Está en la página 1de 297

Nota del staff

Esta traducción está hecha sin fines de lucro, es un trabajo realizado por
lectoras a lectorxs con el fin de compartir contenido y que todos puedan
leer.
Nosotras no ganamos nada monetariamente, solo la satisfacción de
compartir.
Con esto no queremos desprestigiar el arduo trabajo que todos los
escritores invierten en sus historias. Incentivamos a la compra legal del
material para apoyar a los autores en fin de retribuir de una forma
monetaria como agradecimiento por todas las historias que nos brindan.
Contenido
Sinopsis Diecinueve
Prólogo Veinte
Uno Veintiuno
Dos Epilogo
Tres Epílogo Extra
Cuatro Notas de la Autora
Cinco Acerca de la Autora
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Sinopsis
Danny Kingman está acostumbrado a valerse por sí mismo. Trabajando
sin parar como un enfermero de urgencias y así pagar por los cuidados de
su madre, ha estado dejando su propia vida en pausa desde que tiene uso de
razón. Pero, cuando un hombre increíblemente sexy y extrañamente
intenso, lo salva de un robo, Danny tiene la sensación de que todo lo que
conoce está a punto de cambiar. Especialmente cuando dicho hombre saca
un par de colmillos de repente…
Roman Mourier ha estado deambulando sin rumbo durante décadas,
esperando el inevitable día en que lo último que queda de su humanidad lo
abandone, y el demonio que habita dentro de él tome control permanente.
Él no cree en los compañeros predestinados, o en el mito de que hay un
alma por ahí que podría atar su humanidad a él. Hasta que siente una
extraña atracción por este encantador joven en un hospital, y por primera
vez, la esperanza despierta en él.
Pero Roman tiene otros demonios además del que lleva dentro. ¿Es lo
suficientemente fuerte para mantener a Danny a salvo del pasado que lo
persigue? Solo sabe una cosa con certeza: ahora que ha encontrado a su
compañero, hará cualquier cosa para quedarse con él.
Prologo
18 de junio de 1815
Waterloo, Bélgica.

Todo lo que Roman reconocía era dolor.


El disparo directo de los cañones británicos había destrozado la formación
de su infantería. No sabía cuántos habían sobrevivido, pero ya no parecía
importar.
A Roman no le quedaba mucho tiempo.
De espaldas en el duro suelo mientras luchaba por respirar, sabía que había
recibido un disparo en algún lugar de la parte inferior de su cuerpo, tal vez
en la cadera o el muslo, pero tenía demasiado miedo de mirar hacia abajo
para ver el daño. Podía sentir la sangre abandonando rápidamente su
cuerpo. Sabía que no tenía mucho tiempo.
Estaba empezando a sentir mucho frío. Eso no podría ser una buena señal.
Una sombra cayó sobre el rostro de Roman, bloqueando su visión de las
nubes. Luchó por enfocar la mirada. ¿Había sido encontrado por un
médico?
El hombre que se cernía sobre él no parecía un soldado por ningún lado,
pero sus ojos verdes, sin embargo, estaban enfocados en Roman con una
intensidad desconcertante.
—Tu líder huyó, creo —El francés del hombre no tenía acento, por lo
que Roman no estaba seguro de lo que quería decir con "tu líder". El líder
de él debería ser el mismo de Roman. Pero no dijo nada en respuesta—.
¿Quieres que el dolor se detenga? —La voz del hombre era baja y suave,
pero de alguna manera se transmitía perfectamente, incluso por encima de
los gemidos de los demás soldados heridos alrededor.
Roman negó con la cabeza, los ojos verdes del hombre parecían casi
divertidos por su respuesta. —¿Y por qué no?
—Con una lesión como esta, si el dolor se detiene, eso significa que
estoy muerto —logró decir Roman con voz áspera.
—¿Y no deseas morir? ¿Incluso aunque te duela?
Román volvió a negar con la cabeza. No estaba listo. Quería volver a ver a
su familia. A sus hermanas, sus padres. No quería morir en un país
extranjero, sus compañeros soldados perdidos.
—¿Qué pasaría si pudiera detener el dolor y aun así prometerte una
larga, larga vida? —Suaves dedos trazaron el rostro de Roman.
Sonaba demasiado bueno para ser verdad. Un trato con el diablo, pero a
Roman no le importaba. Asintió frenéticamente. —Entonces sí. Por favor.
Por favor, ayuda —Su voz sonó como un gorgoteo esta vez, y pudo saborear
el sabor metálico de su propia sangre dentro de la boca.
Los dedos del extraño se detuvieron. —Si te ayudo, ¿qué harías por mí?
—¿Qué deseas? —Roman le daría cualquier cosa.
—¿Prometes quedarte a mi lado?
Era una petición extraña, viniendo de un hombre al que nunca había visto
antes, pero era bastante fácil de responder. —Te lo prometo.
El hombre sonrió, con los dientes blancos rectos. —Cierra los ojos.
Roman obedeció, esperando que su pierna no fuera a ser amputada ahí
mismo sobre el duro suelo. ¿Eso era lo que acababa de aceptar?
Le siguió un pinchazo de dolor agudo, pero no en la pierna.
Era en su cuello. Una mordida. El hombre estaba... ¿bebiendo de él?
Roman abrió los ojos, inclinando la cabeza para mirar el rostro pegado a su
cuello, y el par de ojos que se encontraron con los suyos ya no eran verdes.
Eran completamente negros, sin iris o blanco mostrándose en absoluto.
Como si cada pupila se hubiera expandido sobre todo el ojo.
La boca del hombre estaba manchada de rojo. Empapada de la sangre de
Roman, que goteaba por los colmillos. Él no estaba seguro de que esos
colmillos hubiesen estado allí hace unos momentos.
¿Una alucinación?
Roman quería gritar, pero estaba demasiado cansado para lograr siquiera
un sonido ahogado. Se había vuelto aún más frío. Se estaba desvaneciendo.
Las últimas palabras que escuchó antes de que la oscuridad se hiciera cargo
fueron: —Recuerda tu promesa.
Uno
Danny

—¡Maldito pedazo de mierda, hijo de su patata caliente! —Danny


gritó, agitando el puño ante la pesadilla actual de su existencia—. Fuiste
puesto en esta tierra para atormentarme, ¿no es así, engendro de Satanás?
Ni siquiera intentes negarlo.
La fotocopiadora, de hecho, ni siquiera intentó negarlo.
—Eso es lo que pensé —murmuró Danny, sintiéndose un poco
engreído. Entonces, recordó que estaba hablando en voz alta con un objeto
inanimado a mitad de la noche, y toda su autosuficiencia fue olvidada. Echó
un vistazo rápido a su alrededor para asegurarse de que no había nadie
cerca. Generalmente era bastante bueno tratándose de controlar su sucia
boca en mitad del trabajo, pero en esos momentos no estaba del todo
seguro de lo que había dicho.
La oficina estaba abandonada. Chloe, la enfermera a cargo del turno
de la noche y su mejor amiga en el trabajo, había dejado su computadora
para ir a por un café y bocadillos, y estaba bastante seguro de que las otras
enfermeras de la sala de emergencias estaban tomando las siestas en
algunas de las camillas de las bahías menos utilizadas por los pacientes.
Era una noche muerta.
Danny supuso que debería estar contento por eso, ya que significaba que
nadie estaba terriblemente enfermo o herido, pero al mismo tiempo
también quería decir que Dany tenía el tiempo para ayudar a su cargo y
hacerle copias a los nuevos horarios, cosa que requería usar la
fotocopiadora infernal. Así que sus emociones estaban un poco en conflicto.
La fotocopiadora que actualmente estaba poseída, se negaba a copiar y
también se negaba a decirle a Danny el por qué.
—¡Agh! Me rindo. Ganas de nuevo, demonio.
—Danny, por favor, deja de hablar con la fotocopiadora. Es
preocupante.
Danny saltó ante el sonido de la voz de Chloe. Ella había aparecido en la
puerta con cafés en la mano y algunas bolsas de papas fritas asomándose
del bolsillo de su bata.
Danny inmediatamente se sonrojó por haber sido atrapado, jodidamente
odiaba el sonrojarse tan fácilmente, pero aún así consiguió defenderse. —
Esa bestia fue quien comenzó.
—Sé un buen chico, aléjate de la fotocopiadora y bebe tu café. Aprecio
que trates de ayudarme, pero no a riesgo de tu cordura claramente frágil.
Estuvo tentado a sacarle la lengua, pero era un profesional, maldita sea. Así
que tomó el café con una rápida sonrisa de agradecimiento.
Danny estaba llegando al final de su segundo año de trabajo nocturno en la
sala de emergencias, pero las cosas eran demasiado impredecibles como
para que pudiera acostumbrarse a cualquier tipo de rutina. El hospital
quedaba en una ciudad pequeña, pero las montañas alrededor de Hyde
Park, Colorado, atraían a turistas amantes de la naturaleza, y eso
significaba que algunas noches parecía que todos y sus madres necesitaban
ser revisados, mientras que otras noches no aparecía ni un solo paciente.
Era difícil permanecer despierto en las noches más lentas, pero sabía que si
intentaba tomar una siesta como lo hacían algunos de los otros enfermeros,
terminaría alterando su ciclo de sueño. Siempre que tenía tiempo trataba
de ayudar a la enfermera a cargo con algunos de los deberes, pero a veces
terminaba siendo más un obstáculo que una ayuda.
—Vi a Gabe en la cafetería. Me dijo que te dijera que vayas a verlo, si
no estás ocupado.
Danny puso los ojos en blanco antes de poder detenerse. Por supuesto,
Gabe había utilizado a otra persona como intermediario en lugar de venir a
buscar a Danny él mismo.
–Ambos tenemos teléfonos; él puede enviarme un mensaje si de
verdad quiere verme.
Chloe se encogió de hombros mientras se recogía sus rizos oscuros en una
cola de caballo. —Imaginé que dirías eso, pero no pensaba meterme en el
medio. Ya le dije que te pasaría el mensaje —Ella le sonrió—. Soy así de
angelical.
Danny no pudo evitar su sonrisa de respuesta a pesar de la molestia con su
hermano. —Eres un ángel. Gracias. Y gracias por el café. Voy a regresar a
mi estación. Llámame si necesitas ayuda.
—Siempre y cuando no involucre la fotocopiadora —Chloe bromeó—.
Ustedes necesitan tomarse un tiempo el uno del otro.
Danny solo levantó su café en reconocimiento y se dirigió por el pasillo
hacia la estación de enfermería, que consistía en una fila semicircular de
computadoras con vista hacia las bahías de los pacientes.
Bahías que actualmente estaban vacías.
Se sentó en una silla de oficina que definitivamente había visto mejores
días. Para ser justos, la mayor parte del equipo había visto mejores días.
Tomó un sorbo de su café, —hirviendo e indecentemente suave, el especial
del hospital— y hurgó en su libro. No estaba exactamente seguro de por qué
se sentía tan reacio a sentarse a leer, pero tenía una especie de sensación de
picazón e inquietud que le estaba dificultando el quedarse quieto.
Un movimiento en el rabillo del ojo llamó su atención.
—¿Chloe? —gritó, girando la cabeza hacia la izquierda. No hubo
respuesta y nadie a quien pudiera visualizar.
Se levantó ligeramente de la silla y se inclinó sobre el mostrador, tratando
de mirar más allá de la esquina. No había otra cosa que un pasillo vacío
color beige.
Volvió a sentarse, dándose una sacudida interna. —Está bien, Danny,
dejemos de crear distracciones para nosotros mismos. Además, hay que
dejar de hablar solos. Nos estamos avergonzando.
Recogió el libro, se recostó en la silla y abrió la página más reciente.
—Hola, encanto.
La voz era profunda, con una suavidad aterciopelada que envió un pequeño
escalofrío por la espalda de Danny. Levantó la vista de su libro y casi sale
disparado de la silla.
Había un hombre de pie justo frente a él, en donde no había nadie hacia tan
solo unos segundos.
Y, oh Señor, qué hombre.
Era el tipo de apuesto que rara vez se ve en un hospital por fuera de una
telenovela, y vestía un traje inmaculado y perfectamente ajustado. Tenía
unos pómulos con los que podrías cortarte, un cabello negro liso peinado
hacia atrás y que termina justo debajo de la barbilla. Y esos ojos. Eran de un
azul brillante y helado que parecía brillar debajo de las luces fluorescentes
del hospital.
Sus ojos estaban enfocados en Danny con una intensidad desconcertante.
Pero en contraste con el saludo del hombre que había sonado cálido e
incluso un poco sensual, sus ojos azules eran duros, casi fríos.
Danny sintió que se le erizaba todo el vello de la nuca. A veces llegaban
algunas personas realmente extrañas en medio de la noche, pero por lo
general tenían que pasar por el mostrador de entrada antes llegar aquí. A
Danny no lo habían llamado por el ingreso de un nuevo paciente, y este
hombre no tenía una placa de visitante.
Mierda. ¿El que atendía la recepción en la noche también se había ido a
tomar la siesta en una de las camillas?
Danny hizo acopio para producir su voz amigable hacia el paciente. —
¿Puedo ayudarlo, señor? ¿Está aquí para un chequeo? Puedo enseñarle la
recepción.
La mirada fría del hombre no vaciló. —No soy un paciente.
—De acuerdo —Danny se obligó a seguir mirando a los ojos del
hombre—. ¿Está buscando a algún miembro de su familia? Si me da su
nombre, puedo tratar de encontrar en qué piso se está quedando.
—No soy un visitante.
Danny se fijó de nuevo en el inmaculado traje del extraño. ¿Quizás se
trataba de algún nuevo cirujano? Eso explicaría su mirada de sociópata.
Aunque, no veía una insignia en ninguna parte. —¿Está buscando la sala de
médicos?
Esos ojos helados ni siquiera parpadearon. —¿Con quién estabas hablando
hace un momento?
Pero por supuesto, este extraño había estado escuchándolo diciéndose
tonterías a sí mismo.
Danny se negó a sonrojarse. —Conmigo mismo.
—Ya veo.
Y eso parecía todo lo que el Sr. Fenómeno Guapo le pretendía decir. Se
quedó mirando fijamente a Danny, con sus ojos azules, fríos como piedras y
extrañamente brillantes.
Al ver que aparentemente este tipo no era un paciente con el que tenía que
ser amable, y viendo que acababa de ser obligado a admitir frente un
extraño injustamente guapo que había estado hablando consigo mismo
como si fuera un loco, Danny se sintió con el derecho a canalizar su
vergüenza y en su lugar convertirla en molestia.
Cambió a su voz severa, la que usaba cuando cualquier persona tomaba su
disposición a ser dulce, como un permiso para arrojarle algo a la cara. —
Bueno, esto es agradable y todo eso, pero necesito que me diga lo que está
haciendo aquí para que pueda orientarte en la dirección correcta. Porque
puedo garantizarle que la estación de enfermería no lo es. ¿Así que…?
Danny estaba casi seguro de que el hombre no se había movido, ni siquiera
había parpadeado ya que lo mencionaba, pero de repente, estaba mucho,
mucho más cerca. Se cernía positivamente sobre el escritorio, sus ojos
azules ahora estaban a solo pulgadas de los de Danny. Él nunca había sido
con exactitud el tipo más alto de la habitación, solo tenía metro setenta y
cinco, pero de haber estado de pie, este tipo probablemente lo habría
superado por unos quince centímetros.
Y, oh. Olía bien. Realmente bien. Como a especias cálidas con algún
trasfondo extraño. Algo casi metálico, algo que no debería oler tan bien
pero que ciertamente sí lo hacía.
Era raro olisquear a un extraño, ¿verdad?
—¿Quién eres? —La pregunta del hombre salió entrecortada, casi
enojada, sacando a Danny bruscamente de su ensoñación inducida por el
aroma.
—Soy Danny, trabajo como enfermero aquí —Lo mejor era mantener
las cosas simples cuando se trata de personas desquiciadas. Señaló su placa.
Los ojos del hombre finalmente, finalmente se apartaron de los suyos,
moviéndose hacia su placa de identificación.
—Así que sí —murmuró—. Danny Sin-Apellido.
—Tenemos una política de no dar nuestros apellidos a los pacientes.
No queremos que algún bicho raro —Danny no pudo evitar hacer la última
parte un poco aguda—… Nos persiga después del trabajo.
Los labios del Sr. Fenómeno Guapo se movieron hacia arriba. Nada cercano
a una sonrisa entera, pero un poco de genuina calidez invadió sus ojos
glaciares, y Danny se sintió que se le cortaba el aliento al ver eso.
Se encontró pensando en mordisquear esos labios. ¿Cuánto calor invadiría
a esos ojos si hacía eso?
No. No, gracias. No nos atrae el Sr. Fenómeno Guapo.
—No, no podemos dejar que te persigan, ¿verdad? —La voz del
hombre ahora era un ronroneo—. Hay muchos depredadores grandes y
malos ahí afuera, buscando un bocadillo.
—Um… —Danny ni siquiera estaba seguro de como sentirse. Las
palabras eran burlonas, pero el tono no. ¿Este hombre lo estaba
amenazando? ¿Jugando con él? ¿Coqueteando bien mal con él?
Todo lo que necesitó fue otra bocanada del aroma especiado del hombre, y
Danny pensó: A la mierda. Este tipo podría ser extraño, pero parecía un
príncipe y olía increíble, y Danny no había coqueteado con nadie en mucho
tiempo. Tal vez podría graduarse como Sr. Guapo en lugar de Sr. Fenómeno
Guapo.
Danny le sonrió con su mejor sonrisa de “Obtendría café gratis de un
barista”. —Bueno, ya me han llamado bocadillo anteriormente, pero nunca
en ese contexto —Guiñó un ojo por si acaso.
Danny pensaba que había visto calidez en esos ojos, pero es no había sido
nada comparado al calor que los invadió después de su comentario, aun con
lo tonto que era.
Bueno, entonces, eso aclaraba que opinaba este hombre sobre un coqueteo
de tipo a tipo, eso era seguro. Definitivamente estaba metido en ello en
algún nivel. El calor se acumuló en el estómago de Danny.
Danny estaba a punto de ver si podía sacarle una sonrisa real al chico,
cuando escuchó a Chloe llamarlo por su nombre desde la otra habitación. –
Tenemos a alguien entrando. ¡Cinco minutos! —Gritó.
Danny solo tardó un segundo en mirar hacia el pasillo, pero cuando volvió
la cabeza hacia el frente, el extraño ya se había ido.
Bueno, eso fue... inquietante.
¿El tipo era una especie de ninja? ¿Un gato ladrón? ¿Un gato en sentido
literal, tal vez? Danny nunca había conocido a alguien que se moviera tan
silenciosamente.
Sabía que debería sentirse aliviado de no tener que lidiar más con el raro e
intenso extraño, especialmente con un paciente que estaba ingresando al
hospital, pero aún así, deseó que el hombre regresara.
Al menos por el tiempo suficiente para que Danny pudiera olerlo de nuevo.
Oh Dios, estaba pensando en olfatear extraños otra vez. ¿Quién es
fenómeno ahora? Apartó esos ojos azules de su cabeza y se levantó para
ayudar a preparar una de las camillas.
Esto era un recordatorio apropiado: no tenía tiempo para chicos, raros o
no.

Danny salió por la puerta del hospital a las 6:00 a. m. en punto, ya que no
tenía informe que darle a la enfermera del siguiente turno. Ya habían
llevado a su nuevo paciente a una habitación. Supuso que podría haberle
dicho algo acerca del extraño hombre alto con penetrantes ojos azules que
posiblemente deambulaba por los pasillos, pero a este punto no estaba
100% seguro de que todo hubiese sido una alucinación.
Inmediatamente se puso las gafas oscuras, casi cegado por la luz del sol de
la mañana. Aunque hubiese sido amigo de él y de su tez aceitunada,
después de que comenzó a trabajar de noche el sol se convirtió en su peor
enemigo. Demasiado duro después de doce horas bajo los focos
fluorescentes del hospital. Y aunque las mañanas de invierno eran frías en
Hyde Park, aún tendían a ser brillantes, con la excepción de cuando había
una tormenta de nieve ocasional.
Danny bebió lo último de su café ahora frío, obligándose a permanecer
despierto un poco más.
Lo que ansiaba desesperadamente era engullir un poco de cereal y
plantarse boca abajo en la cama, pero no podía. Las mañanas eran su mejor
momento del día y él no quería decepcionarla.
De alguna manera se encontró entrando en un estacionamiento familiar
diez minutos más tarde, habiendo conducido hasta allí prácticamente en un
estado disociativo. En ese momento se preguntó por centésima vez si era
seguro conducir después de un turno de noche.
¿Quizás debería empezar a tomar el autobús después del trabajo?
Aparcó rápidamente y bajó la visera para captar su reflejo en el espejo
interior.
Se veía peor de lo que creía.
Su cabello castaño chocolate sobresalía por todas partes, los rizos dejados
más largos de lo que le gustaría por la simple razón de que siempre se
olvidaba de hacer una cita con el estilista. Se lamió los dedos y trató de
aplanar los mechones más rebeldes. Normalmente se pondría una gorra de
béisbol encima, pero en este caso, dependiendo de la cantidad de lucidez
que lo esperara del lado de adentro, era probable que lo regañaran por usar
un sombrero. No podía hacer nada por las sombras debajo de sus ojos,
aparte de retroceder en el tiempo y dormir significativamente más durante
los últimos dos años.
—Está bien, galán. Vayamos a ver a nuestra chica—Y allí estaba de
nuevo, hablando en voz alta para sí mismo. Al menos estaba solo en su auto
y nadie acechaba en las esquinas, escuchándolo.
Al acercarse a la recepción, Danny podía escuchar los sonidos del ajetreo
habitual de la actividad matutina que llenaba los pasillos alfombrados.
—¡Danny! Qué bueno verte, cariño. ¿Acabas de salir del trabajo? —La
recepcionista que llenaba el escritorio de la recepción, era una de sus
favoritas. Una mujer dulce y mayor que siempre se las arreglaba para
tratarlo con una empatía que de alguna manera nunca rayaba a la lástima.
Danny se sintió sonreír ampliamente a pesar de su fatiga. —Hola, Mary. Me
veo terrible, ¿eh?
—Por favor, cariño, no podrías lucir terrible si lo intentaras —Ella le
dio un breve abrazo—. Tienes a la mitad de los viejos bichos en este lugar
preguntando por ti cada vez que te vas. No quieres escuchar las cosas que
intentarían hacerte si fueran solo medio siglo más jóvenes —bromeó—. Se
trata de ese juego completo de bolsas que llevas debajo de tus ojos de
ciervo, eso fue lo que te delató.
—¡Maldita sea! Sabía que me dirías algo al respecto —se rió, sin
ofenderse en lo más mínimo.
—Un buen sueño y una buena comida se encargarán de eso —Su
expresión se volvió seria, y él sintió que se acercaba un sermón—. Estoy
empezando a pensar que necesitas a un cuidador. Me sentiría mejor si
tuvieras a alguien cuidándote. ¿Tu hermano no está de vuelta en la ciudad?
¿Por qué no...?
Danny interrumpió antes de que pudiera llegar más lejos. —Está haciendo
lo mejor que puede, te lo prometo. La residencia médica le quitó mucho a
Gabe. Está volviendo a afirmarse en sus propios pies, y estoy seguro que
comenzarás a verlo más muy pronto —Se aclaró la garganta—. Y no necesito
que nadie me cuide.
No sonaba convincente ni siquiera para sí mismo, pero Mary tuvo la
amabilidad de dejarlo estar. Ella dio un pequeño suspiro y luego volvió a su
yo alegre y sonriente. —Vamos, cariño. Vamos a llevarte a verla.
Sabía el camino de memoria, pero a Mary siempre le gustaba llevarlo de
regreso como un invitado de honor. Cuando se acercaron a la puerta tan
familiar, que estaba abierta de par en par a la habitación interior, ella le dio
un apretón en el brazo. —Solo una advertencia, ha estado tranquila hasta
ahora, pero no es su mejor día en general.
Eso estaba bien. No habían tenido un "buen día" en tanto tiempo que no
podía recordarlo.
La mujer sentada en el sillón en la esquina de la habitación no pareció notar
su llegada, tenías los ojos clavados en un televisor que pasaba una vieja
película vaquera en blanco y negro.
—Buenos días, Gladys —dijo en voz baja, entrando en la habitación.
Hacía mucho tiempo que había aprendido que llamarla por su nombre
podía evitar que un buen día se convirtiera en uno malo. De lo contrario,
acabaría sembrando confusión y finalmente la inevitable zozobra.
No habría más "Buenos días, mamá". No para Danny.
Su madre apartó la cabeza de la televisión, con una sonrisa vacilante en su
rostro. Ella compartía su color de pelo -o solía hacerlo, antes de que su
cabello se volviera canoso- y su nariz, pero las similitudes terminaban ahí:
su barbilla era más afilada, sus labios más delgados y sus ojos marrones
más pequeños, inclinados hacia arriba en las esquinas, mientras que los de
Danny eran redondos y anchos. Pero, aún así, se podía ver la relación entre
ambos con un vistazo: ciertas expresiones y gestos que ambos compartían.
Ella lo había criado para ser quien era, y eso había dejado su marca.
—Buenos días —Ella lo saludó cortésmente, sin una pizca de
reconocimiento—. ¿Puedo ayudarte?
—Solo vine para una pequeña visita —Mantuvo su voz ligera y alegre,
suprimiendo cualquier atisbo de decepción—. ¿Si es que no estás
demasiado ocupada?
Su expresión permaneció vacilante, pero al menos no parecía molesta o
temerosa. Podría haber sido peor. —Oh, no, no estoy demasiado ocupada.
Sin embargo, estoy viendo mi programa —Señaló la televisión con un dedo
tembloroso.
—Está bien. Puedo verlo contigo, si no te importa —Se sentó en la silla
frente a ella.
La habitación era grande, con una gran cama en la esquina, un baño
adjunto y luego una sala de estar improvisada con dos sillones y un
televisor, que era donde estaban actualmente. Un lugar decente para vivir
en sentido general, él se había asegurado de ello, confiando en sí mismo
para que las cosas funcionasen financieramente de alguna forma.
Se las estaba arreglando apenas.
Se sentaron en silencio durante un largo rato. Ocasionalmente, durante los
comerciales, ella preguntaba por él de una manera vaga, el tipo de
preguntas que le harías a un extraño, o hablaban del clima, o de lo que
estaban viendo.
Algunos días eran así: ella se contentaba con mantener las cosas ligeras, tal
vez consciente de que lo conocía de alguna forma, pero sin indagar o
averiguar cómo. Otros días pensaba que era su padre y lo saludaba por ese
nombre.
Había aprendido a aceptarlo, a estar contento con el conocimiento de que
ella sabía que lo amaba, incluso si no podía recordar exactamente quién
era.
Más importante era que sabía que era amada, que había gente que se
preocupaba por ella.
Danny se dio cuenta del punto exacto en el que la conversación comenzó a
afectarla. Sus preguntas comenzaron a repetirse, sus respuestas a las
preguntas de él se volvieron más esporádicas y sus reacciones se volvieron
un poco más incómodas.
Mary tenía razón: no era el mejor día de su mamá. Pero tampoco el peor.
Los días malos podían incluir cambios de humor feroces, crisis
emocionales, peleas a gritos, falta de voluntad para levantarse de la cama o
cepillarse los dientes.
Había menos de esos desde que se mudó al hogar de ancianos. Las rutinas
programadas, algo que él no había podido darle en casa mientras trabajaba
a tiempo completo, ayudaban a calmar parte del caos en su mente.
—Está bien, Gladys, creo que ya me voy —se obligó a decir,
levantándose de la silla—. Pero fue tan agradable hablar contigo. Espero
verte pronto.
Ella le dio un pequeño asentimiento, pero no hizo contacto visual.
Claramente estaba llegando a su límite con la interacción social. —
Encantada de hablar contigo también —murmuró.
Salió de las instalaciones, despidiéndose de Mary al pasar. Ella
simplemente le devolvió el saludo, sin involucrarlo en ninguna
conversación, consciente de que no siempre estaba dispuesto a hablar
después de una visita a su madre.
Sentía que cada paso que daba era más pesado que el anterior. Estaba tan
cansado.
Sabía que debería estar agradecido por días como este. Días en que ella
quería hablar con él, aunque sea por un rato, incluso sin saber quién era.
Días en los que estaba de buen humor, en los que estaba vestida y fuera de
la cama.
Pero a veces solo quería a su mamá. Quería que ella lo abrazara, que lo
reconociera.
Danny estaba empezando a pensar en que ya había pasado el punto en que
ella nunca lo reconocería de nuevo. Solo deseaba haber sabido que la última
vez había sido la última.
Habría saboreado cada segundo de ello.
Si las lágrimas corrían por sus mejillas de camino a casa, no había nadie
alrededor para verlas.
Dos
Roman

Roman chupó de su bolsa de sangre robada -fría, insípida, pura basura- y


trató de evitar que él y su demonio cayeran en una espiral.
¿Qué diablos acababa de pasar?
Ni siquiera había tenido la intención de detenerse en este pueblo
montañoso sin encanto alguno. Tenía la intención de seguir conduciendo
hacia el sur durante algunas horas más, posiblemente días, antes de
detenerse incluso por algo de sangre. Pero había pasado por ese diminuto
hospital y de repente sintió que tenía que detenerse allí.
Su demonio prácticamente había puesto el pie en el freno por él.
Roman normalmente se limitaba a los hospitales más grandes cuando
tomaba una ruta por bolsas de sangre para su alimentación. Más gente
entrando y saliendo, menos gente deteniéndose para notar una cara nueva,
y muchas menos personas a las que tendría que obligar a olvidarlo. Pero
aparentemente las reglas habían sido arrojadas por la ventana. Y lo había
sentido tan pronto como había entrado.
Una presencia. Un aroma. Como leche tibia con miel
Y, siguiendo ese aroma, había encontrado al muchacho.
Un joven de unos veinte años. Prácticamente un infante comparado con
Roman.
Grandes ojos marrones, cabello castaño desordenado, un puñado de pecas
en la nariz.
Un encanto.
Incluso con las sombras oscuras debajo de sus ojos y su piel un tono o dos
más pálida de lo natural.
La atracción que Roman había sentido había sido tan fuerte que asumió
que el chico debía ser otro. No como él, claramente, pero seguramente no
un humano solamente. Había estado tan desconcertado que ni siquiera
había perpetrado su acto de humano normal y encantador.
Había actuado como un asqueroso.
Pero el joven Danny no era otro, ¿verdad? Era solo un chico. Un simple
hombre humano. Uno con una boca inteligente y una sonrisa que podría
dejar sin aliento a cualquiera.
No solo chico, su demonio le gruñó. No es cualquier cosa. Especial.
Perfecto. Es nuestro.
Claro.
Había otra palabra para lo que este chico podría ser, sobre lo que podría ser
para Roman, para su demonio. Pero era una palabra en la que Roman no
había creído durante décadas.
Una en la que se negaba a creer por más tiempo.
Esta obsesión debía de tratarse de otro síntoma de que su demonio se
estaba volviendo más y más desquiciado. Habían sido unos años difíciles.
Cada vez que necesitaba alimentarse se volvía más tenso, su demonio
constantemente inquieto y exigiendo más. Más violencia, más miedo, más
sexo. Más de cualquier cosa que pudiera mantenerlo entretenido,
mantenerlo saciado.
Cada vez, era más difícil evitar que alimentarse fuera demasiado lejos. Más
difícil evitar matar.
Así que se había apegado a las bolsas de sangre. Pero la falta de una cacería
solo hacía que el demonio se enojara más. Y ahora Roman tenía miedo de
regresar a los cuerpos vivos. Temía haber estado privando a su demonio
durante tanto tiempo que el primer sabor de la sangre fresca lo llevaría a
una masacre. Miedo de que esta vez, no sería capaz de detenerse.
Y, sobre todo, miedo de que ni siquiera le importara.
Después de todo, era lo que les pasaba a los de su clase al final. Una
desconexión total de su humanidad. Un estado salvaje. Solo Dios sabría el
como Soren había eludido ese destino por todo este tiempo. Luc
ciertamente no había tenido tanta suerte.
Maldito Lucien.
Era la razón por la que Roman necesitaba seguir adelante en primer lugar.
Luc y su rastro de cuerpos se habían estado acercando demasiado. Uno
pensaría que después de setenta malditos años, habría seguido adelante,
encontrado a alguien más a quien atormentar. Pero el bastardo miserable
seguía obsesionado con Roman.
Y por una buena razón.
Roman hizo a un lado los familiares pensamientos de culpabilidad. No le
ayudaban en nada. Arrojó la bolsa de sangre terminada al piso del asiento
del pasajero y encendió su auto. Necesitaba ponerse en movimiento. Salir
de este pueblo. No tenía tiempo para chicos encantadores con la piel tersa,
narices pecosas y grandes ojos marrones de cachorrito.
¿Quién sabía lo que su demonio le haría al pequeño Danny si Roman se
dejaba atrapar por él?
Y, sin embargo, de alguna manera, se encontró deteniéndose frente a un
hotel que había marcado en su camino a la ciudad.
Merde1.
La mujer de la recepción era hermosa de una forma plástica. Maquillaje
sutil, cabello rubio y liso, un traje perfectamente ajustado que abrazaba sus
impresionantes curvas. Ella sonrió ante el acercamiento de Roman de una
manera que le decía fácilmente que podría obtener todo el paquete -una
comida caliente y liberación sexual-, sin necesidad de usar la compulsión2.
Pero por una vez, su demonio no estaba interesado.

1
Mierda en Francés.
2
La compulsión es una clase de poder que le otorga a su usuario la capacidad de provocarle impulsos o deseos
intensos de hacer una cosa a cualquier ser vivo.
Su maldito demonio todavía estaba enojado con él por salir de ese hospital
sin el chico entre sus brazos.
—¿Cómo puedo ayudarlo, señor? —preguntó la recepcionista, con voz
sensual.
—Estoy necesitando una habitación.
—Tenemos algunas vacantes disponibles. ¿Solo una persona? ¿Está
viajando solo? —Ella le dio una mirada poco sutil, y Roman tuvo que luchar
para evitar que su labio se torciera. Aparentemente, no era solo su demonio
el que no tenía paciencia en estos momentos con los humanos que no
fueran Danny.
—Solo yo. Solo una noche —Gruñó. ¿Dónde estaba su habitual
frialdad y su encanto habitual?
Para crédito de la recepcionista, inmediatamente captó la indirecta de su
falta de interés y su tono cambió a uno estrictamente profesional. —Por
supuesto, señor. Puedo hacerle la reserva ahora mismo.
—Perfecto —Roman tomó su billetera.
Excepto que se encontró haciendo una pausa mientras sacaba su tarjeta de
crédito.
Se aclaró la garganta. —Discúlpeme, me expresé mal. No será solo una
noche. Una semana. Me quedaré una semana.
Maldita sea.

Roman no podía dejar de caminar en círculos.


Su demonio lo estaba volviendo completamente loco. Había pensado que
los últimos años habían sido bastante malos, pero no habían sido nada en
comparación con la intensidad de esta absoluta obsesión.
Querer Danny. Miel. Dulce. Nuestro. Nuestro, nuestro, nuestro.
Roman rara vez recurría a hablar con su demonio; se sentía como un paso
demasiado lejos en dirección de la locura, hablar consigo mismo dentro de
su propia cabeza, pero necesitaba calmar la situación de alguna manera.
Tomó aire y se concentró en su interior.
Cállate. Apenas hemos hablado con el chico. Estás perdiendo la cabeza.
No perdiendo. Justo aquí. Esperando. Miel Dulce. Esperándonos.
Sí, Roman lo tranquilizó. Esperando. No irá a ninguna parte. Podemos
volver. Pero no ahora, no en este mismo segundo. Ya lo asustamos, creo.
¿Quieres espantarlo? ¿Hacer que se escape? ¿Y nunca volver a
encontrarlo? Su demonio emitió un fuerte gruñido ante la idea. Roman
continuó, sintiéndose victorioso. Es un humano. Es delicado. Tenemos que
tener cuidado. Déjame manejarlo. Nos quedaremos, ¿de acuerdo? Así que
silencio.
Su demonio dio otro gruñido en respuesta, pero mucho más suave esta vez.
En realidad, estaba escuchando razones, por primera vez en mucho tiempo.
Roman dejó escapar una fuerte y constante exhalación. Se quedaría en
Hyde Park, al menos por ahora. Eso estaba claro. Sabía dónde trabajaba el
chico, dónde encontrarlo. Con suerte, el encantador Danny estaría
trabajando de nuevo la noche siguiente.
No estaba seguro de que su demonio aguantaría una espera mayor a esa. Si
era lo suficientemente impaciente, incluso podría intentar hacerse cargo,
tomar el control de la conciencia de Roman sin su permiso, y ese era el
camino exacto hacia un estado salvaje.
Así que. Vería a Danny de nuevo. Y entonces…
Roman estaba seguro de que habían asustado al chico. No es que fuera fácil
de decir por el descaro que el joven enfermero había estado escupiendo.
Pero Roman lo había saboreado en el aire, no como algo abrumador, pero si
lo suficiente como para saber que no había dado la mejor de las
impresiones. No había estado exactamente en su momento más
encantador.
Pero él sabía cómo encantar. Tenía décadas de experiencia atrayendo
víctimas dispuestas, para comer o para jugar. Solo necesitaba tener al chico
a solas por un minuto. Tal vez podría sacarle una respuesta, alguna razón
para que Roman se sintiera atraído por él.
Roman había escuchado rumores antes acerca de humanos con habilidades
mágicas: curación, visión, telepatía, incluso cambios de forma. Nunca se
había encontrado con uno, pero se suponía que su sangre era especialmente
atractiva para los de la especie de Roman.
A partir de ahora, la única otra razón lógica en la que Roman podía pensar
era una que no quería considerar en absoluto. No si esperaba salir de esta
ciudad sin enviar a su demonio a una espiral sin salida.
Y si no podía obtener respuestas, tal vez Roman podría sacar al chico de su
sistema. Ese pensamiento le resultaba mucho más que atractivo.
Finalmente dejó de pasearse, reajustando su pene endurecido y se sentó en
la cama tamaño king del hotel, ignorando su excitación por ahora. Se sentía
mejor ya que tenía un plan. No era exactamente un plan completo, pero era
mejor que la insensatez impulsada por el instinto de las últimas horas. Ver
a Danny, encantar a Danny, forzar algunas respuestas de Danny.
Ahora solo tenía que preocuparse por Luc. Había al menos una persona que
podía ayudar un poco con eso.
Roman sacó su teléfono del bolsillo y envió un mensaje de texto.

¿Puedes vigilar el rastro de Luc por mí? Estoy en Colorado.


Avísame si empieza a viajar al sur.

Recibió una respuesta inmediata.

¿Colorado? Pensé que te irías de los Estados Unidos. Ya estaba


planeando nuestra reunión tropical. Las montañas son
jodidamente aburridas, mala elección.
Román puso los ojos en blanco. Pequeña mierda. Algo surgió.

¿Qué cosa surgió?

Sólo avísame si Luc se acerca.

Bien. Sé misterioso. Conociéndote, no es nada emocionante, de


todos modos.

Mocoso.

Aburrido.

Estaba guardando su teléfono cuando sonó por última vez.

Sabes que, si tu ALGO es un ALGUIEN, no puedes dejar que Luc


te alcance. Date prisa con lo que sea que estés haciendo y sigue
adelante.

Roman no estaba seguro de cómo Soren hacía eso. Siempre parecía saber lo
que no se decía. Roman no podía entender si era algo que tenía que ver con
la edad, o una habilidad que siempre había tenido naturalmente.
Pero Soren no estaba equivocado. Roman realmente no podía quedarse.
Sólo unos días, se dijo a sí mismo. Solo para obtener algunas respuestas, y
luego me iré.
Su demonio, afortunadamente tranquilo, dejó pasar la mentira.
Sólo unos pocos días.
Tres
Danny

—Danny, te dejo a otro. Bahía dos. Sobredosis en el centro. Ya recibió


dos dosis de Narcan en la ambulancia, está estable y manteniendo sus
propias vías respiratorias.
—Entendido —Danny asintió, tomando nota rápidamente para
ponerse al día con las historias clínica de los pacientes.
Y tanto por una noche libre.
Estaba terminando una cena tardía -si se le podía llamar cena a un tazón de
cereales rancios-, cuando recibió un mensaje de texto frenético de su
trabajo preguntándole si podía ir. El centro de personal sabía que siempre
estaba disponible para hacer turnos adicionales. Estaba tan exhausto que
casi había dicho que no por una vez, pero luego se había recordado a sí
mismo que los préstamos estudiantiles no se pagaban solos, y que tenía dos
noches libres seguidas por venir si tan solo podía superar esta.
El caos en la sala de emergencias contrastaba directamente con la noche
anterior. Era justo después de la medianoche y ya estaban casi llenos,
aunque eso no era decir mucho teniendo en cuenta el pequeño tamaño del
hospital. Era la variedad normal de una ciudad no tan grande: algo de
deshidratación por virus estomacales, algunos huesos rotos, y ahora una
sobredosis aparentemente. Se suponía que debía haber tenido un descanso
hace media hora, pero esas cosas no estaban garantizadas en las noches
más ocupadas.
Acababa de evaluar a su paciente y acomodarlo, asegurándose de que sus
signos vitales fueran medidos cada quince minutos en caso de que el efecto
de Narcan se acabara antes de que las drogas abandonaran su sistema,
cuando Chloe pasó por la estación.
Se cruzó de brazos y le dirigió una mirada severa. —Yo cubro a tus
pacientes. Anda a tomar tu descanso, sé que no lo has hecho.
Danny le dedicó una sonrisa de alivio, incapaz siquiera de fingir que
pondría algo de resistencia. —Te prometo que seré rápido. Solo necesito
algunas calorías rápidas y cafeína.
Ella negó con la cabeza hacia él. —Media hora completa, señor. Yo me
encargo, te lo prometo.
Estaba a punto de protestar, pero ella lo interrumpió antes de que pudiera
comenzar. —Necesitas comer comida de verdad, Danny. No voy a mentir, te
ves destrozado. Te enviaré un mensaje de texto si te necesitamos. Por mi
honor de exploradora.
Eligiendo ignorar la evaluación menos que halagadora de su apariencia,
abrió los ojos como platos con fingida sorpresa. —Chloe, ¿eres una Chica
Exploradora de verdad? Dime que hay fotos de una mini tú con un
uniforme de Brownie. Las necesita en mi vida.
Ella puso los ojos en blanco, pero sus labios se curvaron hacia arriba. —Es
una forma de hablar, tonto. Ve a comer.
Él resopló, pero se levantó de su silla, murmurando algunas palabras
selectas acerca de hacer que un chico tenga esperanzas sobre fotos
vergonzosas sin intención de cumplir, pero ella lo ignoró descaradamente.
Diez minutos más tarde, estaba sentado en una mesa de la cafetería, con los
ojos pegados a su libro mientras se metía en la boca la mitad de un
sándwich de pavo ligeramente empapado –los restos de la cafetería eran
escasos a mitad de la noche-.
Una figura alta se deslizó con gracia en el asiento frente a él. Y pensando
que era Gabe por su tamaño, Danny no se molestó en terminar de masticar
antes de darle un amistoso: —Vete a la mierda, estoy leyendo.
—Y buenas noches para ti también.
Él conocía esa voz.
Miró hacia arriba para encontrarse con un par de familiares ojos azules
brillantes mirándolo.
Y ahora Danny se estaba ahogando con su sándwich de pavo.
Con los ojos llorosos, se cubrió la boca con un brazo cuando el ataque de tos
se apoderó de él. Cuando finalmente tragó el mordisco, se las arregló para
soltar un tenso: —No eres quién pensé que eras.
El Sr. Fenómeno Guapo -¿O ahora era solo Sr. Guapo?- le dirigió una
mirada tranquila. —Eso supuse.
Danny esperó a que el extraño continuara, idealmente para explicar qué
estaba haciendo al interrumpir la hora de Sándwich de Danny, pero eso fue
todo lo que dijo.
Danny levantó una ceja. —Veo que seguimos guardando todas nuestras
palabras para un día lluvioso.
El hombre frente a él sonrió levemente, pero aun así no dijo nada más.
Llevaba un traje diferente al de la noche anterior, igual de perfectamente
ajustado. Parecía que debería estar pavoneándose por las calles de Milán o
París en lugar de estar sentado en la lúgubre cafetería de un hospital.
Después de todo tenía que ser uno de los empleados para estar por aquí dos
noches seguidas.
Había algo diferente en él esta noche. Algo menos... duro. Todavía era
claramente propenso a mirar fijamente, pero los ojos fríos y predadores se
habían ido. Lo cual fue un poco desafortunado, porque sin la parte de
"Fenómeno", él era solo el Sr. Guapo, y Danny se negaba a babear por otro
empleado del hospital.
Se negaba a que hubiera drama en su lugar de trabajo para él, muchas
gracias.
—Está bien, yo primero —cedió Danny—. ¿Cómo puedo ayudarte?
—Esa es una pregunta peligrosa.
Danny luchó contra un sonrojo por el tono bajo del hombre; su voz tenía
ese borde sensual de nuevo. ¿Qué había estado diciéndose Danny sobre
babearse? Este hombre es espeluznante, maldita sea. Danny no debería
sentirse encantado.
—Voy a reformular —dijo Danny, evitando cualquier indicio de
coqueteo en su voz—. ¿Qué haces aquí en mi mesa?
—Charlando contigo.
—Sí, pero, ¿por qué?
El desconocido apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó ligeramente hacia
adelante, hacia Danny, y maldita sea, ¿por qué tenía que oler tan bien?
—Y yo pensaba que estaba siendo tan obvio —ronroneó.
Esto... esto era coqueteo, ¿verdad? Honestamente, Danny estaba tan fuera
de práctica con el acto que no podía decirlo. —Obvio no es una palabra que
usaría para describirte. Todavía debes ser bastante nuevo por aquí,
¿verdad? ¿De qué unidad eres? No estás usando una bata. ¿Eres uno de
esos "doctores geniales" que piensan que la bata blanca es demasiado
pretenciosa? Porque debo decirte que ese traje no envía las vibraciones
relajantes que crees.
Danny había entrado en territorio balbuceante, pero el Sr. Guapo
simplemente arqueó los labios y continuó mirándolo desde el otro lado de
la mesa.
Un pensamiento repentino y horrible golpeó a Danny. —¿Eres… eres de la
gerencia? ¿Contrataron a alguien para supervisar las noches o algo así? ¿Le
acabo de decir a mi nuevo jefe que… se fuera?
Esta vez, los labios del Sr. Guapo se levantaron lo suficiente como para ser
considerado una sonrisa real, y ese simple acto elevó su atractivo a niveles
mortales. Danny se movió en su asiento, desconcertado porque una sonrisa
lo excitara. —No soy de la gerencia —refutó el hombre—. Tengo algunos
negocios por aquí, pero no por mucho tiempo.
Danny supuso que eso era lo más cercano a una respuesta directa que iba a
recibir. Para alguien que momentos antes se había dicho a sí mismo que un
coqueteo en el lugar de trabajo estaba fuera de discusión, se sentía
extrañamente decepcionado de que el hombre no fuera a ser un elemento
permanente.
Señaló el pecho del extraño. —Realmente deberían conseguirte una
identificación. Hace que las cosas sean un poco menos confusas. Y sabría
cómo llamarte. ¿Ves? —Danny señaló el suyo—. Danny.
—Lo recuerdo. Danny sin-apellido.
—¿Y tú eres?
—Roman. Roman Mourier —Pronunció su apellido con un acento
francés aparentemente impecable.
El Sr. Guapo -también conocido como Roman- se inclinó un poco más
sobre la mesa y Danny percibió otro indicio de su aroma, era una mezcla
especiada y metálica que no debería oler tan bien como lo hacía. ¿Qué
colonia usó este tipo? ¿Danny podría pedirle un poco prestada para verterla
sobre su almohada?
Los ojos de Roman parecieron oscurecerse cuando los fijó de nuevo en los
de Danny. —Ahora que las formalidades están fuera del camino, creo que
deberías dejarme…
Pero cualquier cosa que Roman quisiera que Danny le permitiera hacer fue
interrumpida por el repentino sonido de la alarma del teléfono su teléfono.
Su descanso había terminado. Momento perfecto, ya que estaba un poco
preocupado de haber dejado que este hombre hiciera lo que quisiera, y esa
era una reacción completamente irracional ante un extraño misterioso,
¿no?
Era hora de irse antes de terminar metiéndose en problemas.
—Mierda —maldijo Danny—. Quiero decir, ¡Rayos! Terminó mi
descanso. Me tengo que ir. Encantado de conocerte y todo eso. Te veré por
ahí... Oh.
Roman se había levantado de la cabina junto con Danny y de alguna
manera se había acercado a su lado en un abrir y cerrar de ojos. El extraño
ahora estaba parado en lo que parecía una distancia muy corta. Su olor
embriagador era aún más fuerte, y Danny estaba sintiendo el impulso
increíblemente inapropiado de frotar su cara contra el cuello de este tipo y
olisquearlo como se debe.
¿Qué diablos estaba mal con él?
—No estoy tan seguro de que deba dejarte ir todavía —Nada en el tono
del hombre sugería que estaba bromeando.
—Um, ¿tienes que hacerlo? —De alguna manera las palabras
terminaron saliendo más como una pregunta. Danny se sentía casi
mareado, luchando contra la repentina inclinación de su cuerpo a
empujarse contra el hombre que tenía enfrente.
Tal vez estaba más agotado de lo que pensaba.
—Necesito volver y hacer… cosas de enfermero. Cosas de enfermero,
¿ya sabes? —¿Cómo es que su cerebro se convirtió en papilla tan de
repente?
Roman estaba levantando una mano, y Danny tuvo la extraña sensación de
que el otro hombre estaba a punto de acariciar la cara, cuando una voz
fuerte atravesó la niebla mental como un cuchillo. —¡Danny!
Miró a la derecha para ver a Gabe caminando hacia él. De alguna manera
lucía como un millón de dólares a pesar de que Danny sabía con certeza que
era su quinta noche consecutiva. Nada de ojeras para el chico dorado,
muchas gracias.
Entrecerró los ojos cuando su hermano se acercó. —Creí haberte dicho que
me ignoraras en el trabajo.
—Que divertido eres, niño —Gabe pasó un brazo por encima del
hombro de Danny, completamente imperturbable por haber recibido un
saludo menos que acogedor—. ¿Quién es tu amigo?
Por supuesto, Gabe no tenía reparos en llamar a Danny "niño" frente a un
extraño, incluso en medio del maldito entorno laboral. No pensaba que el
tratarlo como un niño podía afectar sus relaciones profesionales.
Danny miró a Roman para evaluar su reacción y dio un pequeño respingo
de sorpresa. La mirada de Roman estaba centrada en el brazo de Gabe, el
que estaba envolviéndole los hombros, y la mirada fría de la noche anterior
había regresado a sus ojos. Esa que le recordaba a un depredador, un gato
de selva o posiblemente, ya saben, un asesino serial.
De repente, Danny recordó por qué se había sentido tan nervioso la noche
anterior.
Dio un paso involuntario hacia atrás, pero antes de que pudiera hacer las
presentaciones, o tal vez preguntar "¿Por qué miras a mi hermano como si
quisieras apuñalarlo?", Roman lo interrumpió con un frío: —Ya me voy, en
realidad.
Dio media vuelta y se alejó sin mirarlos. Estuvo fuera de la vista de Danny
antes de que siquiera tuviera tiempo de parpadear.
La expresión ligeramente desconcertada de Gabe probablemente era un
espejo de la de Danny. —Que idiota. ¿Es un nuevo tratante?
—No estoy muy seguro de lo que es, ¿alguna clase de consultor?
Gabe se encogió de hombros y retiró su brazo para poder mirar. —Extraño.
De todos modos, fui a la sala de emergencias para ver a un paciente, pero
no te vi allí. Tu jefe me dijo que probablemente estabas por volver de tu
receso. Le dije que te iba a robar durante diez minutos.
Danny luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco. No solo era un
poco humillante que su hermano mayor fuera a sus espaldas y pidiera
“robarlo” de su cargo, sino que era irritante que Gabe insistiera en ponerse
al día con él en el trabajo en lugar de venir a cenar de vez en cuando como
un hermano normal.
Suspiró. —¿Y para qué necesitabas robarme durante diez minutos?
Gabe se detuvo para mirarlo críticamente, y Danny pudo sentirlo evaluar
cada señal de fatiga. Para ser un idiota tan ignorante, su hermano era
irritantemente observador.
—Te ves como el infierno, Danny. ¿Qué haces trabajando turnos extra
cuando apenas puedes mantenerte en dos pies?
Y allí estaba él otra vez, mimándolo. Como si Danny no hubiera estado
cuidando de sí mismo -y no solo de sí mismo- desde que era un
adolescente.
Danny entrecerró los ojos hacia su hermano. —Estoy bien.
Gabe se rio. —No hay declaración menos cierta en esta tierra que cuando
alguien dice las palabras “estoy bien”.
Danny odiaba tener que defender sus elecciones, pero era mejor terminar
con esta clase innecesaria de control fraternal para poder volver al trabajo.
—Solo le estoy haciendo un favor a Chloe, ¿de acuerdo? —Mintió.
No había forma de que fuera a contarle a Gabe acerca de sus problemas
financieros. Gabe no sabía que los ahorros de su madre habían sido
gastados en facturas médicas y atención especializada. O sobre los
préstamos masivos que Danny había tomado para la escuela de enfermería.
Danny sabía que Gabe estaba por fin terminando de pagar sus propios
préstamos estudiantiles, finalmente ganaba dinero como médico, y no iba a
dejar que su hermano mayor se arruinara intentando arreglarlo todo.
Un poco tarde, de todas formas, pensó Danny, tal vez muy poco caritativo.
Pero, ¿dónde había estado toda esta preocupación fraternal hacía cuatro
años?
Cuando Gabe solo frunció el ceño, Danny decidió revertir la situación. —Vi
a mamá esta mañana.
Gabe no tuvo mucho éxito en controlar un estremecimiento. —¿Y te
reconoció?
Danny se encogió de hombros y fue a por la garganta. —Tal vez sería útil
que vea otra cara familiar además de la mía.
—Sabes que no funciona de esa manera —La voz de Gabe se volvió
cuidadosamente neutral, toda consideración y burla habían desaparecido. Y
luego, así como así, le dio un suave apretón en el hombro a Danny y se
alejó.
Danny miró su teléfono. Después de todo, su hermano no había necesitado
los diez minutos completos. Apenas habían pasado las tres.
Esta era la razón por la que Gabe lo acorralaba por breves momentos en el
hospital en lugar de optar por visitas más adecuadas. Así sentía que estaba
controlando a Danny y al mismo tiempo controlaba la interacción, siendo
capaz de alejarse en cualquier momento si Danny lo empujaba de una
manera que no le gustaba.
Así que deja de presionarlo, se reprendió a sí mismo. Has estado bien por
tu cuenta durante años. No necesitas que nadie más te cuide.
Pero Mary no se había equivocado el otro día; incluso si Danny no lo
necesitaba, para variar, sería bueno tener a alguien más que lo cuidara.
Aunque sea por un momento.

Eran las cuatro de la mañana cuando Danny finalmente salió del hospital.
Habían limpiado las bahías, ya sea dando de alta a los pacientes o
enviándolos a habitaciones en otros pisos, y Chloe lo había despedido con
un último agradecimiento: —Gracias por venir.
Estaba muerto en pie, apenas manteniendo los ojos abiertos y cruzando los
brazos alrededor de sí mismo para protegerse del frío invernal.
Técnicamente, su casa estaba a solo cinco minutos en automóvil del
hospital, pero Danny estaba legítimamente preocupado por llegar allí de
manera segura.
Normalmente estaba hiperconsciente al caminar hacia su auto. La sala de
emergencias puede ser un lugar sospechoso, con pacientes que no tenían
paciencia, emocionales y saliendo de las drogas de mala manera, en
ocasiones, volviéndose violentos. Estadísticamente, era el lugar más
probable para que un empleado del hospital fuera agredido, y Danny
mantenía ese conocimiento con él hasta que estaba a salvo en casa. Al
menos, normalmente lo hacía.
Pero estaba más exhausto de lo que se había dado cuenta, y esta noche tenía
los ojos en sus pies más que en su entorno. Su auto estaba en un rincón
oscuro en el piso superior del estacionamiento, y Danny estaba casi en la
puerta cuando se dio cuenta de que la luz de arriba estaba rota y que la
oscuridad era intencional.
Antes de que pudiera retroceder para salir de allí, un brazo fibroso se
envolvió alrededor de su pecho y un cuchillo se presionó en su garganta.
Mierda. Dulce de Chocolate. No, tenía razón, joder.3
—Dame tu billetera —gruñó un hombre.
La molestia rompió el miedo de Danny por un breve momento. ¿En serio?
Después de todos los tipos escalofriantes con los que había tenido que
lidiar, todos los pacientes con los que había tenido cuidado de no revelar su
apellido, cuando finalmente lo asaltaban, ¿Era por un simple atraco?
Aun así, no iba a jugar a ser el héroe. —Está en mi bolsillo trasero.
Danny sintió que una mano se metía en su bolsillo y sacaba la billetera
antes de que lo giraran con un agarre brusco en el brazo para mirar a su
atacante, con el cuchillo aún en la garganta.
¿Quién diablos asaltaba todavía con un cuchillo?
Su agresor llevaba una gorra baja, pero aun así, Danny pudo ver que las
pupilas del tipo estaban completamente reventadas. Estaba drogado con
algo, eso era seguro. Pero el hecho de que dejara que Danny lo viera lo
suficientemente cerca como para notarlo era un poco preocupante. Podría
haber dejado que Danny siguiera mirando hacia otro lado.
¿Por qué no le preocupa tener un testigo?

3
Juego de palabras: “Fuck” (Mierda) y “Fudge” (Dulce de Chocolate que se usa para las tortas y postres). Danny usa
primero la palabra “Fuck”, y después “Fudge” que es usado para maldecir en lugar de decir el clásico “joder o
mierda”. Luego dice, técnicamente: “A la verga, si es Joder lo que quería decir” : D
El hombre estaba presionando el cuchillo, no lo suficiente como para sacar
sangre, pero sí lo suficiente como para que el miedo de Danny aumentara
un poco. Quería que toda esta interacción terminara ya. —Um, mi teléfono
está aquí. En mi mano. Si lo quieres —Tal vez eso haría que avanzaran las
cosas.
Pero su atacante no se movió. Parecía estar esperando algo, que era lo
contrario de lo que uno debería estar haciendo cuando asalta a otra
persona. Agarras, asaltas y corres, ¿No? ¿No es esa la fórmula mágica
para que no te atrapen?
Antes de que Danny pudiera ofrecer algo más (¿las llaves de su auto, tal
vez?), un fuerte rugido resonó en el estacionamiento y su atacante fue
arrojado lejos de él con una fuerza violenta.
Danny hizo una mueca cuando el acto de ser arrojado hizo que el cuchillo
de su atacante atravesara su hombro, pero su atención se centró menos en
el dolor y más en el borrón de extremidades que de repente estaban
golpeando a su asaltante. Un borrón a través del cual reconoció un traje
familiar e inmaculado.
—¿Roman?
Los golpes se detuvieron y honestamente sonó un gruñido. Su asaltante
estaba llorando, dejando escapar un gorgoteo: —¡Lo siento, hombre! ¡Ni
siquiera sabía lo que estaba haciendo! —durante el descanso de los golpes.
Roman aún estaba de espaldas a Danny. Se inclinó aún más sobre el
asaltante, y Danny solo pudo escuchar un susurro mientras soltaba al
hombre que ahora lloraba. —Corre.
Roman se puso de pie lentamente, y el otro hombre trepó rápidamente,
cojeando hacia las escaleras del estacionamiento lo más rápido que pudo.
Pareció por un momento que Roman iba a seguirlo para perseguirlo, como
si la orden de correr hubiera sido solo de él jugando con su presa, pero
luego sus hombros se tensaron nuevamente y se giró para mirar a Danny.
Danny apenas tuvo tiempo de registrar la furia fría en el rostro del hombre
antes de que Roman estuviera allí, justo frente a él, más rápido de lo que
tenía derecho a ser. El ataque a su asaltante había llevado tanto a Roman
como al agresor hasta el otro lado del estacionamiento, y el como había
arrojado al tipo hasta el otro lado era toda una pregunta en sí misma, sin
embargo, allí estaba a solo centímetros de distancia de la cara de Danny.
Definitivamente algo no estaba bien.
Su cabello negro y liso ahora estaba desordenado y salvaje, y jadeaba. Pero
mucho más alarmante, esos ojos azules brillantes, los que habían sido tan
espeluznantes bajo las luces fluorescentes, ahora estaban completamente
negros.
No oscurecido por pupilas exageradas. De verdad, verdadera y
completamente negros, sin iris ni blancos circundantes ni nada.
Danny tragó saliva mientras registraba el último detalle extraño de la
apariencia de Roman. Lo más incorrecto de todo: los dientes de Roman
estaban al descubierto… y el hombre definitivamente tenía colmillos.
O Danny estaba alucinando de verdad, o Roman era algo más que humano.
Y Danny estaba solo con él en medio de un estacionamiento oscuro.
Mierda.
Cuatro
Roman

Roman realmente debería irse. Ya mismo.


