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SERIE COMUNICACIONES LATINAS

LAS ASTUCIAS DEL


PODER SIMBÓLICO
Las “villas” en los discursos
de Clarín y La Nación

Juan Dukuen

www.koyatuneditorial.com.ar -1-
Dukuen, Juan Pablo
Las astucias del poder simbólico : las villas en los discursos de Clarín
y La Nación . - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Koyatún
Editorial, 2010.
236 p. ; 20x14 cm.

ISBN 978-987-25733-2-4

1. Comunicación Social. 2. Medios Gráficos. I. Título


CDD 302.2

(Cooperativa de trabajo y servicios)

Diseño y maquetación: Fernanda Presa


contacto@fernandapresa.com
Http://www.fernandapresa.com

Buenos Aires, junio del 2010. Impreso en Argentina


Cantidad de ejemplares XXXXXX. ­­­­

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autorización escrita de los titulares del copyright, implica una violación
directa a las leyes vigentes.
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Dedicatoria
A la memoria de Pierre Bourdieu,
quien supo comprender la miseria del mundo.
A los habitantes de las llamadas “villas miseria”, quienes luchan
cotidianamente contra la violencia física y simbólica ejercida por
los sectores dominantes. Siempre con la esperanza de que este
trabajo pueda contribuir a esa lucha.

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Agradecimientos
Este libro no hubiese sido posible sin el apoyo de la Profesora Marian
Motta, quien dirigió mi tesis de grado; y de la Doctora Miriam Kriger, quien
fue mi jurado y colaboró enormemente para que esta investigación se publi-
cara. Debo un profundo agradecimiento a: Juan Pablo, Ignacio, Mara, Belén,
Gisele, Nora, Caro, Ana, Romina, Valeria, Juan Carlos, Sonia, Mario, Eugenia,
Rocío, Verónica, familia Nagali, Prof. Carlos Savransky, Lic. María Cristina
Suárez y Lic. Viviana Asís; por haberme acompañado en los momentos en
que la voluntad para seguir adelante me dio la espalda. Y a Ezequiel “Peto”
Sánchez, que nos dejó hace 10 años, y vive en mis memorias.
Quiero expresar un especial reconocimiento a la familia Osorio, de
San Antonio Oeste, la cual me brinda un cariño incondicional, y de la que
siempre guardo el mejor de los recuerdos.
Nada de esto hubiese sido posible sin el “aguante” de mis “viejos”,
mi hermana, mi cuñado y mi abuela, quienes me han escuchado discurrir
sobre los temas del libro en cada viaje a Coronel Suárez; y que, finalmente,
comprendieron de qué se trata esto de “investigar”.

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Prólogo
Todo prólogo tiene un compromiso con los umbrales, y en este
caso doble. Porque anuncia la presencia de un libro que ya está entre las
manos del lector pero aún no ha ingresado a su experiencia. Y porque es
el primer libro de su autor, Juan Dukuen.
Para comenzar, en él se nos invita a participar de un genuino ejer-
cicio sociológico: pensar a la Bourdieu. Se trata de mirar ese otro lado de
nuestro mundo que apenas vemos, “actualizado” en las voces e imágenes
que los medios construyen sobre las “villas miseria”. Se trata de atravesar
el espejo a sabiendas de que “no hay más ciencia que la de lo oculto”, y es
por eso que el sociólogo “en lugar de conformarse con registrar y ratificar
las apariencias, puede parecer que denuncia”1. Y también se trata de deve-
lar “la miseria del mundo” para -casi al mismo tiempo y por los mismos
motivos- descubrir nuestra potencia y sus horizontes.
Pero las páginas que siguen nos piden que miremos con “otros
ojos”; a primera vista una idea absurda, luego un desafío y finalmente el
enigmático don de lo humano: transformarnos a nosotros mismos, transfor-
marnos entre nosotros mismos. De capítulo en capítulo el libro no se limita
a mostrarnos sino que nos hace mirar cómo las interpelaciones, los signifi-
cados y las identificaciones no resultan de, no representan a y no internali-
zan una realidad previa. Sin “prejuicio del mundo”, ellas lo construyen.
De este modo se trata de ir más lejos aún: lexis y praxis se imbrican
en la tarea que se nos propone y en la que se nos involucra: interpretar
la construcción discursiva de las “villas” y sus habitantes, en las voces
hegemónicas de los principales diarios de nuestro país, Clarín y La Nación.
Interrogar críticamente a ese “otro” que surge de esos discursos hoy mis-
mo pero que -y este es a mi entender el aporte crucial de este libro a un
debate más amplio sobre las luchas de y por el poder- no necesariamente
es el “otro” con el cual los interpelados se identifican efectivamente.
En conclusión -nos dice Juan Dukuen- afirmamos que es necesario
no confundir el poder simbólico con la violencia simbólica. La separación de
ambos conceptos y su articulación, es la tarea teórica en la que nos encon-
tramos inmersos, y de la que estamos dando cuenta, en parte, aquí; tanto
en lo teórico como en su aplicación al caso del discurso de la información.
Vale decir: a) que la interpelación del poder simbólico no siempre logra la
internalización en los agentes de la llamada violencia simbólica; b) que la
reproducción del poder no está asegurada per se, c) que también desde
una teoría de la dominación sería posible postular estrategias de resisten-
cia, precisamente en el hiato entre un poder que apuesta y una violencia
1 Bourdieu, P: “Sociología y democracia”. En Capital cultural, escuela y espacio social. México,
Siglo XXI, 1997. Pag. 106.

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que a veces se realiza y otras no.
En fin: estamos frente a una tesis osada, incluso provocativa, pero sobre
todo original y bien fundamentada. Una tesis que sabrá estar, sin dudas, a
la altura de la polémica que abre. Ampliamente documentada, nos presen-
ta una excelente selección de material periodístico y un análisis que logra
caracterizar e interpretar los mecanismos discursivos mediante los cuales
el poder simbólico se ejerce, a través de Clarín y La Nación, en la construc-
ción de identificaciones negativas sobre “la villa” y sus habitantes. Iden-
tificaciones -nos dice el autor- en las que operan residualmente elementos
de la teoría de la marginalidad, formando parte de tentativas/apuestas por
una(s) violencia(s) simbólica(s) determinada(s). Interpelaciones similares
en su astucia, pero que nos plantean la existencia de dos discursividades
diferentes y dos efectos de sentido divergentes. Por un lado, la “apuesta
hegemónica” de Clarín y, por el otro, la “apuesta política” de La Nación,
interpelando a una ciudadanía y una clase política tan polarizadas como la
realidad de nuestra “comunidad imaginada”.
El final queda abierto. Este libro no nos dice qué pasa con las apuestas
y tentativas, sino que abre el camino para explorar lo que sigue: qué res-
puestas, qué contestaciones, qué alternativas. Y eso es lo que realmente
más me interesa: la buena nueva es el desacuerdo, el anuncio de una
política posible.

Dra. Miriam Kriger


(CONICET- FLACSO-UBA)

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Introducción

Por nuestra parte tendremos que investigar, ante


todo, las relaciones de poder creadas por el hecho
específico de que la prensa convierta en públicos
determinados temas y cuestiones.

Max Weber,
Para una sociología de la prensa, 1910

Este libro es resultado de una investigación realizada como tesis de


grado de la carrera de Ciencias de la Comunicación (Dukuen, 2008 c); y de
diversas investigaciones (Dukuen, 2009 a, b, c) en el marco del Doctorado
en Ciencias Sociales de la UBA, en las cuales buscamos elucidar la génesis
y desarrollo de los conceptos de poder y violencia simbólica en la obra de
Pierre Bourdieu -a partir de su relación con la fenomenología de Husserl y
Merleau-Ponty- y su aplicación a estudios de casos.
A lo largo de este trabajo analizaremos una de las formas de ejer-
cicio de lo que Bourdieu (1988 a, 1999, 2001) llama poder simbólico: la
construcción discursiva de las “villas”2 y sus habitantes, en los diarios ar-
gentinos Clarín y La Nación, durante 2007. En nuestro recorrido, nos propo-
nemos desentrañar de qué manera cada periódico “habla” de las “villas”,
considerando ese “hablar” como poder simbólico, en tanto produce y dota
a las “villas” de sentidos valorativamente marcados (identificaciones) en
referencia a otros espacios sociales. Mediante ese análisis buscaremos es-
tablecer las identificaciones (Brubaker y Cooper, 2001) de las “villas”, que
surgen de los discursos de Clarín y La Nación, como productos del ejercicio
del poder simbólico y como apuestas por unas violencias simbólicas3; o
sea, como intentos de que los sentidos que se les atribuyen a las “villas”
y sus habitantes, se vuelvan parte de sentido común.
El recorrido que les proponemos en el texto es el siguiente: en
primera instancia expondremos los ejes a partir de los cuales hemos cons-
truido nuestro objeto de estudio, al cual llamaremos resumidamente: “la
construcción discursiva de las “villas” y sus habitantes, en Clarín y La
2 Usamos la palabra “villa/s” entre comillas, porque consideramos que no es un concepto
teórico, sino una prenoción de sentido común (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2002)
y, como tal, será sometida a un proceso de análisis en torno a su construcción en la prensa
escrita (Clarín y La Nación, 2007). Con esto queremos señalar que “villa/s” es, para nosotros,
un preconstruido (Pêcheux, 1978).
3 Las definiciones de los conceptos de identificación, poder simbólico y violencia simbólica,
se encuentran en el acápite titulado: Por qué el discurso de la información en los medios ma-
sivos de comunicación.
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Nación, 2007”. En ese primer acápite brindaremos las principales referen-
cias teóricas que nos guían en la investigación. En los siguientes acápites
expondremos nuestro marco metodológico general, así como los pasos
mediante los cuales hemos construido el corpus de artículos periodísticos
que serán sometidos a análisis.
En el primer capítulo daremos cuenta de las invariantes del tipo
de discurso, o sea, de las características que diferencian al discurso de la
información (Charaudeau, 2003) de otros tipos de discurso, así como de
las diferencias que se establecen entre los discursos de Clarín y La Nación
en cuanto a sus forma de titular y sus propuestas de lecturas.
En los capítulos siguientes nos adentraremos en el análisis de la
identificación de las “villas” en los discursos de Clarín y La Nación, propia-
mente dichos. Este análisis cuenta de cuatro partes, las cuales responden
a una división “temática”.
En la sección dedicada a “Las villas y el narcotráfico” (capítulo 2)
hacemos un recorrido sobre las “noticias” que los periódicos suelen llamar
“policiales”. Mientras constituíamos el corpus notamos la relevancia que
los diarios le otorgaban a la ligazón entre “villas”, narcotráfico e inmigra-
ción. Dentro de un macrotema como “policiales”, la relación “villas/nar-
cotráfico” es preponderante quedando escasas noticias referidas a otras
actividades “delictivas”. Por eso hemos decidido trabajar esta serie.
En el capítulo 3, dedicado a “Las “villas” y “La ciudad”, analiza-
mos una cuestión recurrente en ambos periódicos: la urbanización de las
“villas”. Allí veremos cómo se va desplegando la identificación negativa
sobre las “villas” y sus habitantes -ya presente en las noticias sobre “Las
villas y el narcotráfico”- y cuáles son las diferentes estrategias discursivas
que se van estableciendo entre Clarín y La Nación. En ese sentido, en este
capítulo arribaremos a una comparación parcial entre Clarín y La Nación, la
cual nos permitirá construir hipótesis sobre sus estrategias discursivas.
En el capítulo 4 nos ocupamos de la cobertura periodística del
incendio en “Villa El Cartón”. En ese sentido, nos centraremos en la cons-
trucción del acontecimiento, el cual, como hecho “empírico”, ocurrió en
Febrero de 2007. Allí seguiremos trabajando en torno a las estrategias
discursivas de cada periódico en la identificación de las “villas”, haciendo
hincapié en sus diferencias y similitudes.
En el capítulo siguiente, titulado “¿Cultura? y sociedad: elementos
para una identificación ¿“positiva”? de las ‘villas’”, analizaremos cómo
cada diario se ocupa de la relación entre la cultura legítima y las produc-
ciones artísticas de los habitantes de las villas. Allí veremos cómo se des-
pliegan nuevas estrategias discursivas diferenciales entre cada periódico:
el “populismo negro” en Clarín frente al legitimismo en La Nación.
Por último, presentaremos una conclusión dividida en dos partes:
comenzaremos realizando un recorrido sobre las operaciones teórico/me-

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todológicas que dieron lugar a nuestros hallazgos analíticos fundamenta-
les, revisitando algunos de ellos. Luego haremos una serie de comentarios
en torno a nuestra apuesta teórica.
Tras esta breve introducción, damos paso al inicio del recorrido pro-
puesto, comenzando con la construcción de nuestro objeto de estudio.

1. La identificación de las “villas” en la prensa escri-


ta como objeto de estudio
Las razones que nos han llevado a construir nuestro objeto de es-
tudio -que como tal, no es más que un sistema de relaciones (Bourdieu,
Chamboredon y Passeron; 2002)- comprenden tres coordenadas o ejes.
Cada uno de ellos dará cuenta de nuestro interés particular en la importan-
cia de esta temática, del estado de la cuestión, así como del marco teórico
que nos guía en el desarrollo de este trabajo.

Ejes:
»»El discurso de la información en los medios masivos de comunica-
ción: los casos Clarín y La Nación, 2007.
»»Las “villas”.
»»El “presente” mediato y la “actualidad”.

1.1. Por qué el discurso de la información en los medios masivos


de comunicación
El análisis de los discursos de la información (Charaudeau, 2003)
producidos en los medios masivos de comunicación es fundamental por
la importancia de esos discursos en la construcción de la realidad social
en nuestras sociedades postindustriales (Verón, 1987 e). En ese sentido,
siguiendo a Martini (2004) señalamos que los medios masivos, a través
del discurso de la información, proveen a los sujetos del conocimiento
del mundo social, al que no pueden acceder de manera directa. A través
del poder de construcción de realidad social ejercido por los medios, los
sujetos acceden a los discursos de la información que construyen los
acontecimientos de la realidad social. Además, a partir de este poder -que
denominaremos, siguiendo a Bourdieu (1988 a, 1999, 2001), poder sim-
bólico- los medios se sitúan como formadores de opinión en la sociedad.
Estas características, señaladas por Martini, permiten fundamentar la nece-
sidad de un análisis discursivo de la noticia en tanto construcción (Martini,
2004) y no reflejo de lo real.
A las características señaladas, podemos agregar que los discur-
sos de la información son constructores de acontecimientos (Verón, 1987
e) así como constructores de identificaciones (Brubaker y Cooper, 2001),

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representaciones4 (Raiter, 2002 a; Charaudeau, 2003) que operan en la
construcción/identificación discursiva de los actores sociales como tales.
Con esto no queremos decir que no haya otros tipos de discursos que
operen en esta construcción/identificación -discurso jurídico, discurso po-
lítico- sino que los medios de comunicación, a través del discurso de la
información, presentan socialmente esas construcciones/identificaciones
como verosímiles (Kristeva, 1970; Martini, 2004) objetivas, reales (Zullo,
2002); a partir de determinadas estrategias5 discursivas, históricamente
construidas y más o menos invariantes como la “desaparición” de las
marcas pronominales y flexionales de primera y segunda persona (Zullo,
2002), citas de “fuentes”, entre otras.
Cuando hablamos de socialmente nos referimos a que los medios ma-
sivos6 producen, a través del discurso de la información, realidad social
(Verón, 1987 e) o sea acontecimientos e identificaciones que como tales,
pasan al “espacio público” como “acontecimientos reales” objetivos, por
haber sido objetivados (Martini, 2004) mediante estrategias discursivas.
En ese sentido, Bourdieu señala que el campo periodístico7 “...debe su im-
portancia en el mundo social a que detenta un monopolio de hecho sobre los
instrumentos de producción y de difusión en gran escala de la información y,
a través de estos instrumentos, sobre el acceso de los simples ciudadanos,
pero también de otros productores culturales (...) a lo que yo llamo a veces
“el espacio público”, es decir la gran difusión” (Bourdieu, 1997 a: 17-18).
Teniendo en cuenta que venimos hablando de “poder simbólico”, quisiéra-
mos hacer una breve digresión, para dar cuenta de qué sentido le atribui-
4 En el acápite siguiente someteremos el concepto de “representaciones sociales” a una
crítica, para centrarnos en el concepto de “identificación(es)”.
5 La noción de estrategia, en nuestro caso, remite a la concepción bourdeana; por lo tanto
no conlleva intencionalidad reflexiva, ni acción racional por parte de un sujeto. Estrategia
remite a prácticas “con sentido práctico de juego”, producidas por el encuentro entre habitus
y campo. Ver Bourdieu (1988 a, 2005 d).
6 Siempre nos referimos al discurso de la información construido en los medios masivos. No
obstante, otros tipos de discurso que circulan en los medios también producen “identificacio-
nes”: por ejemplo “realities”, como “Policías en Acción” (Canal 13). Usamos como sinónimos
noticia y discurso de la información, refiriéndolos como tipo de discurso. Cuando hablamos
en plural -discursos de la información- lo hacemos considerando que dentro del mismo tipo
de discurso circulan diferentes géneros, estilos y estrategias enunciativo/discursivas.
7 Un campo es un sistema de relaciones entre posiciones/disposiciones diferenciales. “Los
campos se presentan para la aprehensión sincrónica como espacios estructurados de posi-
ciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacio (…) La
estructura del campo es un estado de relaciones de fuerza entre los agentes o las institu-
ciones que intervienen en la lucha (Bourdieu, 2004: 119-120). También se los puede pensar
como un “campo de fuerza”, un “campo de juego”, o como un espacio de lucha entre agen-
tes dominantes y agentes dominados; donde cada agente ocupa posiciones en relación con
el capital eficiente con el que cuenta. En los campos, los agentes luchan por apropiarse del
capital legítimo, eficiente, para así lograr una posición dominante y poder intervenir, entre
otras cosas, en las reglas que rigen el campo, de tal forma de volverlas afines a sus intere-
ses. Es menester señalar que la noción de interés nada tiene que ver con la teoría del actor
racional, ni con un sujeto de la conciencia. De hecho se ha construido contra estas teorías.
Ver al respecto Bourdieu (2007. Libro I, cap.2)
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mos a ese concepto. El poder simbólico8 (Bourdieu 1988 a, 1999, 2001) es
el poder de nombrar, y de construir/producir visiones y divisiones sociales.
Es el derecho sobre la producción del sentido, sobre la definición, visión,
división y prescripción de lo social, como realidad social. En ese sentido,
dentro de nuestro marco teórico y según el objetivo de nuestra investiga-
ción en particular, el poder simbólico se ejerce en y por la prensa escrita
-entre otros medios de comunicación- a través de la construcción de iden-
tificaciones (Brubaker y Cooper, 2001)9. Esto no quiere decir que no haya
otras instancias sociales donde se ejerza poder simbólico: por ejemplo el
discurso jurídico, el discurso religioso, el discurso científico; sino que en
este trabajo en particular analizaremos solo el poder simbólico movilizado
por los discursos de Clarín y La Nación.
Retomando lo que veníamos planteando anteriormente, sostenemos que
los medios de comunicación en tanto productores de discursos de la infor-
mación, son portadores de un capital simbólico (Bourdieu, 1987) acumula-
do -y como tal reconocido- que es el que sostiene y legitima, en parte, el
ejercicio del poder simbólico: hablamos del capital simbólico de la obje-
tivación. Decimos en parte, porque no creemos que el poder simbólico se
base solo en la acumulación de un capital simbólico. Los medios también
acumulan especies de capital -entre ellas capital económico- que pueden
no ser reconocidas y, por lo tanto, no funcionar como capital simbólico,
pero que fundamentan las relaciones de poder simbólico.10
Para explicar esta afirmación, daremos algunas definiciones necesa-
rias: el capital simbólico es la forma que adquiere cualquier especie de ca-
pital cuando es reconocida como legítima. Un capital, para Bourdieu (1987)
es un conjunto de propiedades adquiridas socialmente por un agente,
sean que estén incorporadas (una manera de hablar, de moverse, de ves-
tir, etc.) objetivadas (libros, pinturas, etc.) o institucionalizadas (títulos
escolares, universitarios, etc.). Cuando las propiedades de un agente son
reconocidas como legítimas devienen capital simbólico, o sea, transmutan
en honor, respeto, estima, reconocimiento.
Entonces, como veníamos señalando, los medios de comunicación
son portadores de capital, o sea, de una serie de propiedades que en
el caso de la prensa escrita suelen ser un capital cultural expresado en
8 Simbólico refiere aquí a las formas de clasificación, tema neokantiano que viene de Cassi-
rer, Durkheim y Mauss, Levy Strauss, Merleau Ponty, y que a través de una lectura historicista
y no trascendental, termina de desarrollarse en Bourdieu.
9 Tras realizar este trabajo de investigación, hemos vuelto aplicar este marco teórico a nue-
vas investigaciones (Dukuen, 2009 a, c), notando su enorme poder heurístico y su capacidad
de sistematización en relación con herramientas propias del análisis del discurso.
10 Nuestra hipótesis aquí es que sin capital económico, Clarín por ejemplo, no podría ejercer
el poder simbólico, porque no tendría el capital para expandirse y constituirse como grupo
económico. O sea, que no podría tener el lugar preeminente que tiene en el campo periodís-
tico, y en el metacampo del estado. Es necesario un análisis del campo periodístico desde
Bourdieu para corroborar esta sugerencia, así como de su relación con le metacampo del
estado; cosa que excede los objetivos de este trabajo.
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determinada construcción de un tipo de discurso impersonal, con la “des-
aparición” de las marcas pronominales y flexionales de primera y segunda
persona (Zullo, 2002), las citas de “fuentes”, la aparición de columnistas
más o menos “importantes”, el uso de la fotografía como referencia de
la existencia de aquello de lo que se informa, entre otras. Cuando estas
propiedades son reconocidas por los lectores, aparecen en sus afirmacio-
nes en torno a los “diarios”, transformando cualquier especie de capital
en capital simbólico. Al señalar que un diario es “amarillo” o “serio” o
“político” (Mangone, 2004); se está produciendo un reconocimiento de un
capital cultural en tanto capital simbólico. Todo esto significa que el poder
simbólico se ejerce en tanto y en cuanto se produzca el reconocimiento de
las propiedades de la instancia objetivante como capital simbólico (Bour-
dieu, 1988 a). Pero ese reconocimiento es también un desconocimiento11:
lo que se reconoce es el capital simbólico de los medios para objetivar
socialmente, o sea, “mostrar” la realidad. Lo que se desconoce es que las
producciones discursivas que hacen los diarios son construcciones y no
“reflejos” de lo real.12
En conclusión: los medios de comunicación en su faceta informativa, tie-
nen “ganado” el capital simbólico de la objetivación, en tanto aquello de
lo que “informan” no es puesto en duda como real, no es visto como una
ficción, sino que es leído como verosímil, como “objetivo”, como dando
cuenta de lo real. Y esto no tiene que ver con la “opinión” que cada medio
construya sobre “lo ocurrido”, sino con el reconocimiento de la existencia
de lo ocurrido como tal. El reconocimiento del lector es hacia el discurso
del medio de comunicación como informando sobre la existencia del re-
ferente (un hecho cualquiera); más allá de que acuerde con el “enfoque”
que se le esté dando.
Claro que esto no significa que los lectores hagan “análisis del
discurso”, sino que en la lectura de diarios o el consumo de televisión,
las estrategias que aquí analizamos, son reconocidas por la experiencia
ordinaria, sin pasar por el entendimiento (en el sentido de Hegel), o sea
que son vividas en la experiencia pre-judicativa (no reflexiva); lo cual se
ve claramente cuando una persona afirma cosas tales como “es verdad, lo
vi en la televisión” o “lo leí en el diario”: en esas frases se puede “leer”
el reconocimiento del capital simbólico de la objetivación.
En este punto es que queremos señalar una hipótesis teórica que
venimos trabajando (Dukuen, 2008, a y b) y que creemos central para
11 Usamos el par reconocimiento/desconocimiento en tanto fundante de la relación doxica
con el mundo. La creencia opera mediante un conocimiento que desconoce sus mecanismos
de producción, su génesis, su historia. Al respecto ver Bourdieu, (2007; 1988 a: 133-142;
1995 c: 120)
12 En ese sentido son por demás elocuentes los afiches publicitarios de Clarín que señalan:
“La realidad se puede tapar, o se puede hacer tapa”. Esta campaña publicitaria aparece en
Septiembre de 2009 en plena disputa entre Clarín y “el gobierno”, frente a la posible sanción
de una nueva ley de medios audiovisuales.
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comprender el funcionamiento de los discursos, en tanto constructores de
realidad social y movilizadores de relaciones de dominación. Esa hipótesis
teórica señala que es necesario diferenciar claramente los conceptos de
poder simbólico y violencia simbólica:

El poder simbólico es la producción de visiones y divisio-


nes sociales, o sea, de formas de ordenar, de clasificar el
mundo13. La violencia simbólica es el conjunto de procesos
prácticos de interiorización en el agente, de esas visiones
y divisiones sociales; o sea, de un arbitrario sociocultural
determinado hecho prácticas diacríticas. La interiorización se
puede hacer posible a través de un reconocimiento por parte
del agente (reconocimiento de la legitimidad de lo incorpora-
do y del agente a través del cual se produce la incorporación)
que es también un desconocimiento de la arbitrariedad de
lo reconocido, o sea de su génesis y su historia (Bourdieu y
Passeron, 1972; Bourdieu, 1995). Podríamos decir que lo que
se produce mediante la violencia simbólica es una somati-
zación de determinadas visiones y divisiones del mundo (la
in-corporación de los productos del poder simbólico) en sus
relaciones sociales, en tanto legítimas; o sea, reconocidas
como legítimas y desconocidas como arbitrarias, al vivirlas
como naturales.

Si la interiorización de las visiones y divisiones sociales se pro-


duce en forma “triunfal”, y en una temprana edad -entre el nacimiento
y la primera escolaridad- se genera en el agente la conformación de un
sistema de disposiciones duraderas, o sea de un habitus primario (Bour-
dieu, 1999). Ese sistema de disposiciones es una suerte de resorte que se
transforma en la posibilidad para el agente de ver, ordenar y actuar en el
mundo de una manera determinada. Entonces, un habitus determinado es
el resultado de la violencia simbólica, mediante la cual se han incorporado
determinados productos del poder simbólico.
Determinadas visiones y divisiones sociales producidas por las ins-
tancias de poder simbólico pueden ser incorporadas en el agente median-
te la violencia simbólica, pero también pueden no serlo. Y esto es central,
porque una de las críticas que se le suele hacer a Bourdieu (Grignon y

13 El poder simbólico y la violencia simbólica remiten a formas de clasificación y de acción


que pueden ser discursivas, pero que también pueden no serlo. Nos referimos a que pueden
estar en estado práctico corporal, sin explicitarse en el discurso verbal. Nosotros en este
trabajo privilegiamos las formas discursivas porque son nuestra materia significante, o sea,
nuestro objeto empírico. Como se verá a lo largo de este libro, nosotros compartimos el
supuesto antropológico foucaultiano, que señala la separación entre prácticas discursivas y
no discursivas.
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Passeron, 1991) está basada en que de sus investigaciones se desprende
que la dominación nunca falla; que el poder siempre termina en la incor-
poración, por parte de los dominados, de las visiones y divisiones sociales
coherentes al lugar dominado que les corresponde en las relaciones de
dominación. Nosotros creemos que ante la opción de desechar la teoría,
es necesario revisarla, reconfigurarla y ponerla a trabajar en análisis empí-
ricos particulares, como intentamos hacer aquí. Por eso sostenemos que
el poder simbólico se ejerce independientemente de que sus productos
-identificaciones/categorizaciones- sean reconocidos a través del desco-
nocimiento (violencia simbólica). O sea que el poder simbólico es una
apuesta en la lucha por imponer una violencia simbólica y, como toda
apuesta, puede fallar.
En ese sentido, como conclusión de lo que venimos señalando, afirmamos
que es necesario no confundir el poder simbólico con la violencia simbóli-
ca. La separación de ambos conceptos y su articulación es la tarea teórica
en la que nos encontramos inmersos y de la que estamos dando cuenta en
parte aquí, tanto en lo teórico como en su aplicación al caso del discurso
de la información.
En lo que respecta al uso que de estos conceptos hace Bourdieu, a ve-
ces parecen ser equivalentes o ir de la mano -lo cual tiende a alimentar
las críticas que se le hacen- sobre todo porque este autor se niega a dar
definiciones teóricas “cerradas”, por fuera de investigaciones particulares.
Nosotros compartimos ese precepto y por lo tanto establecemos la dife-
renciación precedente, en base a nuestros propósitos de investigación.
Veamos un ejemplo de la diferenciación entre poder y violencia simbólica:
en investigaciones anteriores sobre el discurso del diario Clarín en 2004
(Dukuen, 2007 a, b) hemos mostrado cómo ese periódico produce identi-
ficaciones negativas de las “villas”. Esas identificaciones son una actuali-
zación del poder simbólico, en tanto producción de una visión y división
del mundo social. Ese poder simbólico se ejerce por el reconocimiento de
las propiedades de la instancia objetivante como capital simbólico (Bour-
dieu, 1988 a). Pero ese reconocimiento es también un desconocimiento:
lo que se reconoce es el capital simbólico de los medios para objetivar
socialmente, o sea, “mostrar” la realidad. Lo que se desconoce -como ya
hemos señalado- es que las producciones discursivas (identificaciones, por
ejemplo) que hacen los diarios -o sea, ese “mostrar”- son construcciones
y no “reflejos” de lo real.
Para que las identificaciones, producto del poder simbólico, se transfor-
men en operaciones de violencia simbólica “triunfales”, deberían hallarse
incorporadas en las visiones y divisiones utilizadas por los agentes y
especialmente por aquellos identificados por el poder simbólico: en nues-
tro ejemplo, las organizaciones y habitantes de los barrios a los que se
identifica como “villas” deberían usar las mismas categorías negativas que

-16- www.koyatuneditorial.com.ar
los construyen como tales. Podríamos decir que para que haya violencia
simbólica se debe producir la interiorización, en tanto sentido práctico/
habitus (Bourdieu, 2007) de esa identificación. Y lo que es muy importan-
te: la violencia simbólica tiende a ejercerse sin necesidad de inculcación
alguna, o sea, por el simple “orden de las cosas” (Bourdieu 1995 c).
Dado que los medios masivos de comunicación presentan sus discursos
como transparentes, objetivos, reales (Zullo, 2002), como el “orden de
las cosas”; creemos que son uno de los objetos de investigación -a cons-
truir- más interesantes para analizar sus tentativas por una(s) violencia(s)
simbólica(s).
Gracias a la diferenciación de conceptos podemos evitar caer en una re-
lación mecánica entre las identificaciones producidas por los medios y
las categorías prácticas de los sujetos, así como restituir lo que Bourdieu
(1988 a) llama las luchas simbólicas por el poder simbólico. Estamos, de
esta manera, bregando por un desfasaje entre producción y reconocimien-
to (Verón, 1987 a y b) o sea, por la relativa indeterminación del senti-
do. Entonces, no dudamos del poder simbólico ejercido por los medios
-nuestra apuesta- pero no sostenemos que haya equivalencia entre las
identificaciones producidas por los medios y las que usan los sujetos en
la vida práctica. Solo se puede considerar la relación entre poder simbólico
y violencia simbólica como parte de una investigación empírica a elucidar,
investigación que excede esta aproximación. En ese sentido, en este traba-
jo solo daremos cuenta del poder simbólico en la instancia de producción
(Verón, 1987 a y b) del discurso de la información.
Retomando otras perspectivas, y centrándonos en una sociopolítica de
los medios, queremos introducir otra hipótesis teórica: la importancia de
analizar los medios de comunicación radica en que sus exponentes domi-
nantes forman parte del metacampo del estado.14
En ese sentido es que proponemos una definición “ampliada” del Estado.
Desde el marxismo, Nicos Poulantzas (1978) nos advierte que el “Estado” no
es una cosa, sino la condensación material de una relación de fuerzas entre
clases y fracciones de las clases dominantes. Esta afirmación nos priva del
error de creer que el Estado es un espacio asaltado por las presiones de uno
o varios agentes pertenecientes a esas fracciones de las clases dominantes.
Ya Althusser15 (1970) había señalado a los medios como “Aparatos Ideoló-

14 Está hipótesis, a sabiendas un tanto arriesgada, intenta abrirse camino como una posible
grilla de análisis que pueda incorporar los procesos de transformación del Estado en los últi-
mos 40 años. La oposición de los medios de comunicación dominantes a la sustitución de la
ley de radiodifusión dictada por el último régimen militar argentino, y la lucha en torno a ello,
son un buen ejemplo, a nuestro entender, de cómo el Estado es un espacio de pugna, un
metacampo donde “el gobierno” es solo una cristalización de un momento -endeble, frágil,
dinámico- de la relación de fuerzas.
15 El pensamiento teórico de Althusser es sometido constantemente a fuertes críticas dentro
y fuera del marxismo (Hall S, 1998) y, sobre todo, por los llamados postmarxistas Laclau y
Mouffe (2004), por ejemplo. Para un análisis en profundidad del aporte althusseriano a la
www.koyatuneditorial.com.ar -17-
gicos de Estado”, incluso aunque no sean de propiedad estatal16. Miliband
(1995: 422), con gran precisión, señala que “una clase dominante en cual-
quier sociedad de clases se constituye en virtud de su control efectivo sobre
las tres fuentes principales de dominación: 1) los medios de producción (...)
2) los medios de administración del Estado y los medios de coerción, 3) los
principales medios de comunicación y consenso”.17
Articulando estas concepciones teóricas sobre el Estado, las clases do-
minantes y sus fracciones, y retomando a Bourdieu, buscamos pensar
al Estado como un metacampo de fuerzas donde se disputa, entre otras
cosas, el monopolio de la violencia simbólica (Bourdieu, 1995 b). Más pre-
cisamente, queremos sugerir que el metacampo del Estado es el espacio
de luchas de (y entre) las diferentes fracciones de la clases dominantes
por apropiarse del capital legítimo del Estado, o sea, de los mecanismos
del poder simbólico del Estado (el derecho, la definición de las titulaciones
escolares, etc.) por imponer una violencia simbólica legítima.
En ese sentido, señalamos que los medios de comunicación masiva domi-
nantes18, además de formar parte del campo periodístico (Bourdieu, 1995
a) forman parte de ese metacampo como un actor fundamental: el ejercicio
del poder simbólico en los medios, a través del discurso de la información
y de otros tipos de discurso, opera en tanto tentativas, apuestas, en la
producción de una(s) violencia(s) simbólica(s)19.
problemática de la ideología, su lectura de Lacan y la constitución del sujeto, ver Sosa (2006)
y Livszyc (2006).
16 Conocemos la críticas de Bourdieu a la noción de “aparato” althusseriano, así como a las
concepciones de estado al estilo Poulantzas (Bourdieu, 1995 b). Solo señalamos que la vincu-
lación medios de comunicación/Estado es pertinente, por lo menos, desde Althusser. Por otro
lado, pensar al Estado como la condensación material de una relación de fuerzas (Poulantzas,
1978) no necesariamente nos condena a abandonar la noción de metacampo de Bourdieu,
ya que esa condensación de fuerzas puede pensarse como una objetivación realizada por el
analista, quien por un momento detiene, cristaliza -operación sincrónica- la dialéctica de las
relaciones de fuerza para luego tratar de restituir, en un segundo movimiento, las luchas que
en esa dialéctica se expresan -operación diacrónica-. Allí la noción de campo como espacio
de luchas es una alternativa más que interesante.
17 Si tomamos el caso del multimedio Clarín, se podría pensar erróneamente que en 2002-
2003, “presionó” al Estado argentino para que promulgara la “ley de defensa de industrias
culturales” salvándolo de ser absorbido en parte por una empresa acreedora extranjera. El
problema reside en que esta idea es ingenua: El Grupo Clarín es parte del Estado, no algo
que está afuera. Clarín no presiona al Estado como si fuera una cosa externa, sino que lucha
en él -como lo hacen los demás integrantes de las fracciones de las clases dominantes-. En
términos de economía política podemos agregar que Clarín y La Nación forman parte del
Estado, además, porque son integrantes de la sociedad mixta Papel Prensa. Ver al respecto
Mastrini (2005) y Mastrini y Becerra (2009). Con estas aclaraciones intentamos separarnos de
una definición jurídica, o de sentido común de “Estado”.
18 Siguiendo a Miliband, hablamos de los medios de comunicación principales -en el ámbito
de la prensa escrita- por eso estudiamos a Clarín y La Nación. No hay que olvidar que los
medios de comunicación son empresas comerciales, cosa que ellos tratan de ocultar, para
que no se crea que la información que producen es “interesada”, o sea determinada por sus
intereses de clase.
19 La lucha por “la ley de defensa de industrias culturales” es un ejemplo “triunfal”, así
como los manuales escolares producidos por Clarín, titulados “Tinta Fresca”. El tema de los
-18- www.koyatuneditorial.com.ar
Por lo tanto, toda apuesta es una posibilidad de acierto o fracaso. En la
lucha por imponer un sentido del mundo, no hay certezas sobre los resul-
tados. En nuestro caso, los discursos de Clarín y La Nación “buscan” se
reconocidos, o sea, ser incorporados en las visiones y divisiones sociales
de los agentes. Pero esa búsqueda de imposición de un sentido del mun-
do, no tiene asegurada su morada. Entonces, lo que hay en un campo (o
metacampo) son agentes -por ejemplo Clarín y La Nación- mejor o peor
dotados de capital simbólico para dar la lucha por imponer una visión/
división del mundo, o sea por transformar los productos del poder sim-
bólico en violencia simbólica propiamente dicha, o sea prácticas sociales
incorporadas en los agentes.

***

Retomando el problema de por qué estudiar los medios masivos de comu-


nicación, queremos señalar que para nuestro análisis hemos elegido los
periódicos Clarín y La Nación por las siguientes razones:

»»Por ser los diarios de mayor distribución espacial: llegan a todo


el país.
»»Por ser los diarios que más lectores tienen. Según un relevamien-
to hecho a partir de los boletines de ventas del IVC, el promedio de
ejemplares que vende Clarín es de 383.402, seguido por La Nación
con 159.812.20
»»Por no estar dirigidos explícitamente a los sectores populares;
como Crónica (Mangone, 2004) o Diario Popular.
»»Porque el Diario Clarín es parte del “grupo” mediático más im-
portante de Argentina -Grupo Clarín- propietario de medios de co-
municación en todas las áreas de la industria cultural (Mastrini y
Becerra, 2009).
»»Porque Clarín y La Nación son socios en un emprendimiento edito-
rial de gran importancia (Cimeco), propietario de los principales dia-
rios del interior del país. Así como propietarios de DyN, una de las
agencias de noticias más importante de Argentina. También ambos
diarios son socios del Estado nacional en la principal productor de
papel prensa del país: Papel Prensa S.A. (Mastrini y Becerra, 2009).
»»Porque ambos periódicos han acumulado desde su fundación has-
ta la actualidad el suficiente capital simbólico (Bourdieu, 1988 a)
como para ser reconocidos en su práctica objetivante, sostén en
manuales escolares es un excelente ejemplo para analizar en torno a esta tentativa en la
producción de una violencia simbólica.
20 Promedio realizado por nosotros en base a datos del IVC sobre las ventas en torno a la
circulación neta pagada de lunes a domingo. Ver http://www.ivc.com.ar/consulta. Los datos
corresponden al año que tomamos como referencia en el análisis, o sea, 2007.
www.koyatuneditorial.com.ar -19-
parte del ejercicio del poder simbólico. Es decir, que han logrado
transformar especies de capital acumulado en capital simbólico. En
ese sentido, son reconocidos como “diarios serios”, frente a Crónica
o Diario Popular, los cuales son reconocidos como “amarillistas”
(Mangone, 2004). Y esto es central porque, como ya señalamos,
el reconocimiento de un capital simbólico objetivante es lo que
permite el funcionamiento del discurso de la información como un
discurso verosímil, o sea, un discurso que parece real sin ser ver-
dadero; y que borra su distancia con lo real al presentarse como
transparente por ser reconocido como objetivo a través de una
relación de “creencia” con sus lectores.
»»Porque hipotetizamos que en Clarín y La Nación se construyen
diferentes estrategias discursivas, lo cual nos permite trabajar sobre
sus invariantes y variantes.
»»Porque los diarios producen un discurso básicamente informativo,
en comparación con otros medios como la TV donde prima el entre-
tenimiento (Martini, 2004).
»»Porque el análisis del discurso es principalmente un análisis com-
parativo e interdiscursivo (Sigal y Verón, 1985; Verón 1987 a y b).

Las razones que acabamos de esgrimir, creemos que permiten entender


por qué consideramos a Clarín y La Nación como medios de comunicación
dominantes en el campo periodístico; y como agentes fundamentales de
las luchas en el metacampo del Estado.
En términos metodológicos, creemos que la prensa escrita es un lugar
central para el análisis de los discursos, por varias razones. En primera
instancia, porque nos permite trabajar directamente sobre el discurso es-
crito que, en este momento, vuelve a la escena a través de Internet. Aun-
que parezca paradojal, la “muerte de la prensa” no es tal, si tenemos en
cuenta que por una cuestión de economía -como la baja de los costos de
producción vía reproducción del producto del trabajo periodístico, o sea,
más explotación de los trabajadores de prensa- las noticias (Martini, 2004;
Van Dijk, 1990) publicadas en los diarios Clarín y La Nación, son idénticas
en tanto a su dimensión lingüística, que las que aparecen en sus respec-
tivas páginas de Internet.21 Esto nos permite cubrir dos medios que, esta-
blecida la salvedad, son diferentes en su dimensión tecnológica y de uso:
la prensa escrita e Internet. Además analizamos prensa escrita porque en
su conformación predomina la dimensión simbólica (Charaudeau, 2003) lo
cual nos permite un abordaje de la materialidad lingüística (Pêcheux, 1978)
a partir de determinados conceptos de la metodología de la enunciación.
Volveremos sobre esto en el acápite dedicado a la metodología.

21 Con excepción de las actualizaciones que las páginas de Internet de los diarios realizan,
que no se corresponden con lo impreso en el diario.
-20- www.koyatuneditorial.com.ar
También queremos señalar que el análisis del discurso de la infor-
mación en los medios es fundamental porque plantea una problemática
doble: a) Mientras que los medios de comunicación masivos dominan-
tes son parte del metacampo del Estado, b) construyen en sus discursos
mediante la polifonía, una puesta en escena estratégica de la relación de
fuerzas entre los diferentes agentes que luchan en el metacampo del Es-
tado. Creemos erróneo pensar que los medios son transparentes en la
construcción de la escena política/espacio público (Charaudeau, 2003).
Consideramos que esta puesta en escena es una apuesta en las luchas,
al interior del campo periodístico, por reproducir el capital simbólico que
permite ejercer el poder simbólico; y una apuesta (exclusiva de esta clase
de agentes “especiales”) en el metacampo del Estado por imponer una
violencia simbólica como legítima.
Para finalizar este apartado quisiéramos establecer algunas consideracio-
nes en torno al campo periodístico (Bourdieu, 1995 a). Esta investigación
no se propone estudiar en profundidad el campo periodístico, porque no
es su objeto de estudio específico. Señalamos esto teniendo en cuenta
las innumerables críticas de Bourdieu (1995 c, 2001) al análisis del dis-
curso como un análisis interno. En ese sentido, hemos desarrollado esta
introducción para mostrar que el poder simbólico se ejerce en el discurso,
gracias a las especies de capital acumuladas por los agentes Clarín y La Na-
ción. Y especialmente, gracias al reconocimiento del capital simbólico de la
objetivación, del que ya hablamos. Por eso los señalamientos que hemos
hecho en torno al lugar dominante que ocupan Clarín y La Nación en el
campo periodístico, son fundamentales para comprender la importancia
que revistan las identificaciones que construyen sobre las “villas” y sus
habitantes. Con esto despejamos dudas sobre el poder de “las palabras”
por si mismas, señalando que los discursos adquieren determinado poder
simbólico en relación con la legitimidad de los agentes que lo ejercen.
Legitimidad construida por acumulación de capital simbólico, por lo tanto
reconocido y desconocido como legítimo/legitimante.
En definitiva: afirmamos la importancia de integrar una mirada abarcadora
tendiente a construir el sistema de relaciones entre los agentes que com-
ponen el campo periodístico, así como las posiciones, las determinacio-
nes, y el capital eficiente en juego. Creemos necesaria la profundización
de ese análisis, dado que lo consideramos fundamental para una com-
prensión cabal del ejercicio del poder simbólico. Tal profundización solo
será posible aunando criterios entre el análisis del discurso y la economía
política de los medios, de tal forma de cruzar la producción discursiva con
sus condiciones sociales de posibilidad.

www.koyatuneditorial.com.ar -21-
1.2. Por qué “las villas”
El interés sobre el análisis de la identificación de “las villas” provie-
ne de la recuperación de una tradición antropológica y sociológica: el estu-
dio de las llamadas “villas miseria”. Siguiendo a Merklen (2005) podemos
señalar que “las villas” han sido objeto de estudio de las ciencias sociales
en Argentina desde la década de 1950. Las “villas” fueron analizadas por
las teorías de la marginalidad en sus dos vertientes: la funcionalista en-
cabezada por Gino Germani y la de inspiración marxista llevada adelante
por José Nun en la década de 1960. Nosotros, sin embargo, hacemos pie
en otro tipo de estudios, los antropológicos. A finales de la década de
1960, fue Hugo Ratier quien se dedicó al estudio de las “villas” desde una
mirada antropológica, lo cual implica el trabajo de campo y la recupera-
ción de la voz del “otro” como elementos fundamentales de análisis. Lo
interesante de la perspectiva antropológica es que se funda en un extraña-
miento que metodológicamente puede ser recuperado en el análisis sobre
la propia sociedad (Ginsburg, 2004). Hablamos de volver extraño lo natu-
ralizado, como ruptura fundamental con el sentido común y la sociología
espontánea (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2002).
En sintonía directa con los trabajos de Ratier, encontramos los aná-
lisis de Rosana Gúber y Ariel Gravano sobre “la producción ideológica de
la vida cotidiana en “la villa” y “el barrio”. Hablamos del libro “Barrio sí,
Villa también” (Gúber y Gravano, 1991) prologado por Ratier. Allí, en su
trabajo sobre “la villa”, Gúber (1991) analiza, mediante tres coordenadas,
cómo se construye la “identidad villera”: la voz de los “villeros”; la voz
de los “vecinos”; la voz de las ciencias sociales marginalistas en su ver-
tiente funcionalista: los escritos de Gino Germani. Gúber, tras analizar los
discursos de los actores que componen estas tres coordenadas, llega a la
conclusión de que al discurso del sentido común han ingresado elementos
de la teoría de la marginalidad germaniana. En “la teoría de la margina-
lidad” (Gúber, 1991) para definir a los sectores subordinados se trabaja
sobre un nivel topológico/ontológico: el estar fuera de la sociedad -ser
marginal- y adentro de un no lugar marcado por la carencia y el despojo:
las villas. La marginalidad está asociada a la carencia y el atraso. Para la
teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación de carencia
es de los “villeros” que no tienen pautas de conducta “modernas”. Dadas
estas circunstancias, la solución encarnada en el desarrollo/modernización,
tiene que venir de afuera: las instituciones estatales.
En varios trabajos anteriores sobre prensa escrita recuperamos lo
señalado por Gúber (1991) planteando como hipótesis el carácter residual
(Williams, 1980, 1994) de determinados elementos de la teoría marginalis-
ta, encontrando que efectivamente operaban en la construcción discursiva
de las “villas” (Dukuen, 2007 a, b). Si recordamos la célebre definición del
sentido común como un conglomerado indigesto (Gramsci, 1976) donde

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conviven elementos de diversas procedencias, podemos sostener como
hipótesis que una de las condiciones de producción del discurso actual de
Clarín y La Nación sobre “las villas” es la teoría de la marginalidad, la cual
opera en el discurso de la información a través de la transformación de sus
conceptos en elementos residuales.22
La investigación de Gúber además nos señaló un camino a seguir en
la construcción de nuestro objeto de estudio, a partir de haber encontrado
en ella una “falta”23: el análisis de los discursos de la información sobre
“las villas” en los medios masivos de comunicación. Pero el trabajo de
Gúber no es el único que muestra esta “falta”.
En un libro reciente sobre los sectores populares en Argentina entre
1983 y 2003 -que funciona como una verdadera cristalización del estado
de la cuestión- Merklen (2005) trabaja con diferentes agentes -Estado,
organizaciones barriales, ONGs, organismos internacionales y ciencias
sociales- en torno a la construcción de “cuestiones sociales” relaciona-
das con los sectores populares, sin mencionar a los medios masivos de
comunicación.24
Esta “falta” en torno a la relación entre medios de comunicación y
sectores populares, es superada por los trabajos recientes de Alabarces
y su grupo de investigación (2002, 2004, et. al 2005; Alabarces y Rodrí-
guez, 2008), quienes recuperan el legado histórico de los estudios en
“comunicación y cultura popular” iniciados en la década de 1960 por Ford,
Rivera y Romano (1985). Los trabajos de Alabarces han estudiado, entre
otras cuestiones, las representaciones de la prensa deportiva en torno a
la figura del “hincha”, así como las representaciones en el cine sobre la
relación entre “fútbol y patria”. También es de destacar que la relación en-
tre medios de comunicación y sectores populares es señalada en las pers-
pectivas de investigación propuestas por Javier Auyero y Loïc Wacquant,
sobre “las villas” y el gueto, respectivamente. Tanto Auyero (2001) como
Wacquant (2001) reconocen la importancia del discurso de los medios en
la “estigmatización” y criminalización de los sectores populares, aunque
no trabajen sobre el análisis del discurso.
Ya dentro del análisis del discurso, encontramos los trabajos pioneros
de Van Dijk (1990, et al, 2000 a y b; et al, 2007), quien a través de investi-
gaciones particulares, en equipo, y compilaciones, se ha dedicado a producir
herramientas teóricas y análisis empíricos en torno a la prensa escrita, la no-
ticia, y el discurso racista. Consideramos que los trabajos de compilación de
Van Dijk son un buen ejemplo del “estado de la cuestión” al respecto, tanto

22 Siguiendo a Williams (1980,1994), residuales son aquellos elementos culturales que fue-
ron formados en el pasado pero siguen actuando en el presente.
23 Nos estamos refiriendo a la “falta” de investigaciones sociológicas/antropológicas que
trabajan sobre los sectores populares y que no tienen como eje el “análisis del discurso”.
24 Incluso llega a tener una relación inocente con los medios de comunicación en tanto
transparencia de su discurso, al usarlos como “fuentes”. Ver Merklen, 2005.
www.koyatuneditorial.com.ar -23-
en Europa como en América Latina. En Argentina encontramos de una forma
más limitada -en tanto su objeto de estudio es el discurso y no directamente
el de la prensa escrita sobre los sectores populares, aunque eventualmente
sea abordado- los trabajos de Raiter y su equipo de investigación (Raiter et
al, 1999; Et al, 2002). Estos trabajos analizan diferentes tipos de discursos
-el científico, el de la información, el parlamentario, etc.- a través del abor-
daje propuesto por la lingüística crítica.
En lo referente a la construcción de representaciones en la prensa
escrita sobre sectores populares, encontramos la investigación de Vasilachis
de Gialdino (2003) “Pobres, pobreza, identidad y representaciones socia-
les”. Este libro trabaja desde un análisis lingüístico/discursivo con el discur-
so de la prensa escrita, pero desde una perspectiva epistemológica que no
compartimos, por estar basada en un paradigma interpretativista/construc-
tivista, que no es el nuestro. Al respecto, se puede consultar en el trabajo
de Vasilachis el apartado epistemológico (Vasilachis de Gialdino, 2003: I).25
Sin embargo, creemos que la investigación de Vasilachis presenta una pro-
puesta interesante a la hora de trabajar en pos de un análisis del objeto
del discurso. Por lo tanto, hemos tomado como inspiración algunas de sus
categorías de análisis lingüístico/discursivas, por creerlas productivas.
Teniendo en cuenta estas perspectivas es que queremos señalar la
importancia de estudiar la identificación de “las villas” y sus habitantes
en el discurso de la información, como una de las formas de ejercicio del
poder simbólico sobre los sectores populares. Creemos que anclar el pro-
blema de la identificación como una relación de poder simbólico es central
para entender cómo se configura la relación de fuerzas en torno a la pro-
ducción de “cuestiones sociales” (Oszlak y O´Donell, 1984). Decimos esto
porque los sectores populares no solo están sometidos al monopolio de
la violencia física -y simbólica- legítima del Estado (Bourdieu, 1996) tales
como la acción de las fuerzas de seguridad26, o el carácter performativo
de la ley; también están sometidos al poder simbólico que los construye/
identifica en forma negativa (Dukuen, 2007 a, b). Ambos modos de do-
minación -violencia física/violencia simbólica (Bourdieu, 2007)- funcionan

25 No estamos siendo exhaustivos en este recorrido, sino señalando nuestras fuentes fun-
damentales. No desconocemos la existencia de otros investigadores y grupos de investiga-
ción que cruzan el análisis del discurso con el estudio de la representación de los sectores
populares. Por ejemplo, los trabajos de Martini (2002; 2004 b) con sede en La Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA y las investigaciones del GEADIS (Grupo de Estudio en Antropolo-
gía y Discurso) y del GEAPRONA (Grupo de Estudios en Aboriginalidad, Provincias, y Nación),
ambos con sede en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
26 En ese sentido, la permanencia de la Gendarmería en la “Villa la Cava” de San Isidro es un
ejemplo de un “panóptico humano”, donde la violencia física del Estado se configura como
amenaza anclada en la construcción de una mirada constante sobre los sectores populares.
Mientras la presencia de la seguridad privada en los “barrios” de San Isidro mira “hacia afue-
ra” del barrio, la Gendarmería mira “hacía adentro” de las “villas”. Esta conclusión proviene
de una observación de campo en “La Cava” y en diferentes “barrios” de San Isidro, durante
2006 y 2007.
-24- www.koyatuneditorial.com.ar
entrelazados sobre-determinándose en su legitimación, dado que no hay
práctica (violencia) sin sentido, ni sentido sin práctica.27
Dicho esto, es necesario definir qué entendemos por identificación
y por qué no hablamos de representaciones ni de identidad.
En un interesante análisis sobre la inutilidad teórica de la noción de
identidad, Brubaker y Cooper (2001) proponen un concepto fundamental
en nuestro análisis: “identificación”. Este concepto no se debe confundir
con identidad, en tanto no señala necesariamente un reconocimiento de
los identificados con la identificación o una adscripción a algún conjun-
to de valores, prácticas y símbolos. En ese sentido es que no podemos
señalar que la identificación produzca identidad. No podemos decir que
la identificación de las “villas” en el discurso de la información tenga
como resultado la producción de subjetividades que se reconozcan en esa
identificación. En todo caso, esto puede ser una hipótesis abierta a inves-
tigaciones futuras que trabajen sobre las condiciones de reconocimiento
de los discursos de la información, en relación con el problema de la cons-
trucción de la adscripción de los sectores populares.
Aclarado este punto, sostenemos que la noción de identificación es
fundamental, porque puede articularse con el concepto de poder simbóli-
co, lo cual es uno de los objetivos teóricos de este trabajo. El concepto de
identificación permite establecer a los agentes que realizan la acción de
identificar, así como los grupos que son construidos por esa identificación,
sea la identificación de un “nosotros” o de los “otros”. En ese sentido, la
noción de identificación reviste dos modalidades: relacional y categorial.
Relacional en tanto identificación dentro de una red de relaciones y cate-
gorial en tanto identificación por ser miembro de una clase o grupo que
comparte algún atributo (Brubaker y Cooper, 2001).
Entre las diferentes formas de identificación28, Cooper y Brubaker
señalan la importancia de la identificación externa realizada por el Estado
estudiada por variantes foucaultianas y bourdeanas de la sociología we-
beriana del Estado. En ese sentido, es que se retoma la problemática del
poder de nombrar, de identificar y de categorizar, de indicar qué es qué, y
quién es quién (Brubaker y Cooper, 2001), acción a la que denominamos
anteriormente poder simbólico. Sin embargo estos estudios se centran
sobre todo en “los sistemas de categorización formalizados, codificados
y objetivados” (Brubaker y Cooper, 2001: 44), cuestión más cercana a las
burocracias29 de Estado -pasaportes, documentos de identidad, huellas

27 Para entender cómo estas dimensiones funcionan entrelazadas, la lectura de Bourdieu


(2007) desde Merleau-Ponty (1957, a y b) es fundamental (Dukuen, 2009 b). El carácter
prejudicativo/pre-reflexivo de la práctica concierne a una dimensión del sentido corporal no
necesariamente discursiva.
28 Aclaramos que no usamos la noción de identificación en términos psicoanalíticos.
29 En todo este trabajo el concepto de burocracia remite a la tipología weberiana (Weber,
1964) informada por Bourdieu (1996).
www.koyatuneditorial.com.ar -25-
digitales- o a la acción de Estado de inscribir a los sujetos en redes clasi-
ficatorias a través de instituciones como las escuelas o prisiones. En estos
casos hablamos de identificaciones en torno al género, la etnia, la crimina-
lidad, etc. Brubaker y Cooper (2001) también señalan que la identificación
no solo se produce en y por el Estado. Allí enumeran otras instituciones
que “identifican”, como la familia, las empresas o las escuelas, sin señalar
a los medios masivos de comunicación -que por cierto son empresas, pero
con características particulares: producen bienes simbólicos-.30
¿Estaremos frente a otra “falta”?. Creemos que sí. Por lo tanto,
retomando nuestra definición ampliada de Estado, consideramos que los
medios masivos de comunicación producen identificaciones categoriales
y relacionales que, aunque no tengan en sí el poder de la violencia sim-
bólica legítima del Estado propio de la acción performativa de la ley y
el derecho (Bourdieu, 1996), funcionan al interior de la sociedad como
tentativas/apuestas por imponer principios de clasificación y de visión,
o sea, tentativas/apuestas en pos de una(s) violencia(s) simbólica(s). De
esta manera nos corremos de una mirada mecanicista y fatalista -de la que
se lo suele acusar, creemos erróneamente, a Bourdieu- para reponer una
noción de Estado como metacampo de lucha por el monopolio, entre otras
cosas, de la violencia simbólica.
La noción de identificación también nos permite desembarazarnos
del problema teórico que presenta el concepto de “representaciones so-
ciales” (Jodelet, 1976; Raiter, 2002 a). El problema que encontramos en
este concepto es su carga psicologista y/o cognitiva. Las representaciones
suelen ser definidas como “imágenes mentales”, sintagma que remite a
una mirada intelectualista de la práctica que, retomando a Merleau Ponty
(1957, a y b) y por extensión a Bourdieu31, rechazamos por basarse en el
“prejuicio del mundo” que supone poner en la práctica del sujeto/cuerpo
en el mundo, el resultado de un análisis racional a posteriori. En ese sen-
tido, consideramos que las identificaciónes no suponen ninguna “imagen
mental”, sino prácticas discursivas ancladas en la materialidad del lengua-
je, en tanto conciencia práctica (Marx y Engels, 2005: 31) y no conciencia

30 Sobre una economía política de las empresas productoras de bienes simbólicos ver Mas-
trini y Becerra, 2003 y 2009.
31 Las relaciones teóricas entre Merleau-Ponty y Bourdieu son claras, sobre todo en las
nociones de hábito-habitus, disponibilidad-disposición; además de compartir la crítica contra
una concepción intelectualista de la práctica. Estas relaciones son señaladas por Wacquant
(1995) y por Bourdieu mismo (Bourdieu, 1988 c). En el libro clave de Bourdieu (2001) sobre
los discursos y el poder simbólico, se mantiene el concepto de representaciones mentales,
cosa que creemos puede llevar a confusión, salvo que se lo utilice por fuera de la mirada
intelectualista (Bourdieu, 1988 c) que señalamos, teniendo en cuenta la matriz teórica mer-
leaupontyana de Bourdieu que hace pie en la práctica pre-reflexiva. Nosotros creemos que el
discurso no opera por imágenes mentales: el pensamiento es la palabra -parole, “palabra”
en tanto “discurso”, pero no “habla” en términos saussureanos- como señala Merleau Ponty
(1957 b) -y a priori el propio Marx (Marx y Engels, 2005: 31) con su concepción del “lenguaje
como conciencia práctica”.
-26- www.koyatuneditorial.com.ar
idealista, mundo de las ideas, de las representaciones.
Ya Althusser (1970) señalaba con claridad que las representaciones
de las ideologías no eran idealidades, sino prácticas. Aunque vemos que
mantiene la noción de representaciones, cosa que consideramos problemá-
tica, el centro de la conceptualización althusseriana se pone en las prácticas.
Este es un acento que creemos necesario a la hora de pensar el discurso por
fuera de implicaciones idealistas, tales como las que separan el hacer del
decir (Verón y Sigal, 1985), como si el decir no fuera una práctica.

