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EL TESORO ENTERRADO DE SIMPSON

Nicholas caminaba lentamente por la estrecha carretera de campo sujetando el


sucio trozo de papel fuertemente en su mano. En la distancia pudo ver a Buster de pie
contra la pared, fumando un cigarro. Nicholas estaba asustado. El sabía que estaba en
el territorio de Buster y que Buster probablemente le golpearía por estar allí. Como
siempre, Buster no estaba solo. Lewis y Driscoll, dos de sus mejores amigos, estaban
esperando órdenes. Nicholas sabía que el estaba en problemas. Buster siempre quería
demostrar que él era el jefe.
“¡Mirad, allí hay un conejo!”
Nicholas se detuvo de repente cuando los tres chicos corrieron hacia él. Buster tiró
su cigarro. El sopló su última calada a la cara de Nicholas.
“¿Estás sordo o sólo eres estúpido, eh Conejo?”
Nicholas tosió con cuando el desagradable humo llenó su nariz. El sintió un
repentino golpe en un lado de su cara. Su mejilla dolía y el quería llorar pero se
contuvo.
“Tú estás traspasando una propiedad privada, Conejo!” continuó Driscoll. Te he
dicho que te mantengas alejado de aquí.”
Los chicos le rodearon, y una pesada mano le empujó al suelo. Nicholas cubrió su
cabeza con sus brazos y cerró los ojos, esperando los golpes.
“¿Qué es esto?”
“Parece un felpudo.”
“Ese es el jardín del viejo Simpson”
“Sí! Pero ¿Para qué son todas esas cruces?”
Nicholas abrió sus ojos y levantó su cabeza. Buster estaba sujetando el trozo de
papel que él había dejado caer.
“Hey Conejo! ¿De quién es este mapa? ¿Para qué es?” Buster agarró a Nicholas
por el brazo y le levantó. Nicholas mantuvo su cabeza baja y no contestó.
“Vamos, dímelo antes de que yo ….!” Buster empujó a Nicholas contra la pared.
“Okay, okay! Es un mapa del jardín de Simpson.” Contestó reacio.
“Eso lo puedo ver, idiota. ¿Qué estás haciendo con él?”
Una vez más Nicholas rehusó hablar. Los 3 abusones se acercaron a él y supo que
ellos estaban esperando una respuesta.
“Es un mapa del tesoro enterrado de Simpson, pero sólo es una leyenda. Nadie
cree que realmente exista,” dijo él.
“Ah, no. ¿Entonces tú a dónde ibas?” replicó Lewis.
“Yeah! Por eso tuviste el valor de pasar por aquí! Tú esperas encontrar el tesoro tú
solo.”
“He oído lo del tesoro.” Añadió Driscoll. “dicen que el viejo Simpson enterró una
fortuna en su jardín antes de morir.”

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“Oh, no! Es sólo una leyenda. Nadie realmente cree esa historia.” Otro golpe hizo
que Nicholas cayera al suelo. Le dolía el brazo.
“Cállate! Yo juzgaré eso!” Buster dijo, sonriendo a los otros. “ahora, piérdete!”
Nicholas se puso de pie y se alejó.
“Sigue, corre!” Lewis gritó, riendo.
Nicholas corrió tan rápido como pudo. La risa y los gritos de “corre, conejo, corre”
venían detrás de él.
Una vez que el dio la vuelta a la esquina, se paró a coger aliento, y esperó. Como
era de esperar, los tres chicos estaban caminando hacia la casa del viejo Simpson
charlando juntos emocionadamente. Ellos no sabían que Nicholas ¡estaba
siguiéndoles!
Cuando el pequeño grupo entró en el jardín. Nicholas se deslizó silenciosamente
dentro de un gran agujero al borde de la casa de al lado. Aquí, él podía ver a los chicos
sin el riesgo de ser descubierto.
“Oh no!” Buster exclamó, bajando la cara. El jardín estaba realmente con la hierba
muy crecida y malas hierbas por todas partes.
“¿Cómo podemos cavar para buscar el tesoro si no podemos ver donde estamos
cavando?” Lewis preguntó, dando una patada a unos hierbajos.
“Tendremos que cortar la hierba primero,” Buster anunció.
“Vosotros dos ir a por unas herramientas de jardinería y una cortadora de césped.
No olvides las palas.”
Lewis y Driscoll desaparecieron y dejaron a Buster solo en el jardín.
Nicholas se arrodilló para descansar sus piernas cansadas, y se preparó para una
larga espera. El viento soplaba a través de la valla, y una nube grande gris tapó los
últimos rayos de sol. El miró arriba y se dio cuenta de que iba a llover.
“Vamos!” exclamó Buster, mientras los dos chicos se esforzaban a través de la
valla de madera con su equipamiento. “yo empezaré a segar, vosotros dos recoger la
hierba,” ordenó él, empujando la pesada cortadora en el descuidado jardín.
Nicholas vigilaba pacientemente mientras los abusones trabajaban. El sonido
rítmico de la cortadora, y el dulce olor de la hierba fresca cortada era bastante
agradable.
Las primeras gotas de lluvia les hicieron trabajar más rápido, y ellos apenas
hablaban mientras seguían trabajando.
“Dejar la hierba allí en la esquina.” Buster gritó sobre el ruido del silbante viento.
“de rpisa! Va a haber una tormenta.”
Apenas había terminado la frase, cuando un fuerte ruido asustó a los cuatro –
truenos! Grandes gotas de lluvia cayeron pesadamente, empapándoles hasta los
huesos al instante. Todos excepto Nicholas. La gruesa valla le proporcionaba un
excelente refugio, y él disfrutaba mirando a los tres chicos esforzándose con sus palas,
y siguiendo las instrucciones del mapa.

