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Daniel Portillo Trevizo Psico-teologia del discernimiento vocacional Una tentativa de prevencion del abuso sexual de menores Om Ameo ae : Abuso sexual de menores y su relacién con la patologi 3.3 Eleccién objetal patolégica: a a El objeto a-simétrico y la relacién a-si métrica El comportamiento abusivo resulta incomprensible fuera de la perspectiva relacional, pues obviamente hace siempre relacién a otro que es objeto del abuso. Por ello, la valoracién psicodinamica de la relaci6n asimétrica implicada en esta patologia exige dete- nerse en el estudio de los dos aspectos objetales antes mencionados. El primer aspecto se podria describir, en palabras de Laplanche, como el «acto de elegir a una persona o un tipo de persona como objeto de amor». El empleo del término “eleccién” supone que el sujeto esta activamente implicado, desplegando en este acto su propia dina- mica psicoldgica, la cual constituye la revelacién del si-mismo.4 Ademas, el proceso de la denominada “eleccién de objeto” que cada cual ejercita—desde la nifiez hasta la vida adulta— supone, en la economia libidinal, una descarga que establece una ligaz6n afec- tiva que condicionaré también la eleccién de la pareja sexual. En dicha “elecci6n objetal” cabe la posibilidad de que aquello por lo que se opta pueda ser alguien que no corresponda a la edad del elector, como es el caso del infante. Ademis, la eleccién del objeto infantil puede ser heterosexual u homosexual, segin la preferencia Por un determinado género.""' Por lo tanto, este primer elemento dinamico de la “eleccién objetal” —delimitada constantemente Por el mbito infantil— manifiesta inequivocamente la inmadurez Telacional del sujeto. -_ 408 J. Lartancite ~J-B, Ponratis, «BlecciOn de objeto u objetal» en Diccionario de Psicoandlisis, 109. Sin embargo, fue Freud quien introdujo la expresién “eleccién de objeto", en su obra “Tres ensayos ‘obre ateoria de la sexualidad”. Cf 8, FReup, «Tres ensayos de teoria sexual», 208-208. “6° CL. Sanreutu, Amar-se. Bes actuals de Narciso, 279, ‘0 CL. Det Pozo, «Objetos, 350-361. “1 CL. Laptanene 1-8, Powrauis,«Blecelén de objeto w objets, en Dieconaro de Pscoand- {isis, 109, aiacarntaionto vocactonal 176 | seo reotogtia del a tos pedtils fa elecclon de objeto s¢ ting Ne r' ue par Bs bio due Pi ales, independientemente de soto a los niflos como t eee ote Singulares 8 agetertsticns personales. En coner ae h in Ue exper, cata est motivada por los: atributos fisicos propios de aquelia n ad, de modo que cambiada su morfologiaa causa del crecimiento, A a del objeto del interés del agresor, Cumplidg cat e ictii eda fuera Ja victima queda — te ciclo, el infractor se lanza en la busqueda de nuevos Sujetos ee ideal." mis parecidos a Su modelo ideal. * los son incapa Por tanto, los pedd para enfrentarse con una persona de otro sexo, 0 en ciertos casos, también del propio sin embargo, mas alla de| momento erdtico o puramente sexual, en general buscan establecer con el nifjo una relacién interpersonal, a fin de refugiarse en 6] y protegerse de otro tipo de relaciones que perciben amenazantes,® El pedofilo puede sentirse potente s6lo con un partner inferior; se sirve del nifio como de un objeto sexual, asustandolo y sobreex- citandolo cuando éste no es libre de escoger ni decidir; cuando no estd en grado de simbolizar las experiencias, a nivel cognitivo, y de sexo que sean ajenos a su modelo ideal 412 CLR. Hanson, «Prognosis, How can Relapse be Avoided - Discussion».en K, HANSON=F. PFRFRLIN ~ N-Lira, Seu Abuse in the Catholle Church, Scientific and Legal perspectives. Procedings of he Conference Abuse of Children and Young People by Catholic Priests and religious”, Libreria Eltice ‘Vaticama, Ciudad det Vaticano 2004, 149; Ci, G, Cucct ~ H, ZOLLNER, llesiay pedofila: una here aberta, Una aproximaciinpsicoligico-pastorl, 23; CI. $. Rosse abuses, 5-11; Cf. J, Gonstorex, «Some red flags for child seat ‘Forensic psychological evaluat clergy abuse», en T. PLANT (G4). Bess me Father for lave Sinned: Perspectives on Sexual Abuse Committed by Roman Ct ‘lc Priests, Praeger, Westport (Conn,) 1999, 27. f. L. Sremey, «The Abusive Personality #® Ministry, en Human Development 21/3 (2000) 32 36. CCMA. LanoLr~D.6, Dutton, «Power and personality: a3 Amanalyssof gay intimate male ab" (en Sex Roles, 37/5 (1997) 3 cn Human Development 10/2 (1991 * CEL. Srexny, «Blind leadership and stumbling organizations aut 1) 24-29: Cf. tp, «The abusive personality in ministry» en : 343 000) 32-36 Ct. G7: BLanciann,aSexuily abusive clergymen: A cone? framework fr inte ‘estonand recovery n Fast Pehl 391991 297248 Se enn Aras ern ielakincon epic del aetamo | 177 ‘ alorarlas en st mismas; cuando su seguridad no es interiorizada vale ¥ gino que depende Fn suma, el pedot 418 Por eso, la cleccidn objetal del pedéfilo es la de los adultos que se ocupan de él.!"