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LA TIA TULA O LA MADRE VIRGEN

Miguel de Unamuno (1864-1936), autor de la obra “La Tía Tula”, perteneció a la


generación del 98. Escritor, filósofo y político, sus obras incluyen a la novela, la
poesía, el ensayo y el teatro. Cuando en 1921 apareció publicada La Tía Tula,
Unamuno dio fin a un trabajo de casi veinte años. Una novela corta, nivola, como
la llamó el autor, La Tía Tula según Unamuno, “es la historia de una joven que,
rechazando novios, se queda soltera para cuidar a unos sobrinos, Satisfecho el
instinto de maternidad, ¿para qué perder su virginidad? Es virgen madre”. La
historia es sencilla: Ramiro se casa con Rosa, hermana de Gertrudis-Tula. Al
nacer el tercer hijo, Rosa muere y Gertrudis se traslada a vivir a su casa para
hacerse cargo de los niños y del cuñado. Poco después descubre que Ramiro ha
dejado embarazada a Manuela, la criada, por lo que Gertrudis, de nuevo, le casa
con ella por el bien de la criatura y de todos. Al final es Gertrudis quien se tiene
que hacer cargo de cinco criaturas, hasta que, exhausta, muere.

Gertrudis o Tula, como la llamaban, es esa mujer que decide dedicar su vida a
satisfacer sus ansias de ser madre, y para ello recurre a lo que sea necesario, y
no se trata solo de decir que Tula por ejemplo deseara que su hermana muriera
para ser madre, o que deseara estar con su cuñado, porque incluso rechaza la
posibilidad de casarse con él; sino de lo que se trata es de un sentimiento egoísta
que la invade por encima del amor hacia sus seres queridos, y es la necesidad de
satisfacer sus deseos de ser madre y cuidar a los niños.

Desde este punto de vista, Unamuno a través de su narración le da a la tía Tula


una caracterización ideológica, religiosa y moral, que hacen de esta mujer una
persona muy estricta y severa, con un alto y personal concepto de la moral.
Unamuno describe a Tula como una mujer femenina, además de feminista, a la
que no le gusta que le mande ningún hombre, ni tan siquiera su confesor, ella
dice: “…confesor sí, no director espiritual…” Esto a su vez y que llama mucho la
atención es algo que no permite que se logre simpatizar con la protagonista, pero
si con la historia en general. Es de alguna manera como el antagonista malvado
de una telenovela que no es querido por los televidentes pero que a su vez es lo
que más atrae. Pues en La Tía Tula el interés se mantiene constante, se logra una
conexión entre la historia y el lector.

En la novela se plantea el tema de la virgen-madre, el sentimiento de la mujer por


ser madre, pero sin tener que perder su virginidad. Tula mira esa virginidad desde
el punto de vista religioso, y desde ese punto de vida se convierte en una virtud
pero también en una obsesión. Es de reseñar la reflexión que se hace cuando
echa de su casa al médico, Don Juan, después de haberle hecho éste ciertas
propuestas de matrimonio: “…El hombre me sacaba de quicio, es cierto; sus
miradas me herían más que sus palabras, pero debí tratarle de otro modo…¡Ah –
se dijo-, lo que necesita es un ama de casa, una que le cuide, que le ponga sobre
la cama la ropa limpia, que haga que se le prepare el puchero… ¡Cuando una no
es remedio es animal doméstico, y la mayor parte de las veces ambas cosas a la
vez! Estos hombres…”.

En La Tía Tula Unamuno toca otros temas muy de su agrado y que a su vez se
plantean como una crítica social como son:

- referencias temáticas a una religión de meras apariencias,


- matrimonios pactados cuyo fin principal es la procreación, o para salvar honores
mancillados,
- una sexualidad complicada y, en el fondo, turbia, como la de Tula (confusa en
sus sentimientos hacia Ramiro; más que confusa, temerosa ante la posibilidad de
perder su virginidad al entregarse al hombre, al bruto, al zángano…),
- la obsesión por trascender la muerte, por auto-canonizarse,
- el eterno conflicto entre la Religión y el sexo; la sexualidad que se trata en toda la
novela con cierto valor por parte del autor teniendo en cuenta que se habla de los
inicios del siglo XX. De lo que se habla es de la sexualidad de Tula, apasionada
por la maternidad, pero que ahoga cualquier otro sentimiento o sensación que se
provoque en su cuerpo, como cuando pone a su sobrino recién nacido a su pecho:
“Ramiro se fue. Gertrudis tomó a su sobrinillo, que no hacía sino gemir; encerrase
con él en un cuarto y sacando uno de sus pechos secos, uno de sus pechos de
doncella, que arrebolado todo él le retemblaba como con fiebre, le retemblaba por
los latidos del corazón –era el derecho-, puso el botón de este pecho en la flor
sonrosada pálida de la boca del pequeñuelo. Y éste gemía más estrujando entre
sus pálidos labios el conmovido pezón seco”. 1

