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JOHNNY BARBIERI

MADRE AMÉRICA
JOHNNY
BARBIERI
Johnny Barbieri

Nació el Lima, Perú, el 1 de junio de 1966.

Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal y


Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue ganador del Premio
Nacional de Educación Horacio Zeballos Gámez (2003), el Premio de Poesía Taiwán
(2011), y el Premio Copé de Oro de Poesía (2019). Es fundador del grupo poético
Noble Katerba (1990) y del grupo nihilista La Mano Anarka (1995). Ha participado
en encuentros internacionales de poesía en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba
México y Perú. Asimismo, en presentaciones personales en España, Francia e Italia.

Ha publicado Branda (1993), El libro azul (1996), Maka (1999), Jugando a ser Dios
(2000), Carne de mi carne (2002), La Virgen negra (2003), Libro Hindú (2005), Yo
es otro (2007), La Edad de oro (2010, cuentos), Corazón de abril (2011), Pampa de
perros (2012, novela), Rotos todos los cabos (2013, Antología poética), Banderas
de herejes (2015), El Cabaret verde (2016, cuentos), El Hijo rojo y otros cuentos
(2018), y Expediente Vallejo (2020). Realizó una maestría en Literatura Peruana y
Latinoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Madre América
©Johnny Barbieri

Juan Pablo de la Guerra de Urioste


Gerente de Educación y Deportes
Christopher Zecevich Arriaga
Subgerente de Educación
Doris Renata Teodori de la Puente
Asesora de Educación
María Celeste del Rocío Asurza Matos
Jefa del programa Lima Lee
Editor del programa Lima Lee: José Miguel Juárez Zevallos
Corrección de estilo: Alexander Manuel Suyo Martínez
Diagramación: Ambar Lizbeth Sánchez García
Concepto de portada: Melissa Pérez García
Editado por la Municipalidad de Lima
Jirón de la Unión 300, Lima
www.munlima.gob.pe
Lima, 2020
Presentación

La Municipalidad de Lima, a través del programa


Lima Lee, apunta a generar múltiples puentes para que
el ciudadano acceda al libro y establezca, a partir de
ello, una fructífera relación con el conocimiento, con
la creatividad, con los valores y con el saber en general,
que lo haga aún más sensible al rol que tiene con su
entorno y con la sociedad.

La democratización del libro y lectura son temas


primordiales de esta gestión municipal; con ello
buscamos, en principio, confrontar las conocidas
brechas que separan al potencial lector de la biblioteca
física o virtual. Los tiempos actuales nos plantean
nuevos retos, que estamos enfrentando hoy mismo
como país, pero también oportunidades para lograr
ese acercamiento anhelado con el libro que nos lleve
a desterrar los bajísimos niveles de lectura que tiene
nuestro país.

La pandemia del denominado COVID-19 nos plantea


una reformulación de nuestros hábitos, pero, también,
una revaloración de la vida misma como espacio de
interacción social y desarrollo personal; y la cultura
de la mano con el libro y la lectura deben estar en esa
agenda que tenemos todos en el futuro más cercano.

En ese sentido, en la línea editorial del programa, se


elaboró la colección Lima Lee, títulos con contenido
amigable y cálido que permiten el encuentro con el
conocimiento. Estos libros reúnen la literatura de
autores peruanos y escritores universales.

El programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima


tiene el agrado de entregar estas publicaciones a los
vecinos de la ciudad con la finalidad de fomentar ese
maravilloso y gratificante encuentro con el libro y
la buena lectura que nos hemos propuesto impulsar
firmemente en el marco del Bicentenario de la
Independencia del Perú.

Jorge Muñoz Wells


Alcalde de Lima
MADRE AMÉRICA
Comienza entonces la invención de América.

Eliseo Diego

¡América, adentro, más adentro, hasta la célula!

