la ciencia positiva como la única base de
habían generado leorlas sobre el rol salvador de la cultura en la so­ conocimiento fiable. Carlyle denunciaba la perspectiva, según la
ciedad industrial o, más específicamente, en la Inglaterra moderna. cual, «no ha)-! verdaderas ciencias fuera de las externas; nuestro úni­
En una introducción a una nueva edición del libro en 1983, Wi­ co camino concebible hacia el mundo interior (si lo bay) es a través
lliams dijo que su argumentación se habLa fundamentado en «el
i
descubrimiento de que la idea de cultura, v la palabra misma en sus ~ del exterior; en breve, lo que no se puede investigar y entender mecá­
f nicamente, no se puede investigar ni entender en absoluto». Colerid­
usos modernos habituales, había llegado al pensamiento inglés du­ ge proclamaba en conspicuas itálicas <da distinción pennanente y el
rante el período que describimos con'ientemente como la Revolu­ contraste ocasiona! entre cultivo [del espüitu] y civilización».
ción Industria],,';' El vocablo se había introducido en el discurso in­
glés juntamente Con otros como (dndustria», «deIllocracia>J, «clase) Sin embargo, la ci\ ili/<-1.cion nI) es en sí misma más que un bien mix­
y' ({artel>. La relación con estas otras ideas modeló la noción de cul­ to [escribía Coleridge]:- si no se asienta sobre el cultivo [del espíritu,
tura. Particularmente, la ídea de cultura se babía desarrollado en la cultura]' subre el dc~arrollo armonioso de esas cualidades y facul­
tensión con lo que Carlyle llamó el «industrialismo». tadeS que Gl.rack:-iz<.lll nuestra humanidad, tal vez sea una influencia
Según Williams, fueron los poetas román ticos, sobre todo Bla­ r¡ corruptora más que otra cosa, el hedor de la enfermedad en lugar de
la floración de la salud, :.-' las naciones distinguidas con esa presencia
ke, Wordsworth, Shelley y Keats, quienes iniciamn el discurso so­
superficial se aJel.:uarian más a la descripción de gentes barnizadas
bre la cultura. 19 Aunque reconocía que muchos de SUs temas se po­
por lü cultura, que pulida~, moldeadas, por ella.
dían encontrar en Rousseau, Goethe, Schiller v Cbateaubrianu,
vVilliams insistía en que existía un patrón especifican1ente inglés en J'vIatthew Arnold aportó la afirmación más influyente sobre la opo­
su rensamiento, cortado por la reacción de los poetas ante la Revo­ sición entre los valores de la cultura v los de la civilización moder­
lución Industrial. Su eslogan era el de Shellev: «La Poesía v el Plin­ n~. La ciúliz<.1ción indust¡-ial era, (en un grado mucho más alto que
cípio de Sí ,"¡¡smo, del n;al el dinero es la e~carnación visible, son Grecia y Rorna, mecánica \ externa, tendiendo constantemente a
el Dios v el Mammon del mundo". Pero Wil1iams argumentaba que serlo más:-· TI18.Sll, Los filisteos se contentaban con el progreso ma­
terial que proporciona la ciúlización, pero:
36. \'~ast:' Fred Ingll:'., RaY!/1()I!IJ HilliwllS, Londres, RlJutledge. 1995. La cultura dice: ,(Contemplad, entonces a estí1$ personas, su forma
37. \iéase E. P Thornson, .Hakwi.; lluror). lI"ritu l.!,' \ 011 HL\{ur\' alUi C¿¡!tlll",',
de \"1d<.1, sus húbito~, su,; rnaneras, las tonalidades mismas de su voz;
J\jllt:'\~ York. Thc Free PI-es.'>, 1994, p~lg. 244.
38. Véase Ra\ rnund v\Cill1am~. CII/IIII"¿ ollcf S'ol'Íd\', ~lle\'a Y()rk (,l!ttmbia
miraJlos alt.'nlamenté'; oh:--t'r\<:H..i la literatura que leen, las cosas que
L'1ll\crslt~ PI "'j,,> , 1(,13 1 pago \ ¡i (edlCleHl re'\ iS~llb; l'¡ ongincl! tuc j)ubit . . . ado '.:'ll les dan pbl~r, la.:; p<'lbbrae., qll~ acuden a sus hocas, los pensamientos
Londl''--'-';. por Challn ;lfld \\"¡ndus, en ]Y."i"l tnJ. L.ll. ('¡i!u,U¡ i wciL'!¡,{,' I ~S(J-/1.)5¡}), que amueblan :::-U Jl1t:nte; ; podna ulla Glnridad de riqueza, por gran­
Barcelon ..¡ LII.l 1074') Lt :ll"2.lIrllL'rlt;lci()n "1.:' r~'pil,--' en R,l~ tllUnd \V¡ll¡ams. de que fUC"t', L';);llp,,'rhdr L'¡ ,--'\lll\c"rtir':it.' (.'n una de eS<Js gl!ntes simple­
Ket'II'(lId" O"dord, O'\tnrd Unl\('J~lt\ Pre.'o'i. Jet;!:,. menlc pUl" L'] JIt..'"."h() r..\L' di:-Jlula¡· d(' dla?
39. Ll." ,-·iLI" de: Shdlt.:'\. ColcJiJg<-'. :\rnold, ElJUl. L~~\\js \ ',(JO.., que '-lP~\lL'lc.:l
en esta p<.iglru" 'jon QqU('JLl~ So:'!L'c.:<':IUJlddas por \\ IJlI.lllh p~lf-a ilustrar SllS argu­ \Villian1s apLLnlab~1 cun PL'S~lr qUe Arnold inlpregnaba la tradición
mentos en Culture O!l,) S·(IClcl\.
con una soberbia espiritual~' LLl1a nlojigatería nuevas, reaccionando

