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Abstract: Globally, the Sgraffito is mainly deemed an italian invention that spreads
almost throughout Europe in the 16th century. However, countries like Spain, Portugal
and Morocco preserved sgraffitoes much older, will develop in the context of Islamic and
Mudejar arts, with a technical evolution that allows to observe its development from the
joints of the walls to sgraffito. The architecture of Segovia is one of the clearest examples.
Key words: joints, Sgraffito, masonry, brick, mudéjar.
Recibido el 6/03/2014
Aceptado el 6/03/2014
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En septiembre del año 2000 se celebró en Spoleto (Italia) el primer encuentro
internacional en torno a la técnica del esgrafiado, contemplada desde la doble pers-
pectiva de su evolución histórica y su conservación. Bajo el lema «Le facciate a sgra-
ffito in Europa e il restauro della facciata del palazzo Racani-Arroni in Spoleto»1, se
impartieron ponencias sobre numerosas manifestaciones que aún perviven en Italia,
Austria, República Checa, Suiza, Bélgica y Alemania, abarcando en su cronología
artística desde el Renacimiento hasta el Modernismo. La Península Ibérica fue la
más notable ausente en aquel foro, puesto que España y Portugal pueden presumir
de contar aún con un magnífico repertorio de esgrafiados que no sólo participan de
la corriente renacentista que desde Italia se difundió por buena parte del continen-
te durante el siglo XVI, sino que además suman un nutrido corpus de ejemplares
islámicos y mudéjares, notablemente anteriores, configurando en nuestro suelo un
panorama único en el mundo, desgraciadamente ignorado por extraños, pero tam-
bién por propios.
En buena medida, entiendo que el mundo científico es responsable de este des-
dén, al haberlo relegado a un plano secundario, negando así la atención e importancia
que merece. Esta situación no se corresponde en absoluto con la destacada presencia
de esgrafiados en numerosos edificios fundamentales para la Historia del Arte, ni con
su implicación en significativos fenómenos urbanos, sociales y políticos. El problema
es de otra índole, y éste tiene que ver –a mi juicio- con las consideraciones triviales
que han recaído sobre las artes decorativas y con el miedo a profundizar sobre un
tema lleno de particularidades que exige una preparación bastante específica; de he-
cho, la principal carencia de que adolecen los investigadores que afrontan el estudio
1 Le facciate a sgraffito in Europa e il restauro della facciata del palazzo Racani-Arroni in Spoleto,
Atti della giornata di studio, Spoleto, 23 settembre 2000, Spoleto, Centro italiano di studi sull’alto
medioevo, 2000.
del esgrafiado es el desconocimiento de sus diferentes técnicas2, capaces de alum- tipo «falso despiece de sillería», «recurso del encintado», «fajas enlucidas», «estuco de
brar realizaciones tan distintas que han llevado a numerosas omisiones y equívocos. cal tipo relieve», «fingido despiezo hecho con fajas de mortero», etc.4, para salir del
El arquitecto francés Albert Laprade (1883-1978), probablemente acostumbrado a paso ante unas evidencias cuya técnica ignora; si además falla la prudencia, pode-
la visión de los esgrafiados ultrapirenaicos, no tuvo ningún problema en identificar mos llegar a leer que se trata de una pintura «a la cal»5. La necesidad de una sólida
como tales a los que adornan la Puerta Real o de la Asunción en el Monasterio de base de investigación se impone por tanto, para favorecer el conocimiento de uno
Santes Creus (Tarragona). Este notable ejemplar barroco, aunque responda a las pe- de los aspectos más singulares de nuestra arquitectura. No debe aceptarse para el
culiaridades del área catalana del setecientos, puede alinearse con manifestaciones esgrafiado –lo mismo que para el resto de revestimientos murales- una consideración
de otros países europeos, cuya génesis arranca de la Italia renacentista; sus motivos menospreciativa, puesto que atañe al aspecto original con el que los edificios fueron
ornamentales son igualmente concordantes con esta tradición: arquitecturas fingidas, concebidos, siendo su auténtica «piel». Por ello mismo, es obligado propiciar una am-
guirnaldas de hojas y frutos, querubines, jarrones y otros adornos, plasmados con tí- plia divulgación que ponga en valor un patrimonio que, hoy por hoy, se subestima, se
mido relieve sobre la fachada. Pero cuando Laprade llega a Segovia y se sitúa delante considera prescindible o se trata con una inapropiada despreocupación por parte de
del Torreón de Lozoya, describe lo que ve como «paredes decoradas con argamasa instituciones y profesionales, redundando habitualmente en terribles destrucciones,
rascada», sin percatarse de que se trata en realidad de otra modalidad de esgrafiado, restauraciones o restituciones que desfiguran para siempre nuestros monumentos.
quizá menos sofisticada que la tarraconense, pero tres siglos más antigua y sin co- Este desalentador panorama no deja de ser paradójico si observamos el enorme
nexión alguna con Italia: circunferencias irregulares, de tamaños dispares, avanzan interés que el esgrafiado está despertando por todo el mundo. A cursos, conferencias,
con rotundidad sobre el muro de mampostería dejando ver en ocasiones el material visitas guiadas, protecciones específicas para fachadas esgrafiadas, planes y proyec-
pétreo, adornándose el encuentro de los anillos con trocitos de escoria que el arqui- tos de restauración, etc., se añade un creciente corpus bibliográfico dominado por
tecto llama «pedazos de lava o de porfirio dispuestos en M»3. Seguramente, si hubiera estudios locales o regionales de un valor absolutamente estimable, pero falto de una
traspasado el umbral del edificio y recorrido sus estancias hasta alcanzar la galería visión global, tan necesaria.
del jardín, hubiera vuelto a constatar la presencia de esgrafiados, puesto que allí se De esta reflexión nace el presente artículo, fruto de un trabajo de investigación
realizó «a la italiana» todo un programa ornamental y simbólico en el siglo XVI. Fue que no hubiera podido llevar a cabo sin los apoyos del Instituto de la Cultura Tra-
debido a estas circunstancias que Laprade no se percató de que se hallaba ante un dicional Segoviana «Manuel González Herrero» y de la Diputación Provincial de
monumento que, en lo concerniente a sus revestimientos, ostenta la singularidad de Segovia, instituciones que están trabajando en la divulgación del esgrafiado por toda
haber sido decorado empleando las dos corrientes técnicas y estéticas del esgrafiado nuestra provincia, cometido al que se ha unido la Real Academia de Historia y Arte
europeo. La confusión de Laprade no es por desgracia un hecho aislado y fruto de de San Quirce.
ello es la notable falta de rigor que reina en la bibliografía, sobre todo cuando se trata En estas páginas quiero abordar monográficamente una de las hipótesis más
del esgrafiado islámico y mudéjar. Se habla absolutamente a la ligera de los materiales aceptadas a la hora de explicar el origen del esgrafiado. Dentro de un marco tecno-
y se emplea de modo arbitrario la terminología propia de este oficio; se desconocen lógico, el descubrimiento de este procedimiento artístico ha sido entendido por la
o describen erróneamente las diferentes vertientes técnicas que se agrupan bajo el investigación como fruto de tres posibles alternativas. Vicente Lampérez6 entendió
nombre genérico de «esgrafiado»; se llega incluso a obviar su presencia a la hora de la génesis de nuestra técnica desde dos perspectivas, bien como una derivación prác-
estudiar numerosos edificios, esquivando así tan espinoso asunto. Para colmo, la ma- tica u ornamental de las «yeserías mudéjares», bien como una consecuencia de la
yor parte de la bibliografía especializada que ha estudiado estas manifestaciones no
ha utilizado el término «esgrafiado» en ninguna ocasión, apelando a expresiones del
4 CÓRDOBA DE LA LLAVE, R. (2004): «Fortificaciones Almohades de la provincia de Córdoba». En VA-
LOR PIECHOTTA, M.; VILLAR IGLESIAS, J.L.; RAMÍREZ DEL RÍO, J.: Los Almohades, su patrimonio
2 En su día ofrecimos una clasificación y descripción de los principales procedimientos técnicos que agrupa arquitectónico y arqueológico en el sur de al-Andalus, Sevilla, Universidad de Sevilla, 125.
el esgrafiado. RUIZ ALONSO, R. (1998): El esgrafiado. Un revestimiento mural en la provincia de Segovia, 5 MACIAS, S. (1993): «Moura na baixa idade média: elementos para um estudo histórico e arqueológico», Ar-
Segovia, Caja Segovia, 40 y ss. queologia Medieval, 2, Porto, 129.
3 LAPRADE, A. (1981): Apuntes de viaje por España, Portugal y Marruecos (1916-1958), 6 LAMPÉREZ Y ROMEA, V.(1922): Arquitectura civil española de los siglos I al XVIII, I, Madrid, Satur-
Barcelona, Gustavo Gili, láms. 24 ESP y 51 ESP. nino Calleja, 164.