Gamaliel Churata

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I

LIBRO UNO
AMÉRICA MARÍA / de cómo se amaba a la mujer como al universo mismo

a Carmen Lizama

mi mujer se llama María, se llama luna, se llama siega en el campo


al atardecer.
se llama lluvia en el terral baldío, flama de leña que cuece los adobes,
río que serpea hacia las caudalosas aguas del Amazonas. se llama roble roto,
roca ígnea, nido de colmillos de caimanes.
mi mujer se llama María, se llama sol, se llama pared de granito que acaba
de caer.
se llama golondrina, se llama cántaro de agua, agua de garúa, tromba de
enero, granizo de la Patagonia. se llama polen, mariposa iridiscente,
manos arqueadas por los años.
mi mujer se llama María, se llama mar, se llama tormenta mar adentro,
cardúmenes coleteando en la playa, barca encallada en la arena, albatros
volando en un vuelo eterno.
se llama crisálida, niebla densa, arroyo recién nacido, eco que repiquetea
en la montaña, luz chispeante, recodo hecho con mis manos.
mi mujer se llama María, se llama tierra, se llama volcán, se llama América
donde se inicia el orbe, fosa bajo el nevado, pastizal que siempre retoña,
ubre para el nacido.

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se llama cantera pulida, manto paracas, fruto que brota de la tierra, hoja de
coca chacchada. se llama puna, andenería, serpiente tallada en la piedra,
helada que estremece en el altiplano.
mi mujer se llama María, se llama luna, se llama sol, se llama mar, se llama
tierra, se llama América que crece y se ramifica al mundo.

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GENÉSICO / en que se establece una relación entre hombre y natura

cuando nací me amamantaron los caimanes,


crecí reptando en la grama húmeda que se extendía a lo largo del Marañón,
el sol horadaba el camino por donde andaba al mundo.
la piedra sobre el helecho ajustando la espesura,
el nido caído, el cedro endurecido, las fauces de un animal milenario
petrificado frente a nosotros. yo crecía delineando las fronteras sobre
la tierra seca con las vértebras de un cuadrúpedo muerto.
cubrí mi cuerpo con mantas de tocuyo y hojas de nogal,
anduve en círculos bajo la lluvia oliendo el llantén
que me envolvía, cruzaba el río sobre una balsa que había hecho
con amarras de maderas de lupuna,
los cafetales se extendían kilómetros a la redonda,
las hojas de coca florecían verdes en la llanura, alrededor
las reses verdes pacían desolladas.
un acantilado con enredaderas, unos bejucos arrancados de raíz,
bajo el suelo la tumba abierta, el oro extraído,
la calavera petrificada, el ala chibcha abatida,
el camino araucano cubierto de cicatrices y levedad,
el dolor del parto de este día, las aves de carroña en el cielo,
los peces en las aguas envenenadas, el nido de las procreaciones eternas
al son de los sikuris.

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yo danzaba dando vueltas, girando como un astro alrededor
de un astro mayor, mis pies se ovillaban en la tierra,
mi cuerpo daba vueltas sin parar hasta que cesaban las pulsaciones.
América se eternizaba en mí.

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SOL NACIENTE / que trata del principio del nuevo mundo

el sol naciente refracta el verde.


alrededor un océano de brumas con olas imperecederas
hacen nudos en solsticio.
hay dunas que se curvan hacia la extensión del alba,
dunas por donde regresa el sonido del parto.
todo es parto,
dolores de parto a perpetuidad,
polvo embrionario,
arquitecturas de rocas que crecen hasta volverse grandes montañas,
montañas andinas ahora esculpidas por la lluvia del diluvio.
en América los gestos son los del jaguar cuando se alza sobre
la presa herida, cuando el cielo se cubre de nubarrones
anunciando el alud final.
la lluvia ha inundado los caminos, las trochas que ahora se cierran
para no dejarnos pasar mientras los pasos se van multiplicando
para rodearnos.
los pájaros vuelan en bandadas indetenibles,
sus alas se despliegan planeando sobre la vastedad del llano
donde se levanta la eternidad.
hay huellas de pasos de homínidos que se confunden al andar,

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pasos que hemos de seguir para volver al camino,
para volver al espacio de las procreaciones,
al gran origen del mundo.

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RÍO MADRE / de cuando el río era la sangre de la tierra

un ancestro del río.


una balsa mochiguenga se interna en las entrañas de la selva.
los troncos flotan en las aguas rudimentarias donde repiquetean
peces de colores,
el río avanza, el corazón de América detiene su latido para verlo pasar.
dos caimanes descansan en sus orillas por cientos de años. una familia
de Iñaparis nada en sus aguas hasta perderse río arriba.
otro río avanza paralelo y se anuda a sus aguas,
un remero navega a la deriva sobre el gran cauce que lo envuelve todo.
río desenterrado,
bordado con lianas caídas.
mis ojos han visto los colmillos del río, han visto su piel picada por
mosquitos, le han oído gritar a la hora del parto.
un río oscurecido lleno de cicatrices,
un río de caoba, un río de huesos de jíbaros, un río de garras de jaguar.
América avanza sobre un río
que no tiene principio ni fin.

