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Contaquio I
Oh Cristo nuestro Dios, que elegiste a la purísima Virgen de entre todas las generaciones y
naciste de ella en la carne, nosotros, Tus siervos, te ofrecemos himnos de agradecimiento. Y
como tienes una inefable misericordia, oh Maestro, libra de toda clase de desgracias a los que
te clamamos: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, que te encarnaste por nosotros, gloria a Ti!
Ikos I
1. Gloria a Ti, oh Hijo de Dios, que fuiste engendrado del Padre antes que existiera el tiempo.
2. Gloria a Ti, que con el Padre y el Espíritu Santo creaste todas las cosas.
9. Gloria a Ti, que abriste de nuevo el paraíso, que fue cerrado a causa de la desobediencia.
11. Gloria a Ti, que hiciste de la cueva un cielo en la tierra y refugio del mundo.
12. Gloria a Ti, que mostraste a la Virgen, que te dió a luz, como el trono de los querubines.
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Contaquio II
Contemplando que su Señor había recibido la carne de la purísima Virgen, los ángeles
incorporales se llenaron de asombro y se dijeron: “Este es un misterio glorioso fuera de todo
entendimiento”. Y maravillándose por Su inefable condescendencia, cantaron con temor:
¡Aleluya!
Ikos II
Toda la creación noética se llena con asombro, y con agradecimiento alaban el misterio de Tu
Natividad, oh Maestro. Las huestes del cielo se regocijan, cantando: “¡Gloria a Dios en las
alturas”, y en la tierra, los hombres se llenan de alegría, y claman incesantemente:
7. Gloria a Ti, pues por ella, llamaste a los Magos para que Te adoraran.
10. Gloria a Ti, que nos has dado el entendimiento para alabarte.
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Contaquio III
El Dios de paz y Padre de la compasión, que es poderoso en fortaleza, vino a la tierra para
salvar al mundo que perece, y en Belén, nace ahora como hijo de la Virgen, a quien mostró
como una Madre y Mediadora de la salvación para los que glorifican Su encarnación y cantan:
¡Aleluya!
Ikos III
Teniendo a la que Te dio a luz de una forma purísima, como intercesora ferviente por
nosotros, cantamos con regocijo el misterio de Tu Encarnación: Oh Maestro, glorificamos Tu
Natividad de la Virgen que agradó a Dios, clamando:
3. Gloria a Ti, que nos has mostrado el abismo de Tu amor por la humanidad.
6. Gloria a Ti, que has dicho a los ángeles que se regocijen por su hallazgo.
9. Gloria a Ti, que has unido a los hombres y los ángeles en un único rebaño.
11. Gloria a Ti, que nos has mostrado Tu gran e inefable misericordia.
12. Gloria a Ti, que nos has amado más que todas las demás criaturas.
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Contaquio IV
El casto José, que antes tuvo una multitud de pensamientos dudosos, ahora contempla
multitud de hechos gloriosos en la cueva divina, pues aunque contempló como hombre a
Aquel que nació de la Virgen, ahora comprendía, por las cosas que le habían sido reveladas,
que Él es el verdadero Dios. Por eso, rindiendo homenaje a Su divinidad, cantó con júbilo:
¡Aleluya!
Ikos IV
Los pastores escucharon al ángel proclamar que el Salvador del mundo había nacido en la
ciudad de David, y corriendo rápidamente, lo contemplaron acostado en el pesebre, como un
cordero intachable que ha sido tendido sobre el vientre de la Virgen, mientras La que le dio a
luz lo protege, y José está en pie con temor. Y contaron lo que se les había dicho, e
inclinándose ante el Recién Nacido, dijeron:
2. Gloria a Ti, oh Hijo de Dios, que nos has revelado un inefable milagro.
3. Gloria a Ti, que has hecho que escuchemos el canto de los ángeles.
5. Gloria a Ti, que has hecho que los ángeles y los hombres Te alaben.
7.Gloria a Ti, pues los que moran en el cielo se regocijan con los de la tierra.
9. Gloria a Ti, pues has mostrado que el poder del maligno es impotente.
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Contaquio V
Contemplando la divina estrella que señalaba de antemano la natividad de Cristo, los Magos
la observaron, y por su guía, llegaron al Inaccesible y contemplaron al que es invisible. Y por
eso, se regocijaron clamándole: ¡Aleluya!