1.3. Por qué el “presente” mediato y la “actualidad”


La decisión en torno al análisis de Clarín y La Nación en 2007 tiene
que ver, en nuestro caso, con la pregunta por el “presente” mediato, y por
“la actualidad”. Claro está, no partimos de una concepción ingenua del “pre-
sente” o de “la actualidad” como algo dado. De hecho “el presente” es una
construcción, que en nuestro caso responde a una impronta antropológica.
Por un lado, recuperamos la pregunta por el presente de la antro-
pología. El antropólogo mediante el trabajo de campo como experiencia
de investigación, analiza el presente de su objeto de estudio; en algunos
casos haciendo una reconstrucción histórica, en otros, sin esa intención.
Sin embargo, la pregunta por el presente tiene que ver con un interés so-
bre cuál es la configuración actual de las problemáticas a analizar.
En el caso de la antropología, inicialmente, el análisis del presente
tenía que ver -en forma más o menos consciente por parte de los antropó-
logos- con los modos de efectivizar la dominación imperialista. Pensemos
en el caso de Malinowski y de Radcliffe-Brown, quienes producían conoci-
miento sobre culturas sometidas a procesos de colonización. Las críticas a
estas investigaciones son generalizadas, incluso desde diferentes perspec-
tivas teóricas (Clifford, 1995; Lischetti, 1997; Menéndez, 1991).
Teniendo en cuenta estas críticas a la “antropología clásica”32, cree-
mos que la pregunta por el presente debe actuar en sentido contrario. Pri-
mero a través de un cambio de perspectiva sobre qué estudiar. Investigar
los modos actuales de configuración y actualización del poder simbólico
implica dirigir la mirada hacía las relaciones de poder, las cuales cambian
sus estrategias, respondiendo a las luchas que se desenvuelven en torno
a ellas. De ahí que sea necesario estudiar sus variaciones, así como sus
constancias. Creemos que este tipo de análisis se debe realizar evitando
caer en una perspectiva relativista y/o populista, así como miserabilista/le-
gitimista (Grignon y Passeron, 1991) que puede terminar siendo una forma
de “trabajo de inteligencia”; tales como los que –consciente o inconscien-
temente- realizaba la antropología clásica.
32 Cuando hablamos de antropología “clásica”, nos referimos a la antropología ya efecti-
vamente formando parte del campo académico -o sea de principios del siglo XX- en la que
el antropólogo “va a campo” y, en particular, en sus variantes funcionalistas y estructural
funcionalistas, las cuales fueron desarrolladas por la escuela británica.
www.koyatuneditorial.com.ar -27-
En ese sentido, como contra ejemplo es fundamental el conjunto
de trabajos que Bourdieu realizó como antropólogo en Argelia a finales
de la década del ‘50. Bourdieu había sido enviado allí como castigo por
mal comportamiento en el servicio militar. Era en ese entonces un joven
filósofo, pero la experiencia en Argelia lo volcó a la antropología. Fue
allí que Bourdieu, junto a un grupo de economistas, realizó una serie de
investigaciones sobre los modos de ejercicio de la dominación capitalista
sobre los pobladores de la Kabilia. En especial estudió cómo la economía
capitalista del Estado colonial francés imponía un modo de funcionamien-
to del tiempo y del trabajo ajeno y destructor de las prácticas kabiles
(Bourdieu, 2006). O sea, cómo el Estado imponía a los pobladores una
violencia simbólica legítima. Estos trabajos son un claro ejemplo de cómo
aún proviniendo de un Estado colonialista e imperialista, el investigador
puede invertir la carga de la dominación y en vez de realizar “trabajos de
inteligencia”, producir una ciencia social liberadora.
Tener en cuenta la dominación no es obviar el estudio de las for-
mas de resistencia o lucha en las que los sectores populares se organizan
como clase o grupo. En ese sentido, no debemos olvidar que una clase
social y/o un grupo se construye (Thompson, 1980) prácticamente a partir
de una acción instituyente de movilización y un autoreconocimiento como
tal. Esto permite distinguir las clases y/o grupos “en el papel” de las clases
y/o grupos “movilizadas” (Bourdieu, 1988 a). Pensamos por ejemplo en las
organizaciones llamadas “piqueteras” (Merklen, 2005) y sus modalidades
de acción, así como en las radios comunitarias, lo alternativo (Rodríguez
Esperon, 2004) etc. Sin embargo, el estudio de estas formas de contrapo-
der debe restituirlas al sistema de relaciones del que forman parte: o sea,
las relaciones de poder en un campo determinado.
En ese sentido, el estudio de la actualización del poder simbólico
que nosotros emprendemos tiene una limitación consciente: no estudia
las condiciones de reconocimiento. Nos referimos a cómo son reconocidos
esos discursos de la información dominantes, dentro de otros discursos de
la información, como los producidos en las radios alternativas y demás me-
dios de comunicación generados en las “villas”; o cómo son reconocidos
dentro del discurso cotidiano de los habitantes de las “villas”, tal como lo
analiza Gúber (1991). Dejamos para una futura investigación la articulación
entre producción y reconocimiento (Verón, 1987 a y b), sin desconocer su
importancia. Por esta razón, nos limitamos a investigar la identificación
de “las villas” realizada por Clarín y La Nación, sin presuponer que en la
instancia de reconocimiento -o sea, en las lecturas de los consumidores de
diarios-, opera la actualización del campo de efectos de sentido construido
a partir del análisis en la instancia de producción. Como señala Verón, lo
que construye el analista es un campo de efectos de sentido posibles (Ve-
rón, 1987 a y b). De esta manera, nuestros resultados son construcciones

-28- www.koyatuneditorial.com.ar
del analista, no confundidas con las lecturas que en la experiencia práctica
se pueden hacer de los periódicos. Confundirlo sería caer en el “prejuicio
del mundo” (Merleau Ponty, 1957 a y b) del que ya hablamos.
Nuestro corte en la construcción del objeto de estudio es sincróni-
co, porque busca comparar en un período de tiempo determinado -el año
2007- dos formas de construcción discursiva de las “villas” en un tipo de
discurso: el discurso de la información. Un discurso que, como tal, cons-
truye la “actualidad” (Charaudeau, 2003, Verón, 1987 d). El estudio de la
“actualidad” supone una ruptura con la propuesta que los medios nos
hacen sobre la duración e importancia de los hechos construidos. Estamos
analizando discursos que siempre son pasados, por eso hablamos de un
presente mediato y de una “actualidad” que para los medios ya dejó de
serlo. En la prensa escrita diaria, la “actualidad” dura lo que dura la salida
de la edición siguiente del diario (Charaudeau, 2003). Esa noticia “actual”
puede ser retomada constituyendo una serie, pero siempre lo será con un
plus de información que justifique su inserción.
Teniendo en cuenta todo esto, hemos considerado estudiar el año
más próximo (2007) a la escritura de esta investigación, la cual se desarrolló
durante 2008. Por esa razón, el “presente”, siempre es visto como algo pa-
sado para la investigación científica. Como señala Bourdieu (2007), el corte
sincrónico que opera la ciencia sobre sus objetos produce una ruptura con el
tiempo de la práctica y del hacer sociales, lo cual supone -contra la ilusión po-
sitivista- que el objeto es construido. Con esto señalamos que un análisis del
discurso de la prensa diaria -para el cual se ha construido un corpus-, necesa-
riamente necesita de un cierre temporal: caso contrario, sería interminable.

2. Marco metodológico general


El criterio de análisis a utilizar en este trabajo responde a un enfoque
“discursivo”33 que tiene como eje metodológico a las teorías lingüísticas
de la enunciación, atravesadas por las revisiones “discursivas” de Pêcheux
(1978), Maingueneau (1980), Kerbrat - Orecchioni (1993) entre otros.
La teoría lingüística de la enunciación planteada por Benveniste
(1987) señala que la subjetividad se construye en la enunciación, como el
acto de apropiación de la lengua por un locutor. La enunciación produce
una “imagen” en el enunciado, tanto del productor del discurso como de
su destinatario. A partir de la ubicación e interpretación de marcas lingüís-
ticas en el enunciado que señalan: el “yo/tu”, “aquí” y “ahora” -deícticos-
se puede derivar la construcción que el productor hace de su “imagen”,
33 Raiter (et al, 1999) realiza un recorrido por las diferentes corrientes que han constituido el
“análisis del discurso” cuando da cuenta de sus propias “fuentes”. Consideramos que es un
buen “resumen” de las diferentes perspectivas analíticas que históricamente se han puesto
en juego. Para una mirada más intensa y extensa sobre el análisis del discurso señalamos la
lectura de Maingueneau (1980), aunque esté centrada sobre todo en Francia.
www.koyatuneditorial.com.ar -29-
de la del destinatario; así como de sus inscripciones -subjetivemas/apela-
tivos- en el mundo (sujetos y objetos).
El problema que le presenta la teoría de la enunciación benvenis-
teana a un enfoque discursivo es su carga “subjetivista”, “la ilusión del
sujeto como origen del sentido” (Pêcheux, 1978; Maingueneau, 1980; Vi-
tale, 1994). Dado que las “responsabilidades” sobre la enunciación recaen
sobre el sujeto, este es representado por la teoría como un personaje ra-
cional, libre e independiente que puede hacer tal o cual construcción de sí
o del mundo en el enunciado, a partir de su apropiación de “la lengua”.
Nosotros usamos esta metodología de análisis pero nos separamos
de la teoría de la enunciación benvenisteana en cuanto consideramos que
el sujeto no es el “responsable” de sus discursos. Para nosotros los “sen-
tidos” que surgen del análisis de las marcas lingüísticas, responden a las
estrategias del poder simbólico que operan en y por el discurso.
Entendemos por “discurso”34 un texto o enunciado que analítica-
mente ha sido relacionado con sus condiciones sociales productivas (Ve-
rón, 1995 a y b). A partir de esta perspectiva, el enfoque discursivo se
propone superar el problema del análisis interno o externo para producir
un análisis interdiscursivo (Verón, 1987 b). Como ya señalamos, para no-
sotros el discurso -de la información- será un lugar central en el análisis
de la construcción de la identificación de las “villas” en Clarín y La Nación,
durante el año 2007.
Con respecto al análisis del discurso, queremos aclarar que nos
centramos en la indagación del discurso escrito, por lo tanto, no trabaja-
mos -salvo excepciones- con un análisis semiótico -dimensiones icónico/
indiciales- de las imágenes, ni con la configuración de página.
Dicho esto, a lo largo de la investigación nos centraremos en el
uso del herramental brindado por la teoría de la enunciación (con las
revisiones críticas pertinentes) los subjetivemas, apelativos y la polifonía,
para analizar la construcción de campos semánticos (Vitale, 1994), las
emisiones de calificación y las acciones atribuidas (Vasilachis de Gialdino,
2003) que identifican a las “villas” y sus habitantes. En ese sentido es que
a continuación especificaremos algunos conceptos claves que nos guían
metodológicamente. Nos referimos a apelativos, subjetivemas y polifonía.
Los apelativos (Perret, 2001) constituyen las diferentes formas de
nombrar a un grupo o sujeto. En los artículos analizados encontramos que
los apelativos son mayormente delocutivos, porque remiten a quienes
ocupan el lugar de la tercera persona. En nuestro caso, los sujetos del

34 Maingueneau (1980), en su texto ya clásico, señala el “problema” teórico que supone la


definición de discurso. Luego de analizar la polisemia del concepto, propone una definición
que consideramos plausible: “Desde un punto de vista totalmente pragmático, en este libro en-
tenderemos por discurso fundamentalmente organizaciones trasoracionales que corresponden
a una tipología articulada sobre condiciones de producción sociohistóricas” (Maingueneau,
1980: 25).
-30- www.koyatuneditorial.com.ar
enunciado o, si se quiere, el objeto del discurso.
Para Kerbrat - Orecchioni (1993) los subjetivemas son unidades del
repertorio de la lengua (sustantivos, adjetivos, adverbios, verbos) que
permiten verbalizar un referente cualquiera (real o imaginario) a partir
de atribuirle características afectivas, evaluativas y axiológicas. El uso de
subjetivemas actúa, en el contexto de la teoría de la enunciación, como
marca de la subjetividad valorativa ya que para remitir al referente, en vez
de usar palabras con características evaluativas, se podrían haber usado
conceptos socialmente aceptados como más “objetivos”35: en vez de decir
“villa”, se puede decir “barrio”. Para nosotros, estas unidades no son
marcas de la subjetividad porque, como ya señalamos, adherimos a las
críticas que ha recibido la teoría de la enunciación desde el análisis del
discurso. En nuestro caso, los subjetivemas y los apelativos indican formas
de funcionamiento del poder simbólico en el discurso.
El análisis de apelativos y subjetivemas nos permite dar cuenta
de las emisiones de calificación y de las acciones atribuidas (Vasilachis
de Gialdino, 2003). Las acciones atribuidas son las prácticas que en el
discurso se le atribuye a las “villas” y sus habitantes. Las emisiones de
calificación son las formas en que se los adjetiva.
El concepto de polifonía fue acuñado por Bajtín (1980) para dar
cuenta de una característica particular que presentan las novelas de Dos-
toievsky: la multiplicidad de voces que las pueblan. A partir de la recupe-
ración de la obra de Bajtín, en los años ‘60, por parte de Julia Kristeva, su
uso fue extendido a otros géneros discursivos. Siguiendo a Arnoux (1990)
podemos definir a la polifonía como la estrategia mediante la cual en un
discurso se introducen discursos “otros”, a través de diferentes operacio-
nes, de las cuales nos interesan particularmente la cita directa e indirecta.
El discurso directo es una forma de inclusión de un discurso en otro, a
través de la separación nítida entre discurso citado y discurso citante.
De esta forma, el discurso citado en forma directa produce un efecto de
sentido de objetividad -lo que se cita es “textual”- y además le confiere
la “responsabilidad” de lo dicho al sujeto del enunciado citado. A esto se
suma el hecho de producir un reconocimiento de esa voz, como una voz
legítima, por y para ser citada directamente. El discurso indirecto tiende
a romper con esta lógica y a incluir dentro de la enunciación general las
voces “otras”, disminuyendo considerablemente el efecto de objetividad y
la legitimidad reconocida de la voz citada.

***
35 Esto significa que también lo “objetivo” es valorativo, pero aparece como “objetivo” (o
sea, como no valorativo) al sentido común tras haber atravesado un proceso de legitima-
ción, que es un proceso de naturalización, a partir de operaciones de violencia simbólica. La
oposición villa/barrio, que analizamos en el capítulo 4, es ejemplar de cómo el concepto que
parece “objetivo”, es el indicador de lo legítimo.
www.koyatuneditorial.com.ar -31-
Antes de finalizar este acápite nos proponemos hacer algunas acla-
raciones en relación con los cruces teórico-metodológicos que realizamos.
No desconocemos lo problemático de la articulación de conceptos pro-
venientes de matrices teóricas diferentes. Al respecto queremos señalar
algunas cuestiones con respecto a la teoría de los discursos sociales de
Verón y la teoría del poder simbólico de Bourdieu. Para Verón, el análisis
de un discurso en producción es un análisis de lo ideológico; mientras
que un análisis en reconocimiento es un análisis del poder (Verón, 1987 a
y b; 1995 a). Sin embargo, nosotros hablamos de poder simbólico en un
análisis en producción, porque consideramos al poder desde otro punto
de vista, el cual ya ha sido señalado. Al cruzar marcos teóricos diferentes
no estamos haciendo un eclecticismo vacuo, sino tratando de ver hasta
qué punto es posible trabajarlos y hasta qué punto no lo es36.
En ese sentido, la teoría de los discursos sociales de Verón se nos
ha tornado de dudosa eficacia para nuestro propósito, habiendo decidido
abandonarla por razones teórico-metodológicas que surgieron en el trans-
curso de la investigación, entre las cuales señalamos las siguientes:
1. Verón no trabaja con la teoría de la enunciación benvenisteana (la
cual nos ha sido operativamente muy útil) sino con las “modalidades del
decir”, lo que lo ha llevado a formular una teoría del “contrato de lectura”
(Verón, 2004). Si bien nos inspiramos en un principio en la teoría de los
discursos sociales de Verón (principalmente por el modelo de la interdiscur-
sividad que propone, el cual creemos que proviene de su lectura de Foucault
y Pêcheux) decidimos no trabajar con la teoría del contrato de lectura, dado
que no se interesa por estudiar la construcción del objeto del discurso -en
nuestro caso, “las villas”- lo cual es el núcleo de nuestro análisis.
2. Otra cuestión clave que nos ha llevado a abandonar la teoría de
Verón es el carácter intelectualista de la práctica que se desprende de su
raigambre estructuralista, lo cual entra en franca contradicción con nuestra
concepción inspirada en la fenomenología de Merleau-Ponty y en la socio-
antropología de Bourdieu.
Volveremos sobre estas y otras cuestiones teórico-metodológicas
en la conclusión del libro, donde profundizaremos en torno a las diferen-
cias que se producen entre ambos marcos teóricos.

3. El corpus específico
El corpus de materiales periodísticos ha sido construido a partir de
la consideración de un tipo de discurso, el de la información, y de una
serie de géneros -crónicas, notas color, informes de investigación37- que
36 Marc Angenot, con su “teoría del discurso social”, se ha enfrentado también al problema
del eclecticismo y lo ha superado con creces, a través del cruce entre la Escuela Francesa de
análisis del discurso y las teorías de Gramsci, Bourdieu, y Bajtín.
37 Charaudeau (2003) realiza un análisis de los diferentes géneros periodísticos, que es

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trabajan en forma directa o lateral cuestiones relacionadas con las “villas”
y sus habitantes. Como se ve, el tema (Van Dijk, 1990; Charaudeau, 2003)
tratado en los discursos a analizar puede no ser explícitamente “las villas”.
Esta elección se debe a que en discursos donde aparecen como subtemas
-no se argumenta necesariamente a partir de ellos- también pueden rele-
varse aquellos rasgos enunciativos -sobre todo subjetivemas y apelativos-
que operan implícitamente en la construcción de la otredad social.
El corpus de análisis fue construido a partir de un doble relevo:
en primera instancia, acudimos a la Biblioteca del Congreso de la Nación
-sección hemeroteca- en busca de nuestro material: los diarios Clarín y La
Nación del año 2007. La biblioteca cuenta con un “buscador” temático
que facilita el rastreo de artículos de prensa escrita. Confiando en ese
recurso, recolectamos las notas periodísticas que respondieran al tema
“villas miseria/de emergencia”38. Sin embargo, nos llamó la atención la
escasa cantidad de artículos que encontramos, por lo tanto acudimos a
los “buscadores” que Clarín y La Nación ofrecen por Internet. Allí descubri-
mos varias cosas: en primera instancia, que la selección que se hace en
la Hemeroteca del Congreso de la Nación consta de criterios que -aunque
desconocemos- descartan muchas noticias que consideramos importantes.
Segundo: en el “buscador” de Clarín y en el de La Nación aparecen artícu-
los que luego no figuran en la edición escrita que se señala39.
Ante estos hechos, hemos construido un corpus que tiene como
matriz de decisión final a las ediciones impresas de los diarios, de tal
forma que si la noticia (Martini, 2004; Van Dijk, 1990) encontrada por el
buscador electrónico no aparece impresa en la fecha señalada, no la in-
cluimos en nuestro análisis.
Por otro lado, el criterio de selección de las notas tiene dos guías
fundamentales: cuando acudimos a los buscadores de Internet colocamos
como criterio de búsqueda las palabras “villa/ villas”. Los “buscadores”
nos señalaron gran cantidad de artículos. De ellos fueron seleccionados
aquellos que señalan en volanta, título o copete las palabras “villa/ villas”.

relativo a la clasificación utilizada en Francia. Sin embargo la “crónica”, en nuestro caso,


responde al tipo de construcción llamada en la jerga periodística “pirámide invertida”. Con-
sideramos que tanto las crónicas como las notas color y los informes de investigación,
representan cabalmente aquellos géneros periodísticos que se constituyen a partir de una
estrategia objetivista, concerniente en intentar borrar toda marca de “la subjetividad en el
discurso”-en el sentido de Kerbrat - Orecchioni (1980)-. Justamente por ello los hemos elegido
para dar cuenta de cómo el efecto de sentido de objetividad puede ser desarmado a partir
del análisis del discurso, al mostrar que todo discurso responde, en una de sus dimensiones,
a lo ideológico en tanto relación con sus condiciones de producción (Verón 1987 a y b, 1995
a). En ese sentido, hemos dejado de lado las editoriales y notas de opinión, por ser discursos
claramente construidos estratégicamente en términos de “opinión” de una “subjetividad”, o
del agente Clarín o La Nación.
38 Este sintagma de clasificación es el que impone el buscador de la hemeroteca.
39 Esto ocurrió en pocos casos, lo cual no pone en duda nuestra afirmación sobre que los
artículos periodísticos en el diario impreso y en Internet son los “mismos”.
www.koyatuneditorial.com.ar -33-
Esto implica dejar de lado la gran cantidad de artículos que se refieren a
villas “turísticas” -Villa Carlos Paz, por ejemplo- o a localidades del conur-
bano -Villa Bosch, por ejemplo-. De esa selección tomamos para analizar
las crónicas, informes de investigación y notas color, como géneros pro-
pios del discurso de la información. Siguiendo el análisis realizado por
Charaudeau (2003) -haciendo las salvedades en torno a lo que significa
“crónica” en Francia- consideramos a estos tres géneros como aquellos
que se constituyen discursivamente en torno a una estrategia concerniente
en constituir un efecto de sentido de objetividad.
Teniendo en cuenta lo anteriormente señalado, contamos para el aná-
lisis con más de 60 artículos periodísticos por diario (más de 120 en total).

-34- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 1
Las invariantes del discurso
de la información
40

1. La construcción del enunciador objetivo en


Clarín y La Nación
Si bien nuestro análisis de la prensa escrita se va a centrar en la
identificación de “las villas”, comenzaremos haciendo un breve recorrido
sobre la construcción del enunciador objetivo en ambos diarios, dado que
lo consideramos central para demarcar el tipo de discurso que analizare-
mos a posteriori: el discurso periodístico.
Los artículos periodísticos -crónicas, notas color e informes de inves-
tigación- que analizamos están narrados en tercera persona; no hay marcas
del “yo” de la enunciación que puedan dar cuenta directamente y explíci-
tamente de las inscripción del sujeto emisor en el enunciado. Aunque nos
encontramos con notas firmadas por sujetos empíricos -Marcelo Helgoft,
Araceli Viceconte, Nora Sánchez, José Ignacio Llaldós, Evangelina Himitian,
entre otros- no hay referencia explícita alguna en los enunciados, que pue-
da derivar deícticamente en un “yo” que represente al sujeto emisor.
Esta “desaparición” de las marcas pronominales y flexionales de
primera y segunda persona, tiene que ver con el efecto de objetividad
que se intenta construir en el discurso de la información (Zullo, 2002),
borrando cualquier posibilidad de asimilación entre la noticia y una ins-
tancia subjetiva (parcial) de sentido. De esta manera se intenta crear un
efecto “de verdad” sobre lo que se informa. Podemos agregar que, si bien
los acontecimientos narrados en la noticia pueden tener una procedencia
explícita en fuentes particulares, la instancia enunciadora no se presenta
en el enunciado como un “yo” que organiza lo dicho por las fuentes: los
hechos y los dichos se presentan al lector bien en forma directa, sin me-
diaciones, bien a través de la figura institucional/enunciador global (Raiter,
2002 a) Clarín o La Nación, como sujetos del enunciado.
Veamos cómo se puede recuperar la estrategia enunciativa: la utili-
zación de tiempo presente y sobre todo del pretérito perfecto simple del
modo indicativo (“dijo” por ejemplo) para dar cuenta de las acciones de
los sujetos del enunciado, ayuda a construir un enunciador que aparece
como un “testigo invisible institucional” o enunciador global -no subje-
tivo-, que va “mostrando” paso por paso lo que va ocurriendo. Esto lo
40 Las invariantes responden a la gramática de producción que es reconocible a partir de
aquellas marcas que son huellas del sistema productivo que determina al tipo de discurso:
en este caso, el discurso de la información. Ver Verón (1995 b).
www.koyatuneditorial.com.ar -35-
podemos relevar a partir de dos elementos: la aparición de verbos que se-
ñalan la acción del decir de algunos entrevistados y la presencia de Clarín
y de La Nación como sujetos del enunciado:

“Un delegado villero le dijo a Clarín...”


(22/11/2007, p 43)
“Según explicó a La Nación el comisario inspector...”
(9/02/07, p 13)
“...denuncia la vecina Analía Brienzo”
(La Nación, 14/02/07, p 15)
“...cuenta Agustina Díaz”
(Clarín, 09/02/07 p 39)

El uso de pretérito perfecto simple del indicativo señala que los di-
chos y los hechos sucedieron en el pasado, dando cuenta de la existencia
objetiva, inmodificable, de los hechos narrados. Se trata de una marca
clara de la producción de un discurso con pretensiones objetivas, ya que
construye los hechos como reales, pasados e inmodificables. Aquí, nos
interesa señalar que la puesta en funcionamiento de estos verbos que
“muestran” las acciones de los sujetos del enunciado, son marcas de la
presencia de un enunciador objetivo, en tanto no se presenta como un
actor subjetivo que entrevista, sino que se construye mostrando como en-
trevistador al sujeto del enunciado Clarín o La Nación, lo cual le da peso
institucional a la objetividad de lo dicho en la nota: Clarín o La Nación es-
tuvieron allí, como institución encargada de “informar”, para poder afirmar
que el entrevistado “explicó” o “dijo” esto u aquello.
Esta estrategia forma parte de un efecto de sentido que llamaremos
“efecto de institucionalidad”. El “efecto de institucionalidad” está defini-
do por la construcción de una voz autorizada en el decir/hacer sobre los
“otros”, a partir del reconocimiento de un capital simbólico: el poder de
la objetivación. Retomando a Bourdieu (1988 a, 2001) no podemos obviar
que el poder y la violencia también son simbólicos. Esto implica el poder
de nombrar y de construir/producir visiones y divisiones sociales. En ese
sentido, la construcción del “efecto de institucionalidad” es la producción
de una voz autorizada para ejercer el poder simbólico, a partir del recono-
cimiento de su capital simbólico.
Hemos señalado en la introducción que un capital simbólico es lo
que le permite a los medios masivos de comunicación producir discursos
que se pretenden objetivos, “reales”. Esto implica que lo narrado en la
noticia es reconocido como “real”, como un discurso no ficcional. Este
reconocimiento es -como señalamos en la introducción- también un desco-
nocimiento de que lo informado es una construcción: en el sentido común
cotidiano es muy propio escuchar enunciados como: “Pasó tal cosa. ¡Es
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verdad!: lo vi en la televisión/lo escuché en la radio/lo leí en el diario/lo
leí en Internet”41. Estos enunciados nos señalan que hay depositada una
“creencia/confianza” (Verón, 1987 d) en la autoridad y en la veracidad
de los medios masivos a la hora de “informar”. No se pone en duda, en
el sentido común cotidiano, la existencia de los hechos narrados por los
medios como exteriores e independientes de esa narración, que es presen-
tada como “información/reflejo”.
El efecto de institucionalidad no se agota en la construcción del
enunciador, sino que también es puesto en juego a la hora de construir
a determinados sujetos del enunciado como voces autorizadas/legítimas
para -objetivar- decir/hacer sobre “las villas”. Allí el efecto de institucio-
nalidad funciona a partir de la puesta en juego de marcas lingüísticas que
señalan la pertenencia del agente a una institución legítima. Esas marcas
operan como un reconocimiento realizado por el propio periódico, del
capital simbólico del agente/institución. Volveremos sobre ello en los aná-
lisis en torno a la polifonía.
En oposición aparente a lo que estuvimos señalando, encontramos
en algunas notas la ausencia de un tercero a quien se pueda presentar
como “quien estuvo allí”. Sostenemos que, de esta manera, se intenta el
borramiento absoluto de cualquier forma de mediación entre la noticia y
el lector, produciendo un efecto de verdad aun mayor. Los dichos parecen
estar dirigidos directamente al lector. Por ejemplo:

“...Dijo Eduardo Pedace Docente de la Escuela de Salud Pú-


blica de la UBA” (Clarín. 29/03/07; p.42)
“...Explicó Cerrutti, ex Ministra de Derechos Humanos del go-
bierno de Telerman” (La Nación. 14/10/07 p, 10)

Para finalizar este apartado, queremos agregar otro rasgo caracte-


rístico de la construcción de la figura del enunciador objetivo: el uso de
verbos como “explicó”, “dijo” en alguna cita directa. Estos verbos remiten
al “estar ahí”, ante los hechos; al ser “testigo” de los dichos y refuerzan
nuestra hipótesis sobre la construcción del enunciador objetivo. En ese
sentido, los artículos periodísticos que analizamos también contienen gran
cantidad de afirmaciones, que señalan la certeza implícita sobre lo dicho,
formando parte de ese efecto de objetividad que ya señalamos. Estas afir-
maciones se suelen referir a acciones de los sujetos del enunciado, como
41 Una de las formas más interesantes de hacer etnografía de audiencias es pasando inadver-
tido, por ejemplo mientras se trabaja en una oficina y se escucha radio, dando clases en una
escuela, mientras se mira TV con amigos o familiares, etc. De esta manera se evita someter
a los sujetos a la violencia simbólica de cuestionario que muchas veces supone respuestas
anticipadas (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2002) y se logra relevar, en ejercicio, la
“doxa”. Los enunciados que citamos han sido extraídos de observaciones “participantes”,
trabajando en una empresa farmacéutica y como docente con alumnos de una escuela secun-
daria privada de Bellavista, Prov. de Buenos Aires
www.koyatuneditorial.com.ar -37-
las que acabamos de señalar (dijo, explicó) o a hechos y acontecimientos.
Por ejemplo en estos títulos se afirma que:

“Erigen un muro para contener la Villa 31” (La Nación. 10/01/07 p. 16)
“El fuego en Soldati empezó adentro y fue intencional” (Clarín.
16/02/07, p. 45)

1.1. Una diferencia sustancial: los modos de titular y la propuesta


de lectura42
Una de las diferencias sustanciales entre Clarín y La Nación consiste
en la forma en que construyen la titulación de las noticias y la propuesta
de lectura. Para ello, hemos analizado las notas centrales -aquellas que
se presentan con una tipografía de mayor tamaño y son de mayor exten-
sión- en busca de invariantes que nos permitan diferenciarlos. Queremos
señalar que hemos revisado en profundidad los artículos del corpus y no
en todos ellos aparece la totalidad de las estructuras de títulos señaladas.
Por ejemplo, a veces no hay volanta o cintillos y en el caso de Clarín pue-
de no haber “destacados”. También se producen variaciones en torno al
sentido de cada parte de la estructura. Por ejemplo, a veces la volanta es
“temática”, a veces no lo es. Sin embargo, es menor la ausencia que la
presencia de estos rasgos en las notas centrales.
Comencemos con Clarín. Nuestra hipótesis central es que Clarín
busca, generar un efecto de sentido de ilusión de totalidad (Zullo, 2002)43;
en este caso, al integrar en volanta, título y copete gran cantidad de infor-
mación con bajo nivel de generalidad. Veamos un ejemplo:

Cintillo: Fuego en la Villa.


Volanta: Ardió todo el asentamiento “El Cartón”, debajo de la auto-
pista Cámpora.
Título: Afirman que fue intencional el incendio en una villa de Soldati.
Copete: Para los vecinos, se trató de un atentado. La Comuna y la
Policía no lo descartan. No hubo heridos graves, pero unas 1400 per-
sonas fueron evacuadas a distintos centros y 177, atendidas de ur-
gencia. (09/02/07 p. 38)

42 No hablamos de “contrato de lectura”, porque -como ya señalamos- no trabajamos con


esa teoría que opera en torno a las modalidades del decir y los tipos de enunciador. Ver
Verón (2004).
43 Una de las formas en que Clarín -incluso como grupo mediático- trabaja sobre este efecto
de sentido, es a través de sus campañas publicitarias. Actualmente el canal de cable TN
(Todo Noticias) ha desarrollado una publicidad donde se trabaja en torno a un imaginario de
acontecimientos nacionales, interpelando a partir de un “nosotros”. De hecho, se asocia TN
a Todos Nosotros. Esta publicidad circula por el canal de cable, así como por los diferentes
medios en poder de Clarín. La estrategia es muy propia del multimedio quien ya había apela-
do a enunciados tales como “Con la gente en el tercer milenio”. Sobre esta ultima afirmación
ver Zullo (2002).
-38- www.koyatuneditorial.com.ar
Vemos que la volanta señala un hecho particular y lo sitúa detalla-
damente. El título da una interpretación del hecho a partir de retomar la
voz de “otros”, marca polifónica de discurso indirecto, que es especifica-
do en el copete a partir de señalar quiénes son esos otros que afirman.
Además se da información sobre la existencia de heridos, la cantidad de
evacuados y los atendidos de urgencia.
A simple vista, la cantidad de información, la especificación y loca-
lización de los hechos y dichos enunciados es mayor que en el caso de La
Nación, que analizaremos a continuación. Clarín también cuenta con “des-
tacados” que son enunciados que se intercalan con una tipografía mayor
y diferente a la del cuerpo del artículo. A esto le podemos sumar que en
el cuerpo de las notas aparecen sintagmas en negrita. Estas marcas nos
señalan una estrategia de lectura propuesta por el diario: hay una asime-
tría entre el enunciador y el enunciatario. El enunciador sabe más y sabe
todo (Zullo, 2002) y lo pone a disposición en un primer plano, en forma
destacada: el enunciador propone un recorrido visual de lo que considera
“la información”. De esta manera se prefigura un primer enunciatario que
podemos llamar “de lectura rápida”, el cual podría obtener la información
“fundamental” leyendo cintillo, volanta, título y copete; y además, desta-
cados y sintagmas en negrita. En un segundo plano aparece el cuerpo de
la nota, como otra propuesta de lectura que interpela a un enunciatario
que busca saber aún más, aunque ese saber sea constituido como menos
importante dentro de la estrategia discursiva.
Queremos dejar claro que estas son hipótesis de lectura. No hay marcas
del tú -enunciatario- que podamos encontrar en los artículos porque, como ya
señalamos, en el discurso de la información opera la “desaparición” de las mar-
cas pronominales y flexionales de primera y segunda persona (Zullo, 2002).
Volvamos a la comparación entre periódicos. En La Nación, en cam-
bio, la cantidad y la especificidad de la información brindada en la es-
tructura de títulos, es menor. Comparemos la titulación de Clarín con la
titulación construida por La Nación:

Volanta: En Villa Soldati: decenas de personas debieron ser atendi-


das en varios hospitales porteños.
Título: Un incendio arrasó un asentamiento
Copete: Destruyó las casillas de 470 familias, que denunciaron que el si-
niestro fue intencional; la oposición cargó con Telerman. (09/02/07 p. 13)

Veamos la información: la volanta localiza espacialmente -en menor


medida que en Clarín- el hecho enunciado en el título y señala una segunda
información en forma imprecisa: “decenas de personas (...) en varios hospi-
tales porteños”. No sabemos la cantidad precisa de personas atendidas, ni

www.koyatuneditorial.com.ar -39-
los hospitales en que están -en Clarín tampoco- ni el nombre de la “villa”.
Recién en el copete se dan números, o sea que el grado de generalidad de
la información es bajo. También en el copete se señalan dos informaciones
más: la denuncia sobre la intencionalidad y la “acción” de la oposición
para con Telerman. Vemos que hay otra generalidad “la oposición” y un
verbo “cargó” que tendrá que ser definido en su sentido leyendo el cuerpo
de la nota. La denuncia sobre la intencionalidad en Clarín aparece en el
título, con lo cual el grado de información crece, comparado con el titular
de La Nación. Veamos otro ejemplo modelo de La Nación:

Volanta: El déficit habitacional en la ciudad: no saben como erradicar


un asentamiento en Puerto Madero.
Título: Se duplicó la población de una villa.
Copete: Hace dos años, en la Rodrigo Bueno vivían 401 familias; hoy
son más de 800; el gobierno porteño promete que las trasladará.
(17/04/07 p. 11)

Analizando esta estructura modelo notamos lo siguiente: por un


lado la volanta mantiene una dependencia entre sus dos partes. Los dos
puntos construyen un sentido de especificación y aclaración. Si tuviéramos
que transformar esos dos puntos en un sintagma sería el siguiente:

¿Qué está ocurriendo (...) con el déficit habitacional de la ciudad...?:


No saben como erradicar...

Lo mismo podemos hacer con la volanta anterior:


¿Qué está ocurriendo (...) en Villa Soldati?: Decenas de personas…

El sintagma que hemos interpuesto -“¿Qué está ocurriendo?”- nos


indica que ante un tema general, o en un lugar, se producen “acciones/
hechos/acontecimientos”. Veamos otro ejemplo:

Contaminación: cientos de personas se instalaron sobre desperdicios


que se amontonan a cielo abierto. (10/11/07 p.28)

Vemos cómo lo que está ocurriendo con el “tema contaminación”


son estás acciones: cientos de personas se instalaron...
La volanta abre temáticamente aquel caso con el que se va a titular
la nota. El título, y a posteriori, el copete especifican aun más: pasamos de
un asentamiento en Puerto Madero, en volanta, a la Villa Rodrigo Bueno,
en copete: el caso se vuelve más específico -hay números, por ejemplo- al
ser localizado. Lo mismo ocurre con la especificación en el copete, de lo

-40- www.koyatuneditorial.com.ar
dicho en la volanta:

Volanta: “...no saben cómo erradicar un asentamiento…”


Copete: “...el gobierno porteño promete que las trasladará”
Nuestra conclusión es que La Nación trabaja con un sistema esca-
lonado de información que se mueve desde lo más general a lo más par-
ticular. Creemos que esta propuesta de lectura es diferente a la de Clarín.
Para empezar, podemos decir que La Nación aporta menos información
que Clarín en su estructura de títulos. Además no contiene “destacados”44
ni sintagmas en negrita en el cuerpo de la nota. Esto nos indica un enun-
ciatario que en La Nación es construido como menos “dirigido” por la
propuesta de lectura pero a la vez más activo, porque es llamado a leer
el cuerpo de la nota para obtener “información”. La Nación también “sabe
más” de lo que dice en su estructura de títulos, pero ese “saber más” es
construido por la estrategia discursiva, como más “profundo” -que el “sa-
ber más/saber todo” de Clarín- determinando su lectura, al ser enviado al
cuerpo de la nota. La Nación intercala subtítulos al interior del cuerpo de
la nota, operación que en Clarín no encontramos. Los subtítulos son muy
pequeños en relación a los destacados de Clarín. En todo caso, guían la
lectura del cuerpo de la nota, pero no la reemplazan. Los subtítulos -por
ejemplo “intereses cruzados”, “en manos de un peronista”- suponen un
conocimiento obtenido en la lectura del artículo o, mejor dicho, son una
“invitación” a leer para especificar el subtítulo. En Clarín, en cambio, hay
más instancias de “lectura rápida” que contienen la información; en La
Nación debe ser buscada en el cuerpo del artículo.
Debemos señalar otra diferencia entre los dos periódicos que viene
a trabajar en pos de nuestra hipótesis: Clarín se imprime con un formato
“tabloide”, lo cual permite una fácil manipulación y traslado por su tama-
ño, por ejemplo, durante viajes en transporte público. De esta manera,
ante contextos menos adecuados para fijar la vista en el cuerpo de la nota
-pensemos en un viaje en subterráneo o colectivo- Clarín permite un repa-
so de la información a través de la lectura rápida, mediante el recorrido de
las estructuras que ya señalamos.
La Nación, por su mayor tamaño -de tipo “sábana”- sugiere un con-
texto de lectura donde el diario pueda ser “desplegado”. La diferencia de
tamaño propone no solo una diferente manipulación, sino instancias de
lectura diferentes. Como ya señalamos, La Nación propone la lectura del
cuerpo de la nota como instancia fundamental. La estructura de títulos da
menos información y además las noticias no cuentan con “destacados”,
ni con los sintagmas en negrita: para nosotros. La Nación, no es un diario
de “lectura rápida”, porque no brinda las herramientas visuales para hacer
ese tipo de lecturas. De esta manera, podemos decir que La Nación tam-
44 Encontramos en La Nación un solo caso de “destacado”.

www.koyatuneditorial.com.ar -41-
bién mantiene una relación de asimetría enunciador/enunciatario, donde
el enunciador “sabe más”. Pero, a diferencia de Clarín, creemos que el
enunciatario de La Nación es menos subestimado, o sea que es construido
como más activo y con más tiempo para dedicar a la lectura.
Siguiendo a Zullo (2002) podemos decir que en Clarín la relación
de saber se desplaza hacia una relación de poder, donde todo queda atra-
pado en la estrategia enunciativa. La relación de asimetría de saber/poder
entre enunciador-enunciatario está centrada en la construcción “pacienti-
va” del enunciatario (Zullo, 2002); es decir, en la construcción de un enun-
ciatario pasivo, como esperando obtener todo saber a partir del discurso
del diario. En La Nación, la relación de saber, al construir un enunciatario
más activo/menos subestimado, queda -comparativamente- en menor me-
dida atravesada por una relación de poder.
Hay otros aspectos que diferencian a los periódicos estudiados: la ti-
pografía, el uso de los colores, el diseño de página y la diferenciación de las
secciones, entre otras. Como ya señalamos, nosotros no ingresamos específica-
mente en ese campo de análisis, dado que estamos interesados en el estudio
de la materialidad lingüística (Pêcheux, 1978) en la producción de las “villas”.

1.2. El uso de los modos y tiempos verbales


El tiempo de la enunciación se instaura como un presente que no es
el del enunciado. El “yo digo que” (Filinich, 2000) que se puede anteponer
ante cada enunciado es un decir en presente, mejor dicho, que instaura un
presente a partir del cual se irán construyendo pasado y futuro. Tenemos
por un lado la afirmación:

“Usurpan tierras vecinas a la villa 20” (La Nación 29/03/07 p.18)

Esto indica que el enunciador dice desde un “hoy/presente” que:


“Un grupo de vecinos de la villa 20 de Lugano usurpó ayer un pre-
dio...” (La Nación 29/03/07 p.18)

Otro ejemplo:
“Macri dice que se arrepintió de lanzarse junto a una nena pobre”
(Clarín 03/03/07 p.12)

Esto indica que el enunciador dice desde un “hoy/presente” que esto:


“Sucedió ayer, poco antes de que llegara a Ciudad oculta...” (Clarín
03/03/07 p.12)

Este caso nos permite ver que el uso del pretérito perfecto simple
del indicativo funciona como marca de que lo que se narra ocurrió y ha ter-
minado de ocurrir. Esto significa que como hecho no puede ser modifica-
-42- www.koyatuneditorial.com.ar
do. Cuando se usa el pretérito perfecto simple propio del mundo narrado
o relato (Weinrich, 2001), lo dicho se ubica en el pasado como realmente
ocurrido, lo cual ancla la información como algo “verdadero” y “objeti-
vo”. Debemos señalar la gran preeminencia, en ambos periódicos, del
uso de los tiempos verbales propios del mundo narrado o relato: no solo
encontramos pretérito perfecto simple, sino también pretérito imperfecto
y pluscuamperfecto. Estos tiempos nos remiten directamente al efecto de
sentido de “objetividad” que es puesto en juego en la definición del tipo
de discurso del que nos ocupamos: el discurso de la información.
A los ejemplos del uso del pretérito perfecto simple señalados en “la cons-
trucción del enunciador objetivo”, podemos agregar los siguientes ejemplos:

“De Jeans, Lavagna visitó una villa y habló con víctimas de violacio-
nes” (Clarín 31/01/07 p. 8)
“Transfirieron tierras para urbanizar la villa 20” (La Nación 17/11/07, p. 28)

Veamos algunos casos de uso del pretérito imperfecto y pluscuamperfecto:


“El último informe del gobierno de Telerman había estimado que
la urbanización de las 14 villas demandaría al Estado porteño unos
4650 millones de pesos. El estudio aseguraba que unos...” (La Nación
22/01/07 p15)
“La gente aseguraba que una vecina, que había quedado internada
en un hospital de la zona...” (Clarín 09/02/07 p 38)

Como ya señalamos, estos tiempos verbales construyen los hechos y


dichos como ocurridos e inmodificables. Pero en la enunciación se construye
una estrategia mediante la cual los hechos que son del pasado se traen al
presente del indicativo y se cuentan en un “presente histórico” que les da
vivacidad. Este uso del presente remite al “mundo comentado” (Weinrich,
2001) porque los hechos se muestran como ocurriendo, como si no fueran
definitivos y estuvieran abiertos a la polémica. Creemos que esta operación
verbal funciona también como marca del tipo de discurso. Teniendo en cuenta
que el discurso de la información construye “la actualidad”, es una estrategia
acorde transformar los hechos pasados en presentes, de tal forma de producir
un efecto de sentido de simultaneidad entre la producción del hecho y su
lectura. No debemos olvidar, como señala Charaudeau (2003), que es en la
prensa donde la distancia entre producción de la información, circulación y
recepción se hace más grande. La estrategia de pasaje al presente se usa para
afirmar que los hechos existen en el momento en que el diario es leído. Esto
tiene que ver con mitigar el grado de desajuste entre producción y recepción
que se da en la prensa escrita. Veamos algunos ejemplos donde los hechos
se construyen como ocurriendo, cuando en realidad pertenecen al pasado; en
relación tanto con la producción de la noticia, como con su lectura:

www.koyatuneditorial.com.ar -43-
“Erigen un muro para contener a la villa 31”
(La Nación 10/01/07 p.16)
“Edifican sin controles en la villa 31”
(La Nación 25/02/07 p.24)
“Impiden la construcción de viviendas en Soldati
(Clarín 13/02/07 p 40)
“Piden ayuda a la Nación tras el incendio en Soldati”
(Clarín 14/02/07 p 45)

El tiempo presente se utiliza también para dar cuenta del decir y el


hacer de los sujetos del enunciado. Esta es la estrategia discursiva propia
del uso del presente histórico que busca transformar un hecho o dicho en
una experiencia vívida. Por ejemplo:

“No queremos seguir siendo evacuados. Queremos quedarnos acá


hasta que estén listas nuestras casas”, dice Agustina Díaz” (Clarín
11/02/07, p 52)
“...Villar lo niega de plano: “la gente en ese sentido está conteni-
da. Lo del progresismo fue un fracaso total (...) agrega”. (La Nación
30/09/07 p.24)

Así mismo, consideramos relevante el uso del futuro y del condicio-


nal. Con respecto al condicional podemos decir que es puesto en juego a
partir de una estrategia que consiste en enunciar algo, mitigando su grado
de certeza a través de una transformación en el verbo: su pasaje al condi-
cional. Señalamos entre paréntesis el verbo en presente:

Título: “Urbanizar villas costaría (cuesta) $4650 millones”


Volanta: “Sería (es) para construir unas 25.000 viviendas y abrir ca-
lles...” (La Nación 30/09/07 p. 24)

En este caso de La Nación vemos que el condicional funciona como


marca de que lo que se cuenta está basado en una posibilidad de la que
no hay certezas: el monto es aproximado así como la utilización. La fuente
del monto y de su utilización es el “gobierno porteño” (ver el cuerpo de
la nota), pero este cálculo no deriva en una acción a realizar: ese costo es
posible si se urbanizaran las “villas”.
Veamos un caso de Clarín:

Título: “Creen que las bandas peruanas de narcos se están mudando


al Once”
Copete: “Afirman que la villa del Bajo Flores ya está “muy marcada”.

-44- www.koyatuneditorial.com.ar
Aprovecharían para mezclarse con muchos peruanos honestos que
viven en Once. El crimen de un joven, el lunes, es lo que levantó la
sospecha” (09/05/07 p.42)
Tomamos este ejemplo -y por ahora dejamos de lado los implícitos
y subjetivemas que aparecen para ser retomados en un análisis particular a
posteriori-. Veamos el uso del condicional. Aquí también encontramos una
posibilidad, señalada por “la policía” y por “fuentes judiciales especializa-
das” (ver el cuerpo de la nota) como “hipótesis” o “teoría” que se busca
“sustentar”. Estamos ante otro caso donde se enuncia algo mitigando el
grado de certeza: de esa forma se instala la duda. El título es elocuente al
respecto cuando utiliza el verbo creer, que indica que lo que se dice no está
“confirmado”. Lo mismo podemos decir sobre el copete, en el cual se habla
de “sospecha”. Esta estrategia permite construir hechos posibles como he-
chos probables: en el caso que estamos analizando se invoca a las fuentes
que señalan sus “hipótesis”. Esta estrategia permite construir “noticias”:
ante la posibilidad y por la necesidad de los medios informativos de pro-
ducir constantemente información, los hechos se construyen: con el uso del
condicional se abre la posibilidad de producir nuevas noticias en busca de
confirmar las “hipótesis”, produciendo nueva información y construyendo
“series” de noticias; en ese sentido, la serie sobre los “narcos peruanos”
es ejemplar y será analizada en un acápite particular.

***

Con el uso del futuro encontramos otro efecto de sentido. El futuro


nos señala que la acción enunciada se realizará. De está manera, el discur-
so de la información anticipa hechos y dichos que podrán ser “noticia” en
las próximas ediciones. Así, con el uso del condicional y del futuro, se ali-
menta el círculo “virtuoso” de la información que necesita constantemente
producir hechos “nuevos”. Veamos algunos ejemplos:

Título: “Confirman que el incendio fue intencional”


Copete: “Así lo aseguró el gobierno porteño, que se presentará como
querellante; la justicia determinará si hubo un “móvil político”. (La
Nación 10/02/07 p.22)
Título: “Incendio en la villa: desde mañana empiezan a construir nue-
vas casas”
Copete: “Harán 1200 viviendas en Cruz y Varela. Y allí se mudará a una
parte de los vecinos del El Cartón” (Clarín 11/02/07 p.52)

En el caso de La Nación, podemos observar un ejemplo de lo que


señalamos anteriormente: que dos días después de publicada está noti-
cia, aparece otra confirmando “la querella”: “Querella del gobierno por el
www.koyatuneditorial.com.ar -45-
incendio” (12/02/07 p.18). Los verbos “presentará y determinará” indican
acciones que se producirán y sobre las cuales no pesa ninguna duda. Otro
ejemplo más del efecto de objetividad: los medios informan mayormente
hechos que ocurrieron y que ocurrirán.
En el caso de Clarín también opera la certeza de que las acciones
se llevarán a cabo, además se señala una fecha (mañana) y un verbo que
indica una acción que comienza y se desarrolla en el tiempo hacia delante
(empiezan). A partir de ellos, los verbos en futuro (harán, mudará) nos
remiten a un futuro inmediato (de mañana en adelante), donde las accio-
nes son señaladas con la certeza de su realización. La “serie” construida
en los días siguientes en torno a esta certeza, va trabajando con nueva
información, retomando así lo señalado:

Volanta: “Hoy empiezan las obras en Cruz y Varela”


Título: “Villa El Cartón: en 4 meses estarían listas las casas prometi-
das” (12/02/07 p.38).

Los ejemplos de esta serie continúan en las ediciones pertenecien-


tes a los días posteriores.

1.3. Algunas conclusiones en torno al tipo de discurso


En este acápite hemos tratado de mostrar que el discurso de la
información presenta rasgos característicos que permiten definirlo, más
allá de las diferencias entre los diferentes periódicos que analizamos. Tan-
to la ausencia de deícticos de persona, como el uso preeminente de los
tiempos verbales pertenecientes al mundo del relato, determinan un tipo
de discurso impersonal que genera un efecto de sentido de objetividad.
Además hemos querido señalar algunas diferenciaciones en torno al papel
asignado al enunciatario a partir del relevamiento de las estructuras de
títulos más recurrentes. Es claro que no se apela a un “tú”, por lo tanto
hemos recurrido al análisis de la cantidad y especificación de la informa-
ción, así como al tipo de estructuras de títulos utilizadas, para producir
las hipótesis en torno a la construcción del enunciatario en cada diario.
Creemos que La Nación supone un enunciatario ávido de información y
con “tiempo” para poder adentrarse en la lectura de los artículos, mientras
que Clarín trabaja con una serie mayor de instancias de titulación que nos
remiten a un enunciatario de “lectura rápida”.
Teniendo en cuenta nuestro objetivo de investigación -la identifica-
ción de las “villas”- creemos que las grandes diferencias entre los soportes
de prensa que analizamos se encuentran, sobre todo, en la construcción
temática de las “villas” y en las diferentes “identificaciones” producidas
por ellos; así como en las estrategias discursivas que determinan los cam-
pos de efectos de sentido posibles. Hacia allí vamos.

-46- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 2
En el comienzo, un muerto45:
“las villas y el narcotráfico”
en Clarín y La Nación

Para comenzar este análisis hemos tomado una decisión metodo-


lógica: hemos dividido el corpus a partir de la recurrencia de temas (Van
Dijk, 1990). Cada área temática será analizada a través de la matriz de
análisis que hemos tomado -en forma crítica- de las teorías de la enuncia-
ción. Con estas instancias de exploración buscamos saber cuál es la “iden-
tificación” de las “villas” que se produce en cada periódico. Comenzamos
nuestro análisis con la construcción discursiva de la relación entre “villas y
narcotráfico”. Luego analizaremos la relación entre “villas, urbanización y
política”. Más tarde revisaremos la serie construida en torno a “El incendio
en Villa El Cartón”. Por último, trabajáremos sobre la relación entre “villas,
¿cultura? y sociedad”.

1. Clarín y “los narcos”. Apelativos y subjetivemas:


la construcción de campos semánticos.
En comparación con La Nación, en Clarín podemos ver la preeminen-
cia de artículos periodísticos que vinculan la/s “villas” con el narcotráfico
(más de 15), con un agregado: la estigmatización (Goffman, 1998) de la
población inmigrante. Para comenzar, analizaremos el uso de apelativos y
subjetivemas en la estrategia discursiva de Clarín.
Aunque el discurso periodístico busca construirse objetivamente
bajo el ocultamiento de marcas que representen al enunciador, hay otras
marcas que funcionan dando cuenta de su presencia: los apelativos y los
subjetivemas, especialmente. Creemos esencial el análisis de estas marcas
lingüísticas porque nos permite llegar al núcleo de nuestra propuesta: rele-
var la identificación de los sectores populares producida en la construcción
discursiva de “las villas” y sus habitantes.
Dicho esto, comenzaremos analizando cómo se produce la ligazón
entre “la/s villa/s” y una serie de campos semánticos asociados a acti-
vidades delictivas. Veamos un ejemplo que condensa gran parte de las
asociaciones que se producen en el corpus:

45 Pequeño homenaje al excelente texto de De Certeau, Revel y Julia (1999): “La Belleza del
Muerto”.
www.koyatuneditorial.com.ar -47-
Título: “Los ex guerrilleros peruanos que pelean por la droga en Bue-
nos Aires”
Copete: “Eran miembros de la organización terrorista Sendero Lumi-
noso. Se instalaron en Argentina para manejar la droga en la Capital
desde una villa del Bajo Flores. Desataron una guerra que ya tiene 15
muertos”. (21/01/07 p. 54)

Tenemos aquí el comienzo de la constitución de dos campos se-


mánticos principales: el campo semántico de la guerra y el de la migración.
Los campos semánticos (Vitale, 1994) son redes de relaciones donde se
van definiendo las palabras al asociarse con otras.
El campo semántico de la guerra trabaja sobre la relación entre
subjetivemas y apelativos asociados al accionar bélico: ex guerrilleros pe-
ruanos, pelean, guerra, guerra entre narcos, organización terrorista Sendero
Luminoso, 15 muertos. Los apelativos y subjetivemas que construyen este
campo semántico se amplían a medida que avanzamos en la serie cons-
truida por Clarín en torno a la relación “villa” - “narcos peruanos”. Por
ejemplo: víctimas, batalla feroz, acribillado, masacre, enfrentamiento.
Por otro lado tenemos el campo semántico de la migración: ya en el
título de la noticia vemos que se marca la nacionalidad de los ex guerrille-
ros y el lugar donde “pelean” que no es Perú, sino Buenos Aires. De esta
manera se da por sentado el pasaje de un país a otro, el cual se explicita
en el enunciado “se instalaron en Argentina para manejar la droga en la Ca-
pital desde una villa del Bajo Flores”. De esta manera, se produce el pasaje
de una escena de migración internacional a una localización específica:
una villa del Bajo Flores.
En los diferentes artículos que componen el apartado temático en-
contramos constantemente la recurrencia de términos que remiten a este
campo semántico: “mudarse”, “exiliarse”, “emigrar”, ligado a una nacio-
nalidad: la peruana.
A partir de ello, nos tenemos que preguntar qué ocurre con “la
villa” ante está “mudanza” de “narcos”. La “villa” es constituida como
un espacio social46 marcado por la “guerra entre narcos peruanos por el
control de la droga”: enunciado con un alto grado de recurrencia. Vemos

46 La noción de espacio social es usada por nosotros en un sentido diferente del que emplea
habitualmente Bourdieu. En Bourdieu (1988 a; 1997 b) el espacio social se constituye a partir
de una operación teórica de objetivación de un campo y de las especies de capital de los
agentes, a partir de las cuales se pueden establecer “distancias” entre esos agentes dentro
de ese campo determinado. Nosotros usamos la noción de espacio social como el resultante
de la construcción/división dóxica del mundo hecha por los agentes Clarín y La Nación. O sea
que estamos objetivando las estrategias de construcción/división del mundo social en “espa-
cios”, que responden a la puesta en juego de habitus determinados -entre otras cosas- por
el campo periodístico. Podríamos decir que estamos analizando el resultado -discursos- de
la práctica productiva de unas disposiciones/habitus, a su vez atravesados, producidos, por
operaciones de poder simbólico y de violencias simbólicas.
-48- www.koyatuneditorial.com.ar
allí la condensación de los campos semánticos señalados: en la “villa” y
luego en sus “desbordes” se producen víctimas, masacres, acribillados.
La constante ligazón entre “villa” y “guerra de narcos peruanos”, produce
una estigmatización de la población migrante, como una estigmatización
discursiva del espacio. La relación entre nacionalidad, narcotráfico y “villa”
es puesta en juego constantemente a través de la utilización del gentilicio
en los títulos:

“Megaoperativo de Gendarmería en una villa por guerra de nar-


cos” (...) “Hubo 20 detenidos, la mayoría de nacionalidad peruana”
(7/05/07 p. 38)
Volanta: ¿Ajuste de cuentas?
Título: Once: asesinaron de seis balazos a un joven peruano en plena
calle.
Copete: Ocurrió a menos de 24 horas de un gran operativo contra nar-
cos peruanos en una villa. (08/05/07 p. 46)
“Creen que las bandas peruanas de narcos se están mudando al
Once” (09/05/07 p.42)
“Fusilaron de un balazo a otro peruano en una casa de Once” (10/05/07 p. 45)

En estos ejemplos podemos ver diferentes cuestiones. Por un lado,


tenemos que señalar la ligazón constante entre una nacionalidad y activi-
dades delictivas, lo cual produce un efecto de sentido de “identificación”:
la recurrencia del gentilicio ligado a una actividad “ilegal”. También po-
demos ver la segunda parte del movimiento de “migración”: los “narcos”
van desde Perú hasta la “villa” de Flores y de allí se “mudan” a Once y
“hacia otras zonas de Capital Federal” (09/05/07 p.42). Ya no solamente la
“villa” es un espacio social construido negativamente en torno a la “gue-
rra”, sino que:

“…el control del negocio de la droga en las calles porteñas había des-
bordado los límites de la villa 1-11-14”, “la guerra había salido de la
villa para extenderse a la Capital” (21/01/07 p. 55)

Vemos otro movimiento mediante el cual “la villa” aparece como


un espacio social delimitado, pero que presenta la peligrosidad de su
“desborde” hacia “la Capital”. “La salida” de “la guerra” desde “la villa”
hacía “la Capital” implica una separación nítida que funda la división del
espacio: un espacio con guerra y otro que está empezando a tenerla. El
movimiento indica un origen: “la villa”: una amenaza para lo “otro” que
“la villa”: la Capital.
La villa 1-11-14 -plano urbano de por medio- es parte de la Capital
Federal, pero el poder simbólico actúa mediante una estrategia discursiva

www.koyatuneditorial.com.ar -49-
que consiste en dar a entender que “villa” y “Capital” son espacios sepa-
rados uno dentro del otro. Por ejemplo se titula “El escenario del enfrenta-
miento. Una “ciudad” dentro de la ciudad” (07/05/07 p. 39). En esta noticia
se hace una descripción de la “villa 1-11-14” como si fuera una ciudad. Por
ello operan las comillas, estableciendo una distancia y significando que:
no es una ciudad pero tiene características similares. Allí se compara la
cantidad de población con la de dos ciudades bonaerenses y se señala la
ocupación de los habitantes, la infraestructura y la “nacionalidad”: “ocho
de cada diez de sus vecinos son extranjeros”.
Al establecer la separación entre extranjeros y no extranjeros, se
contribuye a la división del espacio a través de la construcción de la alteri-
dad en términos de “nacionalidad”. Además “la villa” es una “ciudad” con
determinadas características que operan en forma negativa: “Casi todos
los vecinos tienen electricidad en sus casas. Pero la mayoría no tiene agua
potable y casi nadie posee una escritura de propiedad”. “Casi no hay árbo-
les”. “Hay una escuela y ninguna comisaría”.
Al operar por la negativa y por la falta, la descripción del espacio so-
cial toma sentido a partir de la carencia y el atraso, elementos propios de la
operación de residualidad de los conceptos (transformados) de la teoría de
la marginalidad (Gúber, 1991). Este rasgo será uno de los principales opera-
dores en la identificación negativa de “las villas”. Volveremos sobre ello.
Habíamos señalado que hay un doble movimiento que se construye
en torno a los “narcos peruanos”: desde Perú a la “villa” y de allí a otros
“barrios/zonas” de Capital Federal. Veamos un ejemplo:

Volanta: “San Juan de Lurigancho. El distrito más grande de la capital


peruana”
Título: “Cómo es el barrio de Lima de donde vienen los narcos del
Bajo Flores”
Copete: “Tiene más de un millón de habitantes. Y mucha pobreza. Fue
un bastión del Grupo Guerrillero Sendero Luminoso. De allí son los
que libran una guerra por el control de la droga desde la villa 1-11-14
en Buenos Aires.” (24/06/07 p. 64)

Vemos que en la estructura de títulos, aparecen nuevamente pa-


labras (“vienen”, “de allí son”) que nos indican el movimiento; pero esta
vez es localizado un barrio, que se caracteriza porque “más de la mitad
de su gente vive en situación de pobreza, en la más alta concentración de
asentamientos y villas de la ciudad”. A partir de esto, Clarín construye una
relación entre pobreza, “villa” y delito: “pueblos jóvenes”, “favelas” 47 y “vi-
47 Para un análisis de la construcción estigmatizante del favelado realizada por la prensa
escrita en Brasil, señalamos el trabajo de Raúl Márquez Porras (2005) cuyo titulo “Desorden,
barbarie y peligro. La construcción de la marginalidad del favelado en Brasil” es más que
sugestivo.
-50- www.koyatuneditorial.com.ar
llas miseria” se transforman “en espacios donde los “narcos” se convierten
en asistentes sociales de las urgencias de la gente. Esa ayuda después tiene
una contrapartida. Se llama lealtad”. (24/06/07 p. 65). Volveremos sobre
esta “identificación”. Antes, introduciremos un concepto central en nues-
tro análisis: el “modelo de la llegada”.