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ALAS ROTAS / en que se estima el vuelo de las aves como vuelo de Dios

ha regresado de la Patagonia,
la paloma que inventamos ayer ha cruzado el glacial
y ha llegado a la angostura de esta tierra embrionaria,
sus alas blancas están rotas.
sobre su nido hay aves a la espera de un pequeño soplido.
su cuerpo agoniza entre mis manos. hay un olor austral como de muerte.
escalones de piedras y de maderas que rodean el nido de oro.
América toda llora. hay alas muertas volando en semicírculos.
exploradores que navegan desde la Patagonia para ver al ave muerta.
los orfebres hacen palomas muertas.
hundo mis manos en el mineral y saco un puñado de pájaros
y las suelto para que vuelen al sol.
el día tan volátil nos envuelve.
todo es tiniebla,
nada queda solo el mismo tiempo roto
y las alas de papel que se echan al aire para que se hagan polvo.

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MADRE AMÉRICA / de cómo esta tierra era el nuevo mundo

América.
arquitectura de oro hurgado en el corazón,
agua que baja del nevado para perderse en el llano incierto,
helechos verdosos en la ribera enmudecida.
bosque de piedras, constelaciones girando al ras de la tierra,
promontorio de aves que migran inmóviles en un vuelo eterno,
repliegue de olas frente a las Islas Galápagos, luz temblorosa
que se rompe a hachazos, agua empozada en la noche.
pasto crecido para el ganado de la sepultura.
tropel de caballos de paso, panal de enjambres de abejas tropicales,
sol del caribe frente a Guantánamo. ave rasante.
serpiente centroamericana que serpea en la maleza.
zarpazo de puma, árbol de cedro derribado, nido de cóndores
que vuelan por los Andes tras la presa, nevado de la Patagonia,
puente colgante sobre el Vilcanota. danzante de tijeras.
glaciar deshielándose en el Callejón de Huaylas.
abrevadero donde van a beber las reses recién nacidas,
guerrillero de libertades eternas, sol que nace con el canto del gallo,
enredadera de hiedra sobre las casas viejas,
arco iris amarrado a dos piedras pequeñas,
vigas de donde cuelgan estrellas y una campana en Isla Negra,

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lluvia que nos moja cuando nos besamos, hurones
durmiendo boca arriba. dardo envenenado sobre un penacho
de plumas de guacamayos.
cuajo de sangre sobre el suelo, isla rodeada por barcos
camaroneros, auquénidos que beben la leche materna,
yaraví que se escucha cuando se cierra los ojos,
trochas que se abren para alcanzar las entrañas
de esta América que precede a la eternidad.

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MATRIZ VERDE / del verde como color de la natura

estoy recorriendo los espacios de las procreaciones,


las entrañas de América me muestran los dolores del parto.
madre genésica,
verde al sur con cactus pequeños,
verde al norte destrenzada de cabellos verdes,
verde ensanchado a los extremos,
voy mordisqueando el verdor hasta romper mis dientes.
el sol calienta la piel mientras camino sobre este tapiado
de yerbas verdes.
todo es verde a mi alrededor, esta isla es verde a perpetuidad,
verde vendaval, verde lluvia que cae sobre el tejado,
nervadura verde, verde safari excavado desde sus entrañas,
matriz verde cepa, hongo crecido, hojas verdes con flores verdes violetas,
germinaciones verdes.
el litoral se extiende mientras busco tu cuerpo entre el follaje crecido.
camino y al andar la tierra se recrea haciéndose más imperecedera,
más ladeada a los extremos y más honda al centro.
estoy en el centro, en esta hollada de verdor,
y la nieve no cae porque no hay nieve verde,
y la noche no se eterniza porque no hay noche verde,

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y el cielo se estremece de un verdor que solo es posible ver
desde este punto verde de nuestra América que crece
indetenible.