* o se hace nifio pretendiendo que el otro no se haga pronto adulto.’ gel nifo con el cual puede entrar en contacto porque no tiene una consistencia emotiva, sino que viene pensado y construido como un homunculus;*"* es decir, como un tipo de adulto en miniatura. Hi pedéfilo es un adulto que ama en si mismo al nifio que él fue: siente la necesidad de amarse, pero recurre fuera de si a un nifio real” que representa aquel pre-puber que alguna vez fue y que, sin embargo, no logré vivir la experiencia de una infancia saludable. Hasta aqui se ha descrito la elecci6n del objeto como un primer funcionamiento en el que se verifica una dindmica patolégica que no excluye la lucidez para seleccionar aquellos menores caracteri- zados por una debilidad yoica y una baja autoestima, que los vuelve sumisamente disponibles a los malsanos intereses del victimario. En resumen, si la sefial ms clara de salud psicol6gica es la exis- tencia de relaciones intimas y satisfactorias con iguales,"* se puede concluir que, el primer criterio, para descartar una patologia en el vocacionable hay que valorar el modo como el sujeto ejerce la elec- cién objetal. Por tanto, debe quedar claro que un posible candidato incapaz de relaciones cronolégica y psicolégicamente simétricas no goza de un suficiente equilibrio mental.‘ Es asi que la relacion 414 CEA. OLivenio ~ B. Geazioss, Pedofilia, 34-59. 415 CAF Baenwan, Bort SriLiius (a cura di), Melanie Klein srudelta e ristretezza mentale, en E. ‘Lateora, Atsolabio Ubaldin\, Koma 1995, 288. $36 Eotiéndase como una creatura débilylimitada, Cf. C. SeMinats, Pedfilia pelle, 206, ‘87 COA. Perieiot, La problematica artuale delle condotte pedafle, Edizion! Universitarie Romane, ome 1999.11 on ® Rosser, «Some Red Flags for Child Sexual Abuse» 8 ‘cate respecto, vale la pena citar aqui la opinion del reverendo Moni, sequel cual «Cuando ay ‘ecimos que a relacion adulto- no noes siméteica nos reterimas [a que et auto si blew, posed sompreader jodo al adulto y tampoco claramente asi J.asu vez, no comprende del ‘Sismos.F Mowns, Bl archiplélgo dela verguenta, 124 caclonal Imiento vor J discer” pia del 178 | Psiot se refiere YA s6lo a la diferencia de edad, sing no § asimetrica un consecuente desequilibrio de poder, Sedu. conlleva, ademas, inio.”” ae inhe: Bn ea caracteristicas inherentes al desequilibrig Las me! relacional permiten que el abusador lo amordace con sus interven. itarias e irrespetuosas de los ritmos y de las exigenciag ae ae interrumpiendo asi su proceso de humanizacién, Un ae i oder, alevosamente ejercido sobre un indefenso, une Jos cuerpos, pero niega la relacion ys consecuentemente, alejaa log sujetos. De hecho, como sefiala el jesuita Anatrella, «el pede. rasta se lanza sobre el nifio para sentir mejor su potencia cuando eg incapaz de establecer relaciones de reciprocidad satisfactorias»= Por tales razones, la pedofilia no puede ser una forma de sexua- lidad en igualdad con otras y los adultos no deben reivindicar para siel derecho a disponer de la sexualidad de los nifios.44 Se habra ya notado que la pedofilia es una conducta egocéntrica, pues supone un sujeto psicologicamente encerrado en si mismo y, por lo tanto, privado de capacidad empatica, por lo cual no se da cuenta de los dafios causados al abusado. Se trata, pues, de indivi- duos que padecen un trastorno de narcisismo patol6gico. Incluso Donini, hablando del narcisismo en el pedofilo, dira que la victima €s objeto del deseo, no por lo que es como persona percibida en su Blobalidad, sino por lo que representa; o sea, la “parte” que debe satisfacer la pulsién que para el pedofilo es fuente de reconoci- miento narcisista.125 ee 420 CLF. De Mass, a ‘Hl mondo del pedoilon, en Famiglia Oggi 12 (1998) 20-27, CLN.NASON-CLanK ANE" Ie