"

CULTURA Y UVlUZACIÓN 61
60 CULtURA

a la vulgaridad de un tT10c!O que a su vez era vulgar. En su opirlióll, lo Llue Mill Jijo ck Coleridgc: \\Un liberal o un radical ilustrado se
Arnold estaba infectado con «sentimientos de clase cerrados sobre debe regocijar ante semejante conservador",,"). Wílliams también
sí miSITIon."¡'¡¡ y, si bien despredaba a la burguesía filistea, tell1bl.aba elogiaba a Eliol por su perspectiva antiindividualista, por mucho
ante el pueblo llano. Pese a su preocupación progresista por la edu­ que su ideal de una sociedad integrada no se pudiera reconciliar
cación poplllar, Arnold sienlpre se mantuvü dispuesto a apelar a la con la realidad ele la sociedad atomizada e individualista que inelu­
protección del estado contra las masas anlenazauuras, para con las diblemente prodLlcía el capitalismo.
cua1cs, «los anlant~s d~ la cultura put:'den \'alorar:y ejercer la 'vio­ De todas formas, vVilliams insislía en que la aproximación de
lencia v la fuerza»). Eliot a la cultura caía de lleno dentro de la tradición lireraria ingle­
Se podía desechar a Arnold por reaccionario, pero WilJiams sa. Para Eliot, los componentes principales de la cultura eran la re­
creía que, en general, los graneles teóricos ingleses no habían con­
f
ligión v las artes, tal como lo habían sielo para Coleridge o Arnold, y