2. El modelo de la llegada, reformulado


Con la puesta en discurso de estos “movimientos” -que van de
Perú a la “villa” y de allí a otros barrios- podemos decir que se empieza
a perfilar una estrategia discursiva que será recurrente y que retomando a
Verón y Sigal (1985) llamaremos “el modelo de la llegada”.
Para estos autores la construcción de la enunciación en los discur-
sos de Perón -su objeto de estudio en su libro clásico “Perón o Muerte”-
se produce a través de un funcionamiento discursivo sistemático al que
llaman “modelo de la llegada”. Según esta hipótesis, en el discurso de Pe-
rón se construye discursivamente a un enunciador que viene a la política
desde afuera, desde un espacio exterior otro -por ejemplo el cuartel- con
otros valores -los del soldado-.
Nosotros usaremos el “modelo de la llegada” en otro sentido. La
reformulación se lleva a cabo a partir del análisis del corpus, que tiene
enormes diferencias con el tipo de discurso -discurso político- que ana-
lizan Verón y Sigal. En el discurso de la información la construcción del
enunciador en términos de primera persona y la atribución de acciones a si
mismo es casi nula. Para nosotros el “modelo de la llegada” es una estrate-
gia discursiva mediante la cual se construyen las acciones, de afuera hacia
adentro, sobre “la villa”. Esas acciones conllevan siempre una relación de
exterioridad, donde la llegada implica no solo la entrada de sujetos o
instituciones, sino también de valores, acciones y objetos marcados valo-
rativamente, que identifican el espacio social “villa” y sus habitantes.
En el caso que venimos analizando, la “llegada” es una forma de
marcar semánticamente el espacio y de definir sus cualidades. Como ya
señalamos, la conexión se produce entre “migración, narcotráfico, guerra
y villas” generando un efecto de sentido negativo sobre “las villas” y los
migrantes: A las villas llegan los “narcos”, desarrollan la “guerra”, que
luego se “extiende” hacia la ciudad. Vemos que tanto las emisiones de
calificación como las acciones atribuidas -subjetivemas y apelativos- a los
“narcos” y las “villas” constituyen campos semánticos marcados negativa-
mente por el delito, la carencia y el atraso.

www.koyatuneditorial.com.ar -51-
3. La puesta en discurso de los “narcos”
Los llamados “narcos” son enunciados a partir de una estrategia
discursiva que consiste en remitir a un imaginario ligado a las prácticas
policiales de identificación: en este caso el “perfil”, o “identikit”. Clarín
construye toda una gráfica: a partir de un diseño centrado en el imaginario
sobre lo que es un “perfil” en un “corcho” de oficina policial, el diario re-
curre a la puesta en juego realista basada en la gráfica de tres “rectángulos
de papel” “pinchados”. En ellos se contiene foto “carnet”, nombre comple-
to, alias -“Ruti”, “Marcos” y “Meteoro”; son los “capos” recurrentes- edad,
origen/nacionalidad, altura, antecedentes en Perú y en Argentina. Además
cada rectángulo tiene el símil de un sello señalando el “estado” de la per-
sona: detenido, muerto, libre (21/01/07 p.54). Esta estrategia llega a ocupar
media página cuando con el título de “Víctimas de una guerra sin cuartel”
(24/06/07 p. 65) se da información sobre los 20 muertos. Nuevamente se
coloca la “foto”; caso contrario, una sombra/silueta representativa, la sigla
NN ante los no identificados, fecha de muerte, lugar, edad y un mapa de la
Capital Federal con un punto marcando la zona. Además se construye una
línea de tiempo señalando el mes de la muerte.
En otros artículos suelen reaparecer estos rectángulos, solo que sin
la cuota realista del primer caso y con menos información: pero la “foto”
nunca falta. De esta manera se procede a una de las formas de identifica-
ción que puede operar mediante el ejercicio del poder simbólico. El diario
se constituye como un constructor de identificaciones icónico/indiciales
(en el caso de las fotos y las siluetas) y simbólicas, produciendo una
visión social, un hacer ver en torno a características sociales de los llama-
dos “narcos”, que aparecen objetivadas como fenotípicas y biológicas: la
foto “carnet”, la edad, la altura nos señalan identificaciones biopolíticas
(Foucault; 2000, 2002 a y b) que permiten categorizar, producir un princi-
pio de división y de visión social.
Las identificaciones biológicas operan además cuando se construye
un campo semántico en el que los “narcos” son construidos a partir de
ser familiares entre sí, lo cual abre el espacio a otro campo semántico:
el de la mafia. Se habla de vendettas, sicarios, capos; de familiares de
un jefe narco detenidos -la suegra “Doña Lili” y la esposa de “Marcos”-, de
los hermanos Ramos Mariños -“Ruti”, “Meteoro”, y “Camarada Pedro”-,
de familias dedicadas al terrorismo. Ambos campos semánticos cierran un
círculo identificatorio que comienza con una nacionalidad -una comunidad
imaginada (Anderson, 1993)- y desciende a una relación familiar que está
inscripta en la tipificación occidental de las relaciones familiares -suegra,
esposa, hermanos-. Entonces, familia y nacionalidad se constituyen como
nudos en redes de subjetivemas y apelativos semantizados a partir de
acciones delictivas.
Aunque Clarín se encarga de señalar que (los narcos) “aprovecha-

-52- www.koyatuneditorial.com.ar
rían para mezclarse con muchos peruanos honestos que viven en Once”, lue-
go vuelve a introducir la relación pobreza/delincuencia de la que hablamos
hace instantes: “con mucho dinero pueden comprar lealtades de gente ne-
cesitada (...) apuntan a lugares donde hay gente honesta pero necesitada”
(09/05/07 p.42). Los habitantes de “las villas” aparecen así como sujetos
que son “comprados” por los “narcos”: la honestidad es negada a partir
del “pero”, por la necesidad. De esta manera se introduce un elemento
clave que, junto con la carencia y el atraso, nos remite a la teoría de la
marginalidad germaniana (Gúber, 1991): la ética y la moralidad aparecen
negadas por la pobreza. Recordamos aquí nuestra hipótesis central: ele-
mentos de la teoría de la marginalidad han entrado al sentido común a
partir de su residualidad (Williams, 1980, 1994). Volveremos sobre ello.
Una característica central del discurso de Clarín sobre “villas y nar-
cotráfico” es que se constituye como investigador y como aquel que puede
“revelar” hechos. Veamos algunos ejemplos:

Cintillo: “Informe especial”


Volanta: “Investigación de Clarín”
“Ahora una investigación de Clarín revela...”, “Como ya informó Cla-
rín...”(21/07/07 p. 54)

Además, el diario cuenta con una sección especial dedicada a he-


chos delictivos, donde se ubican las notas periodísticas analizadas: “Sec-
ción Policiales”. Con estos elementos Clarín constituye una “serie” a partir
de la ligazón entre “narcos peruanos” y “villas”. Como ya veremos, La
Nación no contiene ninguna de estas características. A continuación mos-
tramos algunos ejemplos de cómo Clarín constituye “la serie”:

“La guerra entre narcos peruanos por el control de la droga en la villa


1-11-14 había sido revelada por Clarín en tres informes especiales...”
(7/05/07 p. 39)
Volanta: “¿Ajuste de cuentas?”
Título: “Once: asesinaron de seis balazos a un joven peruano en ple-
na calle”
Copete: “Ocurrió a menos de 24 horas de un gran operativo contra
narcos peruanos en una villa” (08/05/07 p. 46)
“Fusilaron de un balazo a otro peruano en una casa de Once” (10/05/07 p. 45)

La serie se constituye a partir de operadores que indican la relación


interdiscursiva: Clarín se sitúa como sujeto del enunciado señalando la exis-
tencia de investigaciones suyas, anteriores sobre el tema. Además aparece
un operador -otro- que indica que existió un “asesinado”, un “fusilado”
anterior. También Clarín tiende a la repetición constante de la información

www.koyatuneditorial.com.ar -53-
que se va acumulando a medida que crece la serie: hablamos de describir
la historia de “Ruti”, “Meteoro” y “Marcos” en relación con “la guerra de
narcos”. De esta manera el lector puede seguir el “plus” de información,
por ejemplo: “fusilaron a otro peruano en una casa en once”- recuperando
lo ya leído en informes anteriores; así como leer las noticias, reconstruir los
hechos, sin haber leído los artículos periodísticos anteriores de la serie.
Creemos que estas estrategias remiten al policial de tipo investi-
gación esclarecimiento (Vilker, 2006): la constitución de series donde los
delitos tiene que ver con cuestiones sociales y económicas -si hay más
pobreza, hay más delito; los pobres se debaten entre la honestidad y la
precariedad de su situación, por eso se liga a las villas con el delito-, el
papel investigativo que asume el medio por superposición con la justicia,
la utilización de fuentes judiciales y policiales, entre otros.

4. La Nación: los “narcos peruanos” y “la villa”


Comenzaremos señalando que contrariamente a la estrategia de
Clarín, La Nación no se construye como investigador, ni presenta la infor-
mación sobre los “narcos peruanos” como una serie. La sección que utiliza
La Nación para tratar este tema es “Información General”. No hay en este
matutino una sección “Policiales”. Mientras que Clarín trabaja recurrentemente
a página completa, La Nación lo hace solo en un caso, de tal forma que le resta
importancia a la información sobre esta temática. Además, no trabaja sobre la
modalidad del imaginario policial tipo “identikit”, que ya analizamos.
Sin embargo, en los -en comparación- escasos 5 artículos que se
refieren a este tema, produce una serie de identificaciones que mantiene
una relación de analogía con los campos semánticos que analizamos en
Clarín. Básicamente, tenemos el campo semántico de la guerra: guerra de
narcos, masacre, muerte, soldados- en el caso de la guerra entre “bandas”.
También se habla de “guerra contra el tráfico de drogas” (06/11/07 p.13)
en el caso de operativos policiales contra el narcotráfico. Este campo se-
mántico aparece ligado a la villa: “La guerra de narcotraficantes en la villa
1-11-14” (08/11/07 p.21). “La villa donde se desarrolla la pelea” aparece
como un “campo de batalla” (12/05/07 p.24), como un lugar “controlado”
por los “narcos”.
También hallamos el campo semántico de la migración/nacionali-
dad: extranjeros, mudarse, peruanos, bolivianos; se habla de la villa 1-11-14
como “Base de los narcos peruanos”, y como “Una zona difícil” (07/05/07
p.15). Encontramos, asimismo, el campo semántico de la mafia: se habla
de “cabecilla”, de “mafia”, de “Varias nacionalidades para una misma ma-
fia” (12/05/07 p.24).
Teniendo en cuenta esto, vemos que hay un mundo de sentido
común que recorre el discurso de la información tanto en Clarín como en
-54- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación: las “villas” son identificadas negativamente en torno al narco-
tráfico y la “guerra entre bandas”, aunque es en Clarín dónde el tema es
construido con mayor relevancia y mayor especificidad, al operar a través
de una larga serialización y una profunda identificación que recurre a ima-
ginarios propios de lo policial, como es el caso de los identikits o la tarea
de investigación.
Si bien los campos semánticos construidos por los dos periódicos
son análogos, los efectos de sentido posibles varían, al ser Clarín quien
trabaja sobre una identificación que no solo opera en la dimensión sim-
bólica, sino que también recurre a lo icónico/indicial como estrategia dis-
cursiva. De esta manera, la identificación entre “narcos”, “nacionalidad” y
“villas” es sobreexpuesta en Clarín, al ser destacada en los gráficos tipo
“identikit”, de tal forma de generar efectos de sentidos “realistas”, refe-
renciales, que operan en la construcción de un estereotipo por sumatoria
de atributos, tanto simbólicos como icónico/indiciales.

La Nacion 12/05/07 p. 24

www.koyatuneditorial.com.ar -55-
La Nación 12/05/07 p.24

-56- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 06/11/07 p.13

www.koyatuneditorial.com.ar -57-
Clarin 07/05/07 p.39

-58- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 24/06/07 p.65

www.koyatuneditorial.com.ar -59-
Clarin 24/06/07 p.64

-60- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 07/05/07 p.38

www.koyatuneditorial.com.ar -61-
Clarin 21/01/07. p 54.

-62- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 3
La construcción de un espacio
social otro. Las “villas” y “La
ciudad”: “urbanización y políti-
ca” en La Nación y Clarín

En relación con el recorte temático realizado en este acápite, quere-


mos señalar la preponderancia de discursos de La Nación frente a Clarín,
en cuanto a la relación urbanización/política/villas. En ese sentido, debe-
mos señalar que La Nación produce mayor cantidad de noticias, así como
una redundancia particular sobre determinados subtemas asociados a la
“villa” y la ciudad como espacio urbano. Para realizar este análisis retoma-
remos la matriz conceptual con la que venimos trabajando -subjetivemas
y apelativos- en tanto emisiones de calificación y acciones atribuidas (Va-
silachis de Gialdino, 2003).

1. La Nación. El discurso legalista, el control y la mi-


rada miserabilista: hacia una pobreza de la cultura
Nuestra hipótesis de lectura es que el discurso de La Nación cons-
truye a las “villas” a partir del “control” y la “legalidad” y desde una
mirada miserabilista (Grignon y Passeron, 1991) de la cultura. Las “villas”
aparecen como un problema de tipo arquitectónico o bien como un pro-
blema urbano.
Comenzamos analizando un artículo modelo que condensa gran parte
de las calificaciones y acciones atribuidas a las “villas” y sus habitantes:

Estructura de títulos en tapa:


Volanta: “Un peligro del que no se ocupa ni el gobierno nacional ni
el de la ciudad”
Título: “Una villa de cinco pisos en pleno centro”
Epígrafe: “Cerca de la avenida del Libertador y la 9 de Julio, donde
asoma la simbólica torre Prourban, las casas de la villa 31 siguen ga-
nando altura”

Estructura de títulos en el interior del diario:


Volanta: “Un problema del que nadie se hace cargo: construyen en
altura con gran peligro para sus habitantes”
www.koyatuneditorial.com.ar -63-
Título: “Edifican sin controles en la villa 31”
Copete: “Ya no solo hay casillas, sino también edificios de hasta 5
pisos levantados sin ninguna supervisión de las autoridades”
Epígrafe: “Los pisos de las casillas se duplican año tras año sin que
ningún inspector u organismo observe la calidad de la construcción”
(25/02/07, p. 24)

En estos títulos, la “villa” aparece como un “peligro”, como “un


problema”, en tanto su expansión se pone en juego a partir de dos com-
paraciones: por un lado, se contrapone “la villa” con “el centro” y la torre
Prourban; por el otro se compara la expansión arquitectónica de “la villa”
con la ocurrida en distintas zonas de la ciudad: el control y la legalidad es
el tema central. Veamos un ejemplo:

“Mientras las restricciones a las construcciones en altura despiertan


controversias en toda la ciudad, en Retiro, una de las zonas más coti-
zadas de la Capital, ni la nación ni el gobierno porteño controlan las
improvisadas edificaciones que crecen al margen de toda normativa
en la villa 31” (25/02/07, tapa)

La “villa” es construida en este caso como un espacio social otro,


excluido de todo “control”, por lo cual se supone una relación de alteridad
que implica el grado de comparaciones realizado. La alteridad se construye
a través de comparaciones: en ese caso las fotos que acompañan a los
epígrafes son elocuentes. El efecto de sentido referencial de la fotografía
-efecto propio de la dimensión indicial- y la especificación producida en el
epígrafe dan cuenta de la alteridad: frente a la “…simbólica torre/las casas
de la villa 31 siguen ganando altura”. Mientras que se habla de “construc-
ciones en altura” en la ciudad, se habla de “improvisadas edificaciones”,
en “la villa”. Vemos cómo los subjetivemas actúan a partir de una oposi-
ción semántica: en la “villa” hay “improvisación”, en la ciudad “control”.
A posteriori, volvemos a encontrar una oposición semántica: “Ya
no solo hay casillas, sino también edificios de hasta 5 pisos levantados sin
ninguna supervisión de las autoridades”, “Los pisos de las casillas se dupli-
can año tras año sin que ningún inspector u organismo observe la calidad de
la construcción”. Vemos claramente, sin embargo, una contradicción: hay
casillas y edificios de hasta 5 pisos; luego se señala que son las casillas
las que se duplican. Creemos que esta contradicción responde al uso de
los subjetivemas en tanto a su carga semántica: “el peligro” es que las
casillas se transforman en edificios/casillas. La carga semántica negativa
es central en la comparación: es “el control y la legalidad” lo que produce
la división del espacio arquitectónico.
En relación con la alteridad del espacio social, vemos que las com-

-64- www.koyatuneditorial.com.ar
paraciones operan también a la hora de ubicar “la villa” en el espacio
urbano: “Una villa de cinco pisos en pleno centro; Una de las zonas más
cotizadas de la ciudad”. Creemos que en La Nación se construye un dis-
curso doble: mientras que la legalidad y el control -e incluso la seguridad
de los habitantes de la “villa” aparecen como lei motiv de la noticia; por
debajo se va construyendo un discurso que apela a la alteridad estética
del espacio urbano: una mirada miserabilista (Grignon y Passeron, 1991)
de las culturas populares. El miserabilismo implica definir las culturas po-
pulares en términos de desventajas, negaciones, privaciones; las cuales se
evalúan como tal a partir del gusto dominante, legitimo: el miserabilismo
es un legitimismo.
El discurso de La Nación, que opera por contrastes, parece indicar un
etnocentrismo de clase cubierto de indignación -la oposición “villa/centro-
zona más cotizadas”. Nos animamos a decir que remite a un habitus de cla-
se (Bourdieu, 1998) que trabaja en torno a una complicidad con el lector:

“Precisamente allí la postal asombra a cualquier viajero, que tras re-


correr la hilera de torres de Puerto Madero y Catalinas Norte, culmina
con las multiviviendas de tres, cuatro y hasta cinco pisos de la villa,
algunas con antenas de TV satelitales” (25/02/07, p. 24)

El “asombro” ante “la postal” que observa “el viajero”, es una


afirmación: campo semántico de por medio, la ciudad se vuelve un espec-
táculo de contrastes, donde el paisaje como estética, sugiere la alteridad,
marcando una relación de extrañamiento: tenemos torres vs. multivivien-
das de las villas. Y además se pone en juego otro contraste: las antenas
de TV satelitales. Implícitamente, se juega con la complicidad del lector:
el derecho de los sectores populares al espacio urbano y a determinados
consumos de clase, parece negarse a través del recurso a la legalidad o
a la indignación encubierta. El “centro y las zonas más cotizadas” operan
como espacios de clase –de enclasamiento (Bourdieu, 1998)- negados sim-
bólicamente a los sectores populares.
El discurso legalista de La Nación, como una constante apelación a
mecanismos propios de la violencia simbólica legítima del Estado (la ley,
en este caso) como ordenadora del espacio social, busca esconder el etno-
centrismo de clase -a través del lei motiv de la seguridad de los habitantes
de la “villa”-, que opera a través de una estética de la negación y de una
retórica del control.
La naturalización de las relaciones sociales -el Estado, el control,
lo legal- y del sentido del espacio urbano en tanto responda a lo “legal”,
opera a través de las afirmaciones de la falta de control. Volveremos sobre
esto cuando analicemos la polifonía.
La preocupación de La Nación por las “villas” reaparece constante-

www.koyatuneditorial.com.ar -65-
mente, por ejemplo a la hora de su expansión, sea en forma vertical -como
ya analizamos- o poblacional:

Volanta: “El déficit habitacional de la ciudad: no saben como


erradicar un asentamiento en Puerto Madero”
Título: “Se duplicó la población de una villa”
Copete: “Hace dos años, en la Rodrigo Bueno vivían 401 fami-
lias; hoy son más de 800; el gobierno porteño promete que las
trasladará”
“Una crisis que se extiende” (17/04/07, p.11)

Volanta: “Contaminación: Cientos de personas se instalaron


sobre desperdicios que se amontonan a cielo abierto”
Título: “Más asentamientos junto al Riachuelo”
Copete: “Son la extensión de la villa 21-24 de Barracas; se
construyeron nuevas casillas a la espera de la limpieza de los
márgenes” (10/11/07 p.28)

Vemos como el “crecimiento, duplicación, extensión” de “villas/


asentamientos” nos remite a la “erradicación” que operará como opuesto
a “urbanización”: “Algunos prometieron erradicarlas, otros urbanizarlas”
(17/04/07, p.11). Sin embargo La Nación, recurriendo al discurso legalista
-terrenos usurpados- vuelve sobre la doble expansión:

“Está ahí nomás. Oculta. Parece imperceptible pero crece silenciosa-


mente sobre terrenos usurpados a la Reserva Ecológica (…) se duplicó
el número de habitantes y ya hay, incluso, casillas de dos y tres pisos
muy cerca de Puerto Madero, donde el metro cuadrado construido
cuesta 2200 dólares. ” (17/04/07, p.11)

En este extracto podemos ver claramente el uso de subjetivemas


que nos señalan la cercanía de la “villa” -ahí nomás, muy cerca de Puerto
Madero- y que operan nuevamente a través del etnocentrismo de clase: lo
que parece imperceptible, lo que crece silenciosamente desde lo oculto, lo
que usurpa; “el peligro o problema” -como retórica- del que ya hablamos:
“es “la villa” con sus casillas de incluso, 2 o 3 pisos, cerca de Puerto ma-
dero, donde el metro cuadrado cuesta 2200 dólares”. Las aclaraciones que
hace La Nación en torno al valor del metro cuadrado en Puerto madero, el
uso de “incluso”, son marcas de indignación, propias del etnocentrismo de
clase. El derecho de los sectores populares al espacio urbano/arquitectóni-
co vuelve a negarse y la apelación al valor de los inmuebles opera como
un recurso de legitimación/naturalización sobre las operaciones de compra/
venta propias del sistema capitalista, así reaparece la apelación a lo legal:

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“Hay que admitir que en muchos casos son arduas las negociaciones
con los habitantes de los barrios de emergencias para que acepten
abandonar la tierra que ocuparon ilegalmente. Defienden lo suyo
como si hubieran pagado por los terrenos” (17/04/07, p.11)

La naturalización de la propiedad privada opera por indignación en


el sintagma final, a partir de la apelación al “como si”: para defender algo y
que sea propio realmente, hay que pagar por ello y no ocuparlo ilegalmente.
Aquí es donde queremos integrar la identificación que se produce
sobre los habitantes de “las villas”. Como vemos, también son atrave-
sados por una de las matrices ideológicas -lo ideológico en Verón (1987
a)- de La Nación: el discurso legalista. El recurso a la polifonía (Arnoux,
1990) trabaja en ese sentido. El uso de fuentes de Estado a través de citas
directas, opera a partir de un reconocimiento de un capital simbólico: el
efecto de institucionalidad es producto de ese reconocimiento.
En la introducción señalamos que los medios masivos construyen
una puesta en escena de la escena política, en tanto construcción y no
transparencia. Además señalamos que esta puesta en escena, opera como
tentativas o apuestas por una(s) violencia(s) simbólica(s). En ese sentido,
el discurso legalista de La Nación opera a través de una polifonía construi-
da a partir de oposiciones, o bien directamente afirmaciones en pos del
paradigma legalista. Las oposiciones se construyen entre la voz de algún
habitante de las “villas” y las voces legítimas del Estado. En el paradigma
legalista, ante la usurpación de terrenos, corresponde la erradicación:

“…les estamos ofreciendo subsidios para dejar sus viviendas…,


dijo a La Nación el subsecretario de Programación y Coordi-
nación del Espacio Público de la Ciudad, Esteban Bellomo”.
(17/04/07, p.11)
“Pero la visión de los ocupantes del terreno es mucho más
dura e intransigente. “No queremos irnos, con los subsidios
de 15000 pesos que nos ofrecen no compramos nada. Por ahí
surgió la idea de darnos una casita en la Provincia pero noso-
tros no queremos dejar la Capital. Nuestras casas aquí valen
mucho más que en el conurbano”, dijo a La Nación Kelly Cuba,
habitante de la villa.” (17/04/07, p.11)

Operando por inducción, La Nación señala en un epígrafe: “Los


habitantes del asentamiento no quieren los subsidios y prefieren quedarse
en la villa.” Podemos ver cómo se va construyendo un escenario donde
las afirmaciones de La Nación van siendo acompañadas por los dichos de
las fuentes. Creemos que la tentativa por una violencia simbólica se mues-
tra claramente en este ejemplo. Decimos esto porque lo que se pone en
www.koyatuneditorial.com.ar -67-
juego es un discurso de reconocimiento48 que opera por oposición y por
inducción: ante los planteos de la voz legítima del Estado, el discurso de
reconocimiento puesto en juego por La Nación -Kelly Cuba- es presentado,
e inductivamente generalizado, creando un efecto de sentido que constru-
ye una doxa; allí la tentativa por una violencia simbólica: la identificación
-producto del ejercicio del poder simbólico- que construye el periódico
sería acorde a la que los propios habitantes de la “villa” presentan en sus
opiniones, dado que las citas así lo muestran.
Queremos ser claros: estamos frente a una tentativa o apuesta por
una violencia simbólica que forma parte de las luchas simbólicas al interior
del campo periodístico y al interior del metacampo del Estado. No hay trans-
parencia en ninguno de los niveles de análisis que estamos proponiendo.
Las citas también son construcciones discursivas y responden a las estrate-
gias puestas en juego por cada periódico en las luchas que emprende.
En cuanto a la polifonía, queremos señalar que La Nación se carac-
teriza por la puesta en juego de voces múltiples y un reconocimiento de la
voz de los sectores populares que, en comparación con Clarín, es mayor. El
efecto de pluralidad no quita la tentativa de violencia simbólica, caso con-
trario caeríamos en la trampa de la transparencia. De hecho, la pluralidad
de voces hace menos visible la tentativa, al producir un efecto de sentido
“democratizador”49. La construcción “democrática”, diversificada del espa-
cio público (Charaudeau, 2003), no quita la fuerza del reconocimiento de
las voces legítimas, performativas, gubernamentales. Por eso el discurso
de La Nación, de corte legalista, va dirigido -en tanto reclamo indignado- a
los agentes de las burocracias del Estado. Vamos a ver algunos ejemplos
de la pluralidad, la tentativa de violencia simbólica y el reconocimiento
de las voces legítimas. Para ello retomaremos un subtema exclusivo de La
Nación: “las villas paralelas”.

1.1. Las villas paralelas: el discurso legalista


Una de las condiciones de producción del discurso de La Nación,
es decir, aquello que corresponde a la dimensión de lo ideológico (Verón,
1987 a, 1995 a) es, como venimos señalando, un discurso legalista. Con
esto nos referimos a una constante apelación a mecanismos propios de la
48 Durante este trabajo usamos el concepto “reconocimiento” con dos sentidos diferentes.
Cuando hablamos de discursos de reconocimiento nos referimos a que esos discursos operan
como condiciones de reconocimiento (Verón, 1987 b) de otro/s. Por ejemplo, cuando en el
intradiscurso La Nación construye una polifonía donde algunos discursos operan como res-
puestas a otros y por lo tanto muestran huellas de sus relaciones con esos otros discursos.
Cuando hablamos de reconocimiento en torno al capital simbólico nos referimos a que en
el discurso se pueden hallar marcas que dan cuenta de que ese capital es reconocido como
legítimo, por ejemplo, al citar el cargo de un funcionario. Sobre esta operación nos remitimos
a Bourdieu (2001).
49 Tanto “democratizador” como “democrático” son entendidos aquí en términos burgueses,
de sentido común: en este caso, como multiplicación de las voces en la construcción de la
escena política/espacio público.
-68- www.koyatuneditorial.com.ar
violencia simbólica legítima del Estado (la ley, en este caso) como orde-
nadora del espacio social. Además, el discurso de La Nación se construye
como interpelador de las burocracias del Estado50. Veremos algunos ejem-
plos de ello durante este análisis.
Como introducción, queremos mostrar los títulos y enunciados con
que La Nación construye el subtema “villas paralelas” como una serie, es-
tableciendo una relación interdiscursiva a partir de los operadores “otro”
y “también”; los cuales presuponen mediante un reenvío, tanto la existen-
cia de un discurso anterior, como la existencia de otros “asentamientos/
villas”. Ese reenvío se puede transformar en un enunciado claramente
explícito, donde el discurso remite directamente a un discurso anterior
señalando su existencia:

Volanta: “La crisis habitacional en la ciudad: un problema del


que nadie se hace responsable”
Título: “Crecen las villas paralelas a las vías” (14/02/07 p.15)

Volanta: “Las villas paralelas en la ciudad: familias en riesgo


junto a las vías del ferrocarril”
Título: “Vivir cerca del tren les costó la vida de tres pequeños”
Copete: “Fueron arrollados; sin respuesta oficial”
“.... hace un mes (14/02/07 p.15)51 La Nación publicó un informe
sobre las denominadas villas paralelas...” (25/03/07 p. 25)

Volanta: “La crisis habitacional en la Capital: entre la pobreza


y el olvido”
Título: “Otro asentamiento crece junto a las vías”
Copete: “A la vera del ferrocarril y bajo el puente de la ave-
nida San Martín viven unas 30 familias en condiciones
infrahumanas”
“... en Chacarita, La Nación también había descubierto otro
asentamiento junto a los rieles del mismo ferrocarril, en marzo
último...”(17/09/07 p. 20)

Para comenzar, queremos señalar que entre la primera y la tercera


estructura de títulos se establece una relación que hace a la construcción
de la serie: las volantas remiten a la crisis habitacional. Además en el
segundo artículo, vemos aparecer un metadiscurso que remite al primer
artículo periodístico: “... hace un mes La Nación publicó un informe sobre las
denominadas villas paralelas...” (25/03/07 p. 25)
50 No confundimos al Estado con sus estructuras burocráticas ni con sus portavoces legiti-
mados. Mantenemos nuestra definición ampliada de Estado, desde Poulantzas pasando por
Miliband y Bourdieu.
51 Lo que aparece entre paréntesis y en cursiva es un agregado nuestro.

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En la segunda estructura de títulos, se producen nuevamente dis-
cursos que apelan al “riesgo” que corren los habitantes de “las villas”,
tal como en el caso de las construcciones fuera de “control”. En el título
observamos una operación discursiva tendiente a cargar de responsabili-
dad a las “familias” a partir de una relación causa/consecuencia: Vivir cerca
del tren (causa), les costo la vida de tres pequeños (consecuencia). El verbo
vivir, atribuye una acción a las “familias”, acción que como resultado
tiene un costo: fueron arrollados, les costó la vida. En la segunda estruc-
tura de títulos vuelve a aparecer el discurso del “riesgo”: las condiciones
infrahumanas que, junto a pobreza y olvido, retoman el paradigma52 de la
carencia y el atraso, propio de la condición de residualidad de algunos
elementos de la teoría germaniana de la marginalidad. Aunque ya hemos
señalado estas marcas en el caso de los “narcos”, no nos detendremos
en ello todavía.
El discurso de La Nación muestra marcas constantes de una interpe-
lación a las burocracias de Estado y a sus agentes53. Cuando en la copete
de la primera estructura de títulos se señala “sin respuesta oficial”, se está
presuponiendo que esa respuesta es esperable. Esta interpelación a las
burocracias de Estado es constante, haciendo del discurso de La Nación un
discurso de denuncia: podemos decir que este discurso legalista -e indigna-
do- es de denuncia hacia las burocracias de Estado. Veamos otro ejemplo:

Titulo: “Qué hará Macri con las villas ‘paralelas’”


Copete: “Apelará al control y la urbanización” (17/09/07 p. 20)

En esta estructura de títulos podemos ver cómo se presupone la ac-


ción del entonces electo Jefe de Gobierno y, mediante un juego de pregun-
ta/respuesta, el copete define la acción. Y esa acción responde justamente
al paradigma legalista sostenido por La Nación. Con esto no queremos
decir que La Nación produce un discurso “de apoyo”, sino que construye
un discurso de los actores políticos que responde a las expectativas del
periódico frente a la razón de Estado: el control y la urbanización. Quere-
mos agregar otro ejemplo, donde se combinan el paradigma legalista con
la interpelación a las burocráticas de Estado:

Titulo: “La jurisdicción que los hace ‘invisibles’”


Copete: “La villa ocupa terrenos que no reconocen como pro-
pios la Nación ni la Ciudad” (25/03/07 p. 25)

52 No usamos paradigma en términos de Kuhn (1971); sino como relaciones in ausentia, a la


que nos reenvían los operadores –en el sintagma- que son huella de la carencia y el atraso.
Tal vez, deberíamos hablar del imaginario de la carencia y el atraso.
53 Cuando hablamos de los agentes de las burocracias de estado, nos referimos a lo que
vulgarmente se conoce como “políticos” y “funcionarios” de gobierno.
-70- www.koyatuneditorial.com.ar
Vemos cómo La Nación apela al discurso legalista nuevamente. Hay
un reconocimiento de la acción performativa de Estado en tanto se señala
que es la jurisdicción lo que los hace “invisibles” por una acción de “no
reconocimiento”. Justamente, el enunciado del copete señala una acción
performativa, que en este caso es una acción de no reconocimiento: niega
la visibilidad. El discurso de La Nación reconoce el capital simbólico de la
acción performativa legal de Estado, de tal forma de reconocer su poder
simbólico y la violencia simbólica en juego. El “hacer invisible” es un hacer
ver, una construcción del espacio social que el discurso de La Nación reco-
noce como acción performativa de Estado. Frente a ello, el discurso de La
Nación juega su apuesta y a partir del capital simbólico que permite ejercer
el poder simbólico, “hace ver” lo hecho “invisible” por la acción performa-
tiva de Estado. El discurso de La Nación pone en juego de esta manera su
apuesta en la lucha por imponer una violencia simbólica determinada.
Pero no hay que equivocarse: no hay performatividad en el dis-
curso de La Nación, porque no es un discurso que responda a actos de
institución (Bourdieu, 2001). El hacer ver de La Nación vuelve “visibles”
a los “invisibles” pero no impone una visión del mundo, solo construye
una apuesta, una tentativa. La “denuncia”, el “hacer ver” del discurso
de La Nación, no elimina la acción performativa del Estado basada en
la ley que no “reconoce los terrenos”. Mientras que el discurso legal del
Estado es sostenido por una violencia legítima a la manera weberiana/
bourdeana (Weber, 1964, Bourdieu, 1996), el discurso de La Nación -y el
de Clarín también- no se sostiene en esa violencia: no hay mecanismos de
coerción/o de institución. El metacampo del Estado es un espacio de lucha
entre posiciones; las “herramientas” de acción performativa son parte del
capital eficiente a “conquistar” en esas luchas, y en esas apuestas.54
Dicho esto, nos interesa analizar la puesta en juego de la polifonía
en el subtema “villas paralelas”. En los artículos de La Nación donde se
construye esta temática, se apuesta por una polifonía basada en el reco-
nocimiento de la voz de los habitantes del “asentamiento”, sea a través
del discurso directo o indirecto. Es “La Nación” quien va en busca de esas
voces y se presenta como tal: “La Nación recorrió el lugar (...) habló con las
familias y conoció sus necesidades” (17/09/07 p. 20).
En los dos artículos que toman el subtema “villas paralelas” y tra-
bajan con una polifonía que incluye la voz de habitantes de las villas, sus
enunciados responden al modelo de la víctima/testigo. Con esto queremos
decir que las voces son citadas en cuanto aportan “experiencias de vida”
como habitantes de las “villas paralelas” ante “el peligro del tren”, “la po-
breza y el olvido”.
Entonces, los habitantes de “la villa” funcionan como fuentes de

54 Nos remitimos nuevamente al ejemplo de la “ley de defensa de industrias culturales” y a


los manuales escolares “Tinta Fresca”.
www.koyatuneditorial.com.ar -71-
primera mano -como víctimas/testigos-. No son construidos como voces
legítimas en torno a la transformación de sus “condiciones de vida infra-
humanas”. Ese papel es asignado a las voces reconocidas como legítimas,
las cuales son citadas a partir de sus cargos, en referencia a institucio-
nes gubernamentales/empresariales -efecto de institucionalidad-. Solo en-
contramos en estos casos una cita directa donde uno de los habitantes
del “asentamiento” señala una acción a realizar en torno a un posible
desalojo: “incendiar todo”. Veremos más adelante, que las acciones de
transformación del espacio-mundo social, cuando son emprendidas por
los habitantes de las “villas”, son construidas en torno al delito y lo ilegal.
Presentamos, a continuación, algunos ejemplos de ello:

“Mi marido junta cartón y plástico, somos correntinos (...) Aquí


el peligro es grande, cuando el tren está por pasar encierro a
mis hijos...”
“Esto es una miseria pero de acá no nos vamos a ir (...) Quisié-
ramos vivir en un lugar mejor, pero no nos van a dejar sin nada.
Más hambre no podemos pasar. De noche nos invaden las ra-
tas, dice Miguel de 24 años (...) el hombre agrega “Si Macri nos
saca vamos a incendiar este lugar, en eso nos pusimos todos
de acuerdo”. (17/09/07 p. 20).

Con estos ejemplos queremos señalar que aunque La Nación cons-


truye un discurso más polifónico que Clarín -tema que retomaremos más
adelante, como ya señalamos- la distribución y la configuración de las
voces en tanto construcción de la escena política como relaciones de po-
der, sigue las líneas residuales de la teoría de la marginalidad. Por ello las
voces legítimas responden al modelo de la llegada: en este caso, ante la
interpelación a las burocracias de Estado que produce el discurso de La
Nación; quienes son reconocidos como transformadores del espacio social
son los agentes legítimos del Estado que vienen desde “afuera”: son “los
funcionarios”. Por ello hemos señalado que el discurso de La Nación es
del tipo “legalista/denuncia/indignación”. El título con el que ejemplifica-
mos: “Qué hará Macri con las villas paralelas”, es marca de la estrategia
de interpelación, porque responde a una estrategia pregunta/respuesta y
porque lleva implícito el reconocimiento de la legitimidad de la acción/
razón del Estado.
La Nación opera por “modelo de llegada”, no solo al construir la voz
de los agentes de las burocracias de Estado, sino también en relación con
los “vecinos”. La división del espacio social, lleva consigo por metonimia,
la división del mundo social. Y las oposiciones “pobre bueno/trabajador”
vs. “pobre malo/borracho” reaparecen como causa de la ayuda brindada a
los habitantes de la “villa” por los “vecinos”. Veamos unos ejemplos:

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“La Nación recorrió el lugar que tiene más de cinco años de vida, ha-
bló con las familias y conoció sus necesidades: esas que llevaron a
los vecinos de casas linderas a brindarle ayuda a un sitio ocupado por
“gente trabajadora” como definieron ellos mismos.
María Inés es una jubilada que vive a tres cuadras de este asenta-
miento invadido por basura y donde abundan roedores por la acumu-
lación de desperdicios de alimentos. “la gente de la villa al lado de
las vías es gente que trabaja y no molesta a los vecinos. Hay algunos
que se emborrachan y dan un mal espectáculo. Pero nunca pasó algo
preocupante” relató la mujer. Otros asintieron. (17/09/07 p. 20)

Dejamos para el siguiente acápite la construcción de subjetivemas


como emisiones de calificación que, como se ve en la segunda cita, cons-
truyen la división del espacio social a partir de la identificación recurrente
de rasgos negativos en torno a “asentamientos y villas”.

1.2. Subjetivemas: emisiones de calificación y acciones atribuidas


En la construcción y división del espacio y del mundo social, el
discurso de La Nación trabaja con un conjunto de subjetivemas que mar-
can negativamente las acciones de los habitantes de las “villas”, en tanto
impliquen acciones de transformación de sus condiciones de existencia. El
paradigma legalista como naturalización de las relaciones sociales opera
como matriz a la hora de construir estas acciones. Los subjetivemas más
usados son “usurpación y ocupación”. Veremos que la construcción de
sentido en torno a estos subjetivemas responde al paradigma legalista
que se sostiene a lo largo del discurso de La Nación. Presentamos a con-
tinuación un ejemplo elocuente:

Volanta: “Es la tercera vez que se toma por la fuerza el predio”


Título: “Usurpan tierras vecinas a la villa 20”
Copete: Son unos 400 habitantes del asentamiento, que recla-
man que les construyan casas. (29/03/07 p.18)

Si intentamos construir la cadena de subjetivemas que define el


sentido de “usurpación”, podemos encontrar que se construye a partir de
acciones que responden a violaciones de la propiedad por “la fuerza”:

“Un grupo de vecinos de la villa 20 de Lugano usurpó ayer un


predio que pertenece al Ministerio del Interior (...) El predio fis-
cal que fue usurpado ayer en Villa Lugano” (29/03/07 p.18)
“...las 384 personas que habían ocupado ilegalmente las dos
torres de viviendas sociales...” (17/04/07 p. 11)

www.koyatuneditorial.com.ar -73-
El sentido de “usurpar” aparece como análogo a “tomar”, acciones
que remiten al imaginario de la violación de la propiedad privada. De he-
cho, al señalar la pertenencia del predio al Ministerio del Interior/predio
fiscal; el sentido de usurpar se define como violación de esa pertenencia.
Ya hemos señalado anteriormente que La Nación retoma el tema de la
propiedad privada como defensa, a partir de una estrategia de naturaliza-
ción. Recordemos la cita: “Defienden lo suyo como si hubieran pagado por
los terrenos”.
Aunque en este caso no se hable de ello explícitamente, hay una
naturalización de las relaciones sociales que se expresa en el sentido que
van adquiriendo los subjetivemas en sus relaciones. La naturalización de
las relaciones sociales se opera a partir de afirmaciones: se da por sentado
mediante la afirmación que algo puede “pertenecer” a alguien -persona
jurídica o física- y que “usurpar” es “tomar, ocupar” ese espacio por parte
de aquellos a quien no pertenece. Básicamente, el espacio y el mundo
social se divide entre propiedad/no propiedad - legal/ilegal. Y el discurso
de La Nación trabaja sobre esos ejes.
Nos interesa analizar a continuación cómo “la villa” es construida
como espacio social a partir de los subjetivemas que determinan emi-
siones de calificación. Ya hemos dicho que la “pobreza, la carencia y el
atraso” son los elementos residuales heredados de la teoría de la mar-
ginalidad que operan activamente en el discurso -de sentido común- de
la información. La identificación del espacio social opera por una división
que ya hemos señalado en una cita anterior:

“María Inés es una jubilada que vive a tres cuadras de este asen-
tamiento invadido por basura y donde abundan roedores por la
acumulación de desperdicios de alimentos”
“El paso del tren hace vibrar las viejas y cercanas casas de chapas,
algunas con piso de cemento, y otras, en su mayoría solo de tierra
asentada. Allí en un lugar invadido por la pobreza....”
“Hay una sola manguera para bañarse y otros usos” (17/09/07 p. 20)

El discurso de “denuncia” construido por La Nación, al operar por


la identificación negativa del espacio, crea un efecto de sentido que al
denunciar “las condiciones infrahumanas”, termina reproduciéndolas en
el discurso a partir de una indignación estética de clase; tema que ya
señalamos al referirnos a las construcciones “fuera de control”. El uso de
determinados subjetivemas nos dan la pauta del sentido que adquiere el
espacio social a partir de las características que se le asignan: invadido
por basura-pobreza/abundan roedores/acumulación de desperdicios de ali-
mentos/ comparación piso de cemento-tierra asentada/casas de chapa. El
efecto de carencia reaparece cuando se señala la “existencia de una sola

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manguera para bañarse...”.
Los rasgos señalados fundan un discurso diacrítico como visión/di-
visión simbólica del espacio social: hay sobreabundancia de elementos ne-
gativos que determinan la identificación del espacio. Al respecto de esto
queremos señalar que nuestro discurso de análisis, al ser un discurso de
reconocimiento, también se encuentra ante el reto de tener que reponer
aquellos sentidos que, formando parte de las oposiciones/distinciones es-
téticas del sentido común, no son explicitados en el discurso analizado. No
siempre aparecen las comparaciones/oposiciones entre lo legítimo/ilegítimo,
bueno/malo, alto/bajo; etc. De hecho suelen darse por sentadas como parte
de una complicidad de clase o, mejor dicho, como complicidad de un habi-
tus de clase (Bourdieu, 1998), supuesto entre enunciador y enunciatario55.
Teniendo en cuenta lo que venimos señalando, queremos agregar
que -tal vez, paradojalmente- un discurso que crea, entre otros, un efecto
de sentido de “denuncia”; termina construyendo el espacio social en tér-
minos miserabilistas (Grignon y Passeron, 1991). La división del espacio
social construida en el discurso determina las características de los sec-
tores populares por aquello que no tienen, condiciones humanas, y por
aquello negativo que tienen: las condiciones infrahumanas, que son las
señaladas en las citas. De esta manera, el discurso de La Nación reproduce
discursivamente aquello que pareciera quiere combatir en “los hechos” o
sea, la situación de miseria de los sectores populares: todo lo que tienen
es miserable, en su abundancia o en su carencia. El discurso se mueve
hacia una “pobreza de la cultura” (Lewis en Grüner, 2001); entendiendo
nosotros por “cultura”56 el cruce entre experiencias -prácticas- e institu-
ciones (Sarlo, 2001). No solo hay ausencia de instituciones -en términos
de normas o de instituciones del Estado: “una villa olvidada por las auto-
ridades porteñas”- sino que las prácticas son pura carencia. Y la polifonía
confirma el miserabilismo operante, porque las citas de los habitantes de
las villas construyen sentido en la misma dirección:

55 Somos cuidadosos y no pretendemos afirmar que esa complicidad se produzca en re-


conocimiento, ya que hablamos de operaciones a nivel discursivo en producción. No pode-
mos analizar aquí si los “receptores” empíricos de La Nación hacen lecturas cómplices de
estos enunciados. Solo decimos que a nivel discursivo, y como construcción de una relación
enunciador/enunciatario, la complicidad se pone en juego. De hecho, es parte del campo de
efectos de sentido posibles.
56 El concepto de “cultura/s” es verdaderamente problemático. Al interior de la antropología
contemporánea hay enormes debates en torno a su alcance, importancia y utilidad. El con-
cepto de “cultura” que es usualmente puesto en juego en el subcampo de “la comunicación y
la cultura” es el de Geertz (1995) -urdiembre de significaciones- que dentro de nuestro marco
teórico, centrado en una teoría materialista de la cultura (Williams, 1980), operaría en forma
contradictoria. Por ello hemos elegido el propuesto por Sarlo (2001) -el cual se encuentra
informado por Thompson (1980)- como un concepto que recupera las experiencias, las “prác-
ticas”. Para una crítica del interpretativismo geertziano y del “método” de la “descripción
densa” ver Reynoso (1995, 1998). Para una discusión antropológica en torno al concepto de
“cultura” ver Kuper (2001).
www.koyatuneditorial.com.ar -75-
“¿Si vino alguien del gobierno a darnos una mano? No ni uno
(...) cuenta Agustín de 28 años” (17/09/07 p. 20)
“Esto es una miseria pero de acá no nos vamos a ir (...) más
hambre no podemos pasar (...) de noche nos invaden las ratas,
dice Miguel de 24 años” (17/09/07 p. 20)

Además, para dar cuenta de esa “pobreza de la cultura” postulada


en el discurso de La Nación, queremos agregar otro extracto, donde los
subjetivemas entran en un juego discursivo construido por el enunciador
a partir de un “guiño” de clase, o mejor dicho un etnocentrismo de clase
que funciona como un “guiño” al enunciatario imaginario:

“...Ezequiel lucha con un triciclo entre los rieles. Está descalzo y


su madre muestra como la callosidad de los pies del pequeñito
de tres años lo protege de los vidrios que hay en el suelo. “Es
como si tuviera zapatillas, ¿Ves?”, muestra la madre, y vuelve a
dejarlo en el fangoso suelo, poblado de elementos cortantes”
(17/09/07 p. 20)

Creemos que este extracto es un claro ejemplo de la puesta en


juego de una estética de la carencia y del extrañamiento de clase que
se produce en la construcción del enunciador, como guiño cómplice al
enunciatario imaginado al que se dirige La Nación. La aclaración que hace
la “madre” en torno a las zapatillas, reproduce el sentido legítimo de la
posesión/carencia de bienes materiales: “la callosidad” de la pobreza de la
cultura suplanta a las zapatillas, las cuales funcionan como bien legítimo.
Nuevamente la polifonía funciona como tentativa de violencia simbólica,
aquella que se sostiene por “el orden mismo de las cosas”, como señala
Bourdieu (1995 c). Y La Nación construye una división del mundo social.
Al poner el reconocimiento de lo legítimo en la voz de los habitantes de la
“villa”, la doxa opera como muestra de la pobreza de la cultura.
Finalmente, más allá de cómo en el discurso de La Nación se cons-
truye una pobreza de la cultura a través de una voz otra que reconoce los
bienes legítimos y los suplanta: una “táctica” al estilo De Certeau (1996);
aquello que suplanta al bien legítimo es el cuerpo propio popular -los pies
y su callosidad- de tal forma que la necesidad se transforma en virtud
(Bourdieu, 1988 b) pero a través de la cita directa de la “madre”. Así el
discurso de La Nación, que hace hincapié en las condiciones infrahuma-
nas, también muestra una indignación encubierta: los vidrios peligrosos, el
fangoso suelo poblado de elementos cortantes; rodean, engloban la acción
de justificación que la cita de la madre opera al mostrar, frente a la supo-
sición de la necesidad de un bien legítimo -descalzo implica la existencia/
necesidad de calzado- los pies callosos que vuelven al fangoso suelo…

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La indignación es la que interpela la aclaración de la “madre” -“es
como si tuviera zapatillas ¿ves?”-. El miserabilismo en el discurso se mues-
tra “indignado” frente a una cultura construida como pobre. Por ello, en
un subtítulo se señala:

Desnudos, pese al frío: “...hace frío y dos hermanos pequeños


juegan, con el torso desnudo, a 30 centímetros de la vía...”
(17/09/07 p. 20)

Nuevamente encontramos un discurso de “indignación”, que vuelve


a poner el acento en lo legítimo, que siempre es lo dado por “obvio” -por
lo tanto, aquello más arbitrario, y naturalizado- basado en una complici-
dad de clase implícita con el enunciatario: el sintagma “pese al frío”, está
señalando un estado de carencia, la desnudez: contra el frío, no se puede
estar desnudo. Pero esta vez no hay citas que transformen la necesidad
en virtud, solo una indignación ante algo que se da por sentado, por na-
tural. Nos volvemos a encontrar con el sentido común y la construcción
“del orden de las cosas”. La indignación de clase tiene que ver con que
se produce una violación a una norma de sentido común: estar abrigado
frente al frío, lo “normal”, aparece inflingido mediante una carencia. Ante
ello, la descripción sigue el camino miserabilista de una pobreza de la
cultura, que se encuadra dentro de los elementos residuales de la teoría
de la marginalidad germaniana (Gúber, 1991): los habitantes de las villas
tiene pautas culturales premodernas: dejan a sus hijos desnudos frente al
frío, no les ponen zapatillas y, justamente, como cultura in-corporada -un
habitus de clase- transforman la necesidad en virtud: “Es como si tuviera
zapatillas, ¿Ves?”, muestra la madre, y vuelve a dejarlo en el fangoso suelo,
poblado de elementos cortantes” (17/09/07 p. 20)
Como ya señalamos, la polifonía trabaja en el sentido de la produc-
ción de una pobreza de la cultura. Ante ello, para superar esa pobreza de
la cultura, el discurso de La Nación interpela a las burocracias de Estado.
Volveremos sobre esto en el acápite dedicado a “la urbanización” y el
modelo de la llegada.
Por último, si queremos ir más lejos en el análisis en torno a la pro-
ducción de una pobreza de la cultura; el discurso de La Nación, a través
del uso de la generalización propiamente inductiva, señala que:

Volanta: “A la vera de la autopista Illia”


Título: “Erigen un muro para contener a la villa 31”
Copete: “Lo construyó la concesionaria AUSA”
“Al igual que sucede en la Autopista Buenos Aires - La Plata, es
frecuente que los habitantes de las villas arrojen piedras a los
automovilistas que circulan por la autovia Illia” (10/01/07 p.16)

www.koyatuneditorial.com.ar -77-
Título: Un muro para dos asentamientos:
Copete: “Al igual que sucede en la Autopista Buenos Aires –
La Plata, es frecuente que los habitantes de las villas arrojen
piedras a los automovilistas que circulan por la autovia Illia”
(17/04/07 p.11)

No hemos cometido un error, los enunciados citados son idénticos


y pertenecen a dos artículos periodísticos publicados en diferentes fechas.
Economía discursiva de por medio, “el muro” funciona como división del
espacio/mundo social dentro de un imaginario de “Civilización vs. Bar-
barie”: ante los comportamientos de los habitantes de “las villas”, sea
expandirse sobre el espacio urbano, o cometer acciones delictivas -tirar
piedras/robar-; “el muro”, “la muralla”, los “contiene”:

“Además de ponerle un freno a la construcción de casas, el


muro es usado también como barrera de contención para evi-
tar que los habitantes de las dos villas crucen la autopista a pie
o arrojen piedras a los automovilistas (....) Allí frecuentemente
se roban el cerco de alambre (10/01/07 p.16)

La producción discursiva del imaginario de la barbarie, expresada


en las referencias a las acciones delictivas de los habitantes de las “villas”
es generalizada -por habitual- y puesta en juego como prácticas “frecuen-
tes”, robar/tirar piedras. Una verdadera “cultura” como conjunto de prác-
ticas, normas y valores, es producida en el discurso de La Nación. Pero
como hemos señalado y lo seguiremos haciendo, esa cultura es “pobre,
bárbara, atrasada”. Solo las burocracias de Estado podrán, interpelación
del discurso de La Nación mediante, transformar esa cultura o suplantarla.
Así, los elementos residuales de la teoría de la marginalidad germaniana
van mostrando sus huellas en los discursos.

1.3. El espacio social y la “villa” como constructos discursivos


Los subjetivemas que caracterizan a “las villas” se encadenan pro-
duciendo la identificación constructiva de este espacio social, siguiendo
la línea de la carencia y el atraso que venimos señalando. Volvemos a
encontrarnos con la problemática de que las oposiciones semánticas no
siempre son explícitas -de hecho generalmente no lo son- aunque lo serán
en el caso de “la urbanización”, que analizaremos en instantes. Por ello,
la recuperación de subjetivemas marcados negativamente se opera por
lo implícito de la división del mundo social que se juega en el sentido
común. Vemos que, cuando habla de “las villas”, el discurso de La Nación
recurre constantemente a la mirada arquitectónica sobre el espacio: lo que

-78- www.koyatuneditorial.com.ar
podemos llamar “el hábitat popular”57. Encontramos en los artículos perio-
dísticos la preeminencia de los siguientes subjetivemas: casillas, casillas
de madera y chapa, casillas precarias, construcciones precarias de madera
y chapa, casillas de madera, chapa y ladrillos casitas, caserío, barrio pobre,
asentamientos de emergencia.
El discurso, que trabaja sobre un imaginario dado por descontado,
ese imaginario “del orden de las cosas” que el propio discurso contribuye
a construir; no necesita recurrir necesariamente a oposiciones: el encade-
namiento de subjetivemas que se puede dar en el interdiscurso -a través
de las operaciones relacionales que realizamos al analizar un corpus- o
en el intradiscurso -cuando el enunciado está poblado de subjetivemas-
trabaja sobre la materialidad del hábitat popular, como una materialidad
ilegítima; aquella de la carencia y el atraso. Desde el diminutivo “casitas”,
que indica un estatus menor, pasando por “casillas” que se especifica
con el adjetivo “precarias”, a partir de un nuevo nivel de especificación:
“precario” significa “de madera, chapa y ladrillos”. Al conjunto de este
hábitat se lo denomina “caserío”, o bien “barrio pobre”. El “barrio/villa/
asentamiento”, para no ser confundido con el “barrio/barrio”, debe ser
semantizado a partir del adjetivo “pobre”.
Con respecto al subjetivema “emergencia”, teniendo en cuenta la
polisemia, podemos decir que se juega en un doble sentido primario: hay
emergencia en tanto hay precariedad, una precariedad “peligrosa”, sin
“controles”, tema del que ya hablamos. Y hay emergencia en tanto “emer-
gen”, salen de lo “oculto”. Recordemos este extracto ya citado: “Está ahí
nomás. Oculta. Parece imperceptible pero crece silenciosamente sobre te-
rrenos usurpados a la Reserva Ecológica...”(17/04/07, p.11). La identificación
negativa del espacio social opera aquí por implícito, por una doxa que
se apuesta como compartida. No es necesario que el discurso ponga en
palabras que un “barrio pobre” es lo contrario a un “barrio rico” o que lo
“precario” es lo contrario a lo construido con “controles” y con materiales
legítimos. Será cuando entremos en el fenómeno de “la urbanización”,
cuando las oposiciones semánticas cierren el círculo de la doxa, se explici-
ten o se construyan en base a presuposiciones (Levinson, 1989).
El establecimiento de estas relaciones entre subjetivemas nos sirve
teóricamente para recuperar lo señalado por Verón (1987 a y b) en torno
a que el análisis del discurso es un análisis interdiscursivo: solo el trabajo
interdiscursivo -al interior de un corpus en este caso- permite recuperar el
sentido de la red compleja de subjetivemas.

57 Sobre “lo popular” ver Alabarces (2002 b) y Ramos (1999, 2003) quienes desde posi-
ciones teóricas diferentes plantean la problemática del “significante maldito”, tanto en su
uso social como en su uso sociológico. Además, ambas ponencias informan sobre el estado
actual del debate.
www.koyatuneditorial.com.ar -79-
1.4. La urbanización y el modelo de la llegada: la política como buro-
cracia de Estado y la polifonía como apuesta por una violencia simbólica
Para proseguir con el análisis vamos a tomar el subjetivema “urbani-
zación” porque es un lugar común en la construcción/división discursiva del
espacio social, en tanto espacio social “otro”. Ya señalamos la oposición,
siempre presente en el discurso, entre urbanización/erradicación de “las
villas”: “Ninguna de ellas fue urbanizada ni erradicada” (30/09/07 p. 24).
Vamos a centrarnos en la “urbanización” porque justamente, al ser
aquello construido en el discurso como ejemplar, señala elementos claves
de la teoría de la marginalidad que actúan residualmente. Nos referimos a
los procesos de “inclusión social y cultural” que implican pautas de trans-
formación que van desde el afuera hacia el adentro: las “villas” y sus
habitantes deben ser “integrados a lo social, deben ser urbanizados” por
las acciones de las burocracias de Estado. Aquí es donde se cruzan tres
estrategias discursivas claves: el efecto de institucionalidad, el modelo de
la llegada y la polifonía. Volveremos sobre esto.
Antes de ingresar al análisis propiamente dicho retomemos la im-
pronta teórica de la teoría de la marginalidad. En “la teoría de la margina-
lidad” germaniana (Gúber, 1991) para definir a los sectores subordinados,
se trabaja sobre un nivel topológico/ontológico: el estar fuera de la socie-
dad -ser marginal- y adentro de un “no lugar marcado por la carencia y
el despojo”: “las villas”. La marginalidad está asociada a la carencia y el
atraso. Para la teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación
de carencia es de los “villeros” que no tienen pautas de conducta “moder-
nas”. Dadas estas circunstancias, la solución encarnada en el desarrollo/
modernización, tiene que venir de afuera. Este es el núcleo de lo ideoló-
gico (Verón 1987 a y b; 1995 a) de la teoría de la marginalidad: o sea, su
relación con sus condiciones de producción.
A continuación intentaremos mostrar que, como venimos señalan-
do, sin ser explicitada, ni citada, la teoría de la marginalidad -arcaica, “de
museo” tanto en el campo académico, como en el campo intelectual en
general- trabaja residualmente en el discurso de La Nación. Veamos algunos
ejemplos, primero, del sentido que adquiere “urbanización” en el discurso:

Volanta: “Crisis habitacional: anuncios del futuro Jefe de Gabi-


nete, Horacio Rodríguez Larreta, en la Legislatura”
Título: “Prometen urbanizar 12 villas porteñas” (22/11/07 p.15)

Volanta: “Emergencia habitacional en la Capital: un problema


histórico de difícil solución”
Título: “Urbanizar villas costaría $4650 millones”
Copete: “Sería para construir unas 25.000 viviendas y abrir ca-
lles...” (30/09/07 p. 24)

-80- www.koyatuneditorial.com.ar
En estos ejemplos podemos ver cómo “la villa” es definida a partir
de carencias, de una falta de pautas de urbanización. También el sentido
del verbo urbanizar se va definiendo a partir de las acciones que llevan a
su realización. Urbanizar significa “construir viviendas”, “apertura de calles,
cloacas, desagües, etcétera” (30/09/07 p. 24) y “el mejoramiento de servi-
cios” (22/11/07 p.15): “Habrá más teléfonos e ingresará el cartero en la villa
de Retiro” (18/0707 p.16).
Las citas que hemos expuesto señalan el hecho de que “las villas” no
están urbanizadas: el uso del condicional -costaría, sería- indica una posibi-
lidad, algo no concretado -la urbanización que para ser tal tiene que operar
sobre algo no “urbanizado”-. La “promesa” también nos señala una acción
no realizada, una acción a realizar, que implica una transformación del espa-
cio social. Todas estas acciones pueden ser analizadas según el método de
las cancelaciones semánticas para restituir las presuposiciones (Levinson,
1989). Antes debemos operar una transformación, a través de construir es-
tas acciones como acción de un sujeto, a partir de la “promesa”:

(Voy a) construir viviendas, abrir calles, cloacas, desagües.


(No voy a) construir viviendas, abrir calles, cloacas, desagües.
¿Voy a construir viviendas, abrir calles, cloacas, desagües?

Lo presupuesto en el enunciado es la ausencia de viviendas, calles,


cloacas, desagües. “Las villas” son definidas a partir de la carencia de ras-
gos urbanos y de la necesidad de un mejoramiento -o sea una superación
del atraso- de ciertos servicios públicos.
Pero “la urbanización” no se limita a cuestiones arquitectónicas/
urbanas en tanto inclusión dentro de las formas legítimas de la ciudad
moderna. La “urbanización” implica también un fenómeno de inclusión al
orden “cultural y social”, donde volvemos a encontrar el paradigma de la
pobreza de la cultura -fenómeno del que ya hemos hablado- frente a los
modos de habitar prescriptos por la cultura legítima, encarnados en los
agentes/instituciones burocráticas de Estado. Para mostrar esto vamos a
trabajar con dos ejemplos. Comencemos con el primero:

“Con él (Claudio Freidín presidente del IVC)58 coincide el candi-


dato a Ministro de Obras Públicas de Macri, Daniel Chaín: “El
concepto básico es que no hay que urbanizar las cosas, hay que
urbanizar las familias. Hay que incorporar al sistema a una per-
sona y, para hacerlo, hay que darles las herramientas para vivir
en ese sistema” (30/09/07 p.24)

58 Lo puesto entre paréntesis es una aclaración nuestra, ya que remite interdiscursivamente


a un párrafo anterior que no hemos citado.
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En este enunciado -al que podemos tomar como modelo- se con-
densan las tres estrategias discursivas claves que construyen a “las villas”
y a sus habitantes como un espacio/mundo social otro: la polifonía, el
efecto de institucionalidad y el modelo de la llegada. Dejemos la polifonía
para el final y comencemos analizando el funcionamiento del efecto de
institucionalidad y del modelo de la llegada en este ejemplo.
En primera instancia, como ya hemos señalado, el efecto de insti-
tucionalidad es la construcción de una voz legítima en el hacer y el decir
sobre las villas, a partir del reconocimiento de un capital simbólico -en
este caso citar el nombre completo y el cargo gubernamental, o sea un
capital cultural reconocido ligado a las burocracias/instituciones de Esta-
do-. Como señala Bourdieu (2001), el funcionario es un portavoz; a partir
de un acto de delegación legitimista operado por la institución/Estado que
inviste la figura del agente de Estado en tanto tal. Establecido el reconoci-
miento como voz legítima de Estado59, “el derecho de pernada simbólica”
(Grignon y Passeron, 1991: 52) -siempre ya material- sobre los sectores
populares, opera a partir del modelo de la llegada. “Urbanizar” es una
acción -positiva- desde afuera hacia adentro, encarnada en las acciones de
las burocracias de Estado60.
Al señalar que “no hay que urbanizar las cosas, hay que urbanizar las
familias”, el verbo “urbanizar” se transmuta: de pasar a transformar obje-
tos o reemplazarlos, pasa a transformar sujetos/familias. No es una marca
menor en el discurso, el uso del imperativo “hay que”, que indica una
prescripción -lo que hay que hacer- en torno a las “villas” y sus habitantes.
Vemos cómo el reconocimiento de la voz legítima, legitima “el derecho de
pernada simbólica” (Grignon y Passeron, 1991: 52) -siempre ya material-
sobre los sectores populares. El discurso tiende a ser tan específico que
en el propio enunciado se define qué significa “urbanizar familias”: “Hay
que incorporar al sistema a una persona y, para hacerlo, hay que darles las
herramientas para vivir en ese sistema”.
Vamos a someter estos enunciados a las cancelaciones semánticas,
para ver cuáles son las presuposiciones puestas en juego (Levinson, 1989):

Hay que urbanizar las familias.


(No) hay que urbanizar las familias
¿Hay que urbanizar las familias?

59 Con esto no queremos decir que los medios sean los fundadores o el origen del recono-
cimiento de una legitimidad. Pero hacen ingresar al espacio público ese reconocimiento al
naturalizarlo, al darlo como obvio. El Estado mismo tiene sus herramientas burocráticas para
construir su legitimidad, sea por coerción, sea por “el orden de las cosas”. La escuela pública
es una de esas herramientas.
60 Aquí, como en todas las citas no hay transparencia: el discurso construye la polifonía y no
a la inversa; a partir de las estrategias discursivas puestas en juego por el agente La Nación
en sus luchas, en sus apuestas dentro del campo periodístico y del metacampo del Estado.
-82- www.koyatuneditorial.com.ar
Lo presupuesto es que las familias no están en primera instancia
urbanizadas. Nos preguntamos, qué significa esa falta de urbanización en
las familias. Veamos nuevamente las cancelaciones semánticas:

Hay que incorporar al sistema a una persona


(No)Hay que incorporar al sistema a una persona
¿Hay que incorporar al sistema a una persona?

Lo presupuesto es que esa persona -o familia- que no está “urba-


nizada”, no está “incorporada al sistema” y, como veremos en las cance-
laciones semánticas que siguen, no estar incorporadas al sistema significa
que no tiene las herramientas para vivir en ese sistema:

Hay que darles las herramientas para vivir en ese sistema


(No) hay que darles las herramientas para vivir en ese sistema
¿Hay que darles las herramientas para vivir en ese sistema?