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RAZA AMERINDIA / de los pueblos de la tierra nueva

solo queda la luz rota,


el largo día hecho polvo,
unos ojos de raza nacidos de la tierra,
raza amerindia, piel de barro cocido,
de helada en las alturas,
de trigo en el pajonal,
rostro maya avasallado,
rostro mapuche expuesto al sol antes del ocaso,
rostro wanka caucásico derribado a pedradas,
gesto guaraní taladrado en hierro,
arrastrado de los cabellos al fogón,
manos caribeñas pulverizadas en la hoguera,
ojos de azar,
voz náhuatl gritando a la hora del parto,
ojos de piedra en la noche,
ojos wayuu en la noche rota a la postrimería del silencio,
noche de abismos sin estrellas, solo fogatas,
solo leña apagada,
un caballo momificado ocupando los espacios,
hay cruces y espadas,

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socavones que se profundizan en la huida,
una ciudadela inca devastada,
una luz chibcha apagada con las manos,
un sol rupestre hecho cenizas.

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MADRE AMÉRICA / de lo que es la vastedad de la
tierra del sol

oler a tierra cuando la tierra sea un promontorio de olvidos,


cuando el hacha haga las cicatrices de donde nacerán
las procreaciones.
oler a matriz ensangrentada,
a hoguera que se expande para iluminarnos en la oscuridad
sobre esta cordillera imperecedera.
mirar el mar asible y su vastedad afilada,
mirar los peces que vuelan en los picos de los pájaros,
las estrellas ígneas haciendo constelaciones.
medir el polen que retoña en el hierbajo,
la naturaleza muerta amontonada en la vertiente de los ríos.
escuchar el manantial en un poema,
el ruido de una diagonal que lleva al nido eterno.
pesar el gramo de oro anudado al cuello del nativo muerto,
el mineral arrancado de su cordón umbilical.
oler el deshielo que baja hacia su fosa,
tocar los peñascos cuando solo sean pequeñas piedras
y estén extendidos bajo tus pies.
moldear la caoba hasta hacer un corazón atravesado
por un puñal en el lecho impío.

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alzar en nuestras manos un trébol para la resurrección,
un pájaro para que eche vuelo al ayer.
amarrar el viento que trae los enjambres hacia nuestros ojos,
los remolinos que levantan la paja y dejan caer los granos.
abrir con las manos todos los caminos que llevan a América,
todos los caminos que llevan al sol, todos los caminos
que llevan a la gran MATRIZ.

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LUZ HECHA A GRITOS / en que la luz alumbra el mundo

aquel promontorio de luz es la luz hecha a gritos.


puñado de fragua que ilumina el mundo.
un cuervo anida hace siglos sobre un tejado abandonado,
ulula en la noche bajo la luna desollada.
lebreles corren tras el sol rupestre hasta perderse en una
montaña andina.
graniza a medio día naciendo los glaciales más imponentes,
se eclipsa el sol,
la hoguera se apaga de un soplo del Salcantay,
hay agua empozada y caimanes que juguetean sobre ella,
la espesura de la hierba devora los árboles podridos,
se ahueca la tierra hasta el subsuelo para extraer el latido más hermoso,
se extrae el corazón con las dos manos para alzarla al sol.
hay vapor, un arco iris en solsticio,
helechos alrededor del movimiento más insignificante,
un quetzal en blanco y negro parado sobre una rama muerta,
los goterones que caen sobre los arrecifes,
la marea que sube por las noches haciendo naufragar las embarcaciones,
la luz del día refracta sus colores sobre los puquiales,
el mar se aquieta frente a la procreación,

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hay canto rodado alrededor,
huacas abandonadas,
pellejo de auquénidos en el suelo para pasar la noche,
un camino desdibujado con los pies,
pájaros dormitando en los nidos después de las exterminaciones.

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PRIMERA TIERRA / de cómo la vida se desarrolla en la tierra madre

sobre esta tierra está el cuchillo ensangrentado,


el árbol inconcluso, la rama incinerada.
está el río desollado que baja de las alturas
a perderse en el gran lodazal,
está el trigal esparcido entre las piedras,
el viento que da vueltas levantando el mismo anillo de polvo,
los animales que se revuelcan después de su muerte.
hay lejanías de voces, ecos silenciados.
sobre esta tierra está la tumba que se abrió ayer,
las cenizas del pájaro que voló al más allá,
está el pueblo que enarboló la bandera de su desesperación,
la mujer que parió a los hijos no deseados,
el cordón umbilical que se unió al latido más imperecedero,
la madre perpetua esperando a que llegue el hijo
y no llega nunca.
ahora el camino de regreso se ha borrado,
la casa de la abuela se ha caído innumerables veces,
los pequeños han crecido,
la mujer que amó se fue una mañana de octubre
para no volver,

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todo es un cuenco vacío,
un redil con animales muertos,
una bala perdida que te busca.
sobre esta tierra está un reguero de pólvora,
cruces herrumbrosas que ya nadie recuerda,
unos nombres que se confunden con la nada,
una luz hecha de enmudecidas muertes.

