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Juan Dukuen
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Dukuen, Juan Pablo
Las astucias del poder simbólico : las villas en los discursos de Clarín
y La Nación . - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Koyatún
Editorial, 2010.
236 p. ; 20x14 cm.
ISBN 978-987-25733-2-4
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Agradecimientos
Este libro no hubiese sido posible sin el apoyo de la Profesora Marian
Motta, quien dirigió mi tesis de grado; y de la Doctora Miriam Kriger, quien
fue mi jurado y colaboró enormemente para que esta investigación se publi-
cara. Debo un profundo agradecimiento a: Juan Pablo, Ignacio, Mara, Belén,
Gisele, Nora, Caro, Ana, Romina, Valeria, Juan Carlos, Sonia, Mario, Eugenia,
Rocío, Verónica, familia Nagali, Prof. Carlos Savransky, Lic. María Cristina
Suárez y Lic. Viviana Asís; por haberme acompañado en los momentos en
que la voluntad para seguir adelante me dio la espalda. Y a Ezequiel “Peto”
Sánchez, que nos dejó hace 10 años, y vive en mis memorias.
Quiero expresar un especial reconocimiento a la familia Osorio, de
San Antonio Oeste, la cual me brinda un cariño incondicional, y de la que
siempre guardo el mejor de los recuerdos.
Nada de esto hubiese sido posible sin el “aguante” de mis “viejos”,
mi hermana, mi cuñado y mi abuela, quienes me han escuchado discurrir
sobre los temas del libro en cada viaje a Coronel Suárez; y que, finalmente,
comprendieron de qué se trata esto de “investigar”.
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Prólogo
Todo prólogo tiene un compromiso con los umbrales, y en este
caso doble. Porque anuncia la presencia de un libro que ya está entre las
manos del lector pero aún no ha ingresado a su experiencia. Y porque es
el primer libro de su autor, Juan Dukuen.
Para comenzar, en él se nos invita a participar de un genuino ejer-
cicio sociológico: pensar a la Bourdieu. Se trata de mirar ese otro lado de
nuestro mundo que apenas vemos, “actualizado” en las voces e imágenes
que los medios construyen sobre las “villas miseria”. Se trata de atravesar
el espejo a sabiendas de que “no hay más ciencia que la de lo oculto”, y es
por eso que el sociólogo “en lugar de conformarse con registrar y ratificar
las apariencias, puede parecer que denuncia”1. Y también se trata de deve-
lar “la miseria del mundo” para -casi al mismo tiempo y por los mismos
motivos- descubrir nuestra potencia y sus horizontes.
Pero las páginas que siguen nos piden que miremos con “otros
ojos”; a primera vista una idea absurda, luego un desafío y finalmente el
enigmático don de lo humano: transformarnos a nosotros mismos, transfor-
marnos entre nosotros mismos. De capítulo en capítulo el libro no se limita
a mostrarnos sino que nos hace mirar cómo las interpelaciones, los signifi-
cados y las identificaciones no resultan de, no representan a y no internali-
zan una realidad previa. Sin “prejuicio del mundo”, ellas lo construyen.
De este modo se trata de ir más lejos aún: lexis y praxis se imbrican
en la tarea que se nos propone y en la que se nos involucra: interpretar
la construcción discursiva de las “villas” y sus habitantes, en las voces
hegemónicas de los principales diarios de nuestro país, Clarín y La Nación.
Interrogar críticamente a ese “otro” que surge de esos discursos hoy mis-
mo pero que -y este es a mi entender el aporte crucial de este libro a un
debate más amplio sobre las luchas de y por el poder- no necesariamente
es el “otro” con el cual los interpelados se identifican efectivamente.
En conclusión -nos dice Juan Dukuen- afirmamos que es necesario
no confundir el poder simbólico con la violencia simbólica. La separación de
ambos conceptos y su articulación, es la tarea teórica en la que nos encon-
tramos inmersos, y de la que estamos dando cuenta, en parte, aquí; tanto
en lo teórico como en su aplicación al caso del discurso de la información.
Vale decir: a) que la interpelación del poder simbólico no siempre logra la
internalización en los agentes de la llamada violencia simbólica; b) que la
reproducción del poder no está asegurada per se, c) que también desde
una teoría de la dominación sería posible postular estrategias de resisten-
cia, precisamente en el hiato entre un poder que apuesta y una violencia
1 Bourdieu, P: “Sociología y democracia”. En Capital cultural, escuela y espacio social. México,
Siglo XXI, 1997. Pag. 106.
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que a veces se realiza y otras no.
En fin: estamos frente a una tesis osada, incluso provocativa, pero sobre
todo original y bien fundamentada. Una tesis que sabrá estar, sin dudas, a
la altura de la polémica que abre. Ampliamente documentada, nos presen-
ta una excelente selección de material periodístico y un análisis que logra
caracterizar e interpretar los mecanismos discursivos mediante los cuales
el poder simbólico se ejerce, a través de Clarín y La Nación, en la construc-
ción de identificaciones negativas sobre “la villa” y sus habitantes. Iden-
tificaciones -nos dice el autor- en las que operan residualmente elementos
de la teoría de la marginalidad, formando parte de tentativas/apuestas por
una(s) violencia(s) simbólica(s) determinada(s). Interpelaciones similares
en su astucia, pero que nos plantean la existencia de dos discursividades
diferentes y dos efectos de sentido divergentes. Por un lado, la “apuesta
hegemónica” de Clarín y, por el otro, la “apuesta política” de La Nación,
interpelando a una ciudadanía y una clase política tan polarizadas como la
realidad de nuestra “comunidad imaginada”.
El final queda abierto. Este libro no nos dice qué pasa con las apuestas
y tentativas, sino que abre el camino para explorar lo que sigue: qué res-
puestas, qué contestaciones, qué alternativas. Y eso es lo que realmente
más me interesa: la buena nueva es el desacuerdo, el anuncio de una
política posible.
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Introducción
Max Weber,
Para una sociología de la prensa, 1910
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todológicas que dieron lugar a nuestros hallazgos analíticos fundamenta-
les, revisitando algunos de ellos. Luego haremos una serie de comentarios
en torno a nuestra apuesta teórica.
Tras esta breve introducción, damos paso al inicio del recorrido pro-
puesto, comenzando con la construcción de nuestro objeto de estudio.
Ejes:
»»El discurso de la información en los medios masivos de comunica-
ción: los casos Clarín y La Nación, 2007.
»»Las “villas”.
»»El “presente” mediato y la “actualidad”.
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representaciones4 (Raiter, 2002 a; Charaudeau, 2003) que operan en la
construcción/identificación discursiva de los actores sociales como tales.
Con esto no queremos decir que no haya otros tipos de discursos que
operen en esta construcción/identificación -discurso jurídico, discurso po-
lítico- sino que los medios de comunicación, a través del discurso de la
información, presentan socialmente esas construcciones/identificaciones
como verosímiles (Kristeva, 1970; Martini, 2004) objetivas, reales (Zullo,
2002); a partir de determinadas estrategias5 discursivas, históricamente
construidas y más o menos invariantes como la “desaparición” de las
marcas pronominales y flexionales de primera y segunda persona (Zullo,
2002), citas de “fuentes”, entre otras.
Cuando hablamos de socialmente nos referimos a que los medios ma-
sivos6 producen, a través del discurso de la información, realidad social
(Verón, 1987 e) o sea acontecimientos e identificaciones que como tales,
pasan al “espacio público” como “acontecimientos reales” objetivos, por
haber sido objetivados (Martini, 2004) mediante estrategias discursivas.
En ese sentido, Bourdieu señala que el campo periodístico7 “...debe su im-
portancia en el mundo social a que detenta un monopolio de hecho sobre los
instrumentos de producción y de difusión en gran escala de la información y,
a través de estos instrumentos, sobre el acceso de los simples ciudadanos,
pero también de otros productores culturales (...) a lo que yo llamo a veces
“el espacio público”, es decir la gran difusión” (Bourdieu, 1997 a: 17-18).
Teniendo en cuenta que venimos hablando de “poder simbólico”, quisiéra-
mos hacer una breve digresión, para dar cuenta de qué sentido le atribui-
4 En el acápite siguiente someteremos el concepto de “representaciones sociales” a una
crítica, para centrarnos en el concepto de “identificación(es)”.
5 La noción de estrategia, en nuestro caso, remite a la concepción bourdeana; por lo tanto
no conlleva intencionalidad reflexiva, ni acción racional por parte de un sujeto. Estrategia
remite a prácticas “con sentido práctico de juego”, producidas por el encuentro entre habitus
y campo. Ver Bourdieu (1988 a, 2005 d).
6 Siempre nos referimos al discurso de la información construido en los medios masivos. No
obstante, otros tipos de discurso que circulan en los medios también producen “identificacio-
nes”: por ejemplo “realities”, como “Policías en Acción” (Canal 13). Usamos como sinónimos
noticia y discurso de la información, refiriéndolos como tipo de discurso. Cuando hablamos
en plural -discursos de la información- lo hacemos considerando que dentro del mismo tipo
de discurso circulan diferentes géneros, estilos y estrategias enunciativo/discursivas.
7 Un campo es un sistema de relaciones entre posiciones/disposiciones diferenciales. “Los
campos se presentan para la aprehensión sincrónica como espacios estructurados de posi-
ciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacio (…) La
estructura del campo es un estado de relaciones de fuerza entre los agentes o las institu-
ciones que intervienen en la lucha (Bourdieu, 2004: 119-120). También se los puede pensar
como un “campo de fuerza”, un “campo de juego”, o como un espacio de lucha entre agen-
tes dominantes y agentes dominados; donde cada agente ocupa posiciones en relación con
el capital eficiente con el que cuenta. En los campos, los agentes luchan por apropiarse del
capital legítimo, eficiente, para así lograr una posición dominante y poder intervenir, entre
otras cosas, en las reglas que rigen el campo, de tal forma de volverlas afines a sus intere-
ses. Es menester señalar que la noción de interés nada tiene que ver con la teoría del actor
racional, ni con un sujeto de la conciencia. De hecho se ha construido contra estas teorías.
Ver al respecto Bourdieu (2007. Libro I, cap.2)
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mos a ese concepto. El poder simbólico8 (Bourdieu 1988 a, 1999, 2001) es
el poder de nombrar, y de construir/producir visiones y divisiones sociales.
Es el derecho sobre la producción del sentido, sobre la definición, visión,
división y prescripción de lo social, como realidad social. En ese sentido,
dentro de nuestro marco teórico y según el objetivo de nuestra investiga-
ción en particular, el poder simbólico se ejerce en y por la prensa escrita
-entre otros medios de comunicación- a través de la construcción de iden-
tificaciones (Brubaker y Cooper, 2001)9. Esto no quiere decir que no haya
otras instancias sociales donde se ejerza poder simbólico: por ejemplo el
discurso jurídico, el discurso religioso, el discurso científico; sino que en
este trabajo en particular analizaremos solo el poder simbólico movilizado
por los discursos de Clarín y La Nación.
Retomando lo que veníamos planteando anteriormente, sostenemos que
los medios de comunicación en tanto productores de discursos de la infor-
mación, son portadores de un capital simbólico (Bourdieu, 1987) acumula-
do -y como tal reconocido- que es el que sostiene y legitima, en parte, el
ejercicio del poder simbólico: hablamos del capital simbólico de la obje-
tivación. Decimos en parte, porque no creemos que el poder simbólico se
base solo en la acumulación de un capital simbólico. Los medios también
acumulan especies de capital -entre ellas capital económico- que pueden
no ser reconocidas y, por lo tanto, no funcionar como capital simbólico,
pero que fundamentan las relaciones de poder simbólico.10
Para explicar esta afirmación, daremos algunas definiciones necesa-
rias: el capital simbólico es la forma que adquiere cualquier especie de ca-
pital cuando es reconocida como legítima. Un capital, para Bourdieu (1987)
es un conjunto de propiedades adquiridas socialmente por un agente,
sean que estén incorporadas (una manera de hablar, de moverse, de ves-
tir, etc.) objetivadas (libros, pinturas, etc.) o institucionalizadas (títulos
escolares, universitarios, etc.). Cuando las propiedades de un agente son
reconocidas como legítimas devienen capital simbólico, o sea, transmutan
en honor, respeto, estima, reconocimiento.
Entonces, como veníamos señalando, los medios de comunicación
son portadores de capital, o sea, de una serie de propiedades que en
el caso de la prensa escrita suelen ser un capital cultural expresado en
8 Simbólico refiere aquí a las formas de clasificación, tema neokantiano que viene de Cassi-
rer, Durkheim y Mauss, Levy Strauss, Merleau Ponty, y que a través de una lectura historicista
y no trascendental, termina de desarrollarse en Bourdieu.
9 Tras realizar este trabajo de investigación, hemos vuelto aplicar este marco teórico a nue-
vas investigaciones (Dukuen, 2009 a, c), notando su enorme poder heurístico y su capacidad
de sistematización en relación con herramientas propias del análisis del discurso.
10 Nuestra hipótesis aquí es que sin capital económico, Clarín por ejemplo, no podría ejercer
el poder simbólico, porque no tendría el capital para expandirse y constituirse como grupo
económico. O sea, que no podría tener el lugar preeminente que tiene en el campo periodís-
tico, y en el metacampo del estado. Es necesario un análisis del campo periodístico desde
Bourdieu para corroborar esta sugerencia, así como de su relación con le metacampo del
estado; cosa que excede los objetivos de este trabajo.
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determinada construcción de un tipo de discurso impersonal, con la “des-
aparición” de las marcas pronominales y flexionales de primera y segunda
persona (Zullo, 2002), las citas de “fuentes”, la aparición de columnistas
más o menos “importantes”, el uso de la fotografía como referencia de
la existencia de aquello de lo que se informa, entre otras. Cuando estas
propiedades son reconocidas por los lectores, aparecen en sus afirmacio-
nes en torno a los “diarios”, transformando cualquier especie de capital
en capital simbólico. Al señalar que un diario es “amarillo” o “serio” o
“político” (Mangone, 2004); se está produciendo un reconocimiento de un
capital cultural en tanto capital simbólico. Todo esto significa que el poder
simbólico se ejerce en tanto y en cuanto se produzca el reconocimiento de
las propiedades de la instancia objetivante como capital simbólico (Bour-
dieu, 1988 a). Pero ese reconocimiento es también un desconocimiento11:
lo que se reconoce es el capital simbólico de los medios para objetivar
socialmente, o sea, “mostrar” la realidad. Lo que se desconoce es que las
producciones discursivas que hacen los diarios son construcciones y no
“reflejos” de lo real.12
En conclusión: los medios de comunicación en su faceta informativa, tie-
nen “ganado” el capital simbólico de la objetivación, en tanto aquello de
lo que “informan” no es puesto en duda como real, no es visto como una
ficción, sino que es leído como verosímil, como “objetivo”, como dando
cuenta de lo real. Y esto no tiene que ver con la “opinión” que cada medio
construya sobre “lo ocurrido”, sino con el reconocimiento de la existencia
de lo ocurrido como tal. El reconocimiento del lector es hacia el discurso
del medio de comunicación como informando sobre la existencia del re-
ferente (un hecho cualquiera); más allá de que acuerde con el “enfoque”
que se le esté dando.
Claro que esto no significa que los lectores hagan “análisis del
discurso”, sino que en la lectura de diarios o el consumo de televisión,
las estrategias que aquí analizamos, son reconocidas por la experiencia
ordinaria, sin pasar por el entendimiento (en el sentido de Hegel), o sea
que son vividas en la experiencia pre-judicativa (no reflexiva); lo cual se
ve claramente cuando una persona afirma cosas tales como “es verdad, lo
vi en la televisión” o “lo leí en el diario”: en esas frases se puede “leer”
el reconocimiento del capital simbólico de la objetivación.
En este punto es que queremos señalar una hipótesis teórica que
venimos trabajando (Dukuen, 2008, a y b) y que creemos central para
11 Usamos el par reconocimiento/desconocimiento en tanto fundante de la relación doxica
con el mundo. La creencia opera mediante un conocimiento que desconoce sus mecanismos
de producción, su génesis, su historia. Al respecto ver Bourdieu, (2007; 1988 a: 133-142;
1995 c: 120)
12 En ese sentido son por demás elocuentes los afiches publicitarios de Clarín que señalan:
“La realidad se puede tapar, o se puede hacer tapa”. Esta campaña publicitaria aparece en
Septiembre de 2009 en plena disputa entre Clarín y “el gobierno”, frente a la posible sanción
de una nueva ley de medios audiovisuales.
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comprender el funcionamiento de los discursos, en tanto constructores de
realidad social y movilizadores de relaciones de dominación. Esa hipótesis
teórica señala que es necesario diferenciar claramente los conceptos de
poder simbólico y violencia simbólica:
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los construyen como tales. Podríamos decir que para que haya violencia
simbólica se debe producir la interiorización, en tanto sentido práctico/
habitus (Bourdieu, 2007) de esa identificación. Y lo que es muy importan-
te: la violencia simbólica tiende a ejercerse sin necesidad de inculcación
alguna, o sea, por el simple “orden de las cosas” (Bourdieu 1995 c).
Dado que los medios masivos de comunicación presentan sus discursos
como transparentes, objetivos, reales (Zullo, 2002), como el “orden de
las cosas”; creemos que son uno de los objetos de investigación -a cons-
truir- más interesantes para analizar sus tentativas por una(s) violencia(s)
simbólica(s).
Gracias a la diferenciación de conceptos podemos evitar caer en una re-
lación mecánica entre las identificaciones producidas por los medios y
las categorías prácticas de los sujetos, así como restituir lo que Bourdieu
(1988 a) llama las luchas simbólicas por el poder simbólico. Estamos, de
esta manera, bregando por un desfasaje entre producción y reconocimien-
to (Verón, 1987 a y b) o sea, por la relativa indeterminación del senti-
do. Entonces, no dudamos del poder simbólico ejercido por los medios
-nuestra apuesta- pero no sostenemos que haya equivalencia entre las
identificaciones producidas por los medios y las que usan los sujetos en
la vida práctica. Solo se puede considerar la relación entre poder simbólico
y violencia simbólica como parte de una investigación empírica a elucidar,
investigación que excede esta aproximación. En ese sentido, en este traba-
jo solo daremos cuenta del poder simbólico en la instancia de producción
(Verón, 1987 a y b) del discurso de la información.
Retomando otras perspectivas, y centrándonos en una sociopolítica de
los medios, queremos introducir otra hipótesis teórica: la importancia de
analizar los medios de comunicación radica en que sus exponentes domi-
nantes forman parte del metacampo del estado.14
En ese sentido es que proponemos una definición “ampliada” del Estado.
Desde el marxismo, Nicos Poulantzas (1978) nos advierte que el “Estado” no
es una cosa, sino la condensación material de una relación de fuerzas entre
clases y fracciones de las clases dominantes. Esta afirmación nos priva del
error de creer que el Estado es un espacio asaltado por las presiones de uno
o varios agentes pertenecientes a esas fracciones de las clases dominantes.
Ya Althusser15 (1970) había señalado a los medios como “Aparatos Ideoló-
14 Está hipótesis, a sabiendas un tanto arriesgada, intenta abrirse camino como una posible
grilla de análisis que pueda incorporar los procesos de transformación del Estado en los últi-
mos 40 años. La oposición de los medios de comunicación dominantes a la sustitución de la
ley de radiodifusión dictada por el último régimen militar argentino, y la lucha en torno a ello,
son un buen ejemplo, a nuestro entender, de cómo el Estado es un espacio de pugna, un
metacampo donde “el gobierno” es solo una cristalización de un momento -endeble, frágil,
dinámico- de la relación de fuerzas.
15 El pensamiento teórico de Althusser es sometido constantemente a fuertes críticas dentro
y fuera del marxismo (Hall S, 1998) y, sobre todo, por los llamados postmarxistas Laclau y
Mouffe (2004), por ejemplo. Para un análisis en profundidad del aporte althusseriano a la
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gicos de Estado”, incluso aunque no sean de propiedad estatal16. Miliband
(1995: 422), con gran precisión, señala que “una clase dominante en cual-
quier sociedad de clases se constituye en virtud de su control efectivo sobre
las tres fuentes principales de dominación: 1) los medios de producción (...)
2) los medios de administración del Estado y los medios de coerción, 3) los
principales medios de comunicación y consenso”.17
Articulando estas concepciones teóricas sobre el Estado, las clases do-
minantes y sus fracciones, y retomando a Bourdieu, buscamos pensar
al Estado como un metacampo de fuerzas donde se disputa, entre otras
cosas, el monopolio de la violencia simbólica (Bourdieu, 1995 b). Más pre-
cisamente, queremos sugerir que el metacampo del Estado es el espacio
de luchas de (y entre) las diferentes fracciones de la clases dominantes
por apropiarse del capital legítimo del Estado, o sea, de los mecanismos
del poder simbólico del Estado (el derecho, la definición de las titulaciones
escolares, etc.) por imponer una violencia simbólica legítima.
En ese sentido, señalamos que los medios de comunicación masiva domi-
nantes18, además de formar parte del campo periodístico (Bourdieu, 1995
a) forman parte de ese metacampo como un actor fundamental: el ejercicio
del poder simbólico en los medios, a través del discurso de la información
y de otros tipos de discurso, opera en tanto tentativas, apuestas, en la
producción de una(s) violencia(s) simbólica(s)19.
problemática de la ideología, su lectura de Lacan y la constitución del sujeto, ver Sosa (2006)
y Livszyc (2006).
16 Conocemos la críticas de Bourdieu a la noción de “aparato” althusseriano, así como a las
concepciones de estado al estilo Poulantzas (Bourdieu, 1995 b). Solo señalamos que la vincu-
lación medios de comunicación/Estado es pertinente, por lo menos, desde Althusser. Por otro
lado, pensar al Estado como la condensación material de una relación de fuerzas (Poulantzas,
1978) no necesariamente nos condena a abandonar la noción de metacampo de Bourdieu,
ya que esa condensación de fuerzas puede pensarse como una objetivación realizada por el
analista, quien por un momento detiene, cristaliza -operación sincrónica- la dialéctica de las
relaciones de fuerza para luego tratar de restituir, en un segundo movimiento, las luchas que
en esa dialéctica se expresan -operación diacrónica-. Allí la noción de campo como espacio
de luchas es una alternativa más que interesante.
17 Si tomamos el caso del multimedio Clarín, se podría pensar erróneamente que en 2002-
2003, “presionó” al Estado argentino para que promulgara la “ley de defensa de industrias
culturales” salvándolo de ser absorbido en parte por una empresa acreedora extranjera. El
problema reside en que esta idea es ingenua: El Grupo Clarín es parte del Estado, no algo
que está afuera. Clarín no presiona al Estado como si fuera una cosa externa, sino que lucha
en él -como lo hacen los demás integrantes de las fracciones de las clases dominantes-. En
términos de economía política podemos agregar que Clarín y La Nación forman parte del
Estado, además, porque son integrantes de la sociedad mixta Papel Prensa. Ver al respecto
Mastrini (2005) y Mastrini y Becerra (2009). Con estas aclaraciones intentamos separarnos de
una definición jurídica, o de sentido común de “Estado”.
18 Siguiendo a Miliband, hablamos de los medios de comunicación principales -en el ámbito
de la prensa escrita- por eso estudiamos a Clarín y La Nación. No hay que olvidar que los
medios de comunicación son empresas comerciales, cosa que ellos tratan de ocultar, para
que no se crea que la información que producen es “interesada”, o sea determinada por sus
intereses de clase.
19 La lucha por “la ley de defensa de industrias culturales” es un ejemplo “triunfal”, así
como los manuales escolares producidos por Clarín, titulados “Tinta Fresca”. El tema de los
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Por lo tanto, toda apuesta es una posibilidad de acierto o fracaso. En la
lucha por imponer un sentido del mundo, no hay certezas sobre los resul-
tados. En nuestro caso, los discursos de Clarín y La Nación “buscan” se
reconocidos, o sea, ser incorporados en las visiones y divisiones sociales
de los agentes. Pero esa búsqueda de imposición de un sentido del mun-
do, no tiene asegurada su morada. Entonces, lo que hay en un campo (o
metacampo) son agentes -por ejemplo Clarín y La Nación- mejor o peor
dotados de capital simbólico para dar la lucha por imponer una visión/
división del mundo, o sea por transformar los productos del poder sim-
bólico en violencia simbólica propiamente dicha, o sea prácticas sociales
incorporadas en los agentes.
***
21 Con excepción de las actualizaciones que las páginas de Internet de los diarios realizan,
que no se corresponden con lo impreso en el diario.
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También queremos señalar que el análisis del discurso de la infor-
mación en los medios es fundamental porque plantea una problemática
doble: a) Mientras que los medios de comunicación masivos dominan-
tes son parte del metacampo del Estado, b) construyen en sus discursos
mediante la polifonía, una puesta en escena estratégica de la relación de
fuerzas entre los diferentes agentes que luchan en el metacampo del Es-
tado. Creemos erróneo pensar que los medios son transparentes en la
construcción de la escena política/espacio público (Charaudeau, 2003).
Consideramos que esta puesta en escena es una apuesta en las luchas,
al interior del campo periodístico, por reproducir el capital simbólico que
permite ejercer el poder simbólico; y una apuesta (exclusiva de esta clase
de agentes “especiales”) en el metacampo del Estado por imponer una
violencia simbólica como legítima.
Para finalizar este apartado quisiéramos establecer algunas consideracio-
nes en torno al campo periodístico (Bourdieu, 1995 a). Esta investigación
no se propone estudiar en profundidad el campo periodístico, porque no
es su objeto de estudio específico. Señalamos esto teniendo en cuenta
las innumerables críticas de Bourdieu (1995 c, 2001) al análisis del dis-
curso como un análisis interno. En ese sentido, hemos desarrollado esta
introducción para mostrar que el poder simbólico se ejerce en el discurso,
gracias a las especies de capital acumuladas por los agentes Clarín y La Na-
ción. Y especialmente, gracias al reconocimiento del capital simbólico de la
objetivación, del que ya hablamos. Por eso los señalamientos que hemos
hecho en torno al lugar dominante que ocupan Clarín y La Nación en el
campo periodístico, son fundamentales para comprender la importancia
que revistan las identificaciones que construyen sobre las “villas” y sus
habitantes. Con esto despejamos dudas sobre el poder de “las palabras”
por si mismas, señalando que los discursos adquieren determinado poder
simbólico en relación con la legitimidad de los agentes que lo ejercen.
Legitimidad construida por acumulación de capital simbólico, por lo tanto
reconocido y desconocido como legítimo/legitimante.
