Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Habermas - La Religión en La Esfera Pública
Habermas - La Religión en La Esfera Pública
Jürgen Habermas
Introducción de A. N. Leontiev
Comentario de V. V. Ivanov
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 121
CAPÍTULO 5
5. J. Habermas, Der gespaltene Westen, Fráncfort del Meno, 2004 (trad. cast.: El
Occidente escindido, Madrid, Trotta, 2006).
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 124
6. Norris e Inglehart (2004, cap. 10) defienden la hipótesis clásica de que la secu-
larización se impone en la medida en que se propaga el sentimiento de «seguridad
existencial» junto con la extensión de mejores condiciones de vida económicas y so-
ciales. Además del supuesto demográfico de que están disminuyendo las tasas de fer-
tilidad en las sociedades desarrolladas, esta hipótesis explica ante todo por qué la
secularización hoy día sólo ha alcanzado en líneas generales a los países de Occidente.
Estados Unidos constituye una excepción, en primer lugar, porque un capitalismo cu-
yos efectos están menos amortiguados por el Estado social del bienestar expone a la
población por término medio a un grado más elevado de incertidumbre existencial; y,
en segundo lugar, a causa de un índice comparativamente alto de inmigración desde
países con sociedades tradicionales que presentan tasas de fertilidad proporcional-
mente altas.
7. G. Wills, «The Day the Enlightenment Went Out», The New York Times del 4 de
noviembre de 2004, A 31.
8. L. Goodstein, W. Yardley, «President Bush benefits from Efforts to build a Coa-
lition of religious Voters», The New York Times del 5 de noviembre de 2004, A 19. Bush
fue votado por el 60% de los electores hispanohablantes, por el 67% de los protestan-
tes blancos y por el 78% de los cristianos evangélicos o de los cristianos renacidos.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 125
Incluso entre los católicos, que en otras ocasiones habían votado por los demócratas,
Bush pudo invertir a su favor las mayorías tradicionales. Pese a su coincidencia en la
cuestión del aborto, la adhesión de los obispos católicos es algo asombroso en vista del
hecho de que la administración Bush, al contrario de la Iglesia, defendió la pena de
muerte y puso en juego las vidas de decenas de miles de soldados estadounidensnes y
de civiles iraquíes en aras de una guerra de agresión que ha violado el derecho inter-
nacional y para la que sólo se aportaron razones dudosas y arbitrarias.
9. Para esta «concepción del respeto», véase R. Forst, Toleranz im Konflikt. Ges-
chichte, Gehalt und Gegenwart eines umstrittenen Begriffs, Fráncfort del Meno, 2003;
la investigación de Forst desarrolla una perspectiva con un amplio alcance desde el
punto de vista histórico al tiempo que resulta convincente desde el punto de vista sis-
temático.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 126
ción entre el Estado y la iglesia, tal como viene exigida en las consti-
tuciones liberales, para el papel que les está permitido desempeñar a
las tradiciones religiosas y a las comunidades religiosas en la socie-
dad civil y en la esfera público-política y, por consiguiente, en la for-
mación política de la opinión y de la voluntad de los ciudadanos?
¿En dónde se debería trazar esa frontera, según la interpretación de
los revisionistas? ¿Los oponentes que hoy pasan a la ofensiva contra
la clásica noción del trazado liberal de esa frontera hacen valer sim-
plemente el sentido favorable a la religión de parte de la neutraliza-
ción del Estado con las visiones del mundo frente a una estrecha
comprensión secularista de la sociedad pluralista? ¿O están alteran-
do, más o menos disimuladamente, la agenda liberal desde sus ci-
mientos? ¿Se mueven ya en el horizonte de un autoentendimiento di-
ferente de la modernidad?