Lo interesante y que atrapa la atención es como Unamuno permite que el lector


descubra niveles cada vez más profundos de la personalidad de Tula, aunque
desde el principio se vean los rasgos fundamentales de su carácter. Sobre todo en
relación a su voluntad para hacer y lograr las cosas, así, quiere ser madre y lo es,
siempre se impone con la fuerza de las convicciones. Ya sea don Primitivo, Rosa,
Ramiro, hasta con el padre Álvarez. Para Unamuno es importante resaltar que es
gracias a Tula que se mantiene la unión familiar, pero también es por ella que se
dan los desacuerdos que existen en su interior y que podían haberse evitado con
un comportamiento más flexible y menos inhumano por su parte.

Esta situación se puede ver claramente al final de la novela cuando sus sobrinos
que para ella eran sus hijos y a los que pedía que la llamaran madre, después de
su muerte solo la llaman Tía, lo cual aunque es muestra de su cercanía y de los
lasos familiares que los unen es también muestra de la distancia que ella con su
carácter severo marco, logrando que al final sus sobrinos no la miraran ni la
sintieran como la madre que ella tanto deseo ser para ellos. Es aquí donde se
vuelve paradójico su deseo de ser madre, pues es tan grande como lo es su
moralidad, es decir aunque desea mucho ser madre también su condición de
soltera y virgen le impide tener por sí misma el hijo que desea. Por lo que se
podría decir que la lo que implica la posición de Tula es un rechazo de la

1
DE UNAMUNO miguel. La Tía Tula. Pág. 52
sexualidad femenina, porque se niega a permitir que su cuerpo sea objeto de
placer aunque en ello se sacrifique lo que más desea: “pero eran luego los ojos
tenaces de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se habían fijado en ellos y a
los que a la par les ponían a raya. […] Y bien miradas y de cerca aún despertaba
más Gertrudis el ansia de goce. […] ella era como un cofre cerrado y sellado en
que se adivina un tesoro de ternuras y delicias secretas”. 2

Para concluir, la confusa castidad de Tula es un ejemplo de que la negación


sexual es más bien una consecuencia no de sus virtudes y principios morales sino
de su atormentado ser. Evidentemente, bajo la capacidad de sacrificio y
abnegación de Tula está presente su interés frustrado hacia Ramiro. Así lo
reconoce la propia Tula, cuando ve la muerte cerca, en su conversación con el
padre Álvarez cuando se ve tentada de reunir a sus sobrinos y confesarles que
toda su vida ha sido una mentira, una equivocación, un fracaso… En el fondo, un
acto de soberbia.

En La Tía Tula el amor se confunde con el amor propio. El amor y el sacrificio son
solo un disfraz que oculta deseos egoístas, porque, en el fondo, no existe la
capacidad de experimentar un amor genuino, lo que se ofrece no es más que algo
parecido más o menos gratificante. Pero esta condición hace que ese sentimiento
no sea tan válido, es más bien pobre y es por eso que para Tula es más fácil
esconderse detrás de su moralidad, que permitirse sentir algo que pueda
dominarla. Lo cual a su vez produce una vida poco agradable, en búsqueda de
compensaciones que finalmente no son suficientes y que traen como
consecuencia sentimientos de violencia y agresividad hacia quienes la rodean. Por
ejemplo Tula reacciona muy violenta cuando don Juan, el médico de cabecera de
familia, le propone, una vez muerto Ramiro, matrimonio. Lo que se puede observar
es que Tula experimenta un tipo de odio a lo específicamente masculino que la
lleva a rechazar el contacto carnal.

Finalmente aunque en la Tía Tula lo que se puede ver es el retrato de una mujer
con un temperamento intolerante y reprimido, también se puede decir que de lo
que se trata es de ver la representación de una mujer fuerte, indomable y
moderna, completa, equilibrada y generosa, cuya personalidad y carácter, se
resume en una de sus frases: “Me gusta elegir, pero no ser elegida”,
Poderosamente inteligente y universalmente materna. Tula elige ser lo que es.
Para el autor, la fígura de “la tía” era una de sus obsesiones espirituales y,
explicaba así su concepto de esa mujer del contexto familiar, incluido el suyo, no
esposa, ni madre, ni hija, que es “la tía”, la hermana soltera del matrimonio,
diciendo que “por la tía, por la hermana, por la ‘soror’, llegamos a la ‘sororalidad’,
algo más hondo que la ‘fraternidad’. Unamuno demuestra en su texto su alto
concepto de la mujer, por ello se reconoce en este personaje una afirmación de la
liberación femenina.

Ana Lucia Córdoba García

2
Ibíd. Pág. 24

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