RUYY {A qué llamamos violencia sexuale, en Concilum 306 (2004)273- TANaTRELL ANATRELLA, La dferencla prohlbida, 226, 23 Cl.toew, 215, 4m 474 CEA. Ouivenio — B. Grazie Grazioss, Pedoftia, 74, Matra rapa "6 Mans, «Pedotitie ncrofliae, en Pschlariae Paco capitulo 2: Abus sexual de menores y su relacién con la patologizacién det narcicismo | 179 Por su parte, considerando también la patologia narcisista, Hanson destaca el vinculo que se establece entre el abuso y dl poder, afirmando que el pedéfilo «no se encarifia con el nif, sino {inicamente con la posibilidad de ejercer poder sobre él. Cuando el nifio se hace adulto, el “amor” desaparece, porque el pedofilo sola- mente se siente a gusto con nifios, sobre los cuales puede ejercer un poder». En suma, la relacién a-simétrica dentro del funcionamiento de la eleccién de objeto intenta clarificar que el pedéfilo no sélo opta por nifios con los cuales se fusiona 0 se proyecta, sino con los que también se relaciona. Por lo cual, no es posible admitir al sacerdocio a personas incapaces de relaciones simétricas. En defi- nitiva, de ningun modo puede considerarse idoneo para un minis- terio dentro de la Iglesia a quien sea incapaz de relaciones estables y sanas con sus pares mientras elija exclusivamente el trato con desiguales.”” 3.4 Funcion objetal: La cosmovisién de Peter Pan Como se ha dicho hasta aqui, el pedéfilo realiza una busqueda para la elecci6n y la relacién a-simétrica con su objeto, pero ademas ejerce una peculiar funcién respecto a los menores elegidos con los cuales se relaciona. Esta funcién consiste en otorgar al pequefio una falsa protecci6n, dentro de una supuesta Aurea de seguridad y de confianza.‘** El pedéfilo es un adulto atraido por un nifilo con la finalidad de establecer con él una “relacién de amor” y de quien ambiciona tener todo su cuerpo, toda su persona y no s¢ contenta por alquilar i 426-8. Hanson, «Prognosis. How Can Relapse Be Avoided - Discussion» 14, 427 CIM. Lansen, Sexual addiction clergy», 216-220, lopment 20/4 (1999) 18. 428 CF.L. Spenny, «The sexually abusing Minister», en Human Developm 20/4 ia det aiscermimien"© voeacional ogia del d 14% Inclusive, este aparente “amor” frecuen solo una celoso y exclusivo, puesto que Pretendieng, lo temente S¢ tal, aza la voluntad del objeto ae una posesion total - 0 amor, por tanto, ds dela célotipia | i a través de la celotipia, lo mi tura mental delirante, ya sea P12, To mismo que Jirio de referencia 0 incluso del de persecucién. Ademés, , del deli del objeto elegido permite que el adulto perverso Puedg n la autoridad de utilizarlo e incluso de agredirlo, 7 le esta dindmica del amor-agresion, el psicoanalist comienza a mezclarse con ung estry supuest! e anulacion sentirse CO propésito d francés sefiala: EI pederasta es un inmaduro sexual [..]. El individuo puede estar enamorado de su propia imagen de nifio y negarse a salir de este estado. Queda fascinado por la experiencia de pulsién en su estado original que da un sentimiento de omnipotencia [...]. Algunos, llevados por este delirio afectivo-sexual, llegarian incluso a matar al nifiocomo para hacer callar en ellos mismos el nifio todopoderoso que les reduce ala impotencia.® Por su parte, el psiquiatra italiano Andreoli advierte que el 45% de aquellos que abusan sexualmente de nifios, a su vez, han sido victimas de la misma violencia en su infancia. Sin embargo, esta clarificacién porcentual del abuso no significa que todo victimario fue necesariamente abusado, sino mas bien, sirve al propésito de aclarar que en el pedofilo conviven dos naturalezas: la de victim SS HD ~ etal, «Sensitivity and specificity of the phallometric test fr pedo ‘noon admit NING Sex offender», 118-126; Ct. C, BaVANT, of pret «Psychological treatment offenders, ee £0 Psychological Ass y analysis of ‘eal Assessment 13 (2001) 118-126; Ct. K, FREUND ~ et aby «EXPE isis of pedophilian, en Behavior Research and Therapy 20/2 (1982) 105-112 430 Ch. Vian "ANDALOU, Data parte dei bambint, 146 capitalo2 Abus sexual de menoresy su tlaeién con a patclogiacn del na cicismo | 181 arcicismo ylade verdugo; es decir, que un sujeto se ve contemporaneamente como aquel que abusa y, al mismo tiempo, es abusado,*33 No debe olvidarse que el adulto abusador es un amante pasado que vive y quiere ser como un niiio, Esta conducta cro patica