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DETERMINANTES, PRONOMBRES Y ADJETIVOS

Yo extiendo la vista por esta llanura monótona: no hay ni un árbol en toda ella; no hay en
toda ella ni una sombra; a trechos, cercanos unas veces, distantes otras, aparecen en medio de
los anchurosos bancales, sembradizos diminutos, pináculos de piedra; de lejos, cuando la vista
los percibe allá en la línea remota del horizonte, el ánimo desesperanzado, hastiado,
exasperado, cree divisar un pueblo.

Se recorren leguas y más leguas desiertas, sin divisar apenas más que la llanura inacabable
donde verdea el trigo o amarillea el rastrojo, alguna procesión monótona y grave de pardas
encinas, de verde severo y perenne, que pasan lentamente espaciadas, o de tristes pinos que
levantan sus cabezas uniformes.

La casa del boticario estaba a la salida del pueblo, completamente aislada; por la parte que
miraba al camino tenía un jardín rodeado de una tapia, y por encima de ella salían ramas de
laurel de un verde oscuro. Pasando al jardín estaba la botica.

Don Álvaro era alto, gallardo y vigoroso, de un moreno claro, ojos y cabellos castaños, de
fisonomía abierta y noble, y sus facciones, de una regularidad admirable. Tenía la mirada
penetrante, y en sus modales se notaba un despejo y dignidad. Traía calzadas unas grandes
espuelas de oro, espada de rica empuñadura y un cuerno de caza primorosamente embutido
de plata.

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