Está en la página 1de 2

SÁBADO 2: NO TEMAS, TÚ VIVIRÁS PARA SIEMPRE

Conmemoración de todos los fieles difuntos

(Lc 24,1-8)

“No hay porqué temer. Tú eres mi hijo, lo más querido de mi corazón; quiero que sepas que
estás en mis manos pase lo que pase, en las buenas y en las malas. Soy tu Dios, tu Salvador, tu
Refugio y tu defensa (Cfr. Sal 91). ¿A qué le tienes miedo? ¿Por qué tiembla tu corazón? Cree
que si te formé y te di la existencia fue para siempre, la muerte no será el final. Aunque te
sientas amenazada por el paso del tiempo y la vejez, por una enfermedad, por el abandono de
los demás o los continuos golpes de la vida, yo nunca te abandonaré (Is 49,7) porque tú eres
precioso/a a mis ojos y yo te amo (Is 43,1-3).

Hasta los cabellos de tu cabeza están contados y nada de lo que vives se escapa a mi sabiduría
y mi poder (Cfr. Lc 12,22-34). Yo soy el Dios fiel que promete y cumple ¿Cómo podría yo crear
para la muerte? ¿Cómo podría querer el dolor y el sufrimiento de mis hijos? Si precisamente lo
he dado todo y lo he dispuesto todo para que vivas (Jn 10,10) y para que compartas conmigo el
don de la eternidad.

Hoy, como a Abraham te digo: Cuenta las estrellas del cielo, así será tu descendencia (Gn 15) y
como a Josué: Ten ánimo y valor, yo te guiaré y estaré contigo, no te dejaré ni te abandonaré
(Dt 31,7-9) o como al pueblo de Israel: Te abrazaré y te cuidaré como a la niña de mis ojos (Cfr.
Dt 32,10,1-12); así que la desgracia no te alcanzará ni te vencerán tus enemigos. Quiero que
sepas que no te fallaré en el momento de tu muerte, ahí estaré como una madre, esperando a
su pequeño hijo.

La muerte física es el final de tu peregrinación en esta tierra y la puerta abierta hacia tu nuevo
hogar (Jn 14,1). La muerte no anulará tu ser, lo más profundo de ti y de tu personalidad (lo que
amaste, tus sueños, tus sentimientos, tu risa, tu bondad) todo ello será transformado y
experimentará un inicio sorprendente, un modo de ser completamente nuevo en el que verás
realizados todos tus sueños y anhelos más íntimos. Te encontrarás conmigo (Ap 22,4), con
todos tus hermanos (tu familia, tus amigos y todos aquellos para los que fuiste luz mientras
viviste en la tierra) y con la naturaleza creada.

La vida eterna es algo parecido a una fiesta en donde todos son causa de la alegría y la paz de
los demás, pues cada uno es reflejo de los dones y virtudes que yo le doy. La vida eterna es un
nueva creación, algo muy parecido a lo que sucede cuando el invierno da paso a la primavera
(Rm 8,18-21 ). La vida eterna es comparable al beso enamorado o a la satisfacción de unos
padres al ver que su hijo se gradúa en la mejor universidad. La vida eterna es la paz profunda
de sentir que no te falta nada y que sin embargo, te espera algo aun mejor.
Yo mismo me encargaré de que el fuego de mi amor te purifique de tal forma que puedas
reconocer y acoger mi misericordia. Te daré un corazón nuevo y te infundiré un espíritu nuevo;
haré contigo una alianza de paz, una alianza eterna; yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo (Ez
37,26-28). Tú vivirás porque yo vivo, tú vencerás porque yo he vencido, tú resucitarás porque
yo he resucitado y la resurrección no es más que la gloria que te espera y que ya he reservado
para ti (1 Cor 15,54-57). Así que hoy, salta de alegría, llénate de esperanza, reaviva tu fe
porque la muerte no te quita nada, la batalla ya está ganada. Y si piensas que en el cielo ya no
tendrás “nada más que hacer” te equivocas, habrá mucho qué amar y recrear…”

También podría gustarte