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La gruta de Satán

Llegada a la gruta de Satán, después de haber franqueado una estrecha y peligrosa cornisa
En un oscuro rincón de un refuerzo de la Muralla Symbolica, cierto signo atrae mi
atención: una flecha. Y en medio de un gran número de inscripciones, hay una cruz,
una cruz doble: ¡la cruz de los albigenses!

Un poco más lejos, en un lugar más profundo, vislumbré otro signo que entonces no
comprendí, pero que más tarde descubrí en una gruta cuyo nombre era: ¡Satán!

La gruta de Satán es hermosa, pero la encuentro un tanto árida, hosca, y todo


contribuye a causar esta impresión. Se encuentra encima de las Iglesias de Ussat, a una
altura vertiginosa. El viento, tras haber barrido la nieve de los Altos Pirineos, llora y
grita a través de un frío lacerante.

En todo el centro, una piedra formidable, una inscripción siniestra y de mal augurio:
OMED, que significa 'Altar de Satán'. En otro lugar se encuentra un espantoso osario y,
en un pliegue de la pared, el signo de Saturno.

¿Acaso se trata de una advertencia para los buscadores del tesoro cátaro, los fisgones
que se aventuran allí en busca de la Piedra de los Sabios? Vanidad de las vanidades,
¡todo es vanidad! ¿Qué es pues lo que impulsa a la humanidad? ¿El orgullo, la magia
negra?

En la pared de la izquierda, una solitaria cruz magníficamente esculpida, la cruz de dos


vigas transversales, la cruz catara, una fecha: 1753, y un símbolo: un cáliz, ¡el Cáliz del
Grial de los templarios! Los albigenses, es decir los cataros, los rosa-cruces y los
templarios, o dicho de la mejor manera: sus perfectos, sus puros, eran magos.

Eran los magos de la más elevada, de la más pura Magia, aquella de los Misterios
egipcios. ¡Adoraban el Oro, el Oro del Espíritu y del Amor divino, en oposición al oro
material y a la venganza!

Los iniciados conocían como 'elevarse hacia el Sol espiritual'. ¡Y, sin duda, aún nuestros
días este Sol ilumina a los habitantes de esta bella 'República del Sabarthez'!

Ellos decían: '¡Dios es Amor! Es tan bueno que el propio Satán retornará a su Amo y
Señor, ¡retornará a Aquel que otorga el perdón paterno! ¿Se habrá sentido Satanás
halagado por mi visita a su gruta?

Ciertamente, ¡puesto que me permitió recorrerla! No obstante, como buen bribón que
siempre ha sido, no ha renegado de su naturaleza y, antes de dejarme entrar, ¡me ha
hecho sudar y resoplar!
La cruz doble adornada con el cáliz del Grial fue dibujada, hace mucho tiempo ya, pero
fue reproducida en 1753.

¡Cuán extraño resulta pensar que un ermitaño la haya reproducido en estas grutas y
haya elegido especialmente aquella!

Es un hecho bien conocido que entre la multitud convulsionada por la Revolución se


hallaba un extraño individuo, nada blando con los sacerdotes cuando se topaba con
ellos. A cada golpe que les asestaba, gritaba: '¡Esto es por los templarios, y esto por los
albigenses'!

Y en cuanto cayó la cabeza de Luis XVI, el mismo 'vengador' se abalanzó sobre la


guillotina, humedeció su pulgar en la sangre del pobre rey, y exclamó: '¡Pueblo, te
bautizo en nombre de Jacques de Molay y de la libertad!' ¡Un hombre que, por
consiguiente, se entronizó como vengador de los albigenses y de los templarios!

Acontecimientos tan sangrientos son incompatibles con el carácter cátaro. Sin duda
han sido fruto de una fuerza invisible. ¿No habrán sido los 'rescoldos de las hogueras'
que se encendían de nuevo?

Sin más explicaciones, precisemos simplemente las siguientes fechas:

1843 ¡El reino de Satán!


1848 Años más tarde, ¡el rey Luis Felipe es obligado a abandonar el Louvre!
1850 Un noble escribe sobre la pared de la gruta del Ermitaño: '¿Quién es Dios?'

En cuanto a nosotros, en lugar de decir algo acerca de este Ser Supremo, ¡guardemos
silencio y adorémosle! ¡

¡El misterio es grande y puede traer confusión al espíritu!

¡Para poder decir que es Dios, es necesario ser el propio Dios!

Lo repito humildemente:
Para poder expresar aquello que es Dios, ¡hay que Serlo!

A.Gadal
Las paredes de la gruta están llenas de simbolos

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