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guanajuato

taller de dramaturgia
Enrique Mijares compilación y prólogo

TEATRO DE FRONTERA 36
Guanajuato
Taller de Dramaturgia
Selfa Chew • Javier Malagón • Xavier Ángel Martí
Eduardo Mosqueda • Sandra Ramírez
Marisol Peralta • Felipe Tamayo

Enrique Mijares
compilación y prólogo

TEATRO DE FRONTERA 36
Universidad Juárez del Estado de Durango
M.A. Rubén Solís Ríos Rector
Lic. Noel Hernández Director de Difusión Cultural
Dr. Enrique Mijares Proyecto editorial Espacio Vacío

Guanajuato Taller de Dramaturgia


Primera edición, agosto de 2022

© Enrique Mijares, coordinador

isbn 978-607-99607-7-3

Daniel Zetina, desarrollo editorial

Teatro de frontera es un proyecto de Espacio Vacío Editorial, del compilador y


los autores, desarrollado por infinita, para su promoción, no puede reprodu-
cirse sin autorización de los representantes de los titulares de los derechos de
autor.

Hecho en México / Made in Mexico


Índice

Textos teatrales en orfandad. Enrique Mijares • 7

Diamantina Molotov. Selfa Chew • 11

Ceguera. Javier Malagón • 39

El virus de Giordano. Javier Malagón • 44

Lotería. Javier Malagón • 59

Bajo el sortilegio de las mujeres vampiro. Xavier Ángel Martí • 70

Nada más contigo. Xavier Ángel Martí • 94

Zero. Xavier Ángel Martí • 110

Pentafásico. Eduardo Mosqueda • 140

El tiempo de los cactus. Sandra Ramírez • 151

Secreto violeta. Marisol Peralta • 164

De frente. Luis Felipe Tamayo • 177


TEXTOS TEATRALES EN ORFANDAD

Enrique Mijares

Compilar los textos resultantes de un taller de dramaturgia que, des-


de su conclusión ha sido marcado por la orfandad —a causa de una
transición ríspida entre funcionarios y personal administrativo en el
área de cultura de la Universidad de Guanajuato—, es una tarea ardua
para el espíritu, porque implica buscar acogida en el proyecto editorial
de una instancia educativa distinta a aquella que nos había convocado
la iniciativa de la maestra Guadalupe García —entonces coordinado-
ra de los talleres artísticos de extensión cultural—, a quien se debe la
espléndida producción de textos teatrales que ahora ve su publicación
en estas páginas.
Sobreviviente a múltiples talleres de dramaturgia hipertextual y
productora prolífica de textos señeros, Selfa Chew, emprende ahora
—vía telefónica y digital desde su enclave en UTEP—, con “Diaman-
tina Molotov”, la defensa programática y fundamentada de las mani-
festaciones feministas, sus airadas consignas, el desenmascaramiento
de los feminicidas y de los escépticos, el viacrucis de un padre que
busca infructuosamente a su hija mientras va regando diamantina
púrpura a su paso para enseñarle el camino de regreso a casa.
Javier Malagón intenta, en “Ceguera”, el diálogo imposible entre
un sordo y un ciego, en torno a las creencias religiosas, la fe, la justicia
divina, y también la duda ontológica, el proyecto humano, la finalidad
de la existencia y el destino individual. “El virus de Giordano”, le sir-
ve para, mediante una abundante intertextualidad ajena y propia, re-
flexionar acerca de la existencia, el origen, la evolución y el destino del
cosmos y de los seres humanos. En tanto que, en “Lotería”, se detiene
a observar la persistencia del azar en todos los actos del acontecer coti-
diano, librado como está, permanentemente, a la acción y a los efectos
de la teoría de la incertidumbre.
Generador incansable de textos para la escena, Xavier Ángel Martí
nos ofrece tres fecundos textos: “Bajo el sortilegio de las mujeres vam-

7
piro”, prodigioso himnario laudatorio de la pertenencia a esa territoria-
lidad signada por la leyenda y el misterio que es Guanajuato, un pueblo
de orfebrería anidado en una intrincada cañada, cuyo agreste paisaje
es presidido por La Bufa, y en el que, por arte de la yuxtaposición cul-
tural, cabalga de nuevo el ingenio de Cervantes: el Quixote; cobran
vida los cuerpos momificados de sus habitantes; invaden las pantallas
cinematográficas las hazañas del enmascarado de Plata; los hitos his-
tóricos se mezclan con la leyenda y con los sueños; y, en el medio, a
modo de almendra que emerge de entre la encrucijada de los mitos, un
recuento de las fases de la violencia en contra de las mujeres, su inde-
fensa condición de víctimas, de subalternas, de objeto del deseo mas-
culino. “Nada más contigo”, es el pacto satánico, en un mundo plagado
de abusos sexuales, de los estudiantes varones a sus compañeras, del
patrón a la cantante, del incesto paterno con la hija, de rumores y con-
sejas circulando en las redes sociales, que realizan dos mujeres jóvenes
para amarse y morir. “Zero”, es una versión libérrima y terrorífica del
Hamlet de Shakespeare, donde Hamlet/Zero se actualiza en la alusión
al régimen binario ‘Zero’s y unos’ de la tecnología cibernética y en la
cuestión o pregunta ancestral ‘Zer’o no ser’, que sigue presidiendo el
dilema ontológico de todo ser humano.
“Pentafásico”, de Eduardo Mosqueda, habla del amor en cinco
tiempos, desde la ausencia, desde la ruptura, desde la separación, des-
de la añoranza, desde la imposibilidad; aquello que una vez roto no
hay manera de repararlo y, sin embargo, sigue ahí, rondando la memo-
ria de lo que pudo ser…
“El tiempo de los cactus”, de Sandra Mónica Ramírez, es una exal-
tada reflexión acerca de la existencia, la ciencia, el cosmos, la natu-
raleza, la ecología, el descalabro ambiental, el ser humano, la vida, el
esplendor físico, el deterioro del cuerpo a causa del paso del tiempo,
la muerte… una elaborada confesión de la culpa, los prejuicios, la riva-
lidad, la ambición, la guerra.
Marisol Peralta Reyes nos confía, en “Secreto violeta”, los ecos y
reverberaciones de monólogos aislados en una casa-laberinto, virtual
caja de resonancias en la que habitan, empotrados en el pasado, los
despojos del producto indeseado de unos amores incestuosos que no
han podido remontar las consecuencias de la culpa.

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Escrita por Luis Felipe Tamayo, “De frente” es una aproximación a
la timidez, al arrobo, esa sensación de enamoramiento que deja sin po-
der articular palabra a quien se expone, por primera vez, a la emoción
de ver reflejadas en el otro —la otra en este caso—, los sentimientos
originales causados por el flechazo en el corazón inexperto, ingenuo,
de un adulto virginal.

9
DIAMANTINA MOLOTOV

Selfa Chew

la patria es impecable y diamantina


López Velarde

1
LEIT MOTIV: Esta es la ciudad del eclipse
aquí se profanan los cuerpos
y post-mortem sucede la tortura.
En nuestros ojos se depositan
las miradas suplicantes
nuestros gritos silenciosos.