En definitiva: afirmamos la importancia de integrar una mirada abarcadora
tendiente a construir el sistema de relaciones entre los agentes que com-
ponen el campo periodístico, así como las posiciones, las determinacio-
nes, y el capital eficiente en juego. Creemos necesaria la profundización
de ese análisis, dado que lo consideramos fundamental para una com-
prensión cabal del ejercicio del poder simbólico. Tal profundización solo
será posible aunando criterios entre el análisis del discurso y la economía
política de los medios, de tal forma de cruzar la producción discursiva con
sus condiciones sociales de posibilidad.
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1.2. Por qué “las villas”
El interés sobre el análisis de la identificación de “las villas” provie-
ne de la recuperación de una tradición antropológica y sociológica: el estu-
dio de las llamadas “villas miseria”. Siguiendo a Merklen (2005) podemos
señalar que “las villas” han sido objeto de estudio de las ciencias sociales
en Argentina desde la década de 1950. Las “villas” fueron analizadas por
las teorías de la marginalidad en sus dos vertientes: la funcionalista en-
cabezada por Gino Germani y la de inspiración marxista llevada adelante
por José Nun en la década de 1960. Nosotros, sin embargo, hacemos pie
en otro tipo de estudios, los antropológicos. A finales de la década de
1960, fue Hugo Ratier quien se dedicó al estudio de las “villas” desde una
mirada antropológica, lo cual implica el trabajo de campo y la recupera-
ción de la voz del “otro” como elementos fundamentales de análisis. Lo
interesante de la perspectiva antropológica es que se funda en un extraña-
miento que metodológicamente puede ser recuperado en el análisis sobre
la propia sociedad (Ginsburg, 2004). Hablamos de volver extraño lo natu-
ralizado, como ruptura fundamental con el sentido común y la sociología
espontánea (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2002).
En sintonía directa con los trabajos de Ratier, encontramos los aná-
lisis de Rosana Gúber y Ariel Gravano sobre “la producción ideológica de
la vida cotidiana en “la villa” y “el barrio”. Hablamos del libro “Barrio sí,
Villa también” (Gúber y Gravano, 1991) prologado por Ratier. Allí, en su
trabajo sobre “la villa”, Gúber (1991) analiza, mediante tres coordenadas,
cómo se construye la “identidad villera”: la voz de los “villeros”; la voz
de los “vecinos”; la voz de las ciencias sociales marginalistas en su ver-
tiente funcionalista: los escritos de Gino Germani. Gúber, tras analizar los
discursos de los actores que componen estas tres coordenadas, llega a la
conclusión de que al discurso del sentido común han ingresado elementos
de la teoría de la marginalidad germaniana. En “la teoría de la margina-
lidad” (Gúber, 1991) para definir a los sectores subordinados se trabaja
sobre un nivel topológico/ontológico: el estar fuera de la sociedad -ser
marginal- y adentro de un no lugar marcado por la carencia y el despojo:
las villas. La marginalidad está asociada a la carencia y el atraso. Para la
teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación de carencia
es de los “villeros” que no tienen pautas de conducta “modernas”. Dadas
estas circunstancias, la solución encarnada en el desarrollo/modernización,
tiene que venir de afuera: las instituciones estatales.
En varios trabajos anteriores sobre prensa escrita recuperamos lo
señalado por Gúber (1991) planteando como hipótesis el carácter residual
(Williams, 1980, 1994) de determinados elementos de la teoría marginalis-
ta, encontrando que efectivamente operaban en la construcción discursiva
de las “villas” (Dukuen, 2007 a, b). Si recordamos la célebre definición del
sentido común como un conglomerado indigesto (Gramsci, 1976) donde
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conviven elementos de diversas procedencias, podemos sostener como
hipótesis que una de las condiciones de producción del discurso actual de
Clarín y La Nación sobre “las villas” es la teoría de la marginalidad, la cual
opera en el discurso de la información a través de la transformación de sus
conceptos en elementos residuales.22
La investigación de Gúber además nos señaló un camino a seguir en
la construcción de nuestro objeto de estudio, a partir de haber encontrado
en ella una “falta”23: el análisis de los discursos de la información sobre
“las villas” en los medios masivos de comunicación. Pero el trabajo de
Gúber no es el único que muestra esta “falta”.
En un libro reciente sobre los sectores populares en Argentina entre
1983 y 2003 -que funciona como una verdadera cristalización del estado
de la cuestión- Merklen (2005) trabaja con diferentes agentes -Estado,
organizaciones barriales, ONGs, organismos internacionales y ciencias
sociales- en torno a la construcción de “cuestiones sociales” relaciona-
das con los sectores populares, sin mencionar a los medios masivos de
comunicación.24
Esta “falta” en torno a la relación entre medios de comunicación y
sectores populares, es superada por los trabajos recientes de Alabarces
y su grupo de investigación (2002, 2004, et. al 2005; Alabarces y Rodrí-
guez, 2008), quienes recuperan el legado histórico de los estudios en
“comunicación y cultura popular” iniciados en la década de 1960 por Ford,
Rivera y Romano (1985). Los trabajos de Alabarces han estudiado, entre
otras cuestiones, las representaciones de la prensa deportiva en torno a
la figura del “hincha”, así como las representaciones en el cine sobre la
relación entre “fútbol y patria”. También es de destacar que la relación en-
tre medios de comunicación y sectores populares es señalada en las pers-
pectivas de investigación propuestas por Javier Auyero y Loïc Wacquant,
sobre “las villas” y el gueto, respectivamente. Tanto Auyero (2001) como
Wacquant (2001) reconocen la importancia del discurso de los medios en
la “estigmatización” y criminalización de los sectores populares, aunque
no trabajen sobre el análisis del discurso.
Ya dentro del análisis del discurso, encontramos los trabajos pioneros
de Van Dijk (1990, et al, 2000 a y b; et al, 2007), quien a través de investi-
gaciones particulares, en equipo, y compilaciones, se ha dedicado a producir
herramientas teóricas y análisis empíricos en torno a la prensa escrita, la no-
ticia, y el discurso racista. Consideramos que los trabajos de compilación de
Van Dijk son un buen ejemplo del “estado de la cuestión” al respecto, tanto
22 Siguiendo a Williams (1980,1994), residuales son aquellos elementos culturales que fue-
ron formados en el pasado pero siguen actuando en el presente.
23 Nos estamos refiriendo a la “falta” de investigaciones sociológicas/antropológicas que
trabajan sobre los sectores populares y que no tienen como eje el “análisis del discurso”.
24 Incluso llega a tener una relación inocente con los medios de comunicación en tanto
transparencia de su discurso, al usarlos como “fuentes”. Ver Merklen, 2005.
www.koyatuneditorial.com.ar -23-
en Europa como en América Latina. En Argentina encontramos de una forma
más limitada -en tanto su objeto de estudio es el discurso y no directamente
el de la prensa escrita sobre los sectores populares, aunque eventualmente
sea abordado- los trabajos de Raiter y su equipo de investigación (Raiter et
al, 1999; Et al, 2002). Estos trabajos analizan diferentes tipos de discursos
-el científico, el de la información, el parlamentario, etc.- a través del abor-
daje propuesto por la lingüística crítica.
En lo referente a la construcción de representaciones en la prensa
escrita sobre sectores populares, encontramos la investigación de Vasilachis
de Gialdino (2003) “Pobres, pobreza, identidad y representaciones socia-
les”. Este libro trabaja desde un análisis lingüístico/discursivo con el discur-
so de la prensa escrita, pero desde una perspectiva epistemológica que no
compartimos, por estar basada en un paradigma interpretativista/construc-
tivista, que no es el nuestro. Al respecto, se puede consultar en el trabajo
de Vasilachis el apartado epistemológico (Vasilachis de Gialdino, 2003: I).25
Sin embargo, creemos que la investigación de Vasilachis presenta una pro-
puesta interesante a la hora de trabajar en pos de un análisis del objeto
del discurso. Por lo tanto, hemos tomado como inspiración algunas de sus
categorías de análisis lingüístico/discursivas, por creerlas productivas.
Teniendo en cuenta estas perspectivas es que queremos señalar la
importancia de estudiar la identificación de “las villas” y sus habitantes
en el discurso de la información, como una de las formas de ejercicio del
poder simbólico sobre los sectores populares. Creemos que anclar el pro-
blema de la identificación como una relación de poder simbólico es central
para entender cómo se configura la relación de fuerzas en torno a la pro-
ducción de “cuestiones sociales” (Oszlak y O´Donell, 1984). Decimos esto
porque los sectores populares no solo están sometidos al monopolio de
la violencia física -y simbólica- legítima del Estado (Bourdieu, 1996) tales
como la acción de las fuerzas de seguridad26, o el carácter performativo
de la ley; también están sometidos al poder simbólico que los construye/
identifica en forma negativa (Dukuen, 2007 a, b). Ambos modos de do-
minación -violencia física/violencia simbólica (Bourdieu, 2007)- funcionan
25 No estamos siendo exhaustivos en este recorrido, sino señalando nuestras fuentes fun-
damentales. No desconocemos la existencia de otros investigadores y grupos de investiga-
ción que cruzan el análisis del discurso con el estudio de la representación de los sectores
populares. Por ejemplo, los trabajos de Martini (2002; 2004 b) con sede en La Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA y las investigaciones del GEADIS (Grupo de Estudio en Antropolo-
gía y Discurso) y del GEAPRONA (Grupo de Estudios en Aboriginalidad, Provincias, y Nación),
ambos con sede en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
26 En ese sentido, la permanencia de la Gendarmería en la “Villa la Cava” de San Isidro es un
ejemplo de un “panóptico humano”, donde la violencia física del Estado se configura como
amenaza anclada en la construcción de una mirada constante sobre los sectores populares.
Mientras la presencia de la seguridad privada en los “barrios” de San Isidro mira “hacia afue-
ra” del barrio, la Gendarmería mira “hacía adentro” de las “villas”. Esta conclusión proviene
de una observación de campo en “La Cava” y en diferentes “barrios” de San Isidro, durante
2006 y 2007.
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entrelazados sobre-determinándose en su legitimación, dado que no hay
práctica (violencia) sin sentido, ni sentido sin práctica.27
Dicho esto, es necesario definir qué entendemos por identificación
y por qué no hablamos de representaciones ni de identidad.
En un interesante análisis sobre la inutilidad teórica de la noción de
identidad, Brubaker y Cooper (2001) proponen un concepto fundamental
en nuestro análisis: “identificación”. Este concepto no se debe confundir
con identidad, en tanto no señala necesariamente un reconocimiento de
los identificados con la identificación o una adscripción a algún conjun-
to de valores, prácticas y símbolos. En ese sentido es que no podemos
señalar que la identificación produzca identidad. No podemos decir que
la identificación de las “villas” en el discurso de la información tenga
como resultado la producción de subjetividades que se reconozcan en esa
identificación. En todo caso, esto puede ser una hipótesis abierta a inves-
tigaciones futuras que trabajen sobre las condiciones de reconocimiento
de los discursos de la información, en relación con el problema de la cons-
trucción de la adscripción de los sectores populares.
Aclarado este punto, sostenemos que la noción de identificación es
fundamental, porque puede articularse con el concepto de poder simbóli-
co, lo cual es uno de los objetivos teóricos de este trabajo. El concepto de
identificación permite establecer a los agentes que realizan la acción de
identificar, así como los grupos que son construidos por esa identificación,
sea la identificación de un “nosotros” o de los “otros”. En ese sentido, la
noción de identificación reviste dos modalidades: relacional y categorial.
Relacional en tanto identificación dentro de una red de relaciones y cate-
gorial en tanto identificación por ser miembro de una clase o grupo que
comparte algún atributo (Brubaker y Cooper, 2001).
Entre las diferentes formas de identificación28, Cooper y Brubaker
señalan la importancia de la identificación externa realizada por el Estado
estudiada por variantes foucaultianas y bourdeanas de la sociología we-
beriana del Estado. En ese sentido, es que se retoma la problemática del
poder de nombrar, de identificar y de categorizar, de indicar qué es qué, y
quién es quién (Brubaker y Cooper, 2001), acción a la que denominamos
anteriormente poder simbólico. Sin embargo estos estudios se centran
sobre todo en “los sistemas de categorización formalizados, codificados
y objetivados” (Brubaker y Cooper, 2001: 44), cuestión más cercana a las
burocracias29 de Estado -pasaportes, documentos de identidad, huellas
30 Sobre una economía política de las empresas productoras de bienes simbólicos ver Mas-
trini y Becerra, 2003 y 2009.
31 Las relaciones teóricas entre Merleau-Ponty y Bourdieu son claras, sobre todo en las
nociones de hábito-habitus, disponibilidad-disposición; además de compartir la crítica contra
una concepción intelectualista de la práctica. Estas relaciones son señaladas por Wacquant
(1995) y por Bourdieu mismo (Bourdieu, 1988 c). En el libro clave de Bourdieu (2001) sobre
los discursos y el poder simbólico, se mantiene el concepto de representaciones mentales,
cosa que creemos puede llevar a confusión, salvo que se lo utilice por fuera de la mirada
intelectualista (Bourdieu, 1988 c) que señalamos, teniendo en cuenta la matriz teórica mer-
leaupontyana de Bourdieu que hace pie en la práctica pre-reflexiva. Nosotros creemos que el
discurso no opera por imágenes mentales: el pensamiento es la palabra -parole, “palabra”
en tanto “discurso”, pero no “habla” en términos saussureanos- como señala Merleau Ponty
(1957 b) -y a priori el propio Marx (Marx y Engels, 2005: 31) con su concepción del “lenguaje
como conciencia práctica”.
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idealista, mundo de las ideas, de las representaciones.
Ya Althusser (1970) señalaba con claridad que las representaciones
de las ideologías no eran idealidades, sino prácticas. Aunque vemos que
mantiene la noción de representaciones, cosa que consideramos problemá-
tica, el centro de la conceptualización althusseriana se pone en las prácticas.
Este es un acento que creemos necesario a la hora de pensar el discurso por
fuera de implicaciones idealistas, tales como las que separan el hacer del
decir (Verón y Sigal, 1985), como si el decir no fuera una práctica.
-28- www.koyatuneditorial.com.ar
del analista, no confundidas con las lecturas que en la experiencia práctica
se pueden hacer de los periódicos. Confundirlo sería caer en el “prejuicio
del mundo” (Merleau Ponty, 1957 a y b) del que ya hablamos.
Nuestro corte en la construcción del objeto de estudio es sincróni-
co, porque busca comparar en un período de tiempo determinado -el año
2007- dos formas de construcción discursiva de las “villas” en un tipo de
discurso: el discurso de la información. Un discurso que, como tal, cons-
truye la “actualidad” (Charaudeau, 2003, Verón, 1987 d). El estudio de la
“actualidad” supone una ruptura con la propuesta que los medios nos
hacen sobre la duración e importancia de los hechos construidos. Estamos
analizando discursos que siempre son pasados, por eso hablamos de un
presente mediato y de una “actualidad” que para los medios ya dejó de
serlo. En la prensa escrita diaria, la “actualidad” dura lo que dura la salida
de la edición siguiente del diario (Charaudeau, 2003). Esa noticia “actual”
puede ser retomada constituyendo una serie, pero siempre lo será con un
plus de información que justifique su inserción.
Teniendo en cuenta todo esto, hemos considerado estudiar el año
más próximo (2007) a la escritura de esta investigación, la cual se desarrolló
durante 2008. Por esa razón, el “presente”, siempre es visto como algo pa-
sado para la investigación científica. Como señala Bourdieu (2007), el corte
sincrónico que opera la ciencia sobre sus objetos produce una ruptura con el
tiempo de la práctica y del hacer sociales, lo cual supone -contra la ilusión po-
sitivista- que el objeto es construido. Con esto señalamos que un análisis del
discurso de la prensa diaria -para el cual se ha construido un corpus-, necesa-
riamente necesita de un cierre temporal: caso contrario, sería interminable.
***
35 Esto significa que también lo “objetivo” es valorativo, pero aparece como “objetivo” (o
sea, como no valorativo) al sentido común tras haber atravesado un proceso de legitima-
ción, que es un proceso de naturalización, a partir de operaciones de violencia simbólica. La
oposición villa/barrio, que analizamos en el capítulo 4, es ejemplar de cómo el concepto que
parece “objetivo”, es el indicador de lo legítimo.
www.koyatuneditorial.com.ar -31-
Antes de finalizar este acápite nos proponemos hacer algunas acla-
raciones en relación con los cruces teórico-metodológicos que realizamos.
No desconocemos lo problemático de la articulación de conceptos pro-
venientes de matrices teóricas diferentes. Al respecto queremos señalar
algunas cuestiones con respecto a la teoría de los discursos sociales de
Verón y la teoría del poder simbólico de Bourdieu. Para Verón, el análisis
de un discurso en producción es un análisis de lo ideológico; mientras
que un análisis en reconocimiento es un análisis del poder (Verón, 1987 a
y b; 1995 a). Sin embargo, nosotros hablamos de poder simbólico en un
análisis en producción, porque consideramos al poder desde otro punto
de vista, el cual ya ha sido señalado. Al cruzar marcos teóricos diferentes
no estamos haciendo un eclecticismo vacuo, sino tratando de ver hasta
qué punto es posible trabajarlos y hasta qué punto no lo es36.
En ese sentido, la teoría de los discursos sociales de Verón se nos
ha tornado de dudosa eficacia para nuestro propósito, habiendo decidido
abandonarla por razones teórico-metodológicas que surgieron en el trans-
curso de la investigación, entre las cuales señalamos las siguientes:
1. Verón no trabaja con la teoría de la enunciación benvenisteana (la
cual nos ha sido operativamente muy útil) sino con las “modalidades del
decir”, lo que lo ha llevado a formular una teoría del “contrato de lectura”
(Verón, 2004). Si bien nos inspiramos en un principio en la teoría de los
discursos sociales de Verón (principalmente por el modelo de la interdiscur-
sividad que propone, el cual creemos que proviene de su lectura de Foucault
y Pêcheux) decidimos no trabajar con la teoría del contrato de lectura, dado
que no se interesa por estudiar la construcción del objeto del discurso -en
nuestro caso, “las villas”- lo cual es el núcleo de nuestro análisis.
2. Otra cuestión clave que nos ha llevado a abandonar la teoría de
Verón es el carácter intelectualista de la práctica que se desprende de su
raigambre estructuralista, lo cual entra en franca contradicción con nuestra
concepción inspirada en la fenomenología de Merleau-Ponty y en la socio-
antropología de Bourdieu.
Volveremos sobre estas y otras cuestiones teórico-metodológicas
en la conclusión del libro, donde profundizaremos en torno a las diferen-
cias que se producen entre ambos marcos teóricos.
3. El corpus específico
El corpus de materiales periodísticos ha sido construido a partir de
la consideración de un tipo de discurso, el de la información, y de una
serie de géneros -crónicas, notas color, informes de investigación37- que
36 Marc Angenot, con su “teoría del discurso social”, se ha enfrentado también al problema
del eclecticismo y lo ha superado con creces, a través del cruce entre la Escuela Francesa de
análisis del discurso y las teorías de Gramsci, Bourdieu, y Bajtín.
37 Charaudeau (2003) realiza un análisis de los diferentes géneros periodísticos, que es
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trabajan en forma directa o lateral cuestiones relacionadas con las “villas”
y sus habitantes. Como se ve, el tema (Van Dijk, 1990; Charaudeau, 2003)
tratado en los discursos a analizar puede no ser explícitamente “las villas”.
Esta elección se debe a que en discursos donde aparecen como subtemas
-no se argumenta necesariamente a partir de ellos- también pueden rele-
varse aquellos rasgos enunciativos -sobre todo subjetivemas y apelativos-
que operan implícitamente en la construcción de la otredad social.
El corpus de análisis fue construido a partir de un doble relevo:
en primera instancia, acudimos a la Biblioteca del Congreso de la Nación
-sección hemeroteca- en busca de nuestro material: los diarios Clarín y La
Nación del año 2007. La biblioteca cuenta con un “buscador” temático
que facilita el rastreo de artículos de prensa escrita. Confiando en ese
recurso, recolectamos las notas periodísticas que respondieran al tema
“villas miseria/de emergencia”38. Sin embargo, nos llamó la atención la
escasa cantidad de artículos que encontramos, por lo tanto acudimos a
los “buscadores” que Clarín y La Nación ofrecen por Internet. Allí descubri-
mos varias cosas: en primera instancia, que la selección que se hace en
la Hemeroteca del Congreso de la Nación consta de criterios que -aunque
desconocemos- descartan muchas noticias que consideramos importantes.
Segundo: en el “buscador” de Clarín y en el de La Nación aparecen artícu-
los que luego no figuran en la edición escrita que se señala39.
Ante estos hechos, hemos construido un corpus que tiene como
matriz de decisión final a las ediciones impresas de los diarios, de tal
forma que si la noticia (Martini, 2004; Van Dijk, 1990) encontrada por el
buscador electrónico no aparece impresa en la fecha señalada, no la in-
cluimos en nuestro análisis.
Por otro lado, el criterio de selección de las notas tiene dos guías
fundamentales: cuando acudimos a los buscadores de Internet colocamos
como criterio de búsqueda las palabras “villa/ villas”. Los “buscadores”
nos señalaron gran cantidad de artículos. De ellos fueron seleccionados
aquellos que señalan en volanta, título o copete las palabras “villa/ villas”.
-34- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 1
Las invariantes del discurso
de la información
40
El uso de pretérito perfecto simple del indicativo señala que los di-
chos y los hechos sucedieron en el pasado, dando cuenta de la existencia
objetiva, inmodificable, de los hechos narrados. Se trata de una marca
clara de la producción de un discurso con pretensiones objetivas, ya que
construye los hechos como reales, pasados e inmodificables. Aquí, nos
interesa señalar que la puesta en funcionamiento de estos verbos que
“muestran” las acciones de los sujetos del enunciado, son marcas de la
presencia de un enunciador objetivo, en tanto no se presenta como un
actor subjetivo que entrevista, sino que se construye mostrando como en-
trevistador al sujeto del enunciado Clarín o La Nación, lo cual le da peso
institucional a la objetividad de lo dicho en la nota: Clarín o La Nación es-
tuvieron allí, como institución encargada de “informar”, para poder afirmar
que el entrevistado “explicó” o “dijo” esto u aquello.
Esta estrategia forma parte de un efecto de sentido que llamaremos
“efecto de institucionalidad”. El “efecto de institucionalidad” está defini-
do por la construcción de una voz autorizada en el decir/hacer sobre los
“otros”, a partir del reconocimiento de un capital simbólico: el poder de
la objetivación. Retomando a Bourdieu (1988 a, 2001) no podemos obviar
que el poder y la violencia también son simbólicos. Esto implica el poder
de nombrar y de construir/producir visiones y divisiones sociales. En ese
sentido, la construcción del “efecto de institucionalidad” es la producción
de una voz autorizada para ejercer el poder simbólico, a partir del recono-
cimiento de su capital simbólico.
Hemos señalado en la introducción que un capital simbólico es lo
que le permite a los medios masivos de comunicación producir discursos
que se pretenden objetivos, “reales”. Esto implica que lo narrado en la
noticia es reconocido como “real”, como un discurso no ficcional. Este
reconocimiento es -como señalamos en la introducción- también un desco-
nocimiento de que lo informado es una construcción: en el sentido común
cotidiano es muy propio escuchar enunciados como: “Pasó tal cosa. ¡Es
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verdad!: lo vi en la televisión/lo escuché en la radio/lo leí en el diario/lo
leí en Internet”41. Estos enunciados nos señalan que hay depositada una
“creencia/confianza” (Verón, 1987 d) en la autoridad y en la veracidad
de los medios masivos a la hora de “informar”. No se pone en duda, en
el sentido común cotidiano, la existencia de los hechos narrados por los
medios como exteriores e independientes de esa narración, que es presen-
tada como “información/reflejo”.
El efecto de institucionalidad no se agota en la construcción del
enunciador, sino que también es puesto en juego a la hora de construir
a determinados sujetos del enunciado como voces autorizadas/legítimas
para -objetivar- decir/hacer sobre “las villas”. Allí el efecto de institucio-
nalidad funciona a partir de la puesta en juego de marcas lingüísticas que
señalan la pertenencia del agente a una institución legítima. Esas marcas
operan como un reconocimiento realizado por el propio periódico, del
capital simbólico del agente/institución. Volveremos sobre ello en los aná-
lisis en torno a la polifonía.
En oposición aparente a lo que estuvimos señalando, encontramos
en algunas notas la ausencia de un tercero a quien se pueda presentar
como “quien estuvo allí”. Sostenemos que, de esta manera, se intenta el
borramiento absoluto de cualquier forma de mediación entre la noticia y
el lector, produciendo un efecto de verdad aun mayor. Los dichos parecen
estar dirigidos directamente al lector. Por ejemplo:
“Erigen un muro para contener la Villa 31” (La Nación. 10/01/07 p. 16)
“El fuego en Soldati empezó adentro y fue intencional” (Clarín.
16/02/07, p. 45)
www.koyatuneditorial.com.ar -39-
los hospitales en que están -en Clarín tampoco- ni el nombre de la “villa”.
Recién en el copete se dan números, o sea que el grado de generalidad de
la información es bajo. También en el copete se señalan dos informaciones
más: la denuncia sobre la intencionalidad y la “acción” de la oposición
para con Telerman. Vemos que hay otra generalidad “la oposición” y un
verbo “cargó” que tendrá que ser definido en su sentido leyendo el cuerpo
de la nota. La denuncia sobre la intencionalidad en Clarín aparece en el
título, con lo cual el grado de información crece, comparado con el titular
de La Nación. Veamos otro ejemplo modelo de La Nación:
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dicho en la volanta:
www.koyatuneditorial.com.ar -41-
bién mantiene una relación de asimetría enunciador/enunciatario, donde
el enunciador “sabe más”. Pero, a diferencia de Clarín, creemos que el
enunciatario de La Nación es menos subestimado, o sea que es construido
como más activo y con más tiempo para dedicar a la lectura.
Siguiendo a Zullo (2002) podemos decir que en Clarín la relación
de saber se desplaza hacia una relación de poder, donde todo queda atra-
pado en la estrategia enunciativa. La relación de asimetría de saber/poder
entre enunciador-enunciatario está centrada en la construcción “pacienti-
va” del enunciatario (Zullo, 2002); es decir, en la construcción de un enun-
ciatario pasivo, como esperando obtener todo saber a partir del discurso
del diario. En La Nación, la relación de saber, al construir un enunciatario
más activo/menos subestimado, queda -comparativamente- en menor me-
dida atravesada por una relación de poder.
Hay otros aspectos que diferencian a los periódicos estudiados: la ti-
pografía, el uso de los colores, el diseño de página y la diferenciación de las
secciones, entre otras. Como ya señalamos, nosotros no ingresamos específica-
mente en ese campo de análisis, dado que estamos interesados en el estudio
de la materialidad lingüística (Pêcheux, 1978) en la producción de las “villas”.