Había estado tan cerca de matar a ese hombre. Ni siquiera al morderlo o
alimentarse de él, sino simplemente por sacarle la vida a golpes. Pero la voz
de Danny de alguna manera había atravesado la niebla asesina, su demonio
se había sintonizado con el chico tembloroso más que con la presa frente a
ellos.
Eso en sí mismo era una revelación.
El lado humano racional de él era consciente de que estaba en problemas;
que tenía los colmillos completamente afuera, que su demonio se mostraba
en sus ojos, y que en cualquier momento, Danny comenzaría a gritar y
correría hacia las colinas.
Pero su lado humano racional definitivamente no estaba a cargo en este
momento.
Dulce. Miel dulce. Nuestro, nuestro, nuestro.
El chico estaba sangrando, y… ese olor. Era el olor rico, cobrizo y tentador
de la sangre fresca, pero también el olor de Danny, un aroma embriagador
de leche y miel. Y aparentemente su demonio estaba tan cautivado por el
olor de Danny como con el resto de él. Apenas había registrado al atacante
escabulléndose en la oscuridad, demasiado concentrado en el chico en sí
mismo, en tenerlo a la vista.
El muchacho que actualmente estaba mirando a Roman, con los ojos muy
abiertos, luciendo un poco temeroso pero sobre todo en estado de shock.
—¿Qué… qué es lo que acaba de suceder? —La voz de Danny era
apenas más que un susurro.
Roman dijo lo único que podía y lo único que importaba. —Él te estaba
lastimando.
Antes de que Roman supiera lo que estaba haciendo, alcanzó el cuello de la
camisa de Danny, tirando de la tela hacia abajo y hacia un lado para revelar
el corte sangrante en el hombro del chico. Y entonces no pudo detener el
gruñido que salió de él, su demonio y él estaban furiosos porque alguien
había lastimado a su niño encantador.
Esperó nuevamente a que su demonio exigiera perseguir, matar, terminar
lo que habían comenzado con el atacante del muchacho, o que Danny
gritara y lo empujara. Pero nada sucedió. El chico seguía mirándolo con los
ojos muy abiertos, y el demonio de Roman estaba concentrado en el corte.
Proteger, calmar, lamer, sanar.
Roman podría tal vez, solo tal vez, luchar contra ese impulso. Dar un paso
atrás y dejar que Danny huyera de ellos. Pero no podía encontrar en sí
mismo siquiera el desear eso. Él y su demonio estaban de acuerdo en eso.
Cedió.
Antes de darse cuenta, se inclinó y lamió el corte de Danny, dejando que su
saliva curara la herida, y el sabor más dulce que jamás había conocido llenó
su boca.
Acercó a Danny a él, y su demonio gruñía tan bajo que prácticamente
ronroneaba, presionando al niño contra sí mismo mientras lamía cualquier
rastro de sangre en le piel demasiado pálida. La herida superficial se curó
en unos momentos.
Apenas fue capaz de evitar succionar con su boca la sangre que había
empapado la camisa de Danny.
Roman hizo una pausa, con los labios apoyados en la piel suave del hombro
de Danny, y esperó de nuevo a que su demonio exigiera más, más sangre,
más mordiscos, más desgarros, pero simplemente continuó ronroneando su
aprobación por tener a Danny tan cerca, con el sabor del chico en su boca
como una recompensa por haberlo protegido, curado.
Roman se obligó a levantar la cabeza, inclinándose ligeramente hacia atrás
para mirar a Danny, que estaba ladeando la cabeza para examinar su propio
hombro. Esos grandes ojos marrones se agrandaron aún más, si eso era
posible.
—Me cortó. Lo sentí.
—Sí —Roman estuvo de acuerdo.
—Pero el corte ya no está.
—No —Incapaz de ocultar el orgullo en su voz, Roman simplemente
dijo—. Yo lo areglé.
—Con tu lengua —Había un borde creciente de pánico en la voz del
chico.
Danny empujó los hombros de Roman, no lo suficientemente fuerte como
para moverlo si él no quería, pero Roman se apartó de mala gana de todos
modos. Su demonio gruñó en voz baja con molestia, pero parecía dispuesto
a darle algo de espacio al chico.
Por ahora.
Roman observó cómo Danny respiraba hondo y luego cerraba los ojos.
Cuando volvió a abrirlos, parte de la conmoción había desaparecido y se
parecía más al enfermero seguro de sí mismo que Roman había conocido
anteriormente en el hospital.
—Esto puede parecer una pregunta estúpida… —Danny hizo una
pausa y miró la cara de Roman, luego a sus colmillos que todavía no se
habían retraído—. Pero… ¿Eres humano?
Roman dejó que sus colmillos se retractaran entonces, hasta que una vez
más se asemejaron a los caninos ordinarios de un humano. —Solía serlo.
Danny tomó otra respiración profunda. —Voy a decir una palabra. Una
palabra muy tonta, una palabra que no puede ser verdad, y solo para
seguirme la corriente, vas a decir sí o no.
Román asintió. Tenía la sensación de que sabía a dónde iba todo esto.
—Vampiro.
Allí estaba, colgando en el aire entre ellos. Roman se mostró reacio a
responder, temiendo que una vez que Danny recibiera su confirmación,
huiría muy, muy lejos y nunca dejaría que Roman lo volviera a ver.
—Podría decirse que… —Comenzó. Los ojos de Danny se
entrecerraron de inmediato y Roman suspiró molesto al darse cuenta de
que necesitaba darle una respuesta directa o el chico seguiría
presionándolo. O peor aún, se iría—. Sí.
No estaba seguro de qué reacción esperaba, pero Danny solo asintió y
murmuró algo para sí mismo que sonó sospechosamente como: —Sr.
Vampiro Fenómeno Guapo.
—¿Puedo verlos de nuevo?
No hay duda de a qué se refería Danny. Roman dejó que sus colmillos
descendieran de nuevo, enseñando ligeramente los dientes para darle el
efecto completo. Por un centavo…
Se sorprendió cuando Danny se inclinó ligeramente, hasta que su rostro
estuvo a escasos centímetros de los afilados colmillos, mirándolos con
curiosidad. Luego su mirada se elevó hacia la de Roman. —¿Y los ojos? ¿Eso
también es cosa de vampiros?
Roman asintió, encontrándose sin palabras, encantado con este chico que
se dejaba llevar por la curiosidad más que por el miedo.
—¿Cuándo volverán a cambiar? —Danny cuestionó.
—Cuando obligue al demonio a regresar de nuevo —Roman estaba tan
concentrado en Danny, y en el estudio de Danny sobre él, que no estaba
prestando atención a sus propias palabras.
Danny inclinó la cabeza hacia atrás bruscamente. —¿Demonio? ¿Eres, qué,
un vampiro poseído?
¿Y es ahí donde el chico curioso dibujaba el limite?
—Esa es simplemente la forma en que le digo a… la parte de mí… no-
human —Roman lo tranqulizó—. La parte de mí que se despertó cuando fui
convertido. La parte que ansía sangre y... otras cosas. Mi demonio He
escuchado a otros como yo llamarlo con diferentes nombres.
—Son como… ¿dos seres separados? ¿O la misma persona?
Román se encogió de hombros levemente. —A veces se siente como otro
lado de mí; a veces se siente como una entidad completamente diferente.
Nunca recibí un manual al respecto.
Danny inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluando a Roman.
—¿Y por qué está él… afuera todavía? ¿Estás planeando morderme?
A pesar de su pregunta, Danny no se había alejado más de Roman. Sacudió
la cabeza suavemente hacia el chico en respuesta, empujando a su demonio
hacia atrás y permitiendo que sus ojos regresaran a su estado azul natural.
—No sé qué versión me inquieta más —Los ojos de Danny se
entrecerraron—. En realidad no trabajas en el hospital, ¿verdad?
—No.
Danny esbozó una pequeña sonrisa cansada y luego miró a su alrededor
como si de repente recordara dónde estaban. —Necesito volver a casa.
—Yo te llevaré —espetó Roman. Se preparó para los argumentos en
contra, pero una vez más, Danny no reaccionó de la forma en que Roman
esperaba que lo hiciera.
—De acuerdo —Fue todo lo que dijo el chico—. Pero no quiero dejar
mi auto aquí, así que tendrás que conducirlo tú. Ese es el mío. Señaló un
Toyota azul oscuro que había visto días mejores.
—¿No tienes... miedo de que te muerda en el auto?
—Acabas de decir que no lo harías. Y para ser honesto, Sr. Vampiro
Fenómeno Guapo, estoy demasiado cansado para que me importe. Creo
que tengo más posibilidades de sobrevivir solo con que tú manejes en lugar
de mi culo exhausto. Podemos tomar el resto como sea que venga.
Roman miró al chico, realmente lo miró. Observó la tez pálida, los
moretones oscuros que se mostraban debajo de sus ojos, y se dio cuenta de
lo agotado que realmente debía estar el joven.
Danny parecía cansado, no como alguien que acaba de tener una larga
noche, sino como alguien que ha estado trabajando demasiado durante
demasiado tiempo sin nadie que lo cuidara.
Y eso, decidió Roman, simplemente no funcionaría.
Nuestro, rugió su demonio.
Nuestro, estuvo de acuerdo.

—Está aquí, a la izquierda. La amarilla.


Roman se detuvo en el camino de entrada de una pequeña casa amarilla
cerca del final de un callejón sin salida. Todas las casas en el camino daban
de espaldas a lo que parecían ser tierras boscosas, y se podían ver las copas
de los pinos en la parte trasera de la casa de Danny.
Había sido un viaje corto desde el hospital, y habían conducido en silencio
con excepción de las pocas instrucciones en voz baja por parte de Danny.
Cuando se acercaron a la puerta principal, alzó el llavero para que Danny
escogiera la llave de la casa, reprimiendo una sonrisa cuando Danny
simplemente señaló la correcta y le permitió a Roman abrir la puerta para
ellos.
Se había estado preparando para un "gracias por el viaje, ahora vete para
siempre, monstruo chupasangre", pero aparentemente se le permitía
entrar a la casa.
—¿Vives aquí solo? —Cuestionó.
Danny asintió mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en un perchero
en la entrada. —Crecí aquí. Es la casa familiar, pero Gabe quería su propio
departamento y mi mamá vive… en otro lado… ahora.
Roman se encontró atascado en una parte de esa declaración: Gabe quería
su propio apartamento.
Su demonio también se puso en alerta. ¿Quién era Gabe? ¿Un novio?
¿Quizás era ese médico apuesto y engreído que se había sentido tan cómodo
poniendo su brazo alrededor de Danny más temprano esa noche?
El demonio de Roman había querido arrancarle el brazo al tipo, y
repentinamente Roman deseaba habérselo permitido.
Se aclaró la garganta, obligando a su voz a mantener la calma. —¿Gabe?
—Mi hermano —respondió Danny, arrojando su billetera y llaves en
una mesa auxiliar—. Lo viste más temprano, en el hospital. Es médico.
Ah. Roman y su demonio se tranquilizaron. Un hermano.
—Así que ese es un mito desacreditado.
Se volvió para mirar a Danny, que le estaba dando una pequeña y descarada
sonrisa. Roman levantó una ceja en son de pregunta.
El chico le sonrió. —No se necesita invitarte a entrar.
Roman soltó una risa sobresaltada. ¿Así que la entrada a la casa había sido
una prueba? —No, no es necesaria una invitación formal. Aunque, por
cortesía, intento asegurarme de que soy bienvenido antes de entrar en la
casa de otra persona.
—Mm-hmm —Danny parecía escéptico.
Roman se acercó al chico, incapaz de mantener la distancia. Danny se tensó
un poco cuando Roman se inclinó, pero no retrocedió. Inhaló, ignorando la
forma en que su pene se contrajo ante el aroma del muchacho. No olía a
terror. —No me tienes miedo.
No era una pregunta, pero Danny respondió de todos modos. —No.
Roman trató de no estar complacido con esa respuesta. —Confías
demasiado en los hombres desconocidos —Le advirtió.
¿Este chico dejaría entrar a cualquiera en su casa? ¿Sabía qué clase de
monstruo acababa de permitir el acceso a su hogar?
—Realmente no lo hago —dijo Danny, inclinando la cabeza
pensativamente—. Solo tú. ¿No es gracioso? —Pero Danny no se estaba
riendo, solo miraba a Roman con esa expresión a directa y sensata en la que
parecía especializarse. Entonces, el chico se encogió de hombros, apartando
la mirada—. De cualquier forma, necesito una ducha. Siempre necesito una
después de un turno, pero la necesito especialmente ahora mismo: siento
que tengo gérmenes asquerosos por todas partes.
¿Entonces Danny le pediría que se fuera? Román quería quedarse.
Necesitaba quedarse. —Te haré algo de comer —se ofreció.
Danny levantó las cejas hacia él. —¿Puedes cocinar? ¿Por qué? ¿Siquiera
puedes comer comida humana?
Roman ya se estaba dirigiendo a lo que pensaba que se parecía a la cocina.
—No necesito hacerlo, pero puedo. Además, soy francés. Sería una traición
a mi nación si no supiera cocinar.
No era un chiste. Esperó a que le dijera que se fuera, pero todo lo que
escuchó fue el sonido de Danny subiendo las escaleras.
La despensa del chico era una vergüenza, al igual que la nevera. Casi no
había alimentos frescos y ninguna sustancia real almacenada. Alguien no se
había estado cuidando adecuadamente. Roman encontró principalmente
una variedad de comidas empaquetadas en el congelador —horrible— y
algunos cereales azucarados —repugnantes—, pero al menos había algunos
huevos y una hogaza de pan.
Entonces, serían huevos y tostadas.
Estaba sirviendo los huevos revueltos y empezando a preocuparse de que
Danny se hubiera quedado dormido en la ducha, cuando escuchó el suave
golpeteo de unos pasos bajando las escaleras.
Roman se volvió hacia la entrada a la cocina y apenas pudo contener el
gruñido bajo de su demonio ante la vista que apareció frente a él.
Danny se veía simplemente delicioso, y no precisamente como algo para
comer. Su cabello estaba húmedo y sobresalía adorablemente en todas
direcciones, el chico aparentemente estaba demasiado exhausto para
molestarse en peinarlo. Llevaba pantalones de pijama de aspecto suave y
una camiseta delgada. Apenas podía mantener los ojos abiertos por el
cansancio.
Algo acerca de toda esa vulnerabilidad dispuesta, hizo que la polla de
Roman se endureciera.
Realmente era un depredador.
Quería abordar al chico, lamerlo por todas partes, frotar su propio olor por
todo el cuerpo de Danny.
Roman quería reclamarlo.
Pero cuidar de él tenía que ser lo primero. Roman no se permitió pensar
por qué se sentía de esa forma. El chico necesitaba comer y dormir.
Puso el plato de huevos y tostadas frente a Danny mientras que el chico se
sentaba en el mesón de la cocina. Danny le dio una sonrisa agradecida y un
suave agradecimiento antes de concentrarse en su comida, dejando escapar
un murmullo apreciativo en el primer bocado.
Después de unos minutos sin nada más que el sonido de masticar, Danny
rompió el silencio, con los ojos aún sobre el plato. —Me estás mirando
fijamente —Susurró.
—¿Eso hago? —Sí, eso hacía.
—Siempre me estás mirando fijamente —No había ira ni miedo en la
voz de Danny. Simplemente parecía estar declarando un hecho.
—Bueno —respondió Roman, incapaz de evitar inclinarse más cerca—
. Es que siempre te ves delicioso.
Danny levantó la vista. —Delicioso como… ¿Comida de vampiros? O… —Se
calló.
—O… —Respondió Roman. Observó fascinado cómo un sonrojo se
apoderaba de las pálidas mejillas del chico, extendiéndose por todo su
cuello. De repente, Roman estaba desesperado por saber hasta dónde
llegaba ese rubor.
Danny se aclaró la garganta y apartó su plato ahora vacío. —Hablando de
comida de vampiros, ¿con qué frecuencia necesitas comer?
Roman había estado esperando algo sobre esa línea de preguntas. El chico
tenía demasiada curiosidad como para dejar las cosas tranquilas. —¿Te
refieres a alimentarme de sangre? Una vez a la semana. Si me alargo más
que eso, empieza a ponerse… irritable.
—Te refieres a… ¿Tu demonio?
Román asintió.
Danny tarareó, con los ojos en la pared detrás del hombro de Roman.
Parecía mirar al vacío cuando necesitaba concentrarse. —Curaste mi
hombro con solo lamerlo.
—Eso hice. Nuestra saliva tiene propiedades curativas, hasta cierto
punto. No puedo hacer nada con las heridas grandes, pero puedo curar
heridas superficiales como la tuya. Pienso en ello como un mecanismo
evolutivo. Entonces, podemos alimentarnos regularmente sin dejar a las
víctimas caminando con agujeros sospechosos en el cuello.
Roman no podía recordar la última vez que había compartido con otra
persona, tantas cosas sobre lo que era. Posiblemente nunca lo había hecho.
¿Por qué le estaba diciendo al chico todo lo que quería saber?
—¿Caminando con agujeros? —Danny cuestionó—. ¿Entonces no
tienes que matar para alimentarte?
—No. Tampoco los vampiros que conozco. Realmente no necesitamos
tanta sangre para sobrevivir. Pero no puedo hablar por todos. No todos los
vampiros se aferran a su humanidad tan bien como los demás. Puede que
no necesitemos mucho, pero la necesidad es diferente del deseo, ¿no te
parece?
Danny emitió otro tarareo pensativo. —Sabía que no eras un asesino.
Román negó con la cabeza. Este chico era demasiado confiado. —No te
convenzas de que no soy peligroso. Puede que mi demonio no quiera
comerte, pero tiene otros sentimientos hacia ti. Sentimientos muy...
posesivos —Roman se inclinó aún más cerca, encantado con la forma en
que el muchacho respiraba con dificultad ante su proximidad—. Correrías
en otra dirección si pudieras escuchar algunas de las cosas que piensa de ti.
Danny hizo un gesto con la mano, como si el demonio interior de un
vampiro queriendo poseerlo fuera intrascendente. —Luchaste contra mi
atacante, sin matarlo por cierto, me curaste y luego me hiciste de
cenar/desayunar. Si ese es tu demonio siendo posesivo conmigo, creo que
puedo manejarlo. Ser enfermero me ha enseñado a confiar en mis instintos,
y mis instintos me dicen que confíe en ti.
Danny asintió bruscamente como si eso fuera el final de la discusión, pero
luego se sobresaltó como si acabara de darse cuenta de algo. —A menos
que… ¿eso también sea una cosa de vampiros? ¿Es algo así como la
compulsión? ¿La forma en que me atraes? ¿Es por eso que hueles tan bien?
Roman quedó momentáneamente atónito. ¿Danny se sentía atraído por él
de la misma manera en que él se sentía atraído por Danny? Tal vez el chico
no era demasiado confiado e ingenuo; tal vez ya sabía en algún lugar dentro
de él que le pertenecía a Roman.
Roman ya no sospechaba que el chico tuviera inclinaciones mágicas,
realmente no lo había hecho desde su segundo encuentro. Danny era
demasiado transparente... demasiado dolorosamente mortal y ordinario.
Su demonio estaba petulante como el infierno ante esa idea. Lo sabía. Lo
sabía. Nuestro, nuestro, nuestro.
Roman entendió exactamente el camino por el que iba su demonio con eso,
pero no estaba listo para dejar que su mente vagara por esos lugares. No
aún.
Volvió a concentrarse en Danny. —Podemos hacer algo así. Podemos atraer
a los humanos, hacernos atractivos y nublar sus mentes. Pero ese es un
esfuerzo consciente. Algo que hacemos a propósito en casos específicos. Y
no he estado haciendo eso contigo. No podría continuar por tanto tiempo,
no sin convocar a mi demonio.
Danny asintió, pareciendo que nuevamente confiaba con facilidad en lo que
Roman le estaba diciendo. —Entonces, ¿por qué? ¿Por qué no te tengo
miedo? —preguntó.
—Tengo una teoría —evadió Roman—. Pero prefiero discutirlo cuando
te sientas un poco menos exhausto.
Danny frunció el ceño, a punto de discutir, pero luego cedió cuando un gran
bostezo se apoderó de su rostro.
—Es hora de ir a la cama —Lo instó Roman, ansioso por terminar con
esta conversación.
Danny asintió. —¿Te quedarás?
—¿Quieres que lo haga? —Si su demonio tenía algo que decir al
respecto, nunca más dejarían el lugar al lado de este chico.
—Creo que sí. ¿No es raro? —Danny soltó una pequeña risa,
asombrosamente despreocupado por toda la situación. ¿Era posible que su
cansancio lo volviera tan complaciente?
Roman siguió a Danny por las escaleras hasta la habitación del niño. Se
paró a un lado, esperando en la esquina mientras que Danny se deslizaba
bajo las sábanas de su cama.
¿Qué tan cerca lo dejaría estar?
Danny lo miró desde la cama. —¿Tu duermes?
—Sí, duermo. Aunque, mi especie no necesita tanto como tú.
—¿Y estallarás en llamas si las cortinas están abiertas por la mañana?
Roman soltó una pequeña risa. —No, ese es otro mito. La luz del sol no me
hace daño. Es solo un poco irritante para mi demonio.
—De acuerdo, entonces —Danny palmeó la cama—. Puedes quedarte
aquí conmigo para mantener alejados a los otros malos. Simplemente no
me muerdas.
Su demonio se ofendió por la implicación de que lastimaría a este chico al
que había decidido reclamar, un hecho que Roman encontraba casi
hilarante considerando sus recientes inclinaciones sedientas de sangre.
Cruzó la habitación y se tumbó encima de las sábanas, obligándose a
mantener una distancia de unos centímetros entre sus cuerpos. Le
preocupaba que, si empezaba a tocar a Danny, no podría detenerse.
Y no iba a permitirse asustar a este chico.
Ni siquiera una hora después, Danny se había movido poco a poco por sí
solo, no solo al lado de Roman, sino completamente encima de él. Como si
no hubiera sido capaz de resistir el tirón entre ellos mientras dormía.
La polla de Roman estaba dolorosamente dura por la proximidad de Danny,
el delicioso aroma lo rodeaba, pero fue completamente capaz de ignorar su
propia excitación, aliviándose en la confianza inconsciente que el chico
tenía puesta en él.
Roman apretó sus brazos alrededor de la espalda de Danny, y su demonio
dejó escapar un ronroneo de satisfacción mientras se permitía cerrar los
ojos.
Y luego su demonio dijo la palabra sobre la que ambos habían estado
bailando alrededor, expresándola aun si Roman estaba o no listo para ello.
Compañero, ronroneó. Nuestro compañero
Maldita sea.
Cinco
Danny

Danny gimió. Algo olía tan bien.


Era ese delicioso aroma del Sr. Guapo que lo estaba rodeando. ¿Después de
todo le había permitido a Danny tomar prestada su colonia para mojar su
almohada?
Volvió la cara hacia la almohada en cuestión y respiró hondo. Es el cielo. El
aroma lo hacía sentir seguro, cómodo y... ¿excitado?
Sí. Definitivamente sí. Su erección matutina se contrajo cuando inhaló de
nuevo. Excepto…
—No es la almohada —murmuró Danny, su voz distorsionada por la
ropa y… el pecho. Definitivamente era un duro pecho masculino sobre el
que descansaba su cabeza, uno que comenzaba a temblar cuando su dueño
dejó escapar una risa suave, todo gloriosamente suave, profunda y
retumbante. Oh, no. Eso en definitiva no estaba ayudando en absoluto a la
erección matutina de Danny.
Levantó la cabeza y se encontró mirando a unos familiares ojos azul
brillante. ¿Enserio Danny había pensado antes que eran fríos y
depredadores? Ahora eran cálidos y suaves, con un calor que se acumulaba
en ellos, haciendo que los dedos de los pies de Danny se erizaran.
—¿Ya estás despierto, encanto? Solo han sido unas pocas horas —Esa
voz suave y profunda envió un escalofrío por la columna vertebral de
Danny.
Dejó escapar un resoplido, que se suponía que debía traducirse como “Estar
despierto es un término relativo”. Esperaba que Roman entendiera la
esencia de ello. Las mañanas no eran lo suyo, ni siquiera en el mejor de los
casos.
Mientras la niebla del sueño abandonaba lentamente su cerebro, se dio
cuenta con cierta mortificación de que estaba envuelto alrededor de Roman
como una especie extraña de pulpo excitado. En algún momento de sus
sueños, Danny aparentemente se había quitado las sábanas y decidió que el
hombre -el vampiro- era su osito de peluche personal de tamaño natural.
Lo cual -doble mortificación-, significaba que la erección de Danny estaba
actualmente presionada directamente contra la cadera de Roman.
Dejó escapar un gemido avergonzado y trató de desenredar sus miembros
del cuerpo de Roman. —Lo siento mucho, yo…
Fue interrumpido por un gruñido bajo cuando los brazos de Roman se
apretaron alrededor de él, manteniendo a Danny firmemente en su lugar
sin un solo centímetro de espacio entre ellos.
Danny se tomó un momento para saborear la sensación del abrazo del
vampiro. Habría pensado que los vampiros eran fríos, pero el cuerpo de
Roman desprendía un calor delicioso. —Um… —Danny murmuró contra el
pecho de Roman—. No fue mi intención acosarte dormido.
—No fue indeseado —Había un toque de risa en la voz de Roman.
Bueno, allí va un apoyo rotundo. —Lo digo en serio. No sabía que era tan
cariñoso. Te lo habría advertido.
—Habría hecho lo mismo desde el principio si hubiera sabido que
sería aceptable.
Eso era sorprendente. —¿Me habrías... abrazado?
Danny sintió que Roman le frotaba su mejilla sin afeitar contra la parte
superior de su cabeza, como alguna clase de gato gigante. Tarareó sobre su
cabello. —Te habría tocado, abrazado… sí.
El cerebro de Danny se tomó un momento para procesar ese pensamiento.
Parpadeó ante la incongruencia de que su feroz protector vampiro-
demonio, quisiera jugar a ser la cuchara grande con él. —Vaya. Y no te
importa... um... ¿ya sabes...?
Román se rio suavemente. —No lo sé, pero si te refieres a esto —frotó su
cadera contra la dura polla de Danny, causando que el calor se extendiera
desde su ingle a través de todo su cuerpo—. No lo hago.
Oh, mi Dios. Danny enterró su rostro en el pecho de Roman, tenía las
mejillas sonrojadas por la vergüenza… y otras cosas más.
Esa voz profunda y suave sonaba aún más divertida, aunque un poco ronca
también. –Puede que hayas notado que estoy en la misma situación.
¿Qué cosa dijo?
Y luego Danny lo sintió, contra la pierna que actualmente había puesto
sobre el abdomen de Roman -Jesús, realmente había engullido al hombre-.
El vampiro tenía su propia pequeña situación.
Excepto... que no era pequeña. En absoluto. Era una gran situación. Una
situación grande y dura. Una situación grande y dura que a Danny le
gustaría muchísimo -ahem-, manejar por él.
Danny ni siquiera se había dado cuenta de que había comenzado a
retorcerse contra Roman nuevamente, hasta que sintió una mano grande y
firme en la parte inferior de su espalda. —Tranquilízate, chico encantador.
Mi autocontrol está estirado tanto como puede.
Danny se quedó quieto al instante. ¿Qué demonios estaba mal con él en
este momento? Sintió la necesidad de aclarar: —Normalmente no soy… así.
Definitivamente no con hombres que acabo de conocer. Definitivamente,
definitivamente no con vampiros que acabo de conocer.
Soltó esa suave risa otra vez, y Danny la sintió más que escucharla. —Yo
tampoco.
Danny levantó la cabeza para entrecerrar los ojos hacia su compañero de
cama. —¿Me estás diciendo que tú, con el aspecto que tienes, no tienes
encuentros casuales? ¿Rollos de una noche? ¿Revolcarse en el heno?
Danny lo dudaba. Mayoritariamente.
—¿Y cómo me veo para ti? —El maldito vampiro le estaba sonriendo
ahora, luciendo un poco demasiado presumido para su propio bien.
Danny solo levantó una ceja.
El rostro de Roman se puso serio. —He tenido incontables aventuras de una
noche, encantador Danny. En realidad, nunca duran toda la noche. Nunca
abrazo a alguien hasta que llegue la mañana.
Danny no estaba seguro de si estar horrorizado por ese "incontables" o
sentirse caliente hasta los huesos por el resto.
Así que decidió cambiar de tema.
—Así que tenías razón. No estallaste en llamas con el amanecer ni
nada por el estilo.
La sonrisa de Roman estaba de regreso. —Qué perceptivo eres.
Danny tenía un millón de preguntas y apenas sabía por dónde empezar. —
Entonces, ¿por qué eso es un mito? ¿Qué fue lo que inició todos esos
desagradables rumores de que "la luz del día es igual a la muerte"?
Roman tarareó un poco, pareciendo ordenar sus pensamientos. —Nuestros
demonios prefieren la noche, eso es cierto. Parece que somos más o menos
nocturnos por naturaleza. Siempre ha tenido sentido para mí, ya que
muchas de nuestras... predilecciones... son más propicias en la oscuridad.
Eso era decir algo. —¿Te refieres a lo de masticarle el cuello a la gente?
Roman soltó una carcajada. —A morderlas, sí. Pero también más que eso —
Presionó su erección contra Danny de nuevo, enviando un charco de calor
por su estómago—. Sangre y sexo, Danny. Eso es lo que anhelan nuestros
demonios. Lo que yo anhelo.
Bueno, santa mierda. Eso no debería oírse tan caliente. Eso debería ser
aterrador, no excitante. Danny se obligó a concentrarse. Sentía como si
estuvieran construyendo algo, aferrándose el uno al otro de la forma en que
lo hacían pero sin saltar sobre los huesos del vampiro hasta obtener más
respuestas.
Había una cosa que definitivamente quería saber.
—Anoche dijiste que podría haber una razón. Una razón por la que me
siento tan... atraído por ti.
Roman dio un suspiro, volviendo a bajar sus caderas a la cama.
Danny trató de no llorar la pérdida.
—Eso dije.
—¿Te importaría compartirlo con la clase?
Roman permaneció en silencio durante tanto tiempo que Danny comenzó a
pensar que se negaría a responder la pregunta. Luego, con otro suspiro,
comenzó: —Primero, ten en cuenta que no hay una sociedad de vampiros
organizada, ningún consejo a cargo. En general, que yo sepa, los vampiros
son criaturas relativamente solitarias. Generalmente, si te mudas a un área
y te das cuenta de que se ha establecido como territorio de otro vampiro, te
vas. De lo contrario, puede verse como una clase de desafío. Nuestros
demonios pueden ponerse inquietos, agresivos entre sí. Hay excepciones,
por supuesto. El que me convirtió, viajamos como un par durante más de
un siglo.
Danny no estaba seguro de a dónde iba esto, pero resultaba fascinante
escucharlo. Tenía un millón de preguntas, y normalmente no sería capaz de
mantener la boca cerrada. Pero, con la gran mano de Roman frotando
círculos en su espalda baja y su voz profunda retumbando en ese duro
pecho debajo de la oreja de Danny, estaba contento con solo escuchar.
—A veces, cuando dos vampiros desconocidos viajan a través de un
territorio no reclamado, pueden encontrarse e intercambiar historias o
noticias sobre el mundo sobrenatural. Es parte de cómo aprendemos sobre
lo que somos, los rasgos qué nos unen como especie.
Roman hizo una pausa entonces, y Danny asintió levemente contra su
pecho para hacerle saber que todavía lo estaba escuchando. —Una de las
cosas de las que he oído hablar es la idea de… compañeros. Vampiros cuyos
demonios se reconocen entre sí, pertenecen el uno al otro. Se unen
permanentemente. Se tranquilizan y se calman el uno al otro, e impiden el
descenso a un estado salvaje al que sucumbe nuestra especie.
—¿Estado salvaje? —A Danny no le gustaba cómo sonaba eso.
Roman se tensó ligeramente debajo de él. —Cuanta mayor edad tenga un
vampiro, más tiende a perder el contacto con su humanidad. El demonio
interior toma más control y se vuelve más salvaje, más violento. Muchos de
esos vampiros acaban muriendo a manos de los de nuestra especie. Se
suprimen antes de que puedan exponernos a todos.
A Danny le resultó difícil imaginar al hombre que actualmente le frotaba la
espalda con tanta delicadeza, como una especie de bestia demoníaca
salvaje. —¿Y en qué momento sucede eso? —preguntó tentativamente—.
¿Qué edad tiene que tener un vampiro?
Sintió que Roman se encogía de hombros debajo de él. —Difiere
dependiendo del individuo. Algunos se aferran a su humanidad mejor que
otros. En teoría, todos sucumbimos eventualmente. Pero aparentemente un
compañero puede evitar el descenso.
Danny sintió que tenía más preguntas que respuestas. —Todavía no
entiendo lo de tu demonio. ¿Es una criatura separada? ¿Un... alma...
separada que vive dentro de ti?
—Simplemente existe. Cuando me desperté después de ser
convertido, estaba allí, dentro de mí. No puedo decirte si es una parte de
nosotros mismos la que se despierta o un alma separada que… nos infesta.
Pero ahora es una parte de mí. Hay momentos a lo largo de los años en los
que ha estado más inactivo y momentos en los que ha sido un poco más...
comunicativo. Cuando mis ojos se vuelven negros, cuando se me salen los
colmillos, es cuando el demonio está al frente de mi conciencia.
El cerebro de Danny se sentía borroso tratando de comprender todo este
nuevo mundo sobre el que estaba aprendiendo. Sentía que tenía que
cambiar su línea de preguntas por una más sencilla. —¿Cuántos años
tienes, Roman?
—He vivido más de dos siglos. Pero como humano, tenía treinta años
cuando me convertí.
Santa mierda. ¿Estaba abrazado a alguien de más de doscientos años?
—Oh. Wow. Um... Wow. Wow, wow, wow —Danny no estaba seguro
de por qué el conocimiento de la edad de Roman fue lo que finalmente
rompió su cerebro, cuando todo esto era una locura para empezar. Tal vez
fue la comprensión de que se trataba de un hombre, vampiro-hombre, lo
que sea, con no solo décadas de experiencia de vida sobre él, sino siglos.
De repente, Danny se sentía pequeño, joven y un poco tonto. ¿Cómo lo
había llamado Roman? Chico encantador. Realmente era un niño en
comparación a él.
La mano de Roman detuvo sus círculos relajantes. —¿Es demasiado?
¿Debería detenerme ahora?
—¡No! —A pesar de todo, Danny no quería que Roman dejara de
hablarle, que dejara de tocarlo—, No. Solo... lo estoy procesando —Respiró
hondo—. Cuéntame más sobre los compañeros. ¿Cómo se encuentran los
compañeros si los vampiros son tan raros y solitarios?
Roman se movió debajo de Danny, sus músculos se tensaron nuevamente.
—Por lo que he oído, los compañeros no se encuentran necesariamente en
otros vampiros. Un demonio siente a su pareja incluso... antes de... que se
conviertan.
Danny sintió un escalofrío recorrerlo. —¿Quieres decir que un compañero
puede ser un humano?
—Sí —La mano de Roman se detuvo—. Un humano que, cuando se
convierta, se vinculará completamente con su pareja. Los demonios se
reconocerán como parejas y anclarán el uno al otro a su humanidad.
Danny se sintió vacilante al preguntar la siguiente parte, pero necesitaba
saberlo. —Y tu punto es… ¿crees que soy eso para ti? ¿tu compañero?
Roman se quedó en silencio por un largo momento antes de responder. La
pausa lo estaba poniendo nervioso, pero no estaba seguro de que esperar.
Que Roman fuera todo: “Sí, humano que acabo de conocer. Estoy 100%
seguro de que eres mi alma gemela pre-vampiro-demonio con quien
estaré por siempre y para siempre”. Eso sería una locura. ¿Verdad?
Entonces, ¿por qué Danny se sentía tan interesado en su respuesta?
La voz de Roman era tranquila cuando finalmente habló. —Había dejado de
creer en el concepto hace años. Nunca he conocido a una pareja apareada.
Sólo he oído historias. Y he visto por mí mismo cuando un vampiro estaba...
equivocado acerca de encontrar a la suya. Pero sé que nunca antes había
sentido esta atracción. No con un vampiro o con un humano. Mi demonio
supo de inmediato que te deseaba. Yo te deseo.
Danny se presionó un poco más cerca de Roman ante esas palabras. No era
una respuesta definitiva, pero al menos era un impulso para su ego. Ser
deseado por este ser increíblemente hermoso, protector, mágico, de verdad
literalmente mágico.
Roman dejó escapar una risa exasperada. —No deberías acercarte tanto,
encanto. Deberías estar corriendo hacia otra dirección.
Danny suspiró, haciendo exactamente lo contrario y presionando su rostro
contra el pecho de Roman. Olía tan jodidamente bien. —Lógicamente lo sé.
Pero, no puedo evitarlo. Ese tirón del que hablas… yo también lo siento.
Como que quiero confiar en ti. Me siento seguro contigo. Y... y me salvaste,
ya sabes.
Román suspiró. Danny parecía tener ese efecto en él. —Te lo dije: no dejes
que eso te engañe haciéndote creer que soy un buen hombre. Un buen
hombre te dejaría solo ahora mismo. Te daría espacio para que lo
procesaras todos. O mejor aún, se iría por completo. Dejaría que vivas tu
vida humana. Un buen hombre querría hacer algo desinteresado.
Danny sintió un pequeño tirón de esperanza en el pecho por la dirección
que parecía estar tomando las cosas. —Pero tú… ¿no quieres hacer eso?
¿Dejarme por completo?
—No —Era más un gruñido que una palabra.
Y luego, Roman los estaba girando a ambos, haciendo que Danny rodara
debajo de él y presionando los cuerpos juntos: pecho con pecho, ingle con
ingle. —Lo que quiero hacer, chico encantador —canturreó, pasando la
nariz a lo largo de la barbilla de Danny—. Es poner mis manos sobre ti.
Marcar tu cuerpo con mis dientes. Averiguar que clase de sonidos puedo
sacarte con mis manos. Mi lengua. Mi polla.
De repente, a Danny le resultaba muy difícil respirar y no solo era por el
peso de Roman presionándolo contra el colchón. Sabía en algún lugar
dentro de él que Roman tenía razón. Que la opción inteligente era darse un
poco de espacio y procesar toda esta situación completamente irreal.
Pero no había ninguna parte de Danny que quisiera ser inteligente en estos
momentos. Quería todas las cosas que Roman acababa de decir.
Quería a Román.
—Sí. Sí, a todo eso —dijo, incapaz de ocultar el entusiasmo en su voz—
. Elijo la opción B.
Y entonces los labios de Roman estaban sobre los de Danny, besándolo con
salvaje desesperación. A pesar de lo gentil que Roman había sido con él
hasta ese momento, los toques relajantes, la distancia respetuosa de la
noche anterior, su beso fue agresivo, dominante. Reclamó la boca de Danny
como si fuera su dueño, empujando con su lengua caliente y mordiendo con
sus dientes.
Danny gimió, derritiéndose bajo el beso, y dejándose devorar. Su polla, que
se había ablandado durante su conversación, se endureció en un instante.
Roman dejó escapar otro gruñido ante su sumisión, -joder, ¿por qué eso
era tan caliente?-, y movió sus labios al cuello de Danny, presionando
besos cálidos y húmedos a lo largo de cada centímetro de piel disponible.
Mordisqueó la unión entre su cuello y hombro, con dientes romos y
juguetones sin colmillos afilados que pudieran rasgar la piel.
Danny sabía que debería sentir cierta aprensión por tener una criatura que
se alimentaba de sangre humana mordisqueándole el cuello, pero todo lo
que sentía era un deseo embriagador que lo dejaba sin aliento y mareado.
—Más —instó—. Más. Por favor.
Roman volvió a acercar su boca a la de Danny, silenciando sus súplicas, y
Danny escuchó el tintineo de la hebilla de un cinturón que se desabrochaba.
Claro. Roman todavía estaba usando pantalones, Bueno, Danny no tenía
esos inconvenientes. Se bajó su pijama, llevándose la ropa interior con ella
y gimiendo de alivio cuando su polla dolorida fue liberada. Estaba duro
como una roca y goteaba líquido preseminal, pero antes de que pudiera
poner su mano sobre sí mismo para obtener algo de alivio verdadero,
Roman se la apartó y presionó su propio pene contra el de Danny,
envolviendo su gran mano alrededor de los dos.
Oh, joder, sí.
Danny gimió en la boca de Roman, frotándose contra el puño del vampiro
mientras que él los acariciaba a ambos, deleitándose con la sensación de la
piel caliente, suave como el satén, de la polla de Roman rozando la suya.
Roman era más largo y grueso que Danny, proporcionado en todos los
sentidos, y sintió un escalofrío de aprensión irrumpir en su placer ante la
idea de una polla tan grande entrando en él (su experiencia sexual era
cualquier cosa menos que amplia), pero eso no fue suficiente como para
restarle profundidad al puro placer de lo que Roman les estaba haciendo a
ambos.
Roman rompió su beso y acarició debajo de la oreja de Danny, respirando
rápido y áspero. —Oh, mierda. Merde. Te sientes tan bien, chico encantador
—Parecía destrozado, y Danny no podía creer que él fuera el causante de
que este vampiro experimentado y sexy como la mierda perdiera la
compostura de esta manera.
La idea empujó a Danny al límite, y apenas tuvo tiempo de gritar: —¡Joder!
¡Me corro! —antes de que su polla estallara y el semen goteara del puño de
Roman hacia su estómago.
Roman siguió acariciándolos a ambos, el deslizamiento de su mano era casi
demasiado contra la hipersensible y gastada polla de Danny, pero el
vampiro ya estaba cerca, justo detrás de él. Dejó escapar un ruido en algún
lugar entre un gemido y un gruñido, chorreando su propio semen caliente
sobre el pecho de Danny.
Se quedaron allí durante unos minutos, el cuerpo de Roman todavía
presionaba el de Danny contra el colchón, ambos en silencio con excepción
de sus respiraciones jadeantes, y luego, Roman se movió para levantarse y
quitarse de encima de él.
—¿Se sintió bien, chico dulce? —murmuró en pregunta.
—Mm. Tan bien. Muy, muy bien —Danny tenía los ojos cerrados, su
orgasmo lo dejó contento pero con sueño, y cuando el peso de Roman se
quitó de encima, Danny sintió un poco de miedo de que el vampiro se fuera.
Pero luego Danny sintió una humedad cálida y calmante, y miró hacia abajo
para ver que Roman estaba lamiendo con movimientos suaves el semen de
ambos combinado sobre el estómago de Danny.
Bueno, joder. Danny dejó escapar un gemido débil, su polla gastada
intentando recuperarse ante la idea de Roman saboreando sus esencias
combinadas, y Roman tarareaba contra él de placer.
Danny echó la cabeza hacia atrás sobre la almohada. Quería mantener los
ojos abiertos para seguir observando el desarrollo de la erótica escena, pero
podía sentir el cansancio de los últimos dos días combinado con el poder de
su liberación que lo estaba enviando devuelta a dormir. Sus ojos se estaban
cerrando en contra de su voluntad.
Se obligó a abrir los ojos por última vez y miró a Roman.
Ojos completamente negros lo miraban fijamente.
Danny contuvo la respiración cuando Roman se empujó hacia arriba, hasta
que sus caras estuvieron a solo unos centímetros de distancia. Danny
esperaba sentir miedo ahora que sabía lo que representaban esos ojos
negros, sabía que el demonio de Roman lo estaba mirando, pero lo que vio
en esos ojos (hambre, deseo, posesividad) solo lo hizo sentir tan seguro y
querido como todo Roman en sí.
Lo suficientemente seguro como para que todavía estuviera cediendo a la
atracción del sueño.
Apenas manteniendo la conciencia, Danny levantó su mano derecha y tomó
la cara de él, con su pulgar presionando ligeramente contra uno de los
colmillos de Roman. —Hola, demonio —susurró.
Y luego se quedó dormido.
Danny se despertó horas después, sintiéndose bien descansado por primera
vez en... ni siquiera podía recordar. Se sonrojó al recordar lo que lo había
llevado a volverse a dormir tan saciado.
Supongo que el mejor orgasmo de tu vida realmente puede hacerle bien al
cuerpo.
Agarró su teléfono de la mesita de noche y miró la hora: 1:00 p.m.
Roman no estaba en la cama de Danny, y Danny no podía escucharlo en la
casa. ¿El vampiro se había ido? Danny se puso los pantalones del pijama,
que de alguna manera habían terminado en el suelo al otro lado de la
habitación. Sin molestarse en ponerse la ropa interior o una camisa, bajó
las escaleras a trompicones hacia la cocina.
Parpadeó mientras se acercaba a la encimera de la cocina. Había un tazón
grande con una variedad de frutas frescas que definitivamente no había
estado allí antes. Y... una nota: Me tomé la libertad de llenar esta cocina
con comestibles reales. Por favor, come algo de comida adecuada. Estabas
durmiendo tan profundamente que no quise despertarte. Te veré pronto,
encantador Danny.
Una calidez llenó el pecho de Danny al pensar en Roman haciendo todo lo
posible para comprarle comestibles. ¿Cuánto tiempo había pasado desde
que alguien más había intervenido para encargarse de algo por Danny?
Abrió la nevera y vio que estaba llena de verduras, una nueva caja de
huevos, jugo de naranja, leche, en general, muy lejos de la caverna vacía de
condimentos que había sido la noche anterior.
Danny usó los huevos y la leche junto con una hogaza de pan nueva que
encontró en la despensa para hacerse unas tostadas francesas, cortando
fresas y plátanos para ponerle encima. Sabía cómo cocinar lo básico: había
preparado comidas para él y su madre antes de que ella tuviera que
mudarse a las instalaciones, lo que pasaba es que simplemente odiaba ir a
comprar comestibles, odiaba tener que ir a la tienda a buscar ingredientes
solo para él. Se sentía como un cruel recordatorio de lo solo que realmente
estaba. Así que se las había arreglado con viajes poco frecuentes,
abasteciéndose de comidas congeladas y productos enlatados que no se
echarían a perder.
Tomó una foto del producto terminado, pensando en enviarle un mensaje
de texto a Roman, y luego hizo una pausa.
No tenía el número de teléfono del vampiro.
Volvió a mirar la nota, el dulce mensaje y la promesa de verlo pronto. Pero
eso era todo. No había un número de teléfono. No había forma de
contactarlo, ¿Y en cuanto tiempo era “pronto”? Danny pensó, mientras que
un sentimiento de desesperanza reemplazaba el calor en su pecho.
¿Mañana? ¿Dos semanas a partir de ahora?
Mientras tomaba su desayuno, o en realidad, su almuerzo, Danny no podía
decidir qué pensar al respecto. Roman lo había rescatado, había cocinado
para él, pasó la noche en su casa y le dio el orgasmo más asombroso de su
vida.
Y había llamado a Danny su compañero.
O... su tal-vez-compañero. No había dicho exactamente con certeza que eso
era lo que Danny era. De hecho, había sido bastante cauteloso con el tema,
ahora que Danny pensaba bien en ello. Y luego se había ido sin dejar una
forma en la que Danny pudiera ponerse en contacto con él.
Los comestibles eran un gesto dulce y todo eso, pero ¿y si Roman
simplemente se dedicaba, literalmente, a cuidar de pequeños humanos
indefensos y luego desaparecía con la puesta de sol?
Tal vez el asunto del compañero era solo una extraña línea de recogida que
a los vampiros les gustaba usar con los humanos desprevenidos. Hey, nene,
estás muy bien. Debes ser mi compañero.
Danny estaba inquieto por lo mucho que lo perturbaba ese pensamiento.
¿Qué importaba? Apenas conocía al tipo, sin importar cuán seguras fueran
sus feromonas vampíricas o lo que fuera que hiciera sentir a Danny de esa
forma. Entonces, ¿por qué la idea de que Roman se fuera después de solo
una noche hacia que de repente le costara respirar?
Supuso que lo que debería preocuparle era el hecho de que los vampiros
existieran, no si uno de ellos quería salir con él.
Pero a pesar de que Danny generalmente se consideraba un hombre que
creía en la ciencia (después de todo, trabajaba en el campo de la salud),
también había visto muchas… mierdas raras. A veces sucedían cosas
inexplicables en el hospital, y él siempre había creído que había más en este
mundo de lo que nadie sabía. Y realmente había querido decir lo que le
había dicho a Roman: su tiempo como enfermero le había enseñado a
confiar en sus instintos, a tolerar los golpes y a mantener la mente y los ojos
abiertos.
Entonces, los vampiros existían. Y Roman era uno de ellos. Y posiblemente,
tal vez quería que Danny también lo fuera algún día.
¿Danny podría hacer eso? ¿Aceptar intercambiar su humanidad por la vida
eterna (o al menos, él asumía que se trataba de la vida eterna) y la
oportunidad de algún tipo de amor verdadero y demoníaco? Se burló de sí
mismo mientras tomaba su último bocado de tostada francesa. Qué manera
de adelantarte, tonto. ¿Estaba realmente estresado por si aceptaría
convertirse en vampiro cuando Roman ni siquiera se lo había pedido?
Danny solo lo conocía desde hacía un día y ni siquiera tenía su número de
teléfono, por el amor de Dios.
Ya podía decir que iba a estar dando vueltas en interminables círculos
ansiosos en su propio cerebro a menos que tuviera alguna distracción. O
una nueva perspectiva.
No podía contarle a nadie todo lo que estaba pasando, pero podía contarle a
alguien un par de cosas.
Tomó su teléfono y llamó a Chloe.
—¡Danny!
—Hola, Chloe. No es demasiado temprano, ¿verdad? —Sabía que ella
había tenido el turno completo la noche anterior, pero también sabía que
no le gustaba dormir hasta muy tarde los días en que tenía la noche libre.
—Para nada, bebé. Incluso ya me he tomado mi café y todo eso. ¿Está
todo bien? Una llamada telefónica en lugar de un mensaje de texto me hace
pensar que alguien murió.
—No, todo está bien. Simplemente no tengo la paciencia para
escribirlo todo. Yo... um... ¿conocí a alguien?
El chillido que cruzó la línea telefónica fue solo un decibelio por debajo de
lo ensordecedor. —¡Oh! ¡Dios! ¡Mío! Esto es gigante. ¿Quién es? ¿Dónde lo
conociste? ¿Qué cosas sucias le ha hecho a tu cuerpito virgen?
Danny no pudo evitar reírse. —Chloe, cariño, sabes que no soy virgen.
—Lo siento —dijo ella, sin sonar arrepentida en absoluto—. Pero estoy
bastante segura de que calificas como una especie de portador de nuevo de
una tarjeta V, eso me temo. Definitivamente no te has acostado con nadie
en el tiempo que te conozco, y he estado manteniendo los ojos bien abiertos
para esa mierda.
Danny resopló al teléfono. —Tal vez lo hice y simplemente no te lo dije.
—Por favor. Como si pudieras ocultarme esas cosas. Has tenido un
caso de lo que en secreto he diagnosticado como castidad inducida por el
estrés.
—A las enfermeras no se les permite diagnosticar —replicó con voz de
sabelotodo—. Estás yendo más allá de tu ámbito de práctica.
—Muérdeme —respondió ella uniformemente—. Ahora cuéntame más
sobre este alguien.
La cosa es que Chloe no estaba exactamente equivocada. Danny no era
virgen, había cruzado ese puente en la escuela de enfermería con un chico
dulce con el que había compartido cama varias veces pero sin tener una
conexión real, pero no había tenido exactamente ninguna acción regular.
Antes de la escuela de enfermería, había tenido algunas conexiones
incómodas, en su mayoría clandestinas, en la escuela secundaria. Y luego
nada después de eso.
Su vida desde la edad adulta había sido el trabajo y el cuidado de su madre,
y si bien la mudanza de ella a las instalaciones le había dado tiempo, el
costo significaba también que tenía trabajar más horas para llegar a fin de
mes. No había tenido tiempo de conocer a alguien fuera del hospital, y no le
había interesado conocer a nadie dentro del hospital.
Y entonces Roman había entrado, todo delicioso y melancólico y salvándolo
de un asaltante.
Trató de averiguar cómo contarle a Chloe una versión higienizada y sin
vampiros en la historia. —Vino al hospital la otra noche. No como paciente.
Solo de visita. Pero entonces, anoche, alguien trató de asaltarme…
Escuchó a Chloe jadear al otro lado de la línea. —Oh, Dios mío, Danny,
¿estás bien?
—Estoy bien —la tranquilizó—. Él intervino, luchó contra el. Él
también está bien.
Ahora que se sentía consolada al saber que Danny estaba ileso, la voz de
Chloe adquirió un tono burlón. —¿Exactamente qué tan bien está?
Danny dio un suspiro exagerado. —Ni siquiera puedo decírtelo, Chlo. Es la
definición de alto, moreno y guapo. Agrega estos penetrantes ojos azules y
un olor fantástico y un cuerpo increíble.
Chloe dio un pequeño chillido de alegría. —¿Y qué tan cercano y personal
ha sido mi Danny con ese cuerpo increíble?
Danny se sonrojó, agradecido de que ella no estuviera allí en persona para
molestarlo. —Yo… lo traje a casa. Después del atraco. Se quedó a pasar la
noche ayer.
Chloe dio un grito real. —¡Sí! Sí. Buen trabajo. Dime más.
—Me hizo de comer. Nos quedamos dormidos. En la mañana
estuvimos juntos, y fue… alucinante, pero cuando me desperté de nuevo
esta tarde, él se había ido. Sin número de teléfono.
Ella hizo un sonido comprensivo. —Uf. Eso no es ideal. ¿Estás seguro de
que no te dejó su número en tu teléfono mientras dormías o algo así?
—No, no lo hizo. Lo comprobé. Y no estaba en la nota.
—¿Así que dejó una nota?
—Sí, ¿me dejó una nota para explicar las compras? Él, uhm, me
compró comestibles.
Hubo una pausa en el otro extremo, y luego: —Lo siento. Espera. ¿El
hombre te compró comestibles? ¿Mientras dormías?
—Él... um... parecía pensar que no me estaba cuidando con, entre
comillas, “comidas adecuadas”.
—Ningún argumento de mi parte. Nunca he conocido a nadie que
fuera tan bueno cuidando de los demás y tan malo cuidando de sí mismo.
Danny hizo un ruido evasivo ante esa declaración, no dispuesto a saltar a
ese argumento tan familiar.
—De acuerdo —Chloe siguió adelante—. Déjame procesar todo esto.
Conociste a un hombre soñador en el trabajo. Él te rescata de un ladrón. Te
hace la cena después del asalto. Pasa la noche. Participa en una conexión
alucinante, creo que dijiste, te compra comestibles y se va con una nota,
pero sin número. ¿Lo tengo todo?
Bueno, claramente no todo, pero eso fue todo lo que Danny pudo
compartir. —Sí, esa es la esencia.
—No lo sé, Danny. Todas las señales apuntan a un chico que está
súper prendado de ti. Lo conociste en el hospital. ¿Quizás está esperando
verte de nuevo allí?
—Pero ni siquiera trabajo las próximas dos noches —Danny pudo
escuchar el gemido petulante en su voz, pero no pudo evitarlo.
—Oh —Chloe sonaba encantada—. Puedo escucharlo. Estás
encaprichado.
—Mmph —Tal vez esta llamada telefónica fue un error.
—Todo esto es una mezcla encantadora de conmovedor y patético —
Chloe se rió—. Muy bien, hora de la solución. Te tengo. La clave es la
distracción. Iré esta noche con películas basura y comida chatarra. Y luego,
mañana por la noche saldrás conmigo. Es la celebración de cumpleaños de
Marcus y sé que él estaría sorprendido y encantado si realmente vinieras.
Te distraeremos hasta el trabajo, y si lo ves, lo ves, y si no, organizamos una
fiesta de lástima a lo “todos los hombres son una basura”.
—No puedes decir que todos los hombres son una basura cuando
tienes un marido perfecto, Chloe.
—Puedo y lo haré. Marcus incluso nos hornearía galletas para eso —
Marcus era el esposo increíblemente dulce e increíblemente amoroso de
Chloe. Así que probablemente lo haría.
De acuerdo. Distracción. Eso funcionaría, ¿verdad? No podía obsesionarse
con amantes vampiros inalcanzables si estaba siendo sociable por una vez
en su vida.
Después de que arreglaron los detalles, terminó la llamada, sintiéndose
insoportablemente agradecido por su amistad con Chloe. Sabía que podía
ser un amigo ausente, que no estaba lo suficientemente cerca como para
pasar el rato regularmente o ser una presencia constante, un hecho que le
había impedido entablar amistades con la mayoría de sus compañeros de
trabajo de manera significativa, pero Chloe lo encontraba en donde
estuviera, regocijándose cuando él estaba disponible y siendo
increíblemente comprensiva cuando no lo estaba.
Pasar las próximas dos noches con ella sería la distracción perfecta.
Ahora solo tenía que pasar las próximas cinco horas sin obsesionarse con
cierto vampiro. Podía manejar eso, ¿verdad?
Seis
Roman

Roman estaba obsesionado.


Se había obligado a mantenerse alejado de Danny por una noche. Quería
darle al chico algo de tiempo para pensar, tiempo para procesar todo lo que
había descubierto. El tiempo suficiente para procesar a Roman,
verdaderamente. Era una tortura, pero sabía que era lo correcto para
Danny.
El demonio de Roman se había enfurecido por la distancia, insistiendo en
que estuvieran cerca de su compañero. Una probada de Danny, y su
obsesión solo había crecido.
Se habían comprometido en acechar al chico.
Había vigilado la casa de Danny la noche anterior y había visto a otra
enfermera del hospital llegar con lo que parecían bolsas de comida
chatarra. Una mujer, afortunadamente, Roman no estaba seguro de que su
demonio se hubiera quedado al margen mientras otro hombre se quedaba a
solas con su compañero. Especialmente considerando que la otra enfermera
no se había ido hasta la mañana siguiente.
Pero le había recordado al demonio, y a sí mismo, que era bueno que Danny
tuviera amigos y apoyo. No iban a ser unos brutos celosos a los que les
molestaba que su compañero tuviera lazos estrechos más allá de ellos
mismos.
Y Danny era su compañero.
Ahora estaba seguro de ello, luego de lo acontecido la mañana anterior.
Después de tocar al chico, escuchar sus gemidos, saborear su liberación,
Roman nunca había experimentado algo así en sus dos siglos de vida. Su
polla se endureció al recordar la mirada en el rostro de Danny en el
momento en que se corrió con sus mejillas sonrojadas de placer.
Y también estaba el momento justo antes de que Danny se volviera a
dormir, cuando vio al demonio en los ojos de Roman y no solo lo toleró,
sino que lo tocó. Lo saludó con ojos cálidos y saciados y una dulce sonrisa.
En ese momento, Roman había sentido algo en su liberación demoníaca,
una tensión que había estado presente desde el momento en que se había
convertido y que de repente desapareció.
Había estado planeando mostrarse de nuevo esta noche (parecía ser que su
límite estaba en una sola noche lejos de é). Pero luego se sorprendió al ver a
Danny salir de la casa, luciendo más que delicioso en unos jeans negros
ajustados y una sudadera con capucha azul bebé debajo de un abrigo largo y
oscuro. Roman había tenido la tentación de interceptarlo en la entrada,
empujarlo contra la pared y aprovecharse malvadamente de él.
Pero, probablemente eso no entraba dentro de la idea de “darle espacio”,
por lo que, en cambio, había seguido discretamente a Danny mientras se
dirigía a un bar en la ciudad. Roman no había pensado que su compañero
fuera del tipo que salía mucho, tenía esa mirada de agotamiento en sí
mismo que provenía del exceso de trabajo, no de las fiestas excesivas, pero,
de nuevo, en realidad no sabía muchas cosas acerca del chico sobre el que él
y su demonio estaban tan obsesionados.
Ese pensamiento erizó los vellos de su demonio inmediatamente. Sabemos
lo suficiente. Sabemos que es dulce, suave, nuestro, nuestro, nuestro.
Sacudió a su demonio. Sí, lo entiendo, estás enganchado. Ahora silencio.
El demonio se quejó un poco más de él, pero finalmente retrocedió. Parecía
confiar ahora en que Roman no iba a salir corriendo y dejar atrás a Danny.
Confiaba en que él estaba tan adicto al chico el mismo demonio.
Roman se impacientó acechando en el estacionamiento del bar. ¿Qué
estaba haciendo? No por primera vez, se reprendió a sí mismo por no
haberle dado a Danny su número de teléfono. Un paso tan simple y obvio,
el cual había olvidado. Pero la cuestión era que, en realidad, nunca, en
todas sus décadas, había tratado de salir con alguien, de quedarse con
alguien. Nunca había necesitado dejar su información de contacto con un
amante, porque nunca había tenido la intención de regresar con uno.
Vio una cafetería al otro lado de la calle del bar, una que aparentemente
permanecía abierta hasta tarde. Perfecto.
Pidió un café al barista que parecía aburrido en el mostrador y se sentó en
una mesa junto a la ventana, una en la que pudiera ver fácilmente cuando
Danny saliera del bar.
Roman había estado sentado allí durante más de una hora, mirando por la
ventana como si la sola fuerza de su mirada fuera a hacer que su chico
apareciera, cuando alguien se deslizó en el asiento frente a él. Estaba a
punto de decirle, sin siquiera mirarlo, que encontraran una mesa en otro
lugar, cuando identificó un aroma familiar: a aire frío del océano y a pino
congelado.
Soren.
Roman inmediatamente apartó la mirada de la ventana y recorrió con la
mirada a su viejo amigo, quién estaba de repente aquí, en Colorado. Esbelto
y grácil como un gato, con una cabellera dorada que siempre mantenía
ingeniosamente alborotada, se veía incongruente en medio de la cafetería
casual, porque por supuesto que se veía así, vistiendo un maldito abrigo de
piel marrón sobre su suéter color crema.
También se veía ridículamente complacido consigo mismo.
—Hola, Roman, querido —dijo, sus ojos claros brillando—.
¿Sorprendido de verme?
—Supongo que no debería estarlo —A Soren le encantaba aparecer sin
previo aviso. Y no servía de nada preguntar cómo había encontrado a
Roman, el otro vampiro siempre había tenido una habilidad especial para
rastrear personas. Para empezar, esa era la razón por la que Roman le había
pedido a Soren que vigilara el paradero de Luc.
Su amigo rubio le dio una sonrisa positivamente malvada. —¿Cómo está ese
algo que te ha estado reteniendo en esta ciudad tan aburrida, Roma?
Román suspiró. —¿Sirve de algo mentirte al respecto?
La sonrisa de Soren solo creció. —Nop —respondió, haciendo sonar la “p”
dramáticamente—. Me temo que ya te he estado siguiendo mientras lo has
estado siguiendo a él. Es un verdadero pastelito el que encontraste por allí.
Sin embargo, realmente deberías cuidarte la espalda. Yo estaba siendo bien
descuidado siguiéndote por allí, y ni siquiera me notaste.
Roman se puso a la defensiva ante la verdad de esas palabras. No había
estado en guardia como debería, demasiado concentrado en su fascinación
por su nuevo compañero. —No era a mí a quien se suponía que debías estar
vigilando —se quejó.
La sonrisa de Soren desapareció en un instante y su expresión se volvió
seria. —Lo sé. Pero perdí el rastro de Luc hace unos días, al norte de aquí.
Creo que se dio cuenta de que lo seguía o te encontró y se percató de que
necesitaba pasar desapercibido. Podría estar en camino. O estar ya aquí.
Mierda.
El demonio de Roman tomó nota, tensándose en espiral. Desconfiaba tanto
de Lu como lo hacía Roman, y con su compañero en los alrededores…
Su demonio saltó al frente antes de que Roman pudiera detenerlo. Dejó
escapar un gruñido bajo, lo suficientemente suave como para que las mesas
circundantes no pudieran escucharlo. Soren se fijó en sus ojos negros y se
echó ligeramente hacia atrás, con los suyos abiertos de par en par. —
Mierda, Rome. Realmente te debe gustar este humano.
Roman no respondió, demasiado concentrado en hacer retroceder a su
demonio antes de que terminara volcando la mesa, irrumpiendo en el bar y
arrojando a Danny sobre su hombro como alguna clase de ogro.
—Nunca pensé que vería este día —reflexionó Soren—. Supuse que
eras material de solitario eterno, después de lo que sucedió con Luke.
—Danny es diferente —Roman odiaba lo patético que sonaba.
—Y claramente tu demonio también piensa lo mismo —Soren se
inclinó y entrecerró los ojos—. ¿Por qué, Roman? ¿te has topado con tu
compañero?"
Roman se encogió de hombros, cauteloso al verbalizar a otro vampiro lo
que él mismo acababa de confirmar.
—Pensaba que no creías en ellos —Soren se golpeó los labios con el
dedo, tratando de ocultar una sonrisa malcriada.
Roman se encogió de hombros de nuevo, todavía a la defensiva. —Puede
que haya cambiado de opinión.
Por un brevísimo parpadeo, Roman creyó ver una mirada de tristeza en los
ojos de Soren, pero antes de que pudiera registrarla por completo,
desapareció y su sonrisa irritante volvió a su lugar. —Bueno, pues, entonces
felicidades —Soren presionó una mano contra su pecho, dando un suspiro
dramático—. Mi pequeño bebé ha crecido.
Nada le gustaba más a su amigo que señalar la relativa juventud de Roman.
A pesar de la apariencia juvenil de Soren (no podía tener más de veinte
años cuando se convirtió), había sido transformado en vampiro en su tierra
natal de Dinamarca en algún momento del siglo XVII, lo que lo hacía casi
un siglo mayor que Roman.
Roman no estaba completamente seguro de cómo Soren había evitado
volverse salvaje en todo este tiempo. Pensaba que podría tener algo que ver
con el amor de su amigo hacía los excesos –ya fuera moda, clubes fiestas-,
lo que lo mantenían tan inmerso en el mundo humano. No eludía los
límites de la humanidad como lo hacía Roman: más bien abrazaba todo lo
que tenía para ofrecer.
Y, de los otros pocos vampiros que Roman había conocido, Soren parecía
ser el que menos peleaba con su demonio. Roman a veces se preguntaba si
esa aceptación de su naturaleza era su propia defensa contra la pérdida del
control.
Soren volvió a inclinarse hacia delante, interrumpiendo sus reflexiones. —
Realmente deberíamos ir a buscar a tu humano, Rome. Luc es bueno
evitando ser encontrado, cuando no quiere que lo encuentren. El hecho de
que no lo haya visto aquí no significa que no esté cerca.
Roman tuvo un momento de vacilación. Sabía que la unión hace la fuerza,
pero tanto él como su demonio se resistieron por un instante ante la idea de
dejar que otro vampiro se acercara a Danny, incluso cuando se trataba de
un amigo.
Los ojos de Soren se suavizaron un poco. Colocó su esbelta mano sobre el
brazo de Roman. —Oye. Te prometo que no voy a tocar lo que es tuyo.
Puedes confiar en mí, Rome. Solo déjame ayudarte mientras estoy aquí.
Y ahí estaba. A pesar de su tendencia al libertinaje, Soren era
increíblemente leal a aquellos que decidía que se lo merecían. Era una
lealtad que había demostrado más de una vez durante las décadas desde
que Roman lo había conocido.
—Además —continuó Soren, empujando su silla hacia atrás, lejos de
la mesa—. Con el paradero de Luc siendo desconocido, realmente no
deberías dejar que el chico se pierda de vista.
Román sabía que tenía razón. Y cuando se levantaron para irse, le inquietó
lo mucho que le gustaba la idea de tener siempre los ojos sobre Danny, el de
nunca dejar que el chico se apartara de su lado.
Su demonio ronroneó su acuerdo ante esa imagen.
Estamos jodidos, pensó Roman.