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evolución que experimenta el llagueado en relieve sobre muros de mampostería. Por que, desde el encintado irregular de las piedras y el trazado a mano alzada de ciertos
mi parte7, ya sugerí la importancia que pudo tener el grafito inciso en el desarrollo motivos circulares, concluirán con la aplicación de patrones geométricos que tapizan
de este sistema ornamental, puesto que el paso del fino rayado de una línea, a su por completo los muros, mediante el empleo de plantillas; antes de esta última eta-
plasmación a través de un raspado más grueso y amplio es realmente un tránsito fácil pa, algunos esgrafiados, integrados por formas regulares, delatan el uso de reglas y
de suponer, con solo pensar en un simple cambio de instrumental. compases, como en ejemplares califales. Una evolución similar se plantea en el norte
Vistas en su conjunto y teniendo en cuenta las evidencias que nos han llegado, de la provincia de Huelva, observada por J. A. Morales Martínez: «Cuando la fábrica
creo que no se trata de hipótesis excluyentes, sino de diferentes caminos que fac- es incierta, el mortero embadurna las llagas adoptando diversas disposiciones: a) En
tiblemente condujeron a definir al esgrafiado. Ahora bien, la simultaneidad y per- una primera época, fines del XIII y comienzos del XIV, el mortero casi llega a tapar
severancia en el tiempo de todos y cada uno de los pasos y avances que por lógica las piedras totalmente, como en el Castillo de Cumbres Mayores, siendo la mezcla de
debieron llevar a la configuración técnica del esgrafiado, invalida por el momento cal, notablemente blanca. b) A lo largo del siglo XIV se inicia y desarrolla una fuerte
cualquier intento de progresión en etapas sucesivas que caractericen periodos con- tendencia a regularizar el rejuntado dejando la piedra libre en ventanillas circulares,
cretos, dado que cada nuevo hallazgo técnico u ornamental nunca vino a anular las adoptando el paramento el aspecto de una red o panal. c) Durante el siglo XIV
anteriores experiencias: llagueados idénticos se ejecutan entre los siglos XII y XV, aparece una curiosa costumbre decorativa: los albañiles diseñaron estrellas, círculos,
momento este último en el que la decoración esgrafiada había llegado a su madurez cruces, cuadrados, svásticas, dameros, animales, etc., sobre la mezcla que rebosa las
y gozaba de una considerable difusión; la derivación del encintado hacia el motivo de llagas»8 . José Augusto Correia de Campos buscó evidencias de este proceso en Por-
la burbuja se mantiene vigente durante casi seiscientos años sin apenas modificacio- tugal, llegando a afirmar rotundamente que nuestra técnica es «de origen árabe»,
nes y sin que ello suponga la suplantación o sustitución del añejo procedimiento del importada de oriente en todas sus fases evolutivas9, pero sin aportar pruebas conclu-
rejuntado; pero para complicar aún más este panorama, ya desde el siglo X tenemos yentes que avalaran tales suposiciones. En su investigación mencionó los envitolados
constancia de que el esgrafiado está técnicamente configurado (aunque con ciertas cuadrangulares y romboidales de las murallas de Vila Viçosa y Serpa; los esgrafiados
peculiaridades), ofreciendo una ornamentación geométrica trazada a regla y compás, tendentes al círculo en el templo del castelo dos Mouros en Sintra y los plenamente
como aún se sigue haciendo en la segunda mitad del siglo XV. Aunque pueda pare- circulares de una torre en las defensas de Moura; los diseños en damero, espina-pez
cer una vaguedad, lo cierto es que la sencillez técnica de estos procesos, así como la y rosetones con burbujas de la ermita de San Blás en Évora, etc.
persecución de unos mismos fines por parte de la arquitectura (protección y embe- Ante evidencias como éstas era lógico que buena parte de la bibliografía se
llecimiento de los muros mediante unos sencillos materiales al alcance de casi todos) adhiriera a la hipótesis de Vicente Lampérez10, pero ello se hizo sin aportar nada
debieron determinar que en distintos lugares se llegara a conclusiones similares, a significativo, llegándose al extremo de que los términos «encintado» y «esgrafiado» se
veces con siglos de diferencia. confundieran11 o se emplearan como sinónimos. Por otro lado, este fenómeno evolu-
Lo mejor para entender este confuso panorama es tratar por separado cada una tivo nunca se ha contemplado de una forma contrastada, asumiéndose que en todos
de las alternativas que, en su desarrollo, culminaron por caracterizar técnica y orna- los lugares se produjo de la misma manera. Tampoco se han tenido en cuenta los di-
mentalmente al esgrafiado. Comenzaremos en este artículo por estudiar la vía que ferentes modos de realizar encintados y sus distintas consecuencias. Por último, rara
llevó desde el llagueado al esgrafiado, dejando para otra ocasión la implicación en vez se ha observado la implicación que, en las formas y desarrollos de los llagueados,
este mismo objetivo de las yeserías y del grafito inciso. Esta línea de trabajo nos irá
conduciendo paulatinamente hacia los ámbitos islámico y mudéjar, dado que a ellos 8 MORALES MARTINEZ, J.A.(1976): Arquitectura medieval en la Sierra de Aracena, Sevilla, Diputación
Provincial, 39.
corresponden la inmensa mayoría de los ejemplares que nos han llegado del medievo. 9 CORREIA DE CAMPOS, [J. A.] (1965): Arqueologia árabe em Portugal, Lisboa, edição do autor, 129-
Dentro de este marco, existen algunos núcleos locales o regionales donde el proceso 130.
se desarrolla íntegro y coherentemente desde sus inicios. El caso de Segovia es el más 10 Uno de los primeros en hacerlo fue: LOZOYA, JUAN DE CONTRERAS Y LÓPEZ DE AYALA, MAR-
QUÉS DE [1921]: La Casa Segoviana, Madrid, Hauser y Menet, s.p., pero sería Leopoldo Torres Balbás en varias
completo: entre los siglos XIII y XVI, casi pueden seguirse paso a paso los avances
publicaciones, su principal difusor.
11 PAVÓN MALDONADO, B.(2005): Tratado de arquitectura hispanomusulmana, III, Madrid, CSIC,
7 RUIZ ALONSO, R.(1998): El esgrafiado. Un revestimiento…, op. cit., 87-88. 721: «Volviendo al esgrafiado, consiste en aplicar a las piedras de paramentos exteriores cintas de yeso en relieve».
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han tenido los aparejos que protegen, dando por hecho su genérica aplicación a la algo resaltadas que forman pequeños rectángulos y conservan aún restos de pintura
mampostería. Carencias como éstas han sido los estímulos para el presente trabajo. roja»15. Tales coincidencias no pasaron desapercibidas para ninguno de estos dos in-
vestigadores, concluyendo el último de ellos que quizá se trate de una «peculiaridad
Definición de encintado local». A partir de entonces, la disparidad geográfica y cultural es evidente. Llaguea-
El encintado, rejuntado, llaga, retundido, tendel o envitolado, es aquella porción do en realce, muestran por ejemplo, los mampuestos del castillo de Huete (Cuenca),
de argamasa que rellena el espacio o «junta» que dejan entre sí las piedras o los del siglo X, lo mismo que ciertas zonas de la muralla de Toledo –cuya datación es
ladrillos de una fábrica; su objetivo prioritario es proteger al muro de los agentes at- difícil de establecer- en el sector del postigo de los «Doce Cantos». Nos compensa
mosféricos, allí donde es más vulnerable. Propiamente, se emplea el término «tendel» de estas dudas cronológicas la mezquita de Bāb al-Mardūm o ermita del Cristo de la
para definir a las juntas horizontales, en tanto que «llaga» viene a dar nombre a las Luz, mandada construir en el año 999/1000, y reformada a partir de 1187. De ella,
verticales, aunque no es raro observar a ambos sustantivos tratados como sinónimos ha escrito Teresa Pérez Higuera, que «señala el nacimiento del mudéjar toledano.
y ajustados a la definición anterior. También es posible encontrar las expresiones Lo que imprime ese carácter mudéjar a las formas califales es el empleo de unos
«llaga abierta», para nombrar a las juntas sin mortero, y «llaga cerrada», aplicada a materiales –mampostería y ladrillo-, y de un aparejo –mampostería encintada16-, que
las que se colmatan con argamasa12 . Respecto al término «encintado», debe tenerse parecen proceder de una tradición local, empleados ya en época romana»17; sobre la
cuidado con la expresión «mampostería encintada», ya que es empleada para designar cara vista de sus mampuestos se observa con claridad el ligero avance de un cordón
dos aparejos diferentes: por un lado, con ella se define al muro de mampuestos, or- de argamasa que va a mantenerse durante siglos en las fábricas de esta ciudad. An-
ganizado en cajas entre verdugadas o cintas de ladrillo y machones o «rafas» de este tonio Viñayo González, cuando habla de la primitiva construcción de San Isidoro
mismo material o de piedra; por otro, la acepción que emplearemos en este trabajo de León18, afirma que los restos allí aparecidos son anteriores a la segunda mitad del
es aquella que define a la mampostería rodeada por un rejuntado de mortero que siglo XI; seguramente de entonces puedan datar ciertos fragmentos que alumbró
normalmente sobresale por encina de las superficies pétreas. una campaña arqueológica en la iglesia de la Santísima Trinidad de Segovia, sobre la
No sabemos cuándo comienza esta práctica y ni siquiera, como reconocía Basi- cabecera de un templo románico anterior19. A finales del XII o principios del XIII
lio Pavón Maldonado, contamos con «argumentos de peso que nos lleven a adjudicar correspondían los restos que adornaban la fachada de la torre o palacio de Doña
al Arte Hispanomusulmán la invención de las mamposterías encintadas medieva- Berenguela en León, conocidos a través de fotografías antiguas20 . Constructores al-
les»13. Luis Felipe de Peñalosa, por su parte, especuló con la posibilidad de que fuera morávides y almohades llevarán también este acabado a sus edificios, al tiempo que
un sistema «de origen cristiano»14. Ninguno de ellos se hizo eco de las noticias que su empleo cuajará ampliamente en la arquitectura mudéjar. Desde el siglo XIII, la
entre 1968 y 1970 publicaban Antonio García y Bellido y Theodor Hauschild refe- ciudad del Acueducto cuenta con numerosos ejemplos tanto en edificios civiles y mi-
ridas a dos monumentos leoneses. El primero describe en el recinto más antiguo de litares -Torre de Hércules, Alcázar o ciertos sectores de la muralla- como religiosos
la muralla romana, un encintado en saliente sobre fábrica de sillería que quizá pudo
recibir pintura; hoy día se datan estos muros en el último cuarto del siglo I d.C. El
segundo localiza un acabado similar en el yacimiento arqueológico correspondiente 15 GARCÍA Y BELLIDO, A. (1968): Nueve Estudios sobre la Legio VII Gemina y su campamento en León,
León, 11-16. HAUSCHILD, T.(1968): «La iglesia martirial de Marialba (León)», Tierras de León, 9, 23. MORI-
a la basílica paleocristiana de Marialba de la Ribera en Villaturiel (s. IV), donde LLO CERDÁN, A.; GARCÍA MARCOS, V. (2006), «Legio (León). Introducción histórica y arqueológica». En
alcanzó a observar que «las juntas aparecen en los muros exteriores como bandas GARCÍA-BELLIDO, Mª P.: Los campamentos romanos en Hispania (27 a.C.-192 d.C.). El abastecimiento de
moneda (volumen I), Madrid, CSIC, 237.