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MADRE AMÉRICA / de los pasos que tramontaban la tierra nueva

he viajado al sur a ver los relámpagos.


he llegado hacia aquel páramo baldío abandonado
hace siglos.
es la otra margen del mundo.
nadie me espera solo la emboscada bajo la niebla,
solo los pasos próximos que daremos mañana
sobre esta tierra semimuerta.
he ido a buscarte después de muchos años,
a tocar tus manos inconclusas, tus cabellos de ayer,
tu árbol niño extraído de algún cuento de hadas,
ya no hay culpas solo espacios lejanos,
un caballo lejano pastando en la llanura,
una nube lejana que traerá el diluvio para ahogarnos.
subiré las escalinatas de piedra hacia la cima inalcanzable,
cruzaré el desierto,
las líneas del colibrí que aún no han echado vuelo,
bordearé tu sepulcro,
las raíces resecas que han crecido en medio del camino,
cruzaré los Andes hasta la selva amazónica,
veré nacer el sol detrás de alguna montaña,

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nadaré en el Titicaca, haré relieves con mis dedos
sobre sus aguas,
buscaré el barco anclado en lo más hondo del olvido,
recorreré América sobre este asno semivivo,
iré a buscarte en un prototipo de pájaro que parezca
un canturreo andino anunciando el parto más eterno.

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II

LIBRO DOS
I. m a r d e l a h e r r u m b r e

estoy frente al mar de la herrumbre,


hay un barco muerto flotando en sus aguas,
estorninos volando libres, ineludibles a nuestras miradas.
las olas rugosas vienen y van casi caóticas,
siempre batientes, dispersas,
trepan por las rocas imperecederas.
el sol nos quema en enero mientras avanzamos
sobre la arena que no cesa de crecer,
hay una angostura anchándose al horizonte,
un falso plomo asechándonos,
las olas nos abrazan,
el hierro golpea nuestros cuerpos.
yo enrosco mi cuerpo en el mar
bajo las rompientes olas que deletrean mi miedo.
todo es mar.
todo es un pedazo de mundo sobre el mar,
las manos del orfebre moldeando
unos ojos que miran el mar.
mar descuartizado.
mar destrozado a hachazos.
balbuceante mar cubierto de harapos.
inmarcesible mar del horror.

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II. m u n d o e n l í n e a s

el desierto imperecedero.
la arena rugosa que se extiende en su más
extensa longitud.
solo hay luz sin sombras,
solo enmudecidas planicies bajo el sol,
hay atardeceres alrededor deteniéndose.
frente a las costas del sur se levanta una formación
de tierra calcárea haciendo líneas en espiral,
surcos escarbados con los dedos recién extraídos del parto.
siempre una planicie vacía,
siempre formas enraizadas subiendo a lo más alto del Perú.
un colibrí desplegándose a la libertad,
huyendo de lo inanimado,
sus plumas de colores están petrificadas en un maravilloso vuelo.
todo es un vuelo sin final.
un mono capuchino del Amazonas en unas líneas
que se proyectan hacia la simiente de la selva inaccesible.
por las noches un candelabro alumbra estas líneas
que se angostan hacia el centro del mundo.
bajo un cielo lleno de estrellas un alfarero traza líneas

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sobre la espalda de su mujer,
espalda nupcial,
espalda nazca que se levanta como una muralla de piedra
y hace el paisaje perfecto.

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III. e t n i a v e r d e

el río Amazonas avanza raudo hacia el centro de la


matriz,
sobre ella un barco a vapor navega patriarcal.
un solo de Piazzola amuralla el paisaje.
algunos nativos con lanzas recién aguzadas huyen
espantados.
todo está enroscado, las raíces, las lianas, las serpientes
que se anudan a la presa,
un panal de abejas que cuelga de una rama herida,
la cola del mono.
toda América está enroscado bajo el sol,
un faisán atravesado por una flecha está enroscado en
su muerte.
el agua se extiende enroscándose en sus profundidades,
un caimán escupe un pez deshecho en sus colmillos.
la espesura parece tapiarlo todo.
América se extiende enroscándose al mundo.
rugosas plantas crecen preñadas de verdor.
hay música enroscándose en el aire
mientras los guacamayos vuelan en bandadas

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multicolores.
la música que viene con el Amazonas
se extiende a lo largo del continente,
el agua se enrosca succionándolo todo.
América crece enroscándose a la Vía Láctea.

