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Tema: Todos tenemos por lo menos un don dado por Dios y él desea que lo
usemos para el bien de los demás.
1 Corintios 12:4-11
Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas
maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero
es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.
Dios nos ha dado a todos los seres humanos un potencial que debemos usar
para ayudar y edificar a los demás. Es muy triste ver a una persona
desperdiciar sus dones porque se deja vencer por las dificultades de la vida.
Cada una de nosotras, cada hija de Dios, tiene algo precioso que contribuir a
esta sociedad en este momento. No estamos aquí por azar: Dios nos ha
puesto donde estamos con un propósito.
Piensa, por ejemplo, en una ocasión en la que estabas muy triste. Estabas
pasando por una temporada muy dura y ya casi ni te quedaban fuerzas
emocionales para continuar. Recibiste una llamada de una amiga. Ella te
escuchó, te consoló, oró contigo y cuando terminaste de hablar con ella
descubriste que te sentías mucho más animada y tranquila. Te das cuenta
que Fuiste la receptora del don de animar o exhortar (Romanos 12:8).
O quizás recuerdas una vez en la que estuviste enferma por varios días y ya
no te quedaba mercadería en tu casa. Una hermana de la iglesia se enteró de
que llevabas varios días sintiéndote mal y llegó una tarde con una bolsa llena
de comida y un envase con sopa de pollo calentita, lista para comer. Ese es el
maravilloso don del servicio.
¿Conoces tus dones? ¿Podrías enumerar las cosas que haces que te
hacen sentir feliz y realizada? Algo se renueva dentro de nuestro ser
cuando usamos los dones que Dios nos ha dado. Hemos sido diseñadas para
usarlos, para compartirlos. Para ser más efectivas debemos conocer los
dones que Dios nos dio.
Profecía: Dar una palabra de parte de Dios que aplica a una situación
específica, con el propósito de exhortar. (1 Corintios 12:10; 1 Corintios
12:28; Romanos 12:6; Hechos 19:5-6; 2 Pedro 1:21)
Dios anhela que usemos nuestros dones no solo por nuestro bienestar
espiritual, sino por el bien de la Iglesia en general, o por la de nuestra
familia. Descubramos y usemos nuestros dones para la gloria de Dios.
Seamos mujeres de acción, participemos activamente en la edificación de la
iglesia. Veremos a Dios obrar en nuestra vida y a través de nosotras. No hay
mayor satisfacción que la de saber que estamos viviendo la vida como Dios
desea, usando nuestros dones y los recursos que él nos da para impactar a
otros en su nombre.