16 Con este término la autora se refiere a la disposición de las cajas de mampostería entre cintas o verdugadas
12 MARTÍN CRIADO, A.(2008): La ornamentación en la arquitectura tradicional de la Ribera del Duero, de ladrillo.
Ávila, Junta de Castilla y León, 76-77. 17 PÉREZ HIGUERA, T. (1984): Paseos por el Toledo del siglo XIII, Madrid, Ministerio de Cultura, 22.
13 PAVÓN MALDONADO, B.(1970): «Arte hispanomusulmán en Ceuta y Tetuán», Cuadernos de la Al- 18 VIÑAYO GONZÁLEZ, A.(1982): León y Asturias, La España Románica 5, Madrid, Encuentro, 66.
hambra, 6, 81. 19 LÓPEZ AMBITE, F., DEL BARRIO ÁLVAREZ, Y. (1995): Excavaciones en la iglesia de La Santísima
14 DE PEÑALOSA Y CONTRERAS, L.F.(1942): «Los esgrafiados segovianos». En ALCÁNTARA, F., Trinidad (Segovia), Arqueología en Castilla y León 1, Valladolid, Junta de Castilla y León, 64 y ss.
DE PEÑALOSA Y CONTRERAS, L.F. , BERNAL MARTIN, S. (1971): Los esgrafiados segovianos, Segovia, 20 V.V.A.A. (2002): «Un asunto superficial: el revoco decorativo del recinto amurallado romano-medieval de
Cámara de la Propiedad Urbana, [s.p.]. León», De Arte, 1, 17.
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–iglesias de San Andrés y de San Justo, a las que pueden añadirse algunas más en la Ello supone la existencia de una amplia y continuada sensibilidad que gusta de
provincia como la torre de Santa Marina en Cuéllar-. El reino de Granada adoptará la piedra irregular y del ladrillo vistos, guarnecidos por un cordón de mortero pro-
igualmente el encintado, descrito en fortalezas como las de El Burgo y Archidona a tector. En el ámbito de la arquitectura islámica, estas evidencias vienen a poner en
modo de «un enfoscado exterior [que] dejaba la piedra vista y un llagueado en forma entredicho uno de los convencionalismos más comúnmente admitidos sobre su or-
de vitola en torno a ella»21; también se ha observado en construcciones habitacionales namentación, caracterizada por la inequívoca vocación de enmascarar los elementos
nazaríes, donde se refiere en los términos de un «envitolado sobre la piedra, que la propiamente constructivos, ocultando fábricas y estructuras detrás de revestimien-
deja en un plano rehundido pero visible, formando una decoración muy singular». A tos cuya decoración modular, reiterada hasta el infinito, crea esa típica sensación
juicio de Antonio Malpica Cuello tal sistema cuenta con antecedentes «en el mun- de horror al vacío. La alternativa del llagueado, además de permitir la visión de
do norteafricano (Zagura) [y] en la Península (murallas de Valencia, que parecen materiales y aparejos, implica un ahorro de material –y por tanto de costes- frente al
documentarse en el siglo XI, casas almohades de Cieza, en Murcia, y muros de la revestimiento continuo, pero la elección de una u otra opción no siempre ha debido
necrópolis de Gibralfaro, en Málaga)»22 . Este mismo autor argumenta que la expan- estar condicionada por razones de economía. Algunas iglesias cuellaranas superpo-
sión de la mampostería encintada –en unión de otras fábricas que se reiteran en este nen en sus ábsides distintos niveles de arquerías y paneles rectangulares construidos
territorio, caso de la mampostería enripiada- pudo beneficiarse de un plan defensivo en ladrillo, usanza habitual –con múltiples variantes- en la arquitectura mudéjar
llevado a cabo sobre la frontera del reino nazarí en los años centrales del siglo XIV, castellana hasta los inicios del siglo XIV; pero a la hora de rematar la superficie
pergeñado seguramente por «Muhammad V, tal vez su antecesor y alguno de sus interior de los mismos, se combinaron los dos acabados que venimos comentando,
sucesores […]. Se puede pensar que desarrollaron un programa constructivo de las solución que distingue a estos templos: la mampostería vista y encintada aparece en
características ya descritas, con claros fines propagandísticos, sin excluir los cada vez los arcos ciegos más bajos de San Martín, Santiago y San Esteban (fig. 1), siendo el
más necesarios mecanismos de protección»23; en otras palabras, según esta hipótesis resto de alturas terreno para el revoco; en la de El Salvador, el encintado aparece en
se habría empleado el encintado como sello característico de la arquitectura del emi- parte de la arquería intermedia, aunque debe tratarse de una intervención posterior.
rato. El plan de defensa contempló no sólo murallas y reformas de fortalezas, sino Respecto a los materiales que se emplearon en la confección de los encintados
también torres para alquerías y atalayas, llegando también a ellas los envitolados24. y esgrafiados que vamos a ver en estas páginas, el más usual fue el mortero de cal
En consecuencia, estamos ante un fenómeno de enorme difusión, rastreable desde y arena, aunque también se recurrió al yeso, como ha demostrado el análisis de los
la antigüedad, que va a desarrollarse tanto en medios cristianos como islámicos, sin revestimientos del castillo de Coca25. Se mencionarán igualmente los esgrafiados
que pueda adscribirse a una estética concreta, quizá porque responde a una necesidad mauritanos de la ciudad de Walata, realizados con «una capa de revoco elaborado
práctica de fácil solución puesto que optimiza los recursos que el constructor tiene a ancestralmente a base de excremento de vaca, agua y pigmento de oligisto»26 .
su alcance a la hora de construir los muros. Desde esta perspectiva no es tan sorpren-
dente que ejemplares tan alejados en tiempo y en espacio, como los muy tempranos del Variantes del encintado
monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí (quizá del siglo VI), los medievales de A pesar de las similitudes apuntadas, no todos los encintados se confeccionaron
Segovia, los barrocos de Alcalá de Henares, algunos ejemplos de art déco francés o los del mismo modo. Sobre varios lienzos y torres del castillo y muralla de Benisanó
contemporáneos de la ciudad armenia de Goris, sean en todo semejantes. (Valencia)27 vemos un grueso llagueado que arroja una potente sombra sobre los
mampuestos, con muchos paralelos en Castilla, Andalucía, Extremadura, etc.; la
anchura de esta vitola es completamente irregular, condicionada por las formas y
21 ACIÉN ALMANSA, M.(1992): «Los tugûr del reino nazarí. Ensayo de identificación», Castrum, Murcia,
apud MALPICA CUELLO, A. (1996): «Las técnicas constructivas en Al-Andalus. Un debate entre la arqueología
dimensiones de los mampuestos. Nada tiene que ver con el fino y elegante encin-
y la arquitectura». En VAQUERO, B., PÉREZ, F., DURANY CASTRILLO, M.: Tecnicas Agrícolas, Industriais
e Constructivas na Idade Media: curso de verán, Celanova, 8-12 de xullo de 1996, La Coruña, 333. 25 RALLO GRUSS, C.(1996): «El castillo de Coca y su ornamentación», Anales de Historia del Arte 6,
22 MALPICA CUELLO, A.(1996): «Las técnicas constructivas…», op. cit., 334. Madrid, UCM, 26.
23 MALPICA CUELLO, A.(1998): «Los castillos en época nazarí. Una primera aproximación», en MALPI- 26 RODRÍGUEZ, A.(2008): Walata i Tichitt. Cor i ànima del desert maurità, Barcelona, MON-3, 273.
CA CUELLO, A. (coord.), Castillos y territorio en Al-Andalus, Granada, Universidad, 271-273. Walata, la ciutat de les caravanes, [Barcelona], Món-3, 2005, 27.
24 MALPICA CUELLO, A.(1998): «Los castillos…», op. cit., 278 y 290. 27 Ahora muy restituidos.
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tado que aún se conserva en algunas zonas del castillo de Puente del Congosto
(Salamanca); aquí se ha impuesto un desarrollo más uniforme, con una anchura
y relieve igualados y realmente sutiles (su minuciosidad llega al punto de bordear
las pequeñas piedras que acuñan los bloques más grandes), e incluso se ha buscado
deliberadamente dotar a todo el conjunto de un sentido curvilíneo, huyendo de las
angulaciones, lo que ocasionalmente deriva hacia formas redondeadas o de burbuja.
Muchos llagueados ofrecen ciertas peculiaridades que pueden ponerse en co-
nexión con el desarrollo técnico de diferentes procedimientos de esgrafiado. Sin
embargo, la constatación de estos vínculos entre encintado y esgrafiado no deben
llevarnos al error de pensar que el fin último de la experimentación con el lla-
gueado fue el «descubrimiento» del esgrafiado, dado que, como venimos apun-
tando, ambos van a convivir a lo largo del tiempo, intercambiarán algunos de sus
hallazgos e incluso se conjugarán en ocasiones dentro de un mismo paramento
mural. El ejemplo más antiguo de esta combinación lo encuentro en el cuerpo
bajo del alminar de la mezquita Kutubiya en Marrakech (fig. 2), cuya fecha de
inicio, aunque con reservas, se sitúa en torno al año 1147. Fue entonces cuando el
califa almohade Abd Al-Mumin decidió levantar una mezquita que poco después
sería reemplazada por otra, subsistiendo de la primera los cimientos y tal vez el
minarete. De acuerdo con la información que aparece en «Sa ‘adat al- Abadiya»,
la primitiva torre se transformaría posteriormente con la adición de una linterna
coronada por yamur28 . El cuerpo cúbico del alminar tiene en el eje de cada una de
sus fachadas varios pisos de ventanas y nichos ciegos, cobijados, mayoritariamente,
por arcos de herradura redonda o apuntada, que a su vez son enmarcados por otros
de lambrequín, de herradura, lobulados y entrelazados, todo ello bajo alfices. Se da
la circunstancia de que cada fachada es diferente, sometiéndose la distribución de
los vanos al desarrollo de una rampa interior que conduce a la linterna. La única
decoración que es igual en todas las fachadas es la del último piso, donde se abren
dos ventanas, flanqueadas por nichos ciegos, cuyos arcos entrecruzados forman
una red de sebka; corre por encima, la primera banda conocida de alicatado ce-
rámico en blanco y azul turquesa, rematándose el conjunto con un almenado. El
principal material empleado en su construcción fue un esquisto de gran dureza,
cuya labra es muy difícil. De ello se derivó un aparejo irregular, donde la talla en
piedra ofrece muy diversos grados de acabado, desde sillares más o menos escua-
drados a mampostería apenas desbastada, un efecto que desde el principio quiso
enmascararse; el mortero vino en su auxilio, dando un aspecto liso y regular a
Figura 1 - Ábside de la iglesia de San Esteban de Cuéllar 28 «En 591 (1195)... el célebre sultán Yaqb al-Mansur sobreelevó el minarete». Apud BASSET, H., TER-
RASSE, H. (1932): Sanctuaires et forteresses almohades, Paris, Larose, 312.