¡
seguido captar la importancia pernlanentc del industrialismo y' de su enemigo, como siempre, era la civilización lnüderna. \Villian1s
la naturaleza de la <.:ivilización que había creado. Consagró un largo restó ímportancia al hecho de que Eliot introdujese la idea de "cul­
capÍlulo a los dos ensayos de Jnhn Stuart l\lill sobre las ideas de cul­ tUla» corno "un completo estilo de vida». Admitió que el uso del tér­
(LIra y civilización en la filosofía de Béntham v Coleridge (ensayos mino en ese sentido «había sido más marcado en la antropología y
que Lemis había editado)."' Mil! había intentado encontrar una ma­ la sociología del siglo xx», pero insistió en que incluso la utilización
nera de sintetizar la ciencia de la \·ida 'pritctica, representada pUl' antropológica [lO era nueva:
Bentham, con lo que llamaba «la filosofía de la cultLIra humana», !.'.'
cuyo port<1voz era Coleridge. Pero, inevitablemente, la ~ínlt'sis lk f'" El sentido depi.:'ndú.1. de hedlO. de la tI'adición literaria, El desarrollu
lvlilJ se quedó corta porque escribió genéricanlente sobre (civiliza­
ción» cuando debería haber planteado específlGl.nlente la cuestiéJn
t•
t
de la antropología social h~t tendido <1 heredar y substanciar los mo­
dos de mirar una sociedad y una vida en común que anteriomente
babían resultado de la experiencia dd imlustri;:tlismo. El éntasis en
del industrialismo (por la cual, Wil!iams realmente entendía capita­ >'lodo un é:::,tilu dt' nda,; es continuo desde Coleridge hasta Ca r1 :-v 1e ,
lismo). Dado que Mili no percibió la naturaleza de los cambios en pero lo que era una declar~ción personal de \'alores ."L· ha con\ertiuo
curso en Inglaterra, tan1.pocu recunoció que la reacción de Colerid­
ge al industrialislllo trascendía los limites del (utilitarismo hUllla­
nizado" del propio ,vlill.
De acuerdo con Wil!iams, Coleridge había prehgurado una críti­ I
en un lugar común entre los intdectuales.4~

V..rilliams no estaba familiarizado con las ciencias sociales, pero sU


mujer, que había estudiado antropología en la London School of

ca más radical de la sociedad capitalista, una visión cuvas intuicio­ Economics (LSE), "consiguió que ley-era a los sociólogos que ejer­
!les desarrollarían Ruskin, Carlvlc \ William Morris. Williams iden­ cían en la LSE durante los años treinta»,45 mientras estaba escri­
tifkaba a 1\1orris en particulat: CO~110 «el pivote de la tradición))'¡2 biendo Cllltunl \' .'i()cicdad, En cualquier caso, estaba dispuesto a
,,•
porque ernpe/ó a articular una L'Tític<:\ proLOsocia!isla al industria­ conceder que se podían aprender dos lecciones de los antropólogos.
lismo, sugiriendo la posibilidad de l;n renacinliénto de la culturJ. La primera era que ti can1bio pouíu ser positiHl, pero no podía ser
populaJ: ¡\bis tarde, D. H. La\\TenCe Iba J. Se'!" un porta\oz más ex­
plícito ele la sensibilidael populaJ", un lesti~o de las posibilidades li­
¡
poco sistemático o parcial: « un elt:::'lnento de un sistema conlplcjo
prácticamente no se pueJe ..:ambiar sin afectar serialncnLe al todo!>.
beradoras contenidas en la experiencia de la clase trabajadol".::t. ,I La seguncla lección era lJue existían alternativas a l<1 civílización in­
EJiot. por el cont¡'ario. represenlaba una pusición conservadora so­ dustrial, además dd Illundo medieval evocado por tan lOS autores
bre la cultura, pero era importante ~. original porque analizaba la ingleses que habían escrito sobre la cultura. Pero esta segunda lec­
posición (L.: ésta c'll una sociedad de CL\SL'S (.< p(H1ClT10S decir cle EliuI ción era "quiLá~ d~ un~\ \'alc>l- rnás dudu~(J;', ~-a que ni el primit\\'is­

-HJ, \ <:~I.~L' \\dliams. ('uf!!I}"I' u¡¡d .s'oc'dl' rcdiCl(jJ\ l'L'\ l<.,ad<:lj, )xíg. J 17 .
.J.J \'2,.~l' F. R. L<;-'~\\i.'1 I,L'UIllp.!, \{,Il (Ji/ 8'.'I[//1,¡'1 wl,i '~()¡LTII/',:.e. CW1bnd~c' -L\ ¡hIJ. p:.u..'. 211".