2
REDES: Esa nena tuvo sexo con alguien; después se arrepintió, pensó
que sus papás la iban a descubrir.
- Los padres… en lugar de explicarle que el sexo no es vergon-
zoso, que no había dejado de ser ella… la hija… la hermana…
que el sexo no es pecado, no ensucia, no ofende.
- Valientes, debemos ser valientes, empezar por nuestra casa
para que nos abran la puerta a cualquier hora, con cualquier
vestido.
- Ella acusa a los policías.
- Todo es confusión en su historia.
- No creo que cuatro policías la hayan violado sin salir del carro,
en quince minutos.
- No entiendo por qué sus amigos la dejan a una cuadra de su
casa.
- Si les importaran sus compañeras, las dejarían en la puerta de
su casa y esperarían a que alguien les abriera.
- La chica grita, grita hasta que un vecino sale al portal.
- Vienen más patrullas, otros vecinos.

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ACOSADOR: Me gusta verme actuar en la televisión. Libre, nunca
me voltearon a ver en la calle. Soy polvo, soy pobre, no merezco el
respeto de nadie. Solo cuando cuento los detalles de mis crímenes
me convierto en Clark Kent, anónimo, respetuoso de las leyes, y
luego en Superman, capaz de proezas increíbles. La verdad es que
todos los hombres tienen el poder de aplastar a las mujeres, pero
solo los valientes nos atrevemos a demostrarlo. Miles de personas
se cruzaron conmigo desde el momento en que nací. No se preo-
cuparon por mí, soy poca cosa, menos que mediocre. De seguro
mi maestro no preguntó por mí el día que dejé la escuela. Mis
amigos eran como yo, nada, nadie. Desaparecían de nuestras vidas
y los demás comprendíamos que era hora de hacerse hombrecitos
de la casa, dejar los libros, buscar dinero para sobrevivir.
REDES: Esa chica… Existen dudas… sin exámenes que comprueben
su historia.
- Ahora, ni ella ni la familia dan la cara. No están en su casa. Hu-
yen… de quienes las amenazan, de quienes no olvidan el es-
tigma.
- La violación es una marca que nunca se borra, lo mismo pasa
con la mentira.
- Esas marchas con violencia y más violencia, son culpa suya.
- A las chicas que realmente las violan nadie les hace caso.
- Basta de circo. Que esas mujeres airadas no digan que están
peleando por nosotras.
- Son mujeres con los rostros cubiertos, rompiendo cristales,
destruyendo las estaciones del metro que todos usan.
ACOSADOR: Así crece uno, notando cómo lo miran las mujeres, to-
das, las del mismo barrio, las que vienen de mejores colonias cami-
no al trabajo, a la escuela, mejor vestidas que nosotros, oliendo a
jabón perfumado. Nos ven con desprecio. Hay los cobardes que se
ganan su confianza, obedeciéndolas al grado de que les perdonen
no ser ricos. Algunos hasta acaban por casarse, así se garantizan el
sexo, se ahorran el escarceo amoroso que a mí me da tanta floje-
ra. Ya de viejos, cuentan que sus esposas los veían con desprecio
al principio, como si no las merecieran. Disimulan que los siguen
ninguneando, que su vida es una secuencia de humillaciones. No
hay mujer que respete a un cobarde. Yo no permito que mi mujer

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me vea a los ojos. Desde el primer día le hice sentir mi mano dura,
que no hay cariño si no hay lealtad total. Soy pobre pero digno. Si
no soy un dios en la calle, mi templo debe estar en mi propia casa
hasta cuando llevo a otras mujeres.
REDES: La madre la lleva al hospital, no permite que le hagan las
pruebas de violación. Ella sabe que la volverían a ultrajar con esos
fierros filosos, fríos.
- Pinza de garfios, espátula y cucharilla.
- Vulva, vagina, cuello del útero, ano.
- Los tornillos giran, las paredes, carne viva, se dilatan.
- El metal frío avanza. La vagina, se convierte en una rosa.
- Empujan agresivamente el espéculo.
- Algunos piensan que el toqueteo de las enfermeras y los médi-
cos nos excita. Yo no disfruto el examen que atraviesa la vagina.
Los hombres asumen que anhelamos ser tocadas, que disfruta-
mos cualquier contacto. Hasta nosotras repetimos las bromas
sobre las monjas y las ancianas que exigen ser violadas.
ACOSADOR: Disfruto recordar el careo con los familiares de las víc-
timas. Ese es el momento cúspide. Rodeado de policías y periodis-
tas repaso cada encuentro con ellas, veo su disgusto, escucho los
alaridos, las amenazas. Veo que mis palabras son dagas, la tortura
de las mujeres se repite en el dolor de su familia, a ratos contenido
en llanto callado, el mismo que sentí al tenderme junto a ellas. Ya
no necesito matar a nadie. Soy importante eternamente, soy histo-
ria de terror, poder de hombre que no va a ser ya nunca arrebata-
do. En cada careo, cada entrevista, vuelvo a asesinarlas y también
mato lentamente a los que quieren escucharme. Ya no importa
cuántas fueron, el castigo será el mismo. No recuerdo algunos
nombres, su familia seguirá buscándolas, viviendo el diario mar-
tirio, la culpa de rezar como si estuvieran muertas, de abandonar a
ratos la esperanza de volver a verlas, porque hay otras hijas o nie-
tas, de quién ocuparse, a quién salvar de los monstruos. Hay otros
hombres, muchos más, acechando. Solo uno a la vez tendrá la luz
teatral sobre su rostro. Los demás seguirán asestando la navaja a
obscuras. Parecidos, diferentes a mí. Desde la cárcel me entero de
sus gustos peculiares, sus marcas.

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REDES: La noche de los cristales rotos.
- El tranvía se detiene al cruzar el puente de Ciudad Juárez a El
Paso. Lleva empleadas domésticas mexicanas.
- Son mujeres que trabajan del lado americano, para las gringas
y las porfiristas refugiadas.
- Entre ellas, va Carmelita Torres, de 17 años.
- Los de la migra la obligan a bajarse.
- Los rubios oficiales hacen una larga línea en espera del ritual.
- Todos los días, los oficiales las humillan, las llaman infectadas,
enfermas, pobres mexicanas.
- A las ricas nunca las tocan.
- A las trabajadoras, las desnudan. Su piel se pone roja y morada,
el frío se convierte en dagas que se clavan en sus pies descalzos.
- Los migras esperan a que los químicos les impregnen la piel
morena, que el vapor trepe por las fosas nasales y empuje lágri-
mas a sus ojos.
- La ropa se empapa de esos combustibles, queda maltratada y
apestando.
- Ellas temen desmayarse, morir quemadas.
- Hace meses, unos hombres fueron calcinados. Alguien aventó
un cerillo encendido.
- Nada vale la vida de los inmigrantes.
- Los guardias cuentan chistes macabros para asustarlas.
- Les toman fotografías a escondidas, para barajar esos desnu-
dos, como naipes en las cantinas.
- Cada día, ellas tienen que soportar ese tormento, con tal de
ganar la oportunidad de trabajar del otro lado.
CARMELITA: ¡No, no a los baños!
REDES: Grita Carmelita al recibir la orden de bajar del tranvía. Se nie-
ga a desnudarse, a recibir esas aguas mortales.
- El resto de mujeres que viajan en el tranvía, revientan su enojo.
Rompen vidrios, destrozan muebles, se defienden de los poli-
cías.
- Mujeres de todas partes entienden las razones de esa lucha.
Por millares se unen a los Bath Riots.
- Cuando se enteran en Juárez de lo que está pasando al otro
lado, tanto civiles, como carrancistas y villistas manifiestan su
enojo por igual.