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Figura 2 - Alminar de la Kutubiya en Marrakech. Detalle del encintado Figura 3 - Pinturas y esgrafiados en el alminar de la Kutubiya
arcos, molduras, albanegas y otras superficies. Henri Basset y Henri Terrasse de- procedimiento. La decoración esgrafiada –que no fue señalada ni singularizada
dicaron varios estudios a este alminar, analizando pormenorizadamente su decora- por Basset y Terrasse, quienes integraron sus evidencias con partes de la ornamen-
ción pintada pero describiendo en términos un tanto vagos los otros revestimientos tación «modeladas» en estuco30 - participó también para simular sillares en esquinas
que integraron la ornamentación, sin entrar en detalles técnicos. El más básico fue e interiores de algunos nichos, así como dovelas de arcos. Fue igualmente emplea-
un llagueado realzado que, sobre todo en las secciones angulares del muro, trató de do para reforzar exteriormente la silueta de los vanos, fingir dinteles adovelados
dotar a la piedra de un perfil regular, fingiendo una fábrica de sillería; según Bas- -con distintos engatillados (fig. 3)- y configurar alguna pequeña arquería. Además
set y Terrasse el encintado resaltaba aún más en origen al haber recibido pintura de a la imitación de elementos arquitectónicos, el esgrafiado se aplicó igualmente a
de color claro29. Además de participar en el acabado de estos envitolados, la pintu- la decoración de albanegas y claves de arcos, donde se ubicaron frisos de pequeños
ra, esta vez realizada mayoritariamente en color almagre, ornamentó buena parte arcos, medallones y nudos lobulados, así como bandas de entrelazo. Por último,
de los nichos ciegos, albanegas, fondos de las redes de sebka y arquerías ciegas, así configuró paños de decoración seriada que se anticipan en muchos siglos a las ca-
como las superficies de algunas de las bandas lisas que conforman alfices; con ella racterísticas fachadas segovianas: algunos nichos ciegos recibieron tramas de octó-
se realizaron motivos epigráficos, geométricos y vegetales. La pintura también se gonos entrelazados que contienen cuadrados en su interior, repitiendo el esquema
combinó con grafito inciso para fingir paramentos de ladrillo (sobre muros realiza- geométrico del alicatado. En la segunda fase de construcción, el esgrafiado tapizó
dos en este mismo material) o configurar decoraciones geométricas. En esta línea casi enteramente la linterna con motivos estrellados de ocho puntas, mientras una
asociativa de técnicas encontramos igualmente la simbiosis entre pintura y esgra- cenefa de cuadrados encadenados bordeaba la parte inferior de los vanos en cada
fiado, en la que aquélla coloreó los fondos de algunas formas realizadas con nuestro fachada (fig. 4); hoy todo ello es bien perceptible tras su restitución.
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38 MEUNIÉ, J., ALLAIN, Ch.(1956): «La forteresse almoravide de Zagora», Hesperis, XLIII, 311.
39 TERRASSE, H. (1953): «La forteresse d’Amergo», Al-Andalus, XVII, 395.
40 MALPICA CUELLO, A. (1996): «Las técnicas…», op. cit., 327-328.
41 ACIÉN, M.; CRESSIER, P.(2009): «Fortalezas dinásticas del Marruecos Medieval: aspectos constructi-
vos». En SUÁREZ MÁRQUEZ, A. (coord..): Construir en Al-Andalus, Monografías del Conjunto Monumental de
la Alcazaba, 2, Almería, Junta de Andalucía, 185.
42 Esta costumbre recuerda poderosamente a la «Mezuzá» que los hebreos colocaban junto a sus puertas. En
el momento de la gran circulación caravanera transahariana se sabe que había un gran número de judíos dedicados
al comercio; sin embargo, no hay registro de su existencia en Walata. En otras ciudades mauritanas como Wadan y
Tichit estos talismanes se colocan sobre la puerta y se tocan al entrar o salir de la casa para recibir una bendición.
SHOUP, J.A. (2001): «Traditional Wall Art in Walata: Caravan City in the Eastern Hawdh», Anaquel de Estudios
Árabes, 22, 188.
43 LE QUELLEC, J.-L.(2004): Impressions of the Sahara, Paris, Editions Flammarion. Apud SHOUP,
Figura 7 - Encintado del castillo de Trujillo, Cáceres J.A.(2001): op. cit., p. 187.
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De finales del siglo XII o principios del XIII debe datar44 la torre albarrana que
todavía se mantiene en pie en el castillo de Alcalá la Vieja, situado frente a Alcalá
de Henares (Madrid). Su fábrica tiene distinto tratamiento en altura y no todas las
fachadas se organizan igual, por lo que quizá se recurrió a un encintado de este tipo
para homogeneizar las superficies.
En Segovia hemos mencionado edificios así decorados en el siglo XIII, como la
Torre de Hércules o algunos muros del Alcázar. Ambos son ejemplos destacados de
la receptividad que se detecta en el ámbito palatino cristiano de este momento hacia
las fórmulas de la arquitectura andalusí; de ello dan fe también varias miniaturas (fig.
8) de las Cantigas de Alfonso X el Sabio (cantigas LI, LXXXIX, XCIX, CXI,
CLI y CLXXIII del Códice Rico45).
En los restos del castillo de Torre Pesquera en Algarinarejo (Granada) se ven
labores de este tipo, aunque conviviendo con «un paño decorado con figuras incisas
y con pequeñas piedrecitas incrustadas en el enfoscado, lo que ha servido, por com-
paración con los que se hallan en Vélez Benaudalla, en la costa de Granada, para
considerarlos una reparación cristiana de finales del siglo XV»46 .
También es observable en otras latitudes y con una cronología muy diversa: mo-
nasterio de Yuste (Cáceres), diversos puntos de las murallas de Albarracín (Teruel)
y Requena (Valencia), Torre de Huérmeces (Burgos), murallas de Ávila, castillos
de Montalbán (Toledo), de El Barco (Ávila), Pedraza (Segovia)… Todavía en el siglo
XVIII se emplean escorias en el encintado de la iglesia de Vadocontes (Burgos),
mientras que en Segovia –sin que sepamos la razón- se dejan de emplear tan asi-
duamente y se sustituyen por puntos pintados de negro (muros externos del claustro
de la enfermería en el monasterio de Santa María del Parral), aunque más adelante
volverán a sus esgrafiados.
44 PAVÓN MALDONADO, B.(1982): Alcalá de Henares medieval. Arte islâmico y mudéjar, Madrid,
CSIC, Instituto de Estudios Árabes «Miguel Asin», 37-38, 55, 69, 85-87.
45 Ms. T-I-1. Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Figura 8 - Cantiga CLI de Las Cantigas de Santa María. Detalle 46 MALPICA CUELLO, A.(1998): «Los castillos…», op. cit., 278 y 290.
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más o menos redondeado, entre anchas juntas. Claros ejemplos los encontramos en
los castillos de Cumbres Mayores y Cumbres de San Bartolomé (Huelva), edificios
de los últimos años del siglo XIII o primeros del siguiente (fig. 9); también en el de
Leiria (Portugal), correspondiendo probablemente a las reformas y construcciones
que se emprendieron durante el siglo XIV. En ellos se advierte que el deseo de ar-
monizar el conjunto, dotándolo de un ritmo alterno de piedra y argamasa, llevó en
ocasiones a excavar la llaga en busca de la roca, cuando ésta quedaba oculta bajo el
mortero. En el castillo de Niebla (Huelva), sobre varios lienzos que deben datar ya
del siglo XV, y en el templo del castelo dos Mouros de Sintra, de cronología más in-
cierta, aparece bien definida la intención de organizar el muro en base a un encintado
que deja en profundidad círculos trazados a mano alzada y dispuestos a tresbolillo,
al interior de los cuales asoma la menuda mampostería (fig. 10). El castillo portugués
de Portel, que recurre a este mismo esquema ornamental, dio prioridad en una de
sus torres al contraste de texturas. Un revoco enlucido, realizado presumiblemente
con llana, cubre la casi totalidad del aparejo y sólo de cuando en cuando se ve par-
cialmente alguna piedra. El artífice recurrió entonces a dibujar círculos incisos a
Figura 9 - Castillo de Cumbres de San Bartolomé (Huelva) mano alzada, conjugándolos rítmicamente con los elementos pétreos; alumbró así un
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conjunto sujeto a esa cadencia que, en hiladas paralelas, dispone los discos sobre los
espacios vacíos que dejan entre sí los de la fila inmediata, formando rombos. Para
que estos redondeles se percibieran mejor, el artífice rellenó su superficie con líneas
incisas o rascó someramente el revestimiento, creando una superficie rugosa que
contrastaba con el pulimento que ofrecía el revoco en torno suyo. Este último recur-
so rige la modalidad del esgrafiado «a un tendido», aquí ya plenamente definido. Sólo
quedaba perfeccionar la decoración, paso que, curiosamente, ha dejado evidencias
con una cronología anterior, prueba de esa permanencia en el tiempo que hemos
advertido para todos y cada uno de los pasos evolutivos del encintado y del esgra-
fiado; debemos suponer igualmente que muchos ejemplares han debido desaparecer,
impidiendo establecer secuencias temporales más coherentes. El ábside de la ermita
de San Pedro de la Zarza o de San Mamés en Aroche (Huelva) -construido entre el
último tercio del siglo XIII y la primera mitad del XIV47 - y varios muros del castillo
portugués de Moura (fig. 11), adoptaron los círculos esgrafiados a tresbolillo, pero
dibujados a compás y con un diámetro semejante, dejando ver la piedra al interior
de algunos.