En primer lugar quiero recordar las premisas liberales del Estado
constitucional y destacar las consecuencias que se derivan de la idea
de John Rawls acerca del uso público de la razón para la ética de la
ciudadanía [2]. Acto seguido pasaré a tratar las objeciones más im-
portantes que se han dirigido contra esta interpretación restrictiva
del papel político de la religión [3]). En una discusión con las pro-
puestas revisionistas, que afectan a los fundamentos del autoentendi-
miento liberal, desarrollaré una concepción que trata de mediar en-
tre ambas partes [4]. Defenderé que los ciudadanos creyentes y
seculares sólo pueden cumplir las expectativas normativas del papel
liberal de la ciudadanía si satisfacen determinadas presuposiciones
cognitivas y se atribuyen mutuamente las correspondientes actitudes
epistémicas. Aclararé lo que esto significa recordando primero la
transformación de la conciencia religiosa que reacciona a los desa-
fíos de la modernidad [5]. En cambio, la conciencia secular de vivir
en una sociedad postsecular se expresa en el plano filosófico en la
forma de un pensamiento postmetafísico [6]. En ambos sentidos, sin
embargo, el Estado liberal se las ve con el problema de que los ciuda-
danos creyentes y seculares sólo pueden adquirir dichas actitudes
mediante «procesos de aprendizaje» complementarios, siendo discu-
tible si se trata realmente de procesos de aprendizaje y si, de todos
modos, el Estado liberal no puede tener ningún influjo sobre ellos
por los medios a su disposición del derecho y la política [7].
10. J. Rawls, A Theory of Justice, Cambridge, (Mass.), 1971, §§ 33 y sig. (trad. cast.:
J. Rawls, Teoría de la Justicia, México, Fondo de Cultura Económica, 1978, §§ 33 y
sig.).
11. Sobre la concepción de la tolerancia del respeto mutuo, véase Forst (2003).
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 128
12. Véase J. Habermas, Faktizität und Geltung, Fráncfort del Meno, 1992, cap. III
(trad. cast.: Facticidad y validez, Madrid, Trotta, 1998, cap. III); y J. Habermas, «Der
demokratische Rechtstaat — eine paradoxe Verbindung widersprüchlicher Prinzi-
pien?», en Zeit der Übergänge, Fráncfort del Meno, 2001, 133-151 (trad. cast.: «El Esta-
do de derecho democrático: ¿una unión paradójica de principios contradictorios?», en
Tiempo de transiciones, Madrid, Trotta, 2004, págs. 141-161).
13. Véase J. Rawls, «The Idea of Public Reason Revisited», The University of Chi-
cago Law Review, vol. 64, Summer 1997, nº 3, págs. 765-807, aquí pág. 769: «En térmi-
nos ideales, los ciudadanos tienen que verse a sí mismos como si fueran legisladores y
preguntarse cuáles serían las leyes, apoyados por qué razones que satisfagan el princi-
pio de reciprocidad, que en su opinión sería más razonable promulgar» (trad. cast.:
«Una revisión de la idea de razón pública», en J. Rawls, El derecho de gentes y «Una re-
visión de la idea de la razón pública», Barcelona, Paidós, 2001, págs. 153-205; aquí
págs. 159-160).
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 129
14. J. Rawls, Political Liberalism, Nueva York, 1993, 217 (trad. cast.: J. Rawls, El li-
beralismo político, Barcelona, Crítica, 1996, pág. 252).
15. Rawls habla de una «familia de concepciones liberales de la justicia» a las que
se puede referir el uso público de la razón cuando interpreta los principios constitu-
cionales válidos; véase Rawls (1997), pág. 773 y sig. (trad. cast.: págs. 165-167).
16. Ibid., pág. 786 (trad. cast.: pág. 179).
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 130
21. Véase la discusión entre Robert Audi y Nicholas Wolterstorff, en Religion in the
Public Square. The Place of Religious Convictions in Political Debate, Nueva York, 1997,
págs. 3 y sig., 76 y sig. y 167 y sig.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 132
tions of Citizenship, Oxford, 2002, pág. 91: «Argumento que las iglesias contribuyen a
la democracia en Estados Unidos promoviendo la ciudadanía democrática existente.