Ikos V
Los reyes persas, viendo al Rey de reyes sentado sobre los brazos de la Virgen como sobre el
trono de los querubines, comprendieron que Él es el Señor, aunque había asumido la forma
de un siervo, y se apresuraron a ofrecerle presentes: oro, como Rey de todo; incienso, como
Dios, y mirra, como Inmortal. Y cumpliendo con toda obediencia, cantaron:
2. Gloria a Ti, pues por una estrella nos has convocado a rendirte homenaje.
7. Gloria a Ti, pues has iluminado a todos con la luz del entendimiento.
8. Gloria a Ti, pues por Tu Natividad has abolido el engaño del politeísmo.
10. Gloria a Ti, pues nos has enseñado a adorarte con el Padre y el Espíritu.
11. Gloria a Ti, pues has aplastado la cabeza de la serpiente que nos seducía.
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Contaquio VI
Cumpliendo las profecías referentes a Ti, que fueron pronunciadas por los heraldos
agradables a Dios, Te revelaste sobre la tierra, oh Salvador, naciendo ahora de la Virgen pura
en una cueva miserable. Y aunque rico, voluntariamente Te empobreciste por nosotros, para
enriquecer a los hombres, que te cantan ahora con fe: ¡Aleluya!
Ikos VI
Resplandeciste de la Virgen, Tu Madre, que no conoció varón, oh Jesús, brillando como el sol
y alejando la oscuridad del engaño. Y todos los demonios temblaron, incapaces de resistir a
Tu poder, y el Hades, contemplando el milagro, se llenó de terror. Y nosotros, Te clamamos
en acción de gracias:
3. Gloria a Ti, pues por Tu nacimiento llenaste de temor al príncipe de las mentiras.
5. Gloria a Ti, pues has iluminado a todos con la luz del conocimiento de Dios.
7. Gloria a Ti, oh Roca, que has vertido el agua de la salvación sobre todos.
9. Gloria a Ti, pues como el sol, has iluminado a todos por Tu Natividad.
10. Gloria a Ti, pues has hecho brillar al mundo con los rayos de la gracia.
12. Gloria a Ti, pues nos has liberado de la maldición de nuestra raza.
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Contaquio VII
Deseando revelarnos el misterio oculto desde antes de todos los tiempos, mostraste el
misterio a los siervos de toda la creación, oh Salvador: a Gabriel, de entre los ángeles; a la
Virgen, de entre los hombres; a la estrella, de entre los cielos, y de entre la tierra, a la cueva
donde fue Tu complacencia el nacer. Por eso, maravillados por Tu inefable sabiduría, Te
clamamos: ¡Aleluya!
Ikos VII
1. Gloria a Ti, oh Hijo de Dios, pues mostraste a la que te dio a luz como Madre de la
misericordia.
11. Gloria a Ti, pues nos has vestido con la vestidura de la salvación.
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Contaquio VIII
Viendo Tu asombrosa y gloriosa Natividad, que tuvo lugar en la cueva, despreciemos aún
más las vanidades del mundo, pues la Mente divina apareció en la tierra como un hombre
humilde, para que pudiera conducir al cielo a los que Le claman: ¡Aleluya!
Ikos VIII
Eres todo deseo y toda delicia para los que Te aman y glorifican Tu divina condescendencia,
oh Cristo Dios, pues, habiendo nacido de la Virgen purísima sobre la tierra, conduces al cielo
a los que te cantan:
10. Gloria a Ti, pues nos has limpiado de la deshonra del pecado.
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Contaquio IX
Ikos IX
Vemos a los oradores más elocuentes mudos como peces al contemplar Tu encarnación, oh
Maestro, pues no comprenden cómo siendo un Dios perfecto, Te apareciste como un hombre
perfecto, y cómo naciste de la Virgen que no conoció varón. Pero nosotros, rechazando
ahondar en estos misterios, Te glorificamos sólo con fe, clamando:
6. Gloria a Ti, pues rompiste las redes a los que inventan mitos.
7. Gloria a Ti, pues mostraste la luz del conocimiento divino sobre todos.
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Contaquio X
Deseando salvar al mundo que perece, el que todo hace bello, nace de la Virgen como un
niño. El que suelta los lazos intrincados de las transgresiones es envuelto en pañales y puesto
en un pesebre, y siendo el Hijo de Dios, se hace el Hijo de la Virgen, y dispone sabiamente
todas las cosas, para poder salvar a todos los que Le cantan: ¡Aleluya!
Ikos X
Herodes, el enemigo de Dios, se mostró como un pilar y muro de la maldad opuesta a Dios y
una semilla de gran iniquidad, que intentó asesinar al que da la vida a todos, y por su
mandato, muchos niños inocentes fueron degollados por la espada, como semillas inmaduras.