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IV. t o d o e s m a t r i z

el ganado nos muerde.


sus pasos lentos y torpes se encaminan
al comienzo de las procreaciones.
sobre el cielo un cóndor husmea el paso,
unas praderas relucientes se avistan a lo lejos,
el ichu crece.
a los extremos grandes puyas se levantan
como torres de hierro, nada es más inmenso y hermoso.
del subsuelo fluye el agua
y hace riachuelos que se alargan como raíces
hasta alcanzar el inicio del mundo.
hay un lago preñado de aguas rotas,
una oveja preñada partida en dos.
todo es matriz, el suelo, el subsuelo, el lago, el cielo,
el ganado que se confunde entre la hierba,
los rayos del sol que incendian las praderas,
el follaje amarillo,
el cóndor que alrededor de su presa vuela deificado,
el riachuelo que baja serpenteando los caminos que conducen
al nacimiento de la cordillera indómita.

todo es América que deslumbra.

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V. p i e d r a d e l a d e i d a d

Cusco reverdece a la vastedad,


en ese intersticio de las piedras que edifican
muros impenetrables,
ciudadelas de la deidad.
veo un latido indetenible,
un sol asible que se extiende por todo el campo
donde crecen raíces imperecederas.
hay árboles silenciosos anidados por fetos de pájaros,
helechos donde los pasos han de irse raudos,
un cortejo raudo sigue dando vueltas.
hay pasos endurecidos en el cieno,
pasos de una huida rauda.
sobre los andes hay ichu apisonado,
auquénidos bordeando las murallas de piedra,
relieves que se ahuecan tras los pasos exploradores,
resoplados pasos que el embrión hace mover.
esta tierra Inca dispersada por todo el continente,
derribada por un certero golpe de acero.
Cusco se levanta sobre esta tierra mineral
por donde voy raudo con pasos enumerados
al corazón del mundo.

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VI. c a m i n o a l s u r

andar al sur hacia la infinitud.


llegar a la cresta del mundo sobre un caballo del ayer.
caminar por una senda que serpea al pasado,
una hondonada de osamentas,
declives que te arriman hacia los buitres,
una ruta sobre un terral extendido para andar mañana,
un vacío lleno de cepas,
sombras de pájaros que vuelan longitudes inextensas.
yo tenía un caballo mohíno,
yo tenía la vértebra de un caballo desdoblado sobre la grama,
tenía su cerviz galopando por toda América,
con mi poncho de hule bajo la lluvia que caía en enero,
subía y bajaba jadeante con mis sandalias
de cuero crudo amarrados a mis pasos,
andaba caminos que se bifurcaban siempre.
yo caminaba al sur hacia las primeras migraciones,
caminaba recolectando los frutos de mi locura,
coleccionando pájaros azules recién coloreados
por mi hijo menor,
hoyaba con las manos la tierra para llegar a su simiente.
las hojas caen en otoño presagiando los largos días,

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los goterones aún mojan el camino de regreso,
el sol aún sigue impregnado en mi piel,
los pasos raudos me acercan al centro, al corazón de oro,
a esa veta mineral que se extiende a nuestros pies.
un vendaval de pájaros que vuelan a la usanza de los pájaros viejos,
árboles antediluvianos, piedras volcánicas recién crecidas,
una angostura donde andar sin saber a dónde ir,
una diagonal hacia los latidos más imperecederos.
solo escalar la América y no descender jamás.

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VII. c h a v í n o e l i n i c i o d e l m u n d o

resplandece el sol,
mis pasos se acercan al centro en una diagonal inesperada,
un montículo de piedras desesperadas hace la cuadrícula.
alrededor nuestro,
el orden simétrico dándonos aquella distancia necesaria
para la contemplación del origen,
el cielo se extiende hasta contenernos,
la tierra malva telúrica alrededor,
los árboles de molle creciendo,
tu piel cebada por mis manos a la hora del inicio del mundo,
tus cabellos rojos neonatos como crines arrancadas
en la huida.
avanzamos hacia la piedra,
hacia la entraña que esconde la matriz,
hacia la redondez de esta inmensa heredad andina.
un lanzón atravesando tu corazón y el mío,
bocanadas de humo gravitando en el aire,
piedra triturada, moldeadas con las manos,
una cabeza clava ladeada hacia la sepultura,
una pared de granito apisonada,
columnas para sostener el mundo
cuando el mundo nos contenga por siempre.