Es necesario puntualizar que estos esgrafiados no guardan relación con los que
veremos en Segovia, aunque ambos participen de las formas circulares. Si en Aroche
y Moura el protagonista de la decoración es el círculo, al excavarse toda su superfi-
cie, en Segovia se dará preferencia a la circunferencia que lo rodea, manifestándose
con abultado relieve. Estos anillos segovianos se suceden con un ritmo constante
y ordenado como si hubieran sido trazados sobre una trama oculta de cuadrados;
en el resultado final, las circunferencias quedan alineadas tanto horizontal como
verticalmente. En la ermita onubense y en el castillo portugués, por el contrario, la
trama oculta sobre la que se ordenan los círculos es la red de rombos, por lo que se
presentan a tresbolillo. A mi entender, esta práctica se deriva de la disposición de los
mampuestos sobre el muro, puesto que cada nueva piedra que se incorpora, busca
apoyarse al menos sobre otras dos de la hilada anterior; la costumbre de simular
aquellos elementos que el mortero dejaba ocultos llevó de una forma natural a incor-
porar esta ordenación a la decoración esgrafiada. Por último, los círculos segovianos
cuentan con circunferencias tangentes, mientras que los arochenos y portugueses no
llegan a tocarse –reflejo de la ancha llaga que en origen quedaba entre las piedras-,
conjugándose rítmicamente en el resultado final espacios vacíos y llenos. A medio
47 En origen existieron dos ermitas separadas por unos cien metros: la que aquí tratamos es la de San Pedro;
de la de San Mamés, nos dice Alfonso Jiménez que fue transformada en casa de labor; a la primera hoy se la conoce
popularmente por esta segunda advocación. JIMÉNEZ, A. (1981): «Arquitectura mudéjar y repoblación: el modelo
onubense». En Actas del I Simposio Internacional de Mudejarismo, 15-17 de septiembre de 1975, Madrid-Teruel,
Figura 11 - Castillo de Moura (Portugal) CSIC, Diputación Provincial de Teruel, 244.
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camino entre ambos extremos, aunque mucho más tardíos (finales del siglo XV) es-
tán los revestimientos de la iglesia de Santa Olalla en Puebla de la Reina (Badajoz),
donde circunferencias esgrafiadas a un tendido adornan cajas de mampostería entre
rafas y verdugadas de ladrillo; aquí los anillos fueron trazados a tresbolillo, son tan-
gentes y fueron dibujados con compás.
Esa correspondencia entre el esgrafiado y la mampostería es perceptible a otro
nivel. Por mucho que pueda sorprendernos, algunas fábricas pobres se revocaron
enteramente y se fingieron con esgrafiado, no buenos y bien trazados sillares, sino
humildes mampuestos. Así se ornamentó la Torre de Santa María en Badajoz48 –ves-
tigio de la primitiva catedral-, algunas zonas de la muralla de esta ciudad y de sus
antiguas casas consistoriales, así como varias fachadas del Palacio de los Condes de
la Roca. En estos edificios convive el llagueado con el esgrafiado a un tendido simu-
lando piedras y encintados. Su sencillez y cierta tosquedad no han de ser motivo para
infravalorar la mano de obra que los llevó a cabo, ya que era capaz de enfrentarse a
realizaciones más ambiciosas. En ese palacio se han hecho muy populares última-
mente algunas figuras que creo recientes, muy restauradas o completamente restitui-
das: un dragón devorando a un hombre y un cangrejo; no es un hecho excepcional y
menos aún en tierras pacenses. La amplia restitución del esgrafiado y del encintado
que cubrían la llamada «Torre abarlongada», ha respetado algunas zonas originales
entre las que destaca la representación de un castillo al interior de un medallón poli- Figura 12 - Castillo de Feria (Badajoz)
lobulado. El revestimiento que todavía puede verse con cierto esfuerzo sobre el casti-
llo de Feria, complementa la imitación esgrafiada de los mampuestos con una cenefa anterioridad en la mencionada basílica de Marialba de la Ribera50, suponiendo por
vegetal, inspirada en la ornamentación manuelina portuguesa. Sus ramas arbóreas se ello que se trata de una tradición muy antigua y arraigada. Esta conclusión se con-
cruzan rítmicamente formando entrelazos que dejan espacios fusiformes para alber- tradice con la hipótesis lanzada por Helmut Schlunk, quien consideraba que este re-
gar una hoja de higuera, símbolo heráldico de los Suárez de Figueroa; junto a ella vestimiento, junto con las celosías de estuco del mismo templo, fueron aportaciones
figuran también las armas que pertenecieron a los clanes con los que entroncaron los foráneas51. En cualquier caso, si estos autores están en lo cierto, se trataría de una
primeros condes: un lobo de los Osorio, el alón armado de los Manuel y una estrella evidencia anterior incluso a los ejemplos califales. Los sillares fingidos con esgrafiado
de ocho puntas de los Rojas (fig. 12)49. vuelven a aparecer sobre el alminar de Marrakech, pero va a ser a finales del XV
Por último, tenemos que mencionar la simulación de sillería a través del esgra- cuando se prodigan en edificios segovianos como la Casa de Aguilar o la llamada
fiado a un tendido. Algunos restos dispersos al exterior de la iglesia prerrománica «Casa de los Peces», para guarnecer ventanas o simular cadenas en las esquinas, así
ovetense de San Julián de los Prados (en sus fachadas norte y este) sugieren que
se hubiera empleando este procedimiento con tal fin en el primer tercio del siglo 50 FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, E., GALVÁN FREILE, F.(2008): «Pintando arquitecturas/arquitecturas
IX, complementando su efecto con pintura ocre y roja; ambos colores –a juicio de pintadas: las construcciones figuradas en el Códice Albeldense», De Arte, 7, 57 y lám. 4. SCHLUNK, H.; BEREN-
GUER, M.(1957): La pintura mural asturiana de los siglos IX y X, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos,
Etelvina Fernández González y Fernando Galván Freile- se habrían utilizado con 103-105. PURAS HIGUERAS, Mª.J.(1996-1997): Estudio y proyecto de conservación de las pinturas murales de
San Julián de los Prados, Oviedo, I, 31 y III, 368. ARIAS PÁRAMO, L.(1999): La pintura mural prerrománica
en el reino de Asturias (siglos IX y X), Oviedo, Cervantes, 41.
48 En diciembre del año pasado se ha picado buena parte de este esgrafiado por riesgo de desprendimiento. 51 En el caso de las celosías de estuco afirma que esta técnica «era propia del Oriente del Imperio y que se
49 COOPER, E.(1991): Castillos Señoriales en la Corona de Castilla, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, empleó poco después del año 800 en las grandes basílicas romanas». SCHLUNK, H.; BERENGUER, M.: op.
240. cit., 103.
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empalmes entre cada etapa, enrasándose todo ello. Sobre estas zonas -por lógica ali- al-Himyari dice de Salobreña (Granada) que su alcazaba cuenta con muros de piedra
neadas horizontalmente y con un cierto ritmo en sus empalmes verticales- se aplica- y lo mismo ocurre con otros escritos referidos a la ciudad de Guadalajara en el siglo
ba a llana o con una paleta una segunda capa de mortero, de un color por lo general X y a Guadix (Granada)64 . La cuestión estética no debió de ser ajena a estas obras,
muy blanco, rico en cal y con un árido muy fino. Tras repretar y enlucir el mortero, a juzgar por las evidencias que constataremos más adelante, pero su ubicación no
una vez que había adquirido un grado suficiente de consistencia, se procedía enton- ayuda a posicionarse sobre ello, dado que es posible hallarlos tanto al interior como
ces a marcar una faja regular que, en los ejemplos más sencillos, definía solamente al exterior de algunas tapias (Cáceres, Játiva), únicamente al exterior (quizá, como
líneas horizontales paralelas (Cáceres, Alcácer do Sal o Sevilla). Más abundantes apuntan Samuel Márquez Bueno y Pedro Gurriarán Daza, por haberse perdido la
son las que se complementan con líneas verticales, simulando despieces de grandes costra decorativa interna) o sólo al interior (Chella meriní de Rabat)65. Por último,
sillares, correspondiéndose sus dimensiones con las del tapial: entre 75 y 90 cm. de para Rafael Azuar Ruiz y otros autores, la «amplia dispersión geográfica por todo
altura por una longitud que no parece atenerse a ninguna norma, fluctuando entre el territorio de al-Andalus, así como la coincidencia en la cronología de la mayoría
los 200 y 250 cm.60; puede aparecer también una línea diagonal al interior de al- […] plantea la posibilidad de hallarnos ante el posible fósil director de un programa
gunos sillares, respondiendo al hecho de que los empalmes entre distintas fases de estructural de fortificaciones urbanas y rurales desarrollado por el estado almohade a
la construcción podían ofrecer un plano inclinado61. En cualquier caso, tras marcar finales del siglo XII»66; en otras palabras, se trataría de un aparejo y una decoración
las diversas líneas, se procedía a realizar un corte a bisel y a retirar aquella parte de característicos de esta dinastía africana, siendo por tanto un elemento propagandís-
mortero sobrante, descubriendo la capa inicial. El relieve de las cintas puede ir desde tico del poder y la fuerza de «los Unitarios».
unos milímetros hasta los dos o tres centímetros, con una anchura de entre siete y Casi sin querer, hemos entrado así en la cuestión cronológica que atañe a es-
doce centímetros62 . Estamos por tanto ante un claro ejemplo de esgrafiado a dos ten- tos aparejos, que incluyen también labores incisas o pintadas, en menor cantidad.
