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Gertrudis o Tula, como la llamaban, es esa mujer que decide dedicar su vida a
satisfacer sus ansias de ser madre, y para ello recurre a lo que sea necesario, y
no se trata solo de decir que Tula por ejemplo deseara que su hermana muriera
para ser madre, o que deseara estar con su cuñado, porque incluso rechaza la
posibilidad de casarse con él; sino de lo que se trata es de un sentimiento egoísta
que la invade por encima del amor hacia sus seres queridos, y es la necesidad de
satisfacer sus deseos de ser madre y cuidar a los niños.
En La Tía Tula Unamuno toca otros temas muy de su agrado y que a su vez se
plantean como una crítica social como son:
Esta situación se puede ver claramente al final de la novela cuando sus sobrinos
que para ella eran sus hijos y a los que pedía que la llamaran madre, después de
su muerte solo la llaman Tía, lo cual aunque es muestra de su cercanía y de los
lasos familiares que los unen es también muestra de la distancia que ella con su
carácter severo marco, logrando que al final sus sobrinos no la miraran ni la
sintieran como la madre que ella tanto deseo ser para ellos. Es aquí donde se
vuelve paradójico su deseo de ser madre, pues es tan grande como lo es su
moralidad, es decir aunque desea mucho ser madre también su condición de
soltera y virgen le impide tener por sí misma el hijo que desea. Por lo que se
podría decir que la lo que implica la posición de Tula es un rechazo de la
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DE UNAMUNO miguel. La Tía Tula. Pág. 52
sexualidad femenina, porque se niega a permitir que su cuerpo sea objeto de
placer aunque en ello se sacrifique lo que más desea: “pero eran luego los ojos
tenaces de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se habían fijado en ellos y a
los que a la par les ponían a raya. […] Y bien miradas y de cerca aún despertaba
más Gertrudis el ansia de goce. […] ella era como un cofre cerrado y sellado en
que se adivina un tesoro de ternuras y delicias secretas”. 2
En La Tía Tula el amor se confunde con el amor propio. El amor y el sacrificio son
solo un disfraz que oculta deseos egoístas, porque, en el fondo, no existe la
capacidad de experimentar un amor genuino, lo que se ofrece no es más que algo
parecido más o menos gratificante. Pero esta condición hace que ese sentimiento
no sea tan válido, es más bien pobre y es por eso que para Tula es más fácil
esconderse detrás de su moralidad, que permitirse sentir algo que pueda
dominarla. Lo cual a su vez produce una vida poco agradable, en búsqueda de
compensaciones que finalmente no son suficientes y que traen como
consecuencia sentimientos de violencia y agresividad hacia quienes la rodean. Por
ejemplo Tula reacciona muy violenta cuando don Juan, el médico de cabecera de
familia, le propone, una vez muerto Ramiro, matrimonio. Lo que se puede observar
es que Tula experimenta un tipo de odio a lo específicamente masculino que la
lleva a rechazar el contacto carnal.
Finalmente aunque en la Tía Tula lo que se puede ver es el retrato de una mujer
con un temperamento intolerante y reprimido, también se puede decir que de lo
que se trata es de ver la representación de una mujer fuerte, indomable y
moderna, completa, equilibrada y generosa, cuya personalidad y carácter, se
resume en una de sus frases: “Me gusta elegir, pero no ser elegida”,
Poderosamente inteligente y universalmente materna. Tula elige ser lo que es.
Para el autor, la fígura de “la tía” era una de sus obsesiones espirituales y,
explicaba así su concepto de esa mujer del contexto familiar, incluido el suyo, no
esposa, ni madre, ni hija, que es “la tía”, la hermana soltera del matrimonio,
diciendo que “por la tía, por la hermana, por la ‘soror’, llegamos a la ‘sororalidad’,
algo más hondo que la ‘fraternidad’. Unamuno demuestra en su texto su alto
concepto de la mujer, por ello se reconoce en este personaje una afirmación de la
liberación femenina.
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Ibíd. Pág. 24