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- Ahora sí les importan sus mujeres, se convierten en una cues-
tión de orgullo nacional, las invocan como bandera de su de-
nuncia, se transforman en turba para darle palizas a todo grin-
go que encuentran en el lado mexicano.
- Al norte del río… la migra sigue rociándolas con los químicos
que después van a copiar los nazis. afinando el método de tor-
tura.
- Los escépticos dicen que los disturbios en el puente no sirven
de nada, que solo les dan un susto pasajero a los gringos.
CARMELITA: ¡Sí sirvió…!
REDES: Dice Carmelita Torres.
CARMELITA: Las mujeres recobramos nuestra dignidad, podemos
seguir viviendo, podemos dejar dormir nuestra rabia otro rato, re-
gresar a ser las mismas dóciles trabajadoras. Las esclavas que nece-
sitan nuestras amas gringas.

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CONSIGNAS: Muerte por estrangulación. Colapso pulmonar. Lace-
ración coronaria. Asfixia en el concreto. Desangramiento. Aban-
dono. Secuestro. Amenazas. Restitución de la violencia cuando…
confiadas… volvemos a salir a la calle.
DIAMANTINA: La acción directa no es una provocación a la auto-
ridad para que nos violente, reprima o revictimice, sino una ex-
presión legítima de nuestra digna rabia. Estamos hartas del abuso,
la violencia y la muerte. Nos vamos a defender y a cuidar entre
nosotras.
CAZADOR: Por supuesto que pienso en mis hijas y en mis hermanas.
Claro que me preocupo por ellas. Yo me hago cargo de mi madre
y mis hermanas. Somos siete. Yo soy el único hombre. Mi madre
tiene artritis desde niña, no puede trabajar, necesita medicinas.
Desde que amanece hasta que cae la noche, las lágrimas le ruedan,
sus huesos se quiebran solos, van dejando formas que ya no son
humanas.
DIAMANTINA: Rechazamos a todas las policías, incluida la Guardia
Nacional. Defienden, principalmente, a las autoridades; se ponen
de parte de todos los hombres, mantienen el estado de terror. No
nos cuidan, nos agreden, nos insultan, nos violan.

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CAZADOR: No se entra a estos negocios por la pura aventura. Tuve
trabajitos aquí y allá. Me daban empleos en los que ganaba unos
cuantos pesos. El barrio empezó a cambiar poco a poco. Entre los
vecinos hay quienes ya no se quejan, llegan en carros del año, ha-
blan alto, presumen su poder. Se bajan con las pupilas dilatadas, la
mano sobre los billetes en la bolsa, la pistola.
DIAMANTINA: Exigimos destitución y sanción a cualquier autori-
dad y funcionario involucrado en la filtración de datos y pérdida
de pruebas del caso de violación en Azcapotzalco y en todos los
casos en donde se filtren datos que comprometan el caso o se pier-
dan pruebas. El esclarecimiento de todos los casos de violación,
abuso y violencia que involucran a policías, militares y funciona-
rios públicos. Queremos justicia para todas.
CAZADOR: Me indigna ver cuerpos tirados sobre charcos de sangre,
pedazos de manos, cabezas. Los asesinos son animales de costum-
bres, nuestro barrio es un tiradero de cuerpos porque bastaron
dos veces sin que nadie dijera nada, para que se acumularan los
encobijados. Ya los niños no salen a la calle a jugar, no sea que se
tropiecen con el hedor, con las montañas sin forma en las que se
adivinan los cadáveres. Envidio a esos sicarios, aunque algunos se
encuentren ya arrumbados entre ese basurero de restos humanos.
DIAMANTINA: Esas paredes pintadas se han vuelto aliadas en la
lucha porque al menos de ellas sí hablas. El feminismo nunca ha
matado a nadie, el machismo cobra una víctima cada hora. Llena-
remos las calles de pintura, los muros de letras, las paredes de foto-
grafías, hasta que todas las mujeres desaparecidas vuelvan, cuando
a las que asesinaron tengan justicia.
CAZADOR: No puedo sostener a mis hermanas sin vender mi alma al
diablo, menos en esta ciudad que asesina a los vendedores de agua,
a los malabaristas, a los periodiqueros. Salir a la calle es buscar la
muerte o encontrarla tomando obscenamente lo que no es suyo.
Sienten mi mirada de desesperación, ya los admiro. Me invitan a
trabajar. Se trata de llevar mensajes. La pienso… aunque sea un
trabajo menor, estaría en contacto con los sicarios. “Vas a ser una
especie de cartero” -me convencen. Me subo al carro… “No debe
costar mucho trabajo entregar un sobre” —me digo. Me entregan
una pistola.

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DIAMANTINA: Surgen en la marcha los actos de sororidad y cariño.
Las mujeres con experiencia acompañamos, aconsejamos, toma-
mos de la mano a las que dan sus primeros pasos entre las guerre-
ras. Las más jóvenes nos convertimos en acción de la furia misma.
Todas contamos con todas, estamos juntas en esto y no daremos
ni un paso atrás.
CAZADOR: Nos dirigimos hacia el centro, bromean, me hacen sentir
que ya soy parte de su grupo. Dan vueltas y vueltas por las mismas
calles. Buscan una morra. Cuando caminas entre la gente y tienes
tus propias preocupaciones, una misión, regresar a tu casa, con-
seguir trabajo, comprar medicinas, completar el mandado, no te
fijas en los que van pasando. Como tú, esas hormiguitas piensan,
sienten, sonríen, hablan, sueñan, eres parte de ellas. No las miras
porque no buscas nada, eres parte de ellas.
DIAMANTINA: La culpa la tienes tú, que te haces de la vista gorda
cuando acosan a una mujer frente a ti, que te ríes cuando tu amigo
te manda ‘chistes’ misóginos al WhatsApp, que culpas a la víctima
cuando la violan, que llamas ‘feminazis’ a las que piden derechos,
que no te interesa la justicia, que violas, que matas.
CAZADOR: Sentado en el carro, entre otros hombres, la orden es afi-
nar los sentidos, buscar a una mujer sola, distraída, que les guste
a todos. La calle se vuelve un teatro, una película que pasa lenta-
mente ante mis ojos. Me asusto, me doy cuenta de que quieren
secuestrarla. No puedo ya bajarme y correr lejos, me dispararían,
saben quién soy, saben dónde vivo. Me dicen que es en mi honor
la cacería, el jefe planea un evento que marque mi primer día de
trabajo.
DIAMANTINA: Hoy, por lo menos te detuviste a ver, aunque solo
fuera una pared pintada. Espero que una parte de ti haya notado la
furia de las que luchamos por vivir sin miedo. Por vivir. No creas
que este fue un acto inconsciente. Toda rebelión se cocina por un
buen tiempo. A veces años de conversaciones, siglos de intermina-
ble peregrinación.
CAZADOR: Tienen facha de policías, se hablan en clave, señalan a
varias jóvenes con palabras obscenas, se acercan algunas, las ha-
cen refugiarse en la tienda más cercana. Uno grita: “¡Esa mera!”
Se baja, la rodea por la cintura y camina con ella como si fuera