didos; curiosamente, a pesar de la legión de arquitectos, arqueólogos, restauradores Manuel Gómez Moreno, Torres Balbás67, Pavón Maldonado68 o Antonio Almagro
e historiadores que han estudiado estas fábricas, nunca hasta ahora se había asociado Gorbea69 ven sus inicios en las obras califales de los castillos de Baños de la Encina,
con ellas nuestro procedimiento en una publicación. Calatrava la Vieja y el Vacar (fig. 15), entre otros, continuando después por esta
El cometido inicial de estos esgrafiados fue proteger al muro que revestían, pero misma senda Ferrer Morales, Amador Ruibal, Manuel Retuerce70 (estos dos últimos
el cuidado y pulcritud con que están realizados, a pesar de emplear en sus inicios retrotrayendo su cronología a la etapa emiral) o Virgilio Martínez Enamorado (quien
tan básicas formas, ha hecho pensar en otras funciones. Una hipótesis especula con se ha centrado en el castillo de Álora, en la provincia de Málaga71). Henri Terrasse
su posible utilidad poliorcética, al dotar a castillos, alcazabas y murallas de una su-
perficie plana que hacía más difícil la escalada63; de esa naturaleza pudo ser la idea 64 PAVÓN MALDONADO, B. (1993): Ciudades y fortalezas lusomusulmanas. Crónicas de viajes por el
sur de Portugal, Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional, 15-16. PAVÓN MALDONADO, B.
de fingir sobre estos muros una poderosa sillería ciclópea, por más que los muros de (2002): Murallas de tapial…, op. cit., s.p.
tapia eran admirados por su buena resistencia en los asaltos a fortalezas y ciudades. 65 MÁRQUEZ BUENO, S.; GURRIARÁN DAZA, P.(2008): «Recursos formales…», op. cit., 118.
Aún así, Pavón Maldonado considera que su apariencia consiguió traicionar al ojo de 66 V.V.A.A (1996): «El falso despiece de sillería…», op. cit., 245.
algunos viajeros, dejando constancia por escrito del engaño del que fueron víctimas; 67 TORRES BALBÁS, L. (1957): «Arte Hispanomusulmán hasta la caída del califato de Córdoba». En ME-
NÉNDEZ PIDAL, R. (dir.): Historia de España, vol. V, Madrid, Espasa-Calpe, 647.
68 PAVÓN MALDONADO, B.(2005), Tratado de arquitectura…, op. cit., III, 615.
60 V.V.A.A, (1996): «El falso despiece de sillería en las fortificaciones de tapial de época almohade en Al-Anda- 69 ALMAGRO GORBEA, A. (1991): «La Torre de Romilla. Una torre nazarí en la vega de Granada», Al-Qan-
lus», Estudios de Historia y Arqueología Medievales, XI, 245-246. tara, vol. XII, fasc. 1, 242-243. ALMAGRO GORBEA, A., ORIHUELA, A., VÍLCHEZ, C.(1992): «La Puerta
61 MÁRQUEZ BUENO, S.; GURRIARÁN DAZA, P. (2008), «Recursos formales y constructivos de la de Elvira en Granada y su reciente restauración», Al-Qantara, vol. XIII, fasc. 2, Madrid, 522.
arquitectura militar almohade de al-Andalus», Arqueología de la Arquitectura, 5, 118. GRACIANI GARCÍA, 70 RUIBAL, A.(1984): Calatrava la Vieja, Estudio de una fortaleza medieval, Ciudad Real, Instituto de
A. (2009): «Fábricas islámicas del mirador almohade de la muralla de Marchena (Sevilla). Tramos de la Alcazaba y Estudios Manchegos, 136-139. RETUERCE, M.; ZOZAYA, J.(1992): «Un sistema defensivo hidráulico autosufi-
el Parque», Laboratorio de Arte, 21, 33. DAZA GURRIARÁN, P., SÁEZ RODRÍGUEZ, A.J. (2002): «Tapial ciente. Calatrava la Vieja», en Actas del III Congreso de Arquitectura Medieval Española (Oviedo, 1989), Tomo
o…», op. cit., 574. II, Oviedo, 354. Apud DAZA GURRIARÁN, P., SÁEZ RODRÍGUEZ, A.J. (2002): «Tapial o fábricas…», op.
62 MÁRQUEZ BUENO, S., GURRIARÁN DAZA, P.(2008): «Recursos formales…», op. cit., 117. cit., 593-594.
63 MALPICA CUELLO, A. (1996): «Las técnicas constructivas…», op. cit., 304 y 311. GÓMEZ, R. (2001): 71 MARTÍNEZ ENAMORADO, V. (1998): «Una dar al-da wà de los omeyas en las inmediaciones de Bobas-
Los constructores de la España medieval, 2ª ed., Sevilla, Universidad de Sevilla, 48. tro: El castillo de Alora (Málaga)», Actas del I Congreso de Castellología Ibérica, 17-17 septiembre 1994, Diputación
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sultado una decoración de bandas salientes -realizadas con la argamasa- y rehundidas En las postrimerías del siglo XV o los inicios del XVI, se ornamentó el castillo
–correspondientes a las superficies latericias-; es posible que esta forma de trabajar de Coca, peculiar ejemplo integrador de técnicas decorativas, entre las que no falta,
remita en origen a construcciones almohades. Su consecuencia para el esgrafiado son en palabras de Carmen Rallo Gruss, «la ornamentación por medio de la llaga»82 .
las bandas paralelas –alternando las lisas y rugosas- que decoran muchos edificios en La diversidad de acabados que encontramos en este castillo estuvo favorecida por la
Marruecos, en los que se emplea la técnica de un solo tendido. anchura de la junta, equivaliendo la del tendel a la del ladrillo. La fórmula decorativa
Dentro de lo nazarí, la casa que después ocuparía el Convento de Santa Catalina más simple es la de llagas y tendeles en relieve, a veces enriquecidos con una línea
de Siena en Granada (también conocido como «de Zafra») enriqueció el aspecto de incisa sobre la mitad del retundido y pintada de rojo; ocasionalmente, esta línea
algunos de sus muros de ladrillo sustituyendo la línea vertical de las llagas por un puede dejar de describir rectángulos para dar lugar a sencillos juegos de entrela-
aspa; este juego tan simple dotó a los ladrillos de una apariencia estrellada. A ma- zo. Las llagas, en otros puntos, adoptan la forma de aspa, pudiendo ser sus lados
yores, la superficie del encintado fue dividida en dos por una línea incisa en toda su rectos o, más frecuentemente, curvos (cuando los ladrillos se colocan en vertical, la
longitud para crear efectos visuales de entrelazo, como es frecuente en los trabajos terminación curva sólo afecta al extremo superior); en estos casos, otra línea incisa
de talla en yesería y madera. bordea por fuera cada ladrillo. En varios puntos –sobre todo en las escaragüitas- el
Muy de lejos aquí, en Sultaniya (Irán), se construía entre 1307 y 1313-14 el protagonismo se concede al tendel, que sobresale del muro formando bandas hori-
mausoleo del ilkan Ulyaitu, todo un alarde constructivo pero también decorativo, en zontales, mientas que la llaga queda rehundida. Cuando los ladrillos adoptan otras
el que destacan, entre sus muchos atractivos, las fantásticas bóvedas de sus galerías, disposiciones, el encintado se acomoda a ellas, caso de las garitas en las que se con-
donde se mezclaron las simulaciones de ladrillo con complejos trazados geométricos, forma un esquema de líneas en espina-pez; algunos de estos tendeles en relieve pue-
vegetales y epigráficos, todo ello realizado con algez y pintura. Para mayor artificio, den adornarse con líneas incisas oblicuas, sencillas o dobles, que van cambiando de
se conjugó el ladrillo real –a veces coloreado a posteriori- con el fingido, recibiendo dirección. Por último, en el arco de entrada al recinto exterior, las llagas incorporan,
ambos un tratamiento similar: los tendeles casi quedaron anulados, mientras que como en el claustro de Abadía, la forma triangular, quedando los tendeles rectos; la
las llagas dispusieron de un espacio mayor, que puede ser cuadrado o adoptar otras particularidad de Coca es que estas formas en flecha alternan de dirección en cada
formas, puesto que algunos ladrillos contaron con una terminación triangular. En hilera, apuntando unas hacia abajo y otras hacia arriba (fig. 17).
ese espacio se tallaron sobre yeso diferentes elementos geométricos –entre ellos un
aspa- y vegetales, colocados rítmicamente. Sólo algunos tendeles pudieron recibir Los diseños circulares
una especie de pequeño cordón perlado que simula anudarse. La decoración no se Otra derivación del retundido en relieve, desarrollada a lo largo del siglo XV,
destacó en relieve, sino que quedó enrasada con el material cerámico, recortando sus lo lleva hacia formas cada vez más cercanas a la circunferencia, al ir redondeando
motivos en profundidad y a dos planos. las siluetas de los mampuestos; sin embargo, una sensibilidad abierta a lo decorativo
Volviendo a España, a principios del siglo XV se debió construir el claustro de conducirá al encintado a prescindir de la servidumbre que le imponía sujetarse a las
un monasterio-fortaleza en el norte de la provincia de Cáceres; un siglo más tarde, juntas. Ya desde sus primeras evidencias segovianas, el Torreón de Lozoya83 y una
la Casa de Alba transforma este cenobio en un palacio que contará con un célebre segunda intervención en el Alcázar, está clara la intención de ordenar el conjunto ali-
jardín manierista. El claustro pasa a ser entonces el patio del Palacio de Abadía, neando las circunferencias en horizontal y en vertical, reforzándose este ritmo con el
recibiendo una segunda altura; nuestro interés se centra en la obra primitiva, la ar- adorno de escoria; ahora este aditamento se destina específicamente para marcar los
quería inferior, donde la rosca de los arcos y la superficie de los alfices presenta un
aparejo fingido de ladrillo con la llaga blanca en resalto, combinando muy bien con
«El Brocense», Universidad de Extremadura, 113-114.
la superficie enjalbegada de las albanegas. Como ha apuntado Pilar Mogollón, las 82 RALLO GRUSS, C., op. cit., 25.
llagas presentan «en los extremos forma apuntada, a modo de flecha, contribuyendo, 83 El Torreón de Lozoya es un edificio de cronología discutida. Teresa Pérez Higuera lo sitúa a comienzos
de este modo al mayor apuntamiento de los arcos»81. del siglo XIV (PÉREZ HIGUERA, Mª. T.(1993): Arquitectura mudéjar en Castilla y León, Valladolid, Junta de
Castilla y León, 115); también es partidario de este siglo Rafael López Guzmán (LÓPEZ GUZMÁN, R.(2005):
Arquitectura mudéjar. Del sincretismo medieval a las alternativas hispanoamericanas, 2ª ed., Madrid, Cátedra,
81 MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, P.(1987): El mudéjar en Extremadura, Salamanca, Instituto Cultural 183). La mayor parte de la bibliografía lo sitúa en el XV.
