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Autorretrato de Espaldas Versión FInal Chan Chan OK
Autorretrato de Espaldas Versión FInal Chan Chan OK
Como tu amigo era escritor, o estaba en eso desde hacía años, le tomaste
unas fotos en ese café. Le sacaste fotos de espaldas: te pareció una buena
toma que estuviese mirando a través del ventanal del bar, con un café y un
libro y una libreta, mirando hacia afuera al mundo cruel.
En tu taller decidiste que el cuadro sería en una gama de azules, para dar un
clima. Planteaste la figura sin dificultades, conocías a tu amigo de sobra, con
su gesto de espalda encorvada. Y el ambiente del café se desplegó con sus
mesas, ceniceros y sillas.
Cuando le llegó el turno a la vista a través del ventanal, supiste que por ahí
pasaría una mujer. Tu amigo admirando la belleza femenina; eso es lo que
querías plasmar.
Con que fuerza apareció. Era ella, indudablemente; con quién estabas teniendo
tus últimos encuentros, aunque todavía no lo supieses.
Hoy sabes que ella fue tu musa expiradora en ese momento. Porque en ese
cuadro iba pasando, y por tu vida, se estaba yendo también.
Pero lo más curioso del caso es que poco después de regalarle ese cuadro a tu
buen amigo, tu buen amigo dejó de serlo. También pasó eso. Entonces, en el
recuerdo, esa pintura adquirió otro significado.
Después de todos aquellos años; de aquella época, solo queda este recuerdo
que hoy vuelve en esta noche de invierno.
Y te decís: esa pintura tiene tres personajes, aunque solo se vean dos.
Entonces, concluís, no es más que una foto antigua, un fantasma fuera del
tiempo que continuará contemplando por siempre su pequeño mundo añorado
que ya no es de este mundo.
Chan chan.