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su novio, firme. Ella grita, nadie voltea. La dobla al arrojarla en
el asiento, junto a mí, le jala la cabeza hacia sus piernas. No sé a
dónde vamos, las venas pulsan en mi frente. Ellos gritan el placer
anticipado, yo finjo una sonrisa. La pequeña llora, suplica, trata de
liberarse inútilmente.
DIAMANTINA: La misoginia, la violencia, el empobrecimiento, el
odio. Nos explotan en la intimidad de nuestra casa, en las calles,
en la escuela, en el trabajo. Comercian con nuestros cuerpos y con
nuestras vidas. Nuestra lucha es larga, imparable. Defendemos la
libertad de las generaciones venideras. Ya es tiempo: vamos a cam-
biarlo todo. #FuimosTodas
CAZADOR: Llegamos a un lote baldío. La muchacha trata de correr,
la golpean. “Este es tu bautismo” —me dicen— “Échatela.” No sé
si quieren decir que le dispare o que la toque. Le bajan los pantalo-
nes, le suben la blusa, me avientan sobre ella. Me muevo como un
títere de hilos… “De perdida bájate los pantalones” —se ríen. “No
sabes coger” —se burlan. “Se me hace que nunca has tocado a una
mujer” —se carcajean. Me avientan a un lado. Se lanzan sobre la
joven. Uno a uno la violan, entre los festejos de los otros.
DIAMANTINA: Denunciamos a los medios de comunicación. Pre-
sentan nuestras acciones de protesta como si fueran equiparables
a las violencias feminicidas de los hombres. Es clara su postura:
son instituciones anti-mujer. Los hombres reporteros nos violen-
tan, nos acosan, se burlan de nosotras, entorpecen, desinforman
o malversan la información desde sus prejuicios; toman fotos de
los rostros de nuestras compañeras durante las acciones, nos po-
nen en peligro. No confiamos en ustedes y no nos vamos a callar
mientras lucren con nuestras luchas y con nuestras muertes. Hay
suficientes reporteras para cubrir eventos feministas. No las man-
dan a ellas, a pesar de nuestras súplicas, porque su intención es
confrontarnos.
CAZADOR: Se dan cuenta de que por fin estoy excitado. Me vuelven
a arrojar sobre ella y esta vez bajo el cierre de mis pantalones, sigo
el ejemplo. Jamás había eyaculado en una vagina, no me importa el
río de semen que corre entre sus piernas, la presencia de los otros
ya no me cohíbe. Es mi primera vez. Ella está inconsciente, revive

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unos momentos antes de que la estrangulen. Los perros arrancan
pedazos de sus presas para vivir, estos animales marcan sus firmas,
dibujan en su cuerpo, se llevan su pecho como trofeo.
DIAMANTINA: La injusticia viaja como la sed por la libertad. Se
arrastra el dolor, el hambre, de madre a hija y de hija a nieta. Se va
añejando la revuelta. Siempre hay un aviso para quienes saben leer
las señales, el periódico, las pesquisas, los abusos de los tiranos.
CAZADOR: Las otras veces ya no son en mi honor, ya no tienen el
mismo sentido, no hay miedo, no hay angustia, solo alegría anti-
cipada y, después, el orgasmo gigante, la certeza de que en cada
cuerpo está mi promesa de que voy a estar con mis compañeros
siempre. He ascendido, poco a poco me llegaron los billetes para
mantener a todas mis hermanas. Algunas ya se casaron, otras están
ahí esperando. Ahora cuido a mis hijas. Prefiero golpearlas cuando
se me rebelan, secuestrarlas en mi casa, antes que exponerlas al
peligro. Mis chiquitas van a la secundaria… y hasta ahí van a llegar.
La falda larga, la blusa hasta arriba, nada de maquillaje, ni pensar
en ir a la escuela en cuanto les aparece forma de mujer.
DIAMANTINA: No hay una gota que colme el vaso, la mano no tira la
piedra sin que las mujeres pensemos. En este gesto de rebeldía hay
lustros de reflexión, de juntar datos, de conectar pensamientos. Si
se ponen atentos, verán que se les dio el mensaje claro, se les ad-
virtió que no habría venganza sino justicia, rebelión de todas, no
llanto solitario y apagado.
CONSIGNAS: Detente, sicario, no sigas desollando la cordura. No
pronuncies los epítetos, tu pluma de escritor, tu corazón de coñac,
en el que dices renacer, no alcanza a entender qué es una mujer,
qué es un joto, qué son nalgas. Repetir la palabra puta, el vocablo
prostituta ¿te hace sentir más hombre, más obsceno, más cogelón,
más varón, más bohemio? Es el cuerpo de la ciudad marcado como
una extensión de miles de cuerpos violentados, para que ahora sí
lo veas, para que no voltees hacia otro lado.
CAZADOR: Esas mujeres que salen a la calle a protestar, solitas se po-
nen en el camino de los perros. Quédense en sus casas, no llamen
la atención, cierren las piernas y van a ver, bonitas, que no les pasa
nada.

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5
PADRE: Paso por mi hija en la camioneta de mi esposa. Dice que pre-
fiere mi carro. Ustedes no la conocen… es alta... más alta que yo.
Se aprovecha de su estatura para bulearme. Le contesto: “Mira,
quedas por encima de todos, estás en otro nivel. Puedes ver más
cosas, se te extiende el horizonte, la ventana es más grande.” Yo
quiero que mi hija vea la vida desde arriba, que se inunde de luz,
de colores. Que al terminar el día piense en las nubes, los árboles,
en tanta gente que ve camino a casa, que lo contemple todo desde
su asiento de primera ministra. Mi mujer y yo, callamos al notar las
pesquisas pegadas en los postes.
DIAMANTINA: Los monumentos llevan grabados los nombres de
los héroes y las heroínas. Allí están ellas también, liderando la re-
volución, la independencia, las guerras. Desnudas, los senos re-
dondos apuntando hacia adelante, fuertes, llamando a destruir el
país entero. La tea, la flecha, el puño cerrado, las estatuas de bron-
ce amenazan al tirano. Así, de metal, quietas, mudas, adornando
nuestra lucha, quédense, den testimonio.
PADRE: Me emociona la marcha, preparo mis medicinas, mi sombre-
ro. Sé que voy a estar horas bajo el sol, no quiero que la ambulancia
me lleve otra vez al hospital. Mi hija me necesita vivo, fuerte. Me
doy cuenta de que las activistas gritan que no quieren hombres
dentro de su contingente. Me inspiran respeto, las entiendo. Estoy
avergonzado de los hombres. Tenemos que respetar las decisiones
de las mujeres. No podemos decir que respetamos los derechos de
las mujeres y luego irrumpir en una marcha que ellas organizaron.
Si ellas nos invitan, ahí estamos con todo respeto hacia ellas, pero
si no, igual nosotros vamos a seguir en la búsqueda y la exigencia
para Esmeralda… y para todas las mujeres que siguen siendo vio-
lentadas y acusadas sexualmente en nuestra ciudad y en toda la
república.
DIAMANTINA: Luchar con las manos por ellas. No hay patria, li-
bertad, justicia que ganar en las batallas cuando se pone precio a
las cabezas y se desarma a los civiles. ¿Te asustas porque afeamos
las calles? Supongamos que, en la ciudad, varias personas deciden