43
VIII. e l g r a n e m b r i ó n

ascendía hacia el gran embrión,


hacia una vertiente donde nacía la raza amerindia.
la lluvia caía apagando la hoguera de los ancestros,
nadie había alrededor,
solo el vapor de una tierra naciente que se acrecentaba.
sentía su vastedad, sentía su pulsación acelerarse.
sobre el escarpado el gran nevado, sobre el nevado la soledad,
en la soledad yo temblando hasta alcanzar la cima,
hasta alcanzar aquella bandera de colores
llena de cicatrices,
desde la cima veía la vía láctea,
veía el amanecer de mañana, el ayer de hoy.
desciendo,
el sol calienta el camino que recién harán mis pasos,
mis lentos pasos que de pronto son solo huellas fosilizadas.
extraño la casa materna inconclusa,
la ventana agujereada que ha crecido
con vista a los adioses,
la lámpara que se enciende en la noche
para alumbrar solo los entornos.
yo he descansado sobre el hato de hojas

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de este árbol agonizante, de estos días postreros.
yo he bebido del agua empozada en una cuenca del Huascarán,
he comido del ave que volaba sobre las piedras volcánicas,
he amado a la mujer que miraba la luna sobre este suelo calcáreo,
he vivido enroscándome sobre esta tierra apisonada
llena de procreaciones.

45
IX. l a c i m a d e l m u n d o

tengo la tarde frente a mí tensado a una silenciosa


espera que no termina.
he salido temprano a desenterrar los restos de una
mañana muerta.
la senda que va al sur por estas calles casi desiertas
conducen al mismo embrión de piedra,
al Alto Perú bajo una puerta que da al sol.
los ojos del Wiracocha nos ven ascender
a la cima del mundo.
tengo la tarde recién nacida para los días de invierno,
oquedad que se aposenta en las alturas.
veo un lago madre,
archipiélagos que albergan pájaros rotos sobre las ramas
que vuelan, islas trenzadas al subsuelo,
el Titikaka y sus Uros de oro.
una balsa de totora surcando el agua genitora.
un grito perdido al pie de las germinaciones.
la oscuridad en este arco iris que se ha formado
para sacralizarnos.
he salido a buscar a los ancestros,
esos pasos viejos,

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esas aves altiplánicas brotadas de la tierra,
esa piel rupestre quemada por el sol,
ese resuello tras la puerta.
sobre un campo de molle voy andando
hacia los latidos del mundo.

47
X. e m b r i ó n m a y o r

eres tú el sol y la tierra en su embrión mayor,


el espacio que hay entre dos dolores a la hora del parto,
la lluvia que me moja con su espesura
cuando los intersticios nos asfixian,
eres la rompiente ola que hace nacer los abismos para los suicidas,
el vapor que se eleva delineando pájaros que vuelan,
eres el trigo y la quina nacida,
el agua que baja hasta la matriz,
el nido de peces que revolotean sobre el río de relave,
tus ojos están tejidos en lianas con estambres de oro,
tus cabellos aymaras enmudecen entre mis dedos que crecen bajo el sol,
tus pestañas son plumas de pavo real que se abren al mundo,
todas las islas toman las formas de tus senos,
los paisajes descansan en el altiplano con tu piel tocada por mis manos,
mis manos tremolantes, ahora rotas.
eres la trilla al sol, el guiño a través del ventanal inventado para ti,
la línea horizontal que se desvanece al atardecer,
tus pies crecen para emprender el regreso a casa
mientras humea el leño seco que nos señala el lugar,
el alfarero moldea el barro del edén,
estás tú sentada en la simiente del mundo,

48
preñada de toda América para dar luz al sol,
para dar luz a la lluvia y a los bosques inaccesibles,
para hacer volar los pájaros cuando los pájaros solo sean rumores.
la mano nupcial envolvente, el polen de luz,
la luz cuando entre por la ventana de mi habitación
y me descubra junto a ti
América América.