Clmbl idge Unl\ t'ISlty Pre",." l'}SO ..+..+. ¡¡){if., p<.1g.:-.. 232 \ 13 3.

.+2. \''';';1'''' \\iiJliam,.;. Cull/ln; <lJd SocÍt.'!\' LnÍ!ch'Jl1 Il'\ i""~llLJ. pág. 161
,, --fS \éase lngli:>, ¡~,i\l!l()II,,1 Hil1UlllI~. púg.. 130,

I 63
, CULTURA
CULTURA Y CIVILIZACIÓN
62
que se puede levantar una sociedad mejor. Williams se n10straba
mo ni el medievalismo representaban una opción realista en nues­
consecuentemente imp"ciente, irritado, con las nostálgicas referen­
tro propio caso.
,La verdadera impor1ancia de lo que Eliot tenía que decir residía, cias de Leavis a una edad de oro en la que imaginaba que la cultura
inglesa habría descansado firmemente sobre la base de una vida co­
para Williams, en su argumento acerca de la variación de la cultura
munal orgánica. Como socialista, no podía sumarse a las lamenta­
de una clase a otra, en el seno de las sociedades complejas. Una di­
ciones de Leavis respecto a este «cambio transcendental, esta vasta
te cultural no podia Aorecer aislada, pero tampoco se podía estirar
y terrorífica desintegración (... ) que se conoce comúnmente como
v desplegar a través de las clases sin adulterarse. Esto suscitaba una
cuestión muy distinta: ¿debía la cultura popular contaminar a una Progreso».
Los autores del canon de Williams han desarrollado un distinti­
cultura más elevada o más auténtíca o podía constituir una fuente
vo discurso naclOnal sobre la cultura. Al contrario que los intelec­
de renovación) Leavis había planteado la misma pregunta en su li­
tuales alemanes, no apelaban a una cultura específicamente nacio­
bro A,las" CÜ'ilisation ami A'linority Culture (1930). Sin embargo, Lea­
nal (y tal vez eso habría sido problemático puesto que ¿qué habrían
vis aceptaba la opinión de Arnold, según la cual, "la capacidad de
hecho con la cultura galesa, escocesa o irlandesa?). A diferencia de
apreciar d arte y la literatura con discernimiento radicaba en una
los franceses no se inclinaban a celebrar las valores universales de
minoría rHU)" pequeña}). Esta pequeña éhte
una civilización científica y racional. En vez de ello, escribían sobre

I
una alta cultura que era a un tiempo inglesa y europt?a. "VVilliams re­
constitu.\'e la conciencia de una raza (o de una de sus ramas) en cada
época (... ) l'\iuestro pauer de aprovechar las mejores experiencias hu­ modeló en términos marxistas su problema central-la relación en­
manas del pasado depende de esta minoría (... ) Es guardiana (... ) del tre la alta cultura, la cultura popul"r y el progreso materi"l de ¡" so­
lenguaje. el idioma cambiante, del que depende una vida refinada y ciedad industrial-, entendiéndolo como una din1ensión rnás de un
sin la cual el discernimiento del espíritu se encoge y pierde coheren­ conflicto de clases más fundamental.