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ejercer el vandalismo en diversos puntos de la ciudad, en varios
días y a diferentes horas, sin respetar de qué monumento o espa-
cio urbano se trate. En poco tiempo, la gente comenzaría a exigir
a las autoridades que atrapara a los responsables y los obligara a
pagar por el daño que han causado. Después,  quizás, los gober-
nantes mandarían a arreglar todo y se encargarían de poner segu-
ridad para que el hecho que a todos les molesta no volviera a ocu-
rrir. ¿Por qué no pasa lo mismo con la seguridad de las mujeres?
PADRE: Al principio, frente a una cámara de televisión, son muchos
los demonios que me asedian al contar una y otra vez cómo sa-
lió mi hija de la casa. Me asomo a la ventana, nervioso primero,
después angustiado. Llamo a las amigas, al novio, a sus maestros.
Nadie sabe nada. Se me hace un nudo en la garganta, me empiezan
a rodar las lágrimas. Quiero que ardan y se esfumen antes de que
todos se den cuenta de que lloro. Corto la emoción, me esfuerzo
por hacerles creer que soy de piedra. Esos demonios clavan puña-
les en mi orgullo enfermo. Me dicen: “Andas con puras mujeres en
la lucha, ellas pueden pensar que les faltas al respeto”. El tiempo
domina mi machismo. Las madres tienen paciencia, me hacen un
lugar entre ellas, me consuelan, saben que las respeto.
DIAMANTINA: La cicatriz es puerta al interior, símbolo de entra-
da a lo sagrado. Los violadores y los asesinos señalan su crimen
con los huecos sangrantes, donde, sus navajas, arrancan nuestros
senos. Dibujan sus dientes en nuestros cuellos, sus señales son
herrumbre en nuestro vientre. Sus penes han clavado el estigma
con letras escarlatas. Nuestro cuerpo es un templo de vida, somos
entrañas mil veces ultrajadas, nuestra sangre borda estigmas en la
piel, nuestras células se levantan, se oponen, construyen murallas
que se resisten a las dagas de los perpetradores. Ellos clavan sus ga-
rras antiguas en cada encarnación de mi denuncia. Como el amo
teme al esclavo que le arrebata el látigo, los abusivos tienen miedo
de nuestro brazo que clama venganza. La diamantina rosa no está
compuesta de fragmentos mortales, son espejos diminutos que en
su efímero vuelo van reflejando tu propia imagen, porque el ase-
sino eres tú, el testigo mudo, el que no rinde testimonio, que calla
lo que atestigua, el que se asusta de nuestro sufrimiento, a quien
le espanta nuestra muerte, quien no soporta el velo que se sacude

21
sobre su propia culpa, sobre sus gozos perversos. Los reflejos ro-
sados de la diamantina son dolor bajo la luz, resiliencia, vida, arte
fabricado con mi muerte.
PADRE: Soy solo un ser humano. Me duelen las cosas como a cual-
quier persona; tengo derecho a llorar; tengo derecho a exigir; ten-
go derecho a ponerme triste, a ser un hombre que llora por su hija.
Esta ciudad hostil prohíbe imaginar que existen los poemas. La
plaza es un coto de caza donde venadean los pies de nuestras hijas.
Los sicarios se acercan a leerlas y se llenan las manos de sirenas
inocentes para tatuarlas junto a sus nombres propios. Me quedo
en una esquina donde falta mi niña, falta Esmeralda. Quiero que
recuerden siempre su imagen. Esmeralda Castillo Rincón, su dul-
ce nombre. Siempre conmigo, cosida su carita en mi sayal. Arrojo
al paso de las mujeres la diamantina rosa. Las nubes de vidrio se
esparcen, se mezclan con las explosiones de humo magenta, con la
pintura carmín de las caminantes. Voltean, me reconocen, no les
importa que yo sea hombre, saben que soy el padre de Esmeralda,
que me he convertido en una estatua de sal por tanto dolor.
DIAMANTINA: Mujer policía, te estamos protegiendo. Toma el car-
tel de las demandas feministas, porque es tuya nuestra historia, tu-
yas nuestras demandas. Salva tu vida y protege la nuestra. Madre,
perdona nuestros pecados como nosotros señalamos a los dueños
de esta ciudad asesina.
PADRE: El rostro sonriente que llevo en mis pancartas es la ausencia
que todas lloran. No me quedo mucho tiempo solo. Me invitan a
marchar con ellas. “Usted debe estar al frente con su hija.” Al llegar
a la tarima me ayudan a subir. Esmeralda ya está ahí, presente. La
muerte y el amor no son obscuro y luz, no son contrarios. En el
exterminio, el suicidio es un sol en la grieta del espanto, ave con
memoria, corazón trémulo en los poemas, paloma clavada en el
pecho, dolor sin sepulcro. No es cobarde el deseo de dar la des-
pedida a nuestras hijas. Guarda, ave, la última gota de sangre para
abrazar con tu sudario a la hija que se ha ido.
ÁNGELA: Soy la diosa griega de la victoria, Niké, la imbatible. En
una ocasión, el temblor de la tierra me hiso caer. Estoy rodeada
de cuatro compañeras: la Ley, la Paz, la Justicia y la Guerra. Ellas
representan la fuerza de un pueblo que, al intentar separarse de los

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tiranos, se vio reducido a obedecer a dictaduras criollas, tanto o
más sangrientas que las de los monarcas a quienes decían detestar.
Eunomía, Irene, Dice y Atenea, mujeres a las que nadie respeta.
Allí están, testigos de los raptos diarios, sus pies sobrevuelan las
calles, lanzan nubes de diamantina, fulgores de rosáceos dedos a
su paso. Exigen que se cumpla la promesa cincelada en el pedestal
fálico que me sostiene.
PADRE: Le advertimos a nuestra hija: “No hables con extraños, no si-
gas a nadie que no conozcas, no tomes dulces o bebidas que tú no
hayas comprado.” Por supuesto que hay más, mucho más que los
secuestros de princesas. En esta ciudad, las doncellas raptadas no
esperan el rescate en la torre de un castillo en la mitad del bosque,
ni pasan cien años hilando, haciendo girar la rueca, ni peinando su
cabellera rubia hasta que el príncipe deshaga el hechizo… y colo-
rín colorado. Aquí, más temprano que tarde, las niñas se enteran
de que existen monstruos gigantes, dragones hambrientos de san-
gre joven, pulpos de lenguaje obsceno para nombrar su cuerpo,
para herirlas con murmullos infectos. Por eso, aunque mis amigos
me digan que no soy un hombre de verdad, que me estoy con-
virtiendo en feminazi, apoyo las marchas contra los feminicidios,
contra la violencia de género. La vida de mi hija, la de mi esposa,
la de todas esas jovencitas indefensas, bien merece perder unas
cuantas amistades. Quiero calles seguras para todas las mujeres.
DIAMANTINA: ¡Hombres no! ¡Ninguno!

6
ESCÉPTICA: Estoy en contra del aborto, en contra del feminicidio.
Ellas se colocan una máscara, yo no la necesito, tampoco el pa-
ñuelo verde. No me escondo para proclamar que sigo la palabra
de Dios. No me gusta que agredan a los hombres, si ellos nos pro-
vocan, los podemos ignorar. Le digo Ángela, no El Ángel. Ella es
la Victoria Alada, dicen que se parece a otra en Alemania, Está ahí
para coronar a los héroes hombres. No me gusta que la presenten
desnuda, como a La Patria y a la Historia en esta misma glorie-
ta. En cambio, los hombres están todos vestidos. Miguel Hidal-
go, José María Morelos, Francisco Xavier Mina, Nicolás Bravo y
Vicente Guerrero, junto a muchos otros nombres de hombres.