Otro ejemplo:
“Macri dice que se arrepintió de lanzarse junto a una nena pobre”
(Clarín 03/03/07 p.12)
Este caso nos permite ver que el uso del pretérito perfecto simple
del indicativo funciona como marca de que lo que se narra ocurrió y ha ter-
minado de ocurrir. Esto significa que como hecho no puede ser modifica-
-42- www.koyatuneditorial.com.ar
do. Cuando se usa el pretérito perfecto simple propio del mundo narrado
o relato (Weinrich, 2001), lo dicho se ubica en el pasado como realmente
ocurrido, lo cual ancla la información como algo “verdadero” y “objeti-
vo”. Debemos señalar la gran preeminencia, en ambos periódicos, del
uso de los tiempos verbales propios del mundo narrado o relato: no solo
encontramos pretérito perfecto simple, sino también pretérito imperfecto
y pluscuamperfecto. Estos tiempos nos remiten directamente al efecto de
sentido de “objetividad” que es puesto en juego en la definición del tipo
de discurso del que nos ocupamos: el discurso de la información.
A los ejemplos del uso del pretérito perfecto simple señalados en “la cons-
trucción del enunciador objetivo”, podemos agregar los siguientes ejemplos:
“De Jeans, Lavagna visitó una villa y habló con víctimas de violacio-
nes” (Clarín 31/01/07 p. 8)
“Transfirieron tierras para urbanizar la villa 20” (La Nación 17/11/07, p. 28)
www.koyatuneditorial.com.ar -43-
“Erigen un muro para contener a la villa 31”
(La Nación 10/01/07 p.16)
“Edifican sin controles en la villa 31”
(La Nación 25/02/07 p.24)
“Impiden la construcción de viviendas en Soldati
(Clarín 13/02/07 p 40)
“Piden ayuda a la Nación tras el incendio en Soldati”
(Clarín 14/02/07 p 45)
-44- www.koyatuneditorial.com.ar
Aprovecharían para mezclarse con muchos peruanos honestos que
viven en Once. El crimen de un joven, el lunes, es lo que levantó la
sospecha” (09/05/07 p.42)
Tomamos este ejemplo -y por ahora dejamos de lado los implícitos
y subjetivemas que aparecen para ser retomados en un análisis particular a
posteriori-. Veamos el uso del condicional. Aquí también encontramos una
posibilidad, señalada por “la policía” y por “fuentes judiciales especializa-
das” (ver el cuerpo de la nota) como “hipótesis” o “teoría” que se busca
“sustentar”. Estamos ante otro caso donde se enuncia algo mitigando el
grado de certeza: de esa forma se instala la duda. El título es elocuente al
respecto cuando utiliza el verbo creer, que indica que lo que se dice no está
“confirmado”. Lo mismo podemos decir sobre el copete, en el cual se habla
de “sospecha”. Esta estrategia permite construir hechos posibles como he-
chos probables: en el caso que estamos analizando se invoca a las fuentes
que señalan sus “hipótesis”. Esta estrategia permite construir “noticias”:
ante la posibilidad y por la necesidad de los medios informativos de pro-
ducir constantemente información, los hechos se construyen: con el uso del
condicional se abre la posibilidad de producir nuevas noticias en busca de
confirmar las “hipótesis”, produciendo nueva información y construyendo
“series” de noticias; en ese sentido, la serie sobre los “narcos peruanos”
es ejemplar y será analizada en un acápite particular.
***
-46- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 2
En el comienzo, un muerto45:
“las villas y el narcotráfico”
en Clarín y La Nación
45 Pequeño homenaje al excelente texto de De Certeau, Revel y Julia (1999): “La Belleza del
Muerto”.
www.koyatuneditorial.com.ar -47-
Título: “Los ex guerrilleros peruanos que pelean por la droga en Bue-
nos Aires”
Copete: “Eran miembros de la organización terrorista Sendero Lumi-
noso. Se instalaron en Argentina para manejar la droga en la Capital
desde una villa del Bajo Flores. Desataron una guerra que ya tiene 15
muertos”. (21/01/07 p. 54)
46 La noción de espacio social es usada por nosotros en un sentido diferente del que emplea
habitualmente Bourdieu. En Bourdieu (1988 a; 1997 b) el espacio social se constituye a partir
de una operación teórica de objetivación de un campo y de las especies de capital de los
agentes, a partir de las cuales se pueden establecer “distancias” entre esos agentes dentro
de ese campo determinado. Nosotros usamos la noción de espacio social como el resultante
de la construcción/división dóxica del mundo hecha por los agentes Clarín y La Nación. O sea
que estamos objetivando las estrategias de construcción/división del mundo social en “espa-
cios”, que responden a la puesta en juego de habitus determinados -entre otras cosas- por
el campo periodístico. Podríamos decir que estamos analizando el resultado -discursos- de
la práctica productiva de unas disposiciones/habitus, a su vez atravesados, producidos, por
operaciones de poder simbólico y de violencias simbólicas.
-48- www.koyatuneditorial.com.ar
allí la condensación de los campos semánticos señalados: en la “villa” y
luego en sus “desbordes” se producen víctimas, masacres, acribillados.
La constante ligazón entre “villa” y “guerra de narcos peruanos”, produce
una estigmatización de la población migrante, como una estigmatización
discursiva del espacio. La relación entre nacionalidad, narcotráfico y “villa”
es puesta en juego constantemente a través de la utilización del gentilicio
en los títulos:
“…el control del negocio de la droga en las calles porteñas había des-
bordado los límites de la villa 1-11-14”, “la guerra había salido de la
villa para extenderse a la Capital” (21/01/07 p. 55)
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que consiste en dar a entender que “villa” y “Capital” son espacios sepa-
rados uno dentro del otro. Por ejemplo se titula “El escenario del enfrenta-
miento. Una “ciudad” dentro de la ciudad” (07/05/07 p. 39). En esta noticia
se hace una descripción de la “villa 1-11-14” como si fuera una ciudad. Por
ello operan las comillas, estableciendo una distancia y significando que:
no es una ciudad pero tiene características similares. Allí se compara la
cantidad de población con la de dos ciudades bonaerenses y se señala la
ocupación de los habitantes, la infraestructura y la “nacionalidad”: “ocho
de cada diez de sus vecinos son extranjeros”.
Al establecer la separación entre extranjeros y no extranjeros, se
contribuye a la división del espacio a través de la construcción de la alteri-
dad en términos de “nacionalidad”. Además “la villa” es una “ciudad” con
determinadas características que operan en forma negativa: “Casi todos
los vecinos tienen electricidad en sus casas. Pero la mayoría no tiene agua
potable y casi nadie posee una escritura de propiedad”. “Casi no hay árbo-
les”. “Hay una escuela y ninguna comisaría”.
Al operar por la negativa y por la falta, la descripción del espacio so-
cial toma sentido a partir de la carencia y el atraso, elementos propios de la
operación de residualidad de los conceptos (transformados) de la teoría de
la marginalidad (Gúber, 1991). Este rasgo será uno de los principales opera-
dores en la identificación negativa de “las villas”. Volveremos sobre ello.
Habíamos señalado que hay un doble movimiento que se construye
en torno a los “narcos peruanos”: desde Perú a la “villa” y de allí a otros
“barrios/zonas” de Capital Federal. Veamos un ejemplo:
www.koyatuneditorial.com.ar -51-
3. La puesta en discurso de los “narcos”
Los llamados “narcos” son enunciados a partir de una estrategia
discursiva que consiste en remitir a un imaginario ligado a las prácticas
policiales de identificación: en este caso el “perfil”, o “identikit”. Clarín
construye toda una gráfica: a partir de un diseño centrado en el imaginario
sobre lo que es un “perfil” en un “corcho” de oficina policial, el diario re-
curre a la puesta en juego realista basada en la gráfica de tres “rectángulos
de papel” “pinchados”. En ellos se contiene foto “carnet”, nombre comple-
to, alias -“Ruti”, “Marcos” y “Meteoro”; son los “capos” recurrentes- edad,
origen/nacionalidad, altura, antecedentes en Perú y en Argentina. Además
cada rectángulo tiene el símil de un sello señalando el “estado” de la per-
sona: detenido, muerto, libre (21/01/07 p.54). Esta estrategia llega a ocupar
media página cuando con el título de “Víctimas de una guerra sin cuartel”
(24/06/07 p. 65) se da información sobre los 20 muertos. Nuevamente se
coloca la “foto”; caso contrario, una sombra/silueta representativa, la sigla
NN ante los no identificados, fecha de muerte, lugar, edad y un mapa de la
Capital Federal con un punto marcando la zona. Además se construye una
línea de tiempo señalando el mes de la muerte.
En otros artículos suelen reaparecer estos rectángulos, solo que sin
la cuota realista del primer caso y con menos información: pero la “foto”
nunca falta. De esta manera se procede a una de las formas de identifica-
ción que puede operar mediante el ejercicio del poder simbólico. El diario
se constituye como un constructor de identificaciones icónico/indiciales
(en el caso de las fotos y las siluetas) y simbólicas, produciendo una
visión social, un hacer ver en torno a características sociales de los llama-
dos “narcos”, que aparecen objetivadas como fenotípicas y biológicas: la
foto “carnet”, la edad, la altura nos señalan identificaciones biopolíticas
(Foucault; 2000, 2002 a y b) que permiten categorizar, producir un princi-
pio de división y de visión social.
Las identificaciones biológicas operan además cuando se construye
un campo semántico en el que los “narcos” son construidos a partir de
ser familiares entre sí, lo cual abre el espacio a otro campo semántico:
el de la mafia. Se habla de vendettas, sicarios, capos; de familiares de
un jefe narco detenidos -la suegra “Doña Lili” y la esposa de “Marcos”-, de
los hermanos Ramos Mariños -“Ruti”, “Meteoro”, y “Camarada Pedro”-,
de familias dedicadas al terrorismo. Ambos campos semánticos cierran un
círculo identificatorio que comienza con una nacionalidad -una comunidad
imaginada (Anderson, 1993)- y desciende a una relación familiar que está
inscripta en la tipificación occidental de las relaciones familiares -suegra,
esposa, hermanos-. Entonces, familia y nacionalidad se constituyen como
nudos en redes de subjetivemas y apelativos semantizados a partir de
acciones delictivas.
Aunque Clarín se encarga de señalar que (los narcos) “aprovecha-
-52- www.koyatuneditorial.com.ar
rían para mezclarse con muchos peruanos honestos que viven en Once”, lue-
go vuelve a introducir la relación pobreza/delincuencia de la que hablamos
hace instantes: “con mucho dinero pueden comprar lealtades de gente ne-
cesitada (...) apuntan a lugares donde hay gente honesta pero necesitada”
(09/05/07 p.42). Los habitantes de “las villas” aparecen así como sujetos
que son “comprados” por los “narcos”: la honestidad es negada a partir
del “pero”, por la necesidad. De esta manera se introduce un elemento
clave que, junto con la carencia y el atraso, nos remite a la teoría de la
marginalidad germaniana (Gúber, 1991): la ética y la moralidad aparecen
negadas por la pobreza. Recordamos aquí nuestra hipótesis central: ele-
mentos de la teoría de la marginalidad han entrado al sentido común a
partir de su residualidad (Williams, 1980, 1994). Volveremos sobre ello.
Una característica central del discurso de Clarín sobre “villas y nar-
cotráfico” es que se constituye como investigador y como aquel que puede
“revelar” hechos. Veamos algunos ejemplos:
www.koyatuneditorial.com.ar -53-
que se va acumulando a medida que crece la serie: hablamos de describir
la historia de “Ruti”, “Meteoro” y “Marcos” en relación con “la guerra de
narcos”. De esta manera el lector puede seguir el “plus” de información,
por ejemplo: “fusilaron a otro peruano en una casa en once”- recuperando
lo ya leído en informes anteriores; así como leer las noticias, reconstruir los
hechos, sin haber leído los artículos periodísticos anteriores de la serie.
Creemos que estas estrategias remiten al policial de tipo investi-
gación esclarecimiento (Vilker, 2006): la constitución de series donde los
delitos tiene que ver con cuestiones sociales y económicas -si hay más
pobreza, hay más delito; los pobres se debaten entre la honestidad y la
precariedad de su situación, por eso se liga a las villas con el delito-, el
papel investigativo que asume el medio por superposición con la justicia,
la utilización de fuentes judiciales y policiales, entre otros.
La Nacion 12/05/07 p. 24
www.koyatuneditorial.com.ar -55-
La Nación 12/05/07 p.24
-56- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 06/11/07 p.13
www.koyatuneditorial.com.ar -57-
Clarin 07/05/07 p.39
-58- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 24/06/07 p.65
www.koyatuneditorial.com.ar -59-
Clarin 24/06/07 p.64
-60- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 07/05/07 p.38
www.koyatuneditorial.com.ar -61-
Clarin 21/01/07. p 54.
-62- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 3
La construcción de un espacio
social otro. Las “villas” y “La
ciudad”: “urbanización y políti-
ca” en La Nación y Clarín
-64- www.koyatuneditorial.com.ar
paraciones operan también a la hora de ubicar “la villa” en el espacio
urbano: “Una villa de cinco pisos en pleno centro; Una de las zonas más
cotizadas de la ciudad”. Creemos que en La Nación se construye un dis-
curso doble: mientras que la legalidad y el control -e incluso la seguridad
de los habitantes de la “villa” aparecen como lei motiv de la noticia; por
debajo se va construyendo un discurso que apela a la alteridad estética
del espacio urbano: una mirada miserabilista (Grignon y Passeron, 1991)
de las culturas populares. El miserabilismo implica definir las culturas po-
pulares en términos de desventajas, negaciones, privaciones; las cuales se
evalúan como tal a partir del gusto dominante, legitimo: el miserabilismo
es un legitimismo.
El discurso de La Nación, que opera por contrastes, parece indicar un
etnocentrismo de clase cubierto de indignación -la oposición “villa/centro-
zona más cotizadas”. Nos animamos a decir que remite a un habitus de cla-
se (Bourdieu, 1998) que trabaja en torno a una complicidad con el lector:
www.koyatuneditorial.com.ar -65-
mente, por ejemplo a la hora de su expansión, sea en forma vertical -como
ya analizamos- o poblacional:
-66- www.koyatuneditorial.com.ar
“Hay que admitir que en muchos casos son arduas las negociaciones
con los habitantes de los barrios de emergencias para que acepten
abandonar la tierra que ocuparon ilegalmente. Defienden lo suyo
como si hubieran pagado por los terrenos” (17/04/07, p.11)
www.koyatuneditorial.com.ar -69-
En la segunda estructura de títulos, se producen nuevamente dis-
cursos que apelan al “riesgo” que corren los habitantes de “las villas”,
tal como en el caso de las construcciones fuera de “control”. En el título
observamos una operación discursiva tendiente a cargar de responsabili-
dad a las “familias” a partir de una relación causa/consecuencia: Vivir cerca
del tren (causa), les costo la vida de tres pequeños (consecuencia). El verbo
vivir, atribuye una acción a las “familias”, acción que como resultado
tiene un costo: fueron arrollados, les costó la vida. En la segunda estruc-
tura de títulos vuelve a aparecer el discurso del “riesgo”: las condiciones
infrahumanas que, junto a pobreza y olvido, retoman el paradigma52 de la
carencia y el atraso, propio de la condición de residualidad de algunos
elementos de la teoría germaniana de la marginalidad. Aunque ya hemos
señalado estas marcas en el caso de los “narcos”, no nos detendremos
en ello todavía.
El discurso de La Nación muestra marcas constantes de una interpe-
lación a las burocracias de Estado y a sus agentes53. Cuando en la copete
de la primera estructura de títulos se señala “sin respuesta oficial”, se está
presuponiendo que esa respuesta es esperable. Esta interpelación a las
burocracias de Estado es constante, haciendo del discurso de La Nación un
discurso de denuncia: podemos decir que este discurso legalista -e indigna-
do- es de denuncia hacia las burocracias de Estado. Veamos otro ejemplo:
-72- www.koyatuneditorial.com.ar
“La Nación recorrió el lugar que tiene más de cinco años de vida, ha-
bló con las familias y conoció sus necesidades: esas que llevaron a
los vecinos de casas linderas a brindarle ayuda a un sitio ocupado por
“gente trabajadora” como definieron ellos mismos.
María Inés es una jubilada que vive a tres cuadras de este asenta-
miento invadido por basura y donde abundan roedores por la acumu-
lación de desperdicios de alimentos. “la gente de la villa al lado de
las vías es gente que trabaja y no molesta a los vecinos. Hay algunos
que se emborrachan y dan un mal espectáculo. Pero nunca pasó algo
preocupante” relató la mujer. Otros asintieron. (17/09/07 p. 20)
www.koyatuneditorial.com.ar -73-
El sentido de “usurpar” aparece como análogo a “tomar”, acciones
que remiten al imaginario de la violación de la propiedad privada. De he-
cho, al señalar la pertenencia del predio al Ministerio del Interior/predio
fiscal; el sentido de usurpar se define como violación de esa pertenencia.
Ya hemos señalado anteriormente que La Nación retoma el tema de la
propiedad privada como defensa, a partir de una estrategia de naturaliza-
ción. Recordemos la cita: “Defienden lo suyo como si hubieran pagado por
los terrenos”.
Aunque en este caso no se hable de ello explícitamente, hay una
naturalización de las relaciones sociales que se expresa en el sentido que
van adquiriendo los subjetivemas en sus relaciones. La naturalización de
las relaciones sociales se opera a partir de afirmaciones: se da por sentado
mediante la afirmación que algo puede “pertenecer” a alguien -persona
jurídica o física- y que “usurpar” es “tomar, ocupar” ese espacio por parte
de aquellos a quien no pertenece. Básicamente, el espacio y el mundo
social se divide entre propiedad/no propiedad - legal/ilegal. Y el discurso
de La Nación trabaja sobre esos ejes.
Nos interesa analizar a continuación cómo “la villa” es construida
como espacio social a partir de los subjetivemas que determinan emi-
siones de calificación. Ya hemos dicho que la “pobreza, la carencia y el
atraso” son los elementos residuales heredados de la teoría de la mar-
ginalidad que operan activamente en el discurso -de sentido común- de
la información. La identificación del espacio social opera por una división
que ya hemos señalado en una cita anterior:
“María Inés es una jubilada que vive a tres cuadras de este asen-
tamiento invadido por basura y donde abundan roedores por la
acumulación de desperdicios de alimentos”
“El paso del tren hace vibrar las viejas y cercanas casas de chapas,
algunas con piso de cemento, y otras, en su mayoría solo de tierra
asentada. Allí en un lugar invadido por la pobreza....”
“Hay una sola manguera para bañarse y otros usos” (17/09/07 p. 20)
-74- www.koyatuneditorial.com.ar
manguera para bañarse...”.
Los rasgos señalados fundan un discurso diacrítico como visión/di-
visión simbólica del espacio social: hay sobreabundancia de elementos ne-
gativos que determinan la identificación del espacio. Al respecto de esto
queremos señalar que nuestro discurso de análisis, al ser un discurso de
reconocimiento, también se encuentra ante el reto de tener que reponer
aquellos sentidos que, formando parte de las oposiciones/distinciones es-
téticas del sentido común, no son explicitados en el discurso analizado. No
siempre aparecen las comparaciones/oposiciones entre lo legítimo/ilegítimo,
bueno/malo, alto/bajo; etc. De hecho suelen darse por sentadas como parte
de una complicidad de clase o, mejor dicho, como complicidad de un habi-
tus de clase (Bourdieu, 1998), supuesto entre enunciador y enunciatario55.
Teniendo en cuenta lo que venimos señalando, queremos agregar
que -tal vez, paradojalmente- un discurso que crea, entre otros, un efecto
de sentido de “denuncia”; termina construyendo el espacio social en tér-
minos miserabilistas (Grignon y Passeron, 1991). La división del espacio
social construida en el discurso determina las características de los sec-
tores populares por aquello que no tienen, condiciones humanas, y por
aquello negativo que tienen: las condiciones infrahumanas, que son las
señaladas en las citas. De esta manera, el discurso de La Nación reproduce
discursivamente aquello que pareciera quiere combatir en “los hechos” o
sea, la situación de miseria de los sectores populares: todo lo que tienen
es miserable, en su abundancia o en su carencia. El discurso se mueve
hacia una “pobreza de la cultura” (Lewis en Grüner, 2001); entendiendo
nosotros por “cultura”56 el cruce entre experiencias -prácticas- e institu-
ciones (Sarlo, 2001). No solo hay ausencia de instituciones -en términos
de normas o de instituciones del Estado: “una villa olvidada por las auto-
ridades porteñas”- sino que las prácticas son pura carencia. Y la polifonía
confirma el miserabilismo operante, porque las citas de los habitantes de
las villas construyen sentido en la misma dirección:
-76- www.koyatuneditorial.com.ar
La indignación es la que interpela la aclaración de la “madre” -“es
como si tuviera zapatillas ¿ves?”-. El miserabilismo en el discurso se mues-
tra “indignado” frente a una cultura construida como pobre. Por ello, en
un subtítulo se señala:
www.koyatuneditorial.com.ar -77-
Título: Un muro para dos asentamientos:
Copete: “Al igual que sucede en la Autopista Buenos Aires –
La Plata, es frecuente que los habitantes de las villas arrojen
piedras a los automovilistas que circulan por la autovia Illia”
(17/04/07 p.11)
-78- www.koyatuneditorial.com.ar
podemos llamar “el hábitat popular”57. Encontramos en los artículos perio-
dísticos la preeminencia de los siguientes subjetivemas: casillas, casillas
de madera y chapa, casillas precarias, construcciones precarias de madera
y chapa, casillas de madera, chapa y ladrillos casitas, caserío, barrio pobre,
asentamientos de emergencia.
El discurso, que trabaja sobre un imaginario dado por descontado,
ese imaginario “del orden de las cosas” que el propio discurso contribuye
a construir; no necesita recurrir necesariamente a oposiciones: el encade-
namiento de subjetivemas que se puede dar en el interdiscurso -a través
de las operaciones relacionales que realizamos al analizar un corpus- o
en el intradiscurso -cuando el enunciado está poblado de subjetivemas-
trabaja sobre la materialidad del hábitat popular, como una materialidad
ilegítima; aquella de la carencia y el atraso. Desde el diminutivo “casitas”,
que indica un estatus menor, pasando por “casillas” que se especifica
con el adjetivo “precarias”, a partir de un nuevo nivel de especificación:
“precario” significa “de madera, chapa y ladrillos”. Al conjunto de este
hábitat se lo denomina “caserío”, o bien “barrio pobre”. El “barrio/villa/
asentamiento”, para no ser confundido con el “barrio/barrio”, debe ser
semantizado a partir del adjetivo “pobre”.
Con respecto al subjetivema “emergencia”, teniendo en cuenta la
polisemia, podemos decir que se juega en un doble sentido primario: hay
emergencia en tanto hay precariedad, una precariedad “peligrosa”, sin
“controles”, tema del que ya hablamos. Y hay emergencia en tanto “emer-
gen”, salen de lo “oculto”. Recordemos este extracto ya citado: “Está ahí
nomás. Oculta. Parece imperceptible pero crece silenciosamente sobre te-
rrenos usurpados a la Reserva Ecológica...”(17/04/07, p.11). La identificación
negativa del espacio social opera aquí por implícito, por una doxa que
se apuesta como compartida. No es necesario que el discurso ponga en
palabras que un “barrio pobre” es lo contrario a un “barrio rico” o que lo
“precario” es lo contrario a lo construido con “controles” y con materiales
legítimos. Será cuando entremos en el fenómeno de “la urbanización”,
cuando las oposiciones semánticas cierren el círculo de la doxa, se explici-
ten o se construyan en base a presuposiciones (Levinson, 1989).
El establecimiento de estas relaciones entre subjetivemas nos sirve
teóricamente para recuperar lo señalado por Verón (1987 a y b) en torno
a que el análisis del discurso es un análisis interdiscursivo: solo el trabajo
interdiscursivo -al interior de un corpus en este caso- permite recuperar el
sentido de la red compleja de subjetivemas.
57 Sobre “lo popular” ver Alabarces (2002 b) y Ramos (1999, 2003) quienes desde posi-
ciones teóricas diferentes plantean la problemática del “significante maldito”, tanto en su
uso social como en su uso sociológico. Además, ambas ponencias informan sobre el estado
actual del debate.
www.koyatuneditorial.com.ar -79-
1.4. La urbanización y el modelo de la llegada: la política como buro-
cracia de Estado y la polifonía como apuesta por una violencia simbólica
Para proseguir con el análisis vamos a tomar el subjetivema “urbani-
zación” porque es un lugar común en la construcción/división discursiva del
espacio social, en tanto espacio social “otro”. Ya señalamos la oposición,
siempre presente en el discurso, entre urbanización/erradicación de “las
villas”: “Ninguna de ellas fue urbanizada ni erradicada” (30/09/07 p. 24).
Vamos a centrarnos en la “urbanización” porque justamente, al ser
aquello construido en el discurso como ejemplar, señala elementos claves
de la teoría de la marginalidad que actúan residualmente. Nos referimos a
los procesos de “inclusión social y cultural” que implican pautas de trans-
formación que van desde el afuera hacia el adentro: las “villas” y sus
habitantes deben ser “integrados a lo social, deben ser urbanizados” por
las acciones de las burocracias de Estado. Aquí es donde se cruzan tres
estrategias discursivas claves: el efecto de institucionalidad, el modelo de
la llegada y la polifonía. Volveremos sobre esto.
Antes de ingresar al análisis propiamente dicho retomemos la im-
pronta teórica de la teoría de la marginalidad. En “la teoría de la margina-
lidad” germaniana (Gúber, 1991) para definir a los sectores subordinados,
se trabaja sobre un nivel topológico/ontológico: el estar fuera de la socie-
dad -ser marginal- y adentro de un “no lugar marcado por la carencia y
el despojo”: “las villas”. La marginalidad está asociada a la carencia y el
atraso. Para la teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación
de carencia es de los “villeros” que no tienen pautas de conducta “moder-
nas”. Dadas estas circunstancias, la solución encarnada en el desarrollo/
modernización, tiene que venir de afuera. Este es el núcleo de lo ideoló-
gico (Verón 1987 a y b; 1995 a) de la teoría de la marginalidad: o sea, su
relación con sus condiciones de producción.