Por eso, habiendo alejado toda maldad de nuestros corazones, glorifiquemos al que vino a
salvarnos, clamando:
2. Gloria a Ti, pues has contado entre los ángeles a los niños que asesinó.
9. Gloria a Ti, pues por Tu Natividad, santificaste el vientre de la que te dio a luz.
10. Gloria a Ti, pues aceptaste la admiración de los pastores y los presentes de los Magos.
11. Gloria a Ti, pues enseñaste incluso a las criaturas irracionales a servirte.
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Contaquio XI
Toda alabanza a Tu encarnación por nosotros queda corta, y a los que desean ofrecerte una
alabanza apropiada, el silencio es mejor. Pues aunque te ofreciéramos himnos tan numerosos
como las arenas del mar, oh Santísimo Rey, no haríamos nada como es debido. Por eso, Te
cantamos con temor: ¡Aleluya!
Ikos XI
2. Gloria a Ti, oh Sol de justicia, que nos has iluminado por Tu Natividad.
4. Gloria a Ti, pues has vertido sobre nosotros los ríos torrenciales de la gracia.
5. Gloria a Ti, pues has provisto ricamente el agua de la salvación como bebida.
6. Gloria a Ti, pues a los que Te aman, les has mostrado que Tu yugo fácil y Tu carga es
ligera.
10. Gloria a Ti, pues nos has dado consuelo por el renacimiento.
11. Gloria a Ti, pues Te has mostrado como nuestro mayor Deseo.
12. Gloria a Ti, pues nos has reconciliado con el Padre, aunque éramos Sus enemigos.
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Contaquio XII
Oh Salvador nuestro, que viniste para dar la gracia a todos y para pagar las deudas de los
hombres por Tu encarnación, paga también nuestras deudas y haz pedazos el registro de
nuestros pecados, para que podamos glorificar Tu inefable Natividad y cantar sin cesar:
¡Aleluya!
Ikos XII
1. Gloria a Ti, oh Hijo de Dios, que eres adorado en las alturas con el Padre y el Espíritu.
2. Gloria a Ti, que eres adorado por las huestes del cielo y de la tierra.
3. Gloria a Ti, que has desvelado el misterio oculto antes de que comenzara el tiempo.
7. Gloria a Ti, pues reafirmas los cetros de los que reinan con piedad sobre la tierra.
8. Gloria a Ti, pues adornas a los jerarcas devotos y a los sacerdotes con la sabiduría y la
majestad.
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Contaquio XIII (Este contaquio se repite tres veces)
Dulcísimo y compasivo Jesús, nuestro Salvador, Creador y Maestro. Acepta nuestra pobre y
humilde súplica, nuestra acción de gracias y glorificación, como aceptaste los presentes y la
adoración de los Magos. Preserva a tus siervos de todo peligro. Concédenos el perdón de los
pecados, y libra del tormento eterno a los que glorifican con fe Tu Natividad de la Virgen, y
que Te claman sin cesar: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Dulcísimo y compasivo Jesús, nuestro Salvador, Creador y Maestro. Acepta nuestra pobre y
humilde súplica, nuestra acción de gracias y glorificación, como aceptaste los presentes y la
adoración de los Magos. Preserva a tus siervos de todo peligro. Concédenos el perdón de los
pecados, y libra del tormento eterno a los que glorifican con fe Tu Natividad de la Virgen, y
que Te claman sin cesar: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Dulcísimo y compasivo Jesús, nuestro Salvador, Creador y Maestro. Acepta nuestra pobre y
humilde súplica, nuestra acción de gracias y glorificación, como aceptaste los presentes y la
adoración de los Magos. Preserva a tus siervos de todo peligro. Concédenos el perdón de los
pecados, y libra del tormento eterno a los que glorifican con fe Tu Natividad de la Virgen, y
que Te claman sin cesar: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
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(Se repite el ikos y el contaquio I)
Ikos I
1. Gloria a Ti, oh Hijo de Dios, que fuiste engendrado del Padre antes que existiera el tiempo.
2. Gloria a Ti, que con el Padre y el Espíritu Santo creaste todas las cosas.
9. Gloria a Ti, que abriste de nuevo el paraíso, que fue cerrado a causa de la desobediencia.
11. Gloria a Ti, que hiciste de la cueva un cielo en la tierra y refugio del mundo.
12. Gloria a Ti, que mostraste a la Virgen, que te dió a luz, como el trono de los querubines.
Contaquio I
Oh Cristo nuestro Dios, que elegiste a la purísima Virgen de entre todas las generaciones y
naciste de ella en la carne, nosotros, Tus siervos, te ofrecemos himnos de agradecimiento. Y
como tienes una inefable misericordia, oh Maestro, libra de toda clase de desgracias a los que
te clamamos: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, que te encarnaste por nosotros, gloria a Ti!