49
III

LIBRO TRES
HISTORIA UNIVERSAL DE AMÉRICA

ojo abisal. acero primitivo.


tierra que permanece desentrañada
por los dedos.
afilados dedos. manos de caoba.
mar de exhumaciones incontrolables. vientos fúnebres.
todo es páramo de oro.
carabelas de trapos raídos echados al mar de la muerte.
mar rupestre. mar apisonado como sepultura.
mar total.
al sur están tus ojos. al sur tus cuatro dolores inmensos.
caballos de madera galopando sobre el mar.
sur desmembrado. tierra avasallada repetidas veces.
costa septentrional. planicie herida.
treinta mil cráneos rotos expuestos al sol.
treinta mil carabelas encalladas.
tierra desenterrada. tierra de treinta mil manos cercenadas.
tierra destejida. tierra siempre amontonada.
el hierro cae sobre la tierra partida.
alfiles de acero.
puñales que a vuelo lento te atraviesan el alma.
desollados ojos. Cajamarca ha caído.

51
el metal se ha alzado sobre la piedra.
hay luz roja regada sobre la tierra.
una cosmogonía andina que agoniza.
crepúsculos apagados. cicatrices abiertas.
voceríos inoídos. vasijas desmembradas.
la parentela es reducida a cenizas.
muertos abatidos en nombre de Dios.
polvo de oro. cabelleras incendiadas.
cuerpos acéfalos. orbitas vacías.
la muerte ha rondado en todas las latitudes
haciendo el trueque final.
la vida ha dado paso a la penumbra.
guardián de la piedra. piar de pájaros.
caballos de hierro abriéndose paso en las alturas.
Cajamarca en un mar de tropelías.
la antorcha alumbra el imperio que se apaga.
piedra viva. reverbero despellejado.
sacrilegio al Dios de piedra.
un cuarto de oro es el mundo.
Atahualpa baja los escalones de piedra que
se extienden hacia el abismo.
conversión in extremis.
el garrote estrangula el linaje.
latigazos rastreros. vértices devastados en su nexo.

52
una historia hecha sobre la savia de la tierra.
el imperio de piedra se alza en Cusco.
una marcha atraviesa los Andes.
luz diseminada. Tahuantinsuyo desplomado.
piedra informe. antorcha apagada.
batán que da origen a todas las cosas.
cántaro de agua que se eterniza bajo el lodo.
telar de arco iris destrenzadas por el tiempo.
huaca saqueada. quincha incendiada.
promontorio de adobes pulverizados.
siembra herida. ornamenta de oro.
olla de barro cicatrizada. mascaypacha muerta.
ayllu roto. primigenia desaparecida.
atados indescifrables destruidos. códigos de Dioses.
cuño para trepanar. rayo apisonado.
osamenta en la aridez del centro de la tierra.
cuenca amazónica. frutal desprendido.
omagua de follaje que reverbera.
luz verde. viento acallado.
lluvia bajo un torrente de rocío.
arco iris en blanco y negro.
pongo intransitable. heredad hecho polvo.
río que se desprende de la cima del mundo.
árboles cortados a dentadas.

53
Kuelap escondido en la maleza.
llano pantanoso. floresta quemada.
terraplenes que suben y bajan.
paludismo a ras de la tierra.
balsero en el Titikaka dando vueltas por años.
fauna arrancada de sus raíces.
ichu apisonado. camélidos en las alturas.
montañas blancas que se hacen negras.
serpiente tallada en piedra.
tejados rojos. granizada postmortem.
bueyes que desentrañan la tierra.
yaraví extinguido. quipus avasallados.
urdidora de relámpagos.
cadena de cerros que se anudan.
indio desollado.
andenes que se alargan hasta tocar el infinito.
agricultura sobre la tierra de sequía.
Tahuantinsuyo fosilizado.
huayno desprendido de la natura.
danzantes de tijeras.
pendiente hacia el parto del Perú.
lluvia que gotea en los tejados.
pájaro sin vuelo. leña muerta.
guacamayo disecado.

54
tierra mineral cercenada desde sus entrañas.
sable sobre el nido. buey de hierro.
oro desenroscado de la matriz del mundo.
látigos que abren surcos.
azotes sobre la espalda.
equino insepulto. parto interrumpido a perpetuidad.
sangre salpicada al rostro.
gesto cetrino. fosas amontonadas.
leche materna derramada en la tierra.
luz hecha pedazos.

55

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