Vemos cómo por encadenamiento de subjetivemas en el intradiscur-


so, logramos definir el aspecto “cultural” de la “urbanización”. Finalmente,
volvemos a encontrarnos ante la carencia y el atraso como pautas cultura-
les. Y la “incorporación” de “las herramientas” tiene que venir, ser “dadas”
desde el sistema; porque el mundo social de “las villas” está afuera del
sistema. Podríamos preguntarnos si realmente, dentro del paradigma de la
marginalidad que opera por residualidad, el mundo social de “las villas”
es realmente “social y cultural”: creemos que lo es en tanto pobreza de la
cultura y de lo social, carencia y atraso. De esta manera, el círculo misera-
bilista se cierra y la lógica de la marginalidad en tanto espacio topológico/
ontológico aparece explicitada como nunca, en este discurso. Se habla de
“incorporar al sistema” tanto ontológicamente como topológicamente: “las
villas” y sus habitantes son construidos por ser lo que no tienen – por la
falta de herramientas para vivir- y por estar afuera del sistema.
Con nuestro segundo ejemplo vamos a mostrar un proceso de
transformación del espacio social “villa” al espacio social “barrio”, en tan-
to incorporación/urbanización -tanto arquitectónica/urbana como cultural-
propia del funcionamiento del modelo de la llegada. Citamos el artículo in
extenso porque consideramos no tiene desperdicio alguno:

Título: “La Cava, a punto de ser un barrio”


Copete: “La experiencia en San Isidro”
“Mientras en la Capital la urbanización de las villas miseria pa-
rece una empresa muy compleja, el proceso de ordenamiento
de la villa más antigua del conurbano bonaerense, La Cava, en
San Isidro muestra importantes avances. Allí ya se urbanizó

www.koyatuneditorial.com.ar -83-
gran parte del asentamiento que ocupa 22 hectáreas y las auto-
ridades municipales estiman que la tarea finalizaría en 2009.
De un total de 1800 viviendas, ya se entregaron 380 y se libe-
raron terrenos para la construcción de otras 300. Las casas es-
tán construidas sobre un lote propio y tienen varios modelos:
la mayoría cuenta con dos habitaciones. Hay casas con hasta
cuatro dormitorios. Las más grandes tienen 100 metros cua-
drados y están destinadas a las familias con diez o más inte-
grantes.” (30/09/07 p.24)

Aquí se puede ver claramente cómo la “urbanización” aparece como


un caso ejemplar, cosa que señalamos al comienzo de este acápite. En el
primer párrafo se procede a una comparación entre la situación en Capital
y la situación en San Isidro, de tal forma de ponerlo como ejemplo -mien-
tras en Capital parece muy complejo, en San isidro se avanza-. Se pasa del
plano de las apariencias al plano de las acciones: Mientras en la Capital
la urbanización de las villas miseria parece una empresa muy compleja, el
proceso de ordenamiento de la villa más antigua del conurbano bonaerense,
La Cava, en San Isidro muestra importantes avances. Y el discurso de La
Nación, vuelve a introducir el paradigma legalista: liberación del terreno,
loteo; en tanto propio -propiedad privada, construcción de viviendas /
casas-. Hasta aquí, un proceso de urbanización arquitectónico. Veamos la
siguiente cita:

“La construcción es una parte del proceso, que es la que hay que
aprovechar para que se produzca el trampolín para un cambio
cultural. Para hacerlo se trabaja con los vecinos en una mesa de
integración en la que se incluye a todos los habitantes de la villa
y a quienes viven al lado del asentamiento. Lo mismo hacemos
en todas las villas de San Isidro”, explicó Arturo Flier, secretario
de Integración Comunitaria del partido.
“Para acceder a una casa en La Cava hay dos condiciones: te-
ner antigüedad suficiente (los habitantes deben figurar en el
censo nacional de 2001 y, en el local, de 2006), y mantener
una conducta social acorde con las buenas costumbres. “Se
hacen acuerdos de convivencia. Si no se aceptan las reglas
porque prefieren vivir en el delito, se tienen que ir. Hoy hay 30
pedidos de gente que se quiere radicar en otro lugar”, contó.”
(30/09/07 p.24)

Nuevamente vemos aparecer la voz autorizada del agente Estado,


la cual tiene reconocido -efecto de institucionalidad expreso- el derecho
de prescripción -hay que aprovechar para que se produzca (...) un cambio

-84- www.koyatuneditorial.com.ar
cultural- sobre “las villas y sus habitantes”. Allí es donde aparece el pa-
radigma “del cambio cultural”, de la “integración”. ¿Qué sentido adquie-
re en el discurso: “cambio cultural, integración”? El segundo párrafo nos
da la pauta. En una nota al pie hemos señalado que la presencia de la
Gendarmería en “las villas” de San Isidro funcionaba como un panóptico
humano, porque miraba hacia adentro de “las villas”. Del mismo modo, el
control moral61/anátomo-político -una conducta social acorde a las buenas
costumbres- sumado al control propiamente biopolítico (Foucault; 2000,
2002 a y b) de los censos; son unas formas propias del ejercicio de la
violencia legítima -simbólico/material- (Bourdieu, 1996) de Estado sobre
los sectores populares. “Cambio cultural/integración”, es control moral/
social como proceso de incorporación de “buenas costumbres” a cambio
de una vivienda. Para definir lo que “son las buenas costumbres” se hace
una “mesa de integración/acuerdos de convivencia” entre habitantes de la
“villa” y quienes viven “al lado”.
La oposición/división del espacio-mundo social, ordena la pauta
moral de integración a través de una imputación delictiva ejercida a prio-
ri sobre los habitantes de las “villas”. El “panóptico humano” se hace
presente en el discurso estableciendo, mediante el poder simbólico, la
división moral de la sociedad. El nivel de control expresado en el discurso
es tan grande que funciona como extorsión: “Si no se aceptan las reglas
porque prefieren vivir en el delito, se tienen que ir”: Para acceder a una vi-
vienda, hay que ser moralmente aprobado.
Para la teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación
de carencia y atraso -sea material o moral- es de los “villeros” (Gúber,
1991) que no tienen pautas de conducta “modernas”: la inmoralidad, la
falta de buenas costumbres, el delito, etc. Dadas estas circunstancias, la
solución encarnada en el desarrollo/modernización, tiene que venir de
afuera. Este es un ejemplo claro de la violencia simbólica legítima del Es-
tado a la que los sectores populares se ven sometidos ante el derecho a
la vivienda. Y el discurso que estamos analizando, al construir la polifonía
trabajando sólo sobre voces legítimas del Estado, naturaliza esa violencia
simbólica legítima a través de su reconocimiento.
El título de este artículo periodístico señala un momento en un
proceso de transformación operado por una oposición: “La Cava, a punto
de ser un barrio”. Si está a punto de ser un barrio quiere decir que todavía
no lo es, aunque esté por serlo. Ya señalamos los requisitos de la trans-
formación moral/cultural y arquitectónica a cumplir para ese pasaje de “vi-
lla” a “barrio”. La oposición semántica entre barrio/villa-asentamiento se
termina de cerrar en este artículo periodístico, donde “la urbanización” es

61 El concepto de moral es usado, en nuestro caso, en el sentido durkheminiano (Durkheim,


1972; Funes, 1998).
www.koyatuneditorial.com.ar -85-
la forma de “normalización” (Foucault, 1996 b)62 del espacio/mundo social
en tanto ajuste a lo legítimo como producto del poder/razón del Estado. Y,
por supuesto, una tabulación del espacio social, “una normalización”, que
hace más sencillo “el control” sobre una población a priori “peligrosa”. Ya
hemos señalado estos elementos en el discurso de La Nación.

***
Para terminar este acápite, vamos a retomar la construcción de la
polifonía en el discurso de La Nación. En diversas oportunidades hemos
señalado que el discurso de La Nación construye una representación del
espacio público/escena política donde la voz de los sectores populares es
más reconocida discursivamente que en el caso de Clarín -que veremos
en el próximo acápite-. Sin embargo, ese reconocimiento opera de tal for-
ma de contribuir a la apuesta por una violencia simbólica que La Nación,
en tanto agente, juega en el campo periodístico y en el metacampo del
Estado. Como el discurso de La Nación63 interpela constantemente a las
burocracias de Estado encarnadas en sus agentes -es un discurso de “de-
nuncia” en tanto parte del campo de efectos de sentido posibles- utiliza
la estrategia de puesta en discurso de las voces de los habitantes de las
“villas” de la forma en que mostramos al analizar los discursos sobre “las
villas paralelas”.
62 Dado que venimos trabajando con Foucault, quisiéramos agregar que las lecturas/usos de
este autor realizadas por los llamados “posmodernos/posestructuralistas” -por ejemplo Da
Silva, T. T. (2001) “Un manifiesto posestructuralista para la educación”- son fácilmente discu-
tibles a partir de la lectura del debate en que Foucault (1995) se vio envuelto luego de una
serie de conferencias en Brasil en 1973, tituladas “La verdad y las formas jurídicas”. Allí, ante
la pregunta de si solo había discurso, Foucault contesta: “En realidad no tendría sentido decir
que solo existe el discurso (…) la explotación capitalista se realizó sin que su teoría hubiese
sido jamás formulada directamente en un discurso” (Foucault, 1995:162). Si esto no alcanza,
Laclau y Mouffe señalan que “Foucault ha mantenido una distinción -incorrecta en nuestra
opinión- entre prácticas discursivas y no discursivas” (Laclau y Mouffe, 2004: 145). También
recomendamos la lectura de la intervención de Bourdieu “¿Qué significa hacer hablar a un au-
tor? A propósito de Michel Foucault” (Bourdieu, 1997, c). Queremos agregar que consideramos
que si bien todo discurso es una práctica, no toda práctica es discursiva. La fenomenología
de Merleau Ponty (1957, a y b) trabaja sobre este carácter prejudicativo de la práctica. Al
respecto también recomendamos la lectura del “El sentido Práctico” (Bourdieu, 2007). Para
quienes quieran saldar dudas sobre la tradición “moderna” en la que se ancla el pensamiento
foucaultiano, recomendamos las lecturas de dos de sus últimos trabajos sobre Kant, escri-
tos en 1983 y 1984, titulados “Qué es la ilustración” (1996 a y b). Allí Foucault se ubica a si
mismo en una determinada tradición del pensamiento moderno. Al respecto señala “…o bien
se puede optar por un pensamiento crítico que tomara la forma de una ontología de nosotros
mismos; de una ontología de la actualidad. Es la forma de filosofía que de Hegel a la escuela de
Francfort, pasando por Nietzsche y Max Weber, ha fundado una forma de reflexión dentro de la
cual he intentado trabajar” (Foucault, 1996 a: 82). Podemos agregar que las condiciones de
reconocimiento de los textos de Foucault operantes en esta investigación, o sea las lecturas
que hacemos nosotros de Foucault, son otras que las operantes en los textos de los llamados
“posmodernos” -especialmente antropólogos norteamericanos, como Marcus, Clifford, etc.-.
63 Otra constante -en la interpelación/denuncia a las burocracias de Estado- en el discurso
de La Nación es la historización de las acciones de Estado, en tanto fallidas para “solucionar
el problema de las villas”.
-86- www.koyatuneditorial.com.ar
Además de esa estrategia, el discurso de La Nación procede me-
diante el reconocimiento de un capital simbólico a los sectores populares
a través del reconocimiento institucional de “La Coordinadora de Villas”
a partir de la puesta en discurso de la voz de uno de sus representantes:
Guillermo Villar. Sin embargo, veremos que el ordenamiento del mundo
social producido en la representación del espacio público/escena política
construida en el discurso de La Nación, sigue respondiendo a la apuesta
por una violencia simbólica ligada “al orden, el control y lo legal”; como
ya hemos señalado. Veamos algunos ejemplos que nos permitimos citar
in extenso porque contienen las huellas de la estrategia de construcción
de la polifonía:

“Por ejemplo, en los últimos cuatro años, mil familias nuevas


se asentaron en la villa 31 bis. Lo mismo sucedió en la villa
21-24, en Barracas, donde decenas de familias ocuparon un
terreno que había sido adquirido para construir casas para
urbanizarlas”.
“Acá hubo una gran usurpación. Después de que se compra-
ron las tierras para hacer escuelas y polideportivos vinieron y
ocuparon una manzana. Y además la justicia les da la razón y
deja que vivan ahí. Así se generan expectativas en la gente,
que ya está cansada de promesas” dijo Guillermo Villar, uno
de los dirigentes de la Coordinadora de Villas de la ciudad...”
(30/09/07 p.24)

Mientras que el primer párrafo es una afirmación del discurso de La


Nación, el segundo es la cita directa de la voz autorizada y reconocida: el
dirigente de la Coordinadora de Villas. Un campo semántico en común ope-
ra en el interdiscurso que se construye al interior del discurso: se asentaron,
ocuparon, usurpación/ compraron, adquirido. El discurso legalista de la pro-
piedad privada -su “violación”- reaparece nuevamente pero, como apuesta
por una violencia simbólica, es compartido por la voz reconocida como
legítima representante de “las villas”. De hecho, el sujeto del enunciado
“Guillermo Villar”, realiza una crítica a “la justicia”, o sea que reconoce la
“ilegalidad” de la usurpación y la acción legítima pero antilegal de la propia
“justicia”. Hay “un orden de las cosas” dado por sentado y por compartido,
operando en el interdiscurso de La Nación, en el uso de los subjetivemas/
campo semántico, que es la apuesta por una violencia simbólica.
Es interesante ver cómo se produce una división al interior de los
sectores populares y esa división es puesta en la “voz” de un representan-
te de esos sectores. Creemos que como estrategia volvemos a encontrar la
división moral al interior de los habitantes de las villas: los que usurpan,
ocupan y la “gente” a quienes iban destinados esos terrenos, “que ya está

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cansada de promesas”. El espacio social es dividido en tanto habitantes
legítimos e ilegítimos. Y esa división atraviesa el interdiscurso y la polifo-
nía construida por La Nación.

1.5 Algunas conclusiones parciales sobre el discurso de La Nación


En nuestro análisis del discurso de La Nación sobre la urbanización
hemos mostrado cómo se construye a las “villas” a partir del “control” y la
“legalidad”, y desde una mirada miserabilista (Grignon y Passeron, 1991)
de la cultura. Entonces las “villas” aparecen como un problema de tipo
arquitectónico o bien como un problema urbano.
Hemos señalado que en La Nación se construye un discurso doble:
mientras que la legalidad y el control -e incluso la seguridad de los ha-
bitantes de la “villa”- aparecen como lei motiv de la noticia (el discurso
legalista), por debajo se va construyendo un discurso que apela a la al-
teridad estética del espacio urbano: una mirada miserabilista (Grignon y
Passeron, 1991) de las culturas populares. El discurso de La Nación, que
opera por contrastes, parece indicar un etnocentrismo de clase cubierto de
indignación (la oposición “villa/centro-zona más cotizadas”). Nos anima-
mos a decir que remite a un habitus de clase (Bourdieu, 1998) que trabaja
en torno a una complicidad con el lector. El discurso legalista de La Na-
ción, que funciona como una constante apelación a mecanismos propios
de la violencia simbólica legítima del Estado (la ley) como ordenadora del
espacio social, busca esconder el etnocentrismo de clase -a través del lei
motiv de la seguridad de los habitantes de la “villa”- que opera a través
de una estética de la negación y de una retórica del control. La naturaliza-
ción de las relaciones sociales -el Estado, el control, lo legal- y del sentido
del espacio urbano en tanto responda a lo “legal”, opera a través de las
afirmaciones de la falta de control en torno a la construcción de viviendas
en “las villas”. Entonces, la preocupación de La Nación por las “villas”
reaparece constantemente, por ejemplo a la hora de su expansión, sea en
forma vertical o poblacional.
En cuanto a la polifonía, La Nación se caracteriza por la puesta en
juego de voces múltiples y un reconocimiento de la voz de los sectores po-
pulares que, en comparación con Clarín, es mayor. El efecto de pluralidad
no quita la tentativa de violencia simbólica, caso contrario caeríamos en la
trampa de la transparencia. De hecho, la pluralidad de voces hace menos
visible la tentativa al producir un efecto de sentido “democratizador”64.
La construcción “democrática”, diversificada del espacio público (Charau-
deau, 2003), no quita la fuerza del reconocimiento de las voces legítimas,
performativas, gubernamentales. Por eso, el discurso de La Nación, de

64 Queremos recordar nuevamente que tanto “democratizador” como “democrático” son en-
tendidos aquí en términos burgueses, de sentido común: en este caso, como multiplicación
de las voces en la construcción de la escena política/espacio público.
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corte legalista, va dirigido -en tanto reclamo indignado- a los agentes de
las burocracias de Estado.
El discurso de La Nación muestra marcas constantes de una inter-
pelación a las burocracias de Estado y a sus agentes. Esta interpelación a
las burocracias de Estado hace del discurso de La Nación un discurso de
denuncia: podemos decir que este discurso legalista -e indignado- es de
denuncia hacia las burocráticas de Estado y trabaja con una polifonía que
incluye la voz de habitantes de las villas, pero respondiendo al modelo
de la víctima/testigo. Con esto queremos decir que las voces son citadas
en cuanto aportan “experiencias de vida” como habitantes de las “villas
paralelas” ante “el peligro del tren”, “la pobreza y el olvido”.
La Nación construye un discurso polifónico en el que la distribución
y la configuración de las voces en tanto construcción de la escena política
como relaciones de poder, sigue las líneas residuales de la teoría de la
marginalidad. Por ello las voces legítimas responden al modelo de la lle-
gada: en este caso, ante la interpelación a las burocracias de Estado que
produce el discurso de La Nación; quienes son reconocidos como trans-
formadores del espacio social son los agentes legítimos del Estado que
vienen desde “afuera”: son “los funcionarios”. Por ello hemos señalado
que el discurso de La Nación es del tipo “legalista/denuncia/indignación”.
El título con el que ejemplificamos: “Qué hará Macri con las villas parale-
las”, es marca de la estrategia de interpelación, porque responde a una
estrategia pregunta/respuesta y porque lleva implícito el reconocimiento
de la legitimidad de la acción/razón del Estado.
En la construcción y división del espacio y del mundo social, el
discurso de La Nación trabaja con un conjunto de subjetivemas que mar-
ca negativamente las acciones de los habitantes de las “villas”, en tanto
impliquen acciones de transformación de sus condiciones de existencia. El
paradigma legalista, como naturalización de las relaciones sociales, opera
como matriz a la hora de construir estas acciones. Los subjetivemas más
usados son “usurpación y ocupación”.
El sentido de “usurpar” aparece como análogo a “tomar”, acciones
que remiten al imaginario de la violación de la propiedad privada. Como
ya hemos señalado en el análisis, La Nación retoma el tema de la propie-
dad privada como defensa a partir de una estrategia de naturalización.
Recordemos la cita: “Defienden lo suyo como si hubieran pagado por los
terrenos”. Nos encontramos así con una naturalización de las relaciones
sociales que se expresa en el sentido que van adquiriendo los subjeti-
vemas en sus relaciones. La naturalización de las relaciones sociales se
opera a partir de afirmaciones: se da por sentado mediante la afirmación
que algo puede “pertenecer” a alguien -persona jurídica o física- y que
“usurpar” es “tomar, ocupar” ese espacio por parte de aquellos a quienes
no pertenece. Básicamente, el espacio y el mundo social se dividen entre

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propiedad/no propiedad - legal/ilegal. Y el discurso de La Nación trabaja
sobre esos ejes.
También quisiéramos señalar que el discurso de “denuncia” cons-
truido por La Nación, al operar por la identificación negativa del espacio,
crea un efecto de sentido que al denunciar “las condiciones infrahuma-
nas”, termina reproduciéndolas en el discurso a partir de una indignación
estética de clase; tema que ya señalamos al referirnos a las construcciones
“fuera de control”. El uso de determinados subjetivemas nos da la pauta
del sentido que adquiere el espacio social a partir de las características
que se le asignan: invadido por basura-pobreza/abundan roedores/acumu-
lación de desperdicios de alimentos/ comparación piso de cemento-tierra
asentada, casas de chapa. El efecto de carencia reaparece cuando se señala
la “existencia de una sola manguera para bañarse...”.
Los rasgos señalados fundan un discurso diacrítico como visión/di-
visión simbólica del espacio social: hay sobreabundancia de elementos ne-
gativos que determinan la identificación del espacio. Teniendo en cuenta
lo que venimos señalando, queremos agregar que -tal vez, paradojalmen-
te- un discurso que crea, entre otros, un efecto de sentido de “denuncia”,
termina construyendo el espacio social en términos miserabilistas (Grignon
y Passeron, 1991). La división del espacio social construida en el discurso
determina las características de los sectores populares por aquello que no
tienen -condiciones humanas- y por aquello negativo que tienen: las con-
diciones infrahumanas, que son las señaladas en las citas. De esta manera,
el discurso de La Nación reproduce discursivamente aquello que pareciera
quiere combatir en “los hechos”, o sea, la situación de miseria de los sec-
tores populares: todo lo que tienen es miserable, en su abundancia o en
su carencia. El discurso se mueve hacia una “pobreza de la cultura” (Lewis
en Grüner, 2001), como mostramos en el articulo sobre la madre y el niño
en las villas paralelas.
El discurso de La Nación, que trabaja sobre un imaginario dado por
descontado, ese imaginario “del orden de las cosas” que el propio discur-
so contribuye a construir, no necesita recurrir necesariamente a oposicio-
nes: el encadenamiento de subjetivemas trabaja sobre la materialidad del
hábitat popular como ilegítima, aquella de la carencia y el atraso. Desde el
diminutivo “casitas”, que indica un estatus menor, pasando por “casillas”
que se especifica con el adjetivo “precarias”, a partir de un nuevo nivel
de significación: “precario” significa “de madera, chapa y ladrillos”. Al con-
junto de este hábitat se lo denomina “caserío”, o bien “barrio pobre”. El
“barrio/villa/asentamiento”, para no ser confundido con el “barrio/barrio”,
debe ser semantizado a partir del adjetivo “pobre”.
Con respecto a la “urbanización” queremos señalar que el discurso
reenvía elementos claves de la teoría de la marginalidad que actúan re-
sidualmente. Nos referimos a los procesos de “inclusión social y cultural”

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que implican pautas de transformación que van desde el afuera hacia el
adentro: las “villas” y sus habitantes deben ser “integrados a lo social,
deben ser urbanizados” por las acciones de las burocracias de Estado.
“La villa” es definida a partir de carencias, de una falta de pautas
de urbanización. El sentido de “urbanizar” se va definiendo a partir de las
acciones que llevan a su realización. Urbanizar significa “construir vivien-
das”, “apertura de calles, cloacas, desagües, etcétera” (30/09/07 p. 24) y “el
mejoramiento de servicios” (22/11/07 p.15): “Habrá más teléfonos e ingresa-
rá el cartero en la villa de Retiro” (18/0707 p.16).
Al señalar a través del discurso que “no hay que urbanizar las co-
sas, hay que urbanizar las familias”, el verbo “urbanizar” se transmuta: de
pasar a transformar objetos o reemplazarlos, pasa a transformar sujetos/
familias. No es una marca menor en el discurso, el uso del imperativo “hay
que”, que indica una prescripción –lo que hay que hacer- en torno a las
“villas” y sus habitantes. Vemos como el reconocimiento de la voz legíti-
ma, legitima “el derecho de pernada simbólica” (Grignon y Passeron, 1991:
52) -siempre ya material- sobre los sectores populares. El discurso tiende
a ser tan específico que en el propio enunciado se define qué significa
“urbanizar familias”: “Hay que incorporar al sistema a una persona y, para
hacerlo, hay que darles las herramientas para vivir en ese sistema”.
Vemos cómo se define el aspecto “cultural” de la “urbanización”.
Finalmente, volvemos a encontrarnos ante la carencia y el atraso como
pautas culturales. Y la “incorporación”, “las herramientas” tienen que ve-
nir, ser “dadas”, desde el sistema; porque el mundo social de “las villas”
está afuera del sistema. Podríamos preguntarnos si realmente, dentro del
paradigma de la marginalidad que opera por residualidad, el mundo social
de “las villas” es realmente “social y cultural”. Como ya señalamos en pá-
ginas anteriores, creemos que lo es en tanto pobreza de la cultura y de lo
social, carencia y atraso. De esta manera, el círculo miserabilista se cierra y
la lógica de la marginalidad, en tanto espacio topológico/ontológico, apa-
rece explicitada como nunca en este discurso. Se habla de “incorporar al
sistema” tanto ontológicamente como topológicamente: “las villas” y sus
habitantes son construidos por ser lo que no tienen -falta de herramientas
para vivir- y por estar afuera del sistema.
Vimos aparecer también la voz autorizada del agente Estado, la
cual tiene reconocido -efecto de institucionalidad expreso- el derecho de
prescripción: hay que aprovechar para que se produzca (...) un cambio cultu-
ral- sobre “las villas y sus habitantes”. Allí es donde aparece el paradigma
“del cambio cultural”, de la “integración”. ¿Qué sentido adquiere en el dis-
curso: “cambio cultural, integración”? El segundo párrafo nos da la pauta.
En una nota al pie hemos señalado que la presencia de la Gendarmería en
“las villas” de San Isidro funcionaba como un panóptico humano, porque
miraba hacia adentro de “las villas”. Del mismo modo, el control moral/

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anatomopolítico -una conducta social acorde a las buenas costumbres- su-
mado al control propiamente biopolítico (Foucault; 2000, 2002 a y b) de
los censos; son unas formas propias del ejercicio de la violencia legítima
-simbólico/material- (Bourdieu, 1996) del Estado sobre los sectores popu-
lares. “Cambio cultural/integración” es control moral/social como proceso
de incorporación de “buenas costumbres”, a cambio de una vivienda. Para
definir lo que “son las buenas costumbres” se hace una “mesa de inte-
gración/acuerdos de convivencia” entre habitantes de la “villa” y quienes
viven “al lado”.
La oposición/división del espacio-mundo social, ordena la pauta
moral de integración a través de una imputación delictiva ejercida a prio-
ri sobre los habitantes de las “villas”. El “panóptico humano” se hace
presente en el discurso estableciendo, mediante el poder simbólico, la
división moral de la sociedad. El nivel de control expresado en el discurso
es tan grande que funciona como extorsión: “Si no se aceptan las reglas
porque prefieren vivir en el delito, se tienen que ir”. Entonces, para acceder
a una vivienda, hay que ser moralmente aprobado.
Con estas conclusiones cerramos el análisis sobre la urbanización en
el discurso de La Nación y pasamos a analizar la misma temática en Clarín.

2. Clarín: El discurso de la información y los ele-


mentos residuales de la teoría de la marginalidad:
“Merecer la ciudad. Los pobres y el derecho al espa-
cio urbano”65
En este acápite comenzaremos el análisis del discurso de Clarín en
torno a la urbanización de “las villas” y su cruce con “la política”, a partir
de un artículo periodístico clave, donde se puede ver claramente el trabajo
residual de determinados elementos de la teoría de la marginalidad dentro
del discurso de la información.
Antes queremos señalar que en varios trabajos anteriores hemos
sostenido como hipótesis (Dukuen, 2007 a, b) que la teoría de la mar-
ginalidad -a través de una transformación de sus nociones en elementos
residuales66- opera como condición de producción en el discurso de Clarín
sobre “las villas”. En este caso trataremos de demostrar que esa hipótesis
se sostiene. Incluso si compramos con el discurso de La Nación veremos
que en Clarín la importancia de esta relación interdiscursiva es mayor.

65 Título de un libro ya clásico de Oscar Oszlak (1991), por demás sugerente.


66 Es claro que no es “la teoría de la marginalidad” explícita lo que encontramos como
huellas en los discursos. Encontramos huellas del trabajo que la producción de una doxa,
un sentido común, como “conglomerado indigesto, contradictorio” hace posible. Nuestro
punto de partida siguen siendo las afirmaciones de Gúber (1991) en torno a su hallazgo de
campo, según el cual hay importantes coincidencias entre las proposiciones de esta teoría y
las “teorías -no teóricas-” de sentido común.
-92- www.koyatuneditorial.com.ar
Decimos esto y tomamos como ejemplo una noticia a página completa
sobre la urbanización de “Villa La Cava”, seguida por un recuadro de tipo
“testimonio” en la página siguiente67 y un pequeño artículo sobre el “uso
de las viviendas”. No solo la extensión sino también la especificación de
la información son68 mucho mayores que en el caso de La Nación -sobre la
urbanización de “Villa La Cava”- que ya analizamos. Veamos el ejemplo:

Cintillo: Urbanizaciones
Volanta: “Ocupa 22 hectáreas donde viven unas 8300 personas”
Título: “El 40% de la villa La Cava, en San Isidro, ya está urbanizada”
Copete: “Construyeron casas de material, donde ya se mudaron 239 fami-
lias. Y en 30 días se suman 187 más. También abrieron calles, con redes de
cloacas, luz y gas. Prevén que todo estará terminado en dos años.”
Epígrafes: “Cómo queda. La mayoría de las nuevas casas, de dos
plantas, tiene dos dormitorios”
Epígrafe: “Contraste. Entre las nuevas construcciones, hay muchas
casillas” (03/06/07 p.58)

Si analizamos la estructura de títulos podemos ver cómo se espe-


cifica el sentido del subjetivema “urbanización”: construyeron casas de
material, abrieron calles con redes de cloacas, luz y gas. En estos casos el
trabajo sobre las presuposiciones es similar al que ya realizamos con el
discurso de La Nación para las urbanizaciones en tanto transformación
del espacio urbano/arquitectónico. La urbanización nos señala un proceso
mediante el cual se va transformando el espacio social tanto simbólico
como materialmente, como ingreso a lo espacialmente legítimo69. Si bien
el discurso de Clarín no es “legalista” como el de La Nación -dado que no
apela constantemente a la necesidad del “control”, la propiedad privada,
etc., ni interpela a las burocracias de Estado- se señalan los 4 pasos -ac-
ciones de las burocracias del Estado- que componen la “urbanización” de
“Villa La Cava”:

67 La relación interdiscursiva entre los tres artículos periodísticos -la noticia macro, el tes-
timonio y la noticia sobre el “uso de las viviendas”- se hace presente en la continuidad del
cintillo en las dos páginas, así como en la relación interdiscursiva establecida por el operador
(Ver nací acá...) introducido dentro de la nota “macro” remitiendo al testimonio así titulado.
68 Nos referimos a que en este articulo periodístico se produce toda una historización en
torno a “la Villa”, además se especifican los pasos de la urbanización, los diferentes tipos de
casas y se insertan fotos con epígrafe.
69 Lo legítimo es aquello reconocido como tal en un campo, producto de las luchas en un
momento determinado y defendido por aquellos agentes que ocupan las posiciones domi-
nantes. En nuestro caso, fundado en la violencia simbólico/material de Estado, capital efi-
ciente del metacampo del Estado. Sea la propiedad privada, sea la producción y unificación
de la lengua; el Estado impone principios de división y visión del mundo, como un “orden
de las cosas”. Ver Bourdieu (1995 c) Por ello “la ley” se da por conocida, funcionando bajo
amenaza de sanción, sin posibilidad de apelar -en el caso de sujetos “normales/normaliza-
dos”- en torno a su desconocimiento.
www.koyatuneditorial.com.ar -93-
“La urbanización diseñada y proyectada por la Secretaria de
Obras Públicas de San Isidro, se realizó en cuatro pasos. Pri-
mero el Municipio le compró a la Nación las 22 hectáreas de
terreno (...) (03/06/07 p.58)

Vemos en este primer extracto la aparición de la acción fundante


de la producción de un espacio social legítimo: la compra de los terrenos
entre las administraciones burocráticas del Estado es el primer paso hacia
una propiedad privada de la vivienda; se habla de “nuevos propietarios”,
“de escriturar por sectores”, “adjudicatarios”. La propiedad privada, como
momento cúlmine de la producción de un espacio social legítimo; será
también el punto de anclaje de una práctica biopolítica (Foucault; 2000,
2002 a y b), cuestión que veremos al analizar la formación de las “Mesa
de integración”.
Más allá de esto, podemos ver cómo “el orden de las cosas” se
impone en tanto violencia simbólica legítima del Estado, atravesando el
discurso de la información a partir de la naturalización de las relaciones
sociales -sea aquí con las viviendas-. La posibilidad de otros modos de
habitar -viviendas comunales, por ejemplo- aparece excluida justamente
por la afirmación de un orden legítimo/legitimado en el discurso de Clarín,
quien reconoce como tales las acciones del Estado. El efecto de institu-
cionalidad, aquí construido a partir del reconocimiento de una estructura
burocrática -la Secretaria de Obras Públicas de San Isidro- da pie al mo-
delo de la llegada: es la agencia burocrática la que ingresa a “la villa” y
la transforma, la urbaniza, la vuelve un espacio social legítimo. Vamos
viendo aparecer los elementos residuales de la teoría de la marginalidad
de quienes trabajan en el discurso.
Estamos nuevamente ante “lo obvio” -la vivienda “familiar”, de
propiedad privada- aquello justamente más arbitrario y naturalizado: las
descripciones de las acciones del Estado y la construcción de un discurso
“objetivo”, dan por sentada como única la forma de habitar “privada”. Vol-
veremos sobre ello también con la creación de la “Mesa de integración”.
Veamos el “segundo paso”:

“El segundo paso fue implementar un programa para erradicar


parte de la población: el municipio gestionó la compra de lotes y la
construcción de viviendas en otros lugares (...)” (03/06/07 p.58)

Vemos que aquí la oposición erradicación/urbanización, tema del


que hablamos cuando analizamos el discurso de La Nación, se vuelve
problemática. En la doxa construida por el propio diario la inclusión de
un proceso de erradicación dentro de un proceso de urbanización es “una
política polémica”. Por eso la estrategia discursiva moviliza la cita indirecta

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dando cuenta del reconocimiento de la doxa por parte de un agente del
Estado: “Incluso (Gustavo Posse, intendente de San Isidro)70 le reconoce a
Clarín que no le molesta que lo acusen de “erradicador” (03/06/07 p.58).
Así, instaurando la existencia dóxica de la oposición entre erradicación/
urbanización, como lo políticamente incorrecto y correcto respectivamente,
el discurso de Clarín reconoce -y no es contradictorio- un “modelo de reur-
banización posible”, un modelo con “Méritos”. O sea, un modelo posible
entre otros. Sigamos con el “tercer paso”:

“Por otro lado crearon la “Mesa de integración”. En ella partici-


pan vecinos, la iglesia, la intendencia, cooperativas, fundacio-
nes, lideres villeros, la red de manzaneras, y los movimientos
Barrios de Pie y Evita y, entre otros, organizaciones políticas
de izquierda. Esta mesa es quien identifica a quienes realmente
habitan en la villa71, es decir a los que serían los adjudicatarios.
Una de las ideas era también que la Mesa individualizara a los
que en la villa consideran delincuentes, aunque esto no fue del
todo cumplido (ver Nací acá...)” (03/06/07 p.58).

Vamos a analizar esta acción de Estado consistente en crear una


“Mesa de integración”. Vemos cómo ella esta constituida por agentes
institucionales o sujetos como portavoces legítimos, reconocidos como
tales por la acción de Estado. Establecida como órgano legítimo a partir
de ser producto de una acción performativa de Estado -no nos olvidemos
que es “la Secretaría de Obras Públicas la que diseñó y proyecto los cuatro
pasos”- la “Mesa” cumple, como bien lo señala su nombre, una función
de “integración” que es, al mismo tiempo, una acción de exclusión como
proceso de inclusión72 en una categoría, o sea, una identificación catego-
rial y relacional (Brubaker y Cooper, 2001). Aunque parezca extraño, el uso
de la palabra identifica en el enunciado que hemos citado -y remarcado
en cursiva- es un ejemplo del sentido teórico que le hemos dado: una
biopolítica se va construyendo en el discurso como la construcción de una
ontología73 -siempre política- en tanto identificación:

“Esta mesa es quien identifica a quienes realmente viven en


la villa, es decir a los que serían los adjudicatarios. Una de las
ideas era también que la Mesa individualizara a los que en la
70 Lo incluido entre paréntesis es nuestro.
71 Las cursivas, en todos los casos, son nuestras.
72 Siguiendo al Agamben de “Homo Sacer” (1998) -y si se quiere, al Castel (2004) de “Las
trampas de la exclusión”- sostenemos que no existe nada que esté “excluido” de lo social. Todo
proceso llamado de “exclusión” social, es proceso de “inclusión” dentro de una categoría.
73 Definimos ontología en el sentido filosófico del término; como “modo de ser de lo que
es”. Para un ejemplo de una concepción determinada de la ontología -lo magmático- ver
Castoriadis (1994).
www.koyatuneditorial.com.ar -95-
villa consideran delincuentes, aunque esto no fue del todo
cumplido (ver Nací acá...)” (03/06/07 p.58)

La ontología como modalidad de identificación del ser -ser de la


villa/ ser delincuente, individualizarlos- opera por una acción de división
del mundo social que es una división del espacio social, en tanto derecho
de adjudicación privada de la vivienda. La nota “Testimonio” es ejemplar
en esta acción de identificación, que responde a la atribución de acciones
y emisiones de calificación, en tanto subjetivemas y apelativos. Vamos a
analizar esta nota -así como aquella titulada “Cuidan el uso que le dan a
las viviendas”- como ejemplos de la apuesta de Clarín por una violencia
simbólica; en tanto ponen en juego la polifonía, como construcción de la
escena política/espacio público/orden de las cosas:

Testimonio
Titulo: “Nací acá y vivía en un zanjón”
Epígrafe: Marta. Está feliz porque ahora tiene algo para dejarle a
su hijo.
“Es una auténtica hija de La Cava. Marta nació en la villa hace
43 años. Conoce sus rincones, sus calles, sus miserias y mila-
gros. En esta última categoría tenía archivada la ilusión de la
casa de material. (03/06/07 p.59)

Para comenzar, podemos señalar que el título es elocuente: la cita


directa de la voz de “una auténtica hija de la Cava” -“Nací acá y vivía en
un zanjón”- da pie a una serie de oposiciones no explícitas, señalando
la división entre lo legítimo y lo ilegítimo de una manera doble. Primero:
si apelamos a las cancelaciones semánticas (Levinson, 1989), operando
sobre las presuposiciones, podemos ver que si hay habitantes legítimos/
auténticos se presupone que los hay otros ilegítimos/inauténticos. Veamos
las cancelaciones:

Es una auténtica hija de la Cava


No es una auténtica hija de la cava
¿Es una auténtica hija de la Cava?

Además, el uso del sintagma/subjetivema “auténtica hija” como


emisión de calificación, nos devuelve a la ontología: “nació en la villa (...)
Conoce sus rincones, sus calles, sus miserias y milagros”. Las propiedades
ontológicas/ontologizadas por el discurso dan cuenta de la división del
mundo social: los auténticos habitantes son quienes tiene una relación
metonímica con el espacio social “villa” -son hijos de la villa, conocen sus
calles, etc.-. En oposición tenemos a los delincuentes, quienes carecerían

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-por ser inauténticos- de estas propiedades del ser. El poder simbólico de
la ontologización -una identificación- queda en manos de la “Mesa”, como
agente institucional reconocido.
Teniendo en cuenta esto y estableciendo una relación interdiscursi-
va, podemos señalar otra cuestión en esta primera división entre lo autén-
tico/inauténtico: “Esta mesa es quien identifica a quienes realmente viven
en la villa, es decir a los que serían los adjudicatarios”. Entonces “Marta”,
como sujeto del enunciado, es presentada como habitante auténtica y,
por lo tanto, con derecho legítimo a la vivienda. Como testimonio, como
voz popular, “Marta” es citada para dar pie a la segunda oposición, la que
da cuenta de la división entre un espacio social legítimo y otro ilegítimo,
signado por la carencia y el atraso: “Nací acá y vivía en un zanjón”. Vamos
a citar in extenso para mostrar cómo el espacio social antes de su trans-
formación responde al paradigma de la carencia y el atraso, propio de la
residualidad de la teoría de la marginalidad. Y también para señalar que la
polifonía es usada para poner lo legítimo en boca de los sectores popula-
res. Es decir, una apuesta por una violencia simbólica.

“Se mudó muchas veces. No recuerda cuántas, pero sí tiene


en mente el último rancho en el que pasó casi una decena de
años: “Vivía en un zanjón”, cuenta. ¿En un zanjón? ¿Será literal?
Sí, un cauce de agua podrida, tomado por los vecinos y recon-
vertido en suelo fértil para asentar viviendas. El chaperío tenía
una habitación, sin baño. Allí dormía con su marido e Ignacio,
uno de sus cuatro hijos”. (03/06/07 p.59)

Si trabajamos sobre los subjetivemas, podemos ver que hay una es-
pecificación del sentido: el rancho, el chaperío, el zanjón, el cauce de agua
podrida. Son sinónimos entre sí y operan en torno a una identificación ne-
gativa, propia de la carencia y el atraso: “El chaperío tenía una habitación,
sin baño. Allí dormía con su marido e Ignacio, uno de sus cuatro hijos.” Por
ello la casa de material, como antítesis, es “un milagro”, “una ilusión”. Es
de destacar que la especificación de los subjetivemas, su identificación, es
llevada a cabo por el enunciador y no por el sujeto del enunciado “Mar-
ta”. Sin embargo, el marco de la nota nos señala que es un “testimonio”,
produciendo un efecto de sentido que hace que la especificación parecie-
ra proceder de lo que la habitante de la villa le “contó” al enunciador,
transformado mediante las preguntas -que, paradójicamente, él mismo se
responde- en sujeto del enunciado. La construcción de un “diálogo” cierra
este efecto de sentido.74 Retomamos la cita:

74 Volvemos a señalar que los efectos de sentido son siempre “posibles”, en tanto nuestro
análisis es en la instancia de producción de los discursos.
www.koyatuneditorial.com.ar -97-
“Está feliz: “Me acuerdo perfectamente del día en que toma-
mos posesión. Nos abrazamos y lloramos de la alegría. Pensá-
bamos que al menos íbamos a dejarles algo a nuestros hijo”,
recuerda. Lo primero que hizo fue poner rejas en la ventana:
“Es por la inseguridad. Ya me rompieron los vidrios a piedra-
zos, para entrar a robar. Mi única crítica es que todos recibieron
casas, hasta los delincuentes”, dice Marta. (03/06/07 p.59)

De este extracto podemos señalar, inicialmente dos cuestiones: la


doxa se construye en torno a poner lo legítimo en boca de un habitante
también legítimo de la “villa”: el sujeto del enunciado “Marta” es citada
en forma directa señalando “la toma de posesión” de la vivienda, como algo
para “dejarle a nuestro hijo”. El discurso de la propiedad privada y el dere-
cho de herencia propios de la doxa constitutiva y constituyente del mundo
social capitalista según su forma legítima, es “hablado” por una habitante
de “la villa”. Y el paradigma de la carencia y el atraso también: hay un pa-
saje del desposeer al poseer y el objeto -casa- es el que da la pauta del fin
de una carencia. El epígrafe es esclarecedor porque da cuenta de la caren-
cia, que ha sido transformada por la acción -los cuatro pasos- urbanizadora
del Estado: Marta. Está feliz porque ahora tiene algo para dejarle a su hijo. El
“ahora” como un momento del “tener”, nos indica un “antes” de carencia.
Vemos cómo “un orden de las cosas” es puesto en juego como sentido
común, como doxa; como apuesta por una violencia simbólica.
La segunda cuestión que queremos señalar en torno a este extracto
es que la “ontologización” es puesta en boca del sujeto del enunciado
“Marta”. Ya señalamos que es la “Mesa” la que debía operar la división
entre habitante auténtico/inauténtico, delincuente. El discurso de “Marta”,
reconoce la división doxica del mundo social entre habitante auténtico/
inauténtico, delincuente; al dar “testimonio” de la “inseguridad”: “Lo pri-
mero que hizo fue poner rejas en la ventana: “Es por la inseguridad. Ya me
rompieron los vidrios a piedrazos, para entrar a robar. Mi única crítica es que
todos recibieron casas, hasta los delincuentes”, dice Marta. La estrategia
discursiva de la polifonía, sigue operando en pos de la construcción de un
discurso como apuesta por una violencia simbólica: la división del mundo
y del espacio social, en tanto legítimo/ilegítimo es reconocida y compartida
por una doxa en común con los sectores populares legítimos/auténticos. El
“afuera” de la doxa, “el delincuente”; tiene la “voz” negada.75.
Para continuar con el análisis, vamos a tomar como objeto la noticia
sobre “el uso de las viviendas”. Creemos que este artículo periodístico es
ejemplar para retomar un imaginario histórico en torno a la “barbarie” de
los sectores populares “villeros”, que también remite al trabajo residual
75 Vemos cómo el “afuera” no es tal, la exclusión no es operativa sino mediante una inclu-
sión en la identificación categorial y relacional como delincuente.
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de la teoría de la marginalidad.

Copete: “Crearon una comisión de convivencia”


Título: “Cuidan el uso que le dan a las viviendas” (03/06/07 p.59)
“Para evitar consecuencias negativas que se vieron en otros
complejos, el Municipio de San Isidro creó la Comisión de Con-
vivencia, que sigue el uso que le están dando a sus viviendas
los nuevos propietarios.
El primer temor es la rotación de familias y el hacinamiento,
como sucedió en el complejo de la Avenida Rolón, que urba-
nizó parte de la villa en 1983, y en el barrio Angelita, proyecto
del año 99. “El problema es que, en esos casos, ninguno tenía
escritura, por eso vendieron las casas a precios muy bajos y
esto generó el descontrol”, afirmó el Subsecretario de Obras
Públicas Fernando Romero. (...) Mientras, la gente firmo una
preadjudicación para asegurar el compromiso de mantenerse
en la vivienda y cuidarla” (03/06/07 p.59)

Para comenzar, diremos que, como venimos señalando, es la ac-


ción performativa de Estado la que da nacimiento, la que crea, no solo
la urbanización de la “villa” sino también las formas de control anátomo
político/biopolítico (Foucault; 2000, 2002 a y b) de los sectores popula-
res mediante la prescripción, como sospecha, de actitudes “negativas/
descontroladas”. El modelo de la llegada, como funcionamiento discursi-
vo estratégico que remite a las acciones sobre las “villas” -en este caso
“positivas” desde lo “legítimo”- reaparece bajo el discurso citado de un
agente de las burocracias de Estado. Podemos decir que “la rotación de
familias y el hacinamiento”, son formuladas en el discurso como acciones
atribuidas, marcadas negativamente, en tanto son aquello que hay que
“evitar”, aquello que genera “temor”.
El funcionamiento de un discurso de sospecha, un a priori sobre
los sectores populares, nos remite nuevamente a la violencia simbólica-
material legítima del Estado: la “firma de una preadjudicación para asegu-
rar el compromiso de mantenerse en la vivienda y cuidarla”, es una forma
de derecho de ciudadanía social -derecho a la vivienda- sesgado. Decimos
esto porque en el discurso se construye la naturalización del control como
forma de contraprestación del derecho a la vivienda. De esta forma el
“panóptico humano” de la Gendarmería -tema antropológico al que nos
referimos en una nota al pie en la introducción- tiene su contracara en el
control burocrático al interior de la cotidianeidad -el uso de la casa- de
los sectores populares. Los sectores populares son constituidos como rea-
lizando acciones con “consecuencias negativas: hacinamiento-rotación de
familias”, desde la mirada legítima: aquella que controla y que da acceso

www.koyatuneditorial.com.ar -99-
al derecho a la vivienda.
El imaginario sobre el uso “indebido” de las viviendas otorgadas a
los “villeros” viene construyéndose como doxa, a partir de un cruce en-
tre barbarie y necesidad de modernización. En un cruce entre “leyendas”
sobre que “…levantan el parquet para hacer asados, venden la plomería,
usan los sanitarios como maceteros…” (Gúber, 1991: 30; Ratier, 1972) y
elementos de la teoría de la marginalidad, se va construyendo un a priori
sobre la necesidad de controlar a la población de las “villas”. El “relato
del parquet, etc.”, que nos señala un Estado de barbarie o el hacina-
miento, como pautas culturales premodernas, funcionan residualmente a
partir de su transformación. El discurso produce una transformación de
los ejemplos -no se habla del parquet, pero si de la rotación, etc.- de la
necesidad del control, que remiten siempre en última instancia a una falta
de conductas acordes a lo legítimo, que bien puede ser homologado aquí
con una concepción moderna de la sociedad en el sentido germaniano.
Veamos un extracto:

“El segundo temor es la aparición de casillas precarias insta-


ladas en los patios de las casas, que son alquiladas. Esto es
un fenómeno nuevo generado por los planes de viviendas que
proponen casas con lotes. Martín Pretes vive en el barrio Ange-
lita, en el límite de La Cava, y durante cinco años pagó $90 al
mes por una casilla en un patio de seis metros por cuatro con
su mujer y su hijo. (...) “La opción era vivir así, pero con luz, gas
y agua, o en la villa mucho más desprotegidos-“, contó.

No solo observamos un discurso de enumeración del “temor”, sino


que justamente es referido a la reaparición de “casillas precarias”; o sea,
“el retorno de lo reprimido” -la “villa” dentro del “barrio”-. Ante eso: la
necesidad del control sobre el uso de las viviendas. Además se vuelve a
apelar a la cita directa de un habitante del barrio/villa, para establecer el
ejemplo, que da la pauta hacia una generalización y un a priori sobre las
prácticas “indebidas” de “los nuevos propietarios de las viviendas”.

“Detectamos sólo algunos casos aislados de toldos y techos de


madera que no están previstos. La idea es discutir con cada fa-
milia para hacer las ampliaciones que sean necesarias y evitar
otros usos”, explicó Juan Peña, Jefe de Proyectos de San Isidro.
También el Municipio busca que no haya un uso indebido de los
dúplex pensados para familias numerosas. Es que en la porteña
Villa de Soldati, aprovechando las entradas independientes que
tiene cada piso, había quienes alquilaban la planta alta.”

-100- www.koyatuneditorial.com.ar
Vemos que en el discurso de cita directa del agente de Estado, las
marcas de la reaparición de “la villa” -toldos, techos de madera- es lo no
previsto, aquello contrario a la nueva configuración del espacio en tanto
urbanamente legítimo. Como el discurso de Clarín lo especifica, estamos
hablando del “temor”, ante los “usos no previstos”. El discurso de Clarín
retoma la polifonía como parte de la estrategia discursiva del modelo de
la llegada: el control sobre el uso indebido, la discusión sobre las amplia-
ciones, van desde la burocracia de Estado hacia los habitantes del barrio/
villa. El ejemplo sobre el uso de los dúplex en Soldati vuelve a introducir el
a priori de conductas indebidas en los habitantes del barrio/villa, a través
de la inducción/generalización.
Para cerrar “los cuatro pasos” componentes de la “urbanización”
vamos a citar un extracto de la nota central:

“La última parte del plan consistió en liberar el suelo (...) Pri-
mero derribaron las casillas, luego montaron una tira de ha-
bitaciones transitorias, para alojar a las familias, y finalmente
comenzaron la construcción” (03/06/07 p.58)

Vemos cómo la transformación del espacio social implica la desapa-


rición de aquellos elementos materiales que dan cuenta de la forma arqui-
tectónica “villa” -casillas- para dar lugar a la “construcción” de viviendas.
La posibilidad de aparición de prácticas que hagan resurgir huellas del
espacio social ilegítimo (la villa), aparece construido en el discurso como
el “temor”: el retorno de lo reprimido, de lo ilegitimo a ser negado por la
violencia de la imposición de un hábitat legitimo, encarnado en la acción
de Estado.

3. Una primera comparación entre los agentes Clarín


y La Nación
En este acápite nos proponemos detenernos un instante para esta-
blecer una primera comparación entre Clarín y La Nación. Comenzaremos
esta comparación remitiendo a algunas cuestiones que creemos importantes
y que darán lugar a una nueva hipótesis en torno a los diferentes efectos de
sentidos producidos por las estrategias discursivas de ambos periódicos.
Si bien hemos usado la palabra “control” en reiteradas oportuni-
dades, el discurso de Clarín sobre la urbanización no remite a este imagi-
nario directa y explícitamente, como lo hace el discurso de La Nación. Sin
embargo, al no ser puesto en duda (el control), la necesidad de “cuidar”
el uso de las viviendas es dada por necesaria -valga la redundancia- y
evidente. Veremos que en otros casos, cuando el discurso de Clarín quiere
poner en duda una acción legítima de Estado, trabaja en y por el discur-
www.koyatuneditorial.com.ar -101-
so para hacerlo: por ejemplo, mediante la polifonía. En este caso eso no
ocurre y la apuesta por una violencia simbólica se construye en el recono-
cimiento discursivo de que las acciones del Estado sobre las “villas” -en
tanto urbanización- son un “mérito”, un “ejemplo posible”.
Hemos insistido en la transformación discursiva de un espacio so-
cial ilegítimo (la villa) a uno legítimo (el barrio). Sin embargo, con esta afir-
mación no estamos formulando una “opinión” sobre la legitimidad -obstá-
culo epistemológico bacherlardiano por excelencia (Bachelard, 1979)- sino
reconstruyendo las estrategias discursivas que dan cuenta de esta trans-
formación/incorporación de la “villa” -que deja de serlo “materialmente”- a
lo urbano en tanto legítimo/legitimado: básicamente, “el orden -natural/
naturalizado- de las cosas”. Creemos que las operaciones discursivas que
hemos señalado en Clarín, si bien construyen en torno a esta transfor-
mación del espacio, mantienen “el circulo de la sospecha”, incluso como
“retorno de lo reprimido”, sobre las prácticas de los habitantes de la villa/
barrio. En ese sentido, el discurso del “control” se vuelve más opaco que
en La Nación, se habla de “cuidar” las viviendas.
Nos arriesgamos a afirmar que la transformación del espacio social
construida en el discurso, al ir acompañada de una sospecha sobre las
prácticas “indebidas” de los habitantes de las “villas”, mantiene la divi-
sión simbólica del espacio social en términos de una ontología política. La
“barbarie” persiste, aunque se opere la transformación del espacio social
que la circunda y con el que interactúa. Podemos decir que la diferencia es
propia de la estructuración simbólica dominante del espacio social y que
como tal, no existe un espacio social, sino diversos espacios sociales dife-
renciados por -entre otras cosas- formas de distinción (Bourdieu, 1998). En
ese sentido, el barrio/villa mantiene la potencialidad/sospecha del “modo
de ser de lo que es” -la ontología- propio de la vida/villa. Y la operación
de distinción permite darle continuidad a la producción - transformación -
reproducción, de un orden simbólico dividido entre sectores dominantes
y sectores dominados76.
Quisiéramos agregar que no encontramos en Clarín un discurso
fuerte de “lo moral”, ni de “lo legal”; como sí lo hemos encontrado en La
Nación77. Nuestra hipótesis es que mientras La Nación va construyendo
un discurso de interpelación a los agentes de Estado, un discurso con
pretensiones de discurso político, “una tribuna de doctrina” -aunque no
responda a la tipología veroniana (Verón, 1987 c) porque no es un “discur-
so político”78- Clarín se construye discursivamente en forma más “opaca”

76 Dominantes y dominados en términos de Bourdieu (1998) y no en términos de Williams


(1980, 1994).
77 Quisiéramos arriesgar como hipótesis que el discurso de La Nación trabaja sobre una
matriz “orden, progreso, moral” cuasi positivista, que podríamos decir que opera como otra
de sus condiciones de producción.
78 Sin embargo podríamos preguntarnos hasta qué punto los agentes de las burocracias

-102- www.koyatuneditorial.com.ar
para el analista: parafraseando a Verón (1987 a; 1995 a) podríamos decir
que no “exhibe su ideológico”, mientras que -comparativamente- La Na-
ción sí lo hace.
Verón (1987 a; 1995 a) señala que un discurso que exhibe su ideo-
lógico crea un efecto de sentido de “conocimiento”79. Esto significa que
se construye como un discurso más entre otros. Mientras que el discurso
que oculta su ideológico crea un efecto de sentido ideológico, o sea que
se construye como el único discurso posible:
“El paradigma del “efecto ideológico” es el discurso absoluto, el dis-
curso de la religión. Inversamente, el modelo mismo del discurso del “cono-
cimiento” es el de un discurso que no reclama la creencia absoluta, el de un
discurso relativo” (Verón, 1995: 29).
Si aplicamos esta concepción teórica a nuestro corpus podemos de-
cir que Clarín produce un efecto de sentido ideológico -dentro de un cam-
po de efectos de sentido posibles- de “ilusión de totalidad” (Zullo 2002)
mostrándose como el único discurso “total-completo-posible”. De allí el
ocultamiento de su ideológico. Por eso la polifonía queda atrapada en la
estrategia enunciativa general. La Nación, al tomar posición interpelando
a los agentes de las burocracias de Estado -polifonía de por medio- a
través de un discurso “legalista, de control, de denuncia, de indignación”,
exhibe su ideológico -o sea que se construye como un discurso más frente
a otros, con los que polemiza, como relativo. De esta manera, el efecto de
sentido es de “conocimiento” y de “objetividad”. Por eso la polifonía -re-
ferencia a fuentes a través de citas directas, etc.- se vuelve tan importante
en su estrategia discursiva.
Volvamos a Clarín. Allí encontramos un discurso construido -parafra-
seando a Gramsci (1976)- en forma de “conglomerado indigesto”. Podría-
mos decir que es un discurso al mejor estilo “sentido común”, en tanto
responde al efecto de sentido de “ilusión de totalidad” (Zullo, 2002) del
que venimos hablando. En ese sentido, una hipótesis que manejamos es
que Clarín tiene una vocación claramente hegemónica (Williams, 1980,
1994), o sea que trabaja/apuesta en pos de un “sentido común” que, como
tal, debe ser lo más amplio posible, dentro de ciertos límites80. Por eso ha-
de Estado no son construidas como contradestinatarios (Verón, 1987 c). Aunque parezca
paradojal, la pretensión de discurso político de La Nación es la que hace que “exhiba su
ideológico”.
79 Verón se refiere al efecto de cientificidad o “…si se prefiere de conocimiento” (Verón 1987
a: 17) Nosotros usaremos “efecto de conocimiento” para evitar malentendidos; dado que el
discurso de la información -como tipo de discurso- remite a un sistema productivo -normas,
instituciones- que no es el de la ciencia. Dice Verón “El efecto de sentido de cientificidad pue-
de aparecer en discursos que no fueron producidos por el sistema productivo de las ciencias”
(Verón 1987 a: 22). Volveremos sobre esto en la conclusión.
80 Podemos agregar que en tanto estrategia discursiva es hegemónicamente acertada, dado
que el Grupo Clarín como empresa, tiende a la expansión -integración vertical y horizontal- de
su capital (Mastrini y Becerra, 2003) lo cual amplía, entre otras cosas, el espectro de “consu-
midores” de sus diversos productos y servicios. Si queremos ir más lejos con esta hipótesis
www.koyatuneditorial.com.ar -103-
blamos de una mayor “opacidad”. Creemos que los ejemplos que veremos
a continuación dan cuenta de esta “opacidad”, en tanto nos señalan cómo
un discurso que al mismo tiempo brega en forma subrepticia por el “con-
trol” de “las villas”, puede ponerlo en jaque a través de una construcción
de la polifonía con fines polémicos, llegando incluso a un discurso cuasi
“clasista” que transforma la virtud en estigma.