A continuación intentaremos mostrar que, como venimos señalan-
do, sin ser explicitada, ni citada, la teoría de la marginalidad -arcaica, “de
museo” tanto en el campo académico, como en el campo intelectual en
general- trabaja residualmente en el discurso de La Nación. Veamos algunos
ejemplos, primero, del sentido que adquiere “urbanización” en el discurso:
-80- www.koyatuneditorial.com.ar
En estos ejemplos podemos ver cómo “la villa” es definida a partir
de carencias, de una falta de pautas de urbanización. También el sentido
del verbo urbanizar se va definiendo a partir de las acciones que llevan a
su realización. Urbanizar significa “construir viviendas”, “apertura de calles,
cloacas, desagües, etcétera” (30/09/07 p. 24) y “el mejoramiento de servi-
cios” (22/11/07 p.15): “Habrá más teléfonos e ingresará el cartero en la villa
de Retiro” (18/0707 p.16).
Las citas que hemos expuesto señalan el hecho de que “las villas” no
están urbanizadas: el uso del condicional -costaría, sería- indica una posibi-
lidad, algo no concretado -la urbanización que para ser tal tiene que operar
sobre algo no “urbanizado”-. La “promesa” también nos señala una acción
no realizada, una acción a realizar, que implica una transformación del espa-
cio social. Todas estas acciones pueden ser analizadas según el método de
las cancelaciones semánticas para restituir las presuposiciones (Levinson,
1989). Antes debemos operar una transformación, a través de construir es-
tas acciones como acción de un sujeto, a partir de la “promesa”:
59 Con esto no queremos decir que los medios sean los fundadores o el origen del recono-
cimiento de una legitimidad. Pero hacen ingresar al espacio público ese reconocimiento al
naturalizarlo, al darlo como obvio. El Estado mismo tiene sus herramientas burocráticas para
construir su legitimidad, sea por coerción, sea por “el orden de las cosas”. La escuela pública
es una de esas herramientas.
60 Aquí, como en todas las citas no hay transparencia: el discurso construye la polifonía y no
a la inversa; a partir de las estrategias discursivas puestas en juego por el agente La Nación
en sus luchas, en sus apuestas dentro del campo periodístico y del metacampo del Estado.
-82- www.koyatuneditorial.com.ar
Lo presupuesto es que las familias no están en primera instancia
urbanizadas. Nos preguntamos, qué significa esa falta de urbanización en
las familias. Veamos nuevamente las cancelaciones semánticas:
www.koyatuneditorial.com.ar -83-
gran parte del asentamiento que ocupa 22 hectáreas y las auto-
ridades municipales estiman que la tarea finalizaría en 2009.
De un total de 1800 viviendas, ya se entregaron 380 y se libe-
raron terrenos para la construcción de otras 300. Las casas es-
tán construidas sobre un lote propio y tienen varios modelos:
la mayoría cuenta con dos habitaciones. Hay casas con hasta
cuatro dormitorios. Las más grandes tienen 100 metros cua-
drados y están destinadas a las familias con diez o más inte-
grantes.” (30/09/07 p.24)
“La construcción es una parte del proceso, que es la que hay que
aprovechar para que se produzca el trampolín para un cambio
cultural. Para hacerlo se trabaja con los vecinos en una mesa de
integración en la que se incluye a todos los habitantes de la villa
y a quienes viven al lado del asentamiento. Lo mismo hacemos
en todas las villas de San Isidro”, explicó Arturo Flier, secretario
de Integración Comunitaria del partido.
“Para acceder a una casa en La Cava hay dos condiciones: te-
ner antigüedad suficiente (los habitantes deben figurar en el
censo nacional de 2001 y, en el local, de 2006), y mantener
una conducta social acorde con las buenas costumbres. “Se
hacen acuerdos de convivencia. Si no se aceptan las reglas
porque prefieren vivir en el delito, se tienen que ir. Hoy hay 30
pedidos de gente que se quiere radicar en otro lugar”, contó.”
(30/09/07 p.24)
-84- www.koyatuneditorial.com.ar
cultural- sobre “las villas y sus habitantes”. Allí es donde aparece el pa-
radigma “del cambio cultural”, de la “integración”. ¿Qué sentido adquie-
re en el discurso: “cambio cultural, integración”? El segundo párrafo nos
da la pauta. En una nota al pie hemos señalado que la presencia de la
Gendarmería en “las villas” de San Isidro funcionaba como un panóptico
humano, porque miraba hacia adentro de “las villas”. Del mismo modo, el
control moral61/anátomo-político -una conducta social acorde a las buenas
costumbres- sumado al control propiamente biopolítico (Foucault; 2000,
2002 a y b) de los censos; son unas formas propias del ejercicio de la
violencia legítima -simbólico/material- (Bourdieu, 1996) de Estado sobre
los sectores populares. “Cambio cultural/integración”, es control moral/
social como proceso de incorporación de “buenas costumbres” a cambio
de una vivienda. Para definir lo que “son las buenas costumbres” se hace
una “mesa de integración/acuerdos de convivencia” entre habitantes de la
“villa” y quienes viven “al lado”.
La oposición/división del espacio-mundo social, ordena la pauta
moral de integración a través de una imputación delictiva ejercida a prio-
ri sobre los habitantes de las “villas”. El “panóptico humano” se hace
presente en el discurso estableciendo, mediante el poder simbólico, la
división moral de la sociedad. El nivel de control expresado en el discurso
es tan grande que funciona como extorsión: “Si no se aceptan las reglas
porque prefieren vivir en el delito, se tienen que ir”: Para acceder a una vi-
vienda, hay que ser moralmente aprobado.
Para la teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación
de carencia y atraso -sea material o moral- es de los “villeros” (Gúber,
1991) que no tienen pautas de conducta “modernas”: la inmoralidad, la
falta de buenas costumbres, el delito, etc. Dadas estas circunstancias, la
solución encarnada en el desarrollo/modernización, tiene que venir de
afuera. Este es un ejemplo claro de la violencia simbólica legítima del Es-
tado a la que los sectores populares se ven sometidos ante el derecho a
la vivienda. Y el discurso que estamos analizando, al construir la polifonía
trabajando sólo sobre voces legítimas del Estado, naturaliza esa violencia
simbólica legítima a través de su reconocimiento.
El título de este artículo periodístico señala un momento en un
proceso de transformación operado por una oposición: “La Cava, a punto
de ser un barrio”. Si está a punto de ser un barrio quiere decir que todavía
no lo es, aunque esté por serlo. Ya señalamos los requisitos de la trans-
formación moral/cultural y arquitectónica a cumplir para ese pasaje de “vi-
lla” a “barrio”. La oposición semántica entre barrio/villa-asentamiento se
termina de cerrar en este artículo periodístico, donde “la urbanización” es
***
Para terminar este acápite, vamos a retomar la construcción de la
polifonía en el discurso de La Nación. En diversas oportunidades hemos
señalado que el discurso de La Nación construye una representación del
espacio público/escena política donde la voz de los sectores populares es
más reconocida discursivamente que en el caso de Clarín -que veremos
en el próximo acápite-. Sin embargo, ese reconocimiento opera de tal for-
ma de contribuir a la apuesta por una violencia simbólica que La Nación,
en tanto agente, juega en el campo periodístico y en el metacampo del
Estado. Como el discurso de La Nación63 interpela constantemente a las
burocracias de Estado encarnadas en sus agentes -es un discurso de “de-
nuncia” en tanto parte del campo de efectos de sentido posibles- utiliza
la estrategia de puesta en discurso de las voces de los habitantes de las
“villas” de la forma en que mostramos al analizar los discursos sobre “las
villas paralelas”.
62 Dado que venimos trabajando con Foucault, quisiéramos agregar que las lecturas/usos de
este autor realizadas por los llamados “posmodernos/posestructuralistas” -por ejemplo Da
Silva, T. T. (2001) “Un manifiesto posestructuralista para la educación”- son fácilmente discu-
tibles a partir de la lectura del debate en que Foucault (1995) se vio envuelto luego de una
serie de conferencias en Brasil en 1973, tituladas “La verdad y las formas jurídicas”. Allí, ante
la pregunta de si solo había discurso, Foucault contesta: “En realidad no tendría sentido decir
que solo existe el discurso (…) la explotación capitalista se realizó sin que su teoría hubiese
sido jamás formulada directamente en un discurso” (Foucault, 1995:162). Si esto no alcanza,
Laclau y Mouffe señalan que “Foucault ha mantenido una distinción -incorrecta en nuestra
opinión- entre prácticas discursivas y no discursivas” (Laclau y Mouffe, 2004: 145). También
recomendamos la lectura de la intervención de Bourdieu “¿Qué significa hacer hablar a un au-
tor? A propósito de Michel Foucault” (Bourdieu, 1997, c). Queremos agregar que consideramos
que si bien todo discurso es una práctica, no toda práctica es discursiva. La fenomenología
de Merleau Ponty (1957, a y b) trabaja sobre este carácter prejudicativo de la práctica. Al
respecto también recomendamos la lectura del “El sentido Práctico” (Bourdieu, 2007). Para
quienes quieran saldar dudas sobre la tradición “moderna” en la que se ancla el pensamiento
foucaultiano, recomendamos las lecturas de dos de sus últimos trabajos sobre Kant, escri-
tos en 1983 y 1984, titulados “Qué es la ilustración” (1996 a y b). Allí Foucault se ubica a si
mismo en una determinada tradición del pensamiento moderno. Al respecto señala “…o bien
se puede optar por un pensamiento crítico que tomara la forma de una ontología de nosotros
mismos; de una ontología de la actualidad. Es la forma de filosofía que de Hegel a la escuela de
Francfort, pasando por Nietzsche y Max Weber, ha fundado una forma de reflexión dentro de la
cual he intentado trabajar” (Foucault, 1996 a: 82). Podemos agregar que las condiciones de
reconocimiento de los textos de Foucault operantes en esta investigación, o sea las lecturas
que hacemos nosotros de Foucault, son otras que las operantes en los textos de los llamados
“posmodernos” -especialmente antropólogos norteamericanos, como Marcus, Clifford, etc.-.
63 Otra constante -en la interpelación/denuncia a las burocracias de Estado- en el discurso
de La Nación es la historización de las acciones de Estado, en tanto fallidas para “solucionar
el problema de las villas”.
-86- www.koyatuneditorial.com.ar
Además de esa estrategia, el discurso de La Nación procede me-
diante el reconocimiento de un capital simbólico a los sectores populares
a través del reconocimiento institucional de “La Coordinadora de Villas”
a partir de la puesta en discurso de la voz de uno de sus representantes:
Guillermo Villar. Sin embargo, veremos que el ordenamiento del mundo
social producido en la representación del espacio público/escena política
construida en el discurso de La Nación, sigue respondiendo a la apuesta
por una violencia simbólica ligada “al orden, el control y lo legal”; como
ya hemos señalado. Veamos algunos ejemplos que nos permitimos citar
in extenso porque contienen las huellas de la estrategia de construcción
de la polifonía:
www.koyatuneditorial.com.ar -87-
cansada de promesas”. El espacio social es dividido en tanto habitantes
legítimos e ilegítimos. Y esa división atraviesa el interdiscurso y la polifo-
nía construida por La Nación.
64 Queremos recordar nuevamente que tanto “democratizador” como “democrático” son en-
tendidos aquí en términos burgueses, de sentido común: en este caso, como multiplicación
de las voces en la construcción de la escena política/espacio público.
-88- www.koyatuneditorial.com.ar
corte legalista, va dirigido -en tanto reclamo indignado- a los agentes de
las burocracias de Estado.
El discurso de La Nación muestra marcas constantes de una inter-
pelación a las burocracias de Estado y a sus agentes. Esta interpelación a
las burocracias de Estado hace del discurso de La Nación un discurso de
denuncia: podemos decir que este discurso legalista -e indignado- es de
denuncia hacia las burocráticas de Estado y trabaja con una polifonía que
incluye la voz de habitantes de las villas, pero respondiendo al modelo
de la víctima/testigo. Con esto queremos decir que las voces son citadas
en cuanto aportan “experiencias de vida” como habitantes de las “villas
paralelas” ante “el peligro del tren”, “la pobreza y el olvido”.
La Nación construye un discurso polifónico en el que la distribución
y la configuración de las voces en tanto construcción de la escena política
como relaciones de poder, sigue las líneas residuales de la teoría de la
marginalidad. Por ello las voces legítimas responden al modelo de la lle-
gada: en este caso, ante la interpelación a las burocracias de Estado que
produce el discurso de La Nación; quienes son reconocidos como trans-
formadores del espacio social son los agentes legítimos del Estado que
vienen desde “afuera”: son “los funcionarios”. Por ello hemos señalado
que el discurso de La Nación es del tipo “legalista/denuncia/indignación”.
El título con el que ejemplificamos: “Qué hará Macri con las villas parale-
las”, es marca de la estrategia de interpelación, porque responde a una
estrategia pregunta/respuesta y porque lleva implícito el reconocimiento
de la legitimidad de la acción/razón del Estado.
En la construcción y división del espacio y del mundo social, el
discurso de La Nación trabaja con un conjunto de subjetivemas que mar-
ca negativamente las acciones de los habitantes de las “villas”, en tanto
impliquen acciones de transformación de sus condiciones de existencia. El
paradigma legalista, como naturalización de las relaciones sociales, opera
como matriz a la hora de construir estas acciones. Los subjetivemas más
usados son “usurpación y ocupación”.
El sentido de “usurpar” aparece como análogo a “tomar”, acciones
que remiten al imaginario de la violación de la propiedad privada. Como
ya hemos señalado en el análisis, La Nación retoma el tema de la propie-
dad privada como defensa a partir de una estrategia de naturalización.
Recordemos la cita: “Defienden lo suyo como si hubieran pagado por los
terrenos”. Nos encontramos así con una naturalización de las relaciones
sociales que se expresa en el sentido que van adquiriendo los subjeti-
vemas en sus relaciones. La naturalización de las relaciones sociales se
opera a partir de afirmaciones: se da por sentado mediante la afirmación
que algo puede “pertenecer” a alguien -persona jurídica o física- y que
“usurpar” es “tomar, ocupar” ese espacio por parte de aquellos a quienes
no pertenece. Básicamente, el espacio y el mundo social se dividen entre
www.koyatuneditorial.com.ar -89-
propiedad/no propiedad - legal/ilegal. Y el discurso de La Nación trabaja
sobre esos ejes.
También quisiéramos señalar que el discurso de “denuncia” cons-
truido por La Nación, al operar por la identificación negativa del espacio,
crea un efecto de sentido que al denunciar “las condiciones infrahuma-
nas”, termina reproduciéndolas en el discurso a partir de una indignación
estética de clase; tema que ya señalamos al referirnos a las construcciones
“fuera de control”. El uso de determinados subjetivemas nos da la pauta
del sentido que adquiere el espacio social a partir de las características
que se le asignan: invadido por basura-pobreza/abundan roedores/acumu-
lación de desperdicios de alimentos/ comparación piso de cemento-tierra
asentada, casas de chapa. El efecto de carencia reaparece cuando se señala
la “existencia de una sola manguera para bañarse...”.
Los rasgos señalados fundan un discurso diacrítico como visión/di-
visión simbólica del espacio social: hay sobreabundancia de elementos ne-
gativos que determinan la identificación del espacio. Teniendo en cuenta
lo que venimos señalando, queremos agregar que -tal vez, paradojalmen-
te- un discurso que crea, entre otros, un efecto de sentido de “denuncia”,
termina construyendo el espacio social en términos miserabilistas (Grignon
y Passeron, 1991). La división del espacio social construida en el discurso
determina las características de los sectores populares por aquello que no
tienen -condiciones humanas- y por aquello negativo que tienen: las con-
diciones infrahumanas, que son las señaladas en las citas. De esta manera,
el discurso de La Nación reproduce discursivamente aquello que pareciera
quiere combatir en “los hechos”, o sea, la situación de miseria de los sec-
tores populares: todo lo que tienen es miserable, en su abundancia o en
su carencia. El discurso se mueve hacia una “pobreza de la cultura” (Lewis
en Grüner, 2001), como mostramos en el articulo sobre la madre y el niño
en las villas paralelas.
El discurso de La Nación, que trabaja sobre un imaginario dado por
descontado, ese imaginario “del orden de las cosas” que el propio discur-
so contribuye a construir, no necesita recurrir necesariamente a oposicio-
nes: el encadenamiento de subjetivemas trabaja sobre la materialidad del
hábitat popular como ilegítima, aquella de la carencia y el atraso. Desde el
diminutivo “casitas”, que indica un estatus menor, pasando por “casillas”
que se especifica con el adjetivo “precarias”, a partir de un nuevo nivel
de significación: “precario” significa “de madera, chapa y ladrillos”. Al con-
junto de este hábitat se lo denomina “caserío”, o bien “barrio pobre”. El
“barrio/villa/asentamiento”, para no ser confundido con el “barrio/barrio”,
debe ser semantizado a partir del adjetivo “pobre”.
Con respecto a la “urbanización” queremos señalar que el discurso
reenvía elementos claves de la teoría de la marginalidad que actúan re-
sidualmente. Nos referimos a los procesos de “inclusión social y cultural”
-90- www.koyatuneditorial.com.ar
que implican pautas de transformación que van desde el afuera hacia el
adentro: las “villas” y sus habitantes deben ser “integrados a lo social,
deben ser urbanizados” por las acciones de las burocracias de Estado.
“La villa” es definida a partir de carencias, de una falta de pautas
de urbanización. El sentido de “urbanizar” se va definiendo a partir de las
acciones que llevan a su realización. Urbanizar significa “construir vivien-
das”, “apertura de calles, cloacas, desagües, etcétera” (30/09/07 p. 24) y “el
mejoramiento de servicios” (22/11/07 p.15): “Habrá más teléfonos e ingresa-
rá el cartero en la villa de Retiro” (18/0707 p.16).
Al señalar a través del discurso que “no hay que urbanizar las co-
sas, hay que urbanizar las familias”, el verbo “urbanizar” se transmuta: de
pasar a transformar objetos o reemplazarlos, pasa a transformar sujetos/
familias. No es una marca menor en el discurso, el uso del imperativo “hay
que”, que indica una prescripción –lo que hay que hacer- en torno a las
“villas” y sus habitantes. Vemos como el reconocimiento de la voz legíti-
ma, legitima “el derecho de pernada simbólica” (Grignon y Passeron, 1991:
52) -siempre ya material- sobre los sectores populares. El discurso tiende
a ser tan específico que en el propio enunciado se define qué significa
“urbanizar familias”: “Hay que incorporar al sistema a una persona y, para
hacerlo, hay que darles las herramientas para vivir en ese sistema”.
Vemos cómo se define el aspecto “cultural” de la “urbanización”.
Finalmente, volvemos a encontrarnos ante la carencia y el atraso como
pautas culturales. Y la “incorporación”, “las herramientas” tienen que ve-
nir, ser “dadas”, desde el sistema; porque el mundo social de “las villas”
está afuera del sistema. Podríamos preguntarnos si realmente, dentro del
paradigma de la marginalidad que opera por residualidad, el mundo social
de “las villas” es realmente “social y cultural”. Como ya señalamos en pá-
ginas anteriores, creemos que lo es en tanto pobreza de la cultura y de lo
social, carencia y atraso. De esta manera, el círculo miserabilista se cierra y
la lógica de la marginalidad, en tanto espacio topológico/ontológico, apa-
rece explicitada como nunca en este discurso. Se habla de “incorporar al
sistema” tanto ontológicamente como topológicamente: “las villas” y sus
habitantes son construidos por ser lo que no tienen -falta de herramientas
para vivir- y por estar afuera del sistema.
Vimos aparecer también la voz autorizada del agente Estado, la
cual tiene reconocido -efecto de institucionalidad expreso- el derecho de
prescripción: hay que aprovechar para que se produzca (...) un cambio cultu-
ral- sobre “las villas y sus habitantes”. Allí es donde aparece el paradigma
“del cambio cultural”, de la “integración”. ¿Qué sentido adquiere en el dis-
curso: “cambio cultural, integración”? El segundo párrafo nos da la pauta.
En una nota al pie hemos señalado que la presencia de la Gendarmería en
“las villas” de San Isidro funcionaba como un panóptico humano, porque
miraba hacia adentro de “las villas”. Del mismo modo, el control moral/
www.koyatuneditorial.com.ar -91-
anatomopolítico -una conducta social acorde a las buenas costumbres- su-
mado al control propiamente biopolítico (Foucault; 2000, 2002 a y b) de
los censos; son unas formas propias del ejercicio de la violencia legítima
-simbólico/material- (Bourdieu, 1996) del Estado sobre los sectores popu-
lares. “Cambio cultural/integración” es control moral/social como proceso
de incorporación de “buenas costumbres”, a cambio de una vivienda. Para
definir lo que “son las buenas costumbres” se hace una “mesa de inte-
gración/acuerdos de convivencia” entre habitantes de la “villa” y quienes
viven “al lado”.
La oposición/división del espacio-mundo social, ordena la pauta
moral de integración a través de una imputación delictiva ejercida a prio-
ri sobre los habitantes de las “villas”. El “panóptico humano” se hace
presente en el discurso estableciendo, mediante el poder simbólico, la
división moral de la sociedad. El nivel de control expresado en el discurso
es tan grande que funciona como extorsión: “Si no se aceptan las reglas
porque prefieren vivir en el delito, se tienen que ir”. Entonces, para acceder
a una vivienda, hay que ser moralmente aprobado.
Con estas conclusiones cerramos el análisis sobre la urbanización en
el discurso de La Nación y pasamos a analizar la misma temática en Clarín.
Cintillo: Urbanizaciones
Volanta: “Ocupa 22 hectáreas donde viven unas 8300 personas”
Título: “El 40% de la villa La Cava, en San Isidro, ya está urbanizada”
Copete: “Construyeron casas de material, donde ya se mudaron 239 fami-
lias. Y en 30 días se suman 187 más. También abrieron calles, con redes de
cloacas, luz y gas. Prevén que todo estará terminado en dos años.”
Epígrafes: “Cómo queda. La mayoría de las nuevas casas, de dos
plantas, tiene dos dormitorios”
Epígrafe: “Contraste. Entre las nuevas construcciones, hay muchas
casillas” (03/06/07 p.58)
67 La relación interdiscursiva entre los tres artículos periodísticos -la noticia macro, el tes-
timonio y la noticia sobre el “uso de las viviendas”- se hace presente en la continuidad del
cintillo en las dos páginas, así como en la relación interdiscursiva establecida por el operador
(Ver nací acá...) introducido dentro de la nota “macro” remitiendo al testimonio así titulado.
68 Nos referimos a que en este articulo periodístico se produce toda una historización en
torno a “la Villa”, además se especifican los pasos de la urbanización, los diferentes tipos de
casas y se insertan fotos con epígrafe.
69 Lo legítimo es aquello reconocido como tal en un campo, producto de las luchas en un
momento determinado y defendido por aquellos agentes que ocupan las posiciones domi-
nantes. En nuestro caso, fundado en la violencia simbólico/material de Estado, capital efi-
ciente del metacampo del Estado. Sea la propiedad privada, sea la producción y unificación
de la lengua; el Estado impone principios de división y visión del mundo, como un “orden
de las cosas”. Ver Bourdieu (1995 c) Por ello “la ley” se da por conocida, funcionando bajo
amenaza de sanción, sin posibilidad de apelar -en el caso de sujetos “normales/normaliza-
dos”- en torno a su desconocimiento.
www.koyatuneditorial.com.ar -93-
“La urbanización diseñada y proyectada por la Secretaria de
Obras Públicas de San Isidro, se realizó en cuatro pasos. Pri-
mero el Municipio le compró a la Nación las 22 hectáreas de
terreno (...) (03/06/07 p.58)
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dando cuenta del reconocimiento de la doxa por parte de un agente del
Estado: “Incluso (Gustavo Posse, intendente de San Isidro)70 le reconoce a
Clarín que no le molesta que lo acusen de “erradicador” (03/06/07 p.58).
Así, instaurando la existencia dóxica de la oposición entre erradicación/
urbanización, como lo políticamente incorrecto y correcto respectivamente,
el discurso de Clarín reconoce -y no es contradictorio- un “modelo de reur-
banización posible”, un modelo con “Méritos”. O sea, un modelo posible
entre otros. Sigamos con el “tercer paso”:
Testimonio
Titulo: “Nací acá y vivía en un zanjón”
Epígrafe: Marta. Está feliz porque ahora tiene algo para dejarle a
su hijo.
“Es una auténtica hija de La Cava. Marta nació en la villa hace
43 años. Conoce sus rincones, sus calles, sus miserias y mila-
gros. En esta última categoría tenía archivada la ilusión de la
casa de material. (03/06/07 p.59)
-96- www.koyatuneditorial.com.ar
-por ser inauténticos- de estas propiedades del ser. El poder simbólico de
la ontologización -una identificación- queda en manos de la “Mesa”, como
agente institucional reconocido.
Teniendo en cuenta esto y estableciendo una relación interdiscursi-
va, podemos señalar otra cuestión en esta primera división entre lo autén-
tico/inauténtico: “Esta mesa es quien identifica a quienes realmente viven
en la villa, es decir a los que serían los adjudicatarios”. Entonces “Marta”,
como sujeto del enunciado, es presentada como habitante auténtica y,
por lo tanto, con derecho legítimo a la vivienda. Como testimonio, como
voz popular, “Marta” es citada para dar pie a la segunda oposición, la que
da cuenta de la división entre un espacio social legítimo y otro ilegítimo,
signado por la carencia y el atraso: “Nací acá y vivía en un zanjón”. Vamos
a citar in extenso para mostrar cómo el espacio social antes de su trans-
formación responde al paradigma de la carencia y el atraso, propio de la
residualidad de la teoría de la marginalidad. Y también para señalar que la
polifonía es usada para poner lo legítimo en boca de los sectores popula-
res. Es decir, una apuesta por una violencia simbólica.
Si trabajamos sobre los subjetivemas, podemos ver que hay una es-
pecificación del sentido: el rancho, el chaperío, el zanjón, el cauce de agua
podrida. Son sinónimos entre sí y operan en torno a una identificación ne-
gativa, propia de la carencia y el atraso: “El chaperío tenía una habitación,
sin baño. Allí dormía con su marido e Ignacio, uno de sus cuatro hijos.” Por
ello la casa de material, como antítesis, es “un milagro”, “una ilusión”. Es
de destacar que la especificación de los subjetivemas, su identificación, es
llevada a cabo por el enunciador y no por el sujeto del enunciado “Mar-
ta”. Sin embargo, el marco de la nota nos señala que es un “testimonio”,
produciendo un efecto de sentido que hace que la especificación parecie-
ra proceder de lo que la habitante de la villa le “contó” al enunciador,
transformado mediante las preguntas -que, paradójicamente, él mismo se
responde- en sujeto del enunciado. La construcción de un “diálogo” cierra
este efecto de sentido.74 Retomamos la cita:
74 Volvemos a señalar que los efectos de sentido son siempre “posibles”, en tanto nuestro
análisis es en la instancia de producción de los discursos.
www.koyatuneditorial.com.ar -97-
“Está feliz: “Me acuerdo perfectamente del día en que toma-
mos posesión. Nos abrazamos y lloramos de la alegría. Pensá-
bamos que al menos íbamos a dejarles algo a nuestros hijo”,
recuerda. Lo primero que hizo fue poner rejas en la ventana:
“Es por la inseguridad. Ya me rompieron los vidrios a piedra-
zos, para entrar a robar. Mi única crítica es que todos recibieron
casas, hasta los delincuentes”, dice Marta. (03/06/07 p.59)
www.koyatuneditorial.com.ar -99-
al derecho a la vivienda.
