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Facturas y
manufacturas
de la identidad:
el arte popular mexicano en 1921
Mireida Velázquez
I.
Julio Sosa y Enrique Díaz, Aspecto de las salas de exhibición. Exposición Nacional de Artes Populares,
1921. Plata sobre gelatina, impresiones de época, Col. Galería López Quiroga
52
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con la simbología que mostraba y celebraba ante
los ojos del mundo las conquistas derivadas de la
perpetuidad de un mismo grupo y un solo hom-
bre al mando del país durante 35 años. Por otro
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ajenos la reciente llegada al poder de la facción
sonorense, mediante una parafernalia simbólica
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su capacidad de hacer cumplir las promesas re-
volucionarias.3
Programa de la Noche Mexicana con ilustraciones de Adolfo Best Maugard, 1921. Impreso,
Col. Galería López Quiroga
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II.
Págs. 54 y 55. Julio Sosa y Enrique Díaz, Aspectos de las salas de exhibición. Exposición Nacional de Artes
Populares, 1921. Plata sobre gelatina, impresiones de época, Col. Galería López Quiroga
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III.
" Mhj{vylz"jvtv"ls"äu"|{psp{hypv"kl"svz"{yhihqvz"hy{lzhuhslz3"z|"wylzlujph"lu"sh"jv{pkphulpkhk"
kl"svz"lzwhjpvz"wyp}hkvz"\"z|"pklu{päjhjp¿u"jvu"sh"olylujph"puk„nluhB"ohi„hu"wyvtv}pkv3"klzkl"ä-
nales del siglo XIX, su legitimación y aceptación por parte de algunos grupos sociales como ejem-
plo de una tradición “mexicana”. Sin embargo, dicho reconocimiento fue gradual y con especial
énfasis en la producción artesanal del Bajío y centro del país. (Jalisco, Michoacán, Guanajuato,
Puebla).
Desde mediados del siglo XIX, el consumo de los productos populares por parte de las
clases media y alta respondió muchas veces a la necesidad expresa de integrarlos a los ámbitos
privados de casas de campo o haciendas, con el objetivo de apropiarse y reinterpretar –desde la
mirada de las elites– los usos de la vida rural. Estos grupos también mostraron predilección por
piezas de ornato, de costosa manufactura, que eran clara muestra del mestizaje que había mar-
cado el trabajo artesanal desde la época virreinal, como en el caso de la mayólica poblana.
De esta manera, cuando la “alta cultura” retrató a los tipos populares a través de
la pintura de castas o las creaciones de las escuelas locales –Puebla y Jalisco– fue
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comidas, costumbres y demás aspectos de la cultura popular.
Sin embargo este acercamiento a los asuntos populares en los
primeros años del siglo XX, mostró un matiz que traslucía cierta
mirada idealizada, en la cual se estableció una continui-
dad entre el pasado prehispánico –considerado como
“heroico”– y los grupos indígenas contemporá-
neos, apreciados con esa misma distancia con la
que se veía al pasado.
De acuerdo con Alicia Azuela, a tra-
vés de su obra Forjando patria (1916) Manuel
Gamio había iniciado, hacia los años diez
del siglo pasado, un proceso de “rescate, re-
valoración e impulso de las artesanías,” para
“integrarlas” a un discurso nacionalista revo-
lucionario que les confería “un valor esencial
como elemento de identidad del mexicano,
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de su idiosincrasia y muestra de sus habilida-
des y sensibilidad estética.”9
Dentro de este proceso de revaloración
algunos artistas como Adolfo Best Maugard,
comenzaron a desarrollar proyectos que ha-
cían del arte popular la fuente de nuevos
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era lograr la creación de un arte “propiamen-
te mexicano” y, en consecuencia, la renova-
ción de la educación artística en nuestro país.
Al sustraer los elementos ornamentales de la
cerámica popular mexicana, Best Maugard
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siete motivos lineales que se podían combi-
nar para crear todas “las formas visibles del
universo.”10
IV.
Durante los meses de organización de la Exposición Nacional, Jorge Enciso y Roberto Monte-
negro debieron confrontar el hecho de que en el ámbito nacional los objetos culturales de origen
popular no eran considerados piezas de arte y que sus productores no entraban en la categoría de
Öhy{pz{hz "Ôkl"hj|lykv"jvu"svz"why‹tl{yvz"kl"shz"jshzlz"tlkph"\"hs{h3"t‹z"häulz"hs"n|z{v"l|yvwlv"
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obras, que presentaran una muestra más amplia de la diversidad de manufacturas populares que
se realizaban en México.