4. El “muro” y el “bótox”:
dos formas de jugar un juego serio
Vamos a analizar dos artículos periodísticos que dan cuenta de es-
tas variaciones “ideológicas” de Clarín; noticias que hacen de su discurso
global un verdadero “conglomerado indigesto” del que, sin embargo, se
puede formular hipótesis. Veamos la noticia sobre el “muro”:

Cintillo: Seguridad
Volanta: “Es de cemento y alambre, mide dos metros de alto y ocupa
unas 7 cuadras frente a la villa 31”
Título: “Terminaron de construir un cerco de seguridad en la autopis-
ta Illia”
Copete: Dicen que sirve para impedir que la gente cruce corriendo. Y
para que la Villa 31 no siga creciendo sobre los terrenos linderos. Al
principio iban a hacer un muro de hormigón, pero cambiaron el pro-
yecto. (02/06/07 p.68)

De la estructura de títulos podemos señalar dos cuestiones impor-


tantes. En primera instancia, el cintillo ubica temáticamente la noticia.
La estrategia discursiva va en la dirección de centrar “la construcción del
muro” como un tema de “seguridad”. Y el título y el copete especifican
lo que se entiende por “seguridad” a través de un operador -dicen- que
deslinda el enunciado del enunciador, estableciendo una relación de cita
indirecta: “Dicen que sirve para impedir que la gente cruce corriendo. Y para
que la Villa 31 no siga creciendo sobre los terrenos linderos.” Para saber
quién o quienes “dicen” hay que remitirse al segundo párrafo de la noticia.
Allí, a través nuevamente de la cita indirecta, se abre un juego a partir del
cual la polifonía se va a establecer entre dos agentes de Estado, dando
cuenta de posiciones antagónicas, de las cuales Clarín hará uso estratégico
-informada por Gramsci/Williams- podemos decir que Clarín puede jugar a su interior posicio-
nes políticas claramente diferentes al tener, por ejemplo, a Beatriz Sarlo (Revista VIVA) y a
Morales Solá (TN) en su staff “periodístico”. Dos ejemplos más: Jorge Asís (por entonces “de
izquierda”) fue llamado por Citrymblum durante la dictadura militar 1976-1983, para darle “un
lugar por donde respirar al diario”; Osvaldo Bayer cuenta que Roberto Noble le dijo en los ‘60
“...por ahí están diciendo que este diario tiene una mesa de redacción de derecha y desde
ahora voy a poder decir, no, si ahí está Osvaldo Bayer” (Ver Llonto, 2003: 13).
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en su apuesta por una violencia simbólica. Volveremos sobre esto.
La segunda cuestión que queremos señalar es que el título resume a
las claras los dos primeros párrafos de la noticia, con lo cual nos recuerda el
carácter fuertemente informativo -mayor especificación y cantidad de informa-
ción- de la estructura de títulos en Clarín frente al discurso de La Nación.81
Vamos a citar el segundo párrafo para que se pueda observar que el
copete remite hacia allí para establecer la “responsabilidad” de lo dicho:

“El Ministro de Obras públicas porteño Juan Pablo Schiavi,


dijo a Clarín que la construcción se hizo por dos motivos. Uno,
para evitar que personas –especialmente chicos- de la villa cru-
cen la autopista. Y el otro es que se busca impedir que la villa
siga creciendo sobre los terrenos linderos a la autopista (...)”
(02/06/07 p.68)

Vemos cómo se produce la especificación de sentido de que el “cer-


co/muro” sea llamado “de seguridad”. “Seguridad” nos remite a impedir y
evitar acciones de las “villas” y sus habitantes: cruzar la autopista, crecer
sobre los terrenos linderos. Frente a está acción de un agente de Estado,
Clarín introduce como estrategia discursiva una voz “otra” de Estado:

“Sin embargo esta obra despertó la inquietud del Instituto Na-


cional contra la Discriminación (INADI), que sospecha que se
busca sacar de la vista y afectar los derechos de quienes viven
en la villa. (...)”
“Cuando yo me enteré de este tema por los medios hablé con la
gente de AUSA y me dijeron que había que impedir que la gente
cruzara la autopista. Creo que como mínimo, lo que hay que ha-
cer es garantizarle a la gente algún paso desde un lado a otro
de la villa, ya sea por un túnel o por un puente, para no generar
aislamiento en ningún sector”, dijo a este diario la titular del
INADI, la kirchnerista María José Lubertino. (02/06/07 p.68)

La estrategia discursiva de Clarín en torno a la polifonía se va de-


lineando al introducir subjetivemas adjudicados al agente INADI, luego
representado por su portavoz autorizado -y reconocido como tal- María
José Lubertino. Los subjetivemas van señalando la construcción de una
“polémica”: se habla de “inquietud y de sospecha” frente a las acciones
de otro agente de Estado. Además, en la cita directa de la portavoz del
INADI, los enunciados se van articulando en torno a la construcción de

81 Ver la comparación en el acápite “Una diferencia sustancial: los modos de titular y la


propuesta de lectura”. Sobre cómo titula La Nación “la construcción del muro” ver el acápite
“Subjetivemas: emisiones de calificación y acciones atribuidas”.
www.koyatuneditorial.com.ar -105-
una polémica82: dentro del discurso citado se establece una cita indirecta
de un diálogo -“hablé con la gente de AUSA y me dijeron que había que
impedir que la gente cruzara la autopista”- entre el sujeto del enunciado
que “toma la palabra” y AUSA; para luego establecer una confrontación,
en donde se pasa de un estado de creencia -“creo que cómo mínimo...”- al
uso del imperativo -“...lo que hay que hacer es garantizarle a la gente algún
pasó desde un lado a otro de la villa...”-. Como se puede apreciar, “el muro”
como acción de Estado que busca “impedir que la gente cruce” se opone
a la acción de otro agente de Estado concerniente en “garantizarle a la
gente algún paso”.
Frente a esto la próxima cita, de carácter directo, responde a una
especificación de la cita indirecta de Schiavi: “...se busca impedir que la
villa siga creciendo sobre los terrenos linderos a la autopista”:

El Ministro porteño Schiavi dijo que “la villa sigue creciendo de


manera bestial, sobre terrenos del Estado Nacional, y la Ciu-
dad no puede hacer nada para impedirlo. Lo más grave es que
hace más o menos un mes hubo una invasión muy fuerte de
unas 300 personas y empezaron a aparecer casillas cerca de la
autopista. Estas cosas no son espontáneas, alguien las arma”
(02/06/07 p.68)

La aparición de una retórica83 -podríamos decir de un campo se-


mántico- de la “invasión” en la cita directa, establece el nivel de identifi-
cación negativa sobre “las villas” y sus habitantes en tanto emisiones de
calificación y acciones atribuidas: la villa sigue creciendo de manera bestial
(...) hace más o menos un mes hubo una invasión muy fuerte de unas 300
personas y empezaron a aparecer casillas cerca de la autopista”. Invasión,
crecimiento bestial, como subjetivemas nos remiten a la barbarie de las
acciones del “otro” -villa- “bestial”. Podríamos señalar cierta relación in-
terdiscursiva con la retórica del cine clase “B” norteamericano84 de ciencia
ficción de los años ‘50, retórica que puede reaparecer siempre frente al
otro como “otro” cultural y social. La retórica de la “invasión”, también
nos remite al imaginario de la tradición selectiva (Williams, 1980) de la “in-
vasión” de los “cabecitas negras” a la ciudad de Buenos Aires durante el
primer peronismo y el “mítico” proceso de formación de villas miseria (Ra-
tier, 1972). En general, estamos ante tropos (Shohat y Stam, 1994) -sean o
82 Insistimos en señalar que para nosotros no hay discurso de un sujeto, de tal forma que
el periódico como constructo discursivo fuera transparente a ese discurso. La transparencia
es también un efecto de sentido, del que el analista puede dar cuenta, pero no para caer en
su propia trampa.
83 Nos referimos a una retórica en tanto puesta en juego de figuras/tropos y no como arte
del convencer/conmover.
84 En el cine norteamericano los “otros” eran los comunistas: recordemos las persecuciones
del macartysmo. La película “Invasión”, recientemente remake, es un claro ejemplo.
-106- www.koyatuneditorial.com.ar
no del Imperio- que remiten a un extrañamiento indignado de un habitus
de clase burgués, ante “los pobres y el derecho al espacio urbano”. En todo
caso, la ligazón entre una barbarización-animalización de las acciones de
un agente objeto -villa- o de “personas”, remite a la construcción de una
otredad sin rasgos humanos, cuestión que es acentuada a la hora de
señalar en forma oblicua el “armado de la invasión”: “Estas cosas no son
espontáneas, alguien las arma”. Nos reencontramos con el imaginario de
la pasividad intelectual/actividad corporal de los sectores populares: el
imaginario de la manipulación. “Alguien”, un sujeto individual, “arma” la
“invasión” que ejecutan “las 300 personas”.
La “manipulación” de los sectores populares como constructo dis-
cursivo en Clarín fue señalada por nosotros en el acápite sobre “Villas y
narcotráfico”. Vemos cómo es una constante en el discurso, cuestión que
retomaremos al analizar “el incendio en Villa El Cartón”.
Volviendo sobre la construcción discursiva de una polémica entre
agentes de Estado y la estrategia de Clarín a la hora de construir una ten-
tativa de violencia simbólica; queremos señalar cómo Clarín toma posición
entre estas dos voces autorizadas. Establecida la polémica, la estrategia
discursiva consiste en anclar un “Punto de vista”.
Clarín suele incluir en notas a página completa pequeños recuadros
titulados “Punto de vista”. Como lo señala su nombre, allí se establece
una relación metadiscursiva donde un sujeto empírico, “periodista” con
“foto”, nombre completo y dirección de mail, establece una “opinión”
sobre el tema tratado en el artículo. Sin embargo no se utiliza la primera
persona, ni encontramos marcas deícticas de un “yo” del enunciado que
represente al sujeto de la enunciación. Con esto queremos señalar que si
bien el discurso se “personaliza”, en tanto se remite a un sujeto empíri-
co que “firma” la nota, queda atrapado en la enunciación mayor, que lo
conforma como parte del discurso de la información, en tanto responde a
sus rasgos enunciativos característicos85. Allí es donde Clarín puede tomar
posición directamente frente a la construcción del “muro”, estableciendo,
sin explicitarse partidario de alguno de los agentes del Estado, un “punto
de vista” contra el “muro” y, por ello, cercano al INADI. Citaremos un ex-
tracto de “Punto de vista”:

“No solo se trata de tomar medidas de seguridad, sino de cuidar


a la gente. Pero son necesarios límites: una cosa es eso, otra un
muro divisorio en tiempos en que los muros se tiran abajo. Y que
quede claro que la vida es lo primero”. (02/06/07 p.68)

Como se puede ver, hay en el discurso un reconocimiento explícito

85 Con respecto a los rasgos invariantes del discurso de la información nos remitimos al
acápite. “Análisis del corpus: Las invariantes del discurso de la información”.
www.koyatuneditorial.com.ar -107-
de la necesidad de tomar medidas de seguridad y además cuidar a la
gente, lo que acerca a la posición del agente de Estado a Schiavi. No obs-
tante, el uso de la conjunción “pero” introduce la negación parcial de lo
anteriormente dicho, estableciendo una objeción de corte interdiscursivo
por lo implícito: como el discurso de la seguridad es el discurso del agente
de Estado Schiavi, el “pero” actúa contra ese discurso otro al señalar a
posteriori de la conjunción que “son necesarios límites: una cosa es eso,
otra un muro divisorio...”. “Eso”, remite justamente a “tomar medidas de
seguridad y cuidar a la gente” -medidas reconocidas como positivas en el
discurso-. Al establecer una comparación entre “una cosa y la otra: el muro”
se establece “el límite” entre lo que se puede hacer y lo que no, a la hora
de “tomar medidas de seguridad y cuidar a la gente”.
“El muro” es traspasar un “límite” -jugando con la polisemia de las
palabras- al mismo tiempo que se construye un limite: “un muro divisorio”.
Es claro que la comparación entre la necesidad de seguridad y la construc-
ción del muro se juega entre lo correcto y lo incorrecto, en tanto la obje-
ción última es que estamos “en tiempos en que los muros se tiran abajo”.
O sea que en el discurso se construye un presente donde las acciones van
en sentido contrario a la construcción de muros. Vemos cómo se construye
hacia el final del enunciado una argumentación que nos remite, en tanto
imaginario, a la caída del muro de Berlín como acto inaugural y universal
paradigmático de ruptura de la división del mundo/espacio social. Con
este ejemplo implícito, Clarín termina de constituir su posición ante las di-
versas acciones de Estado, de tal forma de poner en juego su apuesta por
una violencia simbólica en tanto ordenamiento del mundo/espacio social:
este artículo nos remite a una apuesta por la indivisión material -siempre
relativa y opaca como buen “conglomerado indigesto”- del espacio social,
que se construye en sintonía con la acción “ejemplar” de la urbanización
de “La Cava”, tema que ya analizamos.

***

A continuación vamos a analizar una nota color sobre las elecciones


de Junio de 2007, que pone en juego una estrategia discursiva concer-
niente en transformar la virtud en estigma, a partir de una oposición de
clases centrada en el recurso retórico de la ironía. Podríamos decir que el
discurso de Clarín toma aquí una impronta cuasi “clasista”. Comencemos
con la estructura de títulos:

Cintillo: “Nuevo gobierno electo en la ciudad”


Volanta: “La elección en la escuela “Bandera Argentina”, veci-
na a la villa 31”
Título: “En Retiro, muchos rostros con bótox y bastantes estó-
-108- www.koyatuneditorial.com.ar
magos con hambre”
Copete: “Dos clases sociales se cruzaron ayer en 24 mesas
electorales de una humilde escuela porteña”
Epígrafe: “Perfiles. Votantes de clase media y alta, y autorida-
des de mesa de la populosa villa cercana” (25/06/07 p. 18)

Para comenzar debemos señalar que en la estructura de títulos co-


mienzan las oposiciones semánticas que establecen la construcción de una
determinada división del mundo y del espacio social en términos de “cla-
ses”. El título trabaja sobre un nivel implícito de comparación que produ-
ce sentido en tanto y en cuanto encuentre una doxa en reconocimiento
que pueda reconstruir el par de oposiciones: Retiro -un barrio que va a
ser determinado en su especificidad en el cuerpo de la nota- abarca una
oposición: muchos rostros con bótox/bastantes estómagos con hambre. Esa
oposición va del cuerpo como estética -bótox- al cuerpo como necesidad
biológica -hambre-, oposición de una ontología de clases que opone un
cuerpo como “cuidado de sí” a un cuerpo como instrumento de trabajo
-cuerpo popular-. Y esa oposición hace pie cuando en el copete se estable-
ce una relación también dual entre “dos clases sociales”. De esta manera, a
una clase social le corresponde el bótox y a la otra el hambre; y en las dos
clases hay abundancia -muchos/bastantes-. Pero en una, la abundancia no
implica carencia, mientras que en la otra sí: el hambre es “bastante”.
El epígrafe, además, es esclarecedor en su identificación simbólica
de la “foto” como referente indicial: el epígrafe comienza con el enunciado
“perfiles”. La existencia de “perfiles” se va a especificar a través de la se-
paración del enunciado siguiente por una coma que divide a “votantes de
clase media y alta” de “autoridades de mesa de la populosa villa cercana”.
Vemos que el subjetivema “populosa” encadenado a “villa”, establece un
doble sentido básico: no solo se habla de populosa en términos de “mu-
cha población”, sino que al aparecer en un enunciado que busca oponer
a “votantes de clase media y alta” de “autoridades de mesa de la populosa
villa cercana”; populosa nos remite a popular, como opuesto a clase media
y alta. De esta manera se cierra en la estructura de títulos el juego de opo-
siciones que se retomará y especificará aún más en el cuerpo de la nota.
Establecido esto, la nota color desenvuelve una estrategia discur-
siva basada en una comparación entre “clases sociales” que, mediante la
ironía, busca transformar la virtud en estigma. Decimos esto y sabemos
que esta “inversión simbólica” es una apuesta parcial y representa solo
un caso en nuestro corpus. Sin embargo creemos que forma parte de la
estrategia general de Clarín, la cual, como ya señalamos, está basada en
la construcción de un discurso global con pretensiones de hegemónico
(Williams, 1980). Por lo tanto, abierto a “jugar” con posiciones políticas

www.koyatuneditorial.com.ar -109-
dispares e incluso contradictorias, hasta cierto límite86: un “conglomerado
indigesto” como bien señala Gramsci (1976).
La estrategia del uso de la ironía funciona en toda la nota color a
través de la puesta en juego de una variante de lo que hemos llamado
“el modelo de la llegada”. La llegada de “las clases medias y altas” a las
escuelas de “la villa” para votar no dará como resultado una identificación
positiva del espacio social. Por el contrario, las marcas éticas y estéticas de
las clases medias altas serán sobreexpuestas en el discurso mediante subje-
tivemas y apelativos de tal forma de introducir un contraste donde la abun-
dancia es sinónimo de des-ubicación. Trataremos de mostrar esto a través
de un análisis de las comparaciones puestas en juego en la nota color.

“La mujer arregló un poco su ropa de marca, carísima, sonrió a


la cámara y proclamó: “No tengo ningún problema en venir a
votar acá. Me encanta”. Después se dirigió a la presidenta de
mesa, una ciudadana que vive en la Villa 31, y empezó a dar-
le indicaciones como si de una infradotada se tratase: “Ahora
yo te doy el documento y vos me das el sobrecito, querida...”
(25/06/07 p. 18).

Quisiéramos señalar, en primera instancia, dos cuestiones funda-


mentales en torno a este extracto. Por un lado, este párrafo es la “cabeza”
de la nota color y, por lo tanto, presenta uno de sus rasgos característicos
en cuanto género discursivo: trabaja sobre episodios o hechos ilustrativos
de una situación, en este caso, el voto. Por otro lado es interesante notar
que ambas citas son las únicas citas directas de todo el artículo y están
dedicadas a poner en juego la voz de una “mujer” “con ropa de marca,
carísima”, o sea a una representante de una de las clases sociales -la
media y alta-. Decimos esto porque se establece una relación interdiscur-
siva -un tanto opaca- entre este extracto y la “foto” con su epígrafe: se
puede observar allí a la mujer sonriendo a la cámara. Pero ese no es el
punto central. Lo importante aquí es que la ironía, cómo recurso retórico,
aparece por primera vez en el único momento de la nota color en que
hay citas directas -de la “voz” de una “mujer” de clase media/alta-, pero
para ponerla en “ridículo”, a través de invertir el sentido de los signos de
distinción -allí la ironía-.
El hecho de que se le niegue “la voz” a los sectores populares y
por el contrario se le otorgue a los agentes representantes de las buro-
cracias de Estado87 o a las clases medias y altas, reviste una importancia
86 Es claro que Clarín no es un diario construido discursivamente en términos “facciosos” o
clasistas. De hecho, solo bastaría compararlo con “Prensa Obrera” del PO (Partido Obrero)
-por poner un ejemplo- para notar las diferencias retóricas, temáticas y enunciativas.
87 Un ejemplo es la tercera cita directa -aunque no se den nombres- que se encuentra al final
del anteúltimo párrafo de este artículo.
-110- www.koyatuneditorial.com.ar
fundamental a la hora de pensar la polifonía dentro del discurso de la
información. Lo mismo podemos decir de la función que cumple la cita.
Hemos señalado que cuando se le otorga la “voz” a los sectores populares
es para usarlos sobre todo de “testimonio”. Si bien La Nación presenta
rasgos diferentes a Clarín, hemos visto que en Clarín esto también ocu-
rre. El reconocimiento de la legitimidad de una(s) clase(s) para actuar y
hablar sobre la(s) otra(s) es, en ese sentido, ejemplar de la estructuración
simbólica de una formación discursiva al interior de una formación social
(Pêcheux, 1978).
Lo interesante del caso que estamos analizando es que justamente,
aunque se mantenga ese acceso desigual a la puesta en juego de la pala-
bra; la cita de “la mujer” se construye en torno a la ironía y, por lo tanto,
negando su valor legítimo. De tal forma, los rasgos de distinción de clase
-la ropa carísima, de marca- y el hecho de señalar: “no tengo ningún proble-
ma en venir a votar acá. Me encanta”; como reconocimiento de la alteridad
y como estrategia de condescendencia (Bourdieu, 1990), pone un primer
atisbo del reconocimiento de la división del mundo social en boca de “la
mujer”. La inversión de sentido que se produce en la estrategia marcada
por la ironía, se desenvuelve con la segunda cita, dando la pauta global
de cómo debe leerse el artículo; o sea, que debe ser leído en torno a la
ironía -valga la redundancia-:

“....Después se dirigió a la presidenta de mesa, una ciudadana


que vive en la Villa 31, y empezó a darle indicaciones como si
de una infradotada se tratase: “Ahora yo te doy el documento
y vos me das el sobrecito, querida...” (25/06/07 p. 18)

El juego de oposiciones desencadenado ya en la estructura de tí-


tulos, reaparece: frente a la “mujer de ropa carísima”, tenemos “a la presi-
denta de mesa, una ciudadana que vive en la Villa 31”. Es digno de destacar
un reconocimiento propio del efecto de institucionalidad enmarcado en la
identificación de un habitante de la “villa”: doble reconocimiento como
presidenta de mesa y cómo ciudadana. Es interesante notar que la condi-
ción de “ciudadana” es reconocida (un capital simbólico) en la habitante
de la villa: una “mujer” frente a “una ciudadana”. Por un instante pare-
cen invertirse las relaciones de poder simbólico, en tanto y en cuanto el
espacio social es un “otro” -la villa- así como quienes tienen el control
de las elecciones son un “otro” legitimado en el discurso y por la acción
instituyente del Estado: presidenta de mesa/ciudadana de la villa. Al operar
este reconocimiento, las acciones atribuidas a “la mujer” se ridiculizan:
“empezó a darle indicaciones como si de una infradotada se tratase: “Ahora
yo te doy el documento y vos me das el sobrecito, querida...”. Hay un pa-
ternalismo “en la mujer” hecho imposible por la estrategia discursiva, que

www.koyatuneditorial.com.ar -111-
al negar la característica de “infradotada” en la ciudadana, desestima las
acciones de condescendencia paternalista.
En los siguientes párrafos, la estrategia discursiva va trabajando en
torno a las oposiciones que separan a las “dos clases sociales”:

“Dos clases sociales separadas por un abismo económico y so-


cial se vieron las caras ayer en la escuela...”
“El padrón envió a votar a ese reducto humildísimo de paredes
de ladrillo a la vista y piso de cemento alisado, a buena parte
del electorado que vive en el otro Retiro, el que se codea con
Recoleta y termina en la Avenida del Libertador y la Torre de
los Ingleses”.
Esos padrones definían a dos mundos. Sus integrantes vivían
en los barrios Retiro, Autopista, YPF, Villa 31, o en el 600 de
las calles Suipacha o Juncal, al 1200 de Esmeralda, o al 1300
de Carlos Pellegrini. Y las profesiones oscilaban entre militar,
contador público y estudiante con jornalero, plomero y, en mu-
chos casos, “ninguna”. (25/06/07 p. 18)

La estrategia discursiva trabaja sobre el reconocimiento de una di-


visión del mundo y del espacio social: hay “clases sociales/mundos” sepa-
rados por un abismo social y económico. El reconocimiento de esta división
del mundo/espacio social se va estableciendo a través de los subjetivemas
atribuidos a uno de los dos Retiros: por presuposición (Levinson, 1989) se
establece que si hay otro Retiro, quiere decir que hay dos Retiros “otros”,
entre sí. Uno, marcado por rasgos de carencia y atraso -“reducto humil-
dísimo de paredes de ladrillo a la vista y piso de cemento alisado”, rasgos
que se construyen a partir de la oposición con el “otro” Retiro, en base
a un conocimiento implícito en el enunciatario: “el otro Retiro, el que se
codea con Recoleta y termina en la Avenida del Libertador y la Torre de los
Ingleses”, corresponde al que es separado por el uso de la conjunción
“o” en el enunciado siguiente: o en el 600 de las calles Suipacha o Juncal,
al 1200 de Esmeralda, o al 1300 de Carlos Pellegrini. Mientras que el Retiro
“otro” -el de la clase social marcada por la carencia y el atraso- es el de
“los barrios Retiro, Autopista, YPF, Villa 31”. Lo mismo ocurre con la enume-
ración de profesiones: “Y las profesiones oscilaban entre militar, contador
público y estudiante con jornalero, plomero y, en muchos casos, “ninguna”.
En el enunciado, hasta la aparición de la preposición “con”, estamos ante
“profesiones” del Retiro de la “abundancia”; a posteriori nos encontramos
con “profesiones” del Retiro de la “carencia”88.

88 Nuestra insistencia con el paradigma de “la carencia y el atraso” propio del trabajo re-
sidual de la teoría de la marginalidad no es vana. Veremos como en el último párrafo de la
nota reaparece explícitamente.
-112- www.koyatuneditorial.com.ar
Los próximos dos párrafos de la nota color continúan trabajando so-
bre la dualidad del mundo social oponiendo, por “contraste”, entre acciones
atribuidas y emisiones de calificación, como subjetivemas y apelativos:

“Los más humildes llegaban a votar a pie o en bicicleta, en


contraste con los Jeep 4x4 o los importados de donde bajaban
familias enteras con carteras Luis Vuitton y botas de montar,
como en el campo de polo”
“Ni los perros eran iguales. Las saludables mascotas de ladrar
histérico que saltaban los charquitos con elegancia de prince-
sas, apenas eran miradas por un negro hotel de pulgas que
montaba guardia en la puerta del comicio, con ese mirar cansi-
no y sabio del que ya vio demasiado” (25/06/07 p. 18)

Podemos observar que en estos dos párrafos el modelo de la llega-


da se pone en juego explícitamente, a partir de la “llegada” de dos clases
sociales a votar. Los contrastes se hacen explícitos en los ejemplos -bici-
cleta/Jeep 4X4- y el efecto de sentido de des-ubicación de las clases me-
dias altas es explicitado a partir del ejemplo de las “botas de montar, como
en el campo de polo”. El efecto de sentido de des-ubicación actúa por el
modelo de la llegada al ser “las botas” objetos que son marcados como
perteneciendo a otro espacio social -campo de polo- opuesto a “villa”.
La división del mundo social llega hasta los “perros”. La identifi-
cación de los “perros” se produce en el caso de las clases medias altas
a partir del recurso de la ironía: el contraste se produce por cantidad y
calidad de “las mascotas”. Allí los subjetivemas establecen una oposi-
ción clave: “Las saludables mascotas de ladrar histérico que saltaban los
charquitos con elegancia de princesas”. Tenemos por un lado subjetivemas
marcados positivamente pero que son anulados o resemantizados a tra-
vés de la ironía: “saludables, elegancia de princesas”, son subjetivemas
puestos en vilo por el “ladrar histérico”. Finalmente la comparación con el
“negro hotel de pulgas” -subjetivemas negativos = “la pulga” como enfer-
medad- invierte esa identificación negativa al otorgarle “sabiduría”: “ese
mirar cansino y sabio del que ya vio demasiado”.
En el siguiente párrafo, se procede a la cita indirecta de los dele-
gados del Tribunal de Justicia de la Ciudad: “...lo de la diferencia social se
maneja...”. Luego, el enunciador retoma la palabra y, en tono de demanda
-el deber hacer “debería”- señala: “....la Justicia Electoral debería regular
la concurrencia de votantes enjoyados por un valor superior a una cifra a
determinar. Lo principal es la tolerancia”. La apelación a la diferencia social
y “el abismo” entre “dos mundos” reaparece nuevamente a través de una
demanda relacionada con la ostentación, pero como un llamado a la “tole-
rancia” que, creemos, está puesta del lado de los habitantes de la “villa”,

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ante la des-ubicación de las clase medias altas.
Los últimos dos párrafos van a trabajar directamente sobre el para-
digma de la carencia y el atraso propio del trabajo residual de la teoría de
la marginalidad en su variable germaniana. Al referirse a la escuela donde
se llevan a cabo los comicios se señala:

“...Un jefe de gobierno que deberá hacer algo para que en esa
escuela se estudie mejor. Seiscientos chicos de la Villa 31 vi-
ven allí de 8 a 16,20. Desayunan, reciben un refuerzo a media
mañana (un sándwich, un yogur) almuerzan, otro refuerzo a la
tarde “y si sobra algo se lo llevan” como sintetizó uno de los
funcionarios escolares...”
“Tienen nada, les falta todo: abrigo, calefactores, útiles, zapa-
tillas, afecto, cuidado. Todo lo que ayer por unas horas parecía
abundar...” (25/06/07 p. 18)

La nota color se cierra con “la carencia y el atraso”, puestos en


juego como pura falta “Tienen nada, les falta todo”. Y podemos observar
también una interpelación en torno al eje del “deber hacer”, dirigida al
futuro jefe de gobierno. La “carencia y el atraso” es expuesta en forma
ejemplar en el último párrafo. El “tener” como posesión de objetos y de
relaciones afectivas -afecto, cuidado- opera por la negativa. La “falta” es
total, material y afectiva. La solución al estado de carencia y al atraso es
reclamada, como corresponde, “al modelo de la llegada” atravesado por
la residualidad de la teoría de la marginalidad germaniana, cuando funcio-
na marcando acciones de actores legítimos del Estado o de instituciones
legítimas al agente del Estado que será elegido, quien debe hacer ingresar
los objetos y relaciones afectivas semantizados como positivos, para so-
lucionar la carencia.
Vemos cómo ni siquiera en una nota color cuasi “clasista” -ahora
explicaremos por qué- se puede romper con la lógica de “la carencia y el
atraso” como identificación de las “villas” y sus habitantes. Si bien el efec-
to de sentido de “denuncia” aparece -por primera y única vez- al produ-
cirse un enunciado enmarcado en una interpelación del deber hacer, la ca-
rencia y el atraso operan como rasgos propios de “la villa” sin dar cuenta
de los procesos de dominación/explotación89 que un análisis en términos
de lucha de clases puede explicitar. Por eso hablamos de “cuasi clasista”.
De esta manera, al no dar cuenta de los procesos históricos del estado de
cosas que denuncia -la carencia y el atraso- la identificación de la “villa”,
aun en un artículo que usa la ironía resemantizando negativamente a “las

89 No estamos haciendo una apología de un análisis marxista determinado, sino señalando


lo curioso y a la vez interesante que es encontrar un artículo con este nivel de ironía en torno
a la existencia de clases separadas por un “abismo”.
-114- www.koyatuneditorial.com.ar
clases medias altas”, queda atrapada en la lógica de la reproducción de
una identificación negativa de un espacio social “otro” como carente. Y,
por supuesto, la solución no puede venir desde “la villa”, sino desde el
Estado. De esta manera, los elementos de la teoría de la marginalidad
como operadores residuales van tomando su lugar en el discurso.

5. Algunas conclusiones más sobre Clarín y La Nación


Para seguir en tren de ir estableciendo conclusiones parciales qui-
siéramos señalar que la apuesta por una violencia simbólica en Clarín
opera a través de los “juegos serios” que estuvimos analizando, mediante
los cuales la heterogeneidad del discurso global es compuesta por dis-
cursos que, al estilo de “un flotante”, se mueven entre ciertos márgenes:
la nota “cuasi clasista” se queda en reconocer la existencia de clases; un
“orden de las cosas” no ilegítimo, pero si a mejorar. La polémica en torno
al muro y la posición “relativa” de Clarín, la cual trata de moverse entre
las dos posiciones, ejemplifica claramente la producción de un discurso
“flotante”. Todo esto sin olvidarnos de las afirmaciones sobre la ejemplar
“urbanización” de La Cava, las cuales tienen rasgos de la aplicación de
una biopolítica exacerbada sobre los sectores populares.
Con todo esto queremos mostrar la complejidad de un discurso como
el de Clarín. Como hemos dicho en reiteradas oportunidades, en Clarín en-
contramos un discurso construido -parafraseando a Gramsci (1976)- en forma
de “conglomerado indigesto”. Podríamos decir que es un discurso al mejor
estilo “sentido común”, en tanto responde al efecto de sentido de “ilusión
de totalidad” (Zullo, 2002) del que venimos hablando. En ese sentido, una
hipótesis que manejamos es que Clarín tiene una vocación claramente he-
gemónica (Williams, 1980, 1994), o sea, que trabaja/apuesta en pos de un
“sentido común” que, como tal, debe ser lo más amplio posible, dentro de
ciertos límites. Por eso hablamos de una mayor “opacidad”.
Comenzamos el análisis de la temática de la urbanización seña-
lando que en varios trabajos anteriores hemos sostenido como hipótesis
(Dukuen, 2007 a, b) que la teoría de la marginalidad -a través de una
transformación de sus nociones en elementos residuales- opera como con-
dición de producción en el discurso de Clarín sobre “las villas”. Creemos
que, como hemos mostrado, esa hipótesis se sostiene. Incluso, si compa-
ramos con el discurso de La Nación, veremos que en Clarín la importancia
de esta relación interdiscursiva es mayor.
A lo largo del análisis sobre Clarín vimos cómo se construye una
ontología política sobre la “villa y sus habitantes”: operación de división
entre habitantes auténticos/inauténticos y delincuentes. Y también cómo
la “ontologización” es puesta en boca de un sujeto del enunciado. Es así
que el discurso de una habitante de la “villa” reconoce la división dóxica
www.koyatuneditorial.com.ar -115-
del mundo social entre habitante auténtico/inauténtico y delincuente al dar
“testimonio” de la “inseguridad”: “Lo primero que hizo fue poner rejas en
la ventana: “Es por la inseguridad. Ya me rompieron los vidrios a piedrazos,
para entrar a robar. Mi única crítica es que todos recibieron casas, hasta los
delincuentes”, dice Marta. La estrategia discursiva de la polifonía sigue
operando en pos de la construcción de un discurso como apuesta por una
violencia simbólica: la división del mundo y del espacio social, en tanto
legítimo/ilegítimo, es reconocida y compartida por una doxa en común con
los sectores populares legítimos/auténticos. El “afuera” de la doxa, “el
delincuente”; tiene la “voz” negada.
También analizamos las noticias en torno al uso de las nuevas vi-
viendas. Creemos que ese artículo periodístico es ejemplar porque un ima-
ginario histórico, el de la “barbarie” de los sectores populares “villeros”,
también remite al trabajo residual de la teoría de la marginalidad. Como
venimos señalando, es la acción performativa de Estado la que da naci-
miento, la que crea, no solo la urbanización de la “villa”, sino también las
formas de control anátomo político/biopolítico (Foucault; 2000, 2002 a y
b) sobre los sectores populares mediante la prescripción, como sospecha,
de actitudes “negativas/descontroladas”. El modelo de la llegada, como
funcionamiento discursivo estratégico que remite a las acciones sobre las
“villas”, en este caso “positivas” desde lo “legítimo”, reaparece bajo el
discurso citado de un agente de las burocracias de estado. Podemos de-
cir que “la rotación de familias y el hacinamiento” son formuladas en el
discurso como acciones atribuidas marcadas negativamente, en tanto son
aquello que hay que “evitar”, aquello que genera “temor”.
El funcionamiento de un discurso de sospecha, un a priori, sobre
los sectores populares; nos remite nuevamente a la violencia simbólica-
material legítima del Estado: la “firma de una preadjudicación para asegu-
rar el compromiso de mantenerse en la vivienda y cuidarla”, es una forma
de derecho de ciudadanía social -derecho a la vivienda- sesgado. Decimos
esto porque en el discurso se construye la naturalización del control, como
forma de contraprestación del derecho a la vivienda. De esta forma el
“panóptico humano” de la Gendarmería -tema antropológico al que nos
referimos en una nota al pie en la introducción- tiene su contracara en el
control burocrático, al interior de la cotidianeidad -el uso de la casa- de
los sectores populares. Los sectores populares son constituidos como rea-
lizando acciones con “consecuencias negativas: hacinamiento-rotación de
familias”, desde la mirada legítima: aquella que controla y que da acceso
al derecho a la vivienda.
El imaginario sobre el uso “indebido” de las viviendas otorgadas a
los “villeros” viene construyéndose como doxa, a partir de un cruce en-
tre barbarie y necesidad de modernización. En un cruce entre “leyendas”
sobre que “…levantan el parquet para hacer asados, venden la plomería,

-116- www.koyatuneditorial.com.ar
usan los sanitarios como maceteros…” (Gúber, 1991: 30; Ratier, 1972) y
elementos de la teoría de la marginalidad, se va construyendo un a priori
sobre la necesidad de controlar a la población de las “villas”. El “relato del
parquet, etc.”, que nos señala un estado de barbarie o el hacinamiento,
como pautas culturales premodernas, funciona residualmente a partir de
su transformación. El discurso produce una transformación de los ejem-
plos -no se habla del parquet, pero si de la rotación, etc.- de la necesidad
del control, que remite siempre en última instancia a una falta de conduc-
tas acordes a lo legítimo, que bien puede ser homologado aquí con una
concepción moderna de la sociedad en el sentido germaniano.
Para retomar la comparación entre Clarín y La Nación volvemos a
señalar que, mientras La Nación exhibe su ideológico (Verón, 1987 a; 1995
a), Clarín, construyendo un efecto de ilusión de totalidad (Zullo, 2002),
lo oculta mostrándose como un discurso que abarca todas las posiciones
posibles -o sea “el flotante”- dentro de ciertos límites. Claro está, este es
un efecto de sentido y seriamos necios en creer que Clarín abarca todo.
Sin embargo, esto nos lleva a otro problema que ya hemos señalado: el
de la polifonía en La Nación y Clarín.
Habíamos sostenido que la construcción de la polifonía en La Na-
ción produce un efecto de sentido “democratizador” del espacio público:
hay un reconocimiento de las voces de los sectores populares y además
se construye un discurso poblado de voces de diferentes agentes de las
burocracias de Estado, etc. La diferencia con Clarín no está en que su
discurso no sea polifónico, de hecho la polifonía opera. La distinción está
en que Clarín apela constantemente a la estrategia de la autocita como
enunciador global, lo cual cruza el efecto de institucionalidad con el efecto
de ilusión de totalidad (Zullo, 2002). El diario se construye constantemen-
te como una fuente más -e incluso fuente última- y por lo tanto legítima/
legitimada por su autoreconocimiento de un capital simbólico y por el
que es supuesto por parte de sus lectores. Además, Clarín se construye
constantemente como “estando ahí”, en “todos lados”. En ese sentido, de
la misma manera que en el caso de “los narcos peruanos” se construye
como investigador; en los demás artículos periodísticos las referencias a
sí mismo son constantes como sujeto del enunciado que realiza acciones
-enmarcado en “negrita”-. Veamos algunos ejemplos:

“En un recorrido por La Cava, Clarín comprobó...”


(03/06/07 p. 58)
“Incluso le reconoce a Clarín que no le molesta...”
(03/06/07 p. 58)
“Los vecinos con los que pudo charlar Clarín cuentan...”
(03/06/07 p. 59)

www.koyatuneditorial.com.ar -117-
Con esto queremos decir que Clarín como enunciador global atra-
pa a los discursos citados en la estrategia polifónica, incluso apelando
constantemente a citas indirectas. Además, como ya señalamos, Clarín
construye regularmente, al interior de sus artículos a página completa,
recuadros de “opinión” -enunciados en tercera persona- titulados “Punto
de vista”, con lo cual sobrepone su estrategia discursiva90 frente a la de
los enunciadores citados. El efecto de ilusión de totalidad (Zullo, 2002)
consiste, finalmente, en que todo queda atrapado en la enunciación global
de Clarín, cosa que como efecto de sentido en La Nación no ocurre.

La Nación 10/01/07 p.16

90 No caemos en el efecto “sujeto empírico” porque “Punto de vista” esté firmado. Para
nosotros no hay sujeto poseedor y origen del sentido; como señalan Pêcheux (1978) y Verón
(1987 a y b) entre otros.
-118- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 25/02/07, tapa

www.koyatuneditorial.com.ar -119-
La Nación 25/02/07, p.24

La Nación 29/03/07 p.218

-120- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 14/02/07 p.15

www.koyatuneditorial.com.ar -121-
La Nación 25/03/07 p. 25

-122- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 17/04/07 p. 11

www.koyatuneditorial.com.ar -123-
La Nación 22/11/07 p.15

-124- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 03/06/07 p.58

www.koyatuneditorial.com.ar -125-
Clarin 03/06/07 p.59

-126- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 02/06/07 p.68

www.koyatuneditorial.com.ar -127-
Clarin 25/06/07 p. 18

-128- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 4
Construir el acontecimiento.
“Villa El Cartón” la polifonía y
el lugar de la intencionalidad

En este acápite nos proponemos revisar dos series discursivas -una


construida en Clarín y otra en La Nación- en torno a un acontecimiento
determinado que podríamos denominar con fines prácticos “el incendio
en Villa el Cartón”. Nuestro interés analítico en lo referente a estas dos
series esta centrado en observar las estrategias con las que se construyen
semánticamente -emisiones de calificación y acciones atribuidas- las ac-
ciones de los habitantes de las “villas” y de otros sujetos del enunciado
-agentes del Estado, “vecinos”, etc.- en torno al acontecimiento, así como
el uso estratégico de la polifonía en cada formación discursiva.

1. Clarín: polifonía y escena política en la construc-


ción del acontecimiento
En su extensa serie sobre “el incendio en Villa El Cartón”, Clarín
establece un desplazamiento clave en el uso estratégico de la polifonía.
Nuestra hipótesis es que la utilización de la “voz” de los habitantes de la
“villa” como testigos del hecho, va desapareciendo lentamente para ser
reemplazada por una puesta en escena de la relación de fuerzas entre los
diferentes agentes del Estado a través de citas directas. De esta manera,
“la villa” se vuelve un espacio construido en torno a un “uso político”
desde afuera hacia adentro: una variante más del modelo de la llegada.
Además, si nos detenemos en la construcción de la voz de los habi-
tantes de la “villa” como testigos, debemos señalar que, como ya hemos
afirmado, en Clarín la polifonía queda “presa” de la enunciación general
del periódico. Vamos a trabajar sobre ello retomando la construcción del
acontecimiento en torno a la “intencionalidad” del incendio. Veamos la
estructura de títulos con la que comienza la serie:

Cintillo: “Fuego en la Villa”


Volanta: “Ardió todo el asentamiento “El Cartón”, debajo de la
autopista Cámpora”
Título: “Afirman que fue intencional el incendio en una villa de
Soldati”

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Copete: “Para los vecinos, se trató de un atentado. La Comuna
y la Policía no lo descartan. No hubo heridos graves, pero unas
1400 personas fueron evacuadas a distintos centros y 177,
atendidas de urgencia” (09/02/07 p. 38)

Observando la estructura de títulos, podemos notar que Clarín pone


en el centro de la construcción del acontecimiento “la intencionalidad”, al
ubicarla en el título. El copete especificará los “sujetos” a quien reenvía el
verbo: “afirman”: serán “los vecinos”. Por ello la “cabeza” de la noticia se
estructura en torno a las citas directas de las voces de los habitantes de
“la villa”, quienes operan como testigos91:

“El incendio fue intencional. Hay vecinos de la zona que no nos


quieren acá”, aseguró la delegada Miriam Aquino. “Ya nos ha-
bían amenazado con que iban a prender fuego. No se si fue
intencional, pero hay muchas coincidencias”, agregó el vecino
Gregorio Silva. “Acá hay mucha maldad. Sufrimos discrimina-
ción”, agregó Gustavo Valdés. Los vecinos del asentamiento
El Cartón, debajo de la Autopista Cámpora (AU7) no tienen du-
das: para ellos el incendio que ayer destruyó casi la totalidad
del lugar donde vivían no fue un accidente, sino un atentado”.
(09/02/07 p. 38)

Analizando este párrafo, que opera como cabeza de la noticia, po-


demos señalar que en la construcción de la voz de los habitantes de la
“villa” se establece una jerarquía: el efecto de sentido de “verdad”, cons-
truido a partir de la cita de testigos, es atravesado por la jerarquización de
las fuentes. Será la primera cita directa la que, a través de una marca de
reconocimiento de un capital simbólico -delegada-, da la pauta de la inten-
cionalidad del incendio. Las demás citas solo contribuyen a la operación
inductiva que a través de la sumatoria de voces llega hasta el colectivo
“vecinos”. De hecho, el sujeto de la enunciación produce un enunciado
que opera como “conclusión” de la sumatoria de voces, de tal forma de
cerrar el sentido: “Los vecinos (…) no tienen dudas (…) no fue un accidente,
sino un atentado”. De esta manera el enunciador se arroga el derecho de la
clausura del sentido a partir de la construcción de un colectivo al que se le
atribuyen “seguridades” y no “dudas” en torno a la intencionalidad. Esta
operación es clave porque “la intencionalidad” será el eje de toda la serie
construida por Clarín en torno al acontecimiento. Volveremos sobre esto
cuando retomemos el proceso mediante el cual las voces de los habitantes
de la “villa” son paulatinamente abandonadas, en pos de la construcción
91 En ese sentido, el recuadro “Historia: Nos amenazaron dos veces” es ejemplar de la utili-
zación de la cita directa de un habitante de “la villa” como testigo del incendio.
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de una polifonía centrada en los agentes de las burocracias de Estado.
Quisiéramos aquí retomar una constante que venimos trabajando
a lo largo de nuestra investigación: las operaciones de residualidad en
las que se ven envueltos elementos de la teoría de la marginalidad en su
variante germaniana. Hemos visto en repetidas oportunidades que hay un
funcionamiento recurrente del paradigma de la carencia y el atraso a la hora
de construir a “las villas” y sus habitantes. Ya en el artículo periodístico que
origina la serie, aparecen marcas que son huellas de esta condición de pro-
ducción del discurso de la información de Clarín -y también de La Nación,
como ya mostramos- en torno a “las villas”. Veamos algunos ejemplos:

“El asentamiento es uno de los más marginales92 de la ciudad.


La Defensoría porteña denunció el 7 de junio que en el lugar
no había agua, cloacas, luz, ni gas. Las casillas estaban hechas
con cartones, telas y chapas, y muchas tenían como techo la
propia autopista. Por eso había pedido a la comuna que re-
solviera urgentemente la situación de la gente y darle agua
potable, limpiar el lugar, mudarla a viviendas transitorias, y
construirle las definitivas”. (09/02/07 p. 38)

Un primer acercamiento a este párrafo nos permite notar el uso de


la palabra “marginales” y la determinación de su sentido, expresado a
partir de rasgos propios del paradigma de la carencia y el atraso: la au-
sencia de los llamados “servicios básicos” y las “casillas” construidas en
tanto tales, con materiales que se vuelven ilegítimos al ser asociados a un
acto de denuncia y a la “marginalidad”; se contraponen a la “resolución
urgente” de la situación: darle agua potable, limpiar el lugar, mudarla a vi-
viendas transitorias y construirle las definitivas. Vemos cómo se construye
la identificación negativa de los rasgos de “la villa” -ser uno de los asen-
tamientos más marginales- a partir de la oposición con un hábitat/habitar
legítimo. Además, debemos señalar que las acciones de transformación
hacia lo legítimo son puestas en agentes del Estado -Comuna- sometiendo
a un papel pasivo a “la gente” de “la villa”.
Las huellas del paradigma de la carencia y el atraso aparecen nueva-
mente en el recuadro de “opinión” “Punto de vista”, integrando en la identi-
ficación de “la villa” el “uso político” como constitutivo del espacio social:

Titulo: “Un problema más en un lugar de conflictos”


“Si este incendio fue incendio intencional, en pleno año electo-
ral, se podría deber a un pase interno de facturas entre punte-

92 Ya hemos hablado sobre la estrategia tipográfica mediante la cual Clarín pone en primer
plano ciertas palabras a través de la utilización de la “negrita”. En este caso el sintagma “más
marginales”, es puesto en negrita.
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ros de la villa, como a una maniobra política para desprestigiar
candidatos. Y causa enormes daños. En el sur hay anteceden-
tes de conflictos: a mediados de 2006 un grupo de personas
ocupó edificios para viviendas sociales que estaban a punto
de ser entregados a sus dueños en el Bajo Flores. En todos
los casos el juego del poder dentro del asentamiento se hace
sentir internamente y hacia fuera. Ayer, alguien pudo haber
muerto. Y ahora empiezan los padecimientos de quienes todo
lo perdieron, o de los que no pueden volver a ver qué les que-
dó. No tienen nada.”(09/02/07 p. 38)

Hemos citado este artículo in extenso, porque lo consideramos por


demás elocuente y representativo de la estrategia discursiva desplegada
en Clarín en torno a esta serie. Ya el título nos da cuenta de la identifi-
cación negativa de “la villa” en tanto emisión de calificación. Se señala
que hay “un problema más”93, por lo tanto se presupone (Levinson, 1983)
que hay otros problemas a los que se les agrega uno. Además, el espacio
social “villa” es construido como un “lugar de conflictos”. Vemos cómo las
emisiones de calificación en tanto subjetivemas -“problemas-conflictos”-
producen una identificación negativa y esencial del espacio social “villa”.
Decimos negativa, no solo porque estos subjetivemas trabajan sobre un
imaginario donde operan como “disfunciones”94, sino también porque al
interior del artículo se van construyendo los rasgos que, como acciones
atribuidas, determinan a la “villa”. En ese sentido, el primer enunciado
construido en condicional -y por lo tanto portador de una duda y de una
posibilidad-, da por sentada la existencia de “punteros de las villas” y de
sus acciones como “pase interno de facturas”. Todo ello enmarcado en
torno a “causar enormes daños” y a “conflictos”. Vemos cómo la existencia
de sujetos con accionar negativo, es construida en torno a una pertenencia
a la “villa”. Esto queda claro cuando se señala que “el juego del poder den-
tro del asentamiento se hace sentir internamente y hacia fuera”. El “juego
de poder” se ubica al interior del espacio social “villa”, de tal forma que
vemos reaparecer el imaginario de la expansión de la “villa” y sus “con-
flictos/problemas” hacia el afuera95, como en el acápite donde analizamos
93 Para no transformar este trabajo en un constante “juego” de cancelaciones semánticas,
nos remitimos a los ejemplos anteriores en los que hemos utilizado el método consistente
en someter el enunciado a negación e interrogación.
94 “Disfunción” es un término del funcionalismo, corriente sociológica que aunque ha perdi-
do peso dentro del campo académico -salvo en EEUU- creemos trabaja residualmente dentro
del sentido común. En tanto, como estamos viendo, “conflictos y problema”, son construidos
en forma negativa, por lo que se sobreentiende que lo contrario es lo necesario y positivo:
el orden y el equilibrio. Para una revisión crítica e interesante del funcionalismo, desde esa
misma perspectiva, ver el clásico trabajo de Merton (1980). Está de más señalar que no hay
un solo funcionalismo; sino diferentes “escuelas” y subdivisiones.
95 Lo que estamos señalando no es contradictorio con lo que sostenemos en la introducción
de este acápite en torno al uso político de la “villa” desde el afuera hacia el adentro. De hecho
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la serie de “los narcos peruanos”.96 Vemos también la división del espacio
social como una constante de la puesta en juego del poder simbólico en
los medios como prescripción y construcción de un “orden de las cosas”,
o sea, una apuesta por una violencia simbólica.
Finalmente, en el artículo periodístico vemos reaparecer el para-
digma de la carencia y el atraso: “Y ahora empiezan los padecimientos de
quienes todo lo perdieron, o de los que no pueden volver a ver qué les que-
dó. No tienen nada.” La constante con la que se identifica a los habitantes
de la “villa” con la “nada”, con la carencia, reaparece de la mano del
“incendio”. Pero veremos que aunque el discurso se construya en torno a
la carencia “material” de los habitantes de “la villa”, otras “pertenencias”
aparecerán pero con marcas negativas. En ese sentido encontramos, “la
politización de la villa” como elemento negativo.
En los artículos periodísticos del día siguiente (10/02/07, p. 60)
Clarín continúa con su estrategia ligada a la intencionalidad, señalando
en el título “Investigan motivaciones políticas en el incendio de la villa de
Soldati”. Clarín se conforma como sujeto del enunciado para afirmar: “tal
como anticipó Clarín, el fuego fue intencional”. A partir de allí, retoma las
citas de fuentes oficiales y judiciales que confirman la intencionalidad y/o
su investigación97. De esta forma, vemos cómo el efecto de ilusión de
totalidad (Zullo, 2002) reaparece y la polifonía va quedando presa de la
enunciación de Clarín: es Clarín el que lleva hacia lo público la “verdad”
del acontecimiento, a través del proceso de su construcción.
Como señalamos desde el comienzo, “la politización de la villa”
como una posible -o mejor dicho probable- causa del incendio comienza a
aparecer cada vez más en el discurso como algo plausible. La recurrencia
de ello es constante, tanto en citas directas de agentes de las burocracias
de Estado como en los enunciados “a cargo” del propio agente Clarín.
Veamos algunos ejemplos:

Título: “El móvil”98


“Que fue intencional ya quedó claro. Ahora llega la parte com-
pleja de la investigación, donde habrá que apuntar hacia el o
los culpables que pusieron en riesgo 1.400 vidas y cuales fue-

veremos cómo el movimiento del proceso de construcción discursiva opera en ese sentido.
96 En el artículo periodístico que enmarca a “Punto de vista” encontramos también una refe-
rencia a “la interna”: “Fuentes que conocen muy bien la villa sostenían anoche que “pudo ser
un atentado con intencionalidad política, ligado a la interna del barrio (…)”. Ver “Investigan
motivaciones políticas en el incendio de la villa de Soldati” (09/02/07 p. 38).
97 Las citas de fuentes en tanto agentes de las burocracias de Estado comienzan a aumentar
paulatinamente a partir de aquí, de tal forma de empezar a desplazar al uso de los habitantes
de las “villas” como fuentes, relegándolos cada vez más hacia “la anécdota” y la descripción
de la cotidianeidad, propia de la nota color. Ver por ejemplo la nota color “Dolor, colas y
dudas el día después” (10/02/07 p. 61).
98 El artículo citado es otro ejemplo de “Punto de vista”.

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ron sus motivaciones. Se trata de un asentamiento politizado,
acostumbrado a realizar reclamos, en un año marcado por las
elecciones a jefe de gobierno. Un cóctel que impulsa a pensar en
un móvil político con ganadores y perdedores. (10/02/07 p. 61)

La existencia del asentamiento en tanto politizado es una afirmación.


En este caso “politizado” es remitido a la costumbre de hacer reclamos
lo cual, cruzado con el año electoral, produce un cóctel con ganadores y
perdedores. Pero, teniendo en cuenta que la “villa” es definida -emisiones
de calificación- por su “politización” podemos, a través del interdiscurso,
entrever qué sentido va adquiriendo “la politización”:

Titulo: “Una villa muy politizada”


“El Cartón” es una villa muy combativa y politizada, conocida
porque algunos vecinos suelen cortar las cercanas vías del Pre-
metro cada vez que quieren hacer valer sus reclamos.
Según confirmaron fuentes que conocen bien el lugar, en Di-
ciembre los vecinos acusaron a un delegado que respondía al
Polo Obrero de provocar un incendio. El delegado que, decían,
tenía una casilla pero no vivía allí, desapareció y no volvió más
(…) (10/02/07 p. 61)

Nos permitimos citar in extenso porque creemos que en este artícu-


lo -y a partir de las relaciones interdiscursivas que venimos trazando- se
pueden encontrar, entre otras cosas, huellas del funcionamiento de la
estrategia discursiva de Clarín en torno a esta serie.
Para comenzar, debemos señalar que en el título y en el primer pá-
rrafo se establece una relación interdiscursiva: se retoman las afirmaciones
-emisiones de calificación en torno a la politización de la villa muy politiza-
da, muy combativa- así como acciones atribuidas: conocida porque algunos
vecinos suelen cortar las cercanas vías del Premetro cada vez que quieren
hacer valer sus reclamos. Por otro lado se vuelve a apelar a una fuente en
términos imprecisos (Charaudeau, 2003) -“Según confirmaron fuentes que
conocen bien el lugar”- como se lo hace en el artículo “marco” de la página
60 del periódico. Esta estrategia permite afirmar hechos desligándose de
establecer a un sujeto responsable de la información. De alguna manera,
hay cierta ruptura del efecto de objetividad. Aunque parezca paradójico,
las fuentes, en tanto efecto de sentido, remiten al “estar ahí”, al ser “tes-
tigo”, los cuales funcionan como operadores de verosimilitud. Cuando hay
imprecisión en torno a las fuentes, esa verosimilitud comienza a desva-
necerse. Sin embargo permite todavía sostener cierto grado de referencia
a la “objetividad” al remitirse a “fuentes”, amparándose en el imaginario
implícito del derecho de protección del informante. Todo esto nos remite

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a la violencia simbólica. De hecho, esta imprecisión igualmente permite
seguir construyendo “un orden de las cosas”, tentativa fundamental del
funcionamiento del poder simbólico.
En ese sentido vamos a retomar las afirmaciones en torno a la “vi-
lla” como “politizada y combativa”: los ejemplos que se ponen al respecto
remiten a “delegados” y “punteros” que responden a una organización
(Polo Obrero) -efecto de institucionalidad- que realiza actos como “cortar
las cercanas vías del premetro”, “provocar un incendio”. Todos actos ne-
gativos -podríamos decir ilegales- en tanto funcionan dentro del interdis-
curso en su ligazón con la calificación de “la villa” como “problemática/
conflictiva” (09/02/07 p. 38) y como “combativa y politizada”.
La aparición de apelativos con fuerte carga semántica política, como
“puntero y delegados”, es clave para el avance de la estrategia discursiva
hacía la construcción de una escena de lucha política. El desplazamiento
se comienza a producir, como ya señalamos, desde el uso de la voz de los
habitantes de la “villa” como testigos, pasando por la anécdota y detalles
sobre la cotidianeidad tras el incendio a la puesta en juego de las voces de
agentes del Estado y de “punteros” de la “villa”. De hecho, en la noticia
que estamos analizando se señala:

(…) Luego un grupo de mujeres empezó a disputarse el lideraz-


go por la representatividad de los vecinos (…)
Un grupo detrás de una puntera que milita en el Polo Obrero
es el que ahora está acampando desde la entrada del asenta-
miento hasta el final, frente a los restos del incendio. Y recla-
man nuevas tierras para asentarse. Los demás aparecen menos
organizados o al menos no tenían líderes a quien seguir. Pero
la pelea interna es por quién capitaliza los reclamos de “El Car-
tón” cuando finalmente lleguen soluciones” (10/02/07 p. 61)

Vemos cómo al describir las acciones de algunos habitantes de la


“villa”, o a la “villa” misma, se conforma un campo semántico asociado
al combate: combativa, disputa, pelea. De esta forma, las acciones y las
características de la “villa” y sus habitantes se ligan a un campo semántico
con carga negativa. Mientras tanto se señala: “Los demás aparecen menos
organizados o al menos no tenían líderes a quien seguir. Pero la pelea in-
terna es por quién capitaliza los reclamos de “El Cartón” cuando finalmente
lleguen soluciones”. Los sujetos del enunciado que no entran dentro del
campo semántico del combate, quedan exentos de la ligazón política -que
opera en forma negativa al estar asociada al incendio- pero constituidos
como pasivos -“menos organizados, sin líderes a quien seguir” (sic)-. Es
también interesante señalar el hecho de que se hable de “pelea interna”,
con lo cual se esencializa aún más el espacio social, en tanto división del

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mundo social.
El “capitalizar los reclamos (…) cuando lleguen las soluciones” apa-
rece como el objetivo del “combate”. La aparición del modelo de la lle-
gada, como estrategia discursiva, nos remite en este caso a la entrada de
“soluciones”, lo cual ante un “problema” -como se califica al incendio-,
adquiere un sentido positivo. Sin embargo, la acción de “capitalizar” como
objetivo del combate, implica una apropiación de las “soluciones” frente
a otros sectores99 y, como tal, carga aún más negativamente el accionar
de “punteros y delegados” dentro del espacio social construido como “vi-
lla”. Vemos entonces que, finalmente, “la politización” de los habitantes
de la “villa” opera, en todos los casos, a través de una carga semántica
negativa.

1.1. Visiones y divisiones del espacio-mundo social (parte uno): “los


vecinos entre el barrio y la villa”
A partir de las noticias publicadas el 10/02/07, se perfilan dos ejes
en la estrategia discursiva de Clarín en pos de la construcción del aconte-
cimiento: la continuidad de “la intencionalidad política” del incendio y la
división del mundo/espacio social entre “vecinos” barrio/vecinos “villa”.
Vamos a comenzar por analizar esta división del mundo/espacio social a
partir de algunos ejemplos:

Título: “Protestan contra el traslado”


Epígrafe: “Corte. Los vecinos temen un nuevo asentamiento
en Cruz y Varela”
“La decisión del Gobierno porteño de construir viviendas para
los vecinos de “El Cartón” en los terrenos de Cruz y Varela, Sol-
dati, generó protestas y una concentración de vecinos de la
zona que resistían el traslado de la gente de la villa.
“En la ciudad hay 24 villas y estamos rodeados de 20. Pagamos
impuestos como zona residencial. Que las distribuyan por otros
lugares”, decía una de las que protestaba.” (10/02/07 p. 60)

Este artículo periodístico abre la construcción de una división en


torno al sentido del sustantivo “vecinos”. Podríamos señalar que “veci-
nos” como así también “villa”100, se juegan como signos ideológicos en
el ruedo de la lucha de clases (Voloshinov, 1992; Hall S., 1984). Con esto
queremos decir que hay una disputa en torno a su sentido y que la ten-
sión generada por ella se puede ver -por lo menos aquí- en el uso que
“vecinos” va adquiriendo.
99 Debemos señalar que la acción de “combate” lleva implícito más de un sector combatien-
te, por lo tanto, hay otros sectores que luchan por “capitalizar las soluciones”.
100 Un buen ejemplo de cómo “villa” y “villeros” adquieren sentidos opuestos, se puede
encontrar en el trabajo de Gúber y Gravano (1991).
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La cita directa sin apelación a un sujeto identificado como “respon-
sable” del discurso, aporta a la construcción de un colectivo “vecinos-villa
asentamiento”101, como “temor” para los “vecinos-Soldati”. De hecho, en
la cita directa se señala: “En la ciudad hay 24 villas y estamos rodeados
de 20. Pagamos impuestos como zona residencial. Que las distribuyan por
otros lugares”. Vemos que aquí se construye una clara oposición entre
zona residencial y “villa”, dónde el pagar impuestos funciona como una
dimensión positiva que delimita un espacio social con determinadas ca-
racterísticas -“residencial”- frente a la “villa” como lo otro que residencial
-lo otro negativo-. Ante ello, “la protesta” de los “vecinos - Soldati”. De
hecho, es interesante señalar que lo “residencial” como objeto de pagar
impuestos, es definido en el interdiscurso a partir de una promesa: “La
comuna prometió viviendas (…) también para la gente de Soldati y un embe-
llecimiento del barrio. A cambio los vecinos levantaron el corte” (11/02/07 p.
52). O sea que lo “residencial” remite a rasgos -viviendas/belleza- opues-
tos a los adjudicados a “villa-asentamiento”. Rasgos adjudicados a las
“villas” de los que hemos hablado in extenso a lo largo de este trabajo.
Podemos señalar que es en este punto donde se anudan los dos
ejes constituyentes de la construcción del acontecimiento. La división a
la que se ve sometida el signo ideológico “vecinos” se articula con “la
intencionalidad política”:

“Al día siguiente del incendio, la Comuna confirmó lo que los


vecinos decían desde el principio, tal como adelantó Clarín:
que el fuego fue intencional. La causa sería una pelea entre
bandos políticos de la villa, aunque hay quienes sostienen que
la agresión llegó de parte de los otros vecinos de Soldati. Al
respecto, Schiavi (Ministro de Obras Públicas)102 aseguró: La
Politización interna en la villa es bestial. Y también es cierto
que había mucha tirantez con los vecinos de Soldati. Hay que
investigar”. (12/02/07 p. 38)

Sobre este párrafo debemos señalar varias cuestiones. En primera


instancia Clarín vuelve a poner en juego la recurrente estrategia discur-
101 Como se puede observar, estamos construyendo lo que Stuart Hall llama cadenas de
“significantes” (Hall S., 1998), de tal forma de ir constituyendo las oposiciones de sentido
que se producen en el discurso -y en el interdiscurso-. Es problemático teóricamente, desde
el marxismo, remitir al concepto de “significante” como hace Stuart Hall -inspirándose en
Lacan (2002) quien se basa en Saussure (1976)- teniendo en cuenta que el significante en
Saussure (1976) no es un componente material, sino psíquico -imagen acústica- del signo.
Nos llama la atención que Laclau (1996: 69) cometa también este error -habla de sonidos-.
Sería propio utilizar otro concepto para no llamar a equívocos; y/o basarse en una semiótica
de segunda -o tercera generación- donde se pueda trabajar con la materialidad del sentido
-el representamen peirceano es “material”-. (Verón, 1987 a y b; 1995, a y b; 2004).
102 Lo puesto entre paréntesis es nuestro, dado que en párrafos anteriores del artículo pe-
riodístico aparece la referencia institucional.
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siva basada en “atrapar” la polifonía dentro de su discurso: “...la Comu-
na confirmó lo que los vecinos decían desde el principio, tal como adelantó
Clarín: que el fuego fue intencional.” Podemos señalar que esta estrategia
responde -entre otras cosas- a una lucha al interior del campo periodístico
por la adjudicación de “la primicia” (Bourdieu, 1997 a). En ese sentido, el
efecto de ilusión de totalidad (Zullo, 2002) como rasgo de Clarín, es tam-
bién una apuesta de lucha -diferenciación/distinción- dentro en el campo
periodístico.
Retomando “la politización”, vemos reaparecer la “pelea entre ban-
dos políticos de la villa” y la “tirantez” entre “vecinos-villa” y “vecinos-
Soldati” como posibles causas -se usa el condicional “sería”- del incendio.
Además, para apoyar estas hipótesis en torno a la construcción del aconte-
cimiento, se cita a un agente legítimo de la burocracia de Estado -Schiavi-
quien, a través de un subjetivema-tropo clásico en la construcción de la
figura de lo popular -bestial103- da cuenta de la importancia y las caracte-
rísticas no humanas -¿irracionales?- del accionar político en la “villa”.
A partir de aquí, producida la articulación entre los ejes señalados,
intentaremos dar cuenta del proceso mediante el cual, “la pelea interna de
los bandos de la villa y su politización” se va transformando en un espacio
de lucha entre “políticos de profesión” (Weber, 1989). Veamos un ejemplo
de cómo se comienza a desarrollar la construcción de la escena política
como lucha entre agentes del Estado:

Cintillo: “Fuego en Soldati”


Volanta: “El Gobierno Porteño presentó pruebas ante la justi-
cia y sostiene que hubo un móvil político”
Título: “Incendio en la villa: fuertes cruces tras la denuncia de
la Comuna”
Copete: “La Ministra Cerruti pidió ayer que investiguen a un
ex diputado y a punteros. Y vinculó a un funcionario nacional.
Dice que sabían del incendio. Los acusados afirman que se tra-
ta de una operación política”
Epígrafe: “Pruebas. A los investigadores les sorprendió que
se hayan podido sacar electrodomésticos pese al fuego”
(22/07/07 p. 36)

En este artículo periodístico -a página completa, lo cual da cuenta


de la importancia atribuida por Clarín a la construcción de la escena po-
lítica- se puede observar a las claras el desarrollo de la estrategia discur-
103 La bestialización/animalización de los sectores populares -el “periodismo deportivo”
es ejemplar en esto; aunque no es excluyente- en torno a sí y a sus acciones es clásica en
tanto producto de un racismo de clase y, en este caso, de un racismo de Estado (Foucault,
2000). Ver Vilker (2006) para la prensa policial popular y Shohat y Stam (1994) en torno a
los “tropos del imperio” en el cine.
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siva: el abandono de una polifonía que incluye las voces de los sectores
populares por una polifonía centrada en agentes burocráticos del Estado
–Ministra, funcionario- y lo que podríamos llamar “políticos profesionales”
-diputado y “puntero” de la “villa”-. Para prueba de la construcción de la
escena política contamos con los “destacados” que Clarín construye en
este mismo artículo -fiel a su estrategia en la construcción de una propues-
ta de lectura, cuestión que ya analizamos-:

Qué dijeron:
“Los delegados de Devoto estuvieron en la villa los días pre-
vios al incendio. Fue intencional: no puede ser que no supie-
ra.” Ministra Gabriela Cerruti.
“La acusación es una infamia. Estuve de vacaciones desde el
27 de Enero hasta el día del incendio, y lo puedo probar”. Ex
Diputado Tomás Devoto.
“Me acusan por una charla en la que jamás hablé de quemar
nada. Hay un evidente Fin político. Trabajo con Filmus.” Fun-
cionario Gabriel Fuks.
“Me da lastima. El compañero Telerman nos conoce desde la
época de Grosso, cuando caminábamos juntos los barrios.” Di-
rigente Gladys Miño. (22/07/07 p. 36)
“Acusan a una dirigente de Ibarra (Gladys Miño) por el incen-
dio en la Villa El Cartón” (12/08/07 p.52)

La serie de Clarín sobre “el incendio de Villa El Cartón” termina de


definir de esta manera su estrategia discursiva. La polifonía responde a la
constitución de una escena política que se liga justamente con “la disputa
electoral”, “el cóctel” del que ya hablamos cuando analizamos el artículo
-sección “Punto de vista”- “El Móvil”. El uso de la “villa” como espacio
social en torno a la disputa política se construye a partir del “modelo de
la llegada”. De hecho, “la pelea interna” como hipótesis toma otro tenor
al señalar “un móvil político” operado por agentes del Estado. Habría
entonces un uso de la “villa y de sus habitantes” en torno a disputas po-
líticas: como víctimas del incendio o como productores materiales de los
delegados/punteros (06/03/07 p.44).
De esta manera, “el modelo de la llegada” -como entrada de accio-
nes y objetos que construyen discursivamente a la “villa”- se desarrolla en
este caso para establecer otra -una más- identificación negativa: la villa y
sus habitantes son “usados”, por ejemplo, se cita a Telerman señalando
“el manipular voluntades” (22/07/07 p. 36) y en ese sentido, son activos a
través de una pasividad. Aunque lo que acabamos de señalar parezca con-
tradictorio, las acciones al ser construidas en torno a la “manipulación”,

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carecen de la actividad voluntaria del sujeto por “mottu propio”104 –por
eso se cita “el manipular voluntades”.
Para finalizar este análisis queremos señalar que la judicialización
del acontecimiento, la cual venía tomando consistencia a partir de “la de-
nuncia de la Comuna”, se articula con las “denuncias y cruces” entre los
agentes del Estado. De esta manera, podemos establecer como ejemplos
algunos títulos que -a partir de este cambio en la estrategia discursiva en
torno a la polifonía- constituyen la serie:

Volanta: “Habrá hoy una presentación en la justicia”


Titulo: “Incendio en la villa105: El gobierno porteño acusará a
políticos”
Copete: “Sostiene que se trató de un atentado y que habían
avisado a la gente lo que iba a pasar” (21/02/07 p. 34)

Volanta: “Tras las acusaciones de la Ministra porteña de Dere-


chos Humanos”
Título: “Incendio en la villa: Crece la pelea judicial”
Copete: “El ex legislador Tomás Devoto y el funcionario nacio-
nal Gabriel Fuks denunciarán a Cerruti” (23/02/07 p. 48)

Finalmente, los remitimos a la serie para que se constate que su


construcción se desarrolla en el sentido señalado, trabajando siempre so-
bre una polifonía constituida por citas y referencias directas e indirectas a
los agentes del Estado como construcción de la escena política.