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Oración a Nuestro Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo en el día de Su Santa
Natividad:
Oh gran e inaccesible Dios, Padre sin origen, Hijo que eres igualmente sin principio, y Espíritu Santo
que eres igualmente eterno, y que das el ser a los seres que no tienen existencia, que salvas a los
que peligran, que das la vida a los muertos, que obras Tu voluntad sobre las huestes del cielo y en tu
morada terrenal, y que lo diriges todo según Tu maravillosa providencia. Inclina Tu oído desde las
alturas de Tu santidad, y acepta de nosotros, tus humildes e indignos siervos, a los que has revelado
Tu gran salvación de las plagas y las desgracias, estas súplicas agradecidas, confesiones y
glorificaciones, que te ofrecemos con nuestro corazón y boca. Pues no nos has tratado según nuestras
iniquidades, oh Señor, ni nos has pagado según nuestros pecados. Desde la antigüedad les dijiste a
los hijos de Israel que si no guardaban Tus palabras y no cumplían Tus mandamientos, harías de ellos
una nación de rostro avergonzado, que los exiliarías en sus ciudades hasta que sus muros fueran
quebrantados. Y sabemos que esta temible sentencia se ha dirigido también contra nosotros y
nuestros padres. Pues al dejar de temer Tu amenaza y no poniendo atención a Tu misericordia,
hemos abandonado el camino de Tu justicia y hemos andado según la voluntad de nuestros
corazones, y no hemos hecho intento de contemplarte en nuestra mente. Además, quitando toda la
importancia de la tradición de nuestros padres, Te hemos abandonado por otros dioses. Por estas
razones, nos asedia la mala suerte, como a los hijos del antiguo Israel, y por eso, no hemos
aprendido de sus lecciones, y los enemigos salvajes y voraces han venido contra nosotros. Pero Tú,
oh Señor Dios, compasivo y misericordioso, que eres Longánimo, grande en misericordia y verdad,
que quitas las iniquidades, las injusticias y los pecados, habiéndonos abandonado por poco tiempo,
ten misericordia de nosotros según Tu gran bondad, y habiendo visitado nuestra injusticia con Tu
vara, como hace un padre compasivo con sus hijos, perdónanos. Pues has mirado nuestra tribulación,
y sobre nuestras súplicas, no confiando en nuestra propia justicia, sino en Tu gran compasión, y por
eso nos inclinamos a Tus pies, oh Señor. Nos has mostrado el rostro de nuestros impíos adversarios,
para que, esfumándose ante el rostro de Tu Cristo, Tus enemigos se disipen como el humo, y los que
Te aman, brillen como el sol en todo su esplendor. Hemos visto, oh Señor, hemos visto, y todas las
naciones han visto en nosotros que Tú eres Dios y no hay otro mas que Tú. Tú quitas la vida y la das,
hieres y sanas, y no hay nadie que pueda librarse de Tu mano. Por eso, nuestro corazón se ha
establecido en nuestro Señor, nuestra trompeta ha resonado por nuestro Dios, y nos hemos
regocijado en Tu salvación. Te damos gracias, oh Señor, pues castigándonos, nos has reprendido
poco, no sea que nos perdamos hasta la muerte. Concédenos, oh Señor, que podamos guardar
memoria de Tu gloriosa visita, firme y constantemente en nosotros, para que estando firmes en Ti por
un temor filial, fe y amor, y protegidos por Tu poder, podamos siempre, como hoy, alabar y glorificar
Tu Santo Nombre. Confirma también Tu bendición sobre nuestras autoridades civiles, para que Tu
Espíritu bueno pueda estar siempre sobre ellos. En nuestra tierra, concede gran santidad a los
pastores, juicio y justicia a los que gobiernan, paz y tranquilidad al pueblo, eficacia a las leyes y
progreso en la Fe. Oh Señor de misericordia, extiende Tu misericordia sobre los que Te conocen, y
revélate incluso a los que no Te buscan; vuelve, incluso, los corazones de nuestros enemigos hacia Ti,
y hazte conocer por todas las naciones y pueblos en Tu verdadero Cristo, para que desde la salida del
sol, hasta su puesta, todas las naciones puedan, con un solo corazón, clamarte con una sola voz de
regocijo: “Gloria a Ti, Dios y Salvador de todos, por los siglos de los siglos”. Amén.
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