Las iglesias animan a sus miembros a aceptar los valores democráticos como la base
de decisiones políticas importantes y a aceptar como legítimas las instituciones demo-
cráticas. Los medios de que se valen para hacer sus contribuciones, incluyendo sus
propias intervenciones en la argumentación cívica y en el debate político público, afec-
tan a los argumentos políticos que sus miembros pueden estar dispuestos a usar, a la
base sobre la que ellos votan y a la especificación de su ciudadanía con la que se iden-
tifican. Las iglesias pueden animar a sus miembros a que se vean a sí mismos como
vinculados por normas morales dadas de antemano y con las que tienen que ser con-
sistentes los resultados políticos. La realización de la ciudadanía por aquellos que es-
tán legalmente autorizados a participar en la toma de decisiones políticas es una enor-
me consecución de una democracia liberal, un logro en el que las instituciones de la
sociedad civil desempeñan un papel crucial».
25. R. Audi, N. Wolterstorff (1997), pág. 25.
26. Ibid., pág. 29.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 134
27. Esta distinción es la que le lleva también a Paul Weithman a diferenciar conve-
nientemente su versión modificada de la estipulación; véase Withmann (2002), pág. 3.
28. Entre tanto, Robert Audi ha introducido un equivalente al principio de justifi-
cación secular: «En las democracias liberales, los ciudadanos religiosos tienen una
obligación prima facie a no defender o apoyar ninguna ley o política pública [...], a me-
nos que tengan, y estén dispuestos a ofrecer, razones aceptables religiosamente ade-
cuadas para esa defensa o ese apoyo» (R. Audi, «Moral Foundations of Liberal Demo-
cracy, Secular Reasons, and Liberal Neutrality Toward the Good», Notre Dame Journal
of Law, Ethics, & Public Policy, 19 (2005), págs. 197-218, aquí pág. 217). Evidentemen-
te, este principio de justificación religiosa debe imponer el deber de auto-discerni-
miento crítico a los ciudadnos que se dejan guiar ante todo por razones religiosas.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 135
29. Sobre la distinción agustiniana entre fides quae creditur y fides qua creditur,
véase R. Bultmann, Theologische Enzyklopädie, Tubinga, 1984, Anexo 3: «Wahrheit und
Gewissheit», págs. 183 y sigs.
30. Wolterstorff, en Audi y Wolterstorff (1997), pág. 105.
31. P. Weithman (2002), pág. 157.
32. Esto nos lleva a la interesante cuestión de hasta qué punto deberían los candi-
datos durante una campaña electoral darse a conocer como personas religiosas o in-
cluso confesarse como tales. El principio de la separación entre la iglesia y el Estado
se extiende, ciertamente, hasta la plataforma, el programa o la «línea» por cuya reali-
zación abogan y pugnan los partidos políticos y sus candidatos. Consideradas desde el
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 136
punto de vista normativo, las decisiones electorales que se orientan en gran parte ha-
cia los rasgos de la personalidad, en vez de hacia los asuntos sustanciales, son muy
problemáticas de todos modos. Y tanto más problemático es el que los votantes se
orienten por las autopresentaciones religiosas de los candidatos. Sobre este asunto,
véanse las consideraciones de Paul Weithman (2002), págs. 117-120: «Sería bueno te-
ner principios que dijeran qué papel puede desempeñar la religión cuando los candi-
datos son evaluados por lo que podríamos llamar su “valor expresivo”, esto es, su ade-
cuación para expresar los valores de sus circunscripciones electorales [...] Sin
embargo, lo más importante a tener en cuenta acerca de estos casos es que las eleccio-
nes no deberían decidirse, ni los votos deberían ser depositados enteramente o princi-
palmente, sobre la base de los valores expresivos de varios candidatos» (pág. 120).