El imaginario sobre el uso “indebido” de las viviendas otorgadas a
los “villeros” viene construyéndose como doxa, a partir de un cruce en-
tre barbarie y necesidad de modernización. En un cruce entre “leyendas”
sobre que “…levantan el parquet para hacer asados, venden la plomería,
usan los sanitarios como maceteros…” (Gúber, 1991: 30; Ratier, 1972) y
elementos de la teoría de la marginalidad, se va construyendo un a priori
sobre la necesidad de controlar a la población de las “villas”. El “relato
del parquet, etc.”, que nos señala un Estado de barbarie o el hacina-
miento, como pautas culturales premodernas, funcionan residualmente a
partir de su transformación. El discurso produce una transformación de
los ejemplos -no se habla del parquet, pero si de la rotación, etc.- de la
necesidad del control, que remiten siempre en última instancia a una falta
de conductas acordes a lo legítimo, que bien puede ser homologado aquí
con una concepción moderna de la sociedad en el sentido germaniano.
Veamos un extracto:
-100- www.koyatuneditorial.com.ar
Vemos que en el discurso de cita directa del agente de Estado, las
marcas de la reaparición de “la villa” -toldos, techos de madera- es lo no
previsto, aquello contrario a la nueva configuración del espacio en tanto
urbanamente legítimo. Como el discurso de Clarín lo especifica, estamos
hablando del “temor”, ante los “usos no previstos”. El discurso de Clarín
retoma la polifonía como parte de la estrategia discursiva del modelo de
la llegada: el control sobre el uso indebido, la discusión sobre las amplia-
ciones, van desde la burocracia de Estado hacia los habitantes del barrio/
villa. El ejemplo sobre el uso de los dúplex en Soldati vuelve a introducir el
a priori de conductas indebidas en los habitantes del barrio/villa, a través
de la inducción/generalización.
Para cerrar “los cuatro pasos” componentes de la “urbanización”
vamos a citar un extracto de la nota central:
“La última parte del plan consistió en liberar el suelo (...) Pri-
mero derribaron las casillas, luego montaron una tira de ha-
bitaciones transitorias, para alojar a las familias, y finalmente
comenzaron la construcción” (03/06/07 p.58)
-102- www.koyatuneditorial.com.ar
para el analista: parafraseando a Verón (1987 a; 1995 a) podríamos decir
que no “exhibe su ideológico”, mientras que -comparativamente- La Na-
ción sí lo hace.
Verón (1987 a; 1995 a) señala que un discurso que exhibe su ideo-
lógico crea un efecto de sentido de “conocimiento”79. Esto significa que
se construye como un discurso más entre otros. Mientras que el discurso
que oculta su ideológico crea un efecto de sentido ideológico, o sea que
se construye como el único discurso posible:
“El paradigma del “efecto ideológico” es el discurso absoluto, el dis-
curso de la religión. Inversamente, el modelo mismo del discurso del “cono-
cimiento” es el de un discurso que no reclama la creencia absoluta, el de un
discurso relativo” (Verón, 1995: 29).
Si aplicamos esta concepción teórica a nuestro corpus podemos de-
cir que Clarín produce un efecto de sentido ideológico -dentro de un cam-
po de efectos de sentido posibles- de “ilusión de totalidad” (Zullo 2002)
mostrándose como el único discurso “total-completo-posible”. De allí el
ocultamiento de su ideológico. Por eso la polifonía queda atrapada en la
estrategia enunciativa general. La Nación, al tomar posición interpelando
a los agentes de las burocracias de Estado -polifonía de por medio- a
través de un discurso “legalista, de control, de denuncia, de indignación”,
exhibe su ideológico -o sea que se construye como un discurso más frente
a otros, con los que polemiza, como relativo. De esta manera, el efecto de
sentido es de “conocimiento” y de “objetividad”. Por eso la polifonía -re-
ferencia a fuentes a través de citas directas, etc.- se vuelve tan importante
en su estrategia discursiva.
Volvamos a Clarín. Allí encontramos un discurso construido -parafra-
seando a Gramsci (1976)- en forma de “conglomerado indigesto”. Podría-
mos decir que es un discurso al mejor estilo “sentido común”, en tanto
responde al efecto de sentido de “ilusión de totalidad” (Zullo, 2002) del
que venimos hablando. En ese sentido, una hipótesis que manejamos es
que Clarín tiene una vocación claramente hegemónica (Williams, 1980,
1994), o sea que trabaja/apuesta en pos de un “sentido común” que, como
tal, debe ser lo más amplio posible, dentro de ciertos límites80. Por eso ha-
de Estado no son construidas como contradestinatarios (Verón, 1987 c). Aunque parezca
paradojal, la pretensión de discurso político de La Nación es la que hace que “exhiba su
ideológico”.
79 Verón se refiere al efecto de cientificidad o “…si se prefiere de conocimiento” (Verón 1987
a: 17) Nosotros usaremos “efecto de conocimiento” para evitar malentendidos; dado que el
discurso de la información -como tipo de discurso- remite a un sistema productivo -normas,
instituciones- que no es el de la ciencia. Dice Verón “El efecto de sentido de cientificidad pue-
de aparecer en discursos que no fueron producidos por el sistema productivo de las ciencias”
(Verón 1987 a: 22). Volveremos sobre esto en la conclusión.
80 Podemos agregar que en tanto estrategia discursiva es hegemónicamente acertada, dado
que el Grupo Clarín como empresa, tiende a la expansión -integración vertical y horizontal- de
su capital (Mastrini y Becerra, 2003) lo cual amplía, entre otras cosas, el espectro de “consu-
midores” de sus diversos productos y servicios. Si queremos ir más lejos con esta hipótesis
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blamos de una mayor “opacidad”. Creemos que los ejemplos que veremos
a continuación dan cuenta de esta “opacidad”, en tanto nos señalan cómo
un discurso que al mismo tiempo brega en forma subrepticia por el “con-
trol” de “las villas”, puede ponerlo en jaque a través de una construcción
de la polifonía con fines polémicos, llegando incluso a un discurso cuasi
“clasista” que transforma la virtud en estigma.
4. El “muro” y el “bótox”:
dos formas de jugar un juego serio
Vamos a analizar dos artículos periodísticos que dan cuenta de es-
tas variaciones “ideológicas” de Clarín; noticias que hacen de su discurso
global un verdadero “conglomerado indigesto” del que, sin embargo, se
puede formular hipótesis. Veamos la noticia sobre el “muro”:
Cintillo: Seguridad
Volanta: “Es de cemento y alambre, mide dos metros de alto y ocupa
unas 7 cuadras frente a la villa 31”
Título: “Terminaron de construir un cerco de seguridad en la autopis-
ta Illia”
Copete: Dicen que sirve para impedir que la gente cruce corriendo. Y
para que la Villa 31 no siga creciendo sobre los terrenos linderos. Al
principio iban a hacer un muro de hormigón, pero cambiaron el pro-
yecto. (02/06/07 p.68)
85 Con respecto a los rasgos invariantes del discurso de la información nos remitimos al
acápite. “Análisis del corpus: Las invariantes del discurso de la información”.
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de la necesidad de tomar medidas de seguridad y además cuidar a la
gente, lo que acerca a la posición del agente de Estado a Schiavi. No obs-
tante, el uso de la conjunción “pero” introduce la negación parcial de lo
anteriormente dicho, estableciendo una objeción de corte interdiscursivo
por lo implícito: como el discurso de la seguridad es el discurso del agente
de Estado Schiavi, el “pero” actúa contra ese discurso otro al señalar a
posteriori de la conjunción que “son necesarios límites: una cosa es eso,
otra un muro divisorio...”. “Eso”, remite justamente a “tomar medidas de
seguridad y cuidar a la gente” -medidas reconocidas como positivas en el
discurso-. Al establecer una comparación entre “una cosa y la otra: el muro”
se establece “el límite” entre lo que se puede hacer y lo que no, a la hora
de “tomar medidas de seguridad y cuidar a la gente”.
“El muro” es traspasar un “límite” -jugando con la polisemia de las
palabras- al mismo tiempo que se construye un limite: “un muro divisorio”.
Es claro que la comparación entre la necesidad de seguridad y la construc-
ción del muro se juega entre lo correcto y lo incorrecto, en tanto la obje-
ción última es que estamos “en tiempos en que los muros se tiran abajo”.
O sea que en el discurso se construye un presente donde las acciones van
en sentido contrario a la construcción de muros. Vemos cómo se construye
hacia el final del enunciado una argumentación que nos remite, en tanto
imaginario, a la caída del muro de Berlín como acto inaugural y universal
paradigmático de ruptura de la división del mundo/espacio social. Con
este ejemplo implícito, Clarín termina de constituir su posición ante las di-
versas acciones de Estado, de tal forma de poner en juego su apuesta por
una violencia simbólica en tanto ordenamiento del mundo/espacio social:
este artículo nos remite a una apuesta por la indivisión material -siempre
relativa y opaca como buen “conglomerado indigesto”- del espacio social,
que se construye en sintonía con la acción “ejemplar” de la urbanización
de “La Cava”, tema que ya analizamos.
***
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dispares e incluso contradictorias, hasta cierto límite86: un “conglomerado
indigesto” como bien señala Gramsci (1976).
La estrategia del uso de la ironía funciona en toda la nota color a
través de la puesta en juego de una variante de lo que hemos llamado
“el modelo de la llegada”. La llegada de “las clases medias y altas” a las
escuelas de “la villa” para votar no dará como resultado una identificación
positiva del espacio social. Por el contrario, las marcas éticas y estéticas de
las clases medias altas serán sobreexpuestas en el discurso mediante subje-
tivemas y apelativos de tal forma de introducir un contraste donde la abun-
dancia es sinónimo de des-ubicación. Trataremos de mostrar esto a través
de un análisis de las comparaciones puestas en juego en la nota color.
www.koyatuneditorial.com.ar -111-
al negar la característica de “infradotada” en la ciudadana, desestima las
acciones de condescendencia paternalista.
En los siguientes párrafos, la estrategia discursiva va trabajando en
torno a las oposiciones que separan a las “dos clases sociales”:
88 Nuestra insistencia con el paradigma de “la carencia y el atraso” propio del trabajo re-
sidual de la teoría de la marginalidad no es vana. Veremos como en el último párrafo de la
nota reaparece explícitamente.
-112- www.koyatuneditorial.com.ar
Los próximos dos párrafos de la nota color continúan trabajando so-
bre la dualidad del mundo social oponiendo, por “contraste”, entre acciones
atribuidas y emisiones de calificación, como subjetivemas y apelativos:
www.koyatuneditorial.com.ar -113-
ante la des-ubicación de las clase medias altas.
Los últimos dos párrafos van a trabajar directamente sobre el para-
digma de la carencia y el atraso propio del trabajo residual de la teoría de
la marginalidad en su variable germaniana. Al referirse a la escuela donde
se llevan a cabo los comicios se señala:
“...Un jefe de gobierno que deberá hacer algo para que en esa
escuela se estudie mejor. Seiscientos chicos de la Villa 31 vi-
ven allí de 8 a 16,20. Desayunan, reciben un refuerzo a media
mañana (un sándwich, un yogur) almuerzan, otro refuerzo a la
tarde “y si sobra algo se lo llevan” como sintetizó uno de los
funcionarios escolares...”
“Tienen nada, les falta todo: abrigo, calefactores, útiles, zapa-
tillas, afecto, cuidado. Todo lo que ayer por unas horas parecía
abundar...” (25/06/07 p. 18)
-116- www.koyatuneditorial.com.ar
usan los sanitarios como maceteros…” (Gúber, 1991: 30; Ratier, 1972) y
elementos de la teoría de la marginalidad, se va construyendo un a priori
sobre la necesidad de controlar a la población de las “villas”. El “relato del
parquet, etc.”, que nos señala un estado de barbarie o el hacinamiento,
como pautas culturales premodernas, funciona residualmente a partir de
su transformación. El discurso produce una transformación de los ejem-
plos -no se habla del parquet, pero si de la rotación, etc.- de la necesidad
del control, que remite siempre en última instancia a una falta de conduc-
tas acordes a lo legítimo, que bien puede ser homologado aquí con una
concepción moderna de la sociedad en el sentido germaniano.
Para retomar la comparación entre Clarín y La Nación volvemos a
señalar que, mientras La Nación exhibe su ideológico (Verón, 1987 a; 1995
a), Clarín, construyendo un efecto de ilusión de totalidad (Zullo, 2002),
lo oculta mostrándose como un discurso que abarca todas las posiciones
posibles -o sea “el flotante”- dentro de ciertos límites. Claro está, este es
un efecto de sentido y seriamos necios en creer que Clarín abarca todo.
Sin embargo, esto nos lleva a otro problema que ya hemos señalado: el
de la polifonía en La Nación y Clarín.
Habíamos sostenido que la construcción de la polifonía en La Na-
ción produce un efecto de sentido “democratizador” del espacio público:
hay un reconocimiento de las voces de los sectores populares y además
se construye un discurso poblado de voces de diferentes agentes de las
burocracias de Estado, etc. La diferencia con Clarín no está en que su
discurso no sea polifónico, de hecho la polifonía opera. La distinción está
en que Clarín apela constantemente a la estrategia de la autocita como
enunciador global, lo cual cruza el efecto de institucionalidad con el efecto
de ilusión de totalidad (Zullo, 2002). El diario se construye constantemen-
te como una fuente más -e incluso fuente última- y por lo tanto legítima/
legitimada por su autoreconocimiento de un capital simbólico y por el
que es supuesto por parte de sus lectores. Además, Clarín se construye
constantemente como “estando ahí”, en “todos lados”. En ese sentido, de
la misma manera que en el caso de “los narcos peruanos” se construye
como investigador; en los demás artículos periodísticos las referencias a
sí mismo son constantes como sujeto del enunciado que realiza acciones
-enmarcado en “negrita”-. Veamos algunos ejemplos:
www.koyatuneditorial.com.ar -117-
Con esto queremos decir que Clarín como enunciador global atra-
pa a los discursos citados en la estrategia polifónica, incluso apelando
constantemente a citas indirectas. Además, como ya señalamos, Clarín
construye regularmente, al interior de sus artículos a página completa,
recuadros de “opinión” -enunciados en tercera persona- titulados “Punto
de vista”, con lo cual sobrepone su estrategia discursiva90 frente a la de
los enunciadores citados. El efecto de ilusión de totalidad (Zullo, 2002)
consiste, finalmente, en que todo queda atrapado en la enunciación global
de Clarín, cosa que como efecto de sentido en La Nación no ocurre.
90 No caemos en el efecto “sujeto empírico” porque “Punto de vista” esté firmado. Para
nosotros no hay sujeto poseedor y origen del sentido; como señalan Pêcheux (1978) y Verón
(1987 a y b) entre otros.
-118- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 25/02/07, tapa
www.koyatuneditorial.com.ar -119-
La Nación 25/02/07, p.24
-120- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 14/02/07 p.15
www.koyatuneditorial.com.ar -121-
La Nación 25/03/07 p. 25
-122- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 17/04/07 p. 11
www.koyatuneditorial.com.ar -123-
La Nación 22/11/07 p.15
-124- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 03/06/07 p.58
www.koyatuneditorial.com.ar -125-
Clarin 03/06/07 p.59
-126- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 02/06/07 p.68
www.koyatuneditorial.com.ar -127-
Clarin 25/06/07 p. 18
-128- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 4
Construir el acontecimiento.
“Villa El Cartón” la polifonía y
el lugar de la intencionalidad
www.koyatuneditorial.com.ar -129-
Copete: “Para los vecinos, se trató de un atentado. La Comuna
y la Policía no lo descartan. No hubo heridos graves, pero unas
1400 personas fueron evacuadas a distintos centros y 177,
atendidas de urgencia” (09/02/07 p. 38)
92 Ya hemos hablado sobre la estrategia tipográfica mediante la cual Clarín pone en primer
plano ciertas palabras a través de la utilización de la “negrita”. En este caso el sintagma “más
marginales”, es puesto en negrita.
www.koyatuneditorial.com.ar -131-
ros de la villa, como a una maniobra política para desprestigiar
candidatos. Y causa enormes daños. En el sur hay anteceden-
tes de conflictos: a mediados de 2006 un grupo de personas
ocupó edificios para viviendas sociales que estaban a punto
de ser entregados a sus dueños en el Bajo Flores. En todos
los casos el juego del poder dentro del asentamiento se hace
sentir internamente y hacia fuera. Ayer, alguien pudo haber
muerto. Y ahora empiezan los padecimientos de quienes todo
lo perdieron, o de los que no pueden volver a ver qué les que-
dó. No tienen nada.”(09/02/07 p. 38)
veremos cómo el movimiento del proceso de construcción discursiva opera en ese sentido.
96 En el artículo periodístico que enmarca a “Punto de vista” encontramos también una refe-
rencia a “la interna”: “Fuentes que conocen muy bien la villa sostenían anoche que “pudo ser
un atentado con intencionalidad política, ligado a la interna del barrio (…)”. Ver “Investigan
motivaciones políticas en el incendio de la villa de Soldati” (09/02/07 p. 38).
97 Las citas de fuentes en tanto agentes de las burocracias de Estado comienzan a aumentar
paulatinamente a partir de aquí, de tal forma de empezar a desplazar al uso de los habitantes
de las “villas” como fuentes, relegándolos cada vez más hacia “la anécdota” y la descripción
de la cotidianeidad, propia de la nota color. Ver por ejemplo la nota color “Dolor, colas y
dudas el día después” (10/02/07 p. 61).
98 El artículo citado es otro ejemplo de “Punto de vista”.
www.koyatuneditorial.com.ar -133-
ron sus motivaciones. Se trata de un asentamiento politizado,
acostumbrado a realizar reclamos, en un año marcado por las
elecciones a jefe de gobierno. Un cóctel que impulsa a pensar en
un móvil político con ganadores y perdedores. (10/02/07 p. 61)
-134- www.koyatuneditorial.com.ar
a la violencia simbólica. De hecho, esta imprecisión igualmente permite
seguir construyendo “un orden de las cosas”, tentativa fundamental del
funcionamiento del poder simbólico.
En ese sentido vamos a retomar las afirmaciones en torno a la “vi-
lla” como “politizada y combativa”: los ejemplos que se ponen al respecto
remiten a “delegados” y “punteros” que responden a una organización
(Polo Obrero) -efecto de institucionalidad- que realiza actos como “cortar
las cercanas vías del premetro”, “provocar un incendio”. Todos actos ne-
gativos -podríamos decir ilegales- en tanto funcionan dentro del interdis-
curso en su ligazón con la calificación de “la villa” como “problemática/
conflictiva” (09/02/07 p. 38) y como “combativa y politizada”.
La aparición de apelativos con fuerte carga semántica política, como
“puntero y delegados”, es clave para el avance de la estrategia discursiva
hacía la construcción de una escena de lucha política. El desplazamiento
se comienza a producir, como ya señalamos, desde el uso de la voz de los
habitantes de la “villa” como testigos, pasando por la anécdota y detalles
sobre la cotidianeidad tras el incendio a la puesta en juego de las voces de
agentes del Estado y de “punteros” de la “villa”. De hecho, en la noticia
que estamos analizando se señala:
www.koyatuneditorial.com.ar -135-
mundo social.
El “capitalizar los reclamos (…) cuando lleguen las soluciones” apa-
rece como el objetivo del “combate”. La aparición del modelo de la lle-
gada, como estrategia discursiva, nos remite en este caso a la entrada de
“soluciones”, lo cual ante un “problema” -como se califica al incendio-,
adquiere un sentido positivo. Sin embargo, la acción de “capitalizar” como
objetivo del combate, implica una apropiación de las “soluciones” frente
a otros sectores99 y, como tal, carga aún más negativamente el accionar
de “punteros y delegados” dentro del espacio social construido como “vi-
lla”. Vemos entonces que, finalmente, “la politización” de los habitantes
de la “villa” opera, en todos los casos, a través de una carga semántica
negativa.
Qué dijeron:
“Los delegados de Devoto estuvieron en la villa los días pre-
vios al incendio. Fue intencional: no puede ser que no supie-
ra.” Ministra Gabriela Cerruti.
“La acusación es una infamia. Estuve de vacaciones desde el
27 de Enero hasta el día del incendio, y lo puedo probar”. Ex
Diputado Tomás Devoto.
“Me acusan por una charla en la que jamás hablé de quemar
nada. Hay un evidente Fin político. Trabajo con Filmus.” Fun-
cionario Gabriel Fuks.
“Me da lastima. El compañero Telerman nos conoce desde la
época de Grosso, cuando caminábamos juntos los barrios.” Di-
rigente Gladys Miño. (22/07/07 p. 36)
“Acusan a una dirigente de Ibarra (Gladys Miño) por el incen-
dio en la Villa El Cartón” (12/08/07 p.52)
www.koyatuneditorial.com.ar -139-
carecen de la actividad voluntaria del sujeto por “mottu propio”104 –por
eso se cita “el manipular voluntades”.
Para finalizar este análisis queremos señalar que la judicialización
del acontecimiento, la cual venía tomando consistencia a partir de “la de-
nuncia de la Comuna”, se articula con las “denuncias y cruces” entre los
agentes del Estado. De esta manera, podemos establecer como ejemplos
algunos títulos que -a partir de este cambio en la estrategia discursiva en
torno a la polifonía- constituyen la serie:
www.koyatuneditorial.com.ar -141-
constituidos como pasivos -“menos organizados, sin líderes a quien seguir”
(sic). Es también interesante señalar el hecho de que se hable de “pelea
interna”, con lo cual se esencializa aún más el espacio social, en tanto
división del mundo social.
El “capitalizar los reclamos (…) cuando lleguen las soluciones” apare-
ce como el objetivo del “combate”. La aparición del modelo de la llegada
como estrategia discursiva nos remite en este caso a la entrada de “solu-
ciones”, lo cual ante un “problema” -como se califica al incendio- adquiere
un sentido positivo. Sin embargo, la acción de “capitalizar” como objetivo
del combate, implica una apropiación de las “soluciones” frente a otros
sectores y, como tal, carga aún más negativamente el accionar de “punte-
ros y delegados” dentro del espacio social construido como “villa”. Vemos
entonces que finalmente “la politización” de los habitantes de la “villa”
opera, en todos los casos, a través de una carga semántica negativa.
La serie de Clarín sobre “el incendio de Villa El Cartón” termina de
definir una estrategia discursiva: la polifonía responde a la constitución
de una escena política que se liga justamente con “la disputa electoral”.
El uso de la “villa” como espacio social en torno a la disputa política se
construye a partir del “modelo de la llegada”. De hecho, “la pelea interna”
como hipótesis toma otro tenor al señalar “un móvil político” operado por
agentes del Estado. Habría entonces un uso de la “villa y de sus habi-
tantes” en torno a disputas políticas: como víctimas del incendio o como
productores materiales de el-los delegados/punteros.
De esta manera, “el modelo de la llegada” se desarrolla en este
caso para establecer otra identificación negativa: la villa y sus habitantes
son “usados”, por ejemplo, se cita a Telerman señalando “el manipular
voluntades” (22/07/07 p. 36) y, en ese sentido, son activos a través de
una pasividad. Aunque lo que acabamos de señalar parezca contradictorio,
las acciones, al ser construidas en torno a la “manipulación”, carecen de
la actividad voluntaria del sujeto por “mottu propio” -por eso se cita “el
manipular voluntades”-.
Nos detendremos finalmente en algunas conclusiones en torno a la
división del mundo/espacio social entre “vecinos” barrio/vecinos “villa”.
En el artículo periodístico que abre la construcción de una división en tor-
no al sentido del apelativo “vecinos”, este sustantivo como el subjetivema
“villa” se juegan como signos ideológicos en el ruedo de la lucha de clases
(Voloshinov, 1992; Hall S., 1984). Con esto queremos decir que hay una
disputa en torno a su sentido y que la tensión generada por ella se puede
ver -por lo menos aquí- en el uso que “vecinos” va adquiriendo.
El uso de la cita directa movilizada por el discurso de Clarín, aporta
a la construcción de un colectivo “vecinos-villa asentamiento”, como “te-
mor” para los “vecinos-Soldati”. A medida que el discurso se despliega, se
construye una clara oposición entre la “zona residencial” y “villa”; dónde
-142- www.koyatuneditorial.com.ar
el pagar impuestos funciona como una dimensión positiva que delimita
un espacio social con determinadas características -“residencial”- frente a
la “villa” como lo otro que residencial -lo otro negativo-. Ante ello es que
emerge “la protesta” de los “vecinos-Soldati”. De hecho, es interesante
señalar que lo “residencial” como objeto de pagar impuestos, es definido
en el interdiscurso a partir de una promesa: “La comuna prometió vivien-
das (…) también para la gente de Soldati y un embellecimiento del barrio. A
cambio los vecinos levantaron el corte”. O sea, que lo “residencial” remite
a rasgos -viviendas/belleza- opuestos a los adjudicados a “villa-asenta-
miento”. Rasgos adjudicados a las “villas” que, a partir de una alteridad
radical, persisten en su construcción como lo siempre ya negativo.
“En lo que, según los habitantes del lugar y fuentes del go-
bierno porteño, podría tratarse de un hecho intencional, un in-
cendio arrasó ayer con casi todas las casillas precarias donde
vivían unas 470 familias en el asentamiento El Cartón, en el
barrio porteño de Villa Soldati…”(09/02/07 p. 13)
-146- www.koyatuneditorial.com.ar
Hasta aquí llega la construcción de la polifonía en La Nación, en tor-
no a la puesta en juego de la voz de los habitantes del “asentamiento”. El
carácter que adquiere la cita es puramente referencial en torno a los hechos.
O sea, que remite a un criterio de objetividad del que ya hemos hablado.
El análisis de la noticia
Una dura campaña electoral se reavivó con el fuego
“Hasta ayer podía avizorarse que la campaña electoral sería
dura en la ciudad. Ahora, el incendio que arrasó con las casillas
(…) sacó la contienda del plano verbal y la trasladó crudamente
al plano fáctico. No hace falta demasiado para concluir que la
campaña amenaza con ser, en realidad, sucia.