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“¿Habéis encontrado algo?” Lewis gritó, limpiando su cara con una manga
empapada.
“No, ¿Y tú Driscoll?” contestó Buster.
“Nada, y he cavado ya tres agujeros! Estoy realmente empapado!”
“Yo también!”
La tierra mojada se hacía más pesada cada minuto y Buster se estaba cansando.
“Esta estúpida pala no sale del barro,” gritó él.
El se estaba enfadando más y más. Para alivio de sus amigos, el gritó, “Salgamos
de aquí! Es obvio que el tesoro no existe!”
Cuando se dio la vuelta para irse, el cayó a uno de los agujeros que había cavado.
“Aaargh!”
Nicholas cubrió su boca con su mano. La vista de Buster tumbado en el suelo con
su cara cubierta de barro era más de lo que él había esperado. Empezó a reírse
incontroladamente. El sabía que no podía ser oído por el ruido de la lluvia.
El miró mientras los chicos, discutían entre ellos, recogiendo sus herramientas y
dejando el jardín. Nicholas no podía parar de reírse.
Tan repentino como había empezado, la lluvia cesó. Nicholas se arrastró fuera de
su lugar escondido. El miró alrededor del jardín. Estaba mojado, pero muy ordenado.
Con las prisas, Buster había olvidado su pala y la había dejado asomando del agujero
en el suelo. Nicholas saltó la valla para cogerla, después corrió a la parte delantera de
la casa y esperó.
Finalmente, las nubes grises desaparecieron, y el sol salió. Un coche azul que
Nicholas reconoció inmediatamente, se aproximaba lentamente, parando fuera de la
casa del viejo Simpson. El conductor, una mujer alta, elegante con pelo rojo, salió del
coche y caminó hacia él.
“Nicholas”, llamó ella, mirando la pala embarrada y sonriendo. “No me digas que
ya has hecho ese trabajo del que hablamos? Tú no has arreglado el jardín todavía,
¿verdad?
“Sí, señora Simpson,” contestó Nicholas, limpiando su frente y suspirando. La
mujer caminó alrededor hasta la parte de atrás del jardín.
“Dios mío! ¡Qué maravilloso trabajo has hecho! Y con lluvia, también. Tú pobre
cosita,” continuó ella, poniendo una mano en su hombro. “y has incluso cavado los
agujeros para mis rosales, exactamente donde los quería!” exclamó ella.
Sin vacilar ella metió la mano en su bolso, y sacó una pequeña cartera.
“Déjame pagarte en seguida. Yo no esperaba que hicieses un trabajo tan bueno. Y
tú solo, además!”
Sacó uno, dos, después tres billetes de 5 libras de su cartera. Nicholas inspiró.
“Pero Señora Simpson…” el fingió estar sorprendido.
“Oh, no. Insisto. Cógelo, has hecho un muy buen trabajo.”

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Agradeciéndolo una y otra vez, Nicholas aceptó el dinero y volvió a casa. El sabía
que tendría que evitar a Buster durante un tiempo. Afortunadamente para el, un mal
resfriado mantendría a Buster lejos durante mucho tiempo.

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