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EL DIÁLOGO

Se acabaron los preparativos, las estructuras, los diseños dramáticos y de

personajes. Ahora vamos a darle voz y vida a nuestra gente. Y vamos a hacerles hablar.

Al igual que decíamos que las escenas deben servir para algo (y si no sirven para

nada, mejor no meterlas), cada frase, cada palabra incluso, que digan nuestros

personajes debe tener una función. Y, ¿qué funciones puede tener el diálogo? Pues

básicamente, las tres siguientes:

 Función de información: La más aceptada. Que en toda película ha de haber

un conflicto es un hecho indiscutible. Que los conflictos en la mayor parte de

los casos provienen de la cantidad de información que unos poseen y otros

no tampoco es muy discutible, basta con echar un rápido vistazo a las teorías

de Eric Berne, aunque es cierto que en unos géneros cinematográficos más

que en otros (por ejemplo, es más notorio en el cine negro que en cualquier

otro género). El diálogo es un gran recurso para mostrar y ocultar

información, al espectador y a los personajes de la historia. Aunque debe

hacerlo de una manera no demasiado obvia, con sutileza. Gran parte de los

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autores coinciden en admitir, de uno u otra manera, que es mejor una palabra

sugerida que una dicha.

 Función de caracterización: En muchas ocasiones, un personaje se

caracteriza más por su forma de hablar que por su apariencia o incluso por

sus acciones. El personaje de Brad Pitt en Snatch(Cerdos y diamantes), El

Gitano, se caracteriza por su habla rápida e ininteligible. Otro ejemplo más

notorio, sobre el que volveremos más adelante, es el de Bob el Silencioso,

personaje fetiche en los cinco primeros films de Kevin Smith e interpretado

por el propio Smith, cuya principal característica es, precisamente, su escasa

verborrea. También la situación social de los personajes queda marcada por

el diálogo. En un film como Trainspotting, de Danny Boyle, es posible saber

qué personajes proceden de una determinada clase social o han recibido

mayor educación por su forma de hablar. El diálogo puede incluso

caracterizar una determinada época. Uno de los casos más sorprendentes lo

encontramos en la magistral obra de Stanley Kubrick La naranja mecánica,

en la que uno de los elementos que nos traslada lejos en espacio y tiempo es

el extraño lenguaje utilizado por todos sus personajes.

 Función de acción: Esta es la función más controvertida del diálogo. Como

ya hemos visto, muchos autores no creen que el diálogo deba tener excesiva

presencia en la acción. Sin embargo, en el diálogo siempre se intuye la

acción, ya sea en el mismo texto o en el subtexto. Lo normal es encontrar a

la acción desde lugares externos al diálogo. Lo que ocurre, ocurre; no “se

dice” que ocurre. Sin embargo, es habitual que el diálogo participe de la

acción de alguna manera. En una película romántica, es habitual que el

diálogo marque la acción en cualquier escena de discusión; en una película

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de cine negro, lo habitual será encontrar prologados los hechos posteriores

en escenas de riquísimo subtexto. En las comedias de enredo, este suele

provenir de un malentendido habitualmente dialogado. Incluso algunos

realizadores cinematográficos, como Billy Wilder o Kevin Smith, convierten

al diálogo en el centro de la acción. La función de acción del diálogo es la

que define la importancia que un autor le quiere dar al diálogo en su obra,

puesto que, a diferencia de las funciones anteriores, que son prácticamente

inevitables, esta queda por completo a merced de los deseos del guionista.

En su libro Guiones modelo y modelos de guión, Francis Vanoye añade la

función de comentario, según la cual, el diálogo comenta la acción, la situación y los

personajes, ya sea mediante voz en off o mediante intervenciones de los personajes. Sin

embargo, esta función no parece sostenerse con total independencia de las demás.

Parece encajar más bien como uso del recurso que como función de este.

Si el diálogo que hemos escrito no obedece a ninguna de estas funciones,

especialmente a la de acción, hay que borrarlo. EL DIÁLOGO TIENE QUE APORTAR

ALGO SIGNIFICATIVO A LA NARRACIÓN. Pero, ¿es la mejor forma de de hacer

avanzar la acción, de mostrar información o de caracterizar a nuestros personajes?

Bueno, ya sabes, las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene y no hay dos

iguales.