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Mujeres, solo tres: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y
Mariana Rodríguez del Toro. Que así se quede el monumento. Ya
estamos a mano. De esa forma, hacemos constar que también no-
sotras somos historia.
ELITISTA: Digamos que es un club muy exclusivo. Hacemos lo que
los demás, pero con estilo. Nada de exponernos a que los perio-
distas nos vean piropeando a las mujeres desde nuestros carros,
o masturbándonos en los estacionamientos comerciales. Las mu-
jeres que caminan por las calles saben que las miramos, les gusta
provocarnos placer.
SORPRENDIDA: En la tienda, de compras. Concentrada en abatir el
paso del tiempo. Escucho un murmullo a lo lejos. Crece en gritos.
Me enojo. No voy a salir del centro como había planeado. Son mu-
jeres, solamente mujeres. Los hombres a mi alrededor ni siquiera
se atreven a enfrentarlas. Son muchas y es una, como la Medusa,
sus miradas petrifican. No me parezco a ellas. Son jóvenes. Toda
mi vida me han hecho creer que el vandalismo de nada les sirve
a las mujeres, que daña al feminismo, que la brutalidad y el des-
trozo… no son dignos de una mujer. Leo las consignas. Ya nada
existe sino las consignas. Entro al río de mujeres porque sé que, si
les cuento, ellas sí me van a creer. Sesenta años y todavía mis her-
manos me piden callar cuando recuerdo que el pediatra me ma-
noseaba. Cincuenta y ocho desde que mi primo entró a mi cuarto
y me besuqueó, queriéndose meter en mi cama. Mi nana testifica
por mí. La despiden. Estas mujeres no me conocen, sin embargo,
ellas me creen.
ESCÉPTICA: Una hija no le duele tanto a un padre como le duele a
la madre.
ELITISTA: Esos lugares son para los mediocres que no tienen más
remedio que exponerse a que algún policía los sorprenda, que las
viejas griten y vengan otras a dar de manotazos sobre sus carros, a
hacerlos huir con la bragueta abierta.
ESCÉPTICO: Concuerdo con el hecho de que se hartaron y lo apoyo.
Pero… ¿por qué desquitarse con las personas que no les hicieron
nada? ¿No sería más lógico que fueran a atacar la casa de los poli-
cías, a destruir sus oficinas de gobierno y su sede de trabajo? ¿Por

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qué mejor no redactan un manifiesto congruente de sus deman-
das, en vez de destruir su entorno, realizar pintas hirientes y atacar
a personas que no les han hecho nada?
ELITISTA: Yo no soy exhibicionista. Las fiestas dan para el networ-
king, para hacer pactos. Estar presentes en las orgias garantiza que
no va a haber chivatos que nos traicionen hablando de lo que se
cocina detrás de las reuniones con las chicas.
IRÓNICO: Mis amigos son muy graciosos. Dicen:
PADRES PROTECTORES: A mis hijos les advierto que la violencia
no es la solución, que no deben desquitarse ni golpear a nadie. Eso
sí... también les he enseñado que, si otro niño les agrede físicamen-
te, que entonces sí se defiendan, que le peguen. Y que, si la maestra
o el director los regaña, que le digan que yo les di permiso de gol-
pear a su agresor, y que me hablen a mí si no les creen.
IRÓNICO: ¿Qué les parece esta analogía?: todas esas mujeres de la
marcha son los hijos buleados de alguien, o las hijas acosadas de
alguien… que ya se hartaron de los abusadores, los violadores
y los feminicidas y decidieron finalmente defenderse. Es exacta-
mente el mismo hartazgo.
POETA: Esa mujer que pide clientes en la calle del peligro, tiene nom-
bre, madre, hermanos, hijos. Es la musa de un poeta que se niega
a verle el rostro.
ELITISTA: Que uno sea testigo de lo que otros gobernadores fuman,
lo que se meten al cuerpo, a cuántas niñas violaron por hora, es
garantía de que nadie va a hablar de otros negocios. Esta es una
fraternidad, tenemos nuestros códigos, los rituales, hasta el uni-
forme y el escudo. Son formalidades que no me disgustan, pero
me divierten.
REDES: Ellas dicen que pretenden destruir los cánones de la belle-
za… Y yo pregunto: ¿ellas qué consiguen con eso? ¿Quieren que
nadie las desee, que no las inviten a salir? Lo único que logran es
que, entre menos las buscan los hombres, más envidia le tienen a
las bonitas. No se rasuran. Andan paseándose con el torso desnu-
do. Sus estrafalarios aretes. La tinta en sus brazos. Ya no les caben
más dibujos en la piel. Me imagino pasando el dedo sobre su vello.
Esas feminazis me sorprenden descifrando sus tatuajes. Me gus-

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taría preguntarles qué significa cada adorno de su cuerpo: ¿es un
evento importante en su vida, una bitácora de sus viajes, un verso
del poema que escriben?
ELITISTA: Yo prefiero hacerlo todo en privado, que me traigan a las
niñas hasta mi casa. Lo que hagan los policías después de que las
uso, es asunto de ellos.
MUJER: No entiendo cómo, esa supuesta violación, es la bandera de
lo que las mujeres vienen sufriendo desde hace 30 años. ¿Dónde
estaba la protesta, la rabia, cuando encontraron los cadáveres de
seis mujeres en el campo algodonero de Ciudad Juárez? Cientos,
miles de mujeres asesinadas, violadas. Las mujeres ricas no salen a
protestar por los feminicidios, mucho menos a encabezar manifes-
taciones. Ahora quieren que, de golpe y porrazo, haya soluciones.
Que acabe la violencia contra nosotras cuando pecamos de apatía
durante todos estos años. Somos cómplices. El enemigo del femi-
nismo no es el hombre, es el patriarcado. Incluso hay mujeres que
apoyan el patriarcado y hombres que buscan su destrucción.

7
MUJERES DE PARÍS: Hartas de la escasez que empeora nuestra po-
breza, las mujeres del mercado de Paris comentamos, lloramos,
nos quejamos entre nosotras. Los lujos obscenos de Luis XVI
son una afrenta. Hambrientas, preocupadas por nuestras familias,
ignoradas, discutimos durante varios meses la necesidad de un
gobierno democrático. La familia real exhibe su opulencia. El 5
de octubre 1789 explotamos. Saqueamos la ciudad en busca de
armas, logramos congregar sesenta mil cabezas furiosas. Marcha-
mos bajo la lluvia, asaltamos el palacio, exigimos hablar con Luis,
rey de Francia y de Navarra. Obligado por la fuerza de la turba,
el monarca ordena repartir el pan de Versalles con los habitantes.
Las mujeres rompemos la malla del abuso. Obligamos al monarca
a dejar Versalles, que vaya camino a la guillotina. El mundo ya no
es el mismo. Las mujeres del mercado de Paris lo hemos transfor-
mado violentamente. Libertad, igualdad, fraternidad. La guilloti-
na inaugura un nuevo reino de terror, las monarquías son asuntos
del pasado.

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CONSIGNAS: ¡Français, en guerriers magnanimes,
portez ou retenez vos coups!
Épargnez ces tristes victimes
À regret s›armant contre nous.
Mais ces despotes sanguinaires,
Mais ces complices de Bouillé,
Tous ces tigres qui, sans pitié,
Déchirent le sein de leur mère!
¡Franceses, magnánimos guerreros,
asestad vuestros golpes o retenedlos!
perdonad a esas víctimas tristes,
que a su pesar se arman contra nosotros.
¡Pero no a esos déspotas sanguinarios,
esos cómplices de Bouillé,
todos esos tigres que, sin piedad,
desgarran el seno de su madre!