El bar al que entraron estaba justo a un paso por encima de un antro, con
una larga barra en forma de L, algunas mesas altas dispersas y una pequeña
pista de baile donde un grupo sorprendentemente animado bailaba al son
de una canción de alguna princesa del pop. Roman pensaba haber visto a
algunos de los miembros del personal del hospital de Danny. ¿Entonces
esto era una reunión de trabajo?
La mirada de Roman dejó la pista de baile e inmediatamente se posó en
Danny, como si Roman tuviera alguna clase de rastreador interno
especializado en el chico. Él estaba sentado en la barra y charlaba con su
amiga de la noche anterior –la morena bajita-, con cocteles dispuestos
frente a cada uno de ellos. Se estaba riendo de algo que ella estaba diciendo,
pero la sonrisa no llegaba a sus ojos.
Merde.
Su compañero estaba molesto por algo. La idea perturbaba a Roman, y se
devanó los sesos para pensar sobre qué podría tratarse; nada pareció surgir
en el tiempo en que Roman lo había estado observando. ¿Había pasado algo
esta noche, mientras que Roman había estado distraído en la cafetería?
Se acercó a la barra con pasos largos, Soren estaba a dos pasos detrás de él.
Se sentó a la izquierda de Danny, donde había un asiento vacío. La mirada
de Danny dejó a la mujer a su lado y aterrizó en Roman, con los ojos muy
abiertos ante su aparición inesperada en el bar.
La pequeña mujer miró a Roman, interesada en lo que parecía haber
llamado la atención de Danny. Murmuró en voz baja, pero no lo
suficientemente bajo como para que el oído de vampírico de Roman no lo
captara: —No estabas exagerando en el departamento de apariencia.
Roman reprimió una sonrisa satisfecha cuando Danny se sonrojó. Así que
su encantador compañero había estado hablando de él.
—Danny —ronroneó Roman, inclinándose más cerca para captar el
aroma delicioso de su pareja.
Danny se reclinó rígidamente. —¿Cómo supiste que estaba aquí? —
preguntó en un tono plano. Fue solo entonces que Roman notó que la
mirada en los ojos oscuros del chico, era menos acogedora.
Antes de que Roman pudiera responder, Danny miró hacia atrás y sus ojos
se posaron en Soren, con su elegancia y cabello dorado, y que sin duda
estaba sonriendo como un lunático. La expresión de su compañero
inmediatamente decayó. —Oh. Tú… tú no sabías que estaba aquí. No
debería haberlo asumido. - El músculo de la mejilla de Danny saltó cuando
apretó la mandíbula—. Bueno, no dejes que te interrumpa —Terminó,
girándose hacia su amiga.
La amiga que ahora estaba disparando dagas con sus ojos hacia Roman.
¿Danny estaba celoso? Roman estaba casi complacido con la idea, pero el
sentimiento fue mitigado por el disgusto de que Danny lo estuviera
ignorando.
Oh, no. Eso no funcionaría.
Roman tocó el hombro de Danny, y el chico se volvió hacia él, con una
mirada de desdén tan altivo en su rostro, que Roman habría estado
encantado con esa muestra de coraje, si ese desdén no hubiese estado
dirigido a él.
—Danny, este es un viejo amigo mío, Soren Iversen —explicó, en tono
pautado.
La expresión de Danny no cambió.
—Un viejo, viejo amigo — insinuó Roman—. Solíamos... cazar juntos.
En los viejos tiempos.
Los ojos de Danny se abrieron un poco cuando el mensaje pareció
asimilarse. Un ligero rubor se apoderó de sus mejillas y su expresión altiva
decayó. Envió una pequeña sonrisa de disculpa hacia Soren. —Oh. Hola.
Chico dulce.
—Adorable —susurró Soren, lo suficientemente bajo como para que
solo Roman pudiera escucharlo. A Danny le dijo: —. Encantado de
conocerte. Roman me ha hablado mucho de ti —Solo podía imaginarse la
sonrisa maníaca que Soren debía estar dirigiéndole a Danny, pero Roman
mantuvo sus ojos firmemente en su compañero.
Danny agachó la cabeza avergonzado, y su amiga enfermera le dio una
pequeña palmadita en la espalda. La mirada mortal que había estado
dirigiendo a Roman finalmente se desvaneció.
—Y yo soy Chloe —intervino ella—. Encantado de conocerlos a los dos
—Le dio un beso en la mejilla a Danny y se levantó de la barra—. Me uniré
al cumpleañero en la pista de baile.
—Y iré a tomar un trago. Los dejaré conversar —agregó Soren. Ante la
ceja levantada de Roman, le guiñó un ojo y murmuró: —. ¿Qué? No
necesitamos irnos inmediatamente. Ambos estamos aquí. Nada le pasará.
Encárgate de tu asunto, yo mismo he visto algunos especímenes
prometedores —Con eso, se dio la vuelta y se pavoneó hacia el otro extremo
de la barra, donde un cantinero alto de cabello azul y con un arete en la
nariz, comenzó a tomar su orden.
Roman se acercó a Danny, que fruncía el ceño ante su bebida. ¿Seguía
sintiéndose inseguro acerca de la presencia de Soren?
—Es verdad lo que dije —lo tranquilizó Roman—. Es solo un amigo. Él
es... como yo.
Danny puso los ojos en blanco, pero aún no se encontró la mirada de
Roman. —Lo sé. Lo entiendo. Fuiste muy sutil con la referencia a la "caza".
Vale, así que ya no estaba celoso. Sin embargo, claramente algo estaba mal.
Es solo que Roman no estaba seguro de qué era. —Entonces, ¿por qué te ves
tan molesto? —preguntó.
—No dejaste tu número —murmuró Danny, lo suficientemente bajo
como para que, incluso con su oído superdesarrollado, Roman casi no lo
entendiera.
Oh. Oh.
—Me disculpo. Eso fue una tontería de mi parte. No estoy
acostumbrado a… —empezó a decir Roman, pero Danny lo interrumpió.
—Sabías cómo contactarme. Donde trabajo, donde vivo. Y ni siquiera
tenía tu número de teléfono —Su voz se estaba haciendo cada vez más
fuerte, y Roman comenzó a sospechar que tal vez este no era su primer
cóctel—. ¿Me dices lo que me dijiste y luego simplemente desapareces? Eso
es... ¡Es una especie de jodida dinámica de poder! Y no estoy aquí para eso.
Roman estaba dividido entre la angustia de haber lastimado tan claramente
a Danny con sus acciones desconsideradas y el deleite abrumador de que el
chico claramente lo había echado de menos.
Danny lo deseaba.
Arréglalo. Calmar, proteger, nuestro, nuestro, nuestro, le siseó su
demonio.
Claro. Primero lo primero. Tranquilizar y consolar a su compañero. Pero
antes de que pudiera comenzar a explicarse, una figura familiar de cabello
oscuro los interrumpió y se abalanzó sobre Danny en el lugar que Chloe
había dejado vacante. —¿Está todo bien por aquí? —preguntó, mirando a
Roman, en tono acusatorio.
Gabe. El hermano.
Roman mantuvo sus propios ojos firmemente sobre Danny, quien ahora
estaba mirando a su hermano. Aparentemente, su compañero se portaba un
poco revoltoso cuando estaba ebrio.
La cantinera apareció de repente. —King4—dijo ella, con voz ronca—. Me
preguntaba cuándo aparecerías —Hizo un gesto con la barbilla hacia
Danny—. Durante unas horas solo ha estado Little King5 sentado por aquí.
—¿Little King? —Roman articuló hacia Danny, con una ceja levantada
en son de pregunta.
Todavía con el ceño fruncido, Danny murmuró para que solamente Roman
pudiera escucharlo: —Por nuestro apellido. Es Kingman. El chico dorado de
allí recibió el apodo de King en la escuela secundaria, y luego, cuando
aparecí cuatro años después… —Se encogió de hombros—. Solo unas pocas
personas todavía lo usan. Por lo general —Le dirigió una mirada mordaz a
la cantinera, que ahora estaba inclinada sobre la barra frente a Gabe, con
un escote impresionante—. Cuando están intentando meterse en los
pantalones de cierto alguien.
Roman se inclinó para que su hombro rozara el de Danny, listo para
terminar su conversación ahora que el hermano mayor de los Kingman
aparentemente estaba ocupado.

4
Rey.
5
Pequeño Rey.
—Lo siento mucho, mi pequeño rey —murmuró, viendo que, tras usar
el apodo, el más delicioso rubor se extendía desde las mejillas de Danny
hasta su garganta.
Que encantador.
—No estoy... acostumbrado a las citas modernas —continuó—. O a
cualquier cita, en realidad. Estoy acostumbrado a permanecer en las
sombras. No pensé en dejar mi número. Y quería al menos darte la
sensación de que tenías espacio, en caso de que lo necesitaras.
Danny, demasiado rápido y a la mitad, se dio cuenta de sus palabras. —
¿Sensación de espacio? ¿Has estado... acechándome?
Roman hizo una mueca ante ese desliz. —¿Eso te molestaría?
—No exactamente —Danny negó lentamente con la cabeza—. Sé que
debería, pero…
—Definitivamente debería —interrumpió Gabe con dureza.
Aparentemente, el hermano mayor ya no estaba tan ocupado, la cantinera
se había retirado para servirle una bebida a otra persona—. ¿Quién diablos
es este tipo, Danny? ¿Ha estado... cómo... acechándote?
Danny lanzó una mirada sorprendentemente cruel a su hermano. —No te
metas, Gabriel.
—Claro que pienso meterme cuando algún espeluznante…
—Yo tendría cuidado de a quién llamaría espeluznante, Su Alteza —
canturreó Soren, habiéndose materializado unos pasos detrás del hermano
de Danny.
Gabe miró por encima del hombro al vampiro rubio, quien, a pesar del tono
desafiante de sus palabras estaba sonriéndolo como un loco al hermano de
Danny. Jesús. Esto se estaba convirtiendo en puro caos.
—Y ahora, ¿quién diablos es este tipo? —Gabe exigió con un tono
hostil, por supuesto.
La sonrisa de Soren no vaciló. —Soy nuevo en la ciudad. Sé agradable —Dio
un paso más cerca de Gabe, respirando sutilmente mientras que parecía
inhalar el olor del hermano de Danny. Roman realmente esperaba que
fuera solo una táctica de intimidación, porque tener a Soren
obsesionándose con el hermano mayor de Danny sería como adjudicarse
problemas—. De hecho, necesito a un hombre grande y fuerte que me
acompañe afuera por un cigarrillo —continuó Soren—. Rey Gabriel,
¿verdad? Creo que encajas a la perfección.
Sorprendentemente, eso pareció suprimir el viento en el velero de Gabe.
Roman observó mientras miraba, atónito, al hombre rubio frente a él. —Es
solo Gabe. Y soy médico. ¿Yo no fumo? —Eso salió más como una pregunta.
Estaba mirando a los ojos de Soren como si estuviera hipnotizado—. Tú
tampoco deberías. Es, um, malo para ti.
—Lo sé —Los ojos claros de Soren brillaron peligrosamente—. Por eso
me gusta.
Y con eso, agarró la mano del hermano de Danny y lo arrastró hacia la
puerta trasera del bar.
Complacido de que la distracción hubiese sido manejada, Roman se volvió
hacia Danny. El chico parecía un poco atónito al ver que su hermano mayor
se alejaba tan fácilmente. —Um, tu amigo no va a... comérselo, ¿verdad?
—Un bocado delicado a lo sumo —bromeó Roman. Posiblemente
podría estar más preocupado por el hecho de que Soren se había aferrado al
hermano de su pareja, pero Roman sabía que su amigo no lastimaría
gravemente al hombre y, francamente, estaba cansado de que todas las
demás personas se hicieran con tanta cantidad del tiempo y atención de su
encantador compañero.
Danny era suyo.
—Eso no es realmente tranquilizador… —comenzó Danny.
—¿Me perdonas? —Román lo interrumpió—. ¿Por la falta de
consideración y, como diría tu hermano, el “acecho espeluznante”?
—Supongo que sí —Danny inclinó la cabeza para estudiarlo—. La
parte del número de teléfono es lo que es. Y lo siguiente... sé que debería
molestarme, pero... nunca antes había tenido a nadie cuidando de mí. No
desde que era un niño, al menos. Es… como un poco agradable.
—Te cuidaría siempre, si me lo permitieras —Roman dijo con
sinceridad cada palabra.
Danny lo señaló de forma acusadora, su mano un poco inestable. —Mira,
esa es la parte que me parece un poco irreal. Apenas me conoces. Has
vivido más de doscientos años, visto tantos lugares y cosas, y yo solo soy...
yo. Apenas he hecho nada en mi vida, ni he visto nada. Solo soy Danny.
Antes de que Roman pudiera responder y explicarle a Danny lo especial que
encontraba su amabilidad y cariño, su dulzura mezclada con fuerza, fueron
interrumpidos una vez más.
Roman apenas evitó que su demonio rugiera de frustración para que todos
lo escucharan.
Soren, que ya no sonreía, conducía a un Gabe muy pálido de vuelta a la
barra. —Rome, amigo, tenemos un problema.
Oh, merde. —¿Acaso tú…? —Los ojos de Roman se dirigieron hacia Gabe.
¿Quizás su amigo era más descuidado de lo que había pensado?
Soren dirigió la vista hacia el rostro empalidecido del hombre. —Oh, no.
Jesús. Hora y lugar, Rome. Nos encontramos con algo afuera. Su Alteza
Médica está un poco conmocionado.
—¿Que encontraste? —preguntó Danny, saltando de su taburete para
mirar a su hermano.
—Un cuerpo —respondió Soren—. Un cuerpo... muy... destrozado.
Roman sabía lo que eso significaba, aunque solo fuera por la expresión en el
rostro de Soren.
Luc había estado aquí.
Maldita sea.
Siete
Danny

Danny una vez más se encontró en el mesón de su cocina, con Roman


colocándole comida frente a él. Unas tostadas sencillas esta vez.
—Come —instó Roman—. Eso absorberá el alcohol y calmará tu
estómago.
Danny no sentía que su cuerpo necesitara nada para absorber el alcohol, -
resulta que un asesinato por sorpresa hacia maravillas para que una
persona se volviera sobria-, pero era cierto que su estómago estaba revuelto
al pensar en el cuerpo mutilado que Soren les había mostrado. No se
trataba de la sangre en sí misma, Danny había visto bastantes cosas
terribles en el hospital, sino el hecho de que la cara del cadáver le resultara
familiar.
Había sido su aspirante a ladrón.
Cuando llegó la policía, Roman le había pedido que no mencionara su
conexión con el cuerpo. —Nadie más aparte de nosotros sabe lo que sucedió
la otra noche. No es necesario que te involucres si no hay ningún motivo —
le aconsejó.
Así que Danny, junto con Soren, Gabe y Roman, habían respondido
honestamente a sus preguntas sobre su papel en el descubrimiento del
cuerpo, pero no habían ofrecido nada más sobre su historia con el hombre
muerto.
Aun así, Danny tuvo que preguntar, mientras Roman conducía su auto de
regreso a su casa, si Roman había tenido algo que ver con la muerte del
hombre. Roman, con expresión en blanco y aparentemente sin
sorprenderse ni inmutarse por la pregunta, lo miró a los ojos y dijo que no
había sido él quien lo mató. Que ni siquiera había intentado localizarlo
después de lo que pasó esa noche.
Y Danny le había creído. Simplemente así.
¿Eso lo convertía en un estúpido? ¿Poner tanta confianza en un hombre -un
vampiro- al que acababa de conocer? Probablemente. Y eso
definitivamente debería preocuparlo. Pero por alguna razón, no lo hacía.
Una prueba adicional de que eres un tonto, tonto.
Gabe casi había insistido en volver a casa con ellos, comprendiendo
rápidamente que había más en la situación de lo que nadie le estaba
diciendo, pero cuando parecía a punto de discutir con la negativa de Danny,
Soren, el amigo vampiro y estúpidamente atractivo de Roman, había
intervenido.
—Estoy de acuerdo. Deberías venir —ronroneó, con los ojos
brillantes, los labios estirados en esa sonrisa loca que parecía tener grabada
de forma permanente en el rostro—. Podría asustarme al recordar toda la
espeluznante experiencia de esta noche, y quizás necesite que alguien me
abrace.
Gabe se había retractado de inmediato, murmurando que todos
necesitaban ir a casa y dormir un poco. Danny nunca lo había visto tan
fácilmente intimidado por nadie. Había visto a su hermano defenderse con
hombres construidos como linebackers6, sin embargo, este vampiro esbelto
y supermodelo rubio, parecía asustarlo a muerte sin ningún esfuerzo.
¿Era mezquino por parte de Danny encontrar eso hilarante?
Al final, Soren tampoco había regresado con él y Roman. Había dicho que
necesitaba alimentarse, susurrándole a Roman alguna cosa sobre ir a
buscar a alguien mientras se iba.
Roman colocó una taza humeante frente a Danny, lo que le devolvió la
mente al presente.

6
Linebacker es una posición en el fútbol americano y fútbol canadiense inventada por el entrenador de fútbol
americano Fielding Yost, de la Universidad de Míchigan. Los linebackers son miembros del equipo defensivo.
—Ni siquiera sabía que tenía té —La voz de Danny sonaba hueca a sus
propios oídos.
—Compré algunos para ti —Roman lo miraba con preocupación,
como si fuera a romperse en cualquier momento.
Bueno, Danny estaba hecho de un material más duro que eso. Sacudió la
cabeza y regaló una sonrisa genuina a Roman.
—Gracias por las compras. No tuve la oportunidad de decirlo, con
todo mi asunto de “el borracho que despotrica sobre números de teléfono”.
Fue muy dulce de tu parte hacer eso por mí.
Roman solo asintió una vez, observando a Danny con la misma intensidad
de siempre. —Me gusta hacer cosas por ti. Me… me calma. Calma a mi
demonio también. El cuidarte.
Danny sintió que se le formaba un nudo en la garganta ante la admisión de
Roman. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que alguien había querido
cuidar de él? De repente se sentía al borde de las lágrimas.
Por el amor de Dios, ¿Desde cuándo se había convertido en un idiota?
Decidió culpar al estrés de esta noche y cambiar el tema de nuevo a asuntos
más urgentes. Se aclaró la garganta. —Dime por qué Soren y tú parecían tan
asustados sobre el muerto. Si no fue ninguno de ustedes quien lo mató…
Roman levantó una ceja hacia él.
—Te creo —insistió Danny—. Realmente lo hago. Pero sé que están
pasando más cosas de las que me has dicho.
Roman dio un profundo suspiro. Y con voz llena de resignación, comenzó a
explicar. —Hay una razón por la que me mudo tanto, incluso para un
vampiro. Es una razón más allá de evitar llamar la atención sobre mi falta
de envejecimiento. Sé que te dije que los vampiros tienden a quedarse
solos, aparte de los rumores sobre los compañeros apareados.
Danny asintió en reconocimiento. Recordaba cada palabra de lo que Roman
le había dicho sobre los vampiros.
—Había otro vampiro con el que solía pasar gran parte de mi tiempo,
además de Soren. Todo mi tiempo, la verdad.
A Danny se le hizo un nudo en la garganta al pensar hacia donde se estaba
dirigiendo esto. —¿Él era tu… pareja?
Los ojos de Roman brillaron con sorpresa. —¿Te refieres a
románticamente? No nada de eso. Él era mi amigo. Mi... hermano, de
verdad. Lucien. Luc.
Danny no pudo evitar el pequeño suspiro de alivio que se le escapó. Ya se
sentía como un bebé torpe en contraste con Roman y su vasta experiencia
de vida. No había manera de que pudiera competir mentalmente con un
romance de vampiros que tuviera sigos de antigüedad.
Roman continuó, ajeno a la batalla mental de Danny contra los celos. —Luc
fue quien me convirtió. Me estaba muriendo, era un soldado herido, y él...
me salvó, a su manera.
A Danny se le hizo un nudo en el estómago al pensar en Roman al borde de
la muerte. No le gustaba pensar en un mundo que no tuviera a Roman en
él.
—El propio padre de Luc lo había dejado poco después de haberlo
convertido. El mismo Luc solo había sido un vampiro durante una década
para ese momento. Prácticamente era un bebé. Pero, él seguía sabiendo
más que yo. Me ayudó a adaptarme a esta nueva... presencia... dentro de
mí. Todo lo que pidió a cambio, fue que me quedara a su lado. Creo que… se
había sentido muy solo.
La presencia dentro de Roman. Su demonio. El otro lado de este hombre, el
cual Danny había conocido hasta ahora solo en breves fragmentos. Ojos
negros, colmillos y un aura de protección feroz: una protección dirigida a
Danny.
Los ojos de Roman se habían desenfocado un poco, por una vez no estaban
perforándolo ya que estaba perdido en los recuerdos que estaba
describiendo. —Fue en la década de 1940 cuando las cosas cambiaron.
Estábamos alojados en la ciudad de Nueva York. En ese momento,
conocíamos a Soren desde hacía algunas décadas, habíamos oído hablar de
compañeros predestinados. Luc conoció a una mujer en ese lugar. Estaba
seguro, tan seguro de que ella era su compañera.
¿Roman estaba seguro de que Danny era su compañero? No había sonado
convencido cuando se lo explicó a Danny.
—Él fue feliz por un tiempo —Continuó Roman—. Ella estaba
notablemente imperturbable ante lo que éramos. Era una… aventurera.
Tempestuosa. De verdad egoísta. Amaba nuestro poder y nuestra riqueza y
lo que Luc podía proporcionarle. Tenían una especie de... juego... en
marcha. Luc intentaba convencerla de que se convirtiera. Ella se negaba. Él
parecía pensar en ello como un coqueteo prolongado, seguro de que
después de que ella se diera cuenta de que era un poco más que una
humana, se rendiría.
Roman recogió el plato vacío de Danny y luego le dio la espalda para
colocarlo en el fregadero. No se dio la vuelta. —Un día, Luc salió a cazar.
Victoria y yo salimos juntos a conducir. Le gustaba conducir rápido. Al
menos, tan rápido como podían ir los autos en esos días. Hubo un
accidente. Yo, siendo lo que soy, estaba bien, pero ella comenzó a perder
sangre muy rápido. Claramente se estaba muriendo. No había tiempo para
conseguir ayuda. Yo sabía lo que tenía que hacer, pero cuando fui a
convertirla, ella... me rogó.
Roman se giró y entonces miró a Danny, sus ojos ya no estaban
desenfocados sino tan llenos de arrepentimiento que todo lo que Danny
quería hacer era arrojar sus brazos alrededor de su vampiro y decirle que
no tenía por qué continuar.
Pero Danny necesitaba saber a qué se estaban enfrentando. Le dio a Roman
un asentimiento alentador en su lugar.
—Me rogó que no la convirtiera —explicó Roman—. Me dijo que
nunca tuvo la intención de convertirse en uno de nosotros, en convertirse
en una asesina. Que nunca quiso esta cosa dentro de ella. Así que la abracé
mientras pasaba. La dejé morir. Cuando Luc se enteró... estuvo a punto de
matarme esa noche, Yo lo habría dejado. Les había fallado a los dos. Le
negué la oportunidad de salvarse del descenso a un estado salvaje. Pero mi
demonio se negó a caer sin luchar.
Pobre Roman. Pobre victoria. Pobre Luc. Toda la situación sonaba tan
horrible que rompió el corazón de Danny.
—Unas semanas después, volvió a atacarme. Luché contra él de
nuevo, pero apenas. Y luego se fue. Desapareció durante algunas décadas. Y
un día, él simplemente... reapareció. Apareció en la ciudad en la que vivía.
Sus ojos ahora eran... completamente negros. Como si se hubiera dado por
vencido y dejado que su demonio se hiciera cargo. Mataba cuando se
alimentaba, algo que nunca antes había hecho. Dejó un rastro de cuerpos
mientras me perseguía fuera de la ciudad. Yo huí y él me persiguió. Ha sido
así desde entonces. Nunca me quedo mucho tiempo en ningún sitio. No
hago conexiones humanas. Temo lo que les haría, la venganza que
intentaría tomar.
—¿Nunca has… tratado de eliminarlo? Dijiste que los de tu clase
hacen eso, cuando uno de ustedes está perdido —Danny dudó en hacer la
pregunta. Se sentía mal sugerir que Roman asesinara a un antiguo amigo,
pero ¿Estaría su amigo todavía ahí dentro si era el demonio quien estaba
dirigiendo el espectáculo?
Román negó con la cabeza. —Por un lado, es… increíblemente difícil matar
a uno de los nuestros. Decapitación completa o muerte por fuego: esas son
las únicas formas reales. Pero más que eso… no me atrevía a hacerlo. Es mi
culpa que se haya convertido en lo que es. Fui yo quien le quitó la
oportunidad de tener estabilidad, de un futuro.
Danny se encontró sacudiendo la cabeza, levantándose de la silla y
alcanzando a Roman, pero él dio un paso atrás, con los ojos doloridos. —
Hay algo más, Danny. Más que eso. No... me importaban... los humanos
que estaba matando. Realmente no. Odiaba correr el riesgo de verme
expuesto, odiaba que no me dejara en paz, pero más allá de eso… Dejé que
una mujer querida por alguien a quien amaba muriera, y luego ignoré las
consecuencias de mis acciones. Feliz de huir de mis problemas. Te lo dije.
Incluso más allá del demonio dentro de mí… yo no soy un buen hombre.
Un sonido de angustia salió de la garganta de Danny y volvió a alcanzar a
Roman. Esta vez, Roman lo dejó. Danny dio un paso adelante y pegó su
cuerpo al frente de él, abrazándolo con fuerza. —No puedo condenarte por
tu reacción a los asesinatos de Luc. No sé qué efecto tendrá sobre la
perspectiva humana el vivir tanto tiempo como tú, pero creo… —Danny
luchó por encontrar las palabras—. Supongo que hace que sea difícil
empatizar con una vida truncada, cuando de por sí, la vida humana ya te
parece algo corta.
Cuando Roman parecía dispuesto a objetar, Danny simplemente lo abrazó
con más fuerza, interrumpiéndolo. —Pero puedo hablar de lo que hiciste
por Victoria. Hiciste honor a su elección. Esa fue su elección. Ni la tuya, ni
la de Luc. El hecho de que él haya estado mortalmente intentando hacerte
sentir culpable durante décadas, no significa que tenga razón.
Danny miró a Roman y lo vio sacudiendo la cabeza con incredulidad. —
¿Por qué no me tienes miedo? —Gruñó el vampiro—. Viste en el callejón lo
que puede hacer alguien de mi especie. Ahora sabes que estar conmigo te
pondrá en peligro. Deberías odiarme por entrar en tu vida.
Danny entrecerró los ojos. —Me niego a tener miedo de ti solo por lo que
eres. Trabajo en urgencias. He visto heridas de arma blanca, disparos,
abuso doméstico, todo lo que ha sido hecho por los mismos humanos. Los
vampiros no tienen una patente sobre los actos violentos. Un compañero
humano no necesariamente significaría un compañero seguro —Besó el
pecho de Roman, un breve beso sobre su camisa—. Me haces sentir seguro,
por raro que sea. Sé, de alguna manera, que tú y tu demonio no me harían
daño. Y sé que me protegerías de Luc si viniera a por mí. Puedo sentirlo.
Roman le sonrió entonces, tan suave y dulcemente que el aliento de Danny
quedó atrapado en su garganta. Entonces el vampiro se inclinó para rozar
sus labios sobre los de Danny, fue un beso suave que pronto se convirtió en
algo hambriento. Gruñó y tiró de Danny aún más fuerte contra él, y pudo
sentir la polla de Roman endureciéndose contra su estómago.
—Dulce chico. Gentil, mi dulce compañero humano —Roman
ronroneó en su oído después de romper el beso, arrastrando sus labios por
el cuello de Danny.
Danny se estremeció, sintiéndose derretir ante el toque de los labios de
Roman sobre su piel. ¿Cómo es que este vampiro tenía tal efecto sobre él?
Pero cuando Roman se dispuso a buscar otro beso de sus labios, Dannny
echó la cabeza hacia atrás.
Los músculos de Roman se tensaron de inmediato. Miró a Danny, mientras
que sus ojos azules buscaban en los de Danny alguna señal. Suspiró. —Hay
algo que todavía te preocupa.
Danny asintió, dudando en expresar sus preocupaciones. —No te tengo
miedo. Pero todavía hay cosas sobre toda esta... situación... que me asustan.
—Luc —siseó Roman.
—No Luc. Tu reacción a Luc. Que tú… que te irás.
Roman abrió la boca, pero Danny continuó antes de que pudiera expresar
su protesta. —Dices que te mudas constantemente. Y ahora entiendo por
qué. Pero no puedo simplemente levantarme e irme. Tengo
responsabilidades aquí. Mi mamá. Aún no la has conocido. No lo sabes,
pero... Gabe no puede manejarlo solo. Él simplemente no puede. Está en un
estado de negación. Y ella no tendrá a nadie si yo me voy.
Roman estaba sacudiendo la cabeza, sus dedos acariciando suavemente la
mejilla de Danny. —No te dejaré, Danny. Eres mi compañero. Lo sé. Lo he
sabido de alguna manera desde el primer momento en que te vi.
—Quieres decir que tu demonio lo sabía —Danny sintió la necesidad
de aclarar.
Roman ladeó la cabeza, mirando a Danny como si fuera un rompecabezas
que quisiera resolver. —¿Y esa distinción… te molesta?
—Dijiste que Luc estaba seguro de que Victoria era su compañera.
Pero sonaba como si tú no estuvieras de acuerdo…
Román gruñó. —Ah. Sí. Nunca fui un verdadero creyente, supongo. Y
había... inconsistencias. Se supone que un compañero es quién calma a tu
demonio, pero Victoria parecía simplemente... intensificar el de Luc. Estaba
más nervioso a su alrededor. Y la falta de voluntad de ella para convertirse
—Suspiró—. Pero no puedo decir si solo era yo tratando de disminuir mi
propia culpabilidad.
—Pero si Luc estaba equivocado, tú también podrías estar
equivocado. Yo podría ser simplemente otra Victoria. El hecho de que le
guste a tu demonio no significa…
Roman detuvo a Danny con otro beso. —¿De verdad crees que solo le gustas
a mi demonio, mi pequeño rey? —Oh Dios. ¿Qué tenía la voz en tono bajo
de Roman diciendo ese apodo que Danny había odiado tanto, que hacía que
su polla se endureciera de inmediato? Danny prácticamente se había
derretido la primera vez que lo dijo en el bar. Eso realmente no era justo.
Roman continuó, sin darse cuenta de que la zorra interna de Danny había
comenzado a apoderarse de su cerebro. —No es solo el demonio. Eres
encantador. Por dentro y por fuera. Amable, cariñoso, fuerte. Has dedicado
tu vida a cuidar de los demás. Sé que hay una razón por la que trabajas tan
duro, y sé que no es solo para ti mismo. Estás tan decidido a ser bueno, que
de hecho te descuidas a ti mismo —Roman le dirigió una mirada severa—.
Algo que iremos rectificando.
Roman deslizó sus manos entre los rizos de Danny, acunando su cabeza, y
dándole una mirada que sería capaz de derretir el acero. —Y para que
conste… a mi demonio no solo le gustas. Te anhela. Está obsesionado
contigo. Quiere poseerte y devorarte y nunca dejarte ir. Saldrías corriendo
como pudieras escuchar las cosas que piensa sobre ti. Lo que yo pienso
sobre ti.
El calor en la mirada de Roman combinado con lo caliente de sus
palabras... fueron suficiente. Danny estaba perdido. No más discusiones.
No más pensar. Solo necesitaba las manos y la boca de Roman sobre él.
Inmediatamente. Se estiró y agarró las manos de Roman, tirando de ellas
fuera de su cabello, y comenzó a llevar a su vampiro hacia las escaleras.
Ya había sido suficiente de hablar.
Tan pronto como entraron en la habitación, Danny estaba sobre Roman,
poniéndose de puntillas para atacar los labios del hombre más alto con los
suyos. Lo deseaba tanto. Apenas lo había probado y ya se sentía como un
adicto.
Roman gimió cuando encontró el beso de Danny con la misma ferocidad, y
Danny podía sentir la dura presión de los dedos de Roman clavándose a sus
costados. Pero a él le gustaba un poco de ese dolor. Solo servía para
intensificar el momento, para aumentar su deseo.
Danny los hizo retroceder, sin dejar que sus labios dejaran los de Roman.
Sus lenguas y dientes chocaban, caóticos y en carne viva. Fue perfecto.
Cuando sintió que la parte posterior de sus rodillas golpeaban la cama,
Roman lo empujó suavemente hasta que estuvo sentado en el borde,
recostado en el colchón sobre sus codos.
A Danny se le cortó el aliento en la garganta mientras observaba cómo
Roman se arrodillaba con gracia y lo tomaba de las caderas para acercarlo
al borde de la cama.
—Estoy a tu merced, mi pequeño rey —Ronroneó Roman, mientras
sus largos dedos comenzaban a desabrochar hábilmente los jeans de
Danny—. Me tienes de rodillas ante ti. ¿Qué quieres que haga?
Danny parecía no poder encontrar las palabras, solo miraba con los ojos
muy abiertos mientras que Roman bajaba sus jeans por encima de sus
caderas, revelando la ropa interior ya humedecida por su pene goteante.
Roman emitió un pequeño gemido de placer ante la vista, inclinando la
cabeza para acariciarle la polla a través de su ropa interior y mordiendo la
dura longitud.
Incluso a través de la tela, la boca caliente de Roman se sentía jodidamente
bien. Danny ya estaba jadeando.
—¿Qué quieres de mí, mon petit roi7? —Román volvió a preguntar—.
Soy tuyo para ordenar.
Lo quiero todo, era todo en lo que Danny podía pensar. Quería la boca de
Roman en su polla, quería que lo llenara y lo follara hasta que no pudiera
caminar.
Pero, lo que Danny dijo fue: —Deseo que me muerdas.
Bueno, mierda. ¿De dónde ha venido eso?
Pero era cierto. Danny quería la mordida de Roman.
Roman dejó de acariciarlo y miró a Danny, con los ojos azules muy abiertos.
Danny se sonrojó mientras explicaba: —Quiero saber cómo se siente. La
otra noche dijiste... dijiste que la sangre y el sexo van de la mano para ti.
Muéstrame,
—A menudo van de la mano, encanto. Pero no tienen que hacerlo.
Estaría perfectamente satisfecho con cualquier acto sexual que pueda tener
contigo, con sangre o sin ella.
Danny sintió que la duda se apoderaba de él. ¿Estaba presionando por algo
en lo que Roman ni siquiera estaba interesado? — ¿No... quieres? —
preguntó, molesto por la inseguridad en su voz.
Roman emitió un gruñido bajo, enviando un escalofrío a través de Danny.
—Oh, sí quiero hacerlo, pequeño rey. Mi demonio ha estado muriendo por
probarte otra vez desde que sanamos tu hombro. Ambos pensamos que
tienes la sangre más deliciosa de toda la creación.
Vaya. Bueno, eso era... ¿agradable? ¿Qué tan rara era su vida ahora, que se
sentía orgulloso porque un vampiro que apenas conocía pensaba que su
sangre era deliciosa?
—Entonces quiero que lo hagas.
Los ojos de Roman se oscurecieron, y luego estaba bajando la ropa interior
de Danny, revelando su dolorida polla. Soltó un gemido cuando Roman
lamió la rajita en la parte inferior antes de sumergir la lengua en la
7
Mi pequeño Rey en francés.
hendidura y juntar el líquido preseminal que se acumulaba allí. Si Danny
hubiera estado de pie, se le habrían doblado las rodillas.
—¿Qué—um—qué estás haciendo? ¿No lo harás... um... maldición...
en mi cuello? —Danny estaba teniendo problemas para encontrar las
palabras.
Volvió a mirar hacia abajo para ver a Roman dándole una sonrisa diabólica
con ojos azules brillantes. —Oh, hay muchos más lugares a los que morder
que tu cuello, niño dulce.
Danny tuvo un pensamiento repentino y horrible y no pudo evitar mirar su
pene. Roman estalló en carcajadas, en un sonido profundo y ondulante. —
No, no ahí —Dio un suave beso en la cabeza, enviando otro escalofrío a
través de Danny. Luego le abrió más las piernas y acarició la suave piel
donde su ingle se unía a su muslo.
—Aquí —Dio otro beso suave sobre el lugar.
Cuando Roman volvió a mirar hacia arriba, Danny vio que sus ojos volvían
a estar completamente negros y que sus colmillos se asomaban entre sus
labios. Pero Danny no sintió un temor mayor al de la última vez. Entonces
se dio cuenta de que Roman, -¿o era el demonio de Roman?-, estaba
esperando el permiso de Danny, dándole una oportunidad más para
retroceder. Él abrió más las piernas y asintió.
Roman gruñó, sus labios se curvaron con satisfacción, antes de agachar la
cabeza hacia el punto sensible en la piel de Danny. Danny contuvo la
respiración cuando sintió el agudo escozor de los colmillos de Roman
penetrando en él.
Antes de que pudiera concentrarse en el dolor, el ardor ya había dado paso
a una sensación de hormigueo, una que se extendía desde la mordedura
hacia el resto de su cuerpo. Mierda. Era un completo placer eléctrico que
recorría a lo largo de sus terminaciones nerviosas. Danny sintió que, si
Roman siquiera rozaba su polla palpitante, se correría de inmediato.
—Oh, Dios. Oh, santa mierda. Oh, joder —No podía dejar de
balbucear. Nunca nada se había sentido tan bien. Podía sentir su polla
goteando presemen sobre su estómago mientras registraba débilmente los
sonidos de Roman gruñendo y... ¿tragando?
Casi tan pronto como había comenzado, se terminó.
Danny sintió el toque suave y húmedo de la lengua de Roman lamiendo la
mordida y cerrando la herida. La sensación de hormigueo disminuyó,
dejando atrás una especie de satisfacción que tenía sus miembros
deshuesados.
Pero la polla de Danny todavía estaba dolorosamente dura, enrojecida y
latía contra su estómago.
—Dulce. Tan dulce —Roman prácticamente estaba ronroneando, pero
su voz sonaba diferente, más áspera y de alguna manera incluso más
profunda. Cuando Danny volvió a mirar hacia abajo para encontrarse con
esos ojos negros, se dio cuenta de que era la voz del demonio de Roman el
que le hablaba. ¿Realmente era la primera vez que escuchaba a Roman
hablando en su estado de vampiro?
Ambos se quedaron dónde estaban, mirándose el uno al otro, y luego
Danny observó cómo el demonio lamía lentamente el último hilo de sangre
de sus labios.
Danny se sintió abrumado por la necesidad de mostrar algo de aprecio. Por
darle algo a este demonio que aparentemente lo deseaba tanto, y quién
había traído a Roman al lado de Danny.
Se agachó y agarró la mano de Roman, reclinándose sobre la cama, tiró del
vampiro encima de él. Levantó la cabeza y rozó los labios de Roman con los
suyos. Era suave, vacilante.
No estaba seguro de si al demonio le gustaba besar. ¿Quizás el cariño no era
lo suyo?
Sintió el cuerpo tenso de Roman derretirse sobre el de él. Abrió los labios y
tomó el control del beso, capturando la lengua de Danny con la suya. Danny
podía sentir el sabor a cobre de su propia sangre, pero no encontraba
dentro de sí mismo que le importara de alguna forma.
Este vampiro era suyo.
Después de unos minutos, rompió el beso y apoyó su frente contra la de
Roman. —Mierda. ¿Por qué eso se sintió tan bien?
Roman soltó un gruñido y Danny observó cómo sus colmillos se retraían y
el negro de sus ojos retrocedía dejando solamente el azul brillante. —
Imagino que es algo evolutivo. Si se hace bien, un humano puede recibir un
inmenso placer de la mordedura de un vampiro. Es más fácil para nosotros
si los humanos disfrutan de nuestra alimentación de ellos. Menos
traumatismos. Es más fácil nublar sus mentes después, ajustar sus
recuerdos para que recuerden solo el placer y no la mordida.
Um. ¿Qué carajo?
—¿Pueden hacer eso? —Danny jadeó. — ¿Afectar recuerdos?
Roman dio un pequeño suspiro y acarició el cuello de Danny. —Nuestros
demonios pueden ofrecer… sugerencias, mantener compulsiones. No es
infalible. No es un control mental perfecto. Pero ayuda a que la gente deje
de temernos. De exponernos, por así decirlo.
Danny necesitaba preguntar. —¿Alguna vez has hecho eso conmigo?
Roman levantó la cabeza y miró a Danny con ojos dulces. —No, encantador
Danny. Nunca he interferido con tus pensamientos o tus emociones. Nunca
lo haría, excepto quizás para ahorrarte el dolor si alguna vez estuvieras
sufriendo.
—Anestesia de vampiro, ¿eh? —Danny soltó lo que probablemente fue
una risita inapropiada ante la idea, y Roman se rio de él. El acto hizo que la
parte inferior de sus cuerpos se rozaran, y Danny se dio cuenta de que
estaba semidesnudo y seguía estando duro como una roca. Al igual que su
vampiro.
Roman debió haber notado el cambio en su expresión, porque sus ojos se
llenaron nuevamente de calor, y comenzó a tirar de la camisa de Danny por
encima de su cabeza.
Danny se derritió contra la cama cuando Roman comenzó a derramar
suaves besos por su cuerpo, deteniéndose para lamer juguetonamente sus
pezones y ombligo. No pudo evitar reírse, pero fue rápidamente
interrumpido por un gemido cuando la siguiente parada de Roman fue
engullir la polla de Danny dentro de su boca de una sola vez.
—Mierda. Sí —La respiración de Danny se volvió irregular cuando
Roman le dio largos y fuertes succiones a su polla—. Ay, dios mío. Joder.
Rome. No voy a durar.
Roman tarareó su aprobación, enviando una ola de placer a través de su
cuerpo, luego liberó la polla de Danny de su boca con un suave sonido. —
Bien. Déjate ir, pequeño rey —Canturreó.
Danny apretó las sábanas debajo de él mientras que Roman reanudaba su
tarea con entusiasmo, envolviendo su lengua alrededor de la longitud
mientras lo chupaba sin piedad.
—Joder, joder, joder. Sí. Sí. Voy a… —Levantó una mano para tirar de
los mechones negros de Roman a modo de advertencia, pero Roman lo
ignoró, centrándose únicamente en el placer de Danny.
Danny explotó con un gemido, derramándose en la boca de Roman.
El vampiro lo miró, una vez más lamiéndose lentamente los labios, esta vez
para recoger los restos del semen de Danny. —Cada parte de ti es deliciosa
—ronroneó.
Se levantó de su posición arrodillado y comenzó a desabrocharse la camisa,
mirando a Danny con un foco desconcertante. Él solo podía observarlo
fijamente, su cuerpo deshuesado por el orgasmo. Todavía le quedaba
mucho que ver de la piel desnuda de Roman, su último encuentro había
terminado con Roman casi completamente vestido. Claro, le había sentido
cada músculo, pero cuando Roman terminó con su camisa y la sacó de su
torso, todo en lo que Danny pudo pensar fue: Oh, maldita sea.
Su vampiro era delgado pero bien musculoso, su cuerpo le recordaba a los
remadores olímpicos de la televisión por los que Danny solía babear,
cuando se dio cuenta por primera vez de que quería besar a otros chicos.
Danny se preguntó si el vampirismo contribuyó a ese físico impecable o si
Roman había sido así incluso como humano. De cualquier manera, regaló
una pequeña oración de agradecimiento a cualquier poder superior que
claramente, lo estaba recompensando cósmicamente por ser un buen chico.
—Tienes una boca bastante sucia cuando estás excitado, encantador
Danny —bromeó Roman, siguiendo con la hebilla de su cinturón. Le sonrió
a Danny mientras se bajaba los pantalones, revelando esa polla perfecta que
iba a juego con ese cuerpo perfecto.
A Danny se le hizo agua la boca al verla.
—¿Le damos a esa boca tan sucia otra cosa que hacer?
Danny gimió como el descarado que era. —Sí. Sí, por favor.
Ocho
Roman

Roman había vivido muchas vidas, más de las que merecía, pero nunca en
todo ese tiempo había visto una vista tan hermosa como su encantador
Danny recostado en la cama, sonrojado y jadeando, ansioso por probar la
polla de Roman.
Se palmeó ociosamente mientras miraba cada centímetro de su compañero.
Este dulce hombre que había besado al demonio de Roman con tanta
delicadeza, dándole la bienvenida a su cama a todo él.
Había tenido amantes excitados por su demonio antes, pero eso había sido
por la simple emoción que causaba el peligro, no por el propio Roman. Y
siempre había estado el olor subyacente del miedo en cada encuentro. Si
Roman era honesto consigo, el miedo se había sumado al placer para él,
como agregar alguna especia exótica a su plato, haciendo que la experiencia
fuera aún más deliciosa. Pero con Danny no había miedo, solo una dulce
sumisión y confianza.
El chico había cedido al placer de su mordida, había besado la cara
demoníaca de Roman sin dudarlo y luego se derritió positivamente bajo los
cuidados de Roman sobre su polla.
Dulce, compañero encantador.
Y ahora estaba allí, luciendo positivamente depravado, con las
extremidades flojas y mirando a Roman con esos grandes ojos marrones
llenos de aturdida satisfacción y deseo. Roman quería tomarlo por
completo, entrar en él y reclamarlo para sí mismo. Sabía que Danny lo
dejaría follarlo sin sentido y que le daría a Roman más de esa dulce
consentimiento y sumisión.
Pero ahora no era el momento, con Danny al borde del agotamiento por el
alcohol y el trauma general de lo acontecido esa noche.
Además, Roman quería tomarse su tiempo, otorgarle solo place. Y no
estaba seguro de tener la moderación para hacerlo en este momento.
Pero podían hacer otras cosas.
Se inclinó completamente sobre Danny y comenzó a merodear lentamente
por el cuerpo del chico, dejando caer besos y mordisqueando la carne
desnuda en su camino, sintiendo en su interior cada centímetro del
depredador, pero, por una vez no le importaba.
Le dio a Danny un último beso brutal cuando llegó a la boca del chico, y se
irguió para arrodillarse sobre su pecho. —Voy a darte mi polla ahora, mi
encantador compañero.
Danny gimió pero abrió mucho los labios, y momentos después Roman
siseó al sentir esa boca caliente sobre su pene.
Con los ojos fijos en los suyos, Danny movió la cabeza hacia arriba para
tómalo todo de él, empujándose a pesar de las leves arcadas, hasta que su
nariz quedó prácticamente presionada contra la cadera de Roman. Los ojos
de Roman rodaron hacia la parte posterior de su cabeza cuando sintió que
la garganta de Danny se tensaba alrededor de la cabeza de su polla,
mientras que el chico tragaba tentativamente.
—Merde. Mierda. Tan bueno, encantador Danny.
Danny se apartó de la polla de Roman, soltándola con un suave chasquido y
sonriéndole con los ojos llorosos. —Parece que no soy el único con una boca
sucia.
Pequeño rey descarado.
Roman enrolló su mano entre los suaves rizos de Danny, disfrutando del
pequeño jadeo que provocó de la boca de su compañero. Hacia esos
pequeños sonidos tan adorables. Roman gimió cuando Danny se relajó y
aflojó la mandíbula, dándole permiso tácito para follar su boca.
Nunca pensó que pudiera entrar al cielo, pero aquí estaba: la dulce boca de
su compañero alrededor de su polla mientras que recibía cada embestida de
castigo con pequeños gemidos de placer.
Roman no iba a durar. Había estado duro como una roca desde la primera
vez que probó la sangre de Danny, él y su demonio estaban bañados en
deseo, en pura necesidad por este chico.
—Voy a correrme, mi dulce chico.
Esperó a que Danny tirara de su agarre, pero el chico solo asintió y chupó
aún más fuerte, enviando electricidad a través de cada centímetro del
cuerpo de Roman, mientras que llegaba al orgasmo con fuera dentro de la
boca de su compañero.
Danny tragó ansiosamente cada gota, sin apartar los ojos de los de Roman,
hasta que él finalmente retiró con suavidad su ahora demasiado sensible
pene.
Perfecto, dulce, nuestro.
Roman deslizó su rodilla hacia arriba y sobre el torso de Danny,
moviéndose para acostarse de lado, frente a su pareja, y asegurándose de
que la mayor cantidad de la piel de ambos se estuviera tocando. Volvió a
meter la mano en los rizos oscuros de Danny y pasó los dedos suavemente
entre ellos.
Su demonio ronroneaba de alegría sin necesidad de palabras.
—Realmente me tienes a tu merced, pequeño rey —susurró Roman—.
Todo de mí.
Observó cómo Danny sonreía suavemente y tarareaba en reconocimiento.
Parecía disfrutar de las suaves caricias tanto como había disfrutado de que
le follaran la boca.
Que criatura tan perfecta.
Roman pensó que Danny tal vez se había quedado dormido, pero varios
minutos después, los ojos de chico se abrieron y volvió la cabeza hacia él.
— ¿Puedo pedirte un favor? —preguntó con voz soñolienta.
—Cualquier cosa por ti, encanto.
— ¿Podrías… Podrías no hacer eso con nadie más?
Roman no pudo evitar el destello de ira que lo atravesó. ¿Su compañero
realmente pensaba que follaría con alguien más? ¿Que alguna vez querría
follar con alguien más? ¿Había sido un error tan gran su desaparición del
otro día?
Necesitaba aclarar esto.
—No tocaré a ninguna otra persona de esa manera, Danny. Humano o
vampiro —gruñó—. Y espero que tú tampoco lo hagas.
Bueno, eso era mejor que decir: toca a alguien más y lo destrozaré, ¿no?
El intrépido compañero de Roman puso los ojos en blanco, de verdad. —No
estoy hablando de la parte del sexo, Sr. Gruñón. ¿Podrías no… morder a
nadie más? Dijiste que no tenías que alimentarte muy a menudo. ¿Podría
ser solo de mí? Se sentía tan... íntimo. No creo querer que hagas eso con
ningún otro ser humano.
La voz de Danny se volvió más suave a medida que avanzaba, alertando a
Roman de lo difícil que tuvo que haber sido para el chico expresar su
solicitud, aunque pusiera sus ojos descarados en blanco.
Su pecho se calentó ante esta inesperada muestra de posesividad por parte
de su compañero, y la respuesta de Roman fue fácil. —Te morderé solo a ti,
mi pequeño rey.
—¿De verdad está bien?
—Estaba bebiendo de bolsas de sangre antes de esto. No quería
arriesgarme a morder a los humanos, me sentía demasiado temeroso de
que mi demonio se fuera por la borda. Sin embargo, no temo que pase eso
contigo. Tú lo calmas, incluso en el acto de alimentarlo. Con mucho gusto te
morderé solo a ti. Y si necesitas un descanso, las bolsas de sangre me
sacarán del apuro. No me arriesgaré a lastimarte con… el uso excesivo.
No iba a complicar las cosas mencionando lo que harían cuando Danny se
convirtiera. Todavía no sabía cómo traer el tema a colación, en absoluto.
¿Cómo le pedías a un hombre tan lleno de humanidad que renunciara a esa
humanidad por ti?
Danny había dedicado su vida a los humanos: cuidando a su madre,
protegiendo a su hermano, trabajando para la comunidad como un
enfermero. Claramente no estaba listo para dejar todo eso, y podría ser muy
difícil para un nuevo vampiro estar cerca de su antigua vida.
Roman lo había intentado, y no había… salido bien. Antes de que pudieran
asentarse, alejó los recuerdos de las voces familiares que le gritaban
“¡Demonio!”. Ahora no era el momento de volverse sensiblero, no cuando
tenía a su pareja perfecta entre sus brazos.
Roman podía esperar a que su compañero estuviera listo. Esperaría a que
su compañero estuviera listo.
Danny se volvió hacia un lado y se acurrucó contra el pecho de Roman,
metiendo la cabeza debajo de su barbilla. —Gracias —susurró.
—Cualquier cosa por ti. Siempre —respondió Roman.
—¿Una cosa más? ¿Te quedarás? ¿Estarás aquí por la mañana?
—Me quedaré.
Esperó hasta que la respiración de Danny se hizo más profunda –el chico
dormía profundamente-, antes de susurrar el resto de la respuesta.
—Siempre.

Roman había estado despierto durante unas horas, contento de abrazar a


Danny y escuchar la respiración rítmica de su pareja, cuando escuchó los
sonidos de Soren regresando de su cacería.
Roman le había enviado un mensaje de texto con la dirección, bajo el
acuerdo de que Soren regresaría después de cazar y se quedaría con ellos.
Al menos hasta resolver la situación con Luc.
Eso sería una capa adicional de protección para su compañero demasiado
vulnerable.
Se desenredó suavemente de las extremidades adormecidas de Danny -su
compañero realmente se transformaba en una especie de pulpo por la
noche- y bajó las escaleras hasta la sala de estar, en donde podía escuchar
los movimientos de Soren.
Lo encontró de pie frente a una de las estanterías de Danny, examinando
los títulos. Miró hacia Roman.
—¿Te alimentaste? —preguntó.
Soren asintió, con una amplia sonrisa. —Encontré al hombre más delicioso.
Bueno —le dirigió a Roman una mirada astuta—, no tan delicioso como el
hermano mayor de tu adorable niño. Dr. Músculos, ¿no?
Roman levantó una ceja hacia su amigo. —Por favor, no compliques mi vida
persiguiendo al hermano de mi pareja. Hay muchos otros hombres en esta
ciudad a los que puedas acosar.
Soren hizo un puchero fingido. —¿Ni siquiera una probadita? Puedo hacer
que lo olvide fácilmente. El pequeño Danny ni siquiera necesitará saberlo —
Soren siempre había sido especialmente bueno con la compulsión.
Roman negó con la cabeza. —Simplemente aléjate. Por favor.
Soren abrió la boca, como si estuviera a punto de discutir, antes de volver a
cerrarla y encogerse un poco de hombros. Incluso esa pequeña resistencia
le pareció un poco extraña. En el tiempo en que Roman lo había conocido,
Soren siempre había considerado intercambiables a sus amantes humanos:
Se encaprichaba con ellos por unos momentos, y luego los descartaba de su
mente en el momento en que dejaban su cama (o club, o callejón; Soren no
era quisquilloso).
Roman estaba bastante seguro de que Soren había tenido al menos una
relación seria en su pasado, un ex vampiro del que nunca hablaba, pero que
aparentemente había logrado que se alejara por completo de los
compromisos. Excepto, por supuesto, que Soren había sido quien le contó a
él y a Luc sobre los compañeros en primer lugar.
Su pequeño amigo, a pesar de su propia frivolidad, siempre había parecido
sorprendentemente fascinado con el concepto del amor eterno.
De cualquier manera, tenían cosas más importantes de las que preocuparse
en este momento.
—¿Alguna señal de Lucien?
Soren sonrió. —¿Aparte del regalo tan considerado que nos dejó en el bar?
—¿Estamos seguros de que fue él?
—Conozco sus obras, Rome. Y tú también —Soren le dirigió una
mirada mordaz—. ¿Y sabiendo que era alguien con quien luchaste para
proteger a Danny? Le encanta esa mierda de los juegos mentales.
Roman dejó escapar un suspiro. Sabía que había sido demasiado esperar
que se tratara de una coincidencia aleatoria, pero necesitaba oírselo decir
en voz alta.
Soren inclinó la cabeza hacia un lado, estudiando a Roman. —¿Se lo
contaste todo a tu chico?
—Sí, ahora lo sabe. Toda esa historia horrible.
El rostro de Soren mostró brevemente su sorpresa antes de ocultarlo detrás
de otra sonrisa. —¿Y? ¿Te dijo lo mismo que siempre te digo yo? ¿Que no
hiciste nada malo, que Luc es solo un psicópata demasiado dramático cuya
única respuesta al aburrimiento eterno es meterse contigo?
Roman soltó una carcajada sin alegría. —No con tantas palabras, pero sí,
estuvo de acuerdo con ese sentimiento en general.
—¿Y qué hay de su conversión? ¿Accedió a eso?
Jesús, justo al corazón. Soren nunca se andaba con rodeos.
Roman se encontró cruzando los brazos sobre su pecho. —No se lo he
mencionado.
—Me estás tomando el pelo —Soren puso los ojos en blanco—. ¿Y a
qué estás esperando?
Roman caminó hacia el sofá mullido en el medio de la habitación. De
repente se sentía como que necesitaba estar sentado para tener esta
conversación. —Él no está listo.
—¿Él te dijo eso?
—Solo lo sé —¿Quién en esta tierra estaría dispuesto a convertirse en
un monstruo voluntariamente, mientras existiera otra opción?
Soren soltó una risa burlona. —Bueno, lo que sé, querido amigo, es que tu
potencial compañero es increíblemente frágil en su estado actual. A Luc le
llevaría dos segundos deshacerse de él. Permanentemente.
El demonio de Roman estaba presionando con fuerza contra su piel ante
esa idea. Danny desangrándose, Danny yaciendo muerto a sus pies. Roman
respiró hondo y lentamente, reprimiendo la rabia, luchando por recuperar
el control.
Soren siguió adelante sin piedad alguna. —Sabes que Luc se va a fijar en él.
Ya lo ha hecho, si te ha estado observando el tiempo suficiente para
presenciar esa pelea que tuviste con un delincuente menor. Te vio proteger
al chico. Sabe lo que eso significa. Si conviertes a Danny, será mucho más
fuerte. Tendrá una oportunidad real si Luc llega a atraparlo sin ti o sin mí
para salvarlo.
Roman gruñó su frustración. —Él no está listo.
—Entonces, ¿qué?... ¿Tomarás al chico y huirás?
Roman negó con la cabeza, frustrado. —Él no irá. Tiene... responsabilidades
aquí. Algo con respecto a su madre. Creo que no está bien.
— ¿Y el Dr. Músculos no puede manejar a la madre? ¿No es para eso
que están los hermanos mayores?
—Parece que no. No conozco todas las complejidades de su relación,
pero Danny parece estar haciéndolo todo solo.
Soren levantó las manos. —Bueno, Jesús, Rome, no estás dejando muchas
opciones aquí —Dudó, luego entrecerró los ojos—. A no ser que…
Roman sabía hacia dónde se dirigía, pero no estaba listo para decirlo por su
cuenta. Necesitaba que Soren terminara ese pensamiento por él. —¿A
menos que qué?
—A menos que finalmente estés listo para tratar con Luc
apropiadamente. Es la única forma real de mantenerte a ti y a Danny a
salvo.
Y ahí estaba. La única solución definitiva y permanente al problema de Luc.
Todo lo que necesita hacer Roman era asesinar a su antiguo amigo, a su
hermano vampiro, el hombre que había visto algo en él y le había salvado la
vida hace tanto tiempo en el campo de batalla.
Excepto…
—Aún no me ha matado —murmuró Roman—. Incluso después de
todo este tiempo. Realmente no lo ha intentado en décadas, no después de
los dos primeros incidentes.
—No, no lo ha hecho. Supongo que ambos tienen esa misma... lealtad
retorcida —Soren no parecía demasiado impresionado—. Pero no crees que
él se va a sentir, oh, no sé, increíblemente excitado de que encontraras a tu
compañero humano mientras que él sigue consumiéndose en una miseria
sin fin, ¿todo gracias a ti?
Roman soltó una carcajada sin humor. —Pensé que habías dicho que no
hice nada malo.
—Ambos sabemos que Luc piensa diferente. Y si bien puede que
sienta lealtad por ti, no siente lealtad hacia tu humano.
—Era mi hermano —insistió Roman.
—Tal vez sí, hace mucho tiempo —admitió Soren—. ¿Pero realmente
queda algo de Luc allí dentro, Roman? ¿Cuándo fue la última vez que
realmente hablaste con él? Si realmente se ha vuelto salvaje, le estarías
haciendo un favor.
— ¿Tu harías lo mismo por mí? —Roman preguntó a la defensiva—. Si
comenzara a molestar en tu vida, ¿me eliminarías tan fácilmente?
Soren se limitó a reír. — ¿Fácilmente? Te ha estado atormentando durante
décadas, Rome —Miró a Roman directo a los ojos—. Y sí, ¿si te perdieras a
ti mismo, si perdieras todo sentido de lo que te hace Roman y comenzaras a
amenazar a los que amos? Yo te eliminaría.
—¿Y a quién se supone que amas, Soren? —Roman se arrepintió tan
pronto como dijo las palabras. Sabía que estaba siendo injusto, volviendo
su ira contra Soren en lugar de contra sí mismo.
—Cuidado, Roman —Le advirtió Soren, su voz adquiriendo un tono
helado—. Creo que te contaría entre esos pocos. Pero incluso así, mi
paciencia tiene límites.
Y Roman debería estar agradecido por esa paciencia, y la amenaza tácita.
A veces, Roman olvidaba lo letal que era realmente su hermoso amigo.
Parecía casi delicado, con su pequeña estatura, rasgos etéreos y su talento
para la moda. Pero con la edad llegaba la fuerza, y Soren era mucho, mucho
mayor que Roman. —Mis disculpas, viejo amigo. No quise insinuar nada
con eso.
Soren suspiró levemente y rompió el contacto visual, examinando sus uñas.
—Lo hiciste, pero afortunadamente me siento magnánimo. Llévame a mi
habitación. Puedes compensarme por la mañana con unos panqueques.
Su amigo realmente amaba todo lo humano, incluso la comida.
Después de mostrarle a Soren la habitación de invitados, Roman regresó a
la habitación de Danny. Su compañero todavía dormía profundamente,
abrazando una de las almohadas con fuerza contra su pecho, como para
compensar su ausencia. Roman se deslizó debajo de las sábanas y se
acurrucó alrededor de la espalda de su compañero. Inhaló profundamente,
absorbiendo ese olor único a leche y miel que era puro Danny. Eso lo calmó
a sí mismo y a su demonio como una especie de droga.
No entendía los sentimientos que este chico despertaba en él. ¿Cómo podía
sentirse tan protector con otra criatura tan rápidamente? ¿Cómo podía
estar pensando en eliminar a alguien con quien tenía tanta historia, solo
para garantizar la seguridad de un hombre que había conocido hace apenas
una semana?
¿Y por qué no estaba más preocupado por toda esta situación?
Todo lo que sabía era que él y su demonio querían a Danny. Querían
quedárselo y harían cualquier cosa para asegurarse de que el chico
estuviera a salvo.
Cualquier cosa, prometió mientras que Danny soltaba un pequeño suspiro
y se apretaba contra Roman, buscando el máximo contacto posible incluso
mientras dormía.
Roman apretó sus brazos alrededor de su compañero, finalmente
permitiendo que sus ojos se cerraran y su cerebro se calmara.
No iba a permitir que Luc le quitara esto.
Nueve
Danny

A veces, la vida puede ser malditamente extraña.


