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Este hongo parásito convierte a los

insectos en zombis a su merced


El gran final de este parásito letal consiste en
expulsar esporas tóxicas a través de la cabeza de la
hormiga muerta.
POR JENNIFER LU
PUBLICADO 24 ABR 2019, 15:54 CEST, ACTUALIZADO 17 ENE 2023, 11:32 CET

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ESTE HONGO PARÁSITO CONTROLA A LOS INSECTOS


Están entre nosotros: insectos secuestrados por hongos parasitarios que controlan
todos sus movimientos.

Un ejemplo de ello es el hongo Ophiocordyceps unilateralis, el cual sólo tiene un


objetivo: autopropagarse y dispersarse. Los investigadores creen que este hongo,
que se encuentra en bosques tropicales, infecta a las hormigas buscadoras de
comida a través de esporas que se adhieren y penetran en el exoesqueleto para poco
a poco ir apoderándose de su comportamiento.
A medida que avanza la infección, la hormiga (que se siente cautivada) se ve
obligada a abandonar su nido en busca de un microclima más húmedo y favorable
para el crecimiento del hongo, y forzada a descender a una posición ventajosa a
unos 25 centímetros del suelo, hundir sus mandíbulas en una vena de la hoja en el
lado norte de una planta y esperar la muerte.
Mientras tanto, el hongo se alimenta de las entrañas de su víctima hasta que está
listo para la fase final. Varios días después de que la hormiga haya muerto, el hongo
envía un cuerpo fructífero a través de la base de la cabeza de la hormiga,
convirtiendo su arrugado cadáver en una plataforma de lanzamiento desde la que
poder lanzar sus esporas e infectar a nuevas hormigas.

V E R G A L E R Í A

"No cabe duda de que despierta la imaginación tanto de los científicos como del
público en general", afirma Charissa de Bekker, profesora de la Universidad
Central de Florida (Estados Unidos) que estudia las interacciones parásito-
hospedador que conducen a manipulaciones del comportamiento.
Como en las series de zombis, hay un periodo de incubación en el que las hormigas
infectadas parecen perfectamente normales y se dedican a sus asuntos sin que
nadie en la colonia se percate de lo sucedido. Esto es inusual porque los insectos
sociales como las hormigas suelen tener algo llamado inmunidad social: los
miembros enfermos son expulsados del grupo para evitar que el resto enferme
también. "Creemos que las hormigas no tienen un mecanismo para deshacerse
del Ophiocordyceps", afirma de Bekker.
Aunque la infección es letal al 100 por 100, el objetivo no es convertir a todas las
hormigas en muertos vivientes. Para que los ecosistemas se mantengan
equilibrados, los hongos tienen que mantener controladas las poblaciones de
hospedadores. De hecho, sólo unas pocas hormigas de una colonia permanecen
infectadas al mismo tiempo.
(Relacionado: Parásitos que controlan a sus huéspedes)

V E R G A L E R Í A

Una afección crónica


"Es casi como un resfriado crónico", dice de Bekker.

Y quizá lo más sorprendente de esta estrategia-zombi sea que


las Ophiocordyceps unilateralis no parecen invadir el cerebro.
Utilizando un tipo de microscopía fluorescente, investigadores de la Universidad
Estatal de Pensilvania observaron la colonización fúngica en hormigas desde el
gaster (el extremo posterior del abdomen), hasta la cabeza, y no encontraron rastro
de células fúngicas en el cerebro. Luego, combinaron esa información con
algoritmos informáticos para trazar el movimiento de los hongos a medida que
formaban una especie de andamiaje tubular dentro y alrededor de los haces
musculares de las hormigas.
Esto sugiere que el hongo ejerce su control mental a través de compuestos
bioactivos que interfieren en el sistema nervioso de la hormiga y controla a los
huéspedes directamente a través de los músculos, afirma de Bekker.
Investigadores de Tailandia y Estados Unidos están estudiando distintas especies
de Ophiocordyceps que infectan a otras especies de hormigas para comparar sus
mecanismos de control. En total, los investigadores han identificado más de 200
especies de Ophiocordyceps que pueden infectar hospedadores de 10 órdenes de
insectos, así como arañas, aunque no todas conducen a la manipulación del
comportamiento.
Una especie relacionada, O. sinensis, coloniza las orugas de la polilla fantasma,
brotando de su cabeza como un cuerno de unicornio. La combinación de hongo y
cáscara de oruga es muy apreciada en la medicina tradicional tibetana y china
como refuerzo inmunológico, tratamiento contra el cáncer y afrodisíaco. En un
extraño giro, las especies de Ophiocordyceps que habitan en las cigarras
japonesas podrían incluso haber sustituido a las bacterias simbióticas para ayudar
a sus huéspedes a procesar los nutrientes de la savia.
Al igual que el microbioma de nuestros intestinos, los insectos contienen toda una
serie de especies de hongos, explica Barrett Klein, entomólogo de la Universidad de
Wisconsin en La Crosse (Estados Unidos). Pero como no todos los hongos pueden
cultivarse en el laboratorio, sólo un par de ellos se han estudiado de cerca, y de
estos ninguno, ni mucho menos, ha sido señalado como causante de
manipulaciones del comportamiento.

Sin embargo, los científicos conocen algunos. Está el Entomophthora muscae, que
significa literalmente "destructor de insectos de la mosca" en griego. Hace que las
moscas infectadas suban a cierta altura, se peguen por la boca a una planta y
adopten una "pose de muerte" con el abdomen hacia arriba, que resulta óptima
para la dispersión de esporas.
Y está la Massospora cicadina, que llena a sus cigarras anfitrionas de drogas
alucinógenas y hace que se les caiga parte del abdomen. Acto seguido, esta cigarra
se contonea hacia la muerte, y con el trasero desnudo, de nuevo con el fin de
dispersar las esporas.
"Es un terreno apasionante, al margen de nuestra comprensión, ver hasta qué
punto los parásitos controlan a su huésped", dice Klein. "Si los animales son tan
fácilmente manipulables, ¿qué dice esto de nosotros?".

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