8
ESCÉPTICO: Ellas creen vivir la Revolución de Octubre, pero, una
marcha para exigir a las autoridades justicia para las mujeres acosa-
das, vilipendiadas, ¡asesinadas!, no justifica el vandalismo a nues-
tros monumentos nacionales. ¿Entendieron, mujeres egoístas, que
no piensan, ni sienten, ni reaccionan? Fueron hombres los que
escribieron los grandes textos. Los hombres teorizan, guían. Las
mujeres nos regalan su ternura en los momentos de descanso y esa
ya es una gran tarea revolucionaria.
PROFESOR: Nacemos experimentando placer a través de otros cuer-
pos. La sangre de mi madre me alimenta, su calor me protege. So-
mos parásitos de su entraña y al separarnos, aprendemos del dolor
y las carencias. La vida es un túnel largo por el que intento regresar
a la carne, el placer eterno es carne, no espíritu, aprendo. Después
del primer llanto, todo es buscarnos en los otros sin dirección, a
ciegas. De todas las preguntas que puedo hacer, las prohibidas son
las del cuerpo. ¿Qué hago con este apéndice que se levanta con
una imagen, un roce, un sueño? ¿Por qué nadie lo mira? ¿Por qué
no lo nombran como enuncian los dedos, las orejas, las piernas?

27
Todo es murmullo, gestos de aprobación, de horror, símbolos que
no entiendo. Los hombres aprendemos a no dar cuenta de nuestro
sexo, lo presentimos daga, poder que yace en la penumbra. Es un
océano de humanidad el que sepulta el conocimiento.
DIAMANTINA: Un mundo de palabras en el que cada vecino sea
poeta. Ya que no hay sino el verbo, nos dedicamos a tratar de ser
felices. La vida regresa a diario, coloca sus alas en los olmos, de allí
tomamos los sueños, los vestimos con nuestra ropa de muñecas.
Debimos partir antes de enterarnos de que no merecemos esta
ciudad, esta ciudad que extingue el río con el fuego de la angustia
y cultiva el llanto luctuoso en la garganta. Ahora es tarde, ya está
aquí el sicario con la lista de nombres macabros Para los que no
creyeron.
LA MARCHA: Afuera de la catedral están las madres en huelga de
hambre. Las acompañamos desde todas las provincias. Se oye
fuerte la voz de miles en la marcha, los cantos masivos. Piden pre-
senten vivos a sus hijos, presos, desaparecidos políticos.
PROFESOR: Ella llega desde Juárez, es estudiante. Le cuento de mi
vocación de profesor, el peligro de perder mi trabajo por mi ac-
tivismo. Toma su lugar junto a las madres. Las atiende, volantea,
grita algunas consignas en el micrófono, hace guardia. La noche
llega, nos refugiamos en las bóvedas de la catedral. Tendemos
nuestras cobijas en silencio, la iglesia impone solemnidad. Sé que
en unas horas me toca el turno de vigilancia.
DIAMANTINA: Escojo el color, la tela, los dibujos. Coloco la másca-
ra sobre mi rostro. El drama comienza. Soy el embozo inmemorial,
no tengo rasgos. Como el verdugo que no desea ser reconocido,
soy algo y alguien, soy la justicia y la mujer violada, la madre en
busca de su hija. Principia el teatro. Soy espectadora y actriz co-
reógrafa de la protesta. Samurái, neozapatista, soy Espartaca, soy
Fuenteovejuna. Me prepararon generaciones de chamanas, anar-
quistas, soldaderas, pasionarias… Con mis gestos cubiertos, te
obligo, espectador impasible, a abrazar tu butaca, a suspender por
momentos la respiración.
PROFESOR: Los soldados acechan, esperan las órdenes para golpear-
nos. Debo descansar, la muerte nos ronda. Tlatelolco está presen-
te. Alguien se extiende junto a mí, oigo los roces de cobijas con su

28
cuerpo. Abro los ojos, es ella. La observo no sé cuánto tiempo. Cae
en el sopor del cansancio. Recuerdo el miedo con el que describe
dos mil kilómetros entre la frontera y la ciudad de México, su au-
tobús seguido por un vehículo militar, las metralletas apuntando a
las madres y a los estudiantes.
DIAMANTINA: Giro, salto, dibujo la libertad con mi cuerpo enmas-
carado. Te angustia ver mis desordenados pasos, monstruo de
veinte mil cabezas. Si las venas de mi hermana se vacían solas en
el bosque donde cae el tronco sin que nadie sea testigo… si algún
hombre la desaparece de aquí mismo… si ese hombre se masturba
en la escalera, susurra y gesticula sus deseos obscenos, antes de
tenerla contra su voluntad bajo su vientre, imaginando el cuchillo
que abre su cuello… que la estación del Metro arda como pira
funeraria.
PROFESOR: Tiendo la mano despacio, avanzando milímetro a mi-
límetro la deslizo bajo su cobija; desabotono su blusa, acaricio
su piel bajo el sostén. Ella despierta, grita, alcanza a rasguñar mi
mano, jala mis anteojos, los estrella. Me reconoce, grita. Mis ami-
gos escuchan el jaleo, se acercan, insisten en que tuvo una pesadi-
lla. La tensión es alta, los activistas somos paranoides.
DIAMANTINA: Un fragmento de vidrio por cada vida arrancada.
Mágicos se pintan los trazos de la memoria, el camino hacia la
muerte en las paredes. Magenta, verde limón, verde vivo, rosa fos-
forescente, sangre obscura de mortaja manchada con su semen.
Que se detenga la ciudad, el corazón de todos. Un funeral inmen-
so, sin fin, un momento de silencio que nos parezca eterno. Ni un
solo carro camine, ni un vagón se abra. Que no vuelva a su casa
nadie, que nadie viva en paz… hasta encontrar a todas las niñas
mancilladas, a todas las mujeres violentadas.
TESTIGO: Cálmate, si lo acusas nos desalojan, desacreditas el movi-
miento.
PROFESOR: Le dicen.
TESTIGO: Decide, ¿el movimiento o eso que, de seguro, fue un mal
sueño? Elige.
PROFESOR: Le increpan.
TESTIGO: Ve a quedarte junto a las madres. No te separes de ellas.
PROFESOR: Le aconsejan.

29
TESTIGO: Aquí tiene sus lentes, compañero.
PROFESOR: Me ayudan.
TESTIGO: Profesor, vaya a hacer su guardia, nosotros cuidamos a la
chica.
PROFESOR: Me confortan… Este es un misterio gozoso. Nada me
debes, corazón, si yo solo he buscado hundir las uñas en tu espal-
da, comer, desnudo, montado en tu deleite, los besos que alcanza
a arrebatar mi gula. Ábrete, cielo, permíteme seguir buscando en
tus fisuras el grito que anuncia lluvia y vida. No es nada, mi alma,
si de ti gozo, no me debes sino una noche de baile o una cerveza.