Para Rick López, la exposición tenía tres objetivos primordiales: 1. Reunir en un mismo
espacio el arte popular producido en las diferentes regiones del país, bajo el supuesto de que estas
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hy{l"wvw|shyB"\3":5"Luzl hy"h"sh"lsp{l"ljvu¿tpjh"kls"wh„z"h"hktpyhy"\"jvtwyhy"svz"wyvk|j{vz"kl"hy{l"
popular con el objetivo de transformar su gusto.11
La operación realizada por el Estado mexicano –que tuvo como punto de partida la
conmemoración independentista– fue un proceso más complejo que contemplaba la apropiación
de la cultura popular, para descontextualizarla y neutralizar toda su carga social y política, que
irremediablemente se asociaba a la pobreza, desigualdad e injusticias que habían detonado la
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La inauguración de la Exposición de Arte Popular, efectuada ayer a las cinco de la tarde por el
señor Presidente de la República, tuvo todo el carácter de una brillante nota social. El acceso a la
dicha Exposición, establecida en el número 85 de la Avenida Juárez, fue a base de rigurosa invita-
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des, la concurrencia fue en extremo seleccionada y elegante. A pesar de ello, el pequeño local se
hallaba pletórico de distinguidas damas y estirados caballeros…17
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de septiembre –como parte de las conmemoraciones independentistas– la inauguración de la
muestra tuvo una muy buena recepción por parte de la opinión pública nacional, que vio en la
exposición un ejemplo de la transición nacionalista latente en la cultura de nuestro país.
" Svz"jvtlu{hypvz"lu"nlulyhs3"ihz{hu{l"ohshn¸l vz3"sh"jhspäjhyvu"jvtv"Ö|u"ilss„zptv"hshy-
de” que había logrado reunir la más “completa y sugestiva” colección de objetos de arte nacional,
los cuales, de acuerdo con la reseña de El Demócrata, habían sido seleccionados con “talento y
Julio Sosa y Enrique Díaz, Aspecto de las Fiestas del Centenario de la Consumación de la Independen-
cia, 1921. Plata sobre gelatina, impresión de época, Col. Galería López Quiroga
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sabiduría.”18 En esta misma nota el reportero declaró: “… lo que deberá ser un motivo de regocijo
para los verdaderos nacionalistas, para los amantes del terruño en lo que tiene de más pintoresco
y más genuinamente propio, es la Exposición de Arte Popular.”
De acuerdo con diversos reportajes de la época, la exposición fue dividida en cinco “de-
partamentos” o secciones, que reunían bajo criterios técnicos –más allá de su región de pro-
cedencia o grupo productor– las manufacturas que se consideraban representativas del trabajo
artesanal mexicano. En uno de los salones, describe la crónica, “se exhiben hermosos trabajos
consistentes en preciosos sarapes provenientes de diversos lugares del país como Saltillo, Zacatecas
y Aguascalientes… otro salón cuenta con hermosos trabajos de cerámica, loza y vidrios… en otro
departamento se exhiben hermosas muestras de juguetes de Guadalajara, Puebla y otros lugares
del país… El salón de las lacas puede estimarse como lo mejor que se ha exhibido en su género…
también se exhiben muestras de rebozos de Santa María del Río, Puebla y San Luis Potosí…”19
Sin indicar con precisión cuál era el discurso de la muestra, el cronista anotó que en cada
departamento el público visitante podía contar con la orientación de una persona que proporcio-
naba toda clase de explicaciones sobre los objetos exhibidos. Con este recurso los organizadores
enfatizaron el sentido didáctico de la muestra.
Las estrategias expositivas buscaron recrear la cotidianeidad de los objetos populares,
imitando la forma en que éstos eran desplegados en cada uno de los espacios del ámbito privado
como estancias, cocinas o comedores. A lo largo de toda la muestra, los visitantes podían admirar
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VI
Lo cierto es que más allá de sus cualidades estéticas, el valor del arte popular se posicionaba
desde su sentido simbólico: en su capacidad de representar los ideales de artisticidad, pureza e
punlu|pkhk"jvu"svz"x|l"zl"i|zjhih"pklu{päjhy"hs"Öw|lisv "tl pjhuv5"Ls"Lz{hkv"wvzyl}vs|jpvuhypv"
comprendió que si lograba la plena apropiación de este patrimonio, entonces sería capaz de con-
solidar sus bases de apoyo y así validar cada una de sus acciones políticas.
