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En los recursos las costas se imponen al recurrente cuando se desestima totalmente

el
recurso, salvo que el órgano jurisdiccional motivadamente aprecie circunstancias
que
justifiquen no imponerlas. Es evidente, que el criterio del vencimiento es más
seguro
por su aplicación automática, mientras que el de la apreciación de la temeridad o
mala
fe, por la carga valorativa subjetiva que incorpora, acaba siendo aplicación sólo
en
contadas ocasiones y casi siempre a la Administración Púbica. Por ello, parece más
conveniente que este criterio del vencimiento se hubiese previsto como único,
habiéndose llegado a proponer en este sentido la conveniencia de establecer unas
tarifas oficiales solo a efectos de la condena en costas.
La sentencia debe contener un pronunciamiento sobre la imposición de costas, que
cuando se imponen pueden alcanzar a la totalidad o a una parte de las mismas, o por
una cifra o cantidad máxima, que es lo que debería imponerse en todos los casos.
Por
lo demás, las costas se regulan y tasan según lo dispuesto en la LEC y en ningún
caso
se impondrán al Ministerio Fiscal.
Para el cobro de las costas por la Administración puede utilizarse la vía de
apremio,
pero si debe pagarlas la Administración se genera para el ciudadano un verdadero
“calvario” para cobrarlas,

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