Ese fue el pensamiento que pasó por la cabeza de Danny mientras estaba
sentado en el mesón de cocina, bebiendo su café y con el olor a panqueques
haciendo rugir su estómago. Panqueques que estaban siendo cocinados por
su antiquísimo amante vampiro, porque resultaba, que, a pesar de parecer
apenas lo suficientemente mayor para beber, Soren era mucho mayor que
Roman, y el vampiro estaba sentado en la encimera junto a la estufa dando
órdenes imperiosas.
—No los dejes reposar demasiado tiempo. Sabes que me gustan un
poco crudos —Exigió.
—Y ya sabes que pienso que eso es absolutamente vil.
—No le digas “ew”, a algo que yo digo “yummy”8, Rome.
—Ni siquiera sé a lo que te refieres —murmuró Roman.
—Que sorpresa. Menos mal que conociste a Danny justo a tiempo.
Estuviste demasiado cerca de perder tu contacto con la raza humana —
Soren le guiñó un ojo a Danny, con una sonrisa coqueta en su rostro.
Danny estaba descubriendo que le gustaba el extraño y pequeño vampiro.
Puede haberle parecido un poco... desquiciado... en el bar, pero realmente
se veía preocupado por Roman y se estaba quedando en la ciudad para
ayudar a mantener a Danny a salvo. Su cariño por Roman no parecía ser
romántico, y ese era un hecho por el que Danny estaba más que agradecido.

8
Juego de palabras que en inglés tiene más sentido: “Don’t yuck my yum”, Donde Yuck es como un sonido de asco,
y Yum, de cuando algo te gusta. AKA: Yummy.
Ni siquiera quería pensar en competir por el afecto de Roman con una
supermodelo feroz y demoníaco.
No quería pensar en competir por el afecto de Roman en lo absoluto.
No estaba seguro todavía de que había sido lo que Roman vio en él, además
de que Danny apelaba a su demonio posesivo. Danny era simplemente...
Danny. Y Roman era... tantas cosas. Había vivido tantas vidas. Y él apenas y
había estado sobreviviendo por su cuenta.
Hasta ahora.
Se había despertado envuelto en los brazos de Roman tal como el vampiro
le había prometido, y la mañana solo había mejorado a partir de ese
momento. Danny luchó contra su rubor al recordar a Roman haciéndolos
llegar al orgasmo hacía una hora, con sus manos grandes y hábiles.
Y ahora estaba cocinando para él, otra vez.
—Dime nuevamente, ¿Cómo es que sabes cocinar? —Danny
preguntó—. No creo que ser francés sea una razón de peso, cuando has
tenido doscientos años de no necesitar comer comida humana en lo
absoluto.
Roman lo miró por encima del hombro con una pequeña sonrisa que no
ayudó en nada a su sonrojo. —Tal vez me estuve preparando para el día en
que tuviera una dulce pareja humana a la cual alimentar, pequeño rey.
Soren hizo un sonido falso de arcadas, en medio de una mueca dramática.
—Ew, Roman. Hay cosas dulces y luego está la sacarina. Ahórranoslo, por
favor.
Luego, Soren miró a Danny a los ojos. —Lo que pasa con la vida más o
menos eterna, lindura, es que puede ser increíblemente aburrida.
Especialmente cuando no necesitas dormir mucho. Son increíbles las cosas
que terminas enseñándote a ti mismo. Roman, el que está aquí —Hizo un
gesto con el pulgar—. Habla ocho idiomas diferentes, cocina una variedad
incalculable de platos y, como el burro de carga que es, es un maestro del
ajedrez —Hizo rodar sus ojos azules pálidos—. Que cliché.
Danny estaba un poco perdido. — ¿Ocho idiomas? —Él mismo, tal vez,
podía hablar un poco de español. Muy mal.
Roman permaneció frente a la estufa, concentrado en los panqueques, y sin
embargo se encogió de hombros. —Soren habla seis.
Soren bufó. —No me subestimes. También toco cinco instrumentos a la
perfección, dibujo hermosos retratos y podría coserle a Danny un traje de
tres piezas si él quisiera.
— ¿Tú… coses? —Danny luchó por contener una sonrisa, pero no
pudo evitar que se colara por el sonido de su voz.
Soren lo miró arqueando una ceja dorada. — ¿Qué? ¿Acaso la costura no es
suficiente “Criatura-de-la-noche” para ti?
—No es eso. Es que eres tan… —Danny se calló.
— ¿Tan qué? —Había un destello en los ojos de Soren que le recordó a
Danny que estaba hablando con un depredador mortal, incluso si venía en
un paquete hermoso y delicado.
—Elegante —terminó Danny sin convicción. Soren, después de todo,
en este mismo momento, vestía un abrigo de piel sobre lo que parecía ser
un conjunto de pijama de seda.
El brillo mortal en los ojos de Soren se desvaneció y sonrió ampliamente.
Esa sonrisa podría resultar un poco inquietante: era una enorme y maníaca
que combinada con sus ojos añejos parecían saber más de lo que debería. —
Bueno, ¿no eres el más dulce de todos? Es cierto que no voy a rockear a los
clubes con mis creaciones caseras, pero me gusta una buena prenda cosida
tanto como a cualquier otra persona cuando me encuentro en la comodidad
de mi casa. Además, es... meditativo. Mantiene a raya a la bestia, por así
decirlo.
Eso era interesante — ¿Tu demonio? —preguntó Danny.
Soren lanzó una mirada divertida a Roman. — ¿Ahora haces que el chico le
diga así también? Que dramático eres, Rome —Volvió a mirar a Danny—.
Quiero decir metafóricamente. No veo la distinción entre los dos tan
claramente como lo hace Roman. Supongo que, en mi cabeza, a esa vocecita
sedienta de sangre que me habla, lo llamo mi vampiro interior.
— ¿Tú… hablas con la tuya? ¿Cómo lo hace Roman? —Roman le había
dicho a Danny que a veces tenía breves conversaciones con su demonio.
Soren tarareó mientras pensaba. —¿Algo así? ¿Pero que no todos hablamos
con nosotros mismos en algunas ocasiones? Es como cualquier otra voz en
tu cabeza, cualquier otro conjunto de impulsos. Como, un poco más fuerte,
un poco más claro, tal vez. Un poco más vicioso, definitivamente. Pero no
estoy tan seguro de que esté tan separado del resto de mí.
Bueno, eso sonaba un poco menos terrible que las palabras elegidas por
Roman. Pero eso trajo otra colación otra pregunta para Danny. —¿Por qué
suenas mucho más, no sé, moderno que Roman?
Danny observó cómo Roman se sonrojaba levemente mientras servía sus
panqueques. Los panqueques de Soren en sí mismos, parecían tener un
color más pálido que los que Roman estaba sirviendo para sí mismo y para
Danny. —Soren siempre ha sido mejor mezclándose con la sociedad
humana que yo, avanza con los tiempos, por así decirlo —explicó Roman—.
Si me concentro, puedo hacerlo mejor, pero, sobre todo, me siento cómodo
dejando que la gente piense que soy… excéntrico —Se encogió de
hombros—. O europeo.
—¿Qué hay del trabajo? —Preguntó Danny—. ¿Cómo es que andas
todo el tiempo con tus elegantes trajes sin que te llegue ningún ingreso? —
Tal vez era una grosería sacar el tema del dinero, pero dado el papel
molesto que tenía el dinero dentro de la vida de Danny, estaba más que un
poco curioso.
Soren habló antes de que Roman pudiera hacerlo, aparentemente feliz de
responder a todas y cada una de las preguntas entrometidas de Danny. —
Trabajamos a veces. Cuando nos da la gana.
El vampiro rubio se rio un poco mientras vertía una cantidad impía de
jarabe sobre sus panqueques. —Una vez fui un acróbata. Eso fue por
diversión. Roman una vez fue un funerario, el morboso de mierda. Pero,
sobre todo, hemos tenido tiempo para adquirir y expandir algunas
inversiones bastante cruciales —Le dio un mordisco y continuó alrededor
de un bocado de panqueque—. Además, tenemos toda esa compulsión que
ayuda a suavizar muchas situaciones. Te sorprendería lo poco tenemos que
usar el dinero si no queremos. Pero, de todos modos, no tendrás que
preocuparte por trabajar si no quieres. Básicamente tienes un vampiro
sugar daddy9, dulcecito.
Danny se encontró farfullando un poco. —Yo no… eso no… ¿qué?
Roman aún no había probado un bocado de su comida, solo había estado
mirando de un lado a otro entre Danny y Soren, como si no pudiera creer la
situación que se estaba desarrollando. —Soren —dijo ahora, con algo de
severidad—. Te estás pasando de la raya.
Soren resopló y puso los ojos en blanco. —Solo digo la verdad. No siempre
tienes que andar bailando alrededor de los todos los temas, Sr. Misterioso.
Danny sintió la necesidad de defender a su vampiro. —En realidad, Roman
ha sido bastante abierto al responder mis preguntas.
—Bueno, esa sería la primera vez —Soren miró a Danny con una
mirada extraña en sus ojos—. Abrirse nunca ha sido el punto fuerte de
Rome.
Danny sintió que su pecho se calentaba ante la idea. Roman realmente era
diferente con Danny, al parecer. ¿Por qué ese pensamiento lo hacía sentir
tan bien?
Roman se aclaró la garganta y luego murmuró: —Sin embargo, él tiene
razón. No tienes que trabajar si no lo deseas. Como tu compañero, puedo
proveer por ti.
Danny ni siquiera sabía cómo sentirse acerca de esa declaración. —Pero...
me gusta mi trabajo.
— ¿Por qué? —preguntó Soren. No sonaba burlón, solo genuinamente
curioso.

9
Papi de azúcar. Es un hombre que gasta dinero en beneficio de una relación romántica o sexual, usualmente siendo
su pareja más joven que él.
Danny se encogió de hombros, un poco incómodo por el escrutinio. Una
cosa era que contestaran todas sus preguntas, y otra cosa que lo
cuestionaran a él. Y no podía decirles toda la verdad. Aquella que lo tenía
pensando: “Porque podrías irte en cualquier momento, y entonces, ¿en
dónde quedaría yo?”. —No lo sé. Solo lo hace. Me gusta ayudar a la gente.
Me gusta estar ahí para las personas en sus peores momentos, ofreciendo
consuelo en donde puedo.
Soren frunció el ceño. —Pero no siempre puedes arreglarlos. Ustedes, los
humanos, son tan... frágiles —Entonces le lanzó una mirada a Roman, una
que Danny no pudo descifrar del todo.
—No —estuvo de acuerdo Danny—. No siempre podemos arreglarlo.
Pero siempre podemos intentarlo. Y eso es suficiente a veces.
Soren suspiró levemente ante sus panqueques. —Todo ese trabajo por vidas
que terminan tan rápido, de cualquier forma. Son pequeños destellos de
existencia.
Danny hizo todo lo posible por no sentirse ofendido. No creía que Soren
estuviera tratando de provocarlo a propósito. El vampiro rubio incluso
sonaba un poco triste ante esa idea.
Danny trató de poner en palabras algo que apenas sabía cómo expresarse a
sí mismo. —Pero esa es la cosa, sin embargo. Eso es parte de lo que lo hace
hermoso. Sabes que no dura. Así que haces lo mejor que puedes con el
tiempo que tienes. Ayuda a quien puedas, encuentras consuelo donde
puedas, amas tanto como puedas. Definitivamente puede doler. Y a veces
puede apestar lo rápido que las cosas desaparecen —Danny se avergonzó al
darse cuenta de que estaba conteniendo las lágrimas en este punto, la
discusión estaba despertando emociones que había tratado de mantener
enterradas frente a otras personas.
—Pero hay belleza en intentarlo de todos modos —insistió, con la voz
aspera.
Los ojos claros de Soren se suavizaron ante las palabras de Danny. —
Entiendo lo que Roman ve en ti, pequeño humano.
Danny no sabía cómo se sentía al ser llamado "pequeño" por alguien que
era incluso más bajo que él, pero de todos modos apreciaba el sentimiento.
Miró al otro lado de la mesa, hacia Roman. Él miraba a Danny con calor en
los ojos, luciendo orgulloso, posesivo y… algo más. Algo aún más profundo,
del que Danny no se atrevía a nombrar todavía.
Antes de que el silencio pudiera asentarse por completo sobre la mesa,
llamaron a la puerta principal. Danny frunció el ceño. No conocía a nadie
que vendría sin previo aviso. La opción más probable era Chloe, pero ella
definitivamente habría llamado primero. No era tan irreligiosa.
Roman captó su ceño fruncido, con los músculos tensándose. —¿No
esperabas a nadie?
Danny negó con la cabeza y Roman empujó su silla hacia atrás. —Quédate
aquí con Soren. Iré a abrir. Corre si te lo digo —Ordenó.
Danny abrió la boca para protestar, pero Roman le dirigió una mirada
feroz. —Correrás si te lo digo —Había acero en su tono de voz. Danny
asintió. ¿De cualquier forma, qué utilidad podría tener él en el caso de que
algún vampiro salvaje asaltara la casa?
Era… ¿cómo lo había dicho Soren? Frágil.
Danny escuchó con atención los sonidos de Roman acercándose a la puerta
principal, pero mantuvo su mirada en Soren, quien mantenía su cuerpo con
una quietud que resultaba poco natural. Inhumana.
Escucharon la puerta abrirse.
Y ambos se relajaron de inmediato cuando sonó la profunda voz de Gabe. —
¿Qué haces tú abriendo la puerta de Danny?
Oh, Jesús. Gabe nunca venía. Obviamente, no podía soportar estar en la
casa de su familia a solas con Danny. Pero, por supuesto que había decidido
irrumpir justo ahora, cuando Danny tenía a dos invitados sobrenaturales.
Danny forzó una expresión neutra en su rostro cuando los dos hombres
entraron en la cocina, Gabe seguía quejándose de Roman en voz baja.
—Gabe, ¿qué haces aquí? —exigió Danny.
Gabe pareció sobresaltarse momentáneamente al ver a Soren sentado en el
mesón de la cocina, pero rápidamente recuperó la compostura. —Quiero
saber qué diablos está pasando, Danny. ¿Por qué ustedes tres estaban
actuando tan sombríamente sobre el tipo muerto en el callejón? Quiero
saber en qué… —se volvió entonces hacia Roman—. tienes involucrado a mi
hermanito.
Danny luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco; realmente se le
iban a quedar atrapados allí arriba dada la frecuencia con la que Gabe lo
tenía haciendo rodar los ojos últimamente.
—No es alguna clase de conspiración nefasta —Aseguró a su
hermano—. Reconocí el cuerpo. Fue alguien que trató de asaltarme la otra
noche. Roman luchó contra él. Simplemente nos asustó saber que lo
conocíamos.
Los ojos de Gabe se abrieron de par en par. —¿Por qué no le dijiste a la
policía?
Danny se encogió de hombros, forzando indiferencia. —Los policías son
unos idiotas. No tenía ganas de que me interrogaran durante horas sobre
alguien a quien apenas conocía, alguien que claramente no era un buen
tipo.
—¿Y eso es todo? —Gabe miró a cada uno de ellos, tratando de
encontrar respuestas entre los rostros.
—Eso es todo —concluyó Danny.
Gabe se volvió rápidamente hacia Soren, en tono acusador. —¿Por qué tú
reconocerías al asaltante muerto cuando ni siquiera estuviste en el atraco?
Soren volvió a mirar a Gabe, con un brillo de inocencia en sus ojos abiertos
como platos, su rostro se veía sorprendentemente convincente. —No lo
reconocí. Estaba asustado del cuerpo. Pensé que Roman sabría qué hacer.
Mientras tanto, Roman había caminado alrededor del mostrador hacia
Danny y estaba acariciando su costado suavemente para tranquilizarlo.
Respiró hondo, dejándose rodear del reconfortante aroma de su vampiro.
Era tan extraño, tan agradable, tener algo apoyo externo cuando se trataba
de su familia.
Gabe apartó la vista de Soren y los miró a los dos, claramente perturbado
por su cercanía.
—¿No se supone que irías a ver a mamá esta mañana? —le preguntó a
Danny, en tono agudo.
Joder, cálmate, Gabe. Danny podía sentir a Roman tensarse detrás de él,
preparándose para ponerse en modo “novio protector”.
Espera… ¿novio?
¿Eso era lo que Roman era ahora para Danny? Danny no estaba seguro de
cómo habían pasado en un abrir y cerrar de ojos de un par de extraños a
esta especie de situación de parejas predestinadas, pero probablemente
“novios” era estar en un algún punto intermedio, ¿verdad?
—¿Por qué? —Replicó, con un tono tan agudo como el de su
hermano—. ¿Planeabas venir conmigo esta vez?
Gabe no mordió el anzuelo. —Siempre vas a verla los domingos en la
mañana —Insistió.
No sabía que Gabe le estaba haciendo un seguimiento a las visitas a su
madre. Interesante.
—Aún iré a verla. Solo estamos un poco atrasados. Voy a llevar a
Roman a conocerla.
— ¿Conocerla? —Gabe resopló—. Danny, ella ni siquiera sabrá…
Eso era todo. Suficiente. Danny estaba tan cansado de esta pelea, cansado
de que Gabe actuara como un hermano preocupado solo durante los breves
instantes en que le apetecía.
—No importa —Le espetó a su hermano—. Ese no es el punto. Elijo
creer que una parte de ella todavía me conoce. Puede que no sepa quién soy
exactamente, pero sabe que la amo. Ella siempre lo sabrá —Señaló a Gabe—
. Y probablemente ella sepa, en algún lugar en el fondo, que alguien más
que le importa no está en su vida. Entonces, si solo estás tratando de
hacerte sentir mejor diciendo que ella no sabe que no estás, que no te echa
de menos, solo quiero que sepas que creo que estás equivocado.
La mano de Roman se había movido del costado de Danny y ahora apretaba
su hombro sosteniéndolo. Así que esto era lo que se sentía ser respaldado
por alguien. Tener a alguien de su lado de una manera real. Y de repente,
Danny sintió como si no pudiera parar, que años de resentimiento estaban
a punto de estallar en una avalancha verbal. —¿Y por qué estás haciendo
este acto protector de hermano mayor, Gabe? ¡Te fuiste! Me dejaste con
mamá. Ella… Ella no estaba bien. Y ni siquiera te culpo por eso. Estabas en
la universidad, luego en la residencia, trabajando hacia tu futuro. Pero ni
siquiera te diste cuenta. Casi nunca volvías a casa, y cuando lo hacías,
simplemente te ponías una venda en los ojos. Sé que papá era tu persona
favorita, sé que algo en ti se rompió cuando murió, pero Jesús, Gabe, toma
una decisión. ¿Sigues siendo parte de esta familia o no? No puedes tener las
dos cosas. Ser mi hermano en el trabajo y un extraño el resto del tiempo,
¿para qué siquiera te mudaste aquí?
Gabe parecía afligido, y Danny perdió algo de fuerza en ese momento,
sintiéndose un poco avergonzado por haber reprendido a su hermano
frente a dos testigos. Soren los miraba a ambos absorto, con una expresión
contemplativa en su rostro.
Danny debería haber guardado todo para un momento en el que estuvieran
solos, cuando realmente pudieran conversar. Pero, ¿cuándo diablos sería
ese momento? pensó con amargura. Gabe nunca los dejaba en ese tipo de
situación de todos modos, siempre usando el trabajo o las multitudes
dentro de los bares locales como unos amortiguadores.
Danny suavizó su voz, mirando a su hermano. —Deberías... deberías venir
conmigo esta semana. A visitarla. Solo piensa en ello. Por favor.
Gabe asintió lentamente, evitando mirar los ojos de Danny. —Sí, está bien.
Lo… pensaré. Debería irme. Los i-interrumpí —Salió de la cocina sin mirar
a Danny ni una sola vez, y Danny resistió el impulso de volver a llamarlo.
Gabe necesitaba tiempo para procesarlo todo y, francamente, Danny
necesitaba tiempo para calmar el resentimiento.
El sonido de la puerta principal cerrándose resonó momentos después.
—Bueno —dijo Soren alegremente, volviendo a sonreír una vez más—.
Los humanos sí que son divertidos, ¿No, Rome?
Diez
Roman

¿Por qué los humanos insistían tanto en hacer algunos edificios tan
desagradables a la vista?
El edificio en el que estaban entrando Roman y Danny, era monótono en
esa forma particular en que lo eran los hospitales, oficinas gubernamentales
y centros penitenciarios: paredes grisáceas en el exterior, paredes beige en
el interior y alfombras color vómito por todas partes. Pero, por todo lo
demás parecía bastante agradable en lo que respectaba a lugares como
estos.
Estaba limpio, los muebles y obras de artes tenían cierta calidad, y el
personal parecía atento y amable. Roman no podía imaginar cuánto dinero
gastaba su compañero manteniendo a su madre en este sitio. Hizo una nota
mental de que tenía que convencer a Danny lo más pronto posible para que
le permitiera pagar las facturas.
Danny le había hablado después del desayuno acerca de su madre. Tenía un
tipo de demencia de aparición temprana llamada Alzheimer. La habían
diagnosticado cuando Danny estaba en la escuela de enfermería.
Roman se puso las gafas de sol en la parte superior de la cabeza —eso
evitaba que su demonio se irritara demasiado en días de sol—, y miró al
chico que caminaba a su lado. Durante todo el viaje en auto, había estado
tenso. Roman se acercó y tomó su mano, y Danny levantó la vista y le
dedicó una pequeña sonrisa de agradecimiento.
Roman estaba orgulloso de que su compañero se enfrentara a su grosero
hermano. Claramente había estado soportando demasiadas cosas por sí
solo durante demasiado tiempo.
Ya no más, prometió Roman. Su demonio ronroneó su acuerdo.
Una mujer baja y robusta con una cofia de cabello castaño, los saludó en
cuanto se acercaron al escritorio principal. Roman la vio dar una segunda
mirada al ver sus manos unidas, y luego la mujer dirigió sus ojos muy
abiertos a Danny con una gran sonrisa.
— ¿Y quién es este? —Preguntó ella.
—Este es Roman —respondió Danny tímidamente—. Él es, eh…
—Soy el novio de Danny —interrumpió Roman. “Novio” se sentía
juvenil en comparación con su verdadero título: compañero. Pero
necesitaban algún tipo de vínculo que fuera reconocible para los humanos.
Roman quería que todos supieran que este hombre le pertenecía.
La sonrisa de la mujer se hizo más grande, si es que eso era posible. —No
me dijiste que estabas saliendo con alguien, Danny —lo reprendió
suavemente.
—Es algo bastante nuevo —Explicó Danny. Roman no tuvo que mirar
para saber que su compañero se estaba sonrojando, pero lo hizo de todos
modos solo para disfrutar la forma en que el rosa se deslizaba sobre las
mejillas pecosas de Danny.
Danny se aclaró la garganta. —Roman, esta es María. Ella es la columna
vertebral de este lugar.
—Oh, pss —Ahora era Mary quien se estaba ruborizando. Dirigió una
mirada severa y fingida a Roman—. Será mejor que seas bueno con este
chico. Tiene mucha gente apoyándolo.
—Creame, yo soy uno de ellos —Roman la tranquilizó.
—Oh, me agradas.
—Ustedes dos podrán coquetear más tarde —Danny resopló, aunque
claramente estaba complacido por la aprobación de Mary—. ¿Cómo está
hoy?
El rostro de Mary se oscureció. —Me temo que no es su mejor día. No se ha
sentido muy bien estos últimos días. Tenía que ducharse esta mañana, pero
hasta ahora, cualquier intento la ha hecho... infeliz. La hemos sacado de la
cama, pero eso es todo.
Roman sintió que Danny, quién se había relajado un poco tras el inicio de la
conversación, se tensaba de nuevo. Queriendo prepararse mejor para la
visita, Roman había leído un poco sobre la condición, estaba al tanto de los
cambios de humor que podían ocurrir, y tenía la sensación de que decir
"infeliz", era una palabra muy ligera.
Danny lo miró con preocupados ojos marrones, y Roman podía decir por su
expresión que estaba pensando en posponer esta visita para otro día, pero
eso no funcionaría.
Danny tenía que saber que Roman estaría allí para él en todos los aspectos
y en cualquier situación, sin importar lo difícil que fuera.
Además, Roman y su demonio tenían una idea mucho mejor.
—Todo estará bien —Le aseguró a su compañero—. Déjame conocerla.
Podemos irnos si es demasiado para ella.
Danny asintió, agarró la mano de Roman con más fuerza y se volvió hacia
Mary. —Aun así, quisiéramos verla, por favor.
La mirada que Mary le dirigió a su compañero fue tan cálida y empática,
que Roman inmediatamente decidió que ella estaba en su lista de amigos
aprobados para Danny. Su nombre estaba justo al lado del de Chloe.
Gabe todavía tenía que demostrar que podía formar parte de la corte.
Tras un breve paseo por los pasillos, entraron en una habitación donde una
mujer que Roman pensaba tendría unos cincuenta y tanto de años estaba
encorvada en un sillón reclinable, mirando, no directamente sino más bien
más allá, un televisor dispuesto frente a ella. Otra mujer, más joven y con
bata —claramente una especie de enfermera o asistente—, estaba sentada a
su lado.
—Hola, Gladys —saludó Danny en voz baja.
La mujer se volvió bruscamente hacia ellos, y Roman pudo ver fragmentos
de Danny tanto en sus rasgos como en la expresión feroz que les dirigió.
— ¡Jack! —exclamó, con voz áspera—. ¿Qué estoy haciendo aquí? Esta
chica de aquí —señaló a la mujer más joven que estaba sentada con ella—.
Continúa vigilándome. Siempre vigilándome. No entiendo. ¿Quién la dejó
entrar aquí?
Jack. Danny le había dicho a Roman que ese era el nombre de su padre, que
a veces su madre lo confundía con una versión más joven de su propio
padre a pesar de las diferencias en las apariencias de ambos.
Danny se acercó a su madre, sonriendo suavemente. —Lo sé, Gladys. Ella
solo está aquí para ayudar a prepararte para tu día. ¿Quieres hacer eso?
Podríamos salir a dar un paseo —Dirigió su mirada a la mujer más joven—.
Puedo encargarme desde ahora, si deseas tomar un descanso.
La madre de Danny observó atentamente a la chica en uniforme mientras
se iba, luego miró hacia donde estaba Roman, claramente insatisfecha. —
¿Y este quién es? ¿Es otro que viene a vigilarme? ¡Como si fuera una
criminal!
—Este es Roman —Danny estaba manteniendo su voz suave y
tranquila. Roman estaba orgulloso de su paciencia—. Es un amigo mío.
Quería que te conociera.
— ¿Por qué harías algo así? —La voz de Gladys adquirió un tono
petulante—. ¡Ni siquiera estoy vestida! Me veo horrible. Sácalo de aquí.
Danny se giró hacia Roman, y el dolor en los ojos de su compañero fue
como un cuchillo en atravesándole el corazón. —Tal vez hoy no sea el mejor
d…
Roman apretó suavemente la mano de Danny. —Me gustaría probar algo
primero. ¿Podrías cerrar las persianas?
Danny pareció desconcertado por la solicitud. —Um. ¿De acuerdo? Pero
esto podría empeorar mucho más rápido de lo que crees —Su madre los
miraba de uno al otro, con los ojos llenos de sospecha. Pero Danny, su dulce
y confiado compañero, se acercó a las persianas y las cerró, dejando la
habitación mucho más oscura.
Justo como le gustaba al demonio de Roman.
Lo dejó libre mientras que Danny volvía con él, confiado en que su demonio
siempre se comportaría con Danny, velando por su seguridad tal como
Roman lo hacía.
Los ojos de Danny se abrieron de par en par en cuanto vio sus ojos. —
¿Tienes... tienes hambre? ¿Ahora? —Susurró con incredulidad.
Roman simplemente negó con la cabeza, dando un paso alrededor de
Danny y acercándose a Gladys. Se inclinó sobre la mujer hasta que sus
rostros quedaron a centímetros de distancia. Realmente, realmente
esperaba que esto funcionase.
Y que Danny confiaría en que no iba a morder a su madre.
—Hola, Gladys —Su demonio ronroneó. Escuchó como Danny daba
un pequeño grito ahogado. Sabía que su voz era diferente cuando su
demonio salía a poner en práctica la compulsión; era un poco más suave,
un poco más áspera. Sutil, pero por supuesto que su ingenioso compañero
podía notarlo—. Sé que estás teniendo una mañana un poco difícil —
continuó, sin romper el contacto visual con la madre de su pareja.
—Sí —Todavía sonaba petulante, pero ya no estaba tan asustada.
Bien.
—Quiero recordarte que estás segura y cuidada. Creo que eso ya lo
sabes. Soy un buen amigo de Danny. Y sé que te quiere mucho. Quiero que
lo mires y pienses mucho y muy profundamente en Danny. Tu hijo. Lo
recuerdas, sé que lo haces.
—Roman, no puedes simplemente… —La voz de Danny sonaba
ansiosa, y Roman se arrepintió momentáneamente de no haberle advertido
de lo que iba a intentar. Pero no había estado seguro de que la compulsión
funcionaría en este caso, y no había querido aumentar las esperanzas de su
compañero.
Roman había usado anteriormente sus habilidades en humanos delirantes
o aterrorizados, y sabía que su demonio podía ayudar a las personas a
acceder a ciertas partes de sus cerebros, incluidos sus recuerdos. Pero
nunca antes lo había probado en una persona con demencia, y Danny
parecía a punto de intervenir.
Pero luego, ambos vieron como la tensión abandonaba el cuerpo de Gladys.
Estaba mirando a Danny y, por primera vez, Roman pudo ver a la mujer, a
la madre, que estaba por debajo de la confusión.
—Danny, cariño —Ahora, su voz era suave y brillante—. Lo lamento.
Me… me confundí. No me di cuenta de que estabas aquí. He estado
olvidándome de las cosas otra vez, ¿no? —Ella soltó una carcajada pequeña
y triste.
Roman soltó un suspiro de alivio y miró a Danny, cuya expresión era
esperanzada y al mismo tiempo aterrorizada.
Él conocía ese sentimiento. La esperanza era aterradora.
Volvió sus ojos negros a la madre de Danny. —Ahora, creo que estabas a
punto de tomar una ducha y prepararte para dar un paseo con nosotros
dos. ¿Dejarías que alguien te ayude? Has estado enferma, no queremos que
te caigas.
Gladys asintió dulcemente y Danny rápidamente llamó a la asistente
mientras que el demonio de Roman retrocedía.
Unos momentos más tarde, cuando Roman cerró la puerta y dejó a las dos
mujeres a la tarea, Danny se giró hacia él. Lo agarró por los hombros y lo
empujó contra la pared, sin nada de delicadeza. — ¿Qué le hiciste? ¿Estás…
la estás hipnotizando? ¿Controlándola de alguna manera?
Su dulce y feroz pareja…
Roman no luchó contra el agarre de Danny, solo levantó una mano para
acariciar la cara del chico. —Lo siento, pequeño rey. No te lo dije antes
porque no estaba seguro de si resultaría. Te dije que los vampiros podemos
usar la compulsión. La he usado antes, para atravesar la confusión o el
pánico de una persona. Pensé… pensé que valdría la pena intentarlo. Tal
vez no serviría si estuviera más avanzada. Pero en esta etapa, sí, pensé que
valdría la pena intentarlo.
—Valdría la pena intentarlo —Danny repitió las palabras, todavía
luciendo aturdido y un poco enojado.
Roman tuvo otro momento de duda. ¿Realmente había hecho algo tan
malo? Estaba tan fuera de contacto con ese aspecto de la humanidad: la
familia, las emociones, el amor y la pérdida.
Volvió a intentar explicarse. —No es…permanente. Por lo que sé de su
enfermedad, el daño en su cerebro no es reversible. No es algo que yo o mi
demonio podamos detener. Pero sean cuales sean las partes de sus
recuerdos siguen allí, las que están enterradas, mi demonio puede ayudarla
a acceder a ellas un poco mejor. Claramente hay una parte de ella que
todavía te recuerda, incluso si no puede acceder a esa parte la mayoría de
las veces.
Roman esperó, conteniendo la respiración mientras que Danny lo estudiaba
durante mucho tiempo sin hablar. Entonces las manos de su compañero
suavizaron el agarre sobre los hombros de Roman. Danny seguía
pareciendo aturdido, pero la ira se había esfumado.
—Me dije a mí mismo que estaba bien si nunca me reconocía de
nuevo. Pero si… si lo hacía, saborearía cada momento, sabiendo que esta
vez podría ser la última. Y ahora puedo hacerlo. Gracias —La respiración de
su compañero se entrecortó y apoyó la cabeza contra el pecho de Roman,
dejando que su peso cayera sobre él mientras que esperaban a que su
madre se preparara para pasar el día.
—Gracias —Danny susurró nuevamente.
Roman presionó un beso en la parte superior de la cabeza de su pareja. —
Haría cualquier cosa por ti.

Una vez que Gladys salió de su habitación, recién duchada y vestida para el
día, la cuidadora los condujo a la parte trasera de las instalaciones hacia un
jardín, grande y cubierto de hierba, con un sendero para caminar que
serpenteaba alrededor de los bordes.
Los dejó para que dieran un paseo juntos. Estaba claro mientras caminaban
que, si bien Gladys ahora podía recordar quién era su hijo, no sabía la fecha
y hora. Parecía pensar que Danny todavía estaba en la escuela secundaria,
haciendo preguntas frecuentes sobre sus clases y las personas que Roman
supuso que eran amigos de Danny en ese momento.
A Roman le preocupó por un momento que ella cuestionara su propia
presencia en ese lugar, dado que a cualquiera le costaría creer que era un
adolescente, pero por los comentarios casuales que ella soltaba, parecía
suponer que él era un compañero de trabajo en el cine en que Danny
trabajo durante su adolescencia.
Sin embargo, a su compañero no parecía importarle que su madre tuviera
las líneas de tiempo alteradas.
Roman caminaba unos pasos al lado de Danny y su madre, quienes tenían
los brazos entrelazados. Los observaba de cerca, absorbiendo la alegría en
su rostro por tener a esta mujer portándose como su madre otra vez.
Y Roman podía ver el amor que había estado allí antes de que la demencia
nublara las cosas. Claramente. Gladys amaba a su hijo con tanto orgullo
como él la amaba a ella.
Tal como debería ser. Su hijo era perfecto.
Compañero perfecto, estuvo de acuerdo su demonio. Se sentía muy
orgulloso de su papel en traer tanta felicidad a Danny.
¿Había existido un amor así en la familia de Roman? Sabía que debía haber
existido, basado en el dolor que todavía sentía por perder a su familia, pero
ahora mismo apenas podía imaginar algún recuerdo en específico. Todo
estaba empañado por el tiempo y ensombrecido por lo que había sido de él.
De ellos. Solo había pocas pistas. La sonrisa de su madre. La risa de su
hermana.
Era injusto como los recuerdos felices se desvanecían tan fácilmente,
cuando todavía sentía a la perfección su pérdida.
Roman había regresado solo una vez, después de haber sido convertido.
Luc le había advertido que no lo hiciera, pero él había querido al menos
despedirse de sus seres queridos. Habían pensado que se estaba muriendo
en ese campo de batalla, y todo lo que quería era una última oportunidad
para despedirse de su madre y de sus hermanas.
Pero Roman había sido un vampiro recién convertido, incapaz de controlar
fácilmente sus nuevos instintos. Incapaz de evitar que sus ojos se
oscurecieran o la salida de sus colmillos.
—Demonio —su madre lo había llamado así, con los ojos llenos de
miedo y odio—. Tú no eres mi hijo. Un demonio ha tomado su lugar.
Lo habían echado. Y él los había dejado. Al final, había sido él quién se fue.
No había podido soportar ver a su familia tan asustada de él. De su
demonio.
No creía que la madre de Danny (al menos, como había sido antes de su
enfermedad) hubiera echado a Danny en la misma situación. Después de
todo, había algo que decir sobre la modernidad… Existía menos
superstición y miedo, al menos en algunos aspectos.
O tal vez la familia de Roman simplemente no lo había amado lo suficiente
como para combatir su propio miedo.
Salió de sus amargos recuerdos y se concentró de nuevo en el par que
estaba a su lado.
— ¿Y dónde está Gabe? —escuchó preguntar a Gladys.
Por primera vez desde que habían salido, observó una sombra pasar por los
ojos de Danny. —Salió con unos amigos, mamá.
—Ese chico. Es tan popular —Ella dio un suspiro completo ante la
idea—. ¿De verdad crees que quiere ser médico? Tal vez debería postularse
para un cargo en política en su lugar.
Danny tosió con algo de risa. —Creo que lo de ser médico podría seguir.
—¿Y tú todavía quieres ser enfermero, Danny?
—Sí, mamá.
—Bueno. Creo que serás bueno en eso. Mi niño de corazón tierno —
Ella le sonrió a su hijo.
Roman observó cómo Danny de repente detuvo a su madre en seco y la
abrazó con fuerza. Podía ver las lágrimas brotar de los ojos de su
compañero, pero Danny parpadeó para alejarlas con rapidez.
—Oh, que agradable —dijo la madre de Danny, inclinándose hacia el
abrazo—. Espero que nunca crezcas demasiado para darme abrazos como
este.
—Nunca, mamá —respondió Danny con voz espesa.
Terminaron la caminata tranquilamente y luego llevaron a Gladys a su
habitación, donde Danny acercó una silla adicional para que los tres
pudieran ver la televisión juntos.
Eventualmente, Gladys estaba lo suficientemente cansada como para que
incluso la compulsión de Roman no pudiera mantenerse entre ellos. Él y
Danny decidieron irse en silencio mientras las cosas aún estaban bien, para
evitar terminar el día con algún mal recuerdo.
Cuando salieron y la joven cuidadora regresó al lado de Gladys, Mary les
gritó: —Escuché que tuvo un gran cambio —Ella sonrió brillantemente a
Roman—. Debes ser un amuleto de buena suerte.
Lograron llegar al auto antes de que Danny se echara a llorar.
Roman empujó su propio asiento hacia atrás y jaló al chico del asiento del
pasajero, por encima de la consola, hasta sus brazos. Una vez que tuvo a
Danny firmemente sentado en su regazo, simplemente dejó que llorara,
frotándole la espalda.
Su demonio se inquietó por la angustia de su compañero, pero Roman lo
tranquilizó, los humanos necesitan llorar a veces.
Cuando las lágrimas finalmente se calmaron, Roman tuvo que preguntar: —
¿Me equivoqué al hacer eso? Pensé que sería una especie de regalo. Pero me
temo que terminé lastimándote.
— ¡No! —Danny gritó, echándose hacia atrás para mirar a Roman. Los
ojos de su compañero estaban rojos e hinchados, su rostro inflamado por el
llanto, pero seguía siendo la criatura más preciosa que Roman había visto
jamás—. No me lastimaste. Es solo que toda... la situación duele. Siempre.
Ha pasado tanto tiempo desde que tuve a mi mamá realmente... conmigo.
No pensé que volvería a suceder —Dio un resoplido—. No puedo creer que
hayas hecho eso por mí. Por nosotros.
Empezó a presionar fervientes besos en el rostro de Roman. —Gracias.
Gracias. Gracias.
Por primera vez, Roman había usado sus habilidades para algo... puro. Para
hacer feliz a otra persona. Estaba alarmado por lo bien que lo hacía sentir.
Se sentía menos como el monstruo que se estaba robando al apuesto
príncipe, y más como un hombre que tenía algo que ofrecer.
Después de presionar un beso final en la nariz de Roman, Danny metió la
cabeza en el hueco de su hombro, frotando su rostro ligeramente contra su
camisa.
—Hubo un tiempo, después de la muerte de mi papá, cuando Gabe y
yo éramos muy cercanos —La voz de Danny sonó un poco apagada, pero
Roman aún podía distinguir las palabras—. Tengo recuerdos de seguirlo a
todas partes y él me dejaba. Pero cuando estaba en la escuela secundaria,
me apartó y solo éramos mamá y yo. Nos hacíamos reír todo el tiempo. Era
tonta, cariñosa y muy inteligente. Ella era mi mejor amiga, de verdad.
Roman podía verlo claramente después de la visita de hoy. El amor y la
cercanía entre los dos. Abrazó a Danny aún más cerca mientras su
compañero continuaba.
—Fui a la escuela de enfermería aquí en la ciudad para poder estar
cerca de ella. Me preocupaba dejarla sola, y Gabe rara vez iba a casa a
visitarla. Pensaba que después de graduarme podría extender mis alas, tal
vez intentaría viajar como enfermero. Ella podría visitarme en mis
asignaciones. Y luego, cuando yo estaba en la escuela de enfermería,
empezó a olvidar. Pequeñas cosas al principio, pero luego lo suficiente
como para que empezara a preocuparme. Y, por primera vez, peleábamos:
se frustraba y avergonzaba tanto cuando le señalaba sus problemas de
memoria, y no sabía cómo hacer que se lo tomara todo en serio. Me tomó
mucho tiempo convencerla de que fuera a un médico, e incluso después de
recibir el diagnóstico, ella lo negaba. Me hizo esperar para decírselo a Gabe.
E incluso cuando finalmente lo hicimos… —Danny suspiró, su aliento
caliente soplando sobre el pecho de Roman—. Supongo que, con la
residencia y todo eso ya tenía suficiente. ¿Era como si él nunca lo hubiese
registrado realmente? Me dijo que debería avisarle si empeoraba. Pero la
cosa es que siempre estaba empeorando. Lento pero seguro. No podía
pensar en qué decirlo, así que simplemente… me enfrenté a ello solo.
El pobre compañero de Roman había sufrido solo durante tanto tiempo. El
hermano tenía mucho por lo que responder en lo que a Roman se refería.
—Y finalmente se puso lo suficientemente mal —continuó Danny—.
Comenzó a salirse de casa y a perderse, se negaba a hacer cosas básicas
como ducharse. Yo ya estaba trabajando, y el médico me dijo que
necesitaba tener una rutina y ser supervisaba. Era más de lo que yo podía
proporcionarle. Así que nos decidimos por Brookstone. Me sentí tan
culpable, y también es tan costoso que tuve que trabajar más para cubrir las
facturas, y sentía que de repente ya ni siquiera me recordaba cuando la
visitaba.
Danny se apartó para mirar a Roman, y su corazón se rompió ante la
desesperación en los ojos de su pareja. —Si ella se hubiera quedado
conmigo. Si hubiera dejado de trabajar y me hubiera ocupado de ella, ¿se
habría acordado de mí por más tiempo?
Roman extendió la mano y tomó la cara de Danny. —Dulce y encantador
chico. Sabes que no funciona de esa manera. Hiciste lo que había que hacer
para que ella recibiera la atención adecuada. Y le encontraste un buen
lugar. Un lugar de cuidado. Puedo ver eso. Sus recuerdos acerca de ti,
estaban destinados a perderse sin importar lo cerca que estuvieras de ella.
Es la triste verdad de su condición. No podrías cambiar eso.
Los ojos de Danny brillaron, pero no cayeron más lágrimas. Tal vez no le
quedaba ninguna.
—Cuando Gabe me dijo que regresaría para hacer su especialidad
aquí, pensé que volveríamos a ser hermanos, pero ni siquiera quiere ver a
mamá. Y no creo que él realmente quiera verme a mí. Me siento tan
cansado, y he estado tan, tan solo.
—Ya no estás solo, mi pequeño rey —Roman acarició la espalda de su
pareja—. Estoy aquí. Y siempre estaré aquí. Ya no tienes que hacerlo todo
solo. Lo prometo.
Danny colapsó nuevamente con su cabeza contra el hombro de Roman, y tal
vez aún le quedaban algunas lágrimas después de todo, porque podía sentir
que su camisa se humedecía en el punto en que la cabeza de su compañero
estaba presionada contra ella.
—Eres real, ¿verdad? —Preguntó Danny—. Dime que esto es real.
Dime que no vas a desaparecer en la oscuridad dentro de una semana.
Dime que eres realmente mío —Sus manos estaban agarrando la camisa de
Roman con tanta fuerza que su piel se había tornado blanca.
—Soy tuyo —prometió Roman—. Siempre tuyo.
Y era cierto.
Nada en este mundo iba a quitarle a su compañero.
Once
Danny

Danny disfrutó del chorro de agua caliente de la ducha que le golpeaba la


espalda, limpiando la suciedad de un día emotivo.
Hoy mi mamá se acordó de mí.
Todavía no podía creerlo. No había sabido cómo sentirse al principio. Su
reacción inicial, más allá de la flagrante incredulidad por lo que estaba
sucediendo, había sido furia hacia Roman por jugar con la mente de su
madre sin siquiera pedirle permiso a Danny antes.
Pero Danny no había podido aferrarse a esa ira por mucho tiempo. ¿Cómo
podría hacerlo cuando Roman claramente había querido ayudarlo? Y
claramente lo había conseguido.
Hoy mi mamá se acordó de mí.
El resto de su tiempo en el hogar de ancianos se había sentido como un
sueño. Que su madre le sonriera de nuevo. No había sido el reinicio
perfecto. No sabía qué año era, obviamente, y no había estado del todo allí,
no como solía estarlo antes. Pero aun así.
Ella lo había reconocido.
Deseaba poder decírselo a Gabe. Su hermano podía ser un idiota
desconsiderado a veces, pero merecía saber que había una forma de que su
madre todavía los recordara. Pero Danny todavía no estaba seguro acerca
de cómo tener con su hermano la conversación de: “Mi novio es un vampiro
semi-inmortal, quién a veces puede controlar las mentes, pero no siempre
de mala manera”.
¿Se le permitía incluso decírselo a Gabe? ¿Había algún tipo de código
vampírico sobre los humanos sabiendo que existían?
Danny probablemente debería preguntar al respecto en algún momento.
Aunque, en realidad, no había nadie a quien pudiera contárselo además de
a Gabe. Y tal vez a Chloe. Eso era todo. No se había dado cuenta de lo
solitaria que se había vuelto su vida hasta Roman entró en ella, y de repente
tenía a alguien más, alguien que lo abrazaba cuando lloraba y que besaba
sus lágrimas.
Sería tan fácil para Danny depender de él. Tan fácil amarlo, con su demonio
y todo. Danny probablemente ya estaba a más de la mitad del camino hacia
ese punto.
Pero, ¿y si Danny fuera solo una diversión para Roman? Un pequeño
destello de existencia, como había dicho Soren. Roman dijo que siempre
estaría con él, pero, ¿Qué quería decir con eso? ¿Roman lo seguiría
queriendo cuando Danny envejeciera y estuviera decrepito?
O... ¿querría convertirlo después de todo? ¿Danny siquiera querría eso?
Vida eterna.
Salud eterna.
Había estado allí, en el fondo de la mente de Danny, desde que su madre
recibió su diagnóstico. La idea de que tal vez le pasaría a él también.
Algunos casos de Alzheimer de inicio temprano eran genéticos. No siempre,
pero era una posibilidad.
Danny estaba aterrorizado de despertar un día y encontrarse perdiendo sus
recuerdos, sin siquiera haber vivido una vida tan plena a la cual olvidar.
Si se convertía, eventualmente tendría que dejar la ciudad. No podía
permanecer joven para siempre y esperar a que nadie lo notara. Lo que
significaría dejar a Gabe solo.
Pero Gabe había abandonado a Danny primero. Y mudarse de ciudad en
ciudad no sonaba tan horrible, no cuando Danny ni siquiera había viajado
alguna vez antes.
Sonaba maravilloso, sinceramente. El finalmente poder ver el mundo.
Y no lo haría solo. Tendría a Roman.
Roman.
Su dulce, peligroso, hombre protector.
Un hombre que lo escuchaba y lo consolaba, un demonio que lo protegía y
lo poseía. Él era todo lo que Danny nunca había tenido las agallas de
admitir que quería en una pareja.
Después de haber llorando en el auto, Roman había besado las lágrimas de
Danny y lo había llevado al cine, de todos los lugares. Un homenaje a la
madre de Danny, quien suponía que los dos trabajaban allí. Ella debió
pensar que el vampiro era el manager de Danny. Danny realmente no podía
imaginarse a su elegante amante trabajando en un lugar tan mundano, pero
Roman le había asegurado que había tenido peores trabajos a lo largo de los
siglos.
Habían visto una comedia tonta de la que Danny no pudo evitar reírse. Era
extraño, ir a una cita tan ordinaria con su amante demoníaco, después de
que dicho amante hubiese hecho desaparecer la demencia de su madre.
Danny estaba bastante seguro de que Roman lo había estado observando
más a él que a la película, pero ese no era el peor de los sentimientos.
Roman no había dejado de tocarlo en todo el día.
Una mano en su espalda, un brazo alrededor de sus hombros, un pequeño
beso en la nuca. Danny no se había dado cuenta de lo hambriento que había
estado de afecto físico, hasta que Roman lo comenzó a acariciar todo el
tiempo como si fuera su mascota personal.
Debería haber sido extraño pasar de ser apenas tocado, a este tipo de
contacto constante, pero se sentía... perfecto. Correcto. El derretirse en el
toque de Roman y ahogarse en su olor.
Sin embargo, había algunos inconvenientes.
Como estar medio duro por todo el día.
Pero ahora estaban en casa. Y Roman estaba esperando a Danny en su
habitación. Y Danny lo quería todo de él. Quería todo lo que Roman
pudiera darle.
Honestamente había querido abalanzarse sobre él tan pronto como
entraron por la puerta. Saltar a sus brazos y subirse a su vampiro como a un
árbol.
Pero se había acobardado antes de hacerlo y corrió a ducharse.
Algo acerca de ser poseído por Roman, se sentía completamente…
monumental. Como si Danny fuera a cruzar una línea de la que no podría
regresar.
Si embargo, ya había sido responsable, cauteloso y solitario el tiempo
suficiente.
Era hora de dar un salto.
Danny cerró el agua, agarró su toalla y comenzó a secarse rápidamente.
Era hora de follar a su vampiro.

Con la toalla envuelta alrededor de sus caderas, Danny abrió la puerta del
baño que conducía a su habitación, para encontrar a Roman sentado al
borde de la cama en ropa interior. Danny no pudo evitar dejar que sus ojos
recorrieran cada centímetro del cuerpo del vampiro.
Dios mío, ese hombre sí que tenía músculos.
Elegante y esbelto, pero definido de una manera que hizo que Danny
quisiera lamerlo por todas partes. Y podía hacerlo. Tenía el derecho.
Afortunado, que afortunado soy.
Danny levantó la vista de su recorrido para encontrarse a Roman
mirándolo de forma tan caliente, que Danny se sorprendió de no estallar en
llamas allí mismo.
—Suelta la toalla, pequeño rey —Ordenó Roman.
Su voz era baja y profunda, pero sus ojos seguían siendo claramente azules,
por lo que Danny sabía que Roman no estaba usando la compulsión en él;
pero, honestamente, bien podría haberlo hecho. Las manos de Danny se
deshicieron y dejaron caer su toalla antes de que su cerebro hubiera
registrado completamente la orden.
—Ven aquí.
Los pies de Danny se movieron sin su permiso, y caminó hacia adelante
hasta quedar de pie entre las piernas de Roman. Jadeó cuando brazos lo
rodearon y lo acercaron aún más. La altura de la cama los tenía al nivel de
los ojos por una vez, en lugar de que Roman se alzara sobre él.
Roman se inclinó hacia delante y Danny separó los labios, permitiendo que
el vampiro tomara la delantera y devorara su boca. Comparado con los
dulces besos gentiles que había estado recibiendo todo el día, este beso era
sucio. Crudo. Hambriento. Y Danny no podía tener suficiente, gimiendo
mientras que Roman le chupaba la lengua.
—Mi chico dulce, chico encantador —Roman susurró mientras rompía
el beso y se movía para mordisquear la oreja de Danny.
—Lo que… dijiste antes –Danny gimió—. En el auto. Dilo de nuevo.
—Soy tuyo —Ronroneó.
Ahora, Danny estaba jadeando, su pene desnudo goteaba y presionaba
contra el estómago de Roman; no pudo evitar mover sus caderas,
desesperado por algo de fricción. Una de las manos de Roman viajó desde
la cintura de Danny hasta su trasero, y luego un dedo presionó ligeramente
contra su agujero.
Gimió. No pudo evitarlo.
—Por favor —Suplicó.
— ¿Por favor qué, pequeño rey?
—Muérdeme.
Roman gruñó, literalmente gruñó, y la mano que no estaba en el trasero de
Danny se alzó y le agarró la parte delantera del cuello, con firmeza, pero sin
ser duro, Roman era claramente consciente de su propia fuerza.
Inclinó la cabeza de Danny hacia un lado. Él se estremeció. Aparentemente
esta vez iban con el clásico lugar de mordida, y no podía esperar por ello.
Observó cómo los ojos de Roman se volvían negros.
Y luego todo el cuerpo de Danny estaba cantando cuando Roman lo mordió.
El hormigueo se extendió desde su cuello hasta cada parte de su ser. Sintió
como sus pelotas se tensaban y su polla goteaba todavía más.
¿Por qué se sentía tan jodidamente bien?
Danny supuso que Roman no necesitaba mucho, ya que esa semana ya se
había alimentado de él, y no pasó mucho tiempo antes de que el vampiro
alzara la cabeza, con sus ojos negros y los labios ensangrentados.
—Mío —gruñó, con sus ojos negros feroces.
—Sí. Soy tuyo —Respondió Danny sin aliento. Era cierto, le gustara o
no. Pero sí le gustaba. Saber que le pertenecía a este ser tan letal.
Luego, Danny estaba siendo empujado sobre la cama, Roman yaciendo
sobre él. Sus ojos volvieron a ser azules, pero sus pupilas estaban
hinchadas, y Danny apenas podía decir que no eran de completamente de
color negro.
—Mío —repitió Roman, como para verificar que Danny sabía que les
pertenecía a ambos: al demonio y al hombre.
—Tuyo —Coincidió—. Muéstrame. Hazme sentirlo.
Y entonces Roman le estaba sonriendo, y la vista le quitó el aliento a Danny.
El vampiro comenzó a besar su cuerpo, deteniéndose para saborear sus
pezones con la lengua, dejándolo tembloroso. ¿Quién imaginaría que su
cuerpo era tan sensible?
Nunca se había sentido así antes, nunca con nadie más.
Roman ignoró deliberadamente la polla endurecida y sonrojada de Danny
mientras continuaba su viaje hacia abajo, besando y lamiéndole el interior
de los muslos en su lugar.
Torturó a Danny de esa manera por lo que pareció una eternidad antes de
que manos fuertes le agarraran la parte posterior de los muslos y los
levantaran, doblándolo prácticamente por la mitad, presionándolo contra el
colchón.
Y luego la lengua de Roman estaba invadiendo su agujero, lo estaba
lamiendo, besando y chupando en ese lugar.
Danny lanzó un grito desgarrador, todo su cuerpo temblaba por las
atenciones de Roman. —Ohhh, Dios mío. Mierda. Joder, joder. Roman. Por
favor.
— ¿Por qué cada parte de ti sabe tan dulce? —Roman gruñó contra él,
alejando su lengua y presionando la punta de un dedo sobre la entrada de
Danny.
—Por favor, Roman. Por favor. Jódeme Por favor —Danny no se
sentía avergonzado de sus propias súplicas.
—Tengo la intención de hacerlo —Le prometió Roman—. ¿En dónde
está tu lubricante, pequeño rey?
El cerebro de Danny se había apagado por completo. —Yo no… ¿qué? No
me importa. Sólo fóllame.
Danny gritó cuando Roman propinó un azote ligero sobre su trasero. —No
voy a romperte por ser descuidado. Lubricante.
Claro. Nada de romper a Danny. Ese era un buen pensamiento. —En el
cajón junto a la cama.
Roman soltó los muslos de Danny, se estiró y le pasó por encima hasta
llegar a su mesita de noche. El vampiro se detuvo y miró en el interior. —
Siendo un vampiro no puedo transmitirte enfermedades, pero si deseas yo
puedo…
—No —Danny lo interrumpió, sabiendo para donde iba esto—. Sin
condones. Solo tú. Necesito que me llenes. Ahora. Por favor.
Román se río. —Compañero impaciente. Eres tan demandante.
—Sí. Demandante. Te exijo que me folles.
—Cómo ordenes, mi pequeño rey.
Roman se deslizó hacia abajo, retomando con gracia su posición anterior, y
usó una mano para empujar el muslo de Danny hacia atrás, y presionar un
dedo resbaladizo dentro de él. —Tan apretado —murmuró.
Danny gimió. —Más. Dame más.
Roman empujó otro dedo dentro de él y comenzó a abrirlo, sus acciones
eran sorprendentemente gentiles considerando cuán ferozmente había
estado lamiendo el agujero de Danny.
Danny dejó que continuara durante lo que pareció una eternidad, hasta que
no pudo esperar más. —Es suficiente —jadeó—. Lo juro. Por favor. Fóllame
ya.
Usó sus propias manos para tirar de sus muslos hacia atrás, manteniéndose
abierto para su amante vampiro.
Esa acción fue suficiente para romper el control de Roman. —Merde —
Gruñó.
Y luego estaba deslizando su mano lubricada sobre su polla, y presionando
la gorda cabeza contra la entrada de Danny.
Roman se empujó hacia adelante, lenta pero persistentemente, hasta que
estuvo hundido hasta la empuñadura.
—Sí —Danny gimió. Se sentía tan lleno. Tan jodidamente lleno.
—Tan. Malditamente. Apretado —Roman se detuvo, con el cuerpo
temblando mientras trataba de contenerse. Le dio a Danny el tiempo para
adaptarse a su tamaño, a la plenitud que estaba muy cerca de ser
demasiado.
Casi demasiado.
—Puedes moverte —susurró Danny, dando un movimiento
experimental—. Estoy listo.
Roman tiró hacia atrás hasta que salió casi por completo y luego volvió a
empujarse con fuerza. Gimió bajo y profundo. —Perfecto.
Luego estaba follando furiosamente a Danny, era salvaje y más que un poco
doloroso, pero Roman tenía razón: era jodidamente perfecto. Danny nunca
se había sentido tan completamente poseído antes.
Su experiencia limitada con la penetración se había sentido bien, había
tenido un orgasmo y todo eso, pero eso era todo. Era una de las razones por
las que no se había esforzado por encontrar conexiones después de la
escuela de enfermería. El sexo era agradable, pero no algo esencial.
Pero esto. Mierda.
Roman se lo estaba follando como algo primitivo, abrumador, animal.
Danny gemía cada vez que la polla de Roman rozaba su próstata. Pensaba
que quizás podría correrse sin ser tocado.
Sin embargo, no tuvo la oportunidad de averiguarlo, porque Roman de
repente estaba agarrando la polla de Danny, masturbándolo al mismo ritmo
que sus embestidas.
—¡Mierda! —exclamó Danny.
—No voy a durar mucho más —Jadeó Roman—. Córrete para mí, mi
chico dulce. Mi chico encantador. Córrete.
Y Danny hizo lo que le dijeron, corriéndose con tanta fuerza e intensidad
que apenas registró el ritmo vacilante de las caderas de Roman y el
profundo gemido del vampiro mientras que lo presionaba contra la cama y
lo llenaba con su semen.
Cuando Danny volvió en sí, Roman todavía estaba encima de él, seguía
dentro de él y lamía el sudor del cuello de Danny mientras murmuraba para
sí mismo. —Mi dulce compañero. Compañero perfecto. Compañero
encantador.
—Mmm —fue todo lo que Danny pudo decir en respuesta.
Roman salió suavemente de él y se apoyó en los codos, mirándolo con la
preocupación grabada en su rostro. —¿Te lastimé? Sé que fui... fui
demasiado brusco. Lo siento. Yo solo…
Danny encontró la energía para levantar la mano y acariciar un lado de la
cara de Roman. —Shh. No, no fuiste demasiado rudo. Me… me gustó. Me
gusta cuando duele un poco. Realmente no sabía eso sobre mí antes de
conocerte, pero es la verdad. El dolor lo hace sentir más real, supongo.
Roman acarició su mano. —Eso es porque fuiste hecho para mí. Y yo para
ti.
Bueno, joder.
¿Qué se suponía que debía hacer Danny con eso? Estaba tan perdido por
cada parte de este hombre, de este demonio.
La posesividad violenta, el deseo animal, la dulce preocupación.
Tal vez todo esto terminaría implosionando. Tal vez Danny descubriría que,
después de todo, solo era una distracción. Pero iba a meterse de lleno de
todos modos; esto no acabaría por falta de intentos de su parte.
Realmente sentía lo que había dicho.
Le pertenecía a este vampiro, y solo podía esperar que este vampiro le
perteneciera a él.
Mientras Roman lo quisiera, Danny sería suyo.
Doce
Danny