Dos elementos contribuyen a sustentar la observación. Prime-
ro la premura con la que la oposición salió a fustigar la gestión
de Jorge Telerman (…)
Contribuye en segundo lugar a pensar que la campaña electoral
no será para niños de pecho, la sospecha generalizada de que el
incendio en la villa ha sido intencional (…)” (09/02/07 p. 13)
111 De hecho, el título del recuadro es “El análisis de la noticia”, por lo cual implica un des-
pegue del criterio de objetividad, hacia un polo más cercano a la nota de opinión.
www.koyatuneditorial.com.ar -147-
El escenario
Advertencias que no fueron oídas
“Había una advertencia, un pedido concreto, una recomenda-
ción para el gobierno de la ciudad: reubicar en el menor tiempo
posible a las 470 familias que habitaban la villa El Cartón (…)
La recomendación la había hecho la Defensoría de la Ciudad
hace un mes y medio, luego de que los habitantes de ese asen-
tamiento sufrieran tres principios de incendio (…)
Pero el pedido no fue atendido de inmediato (…)
También en la Legislatura Porteña se lamentan por haber cajo-
neado dos proyectos del diputado Marcelo Meis sobre la villa
El Cartón. El primero del 7 de Abril que declaraba la emergencia
sanitaria y habitacional del lugar, y el segundo del 19 de Abril,
que pedía el traslado y la construcción de viviendas colectivas
(…)” (09/02/07 p. 13)
www.koyatuneditorial.com.ar -149-
“pobreza”. Y a esto se le suma la aparición de un subjetivema -“villera”- el
cual semantiza a la población como ontológicamente propia del espacio
social “villa”.
Pero el discurso de La Nación va más lejos y, en su afán de “denun-
cia e indignación” -como ya hemos mostrado en el acápite dedicado a la
urbanización-, produce una división sistemática del mundo social, a partir
de la puesta en discurso de las fracciones numéricas poblacionales que
componen “la crisis habitacional” de la que se responsabiliza al gobierno
porteño (efecto de denuncia). Leyendo el segundo párrafo -anteúltimo del
artículo- vemos reaparecer el paradigma legalista que apela a la propiedad
privada -se habla de “usurpadores que viene en inmuebles tomados”-. La
acción atribuida “usurpar” se articula con el adjetivo “tomados”, determi-
nando que la cualidad de ese objeto -inmueble- es el ser violado en tanto
propiedad privada. La diferenciación semántica se produce, una vez más,
al pasar de los “usurpadores” a la población que “reside” en inquilinatos.
La carga semántica deja de ser negativa. La acción de residir en un inqui-
linato implica pagar, por lo tanto se adhiere a la lógica legal del sistema
capitalista, defendida claramente113 -como ya hemos mostrado- en la argu-
mentación “legalista” de La Nación. El empeño de “denuncia” del discurso
de La Nación se pone en juego, además, en el recuadro destacado “Las
villas, en números”, donde se puede dar una rápida mirada sobre la infor-
mación del crecimiento de las “villas/asentamientos”. De esta forma, se
sobreexpone este “problema/crisis”, que -modelo de la llegada mediante-
será resuelta o no por el gobierno porteño.
113 Es central comprender nuestra hipótesis según la cual La Nación construye un discurso
que, por así decirlo, “exhibe su ideológico” (Verón, 1995 a), cosa de la que ya hemos hablado
y sobre la que volveremos. Esto no implica transparencia, sino una estrategia no hegemó-
nica. Tal vez, habría que someter a investigación la hipótesis de Mangone (2004) de que La
Nación encarna un discurso de clase -o de fracción de clase- tema que excede este trabajo y
que implicaría analizar, por ejemplo, cómo construye cuestiones relacionadas con las clases
dominantes -countries, “inseguridad”, o la llamada “crisis del campo” desatada en Marzo de
2008- entre otras.
114 “Damnificados” es el subjetivema más utilizado por La Nación, para referirse a los habi-
tantes del “villa el Cartón”, sobre todo en la confrontación con “vecinos”.
-150- www.koyatuneditorial.com.ar
tendiente a la conformación de un sentido común hegemónico, a partir de
su apuesta por una violencia simbólica. En el discurso de La Nación no
encontramos una estrategia tal. Allí las dicotomías que dividen al mundo
social son más “frontales”, lo cual es propio de su estrategia discursiva,
como apuesta por una violencia simbólica. Veamos cuáles son las opera-
ciones discursivas mediante las que La Nación construye la división del
mundo social. Para ello comenzaremos con la estructura de títulos y tres
epígrafes de la noticia “marco” del 10/02/07 -segundo día de construcción
del acontecimiento-:
116 Además, en la nota central “Confirman que el incendio fue intencional” se señala “…un
grupo de vecinos de Villa Soldati se manifestó en contra de la instalación de viviendas para
los damnificados (de lo que se informa por separado)”. Vemos la aparición de un manifiesto
operador interdiscursivo.
117 Ya hemos señalado anteriormente que tomamos este concepto con las salvedades per-
tinentes.
-152- www.koyatuneditorial.com.ar
con la consigna. Podemos observar que hay una recurrente apuesta -icóni-
co/indicial y simbólica- por construir una forma legítima de espacio urbano
-la de los “vecinos”- lo cual es propio de la apuesta “legalista” de La Na-
ción, cosa que vimos en el acápite sobre urbanización. Las citas directas
actúan en ese sentido: “Los tenemos todas las noches arriba de nuestros
techos robándonos”, nos remiten a la construcción de acciones atribuidas
sobre los habitantes de las “villas” en cuanto a actividades ilegales que
vuelven el espacio “tierra de nadie”: lo que podríamos denominar un lugar
“sin control”, elemento recurrente en La Nación, como ya hemos visto.
Mientras las acciones de los habitantes de las “villas” son cons-
truidas como ilegales/ilegítimas; las acciones atribuidas a los “vecinos”
son construidas a través de una borramiento o neutralización de subje-
tivemas negativos. Hemos señalado la cita de la “mujer/vecina” visible-
mente enojada, mientras reclamaba con otros vecinos cortando la avenida
Varela…” ante la llegada al barrio de los que “roban”. Vemos que el cortar
la avenida, así como las acciones de protesta que veremos en la citas
siguientes, son cubiertas de subjetivemas que descartan cualquier mani-
pulación o instancia de politización -cosa que se le adjudica a la “villa/
asentamiento”118- como elemento negativo. Lo que llevado adelante por
los sectores populares -quemar cubiertas, cortar calles, etc.- es un “pique-
te”, una ruptura del “orden y el control”; aquí es una acción de vecinos
“autoconvocados”, “indignados”; sin ser construido como perjudicial para
“el orden y el control”. Podemos decir, entonces, que lo no dicho también
opera en la producción de sentido.
Quisiéramos agregar que las acciones de los “vecinos” “insultar y
agredir”, pierden su carácter negativo, ante el uso del subjetivema “intru-
sos”, quien se lleva la carga negativa. Decimos esto porque en la dimen-
sión de lo ideológico -el paradigma legalista- del discurso de La Nación,
“intruso” -que conlleva una acción de violación de un espacio otro/viola-
ción de la propiedad privada- carga con un valor fuertemente negativo119;
que vuelve justificables -o por lo menos no repudiables- las agresiones
de los “vecinos”. Veamos los fragmentos del tejido discursivo donde se
despliega la estrategia:
***
Para finalizar queremos señalar un ejemplo más de la estrategia dis-
cursiva de La Nación en torno a la legalidad y la construcción de una forma
determinada del espacio social urbano. Hemos señalado en la introducción
de este trabajo que nuestro interés se centra especialmente en el estudio
de la materialidad lingüística, y que no nos íbamos a detener -salvo excep-
ciones- en la dimensión icónico/indicial y en la diagramación de página. A
lo largo del trabajo hemos hecho algunos señalamientos sobre el uso de
diagramas, fotografías, etc. Ahora queremos dar cuenta de una estrategia
de La Nación a la hora de ligar un acontecimiento -“el incendio”- con el
problema englobante de la “urbanización/erradicación crecimiento de las
“villas paralelas”. Para ejemplificar ello mostraremos cómo en las edicio-
nes del 13 y 14 de Febrero de 2007, La Nación cruza los temas al ubicar
una noticia al lado/debajo de otra -es decir, en la misma página- e incluso
al establecer relaciones interdiscursivas entre ellas:
www.koyatuneditorial.com.ar -155-
Volanta: “Vecinos impiden obras en Soldati”
Título: “Rechazan a la gente de la villa El Cartón” (13/02/07
p.10)
122 Es notable nuevamente el uso de cuadros con datos numéricos en torno al crecimiento
de “villas y asentamientos”. Ver “Los números” en esa misma página (13/02/07 p.10). La re-
currencia, remite a la continuidad de la estrategia discursiva mediante la cual La Nación “de-
nuncia” ante los agentes del Estado, la existencia/crecimiento de “villas y asentamientos”.
-156- www.koyatuneditorial.com.ar
2.3. Conclusiones: la construcción del acontecimiento en La Nación
y sus diferencias con Clarín
Comenzamos el análisis señalando que la serie constituida por La
Nación en torno al “incendio de Villa El Cartón” es menor, tanto en la
cantidad de artículos como en su extensión. Nuestro interés a lo largo
del acápite se centró en reconstruir las estrategias discursivas en torno a
cuestiones que nos parecen claves: “la intencionalidad” y la construcción
de la escena política y el funcionamiento del apelativo “vecinos”.
Es así que pudimos notar que en el comienzo de la serie construida
en La Nación, es en el copete donde se hace referencia a “la intencio-
nalidad” del incendio. En Clarín “la intencionalidad” se va construyendo
como “primicia”, a partir de su ubicación en el título. Es ese sentido, La
Nación procede a partir de una operación de sentido basada en un criterio
de “objetividad”: será el titulo el que de cuenta del “acontecimiento” de
la manera más referencial posible, mientras que en Clarín la operación de
referencial queda a cargo de la volanta. De esta forma se produce una
discriminación en torno a qué es más importante: si “el incendio” o su
“intencionalidad”.
Sin embargo, el criterio de objetividad de La Nación no pudo ser
sostenido demasiado tiempo por dos razones: la primera tiene que ver
con la competencia en torno a la “primicia” (Bourdieu, 1997 a). Una vez
que Clarín titula en torno a “la intencionalidad”, al día siguiente La Nación
recurre a la misma estrategia, pero sin arrogarse la “primicia” cosa que,
como vimos, hace Clarín. Por otra parte, como venimos sosteniendo a lo
largo de la investigación, La Nación desarrolla una estrategia en la cual es
central la construcción de la escena política y la interpelación a los agentes
de las burocracias de Estado como “denuncia”. Hacia allí se va desarro-
llando su estrategia discursiva.
De hecho, ya en la estructura de títulos que da comienzo a la serie,
se inicia el desarrollo de la apuesta que conforma la estrategia discursiva
al señalar en el copete: “la oposición cargó con Telerman”. Si comparamos
con Clarín, veremos que lo importante es que el copete de cuenta de que
“los vecinos, la comuna y la policía” “afirman” la hipótesis de la “inten-
cionalidad”. En La Nación se está construyendo desde el comienzo una
relación que podríamos señalar como de “lucha” -se utiliza el verbo/sub-
jetivema “cargó” entre sectores opuestos en la escena política-. Creemos
que la referencialidad que opera en el título se comienza a disipar con el
final del copete, anticipando lo que va a ser la verdadera apuesta de La
Nación por una violencia simbólica: la construcción de la escena política,
la interpelación a las burocracias de Estado en términos de denuncia y la
división del mundo social entre “vecinos” y “damnificados-villeros”.
La construcción de una polifonía basada en la voz de los habitantes
de la “villa” no aparece desde el comienzo como un elemento central en
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la construcción del acontecimiento. En Clarín el abandono de esta consti-
tución de la polifonía es progresivo; en La Nación la voz de los habitantes
de la villa es abandonada casi de inmediato y solo remite a la información
que puedan brindar como “testigos”. Como ya señalamos, para La Nación
lo central es la escena política, que funciona como trasfondo “del incendio
y la intencionalidad”, no así la voz de los “damnificados”. Si comparamos
la “cabeza” de la noticia central con la “cabeza” construida por Clarín po-
dremos ver cómo La Nación, si bien trabaja sobre “la intencionalidad”, no
pone en juego la voz de los habitantes de la villa -cosa que Clarín hace,
como ya mostramos-.
El artículo periodístico titulado “La desesperación de perderlo todo”,
es construido en torno a la modalidad de “nota color”, remitiendo direc-
tamente a la experiencia de los “damnificados”. De esta forma recurre
a la cita directa, pero a partir de lo anecdótico de haber sido testigos
“internos” del acontecimiento “incendio”. Más de la mitad de esta “nota
color” se basa en la narración de los hechos y las acciones vividas por los
habitantes del “asentamiento”, sin remitir a la cita directa. En los extractos
en que sí lo hace, se apela sobre todo a que sujetos individualizados -con
nombre, apellido y eventualmente edad- den cuenta de cómo vivieron el
incendio, siempre enmarcando los dichos con caracterizaciones sobre su
estado de ánimo.
Hasta aquí llega la construcción de la polifonía en La Nación, en torno
a la puesta en juego de la voz de los habitantes del “asentamiento”. El ca-
rácter que adquiere la cita es puramente referencial, en torno a los hechos.
O sea que remite a un criterio de objetividad del que ya hemos hablado.
El discurso de La Nación construye desde el comienzo la escena
política como “lucha” entre sectores -“cargó” como semantización de la
violencia política-, estableciendo la ligazón con los artículos que van a te-
matizar la relación entre los agentes burocráticos del Estado, la campaña
electoral y la existencia de asentamientos/villas -este ultimo, como ya he-
mos señalado, tema central de “denuncia” en el discurso de La Nación-.
Centrándonos en la aparición de la “lucha política” es que nos de-
tuvimos en un artículo de tipo “analítico” y puntualmente argumentativo,
en el cual se propone una “conclusión” y se la sostiene argumentativa-
mente. La campaña electoral como “dura y “sucia”, es construida en el
discurso como parte del “orden de las cosas”; de ahí que “el incendio”
pase a ser rápidamente un indicio -o un medio- hacia otra cosa: la “lucha”
política. Establecido esto, se puede observar claramente la constitución
de un discurso de “denuncia” como interpelación a determinados agentes
de Estado:
La Nación comienza a desarrollar un discurso de “denuncia” traba-
jando sobre la advertencia de la “Defensoría”, dedicándole un articulo,
mientras que Clarín solo remite a ello en un párrafo de la nota “marco”.
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Por lo cual es dable señalar la importancia que adquiere esta “adver-
tencia” en la estrategia de denuncia de La Nación. Quisiéramos volver a
señalar la elocuencia con la que es construido el título de ese artículo:
Advertencias que no fueron oídas. Aquí radica el discurso de interpelación/
denuncia de La Nación. El discurso se construye claramente señalando un
“responsable”: el gobierno de Telerman quién “no atendió el pedido de
inmediato”. En la segunda parte de este artículo se incorpora el incendio
a una serie de hechos relacionados con las “villas/asentamientos”. Esto
es central, porque permite integrar el acontecimiento en la estrategia dis-
cursiva general de La Nación en torno a las “villas”: son un “problema”
arquitectónico, urbano y social, lo cual ya hemos analizado.
El uso de subjetivemas y apelativos como emisiones de calificación
aquí se vuelve muy relevante: el informe es “preocupante” porque crecen
los asentamientos en cantidad de gente y en extensión y porque esa can-
tidad de gente -expresada en números, como estrategia de objetivación y
veracidad- habita en un “conglomerado de pobreza”. El paradigma de la
carencia y el atraso vuelve a aparecer, con la carencia como eje: lo que
define a las villas/asentamientos es la “pobreza”.
Pero el discurso de La Nación va más lejos, y en su afán de “denun-
cia e indignación” -como ya hemos mostrado en el acápite dedicado a la
urbanización-, produce una división sistemática del mundo social, a partir
de la puesta en discurso de las fracciones numéricas poblacionales que
componen “la crisis habitacional” de la que se responsabiliza al gobierno
porteño (efecto de denuncia). Leyendo el segundo párrafo -anteúltimo del
artículo- vemos reaparecer el paradigma legalista que apela a la propiedad
privada -se habla de “usurpadores que viven en inmuebles tomados”. La
acción atribuida “usurpar” se articula con el adjetivo “tomados”, deter-
minando que la cualidad de ese objeto -inmueble- es el ser violado en
tanto propiedad privada. La diferenciación semántica se produce, una vez
más, al pasar de los “usurpadores” a la población que “reside” en inqui-
linatos. La carga semántica deja de ser negativa. La acción de residir en
un inquilinato implica pagar, por lo tanto se adhiere a la lógica legal del
sistema capitalista, defendida claramente -como ya hemos mostrado- en
la argumentación “legalista” de La Nación.
Vamos a revisar ahora el segundo eje que consideramos funda-
mental en la construcción discursiva del acontecimiento por parte de La
Nación: la división del mundo social entre vecinos y “damnificados”. Ha-
bíamos visto que en Clarín se produce una diferenciación compleja entre
“vecinos barrio/ vecinos villa”. Sin embargo, el subjetivema vecinos se
pone en juego como signo ideológico al estar sometido a distintos acentos
en el ruedo de la lucha de clases (Voloshinov, 1992; Hall S., 1984). De esto
ya hemos hablado y forma parte de lo que caracteriza la estrategia de Cla-
rín como tendiente a la conformación de un sentido común hegemónico,
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a partir de su apuesta por una violencia simbólica. En el discurso de La
Nación no encontramos una estrategia tal. Allí las dicotomías que dividen
al mundo social son más “frontales”, lo cual es propio de su estrategia
discursiva como apuesta por una violencia simbólica. Veamos cuáles son
las operaciones discursivas mediante las que La Nación construye la divi-
sión del mundo social.
En la propia construcción de la estructura de títulos que analizamos
se sobreexpone la estrategia concerniente en producir la división del mun-
do social entre damnificados y vecinos. Si prestamos atención, de las tres
fotografías dos se dedican a la oposición de los “vecinos” al traslado de
la “villa”, -mostrando la movilización, la quema de elementos- mientras
que una sola pone en “escena” la espera de los damnificados -mostran-
do a un niño sentado leyendo un diario-. Una interesante contraposición
icónico/indicial, ya que aquí los “vecinos” son pura acción, mientras que
los “damnificados” son construidos como pura pasividad -se habla de
“esperar”- y se utiliza una retórica de la imagen en la que estar sentado es
propio del imaginario de la espera y en la que un niño es inductivamente
quien remite a “damnificados”.
Aquí podemos comenzar a ver lo que Stuart Hall -inspirado en Lacan
(2002)- llama cadenas de significantes (Hall S, 1998): las relaciones que
se tejen entre “vecinos y casas”//“habitantes y asentamiento”. Una primera
oposición donde “vecino” es lo legítimo en tanto pauta urbana -tema del
que hemos hablado en el acápite sobre urbanización- y “asentamiento/
villa”, lo ilegítimo. Es así que la noticia construye un discurso donde la di-
visión del mundo social es asimismo una división del espacio social, todo
ello basado en las citas directas de los “vecinos”.
La estrategia discursiva de La Nación se mantiene a la hora de
construir una visión y división del mundo social: el periódico construye
legitimidad de sentido del lado de los “vecinos”; frente a lo ilegítimo de
“los damnificados”. Esta estrategia discursiva se lleva adelante a partir de
las citas directas de los “vecinos” que -como no nos cansaremos de repetir
contra el empirismo- son construidas y a la vez construyen la apuesta por
una violencia simbólica de La Nación.
El comienzo del artículo con la frase “Basta de villas”, establece una
operación de remisión a la segunda fotografía donde se ve la “pancarta”
con la consigna. Podemos observar que hay una recurrente apuesta -icóni-
co/indicial y simbólica- por construir una forma legítima de espacio urbano
-la de los “vecinos”- lo cual es propio de la apuesta “legalista” de La Na-
ción, cosa que vimos en el acápite sobre urbanización. Las citas directas
actúan en ese sentido: “Los tenemos todas las noches arriba de nuestros
techos robándonos”, nos remiten a la construcción de acciones atribuidas
sobre los habitantes de las “villas”, en cuanto a actividades ilegales que
vuelven el espacio “tierra de nadie”: lo que podríamos denominar un lugar
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“sin control”, elemento recurrente en La Nación, como ya hemos visto.
Mientras las acciones de los habitantes de las “villas” son construi-
das como ilegales/ilegítimas; las acciones atribuidas a los “vecinos” son
construidas a través de una borramiento o neutralización de subjetivemas
negativos. Hemos señalado la cita de la “mujer/vecina” visiblemente eno-
jada, mientras reclamaba con otros vecinos cortando la avenida Varela…”
ante la llegada al barrio de los que “roban”. Vemos que el cortar la aveni-
da, así como las acciones de protesta que veremos en la citas siguientes,
son cubiertas de subjetivemas que descartan cualquier manipulación o
instancia de politización -cosa que se le adjudica a la “villa/asentamiento”-
como elemento negativo. Lo que llevado adelante por los sectores popu-
lares -quemar cubiertas, cortar calles, etc.- es un “piquete”, una ruptura del
“orden y el control”; aquí es acción de vecinos “autoconvocados”, “indig-
nados”; sin ser construido como perjudicial para “el orden y el control”.
Podemos decir, entonces, que lo no dicho también opera en la producción
de sentido.
Quisiéramos agregar que las acciones de los “vecinos”, “insultar y
agredir”, pierden su carácter negativo ante el uso del subjetivema “intru-
sos”, quien se lleva la carga negativa. Decimos esto porque en la dimen-
sión de lo ideológico -el paradigma legalista- del discurso de La Nación,
“intruso” -que conlleva una acción de violación de un espacio otro/viola-
ción de la propiedad privada- carga con un valor fuertemente negativo;
que vuelve justificable -o por lo menos no repudiables- las agresiones de
los “vecinos”.
Es interesante agregar que los fragmentos que operan en constante
referencia a citas directas remite fuertemente al imaginario de sentido co-
mún, frente a las “villas”. Si retomamos el texto de Gúber (1991) podemos
observar que en su trabajo etnográfico registra las características que le
adjudican a los “villeros” los de “afuera”: ellas son la inercia y la anomia,
que se expresan en la “haraganería crónica” la “vagancia”(…) “el camino
más fácil” y se contrapone a la “vida difícil del trabajo” (Gúber, 1991: 33).
En las citas construidas por La Nación, aparecen en acusaciones concretas:
“¡Basta de recibir regalos!, ¡trabajen!”, gritaba un hombre a través de un
megáfono. “¡Nosotros con nuestros impuestos los mantenemos a ustedes y
a sus hijos!”, propinaba una señora. Lo que vemos es una negación cons-
tante a que los “nativos” -en el sentido de lo “otro”- sean “vecinos”. O
sea, sean un “nosotros”.
Lo interesante de todo esto es evitar caer en la trampa empirista,
algo en lo que venimos insistiendo. Indiferentemente de los alegatos a fa-
vor de la transparencia del sentido dentro del campo periodístico; las citas
son un constructo y como tales responden a la estrategia de construcción
de un “orden de las cosas”, una apuesta por una violencia simbólica. Por
ello, el hecho de que estas citas no sean sometidas nunca a una contra-
www.koyatuneditorial.com.ar -161-
posición, a través del montaje de otras citas, sean de los habitantes de la
“villa” o no, pone de manifiesto el mundo de sentido construido por la es-
trategia discursiva. Una estrategia de pura objetividad -la cita directa es un
operador de objetividad- muestra una visión y división del mundo y del es-
pacio social, donde se construyen sujetos sociales legítimos e ilegítimos.
Podemos decir que a partir de los dos días siguientes al “incendio”,
la estrategia discursiva de La Nación ha sido definida, en el sentido en
que lo hemos señalado. A partir de allí la construcción del acontecimiento
sigue los mismos carriles: la continuidad del uso del apelativo “vecinos”
como división del mundo y del espacio social; la intencionalidad y la cons-
trucción de la escena política que va creciendo a medida que nos alejamos
temporalmente del “incendio”.
Con estas conclusiones cerramos este capítulo sobre la construcción
del acontecimiento “incendio en Villa El Cartón” y pasamos a considerar el
último eje de nuestro análisis sobre la identificación de las “villas”: el área
temática que denominaremos “¿Cultura? y sociedad…”
-162- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 09/02/07 p. 38
www.koyatuneditorial.com.ar -163-
Clarin 10/02/07, p. 60
-164- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 10/02/07 p. 61
www.koyatuneditorial.com.ar -165-
Clarin 22/07/07 p. 36
-166- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 12/08/07 p.52
www.koyatuneditorial.com.ar -167-
Clarin 06/03/07 p. 44
-168- www.koyatuneditorial.com.ar
Capítulo 5
¿Cultura? y sociedad: elementos
para una identificación ¿“positi-
va”? de las “villas”
“No les digo si algo está bien o mal, no los cuestiono. Me traen
algo, les digo que está buenísimo y lo cuelgo”. Martín Roisi127,
alias Fantasma, es junto a la alemana Heike Thelen el impul-
sor del proyecto Odisea 20 (…) La idea es presentar las obras
tal cual fueron concebidas: el material abarca dibujos, diarios
personales, música o fotografía sin intervención o enmarque”
(12/03/07 p. 37)
128 Es importante observar la parte superior de la hoja del diario, donde se ven reseñas de
obras de arte legítimo. En una de ellas se habla de “arte geométrico”, lo cual supone reglas
de producción explícitas que hacen que esa obra se enmarque en esa clasificación. Nueva-
mente la diagramación de página establece una relación icónico/indicial y simbólica -más o
menos explícita- que permite comparar estas obras legítimas con las que se presentan en la
noticia que estamos analizando.
129 En negrita en el texto, por eso de aquí en adelante para estos casos usamos cursiva.
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creatividad artística como engendramiento de una producción única, irre-
petible, con “aura” (Benjamin, 1989). El señalamiento de la falta de autoría
-rasgo característico de lo popular- es aquí enunciado en tanto carencia,
ante la concepción de la obra de autor, propia del arte burgués. Sin em-
bargo, como venimos señalando, las carencias o faltas en las que incurre
el “arte villero” son atravesadas por la matriz populista que las transforma
en virtud, por exóticas. En ese sentido, mostraremos algunos ejemplos de
este exotismo mediante el cual las obras de “arte villero” “viajan al exte-
rior”, para ser introducidas dentro de un determinado campo artístico.