1.2. Recapitulación sobre la construcción del acontecimiento en Clarín


Antes de ingresar al análisis del diario La Nación, quisiéramos re-
marcar algunas de las conclusiones a las que fuimos llegando en este
apartado.
Como señalamos al comenzar este análisis, en su extensa serie
sobre “el incendio en Villa El Cartón”, Clarín establece un desplazamiento
clave en el uso estratégico de la polifonía: la utilización de la “voz” de los
habitantes de la “villa” como testigos del hecho va desapareciendo lenta-
mente para ser reemplazada por una puesta en escena de la relación de
fuerzas entre los diferentes agentes del Estado, a través de citas directas.
De esta manera, “la villa” se vuelve un espacio construido en torno a un
“uso político” desde afuera hacia adentro: una variante más del modelo
de la llegada. También vimos cómo, a partir de las noticias publicadas el
104 Nuevamente: no creemos en la existencia de un sujeto racional “dueño” de sus prácticas,
sean o no discursivas. Cuando nos referimos a “la actividad voluntaria del sujeto por “mottu
propio”; estamos refiriéndonos al sentido común.
105 Vemos cómo el sintagma “incendio en la villa” es un operador recurrente, dando cuenta
de la constitución de la serie.
-140- www.koyatuneditorial.com.ar
10/02/07, se perfilan dos ejes en la estrategia discursiva de Clarín en pos
de la construcción del acontecimiento: la continuidad de “la intenciona-
lidad política” del incendio y la división del mundo/espacio social entre
“vecinos” barrio/vecinos “villa”.
A lo largo del análisis hemos mostrado cómo las huellas del para-
digma de la carencia y el atraso reaparecen, integrando en la identifica-
ción de “la villa” el “uso político” como constitutivo del espacio social: el
espacio social “villa” es construido como un “lugar de conflictos”. En ese
sentido, se da por sentada la existencia de “punteros de las villa” y de sus
acciones como “pase interno de facturas”. Todo ello enmarcado en torno
a “causar enormes daños” y a “conflictos”. Como señalamos desde el co-
mienzo, “la politización de la villa” como una posible -o mejor dicho, pro-
bable- causa del incendio comienza a aparecer cada vez más en el discurso
como algo plausible. La recurrencia de ello es constante, tanto en citas
directas de agentes de las burocracias de Estado, como en los enunciados
“a cargo” del propio agente Clarín. Es así que se retoman las emisiones
de calificación en torno a la politización de la villa -muy politizada, muy
combativa- así como acciones atribuidas: conocida porque algunos vecinos
suelen cortar las cercanas vías del Premetro cada vez que quieren hacer valer
sus reclamos. Los ejemplos que se ponen al respecto remiten a “delega-
dos” y “punteros” que responden a una organización (Polo Obrero) -efecto
de institucionalidad- y que realizan actos como “cortar las cercanas vías
del premetro”, “provocar un incendio”. Todos actos negativos -podríamos
decir, “ilegales”- en tanto funcionan dentro del interdiscurso en su ligazón
con la calificación de “la villa” como “problemática/conflictiva” (09/02/07
p. 38) y como “combativa y politizada”.
La aparición de apelativos con fuerte carga semántica política, como
“puntero y delegados”, es clave para el avance de la estrategia discursiva
hacía la construcción de una escena de lucha política. El desplazamiento
se comienza a producir, como ya señalamos, desde el uso de la voz de los
habitantes de la “villa” como testigos, pasando por la anécdota y detalles
sobre la cotidianeidad tras el incendio a la puesta en juego de las voces
de agentes del Estado y de “punteros” de la “villa”.
Vimos también cómo al describir las acciones de algunos habitantes
de la “villa”, o a la “villa” misma, se conforma un campo semántico asocia-
do al combate: combativa, disputa, pelea. De esta forma, las acciones y las
características de la “villa” y sus habitantes se ligan a un campo semán-
tico con carga negativa. Mientras tanto se señala: “Los demás aparecen
menos organizados o al menos no tenían líderes a quien seguir (sic) Pero
la pelea interna es por quién capitaliza los reclamos de “El Cartón” cuando
finalmente lleguen soluciones”. Los sujetos del enunciado que no entran
dentro del campo semántico del combate, quedan exentos de la ligazón
política -que opera en forma negativa al estar asociada al incendio- pero

www.koyatuneditorial.com.ar -141-
constituidos como pasivos -“menos organizados, sin líderes a quien seguir”
(sic). Es también interesante señalar el hecho de que se hable de “pelea
interna”, con lo cual se esencializa aún más el espacio social, en tanto
división del mundo social.
El “capitalizar los reclamos (…) cuando lleguen las soluciones” apare-
ce como el objetivo del “combate”. La aparición del modelo de la llegada
como estrategia discursiva nos remite en este caso a la entrada de “solu-
ciones”, lo cual ante un “problema” -como se califica al incendio- adquiere
un sentido positivo. Sin embargo, la acción de “capitalizar” como objetivo
del combate, implica una apropiación de las “soluciones” frente a otros
sectores y, como tal, carga aún más negativamente el accionar de “punte-
ros y delegados” dentro del espacio social construido como “villa”. Vemos
entonces que finalmente “la politización” de los habitantes de la “villa”
opera, en todos los casos, a través de una carga semántica negativa.
La serie de Clarín sobre “el incendio de Villa El Cartón” termina de
definir una estrategia discursiva: la polifonía responde a la constitución
de una escena política que se liga justamente con “la disputa electoral”.
El uso de la “villa” como espacio social en torno a la disputa política se
construye a partir del “modelo de la llegada”. De hecho, “la pelea interna”
como hipótesis toma otro tenor al señalar “un móvil político” operado por
agentes del Estado. Habría entonces un uso de la “villa y de sus habi-
tantes” en torno a disputas políticas: como víctimas del incendio o como
productores materiales de el-los delegados/punteros.
De esta manera, “el modelo de la llegada” se desarrolla en este
caso para establecer otra identificación negativa: la villa y sus habitantes
son “usados”, por ejemplo, se cita a Telerman señalando “el manipular
voluntades” (22/07/07 p. 36) y, en ese sentido, son activos a través de
una pasividad. Aunque lo que acabamos de señalar parezca contradictorio,
las acciones, al ser construidas en torno a la “manipulación”, carecen de
la actividad voluntaria del sujeto por “mottu propio” -por eso se cita “el
manipular voluntades”-.
Nos detendremos finalmente en algunas conclusiones en torno a la
división del mundo/espacio social entre “vecinos” barrio/vecinos “villa”.
En el artículo periodístico que abre la construcción de una división en tor-
no al sentido del apelativo “vecinos”, este sustantivo como el subjetivema
“villa” se juegan como signos ideológicos en el ruedo de la lucha de clases
(Voloshinov, 1992; Hall S., 1984). Con esto queremos decir que hay una
disputa en torno a su sentido y que la tensión generada por ella se puede
ver -por lo menos aquí- en el uso que “vecinos” va adquiriendo.
El uso de la cita directa movilizada por el discurso de Clarín, aporta
a la construcción de un colectivo “vecinos-villa asentamiento”, como “te-
mor” para los “vecinos-Soldati”. A medida que el discurso se despliega, se
construye una clara oposición entre la “zona residencial” y “villa”; dónde

-142- www.koyatuneditorial.com.ar
el pagar impuestos funciona como una dimensión positiva que delimita
un espacio social con determinadas características -“residencial”- frente a
la “villa” como lo otro que residencial -lo otro negativo-. Ante ello es que
emerge “la protesta” de los “vecinos-Soldati”. De hecho, es interesante
señalar que lo “residencial” como objeto de pagar impuestos, es definido
en el interdiscurso a partir de una promesa: “La comuna prometió vivien-
das (…) también para la gente de Soldati y un embellecimiento del barrio. A
cambio los vecinos levantaron el corte”. O sea, que lo “residencial” remite
a rasgos -viviendas/belleza- opuestos a los adjudicados a “villa-asenta-
miento”. Rasgos adjudicados a las “villas” que, a partir de una alteridad
radical, persisten en su construcción como lo siempre ya negativo.

2. La Nación: “la semantización de la violencia políti-


ca” o cuando “los nativos son nuestros vecinos”106
Comenzamos señalando que la serie constituida por La Nación en
torno al “incendio de Villa El Cartón”, es menor; tanto en la cantidad de
artículos, como en su extensión. Sin embargo, lo que particularmente nos
interesa es reconstruir las estrategias discursivas en torno a cuestiones
que nos parecen claves: “la intencionalidad” y la construcción de la escena
política; y el funcionamiento del apelativo “vecinos”.

Volanta: “En Villa Soldati: decenas de personas debieron ser


atendidas en varios hospitales porteños”
Título: “Un incendio arrasó un asentamiento”
Copete: “Destruyó las casillas de 470 familias, que denuncia-
ron que el siniestro fue intencional; la oposición cargó con Te-
lerman” (09/02/07 p. 13)

Con esta estructura de títulos, La Nación inicia la serie sobre el


“incendio de villa El Cartón”. Como se puede ver, será en el copete donde
se haga referencia a “la intencionalidad” del incendio. En Clarín “la inten-
cionalidad” se va construyendo como “primicia”, a partir de su ubicación
en el título. Es ese sentido, La Nación procede a partir de una operación
de sentido basada en un criterio de “objetividad”: será el titulo el que de
cuenta del “acontecimiento” de la manera más referencial posible, mien-
tras que en Clarín la operación de referencial queda a cargo de la volanta.
De esta forma se produce una discriminación en torno a qué es más im-
portante: si “el incendio” o su “intencionalidad”.
Sin embargo, el criterio de objetividad de La Nación no podrá ser
106 Estamos “remitiendo” con los títulos, en primer lugar, a un texto ya clásico pertene-
ciente a los primeros análisis del discurso de Verón (1969) y, en segundo lugar, a un ensayo
de la antropóloga Faye Ginsburg (2004) sobre el trabajo de campo aplicado en la propia
sociedad.
www.koyatuneditorial.com.ar -143-
sostenido demasiado tiempo, por dos razones. La primera tiene que ver
con la competencia en torno a la “primicia” (Bourdieu, 1997 a). Una vez
que Clarín titula en torno a “la intencionalidad”, al día siguiente La Nación
recurre a la misma estrategia107 pero sin arrogarse la “primicia” -cosa que,
como vimos, hace Clarín-. Por otra parte, como venimos sosteniendo a lo
largo de la investigación, La Nación desarrolla una estrategia en la cual es
central la construcción de la escena política y la interpelación a los agentes
de las burocracias de Estado como “denuncia”. Hacia allí se va desarro-
llando su estrategia discursiva.
De hecho, ya en la estructura de títulos que da comienzo a la serie,
se inicia el desarrollo de la apuesta que conforma la estrategia discursiva,
al señalar en el copete: “la oposición cargó con Telerman”. Si comparamos
con Clarín, veremos que lo importante es que el copete de cuenta de que
“los vecinos, la comuna y la policía” “afirman” la hipótesis de la “inten-
cionalidad”. En La Nación se está construyendo desde el comienzo una
relación que podríamos señalar como de “lucha” -se utiliza el verbo/sub-
jetivema “cargó”, entre sectores opuestos en la escena política-. Creemos
que la referencialidad que opera en el título se comienza a disipar con el
final del copete, anticipando lo que va a ser la verdadera apuesta de La
Nación por una violencia simbólica: la construcción de la escena política,
la interpelación a las burocracias de Estado en términos de denuncia y la
división del mundo social entre “vecinos” y “damnificados-villeros”.
Teniendo en cuenta lo que hemos señalado, continuaremos anali-
zando el comienzo de la serie. La Nación, comienza construyendo el acon-
tecimiento a partir de cuatro artículos periodísticos separados, utilizando
el total de la página. Esto nos interesa particularmente, porque a partir de
cómo se construye la información -incluso en términos de la diagramación
de la página- se va desarrollando la producción discursiva de la escena
política y la interpelación a los agentes del Estado.
La noticia que hace de “marco” -que engloba a las demás y objetiva
el acontecimiento108- se constituye a partir de la estructura de títulos que
hemos analizado al comenzar el acápite. La construcción de una polifonía
basada en la voz de los habitantes de la “villa”, no aparece desde el co-
107 Titulo: “Confirman que el incendio fue intencional” (10/02/07).
108 Las prácticas de construcción discursiva objetivan las fisonomías del mundo. La fenome-
nología de Merleau Ponty (1957 a y b) es superadora -aunque sea anterior temporalmente-
de los planteos “idealistas” de las filosofías y ciencias sociales llamadas “posmodernas”. Al
criticar el positivismo, el empirismo y el dualismo cartesiano, Merleau Ponty supera la mirada
idealista del mundo para la cual solo hay discurso(s). De hecho, la existencia de un sentido
pre-objetivado, pre-judicativo -lo que sería “un sentido práctico” en términos de Bourdieu
(2007)- es una de las claves de la fenomenología de Merleau Ponty. Incluso autores postmar-
xistas como Laclau y Mouffe (2004) señalan el carácter superador de la filosofía de Merleau
Ponty (Laclau y Mouffe, 2004: 147). Además afirman “el carácter material de toda estructura
discursiva”, llegando a sostener, a partir de una referencia a Wittgenstein, que “…la conexión
con la idea de piedra no ha sido suficiente, hasta donde sepamos, para construir ningún edifi-
cio” (Laclau y Mouffe, 2004: 147).
-144- www.koyatuneditorial.com.ar
mienzo como un elemento central en la construcción del acontecimiento.
En Clarín, el abandono de esta constitución de la polifonía es progresivo,
en La Nación la voz de los habitantes de la villa es abandonada casi de
inmediato y solo remite a la información que puedan brindar como “testi-
gos”. Como ya señalamos, para La Nación lo central es la escena política,
que funciona como trasfondo “del incendio y la intencionalidad”, no así
la voz de los “damnificados”109. Si comparamos la “cabeza” de la noticia
central con la “cabeza” construida por Clarín, podremos ver cómo La Na-
ción, si bien trabaja sobre “la intencionalidad”, no pone en juego la voz
de los habitantes de la villa -cosa que Clarín hace, como ya mostramos110-.
Veamos la “cabeza” del artículo del La Nación:

“En lo que, según los habitantes del lugar y fuentes del go-
bierno porteño, podría tratarse de un hecho intencional, un in-
cendio arrasó ayer con casi todas las casillas precarias donde
vivían unas 470 familias en el asentamiento El Cartón, en el
barrio porteño de Villa Soldati…”(09/02/07 p. 13)

Como podemos ver, no encontramos citas directas de las fuentes a


las que se les adjudica el señalar la intencionalidad del hecho. Recién en el
tercer párrafo se realiza una cita directa, pero sin un referente subjetivo: se
habla de “los habitantes del asentamiento”: “nos habían amenazado, y ya
incendiaron seis casas hace algunos meses”, denunciaron”. Luego, dentro
de este artículo, no se encuentran más citas de la voz de habitantes de la
“villa”/asentamiento”.
Por una alteración en la modalidad del mensaje -tema/rema (Main-
gueneau, 1980)-, lo que se pone por delante es la intencionalidad: la ter-
cera coma (…un hecho intencional, un incendio…) separa las dos partes del
sintagma, que son las que se invierten estableciendo la preeminencia de
“la intencionalidad” sobre “el incendio”. Esto es un ejemplo de cómo la
referencialidad a la que se apela en el título empieza a disiparse a medida
en que se va desarrollando la construcción del acontecimiento. También
debemos señalar que el uso del verbo en condicional (podría) pone “en
suspenso” la existencia de la intencionalidad, construyéndola como algo
posible y sobre lo que opera una duda. Por ello el titulo del día siguiente
-“Confirman que el incendio fue intencional” (10/02/07)- establece la cer-
teza que permite romper con el condicional, modalidad -si se extiende
durante mucho tiempo- problemática para el discurso de la información
(Charaudeau, 2003), que trabaja sobre todo con información construida
con tiempos verbales pertenecientes al mundo del relato -y el presente
109 Usamos este subjetivema porque es el que recurrentemente utiliza La Nación a la hora
de remitir a los habitantes del “asentamiento”.
110 Nos remitimos al comienzo de este capítulo donde analizamos la “cabeza” de la noticia
“marco” en Clarín.
www.koyatuneditorial.com.ar -145-
de indicativo, del mundo del comentario (Weinrich, 2001)- que expresan
hechos que ocurren o que ocurrieron efectivamente.
Debemos señalar que el desarrollo del artículo periodístico se pro-
duce hacia la constitución de la escena política: los últimos dos párrafos
están dedicados íntegramente a poner en juego los señalado al final del
copete: “…la oposición cargó con Telerman”:

“El incendio también provocó la reacción de la oposición. Des-


de la Legislatura, un sector machista y el kirchnerismo respon-
sabilizaron al gobierno de Telerman por lo sucedido.
Si bien Telerman negó toda intencionalidad política detrás del
hecho, en su gobierno la sensación era otra: que, según indi-
cios materiales y el testimonio de los vecinos, efectivamente
podría haber punteros de algún sector opositor local involu-
crados en el incendio.” (09/02/07 p. 13)

Utilizar esta temática para finalizar el artículo “marco” nos parece


central en el despliegue de la estrategia discursiva. Decimos esto porque
al comenzar a construir la escena política como “lucha” entre sectores
-“cargó”, como semantización de la violencia política-, se establece la
ligazón con los artículos que van a tematizar la relación entre los agentes
burocráticos del Estado, la campaña electoral y la existencia de asenta-
mientos/villas -este ultimo, como ya hemos señalado, es tema central de
“denuncia” en el discurso de La Nación-. Antes de entrar en este análisis
queremos dar cuenta del único espacio donde se pone en juego la voz de
los habitantes de la “villa/asentamiento”.
El segundo artículo periodístico, titulado “La desesperación de per-
derlo todo”, es construido en torno a la modalidad de “nota color”, re-
mitiendo directamente a la experiencia de los “damnificados”. De esta
forma recurre a la cita directa, pero a partir de lo anecdótico de haber sido
testigos “internos” del acontecimiento “incendio”. Más de la mitad de esta
“nota color” se basa en la narración de los hechos y las acciones vividas
por los habitantes del “asentamiento”, sin remitir a la cita directa. En los
extractos en que sí lo hace, se apela sobre todo a que sujetos individuali-
zados -con nombre, apellido y eventualmente edad- den cuenta de cómo
vivieron el incendio, siempre enmarcando los dichos con caracterizaciones
sobre su estado de ánimo:

“Me quedé con los puesto”, decía Olga, con la voz


entrecortada…”
“Lucía Suárez, con los ojos húmedos, no podía dejar de mirar
lo que quedaba de su casa: “Nos llevó años levantarla y aco-
modarnos en ella…” (09/02/07 p. 13)

-146- www.koyatuneditorial.com.ar
Hasta aquí llega la construcción de la polifonía en La Nación, en tor-
no a la puesta en juego de la voz de los habitantes del “asentamiento”. El
carácter que adquiere la cita es puramente referencial en torno a los hechos.
O sea, que remite a un criterio de objetividad del que ya hemos hablado.

2.1. La escena política y su construcción discusiva


Volvamos a la construcción de la escena política. Para retomar este
análisis recurriremos al tercer artículo que tematiza la relación entre “el incen-
dio” y la campaña electoral. Debemos señalar que la construcción de la escena
política forma parte de la apuesta de La Nación por una violencia simbólica:

El análisis de la noticia
Una dura campaña electoral se reavivó con el fuego
“Hasta ayer podía avizorarse que la campaña electoral sería
dura en la ciudad. Ahora, el incendio que arrasó con las casillas
(…) sacó la contienda del plano verbal y la trasladó crudamente
al plano fáctico. No hace falta demasiado para concluir que la
campaña amenaza con ser, en realidad, sucia.
Dos elementos contribuyen a sustentar la observación. Prime-
ro la premura con la que la oposición salió a fustigar la gestión
de Jorge Telerman (…)
Contribuye en segundo lugar a pensar que la campaña electoral
no será para niños de pecho, la sospecha generalizada de que el
incendio en la villa ha sido intencional (…)” (09/02/07 p. 13)

Aunque remitimos a la lectura del artículo completo -donde se re-


curre a la cita indirecta y directa para contraponer a los agentes políti-
cos- hemos seleccionado estas tres partes porque son las que abren la
argumentación. De hecho, este artículo -a diferencia de los otros dos que
hemos recorrido- es “analítico”111 y, puntualmente, argumentativo: se pre-
senta y propone una “conclusión” y se la sostiene argumentativamente
a partir de dos “elementos”. La campaña electoral como “dura y “sucia”
es construida en el discurso como parte del “orden de las cosas”; de ahí
que “el incendio” pase a ser en el discurso de La Nación rápidamente un
indicio -o un medio- hacia otra cosa: la “lucha” política.
Establecido esto es que podemos pasar al último de los artículos de
La Nación, el cual nos parece central, dado que recurre a la interpelación
de los agentes del Estado como “denuncia”. Y es aquí donde podemos
volver a retomar la comparación con Clarín. Vamos a citar algunos frag-
mentos donde se puede observar claramente la constitución de un discur-
so de “denuncia” como interpelación a determinados agentes del Estado:

111 De hecho, el título del recuadro es “El análisis de la noticia”, por lo cual implica un des-
pegue del criterio de objetividad, hacia un polo más cercano a la nota de opinión.
www.koyatuneditorial.com.ar -147-
El escenario
Advertencias que no fueron oídas
“Había una advertencia, un pedido concreto, una recomenda-
ción para el gobierno de la ciudad: reubicar en el menor tiempo
posible a las 470 familias que habitaban la villa El Cartón (…)
La recomendación la había hecho la Defensoría de la Ciudad
hace un mes y medio, luego de que los habitantes de ese asen-
tamiento sufrieran tres principios de incendio (…)
Pero el pedido no fue atendido de inmediato (…)
También en la Legislatura Porteña se lamentan por haber cajo-
neado dos proyectos del diputado Marcelo Meis sobre la villa
El Cartón. El primero del 7 de Abril que declaraba la emergencia
sanitaria y habitacional del lugar, y el segundo del 19 de Abril,
que pedía el traslado y la construcción de viviendas colectivas
(…)” (09/02/07 p. 13)

Analizando estos fragmentos podemos ir notando cómo La Nación


comienza a desarrollar un discurso de “denuncia” el cual, como veremos,
tomará un carácter altamente incisivo en la segunda parte del artículo112.
Además trabaja sobre la advertencia de la “Defensoría” dedicándole este
articulo, mientras que Clarín solo remite a ello en un párrafo de la nota
“marco”. Por lo cual es dable señalar la importancia que adquiere esta
“advertencia” en la estrategia de denuncia de La Nación.
Para comenzar podemos señalar la elocuencia con la que es cons-
truido el título: Advertencias que no fueron oídas. Podríamos preguntarnos
por quiénes no fueron oídas. La cabeza de la noticia no deja dudas al
respecto: el gobierno es quien no oyó “las advertencias, pedidos, reco-
mendaciones” de la Defensoría. Aquí radica el discurso de interpelación/
denuncia de La Nación. El discurso se construye claramente señalando un
“responsable”: el gobierno de Telerman, quién “no atendió el pedido de
inmediato”. Luego trabaja sobre otro “responsable” “La Legislatura por-
teña” y presenta como prueba los proyectos “cajoneados” del sujeto del
enunciado “Meis”. Luego se recurre a una cita directa de este diputado
explicando lo que, en cambio, se hizo (Ver cuarto párrafo). Y finalmente un
“vocero de Jorge Telerman aseguró a La Nación…” -vemos la interpelación-
sobre la decisión tomada.
De esta manera La Nación presenta una primera forma de construc-
ción de la interpelación/denuncia hacia los agentes del Estado, basada
en el caso del incendio en particular. En la segunda parte del artículo se
incorpora el incendio a una serie de hechos relacionados con las “villas/
asentamientos”. Esto es central, porque permite integrar el acontecimiento
112 Este artículo periodístico se encuentra dividido en dos partes a partir de una separación
tipográfica operada por tres asteriscos.
-148- www.koyatuneditorial.com.ar
en la estrategia discursiva general de La Nación en torno a las “villas”:
son un “problema” arquitectónico, urbano y social, cosa que ya hemos
analizado. Veamos cómo comienza la segunda parte:

“Lejos de ser un caso aislado, el incendio en la villa El Cartón se


suma a una serie de hechos que tiene como telón de fondo los
asentamientos de emergencia de la Capital.
Primero fue el incendio en la villa 20 a mediados del año pasa-
do; luego la ocupación de varios terrenos en la villa 31 bis (…)
Fue así como desde la Coordinadora de Villas se denunció una
interna, y se culpó al macrismo, al kirchnerismo y a los sectores
de izquierda de estar agitando la “tranquilidad” de los asen-
tamientos de emergencia. Incluso el propio Presidente de la
Coordinadora de Villas culpó al gobierno de Telerman de haber
generado un clima hostil (…) (09/02/07 p. 13)

La seguidilla de hechos y las denuncias -citas indirectas- que el


discurso de la Nación usa para argumentar en torno a los “responsables”,
tiende a poner en juego la escena política pero con un claro sentido que
se va desarrollando hacia el final del artículo. El “problema” de las “villas/
asentamientos” en tanto tales. Veamos los últimos párrafos.

“Y como si esto fuera poco, durante 2006 la Defensoría del Pue-


blo de la Ciudad reveló un preocupante informe: en los últimos
cinco años se han consolidado 24 nuevos asentamientos de
emergencia en al Capital, que incluyendo las 20 villas que hay
en la ciudad, conforman un conglomerado de pobreza donde
habitan más de 150.000 personas.
Esta población villera sumada a los 200.000 usurpadores que
viven en inmuebles tomados y a otras 70.000 personas que
residen en inquilinatos son el síntoma de una verdadera crisis
habitacional. Crisis que, según el propio gobierno porteño, no
podrá ser resuelta antes de 10 años.” (09/02/07 p. 13)

Nos permitimos citar in extenso porque aquí encontramos claramen-


te los clásicos elementos que conforman la estrategia discursiva de La Na-
ción. El uso de subjetivemas y apelativos como emisiones de calificación
aquí se vuelve muy relevante: el informe es “preocupante”, porque crecen
los asentamientos en cantidad de gente y en extensión -tema del que ya
hemos hablado- y porque esa cantidad de gente -expresada en números,
como estrategia de objetivación y veracidad- habita en un “conglomerado
de pobreza”. El paradigma de la carencia y el atraso vuelve a aparecer,
con la carencia como eje: lo que define a las villas/asentamientos es la

www.koyatuneditorial.com.ar -149-
“pobreza”. Y a esto se le suma la aparición de un subjetivema -“villera”- el
cual semantiza a la población como ontológicamente propia del espacio
social “villa”.
Pero el discurso de La Nación va más lejos y, en su afán de “denun-
cia e indignación” -como ya hemos mostrado en el acápite dedicado a la
urbanización-, produce una división sistemática del mundo social, a partir
de la puesta en discurso de las fracciones numéricas poblacionales que
componen “la crisis habitacional” de la que se responsabiliza al gobierno
porteño (efecto de denuncia). Leyendo el segundo párrafo -anteúltimo del
artículo- vemos reaparecer el paradigma legalista que apela a la propiedad
privada -se habla de “usurpadores que viene en inmuebles tomados”-. La
acción atribuida “usurpar” se articula con el adjetivo “tomados”, determi-
nando que la cualidad de ese objeto -inmueble- es el ser violado en tanto
propiedad privada. La diferenciación semántica se produce, una vez más,
al pasar de los “usurpadores” a la población que “reside” en inquilinatos.
La carga semántica deja de ser negativa. La acción de residir en un inqui-
linato implica pagar, por lo tanto se adhiere a la lógica legal del sistema
capitalista, defendida claramente113 -como ya hemos mostrado- en la argu-
mentación “legalista” de La Nación. El empeño de “denuncia” del discurso
de La Nación se pone en juego, además, en el recuadro destacado “Las
villas, en números”, donde se puede dar una rápida mirada sobre la infor-
mación del crecimiento de las “villas/asentamientos”. De esta forma, se
sobreexpone este “problema/crisis”, que -modelo de la llegada mediante-
será resuelta o no por el gobierno porteño.

2.2. Visiones y divisiones del espacio-mundo social (parte dos):


“Vecinos y damnificados”
Vamos a tomar ahora el segundo eje que consideramos fundamental
en la construcción discursiva del acontecimiento por parte de La Nación: la
división del mundo social entre vecinos y “damnificados”114. Habíamos vis-
to que en Clarín se produce una diferenciación compleja entre “vecinos ba-
rrio/ vecinos villa”. Sin embargo, el subjetivema vecinos se pone en juego
como signo ideológico al estar sometido a distintos acentos en el ruedo
de la lucha de clases (Voloshinov, 1992; Hall S., 1984). De esto ya hemos
hablado y forma parte de lo que caracteriza la estrategia de Clarín como

113 Es central comprender nuestra hipótesis según la cual La Nación construye un discurso
que, por así decirlo, “exhibe su ideológico” (Verón, 1995 a), cosa de la que ya hemos hablado
y sobre la que volveremos. Esto no implica transparencia, sino una estrategia no hegemó-
nica. Tal vez, habría que someter a investigación la hipótesis de Mangone (2004) de que La
Nación encarna un discurso de clase -o de fracción de clase- tema que excede este trabajo y
que implicaría analizar, por ejemplo, cómo construye cuestiones relacionadas con las clases
dominantes -countries, “inseguridad”, o la llamada “crisis del campo” desatada en Marzo de
2008- entre otras.
114 “Damnificados” es el subjetivema más utilizado por La Nación, para referirse a los habi-
tantes del “villa el Cartón”, sobre todo en la confrontación con “vecinos”.
-150- www.koyatuneditorial.com.ar
tendiente a la conformación de un sentido común hegemónico, a partir de
su apuesta por una violencia simbólica. En el discurso de La Nación no
encontramos una estrategia tal. Allí las dicotomías que dividen al mundo
social son más “frontales”, lo cual es propio de su estrategia discursiva,
como apuesta por una violencia simbólica. Veamos cuáles son las opera-
ciones discursivas mediante las que La Nación construye la división del
mundo social. Para ello comenzaremos con la estructura de títulos y tres
epígrafes de la noticia “marco” del 10/02/07 -segundo día de construcción
del acontecimiento-:

Volanta: Villa Soldati: más cruces entre Telerman y el kirchne-


rismo porteño
Epígrafe 1: Un vecino durante el reclamo contra el traslado de
la villa.
Epígrafe 2: Los vecinos de Soldati se oponen a la instalación
de un nuevo asentamiento en el barrio de la zona sur.
Epígrafe 3: Los damnificados esperaban una solución.
Título: Confirman que el incendio fue intencional
Copete: Así lo aseguró el gobierno porteño, que se presentará
como querellante; la justicia determinará si hubo “móvil políti-
co” (10/02/07 p. 22)115

Quisiéramos señalar que podemos seguir apoyando nuestra hipó-


tesis de la preponderancia de la construcción de la escena política en La
Nación remitiéndonos a la volanta, donde ya en el segundo día de cons-
trucción del acontecimiento lo primordial son los “cruces entre Telerman
y el kirchnerismo porteño”. Mas allá de eso, nos interesa mostrar que en
la propia construcción de la estructura de títulos -con las tres fotografías
con sus epígrafes- entre medio de la volanta y el título, se sobreexpone
la estrategia concerniente en producir la división del mundo social entre
“damnificados” y vecinos. Si prestamos atención, de las tres fotografías,
dos se dedican a la oposición de los “vecinos” al traslado de la “villa”,
-mostrando la movilización, la quema de elementos- mientras que una
sola pone en “escena” la espera de los damnificados -mostrando a un
niño sentado leyendo un diario-. Una interesante contraposición icónico/
indicial, ya que aquí los “vecinos” son pura acción, mientras que los “dam-
nificados” son construidos como pura pasividad -se habla de “esperar”- y
se utiliza una retórica de la imagen en la que estar sentado es propio del
imaginario de la espera y en la que un niño es, inductivamente, quien
remite a “damnificados”.

115 Hemos respetado la conformación de la estructura de títulos ya que, luego de la volanta


hay tres fotografías con sus epígrafes y, a posteriori, título y copete. Nos remitimos al artículo
para que se aprecien las fotografías, de las que haremos comentarios.
www.koyatuneditorial.com.ar -151-
Ahora bien, las imágenes nos remiten directamente a otra noticia,
la cual se titula en forma elocuente; actuando el título como operador
interdiscursivo116 con las fotografías:

Titulo: Los vecinos se oponen al traslado del asentamiento


Copete: Rechazan que reubiquen a sus habitantes frente a sus
casas

Aquí podemos comenzar a ver lo que Stuart Hall -inspirado en La-


can (2002)- llama cadenas de significantes117 (Hall S, 1998): las relaciones
que se tejen entre “vecinos y casas”//”habitantes y asentamiento”. Una pri-
mera oposición donde “vecino” es lo legítimo en tanto pauta urbana -tema
del que hemos hablado en el acápite sobre urbanización- y “asentamiento/
villa”, lo ilegítimo. Veremos ahora cómo esta noticia construye un discurso
donde la división del mundo social es asimismo una división del espacio
social, todo ello basado en las citas directa de los “vecinos”.

“Basta de villas”. Con este mensaje en improvisadas pancar-


tas los vecinos de Villa Soldati se manifestaron ayer, en contra
de la instalación, a metros de sus casas, de viviendas para los
damnificados…”
“Los tenemos todas las noches arriba de nuestros techos ro-
bándonos ¿Y ahora pretenden traerlos a vivir a metros de no-
sotros?”, se quejaba una de las mujeres del barrio, visiblemen-
te enojada, mientras reclamaba con otros vecinos cortando la
avenida Varela…”
“…los vecinos del barrio se oponen porque consideran que el
lugar se transformará en “tierra de nadie”. (10/02/07 p. 22)

Comenzaremos señalando que la estrategia discursiva de La Nación


se mantiene a la hora de construir una visión y división del mundo social:
el periódico construye legitimidad de sentido del lado de los “vecinos”
frente a lo ilegítimo de “los damnificados”. Esta estrategia discursiva se
lleva adelante a partir de las citas directas de los “vecinos” que -como no
nos cansaremos de repetir contra el empirismo- son construidas y a la vez
construyen la apuesta por una violencia simbólica de La Nación.
El comienzo del artículo con la frase “Basta de villas” establece una
operación de remisión a la segunda fotografía donde se ve la “pancarta”

116 Además, en la nota central “Confirman que el incendio fue intencional” se señala “…un
grupo de vecinos de Villa Soldati se manifestó en contra de la instalación de viviendas para
los damnificados (de lo que se informa por separado)”. Vemos la aparición de un manifiesto
operador interdiscursivo.
117 Ya hemos señalado anteriormente que tomamos este concepto con las salvedades per-
tinentes.
-152- www.koyatuneditorial.com.ar
con la consigna. Podemos observar que hay una recurrente apuesta -icóni-
co/indicial y simbólica- por construir una forma legítima de espacio urbano
-la de los “vecinos”- lo cual es propio de la apuesta “legalista” de La Na-
ción, cosa que vimos en el acápite sobre urbanización. Las citas directas
actúan en ese sentido: “Los tenemos todas las noches arriba de nuestros
techos robándonos”, nos remiten a la construcción de acciones atribuidas
sobre los habitantes de las “villas” en cuanto a actividades ilegales que
vuelven el espacio “tierra de nadie”: lo que podríamos denominar un lugar
“sin control”, elemento recurrente en La Nación, como ya hemos visto.
Mientras las acciones de los habitantes de las “villas” son cons-
truidas como ilegales/ilegítimas; las acciones atribuidas a los “vecinos”
son construidas a través de una borramiento o neutralización de subje-
tivemas negativos. Hemos señalado la cita de la “mujer/vecina” visible-
mente enojada, mientras reclamaba con otros vecinos cortando la avenida
Varela…” ante la llegada al barrio de los que “roban”. Vemos que el cortar
la avenida, así como las acciones de protesta que veremos en la citas
siguientes, son cubiertas de subjetivemas que descartan cualquier mani-
pulación o instancia de politización -cosa que se le adjudica a la “villa/
asentamiento”118- como elemento negativo. Lo que llevado adelante por
los sectores populares -quemar cubiertas, cortar calles, etc.- es un “pique-
te”, una ruptura del “orden y el control”; aquí es una acción de vecinos
“autoconvocados”, “indignados”; sin ser construido como perjudicial para
“el orden y el control”. Podemos decir, entonces, que lo no dicho también
opera en la producción de sentido.
Quisiéramos agregar que las acciones de los “vecinos” “insultar y
agredir”, pierden su carácter negativo, ante el uso del subjetivema “intru-
sos”, quien se lleva la carga negativa. Decimos esto porque en la dimen-
sión de lo ideológico -el paradigma legalista- del discurso de La Nación,
“intruso” -que conlleva una acción de violación de un espacio otro/viola-
ción de la propiedad privada- carga con un valor fuertemente negativo119;
que vuelve justificables -o por lo menos no repudiables- las agresiones
de los “vecinos”. Veamos los fragmentos del tejido discursivo donde se
despliega la estrategia:

Por ello, ya en la noche del miércoles se habían autoconvocado


(…) quemaron cubiertas, aplaudieron, gritaron y bailaron al ritmo
de un par de bombos que hacían sonar dos jóvenes vecinos.
118 También en La Nación se cita la politización como conflictiva. Dice Schiavi, Ministro de
Planeamiento y Obras Públicas “Es una villa con un altísimo nivel de politización; es un lugar
muy conflictivo” (10/02/07 p.22). Podemos señalar que el signo “punto y coma” actúa aquí
como un indicador de que el sintagma siguiente es consecuencia del anterior.
119 Gúber señala dos atributos centrales en la definición de la “villa y los villeros”: la po-
breza y la ilegalidad. “La pobreza villera se refiere a la carencia y a la falta de “todo” (…) La
segunda característica, la ilegalidad (…) en el caso villero es ocupar terrenos, lo que motiva
el calificativo de “intruso” (Gúber, 1991: 53-55).
www.koyatuneditorial.com.ar -153-
Enfrentamientos
El enojo de los vecinos los llevó ayer a enfrentarse con emplea-
dos del gobierno (…) También lo hicieron con algunos habitan-
tes del asentamiento El Cartón (…) los vecinos indignados insul-
taron a los intrusos y hasta intentaron agredirlos.
A lo largo de una cuadra persiguieron a estas personas, tres mu-
jeres y un hombre, en medio de arduos insultos: “¡Basta de re-
cibir regalos!, ¡trabajen!”, gritaba un hombre a través de un me-
gáfono. “¡Nosotros con nuestros impuestos los mantenemos a
ustedes y a sus hijos!”, propinaba una señora. (10/02/07 p. 22)

Es interesante agregar que la lectura de estos fragmentos que ope-


ran en constante referencia a citas directas, remite fuertemente al ima-
ginario de sentido común frente a las “villas”. Si retomamos el texto de
Gúber (1991) podemos observar que en su trabajo etnográfico registra las
características que le adjudican a los “villeros”120 “los de afuera”: ellas son
la inercia y la anomia, que se expresan en la “haraganería crónica”, la “va-
gancia” “el camino más fácil”, que se contrapone a la “vida difícil del tra-
bajo” (Gúber, 1991: 33). En las citas construidas por La Nación, aparecen
en acusaciones concretas: “¡Basta de recibir regalos!, ¡trabajen!”, gritaba
un hombre a través de un megáfono. “¡Nosotros con nuestros impuestos los
mantenemos a ustedes y a sus hijos!”, propinaba una señora. Lo que vemos
es una negación constante a que los “nativos” -en el sentido de lo “otro”-
sean “vecinos”. O sea, sean un “nosotros”.
Lo interesante de todo esto es evitar caer en la trampa empirista,
algo en lo que venimos insistiendo. Indiferentemente de los alegatos a fa-
vor de la transparencia del sentido dentro del campo periodístico; las citas
son un constructo y como tales responden a la estrategia de construcción
de un “orden de las cosas”, una apuesta por una violencia simbólica. Por
ello, el hecho de que estas citas no sean sometidas nunca a una contrapo-
sición, a través del montaje de otras citas121, sean de los habitantes de la
“villa” o no, pone de manifiesto el mundo de sentido construido por la es-
trategia discursiva. Una estrategia de pura objetividad -la cita directa es un
120 Nosotros no compartimos que el concepto “villeros” sea puesto en juego como concepto
analítico. Gúber sin embargo lo usa, por lo tanto lo citamos. Para “villeros” vale lo mismo
que para “villa”, son conceptos del sentido común.
121 Es dable recordar el caso “del muro” (Ver el acápite sobre “urbanización…”) que anali-
zamos mostrando cómo Clarín citaba al INADI para contraponer las acciones como discrimi-
natorias. Y La Nación no lo hacía, solo “informaba” de la construcción del muro. Aquí ocurre
algo similar. En la página de La Nación que venimos analizando, se construye un pequeña
noticia -en comparación con las otras dos- sobre las acciones de los “damnificados” con una
sola cita a un habitante del “asentamiento”, de carácter anecdótico: “Estoy acostumbrado a
dormir temprano…” Ver “Acampan frente a sus casas incendiadas” (10/02/07 p.22). Vemos
así cómo el espacio público se construye desigualmente en torno a las voces citadas aun
cuando en general La Nación recurre más que Clarín a la cita directa de los habitantes de las
“villas”, como ya hemos señalado.
-154- www.koyatuneditorial.com.ar
operador de objetividad- muestra una visión y división del mundo y del es-
pacio social, donde se construyen sujetos sociales legítimos e ilegítimos.
Podemos decir que a partir de los dos días siguientes al “incendio”,
la estrategia discursiva de La Nación ha sido definida, en el sentido en
que lo hemos señalado. A partir de allí la construcción del acontecimiento
sigue los mismos carriles: la continuidad del uso del apelativo “vecinos”
como división del mundo y del espacio social; la intencionalidad y la
construcción de la escena política que va creciendo a medida que nos
alejamos temporalmente del “incendio”. Veamos dos estructuras de títulos
significativas, que ejemplifican esto:

Volanta: “Presentaron el plan de viviendas”


Título: “Acuerdo con vecinos” (11/02/07 p.24)

Volanta: “El caso de villa el cartón”


Título: “Querella del gobierno por el incendio” (12/02/07 p.18)

***
Para finalizar queremos señalar un ejemplo más de la estrategia dis-
cursiva de La Nación en torno a la legalidad y la construcción de una forma
determinada del espacio social urbano. Hemos señalado en la introducción
de este trabajo que nuestro interés se centra especialmente en el estudio
de la materialidad lingüística, y que no nos íbamos a detener -salvo excep-
ciones- en la dimensión icónico/indicial y en la diagramación de página. A
lo largo del trabajo hemos hecho algunos señalamientos sobre el uso de
diagramas, fotografías, etc. Ahora queremos dar cuenta de una estrategia
de La Nación a la hora de ligar un acontecimiento -“el incendio”- con el
problema englobante de la “urbanización/erradicación crecimiento de las
“villas paralelas”. Para ejemplificar ello mostraremos cómo en las edicio-
nes del 13 y 14 de Febrero de 2007, La Nación cruza los temas al ubicar
una noticia al lado/debajo de otra -es decir, en la misma página- e incluso
al establecer relaciones interdiscursivas entre ellas:

Volanta: “En la ciudad de Buenos Aires”


Título: “Telerman prometió erradicar todos los asentamientos
en un año y medio”
Copete: “Son 24 conglomerados de emergencia que surgieron
en los últimos 5 años; hubo críticas de legisladores”
“Cuando se cumplen cinco días del incendio en la villa El
Cartón…”

www.koyatuneditorial.com.ar -155-
Volanta: “Vecinos impiden obras en Soldati”
Título: “Rechazan a la gente de la villa El Cartón” (13/02/07
p.10)

La relación interdiscursiva es fácilmente establecida a través de la


cabeza de la noticia -que citamos en cursiva para diferenciarla de la es-
tructura de títulos-. La “erradicación” de “asentamientos” como acción de
un agente del Estado -una promesa en este caso- engloba al incendio de
“villa” El Cartón, de tal forma de convertirlo en un consecuente de la falta
de erradicación -y por lo tanto, existencia- de asentamientos. El razona-
miento sería el siguiente: para que se incendie un “asentamiento”, primero
debe existir; si no existieran o dejaran de existir (erradicación-promesa de)
no se podrían incendiar.122 Veamos el segundo ejemplo:

Volanta: “La crisis habitacional en la ciudad: un problema del


que nadie se hace responsable”
Título: “Crecen las villas paralelas a las vías”
Copete: “Unas 20.000 personas viven en asentamientos for-
mados en terrenos fiscales, vecinos al ferrocarril”

Título: “Pidieron informes a la Ciudad”


Copete: “Lo hizo la fiscal que investiga el incendio de villa El
Cartón” (14/02/07 p.15)

Si bien aquí no encontramos una relación interdiscursiva visible en-


tre las estructuras de títulos, ya hemos señalado lo que significa que una
noticia se encuentre al lado/debajo de otra. Y lo que es más importante: La
Nación realiza un sondeo en un recuadro sobre la promesa del sujeto del
enunciado Telerman de “erradicar asentamientos”; con lo cual establece
una relación con el anuncio del día anterior. En el cuerpo de la segunda
noticia se establece una relación interdiscursiva con el anuncio del día
anterior, así como con la volanta de la estructura de títulos de la primera
noticia englobante: “…el gobierno porteño erradicará los 24 asentamientos
que surgieron en los últimos cinco años debido a la crisis habitacional que
sufre la capital”.
Con estos ejemplos cerramos el análisis sobre la construcción del
acontecimiento “incendio en Villa El Cartón” en La Nación y pasamos a
considerar las conclusiones a las que hemos llegado en este capítulo.

122 Es notable nuevamente el uso de cuadros con datos numéricos en torno al crecimiento
de “villas y asentamientos”. Ver “Los números” en esa misma página (13/02/07 p.10). La re-
currencia, remite a la continuidad de la estrategia discursiva mediante la cual La Nación “de-
nuncia” ante los agentes del Estado, la existencia/crecimiento de “villas y asentamientos”.
-156- www.koyatuneditorial.com.ar
2.3. Conclusiones: la construcción del acontecimiento en La Nación
y sus diferencias con Clarín
Comenzamos el análisis señalando que la serie constituida por La
Nación en torno al “incendio de Villa El Cartón” es menor, tanto en la
cantidad de artículos como en su extensión. Nuestro interés a lo largo
del acápite se centró en reconstruir las estrategias discursivas en torno a
cuestiones que nos parecen claves: “la intencionalidad” y la construcción
de la escena política y el funcionamiento del apelativo “vecinos”.
Es así que pudimos notar que en el comienzo de la serie construida
en La Nación, es en el copete donde se hace referencia a “la intencio-
nalidad” del incendio. En Clarín “la intencionalidad” se va construyendo
como “primicia”, a partir de su ubicación en el título. Es ese sentido, La
Nación procede a partir de una operación de sentido basada en un criterio
de “objetividad”: será el titulo el que de cuenta del “acontecimiento” de
la manera más referencial posible, mientras que en Clarín la operación de
referencial queda a cargo de la volanta. De esta forma se produce una
discriminación en torno a qué es más importante: si “el incendio” o su
“intencionalidad”.
Sin embargo, el criterio de objetividad de La Nación no pudo ser
sostenido demasiado tiempo por dos razones: la primera tiene que ver
con la competencia en torno a la “primicia” (Bourdieu, 1997 a). Una vez
que Clarín titula en torno a “la intencionalidad”, al día siguiente La Nación
recurre a la misma estrategia, pero sin arrogarse la “primicia” cosa que,
como vimos, hace Clarín. Por otra parte, como venimos sosteniendo a lo
largo de la investigación, La Nación desarrolla una estrategia en la cual es
central la construcción de la escena política y la interpelación a los agentes
de las burocracias de Estado como “denuncia”. Hacia allí se va desarro-
llando su estrategia discursiva.
De hecho, ya en la estructura de títulos que da comienzo a la serie,
se inicia el desarrollo de la apuesta que conforma la estrategia discursiva
al señalar en el copete: “la oposición cargó con Telerman”. Si comparamos
con Clarín, veremos que lo importante es que el copete de cuenta de que
“los vecinos, la comuna y la policía” “afirman” la hipótesis de la “inten-
cionalidad”. En La Nación se está construyendo desde el comienzo una
relación que podríamos señalar como de “lucha” -se utiliza el verbo/sub-
jetivema “cargó” entre sectores opuestos en la escena política-. Creemos
que la referencialidad que opera en el título se comienza a disipar con el
final del copete, anticipando lo que va a ser la verdadera apuesta de La
Nación por una violencia simbólica: la construcción de la escena política,
la interpelación a las burocracias de Estado en términos de denuncia y la
división del mundo social entre “vecinos” y “damnificados-villeros”.
La construcción de una polifonía basada en la voz de los habitantes
de la “villa” no aparece desde el comienzo como un elemento central en
www.koyatuneditorial.com.ar -157-
la construcción del acontecimiento. En Clarín el abandono de esta consti-
tución de la polifonía es progresivo; en La Nación la voz de los habitantes
de la villa es abandonada casi de inmediato y solo remite a la información
que puedan brindar como “testigos”. Como ya señalamos, para La Nación
lo central es la escena política, que funciona como trasfondo “del incendio
y la intencionalidad”, no así la voz de los “damnificados”. Si comparamos
la “cabeza” de la noticia central con la “cabeza” construida por Clarín po-
dremos ver cómo La Nación, si bien trabaja sobre “la intencionalidad”, no
pone en juego la voz de los habitantes de la villa -cosa que Clarín hace,
como ya mostramos-.
El artículo periodístico titulado “La desesperación de perderlo todo”,
es construido en torno a la modalidad de “nota color”, remitiendo direc-
tamente a la experiencia de los “damnificados”. De esta forma recurre
a la cita directa, pero a partir de lo anecdótico de haber sido testigos
“internos” del acontecimiento “incendio”. Más de la mitad de esta “nota
color” se basa en la narración de los hechos y las acciones vividas por los
habitantes del “asentamiento”, sin remitir a la cita directa. En los extractos
en que sí lo hace, se apela sobre todo a que sujetos individualizados -con
nombre, apellido y eventualmente edad- den cuenta de cómo vivieron el
incendio, siempre enmarcando los dichos con caracterizaciones sobre su
estado de ánimo.
Hasta aquí llega la construcción de la polifonía en La Nación, en torno
a la puesta en juego de la voz de los habitantes del “asentamiento”. El ca-
rácter que adquiere la cita es puramente referencial, en torno a los hechos.
O sea que remite a un criterio de objetividad del que ya hemos hablado.
El discurso de La Nación construye desde el comienzo la escena
política como “lucha” entre sectores -“cargó” como semantización de la
violencia política-, estableciendo la ligazón con los artículos que van a te-
matizar la relación entre los agentes burocráticos del Estado, la campaña
electoral y la existencia de asentamientos/villas -este ultimo, como ya he-
mos señalado, tema central de “denuncia” en el discurso de La Nación-.
Centrándonos en la aparición de la “lucha política” es que nos de-
tuvimos en un artículo de tipo “analítico” y puntualmente argumentativo,
en el cual se propone una “conclusión” y se la sostiene argumentativa-
mente. La campaña electoral como “dura y “sucia”, es construida en el
discurso como parte del “orden de las cosas”; de ahí que “el incendio”
pase a ser rápidamente un indicio -o un medio- hacia otra cosa: la “lucha”
política. Establecido esto, se puede observar claramente la constitución
de un discurso de “denuncia” como interpelación a determinados agentes
de Estado:
La Nación comienza a desarrollar un discurso de “denuncia” traba-
jando sobre la advertencia de la “Defensoría”, dedicándole un articulo,
mientras que Clarín solo remite a ello en un párrafo de la nota “marco”.

-158- www.koyatuneditorial.com.ar
Por lo cual es dable señalar la importancia que adquiere esta “adver-
tencia” en la estrategia de denuncia de La Nación. Quisiéramos volver a
señalar la elocuencia con la que es construido el título de ese artículo:
Advertencias que no fueron oídas. Aquí radica el discurso de interpelación/
denuncia de La Nación. El discurso se construye claramente señalando un
“responsable”: el gobierno de Telerman quién “no atendió el pedido de
inmediato”. En la segunda parte de este artículo se incorpora el incendio
a una serie de hechos relacionados con las “villas/asentamientos”. Esto
es central, porque permite integrar el acontecimiento en la estrategia dis-
cursiva general de La Nación en torno a las “villas”: son un “problema”
arquitectónico, urbano y social, lo cual ya hemos analizado.
El uso de subjetivemas y apelativos como emisiones de calificación
aquí se vuelve muy relevante: el informe es “preocupante” porque crecen
los asentamientos en cantidad de gente y en extensión y porque esa can-
tidad de gente -expresada en números, como estrategia de objetivación y
veracidad- habita en un “conglomerado de pobreza”. El paradigma de la
carencia y el atraso vuelve a aparecer, con la carencia como eje: lo que
define a las villas/asentamientos es la “pobreza”.
Pero el discurso de La Nación va más lejos, y en su afán de “denun-
cia e indignación” -como ya hemos mostrado en el acápite dedicado a la
urbanización-, produce una división sistemática del mundo social, a partir
de la puesta en discurso de las fracciones numéricas poblacionales que
componen “la crisis habitacional” de la que se responsabiliza al gobierno
porteño (efecto de denuncia). Leyendo el segundo párrafo -anteúltimo del
artículo- vemos reaparecer el paradigma legalista que apela a la propiedad
privada -se habla de “usurpadores que viven en inmuebles tomados”. La
acción atribuida “usurpar” se articula con el adjetivo “tomados”, deter-
minando que la cualidad de ese objeto -inmueble- es el ser violado en
tanto propiedad privada. La diferenciación semántica se produce, una vez
más, al pasar de los “usurpadores” a la población que “reside” en inqui-
linatos. La carga semántica deja de ser negativa. La acción de residir en
un inquilinato implica pagar, por lo tanto se adhiere a la lógica legal del
sistema capitalista, defendida claramente -como ya hemos mostrado- en
la argumentación “legalista” de La Nación.
Vamos a revisar ahora el segundo eje que consideramos funda-
mental en la construcción discursiva del acontecimiento por parte de La
Nación: la división del mundo social entre vecinos y “damnificados”. Ha-
bíamos visto que en Clarín se produce una diferenciación compleja entre
“vecinos barrio/ vecinos villa”. Sin embargo, el subjetivema vecinos se
pone en juego como signo ideológico al estar sometido a distintos acentos
en el ruedo de la lucha de clases (Voloshinov, 1992; Hall S., 1984). De esto
ya hemos hablado y forma parte de lo que caracteriza la estrategia de Cla-
rín como tendiente a la conformación de un sentido común hegemónico,

www.koyatuneditorial.com.ar -159-
a partir de su apuesta por una violencia simbólica. En el discurso de La
Nación no encontramos una estrategia tal. Allí las dicotomías que dividen
al mundo social son más “frontales”, lo cual es propio de su estrategia
discursiva como apuesta por una violencia simbólica. Veamos cuáles son
las operaciones discursivas mediante las que La Nación construye la divi-
sión del mundo social.
En la propia construcción de la estructura de títulos que analizamos
se sobreexpone la estrategia concerniente en producir la división del mun-
do social entre damnificados y vecinos. Si prestamos atención, de las tres
fotografías dos se dedican a la oposición de los “vecinos” al traslado de
la “villa”, -mostrando la movilización, la quema de elementos- mientras
que una sola pone en “escena” la espera de los damnificados -mostran-
do a un niño sentado leyendo un diario-. Una interesante contraposición
icónico/indicial, ya que aquí los “vecinos” son pura acción, mientras que
los “damnificados” son construidos como pura pasividad -se habla de
“esperar”- y se utiliza una retórica de la imagen en la que estar sentado es
propio del imaginario de la espera y en la que un niño es inductivamente
quien remite a “damnificados”.
Aquí podemos comenzar a ver lo que Stuart Hall -inspirado en Lacan
(2002)- llama cadenas de significantes (Hall S, 1998): las relaciones que
se tejen entre “vecinos y casas”//“habitantes y asentamiento”. Una primera
oposición donde “vecino” es lo legítimo en tanto pauta urbana -tema del
que hemos hablado en el acápite sobre urbanización- y “asentamiento/
villa”, lo ilegítimo. Es así que la noticia construye un discurso donde la di-
visión del mundo social es asimismo una división del espacio social, todo
ello basado en las citas directas de los “vecinos”.
La estrategia discursiva de La Nación se mantiene a la hora de
construir una visión y división del mundo social: el periódico construye
legitimidad de sentido del lado de los “vecinos”; frente a lo ilegítimo de
“los damnificados”. Esta estrategia discursiva se lleva adelante a partir de
las citas directas de los “vecinos” que -como no nos cansaremos de repetir
contra el empirismo- son construidas y a la vez construyen la apuesta por
una violencia simbólica de La Nación.
El comienzo del artículo con la frase “Basta de villas”, establece una
operación de remisión a la segunda fotografía donde se ve la “pancarta”
con la consigna. Podemos observar que hay una recurrente apuesta -icóni-
co/indicial y simbólica- por construir una forma legítima de espacio urbano
-la de los “vecinos”- lo cual es propio de la apuesta “legalista” de La Na-
ción, cosa que vimos en el acápite sobre urbanización. Las citas directas
actúan en ese sentido: “Los tenemos todas las noches arriba de nuestros
techos robándonos”, nos remiten a la construcción de acciones atribuidas
sobre los habitantes de las “villas”, en cuanto a actividades ilegales que
vuelven el espacio “tierra de nadie”: lo que podríamos denominar un lugar

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“sin control”, elemento recurrente en La Nación, como ya hemos visto.
Mientras las acciones de los habitantes de las “villas” son construi-
das como ilegales/ilegítimas; las acciones atribuidas a los “vecinos” son
construidas a través de una borramiento o neutralización de subjetivemas
negativos. Hemos señalado la cita de la “mujer/vecina” visiblemente eno-
jada, mientras reclamaba con otros vecinos cortando la avenida Varela…”
ante la llegada al barrio de los que “roban”. Vemos que el cortar la aveni-
da, así como las acciones de protesta que veremos en la citas siguientes,
son cubiertas de subjetivemas que descartan cualquier manipulación o
instancia de politización -cosa que se le adjudica a la “villa/asentamiento”-
como elemento negativo. Lo que llevado adelante por los sectores popu-
lares -quemar cubiertas, cortar calles, etc.- es un “piquete”, una ruptura del
“orden y el control”; aquí es acción de vecinos “autoconvocados”, “indig-
nados”; sin ser construido como perjudicial para “el orden y el control”.
Podemos decir, entonces, que lo no dicho también opera en la producción
de sentido.
Quisiéramos agregar que las acciones de los “vecinos”, “insultar y
agredir”, pierden su carácter negativo ante el uso del subjetivema “intru-
sos”, quien se lleva la carga negativa. Decimos esto porque en la dimen-
sión de lo ideológico -el paradigma legalista- del discurso de La Nación,
“intruso” -que conlleva una acción de violación de un espacio otro/viola-
ción de la propiedad privada- carga con un valor fuertemente negativo;
que vuelve justificable -o por lo menos no repudiables- las agresiones de
los “vecinos”.
Es interesante agregar que los fragmentos que operan en constante
referencia a citas directas remite fuertemente al imaginario de sentido co-
mún, frente a las “villas”. Si retomamos el texto de Gúber (1991) podemos
observar que en su trabajo etnográfico registra las características que le
adjudican a los “villeros” los de “afuera”: ellas son la inercia y la anomia,
que se expresan en la “haraganería crónica” la “vagancia”(…) “el camino
más fácil” y se contrapone a la “vida difícil del trabajo” (Gúber, 1991: 33).
En las citas construidas por La Nación, aparecen en acusaciones concretas:
“¡Basta de recibir regalos!, ¡trabajen!”, gritaba un hombre a través de un
megáfono. “¡Nosotros con nuestros impuestos los mantenemos a ustedes y
a sus hijos!”, propinaba una señora. Lo que vemos es una negación cons-
tante a que los “nativos” -en el sentido de lo “otro”- sean “vecinos”. O
sea, sean un “nosotros”.
Lo interesante de todo esto es evitar caer en la trampa empirista,
algo en lo que venimos insistiendo. Indiferentemente de los alegatos a fa-
vor de la transparencia del sentido dentro del campo periodístico; las citas
son un constructo y como tales responden a la estrategia de construcción
de un “orden de las cosas”, una apuesta por una violencia simbólica. Por
ello, el hecho de que estas citas no sean sometidas nunca a una contra-
www.koyatuneditorial.com.ar -161-
posición, a través del montaje de otras citas, sean de los habitantes de la
“villa” o no, pone de manifiesto el mundo de sentido construido por la es-
trategia discursiva. Una estrategia de pura objetividad -la cita directa es un
operador de objetividad- muestra una visión y división del mundo y del es-
pacio social, donde se construyen sujetos sociales legítimos e ilegítimos.
Podemos decir que a partir de los dos días siguientes al “incendio”,
la estrategia discursiva de La Nación ha sido definida, en el sentido en
que lo hemos señalado. A partir de allí la construcción del acontecimiento
sigue los mismos carriles: la continuidad del uso del apelativo “vecinos”
como división del mundo y del espacio social; la intencionalidad y la cons-
trucción de la escena política que va creciendo a medida que nos alejamos
temporalmente del “incendio”.
Con estas conclusiones cerramos este capítulo sobre la construcción
del acontecimiento “incendio en Villa El Cartón” y pasamos a considerar el
último eje de nuestro análisis sobre la identificación de las “villas”: el área
temática que denominaremos “¿Cultura? y sociedad…”

-162- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 09/02/07 p. 38

www.koyatuneditorial.com.ar -163-
Clarin 10/02/07, p. 60

-164- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 10/02/07 p. 61

www.koyatuneditorial.com.ar -165-
Clarin 22/07/07 p. 36

-166- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 12/08/07 p.52

www.koyatuneditorial.com.ar -167-
Clarin 06/03/07 p. 44

-168- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 5
¿Cultura? y sociedad: elementos
para una identificación ¿“positi-
va”? de las “villas”

En el título de este capítulo hemos colocado entre signos de pre-


gunta la noción -o concepto- de “cultura”. Además lo hemos significado
en mayúscula. Una de las características que atraviesa la discursividad de
Clarín y La Nación -cosa que trataremos de mostrar aquí- es la concepción
clásica y de sentido común de “cultura”: aquella que limita la cultura a las
prácticas artísticas -pintura, literatura, fotografía, música, etc.- legítimas/
legitimadas. Esta prenoción de sentido común es la que determina que
gran cantidad de las noticias que vamos a analizar aquí, procedan de las
secciones de “Cultura” y “Espectáculos”123 de los respectivos periódicos.
Nosotros, en cambio, hemos definido “cultura”124 a partir de la pro-
puesta de Sarlo (2001) -informada claramente por Thompson (1980)- concer-
niente en señalarla como el cruce entre experiencias prácticas e institucio-
nes. O sea que nos corremos del concepto de sentido común de “cultura”.
Sin embargo, dado que nuestro trabajo consiste en analizar preconstruidos
(Pêcheux, 1978) debemos comprender qué significa “cultura” cuando apare-
ce construida discursivamente como prácticas de los sectores populares.
Además, otra estrategia recurrente en ambos periódicos es la puesta
en juego del modelo de la llegada, tal como lo hemos reformulado en este
trabajo: el “modelo de la llegada” es una estrategia discursiva mediante la
cual se construyen las acciones, de afuera hacia adentro, sobre “la villa”. Esas
acciones conllevan siempre una relación de exterioridad, donde la llegada im-
plica no solo la entrada de sujetos o instituciones, sino también de valores, ac-
ciones y objetos marcados valorativamente, que identifican el espacio social
“villa” y sus habitantes. En el caso de la relación entre “villa” y “cultura”, el
modelo de la llegada alcanza su máximo esplendor, dado que el campo ar-
tístico funciona como uno de los espacios donde las prácticas de distinción
a través del gusto (Bourdieu, 1998) se vuelve un capital simbólico eficiente,
determinante de la división del mundo-espacio social.