—Después de que le di el Zofran, dejó de vomitar por todas partes,


pero me arrojó su bolso cuando no la dejé comer nada. Tuvimos que mover
todas sus pertenencias fuera de su alcance.
—Bueno, ese es un… informe realmente encantador. Gracias, Danny.
El sarcasmo era pesado en este caso. —Perdón por dejarte con un paciente
duro.
La enfermera al otro lado de la línea dio un suspiro exagerado. —Es solo la
trágica suerte de la vida. De verdad, lo entiendo. Cuestión de azar. Envíala
cuando estés listo. Veré si el médico de guardia le da una orden de dieta
para que pueda comer algo.
—Te amará para toda la vida —Respondió Danny alegremente—. Qué
tengas una buena noche.
Danny aseguró un transportador para su paciente, luego se desinfló en su
silla en medio de un profundo suspiro. Amaba su trabajo, pero algunas
noches podía ser muy exhaustivo. Por suerte, esta noche parecía estar
desacelerándose.
No ayudaba que tuviera otro lugar en el que realmente preferiría estar.
O más bien alguien con quien preferiría estar.
Su vampiro. ¿Su... compañero?
Su compañero vampiro que lo había estado tratando como algo precioso
durante todo el día… Danny se había despertado con una boca cálida y
húmeda alrededor de su polla. En su libro, esa forma de empezar el día se
ganaba una estrella de oro.
Roman había jugado con él hasta el punto de que había estado rogando que
lo follaran, pero luego insistió (bastante malvadamente), en que Danny
terminaría demasiado dolorido después de lo de la noche anterior. Las
desventajas de un cuerpo humano frágil, supuso Danny. En su lugar,
Roman se lo había tragado, llevándolo al orgasmo con una succión dura y
furiosa que lo había dejado tembloroso.
Luego le preparó el desayuno a Danny.
De verdad que podía acostumbrarse.
Soren incluso se había unido a ellos para desayunar, esta vez sin que Gabe
los interrumpiera. Danny no había sabido nada de su hermano después de
la confrontación que tuvieron la mañana anterior, y no estaba seguro de
estar listo todavía. Había estado sintiendo algo de culpa por la forma en que
habían dejado las cosas, pero no tanto como había pensado que tendría.
Después de todo, fue Gabe quien llevó su relación hasta ese punto.
Para ser un viejo vampiro ligeramente trastornado, Soren era un
compañero de habitación sorprendentemente agradable. Incluso lavaba los
platos después del desayuno. Danny no estaba exactamente seguro de a
donde se iba el amigo de Roman en horas de la noche. ¿A cazar a Luc? ¿A
cazar sangre? ¿A cazar alguna aventura?
Pero probablemente era mejor que Soren no estuviera presente para la
evidencia de las actividades extracurriculares que tuvieron la noche
anterior. Ya era bastante malo que los hubiera escuchado esta mañana,
pero Danny no había estado precisamente callado mientras lo follaban
como nunca.
Danny luchó contra el sonrojo al pensar en ello. También luchó contra el
resentimiento de tener que esta en el hospital en lugar de encontrarse
envuelto en los brazos de Roman, trabajando para convencer al vampiro de
que su frágil cuerpo humano no estaba demasiado dolorido después de todo
para recibir nuevamente su polla.
Danny se había visto obligado a arreglárselas con un beso
decepcionantemente casto en el auto, cuando Roman lo dejó.
Sí, su amante vampiro lo había enviado a trabajar con un beso en los labios,
como si fuera una especie de amo de casa absurdamente guapo.
Nuevamente, realmente podía acostumbrarse.
Excepto... que seguramente Roman no estaría satisfecho con este tipo de
rutina por mucho tiempo, ¿verdad? Dando vueltas por la casa, esperando a
que Danny saliera del trabajo. Acompañándolo en sus visitas al hogar de
ancianos, usando sus poderes mágicos de vampiros para ayudar a una
anciana a recordar a su hijo. Cocinando comida para los dos la cual ni
siquiera necesitaba comer.
Se volvería aburrido rápido, ¿verdad? Igual que Danny, quién envejecería
rápido.
Cerebro, no vayamos por ahí. Solo pensamientos felices.
O al menos, pensamientos menos terriblemente deprimentes.
Danny fue sacado de esos pensamientos terriblemente deprimentes por el
sonido del teléfono de la estación de enfermería, pero su compañero de
trabajo, Henry, contestó antes de que Danny pudiera hacerlo, asintiendo
con la cabeza a quienquiera que estuviera al otro lado del teléfono.
—Uh-Huh. Sí. Estaremos listos —El otro enfermero colgó y miró hacia
Danny—. Era el centro de transferencias.
Parecía que su tiempo de descanso sería breve.
— ¿Quién entra? —Danny suspiró, resignándose a su destino.
—Hombre, treinta y cinco años, con una pérdida importante de
sangre. Hipotenso y mínimamente sensible. Están a unos diez minutos.
Llamaré al médico de trauma e iré por algunos líquidos. ¿Le avisas al banco
de sangre?
—Estoy en ello —Ambos saltaron a la acción.
La llamada de Danny al banco de sangre del hospital fue breve, solo un
aviso de que pronto podrían necesitar una transfusión de emergencia. Se
estaba levantando para ayudar a Henry con los arreglos en la sala del
trauma, cuando una sombra se extendió sobre el escritorio.
Mirando al hombre parado frente a él, Danny tuvo una extraña sensación
de déjà vu, recordando su primer encuentro con Roman.
Pero el apuesto hombre que se cernía sobre él, no era el familiar amante de
Danny. Tenía una mata de pelo oscuro, ligeramente plateado en las sienes.
No era tan alto como Roman pero sí mucho más alto que Danny. Era
musculoso, vestía un suéter negro ceñido a la moda y jeans oscuros.
Y, Danny se dio cuenta después de su rápida lectura y volviendo a la cara
del hombre, que sus ojos eran completamente negros.
Danny sintió que lo atravesaba una punzada de miedo, pero se obligó a
respirar hondo. Había estado pasando demasiado tiempo con vampiros. Tal
vez se trataba de un truco de la luz. Tal vez este era solo un tipo, un tipo
humano normal, con ojos de un color marrón muy oscuro.
Ojos marrones con nada de blanco alrededor. Claro.
Excepto que incluso mientras lo pensaba, sabía que no era el caso. Podía
sentirlo en el aire, podía verlo en la mirada del tipo.
Danny estaba en presencia de un depredador.
¿Realmente había pensado que Roman era espeluznante en su primer
encuentro? No tenía nada que ver con las vibraciones que este otro hombre
estaba emitiendo. Danny podía sentir la amenaza, la violencia, justo debajo
de la superficie. Su piel se puso de gallina en sus brazos, y reprimió un
escalofrío.
—Daniel Kingman.
La voz del hombre era profunda, más ronca que la de Roman, con un toque
de acento francés.
Lucien. Tenía que ser.
—Sí —Danny se obligó a mantener la voz firme—. ¿Cómo puedo
ayudarte?
—Qué educado. Me gusta —El hombre de ojos negros respiró
profundamente—. Y el delicioso olor a miedo que sale de ti. Eso me gusta
todavía más.
Así que este vampiro ni siquiera iba a pretender ser humano. Parecía que
estaban comenzando con todas sus cartas sobre la mesa. —Bueno, tú eres
un poco intimidante, Lucien —razonó Danny.
—Ah —Los ojos negros de Lucien brillaron—. Así que te ha hablado de
mí.
Danny asintió. —Lo hizo.
—Estoy conmovido —dijo el vampiro con ligereza, pero no había ni
una sola pizca de animosidad en su mirada.
—¿Puedo preguntar qué estás haciendo aquí? Roman no está cerca, si
lo estás buscando —Danny no sabía qué hacer aparte de distraerlo. No
podía correr. Lucien lo atraparía en un instante. Y Henry regresaría en
cualquier momento buscando a Danny, con suerte acompañado con alguien
más del personal.
¿Sería eso suficiente para disuadir al vampiro de la violencia, o Danny
simplemente estaría poniendo en peligro a sus compañeros de trabajo?
Lucien le dio lo que Danny supuso podría considerarse como una sonrisa, si
hubiera algún indicio de calidez en sus ojos. Y si sus colmillos no estuvieran
sobresaliendo de entre sus labios. —Solo quería ver al humano que tanto ha
fascinado a mi viejo amigo —Se inclinó más cerca, mirándolo—. De cerca
eres bastante impresionado. Y yo pensando que eras un simple y pequeño
humano ratonil —Tarareó—. Supongo que puedo entender el atractivo.
—¿Te importaría guardarlos? —Danny señaló la boca de Lucien. El
vampiro solo sonrió más ampliamente, mostrando sus afilados colmillos
con claridad.
—Me temo que no soy tan manso como tu pequeño vampiro
domesticado, Daniel. Los míos ya no se guardan.
—Yo no lo llamaría manso —Dijo Danny, con fuerza—. L0 llamaría
controlado.
La sonrisa falsa de Lucien se desvaneció. —Entonces, diré que te está
engañando.
Danny no veía que esta conversación fuera a ningún lado agradable. Tenía
que encontrar una forma de terminar con esto, y rápido. —Bueno, ya me
has visto. Ahora te puedes ir, ¿A menos que estés planeando matarme aquí
mismo?
Lamentó las palabras tan pronto como salieron de su boca. Jesús, Danny,
no te burles de un vampiro psicópata. Estúpido.
Lucien se rio, un sonido aterrador. —Oh, ¿qué es exactamente lo que te ha
estado diciendo sobre mí? —Se inclinó aún más y Danny no pudo evitar
encogerse, medio esperando que el hombre saltara sobre el escritorio y le
clavara los dientes en el cuello en cualquier momento—. Él es el asesino,
¿no lo sabías?
—¿Y ese cuerpo que dejaste en el callejón para que lo encontráramos?
—Oh Dios, ¿qué era eso de no volver a burlarse de los vampiros psicóticos?
Parecía que no podía mantener la boca cerrada.
—Eso fue un regalo. Solo estaba limpiando un poco la basura que hay
por aquí.
—Ya entiendo —Danny no entendía—. Así que no eres un asesino. Y
solo estás aquí para una visita amistosa. ¿Y luego seguirás con tu camino?
—Bueno, no exactamente, Daniel —Lucien chasqueó la lengua—.
Pienso que podría quedarme por un tiempo. Siento curiosidad por ti, ya
vez. Sabes lo que es él. Y supongo que sabes algo de las cosas que ha hecho,
¿No tienes miedo?
—Sería estúpido si no tuviera un poco de miedo. Pero no de él. De
toda esta… —Danny usó sus manos para señalar vagamente alrededor—.
Situación.
—Esta situación… —Lucien parecía estar reflexionando sobre las
palabras de Danny. Comprensible. No había sido exactamente el momento
más elocuente de Danny.
No estaba realmente seguro de qué hacer con el vampiro frente a él.
Lucien era peligroso; eso estaba claro. Danny podía sentir eso en un nivel
instintivo. Y Lucien claramente no le asustaba permitir que su demonio
estuviera al frente. Sin embargo, no parecía salvaje, no en la forma en que
Soren y Roman lo habían descrito.
Claramente no era una bestia sin sentido, con la forma en que estaba
molestando verbalmente a Danny.
¿Jugaba con la cena, tal vez? Danny no fue capaz esta vez de reprimir un
escalofrío, y podría haber jurado que vio que los ojos de Lucien se
iluminaban al notarlo.
Danny no quería darle esa satisfacción. —Aquí abajo hace mucho frío —se
encontró diciendo con altivez.
Lucien solo levantó una ceja. —No lo sabría. Siendo vampiro y todo eso.
—Pero tú no… Roman se siente… —Danny recordó el calor de la piel
de Roman, de su boca.
Lucien le sonrió. — ¿De sangre caliente?
Danny asintió. Sabía que no debería entablar una conversación con este
vampiro tan peligroso, pero no podía detener la curiosidad.
—Nos sentimos lo suficientemente calientes, si nos mantenemos…
alimentados —Lucien hizo que la palabra sonara salaz—. La única vez que
sentimos los elementos es si no hemos recibido nuestro suministro
constante de sangre.
—Supongo que el que ahorres en ropa y abrigos es una ventaja —¿Qué
estaba diciendo?
La mirada negra de Lucien se estrechó. —¿Y tienes la intención de explorar
esos... beneficios... tú mismo?
—Um… —¿le estaba preguntando a Danny lo que pensaba que estaba
preguntando?
— ¿Te convertirías por él? —La voz de Lucien era áspera ahora, todo
indicio de burla había desaparecido.
Conociendo la historia de Lucien, Danny sintió que estaba caminando por
una línea muy fina, con la muerte a manos de este vampiro a cada lado del
precipicio.
Pero no podía decir cual respuesta haría enojar al vampiro. Así que Danny
se fue por la honestidad. —Yo no… ¿No lo sé?
— ¿Ah no?
Antes de que Danny pudiera responder, su atención fue captada por gritos
apagados que venían del pasillo, desde la dirección de la bahía de
ambulancias.
El paciente había llegado. El joven con pérdida significativa de sangre.
A Danny se le ocurrió un pensamiento repentino. Volvió sus ojos a los de
Lucien. — ¿Esto es obra tuya?
El vampiro le dio a Danny su primera sonrisa real, por lo que Danny podía
decir. No era precisamente cálida, pero tampoco burlona.
Realmente era devastadoramente guapo, para un monstruo psicópata.
—Te veré luego Daniel —Guiñó un ojo.
Y luego se fue. Más rápido de lo que los ojos de Danny pudieron procesar.
Después de que Danny se tomó unos momentos para salir del estupor en el
que lo había dejado su extraño encuentro con Lucien, corrió por el pasillo
para ayudar a su nuevo paciente.
Un paciente que posiblemente había resultado herido por culpa de Danny,
todo porque el novio de Danny estaba en Hyde Park y el acosador de su
novio era literalmente un monstruo.
El joven estaba cubierto de sangre desde el cuello hacia abajo, pero su
rostro estaba lo suficientemente claro.
Podría haber sido el gemelo de Danny.
La televisión de fondo estaba el algún programa de reality show o algo así,
pero Danny mantenía los ojos sobre el teléfono en su regazo. Estaba
esperando en la sala de descanso del personal, a que Roman lo recogiera.
No se sentía lo suficientemente valiente como para esperar del lado de
afuera, sabiendo que Lucien podía estar cerca. De hecho, definitivamente se
sentía muy poco valiente.
Y posiblemente algo conmocionado.
El doppelgänger10 de Danny no lo había logrado. El corazón del hombre se
había detenido a pesar de la rápida transfusión de sangre que habían
suministrado, y después de media hora completa de RCP11 el médico indicó
que la hora de muerte. El estado de ánimo en el trabajo había sido sombrío
después de eso.
Aunque, no tan sombrío como podría haberlo sido. Porque todo el personal
había oído algo de parte del policía que había estado siguiendo a la
ambulancia. Algo que había dejado a Danny pensando...
Su teléfono sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Roman había llegado.
Danny no le había dicho a Roman la razón por la que estaba esperando en
el interior del hospital, aún no le había contado nada sobre la visita de
Lucien. Había estado preocupado de que su vampiro irrumpiera en el
hospital antes de que terminara el turno de Danny y lo arrastrara fuera,
posiblemente encerrándolo en alguna sala de pánico en algún lugar.
Aun así, Danny no planeaba mantenerlo en secreto por mucho tiempo. Solo
quería estar allí en persona para calmar a Roman.
El vampiro en cuestión estaba afuera, manteniendo abierta la puerta que
daba al asiento del pasajero. Era un maldito caballero.

10
Doppelgänger es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico o doble malvado de una persona viva. La
palabra proviene de doppel, que significa 'doble' y gänger: 'andante'. Su forma más antigua, acuñada por el novelista
Jean Paul en 1796, es Doppeltgänger, 'el que camina al lado'.
11
La reanimación cardiopulmonar, o reanimación cardiorrespiratoria, abreviada como RCP, es un conjunto de
maniobras temporales y normalizadas, destinadas a asegurar la oxigenación de los órganos vitales.
Danny saludó, le dio un rápido beso en la mejilla y se subió al auto. Roman
no encendió el motor inmediatamente después de dar la vuelta al auto y
sentarse en el asiento del conductor. En cambio, se inclinó y besó a Danny a
fondo, dejándolo sin aliento. Luego procedió a presionar besos adicionales
a lo largo de su mandíbula y cuello. —Te eché de menos, mi pequeño rey.
Danny soltó una pequeña carcajada, incluso cuando su polla se retorcía
bajo su bata. Inclinó la cabeza hacia atrás para darle a Roman un mejor
acceso. —Solo han pasado doce horas.
—Mm. Doce largas horas —murmuró Roman, tirando del cuello de la
bata de Danny hacia abajo para lamer y mordisquear a lo largo de la
clavícula—. ¿No me extrañaste también?
La verdad era que Danny lo había hecho, pero esa era una verdad que tenía
miedo de admitir para sí mismo, y mucho más para Roman.
¿Qué tan ridículo era extrañar a un hombre al que acababa de conocer
después de no verlo por doce míseras horas, compañeros predestinados o
no?
Se sentía crudo, ansioso y abrumado. Esto no podía durar, ¿verdad? ¿Cómo
se las arreglaría Danny cuando Roman se alejara y lo dejara con su aburrida
y solitaria vida?
¿Te convertirías por él? Las palabras de Luc resonaron en la mente de
Danny. ¿Lo haría?
Pero Roman no le había pedido que lo hiciera, había tenido mucho cuidado
de no mencionarlo, incluso después de discutir su pasado con Lucien y la
mujer que Lucien había pensado que era su pareja. La mujer a la que
Lucien había querido convertir tan desesperadamente.
Y ahora Danny se sentía celoso de una mujer muerta.
Roman notó su repentina tensión. — ¿Qué pasa, mon petit roi?
Danny ni siquiera podía comenzar a contarle a su vampiro todo el revoltijo
de ansiedades que llenaban su cerebro en ese momento, así que optó por
ser directo. —Lucien vino a mi trabajo esta noche.
Roman inmediatamente se puso rígido, mirando a Danny con unos ojos que
se oscurecían rápidamente. — ¿Qué? —Gruñó.
—Está bien. Estoy bien —Danny se apresuró a tranquilizarlo—. Solo
vino a hablar. Para jugar un poco conmigo, creo.
—Para jugar contigo —Los dedos de Roman se clavaron en la parte
superior de los brazos de Danny.
De acuerdo, tal vez no fue la mejor elección de palabras. Eso sonó un poco
mal, en realidad.
Esta no era la mejor noche para Danny y sus excelentes habilidades
comunicativas, eso era seguro.
— ¿Sí? Él no me lastimó. Él ya… ya se había alimentado esta noche, a
juzgar por el hombre que murió en nuestra sala de traumatología —Danny,
deliberadamente, no mencionó a qué (o más bien a quién) se parecía dicho
hombre. No había necesidad de hacer estallar a Roman en forma nuclear.
Los ojos de Roman se suavizaron ligeramente y sus dedos se aplacaron. —
Oh, mon pauvre petit, lo siento. Siento que tuvieras que dar testimonio de
otra de sus víctimas.
Danny se encogió de hombros. —No quiero sonar insensible, pero he visto
cosas peores. Y por lo que escuché, este tipo no era nada bueno. No digo
que mereciera morir, pero podría haber sido peor, eso es todo.
—Sí. Pudo haber sido mucho peor —La voz de Roman era baja y
áspera—. Debí haber sabido que intentaría acercarse a ti en mi ausencia.
Pensé que el hospital lo disuadiría. Luc puede ser relativamente descuidado
con su violencia, pero no creía que se arriesgaría con las cámaras de
seguridad. Ser captado en video puede hacer que la vida sea muy
complicada para alguien que no envejece ni cambia de apariencia. Lo
subestimé. No debería haberte dejado solo.
Danny resistió el impulso de poner los ojos en blanco. Entendía el
sentimiento, pero no podía tener un escolta cada hora de cada día. No era
realista. –No puedo simplemente no trabajar, Roman.
—Claro que puedes, la verdad —Insistió Roman con los ojos fijos en
los de Danny—. Tal como dijo Soren, podría proveer para ti. Seré tu…
vampiro sugar daddy, ¿era así? —Inclinó la cabeza en son de pregunta.
No te rías, no te rías, no te rías.
—No, no puedes —dijo Danny con firmeza—. No dejaré de hacer lo
que hago solo por un idiota trastornado y desatado. Ni siquiera sabemos si
quiere hacerme daño —Aunque, el doppelgänger muerto podría ser un poco
revelador, pero Danny no estaba dispuesto a decirle tal cosa a Roman.
Con una sola visita de su viejo amigo ya era todo “Grr”.
Roman solo suspiró, soltando los brazos de Danny para agarrar suavemente
su mano y besarle los nudillos.
Oh. Bueno, eso era muy dulce.
—Déjame llevarte a casa, entonces, encanto.
De vuelta en casa, Roman llevó a Danny al sofá y lo envolvió en una manta,
ordenándole que no se moviera. Como si fuera una especie de inválido.
Pero la verdad es que Danny no se quejaba. Era agradable el ser mimado
con constancia.
Más que agradable, si era honesto.
Levantó la vista cuando una taza humeante fue colocada en la mesa de café
frente a él. — ¿Qué es lo que pasa contigo y el té? —Le preguntó a Roman
con una sonrisa.
Roman lo miró indignado. —Es reconfortante beber algo caliente, ¿no? Y no
puedo darte café, los humanos no pueden tomar cafeína demasiado tarde, o
no podrán dormir —Sonaba extrañamente como si estuviera citando algo.
— ¿Cómo y por qué sabes eso? ¿No son un poco modernos los
estudios del sueño relacionados con la cafeína? —preguntó Danny,
tomando un sorbo de su té. Mm. Manzanilla con miel.
—El cómo es porque leo —Replicó Roman, ajustando la manta de
Danny—. Y el por qué, eso es obvio.
¿Se refería a que lo hacia por Danny? ¿Para cuidar de él? ¿Debería sentirse
halagado u ofendido al pensar en Roman buscando consejos sobre hábitos
humanos?
“Cómo cuidar mejor de tu humano” por Algún Tipo Vampiro.
—Sabes, técnicamente no es de noche; es de mañana —Danny sintió
la necesidad de aclarar.
—Que divertido, pequeño rey. Para ti es hora de dormir. Bebe tu té.
Danny no obedeció de inmediato, tocó el asa de la taza mientras Roman se
sentaba a su lado en el sofá. —¿Sabes? siempre he sido el cuidador. Quiero
decir, supongo que no siempre. Recuerdo a Gabe cuidándome cuando era
niño, después de la muerte de mi padre. Cuando mi mamá todavía estaba
de duelo. Pero una vez entré en la secundaria, comencé a sentirme como si
estuviera solo. Mi mamá estaba allí, pero dejamos de ser madre e hijo, y
actuábamos más como un equipo, supongo. Y luego ella… ya sabes.
Roman envolvió un brazo alrededor de sus hombros, atrayendo a Danny
hacia él. —Lo sé, encanto.
Hubo un momento de silencio, ambos sumidos en sus pensamientos.
— ¿No te gusta, entonces? ¿Qué cuide de ti? —Roman claramente
estaba tratando de mantener su tono ligero, pero Danny podía sentir la
tensión debajo de él.
¿Su vampiro tenía miedo al rechazo?
—No —Le aseguró Danny—. Me gusta mucho. Muchísimo. ¿Quizás
demasiado? Ni siquiera sabía en realidad que existía este lado de mí, la
parte que quiere ser mimada de esta forma. Y ahora siento que me estoy
volviendo adicto…
Danny sintió que se le formaba un nudo en la garganta por lo mucho que se
le dificultaba pronunciar estas palabras, pero tenía que decirlas. Estaba
metiéndose demasiado profundo, parado en un precipicio, y tenía que
asegurarse que no estaba solo en esto.
Se obligó a decirlo: —¿Qué pasará cuando te vayas? ¿Cuándo me haya
vuelto dependiente de esto y te vayas?
—¿Irme? —Roman sonaba genuinamente perplejo, pero Danny no se
atrevía a mirar a los ojos de su vampiro y ver que expresión tenía en su
rostro—. ¿Por qué me iría alguna vez?
—Bueno, eso es lo que hace la gente, ¿no? Se van. De una manera u
otra. Mi papá, mi mamá, Gabe. Así es como funciona la vida. La gente que
amas... —Danny se mordió el labio—. Te deja.
Los dedos de Roman se trasladaron a su barbillando, tirando suavemente
de la cabeza de Danny para mirarlo a los ojos.
—¿Y eso es lo que crees que haré algún día? ¿Dejarte?
¿Inevitablemente?
Danny asintió con mucha suavidad.
Inesperadamente, Roman sonrió. De forma tierna y un poco triste, pero
genuinamente, al fin y al cabo. —Oh, mon dieu12. Mi adorable compañero.
La vida no ha sido justa contigo —Agarró la barbilla de Danny un poco más
fuerte. No lo suficientemente fuerte como para lastimarlo, pero sí como si
quisiera asegurarse de que Danny estaba prestándole atención—.
Escúchame, Danny. No me iré. Jamás. No a menos que tú quieras que lo
haga, e incluso entonces, no puedo prometerte nada. Eres mío. Y yo soy
tuyo.
Danny tragó saliva. —Pero…
—Sin peros, pequeño rey. Me doy cuenta de que he cometido un error.
He subestimado el trauma que tienes. Pero si necesitas que te diga todos los
días que me quedaré, te lo diré. Con alegría. Con frecuencia. Siempre. Que
soy tuyo. Para siempre, si me aceptas.
Y luego Danny estaba llorando, y ni siquiera estaba seguro de por qué. Pero
era como si el peso de la última década de su vida estuviera cayendo sobre
él, toda la soledad, el estrés y la preocupación. Como si ahora que había

12
Dios mío.
alguien a su lado para ayudarlo a llevar la carga, finalmente pudiera
procesarlo todo.
Lloró hasta que no quedó nada, hasta que hubo purgado parte de la duda de
su sistema.
No llegaron a la habitación de Danny para dormir. Roman los cubrió a
ambos con una manta, acomodando a Danny a su lado en el sofá.
—Me haces sentir amado —Susurró Danny justo antes de que el sueño
lo alcanzara.
—Lo eres —Las palabras fueron susurradas, pero Danny pudo oírlas
claramente.
Trece
Roman

Roman sabía que parecía sospechoso, merodeando por los callejones


alrededor del hospital con su abrigo oscuro, pero esperaba atraer a otro
personaje sospechoso que habitaba las sombras.
Maldito Luc.
Roman debería haber sabido que el bastardo buscaría a Danny, incluso con
las cámaras de seguridad del hospital. Había pensado que eso sería
suficiente, que podría dejar a Danny y recogerlo, evitando que saliera solo
del hospital. Pero había sido demasiado tentador para el psicópata,
finalmente tenía a alguien que le importaba a Roman y con quien podía
meterse.
¿Con qué fin, sin embargo? Esa era la pregunta.
Roman no estaba muy seguro de lo que Luc quería exactamente con Danny.
No había atacado al chico la noche anterior, pero eso no significaba que no
lo haría eventualmente.
¿Quién sabía cómo funcionaba su mente?
Roman podía sentir la picazón de su demonio queriendo saltar de su piel, al
pensar en Luc acechando a Danny con intenciones poco claras. Estaba
inquieto, queriendo volver con su compañero y tenerlo en la mira.
Yo también, mon monstre13. Yo también.
A Roman no le había gustado dejar a Danny en el trabajo esa noche. Había
querido envolver al chico entre sus brazos y negarse a dejarlo ir. Incluso le
había pedido que se tomara la noche libre, pero su terco compañero se

13
Mi monstruo.
había negado, insistiendo en que no iba a permitir que "un encuentro
insignificante y amenazante" interfiriera con sus deberes.
—A menudo tenemos muy poco personal. No le voy a hacer eso a mis
compañeros de trabajo —Argumentó.
Y aparentemente, tener a Roman deambulando por los pasillos del hospital
por doce horas llamaría la atención de la seguridad en un instante, según su
compañero. Y a Danny le preocupaba que una confrontación directa con
Luc en los terrenos del hospital pudiera causar que los pacientes resultaran
heridos en el fuego cruzado. Así que Roman tenía que conformarse con
rodear el área alrededor del lugar, acechando en las sombras.
Sin embargo, así era el encantador compañero de Roman. El cuidar de los
demás a expensas de sí mismo, parecía estar profundamente arraigado en
su naturaleza.
Al igual que todas las inseguridades que le había confesado a Roman la
noche anterior.
Roman agitó la cabeza ante su propio olvido. Debería haberse dado cuenta
de todas las cicatrices que el pasado había dejado en su compañero.
Abandonado por su padre ante la muerte, su madre ante la enfermedad, su
hermano ante la negación. Necesitaba más garantías de las que Roman le
había estado dando, eso estaba claro. Sí, era posible que Roman le hubiese
mencionado al chico el tema de la eternidad. Pero, tal vez eso sonaba como
algo común, cuando no había sido específico en cuanto al significado de
“Para siempre”.
Roman tenía miedo.
Tenía miedo de mencionar la posibilidad de convertir a su pareja. Le
asustaba que la sola idea horrorizara a Danny, un hombre que parecía
valorar tanto la vida humana.
Y debajo de ese miedo estaba la duda paralizante. La idea de que Danny
podría cambiar y ambos descubrirían que el mito de los compañeros
predestinados estaba equivocado. Roman ni siquiera había creído en los
compañeros hasta que conoció a Danny, y él mismo nunca había conocido a
una pareja predestinada. ¿Y si había tenido razón todo este tiempo y su
compañero se despertaba con un demonio que no se calmaría en absoluto
ante la presencia de Roman?
Quizás Roman arruinaría la vida de Danny para siempre.
Su dulce compañero se volvería salvaje como Luc y estaría condenado a una
eternidad de violencia y miseria. O, tal vez, el vampiro Danny se daría
cuenta de que el mundo era suyo y que no necesitaba ni quería a Roman
después de todo.
Al pensarlo, sintió un dolor en el pecho.
Pero ¿cuál era la alternativa? ¿Permitir que su compañero envejeciera y
muriera, sentarse y observar cómo Danny decaía lentamente con cada día
que pasaba?
Sí, pensó Roman. Si se trataba de eso, se quedaría con Danny sin importar
qué, ya fuera vampiro o humano.
Danny era su pareja. Su persona. Y lo sería durante todo el tiempo que
tuvieran, ya fueran unos años o para la eternidad.
¿No lo había dejado lo suficientemente claro?
Era irónico que la única persona que quizás podría ayudar a Roman a
pensar en este dilema, la única persona que tenía experiencia en este
campo, era la misma persona que intentaba hacer que la vida de Roman
fuera miserable.

—Tú no crees que ella sea mi compañera, ¿O sí, Roman?


Luc estaba holgazaneando frente a él en la cabina del bar, toda graciosa
facilidad y apuesta elegancia. Muchos ojos en el bar, tanto masculinos
como femeninos, estaban puestos en él. Y Roman sabía, a pesar de la
aparente indiferencia de su amigo, que no era ignorante al respecto. El
cabello oscuro de Luc ya había sido salpicado de canas en las sienes
cuando se convirtió, pero eso no hacía nada para restarle atractivo. El
hombre se deleitaba con su propio encanto y empujaba a Roman a hacer
lo mismo.
Luc conocía el atractivo que tenían como dúo, altos, oscuros y
depredadores.
Roman le dio a su amigo una sonrisa. —No creo en los compañeros en
absoluto, Luc. Creo que son un cuento de hadas, un mito al que Soren y tú
se han apegado porque les da esperanzas —Se aclaró la garganta. Esta no
era una conversación que quisiera tener particularmente, pero si Luc iba
a presionarlo al respecto, entonces que así fuera—. Creo que estás
encaprichado con tu hermosa humana. Puede que incluso la ames. Ella
ciertamente tiene algún tipo de control sobre ti. Pero, ¿Acaso creo que ella
es la solución mágica a tu destino? —Roman negó con la cabeza, tomando
un sorbo de su vino—. No. Somos lo que somos. No hay una persona
predestinada que venga a arreglarte. Eres un vampiro. Un demonio.
Impulsado por la sangre, el sexo y la violencia. Lo has sido desde que te
convertiste. Como lo he sido yo desde que me convertiste.
Roman vio la culpa pasar por el rostro de Luc. Quizás Roman había ido
demasiado lejos, pero estaba cansado de esta obsesión sobre los
compañeros. Estaba volviendo a su amigo inestable y agitado. —No lo
digo como censura, mon ami14 —lo consoló—. Me salvaste la vida. Estoy
agradecido por eso. Conviértela si quieres. Crea a otro monstruo como tu
al que puedas follar y amar, y tal vez incluso puedan ser felices hasta que
ambos se pierdan en los demonios dentro de ustedes. Pero no esperes que
ella dome el tuyo.
Luc lo miró fijamente durante un largo momento, sus ojos verdes
brillaron de una manera que hizo que Roman pensara que tal vez su
amigo saltaría sobre la mesa para retorcerle el cuello. No sería la primera
vez que llegaran a las manos. Dos personas no pueden tener una amistad

14
Amigo mío.
que dure tanto como la de ellos sin tensarse el uno con el otro, una vez
cada pocas décadas.
La tensión creció hasta que, finalmente, Luc se echó a reír. —Simplemente
no te agrada, Rome.
Roman se encogió de hombros. —Ella me agrada lo suficiente. Es porque
me agrada que creo que debería meterse en esto con los ojos bien abiertos,
Luc. Ella no es como yo. No está muriendo en algún campo de batalla. Si
la conviertes le estarás quitando su vida. Su vida humana.
—Estás mostrando tu autodesprecio otra vez, mon ami.
—No es autodesprecio, estoy siendo realista.
— ¿Y cuál es mi otra opción, Roman? —preguntó Luc, con los ojos
endurecidos. - ¿Una eternidad solo?
Una eternidad solo. Era el mayor miedo de Luc.
Roman se inclinó hacia adelante sobre la mesa, tomando la mano de su
amigo. —No estás solo, Lucien. Me tienes a mí. Siempre.
Roman sabía que eso no era suficiente. Luc quería una garantía, una
promesa predestinada de que no terminaría siendo una bestia sin mente,
enloquecido por culpa de la criatura dentro de él. La amistad ya no era
suficiente para él. Veía a Victoria como su salvación.
Luc dio un pequeño suspiro, mirando la mano de Roman encima de la
suya. —Por nosotros, entonces —Levantó su copa hacia Roman.
—Por nosotros —Roman tomó un sorbo, tratando de ignorar la
sensación de temor que se acumulaba en su estómago.
Luc no había dicho nada más sobre el tema esa noche, pero más adelante,
Roman supo que esa discusión había tenido un impacto. Había sido la
razón por la que Luc esperó tanto para tratar de convertir a Victoria.
Roman había pensado que Luc se estaba aferrando a un clavo ardiente. Su
amigo había sido un hombre más piadoso que Roman cuando era humano.
Luc le había dicho que había luchado en un principio con lo que eran, con
las cosas que anhelaban.
Durante la mayor parte del tiempo que Roman lo había conocido, lo había
escondido bien bajo una apariencia de libertinaje exuberante, pero Roman
sabía que debajo de todo eso, la conciencia de Luc todavía lo atormentaba.
Y luego habían conocido a Soren, quien les confesó la dura verdad: que
después de todo, no tenían una eternidad. Solo tenían el tiempo que
pudieran aferrarse a su humanidad, y quién sabía cuánto tiempo sería eso.
A menos, había dicho, que encontraran un alma que los anclara...
Victoria había parecido un salvavidas a un hombre que se estaba ahogando.
¿Roman era lo mismo que había sido Luc? Sujetándose con hilos delgados a
Danny.
No, gruñó su demonio.
Algo en lo profundo de Roman reconocía algo en lo profundo de Danny. Era
diferente a todo lo que había sentido antes, Roman sabía que era diferente.
Con cada fibra de su ser. Puede que no estuviera seguro de lo que vendría
después, pero sabía que Danny y él se pertenecían el uno al otro, y ese no
era un pensamiento que Roman hubiera esperado sentir por otra alma. No
cuando Roman ni siquiera estaba seguro de que le quedara un alma.
La cuestión era, que aún no estaba seguro de haberse equivocado acerca de
Luc y Victoria. Podría ser arrogante de su parte el asumir que su situación
era diferente, tal vez era un medio para aliviar su culpa interna, pero
Roman había estado allí cuando ella murió.
Sus pensamientos no habían girado hacia Luc. Habían sido de puro miedo.
Su miedo a la muerte, sí, pero más aún, miedo a volverse como ellos.
Roman había visto entonces por primera vez lo que ella realmente pensaba
acerca de ellos, debajo de la fascinación y atracción superficiales, y no había
sido nada bueno.
¿Y cómo alguien podría sentirse así por su compañero predestinado?
Porque por mucho que Roman pudiera temer la idea de que Danny no
quisiera convertirse, no temía lo que el chico sintiera acerca de lo que él
era. No había nada desprecio, ni disgusto escondidos debajo de la
superficie. Roman había visto la forma en que Danny había reaccionado
ante la compulsión de Roman hacia su madre, todo asombro y gratitud.
Danny lo veía, tanto en su lado humano como demoníaco, y le gustaba lo
que veía. Roman estaba seguro de ello.
Necesitaban tiempo para que su vínculo se fortaleciera, para poder
entenderse mejor el uno al otro, claro; pero ahí estaba, esa semilla que
representaba algo real y verdadero. Lo que necesitaban era un descanso del
drama y la distracción.
Necesitaban que Luc se fuera.
Habla del diablo, y él aparecerá.
Una voz familiar irrumpió en los pensamientos de Roman. — ¿Sigues aquí,
mon ami? Pensé que ya habrías huido de la ciudad. Debe ser que algo muy
especial te mantiene aquí.
Lucien.
Roman debería haber estado prestando más atención a su entorno, y no
perdiéndose en reminiscencias sin sentido. Ahora Luc estaba parado en la
entrada del callejón, bloqueando la salida de Roman. Se veía tan elegante
como siempre, si uno ignoraba los colmillos y los ojos negros.
Bueno, Roman había querido una confrontación. Y aquí estaba. —Ya sabes
por qué estoy aquí, Luc. ¿Qué hay de ti?
Luc dio otro paso dentro del callejón. —Oh, creo que ya lo sabes. Bonito
traje, por cierto. ¿Sigues tratando de convencerte a ti mismo y a todos los
demás de que eres una criatura civilizada?
Supuso que él no quería ir directo al grano. A Lucien siempre le había
gustado jugar con la comida. Roman se enderezó. —Tú fuiste quién me
enseñó que lucir respetable es la mitad de la lucha para evadir sospechas.
Luc se rio de eso. —¿Pero eludir las sospechas de quién? ¿De tu chico
humano? ¿Cree que eres un tipo de sombrero blanco con el desafortunado
hábito de beber sangre?
Al demonio de Roman no le gustaba que Luc mencionara a su pareja. —Él
sabe lo que soy.
—¿De verdad?
—De verdad.
Luc pareció captar el significado más profundo. Siempre había entendido a
Roman con facilidad, excepto en lo que respectaba al único incidente que
había destrozado sus vidas. Sus ojos negros se entrecerraron sobre él. —
¿Me estás diciendo que le has mostrado a tu pequeño novio tu lado
demoníaco? Debes ir muy enserio con él. ¿Es posible que Roman, el no
creyente, piense que en realidad ha encontrado a un compañero?
Román no dijo nada. Le estaba costando todo un esfuerzo el mantener a su
demonio dentro.
Luc continuó a pesar de todo. —¿No eres tú el que me dijo que esto era
todo? Nuestros demonios impulsados por la sangre, el sexo y la violencia,
¿Qué no había ni solución mágica, ni bálsamo calmante proporcionado por
humanos?
Para ser un monstruo semisalvaje, tenía buena memoria. —Solo estaba
diciendo lo que pensaba —defendió Roman—. Yo no sabía más que tú.
Estabas esperanzado; Fui cauteloso.
—Y ahora eres un verdadero creyente, ¿verdad? –Luc se burló.
—No podría decirte lo que creo, Luc –No quería decirle a Luc lo que
creía. No quería que su relación con Danny se viese envenenada por errores
del pasado.
Lucien se río entonces. No era la risa exuberante que Roman había
escuchado tantas veces en el pasado. Era un sonido áspero. Como de lija. —
Dudas de ti mismo, ¿no? Dudaste de mí, y ahora dudas de ti mismo.
Siempre tan consistente, Roman —Se acercó más—. ¿Tienes miedo de que
lo conviertas y sea solo otro monstruo? ¿Una decepción sádica al igual que
yo?
Roman se mantuvo firme. —Esto no es algo que sienta la necesidad de
discutir contigo, Luc. ¿Por qué estás aquí?
—¿Qué por qué estoy aquí? —Luc sonrió—. Pensé que ese era el trato
que hicimos. Tú y yo. Adonde tú vas, yo también. ¿Verdad, mon ami?
—Creo que ese trato se rompió cuando intentaste matarme, Lucien.
—Pss —Luc se burló—. ¿Qué es un pequeño desacuerdo entre amigos?
Me habías roto el corazón. Quería romper el tuyo a cambio. Simplemente lo
tomé un poco más... literal. Además, no he intentado matarte en décadas.
Más de medio siglo.
Eso era cierto. Aunque, Roman no lo había dejado acercarse lo suficiente
como para intentarlo.
Roman ya no estaba exactamente seguro de lo que Luc quería de él. El
objetivo de su viejo amigo en las últimas décadas parecía ser más que nada
el trata de molestar a Roman. Expulsarlo de un pueblo tras otro, ya sea solo
con su presencia o amontonando cuerpo y amenazando con romper la
tapadera de Roman.
¿Todo su objetivo era simplemente el recordarle los pecados pasados, la
locura futura?
Roman no podía correr ese riesgo. Porque si algo provocaba a Luc o rompía
el armisticio en el que se habían encontrado, eso sería el descubrir que
Roman había encontrado compañero. Lo mismo que Luc estaba tan seguro
de que Roman le había quitado.
La esperanza de Roman ahora mismo era que valía la pena tratar de
hablarlo. Que tal vez su antiguo amigo todavía podría salir a la superficie.
—Lucien —exhaló Roman—. Sobre Victoria… lo siento, ¿de acuerdo?
Traté de honrar lo que ella quería.
Aparentemente, Luc no se conmovió ante la mención del nombre de su
antiguo amor. —Veo que Soren se ha estado quedando por aquí —Anunció
en un brusco cambio de tema.
Román se encogió de hombros. —Sí. Viene de vez en cuando.
—Ah, pero no solo es eso —Dijo Luc—. Están viviendo juntos ahora,
¿No?
Eso respondía a la pregunta de si Luc había estado vigilando la casa de
Danny. Roman sintió que su sangre se aceleraba y que su demonio se
enfurecía ante la idea.
Necesitaban que Luc se fuera. Necesitaban a su compañero a salvo.
Roman se obligó a concentrarse. —Estamos juntos por ahora. No por
mucho tiempo. Él seguirá adelante muy pronto. Y tú deberías hacer lo
mismo.
Luc miró por encima del hombro. — ¿Es así, Soren? ¿Te mudarás pronto?
Roman se sobresaltó cuando su amigo rubio salió de las sombras al borde
del callejón. Primero había estado demasiado absorto en los recuerdos para
notar el acercamiento de Luc. Ahora estaba tan distraído por su
confrontación que ni siquiera se había dado cuenta de que Soren estaba
cerca.
Maldita sea.
Estaba siendo descuidado. Inexcusable.
Soren no dijo nada en respuesta al saludo de Luc. Simplemente se apoyó
contra la pared al final del callejón, introduciendo las manos en sus
bolsillos.
—Entonces, ¿Esto qué es? —Preguntó Lucien, brillantemente—.
¿Finalmente ustedes dos van a matarme? ¿Acabar conmigo por mi propio
bien? El justo de Roman y su pequeño compinche.
Roman decidió intentar hacerlo entrar en razón una vez más antes de que
estallara la violencia. —Victoria…
—¡A la mierda Victoria! —Luc rugió, con sus ojos negros destellando
y sus colmillos brillando—. Esto no se trata de Victoria. ¡Se suponía que
éramos nosotros dos! Después de todas tus promesas, todas tus
seguridades, me dejaste. Me abandonaste.
— ¡Intentaste matarme! —Protestó Román.
Luc le gruñó. — ¡Estaba enojado!
— ¿Y qué se suponía que debía de hacer? ¿Simplemente dejar que
acabaras con mi existencia?
Luc estaba tirando de su cabello con ambas manos, perdido en su propia
ira. –Se suponía que ibas a ayudarme.
La culpa familiar se apoderó de Roman. –¡No sabía cómo, Lucien! No sabía
qué hacer contigo. Por ti. Cómo llegar a ti. Sin… Sin perder mi propia vida
en el proceso. La primera vez pensé que era por culpa de tu dolor, luego lo
intentaste otra vez. Así que dime. Dime cómo puedo ayudarte.
Tan repentina como apareció, la ira de Lucien pareció evaporarse. Era
desconcertante la rapidez que hubo en el cambio. —Oh, es demasiado tarde
para eso —susurró.
Entonces sucedieron dos cosas a la vez.
Roman escuchó las sirenas de la policía, cada vez más fuertes.
Y comenzaron a sonar pasos en el callejón. Un transeúnte.
Más rápido de lo que incluso Roman, con sus sentidos agudizados, podía
procesar, Luc había cerrado la distancia entre él y el hombre que caminaba
por el callejón. Con los ojos negros fijos en Roman, Luc lo mordió,
vaciándolo con grandes tragos antes de arrojar el cuerpo hacia Soren y salir
disparado del callejón.
Luc se había ido en segundos, y Soren se quedó con el cuerpo drenado
mientras dos coches de policía bloqueaban la entrada, atrapando a Roman
y Soren en el interior.
Merde.
Catorce
Roman

Maldito Luc.
El auto estaba en silencio. Danny, quién normalmente era tan hablador, no
había dicho ni una sola palabra tras el saludo inicial de Roman cuando lo
recogió en el trabajo. Siempre intuitivo, parecía sentir que Roman
necesitaba pensar, y en cambio, le sostenía la mano libre con firmeza. El
contacto con su compañero calmaba la furia inquieta que el demonio de
Roman estaba agitando dentro de él, pero apenas…
Maldito Luc.
Aparentemente, la policía había recibido un aviso sobre algunos hombres
sospechosos que merodeaban por el hospital. Con los ataques recientes en
la ciudad, se habían tomado la pista en serio y aparecieron con toda su
fuerza.
Soren y Roman habían ejercido con éxito la compulsión sobre los oficiales
de policía, convenciéndolos de que el dúo era solamente un par de
transeúntes inocentes. Habían evitado ser interrogados e incluso evitaron
dar información de contacto para el seguimiento. Roman era consciente de
que, sin Soren, podría haber tenido más dificultades para hacerlo. No era
tan hábil en la compulsión como su amigo.
Luc no había matado al hombre después de todo. Un pequeño milagro.
Roman pensó que tal vez no había tenido tiempo de drenar completamente
al humano y a la vez hacer una salida limpia. Seguramente estaba siendo
cuidadoso de no enfrentarse a Roman y a Soren a la vez.
Una ambulancia había llegado poco después de los coches de policía para
llevarse al hombre inconsciente. Roman acababa de darse cuenta de que su
compañero podría haberlo visto cuando lo llevaban al hospital, incluso
podría haber tomado parte en los cuidados del individuo.
Miró al chico que estaba a su lado, cabello castaño despeinado y ojos
marrones cansados, aun así, se veía tan encantador como siempre y
consideró preguntarle al respecto, pero al final se quedó en silencio. Ese
hombre no era nada.
Pero Danny… Danny lo era todo.
Luc tenía que haber sabido que su pequeña trampa improvisada no los
retendría por mucho tiempo, probablemente solo había estado buscando
detenerlos para poder escapar. Lo que aún dejaba la pregunta de cuáles
serían sus grandes planes para ellos.
Roman estacionó el auto en el camino de entrada de Danny, soltando de
mala gana la mano de su compañero para salir del vehículo. Solo ese simple
acto de renunciar al contacto, hizo que su demonio volviera a enfurecerse.
Tan pronto como Danny estuvo fuera del auto, Roman se apresuró a tomar
su mano nuevamente y lo arrastró hacia la casa, todavía sin decir una
palabra. Sabía que estaba siendo un bruto, pero no le importaba realmente.
Su demonio estaba latiendo dentro de él. Con necesidad de tocar.
Necesidad de proteger. Necesidad de reclamar.
Nuestro. Nuestro. Nuestro.
Mientras tiraba de Danny hacia las escaleras, pasaron junto a Soren en la
cocina.
—Rome, tenemos que hablar.
—Ahora. No —Ladró Roman. Siguió adelante, empujando a su pareja
escaleras arriba e ignorando las protestas de Soren. Danny no discutió,
pareciendo por su parte contento de dejar que Roman fuera tan bestia
como necesitaba serlo.
En el dormitorio, empujó a Danny para que se sentara en el borde de la
cama. Se encontró caminando frente al chico, incapaz de quedarse quieto.
—Luc me hizo una visita —Se las arregló para soltar.
—Ya veo —La voz de Danny era tranquila, gentil.
—No sé cuál es su objetivo.
—No estoy seguro de que él tampoco lo sepa.
Eso hizo que Roman se detuviera. Hizo una pausa en su paseo. —¿Qué?
Danny se encogió de hombros. —Es solo la vibra que recibí de él cuando lo
vi. Parecía... curioso acerca de mí. Amenazante, claro. Pero no parecía que
tuviera un plan nefasto cociéndose. Parecía un poco... perdido, ¿Quizás?
—Eso no lo hace menos peligroso —espetó Roman, odiándose a sí
mismo mientras lo hacía. Mon Dieu. Había tratado de ser tan cuidadoso,
tan controlado con su humano, pero podía sentir como se estaba
desmoronando.
—No, claro que no —Danny estuvo de acuerdo. No comentó sobre el
tono de Roman, tampoco lo censuró por su comportamiento grosero.
Roman se movió con una velocidad inhumana hasta que estuvo a solo unos
centímetros de la cara de Danny. Su dulce compañero parpadeó, pero no se
inmutó.
¿El chico de verdad no le tenía miedo?
—Necesito… —Comenzó, pero no pudo terminar la oración. Sus
propias insuficiencias ocupaban un lugar destacado en su mente. No era un
amante humano amable, ni un novio dócil. Era un monstruo con apetitos
monstruosos.
No solo quería tocar a Danny. Quería consumirlo.
Danny se humedeció los labios con la lengua y Roman se encontró mirando
fijamente la boca del chico de una manera que sabía que era depredadora
pero la cual no podía evitar.
—Necesitas… —Danny lo presionó con la voz ronca.
—Yo… yo no sé si soy capaz de ser gentil en este momento, pequeño
rey. Te necesito. Necesito reclamarte —Observó con satisfacción cómo las
pupilas de Danny se dilataban y su respiración se aceleraba.
—Entonces reclámame —susurró Danny—. Te lo dije antes: no
necesito que seas gentil.
Ese fue todo el estímulo que Roman necesitó, todo lo que su demonio le
permitió esperar. Atacó la boca del chico con la suya, rasgando su ropa y
disfrutando el sonido de la tela del uniforme de Danny rompiéndose bajo
sus manos.
Su dulce compañero estaba haciendo pequeños gemidos en la boca de
Roman, sonidos que iban directamente hasta su polla. Las manos de Danny
tiraban de su ropa a su vez, sus movimientos coincidían con los de Roman
en ferocidad, si no en fuerza.
Su compañero olía tan malditamente delicioso. Con él desnudo, su olor a
leche y miel se intensificaba. Roman apartó la boca de los labios del chico,
sintiéndose incapaz de evitar lamer y chupar el suave cuello que tenía
delante, mientras que Danny terminaba de desabrocharle el cinturón.
Este cuello. Podía escuchar la sangre latiendo debajo de la piel de Danny,
una corriente de ambrosía esperando ser saboreada.
Pero no aún…
—Sobre tu estómago —gruñó Roman.
Danny obedeció inmediatamente, luchando por acostarse boca abajo en la
cama, y el demonio de Roman gruñó dentro de él con satisfacción por la
fácil sumisión de su compañero. Se quitó los pantalones el resto del camino
y comenzó a merodear sobre la cama, cubriendo el cuerpo del chico con el
suyo propio.
—Adorable, tan dulce —Besó la columna vertebral de Danny mientras
buscaba lubricante en el cajón de la mesita de noche. Su demonio le estaba
rugiendo ahora: toma, reclama, posee, pero Roman se aferró a una pizca de
su cordura, recordándose que no quería lastimar a su chico.
O al menos, no quería lastimarlo demasiado.
Unos pocos moretones solo servirían para realzar la belleza de toda esa piel
pálida y cremosa. Él y su demonio podrían estar de acuerdo en eso.
Roman abrió a Danny con dedos ásperos e impacientes, regalando
mordidas a lo largo de la parte superior de su cuerpo, sintiéndose
profundamente satisfecho con las marcas que estaba dejando a su paso.
Danny se retorcía y gemía debajo de él. —Mierda. Oh, mierda Por favor,
Roman. Fóllame.
Su compañero tenía una boca tan sucia cuando estaba excitado.
Cuando Roman presionó la punta roma de su polla contra el agujero de
Danny, su pareja se arqueó debajo de él. "Sí. Sí. Por favor, Román”.
Oh, cómo amaba cuando su pequeño rey rogaba por él.
Roman se empujó dentro con un suave deslizamiento. No se detuvo, no le
dio tiempo al chico para adaptarse. Sabía que estaba yendo más rápido de
lo que debería, pero su compañero solo gemía de satisfacción, levantando
su trasero para encontrarse con él con cada embate.
Su chico perfecto. Su compañero perfecto.
—Eres mío —gruñó, tan salvaje como se sentía.
Danny asintió frenéticamente debajo de él, jadeando. —Tuyo.
—Nadie más puede tenerte. Nadie más puede tomarte. Eres mío.
Danny gimió contra la almohada.
—Dilo —instó Roman, haciendo una pausa a media embestida. Danny
gimió en protesta, pero él se mantuvo quieto. Necesitaba escuchar las
palabras.
—Joder, Roman. Sí. Sólo tú. Nadie más —Danny golpeó el colchón
con la mano—. Ahora fóllame. Por favor.
Roman obedeció, moviendo sus caderas con abandono, asegurándose de
dar en el único lugar garantizado que podría volver loco a su chico.
De alguna manera seguía sin ser suficiente.
— ¡Muerde! —Danny gritó, su voz sin aliento, pero urgente—.
Muérdeme.
Sí.
Roman descendió sus colmillos y le mordió el cuello, inmediatamente su
boca se llenó con el cálido y dulce néctar de los dioses.
Mierda. Nada en esta tierra sabía tan dulce como la sangre de su pareja.
Danny gritó ante la mordedura, pulsando alrededor de su polla mientras se
vaciaba sobre la cama. —Córrete, Roman —Rogó—. Córrete dentro de mí.
Por favor.
Jesús. Roman se sentía impotente contra la orden de su compañero, su
visión se desvaneció mientras sus caderas temblaban, bombeando su
semilla dentro del chico.
Ahora cada uno tenía la esencia del otro dentro de ellos. Su demonio estaba
ronroneando ante esa idea.
Bajando desde lo alto de su liberación, Roman lamió perezosamente la
marca de la mordedura en el cuello de Danny y se encontró deseando no
tener que curarla. Deseando poder dejar una marca permanente en la piel
lechosa de su pareja. Una señal de su vínculo. Un signo de propiedad.
Joder, era un total salvaje.
Algo en Roman se estaba rompiendo con las turbias amenazas de Luc en el
horizonte. Su barniz de humanidad se estaba resquebrajando, y Danny iba
a estar en la línea de fuego cuando su monstruo surgiera.
En lugar de disculparse, se encontró gruñendo otra promesa. —Nada te va a
separar de mí.
—Mmm —Los hermosos ojos marrones de Danny apenas estaban
abiertos, su pareja ya se estaba quedando dormida. Él siempre estaba así
después de trabajar toda la noche, apenas consciente para meterse en la
cama. Eso solo hacía que la pasión con la que se apareaba con Roman fura
mucho más notable.
¿Cómo es que Roman había encontrado una pareja tan perfecta? ¿Cómo se
las arreglaría si le quitaban a Danny?
No podía soportar ese miedo, esa vulnerabilidad. Cuidar de Danny era
como tener su corazón dando vueltas fuera de su cuerpo, desprotegido,
mortal, frágil.
Roman necesitaba convertirlo. Y pronto. El cuerpo humano era
simplemente un recipiente inadecuado para albergar el alma más
importante del mundo de Roman.
Aun así, su inquietud se calmó momentáneamente. El acto de reclamar al
chico había aliviado algo dentro de él, aunque solo fuera por un momento.
Se encontró con que la opresión en su pecho se estaba aflojando por
primera vez desde su encuentro con Luc.
Roman se acomodó para ver dormir a su preciosa pareja.
Si iba a ser un salvaje, de una vez podría ser uno loco.