130 Decimos esto y nos remitimos a que las Academias y Facultades donde se enseña “mú-
sica”, no contienen en sus currículas a la “cumbia” como algo legítimo a enseñar. Ver, por
ejemplo, los programas de formación en composición musical de la Facultad de Bellas Artes
de La Plata o del IUNA. Tampoco forma parte de la programación del teatro Colón, cosa que
el rock logró hace unos años atrás a través de una serie de conciertos de L.A. Spinetta, Charly
García, Gustavo Ceratti, entre otros. Ejemplos estos de formas de legitimación académica -o
no- dentro del campo artístico.
131 Esta es la estructura de títulos:
Volanta: “En el encuentro mundial de medios y niñez que se está haciendo en
Johannesburgo”
Título: “Con sus videos, tres chicos argentinos conmueven en una cumbre en
Sudáfrica”
Copete: “Son de Villa Fiorito y La Matanza y filmaron documentales sobre la
realidad que viven. Los aplaudió un auditorio a pleno. Y un canal sudafricano
pasará sus cortos”
www.koyatuneditorial.com.ar -173-
“No aceptamos la imagen de delincuentes que los medios pin-
tan de los chicos pobres y salimos a contar nuestras propias
historias”, le dice Aníbal Obregón (18) a una platea emocio-
nada” (…) Y Aníbal Obregón (…) agrego: “Yo pensaba que los
medios reflejaban la realidad, pero nos cansamos de la forma
en que nos reflejan y ahora trabajamos en nuestros mensajes.
Sheila Pérez Giménez remarcó que “para ello ayuda el cine, que
exige un trabajo en equipo”
“Mostramos lo bueno y lo malo pero que también se puede sa-
lir, contó Jona…”
“Las imágenes que se vieron en la Cumbre fueron además las de
“Saca, Saca”, sobre la violencia policial y la discriminación que
potencian los medios hacia ellos132. Son producto de los talleres
que lideran Sheila Pérez Giménez de “Cine en Movimiento” y
Gabriel Aquino de “Desde Abajo Cine”. (27/03/07 p.30)
133 Decimos esto porque la estrategia objetivista es mucho mayor en La Nación -que exhibe
su ideológico- que en Clarín, donde el enunciador tiende a englobar en la enunciación gene-
ral a la polifonía, ocultando su ideológico.
www.koyatuneditorial.com.ar -175-
De estos ejemplos, podemos señalar varias cuestiones en torno a la
estrategia discursiva: por un lado la continuidad de rasgos que definen a
“la villa” como un espacio sociocultural otro: se habla de “reflejar su reali-
dad”. Esto define la existencia de una realidad como propia de “la villa”; lo
cual indica la existencia de otras realidades propias de otros espacios so-
ciales. Además, aparece con toda claridad una de las condiciones de pro-
ducción del discurso de la información: la concepción de la noticia como
reflejo, o sea, la impronta objetivista de la transparencia del discurso. Así
mismo, podemos notar cómo el uso de subjetivemas reaparece, no exac-
tamente para trabajar en pos de una identificación positiva de la “villa”,
sino todo lo contrario: se habla de “uno de los barrios más calientes”, lo
cual en el interdiscurso construye sentido de “peligro”, delincuencia, etc.
Decimos esto, estableciendo una relación interdiscursiva con el análisis
del corpus de Clarín, 2004 (Dukuen, 2007 a, b) donde se trabaja con igual
subjetivema, remitiendo a esos sentidos.
El “populismo negro” opera, nuevamente, cuando se remite a las
citas de los sujetos del enunciado pertenecientes a la “villa”:
135 Es interesante señalar que al lado de esta noticia se encuentra un recuadro titulado
“urbanización”, que trabaja sobre los sentidos de este subjetivema, condensando las clásicas
remisiones a “abrir calles y tender redes de servicios”.
www.koyatuneditorial.com.ar -177-
a la noticia. En el segundo párrafo encontramos un “le pregunto”, para que
luego desaparezca completamente toda marca deíctica que remita al yo/tu.
Creemos que introducir marcas de la primera y la segunda persona
-“...no se preocupe, no le voy a pedir....”- en este caso responde a la es-
trategia general del diálogo introductorio que busca construir la alteridad
del espacio social entre el afuera y el adentro de la “villa”, a partir de una
complicidad de mundo común de sentido entre el “chofer de taxi”, “el
periodista” e implícitamente, “el lector”. En la construcción del diálogo,
el uso de subjetivemas “casas precarias, callejuelas”, el señalamiento del
cambio de actitud del “taxista” -de “distendido/ameno a temeroso” al ir
“detectando las casas precarias y las callejuelas”-; la respuesta de empatía
del periodista: “Así es. Pero no se preocupe, no le voy a pedir que entre”,
construyen el sentido implícito de lo que significa el subjetivema “villa”.
La villa es un lugar que genera temor, “de mucha pobreza, pero con vecinos
solidarios”. La solidaridad de los vecinos es afirmada en el copete, a partir
de retomar indirectamente las afirmaciones del “Padre Pepe”. Por eso: “El
padre Pepe Di Paola, sale al encuentro, feliz por la visita. Como si hubiera
escuchado al taxista, aclara de entrada: “Acá el 95% de la gente es honesta,
muy solidaria...” (02/05/07 p. 4)
-178- www.koyatuneditorial.com.ar
vas son un grupito” (02/05/07 p. 4)
Cintillo: “Televisión”
Volanta: “Argentinos por su nombre” (Canal 13)
Título: “Andy en el país de los contrastes”
Copete: “A bordo de un auto preparado como un mini estudio
de televisión, Kusnetzoff hace un recorrido urbano con un objeti-
vo preciso: mostrar el blanco sobre negro de personajes y situa-
ciones sociales. Un equipo de “Clarín” acompaño al periodista
en la producción de una nota que se verá esta noche: un desfile
de Roberto Giordano en la villa 31 de Retiro” (26/09/07 p.8)
www.koyatuneditorial.com.ar -181-
nua el “viaje”:
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reconocimiento de otra construcción discursiva -simbólica, icónico indicial,
como es el programa de TV- trabaja en pos de una espectacularización
de la desigualdad social -lo que se esconde- al construirla en términos de
diversidad cultural -lo que se muestra-. Por eso se produce el cruce de
peluqueras: una de las variables de la espectacularización de los sectores
populares es el exotismo. El poder simbólico, que construye esta apuesta
por una visión y división del mundo-espacio social, establece la pura di-
versidad como entrada de una de sus formas culturales en la otra; y como
un proceso donde la cultura legítima -representada por Giordano y sus
modelos- va a producir la transformación -darle glamour- de un espacio
social, que se presupone no lo tiene -y no la puede tener salvo a través
de este ejercicio de poder simbólico-.
Para terminar nuestro análisis, quisiéramos señalar algunas citas
directas del sujeto del enunciado “Giordano” que dan cuenta del reconoci-
miento de su capital simbólico y de la división del espacio mundo social:
www.koyatuneditorial.com.ar -183-
partir de Guinzburg (1981) “populismo negro”. En la estrategia de Clarín
esta construcción se produce, generalmente, a partir de citas directas de
los “villeros”. En nuestro caso, “populismo negro” significa construir un
discurso crítico de la identificación negativa de la “villa”, a partir de la
cita directa de los “villeros”. La estrategia consiste en un corrimiento
del enunciador en tanto objetivador de las “villas”, para dar lugar a una
identificación positiva de ellas y sus habitantes, a partir de citas de los
“villeros”. Lo interesante de ello es que al poner la valoración positiva
sobre la “villa” y sus habitantes en la voz de los propios habitantes de la
“villa” -una intra-valoración, una adscripción- el diario toma distancia -no
se hace cargo- de la valoración positiva.
En el caso de la relación entre “villas” y “cultura”, el modelo de
la llegada alcanza a su máximo esplendor, dado que el campo artístico
funciona como uno de los espacios donde las prácticas de distinción a
través del gusto (Bourdieu, 1998) se vuelven un capital simbólico eficiente,
determinante de la división del mundo-espacio social.
A lo largo del análisis vimos cómo se comienzan a perfilar las ope-
raciones propias de la construcción discursiva de las “villas” en su rela-
ción con la “cultura”: la construcción de un espacio (socio) cultural otro
(Dukuen, 2007 a, b), donde las prácticas artísticas se vuelven efecto de
una ontología de la “villa” y su habitantes.
La construcción de un espacio (socio) cultural otro se produce cuan-
do en las emisiones de calificación se atribuyen rasgos de lo artístico -“la
creatividad”- como “propia del lugar”. Lo que vemos aparecer es una on-
tología que opera por metonimia, estableciendo una relación de engendra-
miento, donde la “villa” produce una cultura propia que, a su vez, produce
sujetos culturales con determinadas prácticas. La relación metonímica es
clave ya que ancla la relación entre la división del espacio social: villa/no
villa (lo otro que villa, o sea la sociedad) con la división del mundo social
y cultural: cultura villera/cultura no villera (legítima, legitimada). De hecho,
el título de uno de los artículos es elocuente: se habla de “arte y cultura
villera”, lo cual presupone un arte y cultura no villera; por cierto, la de
aquel que “viaja a Odisea 20” -el diario como enunciador institucional que
viene de “afuera”-.
El modelo de la llegada opera cuando los sujetos del enunciado
Roisi y Thelen -quien es presentada como “alemana”- no son señalados
como habitantes de la “villa” y son quienes tienen la voz autorizada -el
reconocimiento de un capital simbólico- para poder juzgar -a través de
negarse a juzgar- las obras de arte de los “villeros”: una relación de
poder (Foucault, 1979; 2000) que, al negarse como tal, se expresa en su
negación. La relación de poder -con y sobre los sectores populares- con-
siste justamente en el doble reconocimiento de un producto como arte:
por los agentes que representan la voz autorizada y por la estrategia del
-184- www.koyatuneditorial.com.ar
diario que cita a esos agentes y construye esos productos como arte, en
su apuesta por una violencia simbólica. No encontramos en este artículo
una sola cita de habitantes de las “villas” referidas a la producción de
“su arte”, lo cual es otra prueba, por la negativa, de la relación de poder
establecida.
Un rasgo característico de la negación de un arte, como arte “ma-
yor” -y de populismo como variante del relativismo- es representado aquí
por la cita que encabeza una de las noticias. Dejando de lado la contra-
dicción en la que se sostiene el enunciado citado -“No les digo si algo está
bien o mal (…) les digo que está buenísimo y lo cuelgo”- la negación de una
arbitrariedad estética en la definición de la obra es la muestra de que es
una “cultura” considerada “menor”, frente a la que supone diferenciar lo
que está bien (hecho) de lo que está mal. Lo mismo podemos decir de la
falta de “intervención o retoque”, en pos de “presentar las obras tal cual
fueron concebidas”: una característica que define a la doxa de lo artístico
como pura “creatividad asociada a lo cotidiano”, espontaneidad, falta de
reglas, etc.; frente a un arte con reglas de producción. Es interesante seña-
lar que el populismo aparece cuando la falta de reglas y de encuadre, etc.,
son enunciadas a través de una afirmación positiva. Estamos nuevamente
ante una construcción discursiva donde lo que es presentado como caren-
cia, se transforma en virtud.
La calidad de exóticas de las prácticas artísticas “villeras” aparece
como un “oxímoron” ante lo legítimo cultural, que se enuncia en el sintag-
ma “coro lírico de cumbia”. La oposición entre lo legítimo y lo ilegítimo en
el campo artístico, es unida en una práctica: coro lírico (legítimo) cumbia
(ilegítimo). La provocación se vuelve un exotismo a ser insertado en el
campo como “arte testimonial”, figura que remite a una experiencia vívida
de un espacio cultural otro: la “villa”.
Volvamos por un instante al populismo negro a partir de las citas
directas de los habitantes de las “villas”. En el análisis pudimos notar cla-
ramente que la puesta en juego de una valoración positiva es encarnada
en la voz de los habitantes de la “villa”. Nos remitimos a la noticia com-
pleta para que se pueda comprobar que en ningún momento el enunciador
construye un discurso valorativo en relación con las “criticas” vertidas en
los enunciados citados. De esta manera, como ya señalamos, el diario
toma distancia -no se hace cargo- de la valoración positiva. De hecho,
venimos mostrando en este trabajo que el discurso de la información
-que se construye como un discurso objetivo- suele incluir subjetivemas
y apelativos que, mediante el análisis, permiten desentrañar la estructu-
ración simbólica del mundo que se construye en esos discursos. Por lo
tanto, cuando el discurso es construido mediante una polifonía “populista
negra”, esconde un juego perverso de afirmación y negación de la identi-
ficación negativa de las “villas”. Decimos esto porque, como venimos se-
www.koyatuneditorial.com.ar -185-
ñalando a lo largo de este trabajo, la identificación negativa de las “villas”
en Clarín, a partir del uso de apelativos y subjetivemas, es enorme frente
a los “desvíos” objetivistas encarnados en las citas, los cuales tienen la
función de contribuir a la constitución de una estrategia discursiva con
vocación hegemónica.
Tras haber señalado algunos rasgos de la puesta en funcionamiento
del “populismo negro” nos detendremos en el funcionamiento del “mo-
delo de la llegada”. La nota color de Clarín -“Con la fe y el corazón entre
los pobres” (02/05/07 p.4-5)- es ejemplar en su exposición del modelo de
la llegada. Este es uno de los pocos casos en el corpus donde aparecen
marcas deícticas de persona, cosa inhabitual en el discurso de la informa-
ción. Creemos que introducir marcas de la primera y la segunda persona
-“...no se preocupe, no le voy a pedir....”- en este caso responde a la es-
trategia general del diálogo introductorio que busca construir la alteridad
del espacio social entre el afuera y el adentro de la “villa”, a partir de una
complicidad de mundo común de sentido entre el “chofer de taxi”, “el
periodista” e, implícitamente, “el lector”. En la construcción del diálogo,
el uso de subjetivemas “casas precarias, callejuelas”; el señalamiento del
cambio de actitud del “taxista” -de “distendido/ameno a temeroso” al ir
“detectando las casas precarias y las callejuelas”-; la respuesta de empatía
del periodista: “Así es. Pero no se preocupe, no le voy a pedir que entre”,
construyen el sentido implícito de lo que significa el subjetivema “villa”.
La villa es un lugar que genera temor, “de mucha pobreza, pero con vecinos
solidarios”. La solidaridad de los vecinos es afirmada en el copete, a partir
de retomar indirectamente las afirmaciones del “Padre Pepe”. Por eso: “El
padre Pepe Di Paola, sale al encuentro, feliz por la visita. Como si hubiera
escuchado al taxista, aclara de entrada: “Acá el 95% de la gente es honesta,
muy solidaria...” (02/05/07 p. 4).
En esta noticia encontramos que toda una operación del modelo de
la llegada: “la asistencia religiosa” es el punto de inflexión/acción a partir
del cual la “villa” se puede semantizar positivamente. Y la voz autorizada
del “Padre Pepe” es quien da la pauta de la positividad del espacio social
“villa”. El sujeto del enunciado “Padre Pepe” es citado constantemente y las
citas operan desmontando prejuicios sobre los habitantes de la “villa”.
Al poner la valoración positiva sobre la “villa” y sus habitantes en la
voz de un otro “legitimo” -El Padre- en forma de cita indirecta o directa, el
diario toma distancia de la valoración positiva. Como señalamos siguiendo
a Charaudeau (2003) no es lo mismo que el medio de comunicación se
haga cargo por si mismo de una valoración, a que la deposite en la voz de
un “otro”. El distanciamiento provoca la ambivalencia y termina de cerrar
el círculo abierto al comienzo de la nota color con el diálogo introductorio:
en la “villa” conviven la pobreza, las callejuelas, lo que genera “temor”, con
los vecinos “honestos” y “solidarios”. Pero lo interesante de la estrategia
-186- www.koyatuneditorial.com.ar
discursiva es que al centrarse en la labor de un portavoz legítimo de la
“Iglesia”, el modelo de la llegada se constituye en el constructo que de-
termina la identificación positiva del espacio social “villa” como un efecto
del accionar de la Iglesia.
Vimos cómo las acciones positivas de los habitantes de las “villas”
se deben al accionar de la Iglesia. El modelo de la llegada es la puesta en
discurso de una relación de poder, donde lo positivo es construido como
una acción desde afuera -la Iglesia- hacia adentro de la “villa”. La “vi-
lla” puede ser marcada positivamente, como producto del aprendizaje de
pautas de conductas -dictadas por la Iglesia- por parte de sus habitantes.
Los ejemplos de cómo la polifonía opera en esta construcción discursiva,
es central. Las voces de los habitantes de las “villas”, puestas en dis-
curso a partir de cuatro recuadros “Testimonios” (02/05/07 p. 5), sigue la
estrategia de Clarín concerniente en citar a los sectores populares como
testimonios, como testigos, como fuentes de primera mano. En los cuatro
ejemplos, el acercamiento a “la Iglesia” transforma a los habitantes de
la “villa” en algo “mejor”. Así se cierra la apuesta por una determinada
estructuración de la relación “Iglesia/villas”, que forma parte de la apuesta
por una violencia simbólica en Clarín.
El segundo ejemplo de la puesta en juego del modelo de la llegada
consiste en una crónica -en este caso como relato de una sucesión de
hechos a partir de una homología entre el referente, el viaje de “Andy”- y
la construcción de la narración.
La crónica periodística es narrada a partir de una estrategia que
busca establecer en la dimensión simbólica el efecto de sentido de “mo-
vimiento” propio de la dimensión icónico-indicial que caracteriza a la TV.
El “realismo” de la evidencia de las imágenes, o sea el poder de sentido
que lo icónico-indicial genera, por suponer la existencia de un referente
empírico, busca ser transpuesto a la dimensión simbólica que prima en el
discurso de la prensa escrita. Para ello, el artículo trabaja sobre una estruc-
turación de la narración basada en ir estableciendo la sucesión de hechos
y acciones a partir de las “paradas” “de un auto preparado como un mini es-
tudio de televisión”. Las “paradas” establecidas a partir de una continuidad
numérica (parada 1, parada 2, etc.) van dando continuidad y espesor tem-
poral a la crónica, en pos de reconstruir la experiencia del “estar ahí” que
la cámara de TV produce como efecto de sentido. Por eso, ya en el copete
se señala: “Un equipo de “Clarín” acompañó al periodista en la producción
de una nota que se verá esta noche: un desfile de Roberto Giordano en la villa
31 de Retiro. De esta manera se abre la dinámica del artículo periodístico
donde crónica y nota color se cruzan, en una “espectacularización” de la
desigualdad social como visión y división del mundo social.
Durante este análisis seguimos los planteos de Zullo (2002) en su
investigación sobre la estrategias discursivas del grupo Clarín, quien se-
www.koyatuneditorial.com.ar -187-
ñala que es recurrente -a partir de la conformación de Clarín como Grupo
económico- la aparición de artículos periodísticos sobre programas de
radio o TV, que pertenecen a medios del Grupo, como el caso de Canal
13. De esta manera, publicidad y noticia se cruzan -y se indiferencian- a
través de una estrategia donde los rasgos genéricos del tipo de discurso
“publicidad” son borrados, quedando la intención publicitaria enmarcada
en el principio guía del discurso de la información: informar. O sea que
la publicidad se niega a si misma como tal -en sus rasgos genéricos- al
incorporarse al discurso de la información: otro ejemplo de cómo Clarín
oculta su ideológico (Verón, 1995) o sea, su relación con sus condiciones
de producción. Además, es notable el uso de los nombres y sobrenombres
-Andy- como formas de acercar al conductor a su público -un guiño de
complicidad- borrando las diferencias que implican el ocupar determinado
lugar en el campo periodístico.
Detengámonos un instante en las operaciones de división del mun-
do social. La construcción discursiva de la división del espacio-mundo
social implica, en esta crónica, una operación diacrítica entre un país de-
terminado, el de aquel que va manejando por la autopista y un país otro,
el de la “villa”: Andy le plantea a Giordano el desafío: llevarlo a “la otra
Argentina” (…) cuando voy en el auto por la autopista, veo ese otro país”. El
modelo de la llegada comienza con la idea de “llevar”, o sea con el desafío
del viaje hacia ese “otro país”. Y la llegada implica -como hemos señalado
en reiteradas oportunidades- la entrada de sujetos, y de valores también;
en este caso, de una de las formas de cultura legítimas -el modelaje, la
alta costura, y la “alta peluquería”.
El modelo de la llegada entra en su faz de esplendor, cuando en la
pregunta de “Andy” a “Giordano”, se explicitan las relaciones de poder
simbólico: el “glamour” solo puede venir desde afuera, desde un agente
reconocido y diferenciado en su capital simbólico que, por tasa de conver-
sión del capital cultural a económico (Bourdieu, 1998), obtiene un valor
en el mercado de 90 pesos, frente a los 8 pesos de las peluqueras de la
“villa”. Además hay una diferenciación: mientras que se generaliza cuando
se habla del valor del corte de pelo en la “villa”; en el caso de “Giordano”
es su peluquería la puesta en juego: allí volvemos a ver el reconocimiento
de un capital simbólico y eficiente dentro de un campo determinado, que
se juega en un “país determinado”; por la división del espacio mundo
social operada en el discurso. Así, el espacio/mundo social “villa”, sus ha-
bitantes, sus profesiones, su cultura son reconocidas como menores, por
ello el modelo de la llegada define la identificación positiva del espacio
mientras dure la “estadía” de quien llega: el “glamour” dura lo que dure
la inversión de ese capital simbólico -los medios operan como instancia de
reconocimiento de un capital- y en tanto espectáculo de contrastes.
La construcción de un discurso centrado en el “contraste”, como
-188- www.koyatuneditorial.com.ar
reconocimiento de otra construcción discursiva -simbólica, icónico indicial,
como es el programa de TV- trabaja en pos de una espectacularización
de la desigualdad social -lo que se esconde- al construirla en términos de
diversidad cultural -lo que se muestra-. Por eso se produce el cruce entre
peluqueras: una de las variables de la espectacularización de los sectores
populares es el exotismo. El poder simbólico, que construye esta apuesta
por una visión y división del mundo-espacio social, establece la pura di-
versidad como entrada de una de sus formas culturales en la otra; y como
un proceso donde la cultura legítima -representada por Giordano y sus
modelos- va a producir la transformación -darle glamour- de un espacio
social, que se presupone no lo tiene -y no la puede tener salvo a través
de este ejercicio de poder simbólico-.
Dicho esto, pasaremos a analizar la relación entre las “villas” y la
cultura en La Nación, acápite con el cual cerraremos el análisis.
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enunciado “Nidia Zarza”, una habitante de la “villa” con un determinado
capital cultural convertido a capital simbólico por su reconocimiento: ser
estudiante de derecho, va a ser citada, constituyendo la voz autorizada
para señalar las características negativas de la “villa” y sus habitantes, que
serán las que “justifiquen” la entrada de la cultura legítima como modo de
“integración”. No es una extrañeza, que quien ha tomado posición frente
a “la paradoja de los dominados” (Bourdieu, 1988 b) -se ha integrado a la
cultura legítima, dejando de pertenecer a la cultura ilegítima- sea la encar-
gada de comentar las características negativas de la “villa” y sus habitan-
tes, de los cuales se ha distanciado por su capital cultural/simbólico:
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espacio social, su identificación binaria y sus modos de transformación/
integración siguen las formas “del modelo de la llegada”. 137
A continuación presentaremos dos ejemplos donde el modelo de la
llegada es expuesto con absoluta claridad:
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El exotismo es puesto en evidencia claramente en el título. Por ello,
el resto de la nota está basada en citas de “los científicos” -tras una cita
de “Quinteros” contando como surgió la idea- hablando sobre el Congreso
de Matemáticas. La construcción discursiva vuelve a poner por delante la
distinción social y cultural:
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legitimada viene desde el polo letrado y culto, depositándose en el polo
iletrado y popular. De esta manera, el modelo de la llegada es atravesado
por la teoría de la marginalidad (Gúber, 1991) la cual señala que las pautas
culturales modernas deben partir desde afuera -Estado, Escuela, Iglesia-
hacia adentro de las “villas”.
En ese sentido, el “modelo de la llegada” opera en La Nación a
través de una mirada legitimista (Grignon y Passeron, 1991). En el primer
artículo que analizamos, la estructura de títulos comienza señalando la for-
ma de funcionamiento del modelo de la llegada: La “iniciativa” es de una
“Fundación” que lleva adelante un proyecto cultural para integrar a chicos…”.
Vemos cómo lo que viene de afuera -una institución: la Fundación Sur y
como veremos, el Incaa-, busca “integrar a chicos” -lo cual supone que esos
sujetos no están integrados ¿a la cultura?- a través de un “proyecto cultu-
ral: una escuela de cine”. La cabeza de la noticia nos brinda los elementos
necesarios para mostrar cómo la construcción discursiva de las “villas” en
términos de carencia y atraso -un tópico residual marginalista del discurso
de la información en Clarín y La Nación- es puesto en juego constantemente
por La Nación, en su construcción legitimista de la cultura.
Hasta aquí encontramos una identificación negativa de la “villa”,
en sintonía con la estrategia discursiva de La Nación: se habla de asenta-
miento humano incrustado malamente, cerca del Riachuelo contaminado. La
cadena de “significantes”, que rodea a “asentamiento”, establece -a través
de los subjetivemas- el sentido negativo de la “villa”. Pero esto -ya evi-
dente a esta altura del análisis- es un punto de partida para el modelo de
la llegada en su cruce con un paradigma legitimista de la cultura. Veremos
como el sujeto del enunciado “Nidia Zarza”, una habitante de la “villa”
con un determinado capital cultural convertido a capital simbólico por su
reconocimiento: ser estudiante de derecho, va a ser citada, constituyendo
la voz autorizada para señalar las características negativas de la “villa” y
sus habitantes, que serán las que “justifiquen” la entrada de la cultura
legítima como modo de “integración”. No es una extrañeza que quien ha
tomado posición frente a “la paradoja de los dominados” (Bourdieu, 1988
b) -se ha integrado a la cultura legítima, dejando de pertenecer a la cultura
ilegítima- sea la encargada de comentar las características negativas de
la “villa” y sus habitantes, de los cuales se ha distanciado por su capital
cultural/simbólico. Creemos que este es un ejemplo claro de cómo funcio-
na la apuesta por una violencia simbólica determinada. La identificación
negativa de la “villa” y sus habitantes es llevada al extremo cuando se
pone en boca de un sujeto que ha roto con su habitus de clase, al tener un
capital cultural y simbólico reconocido. Además de prestar objetividad a
las emisiones de calificación sobre los “chicos”, por ser una informante de
primera mano, el sujeto del enunciado “Nidia Zarza” es -a través de la cita
directa- la encargada de contribuir a la apuesta por al violencia simbólica
www.koyatuneditorial.com.ar -195-
de La Nación al corroborar con los ejemplos que presenta la “violencia”
que La Nación adjudica a las “villas”. La apuesta por la violencia simbólica
como construcción de un “orden de las cosas” cierra su círculo.