I
cia. Por '.(Cultural) entiendo el u~o de un lenguaje tal. En la introducción" la nueva edición de su libro en 1983, v algo
a la defensiva, \Villiams hací" notar que sus criticas se habían pre­
Williams sugirió que allí donde Arnold se había enfrentado con el guntado por qué ignomb" a los t<óricos de la cultum no ingleses.
industrialismo, Leavis reconocía .Y retaba a otro monstnlO que ha­ Un biógrafo indica que «(DO podía leer en alern<in y [lO Ida en fran­
bia emergido del humo y la mugre de fábricas satánicas: la cultura cés para divertirse) ,-\~ pl?ro, de todas maneras, vVilliams estaba con­
de masas. Para Leavis. la representaban la prensa popular e incluso } vencido de que el discurso inglés sobre la cultura había brotado de
los semanarios intelectuales. Su epítome era MiddletowD, una co­ una experienci" históric" muy p"rticular. La Revolución Industrial
munidad en Illinois (Estados Unidos) que habían descrito dos etnó­
grafos americanos, Robert .y Heleo Lynd, en un libro audazmente
subtitulado A Stlldy in C01'1temporary Culture, es decir, «un estu­
t h"bía empezado en Inglaterra v sus efectos se apreciaron allí en pri­
mer lugar:
dio sobre cultura contemporánea).46 Leavis estaba francamente Al principio. \" verdaderamente durante dos o tre~ g~neraciones. se
abrumado por el retrato que los autore:; habían hecho de la peque­ trataba literalmente del problema de encontrar un lenguaje para ex­
ñ" ciudad del Medio Oeste. A juzg"r por la cultura de Middletown, pre~;).rlos [los dectos y cambios de la inclustrializ;,u.:ión). Así. aunque
el IT1\..mdo conten1poráneo estaba realmente en mu~' mal estado, es cil?rto qut" en otr:1S .';ociedades se dieron cambios comparables y
que se cn:aron llUc\'aS ~ormas de pensamiento) arte para responder
"Middletml'lI es un libro que asusta»," acordaba Williams, pero in­
a dichos cambios, a menudo tanto o más penetrantes e interesantes
sistía en que la cultura manufacturada de los suburbios se debe dis­ que las apol-taJas pOI-los cs(:ritorc~ ingle:-.cs, ["\0 Jej3 de tener alguna
tinguir de la cultura genuina que emana de la experiencia de las importanLja gcner"al .\ permanente el obselyar qué ocurrió docJe
gentes de 'l~1 clase tr~bajadora, una experiencia que fOll1ent;1 la opo­ ., . -\"
ocun-lO por pnmer~1 veL
sición a lo::, cánones establecidos :,: prefigura los valores sobre los

40. \'éa:-.e Robert l\ nd \" Helen Lvnd, /vItdJlcrml n. rI. Stlld\ in C{)I1l~rn¡)()r(ll"\'
"+8. \'e~lse 11lgh~, R.nllu¡¡¡d H',l!Ul/l1S. pág. 145.
Culllirt'. Nuc\'l! York, Harcoul't Br,}(e, '1929.
49. Vé,\se Williarns. Cl:!nue (/I~J !:')uClely Lediclón rt'\b<ld.lJ, páp. '(-:\L
47. Véase V...'illiams, Culture alla' Socielv [edición revisada], pago 26().

64 CULTURA

Éste no es un argumento persuasivo, aunque sólo sea porque la prio­


ridad temporal no garantiza una percepción superior y porque, para
el final del siglo XIX, la experiencia industrial inglesa era amplía­
mente compartida. Fuera como fuese, los autores tratados por Wi­
lIiams estuvieron a menudo profundamente influidos por los deba­ Capítulo 2
tes continentales. \Nordswot1h estaba poseído por el lenguaje y las
ideas de la Revolución Francesa; Coleridge estaba empapado de filo­ LA VERSIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES;