La Exposición Nacional de Arte Popular señaló el camino de este proceso, la elite artística
e intelectual de nuestro país –por disposición expresa de los regímenes en turno– sería la encarga-
da en los siguientes años, de dar continuidad a este primer esfuerzo de valoración, investigación
y promoción de los productos culturales del “pueblo mexicano.”
Según el investigador James Oles, la Exposición de 1921 fue notable en muchos aspectos
pues inspiró cambios formales en las prácticas artísticas, logró transformar gradualmente el gusto
de las clases media y alta hasta crear nuevos consumidores y mercados para el arte popular.20
Gracias a este último factor, podríamos agregar, la exposición detonó también el coleccionismo
particular y estatal de arte popular mexicano.
Los frutos obtenidos gracias a la Exposición Nacional de Artes Populares pudieron pro-
yectarse a largo plazo, desde el momento en que la muestra comenzó a viajar por diferentes
ciudades de América y Europa, y su modelo de curaduría y montaje se reprodujo, casi como una
m¿yt|sh3"lu"puäupkhk"kl"l wvzpjpvulz"ohz{h"äuhslz"kls"zpnsv"XX.22
Hacia 1922, publicada la segunda edición de Las artes populares en México, Gerardo Muri-
llo, Dr. Atl, hizo un balance de los alcances de la muestra:
Esta exposición canalizó el sentimiento público hacia una mejor comprensión del arte nacional, y
las consecuencias comerciales y artísticas que de ella se han derivado son realmente importantes.
La propaganda hecha en torno a la exhibición despertó el interés público. La demanda de objetos
de manufactura popular ha aumentado considerablemente. Hoy muchas industrias han alcanzado
un considerable desarrollo… Hoy en día las gentes de buen gusto arreglan en sus casas un salón,
una biblioteca, un saloncito de fumar ‘al estilo de la Exposición’. Aquellas personas que no pueden
darse el lujo de decorar toda una pieza, se conforman con decorar un diván con un sarape de
Vh hjh"v"hyylnshy"z|z"åvylz"lu"|u"{plz{v"kl"N|hkhshqhyh3"wlyv"ls"klzlv"kl"wvuly"kl"thupälz{v"ls"
gusto por las cosas del país está hoy día muy generalizado en todas las clases sociales.23
Portada del catálogo de Gerardo Murillo, Dr. Atl, Las artes populares en México, primera edición, 1921.
Impreso, Col. Víctor Águila
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NOTAS
* Deseo agradecer a James Oles por su invaluable ayuda para la realización de este trabajo y por el material
de su archivo personal que amablemente puso a mi disposición. A Dafne Cruz, por la revisión del escrito
\"wvy"{vkhz"shz"z|nlylujphz"ipispvny‹äjhz5"H"Khupls"Nhy h"wvy"wvuly"lu"tpz"thuvz"|uh"l jlslu{l"m|lu{l"
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y catálogo, así como por permitirme revisar su valioso Álbum de los Festejos del Centenario de la Consumación de la
Independencia. Algunas de las fotografías que ilustran este artículo provienen del mencionado documento y
me fueron proporcionadas por el señor López Quiroga.
1.-Véase El Universal, Edición conmemorativa del Primer Centenario de la Independencia de México, 1 de
septiembre de 1921, p. 1.
2.-Ls"uhjpvuhspztv3"kl"hj|lykv"jvu"Kh}pk"Iyhkpun3"Öjvuz{p{|\l"|u"{pwv"lzwlj„äjv"kl"{lvy„h"wvs„{pjh"x|l"
con frecuencia es la expresión frente a un desafío extranjero, sea éste cultural, económico o político que
se considera como una amenaza para la integridad o la identidad nativas”. Asimismo, el nacionalismo es
sh"i̇zx|lkh"kl"h|{vkläupjp¿u"x|l"ylj|yyl"hs"whzhkv"whyh"lujvu{yhy"luzl hu hz"x|l"zpy}hu"lu"ls"wylzlu{l5"
David Brading, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, Secretaría de Educación Pública, p. 9.