Además debemos señalar que al establecer que “Estos chicos provie-
nen de familias en las que la violencia es parte de su vida. Cuando se pelean
se golpean muy fuerte”; nos encontramos nuevamente con una ontología,
expresada en una fenomenología de la vida cotidiana. Los ejemplos de
las acciones de los chicos y su discursividad son elocuentes: Uno le dice
al otro “tu viejo es un transa, porque la arruina la vida a la gente”. Y el otro
le responde “y a tu vieja se le cayeron los dientes porque es una puta”. Ante
tanta “barbarie”, la “civilización” -cultura legítima- es una forma de “pro-
porcionarles a los nenes de su villa una opción de vida mejor” (30/09/07 p.
19). Lo “positivo” viene de afuera, lo “negativo” es propio del adentro: la
división del mundo-espacio social, su identificación binaria y sus modos de
transformación/integración siguen las formas “del modelo de la llegada”.
En otro de los artículos analizados la estructura de títulos da la idea
de un pasaje desde un afuera -Europa, lejos- a un adentro -la villa- está
explicitado. Nuevamente estamos frente al modelo de la llegada. Lo pro-
piamente cultural -aquí nos encontramos con una cultura legítima y el cru-
ce entre experiencias e instituciones (Sarlo, 2001)- adquiere un sentido de
transmisión y de imposición de una forma de cultura: la religión/fe católica.
En ese sentido, el discurso legalista-miserabilista-legitimista de La Nación,
establece dos pautas. La primera opera por igualación entre los misioneros
que transmitieron la fe católica hace siglos -al “otro”, el “indio”- y ellos
que vienen a hacer lo mismo con el “otro”-habitante de la “villa”. Y allí
aparece la segunda pauta: ese “otro” es un “otro” poblado de carencias y
atrasos: “…los que no tienen nada, los más pobres de los pobres”. Vimos en
este artículo cómo opera el uso de la polifonía. Nuevamente, ante la Cultu-
ra, el discurso citado no es el del habitante de la “villa”, sino de quienes
operan como sujetos del enunciado dentro de la estrategia del modelo de
la llegada; o sea, el que “llega” y trae “la Cultura”.
Finalmente, podemos decir que se construye un exotismo de la
“pobreza” que atrae a lo “otro” que la “villa” hacia ella, y cumple una
función disciplinaria. De hecho, en el artículo periodístico no se trabaja
discursivamente -más que al pasar- en torno a las acciones de los que
“llegan”. Por lo tanto, dentro de la construcción narrativa de la noticia,
es más importante el exotismo de las diferencias sociales -interclases/
interculturales- que la “misión de transmisión de la fe católica y la ayuda al
barrio”, en cuanto a acciones concretas.
Por último analizamos un artículo sobre un Congreso de Matemá-
ticas en la “villa”. Creemos que aquí nuevamente opera el modelo de la
llegada a través de un exotismo entre el cruce de sujetos del enunciado
pertenecientes a espacio-mundos sociales distantes-diferentes-desiguales.
-196- www.koyatuneditorial.com.ar
El uso del diminutivo “escuelita” frente a la “Universidad”, el señalamiento
del encuentro como “insólito” va construyendo la alteridad del espacio-
mundo social “villa” frente a la llegada de los “matemáticos” como sujetos
pertenecientes a instituciones legítimas -Universidad- quienes llevan el
“saber” hacia un lugar del “no saber”. Esta construcción responde a una
forma de exotismo. Poco importa en el artículo “la ayuda” que brindan
tanto “Quinteros” como “los matemáticos” -solo se la nombra al pasar.
Y el exotismo es puesto en evidencia claramente en el título. Por ello, el
resto de la nota está basado en citas de “los científicos” -tras una cita de
“Quinteros” contando cómo surgió la idea- hablando sobre el Congreso
de Matemáticas. La construcción discursiva, vuelve a poner por delante la
distinción social y cultural.
Lo realmente interesante es que pudimos notar cómo lo ilegítimo
-un Congreso en una “villa”- al ser llevado adelante por agentes legítimos
–matemáticos universitarios- tiene necesariamente que ser atenuado como
ilegítimo, aunque manteniendo cierta tensión con lo legítimo: por eso se
habla de “infrecuente/insólito - encuentro/ escenario”, sin llegar al uso de
subjetivemas más negativos como identificación de la “villa” -cosa muy
recurrente en el discurso de La Nación-. A partir de esto, podemos concluir
que nos encontramos frente a un exotismo legitimista, construido a partir
del modelo de la llegada.
Dicho esto, damos por finalizado el análisis del corpus, y pasamos
a señalar las conclusiones de este trabajo.
www.koyatuneditorial.com.ar -197-
Clarin 12/03/07 p. 37
-198- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 7/05/07 p. 29
www.koyatuneditorial.com.ar -199-
Clarin 02/05/07 p. 4
-200- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 02/05/07 p. 5
www.koyatuneditorial.com.ar -201-
Clarin 26/09/07 p.8
-202- www.koyatuneditorial.com.ar
Clarin 26/09/07 p.9
www.koyatuneditorial.com.ar -203-
La Nación 30/09/07 p. 19
-204- www.koyatuneditorial.com.ar
La Nación 19/08/07 p. 25
www.koyatuneditorial.com.ar -205-
La Nación 11/10/07 p. 18
-206- www.koyatuneditorial.com.ar
Conclusión:
el poder simbólico como
apuesta(s) por una(s)
violencia(s) simbólica(s)
Pierre Bourdieu,
Lo que quiere decir hablar.
-208- www.koyatuneditorial.com.ar
En el análisis de las cuatro áreas temáticas describimos y analiza-
mos las operaciones discursivas, que definen las estrategias discursivas y
trabajan en la construcción/identificación de “las villas” y sus habitantes
como sujetos del enunciado. Para ello recurrimos a determinados concep-
tos y estrategias metodológicas de la teoría de la enunciación, atravesada
por las revisiones discursivas de Pêcheux (1978), Maingueneau (1980),
Kerbrat - Orecchioni (1993) entre otros.
El trabajo analítico estuvo atravesado por la hipótesis -inspirada
en el trabajo de campo de Gúber (1991)- de que determinados elementos
de la teoría de la marginalidad -herederos cientificistas de la oposición
evolucionista/moderna “civilización o barbarie”- funcionan como elemen-
tos residuales (Williams, 1980, 1994) al interior del discurso -de sentido
común- de la información. Siguiendo a Gúber (1991) señalamos que: “en
la teoría de la marginalidad, para definir a los sectores subordinados, se tra-
baja sobre un nivel topológico/ontológico: el estar fuera de la sociedad -ser
marginal- y adentro de un no lugar marcado por la carencia y el despojo:
las villas. La marginalidad está asociada a la carencia y el atraso. Para la
teoría de la marginalidad, la responsabilidad de la situación de carencia es
de los “villeros” que no tienen pautas de conducta “modernas”. Dadas estas
circunstancias, la solución encarnada en el desarrollo/modernización, tiene
que venir de afuera: las instituciones estatales.
En ese sentido, registramos en forma recurrente la aparición de
operaciones discursivas -subjetivemas y apelativos como emisiones de
calificación y acciones atribuidas (Vasilachis de Gialdino, 2003)- que cons-
tituían lo que llamamos “el paradigma de la carencia y el atraso”, en la
discursividad de Clarín y La Nación sobre las “villas” y sus habitantes.
Incluso hemos hallado operadores discursivos señalando que la solución al
“problema” -en palabras de La Nación- de “villas/asentamientos” debe ve-
nir desde “afuera”: las instituciones burocráticas del Estado y sus agentes
políticos. De hecho La Nación, a diferencia de Clarín, interpela a esas buro-
cracias de Estado a través de un discurso “legalista/de denuncia/de indig-
nación”; para que cumplan con el “rol” que la concepción “marginalista”
-que opera residualmente a través de ciertos elementos, como ya señala-
mos- asigna a esas agencias del Estado: urbanización y/o erradicación.
Vimos también que Clarín no trabaja sobre la interpelación a las bu-
rocracias de Estado, construyendo su discurso a otro nivel, sobre el que ha-
blaremos en seguida. Es aquí donde queremos señalar una distancia central
entre ambas discursividades: la existencia de diferentes tentativas/apuestas
por una violencia simbólica. Tenemos por un lado la “apuesta hegemónica”
de Clarín, frente a la apuesta de La Nación, que llamaremos “apuesta políti-
ca”. Cada una de estas apuestas remite a estrategias discursivas y a efectos
de sentidos divergentes. Teniendo en cuenta este hallazgo de investigación,
que estaba por fuera de nuestras hipótesis iniciales a contrastar -hipótesis
www.koyatuneditorial.com.ar -209-
que junto a la matriz teórico/metodológica con la que trabajamos, nos han
conducido a el-, antes de entrar en la diferenciación de las apuestas, debe-
mos realizar algunas precisiones teórico/conceptuales.
Quisiéramos establecer en qué sentido hablamos de “apuesta he-
gemónica”. Para ello, definiremos apuesta hegemónica como un conjunto
de operaciones de producción de sentido mediante las cuales producir,
reproducir/transformar (Pêcheux, 2003) una doxa138 o sentido común. Ha-
blamos de operaciones vehiculizadas en tanto poder simbólico ejercido
por instituciones de la sociedad civil (medios de comunicación, educación
escolar, religión(es)); operaciones que trabajan de tal forma de que las
prácticas sociales que estructuran determinadas relaciones de poder en
una formación social139 sean vividas140 por los agentes como legítimas en
tanto “naturales” (naturalización del sentido).
Teniendo en cuenta que la experiencia vívida de un “orden social”
se produce mediante la interiorización de una doxa o “sentido común”
como sentido práctico-habitus de clase (Bourdieu, 1998; 2007); considera-
mos que esa interiorización es posible gracias a las operaciones del poder
simbólico en su transmutación en violencia(s) simbólica(s), lo que implica
de parte de los agentes sociales el reconocimiento de la legitimidad de lo
incorporado y del agente a través del cual se produce la incorporación, y
el desconocimiento de la arbitrariedad de lo reconocido, de su génesis y
su historia. Y lo que es central: esas operaciones prácticas se ejercen e in-
corporan en el cuerpo de los agentes sin necesidad de inculcación alguna,
o sea, por el simple “orden de las cosas” (Bourdieu, 1995 c).
Las apuestas por una(s) violencia(s) simbólica(s) que Clarín y La
Nación construyen, difieren en que Clarín trabaja constituyéndose discur-
sivamente en el nivel de “la sociedad civil”, como produciendo discursos
de/con la “gente”: recordemos los slogan de Clarín analizados por Zullo
(2002): “Con la gente en el Tercer milenio”, “El diario de los Argentinos”;
donde el enunciador global, al mismo tiempo que se conforma como for-
mando parte del colectivo “argentinos” -dentro de “la sociedad civil”/
fuera de “la sociedad política”- construye una posición “por encima” al
-212- www.koyatuneditorial.com.ar
la “ley” como razón (de Estado) de ordenamiento de la sociedad, entre
otros. Y eso es explicito en el discurso. Allí se encuentra la diferencia con
Clarín. Allí la “exhibición de su ideológico”.
Nuestras afirmaciones implican romper con un problema clave que
presentan concepciones tales como “efecto ideológico/efecto de cientifici-
dad-conocimiento”: esas nociones son “tipos ideales” -al estilo weberiano
(Weber 1964, 1971)- y, por lo tanto, nunca pueden adaptarse perfectamen-
te a los discursos efectivamente producidos -como le gusta decir a Verón-.
En el caso del discurso de la información -como tipo de discurso- efecti-
vamente describe (nosotros diríamos “construye”) un dominio -o varios-
de lo real. Por ello hemos comparado dos discursos producidos por las
mismas invariantes del tipo de discurso, pero que presentan variaciones
en torno a sus relaciones con sus condiciones de producción: de ahí que
entre sus efectos de sentido posibles aparezca la oposición/diferenciación
entre efecto de “conocimiento/efecto ideológico”. Claro está: Verón de-
sarrolla estos conceptos para romper con la oposición ciencia/ideología
propia del marxismo vulgar (Verón 1995 a). Pero inmediatamente señala
lo siguiente:
-214- www.koyatuneditorial.com.ar
quet”, etc. De esta manera, la modernización de las pautas culturales, la
moralización de la población vuelve a estar a cargo de instancias legítimas
de Estado: la Iglesia, la Gendarmería y las distintas agencias burocráticas
de Estado, encargadas de erradicar o urbanizar la “villa”, son las voces
autorizadas para ejercer el poder simbólico. El modelo de la llegada se
cruza con el efecto de institucionalidad y la “villa” es aquello ya negativo,
aquello a transformar o desaparecer. Así, la división del mundo y del es-
pacio social se hace presente y “las villas” son construidas/identificadas
como un espacio sociocultural otro: una ontología de la alteridad, de la
carencia, de la diferencia; siempre ya negativa.
Retomando la polifonía, la voz de los habitantes de la “villa” en Cla-
rín es sometida al efecto de sentido de ilusión de totalidad (Zullo, 2002).
Por lo tanto, no solo es usada como “testigo”, sino que es rápidamente
enmarcada en la cita indirecta, operando en pos de una doxa como apues-
ta por una violencia simbólica. En La Nación, la polifonía en torno a los
habitantes de la “villa” funciona como productora de un efecto de sentido
“democratizador”: las citas suelen ser recurrentes y en forma directa, pero
también están enmarcadas en la construcción de una doxa como apuesta
por una violencia simbólica.
En definitiva, las voces citadas de los habitantes de la “villa” agre-
gan más elementos en pos de las doxas a construir. Por lo tanto, aquí
volvemos a insistir en algo que creemos central como presupuesto teórico:
toda cita es una construcción dentro de una estrategia discursiva; por lo
tanto no hablamos de sujetos empíricos, sino de sujetos del enunciado.
En términos de “cultura”, el discurso flotante de Clarín permite po-
ner en juego lo que hemos denominado, reformulando a Ginzburg (1981),
“populismo negro”: las críticas a los medios son citas directas de los
habitantes de la “villa”, de las que el diario/enunciador global no se hace
cargo -porque la cita directa funciona con un efecto de sentido de distan-
ciamiento-. Igualmente, el modelo de la llegada reaparece -aunque no con
tanta fuerza como en La Nación- a la hora de definir la cultura legítima.
Aquí es donde se invierte el uso de la polifonía en virtud de las condicio-
nes de producción de cada estrategia discursiva: dijimos que en Clarín las
citas de los habitantes de las “villas” son escasas frente a la utilización
de la cita directa en La Nación. Pero como la vocación de Clarín es hege-
mónica, reintroduce la cita como ampliación de la estrategia flotante en la
producción de un sentido común “con y para la gente”.
Lo contrario ocurre en La Nación. Como en sus condiciones de pro-
ducción opera una mirada miserabilista y legitimista (Grignon y Passeron,
1991) sobre la “cultura popular”, las voces de los habitantes de la “villa”
desaparecen en pos de una definición legítima de la cultura legítima, en-
carnada en sus representantes legítimos. El modelo de la llegada y el
efecto de institucionalidad llegan a su máxima expresión, como hemos
www.koyatuneditorial.com.ar -215-
mostrado en el acápite sobre las “villas y la cultura”.
Estos han sido, en resumidas cuentas, los hallazgos analíticos prin-
cipales a los que hemos llegado. Hallazgos que han intentado dar cuenta
de lo que en el título de este libro hemos llamado -un poco hegelianamen-
te- “las astucias del poder simbólico”. Creemos haber hecho suficiente hin-
capié a lo largo del trabajo en la recurrencia de las operaciones discursivas
que hemos señalado, intentando siempre mantener la comparación entre
las estrategias discursivas de cada periódico.
***
www.koyatuneditorial.com.ar -217-
utilizar a Verón solo como referencia general (la interdiscursividad como
presupuesto metodológico) y acorde a ciertos conceptos y perspectivas
de su etapa cercana a cierto marxismo -lo ideológico y la cientificidad,
etc.- sin actualizar su teoría, que ha derivado en la aplicación de “las
modalidades enunciativas del decir” en pos de análisis de “contratos de
lectura”, como operacionalización metodológica afín a la realización de
investigaciones para empresas de medios de comunicación.
Resumiendo: la incompatibilidad de supuestos teóricos entre la teo-
ría de Verón y la teoría de Bourdieu se produce en el lugar que ocupan
los sujetos/agentes, sus disposiciones, sus prácticas en las relaciones de
poder simbólico.
No solo el cruce entre las concepciones de Verón y Bourdieu nos ha
producido problemas teóricos que hemos tratado de resolver. Habiendo
trabajado en pos de un análisis del discurso enmarcado en una determina-
da teoría del poder -desde Foucault a Bourdieu- introdujimos el concepto
de “identificación” (Brubaker y Cooper, 2001) para romper con las nociones
de identidad y de representaciones sociales (Raiter, 2002; Jodelet, 1976),
las cuales presentaban enormes problemas teóricos. “Identidad” supone
adscripción, y en nuestro caso nada de ello podíamos decir, porque este
no es un análisis en reconocimiento y/o una etnografía de audiencias. El
concepto de “representaciones sociales” puede enmarcarse dentro de lo
que Merleau Ponty (1957 a y b) llama “el prejuicio del mundo”, tal como
lo hemos definido anteriormente: poner en la experiencia del sujeto el
resultado de un análisis racional a posteriori.
El concepto de “Identificación”, además de construirse contra estos
problemas teóricos, nos permitía trabajar con las concepciones foucaultia-
nas y bourdeanas del poder -como bien señalan Brubaker y Cooper (2001)-
las cuales han sido nuestro marco general de análisis.
En este punto queda pendiente una investigación interdisciplinaria
basada en la noción de campo (Bourdieu, 1995 b), donde se pueda articu-
lar una sociología/economía política de la comunicación y la cultura, y el
análisis del discurso, en pos de una comprensión cabal del funcionamiento
del campo periodístico, dentro del metacampo del Estado. No olvidemos
que las tentativas/apuestas de los agentes analizados aquí se juegan tanto
en el campo periodístico como en el metacampo del Estado, como formas
de lucha para reproducir/aumentar las diferentes especies de capitales
eficientes -social, económico, cultural, político y, finalmente, simbólico-. O
sea que son luchas por imponer el reconocimiento en el desconocimiento,
luchas por la encarnación vívida de la violencia simbólica.
Entonces, retomando nuestra apuesta de investigación, podemos
decir que hemos intentado mostrar -con mayor o menor éxito, cosa que
juzgarán los lectores- los mecanismos discursivos mediante los cuales el
poder simbólico se ejerce a través de Clarín y La Nación en la construcción
-218- www.koyatuneditorial.com.ar
de identificaciones negativas sobre “las villas” y sus habitantes; identifica-
ciones en las que operan residualmente elementos de la teoría de la mar-
ginalidad, formando parte de tentativas/apuestas por una(s) violencia(s)
simbólica(s) determinadas. Estas tentativas/apuestas participan de los mo-
dos de dominación/relaciones de poder simbólico/materiales (Bourdieu,
2001, 2007), que permiten la producción-reproducción/transformación de
las divisiones legítimas/legitimadas del mundo/espacio sociocultural. Apos-
tamos, mediante este trabajo, por la necesidad de una vuelta -un abando-
no de lo que hemos denominado “trabajos de inteligencia”- a los estudios
de los modos de dominación/relaciones de poder -olvidados por los estu-
dios culturales latinoamericanos (Follari, 2003)146- como parte de una lucha
estratégica -y siempre política- contra esos modos de dominación.
146 Para una crítica demoledora de los estudios culturales latinoamericanos, sobre todo de la
deriva de N. García Canclini, quien de exegeta de Bourdieu pasó a acusarlo de “rigidez epis-
temológica” optando por la antropología geertziana, llegando a la identificación -típicamente
posmoderna- con el objeto de estudio (Clifford, 1995): ver Follari (2003). Para una crítica aún
más “radical”-que incluye al posmodernismo en antropología- ver Reynoso (1999, 2000).
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Sobre el autor
Juan Dukuen
Nació en 1983 en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires. Es Li-
cenciado en Ciencias de la Comunicación y Doctorando en Ciencias Sociales
por la UBA. Becario de posgrado CONICET con sede de trabajo en FLACSO
Argentina, y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, inves-
tiga cuestiones relacionadas con los modos de dominación, a partir de la
socio-antropología de Bourdieu y la fenomenología de Merleau-Ponty. Ha
publicado diversos artículos en revistas científicas sobre filosofía, antro-
pología, sociología de la cultura y epistemología de las ciencias sociales.
Este es su primer libro.
www.koyatuneditorial.com.ar -229-
Sobre la editorial
Koyatun
Voz mapuche que designa el “parlamentar”. Refiere a “discutir en
una reunión”. Se designa al dispositivo según el cual “toda decisión que
afecta a la comunidad se tomará alrededor de un fogón”, donde los que
tienen voz (desde el acceso al lenguaje, en adelante, en la primera infan-
cia) participan con su palabra en el acto de opinar y decidir conjuntamente
los asuntos públicos.
Incluye como posibilidad el desarrollo de otros ritos ceremoniales,
como el Kachü (ceremonia en que se hacen amigos los hombres).
En varios cuentos y fábulas se designa con el término koyatun al
espacio de debate sobre temas polémicos, donde el agrupamiento piensa
colectivamente acuerdos y disensos. En general, se referencia esta instan-
cia con el conocido círculo de intercambios verbales dados en el marco del
fogón nocturno, durante el período inmediato posterior a la cena, espacio
consagrado para la resolución de diferendos, con la participación de todos
los presentes.
La Editorial Koyatun es nuestro fogón virtual. Sus textos y libros
son el producto de todas esas charlas, debates, clases, intercambios y
encuentros para pensar nuestros asuntos comunes, para acordar y para
disentir, para escucharnos, para respetar cada palabra, para dignificarlas
en la propia. En una palabra, Koyatun-Editorial aspira a ser el dispositivo
donde reunir escritores-pensadores y lectores- pensantes, haciendo de
unos y otros miembros partícipes del mismo fogón.
-230- www.koyatuneditorial.com.ar
Otros títulos de la editorial
SERIE PSICOJURIDICA
SERIE PSICOPOLITICA
1. PSICOLOGIA DE LA DICTADURA:
EL EXPERIMENTO ARGENTINO PSICO-MILITAR.
Autor: Yago Di Nella
3. PSICOLOGIA LATINOAMERICANA
Autora: Carolina de la Torre
www.koyatuneditorial.com.ar -231-
SERIE PSICOSOCIAL
1. DESARROLLO HUMANO EN COMUNIDADES VULNERABLES: EL ME-
TODO DE CLINICA DE LA VULNERABILIDAD PSICOSOCIAL
Autores: Juan Carlos Domínguez Lostaló y Yago Di Nella. Programa
Pifatacs (Cátedra Psicología Forense, Fac. De Psicología, Unlp).
-232- www.koyatuneditorial.com.ar
Índice
3 Dedicatoria
5 Agradecimientos
7 Prólogo
9 Introducción
11 1. La identificación de las “villas” en la prensa escrita como
objeto de estudio
1. 1. Por qué el discurso de la información en los medios
masivos de comunicación….....
22 1.2. Porqué “las villas”
27 1. 3. Por qué el “presente” mediato y la “actualidad”.
29 2. Marco metodológico general.
32 3. El corpus específico
35 Capítulo 1.
Las invariantes del discurso de la información
1. La construcción del enunciador objetivo en Clarín y La Nación
38 1.1. Una diferencia sustancial: los modos de titular y la pro-
puesta de lectura
42 1.2. El uso de los modos y tiempos verbales
46 1.3. Algunas conclusiones en torno al tipo de discurso
47 Capítulo 2.
En el comienzo un muerto: “las villas y el narcotráfico”, en
Clarín y La Nación
1. Clarín y la construcción de “los narcos”. Apelativos y subjeti-
vemas: la construcción de campos semánticos
51 2. El modelo de la llegada, reformulado
52 3. La puesta en discurso de los “narcos”
54 4. La Nación: los “narcos” y “la villa”
63 Capítulo 3.
La construcción de un espacio social otro. Las “villas” y “La
ciudad”: “urbanización y política” en La Nación y Clarín
1. La Nación. El discurso legalista, el control y la mirada misera-
bilista: hacia una pobreza de la cultura
68 1.1. Las villas paralelas: el discurso legalista
73 1.2. Subjetivemas: emisiones de calificación y acciones
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atribuidas
78 1.3. El espacio social y la “villa” como constructos
discursivos
80 1.4. La urbanización y el modelo de la llegada: la política
como burocracia de estado y la polifonía como apuesta por
una violencia simbólica
88 1.5. Algunas conclusiones sobre el discurso de La Nación
92 2. Clarín: El discurso de la información y los elementos resi-
duales de la teoría de la marginalidad: “Merecer la ciudad. Los
pobres y el derecho al espacio urbano”
101 3. Una primera comparación entre los agentes Clarín y La
Nación
104 4. El “muro” y el “bótox”: dos formas de jugar un juego serio
115 5. Algunas conclusiones más sobre Clarín y La Nación
129 Capítulo 4.
Construir el acontecimito. “Villa El Cartón”, la polifonía y el
lugar de la intencionalidad
1. Clarín: polifonía y escena política en la construcción del
acontecimiento………….
136 1.1. Visiones y divisiones del espacio-mundo social (parte
uno): “los vecinos entre el barrio y la villa”
140 1.2. Recapitulación sobre la construcción del acontecimiento
en Clarín
143 2. La Nación: “la semantización de la violencia política” o cuan-
do “los nativos son nuestros vecinos”.
147 2.1. La escena política y su construcción discusiva
150 2.2. Visiones y divisiones del espacio-mundo social (parte
dos): “Vecinos y damnificados”
157 2.3. Conclusiones sobre la construcción del acontecimiento
en La Nación y sus diferencias con Clarín
169 Capítulo 5.
¿Cultura? y sociedad: elementos para una identificación ¿“posi-
tiva”? de las “villas”
170 1. Clarín: el “populismo negro” y el modelo de la llegada
177 1.1. El modelo de la llegada: dos formas de identificar el
espacio social
183 1.2. Recapitulación: rasgos discursivos en la relación “villas-
cultura”
189 2. La Nación: legitimismo y formas de lo culto y lo popular
194 2.1. Conclusiones sobre “villas y cultura” en La Nación
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207 Conclusión:
el poder simbólico como apuesta(s) por una(s) violencia(s)
simbólica(s)
221 Bibliografía
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