33. Th. M. Schmidt, «Glaubensüberzeugungen und säkulare Gründe», Zeitschrift
für Evangelische Ethik, cuaderno 4, 2001, págs. 248-261.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 137
36. Aquí hago referencia a una objeción que Rainer Forst me manifestó por vía
epistolar.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 139
37. En este sentido, R. Forst (1994, pág. 158) habla también de «traducción» cuan-
do reclama que «una persona tiene que estar en condiciones de traducir (de manera
gradual) sus argumentos en razones que sean aceptables sobre la base de valores y
principios de la razón pública». Sin embargo, Forst no contempla la traducción como
una búsqueda cooperativa de la verdad en la que han de tomar parte los ciudadanos
seculares incluso cuando la otra parte se ciñe a manifestaciones religiosas. Forst for-
mula la exigencia, al igual que hacen Rawls y Audi, como un deber ciudadano de las
propias personas religiosas. Por lo demás, la determinación puramente procedimental
de la operación de traducción con el fin de lograr una «justificación recíprocamente
universal» no hace justicia al problema semántico de la transferencia de los conteni-
dos del habla religiosa a una forma de presentación postreligiosa y postmetafísica. Y
de este modo se pierde la diferencia entre el discurso ético y el discurso religioso. Véa-
se, por ejemplo, E. Arens, Kommunikative Handlungen, Düsseldorf, 1982; Arens inter-
preta las parábolas bíblicas como actos de habla innovadores.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 140
ser justificadas en un lenguaje que sea accesible por igual a todos los
ciudadanos. La dominación de las mayorías se transforma en repre-
sión cuando una mayoría que argumenta religiosamente, en el curso
del procedimiento de la formación política de la opinión y de la vo-
luntad, deniega a la minoría derrotada, sea ésta secular o de una con-
fesión diferente, la completa comprensión y el cumplimiento discur-
sivos de las justificaciones que le son debidas. El procedimiento
democrático debe su fuerza de generar legitimidad a que incluye a
todos los participantes y a su carácter deliberativo; y en eso se basa
la presunción justificada de resultados razonables a la larga.
Wolterstorff se anticipa a esta objeción rechazando desde un co-
mienzo el principio de legitimación del consenso constitucional basado
en razones. De acuerdo con la concepción democrática liberal, la do-
minación política se despoja de su forma de violencia inherente me-
diante la ligadura jurídicamente coercitiva a los principios del ejerci-
cio de la dominación que pueden ser acordados universalmente.43
Wolterstorff hace valer objeciones empíricas en contra de esta concep-
ción. Ridiculiza las presuposiciones idealizadoras, que están incorpo-
radas en las propias prácticas del Estado constitucional, como un
«acuerdo cuáquero ideal» (aun cuando el principio de unanimidad de
los cuáqueros es precisamente algo atípico en el procedimiento demo-
crático). Wolterstorff parte de que la disputa entre diferentes concep-
ciones de la justicia fundadas religiosamente o en términos de visiones
del mundo no puede encontrar solución alguna en la presuposición
común de un consenso de trasfondo, por más formal que éste sea. El
principio de la mayoría está, por cierto, a expensas del consenso cons-
titucional liberal. Pero la convivencia, asegurada mediante resolucio-
nes por mayoría, entre colectivos que se atienen a religiones y visiones
del mundo cognitivamente irreconciliables Wolterstorff sólo puede
imaginársela como una adaptación a regañadientes a una especie de
modus vivendi: «No estoy de acuerdo, pero asiento; a menos que en-
cuentre la decisión verdaderamente espantosa».44
Bajo estas premisas, no está claro por qué la comunidad política
no debería correr el peligro en cualquier momento de desintegrarse
en luchas religiosas. Es cierto que la lectura empirista convencional
43. Rawls (1994), pág. 137: «Nuestro ejercicio del poder político es plenamente
adecuado sólo cuando se ejerce de acuerdo con una constitución, cuyos elementos
esenciales es de esperar razonablemente que ratifiquen todos los ciudadanos, en tanto
que libres e iguales, a la luz de principios e ideales aceptables para su razón humana
común» (trad. cast.: El liberalismo político, Barcelona, Crítica, 1996, págs. 168-169).
44. Wolterstorff (1997), pág. 160.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 143
45. Para una versión que se mantiene en la tradición de Hayek y de Popper, véase
por ejemplo W. Becker, Die Freiheit, die wir meinen, Múnich, 1982.
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 144
[7] Ahora bien, el hecho de que «el uso público de la razón» (se-
gún la interpretación que he propuesto) dependa de presuposiciones
cognitivas que no son en modo alguno evidentes tiene varias conse-
ENTRE NATURALISMOYRELIGIÓN(3E) 30/8/00 09:52 Página 152