Por su parte, Abelardo Villegas considera que el nacionalismo mexicano podría remontarse al menos hasta
el siglo XVIII “cuando los criollos comienzan a concebirse como un grupo aparte distinto de los españoles
y de los indios, en cuando comienzan a concebir a la nación mexicana como una nación nueva”. Sin em-
bargo, agrega, la “Revolución inaugura distintos nacionalismos sustentados por diversos grupos sociales”.
En Abelardo Villegas, “El sustento ideológico del nacionalismo mexicano”, El nacionalismo y el arte mexicano.
Memorias IX Coloquio de Historia del Arte, México, Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM, 1986, p. 389.
3.-Alicia Azuela, “Las artes plásticas en las conmemoraciones de los centenarios de la independencia, 1910,
1921”, en Virginia Guedea (Coord.), Asedios a los centenarios (1910 y 1921), México, Fondo de Cultura Eco-
nómica-UNAM, 2009, p. 109.
4.- Véase Manuel Gamio, Forjando patria. Pro-nacionalismo, México, Porrúa, 1916.
5.-Yvily{v"Tvu{lulnyv"/8??>48@=?05"Tpltiyv"kl"sh"lsp{l"pu{lslj{|hs"wvyäypz{h"yl|upkh"lu"ls"H{lulv"kl"sh"
Juventud, Montenegro trabó amistad con Jorge Enciso y Gerardo Murillo desde sus años de estudiante en
Guadalajara, y mantuvo contacto con ambos durante su estancia en la Academia de San Carlos. Entre 1905
y 1909 vive en Europa y regresa al continente para permanecer allá de 1912 a 1920. Al igual que otros ar-
tistas de su generación como Adolfo Best Maugard y Diego Rivera, Montenegro conoció bien las propues-
tas de las vanguardias europeas en torno a la revaloración de las artes populares y el primitivismo, de ahí
x|l"w|kplyh"jvtwhy{py"ls"lu{|zphztv"uhjpvuhspz{h"x|l"jvtlu hih"h"puå|py"lu"sh"pu{lslj{|hspkhk"tl pjhuh3"
cuando decidió volver al país en 1920. Montenegro formó parte de los grupos de artistas e intelectuales
que acompañaron a José Vasconcelos a recorrer el país, en busca de apoyos para crear la Secretaría de Edu-
cación Pública y desde ese momento se convirtió en estrecho colaborador de Vasconcelos. Véase, Ramón
Favela, Diego Rivera: Los años cubistas, catálogo de la exposición, México, Instituto Nacional de Bellas Artes-
MUNAL, 1984. Julieta Ortiz Gaitán, Entre dos mundos: los murales de Roberto Montenegro, México, Instituto de
Investigaciones Estéticas- UNAM, 1994.
Jorge Enciso (1879-1969). Desde los primeros años del siglo XX, diversas crónicas pusieron atención en el
trabajo del joven Enciso, que logró mantenerse y despuntar como uno de los mejores paisajistas al igual que
su amigo y contemporáneo Gerardo Murillo. Al parecer, hacia 1911 Enciso comenzó a introducir temáti-
cas prehispánicas en sus obras, que incluyeron dos tempranos murales en escuelas públicas. Enciso, llevó a
cabo una importante labor como Inspector General de Bellas Artes en 1917: “intentó impedir la salida al
extranjero de piezas arqueológicas… y crear en distintos estados museos de artes decorativas e industriales,
cuya función esencial era mantener en vida algunas tradiciones artesanales necesarias para la supervivencia
económica local”. Dos años después Jorge Enciso diseñó, junto con su cuñado Adolfo Best Maugard, los
vestuarios para el Ballet mexicano que representó la bailarina rusa Ana Pavlova en la ciudad de México. Véase
Claude Fell, José Vasconcelos: los años del águila (1920-1925), educación, cultura e iberoamericanismo en el México postre-
volucionario, México, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM3"8@?@5"ww5":@;"\";99B"_h}ply"Tv\zz·u3"La
crítica de arte en México, 1896-1961, México, Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM3"8@@@B"Qlhu"Johysv{3"
El renacimiento del muralismo mexicano (1920-1925)3"T· pjv3"Kvt·z3"8@?<B"Qvz·"Q|hu"[hishkh3"Obras completas
VI. Arte y artistas, México, Instituto de Investigaciones Filológicas-UNAM, 2000.
6.-Sobre el Dr. Atl, Cuauhtémoc Medina señala: “…Gerardo Murillo fue el líder natural de los pintores jó-
venes mexicanos: el profesor cercano, el colega maduro y el organizador.” Entre 1913 y 1916, Atl se “lanzó
a la acción política”, convirtiéndose en “operador político de masas a favor de la facción constitucionalista
de la Revolución mexicana…”, Cuauhtémoc Medina, “El Dr. Atl y la artistocracia: monto de una deuda
vanguardista”, en Heterotopías. Medio siglo sin lugar: 1918-1968, catálogo de la exposición, Madrid, Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2000. pp. 77-83.