Solo habían sido unas pocas horas de paz cuando sonó el teléfono de
Roman, rompiendo el silencio. Se apresuró a cogerlo donde había
terminado en el suelo del dormitorio antes de que pudiera sonar por
segunda vez y despertar a su pareja.
Soren.
—¿Sí? —Roman susurró su saludo, sabiendo que su amigo lo
escucharía a pesar de todo.
—Necesito que vengas al hospital —La voz de Soren era aguda, sin
ninguno de sus habituales tonos burlones.
—¿Para qué? ¿Qué estás haciendo en un hospital humano?
—Atacaron a Gabe.
Merde. Los ojos de Roman se lanzaron reflexivamente a la figura dormida
de Danny. —¿Qué tan malo es?
—Está bien. Relativamente hablando. Tenía un mordisco y algunas
heridas superficiales que pude curar. Pero tuve que llevarlo a la sala de
emergencias por un brazo roto.
Eso no es bueno. No es bueno en lo absoluto. —¿Estás con él ahora mismo?
Soren resopló al teléfono. —Él no me dejó quedarme en la habitación.
Siguió llamándome monstruo, me echó. Estoy afuera de la entrada de
emergencia del hospital.
—¿Qué fue lo que hiciste? —Lo acusó Roman, vistiéndose tan rápido
como sus habilidades se lo permitían. Danny seguía sin moverse.
— ¡Yo no le hice nada! —Soren parecía ofendido—. Fui yo quién curé
al idiota. Pero Luc no fue precisamente sutil cuando lo atacó, y el hecho de
que lamiera sus heridas para cerrarlas podría haber planteado algunas
preguntas adicionales sobre mi propia condición menos que humana. Lo
mantuve lo suficientemente calmado en la escena con un poco de
compulsión, pero cualquier medicamento para el dolor que le dieron en la
sala de emergencias lo arruinó todo, y fue entonces cuando comenzó a
entrar en pánico y a gritarme que me fuera.
Roman sacudió suavemente a Danny para despertarlo mientras escuchaba
el vómito de frases de Soren. Era inusual que su amigo se pusiera tan
nervioso. Danny parpadeó hacia él con confusión soñolienta. —Hirieron a
Gabriel —susurró gentilmente—. Está bien, pero está en el hospital.
Necesito que te vistas.
Observó cómo la sangre se drenaba de la cara de su pareja, pero Danny solo
asintió, moviéndose para agarrar su propia ropa del suelo. Lo miró por el
tiempo suficiente como para asegurarse de que Danny se mantenía firme
sobre sus pies antes de salir de la habitación al pasillo y cerrar la puerta
detrás de él.
Volvió su atención al teléfono. —¿Cómo es que estabas ahí? ¿Pensé que le
habías perdido el rastro a Luc?
Hubo una larga pausa en el otro extremo. Y luego: —Lo encontré de nuevo.
Mentía. Su amigo le estaba mintiendo, aunque Roman no estaba seguro de
por qué razón.
—Estaremos allí en cinco minutos —espetó.
—Sabes que esto podría ser una trampa para atraer a Danny.
—Podría ser —Definitivamente era una posibilidad—. Pero ya me
imagino la respuesta si le digo a Danny que no puede ir a ver a su hermano
herido, y creo que no sería una agradable.
—Estás jodido.
—No sé qué significa eso.
Hubo una pequeña risa renuente al otro lado de la línea.
—Además —continuó Roman—. Danny trabaja regularmente en el
hospital a pesar de mis protestas. Luc no necesita herir a su hermano para
atraerlo a ese lugar.
Soren no parecía convencido. —Me quedaré de todos modos. Puedo
advertirte si Luc está cerca.
—Estoy en deuda contigo, mon ami.
—Ugh, deja de ser tan dramático. No me debes nada. Sólo ven.
Roman colgó, aliviado de escuchar que la voz de su amigo sonaba un poco
más normal.
El viaje al hospital fue un espejo de su viaje anterior a casa: tenso y
silencioso, excepto por algunas preguntas que Danny hizo sobre la
condición de Gabe. Apretó la mandíbula al escuchar sobre el brazo roto,
pero no dijo nada más al respecto.
Roman no estaba seguro si debería sentirse agradecido por el silencio o
preocupado.
Vieron a Soren afuera de las puertas del hospital caminando de un lado a
otro de una manera que a Roman le recordó a él mismo en horas de la
mañana.
—Un momento, mi dulce —Roman tiró de la mano de Danny para
intentar detener la entrada del chico al hospital.
—Necesito verlo, Roman —Los ojos de Danny estaban secos, pero su
voz se quebró ante las palabras. Estaba claramente angustiado al pensar en
que su hermano había sido herido.
Román vaciló. Se resistía a perder de vista a su compañero, pero confiaba
en que Soren habría estado pendiente de la presencia de Luc en el hospital,
y que no estarían por mucho tiempo fuera. Tenía preguntas para Soren. Y...
tal vez era mejor que Danny no escuchara ningún detalle espantoso del
ataque de Gabe.
—Está bien. Estaré justo detrás de ti —Asintió Roman, soltándole la
mano.
Danny asintió hacia él y luego hacia Soren a modo de saludo antes de darles
la espalda a ambos y entrar corriendo al hospital.
Roman se volvió hacia su amigo. —¿Ninguna señal de él?
—No —Soren tenía un aspecto terrible. Su cabello dorado, por lo
general perfectamente peinado, estaba erizado en todas las direcciones
como si hubiera estado pasándose las manos por él. Su ridículo abrigo de
piel tenía salpicaduras de sangre en el cuello. Obligándose a quedarse
quieto para su conversación con Roman, ahora se mordía las uñas, un tic
nervioso que Roman solo le había visto permitirse en unas pocas ocasiones
durante décadas.
—Salió a desayunar con una mujer. Una clase de brunch después de
su última aventura desvergonzada en un bar, supongo —Soren desvió la
mirada mientras lo decía, con una naturalidad tan estudiada que casi le
quitó dureza a sus palabras. Casi—. Estaba dejando a la dama en su auto
cuando Luc lo atacó. En pleno día. Jodidamente audaz.
Roman ignoró los comentarios sobre la vida amorosa de Gabe, sin tener
idea de qué decir a esos comentarios tan fuera de lugar. —¿Y siguiendo el
rastro de Luc, llegaste allí?
Nuevamente había vacilación en su voz. —Sí.
—Soren, mírame.
Soren miró a Roman a los ojos, con una sonrisa forzada en el rostro. —¿Sí,
Roman?
—¿Estabas siguiendo a Gabe esta noche? ¿Has estado siguiendo a
Gabe?
Soren no dijo nada. Esa fue respuesta suficiente.
—Joder —Roman juró. Merde—. Te dije que lo dejaras en paz.
Soren resopló. —Mi presencia allí probablemente fue lo que le salvó la vida.
—Tu presencia allí podría ser la razón por la que Luc lo atacó en
primer lugar. Llamaste la atención sobre él.
Los ojos de Soren se entrecerraron. —Creo que Gabe, siendo el hermano de
tu presunto compañero, es lo que llamó la atención de Luc, cretino —siseó—
. ¡No puedes jugar a las casitas con tu pequeño humano, ignorando el hecho
de que un psicópata inmortal está obsesionado contigo y tu vida amorosa, y
no esperas que él y todos los que lo rodean estén en peligro!
—No lo estoy ignorando. No pensé que Gabe sería un objetivo. No sé
por qué no pensé eso —Había sido descuidado, demasiado centrado en
Danny y no en las personas que le importaban a su pareja, a esas a quienes
Luc vería como puntos débiles.
—Porque no estás pensando —Lo acusó Soren—. Estar enamorado te
ha vuelto estúpido. Hace que todos sean tan jodidamente estúpidos —
Sonaba tan verdaderamente miserable, tan derrotado, que la ira incipiente
que sentía hacia su amigo, se desinfló en un instante.
Suspiró, mirando a Soren más de cerca. —¿Te lastimaste? Luchando contra
Luc.
—¿Qué luchando? —Soren resopló amargamente—. No tuve tiempo.
Yo estaba... vigilando, supongo que se podría decirse, tratando de mantener
mi distancia del humano, y luego, de repente, Luc estaba allí. Mordiéndolo.
Destrozando. Rompiendo —La voz de Soren se quebró un poco con la
última palabra. Se aclaró la garganta—. Y luego se fue tan repentinamente.
Como un maldito huracán de destrucción. Podría haberlo matado si
hubiera querido. Le podría haber roto el cuello en un instante. Solo está
jugando con nosotros. Esto tiene que parar, Rome.
—Y crees que matarlo es la única manera —No era una pregunta.
Soren había dejado en claro sus sentimientos sobre el asunto.
—¿Los lazos de amistad entre ustedes eran realmente tan fuertes que
sigues resistiéndote, incluso después de todo lo que ha hecho? —Soren
parecía más curioso que enojado.
No sabía cómo responder a eso. ¿Lo eran? No sentía que le quedara amor
por Luc. Habían pasado demasiadas cosas entre ellos desde sus días como
hermanos. Pero Luc había estado allí, de una forma u otra, desde el
momento de la transformación de Roman. Era una parte de Roman, le
gustara o no, y tallar esa parte sería una cosa dolorosa.
—No me gusta matar —Fue lo que aterrizó en Roman. Sonaba débil,
incluso para él.
Soren bufó. —Eres un vampiro. Todos somos fanáticos de matar.
Román negó con la cabeza. —Sabes que eso no es cierto. Estás siendo
deliberadamente obtuso. Me gusta la violencia, admitiré eso. La sangre, el
miedo, la rabia, como cualquier otro demonio de nuestra especie. Pero
nunca me ha gustado mucho matar. Es un desperdicio. La vida es preciosa.
—Si me lo preguntas, depende de la vida de quién estés hablando.
Roman se encogió de hombros, pero no discutió. Tal vez Soren tenía razón.
Él protegería la vida de Danny a costa de la suya sin dudarlo, pero en
realidad no había otra persona de la que pudiera decir lo mismo, excepto
quizás el mismo Soren.
Él no poseía el mismo amor que tenía su pareja por toda la humanidad, esa
necesidad de sanar y proteger a todos los que lo rodeaban.
Los pensamientos de Soren estaban en otro punto. — Ahora tendrás
problemas con ese.
Roman alzó una ceja. —¿Con Gabriel?
—Si fuera un siglo diferente ya tendría una antorcha en una mano y
una horca en la otra. Cree que somos monstruos. Parece que no todo el
mundo es tan comprensivo como tu pequeño amante humano.
—Fue atacado, Soren. Él está en estado de shock. Danny hablará con
él.
—¿Eso crees? —Soren tenía la cabeza gacha y estaba rozando su
zapato contra la acera. Se veía tan... joven. No lo era, era mucho mayor
incluso que Roman, pero había una vulnerabilidad allí que aún no había
perdido después de siglos de vida. Roman se preguntó, no por primera vez,
qué era lo que hacía que Soren corriera de un lugar a otro. Se cuestionaba si
su amigo alguna vez se lo diría.
Estaba tan lleno de secretos, el pequeño amigo de Roman.
—Gabe no te odiará para siempre, Soren.
Soren dejó de moverse y fulminó a Roman con la mirada. —Lo hará si
dejamos que maten a su hermano pequeño.
Nunca. —Ni siquiera bromees con eso.
—No estoy bromeando. Piensa en un plan, Roman. Ya para de dejar
que Luc tome todas las decisiones o una de esas decisiones terminará por
golpear a Danny.
No había forma de que Roman permitiera que eso sucediera.
Pero sus opciones se estaban reduciendo, y parecía que cualquier camino
que tomara terminaría por arrancar un pedazo de su corazón.
Quince
Danny

Cuando el padre de Danny murió mientras conducía a casa desde el


aeropuerto después de un vuelo nocturno, su madre despertó a Danny, de
ocho años, en medio de la noche. —Tu papá está herido —Había susurrado,
sacudiéndolo con suavidad—. Tenemos que ir al hospital —No hubo
ninguna advertencia de lo grave que había sido su accidente, y nada que
preparara o a Danny para el hecho de que, cuando llegaron al hospital, el
corazón de su padre se había detenido.
Conduciendo para ver a su hermano —Gabriel estaba herido—, Roman no
lo había presionado para que reaccionara. Lo había dejado permanecer en
silencio, y Danny estaba agradecido por eso. No se había dado cuenta de lo
profundamente arraigado que estaba el trauma de esa noche, hasta que
sintió que se estaba repitiendo. No había sabido cómo procesar el miedo
que susurraban las palabras de Roman.
Ahora, al entrar en la habitación de Gabe en el hospital, Danny se dio
cuenta de lo realmente aturdido que había estado desde que escuchó la
noticia del ataque. Una dolorosa mezcla de culpa y alivio lo invadió al ver a
su hermano.
Gabe estaba herido. Gabe estaba vivo. Gabe estaría bien.
Su hermano ya había sido sacado de la sala de emergencias y estaba
acostado en una cama de hospital con su brazo derecho entablillado
descansando sobre una pila de almohadas. No tenía cortes ni magulladuras
evidentes (obra de Soren, le había dicho Roman) y la única herida clara era
su brazo roto. Sin embargo, sus ojos parecían vacíos y su cuerpo temblaba,
casi imperceptiblemente. Incluso cuando finalmente notó la presencia de
Danny, un minuto después de que entrara en la habitación, la mirada vacía
no abandonó sus ojos. Como si Danny no estuviera realmente allí.
—¿Gabe? —Mantuvo su voz suave. Los ojos de Gabe, de un color más
dorado que los de Danny, se enfocaron lentamente desde su mirada vacía y
finalmente se posaron correctamente sobre él.
—Danny —La voz de Gabe sonaba ronca.
—¿Cómo… cómo te sientes?
Su hermano se encogió lentamente de hombros con su lado sano. —Me han
dado una buena cantidad de analgésicos, así que… —En realidad no estaba
respondiendo a la pregunta, pero parecía ser que eso era todo lo que estaba
dispuesto a decir al respecto.
—Eso es bueno —dijo Danny inadecuadamente—. Me alegro, me
alegro de que no estés sufriendo. ¿Te van a dejar aquí toda la noche?
Gabe lo miró fijamente. —Fue una fractura abierta. Necesitan operar. Había
comido antes, antes de que todo esto sucediera, así que están esperando
unas horas más.
Una fractura abierta, lo que significa que la piel se había roto, el hueso la
había desgarrado. Luc tuvo que haber roto el brazo de Gabe con violencia. Y
el estómago de Danny se revolvió ante la idea.
El silencio se volvió tenso, pero Danny no sabía por dónde empezar. Al
final, Gabe fue quien lo rompió. —¿Dónde está tu sombra? —Su voz era
amarga.
—¿Mi sombra?
—El hombre que siempre está cerca de ti últimamente. Roman —
Gabe dijo el nombre como una maldición. Eso no presagiaba nada bueno.
Danny se aclaró la garganta. —Pensé que tal vez a ti y a mí nos vendría bien
un momento a solas.
Gabe asintió ante eso, pero su boca se torció. —Ese hombre... excepto que
no es un hombre, ¿verdad? Ninguno de ellos lo es. Ni él o ni ese pequeño
rubio o el que me hizo esto —Levantó su brazo entablillado en
demostración.
—¿Qué fue lo que te dijo? El que te hizo esto.
—Muy poco. Estaba ocupado con... otras cosas. Justo antes de
romperme el brazo, me dijo que fuera un buen hermano y que saludara a
Roman y a su "pequeño juguete humano". ¿Supongo que ese eres tú?
Jesús. —No es lo que prefiero ser llamado, pero sí, supongo que sí.
La mirada de Gabe volvió a ponerse vacía, como un hombre perdido en sus
recuerdos. —Era tan fuerte, Danny, tan rápido. No pude hacer nada para
defenderme. Y sus ojos... sus dientes... Él... Él me mordió. Y jodidamente
dolió. Entonces, de repente, se fue, y Sor… ese rubio estaba allí, lamiendo
todos mis cortes y mordeduras, y luego simplemente… ¿simplemente se
fueron? —El temblor en el cuerpo de Gabe aumentó visiblemente, y el
volumen de su voz había subido hasta que básicamente estaba gritando. Era
un milagro que nadie hubiera venido a ver cómo estaban—. ¿Quién diablos
son estas personas, Danny? ¿Qué carajos son?
Danny se sintió impotente y pequeño ante la angustia de su hermano. Una
cosa era que su propio mundo se pusiera patas arriba en el lapso de unos
pocos días; y otra cosa cuando se trataba de Gabe. Quién estaba herido,
asustado y confundido.
—Tal vez ahora no es el mejor momento…
Gabe negó con la cabeza violentamente. —Dime qué está pasando, Danny.
—Estás en shock, Gabe.
—No me digas —Gabe se rió con humor—. Ya. Dímelo.
Danny fue a sentarse en el borde de la cama de Gabe, tratando de no
sentirse lastimado cuando su hermano se estremeció ante su cercanía. —Si
te lo digo, tienes que prometerme que mantendrás la calma. No más gritos.
A menos que quieras que te pongan en un psiquiátrico después de la
cirugía.
Gabe asintió con la cabeza y dijo con una voz mucho más tranquila y
calmada: —Solo dime qué es lo que está pasando.
—Roman, Soren y Luc, el que te lastimó… tienes razón, son lo mismo.
Bueno, no lo mismo, exactamente. Luc se ha vuelto un poco salvaje,
mientras que los otros dos son generalmente bastante relajados.
Relativamente. Mayormente. Claro. Bueno. Um. Bueno, todos son...
¿vampiros? — ¿Era así como se había sentido Roman diciéndole la verdad a
Danny? Porque Danny se sentía completamente loco diciéndoselo en voz
alta a otra persona.
—Vampiros —dijo Gabe inexpresivamente.
Danny se mordió el labio. —Sí. Uh-Huh. Solían ser humanos, y luego se
convirtieron, así es como lo llaman cuando se convierten en vampiros, y
ahora no envejecen, beben sangre y tienen otras cosas geniales como
moverse realmente rápido y curar con saliva, o cómo… control mental,
¿supongo que se le diría así?
Gabe lo miraba fijamente, aparentemente sin palabras, por lo que Danny
pensó que debería aprovechar y acelerar. Todo para ganar. Era mejor que lo
supiera todo si iba a saber algo, ¿no?
—Así que todos solían ser amigos, y luego sucedió algo trágico, y
aflojó algunos tornillos en el cerebro de Luc, y desde entonces ha estado en
contra de Roman. Han estado jugando a este juego épico de las escondidas
durante algunas décadas, pero entonces Roman vino aquí, me vio y pensó
que tal vez soy su... alma gemela vampírica destinada, ¿supongo? Como
que, cada vampiro tal vez tiene una persona cuya alma ayuda a mantener su
demonio interno domesticado y no-psicótico, ¿y él piensa que yo soy esa
persona para él? —Danny odiaba que todas sus declaraciones salieran como
preguntas, pero nunca había hablado nada de esto en voz alta con una
persona que no fuera Roman, y era consciente de que sonaba realmente,
súper loco.
Intentó mirar a Gabe a los ojos para medir su reacción, pero su hermano se
había aficionado a mirar fijamente a la pared.
—Vampiros —murmuró Gabe por segunda vez.
Danny se rio, para su propio horror. —Un poco salvaje, ¿verdad?
—Y ese idiota…
— ¡Hey!
—…Ha estado siguiéndote… ¿Está obsesionado contigo como su novia
vampiro o algo así?
Danny no pudo evitar poner los ojos en blanco ante eso. —Por Dios, Gabe,
me siento ofendido. Esposo vampiro, por favor.
Espera, ¿qué?
Gabe solo asentía, sus ojos se estaban volviendo cada vez más salvaje. —
Bien. Vale, entonces… primer paso, tenemos que sacarte de la ciudad.
Todavía no puedo ir contigo, por la cirugía y todo, pero tal vez uno de mis
amigos…
—Gabe.
—Tengo algo de dinero ahorrado. No es suficiente, pero podemos
hacer que funcione. ¿Necesitamos cambiar nuestros nombres? ¿Cómo
haces para cambiar tu nombre, como, bajo radar? ¿Por qué no nos
enseñaron eso en la escuela?
—¡Gabe!
Gabe finalmente dejó de murmurar frenéticamente y lo miró.
—No iré a ninguna parte —Danny pronunció cada palabra con
claridad.
—Si te preocupa dejarme aquí…
—No quiero irme, Gabe. Sí, Roman está obsesionado conmigo, pero la
fijación es... mutua. Me gusta. Tal vez más que gustarme. Es amable y
considerado, y me quiere. Nadie me ha querido así antes. Y yo lo quiero
igual. No quiero dejarlo.
Gabe asintió, pero el alivio de Danny duró poco.
—Control mental —dijo Gabe.
— ¿Perdón?
—Dijiste que uno de sus poderes era el control mental.
Mierda. — ¿Eso hice? —Danny definitivamente lo había hecho.
Gabe lo miraba con algo sospechosamente parecido a la lástima en sus ojos.
—Danny, si tiene sus espeluznantes dedos de vampiro en tu cerebro, no se
puede confiar en ti para tomar tus propias decisiones.
—Él no me está controlando mentalmente, Gabe.
— ¿Cómo sabes eso?
—¡Yo solo… solo lo hago! Además, solo lo usan para cosas simples y
temporales. No pueden simplemente hacer que una persona piense que está
enamorada de otra persona a largo plazo —O al menos, Danny no lo creía
así. Estaba hablando como un loco en este punto.
—Enamorado —La voz de Gabe era plana—. Estás enamorado de ese
monstruo.
¿De verdad Danny le había confesado accidentalmente su amor por Roman
a su hermano? ¿Lo había dicho enserio? No es el momento, Danny. —Él no
es un monstruo, Gabe. Escucha, te han lastimado y estás enojado, y lo
entiendo. Pero estás siendo muy especista en este momento.
—¿Especista? —Gabe ahora lo miraba como si le hubiera crecido otra
cabeza. Esta conversación estaba yendo muy bien.
—Sí. Exactamente. Asumiendo que simplemente porque no son
humanos, son monstruos malvados.
—El que bebieran mi sangre y me rompieran el brazo es lo que me
tiene convencido de que son monstruos malvados, Danny.
—¡Los humanos hacen la misma mierda todos los días, Gabe! Bueno,
tal vez no lo de beber sangre —Admitió Danny—. Pero, ¿cuántas lesiones
vemos en nuestros pacientes que han sido infligidas por otras personas? Si
los vampiros son malvados porque uno te lastimó, entonces toda la raza
humana también debe ser descartada. Un plátano malo no significa que
tires todo el racimo.
—Creo que la frase es “si hay una manzana podrida…”
—Lo que sea —Danny resopló—. Los vampiros son criaturas
complicadas, como cualquier otra especie con algún tipo de inteligencia.
Aprende un poco más sobre ellos antes de juzgar.
Gabe lo miraba ahora con una expresión que Danny no podía identificar.
—¿Y bien?
—A veces olvido lo especial que eres, Danny —La voz de Gabe se había
suavizado notablemente—- Desde que éramos niños. Ves lo bueno en todos.
Quieres ayudar a todos. Eres una buena persona.
Eso era quizás lo más agradable que Gabe le había dicho desde que podía
recordar.
Probablemente eran los analgésicos los que hablaban, pero, aun así.
Gabe se pasó una mano por el cabello oscuro. —Regresé pensando que
después de tanto tiempo, finalmente estaría en posición de ayudarte.
Cuidarte. Realmente no consideré que criaturas sobrenaturales era una de
las cosas que debía tener en cuenta.
—Roman no permitirá que Luc me lastime, Gabe. Y ahora que
sabemos que eres un objetivo, tampoco dejará que te lastime.
—Realmente confías en él, ¿no? —Su hermano pareció anonadado por
ese hecho.
—Con mi vida —Confirmó—. Además, nunca necesité que me vigilaras
como piensas, Gabe. Ya soy un adulto. He sido un adulto, valiéndome por
mí mismo, durante mucho tiempo. No siempre soy perfecto en eso, pero lo
he estado haciendo bien. Solo necesitaba a alguien que… no sé… estuviera
allí. Me sentía sólo, más de lo que pensaba. Y luego Roman apareció y él
solo… está aquí para mí. Ya no me siento solo. Me siento amado. No tienes
que preocuparte.
Danny hizo una pausa, considerando contarle a Gabe lo que Roman había
hecho por su madre, pero no parecía el momento adecuado.
Particularmente cuando Gabe estaba tan obsesionado con todo el aspecto
del control mental.
Gabe dejó escapar un profundo suspiro. —No he sido un muy buen
hermano mayor.
—Bueno, eres el único que tengo, así que supongo que tendré que
amarte de todos modos.
Gabe cerró los ojos y se recostó contra las almohadas. Debía estar más que
exhausto. Debería dejarlo descansar. —¿Qué cirujano ortopédico está de
guardia hoy?
Su hermano respondió sin abrir los ojos. —No pensé en preguntar.
—Lo averiguaré por ti.
—Gracias.
Danny estaba saliendo por la puerta cuando Gabe lo llamó de nuevo: —
Sabes que yo también te amo, ¿verdad?
Danny sonrió. —Siempre lo he hecho, idiota. Ahora, descansa un poco.

Danny estaba regresando a la sala de emergencias para averiguar quién


operaría a Gabe cuando una mano fuerte lo agarró de la muñeca y lo
arrastró hasta una sala de suministros por la que ni siquiera se había dado
cuenta que estaba pasando.
Fue empujado hacia un pecho duro, su cabeza presionada hacia abajo en un
ángulo que le impedía ver la cara del hombre. Oyó como la puerta se
cerraba detrás de él.
—Hola de nuevo, Sr. Kingman.
Bueno, joder, jodidamente jodido. Esa no era la voz que Danny quería
escuchar en este momento.
Danny retrocedió todo lo que le permitió el agarre del vampiro (no lo
suficiente, pero al menos ahora podía verlo) y miró hacia los familiares ojos
negros.
Para un hombre que acababa de mutilar al hermano de Danny, Luc se veía
terriblemente renovado, cada mechón de su cabello canoso perfectamente
en su lugar, ni una arruga a la vista en su... ¿Eso era un suéter de Armani?
Una mezcla de rabia y miedo burbujeó en el pecho de Danny, y estaba
hablando antes de darse cuenta. —Imbécil. Lastimaste a mi hermano.
Luc se encogió de hombros con despreocupación. —Oops.
¿Oops? ¿Oops?
Danny sabía que estaba a punto de decir algo estúpido, pero aun así no
pudo evitar que las palabras salieran de su boca. —¿Eso es realmente todo
lo que tienes que decir al respecto, maldito psicópata?"
Allí estaba. Que tonto.
Pero Luc solo le sonrió, sus ojos negros brillaban bajo las luces
fluorescentes. —Vaya, sí que estamos siendo combativos con alguien que
podría matar más rápido que un parpadeo.
—Si vas a matarme de cualquier manera, entonces realmente no
importa lo que te diga, ¿verdad?
—Eso es cierto —El rostro de Luc adquirió una expresión
fingidamente seria—. Siento lo de tu hermano. Realmente no tenía la
intención de hacer ningún daño duradero. Me enojé tanto con el pequeño
Soren metiendo la nariz donde no le corresponde, que puede que me haya
vuelto un poco entusiasta. ¿Sabías que ha estado acosando a tu hermano?
Uh, ¿qué?
Luc levantó una ceja oscura ante lo que vio en la expresión de Danny, la
cual debía haber reflejado una gran sorpresa. —Ohhh, no lo sabías.
Interesante. Y aquí pensé que tal vez ustedes cuatro estaban planeando
algunas citas dobles asquerosamente adorables.
Danny tendría que procesar el acoso inapropiado que estaba recibiendo su
hermano mayor en algún momento posterior. Un momento en el que no
estuviera atrapado en una pequeña habitación con un asesino.
Se le ocurrió un pensamiento horrible. —¿Dónde están Soren y Roman?
¿Les hiciste daño? —Se le encogió el estómago al pensar en Roman siendo
herido.
Luc solo sonrió de nuevo, como el imbécil que era. —No te alteres, Daniel.
No los he tocado. Sin embargo, admito que es lindo cómo se instalaron
afuera como un par de pequeños perros guardianes. Llegué antes que ellos.
Sorprendido de que Soren no me oliera, en realidad, como el experto
rastreador que es. Tal vez no sea tan inteligente como solía ser. Se ha
tornado aburrido con las décadas.
—O tal vez es difícil predecir los movimientos de alguien
verdaderamente desquiciado —¿Por qué la boca de Danny seguía diciendo
tonterías sin el permiso de su cerebro?
Luc le sonrió entonces, todo dientes afilados y ojos negros de un muerto. De
repente, Danny fue muy consciente del fuerte agarre en su brazo; una mano
que recientemente había partido los huesos de su hermano como si fueran
una ramita. —Demasiado cierto. También parece un poco difícil predecir
los movimientos de un enamorado —Luc se inclinó más cerca, hasta que
estuvieron nariz con nariz—. Dime, Daniel, ¿por qué Roman no ha hecho lo
único que realmente podría protegerte de mí? ¿Tienes miedo de
convertirte? ¿Tienes miedo de volverte un monstruo como yo?
Danny trató de mantener su expresión en blanco, pero claramente Luc leyó
algo en ella de todos modos, porque comenzó a reírse. Otra vez ese tono
aterrador. —Oh. No me digas Ni siquiera te ha preguntado todavía. Que
interesante.
Danny estaba terriblemente cansado de que Luc encontrara todo sobre él
"interesante".
—Solo nos conocemos desde hace unos días —dijo con los dientes
apretados.
—Por supuesto, por supuesto —La voz de Luc era una parodia de
simpatía—. Pero, aun así, ya lo amas, ¿no?
¿Qué pasaba con todos hoy, tratando de sacarle confesiones de amor?
—Tiende a tener ese efecto en las personas —Luc continuó—. Y estoy
seguro de que él también te quiere mucho. Quedándose aquí, incluso con el
gran lobo feroz en la ciudad —Extendió la mano que no agarraba a Danny y
empujó un mechón de cabello detrás de su oreja, un gesto terriblemente
íntimo.
Danny reprimió un escalofrío. Se sentía mal ser tocado por este hombre.
Solo quería ser tocado por su vampiro.
—Dime —canturreó Luc—. ¿Te ha hecho promesas? ¿Promesas de que
se quedará para siempre a tu lado?
—Ya sé para donde va esto. No me harás dudar de él.
Luc sonrió de nuevo. —No soñaría con intentarlo. Pero creo que es
importante tener todos los hechos cuando se toman decisiones importantes
como estas, ¿no crees? También me prometió un para siempre, ya sabes.
Prometió que se quedaría a mi lado, en las buenas y en las malas. Y a la
primera señal de dificultad, se fue. Como si yo no fuera nada.
Danny no estaba seguro de que tratar de matar a tu mejor amigo fuera una
simple “señal de dificultad”, pero, a pesar de todo, había un dolor real
detrás de las palabras de Luc. Danny podía sentirlo. Tendría que existir
para que Luc estuviera tan obsesionado con Roman. Y Danny sabía lo que
se sentía ser dejado atrás por aquellos a los que amabas. Puede que no haya
asesinado a nadie por eso, pero, aun así. —No entiendo por qué ustedes dos
no lo hablan.
—Oh, dulce e ingenuo niñito.
Grosero, pero okey.
El agarre de Luc sobre Danny se apretó hasta el punto de causar dolor.
Tendría moretones por los dedos del vampiro. —Los monstruos como
nosotros no solo “lo hablamos”. Luchamos. Y los simples mortales deben
tener mucho cuidado de no quedar atrapados en el medio.
—Sin embargo, mi hermano no estaba el medio, ¿verdad?
Luc chasqueó la lengua. —Tendrás que hablar de eso con Soren. Ya me
disculpé y, francamente, estoy un poco aburrido de hablar al respecto.
Ahora, cuando te deje salir, gentilmente dejándote ileso, me gustaría
agregar que necesito que le digas algo a Roman por mí.
La irritación de Danny se apoderó de él. — ¿Qué es esto, la escuela
primaria? Díselo tú mismo.
Luc tarareó ante eso. —Bueno, mira, estoy un poco preocupado de que
después de esta mañana, él podría estar en un estado de ánimo de “golpea
primero y haz las preguntas después”.
—Bueno, pero, ¿ese no era el objetivo de atacar a Gabe? ¿Enviar un
mensaje?
—Te lo dije —gruñó Luc. Aparentemente, Danny no era el único
irritado por este intercambio—. Me molesté. Las cosas no salieron como
estaban planeadas. Probablemente no debería haberme molestado en
absoluto, pero me pareció conveniente en ese momento.
Danny pensó en la mirada vacía en los ojos de su hermano, la confusión y el
miedo que Gabe le había mostrado. La cirugía inminente y las semanas de
recuperación por delante, todo porque Luc "se molestó". La sangre de
Danny hirvió y un ruido que nunca antes había hecho, salió de él.
Luc solo se rio, el maldito imbécil. — ¿Acabas de gruñirme? Adorable. Dile
a tu novio que quiero que cumpla sus promesas. Un hombre debe rendir
cuentas por sus palabras.
— ¿Eso es todo? ¿Ese es el gran mensaje? —Honestamente, Danny
esperaba más madurez de parte de seres centenarios.
—Eso es todo. Creo que lo simple es lo mejor con estas cosas —Luc
soltó a Danny—. Ahora corre antes de que tu caballero blanco irrumpa.
Apestas a humano y me está dando hambre.
Danny odiaba estar temblando cuando salió de la sala de suministros,
caminando por el pasillo lo más rápido que podía sin que técnicamente se
considerara correr.
¿Cómo es que esta era su vida ahora?
Se estaba cansando terriblemente de que lo amenazaran, lo empujaran y lo
molestaran en general. Es posible que no haya sido lo suficientemente
fuerte físicamente para defenderse cuando se trataba de Luc, pero tampoco
estaba dispuesto a quedarse sentado y jugar a la víctima.
Puede que sea un humano, pero no era débil.
Era hora de tener una conversación.
DieciSeis
Roman

Roman estaba... alarmado.


Estaba sentado en la mesa de la cocina de Danny con Soren a su lado,
ambos observaban a su compañero rebuscar entre los armarios,
murmurando algo sobre su necesidad de beber alcohol.
Apenas pasaba el mediodía.
El chico había estado vibrando con energía nerviosa desde que se encontró
con ellos en el pasillo del hospital, sus ojos marrones estaban duros y su
expresión inusualmente ilegible. Lo único que dijo sobre su visita a Gabe
fue: —Le conté todo —Y había estado en silencio desde entonces, aparte de
murmullos para él mismo.
Roman se había ofrecido a hacerle algo de comer cuando regresaron a la
casa, pero Danny se había negado con un firme: —No. Siéntense. Los dos —
A pesar de la ira de su demonio por haberle negado la oportunidad de
cuidar a su pareja, había obedecido, y Soren, para su sorpresa, solo había
levantado una ceja antes de seguir su ejemplo. Otra señal de que el amigo
de Roman no estaba siendo él mismo: la obediencia no solía ser su punto
fuerte.
Roman alzó una ceja ante lo que Danny finalmente sacó cuando encontró el
gabinete correcto. —¿Whisky?
—Son las cinco de la tarde en algún lugar del planeta, ¿verdad? —La
voz de Danny era plana.
Definitivamente algo andaba mal con la pareja de Roman. Algo más que el
hecho evidente de que su hermano había resultado herido.
—Déjame hacerte… —Roman fue interrumpido de inmediato, Danny
negó con la cabeza mientras se acercaba a la mesa.
—No. Sin hacer nada. Sin cocinar. Nada de cuidar de mí en este
momento. No necesito mimos. Necesito respuestas —Colocó tres vasos
sobre la mesa y se sentó frente a los dos vampiros.
—El whisky es obligatorio para mí, pero opcional para ustedes dos —
Danny bebió su trago, girando la cabeza para mirar a Soren—. Tú. ¿Has
estado acosando a mi hermano?
Soren suspiró y bebió su propio whisky, haciendo una mueca. —Define
“acosar”.
—Jesucristo —Danny se pasó una mano por la cara—. ¿Esto es algo
como genético, entonces? ¿Algún rasgo de la familia Kingman que nos
convierta en hierba gatera para vampiros?
Roman interrumpió, no dispuesto a dejar que lo que estaba pasando con
Soren hiciera que Danny dudara de su propia conexión. —No creo que
puedas comparar lo de Soren…
—Luc me dijo que le prometiste un para siempre —Danny lo
interrumpió, mirándolo fijamente.
Él se alzó de su silla en un instante. — ¿Qué? ¿Cuándo volviste a ver a Luc?
¿Cómo?
—Estaba en el hospital. Tuvimos una... charla.
Soren maldijo. —Te dije que estaba intentando atraer al chico.
No necesitaba que se lo recordaran. Tuvo el breve impulso de partirle el
cuello a su amigo. —¿Cómo fue que no te diste cuenta de que ya estaba allí?
—gruñó con los dientes apretados.
—Estaba distraído.
—No importa —Danny agitó una mano hacia ambos con desdén,
mientras le daba otro trago a su whisky—. No me lastimó. Pero me dijo que
te dijera, compañero —A Roman no le gustó el tono con el que Danny dijo
esa palabra—. Que espera que cumplas tus promesas. Y esa fue tu promesa,
¿verdad? ¿Tú y él, uno al lado del otro? ¿Para siempre?
A la mierda con Luc con su maldita bocota. —Te lo dije: nunca fue algo
romántico entre él y yo. Éramos hermanos.
Danny se rio amargamente. Sonaba tan mal viniendo de su dulce
compañero. —¿Crees que eso es lo que me molesta? Romántico, platónico,
no me importa. Prometiste estar a su lado. Justo como... como me
prometiste estar junto al mío.
Roman se tensó ante la acusación tácita: no cumples tus promesas.
Reprimió el impulso de gritar de frustración, manteniendo su voz tan
calmada como pudo. —Hubo, ¿cómo decirlo?, circunstancias atenuantes.
Como bien sabes.
Danny se sirvió más whisky, evitando cuidadosamente la mirada de
Roman, un movimiento que le resultó exasperante. ¿Cómo podría
tranquilizar a su compañero si ni siquiera lo miraba a los ojos? —Si me
conviertes y me vuelvo un monstruo… me vuelvo salvaje… ¿me
abandonarías como lo abandonaste a él?
Nunca.
—Intentó matarme, Danny. Dos veces. Mata humanos con
regularidad.
Danny prosiguió como si no lo hubiera oído. —¿O no tienes ninguna
intención de convertirme en absoluto? Porque nunca lo has mencionado.
Un hecho que a Luc realmente le gustaba restregármelo en la cara.
La mirada de Danny permaneció desviada, pero Roman podía ver sus ojos
vidriosos.
Merde. Su pareja estaba herida. Y era su culpa.
Roman registró vagamente a Soren murmurando algo que sonaba
sospechosamente a un "te lo dije", pero mantuvo su atención en Danny.
Sabía que ya debería haber mencionado el hecho de su conversión. No
debería haber dejado que el miedo guiara sus acciones cuando se trataba de
su pareja. Ahora solo le quedaba luchar para reparar el daño.
—Danny, mírame.
Danny mantuvo los ojos en su whisky. —Y tampoco lo has matado. Si
realmente pensaras que es salvaje, sin sentido de sí mismo, ¿no le habrías
hecho ese acto de misericordia? Solo has… estado huyendo.
Roman se veía obligado a decirlo en voz alta, ¿no? Admitir sus defectos y
debilidades a las dos personas en esta tierra cuyas opiniones le importaban.
—Estaba… asustando. Asustado de cómo ha cambiado. Avergonzado de mi
papel en eso. Tener que enfrentar eso… lo que le hice. El cómo lo rompí.
Danny hizo una mueca de simpatía antes de tomar otro trago. Roman
frunció el ceño, el chico iba a terminar desplomado antes del final de la
conversación si seguía bebiendo a ese ritmo. Pero Roman tenía un fuerte
presentimiento de que su compañero no apreciaría esa retroalimentación
en este preciso momento.
Así que mantuvo la boca cerrada.
Fue recompensado cuando la voz de Danny se suavizó con sus siguientes
palabras. —No estoy diciendo que lo que le pasó sea tu culpa. No creo eso.
Pero parece más enojado por tu partida que por lo que pasó con Victoria. Si
tratases de hablarlo. Si te reúnes con él. ¿Podría matarte?
La respuesta corta era, por supuesto que sí. Roman no era invencible. Pero
ese no era el consuelo que su compañero necesitaba en este momento. —Es
posible, por supuesto —Lo evadió Roman—. Pero muy improbable. Él es
fuerte, pero yo también. Y somos difíciles de matar. Acabar con uno de
nosotros tiende a requerir bastante esfuerzo. O una emboscada.
Danny había dejado de mirar el whisky para dibujar patrones invisibles en
la mesa con la punta de los dedos. —No quiero verte lastimado. Y no podría
soportar que te mataran. Pero no puedo considerar una eternidad contigo
con esta... persona... acechando en el fondo. Se cierne sobre nuestros
hombros. Tienes que arreglar las cosas de alguna manera.
Roman trató de ignorar la calidez que llenó su pecho al ver a su pareja
pensando en una eternidad con él. ¿Danny lo decía enserio? ¿Estaría
dispuesto a dejar de lado su humanidad para estar con Roman, para
permanecer a su lado? Se obligó a prestar atención mientras que Danny
continuaba, ajeno a los efectos de sus palabras: —Y no estoy tan seguro de
que merezca ser ejecutado.
Soren interrumpió: —¿No estás apoyando demasiado a alguien que acaba
de romperle el brazo de tu hermano como una maldita rama de árbol? Y en
caso de que lo hayas olvidado, el psicópata asesina a humanos.
Danny se volvió hacia Soren y levantó un dedo. —Uno, no tienes derecho a
hablar de mi hermano. Estás en tiempo muerto sobre todas las cosas
relacionadas a Gabe —Levantó un segundo dedo—. Dos, ¿qué sabes sobre
las personas a las que ha matado? Porque conozco dos en Hyde Park. Uno
intentó asaltarme y, según la policía, no era el primero y no todas sus
víctimas tenían la suerte de vivir. El otro que yo sepa… la policía también
nos habló de él. En el hospital. Sobre algunas de las cosas que había hecho.
No era un buen tipo, por decir lo menos. Y Luc dijo algo que ha estado en
mi mente desde entonces, algo sobre “sacar la basura” que había aquí.
Soren bufó. — ¿Nos estás diciendo que crees que es una especie de vampiro
justiciero?
—Creo que en una noche perdió las dos cosas que lo hacían tener
esperanzas sobre su vida eterna: la mujer a la que amaba y a su hermano.
Ha estado lleno de rabia y dolor, dejando que su demonio tome las
decisiones. Pero, ¿y si debajo de todo eso, todavía está allí, mitigando el
caos y eligiendo a sus víctimas deliberadamente? —Danny suspiró,
perdiendo parte de su fuego—. No digo que tenga razón, y definitivamente
no digo que no sea peligroso. Está claramente empeñado en algún tipo de
venganza cuando se trata de Roman. Pero tal vez, está haciendo lo que
puede para no ser un verdadero monstruo.
Danny finalmente se volvió hacia Roman, sus grandes ojos implorantes. —Y
tú eres quizás la única persona que tiene la oportunidad de comunicarse
con él. Está obsesionado contigo, para bien o para mal.
—Claramente para mal —murmuró Soren—. ¿Cómo esperas que
Roman haga eso sin que se convierta en un baño de sangre gigante?
—No lo sé —Danny sonaba frustrado—. Ustedes dos conocen a Luc
mejor que yo.
Todos se quedaron en silencio, contemplando los diferentes caminos frente
a ellos. Roman estaba en conflicto: ¿podría realmente comunicarse con
Luc? Ninguna de sus interacciones recientes había sido motivo de
esperanza, hasta este momento. Pero habían tenido muy pocas
conversaciones reales durante décadas, y Roman ciertamente no había
logrado nada huyendo aparte de aumentar la ira de Luc.
Pero había algo más en su mente, y no podía esperar más. Se aclaró la
garganta, con los ojos sobre Danny. —¿Lo decías en serio? ¿Lo de una
eternidad conmigo?
Soren emitió un sonido de impaciencia y se levantó de la mesa. —Me voy si
van a comenzar con una charla amorosa. Podemos volver a retomar esta
conversación por la mañana.
Danny extendió una mano hacia el vampiro rubio, y Roman hizo todo lo
posible para no tener un ataque y exigir toda la atención de su pareja. —
Espera por favor. ¿Qué... qué es lo que quieres de Gabe?
Soren se cruzó de brazos, la viva imagen de la petulancia. —No lo sé.
—¿Quieres hacerle daño?
Soren negó con la cabeza.
—¿Quieres salir con él?
Soren se rio y Danny entrecerró los ojos.
—Muy bien, entonces, Sr. Testarudo. Dime esto. ¿Lo protegerías si
Luc lo persiguiera de nuevo?
Soren se detuvo lo suficiente como para que Roman, si hubiese estado en el
lugar de Danny, lo hubiese estrangulado. Pero, finalmente el vampiro
asintió con lentitud. Danny dio un pequeño suspiro de frustración, pero su
expresión se suavizó hacia el amigo de Roman. —¿Puedes por favor
hacerme el favor de mantener tu distancia? Al menos hasta que se resuelva
lo de Luc No quiero que mi hermano sea un objetivo.
Hubo otro asentimiento de Soren. Roman nunca había visto a su amigo
siendo tan taciturno. ¿Qué diablos estaba pasando con él?
Danny puso una mano sobre uno de los brazos cruzados del vampiro y
apretó suavemente. —Gracias.
Soren tosió. ¿Se lo estaba imaginando o se había sonrojado un poco?. —
Cómo sea —resopló—. Solo no sigan algún plan loco contra Luc, sin
informarme antes, ¿de acuerdo? No quiero que tu corazón sangrante haga
que maten a uno de mis mejores amigos.
Ese era más como el Soren que Roman conocía. —Estoy conmovido —dijo
Roman arrastrando las palabras.
—Calla. Guarda la papilla para tu novio —Soren salió y escucharon el
sonido de sus pasos subiendo las escaleras, presumiblemente hacia la
habitación de invitados.
Roman se inclinó sobre la mesa para agarrar la mano de Danny. Necesitaba
tocar a su pareja. Su demonio estaba inquieto, frustrado con las
distracciones que les impedían obtener respuestas. —Entonces... para
siempre.
Ese delicioso rubor atravesó las mejillas de Danny y bajó por su cuello
mientras que el chico se movía con inquietud sobre su silla. —Hay mucho
que discutir antes de que lleguemos a eso. Y… y ni siquiera me has
preguntado, así que…
Roman hizo girar la mano de Danny y depositó un beso en su palma. —
Daniel Kingman. Mi precioso compañero, mi pequeño rey. ¿Me harías el
honor de solidificar nuestro vínculo como compañeros, permaneciendo
siempre a mi lado? ¿Te convertirías por mí?
El sonrojo de Danny se profundizó mientras tragaba con dificultad. Se veía
tan adorable, avergonzado. —Lo pensaré. Tenemos otras cosas en las que
centrarnos ahora mismo. Además, puede que esté un poco borracho.
Roman luchó contra su decepción. Puede que no haya sido un sí rotundo,
pero sabía que su pareja no era otra Victoria. No jugaría con Roman, no
mencionaría la eternidad si no estuviera pensando seriamente sobre
hacerlo.
—Está bien, pequeño rey. Aunque, hay… logísticas que tendríamos
que considerar cuando estés listo para la discusión.
— ¿Cómo qué?
—A menudo es… difícil para un vampiro recién convertido, Danny.
Puede ser difícil controlar a tu demonio. Tienden a despertarse
hambrientos, a tomar el control más fácilmente al inicio, exigiendo ser
alimentados. Y las familias y amigos tienden a notar nuevos cambios como
los ojos negros y los colmillos. Lo más probable es que tengas que irte por
un tiempo, mientras te adaptas. Y sé que tienes... responsabilidades aquí.
Observó cómo Danny fruncía el ceño pensativo, balanceándose ligeramente
en su silla. Definitivamente estaba algo ebrio.
—Podemos discutirlo todo en otro momento. Deberíamos darte algo
de comer y llevarte a la cama.
—Ni siquiera es de noche —El labio inferior de Danny hizo un
delicioso puchero.
—Apenas has dormido nada el día de hoy. Debes de estar exhausto.
Danny asintió con el ceño fruncido, pero agarró la mano de Roman cuando
trató de liberarse y levantarse de la silla. —Espera. Quiero… quiero que me
prometas algo. Mientras aún tengo el coraje de preguntar… —Respiró
hondo antes de volver a hablar—. Si resulto siendo… un monstruo. Si me
vuelvo salvaje. Tienes que matarme. No me dejes ser un asesino.
El solo pensamiento de eso era como un cuchillo afilado presionando el
pecho de Roman. Su demonio aulló dentro de él ante la idea, pero él no dejó
salir el sonido. Se obligó a mantener la calma. Danny no necesitaba su
rabia. Necesitaba ser tranquilizado. Y aun así… —No sé si pueda prometerte
eso, mon amour.
Danny apretó su mano en comprensión. —Por favor, solo piénsalo.
Roman se encontró asintiendo, pero ya conocía la respuesta.
No sabía lo que decía sobre su propio carácter, que claramente no era nada
bueno, pero si tuviera que elegir entre Danny siendo un monstruo y un
mundo en el que Danny no estuviera, elegiría al monstruo.
En lo que a Roman se refería, el resto del mundo era prescindible. Su
compañero no lo era.
Diecisiete
Danny

—Bébelo todo —dijo Roman, inclinando el vaso de agua hacia arriba


para que Danny se viera obligado a terminar su contenido.
Quiero decir, de verdad, pensó Danny. No soy un bebé.
Pero la verdad es que no protestó. Solo se quedó allí parpadeando
estúpidamente, mientras Roman retiraba el vaso. Tal vez beber whiskey con
el estómago vacío después de solo dos horas de sueño había sido una idea
tonta después de todo, pero Danny estaba sacudido por sus encuentros
separados tanto con Gabe como con Luc. Había necesitado algo para calmar
sus nervios, que le diera coraje para abordar el problema que había con los
dos vampiros en su casa.
Ahora solo necesitaba algo para estabilizar las piernas.
Roman ya le había hecho comer unas tostadas, y Danny se había
recuperado en consecuencia, pero el agotamiento lo estaba alcanzando
físicamente. Ahora su vampiro estaba tendiendo la cama para él como una
especie de sirviente.
Una especie de sirviente sexy. Mm.
—Vamos —instó Roman—. Hora de ir a la cama. Desvístete.
Danny le sonrió tontamente, toda su irritación anterior hacia los vampiros
autoritarios se había ido. Qué lindo, que cuidara de Danny así.
Roman lo miró fijamente durante un minuto, y Danny estaba más que feliz
de mirarlo a su vez, era tan guapo. El vampiro lo interrumpió con un
suspiró, moviéndose hacia adelante para quitarle la camisa por encima de
la cabeza.
Cierto, se suponía que debía estar desnudándose.
Cuando le quitó la camisa, en moretón que la mano de Luc le había dejado
en el antebrazo, saltó a la vista.
Roman se tensó ante la visión y sus ojos se oscurecieron. —Bastardo —
gruñó.
—Me gustan mucho más los moretones que me dejas tú —dijo Danny
distraídamente, inclinando la cabeza hacia abajo y trazando con los dedos
una marca que Roman le había dejado en la clavícula.
Los músculos de Roman permanecieron tensos, pero sus ojos brillaron,
calientes. —A mí también —dijo, rodeando a Danny para admirar las
marcas que había dejado la última vez que lo había reclamado. Porque así
era como Danny siempre sentía el sexo con Roman: una forma de ser
reclamado.
Danny se estremeció al recordar la última vez que estuvieron juntos.
Siempre había pensado que era relativamente normal en lo que respecta al
sexo, pero algo sobre ser marcado y utilizado por Roman encendía un fuego
en su estómago. Los moretones incluso se sentían como una forma de ser
cuidado, a su manera. Que Roman fuera rudo y salvaje, pero que nunca
lastimara seriamente a Danny a pesar de ser más fuerte; eso era una forma
de pasión y control en partes iguales.
Al igual que cuando mordía a Danny, bebía sin tomar demasiado ni muy
rápido.
Era tan jodidamente caliente.
— ¿Me seguirás deseando tanto cuando ya no puedas beber de mí? —
Danny no sabía que iba a hacer tal pregunta, hasta que las palabras salieron
de su boca. Aparentemente, Danny tenía la boca suelta el día de hoy. Y
ahora que había sido mencionado lo de la conversión, parecía que su
cerebro no podía apagar los pensamientos al respecto.
Tal vez debería tener más miedo de la idea de regalar su humanidad, pero
estaba eligiendo tener fe en Roman, en la realidad de su vínculo de
apareamiento teórico. Danny sabía que su vampiro no siempre había
actuado de la mejor manera (Luc era la prueba de ello), pero Roman había
admitido sus errores. Estaba dispuesto a reconocer su miedo.
Eso por sí solo significaba mucho para Danny. Estaba tan acostumbrado a
evitar a las personas que amaba. Su madre luchó contra él en cada paso del
camino que condujo a su diagnóstico. Su hermano hizo todo lo posible para
cuidar a Danny sin estar realmente allí para él. Y aquí estaba Roman,
respondiendo a sus preguntas abierta y honestamente. Admitiendo lo malo
junto con lo bueno.
Y Danny sabía por experiencia, tanto la propia como la que había visto
como enfermero, que no siempre se podía contar con la vida. Podía elegir
su vida humana, decidirse por morir en paz durante su vejez y aun así ser
atropellado por un autobús al día siguiente.
Quería ser valiente por una vez en su vida: Elegir el amor y la aventura y la
oportunidad de experimentar lo que el mundo tenía para ofrecerle.
Pero no quería que nadie más tuviera que sufrir por su decisión. La idea de
que lo mataran no lo asustaba tanto como la idea de matar a otra persona.
Danny necesitaba confiar en que Roman fuera su red de seguridad.
¿Quedaba en él esa clase de confianza?
Danny volvió al presente cuando sintió el cálido aliento de Roman sobre su
hombro. El vampiro se había acercado en círculos durante su examen sobre
la piel de Danny y estaba desabrochándole hábilmente los pantalones por
detrás.
—Tendremos que compensarlo, ¿no? Saciarme de ti de otras maneras
—Roman presionó un suave beso en la nuca de Danny mientras le quitaba
los pantalones y la ropa interior—. ¿Y no te lo he dicho? —Se enderezó para
susurrar a Danny al oído, enviando un escalofrío a lo largo de su columna—.
Cada parte de ti es deliciosa. No solo tú sangre.
—Como, ¿qué partes? —Preguntó Danny con descaro.
Roman soltó una carcajada. —Sabes muy bien qué partes.
—Muéstrame —Ordenó, inclinando su cabeza hacia atrás contra el
hombro de Roman—. Borra el toque de Luc. Ayúdame a recordar que soy
tuyo.
Roman obedeció de inmediato, cayendo de rodillas con un gruñido justo
detrás de Danny, abriendo las mejillas de su trasero con sus manos anchas
y comenzando a lamer su agujero con caricias suaves y húmedas.
Oh, mierda. Danny se estaba derritiendo. Se había convertido en una
pequeña paleta derretida. Un charco en el suelo. ¿Por qué la boca de
Roman se sentía tan malditamente bien? Pensaba que estaba demasiado
cansado para desvestirse, y mucho menos para ponerse duro, pero dos
segundos de la lengua mágica de Roman y la polla sonrojada de Danny se
balanceaba frente a su estómago, goteando generosamente desde la punta.
Danny podía sentir como menguaba el ligero dolor que le quedaba de la
última sesión. Ohh claro, era porque la lengua de Roman era en realidad
mágica. Curaba a Danny al mismo tiempo que lo comía. Bueno… ¿No era
Danny el tipo más afortunado?
Esa lengua mágica lo penetró, y Danny no pudo evitar su largo y
prolongado gemido. Recibió un fuerte mordisco en su nalga en respuesta. —
Silencio —lo regañó Roman—. Soren todavía está aquí, y no está de buen
humor.
—No me importa Soren —murmuró Danny, perdiendo las palabras
cuando la excitación nubló su cerebro—. No te detengas. Más de tu boca,
por favor.
Podía sentir los labios de Roman curvarse en una sonrisa contra su trasero,
y luego esa lengua estaba de vuelta, lamiendo y chupando y en general
haciendo que Danny perdiera la cabeza por el placer.
Levantó la mano para sujetar su dolorida polla, gimiendo cuando Roman se
la apartó y envolvió su propia palma alrededor del eje de Danny,
acariciándolo rápido y lo suficientemente fuerte como para que se corriera
en menos de un minuto, gimiendo mientras se vaciaba en la mano de
Roman.
Danny miró hacia abajo y gimió al ver su semen fluyendo sobre el puño
cerrado del vampiro.
—Tan caliente —susurró, su mente era una neblina placentera y
nebulosa.
Sus ya débiles rodillas se rindieron y comenzó a tambalearse, pero un brazo
fuerte se envolvió alrededor de su abdomen, empujando su cuerpo contra
un pecho duro.
—Eres tan bueno para mí, encanto —Ronroneó Roman,
mordisqueando suavemente la oreja de Danny.
En algún lugar en el fondo de la mente de Danny, era consciente de la punta
húmeda de una dura polla rozando su espalda baja y de los sonidos rítmicos
de Roman acariciándose a sí mismo llenando el aire.
— ¿No me vas a follar? —preguntó Danny.
—No me tientes. No estás en condiciones de hacerlo —Roman gruñó y
le dio un ligero azote sobre el trasero—. Ahora quédate quieto para mí. Ya
estoy casi ahí.
A Danny le gustaba la idea de que Roman usara su cuerpo para correrse.
Canturreó de placer un momento después cuando sintió la cálida
salpicadura del semen de su vampiro en la espalda.
Roman le acarició la nuca. — Quiero dejarlo allí. Mantener mi olor sobre ti.
Danny se rio. —Me dejarías todo pegajoso, hombre de las cavernas.
—Lo sé —Roman suspiró—. Déjame traerte una toalla.
Llevó a Danny a la cama, donde él se dejó caer sobre su estómago, sin
gracia, sobre las sábanas. Oh dulce, dulce colchón. Bendita almohada.
Danny estaba a punto de quedarse dormido cuando sintió una toalla
húmeda y caliente en la parte baja de la espalda. Dio un pequeño suspiro de
placer. —Eso es agradable.
—¿Por qué sentiste la necesidad de beber whiskey para nuestra
conversación? ¿Tenías miedo de confrontarme acerca de Luc? —Incluso en
su estado de confusión, Danny pudo detectar el dolor en la voz de Roman.
—Tal vez fue un poco por eso, sí. También para enfrentarme a Soren.
Me preocupaba que literalmente me arrancara la cabeza por preguntar por
Gabe.
Una risa retumbó por encima de él. —Él no haría eso. Le gustas.
—Mm.
—Dijiste que “fue un poco por eso” —incitó Roman.
Oh, claro. Terminar sus pensamientos era bueno. —La otra parte fue solo
porque estaba conmocionado y… triste. Eso me hace triste. Imaginando
cómo se siente estar solo, perdiendo el control sobre tu humanidad. Pero
también triste porque… porque no puedo estar totalmente triste por él,
¿verdad? Por todo lo que ha hecho, lo que ha estado haciendo.
Roman presionó un beso en el hombro de Danny. —Tienes un corazón
tierno, mi dulce compañero.
—Ojalá pudiéramos arreglarlo.
Roman pasó los dedos suavemente por el cabello de Danny. —Sabes que no
depende de ti arreglarlo, ¿verdad? Sé que tu naturaleza es preocuparte por
los que te rodean. Pero estoy aquí para cuidar de ti.
Danny frunció el ceño en su almohada. Eso no estaba bien. —Pero también
quiero cuidar de ti. Somos compañeros, ¿no?
—Tu sola presencia ya me ha ayudado más de lo que puedas imaginar,
pequeño rey —Danny podía escuchar la sonrisa en la voz de Roman—.
Estaba perdido antes de que nos conociéramos. Soy yo quién tiene que
arreglar esta situación con Luc.
Danny tenía… sentimientos al respecto. No quería que Roman estuviera
solo en esto. Se preocupaba por su vampiro, este hombre con un demonio
dentro de él que había pasado tanto tiempo solo con su culpa y su miedo.
La idea de que la existencia de Danny en sí misma había ayudado a Roman,
era una sensación embriagadora. Él también sabía a qué se refería Roman.
Su aroma, su calidez, su fuerza, Danny podía sentirlos sanando los
pequeños pedazos irregulares de su corazón, esos pedazos que habían
quedado afilados y rotos en su vida hasta el momento.
¿Y el hecho de que Roman necesitaba a Danny tanto como Danny lo
necesitaba a él? Eso era algo que nunca había tenido antes.
Siempre había parecido tan fácil para la gente el dejarlo.
Ahora Dany tenía una pareja. Para siempre, al parecer, si eso quería.
Alguien a quien amaba. Porque él amaba a Roman. Lo cual, de alguna
manera, tanto Gage como el maldito Lucien sabían, pero Roman todavía
no.
Danny debería decírselo, ¿verdad? Las personas merecían saber cuándo
eran amadas.
Pero estaba tan cansado que ni siquiera podía hacer que su boca formara
las palabras.
Se lo diría a Roman en la mañana.