por la que pretende detener el tiempo es también una forma de realizar el mito de la eterna juventud. La Pedofilia, desde esta perspectiva, es esencialmente el rechazo a crecer: del no- in deseo sexual y nostalgico de permanecer en la edad infantil, un repudio al mundo de los adultos. Se experimenta asi un profundo miedo al envejecimiento y una fuerte angustia ante la muerte. Se trata, en el fondo, de una resistencia al transcurso del tiempo que llevaa negar la diferencia de las generaciones y a idealizar la vida infantil como un lugar de la eterna felicidad.4** La reiteracién hecha aqui de la cronopatia del pedéfilo repre- senta también una ventana abierta a la cosmovi: M que nutre las fantasias en las que se fundamenta su actividad transgresora. Y, por tanto, de acuerdo con la idealizacién que se tenga del mundo infantil se habra de ejercer una funcidn especifica sobre los habi- tantes de tal mundo. En concreto, una tal idealizacion encuentra su mejor analogia en la legendaria historia de Peter Pan. En la medida que esta narracién representa la cosmovision que el pedéfilo requiere para su funcionamiento, es denominado “sindrome de Peter Pan”. Dicho sindrome, basado en la historia infantil, personifica a los sujetos que nunca se marchan de la casa Paterna, que suelen socializar con grupos mas jévenes que ellos, especialmente nifios, evitando responsabilidades correspon- dientes a su edad cronoldgica. oe 433. CI. M. Sero, «Pedophilia: Psychopathology and theory», 1. R, LANGEVIN, «Who engi different from other sex offenders», en R en DR. Laws - W. O'Donowvut (eds.), igesin sexual behavior ‘Sexual deviance, Guilford, Nueva York, 164-1! with children? Are clergy who commit sexual offences c ich: Scientific and Legal K. Hanson ~ F. PriveLin ~M, LUv2 (eds), Sexual Abuse Inthe Catholic Ghurch: Scientific and Lege 24-50. Perspectives, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2004, syelopment 14 (1993) 7-10 494 CLL Seeney, «Preventing impairment in ministers», en Human de ia del discernimiento vocacional gla 182 | Psico-teoto En el relato escocés, el escritor James Barrie, describg : om ue no queria crecer” como aquel que llega a ser Vier g (aes de nifios olvidados en los parques y que nunca i ae Peter Pan persuade a los ee nifios para COnducitig ‘pais de nunca jamas”, convirtiéndose, para ellos, pop sus dos maternales, en su dirigente.“* A semejanza de Peter Pan, el pedofilo puede individualizar rapidamente a sus Victimas entre los menores mds vulnerables, bajo el engaiio de brin. darles una proteccién que justamente él no representa. Coun el personaje de la historia literaria de Barrie, el abusador percibe ¢ vacio afectivo que, al fragilizar al pre-puber, lo hace objeto de la perversa relacion en la que desarrolla su papel de padre-madre, rec: al “ cuida 435. Peter Pan, personaje central de la novela, que J. M. Barrie escribiera en 1904, fue elevado at categoria de sindrome por el doctor D. Kiley, quien define los conflictos de algunos adultos que no se sienten capaces de crecer. Puede consultarse: J. M. BARRIE, Peter Pan, Siruela, Madrid 2006 D, Kitey, The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up, Dodd Mead, Nueva York 1983 436 Quien ha sufrido abusos tiende a mandar mensajes de ambiguo caricter seductor; incluso sin ‘quererio, porque la sexualidad sigue siendo la nica modalidad conocida y explorada de rela nase y expresarse;tienden a repetir de adultos lo que han vivido de nifios. ‘He descubierto que los adultos que abusan de nifios caen, con frecuencia, en uno de los dot ‘xtremos: ellos han sufrido de nifios estimulos sexuales excesivos o la incapacidad, cas total de ‘xpresar su propia dimensién sexual. Recuerdo que un ped6filo se avergonzaba tanto de su sexualidad, que habia hecho el oto ‘"ivir"como un éngel”. Decia que estaba “por encima" de cosas como los descos sexuales, gra? laoracién yal gr ide Dios. Afadi6 que consideraba que un santo no necesita luchar cotraesa# icourch , para el Pedetil, i all serla un lugar fieticio, como una especie de * Prlguicasubyac . SH Subyacente,Realided hasta ; cid 28 lo ‘a cierto punto determinante, que puede no cos 10 que se entiende com: ; [. 9 una reali ~ toast —S exterior y objetiva. Cf. N. Tonnes, «El mie eter Pan através de cine», 194,

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