7.-El Universal, Edición conmemorativa…, op. cit., p. 1.
8.-Al respecto, véase James Oles, “Seducción o negocio. Las exposiciones de arte popular mexicano, 1820-
1930”, en Casa Mañana, The Morrow Collection of Mexican Popular Arts, Albuquerque, Mead Art Museum,
Amherst Collage, University of New Mexico Press, pp. 31-45.
9.-Alicia Azuela, op. cit., p. 144.
10.-"Ohjph"8@8?"Hkvsmv"Ilz{"Th|nhyk"jvtlu ¿"h"{yhihqhy"lu"sh"Lzj|lsh"kl"Hy{lz"\"Väjpvz"ÖSh"Jvyylnpkvyh"
de Querétaro”, instrumentando su propuesta de enseñanza artística –que después reuniría en su obra Método
de dibujo. Enseñanza, tradición y resurgimiento del arte mexicano (1923)– que pretendía ofrecer a los alumnos de edu-
cación básica un suerte de alfabeto visual, conformado por siete elementos ornamentales que, utilizados en
combinaciones dinámicas o estáticas, permitían la creación de “todas las formas reconocibles del universo”.
11.-Rick A. López, “The Noche Mexicana and the Exhibition of Popular Arts: Two Ways of Exalting In-
dianess”, en Mary Kay Vaughan y Stephen E. Lewis (Eds.), The Eagle and the virgin. Nation and cultural revolution
in Mexico, 1920-1940, Durham, Duke University Pressp, 2006, p. 30.
12.-Fred Davis fue uno de los primeros estadounidenses en impulsar el coleccionismo de arte popular mexica-
no entre sus conciudadanos. Residente de México desde principios del siglo XX, Davis abrió una de las prime-
ras tiendas de artesanías en la ciudad de México. Fue director de la galería Sanborns. Véase Marion Oettinger,
et. al., Tesoros del arte popular mexicano: Colección de Nelson A. Rockefeller, México, Artes de México, 2009, p. 15.
13.- Rick López, op. cit., p. 31.
14.-Ibidem
15.-Ibidem
16.-El Universal, edición conmemorativa, op. cit., p. 1.
17.-“La inauguración de la Exposición de Arte Popular”, Excélsior, 20 de septiembre de 1921, segunda
sección, p. 3.
18.-Ibidem, véase también “El arte popular en México, una bella exposición”, en El Demócrata. Diario indepen-
diente, 12 de septiembre de 1921, p. 1.
19.-“La exposición inaugurada ayer constituye un bellísimo alarde de arte popular”, en El Demócrata. Diario
independiente, México, 20 de septiembre de 1921, p. 1.
20.-James Oles, op. cit., p. 38.
21.-Ejemplo de este coleccionismo estatal centrado en el arte popular, fue el acervo conformado por Rober-
to Montenegro a partir de la exposición de 1921. Gracias a la ardua labor del artista y promotor cultural, en
1934 se inauguró el Museo Nacional de Arte Popular, ubicado en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes,
el cual llegó a contar con una colección de más de cinco mil piezas entre cerámica, textiles, hojalatería, laca,
vidrio, etc. Desde hace algunas décadas, la colección perteneciente al INBA fue fragmentada y depositada en
el Museo Nacional de Arte, el Instituto Jalisciense de Cultura, el CENCROPAM y el Centro Cultural Tijuana.
22.-La Exposición Nacional de Artes Populares fue uno de los primeros mecanismos instrumentados por
el Estado posrevolucionario, para transformar la percepción sobre nuestro país tanto al interior como en el
extranjero. Por ello Estados Unidos fue el primer destino para la muestra, ya que la indiscutible importancia
comercial y política del vecino del norte, exigía promover por todos los medios el pronto reconocimiento del
gobierno estadounidense al nuevo régimen obregonista.
23.-Gerardo Murillo, Dr. Atl, Las artes populares en México, México, Cultura, 1922, 2 V., p. 22.