Era bien entrada la tarde cuando Danny finalmente se despertó,


aparentemente su cansancio finalmente lo había alcanzado, y se sintió un
poco descontento de no encontrar a ningún amante vampiro sexy
acurrucándose con él sobre la cama.
Sin embargo, había un vaso lleno de agua junto a su cama y una nota
pegada en el teléfono de Danny: Bébelo. Fui a hacer unos mandados.
También hay un quiche esperándote en la nevera. Por favor come. –
Roman.
A Danny le pareció ridículo y tal vez un poco adorable que, en lugar de solo
enviar mensajes de texto, Roman se hubiera tomado la molestia de pegar
con cinta adhesiva un papel en el teléfono de Danny. Que tonto.
Se cepilló los dientes rápidamente y corrió escaleras abajo, sintiéndose
renovado después de dormir prácticamente todo el día. Encontró a Soren
en la encimera de la cocina, mirando su propio teléfono con una expresión
sombría.
—¿Va todo bien? —Preguntó.
Soren levantó la vista y Danny se quedó hipnotizado al ver el cambio
cuando su familiar sonrisa de loco apareció en menos de un instante.
Entonces, el vampiro rubio debía estarse sintiendo un poco más como él
mismo.
—Todo va color de rosa, humano.
—¿Roman no ha vuelto de sus mandados? —Danny fue directamente
a la nevera para encontrar el quiche que le habían prometido.
—No exactamente. Pero me ordenaron que te llevara al trabajo y me
asegurara de que te alimentaras e hidrataras de antemano.
Danny resopló. —¿Alimentado e hidratado? No soy un caballo.
Soren tarareó. —Bastante cerca, eres un mamífero de alto mantenimiento.
Pero si te anima, pensé que podríamos ir al hospital unas horas antes y ver
a tu hermano —Ante la expresión de Danny, se apresuró a agregar—. No
pienso entrar. Solo voy a dejarte ahí.
—Gracias, eso es muy... considerado.
Danny no sabía qué hacer con la idea de Soren aparentemente acechando a
su hermano. Ya no estaba exactamente enojado, ahora que había tenido
tiempo para procesarlo. Sabía que sin importar lo que Luc hubiera dicho
acerca de que Soren era parte de la razón del ataque, el psicópata
probablemente no habría atacado a Gabe si él no fuera el hermano de
Danny.
Aun así, era un poco... inquietante. Soren los había estado ayudando a él y a
Roman, y a Danny le gustaba el otro vampiro, incluso si era un poco
extraño. Había un trasfondo de salvajismo en él, como si jugara bajo sus
propias reglas caóticas del bien y el mal. Y aunque Danny sabía que Gabe
era atractivo (su hermano siempre había tenido a hombres y mujeres detrás
de él), Soren era todo un golpe de gracia por derecho propio, todo belleza
masculina etérea. Danny no estaba seguro de por qué estaría tan
obsesionado con su hermano heterosexual y totalmente estadounidense.
Pero Danny había decidido que iba a concentrarse en una cosa a la vez, para
evitar que su cerebro explotara. Y ahora mismo esa cosa era ir al trabajo a
tiempo para poder visitar a Gabe. Y más tarde, cuando Danny terminara
con su trabajo y Roman volviera a casa, la cosa en la que pensaría sería en
formas para tratar con Luc. Así que… prioridades.
Danny se metió bocados de quiche en la boca (todavía no parecía justo que
un vampiro que no necesitaba comer comida humana pudiera cocinar tan
bien) y se apresuró a darse una ducha rápida.
Después de todo, medio había esperado que Soren intentara colarse en el
hospital, pero se detuvo en la entrada y echó a Danny del auto con una
patada, saludó con su mano descaradamente y aceleró sin decir una sola
palabra más.
Danny dejó sus pertenencias en el vestuario del personal de urgencias y
luego corrió a la habitación donde había encontrado a su hermano el día
anterior.
Gabe estaba durmiendo en su cama de hospital, con un vendaje nuevo en el
brazo y un antibiótico de vía intravenosa. Ya había tenido su cirugía,
entonces. Nadie había llamado a Danny para avisarle. ¿Siquiera figuraba
como el contacto de emergencias de Gabe?
Se sentó en la silla junto a la cama y estudió a su hermano. Gabe se veía
mucho más suave que de costumbre, durmiendo tranquilamente.
—Hey, Gabe —dijo cuándo los ojos de su hermano finalmente se
abrieron. Se encontró poniendo una voz suave de esa manera en que la
gente no podía evitar poner cuando estaba en una habitación del hospital.
—Hey —La voz de Gabe sonaba somnolienta—. ¿Estás bien?
Danny se rió. —Se supone que yo debería preguntarte eso a ti.
Gabe se sentó con una pequeña mueca. —Oh, estoy sencillamente
maravilloso. Dijeron que puedo irme a casa mañana, después de que
termine mis rondas de antibióticos.
Danny sonrió ante la noticia. —Puedo llevarte a casa entonces. Tendré la
noche libre mañana, puedo cuidar de ti.
Gabe frunció el ceño hacia su brazo. —No necesitas hacer eso.
—Claro que sí. Necesitas ayuda mientras aprendes a usar un solo
brazo. Apuesto a que no se te permite cargar o levantar peso con él,
¿verdad?
Gabe asintió de mala gana.
—Incluso podrías venir a casa conmigo, si crees que puedes tolerar la
presencia de mi monstruoso novio.
Gabe se pasó la mano por el pelo. —Pensé que tal vez había alucinado
nuestra conversación.
La idea era tentadora, descartar toda la situación como una especie de
sueño febril inducido por un trauma. No es así como a Danny hubiese
querido iniciar a su hermano en su nuevo mundo: lleno de dolor, ira y
sangre derramada. Pero ya era demasiado tarde para cualquier otra cosa. —
No tuve tanta suerte, me temo —Trató de mantener su voz ligera.
Gabe estudió el rostro de Danny. Él no estaba seguro de qué estaba
buscando su hermano esta vez, pero después de un minuto completo de
silencio, suspiró y dijo: —Tal vez pueda darle una oportunidad. Por ti. Una
oportunidad.
Danny no podría haber contenido su sonrisa incluso si lo hubiera intentado.
—Qué amable de tu parte.
—Mmph. ¿No te… no te asquea?
—¿Qué cosa? —¿Estaba su hermano a punto de decir algo grosero
sobre el sexo gay? No, Danny sabía a ciencia cierta que Gabe se había liado
con más de un chico en el pasado.
—Todo el asunto de beber sangre.
Ah, claro. Eso.
—No. Quiero decir, no duele. Tienen esta cosa en la que pueden hacer
que se sienta realmente bien, pero… —Danny se interrumpió cuando vio la
mirada horrorizada en el rostro de Gabe—. Oh. Mierda. Quisiste decir,
como, en general, ¿no?
El rostro de Gabe se estaba volviendo de un interesante tono rojo. Ese tipo
de estrés no podía ser bueno para su recuperación. —¿Dejaste que bebiera
de ti? ¿Tu sangre?
Danny sabía que no debía reírse, definitivamente no era el momento, pero
no pudo evitarlo. —Realmente no deberías agitarte por tu condición. Tu
cuerpo necesita sanar.
—¡Ese bastardo! —Gritó Gabe. Parecía que habían regresado a los
gritos.
—Gabe —aplacó Danny, sofocando su risa—. Le pedí que lo hiciera.
Quería saber cómo se sentía. Culpa a mi mente demasiado curiosa. Y no, no
me da asco. Vemos sangre todo el tiempo. Si no tuviera un estómago fuerte,
no sería enfermero de urgencias.
—Hay una diferencia entre ver sangre y beberla, Danny —Gabe seguía
pareciendo horrorizado, pero el volumen de su voz bajó, al menos—. Estás
siendo terriblemente indiferente acerca de esto.
—¿Quién está bebiendo sangre ahora? —Una voz femenina familiar
vino desde la puerta, y ambos hermanos giraron la cabeza para mirar a la
nueva invitada.
—¡Chloe! —Danny estaba tan feliz de ver a su amiga. Sabía que en
realidad no había pasado tanto tiempo, pero con todo lo que estaba
sucediendo, se sentía como si hubiera sido una eternidad.
—Perdón por interrumpir. Vine a ver a mi médico favorito de la UCI.
Escuché que habías estado en una pelea. No esperaba encontrarme con un
tema de conversación tan... interesante —Levantó una ceja hacia Danny.
Él le devolvió la sonrisa. Supuso que ella no podría haber escuchado mucho
o no estaría actuando tan casualmente. —Oh, solo estábamos discutiendo
sobre comunidades fetichistas. Gabe está pensando en expandir sus
horizontes.
Gabe lo fulminó con la mirada, mientras que Chloe soltó una risa
encantada. —Dr. Kingman, no pensé que lo tuvieras en ti.
—Los odio a los dos —murmuró Gabe, con un impresionante ceño
fruncido en su rostro.
Chloe se adentró en la habitación, levantó un bulto envuelto en papel de
aluminio y lo sacudió. —¿Incluso si te traje pan de plátano hecho en casa?
El ceño fruncido de Gabe se desvaneció de inmediato, y extendió su brazo
ileso, haciendo un gesto de "dame" con la mano. Danny no podía culparlo.
El esposo de Chloe era un panadero increíble. Todo el personal vivía para
los días que ella traía golosinas hechas por él. Volvió a sacudir el bulto hacia
Gabe, manteniéndolo fuera de su alcance. —Ahora, ahora. ¿Qué decías?
—Te odio… un poco menos —Parecía que incluso a Gabe le dolía
mucho admitir eso.
—Ahí están las palabras mágicas —Le entregó los productos
horneados a Gabe, quien gentilmente le permitió a Danny tener una pieza a
cambio de desenvolver el paquete.
—Mm —Danny tarareó alrededor de su mordida—. Es el cielo.
Chloe parecía complacida. —Le diré a Marcus que dijiste eso.
Los tres pasaron la siguiente media hora charlando sobre varios chismes
del hospital, pero cuando Gabe comenzó a bostezar atrozmente, Chloe y
Danny lo dejaron en paz para ir a buscar un café a la cafetería antes de que
comenzara su turno.
Danny se despidió de su hermano con un abrazo, teniendo mucho cuidado
de no golpear el brazo lesionado. —Envíame un mensaje de texto cuando
estés oficialmente dado de alta. Vendré a buscarte. ¡Sin argumentos! —Sacó
a Chloe por la puerta antes de que Gabe pudiera expresar más objeciones.
Cogieron sus cafés (Chloe eligió, como de costumbre, poner en el suyo
mucha más leche de la que debería permitirse forma legal) y fueron hasta
su mesa favorita en la cafetería.
—Danny, Danny, Danny —Chloe comenzó a regañarlo tan pronto
como se sentaron.
Danny se congeló con el café en los labios, devanándose el cerebro en
búsqueda de cualquier ofensa. —¿Qué?
—He estado recibiendo quejas, ¿sabes?
A Danny se le cayó el estómago. ¿Su trabajo había sido insatisfactorio?
Sabía que había estado un poco… distraído, pero no creía que hubiera sido
lo suficientemente malo como para que sus compañeros de trabajo lo
notaran.
Chloe asintió hacia él, su expresión no revelaba nada. —Sí. Me temo que sí.
La gente dice que el viejo y confiable Sr. Siempre-tomo-tu-turno, de repente
rechaza todas las solicitudes para cubrir turnos.
Oh. Oh. Eso era cierto. Danny había estado, por una vez, no tomando cada
turno extra que se le presentaba, centrándose en cambio en pasar tiempo
con Roman, disfrutando de comida real y noches de sueño profundo y sexo
alucinante. Pero Chloe siempre le había dicho que estaba trabajando hasta
los huesos. No era propio de ella regañar a Danny por trabajar muy poco.
—Um…
Chloe lo señaló con el dedo. —Ahora, esto podría considerarse perdonable,
si esta misma persona no hubiera sido culpable de darme absolutamente
cero actualizaciones sobre cierto Sr. Guapo con el que tropezó
recientemente
—Oh, dios mío —Danny se tapó la cara con las manos—. Lo siento, he
sido un mal amigo —Miró a través de sus dedos para encontrarse a Chloe
sonriéndole.
—Así que va bien, ¿eh? Lo entiendo. Todos hemos estado allí.
Succionado por el vórtice de una buena polla.
—¡Chloe! — Danny gimió avergonzado.
—Ay —Suspiró con dramatismo—. Extraño esos días.
Danny se rio. —Sí, claro. Tú y Marcus están terriblemente enamorados —
Había hecho que Danny se sintiera más que solo más de una vez, viéndolos
a los dos juntos. Pero ya no se sentía así. Se quitó las manos de la cara—.
Las cosas van bien con él. Más que bien, la verdad.
—¿Pero…? —Chloe lo incitó, sintiendo que tenía más que decir.
—Es solo que viene… con algo de equipaje… se ha estado
interponiendo un poco.
Chloe se rio, no sin amabilidad. — ¿Y quién no? Tú definitivamente tienes el
tuyo. ¿Está siendo abierto y honesto al respecto?
—Sí. Lo es. Aunque, podría haberme emborrachado anoche y haberlo
acosado sobre cómo manejarlo antes de que comencemos a pensar en un
futuro serio juntos.
—¡Bien por ti, Danny! —Chloe levantó la mano para chocar los cinco,
un gesto que Danny no pudo evitar darle—. Te mereces lo mejor y, a veces,
tienes que establecer límites para conseguirlo.
—Además… es posible que en algún momento (no inmediatamente,
tal vez después de que mi mamá)… um… bueno… ¿podría irme con él? Por
un tiempo. Quizás mucho tiempo. Ha viajado mucho y quiere mostrarme
algunos de los lugares en los que ha estado.
Ahí, eso sonaba mejor que “Mi novio puede que en algún momento me
convierta en un vampiro novato que se vuelve loco por la sed de sangre y
necesita dejar la ciudad para aislarse de amigos y familiares por un
tiempo”, ¿verdad?
Chloe le estaba dando una mirada que Danny no podía descifrar. —Oh,
entonces es serio, ¿eh?
Danny tomó un sorbo de su café, evitando su mirada. —Está llegando allí,
tal vez.
Chloe sonrió ampliamente. —Bueno, creo que eso sería increíble.
—¿Lo haces? ¿No crees que es una locura que lo acabo de conocer?
¿No te enfadarías si me fuera?
—¿Loco? Tal vez, ¿pero quién no está loco cuando se trata de amor?
¿Y enojada? Daniel Kingman, en todo el tiempo que te conozco, casi nunca
te he visto tomar una decisión para ti mismo. Si la primera será que huyas
con el hombre de tus sueños por un tiempo, estoy totalmente de acuerdo.
No puedo decir que no te extrañaré, pero tienes permitido vivir tu vida.
Así era, ¿no? Danny podría quedarse en la ciudad para ayudar a su madre
hasta el final, con Roman a su lado, tranquilizándola tanto como pudiera. Y
luego podría realmente vivir su vida. Su vida junto a Roman.
Aventura, viajes y misterio, todo para Danny. No pudo evitar sonreír ante
esa idea.
Sueños felices hicieron compañía a Danny durante todo su turno, y no fue
hasta que terminó el trabajo y vio a Soren en el asiento del conductor de su
automóvil al momento de que lo recogieran, que Danny se dio cuenta de
que algo no andaba bien.
¿Dónde estaba Roman?
Dieciocho
Roman

Roman toqueteó las sábanas de la cama del hotel e hizo una mueca: la
cantidad de hilos definitivamente no estaba a la altura de sus estándares
habituales. Pero había sido lo mejor que pudo encontrar en este pequeño
pueblo, y de todos modos no planeaba quedarse mucho tiempo.
Roman había estado esperando en esta especie de choza, a solo unas pocas
horas en automóvil de Hyde Park, no lo suficientemente lejos para su
propio gusto, y necesitaba la confirmación de Soren de que Luc lo estaba
siguiendo de verdad antes de que pudiera poner kilómetros reales entre él y
su compañero. Su compañero que se había visto tan increíblemente
hermoso durmiendo, que Roman apenas había encontrado la fuerza dentro
de sí mismo para dejar la cama, y mucho menos la ciudad.
Su compañero que debería haber estado en esta cama con Roman ahora
mismo, gimiendo mientras montaba la polla de Roman. No a horas de
distancia y fuera de su alcance.
Acababa de recibir el mensaje de texto de Soren, y estaba luchando con su
demonio, tratando de resistir el impulso de regresar por donde habían
venido. El demonio de Roman nunca fue un fanático de la planificación a
largo plazo por encima de la gratificación a corto plazo, especialmente
ahora mismo, tratándose de su compañero.
El teléfono de Roman sonó y lo contestó en un instante después de
confirmar rápidamente que era la llamada que tanto temía y anhelaba. —
¿Pequeño rey?
Roman había esperado en parte a que Soren pudiera entretener a Danny un
poco más, encubrir la ausencia de Roman, pero tal vez Danny había estado
sintiendo el tirón de la separación de la misma forma que Roman. Era
como un dolor en el pecho del que no parecía poder deshacerse.
—¡¿Te fuiste?! ¿Sin siquiera decírmelo? —La voz de Danny al otro
lado del teléfono sonaba tan enfadada y herida como se lo había imaginado.
La culpa se apoderó de él.
—Lo siento, encanto. Pensé que sería mejor así. De lo contrario, no
estaba seguro de poder seguir adelante —Su demonio ya estaba haciendo
que fuera un infierno el irse, gruñendo sus protestas y arrojándose contra
los barrotes de su jaula interna, tratando de tomar el control. Mal, mal,
mal. Se volvía más inquieto cuanto más se alejaba del lado de Danny.
—¿De verdad pensaste que irte sin previo aviso era lo mejor?
—Sabes que esto no significa que te he dejado. No realmente. No para
siempre —Oh, Dios, ¿Danny lo sabría?—. Dime que lo sabes.
—No, no lo sé —La voz de Danny había bajado de gritar a apenas
audible, pero el dolor permanecía. Esto no funcionaría. Roman necesitaba
que su compañero lo entendiera.
—Tenías razón, Danny. Sobre Luc. Sobre mi necesidad de tratar con
él. Y nunca me perdonaría si te lastimaras en el proceso. Necesitaba estar
lejos de ti para hacer cualquier tipo de movimiento.
—¿Cómo sabes que él te seguirá?
—Ya lo ha hecho. Hice que Soren se asegurara de ello mientras tú
trabajabas. Luc ha dejado Hyde Park.
—Pero… pero, ¿qué harás con él?
—Habla con él, para empezar. Solo él y yo. He estado huyendo de él
durante demasiado tiempo. Tal como habías dicho, pequeño rey.
Danny gimió exasperado. —Estaba borracho y escupiendo ideas. No pensé
que te irías al día siguiente. ¿Qué pasa si hablar no funciona?
Era la misma preocupación que tenía Roman, pero no quería centrarse en
un posible fracaso. —Entonces haré que Soren se una a mí e intentaremos
matarlo.
—Podrías lastimarte.
A Roman le dolía el pecho ante la preocupación en la voz de su pareja. —
Puede que sí. Pero mi cuerpo es capaz de manejar bastante, el tuyo no.
—Qué manera de restregármelo en la cara —Se quejó Danny.
Román se rio. —Hay muchas cosas que amo de tu cuerpo, dulce
compañero. Su fragilidad no es una de ellas.
—Si hubiera sabido que te ibas, habría… —La voz de Danny se apagó.
— ¿Qué hubieras hecho, mon amour?
Danny hizo un ruido estrangulado. —Quiero decir, podrías lastimarte
mucho, ¿sabes? ¿Qué pasa si Luc te lastima o... o algo peor? Y nunca tuve la
oportunidad de decirte— Ugh, realmente voy a tener que decirlo por
teléfono, ¿no?
— ¿Decir qué cosa, pequeño rey?
—¡Te amo! ¿De acuerdo? —Danny estaba gritando—. ¡Te amo a ti y a
tu tonta cara de vampiro! y realmente pensé que podría decírtelo en
persona.
Roman quería reírse. Quería llorar. Quería hacer un millón de cosas,
ninguna de las cuales podía hacer con su pareja a kilómetros de distancia y
fuera de su alcance. —Me lo dirás en persona. Muy pronto. Esto no es un
adiós.
—No me gusta esto.
—A mí tampoco. Ni yo ni mi demonio tenemos ningún interés en
estar lejos del lado de la persona que amamos.
—¿Tú me amas también? —La vacilación en la voz de Danny fue como
un cuchillo en el pecho de Roman.
—Por supuesto que sí. Mi dulce, encantador y desinteresado pequeño
rey. No podría pedirle al destino una mejor pareja. Me haces sentir
verdaderamente afortunado, por primera vez en no sé cuánto tiempo.
Hubo algunos sollozos al otro lado de la línea. —De acuerdo. Eso es… eso
es… realmente agradable de escuchar. Desearía poder besarte por decirme
cosas tan lindas.
—Ojalá pudiera hacer algo más que besarte, encantador compañero —
El pequeño tirón en el aliento de Danny ante las palabras de Roman hizo
que su polla se endureciera.
—¿Qué me harías? —La voz de Danny sonó ronca.
—Ew —Roman suspiró cuando la voz de Soren interrumpió de
fondo—. Está prohibida la charla sucia a menos de treinta metros de mi
persona, por favor.
Danny soltó una risita, y fue uno de los sonidos más dulces que Roman
había escuchado jamás. —Oops. Lo siento, me dejé llevar. Soren me está
llevando a casa ahora mismo. No quería esperar hasta que estuviéramos en
casa para hablar contigo.
—Me alegro de que hayas llamado. Es bueno escuchar tu voz.
Lamento haberme ido de esta manera, pero necesito manejar mi pasado
para poder concentrarme adecuadamente en mi futuro. En ti. Quiero ser el
tipo de hombre que merece tu vida para siempre.
—Tú ya eres ese hombre.
Roman no lo era, pero le reconfortó el corazón que Danny pensara eso.
—¿En dónde estás? —preguntó Danny.
—No lo suficientemente lejos. He estado tratando de asegurarme de
que Luc pueda seguirme, así que me muevo más lento de lo habitual. No
estoy acostumbrado a quererlo pegado a mí.
—Por favor, ten cuidado —Dijo Danny—. Sé muy, muy cuidadoso. Te
acabo de recibir en mi vida. No estoy dispuesto a perderte.
Roman sonrió. Su dulce y encantadora pareja... —Si hubiera sabido que
todo lo que necesitaba era irme de la ciudad para obtener estas
declaraciones de ti, podría haberlo hecho antes, encanto.
—Vuelve a mí de una pieza y te daré todas las declaraciones que
quieras. En realidad, espera —La voz de Danny volvió a tomar un tono
indignado—. Todavía estoy enojado contigo por irte sin decírmelo. ¿Lo
estoy? Creo que lo estoy. Tengo problemas de abandono, ¿sabías?
Roman no pudo evitar reírse. —¿Qué tal si cuando regrese, te dejo gritarme
todo lo que quieras? Entonces te doy tantos orgasmos como tu cuerpo
pueda soportar. Y luego vendrán las declaraciones.
Silencio, luego el sonido de Danny aclarándose la garganta. —Eso podría
funcionar.
¿Su pequeño compañero estaba excitado? Roman quería explorar esto más
a fondo, nunca había probado el sexo telefónico, pero ahora no era el
momento. —¿Puedes poner a Soren en el teléfono? —Solicitó.
—Está bien. Seguirás respondiendo mis llamadas, ¿verdad? ¿Para
asegurarme que no te soñé?
—Siempre —prometió Roman.
—Te amo, ¿sabes?
—Yo también te amo, Daniel Kingman.
Hubo un ruido de algo arrastrándose, y luego la brillante voz de Soren
apareció en la línea. —¿Vas a confesar tu amor eterno por mí también?
—Tal vez en otro momento. ¿Todo está bien por allá?
—Todo está genial. Seguí a Luc unas horas fuera de la ciudad
mientras Danny estaba trabajando. Definitivamente te está siguiendo.
—Me refiero a Danny. Parece que... ¿está bien?
—Jesús, ¿qué soy, su niñera?
—Soren… —Lo reprendió Roman.
—Parece que está bien. Definitivamente estaba enojado porque te
fuiste. Tenías razón, pero hablar contigo parece haberlo calmado.
—Estoy justo aquí —interrumpió Danny. Roman prácticamente podía
escuchar su puchero por teléfono. Adorable.
—Recogerá a su hermano en unas horas —continuó Soren como si no
hubiera escuchado a Danny en lo absoluto—. Ahora que Luc está fuera de la
ciudad, lo traerá para que se quede en Chez Danny15 por un tiempo.
—Danny debe estar complacido —Roman estaba contento de que su
compañero tuviera a su hermano allí para hacerle compañía mientras él
estaba ausente, incluso si Roman seguía sin perdonar al hombre por no
cuidar adecuadamente de Danny a lo largo de los años.
—Claro —dijo Soren ligeramente—. Aunque no estoy seguro de por
qué alguien estaría contento de tener a esa roca aburrida. Podría haber
descubierto como funcionar con un solo brazo por su cuenta.
Roman pudo escuchar a Danny protestar nuevamente en el fondo,
defendiendo a su hermano. —La familia es importante para Danny. Y ahora
no tendrás que desviarte de tu camino para asechar a Gabe.
—Ya no lo asecho —La respuesta de Soren fue indignada—. Solo
pensé, por un minuto, que podría ser medio interesante. Pero estaba
equivocado. Es heterosexual y aburrido como la suciedad.
Roman tenía la sensación de que era la parte "heterosexual" lo que
realmente molestaba a Soren, sin embargo, lo dejó pasar. Ya tenía
suficiente drama por su cuenta sin meterse en el de su amigo.
—¿Podrías cuidarlos por mí? —preguntó Roman, odiando tener que
pedirle a alguien más que cuidara a su pareja por él.
—Lo haré. Aunque preferiría estar pateándole el trasero de Luc en
lugar de andar de niñera. ¿Me llamarás si necesitas refuerzos?
—Lo haré.
— ¿Quieres que le dé un beso de despedida a tu compañero? —
bromeó Soren.

15
La casa de Danny.
Con la voz más uniforme y agradable que pudo reunir, Roman respondió: —
Tócalo y te arrancaré el corazón del pecho, mon ami.
—Anotado, bestia —Soren resopló.
—Pon a mi compañero de nuevo en el teléfono.
Roman y Danny se despidieron entonces, en términos que Soren dijo era
“demasiado blando”. Dos veces. Roman estaba reacio a dejar ir al chico,
pero necesitaba seguir moviéndose.
Miró el último mensaje de texto que le había enviado a Luc.
Me querías, ven a buscarme. Vamos a discutirlo, viejo amigo.
Roman solo podía esperar que no lo mataran en el proceso.

Roman no había estado conduciendo por mucho tiempo cuando el mensaje


de texto de respuesta por parte de Luc, sonó en su teléfono.
Tan dramático, hermano. Encuéntrame en Islington, esquina de First &
Ash.
Eso estaba a sólo una media hora de distancia. Luc definitivamente se había
estado poniendo al día, entonces. Desafortunadamente, estaba de vuelta en
la otra dirección, y Roman se dirigiría hacia Danny en lugar de alejarse
más.
La reunión no estaría tan lejos de su pareja como le hubiera gustado a
Roman. Habría preferido tener la mayor distancia posible entre cualquier
arrebato de Luc y su adorable humano. Días de distancia, incluso, si era
posible. Pero si esta reunión salía mal, Roman simplemente continuaría
hacia el sur, arrastrando a Luc con él.
Más y más lejos.
A Roman le dolía el pecho ante la idea.
Ir al sur había sido su plan original. Hyde Park solo estuvo destinado a ser
un punto de parada. Por supuesto, eso había sido antes de que Roman
conociera a Danny. Se sentía como hacía una vida. Era extraño cuánto
habían cambiado sus objetivos desde que conoció al chico.
Había estado sin rumbo, sin esperanza, huyendo, tanto de Luc como del
inevitable desmoronamiento de su control sobre su propia humanidad. Él y
su demonio habían estado en guerra con sus impulsos. Ahora tenían
objetivos en común.
Proteger a Danny. Poseer a Danny. Amar a Danny.
Y Roman tenía fe por primera vez en mucho tiempo, de que no moriría solo
siendo un monstruo.

—Tu control está mejorando, Rome. No lo suficiente como para que


puedan disfrutarlo todavía, pero pronto llegarás ahí.
Lucien estaba lamiendo la sangre de sus propios labios, mirando
complacido a su protegido. Estaban en lujosos sillones junto al fuego en su
dormitorio, justo frente al de Roman en su apartamento compartido. Era
más grande que cualquier otro lugar donde Roman hubiera vivido antes.
Sus invitados humanos, si se les podía llamar así, acababan de marcharse
sumidos en la confusión, un truco que el vampiro le había estado
enseñando a Roman durante las últimas semanas.
Semanas desde que la familia de Roman lo había ahuyentado, sus rostros
llenos de miedo, confusión y odio.
Lucien le había dicho a Roman que no regresara a su casa, pero él no lo
había escuchado. Había estado tan convencido de que su familia sería
capaz de ver que seguía siendo el hombre de antes. Convencido de que
podía hacer el papel de humano.
Se había equivocado por mucho.
Pero el otro vampiro no había castigado a Roman a su regreso, aplastado
y derrotado. Se sentó al lado de Roman mientras sollozaba de
desesperación, se quedó a su lado mientras Roman rompía los muebles en
su ira, y cuando Roman estuvo agotado y exhausto, lo tomó de la mano y
le dijo que era hora de aprender las formas de su nueva existencia.
Se habían establecido en París, con un montón de callejones oscuros y
barrios dudosos para encontrar a sus víctimas, o "compañeros para pasar
la noche", como los llamaba Lucien.
Roman se había quedado atónito cuando, esa noche, Lucien había elegido
a un hombre para alimentarse y había hecho algo más que morderlo. Luc
lo tocó, lo besó, le canturreó dulcemente. Roman lo había visto hacer lo
mismo con sus compañeras femeninas, venía con el territorio del placer
que podían dar a los humanos durante las mordidas, pero nunca lo había
visto con un hombre antes.
Ante su cara de asombro, Lucien acabó sonriéndole. —Nuestras viejas
reglas ya no se aplican, mon ami. Tomamos lo que queremos ahora.
Hombres. Mujeres. Cualquiera de los dos, o ambos. Si te gustan, tómalos.
No podemos estar más condenados de lo que ya estamos.
El pensamiento nunca parecía estar lejos de la mente de Lucien. Su
condenación.
Roman nunca había escuchado el término bisexual, no lo escucharía hasta
muchos años después, pero era la primera vez que se le había dado
permiso para ceder a los antojos que había conocido toda su vida. Antojos
que había empujado al fondo de su mente y encerrado. Anhelos que solo se
habían vuelto más fuertes con este nuevo demonio dentro de él, esta voz
que lo llamaba a ceder a cada tentación.
Le tomó tiempo a Roman adaptarse, pero no pasaría mucho tiempo hasta
que siguiera el ejemplo de Luc y eligiera a quien más le atraía para ser su
compañero para la noche, sin importar el género.
—¿Quién te enseñó todo esto? —Le preguntó a Lucien, su hambre
saciada y esa que pedía sangre agradablemente tranquila—. ¿Compulsión
y control? —Sabía que Lucien había sido convertido una década antes de
encontrarse con Roman, pero el otro vampiro nunca le habló de ningún
otro de su clase.
—El que me convirtió me enseñó —respondió Luc, la mirada
complacida desapareciendo de su rostro.
—¿Y en donde está ahora?
Lucien se encogió de hombros de esa manera descuidada que tenía, pero
algo de dolor pasó por su rostro. —Se fue —respondió brevemente.
—¿Por qué? —Roman sabía que estaba entrometiéndose, pero su
deseo de saber más anulaba cualquier pensamiento decoroso.
Lucien suspiró, apoyando la cabeza en el respaldo de la silla. —No creo
que alguna vez estuviera buscando compañía a largo plazo. Él era…
extraño. Monstruoso —Se le escapó una pequeña sonrisa—. Más
monstruoso incluso que nosotros, quiero decir. Apenas parecía humano a
veces. Creo que me convirtió por diversión. Ya había comido hasta
saciarse, me vio allí muriéndome y pensó que sería divertido, ¿tal vez? Se
quedó el tiempo suficiente para enseñarme lo básico, pero eso fue todo.
Roman sintió una oleada de inquietud recorriéndolo. —¿Y eso es lo que
planeas hacer? ¿Dejarme después de que haya dominado... todo esto? —
Hizo un gesto vago.
Lucien levantó la cabeza y le sonrió, todavía había rastros de sangre en
las comisuras de su boca. —No. No me iré —Se estiró hacia adelante en su
silla, inclinándose hacia Roman—. Sabes, no estaba planeando convertir a
nadie. Sentí que estaría... condenando... a quien eligiera. Pero luego te vi
muriendo, y parecías tan esperanzado ante la oferta de una segunda
oportunidad. Y me recordaste a mí. Yo tampoco había querido morir. Y
me alegro de seguir vivo, incluso siendo un monstruo. Pero nunca quise
estar solo.
—Un monstruo —reflexionó Roman—. Entonces, ¿realmente crees
que ambos estamos condenados?
Lucien negó con la cabeza. —No lo sé. Mi creador me dijo que no
envejeceremos y que somos muy difíciles de matar —Él sonrió con
picardía—. Así que vivamos para siempre, nunca muramos y nunca
tengamos que averiguarlo de una forma u otra.
Era un enigma, este hombre. Él era parte pesimismo, la otra parte astuta
travesura. Roman se preguntó qué parte era real y cuál era mentira.
Y para siempre era un tiempo tan largo para considerarlo. Roman no
sabía qué hacer con esa idea, con el peso de la misma.
Lucien extendió una mano y la colocó encima de la de Roman. —Lo digo
en serio. No quiero estar solo para siempre. Antes yo quería una familia.
No podemos tener hijos, y no podemos volver a nuestras antiguas familias
ahora que somos unos monstruos. Así que seremos la familia del otro, ¿sí?
hermanos.
Roman sintió algo del peso de ese “para siempre” en su pecho. No era la
vida que había pensado que tendría, pero Lucien tenía razón: Roman no
quería morir en ese campo de batalla. Y tampoco quería estar solo.
Roman asintió a su amigo. Su creador. —Hermanos, entonces.

Roman tragó saliva contra el nudo en su garganta mientras ingresaba al


estacionamiento en la esquina de First & Ash. Luc nunca había querido
estar solo, y ahora lo había estado, durante décadas. Y eso no había estado
haciéndole bien al vampiro mayor, en lo absoluto.
Roman vio al hombre del momento apoyado en el capó de un coche negro,
con los brazos cruzados, pero con una postura relajada. Llevaba una
chaqueta de cuero y jeans oscuros, gafas de sol que protegían los ojos de su
demonio de la luz del sol.
Él detuvo el auto en el aparcamiento, manteniendo una buena cantidad de
espacio entre el coche de Luc y el suyo. Había un gran edificio, uno que
claramente había visto días mejores, con un cartel de “Se alquila” en una de
las ventanas detrás de ellos. El vecindario estaba notablemente tranquilo
para ser tan temprano en la mañana.
Roman salió de su auto y se dirigió hacia el frente para apoyarse en él,
imitando la misma postura de Luc. Luc lo miró durante todo el tiempo,
cualquier pensamiento oculto detrás de sus lentes oscuros.
—¿Querías verme? —La voz de Luc era suave, pero Roman no se dejó
engañar por ninguna falsa sensación de comodidad.
—Sí —Roman mantuvo su voz igualmente tranquila—. Nuestra última
conversación terminó un poco... abruptamente.
Entonces, Luc sonrió.
Roman continuó: —Has estado tratando de llamar mi atención durante
mucho tiempo, Luc. ¿Qué es lo que quieres de mí, de verdad? ¿Lo sabes
siquiera?
Luc inclinó la cabeza. —Y sentiste que tenías que atraerme a mitad de la
nada para tener esta conversación, ¿Por qué?
—Ya sabes porqué —Roman hizo todo lo posible por mantener el
gruñido fuera de su voz—. No te quiero cerca de mi compañero.
—Ah, sí —La sonrisa de Luc creció, los colmillos brillaron entre sus
labios—. Tú pequeño y precioso compañero. Qué hermosa elección has
hecho. Él es tan lindo. Tan frágil.
Hizo falta todo el autocontrol de Roman para evitar que sus músculos se
tensaran y su demonio gruñera. Sabía que Luc estaba tratando de irritarlo,
hacerlo estallar. Para alguien que había estado tratando de llamar la
atención de Roman durante décadas, el hombre no podía resistirse a
antagonizarlo una vez que consiguió lo que quería.
—Sé que no eres realmente salvaje —dijo Roman, tratando de dejar a
un lado el tema de Danny—. Tus acciones siempre han sido demasiado
deliberadas, demasiado calculadas. Entonces, ¿realmente eres solo un
psicópata violento común y corriente o hay algo que realmente quieras de
mí?
Luc se enderezó, descruzó los brazos y metió las manos en los bolsillos.
Roman se puso tenso entonces, preparándose para ser atacado,
posiblemente por un arma oculta. Sin embargo, el otro vampiro no hizo
ningún movimiento hacia él. —Sabes…—Reflexionó Luc—. Durante mucho
tiempo, después de que el polvo se asentó y mi ira se calmó un poco, quería
tenerte devuelta. A mi amigo. Mi hermano. Pero continuabas huyendo. No
dejabas que me acercara.
La culpa familiar tiró de Roman. Sus fracasos pasados, su cobardía. De
repente deseó poder ver los ojos de Luc.
Luc continuó: —Pensaba que era demasiado salvaje ahora para ti.
Demasiado agresivo, demasiado violento. Te estabas aferrando con ambas
manos a tu propia humanidad, y yo era un riesgo para eso —Empezó a
acercarse, pero Roman se mantuvo firme—. Entonces, comencé a pensar. Si
fueras un poco más como yo, podríamos ser hermanos de nuevo. Si no
estuvieras tan atrapado en tu propio control. Tan centrado en tu propia
cordura.
Roman trató de darle sentido a lo que estaba escuchando. —¿Estabas, qué,
tratando de empujarme a volverme salvaje?
Luc se encogió de hombros, deteniendo su avance a unos metros de Roman.
—No iría tan lejos. Solo quería que… no tuvieras tantas ataduras. Pensaba
que tal vez si cortaras con la humanidad por un tiempo, si tuvieras que
continuar moviéndote por el mundo, podrías darle la bienvenida a tu viejo
amigo.
—¿Estabas asesinando gente solo para que continuara mudándome y
así empujarme de regreso a tus fraternales brazos? ¿No te parece un poco
extremo?
—Nunca maté a nadie que no lo mereciera. En su mayoría.
Así que Danny tenía razón: Luc estaba eligiendo a sus víctimas
deliberadamente. No estaba completamente perdido, entonces.
Roman dio su propio paso hacia adelante, permaneciendo justo fuera del
alcance de Luc. —Y si volviera a recibirte en mi vida, ¿cómo podría estar
seguro de que Danny estaría a salvo?
Luc se rio entonces. No era la vieja risa despreocupada que a Roman le
había encantado escuchar de su amigo hacia una vez. Era fría. Amarga. —
Creo que me has malinterpretado. Te quería de vuelta. Tiempo pasado,
mon ami. Las cosas han cambiado, creo que para los dos.
Roman no estaba exactamente sorprendido. Tampoco podía ver a los dos
retomando donde lo habían dejado. —¿Y qué es lo que quieres ahora, Luc?
—Antes de responder a eso, quiero saber una cosa.
Roman asintió para que continuara.
—¿Qué te hizo creyente? ¿Por qué estás tan seguro, ahora, de que has
encontrado a tu compañero?
Incluso con las gafas de sol, Roman podía sentir la intensidad de la mirada
de Luc mientras hacía la pregunta. Roman consideró no responder,
consideró alejar la conversación de Danny nuevamente, pero si se requería
algo de honestidad para terminar con esta persecución tóxica, Roman debía
darla. —Pude sentirlo, cuando lo conocí. Mi demonio se calmó. Mi mente se
aclaró. Yo sólo... lo quería. Lo quiero. Ya puedo sentirlo anclándome, y aún
no se ha convertido.
Roman observó cómo el rostro de Luc se tensaba y sus labios se contraían.
—Fascinante —murmuró el otro vampiro.
—¿Es así como te sentiste acerca de Victoria?
—¿Sabes qué es lo que quiero ahora? —Preguntó Luc, ignorando el
cuestionamiento de Roman—. Quisiera saber —Se quitó las gafas de sol y
las guardó en el bolsillo de su chaqueta. Los ojos negros se posaron en los
de Roman.—. Me dijiste, incluso tu pequeño compañero me dijo, que
Victoria no podría haber sido mi compañera, ya que eligió morir en lugar de
estar conmigo. Creo que eso quiere decir, que tu compañero, si tuviera que
elegir entre convertirse o la muerte… él te elegiría a ti, ¿verdad? Es lo que
quiero saber, Roman.
Hubo una sensación de hundimiento en el estómago de Roman. —No lo
tocarás —gruñó.
Roman apenas vio moverse a Luc. Sus reflejos se aceleraban incluso en su
forma humana, pero no tan rápido como lo habría sido como demonio. Y el
demonio de Luc siempre estaba en control.
Antes de darse cuenta, Roman se encontró boca abajo sobre el asfalto, con
el brazo tirado hacia atrás en un ángulo doloroso y la rodilla de Luc
clavándose en su espalda.
Escuchó un crujido y sintió el calor candente de su brazo romperse. Ahogó
un gemido. —¿Qué es esto, tu movimiento favorito?
Qué estúpido había sido. Debería haber sacado a su demonio durante toda
la conversación. Debería haber estado en alerta máxima. Estúpidamente,
no había querido enemistarse con Luc, había querido que su reunión fuera
amistosa. Amistosa.
—No te preocupes —Estaba diciendo Luc—. No te mataré, mon ami —
Sintió el tirón de Luc hurgando en el bolsillo o trasero de Roman, y luego
hubo otro crujido, esta vez el sonido del metal y el plástico astillándose en
pedazos. Su teléfono—. Solamente no quiero que arruines el juego antes de
que comience —Luc le explicó.
El vampiro cambió su peso y le susurró al oído. —Ves, he pensado en esto.
Si realmente está predestinado, llegarás a tiempo, ¿no? Conseguirás
convertirlo antes de que lo mate. Quiero verlo. Quiero saber.
Roman sintió las dos manos de Luc sobre su cabeza y tuvo solo medio
segundo para registrar el sonido de su propio cuello rompiéndose antes de
que el mundo se oscureciera.

— ¿Estás bien?
Roman parpadeó lentamente y la silueta de la cabeza de un hombre contra
un cielo brillante se enfocó. Roman sacudió su brazo, el que no se sentía
como si estuviera en llamas, y el grito resultante del hombre se vio cortado
cuando le apretó el cuello con firmeza.
Mantuvo al hombre allí en su línea de visión, pero Roman tardó un minuto
en distinguir los detalles. Era un rostro joven cabello rojizo Ojos
aterrorizados.
No era Luc.
Merde. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
—Necesito tu teléfono —La voz de Roman salió ronca. No es de
extrañar después de un cuello roto.
El hombre gimió, con los ojos muy abiertos.
—Dame tu teléfono —repitió Roman. Puso el peso de la compulsión
detrás de sus palabras esta vez y observó desapasionadamente mientras el
hombre sacaba un teléfono de su bolsillo trasero y se lo entregaba. Mantuvo
la mano firmemente rodeándole el cuello durante todo el tiempo.
—Quédate ahí —Le ordenó, liberando al hombre de su agarre para
poder marcar. Primero probó con el número de Danny. Sin respuesta.
Merde.
Roman mantuvo su mensaje breve. —Danny. Quédate con Soren. Los dos
huyan si pueden. Luc va para allá.
A continuación, marcó el número de Soren, maldijo de nuevo frustrado y
dejó otro mensaje, breve y directo. No tenía tiempo para nada más.
Necesitaba ponerse en movimiento.
Roman estiró su cuello con cuidado, tierno pero bien por todo lo demás.
Podía decir que su brazo todavía se estaba volviendo a unir, pero eso
tomaría más tiempo, había sido una rotura más complicada. Se sintió
aliviado de ver que su coche, al menos, todavía estaba detrás de él.
Maldito Luc. Era un vampiro muerto y errante.
—Me llevo esto conmigo —Roman levantó el teléfono hacia el hombre
estupefacto.
En cuestión de minutos, estaba de vuelta en la carretera, dirigiéndose hacia
Danny tan rápido como podía llevar con inútil trozo de metal.
Había sido tan estúpido. Pensar que a Luc le importaba más su amistad
rota que su obsesión por los compañeros destinados. Luc había sido un
hombre poseído desde el principio, desde el mismo momento en que
escuchó acerca de su existencia, incluso mucho antes de conocer a Victoria.
Roman y Luc no supieron hasta que conocieron a Soren (más de un siglo
después de que Roman fuera convertido) lo malo que había sido el creador
de Luc al dejarlo de esa forma. Habían estado aislados, con Luc siendo solo
un bebé vampiro. No sabían casi nada sobre otros vampiros, sobre ellos
mismos. Habían pensado que realmente tenían un para siempre.
Fue Soren quien les había dicho sobre la eventual erosión de su humanidad,
y había sido una revelación horrible para ambos. Que no serían capaces,
después de todo, de sobrevivir a la muerte y cualquier repercusión. Estarían
condenados, tal como Luc había temido.
Pero entonces Soren les había hablado de los compañeros predestinados,
de atar su humanidad y conectar a la tierra a sus demonios con una
conexión hacia otra alma.
Vida eterna. Amor eterno.
Roman se había mostrado escéptico, pero Lucien se había mostrado
esperanzado.
Tan esperanzado.
Alguien que lo mantuviera cuerdo, alguien que evitaría su condenación.
Alguien que no se iría.
Y luego esas esperanzas se habían hecho añicos cuando Victoria había
muerto, dejándolo sin compañera y con su vínculo como hermanos roto.
Fue desgarrador, pero Roman no podía sentir lástima por su amigo cuando
ahora mismo, el psicópata quería usar a Danny como un maldito sujeto de
prueba.
Roman tenía que llegar a tiempo. Perder a Danny no era una opción que
aceptaría.
Por primera vez desde que su familia lo rechazó como a un monstruo,
Roman rezó.
Diecinueve
Danny

Danny estaba sufriendo.


La ausencia de Roman era un dolor siempre presente en su pecho, lo cual
era ridículo: su vampiro apenas se había ido un día. Sin embargo, ahí
estaba. Dolor.
Danny no pudo evitar temer que la despedida que tuvieron por teléfono
sería lo último que se dirían.
Desde el otro lado de la encimera de la cocina, Soren puso sus pálidos ojos
en blanco.
—¿Qué? —Espetó Danny—. No he dicho nada.
—No —dijo Soren arrastrando las palabras—. Acabas de suspirar
aproximadamente quinientas veces en los últimos diez minutos.
Esa era una exageración flagrante.
Soren volvió a poner los ojos en blanco. Danny esperaba que se le quedaran
de alguna manera atrapados en la parte superior de su cabeza si el vampiro
rubio continuaba repitiendo el gesto. —Estará bien, humano.
Danny jugueteó con su taza de café ahora vacía. Por alguna razón, había
decidido que la cafeína era la solución para evitar echar de menos a Roman,
pero hasta ahora solo había agregado un ritmo cardíaco elevado a sus
síntomas de tristeza. —¿No crees que Luc lo lastimará?
Soren emitió un sonido evasivo. —Lastimarlo, tal vez. ¿Matarlo?
Probablemente no.
— ¿Probablemente no? — ¿Roman perdonaría a Danny si apuñalaba a
su molesto amigo con una cuchara?
Soren sonrió, una de sus sonrisas maníacas, pero sus ojos no lucían tan
desagradables. —No lo habría dejado ir si hubiera pensado que lo matarían,
humano. Hay muy pocas personas que realmente me gusten en este
mundo. Él es uno de ellos.
—Pero, ¿y si… incluso entonces…? —Danny se obligó a expresar sus
temores en voz alta—. ¿Qué pasa si decide simplemente seguir moviéndose?
Que no es lo suficientemente seguro... o que no vale la pena... volver.
Soren negó con la cabeza hacia Danny, hablando con voz exasperada. —No
se alejará de ti para siempre. No puede.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque creo que son compañeros. Compañeros predestinados reales
—La sonrisa de Soren desapareció y miró a Danny con seriedad—. He
estado aquí por mucho tiempo, pequeño humano. Y no siempre estuve tan
aislado del mundo de los vampiros como lo estoy ahora. He visto parejas
apareadas. He hablado con algunos. Y todos describían un… tirón hacia esa
otra persona. Uno que es más fuerte que cualquier cosa que hayan sentido,
uno que quizás ni siquiera tenga sentido. Veo esa atracción entre tú y
Roman.
Danny no pensó que estaba imaginando la mirada melancólica en los ojos
de Soren. —¿Tú nunca has sentido ese tirón?
—No me ves con un compañero, ¿verdad? —Soren preguntó con
dureza.
—Lo lamento —Danny de verdad debería dejar de entrometerse en la
vida amorosa de otras personas.
—Está bien —Soren agitó una mano hacia él, su estado de ánimo
cambió en un instante, como sucedía a menudo—. Ve a buscar al aburrido
de tu hermano.
Danny resopló. —¿Quieres dejar de llamarlo así? El hecho de que no haya
entretenido a su acosador no lo hace aburrido.
—No, el hecho de que sea aburrido lo hace aburrido.
Danny no estaba tan seguro. Había escuchado a Soren hablando con
Roman antes. Estaba bastante seguro de que "aburrido" era el código de
Soren para "heterosexual". Danny podría haberle dicho a Soren que su
hermano era bisexual y que Danny sabía que había estado con hombres en
el pasado.
Pero esa no era la verdad de Danny para contar.
Mantuvo la boca cerrada acerca de su hermano. —Volveré pronto. No
tengas orgías de sangre mientras no estoy.
— ¿Qué es una orgía de sangre? —Soren sonaba inquietantemente
intrigado.
—No lo sé, simplemente suena como algo que tú harías.
La sonrisa de Soren volvió a brillar, más desquiciada que nunca. —Si suena,
¿no es así?
¿Si ven? Perturbador.
Danny ignoró la llamada entrante de un número desconocido en el camino
a su auto. Siempre recibía llamadas telefónicas de spam.
Se sentía aliviado y un poco más esperanzado mientras conducía al hospital
para recoger a Gabe. Danny sabía que había riesgos. Sabía que Roman no
estaba fuera de peligro, pero sintía cierto alivio al escuchar a Soren validar
lo que Danny sentía por dentro: que él y Roman estaban conectados. Que
eran compañeros.
Danny sintió ese alivio hasta el momento en que su automóvil se salió de la
carretera.
Danny parpadeó lentamente, una cálida humedad le inundba los ojos. No
estaba seguro de si realmente había perdido el conocimiento o simplemente
estaba aturdido.
Todo le dolía.
Cerró los ojos y trató de hacer un balance mental de sus heridas. Su hombro
izquierdo y su pecho eran una agonía, probablemente por el lugar donde el
cinturón de seguridad lo había sujetado cuando el auto se estrelló. Y debía
tener algún tipo de lesión en la cabeza, porque definitivamente no era lluvia
lo que goteaba en su frente. Sin embargo, no fue aplastado en pedazos, así
que eso era una ventaja. ¿El otro auto debe haber golpeado la parte trasera
del suyo?
Danny ni siquiera lo había visto venir. No había ningún automóvil
alrededor cuando pasaba por la intersección. El otro conductor debió haber
ido prácticamente a la velocidad para andar en una autopista.
Un pánico que picaba se acumulaba bajo la piel de Danny. Empezó a estirar
la mano para tirar de la manija de la puerta con la mano derecha, pero su
entrenamiento en atención médica entró en acción. No debería estar
torciendo o moviendo el cuello en absoluto. ¿Y si tuviera una lesión en la
médula espinal? Danny necesitaba quedarse quieto y esperar a los
paramédicos.
Espera, ¿alguien había llamado a los paramédicos? Joder, ¿el otro coche
estaba bien?
Danny estaba considerando buscar ciegamente en su bolsillo trasero su
teléfono para llamar al 911 cuando escuchó el sonido chirriante del metal
rasgándose. Su puerta estaba siendo abierta.
No, no abierta. Rasgada. Arrancada completamente de las bisagras.
Danny resistió el impulso de volver la cabeza para mirar a quienquiera que
estuviera abriendo su auto como si fuera una lata. No se iba a paralizar por
curiosidad. —¿Roman? —preguntó esperanzado.
Escuchó un murmullo de "qué dulce" en respuesta, pero el zumbido que
Danny estaba notando ahora en sus oídos hizo que fuera difícil distinguir la
voz. Aunque ese no era Roman. Danny reconocería su voz, incluso solo con
su timbre.
— ¿Soren? —preguntó. Por favor, sé Soren.
—Me temo que no —Manos fuertes rompieron el cinturón de
seguridad de Danny en pedazos y lo agarraron por los hombros. Danny
gimió y cerró los ojos con fuerza cuando un calor ofuscante recorrió su
hombro izquierdo ante el contacto brusco.
Le invadió un sentimiento de pavor, seguido inmediatamente por el dolor y
el terror. Danny conocía esa voz ahora. Y si Luc estaba aquí, ¿qué le había
pasado a Roman?
—Di…dime… ¿está… vivo? —Danny trató de pronunciar las palabras
con claridad, pero su boca tenía problemas para seguir las instrucciones.
Logró una especie de susurro arrastrado. Con suerte, fue lo suficientemente
bueno.
Debía de tener algún tipo de sentido, porque las manos ásperas se
detuvieron al sacarlo del auto. Danny no vio exactamente lo que pasaba
porque se negaba a abrir los ojos en este momento. Si no podía ver lo que
estaba sucediendo, entonces no estaba pasando en verdad. ¿Cierto?
—Ohh, pequeño humano. Estás cubierto de sangre. Hueles delicioso,
por cierto. Probablemente tengas alguna hemorragia interna también.
Definitivamente tienes una clavícula fracturada aquí a la izquierda. En
general, debes estar sufriendo un dolor insoportable, ¿y estás preguntando
por el bienestar de tu amado? —Había cierta burla en la voz de Luc, pero
también… ¿Envidia? El estómago de Danny se revolvió cuando lo
levantaron abruptamente entre fuertes brazos—. Deberías estar preocupado
por ti mismo en estos momentos, Daniel.
Danny definitivamente estaba preocupado por sí mismo, pero no tenía
ganas de decirle eso a Luc. El hecho era que si Luc estaba aquí y Roman…
se había ido… entonces era muy probable que Danny muriera muy, muy
pronto.
Se encontró nadando dentro y fuera de la conciencia mientras lo llevaban.
Parecían estar caminando una cierta distancia, al menos por lo que Danny
podía decir con los ojos cerrados y su cerebro solo consciente la mitad del
tiempo.
Un recuerdo afloró. Una extraña y peligrosa presentación de la secundaria,
donde un oficial de policía había advertido a la clase de Danny que sus
posibilidades de sobrevivir a un secuestro se reducían exponencialmente si
el secuestrador los llevaba a una ubicación secundaria. ¿Esas estadísticas
serían ciertas para los secuestros vampíricos?
Danny casi se rio ante la idea, lo cual, considerando su probable e
inminente muerte, no presagiaba nada bueno sobre su estado mental. Tal
vez tenía una conmoción. O una hemorragia cerebral.
Cuando volvió a salir a estar consciente, Luc estaba colocando a Danny con
más delicadeza de lo que hubiera esperado en un suelo duro y frío. Abrió
completamente los ojos por primera vez desde que le arrancaron la puerta
del auto. Hormigón gris. Había un montón de vigas la vista. Danny estaba
en una especie de... ¿almacén abandonado?
Que cliché.
Danny escuchó el susurro de ropa cuando Luc se acomodó a su lado, y
finalmente decidió dejar de ser un bebé y enfrentarse al vampiro. Incluso
giró la cabeza para mirarlo porque, bueno, las precauciones acerca de lo de
la columna probablemente ya no eran importantes en este momento,
¿verdad?
Luc parecía completamente intacto por el accidente, el muy maldito.
Apenas tenía un pelo fuera de lugar. Tal vez ni siquiera había estado en el
coche. Tal vez simplemente le arrojó un todoterreno a Danny. ¿Qué tan
fuertes eran exactamente los vampiros? Se sentía como algo que Danny
necesitaba saber ahora mismo. ¿Por qué no le había preguntado a Roman
más detalles al respecto?
Luc le sonrió. —¿Cómo te sientes?
—Me duele —La voz de Danny podría haber sonado un poco
petulante, pero estaba justificado en lo que a él respectaba.
—Sí, bueno, lo siento por eso. Pensé que tal vez el accidente te
mataría, pero supongo que el homicidio vehicular no es mi especialidad.
—¿Por qué quieres matarme de todos modos? —Danny se sintió
aliviado de que parecía ser capaz de hablar normalmente otra vez. Tal vez
no tenía una hemorragia cerebral después de todo—. ¿Qué Roman haya
encontrado el amor te enfada tanto?
La sonrisa de Luc se desvaneció y miró a Danny durante un largo momento.
El vampiro no parecía enojado exactamente. Más bien… contemplativo. —
Pensé que eso era todo, al principio. Cuando me di cuenta de lo que pensó
que había encontrado contigo. Admito que hay una parte de mí que se
vuelve un poco loca ante la idea de que Roman encuentre la felicidad eterna
después de sabotear la mía.
—Él no saboteó…
Luc hizo callar a Danny. —No empieces. No quiero hablar de Victoria. Y no
creo que quieras hacerme enojar ahora mismo, ¿hm?
Claro. Porque había una diferencia entre una muerte rápida y relativamente
indolora y una muerte lenta y muy dolorosa. Llámalo loco, pero a Danny
nunca le había gustado mucho la idea de ser torturado.
Luc asintió con aprobación ante su silencio. —Cuéntame cómo te hizo
sentir. Tu pareja —exigió.
Hizo. En pasado. Danny no podía permitirse pensar en ello, no podía
permitirse pensar que tal vez Roman no lo había logrado. Si Danny se iba
de este mundo, quería irse creyendo que Roman seguía estando en él
—¿Por qué habría de decírtelo? —Y ahí estaba otra vez, la petulancia.
—Porque quiero saber.
Danny consideró negarse a responder por despecho. Pero tal vez, si Danny
se demoraba, Soren aún podría encontrarlos. Suponiendo que Soren
estuviera bien. —Me hace sentir... seguro.
Hubo una pausa. Luc parecía estar esperando a que Danny dijera algo más.
Y luego digo: — ¿Eso es todo? ¿Esa es tu descripción de tu compañero
predestinado? ¿Seguro? Eso es simplemente un guardaespaldas glorificado.
Danny resopló, lo que terminó siendo un poco asqueroso porque sintió que
tal vez un poco de sangre había brotado de su nariz en cuanto lo hizo. Ew.
—Estás tan centrado en la violencia que ni siquiera sabes a qué me refiero.
—Ilumíname.
—Antes de conocerlo, estaba tan… solo. Y cansado. Y con miedo.
Miedo de vivir mi vida. De dejar entrar a cualquiera. Cuando lo conocí, era
claramente peligroso. Pero, aun así, me sentía... seguro. Sabía que no me
haría daño —Danny entrecerró los ojos hacia Luc—. Más allá de lo físico.
Sabía que se aferraría a mi corazón. Que él lo protegería. Incluso cuando mi
mente intentaba asustarme con mis propias inseguridades, era como si mi
alma lo supiera. Lo sabe.
Danny estaba jadeando al final de su explicación. Hablar era algo agotador
cuando tu cuerpo estaba roto. Ahora probablemente sería un buen
momento para ir al hospital.
Excepto, claro, que había sido secuestrado por un vampiro psicótico con
sed de venganza. No había hospital para Danny.
—Victoria nunca se sintió segura conmigo —Reflexionó Luc—. No
importa cuán salvaje, cuán alegre pareciera. Siempre había un trasfondo de
miedo. Podía olerlo. Probarlo. Siempre.
No la culpo, mierda, fue el pensamiento que Danny decidió sabiamente no
expresar en voz alta.
— ¿Realmente no le tienes miedo? —Luc preguntó.
—Nunca.
Luc tarareó. — ¿Sabes? Él no está muerto. Ahora mismo viene en camino a
por ti. Tu caballero de la maldita armadura brillante.
El alivio fue tan abrumador que a Danny le resultó difícil respirar. O tal vez
era que tenía un pulmón perforado. Luc estaba observando su reacción con
interés.
—Así que, ¿cuál es el plan? —Preguntó Danny entre jadeos—. ¿Vas a
matarme antes de que él pueda llegar aquí? ¿Obligarlo a vivir con la misma
rabia y culpa con la que has estado viviendo tú?
Luc se encogió de hombros. —Posiblemente. Quería verlo. Especiales
compañeros predestinados, debería llegar a tiempo, ¿no?
Eso realmente no cuadraba con Danny. —Si quieres eliminar el libre
albedrío completamente de la ecuación, supongo que sí.
Luc lo ignoró después de eso.
Danny esperó lo que pareció una eternidad por un ataque, pero no llegó.
Nunca hizo un movimiento.
Y entonces se dio cuenta. —Quieres que llegue aquí a tiempo, ¿no?
Luc le sonrió, pero la sonrisa no llegó a sus ojos negros. —¿Por qué querría
eso? ¿Crees que me importa tanto tu lamentable vida?
—No yo. Quieres saber si los compañeros predestinados son reales.
Quieres que sean reales. La muerte de Victoria sacudió tu fe en ellos, y
desde entonces has estado viviendo una vida de miseria y soledad.
—Cuidado con lo que dices —Luc reprendió suavemente.
—¿Me equivoco? —Danny no podía detenerse—, quieres saber si tu
persona todavía podría estar allá afuera. Lo entiendo. Pero si me matas
antes de que llegue Roman, él te matará a ti y nunca podrás saberlo con
seguridad.
—Si te mato y resulta que no son reales, estaré encantado de dejar que
lo haga —Luc dijo las palabras en voz tan baja que Danny casi no las
entendió.
Y ahí estaba. Luc todavía estaba desesperado por encontrar a su
compañero.
—Si te dejas llevar por completo, te vuelves salvaje, no importará si
son reales. Te perderás antes de encontrar al tuyo. ¿La venganza realmente
vale la pena?
Luc ladeó la cabeza, pero tal vez escuchó algo fuera del almacén, porque
aparecía apenas concentrado en Danny. —Tienes un punto válido —Hizo
una pausa un segundo más, escuchando algo que Danny no podía oír.
Luego sonrió, con los colmillos brillando, y volviendo a concentrarse en él—
. Aun así, debería darle a Roman un último regalito, ¿hm?
Entonces Luc estaba sobre él, y el mundo alrededor de Danny se volvió
borroso. Un pinchazo agudo, y luego Danny sintió que le hervía la sangre.
Como si lo estuvieran quemándose vivo de adentro hacia afuera. Intentó
gritar, pero todo lo que pudo conseguir fue un gemido.
Lo último que escuchó antes de que el mundo se volviera negro fue un grito
de rabia.
Sonaba como un corazón roto.
Veinte
Danny

Miedo. Preocupación. Culpa. Preocupación. Rabia. Preocupación.


Danny abrió los ojos. Observó el techo sobre él que se enfocaba lentamente;
era mucho más bajo que el del almacén. Y ya no estaba en un piso de
cemento duro sino en una cama cómoda. Su propia cama, podía oler el
aroma familiar de su detergente, así como toques de él y de Roman.
Danny se sentía... diferente. Le estaba costando mucho volver a ser él
mismo. ¿Cómo había llegado aquí? Intentó recordar.
Podía recordar... el dolor. Primero el dolor agudo de las heridas traumáticas
del accidente. Es verdad, había estado en un accidente automovilístico. Eso
estaba volviendo a él. Pero ese dolor anterior fue eclipsado por los últimos
momentos que recordaba, después de que Luc se abalanzara sobre él.
—Danny —La voz de Roman, ronca y tensa, se filtró en los recuerdos
de Danny.
Roman estaba aquí.
Danny se sentó más rápido de lo que debería haber sido capaz de hacerlo,
girándose para mirar hacia un lado. Roman había acercado una silla al
borde de la cama y estaba inclinado hacia adelante, con las manos
entrelazadas con fuerza sobre las rodillas. Mirando a su vampiro, Danny se
dio cuenta de que nunca antes había visto a Roman lucir tan miserable. El
traje normalmente prístino del vampiro estaba arrugado y cubierto de
suciedad y tenía partes de otro color que parecía ser sospechosamente
sangre seca. Su cabello oscuro y lacio estaba revuelto, y sus ojos azules
estaban bordeados de rojo.
¿El vampiro de Danny había estado llorando?
—Hola —Danny lo saludó con poca convicción. Esperaba que su voz
saliera como un graznido, pero no sonaba ni un poco ronco. Danny
sonaba... renovado. Haciendo un balance mental, se sentía renovado. Lo
cual era extraño. Todo su cuerpo debería haber estado en un gran dolor.
Debería haber estado en el hospital, especialmente después de que Luc lo
había... había...
Luc lo había mordido.
El muy maldito.
Danny se llevó una mano a la garganta, presionando los dedos a lo largo del
costado, pero no podía sentir nada inusual allí, ni una herida abierta, ni la
piel sensible o amoratada.
—¿En donde está? —Preguntó Danny.
—Está… contenido. Estás seguro —Roman no tenía que preguntar de
quién estaba hablando.
Danny lo miró, tratando de identificar cualquier herida obvia, resistiendo el
impulso de saltar de la cama y caer en los brazos de su amante. Roman
sonaba preocupado. Parecía preocupado. Se sentía preocupado. El demonio
dentro de él estaba inquieto, preocupado por su pareja, preocupado por
Danny.
Espera.
Danny realmente podía sentir la preocupación de Roman. Cerró los ojos y
se concentró en esa extraña sensación, era una parte de Danny, pero
también no lo era. Preocupación. Enfado. Y amor. Tanto amor por Danny
que era algo abrumador en su intensidad.
Danny abrió los ojos a tiempo para ver a Roman momentáneamente
aturdido por la amplia sonrisa que Danny no pudo contener. —Puedo
sentirte —explicó Danny, con asombro en su voz.
Roman asintió, y hubo una punzada de otro tipo emoción estallando a
través de la conexión, ¿vergüenza, tal vez? —Yo también puedo sentirte,
pequeño rey. Es un efecto del vínculo de pareja, creo. Ahora que se ha...
solidificado.
Danny meditó eso por un segundo. ¿Su vínculo de pareja se había
solidificado? ¿Había habido algún tipo de ceremonia que Danny se hubiera
perdido mientras estuvo inconsciente?
—Debes de tener hambre —dijo Roman, su tono extrañamente
cauteloso.
Danny lo estaba, de hecho. Hambriento de una manera que nunca antes
había sentido.
No era la sensación punzante en la boca del estómago que estaba tan
acostumbrado a sentir al final de un largo turno sin la oportunidad de un
descanso para almorzar. O más bien, estaba allí, pero también había un...
zumbido bajo la piel de Danny. Como un picor interno que necesitaba ser
rascado.
Y entonces las piezas comenzaron a juntarse. Danny había sido mordido,
drenado hasta el punto de la muerte. Su cuerpo, que debería estar roto, se
sentía brillante y nuevo. El vínculo con su compañero estaba correctamente
en su lugar. Y tenía hambre de algo más que comida.
Danny se concentró en su interior, no en su conexión con Roman sino en sí
mismo. Danny podía sentirlo, latiendo bajo su piel, ahora que estaba
prestándole atención. Había una presencia completamente nueva allí.
Estaba hambriento, definitivamente algo animal, inclusive, como todos los
instintos más básicos de Danny, a los que se les había dado su propia voz
dentro de su cabeza. Su propia entidad dentro de su cuerpo.
Pero la nueva presencia no estaba furiosa, ni salvaje, ni ninguna de las
cosas que le había sido advertidas a Danny sobre ser un vampiro. Estaba
relativamente... tranquilo. Calmado por la presencia Roman a su lado.
Danny incluso podía sentir esa nueva parte de él llamando al demonio
inquieto de Roman, tratando de calmarlo a su vez.
—Soy un vampiro —Lo dijo en voz alta, necesitando escucharlo.
Luc no había matado a Danny. Lo había convertido.
Danny ya no era un humano.
Volvió a mirar a Roman, comprendiendo ahora el motivo de la
preocupación en los ojos de su vampiro. No se trataba de las heridas de
Danny. Se trataba de la reacción de Danny.
—Lo lamento —La voz de Roman era apenas un susurro.
—¿Por qué? —Preguntó Danny—. Tú no me convertiste —Un
pensamiento inquietante vino a él—. ¿Tú… no querías que me convirtiera
después de todo? ¿Esperabas que siguiera siendo humano?
Roman estaba sacudiendo la cabeza antes de que las palabras salieran por
completo de la boca de Danny. —Te quitó tu elección, Danny. Aún no
estabas listo. Necesitabas más tiempo, y él te lo quitó.
—Lo hizo —Danny asintió—. Eso fue muy grosero de su parte.
El ladrido de risa de Roman en reacción a la indiferente respuesta de Danny
pareció sorprenderlo incluso a él, pero su expresión inmediatamente
cambió a una de preocupación. —Lo siento mucho, mon amour. No llegué a
tiempo. No te protegí como debí haberlo hecho. Te fallé.
Abrumado por la profundidad de la autoculpabilidad de Roman, Danny se
estiró y agarró su mano, sacando al vampiro de su silla y llevándolo a la
cama junto a él. —Shh. Shh. Nada de eso. No te harás responsable de las
acciones de Luc. Simplemente... no vamos a hacer eso.
Roman gruñó en respuesta, sin estar convencido del todo, pero dejó que
Danny tirara de él hasta que estuvo acostando en la cama a su lado, lo
suficientemente cerca como para que sus costados se tocaran y Danny
pudiera descansar su cabeza en el hombro de su vampiro.
Santo infierno, su compañero olía tan bien. Tan bueno. Danny podía
distinguir tantos matices en el aroma de Roman que no había sido capaz de
hacerlo antes, cada uno con su propia nota distintiva.
Sentidos de vampíricos, diablos, sí.
La audición de Danny también aumentó. Podía distinguir a Gabe y a Soren
susurrando juntos en el piso de abajo. Alguien tuvo que haber recogido a
Gabe del hospital después de todo. Eso era bueno. Danny reprimió los
pensamientos sobre la posible reacción de su hermano al estado ahora
menos humano de Danny. No era el momento. Danny se centró en sus
otros sentidos en lugar de eso. Todo parecía más nítido también. La luz del
sol que entraba por la ventana incluso le causaba un poco de dolor detrás
de los ojos, aunque nada insoportable.
Se preguntó si su gusto también se agudizaría. Lo que lo llevaba a pensar en
saborear al delicioso vampiro que estaba a su lado. ¿Roman dejaría que
Danny lo lamiera por completo y comparara la diferencia?
No, no es el momento. Concéntrate, se dijo a sí mismo.
Danny se aclaró la garganta. —Me siento bastante bien. Considerando todo
—Eso era decirlo suavemente. La fatiga que había estado sintiendo, bueno,
básicamente por años, por primera vez había desaparecido por completo.
Ni siquiera se había dado cuenta de lo nublada que había estado su cabeza
hasta que desapareció.
Sin embargo, ¿duraría esta lucidez?. —¿Voy a ser peor que esto? —
preguntó—. Tengo hambre, pero estoy… estoy bien. No siento que el Sr.
Demonio vaya a hacerse cargo y ponerse todo gruñón o algo así.
—No, no deberías empeorar —Respondió Roman suavemente. Había
comenzado a acariciar su barbilla contra la parte superior de la cabeza de
Danny, como si una vez que obtuvo el permiso para tocarlo, el vampiro no
pudiera tener suficiente. Danny podía sentir la satisfacción que el demonio
de su pareja estaba obteniendo ante el contacto físico. Qué genial—. Los
nuevos vampiros por lo general se despiertan sintiéndose fuera de sí. Luego
mejoran gradualmente y se asientan. Eventualmente vuelven a
involucionar, pero eso puede llevar siglos. Creo que puede deberse a
nuestro vínculo. Nunca conocí a una pareja unida, pero creo que tal vez
haber sido convertido cuando ya habías encontrado tu alma destinada...
Debe traer beneficios que no habíamos considerado.
—Qué genial —Danny lo dijo en voz alta esta vez.
—¿Eso piensas? —La voz de Roman era vacilante, casi tímida.
—Duh —respondió Danny—. Soy una maldita criatura mágica,
Roman. ¿Cómo es que eso no es genial?
Roman resopló una pequeña risa contra el cabello de Danny. —Pensé que
tal vez estarías un poco más... ¿molesto?... Ya que te quitaron tu elección.
Danny consideró ese punto. —Bueno —razonó—. Tal vez no sean las
circunstancias ideales. No disfruté la parte del accidente automovilístico en
absoluto. Pero pensé que me iba a morir, y realmente no quería, y ahora
estoy aquí, sintiéndome como nuevo. Además, mis principales
preocupaciones eran lastimar a la gente, estar fuera de control, tener que
dejar a mi mamá porque no podía fingir ser humano. Pero si estoy
tranquilo y anclado y todo eso, no tengo que preocuparme.
Danny pudo sentir la oleada de inmenso alivio proviniendo de Roman
cuando el vampiro tiró de él hasta su regazo, abrazándolo con fuerza. Más
fuerte de lo que nunca hubiese soportado el cuerpo humano de Danny. —
Estaba tan asustado, encanto. Cuando te encontré, parecías... tú... pensé...
Había pensado que Danny había muerto.
Danny podía sentir el dolor por el que había pasado Roman y decidió
intentar algo. Se concentró en bombear todo el amor y la tranquilidad que
pudo reunir a través de su vínculo. Eso fue recompensando con un pequeño
jadeo de Roman, quién se inclinó lo suficiente para mirarlo a los ojos. —
Puedo sentir eso, pequeño rey.
Se retorció en su regazo, inmensamente complacido consigo mismo. Ya era
un buen compañero vampiro. Iba a ser jodidamente increíble en esto.
Y ahora Danny estaba sintiendo... algo más. Un bulto revelador debajo de
su trasero. Tarareó, moviéndose un poco más, ahora haciéndolo
deliberadamente.
—Detente —Roman lo reprendió, apretando los brazos para tratar de
inmovilizar el cuerpo de Danny.
—¿Por qué? —Danny hizo un puchero—. Creo que mi demonio quiere
salir a jugar con tu demonio. Y por jugar me refiero a foll…
La mano de Roman cubrió la boca de Danny. Aguafiestas. Ahora que Danny
había comenzado a pensar en sexo, su demonio se estaba interesando
seriamente en el asunto. Todavía tenía esa sensación de zumbido debajo de
la piel, la cual ahora reconocía como hambre por sangre, pero también
tenía hambre de Roman. Demonio inteligente. Definitivamente ambos
podrían estar de acuerdo en eso.
Danny trató de decirle a Roman todo esto con los ojos, pero Roman solo
negó con la cabeza.
—Hay cosas con las que tenemos que lidiar primero.