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Figura 17 - Arco de entrada al recinto exterior del castillo de Coca. Detalle de su retundido. Figura 18 - Muro del Alcázar de Segovia.
encuentros entre las células ornamentales, quedando por ello igualmente ordenadas. las circunferencias que se esgrafiaron encima fueron dotadas de un cuidadoso puli-
Algunas circunferencias van a encajar con la llaga, quedando la piedra vista al inte- mentado, procedimiento que va a mantenerse en los ejemplares segovianos a lo largo
rior, pero irremediablemente, algunos de los anillos que las rodean tienen que invadir del siglo XV, tal vez una lejana supervivencia de las expolitiones o pulimentados
las superficies pétreas, dejando a la junta expuesta. Ello debió plantear la cuestión de que se aplicaban sobre las pinturas romanas84. La fachada principal, muy degradada
cómo favorecer el aspecto decorativo del muro sin que supusiera una merma para su por los agentes atmosféricos, no deja observar todas estas sutilezas, pero a cambio
protección y conservación. permite advertir que los motivos circulares, aunque se desliguen de las llagas, tratan
El propósito ornamental es irrebatible en los fragmentos que se conservan en el de adaptar sus diámetros a la altura o «galga» de los mampuestos. El lado negativo de
Alcázar, puesto que esta nueva decoración tuvo la precaución de mantener el llagueado tal dependencia salta a la vista en el resultado final, puesto que entran en colisión los
en realce que se había hecho con anterioridad, e incluso cubrió algunas piedras con diferentes tamaños de los aros –de nuevo trazados a ojo- con la intención de some-
mortero; resuelto así el problema técnico, pudo acometerse sin más complicaciones la terlos a una disposición regularizada. Algo parecido ocurrió en la fachada principal
labor ornamental aunque, lógicamente, el efecto de conjunto quedó un tanto confuso, del recinto interior del castillo de Pedraza; allí los anillos irregulares, de tamaños
agravado al haber sido trazadas las circunferencias a mano alzada (fig. 18). dispares, tienden a disponerse a tresbolillo como consecuencia de su sometimiento
El Torreón de Lozoya solucionó mejor el conflicto «protección» versus «decora- a la lógica constructiva del muro, un hecho –como decimos- bastante raro en las
ción». En sus muros más resguardados (fig. 19) puede observarse como el mortero, latitudes segovianas. Sin embargo, en una porción de muro, fronteriza con la torre
antes de crecer en altura para configurar las circunferencias, fue precedido por un del homenaje, se esgrafiaron sobre dos capas de revoco circunferencias de radios
revoco que llegó a ocultar de forma casi sistemática la mayor parte de las superficies
pétreas con un acabado bastante basto, realizado con movimientos de paleta, cuya
84 V.V.A.A.(2000): «Estudio de materiales y técnica de ejecución de los restos de pintura mural romana hallados
huella ha quedado en varios lugares. En claro contraste con esta desmañada base (se-
en una excavación arqueológica en Guadix (Granada)», Espacio, tiempo y forma, Serie 1, Prehistoria y Arqueología,
guramente intencionada para favorecer la traba entre las dos capas), las superficies de t. 13, 277.
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más aproximados, alineadas y superpuestas, que contaron con trozos de escorias en condicionantes que imponían el tamaño y la disposición de los mampuestos, el es-
sus tangencias. Unas líneas verticales incisas, más o menos paralelas, guiaron la fase grafiador podía haber alcanzado sin ningún problema la supuestamente «canónica»
previa de dibujo. ordenación de ruedas del mismo tamaño en hiladas superpuestas, pero no fue así
Un paso importante en la perfección del sistema de circunferencias se dio en la (fig. 20). Las circunferencias fueron trazadas a compás con el mismo radio, pero no
torre del homenaje del castillo de Arcos del Jalón (Soria). Para sus muros se empleó fueron sometidas intencionadamente a ordenación alguna y sus puntos de tangencia
la mampostería organizada en cajas separadas por verdugadas de ladrillo y flanquea- se establecieron sobre la marcha, en función del hueco disponible, incorporando en
das por bloques de sillería en las esquinas. El decorador hizo uso del compás para ellas el adorno de escoria. Al existir muchos puntos de contacto entre los anillos, las
el trazado de las circunferencias, buscando en su disposición una cierta correspon- escorias se multiplicaron y no pudieron quedar alineadas. El efecto de caos que el
dencia con el tamaño y ubicación de las piedras. La disparidad de éstas redundó en conjunto produce se ha acrecentado modernamente tras haberse rehecho parte de la
un efecto de desorden, habiéndose empleado tantos radios diferentes que muchos decoración85 con una rigurosa ordenación a tresbolillo, nada segoviana.
anillos no llegan a tocarse, ocupándose los espacios vacíos con líneas rectas o formas El Marqués de Lozoya consideraba que el paso hacia la ordenación definitiva de
almendradas. Avance igualmente destacado supone la aparición en este castillo de los circunferencias de igual diámetro, tangentes y superpuestas se dio en el Alcázar86;
escudos esgrafiados que pertenecieron a las familias de los Albornoz y de los Luna;
se dispusieron éstos al interior de estrellas de ocho puntas que fueron dibujadas in
85 Tal vez a finales de los años setenta del pasado siglo, con la reconversión del edificio en un centro se enseñanza.
situ con ayuda de regla y compás. 86 «Su origen lo vemos, como el señor Lampérez, en el resalto de yeso que marca las junturas de las piedras
Otra alternativa se explayó sobre la gran fachada sur del castillo de Cuéllar. en las obras de mampostería o sillarejo. Así se ve en ciertos antiguos muros del Alcázar, de la Casa de Segovia y
Antes de dibujar y esgrafiar las circunferencias, allí se revocó completamente el Torre de Hércules, el gusto mudéjar, por el ornato a base de repetición de un motivo, se apoderó del procedimiento,
sujetándolo ya a un dibujo simétrico, pero de círculos tangentes, que en el siglo XIV todavía se adaptan algo a la
muro, configurando una base continua que no dejaba ver su fábrica; es por ello que disposición de las piedras, recordando su origen, como aparece en la torre de Lozoya, y que en el siglo XV se hacen
hablamos aquí ya, con toda propiedad, de un esgrafiado a dos tendidos. Libre de los completamente independientes de ella, como en el Alcázar». LOZOYA, JUAN DE CONTRERAS Y LÓPEZ DE
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94 AZUAR RUIZ, R. (2005): «Aspectos simbólicos…», op. cit., 125. V.V.A.A. (1996): «El falso despiece …»,
op. cit., 248.
95 MARTÍN GARCÍA, M., «La construcción del tapial…», op. cit., p. 742.
96 HOFBAUEROVÁ, V. (2002): «Consolidación y restauración de muro de Alafia, conjunto fortificado de
Xivert (Castellón). Proyecto y obra: 1999-2000», Quaderns Científics i Tècnics de Restauració Monumental, 13,
I Biennal de la restauració monumental, L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), del 23 al 26 de noviembre del
2000, Barcelona, Diputació, 286.
97 V.V.A.A. (1996): «El falso despiece…», op. cit., 246.
98 LÓPEZ ELUM, P.(2002): Los castillos valencianos en la Edad Media (materiales y técnicas constructivas),
vol II, Valencia, Generalitat Valenciana, 195.
Figura 23 - Encintado, simulación de mampostería y sillería, así como inscripción esgrafiada 99 BAZZANA, A.(1976): «Problèmes d’architecture militaire au Levant Espagnol: le château d’Alcalá de Chi-
bert», en Chateau-Gaillard, Etudes de castellologie médiévale, VIII Colloque Internacional, Caen, 31.
sobre la Torre de los Pozos (Cáceres)
100 BAZZANA, A. (1992): Maisons d’Al-Andalus…, op. cit., 98.
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añadiendo que aparece «en otros puntos de la zona»101; quizá se refiera con estas
palabras a ciertas atalayas que así se revisten en el emirato, tales como la de Cúllar
(Granada)102 o la más elaborada de todas, la de Santa Fe de Mondújar (Almería).
Gurriarán Daza y Márquez Bueno constatan «esgrafiados de formas orgánicas y
geométricas» en la alcazaba de Almería103. En la de Granada, las burbujas cubren
cajas de mampostería, delimitadas por machones y verdugadas de ladrillo, con la
particularidad de que algunas se adornan con escorias (fig. 25); Correia de Campos
dijo de ellas que se trataba de «uma espécie de esgratifos, como adorno, a rodear
o material de pequeño volumen de que a muralha é constituída»104. Esta forma de
concentrar el esgrafiado sobre cajas de mampostería persiste en el mudéjar grana-
dino con los mismos diseños; así los templos de San Juan Bautista en Benecid y de
Ntra. Sra. de la Asunción en Bentarique, cuyas decoraciones, para Sabine Angelé
y Patrice Cressier, «son en realidad de tradición castellana muy comparables a los
esgrafiados de Segovia». Cressier, que no tiene en cuenta los antecedentes nazaríes de
estos esgrafiados, designa como pioneras en su empleo a dos obras de época cristia-
na, el castillo de Vélez de Benaudalla (principios del siglo XVI) y la iglesia de Iniza
(entre 1500-1568), rastreando su continuidad hasta el siglo XVIII. El conjunto de
Figura 24 - Inscripción esgrafiada en la fortaleza de Chivert (Castellón) edificios por él estudiados muestra simulaciones de mampostería, así como burbujas,
corazones y otras formas caprichosas, que para él constituyen una «escuela» o «tradi-
ción» local, que viene a desarrollarse en Sierra Nevada y su entorno105. Añadamos a
esta lista de ejemplos primerizos en el esgrafiado mudéjar granadino, los fragmentos
que decoraban una escalera en el castillo de Almuñécar, fechados por José I. Barrera
Maturana a finales del siglo XV o principios del XVI106 .