Son muchos los autores que afirman que el diálogo es el método más hosco y

menos apropiado para mostrar información. Autores como Eugene Vale en su obra

Técnicas del guión para cine y televisión (1985) predican que ante la posibilidad de

presentar una acción determinada mediante el diálogo o mediante cualquier otro

método, es esta segunda opción la apropiada:

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(...)Aunque el diálogo es el método más simple para un escritor de transmitir

hechos, no es el modo más fácil para que el espectador los reciba. La palabra hablada

es difícil de absorber. Cada orador y cada oyente de discursos públicos y cada alumno

de escuela sabe cuan cansador es escuchar una larga alocución. El poder de

concentración pronto se diluye. El diálogo es más interesante que la alocución larga,

en tanto dos personas están hablando; cuanto más rápido cambia el diálogo del uno al

otro, mejor se evita la monotonía. Pero aún así, la capacidad de absorber por el oído es

limitada. Por eso, aunque es una tentadora forma de exponer la información de parte

del escritor, también es peligrosa, porque el auditorio puede cansarse y rehusarse a

entender.

Una imagen vale más que mil palabras. Es una peculiaridad de la mente

humana moderna la fascinación por el efecto visual en tanto crece el cansancio de oír.

Las impresiones que recibimos por el ojo tienen un poder casi hipnótico sobre nosotros.

Es fácil para un espectador irse durante una alocución, y también hacerlo durante una

representación teatral, pero es difícil sacarlo de una sala de cine aunque la película sea

mala.

Tras las palabras de Eugene Vale, parece que lo apropiado sería reducir la

palabra hablada a la mínima expresión y lanzarse a la realización de películas plagadas

de imágenes impactantes y con poco o nulo diálogo. Sin embargo, otros expertos como

Michel Chion en su obra Cómo se escribe un guión no le restan importancia al diálogo:

En el cine sonoro, los personajes hablan. No como en el teatro, en el que el

espectador se halla a cierta distancia del actor y éste debe expresarse en el llamado

tono teatral y casi inevitablemente en un tono discursivo propio de esa distancia.

Tampoco como en la novela, en la que el personaje (más bien el autor) debe decirlo

todo con palabras, pues el lector no ve sus gestos. Ni siquiera como en la vida, en la

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que descuidamos nuestras palabras –las elegimos mal, caemos en repeticiones

absurdas, somos imprecisos, etc.-, quizá porque sabemos, inconscientemente al menos,

que el intercambio oral humano es mucho más que un medio para comunicar

información, es nuestra mejor y más usada forma de comunicar sentimientos, es, en

muchas ocasiones, una caricia necesaria y, en algunos casos, una bofetada

dolorosísima.

De estas palabras debemos quedarnos sobre todo con una idea fundamental: el

diálogo es nuestra mejor y más usada forma de comunicar sentimientos. Pese a la fuerza

de algunas imágenes, en la mayor parte de las ocasiones es necesario aclarar las

situaciones mediante la palabra. De las opiniones de ambos autores inferimos que el

diálogo es indudablemente necesario en la ficción audiovisual, aunque su uso debe estar

limitado. La duda queda en dónde se ha de situar el límite para el diálogo, o, formulado

en forma de pregunta directa: ¿qué se debe mostrar y qué se debe decir?

Pues en lo que prácticamente todo el mundo está de acuerdo es en que SE DEBE

DECIR TODO AQUELLO QUE CONSIDERAMOS INFORMACIÓN

IMPRESCINDIBLE Y NO SE PUEDA MOSTRAR. Si no es necesario verbalizarlo, si

se te ocurre alguna manera para mostrar lo que sea que quieras mostrar con una imagen,

no uses el diálogo. Pierde fuerza. Y te digo una cosa, ésta SÍ que es una buena regla

para no olvidar.

¿Debe el diálogo decir únicamente lo que dice? Vaya preguntita, ¿eh? Bueno,

explicando la pregunta tendremos la respuesta. Cuando vemos un diálogo bien

construido, normalmente vemos más de lo que nos muestran. Palabras, frases, que

tienen un significado mayor del obvio, que ocultan bajo sí otro significado más real, lo

que verdaderamente se quiere decir, el SUBTEXTO. Los diálogos bien construidos

dicen más que lo que dicen. A veces, aunque lo que se dice (o se hace) parece no tener

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mayor trascendencia por sí mismo (hacer una maleta, cantar una canción…), dentro del

contexto adecuado puede ocultar grandes significados. Buscar subtextos es uno de los

entretenimientos más enriquecedores del aspirante a guionista cuando va al cine. No sé

si entiendes lo que quiero decir…

Con el subtexto hacemos nuestras escenas más ricas y menos obvias. Pongo un

ejemplo claro de una escena escrita sin subtexto, burda, rápida y a todas luces poco

interesante y otra en la que usamos las imágenes para contar sin decir.