Había un vampiro encadenado en el garaje de Danny. Huh.


Era un contraste un poco extraño el ver a alguien con el aspecto del soplón
capturado en una película de mafia, justo al lado de la unidad de lavadora y
secadora de Danny.
Luc definitivamente había visto días mejores. Su rostro era un desastre
sangriento y magullado, y Danny no podía imaginar lo graves que debían
haber sido sus heridas iniciales para que no se hubieran curado aún con los
poderes vampíricos de curación acelerada.
Danny se acercó, consciente de mantener una distancia decente entre ellos.
Le había pedido a Roman que se quedara dentro de la casa. Danny podía
sentir lo ansioso y molesto que se sentía su pareja por tener que estar fuera
de la habitación, pero no podía imaginarse manteniendo esta conversación
con su compañero sobreprotector gruñendo desde la esquina.
Luc le sonrió. —Oh, mira. Pero si es el nuevo y mejorado Daniel —Su voz
era ronca y oxidada, como si sus cuerdas vocales se estuvieran recuperando
después de haber sido estrangulado.
Danny estaba teniendo dificultades para sentirse mal por eso.
—¿Por qué no corriste? —Le preguntó al vampiro—. Estoy seguro de
que Roman hubiese estado los suficientemente distraído por mí, uhm ya
sabes, aparente muerte, como para que hicieras una escapada limpia.
—Oh, lo estuvo —Luc parecía impenitente—. Deberías haber visto la
cara del pobre hombre.
Luc lo miró, su sonrisa desapareció y sus ojos lucían hambrientos. —Te lo
dije: quería saber, ¿Y bien? —preguntó, con urgencia en su voz.
Danny sabía lo que Luc estaba preguntando y tenía que tomar una decisión.
Podía elegir la crueldad. Podía castigar a Luc, sin dejarle nunca saber con
certeza si realmente existían los compañeros predestinados, o si había
alguna esperanza para él.
Era muy, muy tentador.
Danny suspiró. No era lo suficientemente cruel para eso. Tal vez eso lo
convertía en un tonto y en un mal candidato a vampiro, pero podía
entender muy bien el dolor de Luc. Podía entender la soledad y la rabia que
lo habían llevado a ser como era. A hacer las cosas que había hecho. A
Danny no le gustaba nada de eso, pero podía entenderlo.
—Nos apareamos —dijo—. Estoy seguro de ello. Puedo sentir una
conexión con él ahora, con sus sentimientos, con su demonio.
Luc respiró hondo y lo dejó salir lentamente. —Me alegra saberlo. Incluso si
nunca… incluso si esto es todo. Gracias por decírmelo —Señaló con la
barbilla las escaleras—. Puedes ir a decirle a tu compañero que estoy listo
para que él termine el trabajo, si eso quieres.
Danny negó con la cabeza, sin entender la petición. —¿Qué?
Una sonrisa sombría se apoderó del rostro de Luc. —Realmente no crees
que me dejará vivir después de todo lo que te he hecho, ¿verdad?
—Yo no… quiero decir… —Joder. ¿Realmente por eso Roman había
dejado a Luc aquí? ¿Para que Danny se regocijase de él y luego hiciera que
Roman lo matara?
Sería difícil argumentar que el mundo no sería más seguro sin Luc.
Excepto…
—Dime una cosa —dijo Danny—. ¿Por qué matas a las personas que
matas?
Luc se rio sin humor. —Porque soy un monstruo, obviamente.
Danny negó con la cabeza, frustrado. —¿Por qué matas a las personas que
específicamente eliges matar?
Tuvieron un pequeño enfrentamiento entonces, Luc miraba a Danny,
buscando algo en su rostro. Después de unos momentos más de silencio, el
vampiro dio un suspiro de derrota. —Después de lo que pasó… con
Victoria… algo en mí se rompió. Podía sentir que sucedía. Mi monstruo
estaba tomando el control, exigiéndome más. Más sangre, más violencia.
Pero no quería, no estaba listo para perderme por completo en la
condenación. Encontré una manera de moderar los antojos. Encontrar
gente despreciable, los que hieren a los demás, los que no merecen la vida
que tienen. Pensé que tal vez si alimentaba los deseos de mi monstruo, sin
ceder por completo al caos, podría posponer lo inevitable. Así evitaría
volverme completamente salvaje.
Luc era un enigma tan extraño. Violento y cruel, vengativo y sádico. Pero no
había matado a Danny cuando tuvo la oportunidad. Incluso si hubiera sido
por sus propias razones egoístas, en cambio le había dado a Danny una
oportunidad para siempre. Una oportunidad en la eternidad con el hombre
al que amaba.
—Sabes —dijo Danny lentamente—. Si no hubieras estado
persiguiendo a Roman en las últimas décadas, nunca habría terminado
aquí, en esta ciudad, en este momento, conmigo.
—¿Y?
Danny se encogió de hombros. —Nunca pensé mucho en el destino. La vida
parece demasiado cruel a veces como para pensar que hay un propósito
superior. Pero tal vez, algunas cosas suceden por una razón. Y tal vez, tu
compañero todavía esté ahí afuera y todo lo que has hecho hasta ahora te
acercará más a encontrarlo.
La esperanza que apareció en el rostro de Luc fue dolorosa de presenciar en
su intensidad. Danny dio unos pasos más cerca del vampiro atado,
inclinándose ligeramente para que estuvieran cara a cara. —Si te dejamos
ir, ¿vas a arrasar y asesinando a inocentes? ¿Descubriremos que te has
vuelto salvaje dentro de unas semanas, que has dejado de lado tu
humanidad por completo... o aguantarás?
Los ojos negros de Luc se encontraron con los de Danny. —Puedo aguantar
—La sinceridad en su voz era inconfundible.
Danny se enderezó. —Déjame ver qué puedo hacer.
Dejó atrás al vampiro roto y se dirigió nuevamente a la casa. Roman estaba
esperando al otro lado de la puerta del garaje, claramente a punto de
dirigirse hacia el interior.
Una mirada a la cara de Danny, y Roman estaba negando con la cabeza. —
No. Absolutamente no.
Danny dejó escapar un suspiro. —No podemos simplemente asesinarlo a
sangre fría, Roman.
—¿A qué te refieres con sangre fría? —La voz de Roman era áspera—.
Él es un asesino. Hirió a tu hermano. Casi te mata.
Cierto, cierto y cierto. Pero aún así. —No lo hizo.
—¿Y que pasa si regresa? —Roman pasó una mano bruscamente por
su cabello, su irritación era bastante clara—. No te perderé. Me niego a
dejarlo suelto, sabiendo que estarás en riesgo en el momento en que decida
que la venganza vale más que una tregua
—No volverá —Danny no sabía por qué, pero estaba seguro de ello—.
Se demostró a sí mismo que los compañeros son reales. Tiene esperanza de
nuevo, Roman. Él no va a poner en peligro eso solo para meterse con
nosotros por diversión.
—¿Crees que ese monstruo tiene un compañero ahí fuera? – Roman
miraba a Danny con incredulidad.
—La gente se casa con asesinos en serie desde prisión todo el tiempo.
Hay una tapa para cada olla, ¿verdad?
La expresión de Roman no había cambiado, pero Danny podía sentir que la
resolución de su compañero estaba vacilando.
Siguió presionando. —¿Por qué no lo mataste de inmediato? ¿Solo para
torturarlo? —Roman no dijo nada, y Danny siguió adelante sin piedad–. No
creo que realmente lo quieras muerto. Confía en mí. Por favor. Si regresa, si
nos amenaza de alguna manera, dejaré que lo mates. Te ayudaré a matarlo.
Danny se acercó a su compañero, pasando sus brazos alrededor del cuello
de Roman y presionando todo su cuerpo con el de él, de la cabeza a los pies.
—Por favor. Saquémoslo de aquí. Cuanto antes se haya ido, antes podremos
estar solos, y más rápido podrás estar dentro de mí.
Fue increíble sentir el rayo de lujuria de Roman a través de su conexión.
Lujuria que reflejaba la de Danny. Sabía que estaba empleando un truco un
poco barato, pero también estaba siendo honesto. Se sentía como si
hubieran pasado años desde que tuvo a su compañero dentro de él, y Danny
lo necesitaba ahora mismo.
Necesitaba ser reclamado y reclamar a su vez. Podía sentir el anhelo del
bebé demonio dentro de él, que solo magnificaba su propio deseo.
Jesús, Danny se sentía como un adolescente otra vez. Una bola inquieta de
hormonas excitadas. Ya estaba duro, y no pudo evitar empujarse
ligeramente contra Roman, tratando de tener algo de fricción. Y luego, para
su asombro, pudo sentir sus colmillos saliendo.
¿Acababa de hacer crecer la versión vampírica de una erección?
Hubo un extraño cambio interno cuando, por primera vez, Danny pudo
sentir que su demonio surgía al frente de su conciencia. Danny seguía allí,
todavía tenía cierto control sobre su cuerpo y sus pensamientos, pero era
como dejar que una parte diferente de su subconsciente tomara el volante.
—Por favor, Roman —se escuchó ronronear. De verdad estaba
ronroneando.
Los ojos de Roman se habían vuelto completamente negros, probablemente
reflejando los de Danny, y su voz adquirió ese gruñido más ronco que tenía
cada vez que su demonio comenzaba a hacerse cargo. —Así que después de
todo sí eres un nuevo vampiro, mi pequeño rey. ¿Te sientes inquieto ahí
dentro? ¿Necesitas mis manos sobre ti? ¿Mi polla en tu interior?
Danny asintió frenéticamente, encontrando las palabras un poco difíciles
ahora mismo. Roman inclinó la cabeza y acarició el cuello de Danny,
suspirando contra su piel. —Bien. Lo dejaremos ir.
Danny estaba empezando a sentirse un poco confuso acerca de lo que
habían estado hablando; el hambre que sentía por su pareja estaba
abrumando todos sus sentidos. ¿Por qué todavía no estaban en la cama?
Aún así, asintió de todos modos.
—Pero —Añadió Roman, levantando la cabeza—. Haremos que Soren
lo deje en alguna parte. Ya he terminado con todo esto. Y tú, mi pequeño
compañero, vienes conmigo.
Con eso, se arrojó a Danny sobre el hombro, dirigiéndose escaleras arribas
hasta el dormitorio de Danny.
Veintiuno
Roman

Roman le dio una palmada ligera al trasero atrevido vestido de mezclilla


que colgaba sobre su hombro, complacido cuando Danny dio un pequeño
grito en respuesta.
Todavía tenía sus dudas acerca de dejar a Luc en libertad, pero la estrategia
de Danny había funcionado demasiado bien. Roman no podía pensar en
nada más que en reclamar a su pareja. Agrega eso al hecho de que nunca le
había gustado la idea de matar a su viejo amigo, y Roman se había
convertido en una causa perdida.
Todo había sido demasiado: el dolor aturdidor de pensar que había perdido
a Danny, la conmoción de que el vínculo de apareamiento encajara en su
lugar, la frustración de tener que retroceder mientras su pareja se
enfrentaba a Luc por última vez.
Roman necesitaba la seguridad táctil de que Danny estaba bien, de que
Danny era suyo.
Nuestro, gruñó su demonio
Nuestro, estuvo de acuerdo Roman.
Se las arregló para ordenar sus pensamientos lo suficiente como para
llamar a Soren en la cocina mientras subía las escaleras: —Lleva a Luc a
algún punto fuera de la ciudad.
Ignoró los graznidos de protesta de Soren. Sabía que Soren haría lo que le
pedía. El vampiro rubio se sentía lo suficientemente culpable por haber
dejado a Danny fuera de su vista, permitiendo que Luc lo alcanzara.
Roman en realidad no culpaba a su amigo por eso, ambos habían pensado
que Luc estaba fuera de la ciudad y que Danny estaba a salvo, pero usaría
esa culpa a su favor para esta última tarea relacionada con Luc.
Al entrar en la habitación de Danny, Roman arrojó a su pareja sobre la
cama antes de cerrar la puerta de golpe. El chico rebotó una vez sobre el
colchón, pero en un abrir y cerrar de ojos, estaba incorporado otra vez,
arrodillándose al borde de la cama con sus ojos negros fijos en él.
Roman se sorprendió momentáneamente al ver a su pareja moverse tan
rápido, pero se recuperó rápidamente. —Quítate la ropa —Gruñó,
desabrochándose la camisa.
—No —Danny le sonrió descaradamente, y Roman levantó una ceja,
manteniendo los dedos quietos en el último botón.
—Pensé que me querías dentro de ti, encanto.
—Sí —Danny estuvo de acuerdo, inclinando la cabeza hacia un lado—.
Pero quiero hacer esto a mi manera.
Se lanzó hacia Roman, girándolos en el último momento, de modo que el
impulso hizo que aterrizara de espaldas en la cama con Danny subido a
horcajas sobre sus caderas.
Roman estaba un poco impresionado
Le sonrió a su encantador compañero, cuyos ojos habían vuelto a su
habitual color marrón oscuro, con las pupilas dilatadas. Aparentemente, si
era capaz de moverse de esa manera, Danny finalmente estaba perdiendo
un poco ese control antinatural que tenía sobre su demonio.
Roman no pudo evitar sentirse complacido de que el deseo de Danny por él
fuera la causa.
—¿Quieres jugar, pequeño rey? —Roman canturreó, pasando sus
dedos por la línea de la mandíbula de Danny.
Él asintió, pero fue un gesto ausente. Estaba más concentrado en admirar el
cuerpo de Roman como si fuera su próxima comida.
—Quiero ver a qué sabes ahora —murmuró antes de arrancarle la
ropa a Roman. Ronroneó de satisfacción cuando la tela se rasgó fácilmente
bajo sus dedos.
Roman estaba encantado por el deleite de Danny en su propia fuerza. Este
era un lado completamente nuevo de su compañero, y Roman amaba cada
parte de él.
Había estado tan preocupado de que Danny estuviera afligido por la
pérdida de su humanidad, la pérdida de su propia elección sobre su
conversión, pero su pareja claramente se deleitaba con sus nuevas
capacidades. Quizás todo eso cambiara cuando el impacto se disipara, pero
si Danny quería jugar de esta manera con sus nuevos sentidos, Roman
estaba más que dispuesto a ser el conejillo de indias de su compañero.
—Puedes hacerme lo que quieras, mi pequeño rey —ronroneó—. Estoy
a tu merced, como siempre.
Danny le sonrió dulcemente antes de inclinarse para besarlo
profundamente, empujando la lengua dentro de su boca con tal agresión
que hizo que toda su sangre se precipitará a la polla de Roman.
—Sé que lo estás —Susurró Danny cuando terminó con el saqueo.
Cosita arrogante.
Roman sabía que no lo era, en realidad. Incluso después de la conversión de
Danny, todavía sería capaz de dominar fácilmente al vampiro más pequeño.
Pero lo dejaría pasar por ahora. Aunque había bastante potencial allí.
Roman podía imaginar fácilmente una noche de lucha por el dominio en el
dormitorio. El pensamiento lo hizo gruñir de excitación.
Su compañero ya estaba bajando por el cuerpo de Roman, lamiendo y
mordisqueando toda la piel que podía a lo largo del camino. Se detuvo
sobre su polla, envolviéndola dentro de su boca caliente, tragándola
profundamente.
La espalda de Roman se arqueó fuera de la cama, y casi se pierde por
completo en el momento en que Danny tarareó alrededor de su longitud. Lo
único que lo salvó de tal vergüenza, fue que su compañero se alejó para
lamer el líquido preseminal de sus labios, murmurando para sí mismo: —
Tan jodidamente delicioso.
Su compañero iba a matarlo a este ritmo.
Danny comenzó a quitarse la ropa y su peso desapareció brevemente de las
caderas de Roman antes de que regresara en un instante, blandiendo el
lubricante.
Roman extendió una mano en demanda. —Déjame hacerlo.
—No —Danny golpeó su mano con otra sonrisa descarada—. Este es
mi rodeo.
Él solo podía mirar con deseo impotente mientras que Danny se estiraba a
sí mismo, con sus dedos lubricados abriéndose para la polla de Roman.
Era una de las vistas más sexys que jamás había visto en su existencia. La
cabeza de Danny echada hacia atrás, sus ojos cerrados, su boca llena de
placer. Roman estaba complacido de ver que toda la parte superior del
cuerpo de su compañero seguía sonrojándose cuando estaba encendido,
incluso después de haber sido convertido.
Era el color favorito de Roman.
Podía sentir sus uñas atravesando las sábanas hasta el colchón con el
esfuerzo de mantener quieta sus propias manos. Sin embargo, Roman
mantuvo el control, permitiendo que su compañero tomara la iniciativa.
Por ahora.
Después de lo que pareció una eternidad, Danny bajó sobre la polla de
Roman con determinación.
Roman gimió por lo bajo, cerrando los ojos ante el placer de todo el cuerpo
que sintió cuando el apretado calor de Danny lo recibió. Ahí era donde
pertenecía. En el interior de su compañero.
Danny no esperó a adaptarse al tamaño de su polla, e inmediatamente
comenzó a mover sus caderas hacia adelante, montando a Roman con
abandono. Cualquier intento de Roman para agarrarse de sus caderas, de
liderar el ritmo, fue recibido con gruñidos siendo sus manos
inmediatamente apartadas.
No tuvo más remedio que relajarse y permitir que su pareja usara su cuerpo
como quisiera.
Cuando Danny estuvo a punto de correrse, su cuerpo se tensó perdiendo el
ritmo. Se quedó inmóvil por completo.
—Muévete —Gruñó Roman. Estaba tan cerca. Ambos lo estaban.
Danny ignoró su petición. —¿Puedo? ¿Los vampiros alguna vez...? —Estaba
mirando fijamente el cuello de Roman, y el calor se arremolinó en su
vientre en cuanto se dio cuenta de lo que su compañero estaba
preguntando.
—Sí lo hacen —Respondió—. No obtendrás ningún sustento de ello.
Pero es una forma de... intimidad... para los de nuestra especie.
Los ojos de Danny se volvieron negros, sus colmillos se agrandaron y
mordió el cuello de Roman sin ninguna advertencia. Roman disfrutó de
aguda punzada, y aún mas cuando su compañero comenzó a mover sus
caderas de nuevo.
La pareja de Roman bebió profundamente, gruñendo de una manera que él
encontraba positivamente adorable.
Agarró el trasero de Danny con ambas manos, finalmente tirando de las
caderas de su pareja en el ritmo rápido y despiadado que había estado
anhelando. Esta vez Danny lo dejó hacer sin protestar.
Solo tomó algunos de esos rápidos y profundos empujones antes de que
Danny soltara el cuello de Roman con un gemido. Una cálida humedad
llenó su pecho en el momento en que su compañero encontró su liberación.
Roman gruñó, moviendo sus manos de las caderas a los hombros del chico,
girándolos a ambos para poder doblar a su compañero por la mitad y
penetrarlo apropiadamente, persiguiendo su propia liberación.
El sexo con Danny siempre había sido alucinante, pero ahora que no tenía
que contenerse por el miedo de lastimarlo, estaba a otro nivel. Roman se
sentía como una bestia en celo sin sentido, usando el cuerpo de su
compañero para su propio placer.
Danny parecía feliz de tomarlo todo, su polla volvió a llenarse, endurecida y
sonrojada contra el estómago de Roman. Balbuceaba como cuando estaba
abrumado y excitado. —Mierda. Sí, Sí. Por favor. Joder, Rome.
Las pelotas de Roman estaban llenas y apretadas contra su cuerpo, su
liberación era inminente, pero aguantó hasta que su compañero se corrió
por segunda vez, cubriendo los estómagos de ambos con semen pegajoso.
Sí.
El placer disparó por todo su cuerpo, su demonio rugiendo triunfalmente
mientras se vaciaba en el interior de su pareja.
Ambos pasaron largos momentos recuperando el aliento. Roman no quería
moverse en absoluto. Estaba contento, su peso descansando sobre el de su
pareja, manteniendo a Danny justo en donde pertenecía: en su cama.
Román levantó la cabeza. —Muéstrame.
Danny no tuvo que preguntar a qué se refería. Se sonrojó un poco,
avergonzado por la petición, pero luego sus ojos se volvieron negros y sus
colmillos se alargaron nuevamente.
Roman lo asimiló, la vista cambiada de su dulce compañero que
anteriormente había sido humano. Las diferencias eran tan leves, pero
alteraban su vida.
—¿Estoy... estoy bien así? —Roman lo escuchó, la diferencia casi
imperceptible en la voz de Danny cuando su demonio estaba al frente. A
diferencia de la de Roman, que se volvía aún más profunda, casi grave, la
voz de Danny adquiría un tono más melódico.
Roman sonrió a su pareja con asombro. —Tu demonio es tan encantador
como tú.
Danny sonrió, el alivio iluminó sus ojos mientras volvían a ponerse
marrones. —Realmente le gustas —Susurró tímidamente—. A mi demonio.
—Que suerte —Roman rio—. Porque me temo que tendrá que
quedarse conmigo. No me iré a ninguna parte.
La sonrisa de respuesta de Danny fue una de las cosas más dulces que
Roman había visto en su vida.

Roman miró el termómetro para dulces que sobresalía de la olla frente a él.
Unos minutos más y estaría listo.
Podía oír el estómago de Danny gruñendo desde el otro lado de la cocina.
Roman ni siquiera sabía que los estómagos de los vampiros podían gruñir,
pero supuso que nunca había visto a un vampiro pasar hambre durante el
tiempo suficiente como para averiguarlo. El autocontrol no era
normalmente su punto más fuerte.
Tal como estaban las cosas, fue necesario sacar a Danny a la fuerza de la
cama una vez que Roman se dio cuenta de que las sombras debajo de los
ojos de su compañero (aquellas de las que afortunadamente se había
deshecho) estaban reapareciendo.
Resultaba que, mientras que un vampiro recién convertido con una pareja
podía tener mucho más control sobre su sed de sangre, eran pequeñas
criaturas insaciables cuando se trataba de lujuria de verdad. Ya habían
tenido sexo dos veces más después de que Danny lo reclamara por primera
vez, y Danny estaba listo para otra ronda. Pero el chico necesitaba sustento.
Era increíble que Danny hubiera pasado tantas horas sin beber sangre.
Cualquier tipo de sangre humana, en general. Roman reprimió una sonrisa
al recordar a su pequeño y feroz compañero bebiendo de su cuello mientras
lo montaba. Después había afirmado que Roman sabía como “el mejor
dulce del mundo, espolvoreado con crack por encima, o una cosa así”.
Roman pensaba que la descripción pretendía ser halagadora, aunque un
poco inquietante. ¿Los dulces espolvoreados con crack podían considerarse
como algo bueno?
—¿Por qué pones esa cara? —preguntó Danny, mirándolo desde el
mostrador de la cocina mientras que calentaban la sangre sobre la estufa.
Roman le había pedido a Soren que tomara algunas bolsas de sangre del
hospital, para consternación de Danny.
—Esos son para pacientes, Roman —Había jadeado indignado.
En verdad, su pequeño rey era demasiado dulce para este mundo.
Pero el compañero de Roman estaba por encima de todos los demás.
Necesitaba sangre, y Roman se la daría. Había convencido a Danny con el
argumento de que era mejor eso a que se excediera en su primera comida y
accidentalmente matara a alguien.
Normalmente, un nuevo vampiro ni siquiera estaba lo suficientemente
controlado para beber de bolsas de sangre (necesitaban la agresividad de
una cacería), pero Danny estaba sentado más o menos pacientemente,
esperando su “comida para llevar”-como él la había llamado-, una vez que
accedió a la idea de un pequeño robo al hospital.
Roman tarareó para sí mismo mientras se movía, sin molestarse en
responder la pregunta de su compañero. No quería sacar el tema de la
mordida por temor a que cualquier mención de actividad sexual, llevara a
Danny a saltar nuevamente sobre Roman antes de que pudiera hacer que
bebiera su sangre.
Aunque, supuso que había cosas peores.
Ya habían echado a Soren y a Gabe de la cocina. A Gabe porque parecía
visiblemente enfermo ante la idea de que su hermanito bebiera sangre, y
Danny no necesitaba ese tipo de juicio en estos momentos; y a Soren
porque parecía demasiado encantado con la perspectiva, y Danny tampoco
necesitaba esa otra clase de juicio que hiciera que se sintiera como un
animal de zoológico.
—Dime otra vez por qué no podemos simplemente calentarlo en el
micro —preguntó Danny. Roman se volvió hacia él con cara de horror, y
Danny se rio a carcajadas ante cualquier expresión que tenía en el rostro—.
Oh, Dios mío, Rome. ¿La aversión a los microondas es algo francés o una
cosa por ser viejo?
—Es una cuestión de gusto, pequeño salvaje.
Danny resopló, pero mantuvo la boca cerrada.
El termómetro —Danny se había sorprendido al descubrir que incluso tenía
uno en su cocina— alcanzó los noventa y ocho grados, y Roman retiró la
cacerola de la estufa antes de verter la sangre caliente en una taza con una
caricatura de gato gordo y anaranjado. Colocó la horrible taza frente a
Danny, quien la miró con un poco de aprehensión, sin embargo, la acercó y
sus ojos se volvieron negros mientras que se le salían los colmillos en un
solo movimiento.
—Bebe —Le instó Roman.
Trató de no dar la impresión de que este era un momento decisivo, aunque
definitivamente lo era. Una cosa sería que Danny encontrara cierto placer
en su fuerza adquirida y sentidos mejorados, y otra muy distinta el que
tuviera que enfrentarse a la realidad de beber sangre humana por toda la
eternidad. Un nuevo vampiro sediento de sangre por lo general estaba
demasiado nervioso para pensar realmente en las implicaciones, pero
Danny estaba demasiado consciente para ser atribuido con esa bendita
ignorancia.
Roman vio como su pareja se estremeció levemente, luego levantó la taza y
echó la cabeza hacia atrás, drenando la sangre de una sola vez. Roman
parpadeó. Bueno, esa era una forma de hacerlo.
Esperó con grandes expectativas a que Danny se atragantara o declarara
que la sangre era repugnante, pero el compañero de Roman permaneció
pensativo mientras se humedecía los labios y volvía a colocar la taza con
delicadeza sobre la encimera.
—¿Y bien? —Roman no pudo evitar presionar por un veredicto.
—Me gusta más la tuya.
—¿Qué tú qué? —Esa no era la respuesta que Roman esperaba.
Danny asintió. —Sí. Quiero decir, puedo sentir esta me llena de forma
adecuada, lo cual supongo que la tuya no lo hace, pero tu sangre sigue
siendo más sabrosa. Como si esto fuera huevos y tostadas, pero lo tuyo
fuera una margarita. ¿Esa es una cosa de parejas?
—Um. No lo sé —Roman podía sentir su boca aflojándose ante el
asombro. Sin embargo, su demonio se regodeaba, sintiéndose
inmensamente satisfecho de que Danny los prefiriera a ellos antes que el
sabor de la sangre humana—. No estás… ¿asqueado? —presionó.
—Quiero decir, no me encanta la idea de seguir una dieta líquida por
el resto de mi vida, pero aún así me harás tostadas francesas, ¿verdad? —
Danny lo miró con ojos esperanzados.
Bebe sangre humana por primera vez y su preocupación es la posibilidad
de una futura tostada francesa.
Roman no pudo evitarlo. Estalló en carcajadas, tan largas y tan profundas
que al final tenía lágrimas en los ojos. Danny ladeó la cabeza, con una
sonrisa perpleja jugando en sus labios. —¿Eso es un no a lo de las tostadas
francesas?
Caminó alrededor de la encimera para situarse entre las piernas de su
pareja. Tomó el hermoso rostro de Danny con las manos, sus pulgares
acariciaron suavemente los pómulos del chico. —Puedes tener todas las
tostadas francesas que desees, pequeño rey. Es solo que... te amo tanto. No
sé qué hice para merecer esto, pero te prometo que lo atesoraré, te
atesoraré a ti, para siempre.
—Bueno —Danny lo estaba estudiando con sus ojos que habían vuelto
al hermoso color marrón oscuro—. Porque, tal como dijiste, yo no me iré a
ninguna parte. Estás atrapado conmigo. Estoy bastante seguro de que este
bebé demonio que habita dentro de mí, te perseguirá si intentas escapar.
Danny lo dijo como si fuera una amenaza en lugar de la promesa más dulce
que Roman jamás había escuchado.
—¿Solo tu demonio? —se encontró preguntando, haciendo eco de la
pregunta que Danny le había hecho alguna vez.
—Por supuesto que no, tonto —Danny se rio levemente, pero no había
nada más que confianza y adoración en su mirada—. Yo también te amo,
Roman. Más de lo que nunca pensé que sería posible. Has hecho de mi vida
algo mágico. Y no me refiero solamente a todo el asunto de los vampiros.
Me refiero a ti. Todo lo que eres. Mágico.
Roman presionó un beso en los labios de Danny, sin palabras para describir
la alegría que sintió ante su declaración. —¿Deberíamos ir a decirles a esos
dos que tu primera alimentación fue todo un éxito?
Danny arrugó la nariz. —¿Primera alimentación? Me haces sonar como si
fuera un bebé.
—Tú eres quien lo llama tu “bebé demonio”, no yo. ¿Deberíamos?
—Uh-uh —Danny negó con la cabeza con una sonrisa astuta en su
rostro—. No hay tiempo para eso. Creo que tenemos que volver arriba. Mi
demonio y yo tenemos hambre de... otras cosas... De nuevo —Metió una
mano en la cinturilla del pantalón de Roman, dando indicios del punto al
que su mente se estaba dirigiendo—. Además, quiero ver si mi sangre
todavía sabe tan bien para ti, ahora que soy vamptástico16 y todo eso.
Jesús.
La polla de Roman se llenó ante la idea de hundir los dientes en su pareja
otra vez. Había pasado demasiado tiempo desde que se había llenado de ese
néctar en particular.
—¿Crees que puedes manejarlo? —Danny bromeó, y soltó un chillido
en cuanto Roman lo alzó de la silla de la cocina. Agarró la parte posterior de
los muslos de Danny e instó a su pequeño compañero a envolver esas
piernas alrededor de su cintura.
—Puedo manejarlo, pequeño rey.
Roman sintió que podía manejar cualquier cosa con su pareja a su lado.

16
Vampiro + Fantastico xD
La vida era buena y el futuro estaba lleno de posibilidades.
Epilogo
Danny

Danny se apresuró por el pasillo de la residencia, con cuidado de mantener


una velocidad humana adecuada. Iba rezagado, pero había prometido
quedarse hasta el final de la película del viejo oeste que él y su madre
habían estado viendo, y él nunca rompía las promesas que hacía.
Mary lo estaba esperando en la recepción, sonriendo cálidamente. —Parece
que tuvo un muy buen día otra vez.
Danny le sonrió. —Lo hizo. Fue encantador.
Lo había sido. Danny no había sido capaz de obligarla a recordar
exactamente quién era él, esos días eran cada vez más escasos ya que su
enfermedad inevitablemente avanzaba, pero había sido capaz de
mantenerla tranquila y feliz. Habían visto la televisión juntos y discutido los
diferentes pájaros que podían ver a través de la ventana.
Estaría eternamente agradecido por este tiempo extra con ella. Incluso
Gabe había comenzado a visitarla regularmente, aunque los días en que no
lo reconocía seguían afectando mucho a su hermano. Sin embargo, lo
estaba intentando, y eso era más de lo que había estado haciendo antes.
—¿Cuándo viene tu esposo de nuevo? Las señoras han estado
preguntando por él —Mary le guiñó un ojo y Danny se encontró
sonrojándose.
—Vendrá conmigo mañana.
Su esposo.
Danny sonrió ante el simple anillo de oro que brillaba en su mano
izquierda. Él y Roman se habían casado en el Ayuntamiento unos meses
después de que Danny se convirtiera. Curiosamente, había sido idea de
Roman. —Tus amigos humanos no entienden el concepto de compañeros —
dijo con toda seriedad—. Tenemos que mostrarles de alguna otra manera
que eres mío. Permanentemente mío —había enfatizado.
Su vampiro dulce y posesivo.
Trataban de visitar juntos a la madre de Danny con regularidad, pero a
veces cancelaban sus visitas para que alguien estuviera allí para calmarla en
un día determinado. Danny trabajaba a tiempo parcial ahora, ya que
Roman había pagado la vivienda de su madre en la residencia durante los
próximos cinco años. No estaba seguro de cuánto dinero había acumulado
el vampiro por años, pero no parecía que fuera a llegar al fondo de ese
asunto.
En su tiempo libre, Danny había estado descubriendo pasatiempos (Seguía
odiando el cocinar, pero resulta que era bastante bueno para hornear y
estaba aprendiendo francés) y pasando tiempo con amigos. Ahora tenía
amigos, además de Chloe. Otros compañeros de trabajo y algunas caras
nuevas que había conocido en un club de lectura del que ahora formaba
parte.
Era irónico que un vampiro que había llegado a su mundo, le había dado a
Danny la vida humana tan plena que siempre había anhelado: familia,
amigos, tiempo libre. Le preocupaba que Roman se aburriera de su
existencia en un pueblo pequeño, pero su compañero parecía estar
disfrutando de poder establecerse en un lugar por primera vez en décadas.
Las viejitas de la residencia lo adoraban, al igual que los compañeros de
trabajo de Danny.
Incluso Soren se había quedado.
Después de despedirse de Mary, Danny volvió a casa. Roman lo estaba
esperando en la cocina, cortando verduras en la encimera ya que Gabe
vendría más tarde para cenar.
—Bonsoir, mon amour17 —saludó Danny, acercándose por detrás a su
compañero para envolver sus brazos alrededor de la cintura de Roman y

17
Buenas noches, mi amor, en Francés.
acariciar la parte posterior de su cuello. El olor de su compañero seguía
siendo el aroma favorito de Danny en todo el mundo.
—Bonsoir, mon petit roi —respondió Roman, inclinando la cabeza
hacia atrás para un beso—. ¿Ya he decidido nuestro destino después de la
cena?
—Al Hideaway18, estoy pensando.
Iban a salir esta noche. Danny había decidido robar más bolsas de sangre
una vez que se dieron cuenta de que tenía el control para alimentarse
normalmente, pero no le gustaba la idea de beber de la gente de su ciudad a
la que tenía que ver día tras día. Así que habían decidido que los turistas
eran un juego justo. Él y Roman iban a los bares del centro los fines de
semana. Se alimentaban juntos estos días. Al principio lo habían hecho
para asegurarse de que Danny no resbalara y perdiera el control, pero
continuaron porque beber sangre hacía que el demonio de Danny se
volviera bastante juguetón y a Roman le encantaba satisfacer esas
necesidades lo antes posible.
Más de un callejón en la ciudad había sido testigo de las pequeñas
indiscreciones posteriores a la comida.
Roman asintió, quitó los brazos de Danny de su cintura y se alejó de la
encimera de la cocina. Se acercó a la computadora portátil de Danny, la cual
estaba notando ahora que se encontraba abierta sobre la mesa. —Hay algo
que debemos abordar antes de la cena.
Uh-oh.
Hasta ahora, Luc había sido fiel a su palabra, y no habían sabido nada de él
durante el último año. ¿Habría cambiado eso?
Roman le hizo una seña a Danny para que se acercara a la computadora
portátil, donde un navegador web estaba abierto con múltiples pestañas
sobre las que comenzó a hacer clics. Todas eran fotos diferentes de
hermosos lugares: montañas, desiertos, playas tropicales.

18
Escondite en inglés, es el nombre de un bar.
—Elige uno —ordenó Roman.
—¿Huh?
—Nuestra luna de miel, pequeño rey. La hemos estado retrasando.
Elige uno.
Ahora entendía. Había estado evitando elegir un destino de luna de miel.
Nunca había estado en ninguna parte, nunca había salido del país. ¿Cómo
podía elegir un solo lugar? Se sentía... monumental.
Roman debe haber intuido el origen de la vacilación de Danny a través de
su vínculo, porque le pasó suavemente los dedos por la nuca. —Habrá más
viajes, pequeño rey. Lo que queda de eternidad. Este es solo el primero de
muchos.
Danny respiró hondo y señaló una de las fotos.
Roman le dio un apretón en la cintura en señal de aprobación. —Bali.
Buena elección, mon amour. Reservaré los pasajes. Iremos por tres
semanas.
—¿Tres semanas enteras? —Danny nunca había tenido unas
vacaciones por tanto tiempo.
—Mm. Sí. Te he estado compartiendo amablemente este último año,
pero es mi turno de tenerte solo para mí. ¿Cómo te sientes acerca de nadar
desnudos a la luz de la luna?
Y Danny que pensaba que ya había pasado el punto de los sonrojos, pero
aparentemente estaba equivocado. —Me malcrías.
—Te malcriaría aún más, si me lo permitieras.
Era verdad. Roman estaba encantado de darle a Danny todo lo que pedía.
Danny se giró y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Roman. —
¿Cuánto tiempo tenemos antes de que llegue Gabe?
Ya no se sentía tan insaciable como hace un año, cuando apenas habían
salido de la habitación por una semana, pero seguía sintiendo que no podía
tener suficiente de su compañero. De tocarlo. Saborearlo. No había nada
mejor.
—Lo suficiente —Román le sonrió—. Ven, pequeño rey. Muéstrame a
quién perteneces.
Danny bufó. —Quieres decir a quién perteneces tú
Su intención era bromear, pero Roman asintió con la cabeza, su expresión
completamente seria. —Sí, lo hago. Para siempre.
Para siempre.
Nunca nada había sonado mejor.

FIN.
Bonus Epilogo
Roman

—Merde19 —maldijo Roman, envolviendo con más fuerza su abrigo


alrededor del bulto que se retorcía en sus brazos. No se había sentido tan
tonto en casi un siglo.

—Quédate quieto —Le advirtió. El bulto no le hizo caso. —Y si te


atreves a orinarte en mi traje, recuerda mis palabras, habrá un infierno que
pagar —El bulto emitió un sonido de disgusto, como si se sintiera ofendido
por la mera sugerencia.

Sólo podía esperar que los vecinos de Danny no lo estuvieran viendo hablar
con su propio abrigo voluminoso. Ahora que se había instalado en una
ciudad, se esforzaba más por pasar desapercibido como humano. Según
Danny, eso significaba usar ropa de frío adecuada cuando se pronosticaba
nieve, pero el efecto de “mira qué normal y humano soy” podría haberse
arruinado al verlo hablar consigo mismo.

Roman se asomó al interior de su abrigo. La cosita peluda le devolvió la


mirada, con un pelaje gris azulado moteado y unas orejas puntiagudas que
parecían demasiado grandes para su cabeza. Roman pensó que tenía un
aspecto extraño, pero Danny probablemente lo encontraría adorable. Ya
había visto a Danny poniendo ojos de enamorado en fotos y vídeos de esta
raza en particular.

Eso era exactamente lo que lo había traído hasta aquí en primer lugar.

19
Mierda en francés.
O más bien, el asegurarse de que Danny recibiera lo que sea que su corazón
quisiera había traído a Roman aquí en primer lugar.

Había comenzado con Danny soltando risitas ante su celular.

Habían estado acostados juntos en la cama, Roman leyendo su libro y


Danny viendo varios vídeos.

—Muéstrame —había demandado Roman tan pronto como lo escucho


reír. Siempre quería saber qué tenía el potencial de hacer a su compañero
tan feliz. Su demonio también se animó, encantado como estaba. Danny
había girado su teléfono hacia él.

—Mira a este pequeño tontorrón —dijo, con los ojos marrones


brillantes—. Se ha estado saltando la cerca cuando su dueño no está, y
ahora su dueño lo captó en vídeo. ¡Su carita de culpable!

Roman miró el video, luego miró a su compañero con curiosidad. —¿Y tú


crees que este acto de desobediencia es… divertido?

Danny resopló, con los ojos todavía en su celular. —Solamente está siendo
un perro. Los pastores australianos están llenos de energía. Necesitan
bastante del estímulo. Pero son tan inteligentes. ¡Y jodidamente tiernos!
¡Míralo!

Roman lo hizo. El perro estaba… bien. Pero Roman estaba mucho más
interesado en la adorable criatura justo en frente de él. Las mejillas de su
compañero estaban sonrojadas, sus ojos brillando de felicidad.

¿Un vídeo de un perro desobediente había hecho eso?

Antes de que Roman pudiera contener sus propias emociones, y evitar que
se derramara a través de su vínculo, Danny se había desviado de su celular
y lo estaba mirando con las cejas alzadas. —Oh dios mío, Rome. ¿Está
celoso?

—¿De qué? —Roman puso tanta indiferencia como pudo en su voz,


eligiendo ir en la ruta de la negación.
Danny solamente pudo reírse ante él. Incluso aunque la risa estuviera
dirigida hacia su propia insensatez, seguía siendo el sonido favorito de
Roman. Bueno, además de los jadeos y gemidos que podía sacar de su
pareja cuando Roman estaba dentro de él, por supuesto.

Danny tomó la barbilla de Roman con una mano y le dio un beso en los
labios, regresando a su celular antes de que Roman pudiera convertirlo en
un beso propio.

¿Sería infantil si Roman tirara ese celular al otro lado del cuarto?

—No tienes que ponerte celoso —Danny le aseguró—. Es solo que


siempre he querido un perro. Mi papá nos habló de traernos uno, pero
luego… bueno, ya sabes. Mi mamá no estaba en el mejor estado para ello. Y
luego, viviendo por mi cuenta, no creí que fuera lo más responsable, con lo
mucho que trabajaba.

El estómago de Roman se encogió y las plumas metafóricas de su demonio


se levantaron. Ambos odiaban cualquier recordatorio de lo mucho que
Danny había sido privado a principios de su vida.

Su compañero merecía todo el jodido mundo entero.

Danny lo miró de reojo, pero debió haber malentendido la fuente de las


frustraciones de Roman porque le dirigió una sonrisa dulce-amargada. —
No te preocupes. No voy a pedir que tengamos un perro —Volvió a reírse—.
Realmente no te veo en labor de entrenarlo para ir al baño.

—¿No te entristecería? Sus vidas son tan cortas, especialmente ahora


que eres lo que eres.

Danny se encogió de hombros. —Esa es la naturaleza de las mascotas. Están


aquí por una pequeña cantidad de tiempo en el gran esquema de las cosas,
pero les das todo el amor que puedes mientras están aquí. Y ellos te lo
devuelven.

Ese había sido el final de la conversación, pero ahora aquí estaba Roman
una semana después, llevando un maldito cachorro en su abrigo. Él
también había querido encontrar el mejor posible, una gloria de raza pura
digna de su compañero, pero había oído lo suficiente de Danny sobre la
importancia de los refugios de animales que había sabido que tenía que
tomar lo que podía conseguir.

Y lo que consiguió fue este chucho con aspecto de tonto.

Pero Roman quería más de esa risa. Más de esa luz en los ojos de su pareja.
Danny estaba viviendo una vida mucho más plena de lo que había vivido
antes, pero claramente aún había bastantes cosas que sentía que se había
perdido. Y aparentemente este jodido perro era parte de ello.

Roman entró en la casa con tanta gracia como pudo con el paquete
particular que llevaba en brazos. Podía oír a Danny ocupado en la cocina, y
el olor del azúcar y caramelo rondaba por la casa.

—¡Estás en casa! —Danny lo saludó sin girarse de donde estaba en la


estufa—. Prueba esto por mí. Marcus y yo estamos teniendo una guerra de
galletas. Tengo que llevar mi parte mañana al trabajo.

El cachorro empezó a retorcerse aún más incontroladamente al oír la voz de


Danny.

—Ven aquí —pidió Roman.

Danny debió notar la tensión en su voz. Se apartó del horno, dejando la


bandeja de galletas con la que había estado jugando encima de la estufa. —
¿Qué pasa?

Al ver bien a Roman, empezó a reírse. —¿Qué carajo estás escondiendo en


tu abrigo? Se supone que es para protegerte del frío, no espacio extra para
guardar cosas.

En un caso de sincronización perfecta, el pequeño chucho eligió ese


momento para asomar la cabeza.

Danny jadeó, abriendo los ojos. —Oh. Mi. Jodido. Dios. ¿Es eso un
cachorro?
Su voz se elevó al menos dos octavas de emoción en la última palabra y
Roman se sintió insoportablemente satisfecho de sí mismo cuando
finalmente dejó salir a la pequeña bestia de su chaqueta, colocándola en el
calor dispuesto de Danny.

El cachorro se retorcía y se retorcía, lamiendo la cara de su compañero,


gimiendo extasiado mientras Danny elogiaba todo lo relacionado con él con
un lenguaje de bebé sin sentido.

Aparentemente, fue amor a primera vista.

Roman era familiar con la sensación.

Dos horas después, los tres estaban acurrucados en el sofá, con el cachorro
acurrucado en el regazo de Danny, durmiendo. Danny lo había cansado
jugando en el suelo después de que Roman hubiera traído los diversos
accesorios que, al parecer, requerían las mascotas (nunca había sabido que
hubiera tal variedad de juguetes para los niños, y mucho menos para los
cachorros).

Roman acarició distraídamente los rizos oscuros de Danny. —Tienes que


pensar en un nombre para él.

La respuesta fue inmediata. —Ferdinand. Ferdy para abreviar.

—Esa fue una... decisión rápida.

Roman observó fascinado cómo las puntas de las orejas de Danny se


enrojecían. —Um... puede que ya estuviera pensando en nombres de
cachorros.

—Pensé que no ibas a pedir uno.

Toda la cara de Danny estaba roja ahora, su mirada firmemente plantada


en el cachorro en su regazo. —Más bien iba a, um, empezar lenta y
deliberadamente a introducir la idea con más y más frecuencia, y luego
adularte con numerosos favores sexuales hasta que estuvieras de acuerdo…
—Lo dijo más como una gran palabra que como una frase coherente, pero
Roman captó lo esencial.

—Me imaginé que tendría que esperar hasta después de la luna de


miel —continuó Danny—. No pensé que saldrías a adoptar uno justo a la
siguiente semana.

Roman había sido... ¿engañado?

Sí, lo lógico habría sido esperar hasta después de sus tres semanas de luna
de miel para adoptar un nuevo animal, pero todo lo que Roman había oído
era que había algo que Danny quería y que aún no tenía, y eso había sido
todo lo que había necesitado para precipitarse por completo.

Resopló. —Me siento muy utilizado.

Danny lo miró con los ojos muy abiertos. —Lo sé, lo sé. Soy un monstruo
manipulador.

Roman contuvo su risa con gran dificultad. —Yo no iría tan lejos, precioso.

—Sin embargo, lo soy —Danny hizo un mohín, y a Roman le costó


todo su control no besarlo—. Soy un compañero vampiro malvado.

Roman perdió la batalla y sonrió ante el chico. El demonio de Danny era el


menos malvado de los que se había encontrado. Todo lo que parecía querer
de la vida eterna era saltar sobre los huesos de Roman en cada oportunidad
y ser alimentado regularmente. Nada de eso molestaba a Roman ni a su
demonio. De hecho, desde que Danny se había convertido, follar y
alimentarse regularmente era lo único que parecía importarle al demonio
de Roman.

Mientras Danny estuviera en su poder, estaba contento.

—Creo que estás bien, pequeño rey.

—El amor te ha lavado el cerebro —refunfuñó Danny.


—Quizás. Ahora… —Roman se inclinó hacia su compañero—
…háblame un poco más de estos favores sexuales.

Danny inclinó la cara hacia él, con los ojos brillando con picardía,
completamente por encima de su espiral de culpabilidad. Roman capturó
los labios de su dulce compañero, incapaz de resistirse a profundizar el beso
de inmediato, con la esperanza de arrancarle algunos gemidos.

Una voz familiar lo interrumpió. —Ew. ¿Tienen que estar siempre besando
a cada segundo de cada día?

Roman rompió el beso sin mirar al intruso. —Siempre puedes buscar otro
lugar para vivir —sugirió.

—Puede que tenga que hacerlo. ¿Qué es eso si quiera?

Danny se zafó del agarre de Roman para inclinarse a su lado y mirar a


Soren en la puerta. —¡Es Ferdy! ¿No es la cosa más bonita, dulce y adorable
que has visto nunca?

—Discutible —Dejando de lado la dura valoración, Soren ya estaba


cruzando la habitación, inclinándose sobre el sofá para rascar al cachorro
detrás de las orejas.

Pero Roman tenía otras cosas en mente ahora. —Tal vez deberías llevarlo
afuera por nosotros. ¿A menos que quieras otro vistazo?

—¡Roma, está durmiendo! —protestó Danny.

Soren sacó al cachorro del sofá con un brazo. —Me lo llevaré a mi


habitación. Y me voy a poner los auriculares. Pero no esperes que esto sea
algo habitual. No soy una niñera de perros.

Danny se sonrojó ante la insinuación de los auriculares, pero no protestó


más. A Roman, por su parte, no podía importarle menos si Soren los oía o
incluso los veía. Su demonio lo emocionaba el pensar que alguien más los
viera reclamar a su pareja. Una prueba visual de que Danny era suyo.

Aunque eso requeriría que alguien más viera a Danny desnudo...


Roman frunció el ceño ante esa idea. Mejor mantener las cosas en privado.

Se deslizó hacia abajo en el sofá, tirando de Danny con él hasta que ambos
estaban horizontales, el insignificante peso de Danny descansando sobre él.
—¿Quieres montarme, pequeño rey? —preguntó, con su voz como un suave
ronroneo.

Los ojos de Danny se oscurecieron y su lengua salió para lamerse los labios.
—¿Me dejarás?

Roman se rio ante el escepticismo de su compañero. Era cierto, a Roman le


gustaba estar encima más de la cuenta, le encantaba usar su peso y su
fuerza para inmovilizar a su compañero más pequeño. Supuso que era el
salvaje que llevaba dentro.

A Danny nunca parecía importarle, y siempre daba lo que recibía. Roman


tendría las marcas de arañazos para demostrarlo, si no fuera por su
curación vampírica.

Ladeó una ceja en señal de desafío. —Si crees que puedes satisfacernos a los
dos.

Danny le sonrió. —Ohh, vas a ver.

Comenzó a desvestirlos a ambos con velocidad vampírica, teniendo más


cuidado con sus ropas que el que Roman había tenido en el pasado (aunque
se había esforzado más por no romper las camisas de Danny después de
que lo regañaran ferozmente la última vez por arruinar la “camisa más
linda para salir” de su compañero).

Roman suspiró de placer al ver a un Danny desnudo sentado a horcajadas


sobre él, con su preciosa polla dura y goteando. Tanta piel dorada y
hermosa, esperando a que él la probara.

No tuvo la oportunidad de hacerlo. Danny se deslizó grácilmente por su


cuerpo, pasando por encima de cualquier quemadura lenta y yendo
directamente a la propia polla dura de Roman, engulléndola en su boca de
un solo golpe. La espalda de Roman se arqueó, su mano se posó en la parte
posterior de la cabeza de Danny, sin empujar ni guiar, sólo agarrando sus
suaves rizos. —Joder. Esa boca, encanto.

Danny gimió a su alrededor, sabiendo que la vibración volvía loco a Roman.


Por si fuera poco, Danny se había convertido en un experto en garganta
profunda durante el tiempo que llevaban juntos. No pasó mucho tiempo
para que Roman se sintiera cerca del límite.

—Joder. Merde. Suficiente, pequeño rey —Danny siguió chupando y


lamiendo sin piedad. Roman sabía lo que era esto. Estaba siendo castigado
por sus palabras, por atreverse a sugerir que su compañero no era capaz de
satisfacerlo cuando tomaba la iniciativa.

Y qué glorioso castigo era.

Pero Roman no estaba listo para terminar todavía. Usó su agarre en el pelo
de Danny para tirar la cabeza de su compañero hacia atrás, y Danny gimió,
el compañero de Roman amaba esa mordida extra de dolor con su placer.

Compañero perfecto. Jodidamente perfecto, un encanto de compañero.

En un movimiento relámpago, Roman agarró a Danny por los hombros e


intercambió sus posiciones, lanzando a su compañero en cuatro patas, sus
manos agarrando el brazo del sofá.

Danny soltó una risita. —Pensé que esta vez te iba a montar yo a ti.

—Perdiste ese privilegio, pequeño provocador —gruñó Roman.

Se acercó a Danny para coger la pequeña botella de lubricante que había en


el cajón de la mesa auxiliar. Había empezado a dejarlo en todas partes de la
casa cuando se dio cuenta de lo voraz que era el demonio de Danny. Su
compañero había refunfuñado por ser “demasiado obvio”, pero había
accedido después de que Soren le señalara, con gran ayuda, que no
necesitaba que se viera el lubricante de forma llamativa para saber que
estaban “follando en todas las habitaciones de la casa”.
Roman plantó un beso en la columna vertebral de Danny en el camino de
vuelta, deleitándose en la forma en que el chico se estremeció ante su toque.
—¿Quieres estar al mando? —preguntó.

Danny le lanzó una mirada descarada por encima del hombro. —¿Y si
quiero?

Roman echó un buen chorro de lubricante en los dedos de Danny. —


Entonces ábrete para mí, encanto —Le indicó.

Danny respiró entrecortadamente y sus pupilas se abrieron de par en par


mientras cumplía con la orden. Roman se apoyó en sus rodillas, observando
el espectáculo con satisfacción. Acarició perezosamente las nalgas de Danny
con ambas manos mientras observaba esos delgados dedos en acción.

Una vez que Danny tuvo tres dedos entrando fácilmente, Roman murmuró:
—Suficiente.

Volvió a colocarse sobre la espalda de Danny, agarrando la cadera de éste


con una mano y utilizando la otra para guiar la gruesa cabeza de su polla
hasta el agujero de su compañero. Roman no pudo evitar un gruñido
cuando el familiar y apretado calor lo envolvió.

—Merde —gruñó—. ¿Cómo sigues estando tan jodidamente apretado?


¿Tan jodidamente perfecto?

Danny se rio suavemente debajo de él, el sonido se cortó a mitad de camino


por un gemido cuando Roman empujó el resto del camino.

—Jodidamente perfecto —repitió Roman antes de concentrarse en la


tarea que tenía entre manos. Mantuvo un ritmo frenético, inclinando sus
caderas para golpear el punto dulce de su compañero cada vez, haciendo
que Danny gritara de placer con cada empuje.

Pronto Danny estaba balbuceando sus habituales tonterías llenas de lujuria.


—Mierda. Roman, por favor. Por favor. ¡Joder!

Era increíble. Perfecto.


No era suficiente.

Roman miró la nuca de su compañero; esa piel dorada y cremosa y dejó que
su demonio se adelantara. Gruñó por lo bajo, bajando los colmillos, y
mordió el cuello de Danny, bebiendo profundamente.

Danny gimió ante la invasión, su liberación se derramó sobre el sofá cuando


los colmillos de Roman entraron en él.

Ambrosía.

No importaba que la sangre de Danny ya no alimentara a Roman. Seguía


siendo lo más delicioso que él o su demonio habían probado jamás.

Esto llevó a Roman al límite, el placer patinando sobre su columna


vertebral, sus caderas trastabillando mientras follaba su semen dentro de
su flexible compañero.

Se desplomó sobre su compañero, retirando su polla ablandada y lamiendo


suavemente la marca de la mordedura, ligeramente entristecido al ver que
ya se estaba cerrando.

Después se tumbaron en el sofá, con Danny una vez más acomodado


encima de él, Roman acariciando suavemente el cuerpo desnudo de su
compañero. No sabía si alguna vez dejaría de deleitarse con esta
satisfacción. Esta paz.

—¿Qué haremos con Ferdy en nuestra luna de miel? —preguntó


Danny somnoliento—. ¿Traerlo con nosotros?

A la mierda eso. El objetivo de la luna de miel era que Roman tuviera a su


pareja para él solo. Sin distracciones. Sin compañeros de piso. Sin malditas
mascotas.

—Haremos que tu hermano lo cuide.

—Si él está de acuerdo.

Lo estaría. Roman se aseguraría de ello.


Cualquier cosa en este mundo para hacer feliz a su pareja.
Siguiente en la serie…

Gabe Kingman nunca ha sido bueno con sus emociones. Su desastrosa


vida personal es la prueba suficiente de ello. Se suponía que volver siendo
un médico a su pequeña ciudad natal en Colorado, lo acercaría más a su
familia en lugar de alejarlo. Ha estado trabajando lentamente para reparar
los errores que ha cometido, pero sus esfuerzos no se ven facilitados por la
reciente existencia de los vampiros en su mundo. Especialmente en
particular, por la existencia de un vampiro molesto y odiosamente
hermoso.
Soren Iversen nunca tuvo la intención de quedarse tanto tiempo en Hyde
Park. No ha estado manteniéndose con vida durante siglos por ser un
blanco fácil. Pero en lugar de seguir adelante hacia meses, ha estado
plantando los pies en la ciudad más aburrida del mundo, con la esperanza
de que un ser humano obstinado y molestamente convincente le preste,
aunque sea, un poco de su atención.
Cuando las circunstancias los obligan a estar juntos, la obsesión de Soren y
la atracción involuntaria de Gabe, llegan a un punto crítico. Pero Soren ha
estado huyendo por una razón, y los esqueletos en su armario están
amenazando con separar a la pareja incluso antes de que puedan iniciar.
Nota de la Autora
¡Muchas gracias por leer Roman! Espero que hayan disfrutado la historia
de Danny y Roman, aunque sea la mitad de lo que yo disfruté escribiéndola.
Esta fue mi primera novela y no pude resistirme a centrarla en mi primera
obsesión paranormal: nuestros amigos con colmillos. Me encantan las
historias en las que lo paranormal se encuentra con lo completamente
mundano, así que mi cerebro se centró en la idea: "Un vampiro entra en un
hospital..." y luego evoqué de inmediato al dulce y poco atrevido enfermero
que estaría preguntándole a esta extraña criatura de la noche, qué estaba
haciendo en su hospital.
Acerca de Grae
Bryan
Grae Bryan ha estado leyendo romance desde que era demasiado joven
para conocer algo mejor. Su pasión por las historias de amor abarca todos
los géneros y, aunque su serie actual es de tipo paranormal, sabe que
explorará otros mundos más adelante.
Vive en Arizona con su esposo, quien amablemente comparte espacio con
todos los hombres imaginarios en su cabeza. Cuando no está escribiendo,
generalmente se la puede encontrar leyendo mucho más de lo considerado
saludable, paseando a su perro-monstruo o abrazando a su gato-demonio.

También podría gustarte