123 A lo que se le suman las secciones de Ciencia/salud, Educación y Religión; en menor


medida.
124 Por ello nuestra selección temática también abarca áreas como la religión, la salud, etc.,
a las que consideramos parte de la cultura en el sentido de Sarlo (2001).
www.koyatuneditorial.com.ar -169-
1. Clarín: el “populismo negro” y el modelo de la llegada
Comenzaremos el análisis con Clarín, que como veremos, mantiene
su estrategia discursiva concerniente en una apuesta por una violencia
simbólica con vocación hegemónica. Esta estrategia es la que lo diferencia
de La Nación que, como ya hemos señalado, trabaja “exhibiendo su ideo-
lógico” (Verón, 1987 a). Veamos el primer ejemplo de Clarín:

Volanta: “Un proyecto que busca potenciar la creatividad pro-


pia del lugar”
Título: “Viaje a “Odisea 20”, un laboratorio de arte y cultura
villera en Lugano”
Copete: “Es una productora instalada en la Villa 20. Y tiene
contactos con Europa y EEUU” (12/03/07 p. 37)

En la estructura de títulos que acabamos de citar, se comienza a


perfilar lo que va a definir las operaciones propias de la construcción dis-
cursiva de las “villas” en su relación con la “cultura”: la construcción de un
espacio (socio) cultural otro (Dukuen, 2007 a, b), donde las prácticas artís-
ticas se vuelven efecto de una ontología de la “villa” y su habitantes.
En la estrategia de Clarín esta construcción se produce, general-
mente, a partir de citas directas de los “villeros”: lo que hemos llamado
“populismo negro” (Ginzburg, 1981) a partir de una reformulación de ese
concepto, pensado como crítica a un “gesto foucaultiano”. En nuestro
caso, “populismo negro” significa construir un discurso crítico de la iden-
tificación negativa de la “villa”, a partir de la cita directa de los “villeros”.
La estrategia consiste en un corrimiento del enunciador en tanto objeti-
vador de las “villas”, para dar lugar a una identificación positiva de ellas
y sus habitantes, a partir de citas de los “villeros”. Lo interesante de ello
es que al poner la valoración positiva sobre la “villa” y sus habitantes en
la voz de los propios habitantes de la “villa” -una intra-valoración, una
adscripción- el diario toma distancia -no se hace cargo- de la valoración
positiva. Como señala Charaudeau (2003) no es lo mismo que el medio de
comunicación se haga cargo por si mismo de una valoración -en forma más
o menos explicita, desde el uso de subjetivemas y apelativos hasta notas
de opinión o editoriales- a que la deposite en la voz de un “otro”; en este
caso, de los propios identificados. Volveremos sobre ello.
Dicho esto, quisiéramos retomar la estructura de títulos. La cons-
trucción de un espacio (socio) cultural otro se produce cuando en las
emisiones de calificación se atribuyen rasgos de lo artístico -“la creativi-
dad”- como “propia del lugar”. Lo que vemos aparecer es una ontología
que opera por metonimia, estableciendo una relación de engendramiento,
donde la “villa” produce una cultura propia que, a su vez, produce sujetos
culturales con determinadas prácticas. La relación metonímica es clave ya
-170- www.koyatuneditorial.com.ar
que ancla la relación entre la división del espacio social: villa/no villa (lo
otro que villa, o sea la sociedad) con la división del mundo social y cul-
tural: cultura villera /cultura no villera (legítima, legitimada)125. El título es
elocuente: se habla de “arte y cultura villera”, lo cual presupone un arte y
cultura no villera; por cierto, la de aquel que “viaja a Odisea 20” -el diario
como enunciador institucional que viene de “afuera”-.
En la estructura de títulos, el copete parece contrariar nuestra hipó-
tesis, la cual señala que el modelo de la llegada opera de manera decisiva
a la hora de establecer la relación “villas” “cultura”. Sin embargo veremos
que no es así: los “contactos con Europa y EEUU”, suponen la llegada de
sujetos e instituciones. La llegada no implica necesariamente una entrada
“física” a la “villa”, sino que puede estar determinada por el efecto de
campo (Bourdieu, 1998) que determina la introducción de ciertos elemen-
tos de la producción cultural “villera” dentro del campo artístico -en una
posición determinada/a determinar en la cultura legítima126-. Teniendo en
cuenta esto, citaremos un extracto de la “cabeza” de la noticia:

“No les digo si algo está bien o mal, no los cuestiono. Me traen
algo, les digo que está buenísimo y lo cuelgo”. Martín Roisi127,
alias Fantasma, es junto a la alemana Heike Thelen el impul-
sor del proyecto Odisea 20 (…) La idea es presentar las obras
tal cual fueron concebidas: el material abarca dibujos, diarios
personales, música o fotografía sin intervención o enmarque”
(12/03/07 p. 37)

El modelo de la llegada reaparece en este extracto: los sujetos del


enunciado Roisi y Thelen -quien es presentada como “alemana”- no son
señalados como habitantes de la “villa”, y son quienes tienen la voz autori-
zada -el reconocimiento de un capital simbólico- para poder juzgar -a través
de negarse a juzgar- las obras de arte de los “villeros”: una relación de
125 Tal vez no deberíamos usar la división “villa/no villa; villera/no villera”, porque puede
hacer pensar que estamos significando lo contrario a lo que queremos significar. En la cons-
trucción discursiva, el parámetro para definir lo villero es lo no villero (lo legítimo, legitimado)
y no a la inversa. El paradigma operante es legitimista.
126 Objetivar la posición que las producciones artísticas de los habitantes de las “villas”
ocupan dentro del campo artístico -cuando son introducidas en el, a través de muestras, etc.-
es un trabajo que excede nuestro análisis y que implicaría una investigación sobre el campo
artístico en nuestro país y en los países que introducen las producciones culturales “villeras”
dentro de la lógica del campo artístico. Nosotros no estamos analizando el “arte producido
por los habitantes de las villas”, sino su identificación/construcción en el discurso. Para un
análisis del campo artístico, limitado al campo literario francés, ver Bourdieu (1997, d).
127 Roisi es, además, quien lleva adelante el llamado “Tour Villero”, consistente en “cobrar”
por un recorrido turístico por la Villa 20 que termina con un “asado”. La espectacularización/
exotización de las clases populares y sus condiciones materiales de existencia se vuelven una
fuente de ingresos económicos. Tema antropológico por excelencia, que merece un trabajo
de campo sobre los procesos de identificación de la “villa” y sus habitantes producidos para
consumo de turistas e intelectuales europeos.
www.koyatuneditorial.com.ar -171-
poder (Foucault, 1979; 2000) que al negarse como tal, se expresa en su ne-
gación. La relación de poder -con y sobre los sectores populares- consiste
justamente en el doble reconocimiento de un producto como arte: por los
agentes que representan la voz autorizada y por la estrategia del diario que
cita a esos agentes y construye esos productos como arte en su apuesta
por una violencia simbólica. No encontramos en este artículo una sola cita
de habitantes de las “villas” referidas a la producción de “su arte”, lo cual
es otra prueba por la negativa, de la relación de poder establecida.
Un rasgo característico de la negación de un arte, como arte “ma-
yor” y de populismo como variante del relativismo, es representado aquí
por la cita que encabeza la noticia. Dejando de lado la contradicción en la
que se sostiene el enunciado citado -“No les digo si algo está bien o mal (…)
les digo que está buenísimo y lo cuelgo”- la negación de una arbitrariedad
estética en la definición de la obra, es al mismo tiempo la muestra de que
es una “cultura” considerada “menor”, frente a la que supone diferenciar
lo que está bien (hecho) de lo que está mal. Lo mismo podemos decir de
la falta de “intervención o retoque”, en pos de “presentar las obras tal cual
fueron concebidas”: una característica que define a la doxa de lo artístico
como pura “creatividad asociada a lo cotidiano”, espontaneidad, falta de
reglas, etc.; frente a un arte con reglas de producción.128 Es interesante
señalar que el populismo aparece cuando la falta de reglas y de encuadre,
etc., son enunciadas a través de una afirmación positiva. Estamos nueva-
mente ante una construcción discursiva donde lo que es presentado como
carencia, se transforma en virtud. Veamos otro ejemplo de inexistencia de
reglas para juzgar el arte:

“Este llévatelo”, le indica la dueña de la casa (…). No hay cues-


tionamiento estético, la señora es devota de la virgen (…) Entre
los lienzos, Roisi señala algunos que copian páginas de revistas.
Es una práctica común dentro del arte villero129, según cuenta. Y
parece que no hay autoría, solo obra” (12/03/07 p. 37)

La inexistencia de reglas para juzgar y producir ese arte “menor”


es enunciada también en la falta de “cuestionamiento estético” a la hora
de sacar una obra. La “copia” aparece como “una práctica común dentro
del arte villero”. Práctica ilegítima si las hay, la reproducción de una obra
de otro -un diseño de tapa en este caso- es la negación de la doxa de la

128 Es importante observar la parte superior de la hoja del diario, donde se ven reseñas de
obras de arte legítimo. En una de ellas se habla de “arte geométrico”, lo cual supone reglas
de producción explícitas que hacen que esa obra se enmarque en esa clasificación. Nueva-
mente la diagramación de página establece una relación icónico/indicial y simbólica -más o
menos explícita- que permite comparar estas obras legítimas con las que se presentan en la
noticia que estamos analizando.
129 En negrita en el texto, por eso de aquí en adelante para estos casos usamos cursiva.

-172- www.koyatuneditorial.com.ar
creatividad artística como engendramiento de una producción única, irre-
petible, con “aura” (Benjamin, 1989). El señalamiento de la falta de autoría
-rasgo característico de lo popular- es aquí enunciado en tanto carencia,
ante la concepción de la obra de autor, propia del arte burgués. Sin em-
bargo, como venimos señalando, las carencias o faltas en las que incurre
el “arte villero” son atravesadas por la matriz populista que las transforma
en virtud, por exóticas. En ese sentido, mostraremos algunos ejemplos de
este exotismo mediante el cual las obras de “arte villero” “viajan al exte-
rior”, para ser introducidas dentro de un determinado campo artístico.

“De a poco las obras trascienden las fronteras de la Villa 20.


Heike Thelen cuenta que pronto arrancan las actividades de
2007. Armarán un coro lírico de cumbia, continuaran con las
exposiciones en la galería La Nave y mandarán las ediciones
de los libros que han publicado para una muestra de arte testi-
monial en París” (12/03/07 p. 37)

La calidad de exóticas de las prácticas artísticas villeras es produci-


da por la propia acción de los agentes construidos a través del modelo de
la llegada: un “oxímoron” ante lo legítimo cultural, se enuncia en el sin-
tagma “coro lírico de cumbia”. La oposición entre lo legítimo y lo ilegítimo
en el campo artístico es unida en una práctica: coro lírico (legítimo) cumbia
(ilegítimo)130. La provocación se vuelve un exotismo a ser insertado en el
campo como “arte testimonial”, figura que remite a una experiencia vívida
de un espacio cultural otro: la “villa”.
Ahora, para continuar el análisis tomaremos dos artículos periodísti-
cos que construyen un “populismo negro” a través de las citas directas de
los habitantes de las “villas”. Presentaremos a continuación un extracto de
la “cabeza” de una noticia131 que trabaja a partir del “populismo negro”,
seguido de otros extractos del cuerpo de la nota:

130 Decimos esto y nos remitimos a que las Academias y Facultades donde se enseña “mú-
sica”, no contienen en sus currículas a la “cumbia” como algo legítimo a enseñar. Ver, por
ejemplo, los programas de formación en composición musical de la Facultad de Bellas Artes
de La Plata o del IUNA. Tampoco forma parte de la programación del teatro Colón, cosa que
el rock logró hace unos años atrás a través de una serie de conciertos de L.A. Spinetta, Charly
García, Gustavo Ceratti, entre otros. Ejemplos estos de formas de legitimación académica -o
no- dentro del campo artístico.
131 Esta es la estructura de títulos:
Volanta: “En el encuentro mundial de medios y niñez que se está haciendo en
Johannesburgo”
Título: “Con sus videos, tres chicos argentinos conmueven en una cumbre en
Sudáfrica”
Copete: “Son de Villa Fiorito y La Matanza y filmaron documentales sobre la
realidad que viven. Los aplaudió un auditorio a pleno. Y un canal sudafricano
pasará sus cortos”
www.koyatuneditorial.com.ar -173-
“No aceptamos la imagen de delincuentes que los medios pin-
tan de los chicos pobres y salimos a contar nuestras propias
historias”, le dice Aníbal Obregón (18) a una platea emocio-
nada” (…) Y Aníbal Obregón (…) agrego: “Yo pensaba que los
medios reflejaban la realidad, pero nos cansamos de la forma
en que nos reflejan y ahora trabajamos en nuestros mensajes.
Sheila Pérez Giménez remarcó que “para ello ayuda el cine, que
exige un trabajo en equipo”
“Mostramos lo bueno y lo malo pero que también se puede sa-
lir, contó Jona…”
“Las imágenes que se vieron en la Cumbre fueron además las de
“Saca, Saca”, sobre la violencia policial y la discriminación que
potencian los medios hacia ellos132. Son producto de los talleres
que lideran Sheila Pérez Giménez de “Cine en Movimiento” y
Gabriel Aquino de “Desde Abajo Cine”. (27/03/07 p.30)

Se puede notar claramente en estos ejemplos que la puesta en


juego de una valoración positiva es encarnada en la voz de los habitantes
de la “villa”. Nos remitimos a la noticia completa para que se pueda com-
probar que en ningún momento el enunciador construye un discurso valo-
rativo en relación con las “criticas” vertidas en estos enunciados citados.
De esta manera, como ya señalamos, el diario toma distancia -no se hace
cargo- de la valoración positiva. Como señala Charaudeau (2003) no es lo
mismo que el medio de comunicación se haga cargo por si mismo de una
valoración -en forma más o menos explicita, desde el uso de subjetivemas
y apelativos hasta notas de opinión o editoriales- a que la deposite en la
voz de un “otro”; en este caso de los propios identificados.
De hecho, venimos mostrando en este trabajo que el discurso de
la información -que se construye como un discurso objetivo- suele incluir
subjetivemas y apelativos que, mediante el análisis, permiten desentrañar
la estructuración simbólica del mundo que se construye en esos discursos.
Por lo tanto, cuando el discurso es construido mediante una polifonía
“populista negra”, esconde un juego perverso de afirmación y negación
de la identificación negativa de las “villas”. Decimos esto, porque como
venimos señalando a lo largo de este trabajo, la identificación negativa
de las “villas” en Clarín, a partir del uso de apelativos y subjetivemas
132 El Grupo Clarín emite por Canal 13 “Policías en Acción”, programa de TV que trabaja a
partir de la estigmatización de los sectores populares cruzando diferentes estrategias discur-
sivas -icónico/indiciales y simbólicas- que van desde el uso del cómic hasta la posición en la
que se ubica la cámara: identificando la mirada del espectador con la cámara -identificación
primaria según Metz (1979)- como mirada de la Policía. Es interesante notar que sería poco
razonable que el propio diario critique la propuesta de programación de uno de los medios
que forma parte del grupo económico. Por lo tanto, nuevamente la estrategia discursiva
“populismo negro” es acertada a los fines de una estrategia general con pretensiones hege-
mónicas, como apuesta por una violencia simbólica determinada.
-174- www.koyatuneditorial.com.ar
es enorme, frente a estos “desvíos” objetivistas/133, los cuales tienen la
función de contribuir a la constitución de una estrategia discursiva con
vocación hegemónica.
Queremos agregar que, como se puede ver en el segundo enuncia-
do que presentamos como ejemplo, la producción de prácticas culturales
sigue estando anclada en el modelo de la llegada: “…Son producto de los
talleres que lideran Sheila Pérez Giménez de “Cine en Movimiento” y Gabriel
Aquino de “Desde Abajo Cine”. Las citas directas de estos dos sujetos del
enunciado son construidas como voces autorizadas -efecto de institucio-
nalidad mediante el cual se les reconoce un capital simbólico, al ser ads-
criptos a instituciones- en la proyección de las acciones de los habitantes
de las “villas”. Veamos la cita de Aquino:

“Para Gabriel Aquino, de “Desde Abajo Cine”, “el objetivo es


demostrar que hay futuro y trabajamos con los chicos en pro-
gramar, pensar, escuchar y escribir, para que tengan sentido
de proyección hacia ese futuro” (27/03/07 p.30)

Teniendo en cuenta lo que venimos señalando, queremos hacer


notar que determinados sintagmas del cuerpo de la nota son constituidos
en “negrita” creando un efecto de sentido de “relevancia” de lo enuncia-
do -tema del que hemos hablado cuando diferenciamos la estrategia de
lectura que construye cada diario-. No es menor notar que los enunciados
en “negrita” no son justamente los que señalan las “opiniones” de los su-
jetos del enunciado contra la imagen negativa que los medios construyen
sobre ellos. Por el contrario, los sintagmas en “negrita” dan cuenta de la
relevancia que el enunciador adjudica a “la proyección de futuro…a que se
puede salir…salimos a contar nuestras propias historias”. O sea, a acciones
de “inclusión social y cultural”.
Para continuar con nuestro análisis tomaremos otro artículo que
trabaja a partir de lo que hemos llamado “populismo negro”:

“La FM Tranquila va a cumplir 2 años el 25 de Mayo y ese mis-


mo día comenzará a funcionar una agencia de noticias con el
mismo objetivo de reflejar su realidad.
“… esta emisora, que es la única que se emite en una villa del
conurbano. Está hecha por y para la gente de Villa Tranquila,
uno de los barrios más calientes del GBA (…) donde viven 7000
familias pobres”. (7/05/07 p. 29)

133 Decimos esto porque la estrategia objetivista es mucho mayor en La Nación -que exhibe
su ideológico- que en Clarín, donde el enunciador tiende a englobar en la enunciación gene-
ral a la polifonía, ocultando su ideológico.
www.koyatuneditorial.com.ar -175-
De estos ejemplos, podemos señalar varias cuestiones en torno a la
estrategia discursiva: por un lado la continuidad de rasgos que definen a
“la villa” como un espacio sociocultural otro: se habla de “reflejar su reali-
dad”. Esto define la existencia de una realidad como propia de “la villa”; lo
cual indica la existencia de otras realidades propias de otros espacios so-
ciales. Además, aparece con toda claridad una de las condiciones de pro-
ducción del discurso de la información: la concepción de la noticia como
reflejo, o sea, la impronta objetivista de la transparencia del discurso. Así
mismo, podemos notar cómo el uso de subjetivemas reaparece, no exac-
tamente para trabajar en pos de una identificación positiva de la “villa”,
sino todo lo contrario: se habla de “uno de los barrios más calientes”, lo
cual en el interdiscurso construye sentido de “peligro”, delincuencia, etc.
Decimos esto, estableciendo una relación interdiscursiva con el análisis
del corpus de Clarín, 2004 (Dukuen, 2007 a, b) donde se trabaja con igual
subjetivema, remitiendo a esos sentidos.
El “populismo negro” opera, nuevamente, cuando se remite a las
citas de los sujetos del enunciado pertenecientes a la “villa”:

“Marcelino, conductor del programa de la comunidad de Cabo


Verde (…) dice que “en lo medios aparecemos cuando hay des-
gracias, como si fuéramos un gueto. Tenemos flaquezas y ri-
quezas como todos…”
“Encontrar un espacio propio y empezar a cambiar la percep-
ción que el “afuera” tiene de ellos es el desafío de los vecinos
de Tranquila…” (7/05/07 p. 29)

Aquí nos encontramos con dos enunciados construidos a partir de


una diferencia fundamental: nuevamente la valoración positiva de la “vi-
lla” y la crítica a los medios aparece en la voz de un habitante de la “villa”.
El periódico se corre a la hora de establecer una crítica y la pone en la voz
del identificado negativamente: estrategia de la que ya hemos hablado en
tanto distanciamiento de la valoración. El segundo enunciado está a cargo
del enunciador y, aunque pareciera que establece una determinada valo-
ración positiva de las prácticas culturales que se están desarrollando; solo
transforma “la crítica de los medios” 134 realizada por el sujeto del enun-
ciado “Marcelino”, en una acción de cambio en la percepción del “afuera”.
134 Un ejemplo de cómo una crítica hacia determinadas políticas o prácticas contra “las
villas” es puesta en discurso a partir -esta vez- de las voces autorizadas de la Iglesia, la
encontramos en el artículo titulado “Advertencia de los sacerdotes de las villas por la urbani-
zación” (24/07/07 p.40). El artículo consiste en la puesta en discurso mediante cita directa
de una declaración del Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia. Clarín, fiel a su
estrategia discursiva, no construye valoración alguna en torno a esta declaración. De esta for-
ma se puede ver nuevamente la diferencia frente a un discurso como el de La Nación, quien
se hace cargo de un discurso de “denuncia” -o retoma críticas y las enuncia como suyas- en
una estrategia como interpelación a las burocracias de Estado.
-176- www.koyatuneditorial.com.ar
Con esto desvía el eje de la crítica a los medios hacia el puro voluntarismo
de una radio comunitaria.
Podemos decir que lo que el “populismo negro” genera es un “ocul-
tar mostrando”, al intentar clausurar el sentido en la enunciación general
en la que integra la polifonía. Por ello, este último enunciado que hemos
citado es el que cierra la noticia en pos de una determinación del senti-
do: “Encontrar un espacio propio y empezar a cambiar la percepción que el
“afuera” tiene de ellos es el desafío de los vecinos de Tranquila…” (7/05/07
p. 29)
También aquí el modelo de la llegada y el efecto de instituciona-
lidad reaparecen, al presentar a la radio como: “un proyecto impulsado
por la Dirección de Prensa de la Municipalidad de Avellaneda” (…) “Pero los
contenidos los define la gente”, asegura Fabián D´Aloisio, coordinador de la
Radio” (7/05/07 p. 29)
Nuevamente la relación de poder se funda en una aparente nega-
ción de si misma: al negar la imposición de contenidos, el derecho de
producir esa negación está instituido en la figura institucional del sujeto
del enunciado D´Aloisio, a quien se le reconoce un capital simbólico “coor-
dinador” -productor del efecto de institucionalidad- y se le da la voz -en
tanto voz autorizada- para negar la imposición de contenidos autorizando
lo contrario135.

1.1. El modelo de la llegada: dos formas de identificar el espacio social


En este acápite nos vamos a detener en formas de vehiculización
del “modelo de la llegada”. En primera instancia analizaremos una nota
color de Clarín -“Con la fe y el corazón entre los pobres” (02/05/07 p.4-5-)
la cual consideramos ejemplar en su uso de esta estrategia discursiva.
Veamos un extracto:

“El chofer del taxi cambia su semblante distendido y el tono


ameno de la charla en el tramo final del viaje. “Usted me está
trayendo a un villa” me dice con temor a medida que va detec-
tando las casas precarias y las callejuelas. “Así es, pero no se
preocupe; no le voy a pedir que entre”, lo tranquilizo. Estamos
llegando al enorme asentamiento....” (02/05/07 p. 4)

Este es uno de los pocos casos en el corpus donde aparecen marcas


deícticas de persona -cosa inhabitual en el discurso de la información-.
Como vemos, la marca “yo” no se pone en juego, pero sí aparecen marcas
personales como “me”, “estamos”, en un diálogo que hace de introducción

135 Es interesante señalar que al lado de esta noticia se encuentra un recuadro titulado
“urbanización”, que trabaja sobre los sentidos de este subjetivema, condensando las clásicas
remisiones a “abrir calles y tender redes de servicios”.
www.koyatuneditorial.com.ar -177-
a la noticia. En el segundo párrafo encontramos un “le pregunto”, para que
luego desaparezca completamente toda marca deíctica que remita al yo/tu.
Creemos que introducir marcas de la primera y la segunda persona
-“...no se preocupe, no le voy a pedir....”- en este caso responde a la es-
trategia general del diálogo introductorio que busca construir la alteridad
del espacio social entre el afuera y el adentro de la “villa”, a partir de una
complicidad de mundo común de sentido entre el “chofer de taxi”, “el
periodista” e implícitamente, “el lector”. En la construcción del diálogo,
el uso de subjetivemas “casas precarias, callejuelas”, el señalamiento del
cambio de actitud del “taxista” -de “distendido/ameno a temeroso” al ir
“detectando las casas precarias y las callejuelas”-; la respuesta de empatía
del periodista: “Así es. Pero no se preocupe, no le voy a pedir que entre”,
construyen el sentido implícito de lo que significa el subjetivema “villa”.
La villa es un lugar que genera temor, “de mucha pobreza, pero con vecinos
solidarios”. La solidaridad de los vecinos es afirmada en el copete, a partir
de retomar indirectamente las afirmaciones del “Padre Pepe”. Por eso: “El
padre Pepe Di Paola, sale al encuentro, feliz por la visita. Como si hubiera
escuchado al taxista, aclara de entrada: “Acá el 95% de la gente es honesta,
muy solidaria...” (02/05/07 p. 4)

Veamos ahora la estructura de títulos:

Volanta: “La asistencia religiosa en una villa de emergencia”


Título: “Con la fe y el corazón entre los pobres”
Copete: “El Padre Pepe Di Paola cuenta cómo se vive el evan-
gelio en medio de mucha pobreza, pero con vecinos solida-
rios” (02/05/07 p. 4)

Es interesante señalar que en esta noticia -comenzando por su es-


tructura de títulos- encontramos toda una operación del modelo de la
llegada: “la asistencia religiosa” es el punto de inflexión/acción a partir
del cual la “villa” se puede semantizar positivamente. Y la voz autorizada
del “Padre Pepe” es quien da la pauta de la positividad del espacio social
“villa”. El sujeto del enunciado “Padre Pepe” es citado constantemente y
las citas operan desmontando prejuicios sobre los habitantes de la “villa”.
Veamos algunos ejemplos:

“Acá el 95% de la gente es honesta, muy solidaria y tiene un


gran sentido religioso. Lo que necesita es creer en su capaci-
dad para salir adelante”
“Cuando llegué en 1997, había bastante violencia y muertes
producto de guerras entre pandillas, pero hoy ya no es así”
“Yo comparo esto con una tribuna llena, donde los barrabra-

-178- www.koyatuneditorial.com.ar
vas son un grupito” (02/05/07 p. 4)

Al poner la valoración positiva sobre la “villa” y sus habitantes en la


voz de un otro “legitimo” -El Padre- en forma de cita indirecta o directa; el
diario toma distancia de la valoración positiva. Como señalamos siguiendo
a Charaudeau (2003) no es lo mismo que el medio de comunicación se
haga cargo por si mismo de una valoración a que la deposite en la voz de
un “otro”. El distanciamiento provoca la ambivalencia y termina de cerrar
el círculo abierto al comienzo de la nota color con el diálogo introductorio:
en la “villa” conviven la pobreza, las callejuelas, lo que genera “temor”, con
los vecinos “honestos” y “solidarios”. Pero lo interesante de la estrategia
discursiva es que al centrarse en la labor de un portavoz legítimo de la
“Iglesia”, el modelo de la llegada se constituye en el constructo que de-
termina la identificación positiva del espacio social “villa”, como un efecto
del accionar de la Iglesia:

“El Padre Pepe no habla de cuanto ayuda a los pobladores del


asentamiento la obra religiosa y social de la iglesia. Pero el
listado impresiona…”
“Llevamos adelante el plan de líderes positivos, que consiste
en potenciar los buenos ejemplos (…) hay gente que hizo co-
sas que jamás pensó que iba a realizar. En concreto: ayudar a
otros. (02/05/07 p. 4)

Vemos cómo las acciones positivas de los habitantes de las “villas”


se deben al accionar de la Iglesia. El modelo de la llegada es la puesta en
discurso de una relación de poder, donde lo positivo es construido como
una acción desde afuera -la Iglesia- hacia adentro de la “villa”. La “villa”
puede ser marcada positivamente, como producto del aprendizaje de pau-
tas de conductas –dictadas por la Iglesia- por parte de sus habitantes. Los
ejemplos de cómo la polifonía opera en esta construcción discursiva, es
central. Las voces de los habitantes de las “villas”, puestas en discurso a
partir de cuatro recuadros “Testimonios” (02/05/07 p. 5), sigue la estrategia
de Clarín concerniente en citar a los sectores populares como testimonios,
como testigos, como fuentes de primera mano. En los cuatro ejemplos,
el acercamiento a “la Iglesia” transforma a los habitantes de la “villa” en
algo “mejor”. Así se cierra la apuesta por una determinada estructuración
de la relación “Iglesia/villas”, que forma parte de la apuesta por una vio-
lencia simbólica en Clarín. Veamos un extracto de las afirmaciones citadas,
que indican el pasaje de una situación negativa a otra positiva:

“La Fe cambió mi vida”


“A los 17 años conocí a chicos que se drogaban y empecé con
www.koyatuneditorial.com.ar -179-
la cocaína. Le robaba a mi mamá, no comía ni dormía (…) hasta
que un día vino a casa el Padre Pepe. Dios lo mandó justo. Al
día siguiente fui a la iglesia y comencé a tratarme la adicción.
Ahora creo en Dios, voy a misa todos los días y estoy a cargo de
un grupo juvenil de catequesis.” (02/05/07 p. 5)

Nos remitimos a los demás ejemplos de “Testimonios”, para que se


pueda corroborar que el modelo de la llegada opera en la identificación positi-
va del espacio social y de los sujetos del enunciado habitantes de las “villas”.
***
El segundo ejemplo de la puesta en juego del modelo de la llegada
consiste en una crónica -en este caso, como relato de una sucesión de
hechos, a partir de una homología entre el referente, el viaje de “Andy”- y
la construcción de la narración:

Cintillo: “Televisión”
Volanta: “Argentinos por su nombre” (Canal 13)
Título: “Andy en el país de los contrastes”
Copete: “A bordo de un auto preparado como un mini estudio
de televisión, Kusnetzoff hace un recorrido urbano con un objeti-
vo preciso: mostrar el blanco sobre negro de personajes y situa-
ciones sociales. Un equipo de “Clarín” acompaño al periodista
en la producción de una nota que se verá esta noche: un desfile
de Roberto Giordano en la villa 31 de Retiro” (26/09/07 p.8)

De la estructura de títulos quisiéramos señalar algunas cuestiones.


Zullo (2002) en su investigación sobre la estrategias discursivas del grupo
Clarín señala que es recurrente, a partir de la conformación de Clarín como
Grupo económico, la aparición de artículos periodísticos sobre programas
de radio o TV, que pertenecen a medios del Grupo, como es el caso de
Canal 13. De esta manera, publicidad y notifica se cruzan -y se indiferen-
cian- a través de una estrategia donde los rasgos genéricos del tipo de
discurso “publicidad” son borrados136, quedando la intención publicitaria
enmarcada en el principio guía del discurso de la información: informar.
O sea que la publicidad se niega a si misma como tal -en sus rasgos
genéricos- al incorporarse al discurso de la información: otro ejemplo de
136 No entramos en un análisis de esta estrategia -que Zullo (2002) ha estudiado en profun-
didad-, solo señalamos que hay rasgos retóricos que dan cuenta de que la noticia esconde
elementos propios del discurso publicitario, como las loas al producto -programa de TV- y a
su conductor. Además hay tres recuadros señalando las dimensiones técnicas del programa
(26/09/07 p.8). Incluso hay un recuadro “Punto de vista”, sobre las características positivas
de “Andy”, tales como su “acervo cultural poco común para la televisión” (26/09/07 p.9). Es-
tas estrategias pueden reencontrarse en el artículo titulado “Un taller de títeres para madres
de la villa” (02/09/07 p. 46) donde se señala que el taller es promovido por la “Fundación
Noble” (fundación del Grupo Clarín).
-180- www.koyatuneditorial.com.ar
cómo Clarín oculta su ideológico (Verón, 1995), o sea, su relación con sus
condiciones de producción. Además, es notable el uso de los nombres y
sobrenombres -Andy- como formas de acercar al conductor a su público
-un guiño de complicidad- borrando las diferencias que implican el ocupar
determinado lugar en el campo periodístico.
La crónica periodística es narrada a partir de una estrategia que
busca establecer en la dimensión simbólica, el efecto de sentido de “mo-
vimiento” propio de la dimensión icónico-indicial que caracteriza a la TV.
El “realismo” de la evidencia de las imágenes, o sea, el poder de sentido
que lo icónico-indicial genera por suponer la existencia de un referente
empírico, buscar ser transpuesto a la dimensión simbólica que prima en
el discurso de la prensa escrita. Para ello, el artículo trabaja sobre una
estructuración de la narración basada en ir estableciendo la sucesión de
hechos y acciones a partir de las “paradas” “de un auto preparado como
un mini estudio de televisión”. Las “paradas” establecidas a partir de una
continuidad numérica (parada 1, parada 2, etc.) van dando continuidad
y espesor temporal a la crónica, en pos de reconstruir la experiencia del
“estar ahí” que la cámara de TV produce como efecto de sentido. Por eso,
ya en el copete se señala: “Un equipo de “Clarín” acompañó al periodista
en la producción de una nota que se verá esta noche: un desfile de Roberto
Giordano en la villa 31 de Retiro. De esta manera se abre la dinámica del
artículo periodístico donde crónica y nota color se cruzan, en una “espec-
tacularización” de la desigualdad social como visión y división del mundo
social. Veamos un extracto de la ¿noticia?:

Parada tres. Güemes 3553 (…) Andy le plantea a Giordano el


desafío: llevarlo a “la otra Argentina”. El conductor está algo
fascinado con la palabra contraste y la usa todo el tiempo.
Giordano aporta lo suyo “Nunca entré a una villa (…) cuando
voy en el auto por la autopista, veo ese otro país y pienso mu-
cho en ellos” (26/09/07 p.8)

De este extracto podemos señalar varias cosas: en primera instan-


cia la construcción discursiva de la división del espacio-mundo social -ya
recurrente a esta altura del análisis- que implica una divisoria entre un
país determinado, el de aquel que va manejando por la autopista y un
país otro, el de la “villa”: Andy le plantea a Giordano el desafío: llevarlo a
“la otra Argentina” (…) cuando voy en el auto por la autopista, veo ese otro
país”. El modelo de la llegada comienza con la idea de “llevar”, o sea,
con el desafío del viaje hacia ese “otro país”. Y la llegada implica -como
hemos señalado en reiteradas oportunidades- la entrada de sujetos, y de
valores también; en este caso, de una de las formas de cultura legítimas
-el modelaje, la alta costura, y la “alta peluquería”-. Veamos cómo conti-

www.koyatuneditorial.com.ar -181-
nua el “viaje”:

Parada cuatro. Los autos llegan a la calle 4 (…) Andy comienza


a desarrollar el plan preparado “¿Se le puede dar glamour a la
villa 31?” y el peluquero dice que sí. Juntos, entran en las calles
de la villa e ingresan a un comedor en el que se encuentran con
peluqueras del barrio. De nuevo el juego de contrastes. “Cuán-
to cuesta el corte de pelo en la villa y cuánto en la peluquería
de Roberto? Pregunta Andy, Ocho y noventa pesos respectiva-
mente. (26/09/07 p.8)

El modelo de la llegada entra en su faz de esplendor cuando en la


pregunta de “Andy” a “Giordano”, se explicitan las relaciones de poder
simbólico: el “glamour” solo puede venir desde afuera, desde un agente
reconocido y diferenciado en su capital simbólico que, por tasa de conver-
sión del capital cultural a económico (Bourdieu, 1998), obtiene un valor
en el mercado de 90 pesos, frente a los 8 pesos de las peluqueras de la
“villa”. Además hay una diferenciación: mientras que se generaliza cuando
se habla del valor del corte de pelo en la “villa”; en el caso de “Giordano”
es su peluquería la puesta en juego: allí volvemos a ver el reconocimiento
de un capital simbólico y eficiente dentro de un campo determinado, que
se juega en un “país determinado”; por la división del espacio mundo
social operada en el discurso.
Así, el espacio mundo social “villa”, sus habitantes, sus profesio-
nes, su cultura son reconocidas como menores, por ello el modelo de la
llegada define la identificación positiva del espacio mientras dure la “es-
tadía” de quien llega: el “glamour” dura lo que dure la inversión de ese
capital simbólico -los medios operan como instancia de reconocimiento de
un capital- y en tanto espectáculo de contrastes. Por eso todo se lleva al
extremo de lo probable:

“La idea es un desfile de moda con intercambio entre los dos


mundos, de nuevo con contrastes. El hombre del bronceado
eterno llevó seis de sus modelos (…) La producción eligió, lo
que se llama en la televisión “modelos de vida” (…) las pelu-
queras de Giordano luquean a los modelos de la villa. Y las pe-
luqueras del barrio hacen lo propio con las chicas de Roberto”
Parada seis. “Viste lo que es esta locura. Me encantan los con-
trastes”. En la villa Andy se entusiasma con la idea…”
Parada siete. “Escenario montado en la calle 4 de la villa (…) la
estética es igual a la de los desfiles de Giordano en la costa”
(26/09/07 p.8-9)
La construcción de un discurso centrado en el “contraste”, como

-182- www.koyatuneditorial.com.ar
reconocimiento de otra construcción discursiva -simbólica, icónico indicial,
como es el programa de TV- trabaja en pos de una espectacularización
de la desigualdad social -lo que se esconde- al construirla en términos de
diversidad cultural -lo que se muestra-. Por eso se produce el cruce de
peluqueras: una de las variables de la espectacularización de los sectores
populares es el exotismo. El poder simbólico, que construye esta apuesta
por una visión y división del mundo-espacio social, establece la pura di-
versidad como entrada de una de sus formas culturales en la otra; y como
un proceso donde la cultura legítima -representada por Giordano y sus
modelos- va a producir la transformación -darle glamour- de un espacio
social, que se presupone no lo tiene -y no la puede tener salvo a través
de este ejercicio de poder simbólico-.
Para terminar nuestro análisis, quisiéramos señalar algunas citas
directas del sujeto del enunciado “Giordano” que dan cuenta del reconoci-
miento de su capital simbólico y de la división del espacio mundo social:

“Esta gente tiene fantasía. Vengo a darle glamour a la villa. No


pensaban que alguien como yo podía venir a verlos.
Acá hay más calidad de vida que en muchos lugares en los que
estuve. Le digo a la gente que no sea temerosa. Vengan a la
villa que acá no pasa nada. (26/09/07 p.9).

Creemos que los enunciados son elocuentes -ya hablamos sobre el


“glamour”- pero podemos señalar que al decir “No pensaban que alguien
como yo podía venir a verlos”, Clarín pone en juego la voz de Giordano
como un autoreconocimiento de su capital simbólico. El tema de la diver-
sidad vuelve a aparecer cuando la “villa” aparece negada en su “estigma-
tización” -presupuesta en la temerosidad de la gente-, al compararla con
otros lugares: Acá hay más calidad de vida que en muchos lugares en los
que estuve. Le digo a la gente que no sea temerosa. Vengan a la villa que
acá no pasa nada”.

1.2. Recapitulación: rasgos discursivos en la relación “villas-


cultura”
Comenzamos este análisis señalando que una de las características
que atraviesa la discursividad de Clarín y La Nación es la concepción clá-
sica y de sentido común de “cultura”: aquella que limita la cultura a las
prácticas artísticas -pintura, literatura, fotografía, música, etc.- legítimas/
legitimadas. Esta prenoción de sentido común es la que determina que
gran cantidad de las noticias que proceden de las secciones de “Cultura”
y “Espectáculos”. Dos estrategias definen la discursividad de Clarín en
el dominio de la cultura la puesta en juego del modelo de la llegada, tal
como lo hemos reformulado en este trabajo y lo que hemos llamado a

www.koyatuneditorial.com.ar -183-
partir de Guinzburg (1981) “populismo negro”. En la estrategia de Clarín
esta construcción se produce, generalmente, a partir de citas directas de
los “villeros”. En nuestro caso, “populismo negro” significa construir un
discurso crítico de la identificación negativa de la “villa”, a partir de la
cita directa de los “villeros”. La estrategia consiste en un corrimiento
del enunciador en tanto objetivador de las “villas”, para dar lugar a una
identificación positiva de ellas y sus habitantes, a partir de citas de los
“villeros”. Lo interesante de ello es que al poner la valoración positiva
sobre la “villa” y sus habitantes en la voz de los propios habitantes de la
“villa” -una intra-valoración, una adscripción- el diario toma distancia -no
se hace cargo- de la valoración positiva.
En el caso de la relación entre “villas” y “cultura”, el modelo de
la llegada alcanza a su máximo esplendor, dado que el campo artístico
funciona como uno de los espacios donde las prácticas de distinción a
través del gusto (Bourdieu, 1998) se vuelven un capital simbólico eficiente,
determinante de la división del mundo-espacio social.
A lo largo del análisis vimos cómo se comienzan a perfilar las ope-
raciones propias de la construcción discursiva de las “villas” en su rela-
ción con la “cultura”: la construcción de un espacio (socio) cultural otro
(Dukuen, 2007 a, b), donde las prácticas artísticas se vuelven efecto de
una ontología de la “villa” y su habitantes.
La construcción de un espacio (socio) cultural otro se produce cuan-
do en las emisiones de calificación se atribuyen rasgos de lo artístico -“la
creatividad”- como “propia del lugar”. Lo que vemos aparecer es una on-
tología que opera por metonimia, estableciendo una relación de engendra-
miento, donde la “villa” produce una cultura propia que, a su vez, produce
sujetos culturales con determinadas prácticas. La relación metonímica es
clave ya que ancla la relación entre la división del espacio social: villa/no
villa (lo otro que villa, o sea la sociedad) con la división del mundo social
y cultural: cultura villera/cultura no villera (legítima, legitimada). De hecho,
el título de uno de los artículos es elocuente: se habla de “arte y cultura
villera”, lo cual presupone un arte y cultura no villera; por cierto, la de
aquel que “viaja a Odisea 20” -el diario como enunciador institucional que
viene de “afuera”-.
El modelo de la llegada opera cuando los sujetos del enunciado
Roisi y Thelen -quien es presentada como “alemana”- no son señalados
como habitantes de la “villa” y son quienes tienen la voz autorizada -el
reconocimiento de un capital simbólico- para poder juzgar -a través de
negarse a juzgar- las obras de arte de los “villeros”: una relación de
poder (Foucault, 1979; 2000) que, al negarse como tal, se expresa en su
negación. La relación de poder -con y sobre los sectores populares- con-
siste justamente en el doble reconocimiento de un producto como arte:
por los agentes que representan la voz autorizada y por la estrategia del

-184- www.koyatuneditorial.com.ar
diario que cita a esos agentes y construye esos productos como arte, en
su apuesta por una violencia simbólica. No encontramos en este artículo
una sola cita de habitantes de las “villas” referidas a la producción de
“su arte”, lo cual es otra prueba, por la negativa, de la relación de poder
establecida.
Un rasgo característico de la negación de un arte, como arte “ma-
yor” -y de populismo como variante del relativismo- es representado aquí
por la cita que encabeza una de las noticias. Dejando de lado la contra-
dicción en la que se sostiene el enunciado citado -“No les digo si algo está
bien o mal (…) les digo que está buenísimo y lo cuelgo”- la negación de una
arbitrariedad estética en la definición de la obra es la muestra de que es
una “cultura” considerada “menor”, frente a la que supone diferenciar lo
que está bien (hecho) de lo que está mal. Lo mismo podemos decir de la
falta de “intervención o retoque”, en pos de “presentar las obras tal cual
fueron concebidas”: una característica que define a la doxa de lo artístico
como pura “creatividad asociada a lo cotidiano”, espontaneidad, falta de
reglas, etc.; frente a un arte con reglas de producción. Es interesante seña-
lar que el populismo aparece cuando la falta de reglas y de encuadre, etc.,
son enunciadas a través de una afirmación positiva. Estamos nuevamente
ante una construcción discursiva donde lo que es presentado como caren-
cia, se transforma en virtud.
La calidad de exóticas de las prácticas artísticas “villeras” aparece
como un “oxímoron” ante lo legítimo cultural, que se enuncia en el sintag-
ma “coro lírico de cumbia”. La oposición entre lo legítimo y lo ilegítimo en
el campo artístico, es unida en una práctica: coro lírico (legítimo) cumbia
(ilegítimo). La provocación se vuelve un exotismo a ser insertado en el
campo como “arte testimonial”, figura que remite a una experiencia vívida
de un espacio cultural otro: la “villa”.
Volvamos por un instante al populismo negro a partir de las citas
directas de los habitantes de las “villas”. En el análisis pudimos notar cla-
ramente que la puesta en juego de una valoración positiva es encarnada
en la voz de los habitantes de la “villa”. Nos remitimos a la noticia com-
pleta para que se pueda comprobar que en ningún momento el enunciador
construye un discurso valorativo en relación con las “criticas” vertidas en
los enunciados citados. De esta manera, como ya señalamos, el diario
toma distancia -no se hace cargo- de la valoración positiva. De hecho,
venimos mostrando en este trabajo que el discurso de la información
-que se construye como un discurso objetivo- suele incluir subjetivemas
y apelativos que, mediante el análisis, permiten desentrañar la estructu-
ración simbólica del mundo que se construye en esos discursos. Por lo
tanto, cuando el discurso es construido mediante una polifonía “populista
negra”, esconde un juego perverso de afirmación y negación de la identi-
ficación negativa de las “villas”. Decimos esto porque, como venimos se-

www.koyatuneditorial.com.ar -185-
ñalando a lo largo de este trabajo, la identificación negativa de las “villas”
en Clarín, a partir del uso de apelativos y subjetivemas, es enorme frente
a los “desvíos” objetivistas encarnados en las citas, los cuales tienen la
función de contribuir a la constitución de una estrategia discursiva con
vocación hegemónica.
Tras haber señalado algunos rasgos de la puesta en funcionamiento
del “populismo negro” nos detendremos en el funcionamiento del “mo-
delo de la llegada”. La nota color de Clarín -“Con la fe y el corazón entre
los pobres” (02/05/07 p.4-5)- es ejemplar en su exposición del modelo de
la llegada. Este es uno de los pocos casos en el corpus donde aparecen
marcas deícticas de persona, cosa inhabitual en el discurso de la informa-
ción. Creemos que introducir marcas de la primera y la segunda persona
-“...no se preocupe, no le voy a pedir....”- en este caso responde a la es-
trategia general del diálogo introductorio que busca construir la alteridad
del espacio social entre el afuera y el adentro de la “villa”, a partir de una
complicidad de mundo común de sentido entre el “chofer de taxi”, “el
periodista” e, implícitamente, “el lector”. En la construcción del diálogo,
el uso de subjetivemas “casas precarias, callejuelas”; el señalamiento del
cambio de actitud del “taxista” -de “distendido/ameno a temeroso” al ir
“detectando las casas precarias y las callejuelas”-; la respuesta de empatía
del periodista: “Así es. Pero no se preocupe, no le voy a pedir que entre”,
construyen el sentido implícito de lo que significa el subjetivema “villa”.
La villa es un lugar que genera temor, “de mucha pobreza, pero con vecinos
solidarios”. La solidaridad de los vecinos es afirmada en el copete, a partir
de retomar indirectamente las afirmaciones del “Padre Pepe”. Por eso: “El
padre Pepe Di Paola, sale al encuentro, feliz por la visita. Como si hubiera
escuchado al taxista, aclara de entrada: “Acá el 95% de la gente es honesta,
muy solidaria...” (02/05/07 p. 4).
En esta noticia encontramos que toda una operación del modelo de
la llegada: “la asistencia religiosa” es el punto de inflexión/acción a partir
del cual la “villa” se puede semantizar positivamente. Y la voz autorizada
del “Padre Pepe” es quien da la pauta de la positividad del espacio social
“villa”. El sujeto del enunciado “Padre Pepe” es citado constantemente y las
citas operan desmontando prejuicios sobre los habitantes de la “villa”.
Al poner la valoración positiva sobre la “villa” y sus habitantes en la
voz de un otro “legitimo” -El Padre- en forma de cita indirecta o directa, el
diario toma distancia de la valoración positiva. Como señalamos siguiendo
a Charaudeau (2003) no es lo mismo que el medio de comunicación se
haga cargo por si mismo de una valoración, a que la deposite en la voz de
un “otro”. El distanciamiento provoca la ambivalencia y termina de cerrar
el círculo abierto al comienzo de la nota color con el diálogo introductorio:
en la “villa” conviven la pobreza, las callejuelas, lo que genera “temor”, con
los vecinos “honestos” y “solidarios”. Pero lo interesante de la estrategia

-186- www.koyatuneditorial.com.ar
discursiva es que al centrarse en la labor de un portavoz legítimo de la
“Iglesia”, el modelo de la llegada se constituye en el constructo que de-
termina la identificación positiva del espacio social “villa” como un efecto
del accionar de la Iglesia.
Vimos cómo las acciones positivas de los habitantes de las “villas”
se deben al accionar de la Iglesia. El modelo de la llegada es la puesta en
discurso de una relación de poder, donde lo positivo es construido como
una acción desde afuera -la Iglesia- hacia adentro de la “villa”. La “vi-
lla” puede ser marcada positivamente, como producto del aprendizaje de
pautas de conductas -dictadas por la Iglesia- por parte de sus habitantes.
Los ejemplos de cómo la polifonía opera en esta construcción discursiva,
es central. Las voces de los habitantes de las “villas”, puestas en dis-
curso a partir de cuatro recuadros “Testimonios” (02/05/07 p. 5), sigue la
estrategia de Clarín concerniente en citar a los sectores populares como
testimonios, como testigos, como fuentes de primera mano. En los cuatro
ejemplos, el acercamiento a “la Iglesia” transforma a los habitantes de
la “villa” en algo “mejor”. Así se cierra la apuesta por una determinada
estructuración de la relación “Iglesia/villas”, que forma parte de la apuesta
por una violencia simbólica en Clarín.
El segundo ejemplo de la puesta en juego del modelo de la llegada
consiste en una crónica -en este caso como relato de una sucesión de
hechos a partir de una homología entre el referente, el viaje de “Andy”- y
la construcción de la narración.
La crónica periodística es narrada a partir de una estrategia que
busca establecer en la dimensión simbólica el efecto de sentido de “mo-
vimiento” propio de la dimensión icónico-indicial que caracteriza a la TV.
El “realismo” de la evidencia de las imágenes, o sea el poder de sentido
que lo icónico-indicial genera, por suponer la existencia de un referente
empírico, busca ser transpuesto a la dimensión simbólica que prima en el
discurso de la prensa escrita. Para ello, el artículo trabaja sobre una estruc-
turación de la narración basada en ir estableciendo la sucesión de hechos
y acciones a partir de las “paradas” “de un auto preparado como un mini es-
tudio de televisión”. Las “paradas” establecidas a partir de una continuidad
numérica (parada 1, parada 2, etc.) van dando continuidad y espesor tem-
poral a la crónica, en pos de reconstruir la experiencia del “estar ahí” que
la cámara de TV produce como efecto de sentido. Por eso, ya en el copete
se señala: “Un equipo de “Clarín” acompañó al periodista en la producción
de una nota que se verá esta noche: un desfile de Roberto Giordano en la villa
31 de Retiro. De esta manera se abre la dinámica del artículo periodístico
donde crónica y nota color se cruzan, en una “espectacularización” de la
desigualdad social como visión y división del mundo social.
Durante este análisis seguimos los planteos de Zullo (2002) en su
investigación sobre la estrategias discursivas del grupo Clarín, quien se-
www.koyatuneditorial.com.ar -187-
ñala que es recurrente -a partir de la conformación de Clarín como Grupo
económico- la aparición de artículos periodísticos sobre programas de
radio o TV, que pertenecen a medios del Grupo, como el caso de Canal
13. De esta manera, publicidad y noticia se cruzan -y se indiferencian- a
través de una estrategia donde los rasgos genéricos del tipo de discurso
“publicidad” son borrados, quedando la intención publicitaria enmarcada
en el principio guía del discurso de la información: informar. O sea que
la publicidad se niega a si misma como tal -en sus rasgos genéricos- al
incorporarse al discurso de la información: otro ejemplo de cómo Clarín
oculta su ideológico (Verón, 1995) o sea, su relación con sus condiciones
de producción. Además, es notable el uso de los nombres y sobrenombres
-Andy- como formas de acercar al conductor a su público -un guiño de
complicidad- borrando las diferencias que implican el ocupar determinado
lugar en el campo periodístico.
Detengámonos un instante en las operaciones de división del mun-
do social. La construcción discursiva de la división del espacio-mundo
social implica, en esta crónica, una operación diacrítica entre un país de-
terminado, el de aquel que va manejando por la autopista y un país otro,
el de la “villa”: Andy le plantea a Giordano el desafío: llevarlo a “la otra
Argentina” (…) cuando voy en el auto por la autopista, veo ese otro país”. El
modelo de la llegada comienza con la idea de “llevar”, o sea con el desafío
del viaje hacia ese “otro país”. Y la llegada implica -como hemos señalado
en reiteradas oportunidades- la entrada de sujetos, y de valores también;
en este caso, de una de las formas de cultura legítimas -el modelaje, la
alta costura, y la “alta peluquería”.
El modelo de la llegada entra en su faz de esplendor, cuando en la
pregunta de “Andy” a “Giordano”, se explicitan las relaciones de poder
simbólico: el “glamour” solo puede venir desde afuera, desde un agente
reconocido y diferenciado en su capital simbólico que, por tasa de conver-
sión del capital cultural a económico (Bourdieu, 1998), obtiene un valor
en el mercado de 90 pesos, frente a los 8 pesos de las peluqueras de la
“villa”. Además hay una diferenciación: mientras que se generaliza cuando
se habla del valor del corte de pelo en la “villa”; en el caso de “Giordano”
es su peluquería la puesta en juego: allí volvemos a ver el reconocimiento
de un capital simbólico y eficiente dentro de un campo determinado, que
se juega en un “país determinado”; por la división del espacio mundo
social operada en el discurso. Así, el espacio/mundo social “villa”, sus ha-
bitantes, sus profesiones, su cultura son reconocidas como menores, por
ello el modelo de la llegada define la identificación positiva del espacio
mientras dure la “estadía” de quien llega: el “glamour” dura lo que dure
la inversión de ese capital simbólico -los medios operan como instancia de
reconocimiento de un capital- y en tanto espectáculo de contrastes.
La construcción de un discurso centrado en el “contraste”, como

-188- www.koyatuneditorial.com.ar
reconocimiento de otra construcción discursiva -simbólica, icónico indicial,
como es el programa de TV- trabaja en pos de una espectacularización
de la desigualdad social -lo que se esconde- al construirla en términos de
diversidad cultural -lo que se muestra-. Por eso se produce el cruce entre
peluqueras: una de las variables de la espectacularización de los sectores
populares es el exotismo. El poder simbólico, que construye esta apuesta
por una visión y división del mundo-espacio social, establece la pura di-
versidad como entrada de una de sus formas culturales en la otra; y como
un proceso donde la cultura legítima -representada por Giordano y sus
modelos- va a producir la transformación -darle glamour- de un espacio
social, que se presupone no lo tiene -y no la puede tener salvo a través
de este ejercicio de poder simbólico-.
Dicho esto, pasaremos a analizar la relación entre las “villas” y la
cultura en La Nación, acápite con el cual cerraremos el análisis.

2. La Nación: legitimismo y formas de lo culto y lo


popular
Hemos señalado en el comienzo de este capítulo que en el cruce en-
tre “cultura y villas”, el modelo de la llegada se pone en juego en un nivel
no alcanzado en otras áreas temáticas. Y esto vale tanto para Clarín -como
hemos señalado- como para La Nación. Sin embargo, la puesta en juego
de esta estrategia discursiva es diferencial en cada caso. Mientras que
Clarín trabaja con lo que hemos llamado “populismo negro”, La Nación
trabaja sobre una estrategia de enunciación donde la polifonía se pone al
servicio de la voz de los actores que encarnan el modelo de la llegada: las
instituciones y agentes de la cultura legítima.
En ese sentido, como ya venimos señalando, el discurso de La Na-
ción mantiene con sus condiciones de producción una relación diferente
que Clarín. La Nación -en comparación con Clarín- “exhibe su ideológico”
(Verón, 1987 a; 1995 a) y, por lo tanto, no solo crea un efecto de sentido
de objetividad, además -en determinados casos- tiende a la construcción
de un “espacio público/escena política” más “democráticos” a través de la
cita directa de los sectores populares. No es en este área temática donde
esto se pone en juego con mayor fuerza, porque ante lo legítimo -arte legí-
timo- La Nación evade todo populismo y juega un juego legitimista: el que
define la única forma posible de arte en lo popular: una forma bancaria
(Freire, 1970) donde la Cultura legítima/legitimada viene desde el polo le-
trado y culto, depositándose en el polo iletrado y popular. De esta manera,
el modelo de la llegada es atravesado por la teoría de la marginalidad (Gú-
ber, 1991) la cual señala que las pautas culturales modernas deben partir
desde afuera -Estado, Escuela, Iglesia- hacia adentro de las “villas”.
Vamos a comenzar analizando un ejemplo de cómo funciona el mo-
www.koyatuneditorial.com.ar -189-
delo de la llegada cuando la mirada legitimista (Grignon y Passeron, 1991)
opera entrelazada con él:

Volanta: “Iniciativa / Inaugurarán a fin de año una escuela de


cine en la villa 21”
Título: “El arte que surge a orillas del Riachuelo”
Copete: “La Fundación Fraternidad del Sur lleva adelante un
proyecto cultural para integrar a chicos de entre 8 y 12 años”
(30/09/07 p. 19)

Ya la estructura de títulos comienza señalando la forma de funcio-


namiento del modelo de la llegada: la “iniciativa” es de una “Fundación”
que lleva adelante un proyecto cultural para integrar a “chicos…”. Vemos
cómo lo que viene de afuera -una institución: la Fundación Sur y como
veremos, el Incaa-, busca “integrar a chicos” -lo cual supone que esos su-
jetos no están integrados ¿a la cultura?- a través de un “proyecto cultural:
una escuela de cine”. La cabeza de la noticia nos brinda los elementos
necesarios para mostrar cómo la construcción discursiva de las “villas” en
términos de carencia y atraso -un tópico residual marginalista del discurso
de la información en Clarín y La Nación- es puesto en juego constantemen-
te por La Nación, en su construcción legitimista de la cultura.