Las burbujas y otros motivos que en principio derivan de ellas, pero que luego
no tienen más límite que la pericia o la imaginación del artífice (formas acorazonadas,
almendradas, siluetas pisciformes, pájaros, árboles, personajes, objetos diversos, medias
lunas, etc.) son abundantes en la arquitectura popular segoviana, apareciendo igual-
101 MALPICA CUELLO, A. (1996): Poblamiento y castillos en Granada, Barcelona, El Legado Anda-
lusí-Lunwerg, 119. MALPICA CUELLO, A. (1998): «Los castillos…», op. cit., 284.
102 MALPICA CUELLO, A., Poblamiento y, op. cit., 139.
103 GURRIARÁN, P., MÁRQUEZ, S.(2009): Aparejos…, op. cit., 250.
104 CORREIA DE CAMPOS, [J. A.] (1970): Monumentos da antiguidade árabe em Portugal, Lisboa,
edição do autor, 37.
105 CRESSIER, P. (1988) : «Eglises et châteaux dans l’Alpujarra a la fin du moyen âge : l’implantation d’un
pouvoir», separata de las Actas del encuentro hispano-francés sobre Sierra Nevada. La historia, la tierra y el po-
blamiento de Sierra Nevada y su entorno organizado por la Casa de Velázquez de Madrid y la Universidad de
Granada (octubre, 1988), Granada, 101 y ss.
106 BARRERA MATURANA, J. I. (2010): «Barcos, peces, estrellas y otros motivos en los muros del castillo
de Almuñécar (Granada)», en Actes du XVIIe Colloque International de Glyptographie de Cracovie, du 4 au 10
Figura 25 - Esgrafiado con burbujas y escorias en la alcazaba de Granada juillet 2010, 34.
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mente en las provincias de Zamora107, Ávila, Soria, Guadalajara, Valladolid, Burgos, se mantengan las cajas decoradas con esgrafiado, el encintado tenderá a desaparecer;
Granada, Almería o Cáceres. En Segovia cuenta con antecedentes desde el siglo XV, el ladrillo se mostrará sin realce alguno (varias casas en Llerena, Málaga, Granada,
como vemos en el Monasterio de San Antonio el Real o en la Casa de los Picos, donde etc.) o se fingirá con grafito inciso, esgrafiado y pintura (los mejores ejemplos son la
se nos ofrece en toda su versatilidad: en el patio ocupa cajas de mampostería, siendo casa de Ajimez en Zafra y el convento de San Francisco en Guadix).
visibles en su interior las superficies pétreas, lo mismo que ocurre al exterior de su torre La entrada al recinto interior del castillo de Coca es otro ejemplo muy destacado
(fruto seguramente de una restitución); en el zaguán, donde las gotas se presentan co- de la interacción entre diferentes revestimientos murales, puesto que se conjugan en
loreadas en gris y silueteadas en blanco, componen enormes paños, sin que sepamos si ella el grafito inciso, el esgrafiado, la pintura y el llagueado. La puerta propiamente
llegaban hasta el suelo o si partían de un zócalo; por último, nuestro diseño participa de dicha se abre bajo un arco carpanel, sobre el que se voltea, desde sendas molduras
una decoración más evolucionada en la panda del patio que quedó sin porticar, donde que avanzan sobre la fachada, otro apuntado, de considerables dimensiones, rodea-
varias gotas trazadas a mano alzada se dispusieron al interior de círculos dibujados con do por un alfiz que se enriquece en su parte superior con una banda decorativa
compás y encerrados a su vez en cuadrados adornados con cúspides. Tras el Renaci- de ladrillo que deja hueco en el centro para un escudo. El esgrafiado decoró las
miento, las burbujas segovianas reviven de nuevo en el XVII para especializarse, fun- albanegas y el derrame del arco apuntado hacia el muro interno. Sobre las roscas de
damentalmente, en la decoración de templos y edificios religiosos: iglesia del convento ladrillo, mortero y grafito inciso fingieron dovelajes pétreos con complejos engati-
de la Encarnación, ermita del Santo Cristo del Mercado, casa rectoral del Santuario de llados, empleándose igualmente para simular un despiece de sillería en el tímpano.
Nuestra Señora de la Fuencisla, parroquias de Santa Eulalia, San Marcos y San Martín La pintura cubrió las molduras laterales para sugerir piedra109. Pero el tratamiento
en Segovia capital, o de Duratón y Alquité en la provincia. más elaborado iba a corresponder al alfiz, conformado constructivamente como una
Como vemos, a pesar de que el esgrafiado ya estaba configurado en muchos moldura plana a través de un listel de ladrillo en saliente. En su lado horizontal, los
lugares como una decoración tapizante y enmascaradora de los aparejos que le ser- ladrillos se bordearon con un rejuntado que redondea sus testas, tal y como hemos
vían de soporte, la sensibilidad hacia los materiales vistos no había desaparecido, descrito anteriormente. Sin embargo, en los verticales, el diseño se transformó con
obligando a nuestra técnica a jugar a veces un papel no tan distante del encintado; un esgrafiado de hexágonos alargados y entrelazados, cuyo fondo es la propia fábrica
la sinuosa silueta de la burbuja, trazada a mano alzada, se prestaba a bordear los de ladrillo, encintada únicamente en sus tendeles (fig. 26). Este esquema fue fingido
mampuestos irregulares mucho mejor que las circunferencias tangentes, regulares y con grafito inciso y pintura en las esquinas para colocar los ladrillos en vertical y
rígidamente ordenadas. La adaptación de la gota para este cometido no dejaba de ser conseguir así el efecto de escuadra en el ángulo. El esgrafiado sobre ladrillo visto no
una evolución del tradicional llagueado, pero la experimentación con sus posibilida- volverá a ponerse en manos de otro artífice con tanta valentía hasta el modernismo
des decorativas aún no había llegado a sus últimas consecuencias. catalán. Sólo el edificio de servicios, levantado en el lado E. del patio o claustro del
Las cajas de mampostería entre verdugadas de ladrillo y rafas de este mismo Nogal en San Antonio el Real, puede ponerse en línea con la fortaleza caucense
material o de sillería, que en lo almohade y lo nazarí incorporaban llagueados o es- aunque en una escala más modesta.
grafiados, siguen teniendo gran predicamento en lo mudéjar. Su ejemplo más perfec- El revestimiento del castillo de Manzanares el Real (terminado hacia 1490) es
cionado es la segoviana torre de Arias Dávila, de mediados del XV108, donde ambas otra de las consecuencias más singulares del desarrollo del encintado y de su inte-
técnicas se reparten la superficie disponible: el esgrafiado cubre por completo las racción con el esgrafiado. Al exterior, la mampostería integra la mayor parte de los
cajas con una flor de cuatro pétalos –y algún que otro diseño en menor medida-, en muros, destinándose la piedra de labra a la llamativa galería, guarniciones de vanos,
tanto el encintado bordea ladrillos y sillares, constituyendo un fantástico ejemplo de cornisas y otros elementos decorativos, de los que nos interesan especialmente las
equilibrio entre lo constructivo y lo decorativo. A partir del siglo siguiente, aunque esferas o apometados de granito, dispuestos a tresbolillo sobre las torres superio-
res. La simbiosis preside la decoración pétrea, pudiendo encontrarse elementos de
107 VEGA BALLESTEROS, F., AGUIRRE SIERRA, S.(2011): El esgrafiado en la comarca de La Car-
balleda, Diputación de Zamora, Ayuntamiento de Manzanal de Arriba, 15 y ss. 109 En unión del grafito inciso, la pintura cubrió los muros por encima de esta puerta hasta la línea
108 MERINO DE CÁCERES, J.M.(2007): «El linaje de los Árias-Dávila y su arquitectura», Estudios Sego- de merlones. No entramos en su descripción puesto que ha sido objeto de estudio por Carmen Rallo
vianos, nº 106, tomo XLIX, 28. Gruss.
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110 DE LA MORENA BARTOLOMÉ, A.(1999): «La arquitectura en la época de los Reyes Católicos.
Identidad y encrucijada de culturas», Anales de Historia del Arte, nº 9, Madrid, UCM, 60. DE LA MORENA
BARTOLOMÉ, A.(1998): DE AZCÁRATE, J. Mª., Castilla-La Mancha/2, La España Gótica, Madrid, Edi-
Figura 26 - Detalle de alfiz esgrafiado en el castillo de Coca ciones Encuentro, 172.
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ficas. No puede sostenerse –como alguna vez se ha pretendido- que Segovia fuera
pionera en su invención, pero a cambio sabemos que esta tierra fue escenario pri-
vilegiado de la experimentación con el llagueado y el esgrafiado111, situándose a la
vanguardia de toda la península, ya en el ocaso de la Edad Media. En paralelo,
las ciudades italianas de Florencia y Roma –las únicas que a este respecto podían
medirse con Segovia en toda Europa- estaban obteniendo magníficos resultados en
su investigación sobre las posibilidades decorativas de nuestro procedimiento; sin
embargo, tampoco a Italia, como tantas veces se ha dicho, le corresponde ser con-
siderada la cuna del esgrafiado.
Figura 27 - Esgrafiado del Castillo de Manzanares el Real (Madrid) 111 En el momento de su construcción, el castillo de Manzanares el Real estaba en tierras segovianas.
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