La Primera Guerra Mundial fue un conflicto global que se desarrolló entre 1914 y 1918.

Involucró a las principales potencias mundiales de la época, divididas en dos alianzas opuestas:
las Potencias Centrales (Alemania, Austria-Hungaría y el Imperio Otomano) y las Potencias
Aliadas (Gran Bretaña, Francia, Rusia y Estados Unidos).

El detonante del conflicto fue el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando en
Sarajevo el 28 de junio de 1914, perpetrado por un nacionalista serbio. Austria-Hungría, con el
respaldo de Alemania, declaró la guerra a Serbia, desencadenando una serie de alianzas
militares previamente acordadas y llevando a cabo la participación de más de 30 países.

La guerra se caracterizó por una gran estrategia defensiva y una guerra de trincheras en la que
las dos partes se enfrentaron en una lucha en la que ambas se defendieron con gran
intensidad. Los combates se caracterizaron por su intensidad y su elevado número de bajas. A
pesar de los esfuerzos, ninguna de las dos partes encontró una ventaja decisiva en los
primeros años de la guerra.

En 1917, Estados Unidos entró en la guerra en el bando de las Potencias Aliadas, lo que cambió
el rumbo del conflicto. Los recursos y la logística de Estados Unidos permitieron a las Potencias
Aliadas obtener una ventaja significativa en el frente occidental. Además, el colapso de Rusia
tras la Revolución de Octubre de 1917 también favoreció a las Potencias Aliadas.

El fin de la guerra llegó con el armisticio firmado el 11 de noviembre de 1918, en el que las
Potencias Centrales se rindieron incondicionalmente. El Tratado de Versalles, firmado en 1919,
puso fin oficialmente a la guerra y estableció las condiciones de paz. Las consecuencias de la
Primera Guerra Mundial fueron devastadoras: más de 9 millones de soldados y 7 millones de
civiles fallecidos y millones más resultaron heridos o mutilados. También ocurrió la caída de los
imperios austrohúngaro y alemán y las tensiones políticas que contribuyeron al inicio de la
Segunda Guerra Mundial.