“En este asentamiento humano incrustado malamente en el


barrio de Barracas, cerca del Riachuelo contaminado (…), un
grupo de jóvenes de la villa 21 trabaja con ahínco en la crea-
ción de una futura escuela de cine y artes audiovisuales (…)
Mañana, a las 15, en la Escuela de Cine (Enerc), del Instituto
de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), la vicepresidenta de esa
institución dejará inaugurada la futura escuela de la Villa 21”
“La Enerc brindará apoyo docente y técnico a la Asociación civil
Fraternidad del Sur, cuya presidenta es Nidia Zarza, una joven
estudiante de derecho residente en la villa, que hace dos años
puso el alma en el proyecto cultural, que procura abrir un por-
venir para los nenes de entre 8 y 12 años” (30/09/07 p. 19)

Hasta aquí encontramos una identificación negativa de la “villa”, en


sintonía con la estrategia discursiva que La Nación mantiene, según hemos
mostrado en este trabajo: se habla de asentamiento humano incrustado
malamente, cerca del Riachuelo contaminado. La cadena de “significantes”
que rodea a “asentamiento”, establece -a través de los subjetivemas- el
sentido negativo de la “villa”. Pero esto -ya evidente a esta altura del
análisis- es un punto de partida para el modelo de la llegada en su cruce
con un paradigma legitimista de la cultura. Veremos cómo el sujeto del

-190- www.koyatuneditorial.com.ar
enunciado “Nidia Zarza”, una habitante de la “villa” con un determinado
capital cultural convertido a capital simbólico por su reconocimiento: ser
estudiante de derecho, va a ser citada, constituyendo la voz autorizada
para señalar las características negativas de la “villa” y sus habitantes, que
serán las que “justifiquen” la entrada de la cultura legítima como modo de
“integración”. No es una extrañeza, que quien ha tomado posición frente
a “la paradoja de los dominados” (Bourdieu, 1988 b) -se ha integrado a la
cultura legítima, dejando de pertenecer a la cultura ilegítima- sea la encar-
gada de comentar las características negativas de la “villa” y sus habitan-
tes, de los cuales se ha distanciado por su capital cultural/simbólico:

“Cada sábado, Nidia Zarza, traspasa las fronteras de esa suer-


te de gueto que es la villa 21 de Barracas (…). La Villa 21 es
famosa (…) por el crecimiento de la violencia y la extensión del
consumo y comercialización de drogas. Nidia Zarza (…) cuen-
ta que “El trabajo es arduo y difícil. Estos chicos provienen de
familias en las que la violencia es parte de su vida. Cuando se
pelean se golpean muy fuerte. Uno le dice al otro “tu viejo es
un transa, porque la arruina la vida a la gente”. Y el otro le
responde “y a tu vieja se le cayeron los dientes porque es una
puta”. (30/09/07 p. 19)

Creemos que este es un ejemplo claro de cómo funciona la apuesta


por una violencia simbólica determinada. La identificación negativa de la
“villa” y sus habitantes es llevada al extremo cuando se pone en boca de
un sujeto que ha roto con su habitus de clase, al tener un capital cultural
y simbólico reconocido. Además de prestar objetividad a las emisiones de
calificación sobre los “chicos”, por ser una informante de primera mano,
el sujeto del enunciado “Nidia Zarza” es -a través de la cita directa- la en-
cargada de contribuir a la apuesta por la violencia simbólica de La Nación
al corroborar con los ejemplos que presenta la “violencia” que La Nación
adjudica a las “villas”. La apuesta por la violencia simbólica como cons-
trucción de un “orden de las cosas” cierra su círculo.
Además debemos señalar que al establecer que: “Estos chicos provie-
nen de familias en las que la violencia es parte de su vida. Cuando se pelean
se golpean muy fuerte”; nos encontramos nuevamente con una ontología,
expresada en una fenomenología de la vida cotidiana. Los ejemplos de las
acciones de los chicos y su discursividad son elocuentes: Uno le dice al otro
“tu viejo es un transa, porque la arruina la vida a la gente”. Y el otro le respon-
de “y a tu vieja se le cayeron los dientes porque es una puta”. Ante tanta “bar-
barie”, la “civilización”-cultura legítima- es una forma de “proporcionarles a
los nenes de su villa una opción de vida mejor” (30/09/07 p. 19). Lo “positivo”
viene de afuera, lo “negativo” es propio del adentro: la división del mundo-

www.koyatuneditorial.com.ar -191-
espacio social, su identificación binaria y sus modos de transformación/
integración siguen las formas “del modelo de la llegada”. 137
A continuación presentaremos dos ejemplos donde el modelo de la
llegada es expuesto con absoluta claridad:

Volanta: “La obra Puntos Corazón”


Título: “Vienen de lejos y ayudan a la vera del Riachuelo”
Copete: “Misioneros europeos asisten a chicos en el barrio Vi-
lla jardín”
“Son jóvenes que en su infancia, transcurrida en alguna ciudad
europea, lo tuvieron todo o casi todo. “Eso” que les falta –nada
menos que el significado de sus vidas- dicen buscarlo entre los
que no tienen nada, los más pobres de los pobres (…)
Como los misioneros que llegaron a América para transmitir la
fe católica hace siglos, estos jóvenes dedican su tiempo y acti-
vidad a la oración y el servicio a los vecinos”. (19/08/07 p. 25)

Es interesante señalar que ya en la estructura de títulos la idea de


un pasaje desde un afuera -Europa, lejos- a un adentro -la villa- está expli-
citado. Lo mismo podemos decir del sentido de la llegada. Lo propiamente
cultural -aquí nos encontramos con una cultura legítima y el cruce entre
experiencias e instituciones (Sarlo, 2001)- adquiere un sentido de trans-
misión y de imposición de una forma de cultura: la religión/fe católica. En
ese sentido, el discurso legalista-miserabilista-legitimista de La Nación:
establece dos pautas. La primera opera por igualación entre los misioneros
que transmitieron la fe católica hace siglos -al “otro”, el “indio”- y ellos
que vienen a hacer lo mismo con el “otro”-habitante de la “villa”. Aquí
aparece la segunda pauta: ese “otro” es un “otro” poblado de carencias y
atrasos: “…los que no tienen nada, los más pobres de los pobres”.
Veamos el uso de la polifonía. Nuevamente, ante la Cultura, el dis-
curso citado no es el del habitante de la “villa”, sino de quienes operan
como sujetos del enunciado dentro de la estrategia del modelo de la lle-
gada; o sea, el que “llega” y trae “la Cultura”.

“(Miguel) Quiero vivir toda la vida como lo estoy haciendo acá.


Esto me está moldeando”, dijo y contó que en Alemania “vivía
bien, tenía muchos amigos e iba a muchas fiestas…”
“Él (Guillermo), que viene de “la región más linda de Francia”,
Bretaña, afirma convencido que la villa “¡También es linda!”.
(19/08/07 p. 25)
137 Resulta elocuente que la única cita de habitantes de la “villa” en toda la noticia sea de
corte “anecdótico”, en torno a qué les gusta fotografiar. Además, es citada en forma poste-
rior a la cita de Zarza donde ella rememora las disputas físicas y verbales entre los niños:
moraleja “la cultura legítima -la fotografía- los vuelve ‘civilizados’”.
-192- www.koyatuneditorial.com.ar
Dos pequeñas referencias a estas citas: en primer lugar es intere-
sante cómo la llegada y estadía en la “villa” funcionan como una modali-
dad de disciplinamiento de los sujetos-cuerpos. La comparación opera en
forma sistemática: frente a “vivía bien, tenía muchos amigos e iba a muchas
fiestas”, aparece “Esto me está moldeando”. Así, la “villa” adquiere el sen-
tido de una suerte de “rito de pasaje” hacia la adultez, de estos jóvenes
que “en su infancia tuvieron todo”. También debemos señalar, en torno al
segundo enunciado, la reaparición de la comparación. Mientras se afirma
la pertenencia de uno de los que “llega” a “la región más linda de Francia”;
la afirmación de ese sujeto del enunciado sobre la “belleza de la villa”, es
puesta como una afirmación suya. El enunciador se separa de esta manera
de la “opinión” del sujeto del enunciado; manteniendo así los rasgos so-
bre carencia y atraso otorgados a la “villa” y sus habitantes.
Finalmente, podemos decir que se construye un exotismo de la
“pobreza” que atrae a lo “otro” que la “villa” hacia ella y cumple una
función disciplinaria. De hecho, en el artículo periodístico no se trabaja
discursivamente -más que al pasar- en torno a las acciones de los que
“llegan”. Por lo tanto, dentro de la construcción narrativa de la noticia,
es más importante el exotismo de las diferencias sociales -interclases/
interculturales- que la “misión de transmisión de la fe católica y la ayuda al
barrio”, en cuanto a acciones concretas.
Veamos ahora un segundo artículo donde el modelo de la llegada
se hace patente:

Volanta: “En la escuelita Sin Pan y Sin Trabajo”


Título: “Insólito encuentro científico en la villa La Carcova”
Copete: “Allí estuvieron matemáticos de la UBA”
“Y sí. Por un día decidieron cambiar las aulas de la Ciudad
Universitaria y de la Universidad de Niza por los pupitres de la
diminuta escuela Sin Pan y Sin Trabajo, construida por Lidia
Quinteros, delegada de cartoneros, en plena villa La Carcova
de José León Suárez” (11/10/07 p. 18)

Creemos que aquí nuevamente opera el modelo de la llegada a


través de un exotismo entre el cruce de sujetos del enunciado pertenecien-
tes a espacio-mundos sociales distantes-diferentes-desiguales. El uso del
diminutivo “escuelita” frente a la “universidad”; el señalamiento del en-
cuentro como “insólito”; va construyendo la alteridad del espacio-mundo
social “villa”, frente a la llegada de los “matemáticos” como sujetos perte-
necientes a instituciones legítimas -Universidad- quienes llevan el “saber”
hacia un lugar del “no saber”. Esta construcción responde a una forma de
exotismo. Poco importa en el artículo “la ayuda” que brindan tanto “Quin-
teros” como “los matemáticos”-solo se la nombra al pasar-.

www.koyatuneditorial.com.ar -193-
El exotismo es puesto en evidencia claramente en el título. Por ello,
el resto de la nota está basada en citas de “los científicos” -tras una cita
de “Quinteros” contando como surgió la idea- hablando sobre el Congreso
de Matemáticas. La construcción discursiva vuelve a poner por delante la
distinción social y cultural:

“Fue así como el cielo plomizo, las calles embarradas y las


casas modestas de la villa, se convirtieron en el infrecuente
escenario, donde una decena de matemáticos discutieron…”
(11/10/07 p. 18)

Lo realmente interesante es que podemos notar como lo ilegítimo


-un congreso en una “villa”- al ser llevado adelante por agentes legítimos
-matemáticos universitarios- tiene necesariamente que ser atenuado como
ilegítimo, aunque manteniendo cierta tensión con lo legítimo: por eso se
habla de “infrecuente/insólito - encuentro/ escenario”, sin llegar al uso de
subjetivemas más negativos como identificación de la “villa” -cosa muy
recurrente en el discurso de La Nación-. A partir de esto, podemos concluir
que nos encontramos frente a un exotismo legitimista, construido a partir
del modelo de la llegada.
Dicho esto, damos por finalizado el análisis del corpus y pasamos
a señalar las conclusiones de este acápite; para luego ingresar en las con-
clusiones finales.

2.1. Conclusiones sobre “villas y cultura” en La Nación


Comenzamos esta conclusión volviendo a señalar que el cruce entre
“cultura y villas”, tiene como carril orientador el modelo de la llegada. Sin
embargo, la puesta en juego de esta estrategia discursiva, es diferencial
en cada agente-periódico. Mientras que Clarín trabaja con lo que hemos
llamado “populismo negro”. La Nación trabaja sobre una estrategia de
enunciación donde la polifonía se pone al servicio de la voz de los actores
que encarnan el modelo de la llegada: las instituciones y agentes de la
cultura legítima.
El discurso de La Nación mantiene con sus condiciones de produc-
ción una relación diferente que Clarín. La Nación -en comparación con
Clarín- “exhibe su ideológico” (Verón, 1987 a; 1995 a) y por lo tanto, no
solo crea un efecto de sentido de objetividad, además -en determinados
casos- tiende a la construcción de un “espacio público/escena política”
más “democráticos” a través de la cita directa de los sectores populares.
No es en este área temática donde esto se pone en juego con mayor fuer-
za, porque ante lo legítimo -arte legítimo- La Nación evade todo populismo
y juega un juego legitimista: el que define la única forma posible de arte
en lo popular: una forma bancaria (Freire, 1970) donde la Cultura legítima/

-194- www.koyatuneditorial.com.ar
legitimada viene desde el polo letrado y culto, depositándose en el polo
iletrado y popular. De esta manera, el modelo de la llegada es atravesado
por la teoría de la marginalidad (Gúber, 1991) la cual señala que las pautas
culturales modernas deben partir desde afuera -Estado, Escuela, Iglesia-
hacia adentro de las “villas”.
En ese sentido, el “modelo de la llegada” opera en La Nación a
través de una mirada legitimista (Grignon y Passeron, 1991). En el primer
artículo que analizamos, la estructura de títulos comienza señalando la for-
ma de funcionamiento del modelo de la llegada: La “iniciativa” es de una
“Fundación” que lleva adelante un proyecto cultural para integrar a chicos…”.
Vemos cómo lo que viene de afuera -una institución: la Fundación Sur y
como veremos, el Incaa-, busca “integrar a chicos” -lo cual supone que esos
sujetos no están integrados ¿a la cultura?- a través de un “proyecto cultu-
ral: una escuela de cine”. La cabeza de la noticia nos brinda los elementos
necesarios para mostrar cómo la construcción discursiva de las “villas” en
términos de carencia y atraso -un tópico residual marginalista del discurso
de la información en Clarín y La Nación- es puesto en juego constantemente
por La Nación, en su construcción legitimista de la cultura.
Hasta aquí encontramos una identificación negativa de la “villa”,
en sintonía con la estrategia discursiva de La Nación: se habla de asenta-
miento humano incrustado malamente, cerca del Riachuelo contaminado. La
cadena de “significantes”, que rodea a “asentamiento”, establece -a través
de los subjetivemas- el sentido negativo de la “villa”. Pero esto -ya evi-
dente a esta altura del análisis- es un punto de partida para el modelo de
la llegada en su cruce con un paradigma legitimista de la cultura. Veremos
como el sujeto del enunciado “Nidia Zarza”, una habitante de la “villa”
con un determinado capital cultural convertido a capital simbólico por su
reconocimiento: ser estudiante de derecho, va a ser citada, constituyendo
la voz autorizada para señalar las características negativas de la “villa” y
sus habitantes, que serán las que “justifiquen” la entrada de la cultura
legítima como modo de “integración”. No es una extrañeza que quien ha
tomado posición frente a “la paradoja de los dominados” (Bourdieu, 1988
b) -se ha integrado a la cultura legítima, dejando de pertenecer a la cultura
ilegítima- sea la encargada de comentar las características negativas de
la “villa” y sus habitantes, de los cuales se ha distanciado por su capital
cultural/simbólico. Creemos que este es un ejemplo claro de cómo funcio-
na la apuesta por una violencia simbólica determinada. La identificación
negativa de la “villa” y sus habitantes es llevada al extremo cuando se
pone en boca de un sujeto que ha roto con su habitus de clase, al tener un
capital cultural y simbólico reconocido. Además de prestar objetividad a
las emisiones de calificación sobre los “chicos”, por ser una informante de
primera mano, el sujeto del enunciado “Nidia Zarza” es -a través de la cita
directa- la encargada de contribuir a la apuesta por al violencia simbólica

www.koyatuneditorial.com.ar -195-
de La Nación al corroborar con los ejemplos que presenta la “violencia”
que La Nación adjudica a las “villas”. La apuesta por la violencia simbólica
como construcción de un “orden de las cosas” cierra su círculo.
Además debemos señalar que al establecer que “Estos chicos provie-
nen de familias en las que la violencia es parte de su vida. Cuando se pelean
se golpean muy fuerte”; nos encontramos nuevamente con una ontología,
expresada en una fenomenología de la vida cotidiana. Los ejemplos de
las acciones de los chicos y su discursividad son elocuentes: Uno le dice
al otro “tu viejo es un transa, porque la arruina la vida a la gente”. Y el otro
le responde “y a tu vieja se le cayeron los dientes porque es una puta”. Ante
tanta “barbarie”, la “civilización” -cultura legítima- es una forma de “pro-
porcionarles a los nenes de su villa una opción de vida mejor” (30/09/07 p.
19). Lo “positivo” viene de afuera, lo “negativo” es propio del adentro: la
división del mundo-espacio social, su identificación binaria y sus modos de
transformación/integración siguen las formas “del modelo de la llegada”.
En otro de los artículos analizados la estructura de títulos da la idea
de un pasaje desde un afuera -Europa, lejos- a un adentro -la villa- está
explicitado. Nuevamente estamos frente al modelo de la llegada. Lo pro-
piamente cultural -aquí nos encontramos con una cultura legítima y el cru-
ce entre experiencias e instituciones (Sarlo, 2001)- adquiere un sentido de
transmisión y de imposición de una forma de cultura: la religión/fe católica.
En ese sentido, el discurso legalista-miserabilista-legitimista de La Nación,
establece dos pautas. La primera opera por igualación entre los misioneros
que transmitieron la fe católica hace siglos -al “otro”, el “indio”- y ellos
que vienen a hacer lo mismo con el “otro”-habitante de la “villa”. Y allí
aparece la segunda pauta: ese “otro” es un “otro” poblado de carencias y
atrasos: “…los que no tienen nada, los más pobres de los pobres”. Vimos en
este artículo cómo opera el uso de la polifonía. Nuevamente, ante la Cultu-
ra, el discurso citado no es el del habitante de la “villa”, sino de quienes
operan como sujetos del enunciado dentro de la estrategia del modelo de
la llegada; o sea, el que “llega” y trae “la Cultura”.
Finalmente, podemos decir que se construye un exotismo de la
“pobreza” que atrae a lo “otro” que la “villa” hacia ella, y cumple una
función disciplinaria. De hecho, en el artículo periodístico no se trabaja
discursivamente -más que al pasar- en torno a las acciones de los que
“llegan”. Por lo tanto, dentro de la construcción narrativa de la noticia,
es más importante el exotismo de las diferencias sociales -interclases/
interculturales- que la “misión de transmisión de la fe católica y la ayuda al
barrio”, en cuanto a acciones concretas.
Por último analizamos un artículo sobre un Congreso de Matemá-
ticas en la “villa”. Creemos que aquí nuevamente opera el modelo de la
llegada a través de un exotismo entre el cruce de sujetos del enunciado
pertenecientes a espacio-mundos sociales distantes-diferentes-desiguales.

-196- www.koyatuneditorial.com.ar
El uso del diminutivo “escuelita” frente a la “Universidad”, el señalamiento
del encuentro como “insólito” va construyendo la alteridad del espacio-
mundo social “villa” frente a la llegada de los “matemáticos” como sujetos
pertenecientes a instituciones legítimas -Universidad- quienes llevan el
“saber” hacia un lugar del “no saber”. Esta construcción responde a una
forma de exotismo. Poco importa en el artículo “la ayuda” que brindan
tanto “Quinteros” como “los matemáticos” -solo se la nombra al pasar.
Y el exotismo es puesto en evidencia claramente en el título. Por ello, el
resto de la nota está basado en citas de “los científicos” -tras una cita de
“Quinteros” contando cómo surgió la idea- hablando sobre el Congreso
de Matemáticas. La construcción discursiva, vuelve a poner por delante la
distinción social y cultural.
Lo realmente interesante es que pudimos notar cómo lo ilegítimo
-un Congreso en una “villa”- al ser llevado adelante por agentes legítimos
–matemáticos universitarios- tiene necesariamente que ser atenuado como
ilegítimo, aunque manteniendo cierta tensión con lo legítimo: por eso se
habla de “infrecuente/insólito - encuentro/ escenario”, sin llegar al uso de
subjetivemas más negativos como identificación de la “villa” -cosa muy
recurrente en el discurso de La Nación-. A partir de esto, podemos concluir
que nos encontramos frente a un exotismo legitimista, construido a partir
del modelo de la llegada.
Dicho esto, damos por finalizado el análisis del corpus, y pasamos
a señalar las conclusiones de este trabajo.

www.koyatuneditorial.com.ar -197-
Clarin 12/03/07 p. 37

-198- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 7/05/07 p. 29

www.koyatuneditorial.com.ar -199-
Clarin 02/05/07 p. 4

-200- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 02/05/07 p. 5

www.koyatuneditorial.com.ar -201-
Clarin 26/09/07 p.8

-202- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 26/09/07 p.9

www.koyatuneditorial.com.ar -203-
La Nación 30/09/07 p. 19

-204- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 19/08/07 p. 25

www.koyatuneditorial.com.ar -205-
La Nación 11/10/07 p. 18

-206- www.koyatuneditorial.com.ar
Conclusión:
el poder simbólico como
apuesta(s) por una(s)
violencia(s) simbólica(s)

Si el sociólogo tiene un papel,


este seria más bien el de dar armas que el de dar lecciones.

Pierre Bourdieu,
Lo que quiere decir hablar.

La conclusión de nuestra investigación se divide en dos partes: co-


menzaremos realizando un recorrido sobre las operaciones teórico/metodo-
lógicas que dieron lugar a nuestros hallazgos analíticos fundamentales. Lue-
go haremos una serie de comentarios en torno a nuestra apuesta teórica.
En la introducción de este trabajo señalamos que nuestro objetivo
era analizar una de las formas de actualización de lo que Bourdieu (1988
a, 2001) llama poder simbólico: la construcción discursiva de las “villas” y
sus habitantes, en Clarín y La Nación, 2007. Con ello buscamos establecer la
identificación (Brubaker y Cooper, 2001) “del otro” que surge de esos discur-
sos, como producto del ejercicio del poder simbólico y como apuestas por
unas violencias simbólicas.
Para construir este objeto de estudio establecimos una hipótesis teó-
rica que creemos central para comprender el funcionamiento de los discur-
sos, en tanto constructores de realidad social y movilizadores de relaciones
de dominación. Esa hipótesis teórica señala que es necesario diferenciar
claramente los conceptos de poder simbólico y violencia simbólica:
El poder simbólico es la producción de visiones y divisiones social
o sea, formas de ordenar el mundo a través del discurso. La violencia
simbólica es la interiorización en el agente de esas visiones y divisiones
sociales o sea, de un arbitrario sociocultural determinado, hecho prácticas
diacríticas. La interiorización se puede hacer posible a través de un reco-
nocimiento por parte del agente (reconocimiento de la legitimidad de lo
incorporado y del agente a través del cual se produce la incorporación)
que es también un desconocimiento de la arbitrariedad de lo reconocido,
o sea de su génesis y su historia (Bourdieu y Passeron, 1972; Bourdieu,
1995). Podríamos decir que lo que se produce mediante la violencia sim-
bólica es una naturalización de determinadas visiones y divisiones del
mundo (la naturalización de los productos del poder simbólico) en sus
www.koyatuneditorial.com.ar -207-
relaciones sociales en tanto legítimas, o sea, reconocidas como legítimas
y desconocidas como arbitrarias, al vivirlas como naturales.
Si la interiorización de las visiones y divisiones sociales se produce
en forma “triunfal” y en una temprana edad -entre el nacimiento y la pri-
mera escolaridad- se genera en el agente la conformación de un sistema
de disposiciones duraderas, un habitus primario (Bourdieu, 1999). Ese
sistema de disposiciones es una suerte de resorte que se transforma en
la posibilidad para el agente de ver, ordenar y actuar en el mundo de una
manera determinada. Entonces, un habitus determinado es el resultado de
la violencia simbólica, mediante la cual se han incorporado determinados
productos del poder simbólico.
Entonces, determinadas visiones y divisiones sociales producidas
por las instancias de poder simbólico pueden ser incorporadas en el agen-
te mediante la violencia simbólica, pero también pueden no serlo. Y esto
es central, porque una de las críticas que se le suele hacer a Bourdieu
(Grignon y Passeron, 1991) está basada en que de sus investigaciones se
desprende que la dominación nunca falla, que el poder siempre termina en
la incorporación por parte de los dominados, de las visiones y divisiones
sociales coherentes al lugar dominado, o sea, al lugar que les corresponde
en las relaciones de dominación. Nosotros creemos que ante la opción
de desechar la teoría es necesario revisarla, reconfigurarla y ponerla a
trabajar en análisis empíricos particulares, como intentamos hacer aquí.
Por eso sostenemos que el poder simbólico se ejerce independientemente
de que sus productos -identificaciones/categorizaciones- sean reconocidos
a través del desconocimiento (violencia simbólica). O sea que el poder
simbólico es una apuesta en la lucha por imponer una violencia simbólica,
y como apuesta puede fallar.
Como conclusión de lo que venimos señalando, afirmamos que es
necesario no confundir el poder simbólico con la violencia simbólica. La
separación de ambos conceptos y su articulación es la tarea teórica en la
que nos encontramos inmersos y de la que dimos cuenta en parte aquí,
tanto en el plano teórico, como en su aplicación al caso del discurso de
la información.
A partir de nuestro objetivo de investigación y de las hipótesis teó-
ricas que acabamos de retomar, construimos nuestro objeto de estudio,
recortamos un corpus y lo dividimos en cuatro áreas temáticas: “villas y
narcotráfico”, “villas, urbanización y política”, “El incendio en Villa El Car-
tón” y “villas, ¿cultura? y sociedad”. Primeramente definimos las invariantes
del tipo de discurso, para luego determinar una primera variante entre
Clarín y La Nación: los modos de titular y la propuesta de lectura. Allí ya
notamos la aparición diferencial del efecto de ilusión de totalidad (Zullo,
2002) en Clarín -con su ausencia en La Nación- que nos iba a acompañar,
como hipótesis fuerte, a lo largo de la investigación.

-208- www.koyatuneditorial.com.ar
En el análisis de las cuatro áreas temáticas describimos y analiza-
mos las operaciones discursivas, que definen las estrategias discursivas y
trabajan en la construcción/identificación de “las villas” y sus habitantes
como sujetos del enunciado. Para ello recurrimos a determinados concep-
tos y estrategias metodológicas de la teoría de la enunciación, atravesada
por las revisiones discursivas de Pêcheux (1978), Maingueneau (1980),
Kerbrat - Orecchioni (1993) entre otros.
El trabajo analítico estuvo atravesado por la hipótesis -inspirada
en el trabajo de campo de Gúber (1991)- de que determinados elementos
de la teoría de la marginalidad -herederos cientificistas de la oposición
evolucionista/moderna “civilización o barbarie”- funcionan como elemen-
tos residuales (Williams, 1980, 1994) al interior del discurso -de sentido
común- de la información. Siguiendo a Gúber (1991) señalamos que: “en
la teoría de la marginalidad, para definir a los sectores subordinados, se tra-
baja sobre un nivel topológico/ontológico: el estar fuera de la sociedad -ser
marginal- y adentro de un no lugar marcado por la carencia y el despojo:
las villas. La marginalidad está asociada a la carencia y el atraso. Para la
teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación de carencia es
de los “villeros” que no tienen pautas de conducta “modernas”. Dadas estas
circunstancias, la solución encarnada en el desarrollo/modernización, tiene
que venir de afuera: las instituciones estatales.
En ese sentido, registramos en forma recurrente la aparición de
operaciones discursivas -subjetivemas y apelativos como emisiones de
calificación y acciones atribuidas (Vasilachis de Gialdino, 2003)- que cons-
tituían lo que llamamos “el paradigma de la carencia y el atraso”, en la
discursividad de Clarín y La Nación sobre las “villas” y sus habitantes.
Incluso hemos hallado operadores discursivos señalando que la solución al
“problema” -en palabras de La Nación- de “villas/asentamientos” debe ve-
nir desde “afuera”: las instituciones burocráticas del Estado y sus agentes
políticos. De hecho La Nación, a diferencia de Clarín, interpela a esas buro-
cracias de Estado a través de un discurso “legalista/de denuncia/de indig-
nación”; para que cumplan con el “rol” que la concepción “marginalista”
-que opera residualmente a través de ciertos elementos, como ya señala-
mos- asigna a esas agencias del Estado: urbanización y/o erradicación.
Vimos también que Clarín no trabaja sobre la interpelación a las bu-
rocracias de Estado, construyendo su discurso a otro nivel, sobre el que ha-
blaremos en seguida. Es aquí donde queremos señalar una distancia central
entre ambas discursividades: la existencia de diferentes tentativas/apuestas
por una violencia simbólica. Tenemos por un lado la “apuesta hegemónica”
de Clarín, frente a la apuesta de La Nación, que llamaremos “apuesta políti-
ca”. Cada una de estas apuestas remite a estrategias discursivas y a efectos
de sentidos divergentes. Teniendo en cuenta este hallazgo de investigación,
que estaba por fuera de nuestras hipótesis iniciales a contrastar -hipótesis

www.koyatuneditorial.com.ar -209-
que junto a la matriz teórico/metodológica con la que trabajamos, nos han
conducido a el-, antes de entrar en la diferenciación de las apuestas, debe-
mos realizar algunas precisiones teórico/conceptuales.
Quisiéramos establecer en qué sentido hablamos de “apuesta he-
gemónica”. Para ello, definiremos apuesta hegemónica como un conjunto
de operaciones de producción de sentido mediante las cuales producir,
reproducir/transformar (Pêcheux, 2003) una doxa138 o sentido común. Ha-
blamos de operaciones vehiculizadas en tanto poder simbólico ejercido
por instituciones de la sociedad civil (medios de comunicación, educación
escolar, religión(es)); operaciones que trabajan de tal forma de que las
prácticas sociales que estructuran determinadas relaciones de poder en
una formación social139 sean vividas140 por los agentes como legítimas en
tanto “naturales” (naturalización del sentido).
Teniendo en cuenta que la experiencia vívida de un “orden social”
se produce mediante la interiorización de una doxa o “sentido común”
como sentido práctico-habitus de clase (Bourdieu, 1998; 2007); considera-
mos que esa interiorización es posible gracias a las operaciones del poder
simbólico en su transmutación en violencia(s) simbólica(s), lo que implica
de parte de los agentes sociales el reconocimiento de la legitimidad de lo
incorporado y del agente a través del cual se produce la incorporación, y
el desconocimiento de la arbitrariedad de lo reconocido, de su génesis y
su historia. Y lo que es central: esas operaciones prácticas se ejercen e in-
corporan en el cuerpo de los agentes sin necesidad de inculcación alguna,
o sea, por el simple “orden de las cosas” (Bourdieu, 1995 c).
Las apuestas por una(s) violencia(s) simbólica(s) que Clarín y La
Nación construyen, difieren en que Clarín trabaja constituyéndose discur-
sivamente en el nivel de “la sociedad civil”, como produciendo discursos
de/con la “gente”: recordemos los slogan de Clarín analizados por Zullo
(2002): “Con la gente en el Tercer milenio”, “El diario de los Argentinos”;
donde el enunciador global, al mismo tiempo que se conforma como for-
mando parte del colectivo “argentinos” -dentro de “la sociedad civil”/
fuera de “la sociedad política”- construye una posición “por encima” al

138 Pêcheux habla de ideología, nosotros preferimos no hacerlo y mantenernos dentro de


la concepción de doxa o sentido común. Este autor trabaja con la concepción althusseriana,
fuertemente criticada en la actualidad por los posmarxistas. Se nos podría criticar el cruce
teórico entre las concepciones althusserianas y gramscianas/williamscianas. Sin embargo,
el propio Althusser (1970) se refiere elogiosamente a Gramsci en cuanto a sus desarrollos
teóricos dentro del marxismo.
139 Las relaciones de poder estructuran la desigualdad y la diferencia. Creemos que las ope-
raciones hegemónicas buscan legitimar las relaciones de poder como si fueran naturales, o
sea, como prácticas que responden al interés general y no a la dominación de unos sectores
sobre otros.
140 Hacemos hincapié en la experiencia vívida en tanto fenomenología de la experiencia
cotidiana, preobjetiva del mundo: un habitus o sentido práctico. Allí es donde la violencia
simbólica opera por la fuerza del poder simbólico. Por eso no es necesario “inculcar algo”
para que los hombres “marchen solos”, como decía Althusser.
-210- www.koyatuneditorial.com.ar
englobar, mediante la estrategia enunciativa, a los sujetos del enuncia-
do: Clarín es “la voz” de la sociedad civil y como tal debe construir un
discurso de sentido común tan amplio, tan “conglomerado indigesto” (en
el decir de Gramsci) como sea posible; de tal forma que sus enunciados
sean reconocidos como sosteniendo el “interés general” de la sociedad y
no intereses particulares, políticos. Discursos que deben ser reconocidos
como provenientes de “El diario de los Argentinos”, de un nosotros sobre-
identificado. Los ejemplos que hemos mostrado en esta investigación han
sido precisos en esta compleja estrategia de “flotación”: recordemos la
nota color “cuasi clasista” sobre las elecciones, los discursos biopolíticos
(Foucault, 2000, 2002 a y b), estigmatizantes (Goffman, 1998) sobre “los
narcos peruanos” y la urbanización de “la Cava”. Discursos “contradictorios
e indigestos” que constituyen “la flotación” de Clarín, la cual le permite
trabajar en pos de producir-reproducir/transformar el sentido común en
las relaciones de poder que se estructuran en las prácticas, por la lucha
hegemónica propiamente dicha.
Al construirse como enunciador a este nivel -el de la sociedad ci-
vil- Clarín no interpela ni denuncia a las burocracias de Estado. Esto sig-
nifica que el discurso de Clarín “no exhibe su ideológico”, mostrándose
transparente: un discurso de y para “la gente”. Sin embargo no caemos
en la trampa de aceptar el efecto de sentido “apolítico”, de “periodismo
independiente”141 que Clarín construye: de hecho hemos “desmontado” su
ideológico al mostrar algunas de sus condiciones de producción: por ejem-
plo el paradigma de la carencia y el atraso -elementos residuales que ope-
ran interdiscursivamente con la teoría de la marginalidad germaniana-.
Para explicar lo que venimos sosteniendo, retomaremos algo que seña-
lamos durante la comparación -parcial- entre los agentes Clarín y La Nación:

Verón (1987 a; 1995 a) señala que un discurso que exhibe su ideoló-


gico, crea un efecto de sentido de “conocimiento”142. Esto significa que se
construye como un discurso más entre otros. Mientras que el discurso que
oculta su ideológico: crea un efecto de sentido ideológico; o sea que se cons-
truye como el único discurso posible. “El paradigma del “efecto ideológico”
es el discurso absoluto, el discurso de la religión. Inversamente, el modelo
mismo del discurso del “conocimiento” es el de un discurso que no reclama
la creencia absoluta, el de un discurso relativo” (Verón, 1995 a: 29).
Si aplicamos esta matriz de análisis a nuestro corpus podemos decir

141 Slogan de TN (Todo Noticias) canal de cable del Grupo Clarín.


142 Verón se refiere al efecto de cientificidad o “…si se prefiere de conocimiento” (Verón 1987
a: 17) Nosotros usaremos “efecto de conocimiento” para evitar malentendidos; dado que el
discurso de la información -como tipo de discurso- remite a un sistema productivo -normas,
instituciones- que no es el de la ciencia. Dice Verón “El efecto de sentido de cientificidad pue-
de aparecer en discursos que no fueron producidos por el sistema productivo de las ciencias”
(Verón 1987 a: 22).
www.koyatuneditorial.com.ar -211-
que Clarín produce un efecto de sentido ideológico –dentro de un campo de
efectos de sentido posibles- de “ilusión de totalidad” (Zullo 2002) mostrándo-
se como el único discurso “total-completo-posible”. Allí el ocultamiento de
su ideológico. Por eso la polifonía queda atrapada en la estrategia enunciativa
general. La Nación, al tomar posición interpelando a los agentes de las buro-
cracias de estado –polifonía de por medio- a través de un discurso “legalista,
de control, de denuncia, de indignación”, exhibe su ideológico –o sea que se
construye como un discurso más frente a otros -con los que polemiza-: un dis-
curso relativo. De esta manera, el efecto de sentido es de “conocimiento”, y
de “objetividad”. Por eso la polifonía –referencia a fuentes a través de citas
directas, etc.- se vuelve tan importante en su estrategia discursiva.

Vemos entonces la diferencia central entre la estrategia discursiva de


Clarín y de La Nación, como apuesta(s) por una(s) violencia(s) simbólica(s). La
Nación -en comparación con Clarín- “exhibe su ideológico” (Verón, 1987 a;
1995 a). Por lo tanto es un discurso que puede interpelar fuertemente a las bu-
rocracias de Estado porque se construye en el nivel de la “sociedad política”,
como si fuera un agente político más -un discurso posible más, entre otros-.

En ese sentido, Verón señala que: “…El efecto de sentido llamado


cientificidad (“conocimiento” en nuestro caso)143 puede producirse cuando
un discurso que describe un dominio de lo real, discurso sometido a condi-
ciones de producción determinadas, se tematiza a si mismo, precisamente,
como estando sometido a condiciones de producción determinadas. Resulta
claro que esta propiedad que define la cientificidad de un discurso (…) con-
siste en instaurar un desdoblamiento en las relaciones del discurso con lo
extra-discursivo. La cientificidad no es más que la relación de un discurso
con sus relaciones con lo real (…) por el contrario, el efecto de sentido que se
puede llamar ideológico, es precisamente la anulación de toda posibilidad
de desdoblamiento: bajo el efecto ideológico, el discurso aparece como te-
niendo una relación directa, simple y lineal, con lo real; dicho de otra forma:
aparece como siendo el único discurso posible sobre su objeto, como si fue-
ra absoluto.” (Verón 1987 a: 23)

Teniendo en cuenta esto quisiéramos aclarar algo que puede pare-


cer una banalidad, pero en este caso creemos no lo es: el discurso de La
Nación no es un discurso científico, ni tiene pretensiones de serlo. Por lo
tanto, el “exhibir su ideológico” no supone una operación de reflexividad
(Bourdieu, 1995 c y d; Wacquant, 1995) ni de vigilancia epistemológica
(Bachelard, 1949). La Nación no reflexiona sobre sus condiciones de pro-
ducción -como, por ejemplo, hacemos nosotros en este trabajo- pero argu-
menta abiertamente en torno a la necesidad de “control sobre las villas”,
143 La aclaración entre paréntesis es nuestra.

-212- www.koyatuneditorial.com.ar
la “ley” como razón (de Estado) de ordenamiento de la sociedad, entre
otros. Y eso es explicito en el discurso. Allí se encuentra la diferencia con
Clarín. Allí la “exhibición de su ideológico”.
Nuestras afirmaciones implican romper con un problema clave que
presentan concepciones tales como “efecto ideológico/efecto de cientifici-
dad-conocimiento”: esas nociones son “tipos ideales” -al estilo weberiano
(Weber 1964, 1971)- y, por lo tanto, nunca pueden adaptarse perfectamen-
te a los discursos efectivamente producidos -como le gusta decir a Verón-.
En el caso del discurso de la información -como tipo de discurso- efecti-
vamente describe (nosotros diríamos “construye”) un dominio -o varios-
de lo real. Por ello hemos comparado dos discursos producidos por las
mismas invariantes del tipo de discurso, pero que presentan variaciones
en torno a sus relaciones con sus condiciones de producción: de ahí que
entre sus efectos de sentido posibles aparezca la oposición/diferenciación
entre efecto de “conocimiento/efecto ideológico”. Claro está: Verón de-
sarrolla estos conceptos para romper con la oposición ciencia/ideología
propia del marxismo vulgar (Verón 1995 a). Pero inmediatamente señala
lo siguiente:

“Habría que agregar que el concepto de un efecto de sentido y aque-


llos conceptos concernientes a los tipos de discurso, deben mantenerse, a
mi juicio, totalmente separados. Dicho de otra manera, no hay que imaginar-
se que todo discurso producido por las llamadas instituciones “científicas”
es un discurso en el que se produce, necesariamente, el efecto de “cientifi-
cidad”. Nada de eso. Nos encontramos ante una cuestión que no depende
solamente de las propiedades de los discursos considerados en “si mismos”
sino de las relaciones entre los discursos y las condiciones de producción,
circulación y reconocimiento”. (Verón, 1995 a; nota al pie 13, pag 29-30).

Entonces, dicho esto, vamos a señalar que el discurso de La Na-


ción, en comparación con el de Clarín, opera un desdoblamiento con sus
relaciones con lo real144; por eso argumenta en pos del “control”; por eso
presenta diferentes “voces” como operaciones de uso de la polifonía; por
eso interpela a las burocracias de Estado: se presenta como una interpre-
tación “política” -o sea “polémica”- de lo real. Porque “…en un discurso es
la exhibición de su ideológico lo que produce la cientificidad (“conocimien-
to” en nuestro caso)” (Verón 1987 a: 25).
En ese sentido podemos afirmar que la estrategia discursiva de La
Nación consiste en construir un discurso con “vocación política”, como for-
144 Un ejemplo más en este sentido lo presenta la posición actual del diario La Nación sobre
la “Conquista al desierto”. Mientras que actualmente es un discurso totalmente a favor de la
“conquista” y de su “lider” Roca, cuando este hecho acontecía, en 1879, mantenía otra po-
sición, no solo de oposición a Roca, sino incluso crítica con la manera en que la “campaña”
se estaba llevando a cabo. Ver al respecto Dukuen (2009, a y c).
www.koyatuneditorial.com.ar -213-
mando parte de una “tribuna de doctrina” -el discurso general que articula
la polifonía- que se opone a determinados discurso citados al interior del
discurso general. Esa oposición es la interpelación “polémica” a las burocra-
cias de Estado. Entonces vemos cómo la diferencia entre “efecto ideológico/
efecto conocimiento”, excede la diferencia entre tipos de discurso, para pa-
sar a formar parte de las determinaciones -al interior de un mismo tipo de
discurso- a nivel de los campos de efectos de sentido posibles analizados en
producción y de los efectos actualizados efectivamente en reconocimiento.
Ahora bien, estos “tipos ideales” nos presentan un problema aun
mayor, incluso para el discurso de las ciencias: el “exhibir su ideológico”
puede llevar al error de creer que existen discursos que se vuelven transpa-
rentes a partir de esa exhibición. No creemos que Verón sostenga esto y de
hecho habría desde su teoría una respuesta posible: ningún análisis agota
las condiciones de producción (lo ideológico) de un discurso (1995 b). Por lo
tanto, habrá elementos de lo ideológico que no solo no serán exhibidos por
un discurso, tampoco serán relevados por el analista en reconocimiento. Por
ejemplo: nuestro análisis no opera a nivel psicoanalítico, por eso las marcas
de lo inconsciente en los discursos no han sido analizadas.
Aclarado esto, hemos ido en busca de algunas de las condiciones
de producción del discurso de La Nación para desmontar su ideológico, tal
como en el caso de Clarín. De esta forma establecimos que el discurso de
La Nación trabaja también sobre el paradigma de la carencia y el atraso,
pero enmarcado en un discurso “legalista” -el cual tiene como condición
de producción a la justicia liberal burguesa- “de control, de denuncia, de
indignación”; y “miserabilista y legitimista” (Grignon y Passeron, 1991) en
términos culturales. Por eso, en su discurso “las villas” son un “problema”
a resolver por parte de las burocracias de Estado. Y la “denuncia”, cons-
truida en forma miserabilista como una pobreza de la cultura, reproduce
discursivamente aquello que pareciera, quiere combatir: la situación de mi-
seria de los sectores populares. Entonces, todo lo que tienen es miserable,
en su abundancia o en su carencia.
Finalmente, podemos señalar que en términos generales nuestra
hipótesis sobre la residualidad de la teoría de la marginalidad en el dis-
curso de la información ha sido corroborada, por ahora. Y como hemos
señalado recurrentemente a lo largo de la investigación, la identificación
de “las villas” y sus habitantes opera constantemente en forma negativa,
incluso cuando se busca señalar rasgos positivos de los “villeros”: son lo
que no tienen (carencia), y lo que tienen es “delito, violencia, condiciones
infrahumanas”. Un a priori funciona como una ontología de la “villa” que,
por metonimia, produce sujetos portadores de una pobreza de la cultura,
como vimos en el discurso de La Nación. Sujetos “hacinados” para Clarín,
con prácticas del habitar ilegítimas que reenvían al imaginario de “barbarie
vs. civilización”, constituido por el imaginario de los relatos sobre “el par-

-214- www.koyatuneditorial.com.ar
quet”, etc. De esta manera, la modernización de las pautas culturales, la
moralización de la población vuelve a estar a cargo de instancias legítimas
de Estado: la Iglesia, la Gendarmería y las distintas agencias burocráticas
de Estado, encargadas de erradicar o urbanizar la “villa”, son las voces
autorizadas para ejercer el poder simbólico. El modelo de la llegada se
cruza con el efecto de institucionalidad y la “villa” es aquello ya negativo,
aquello a transformar o desaparecer. Así, la división del mundo y del es-
pacio social se hace presente y “las villas” son construidas/identificadas
como un espacio sociocultural otro: una ontología de la alteridad, de la
carencia, de la diferencia; siempre ya negativa.
Retomando la polifonía, la voz de los habitantes de la “villa” en Cla-
rín es sometida al efecto de sentido de ilusión de totalidad (Zullo, 2002).
Por lo tanto, no solo es usada como “testigo”, sino que es rápidamente
enmarcada en la cita indirecta, operando en pos de una doxa como apues-
ta por una violencia simbólica. En La Nación, la polifonía en torno a los
habitantes de la “villa” funciona como productora de un efecto de sentido
“democratizador”: las citas suelen ser recurrentes y en forma directa, pero
también están enmarcadas en la construcción de una doxa como apuesta
por una violencia simbólica.
En definitiva, las voces citadas de los habitantes de la “villa” agre-
gan más elementos en pos de las doxas a construir. Por lo tanto, aquí
volvemos a insistir en algo que creemos central como presupuesto teórico:
toda cita es una construcción dentro de una estrategia discursiva; por lo
tanto no hablamos de sujetos empíricos, sino de sujetos del enunciado.
En términos de “cultura”, el discurso flotante de Clarín permite po-
ner en juego lo que hemos denominado, reformulando a Ginzburg (1981),
“populismo negro”: las críticas a los medios son citas directas de los
habitantes de la “villa”, de las que el diario/enunciador global no se hace
cargo -porque la cita directa funciona con un efecto de sentido de distan-
ciamiento-. Igualmente, el modelo de la llegada reaparece -aunque no con
tanta fuerza como en La Nación- a la hora de definir la cultura legítima.
Aquí es donde se invierte el uso de la polifonía en virtud de las condicio-
nes de producción de cada estrategia discursiva: dijimos que en Clarín las
citas de los habitantes de las “villas” son escasas frente a la utilización
de la cita directa en La Nación. Pero como la vocación de Clarín es hege-
mónica, reintroduce la cita como ampliación de la estrategia flotante en la
producción de un sentido común “con y para la gente”.
Lo contrario ocurre en La Nación. Como en sus condiciones de pro-
ducción opera una mirada miserabilista y legitimista (Grignon y Passeron,
1991) sobre la “cultura popular”, las voces de los habitantes de la “villa”
desaparecen en pos de una definición legítima de la cultura legítima, en-
carnada en sus representantes legítimos. El modelo de la llegada y el
efecto de institucionalidad llegan a su máxima expresión, como hemos

www.koyatuneditorial.com.ar -215-
mostrado en el acápite sobre las “villas y la cultura”.
Estos han sido, en resumidas cuentas, los hallazgos analíticos prin-
cipales a los que hemos llegado. Hallazgos que han intentado dar cuenta
de lo que en el título de este libro hemos llamado -un poco hegelianamen-
te- “las astucias del poder simbólico”. Creemos haber hecho suficiente hin-
capié a lo largo del trabajo en la recurrencia de las operaciones discursivas
que hemos señalado, intentando siempre mantener la comparación entre
las estrategias discursivas de cada periódico.

***

Con respecto a nuestra apuesta teórica, hemos trabajado a partir


de una tradición -selectiva (Williams, 1980, 1994) como toda tradición- del
pensamiento moderno que se remonta a los inicios de la “sociología clá-
sica” (Portantiero, 1977): Marx, Durkheim145 y Weber. Esta tradición tiene
como presupuesto fuerte la diferenciación entre los conceptos sociológi-
cos -como construidos científicamente- y las prenociones de la doxa. Reto-
mando las propuestas planteadas por Bourdieu, Chamboredon y Passeron
(2002) adherimos a una concepción del conocimiento científico basada en
la construcción del objeto de estudio, como ruptura con las prenociones
de sentido común -tanto social como académico-. Por lo tanto, partimos
de una no disociación entre las teorías sociológicas, la investigación em-
pírica, la metodología y la epistemología, como formas de practicar la
vigilancia epistemológica (Bachelard, 1949; Bourdieu, Chamboredon y Pas-
seron, 2002).
Con estas premisas teóricas/metodológicas decidimos poner a prue-
ba metodologías -la teoría de los campos, la teoría de la enunciación, la
pragmática, entre otras- y conceptos sociológicos diversos -discurso, habi-
tus, campo, biopolítica, poder simbólico, violencia simbólica, entre otros-
haciéndolos trabajar dentro un marco general que entiende al conocimien-
to científico como operaciones de rupturas epistemológicas (Bachelard,
1978): una posición anti-intelectualista, anti-positivista y anti-idealista,
que busca romper con las falsas dicotomías (Wacquant, 1995) heredadas
de una ontología dualista.
Como señalamos al comienzo de este trabajo, al cruzar conceptos
referentes a las teorías de Bourdieu y Verón, corríamos un peligro: el
relacionado con la relativa indeterminación del sentido en Verón, frente
al mecanicismo y fatalismo que se le suele atribuir a Bourdieu. Por eso
decidimos definir claramente los conceptos con los que trabajamos, de tal

145 Aunque parezca extraño, y contrariamente a lo que muchos sostienen, el pensamiento


de Durkheim -como se ve claramente en “Las reglas del método sociológico” (2004) y en “El
suicidio” (2004)- no es netamente positivista, porque hay construcción del objeto de estudio
(Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2002; Iazzetta, 2004).
-216- www.koyatuneditorial.com.ar
forma de evitar malos entendidos. Tanto “poder simbólico” como “violen-
cia simbólica” fueron definidos y diferenciados de tal forma de ser puestos
a trabajar en este análisis en particular. Creemos que a los conceptos -y a
los auctores (Bourdieu, 1997 c)- hay que usarlos; o sea, hacerlos trabajar
en investigaciones empíricas, de tal forma de romper la separación escolar
entre la práctica puramente teórica y la investigación empírica.
Sin embargo, el problema determinante al que nos enfrentábamos
en el cruce de ambas teorías -como señalamos al comienzo de este libro-,
es el carácter intelectualista de la práctica que se encuentra en la raigam-
bre estructuralista de la teoría de los discursos sociales de Verón. Hay una
relación velada entre el investigador y su objeto de estudio, que es tradu-
cida a la relación práctica que los sujetos mantienen con el mundo. Cuan-
do Verón decide construir una teoría no subjetiva del sentido, pareciera
quedar fuera del objeto de estudio toda producción de sentido en tanto
práctica de un cuerpo socialmente fundado y posicionado. Si el “sujeto”
es solo un punto de pasaje del sentido (Verón, 1987 a) nos preguntamos
cuál es el papel -si es que se podría pensar alguno dentro de la teoría de
Verón- que ocupan las prácticas de los sujetos (preferimos hablar de agen-
tes) en la producción/reproducción/transformación de ese sentido.
De esta manera, Verón parece no tomar en cuenta cuál es el posi-
cionamiento de los “sujetos” en la red de relaciones sociales asimétricas
en tanto relaciones sociales de clase. Y decimos esto teniendo en cuenta
que la teoría de Verón se construye en primera instancia a partir de una
lectura afinada de autores marxistas como Pêcheux, así como una utiliza-
ción explícita de un modelo de producción del sentido análogo al utilizado
por Marx en Das Kapital.
Se nos podrían objetar varias cuestiones en torno a la crítica que
estamos realizando a la teoría veroniana de los discursos sociales, sobre
todo la temprana reflexión de Verón en torno al cuerpo y la “capa me-
tonímica de producción de sentido” (Verón, 1987 d). Sin embargo, estos
desarrollos teóricos están centrados en la semiótica peirceana, en una
amalgama con los desarrollos de Lacan -la fase del espejo- y Bateson
-relaciones simétricas/complementarias-; los cuales llevan a distinguir una
serie de modos de funcionamiento de la semiosis en la génesis del sujeto
significante, que se limita a un modelo ternario (y universal) de producción
de sentido, donde el cuerpo es un ejecutor de reglas: nos encontramos
con una lógica de la práctica, que es la transposición de una lógica (y una
ontología), la de la segunda tricotomía peirceana. Esto es lo que Merleau
Ponty (1957 a y b) llama “el prejuicio del mundo”: poner en la experiencia
del sujeto (cuerpo) en el mundo, el resultado de un análisis racional a pos-
teriori. O sea, confundir la lógica de la práctica -preobjetiva, pre-judicativa-
con la práctica de la lógica.
En ese sentido, en nuestra investigación nos vimos compelidos a

www.koyatuneditorial.com.ar -217-
utilizar a Verón solo como referencia general (la interdiscursividad como
presupuesto metodológico) y acorde a ciertos conceptos y perspectivas
de su etapa cercana a cierto marxismo -lo ideológico y la cientificidad,
etc.- sin actualizar su teoría, que ha derivado en la aplicación de “las
modalidades enunciativas del decir” en pos de análisis de “contratos de
lectura”, como operacionalización metodológica afín a la realización de
investigaciones para empresas de medios de comunicación.
Resumiendo: la incompatibilidad de supuestos teóricos entre la teo-
ría de Verón y la teoría de Bourdieu se produce en el lugar que ocupan
los sujetos/agentes, sus disposiciones, sus prácticas en las relaciones de
poder simbólico.
No solo el cruce entre las concepciones de Verón y Bourdieu nos ha
producido problemas teóricos que hemos tratado de resolver. Habiendo
trabajado en pos de un análisis del discurso enmarcado en una determina-
da teoría del poder -desde Foucault a Bourdieu- introdujimos el concepto
de “identificación” (Brubaker y Cooper, 2001) para romper con las nociones
de identidad y de representaciones sociales (Raiter, 2002; Jodelet, 1976),
las cuales presentaban enormes problemas teóricos. “Identidad” supone
adscripción, y en nuestro caso nada de ello podíamos decir, porque este
no es un análisis en reconocimiento y/o una etnografía de audiencias. El
concepto de “representaciones sociales” puede enmarcarse dentro de lo
que Merleau Ponty (1957 a y b) llama “el prejuicio del mundo”, tal como
lo hemos definido anteriormente: poner en la experiencia del sujeto el
resultado de un análisis racional a posteriori.
El concepto de “Identificación”, además de construirse contra estos
problemas teóricos, nos permitía trabajar con las concepciones foucaultia-
nas y bourdeanas del poder -como bien señalan Brubaker y Cooper (2001)-
las cuales han sido nuestro marco general de análisis.
En este punto queda pendiente una investigación interdisciplinaria
basada en la noción de campo (Bourdieu, 1995 b), donde se pueda articu-
lar una sociología/economía política de la comunicación y la cultura, y el
análisis del discurso, en pos de una comprensión cabal del funcionamiento
del campo periodístico, dentro del metacampo del Estado. No olvidemos
que las tentativas/apuestas de los agentes analizados aquí se juegan tanto
en el campo periodístico como en el metacampo del Estado, como formas
de lucha para reproducir/aumentar las diferentes especies de capitales
eficientes -social, económico, cultural, político y, finalmente, simbólico-. O
sea que son luchas por imponer el reconocimiento en el desconocimiento,
luchas por la encarnación vívida de la violencia simbólica.
Entonces, retomando nuestra apuesta de investigación, podemos
decir que hemos intentado mostrar -con mayor o menor éxito, cosa que
juzgarán los lectores- los mecanismos discursivos mediante los cuales el
poder simbólico se ejerce a través de Clarín y La Nación en la construcción

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de identificaciones negativas sobre “las villas” y sus habitantes; identifica-
ciones en las que operan residualmente elementos de la teoría de la mar-
ginalidad, formando parte de tentativas/apuestas por una(s) violencia(s)
simbólica(s) determinadas. Estas tentativas/apuestas participan de los mo-
dos de dominación/relaciones de poder simbólico/materiales (Bourdieu,
2001, 2007), que permiten la producción-reproducción/transformación de
las divisiones legítimas/legitimadas del mundo/espacio sociocultural. Apos-
tamos, mediante este trabajo, por la necesidad de una vuelta -un abando-
no de lo que hemos denominado “trabajos de inteligencia”- a los estudios
de los modos de dominación/relaciones de poder -olvidados por los estu-
dios culturales latinoamericanos (Follari, 2003)146- como parte de una lucha
estratégica -y siempre política- contra esos modos de dominación.

146 Para una crítica demoledora de los estudios culturales latinoamericanos, sobre todo de la
deriva de N. García Canclini, quien de exegeta de Bourdieu pasó a acusarlo de “rigidez epis-
temológica” optando por la antropología geertziana, llegando a la identificación -típicamente
posmoderna- con el objeto de estudio (Clifford, 1995): ver Follari (2003). Para una crítica aún
más “radical”-que incluye al posmodernismo en antropología- ver Reynoso (1999, 2000).
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Sobre el autor
Juan Dukuen
Nació en 1983 en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires. Es Li-
cenciado en Ciencias de la Comunicación y Doctorando en Ciencias Sociales
por la UBA. Becario de posgrado CONICET con sede de trabajo en FLACSO
Argentina, y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, inves-
tiga cuestiones relacionadas con los modos de dominación, a partir de la
socio-antropología de Bourdieu y la fenomenología de Merleau-Ponty. Ha
publicado diversos artículos en revistas científicas sobre filosofía, antro-
pología, sociología de la cultura y epistemología de las ciencias sociales.
Este es su primer libro.

www.koyatuneditorial.com.ar -229-
Sobre la editorial
Koyatun
Voz mapuche que designa el “parlamentar”. Refiere a “discutir en
una reunión”. Se designa al dispositivo según el cual “toda decisión que
afecta a la comunidad se tomará alrededor de un fogón”, donde los que
tienen voz (desde el acceso al lenguaje, en adelante, en la primera infan-
cia) participan con su palabra en el acto de opinar y decidir conjuntamente
los asuntos públicos.
Incluye como posibilidad el desarrollo de otros ritos ceremoniales,
como el Kachü (ceremonia en que se hacen amigos los hombres).
En varios cuentos y fábulas se designa con el término koyatun al
espacio de debate sobre temas polémicos, donde el agrupamiento piensa
colectivamente acuerdos y disensos. En general, se referencia esta instan-
cia con el conocido círculo de intercambios verbales dados en el marco del
fogón nocturno, durante el período inmediato posterior a la cena, espacio
consagrado para la resolución de diferendos, con la participación de todos
los presentes.
La Editorial Koyatun es nuestro fogón virtual. Sus textos y libros
son el producto de todas esas charlas, debates, clases, intercambios y
encuentros para pensar nuestros asuntos comunes, para acordar y para
disentir, para escucharnos, para respetar cada palabra, para dignificarlas
en la propia. En una palabra, Koyatun-Editorial aspira a ser el dispositivo
donde reunir escritores-pensadores y lectores- pensantes, haciendo de
unos y otros miembros partícipes del mismo fogón.

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Otros títulos de la editorial

SERIE PSICOJURIDICA

1. ¿ES NECESARIO ENCERRAR? EL DERECHO A VIVIR EN COMUNIDAD.


Autores: Juan Carlos Domínguez Lostaló y Yago Di Nella

2. LA DOCTRINA DE PROTECCION INTEGRAL EN AMERICA LATINA


Autores: Juan Carlos Domínguez Lostaló, Emilio García Méndez Y Otros

3. LOS PIBES MARGINADOS


Autor: Juan Carlos Domínguez Lostaló

4. PSICOLOGIA FORENSE Y DERECHOS HUMANOS: LA PRÁCTICA PSI-


COJURIDICA ANTE EL NUEVO PARADIGMA JUS-HUMANISTA
Autores: Yago Di Nella (Comp.) Y Otros

SERIE PSICOPOLITICA

1. PSICOLOGIA DE LA DICTADURA:
EL EXPERIMENTO ARGENTINO PSICO-MILITAR.
Autor: Yago Di Nella

2. CREDO A LA TERNURA EN TIEMPOS DE VIOENCIA


Autora: Mirta Videla

3. PSICOLOGIA LATINOAMERICANA
Autora: Carolina de la Torre

4. PSICOLOGIA DE MASAS DEL FASCISMO


Autor: Wilhelm Reich

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SERIE PSICOSOCIAL
1. DESARROLLO HUMANO EN COMUNIDADES VULNERABLES: EL ME-
TODO DE CLINICA DE LA VULNERABILIDAD PSICOSOCIAL
Autores: Juan Carlos Domínguez Lostaló y Yago Di Nella. Programa
Pifatacs (Cátedra Psicología Forense, Fac. De Psicología, Unlp).

2. DIAGNOSTICO Y ABORDAJE MUSICOTERAPEUTICO EN LA INFANCIA


Y LA NIÑEZ: LA MUSICOTERAPIA EN LOS ACTUALES CONTEXTOS DE LA
SALUD Y LA EDUCACION. LA CLÍNICA CON NIÑOS Autores:Gustavo Gauna Y
Equipo De Musicoterapia Del Hospital De Niños Gutiérrez:

3. INTRODUCCION A LA PSICOLOGIA DE LA SALUD


Autor: Francisco Morales Calatayud

4. PSICOLOGIA COMUNITARIA: EL ENFOQUE ECOLÓGICO CONTEX-


TUALISTA DE JAMES KELLY. Autor: Enrique Saforcada (Comp.)

SERIE COMUNICACIONES LATINAS

1. “EL DIARIO DE MASSERA”. HISTORIA Y POLÍTICA EDITORIAL DE


CONVICCIÓN. LA PRENSA DEL “PROCESO”. Autor: Marcelo Borrelli

2. AUTARQUÍA O AUTONOMIA EN LAS MUNICIPALIDADES BONAE-


RENSES. Autor: Aritz Recalde

3. LAS ASTUCIAS DEL PODER SIMBÓLICO. LAS “VILLAS” EN LOS


DISCURSOS DE CLARÍN Y LA NACIÓN. Autor: Juan Pablo Dukuen

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Índice
3 Dedicatoria

5 Agradecimientos

7 Prólogo

9 Introducción
11 1. La identificación de las “villas” en la prensa escrita como
objeto de estudio
1. 1. Por qué el discurso de la información en los medios
masivos de comunicación….....
22 1.2. Porqué “las villas”
27 1. 3. Por qué el “presente” mediato y la “actualidad”.
29 2. Marco metodológico general.
32 3. El corpus específico

35 Capítulo 1.
Las invariantes del discurso de la información
1. La construcción del enunciador objetivo en Clarín y La Nación
38 1.1. Una diferencia sustancial: los modos de titular y la pro-
puesta de lectura
42 1.2. El uso de los modos y tiempos verbales
46 1.3. Algunas conclusiones en torno al tipo de discurso

47 Capítulo 2.
En el comienzo un muerto: “las villas y el narcotráfico”, en
Clarín y La Nación
1. Clarín y la construcción de “los narcos”. Apelativos y subjeti-
vemas: la construcción de campos semánticos
51 2. El modelo de la llegada, reformulado
52 3. La puesta en discurso de los “narcos”
54 4. La Nación: los “narcos” y “la villa”

63 Capítulo 3.
La construcción de un espacio social otro. Las “villas” y “La
ciudad”: “urbanización y política” en La Nación y Clarín
1. La Nación. El discurso legalista, el control y la mirada misera-
bilista: hacia una pobreza de la cultura
68 1.1. Las villas paralelas: el discurso legalista
73 1.2. Subjetivemas: emisiones de calificación y acciones

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atribuidas
78 1.3. El espacio social y la “villa” como constructos
discursivos
80 1.4. La urbanización y el modelo de la llegada: la política
como burocracia de estado y la polifonía como apuesta por
una violencia simbólica
88 1.5. Algunas conclusiones sobre el discurso de La Nación
92 2. Clarín: El discurso de la información y los elementos resi-
duales de la teoría de la marginalidad: “Merecer la ciudad. Los
pobres y el derecho al espacio urbano”
101 3. Una primera comparación entre los agentes Clarín y La
Nación
104 4. El “muro” y el “bótox”: dos formas de jugar un juego serio
115 5. Algunas conclusiones más sobre Clarín y La Nación

129 Capítulo 4.
Construir el acontecimito. “Villa El Cartón”, la polifonía y el
lugar de la intencionalidad
1. Clarín: polifonía y escena política en la construcción del
acontecimiento………….
136 1.1. Visiones y divisiones del espacio-mundo social (parte
uno): “los vecinos entre el barrio y la villa”
140 1.2. Recapitulación sobre la construcción del acontecimiento
en Clarín
143 2. La Nación: “la semantización de la violencia política” o cuan-
do “los nativos son nuestros vecinos”.
147 2.1. La escena política y su construcción discusiva
150 2.2. Visiones y divisiones del espacio-mundo social (parte
dos): “Vecinos y damnificados”
157 2.3. Conclusiones sobre la construcción del acontecimiento
en La Nación y sus diferencias con Clarín

169 Capítulo 5.
¿Cultura? y sociedad: elementos para una identificación ¿“posi-
tiva”? de las “villas”
170 1. Clarín: el “populismo negro” y el modelo de la llegada
177 1.1. El modelo de la llegada: dos formas de identificar el
espacio social
183 1.2. Recapitulación: rasgos discursivos en la relación “villas-
cultura”
189 2. La Nación: legitimismo y formas de lo culto y lo popular
194 2.1. Conclusiones sobre “villas y cultura” en La Nación

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207 Conclusión:
el poder simbólico como apuesta(s) por una(s) violencia(s)
simbólica(s)

221 Bibliografía

229 Sobre el autor

230 Sobre la editorial

231 Otros títulos de la editorial

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Esta obra se terminó de imprimir en el mes de junio de 2010,


en los Talleres Gráficos de Gráfica Fénix, calle 5 N° 1360 (entre 60 y 61),
Ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires.
Cantidad 1000 ejemplares.

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