sofía alemana (en verdad, Mili escribía sobre la «escuda germano­


TALCOTT PARSONS y LOS ANTROPÓLOGOS

coleridgiana»); Mili fue quizás el más sofisticado comentarista del


positi\"ismo de Comte; Carlyle escribió extensamente sobre Goethe y AMERICANOS

los rornánticos alemanes; Arnnld era insistentenlcnte europeo, un


!lagelo de la insularidad cultural inglesa; y Eliot bebió de las ideas
Sugerimo:-. que, para muchos usos, es útil definir el con­
del escritor tTancés, católíco y de derechas, Chades Maurras.
cepto de cultura de manera más estricta de lo que ha sido
El propio provecto de Williams Se debe ve,' con seguridad como habitual en la tradición antropológica americana.
una contribuci{m al nlás amplio debate europeo sobre los orígenes
y el signifiGldo de cu{tura y civili-:.acióll, que tuvo lugar a mediados ALFRED KKOEBER y T\LCOTT PAR~ONS (1958) I
del siglo xx. Su versión era paralela a las de Febvre y Elias; y como
el mismo \Villiallls reconoció más tarde, los argumentos que esgri­
?í:
mió e"an similares a los desar-rollados por la Escuela de Frankfun ;:,~' Febvre, Ellas J' Williams confeccionaron genealogías para tra­
en Alemania v Gramsci en Italia. Mientras Europa sopot1aba la ma­ , diciones particulares del pensamiento acerca de la cultura y la
!,'or de sus crisis, un discurso europeo de vieja alcurnia sobre la cul­ civilización, tradiciones y genealogías que identificaron respectiva­
tura habla renacido casi de súbito. A lo largo y ancho del continen­ mente como francesa, alemana e inglesa. En 1937, en Estados Uni­
te, los nlÍsmos tenlas se hacían recurrentes en los más diversos dos, Talcott Parsons publicó una genealogia intelectual paralela,
foros "" debates, involucrando a radicales y reaccionarios,:v también The Stntcture ofSocial Actioll, en la que, sin embargo, sólo figura­
a hUll1anistas .v científicos sociales. ban científicos sociales. Además, 11-0 se contentó con trazar la his­
r toria de una idea. Como John Stuart Mili, Parsons revisó las tradi­
l'
~ ciones francesa y alemana, que tildó en cada caso de discursos
~
LECTURAS CO:\H'LEMENTARIAS
positivista e idealista, para, al igual que Mill, ofrecer su propia sín­

Para complementar los materiales de Feb\Tc, Elias o Williams


,.le tesis.
Nacido en 1902, Talcoll Parsons se educó en el Amher't Colle­
referenciados en bs notas del capítulo, véanse PhiJippe Bénéton, íl' ge -donde se especializó en biología-, en la London School of
His!oirc des I1wls: Cullllre el civilisatioll, París, Presses de la Fonda­ Economics -a donde le atrajeron los pensadores socialistas Las­
tion National" des Sciences Politiques, 1975; Louis Oumont, Ca­ ~
ki y Tawnev, pero donde cayó bajo la int1uencia del antropólogo
I]l(Ul ldc%gy: Fnllll Frunce lo Gen}l(IH}' al1d Back, Chigago, Chicago r Bronislaw Malinowski- y en Heidelberg -al mismo tiempo que
Uniyersit:· Press, 1994. A pesar de que se- refiere a un tema tangen­ Norbert Elias, cuando todavía el legado de Max Weber, muerto en
cial del capítuJo, también se puede consultar el estudio fascinante 1920, dominaba la teoría social-, Parsons escribió su tesis docto­
de \\/olf Lero.!nies, Bt.:{It'l'fll Litera/un: ul1d SciL'lIce: T/zt' Ri5;e o(Socio­ ral sobre las teorías alemanas acerca del capitalismo, prestando
log\', Camhridge, Cambridge Unh'crsity Press, t 992. especial atención a Marx, Weber v Sombart. En 1926, aceptó una
plaza en Han'ard para enseñar econumía y enlpe¿ó a considerar

1. Véase Alrred L. Kmebel \ rabi!! Pal:'(Jll~, "Thc Concept 01' Culture drrd 01
Suci;.d S~Slem,), Anll~nC(//'1 Sc)(i(lloll.icu/ Re\"Úll\', n" 23,1958, pág. 581.

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