ESC. 01. COCINA, INT. DIA – SIN SUBTEXTO -


ÉL y ELLA desayunan.

ÉL
Cariño, creo que todo está muy frío entre nosotros.
Temo que ya no me quieras cómo antes, pese a que
yo sigo amándote como el primer día.

ELLA
La verdad es que ya no siento lo mismo por ti. Me
aburres, me agotas, me hastías. Sólo siento desazón
cuando estoy a tu lado. Quisiera no volver a verte.

ESC. 01 BIS. COCINA, INT. DÍA – CON SUBTEXTO –


ÉL y ELLA desayunan. Él la mira con una mezcla de ternura y miedo. Ella no le mira,
mantiene la cabeza en su taza de café.

ÉL
¿Quieres que te prepare unas tostadas?

ELLA
No te preocupes, estoy bien.

ÉL
Hoy tengo el día tranquilo, ¿quieres que comamos
jun…?

ELLA (INTERRUMPE)
Dios, es tardísimo. Me voy.

Ella se levanta, recoge solo su parte de la mesa antes de marcharse y se dirige hacia la
puerta de la calle. Abre la puerta. Antes de salir, escucha.

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ÉL
Buen día. Te quiero.

ELLA
Ya. Adiós.

Antes de lanzarte a construir los diálogos de tus escenas, permíteme añadir un

pequeño glosario de recomendaciones importantes que no requieren mayor explicación

pero que son fundamentales para no cometer más errores de los qua vamos a cometer

inevitablemente por pura inexperiencia. Cuando hacemos cine o televisión, nuestros

diálogos tienen unas particularidades concretas a causa del medio para el que

trabajamos y debemos construirlos teniendo en cuenta muchas cosas.

 No hacer literatura.

 No decir con palabras lo que se puede decir con imágenes.

 No se debe ser reiterativo. Evita los diálogos tipo “hola”, “hola”.

 Se debe ser claro y conciso.

 Se debe ser breve. El ritmo de una película viene dado, en buena medida, por el

ritmo con que el actor dice su diálogo, y ese ritmo viene dictado ya en el guión.

 Cada frase, cada palabra, debe estar llena de contenido.

 Deben eliminarse todas las palabras y todas las frases que no cumplan la condición

anterior.

 Se deben suprimir todas las palabras o frases cuya eliminación deje intacto el

sentido del fragmento del diálogo.

 Las frases deben tener la misma fuerza expresiva que la secuencia a la que

pertenecen.

 La frase que remata la secuencia debe ser corta y contundente, eficaz.

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 Ese lugar final de la secuencia es el lugar ideal para situar en él las frases que se

pretende que queden fijas en la memoria del espectador.

 Las frases importantes, las que se pretende queden en la memoria del espectador,

deben ser puestas en boca de los protagonistas. En el viejo teatro, los primeros

actores –que eran, al tiempo, directores de escena- se apropiaban de esas frases,

aunque el autor las hubiese escrito para que fuesen dichas por la dama joven o el

galán.

 El cine es acción y, en el cine, el diálogo debe ser acción. Toda frase que no añada

algo a la acción, que no la dinamice o complemente, significará un fallo apreciable

en la marcha de la película.

 Un diálogo es tanto mejor cuanto más ligado se halle a la acción.

 El diálogo nunca debe hacer posible que el espectador se entere de cuanto ocurre sin

necesidad de la imagen.

 Siempre que sea posible, el diálogo provocará en el espectador una sorpresa, al

tiempo que complementa sus otras funciones en la película.

 En el cine, como en la vida, el diálogo debe ajustarse a la distancia que se supone

hay entre los interlocutores. En el teatro, la distancia es constante, todos están en un

plano general largo.

Ya sabes lo que toca. Ahora, a ver qué te dicen tus personajes.

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