9
MADRE: Buscamos en los lugares donde sabemos que avientan sus
cuerpos. Somos las madres quienes buscamos. Quienes tenemos
la entereza de enfrentar sus restos putrefactos con tal de sepultar-
las, con tal de tener un lugar donde llorarlas, o de saber al menos,
que debemos seguir preguntando entre los vivos en donde está
nuestra muchachita.
CONSIGNAS: ¿Cómo orar en el sepulcro de una hija sin su cuerpo?
MADRE: Cielo y tierra, ningún rincón de nuestro mundo queda sin
revisar. Los policías no se toman la molestia de estudiar nuestras
historias familiares. Para ellos todas las jovencitas andan en malos
pasos, todas se van por su voluntad y dejan atrás las caricias de sus
madres, los cuidados de sus hermanos, su peine, su maquillaje, su
ropita comprada con tanto cariño, y hasta abandonan a sus hijos.
Marisela Escobar tuvo que dejar desatendido su negocio para per-
seguir al asesino de su hija. Lo encuentra, llama a la policía y nada.
No pasa nada. Se va el maldito, muere hasta que su Cartel lo deci-
de, cuando ya antes ha asesinado a Marisela.
POLICÍA: Usted traía una Uzzi y su hijo una 45.
CONSIGNAS: Su cuerpo. Los dedos plantados en el lugar de la es-
peranza. Escrita en su cuerpo la secuencia del dolor. Abrimos las
ventanas al sonido del suplicio, reconstruimos brazos, piernas y
cerebro en la mortaja que le hiciste. Extiendes el sufrimiento al
llegar con su piel a la frontera de la muerte donde no acaba la tor-
tura. Las mutilaciones cumplieron sus funciones preventivas, pu-
nitivas, simbólicas.

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DIAMANTINA: Nosotras, las mujeres, rechazamos a los partidos y a
las organizaciones políticas, así como a los hombres y otros suje-
tos que dicen disentir de la masculinidad, pero que tienen en co-
mún el deseo de apropiarse, cooptar y sacar ventaja de las luchas
en donde nosotras, las mujeres, hemos tomado la voz y puesto el
cuerpo. Exigimos libertad para todas las mujeres que han sido pre-
sas por abortar. La maternidad será deseada o no será.
REDES: No creo que las cinco o seis mil mujeres que marcharon esté
de acuerdo con la destrucción de iglesias, de sitios arqueológicos,
de monumentos arquitectónicos. Lo que quieren demostrar es su
hartazgo, su inconformidad sin política. Ni siquiera son capaces de
trazar medidas estratégicas de autodefensa, se les infiltraron y ellas
condescienden con las facciones de infiltradas o infiltrados. Una
cosa es la protesta justa y otra cosa es que dejen que los tiburones
entren a su río revuelto.
CONSIGNAS: Memoria viva, memoria que camina, memoria colec-
tiva. El norte no es una nota roja. Actores surgen de entre los es-
combros, de la calle destruida, de sus fragmentos, el arte les habita,
les sacude la tierra que ha intentado sumergirlos, la arena se abre,
surgen las luces que palpitan movimiento para que la ciudad no se
entregue a los títeres.
DIAMANTINA: Los feminicidios, las violaciones, los abusos hacia
nosotras pretenden infundirnos miedo, encerrarnos, acallarnos,
amordazarnos en un país donde los hombres gozan de total im-
punidad. La impunidad sirve a los intereses de los poderosos.
Apoyamos la lucha de las madres de mujeres víctimas de femini-
cidio, desaparición, violación u otras clases de violencia patriarcal.
Su voz requiere ser escuchada en todo momento. Su fuerza es un
ejemplo para todas. No olvidamos a ninguna de las nuestras.
MADRE: Afrenta sobre afrenta, sangre sobre el lago de dolor que ya se
había tendido. Nosotras hacemos lo mismo que Marisela. Segui-
mos pistas, indagamos con los vecinos. Hay tratantes de mujeres
cerca. Me informan que vieron a mi niña, sus ojos tristes pidien-
do, con su silencio, la compasión de los que buscan prostitutas en
los bares. Me ensucio la cara con tierra, me despeino. En mi traje
de dolor paso las noches afuera de los bares. La policía me cita

31
con mi hijo. Tienen noticias. Nos ordenan esperar, tras horas de
silencio preguntamos qué pasa. Nos dicen que tienen una orden
de aprehensión contra nosotros. Nos acusan de asaltar dos casas
de masaje.
CONSIGNAS: Madre, sabemos hoy que no regresa su cuerpo tibio a
despertarte. Esa niña es tuya y de nosotros, no es tu culpa si ella no
aparece con la llave del cariño cada tarde a mostrarte sus libros, su
delantal, sus zapatitos nuevos.
REDES: ¿Llaman ‘brutas’, ‘vándalas’, ‘provocadoras’ a las mujeres que
salieron a defender nuestras vidas? Son insultos menores en la lis-
ta obscena de los epítetos misóginos. ¿Lloran las pintas, el daño
a los monumentos patriarcales? Déjenlos así, son símbolos de la
crueldad contra las niñas y las mujeres, diariamente acosadas, tor-
turadas, violadas y asesinadas.
MADRE: Nuestros propios compañeros de lucha, los que marcharon
junto a nosotras por los desaparecidos, por los presos políticos.
Los mismos que salieron con nosotras a protestar por el fraude
en las elecciones, los que exigieron respuestas por los asesinatos
de los estudiantes de Ayotzinapa… son los mismos que hoy nos
niegan el derecho a llorar en público.
CONSIGNAS: Cargamos la piedra que nos ancla en vida a nuestros
hijos muertos. Son nuestras manos, aprendices y maestras, dueñas
de navajas. Nosotras señalamos a los dueños de esta ciudad ase-
sina. Sálvanos de la discrecionalidad, de la misa compartida con
sicarios, perdónanos si nos arrodillamos ante sus perros, si hundi-
mos el rostro en la sangre para no ver la muerte, si temblamos con
el tintineo de sus cadenas. Ten piedad de nosotras si celebramos
sus bodas, si envidiamos la ropa de sus mujeres. Madre, te entrega-
mos los hilos de la blusa de tu niña, dinos en cambio la pregunta
infinita ante su cuerpo ausente.

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REDES: Una feminazi es una mujer que cree que lo más importante
en la vida es asegurarse de que se practiquen tantos abortos como
sea posible.
- Las feminazis gritan en las plazas golpeando con sus palabras al
enemigo imaginario.

32
- Quieren que todos aprendamos un nuevo idioma y se moles-
tan cuando la letra x no aparecen al final de las palabras.
- Están enojadas con el mundo, quieren desaparecernos.
- Se enojan porque les abrimos la puerta y si no se las abrimos,
también.
- Nos hacen responsables de su seguridad, pero no quieren pro-
tección.
VIOLADOR: No sabemos cómo acercarnos a las mujeres, cuándo be-
sarlas, cuándo alejarnos, de qué forma intuir su lenguaje. A ellas
les aterra nuestra ignorancia. En el hogar, las niñas son pájaros en
jaula listas para el sacrificio. Algunos esconden hábilmente sus
crímenes, regresan a casa simulando ser dóciles, cuando ya antes
infectaron con su sexo a las jóvenes de afuera. Otros, se dicen do-
mesticados, juran haber olvidado para siempre que son bestias,
contienen sus impulsos, fingen respetar a las mujeres, pero están
al acecho, en busca de la oportunidad.
DIAMANTINA: Educación sexual para decidir, anticonceptivos para
no abortar, aborto legal para no morir. Exigimos el esclarecimien-
to de todos los casos de violencia sexual, feminicidio, trata, explo-
tación sexual, desaparición de niñas y mujeres. Castigo para los
culpables. No más impunidad.
VIOLADOR: Siento otra vez la urgencia de salir a buscarla. Camino
detrás de ella. Nadie me nota, soy un hombre como cualquiera.
Me coloco junto a ella en el vagón del Metro, mi maletín oculta la
mano que roza su cuerpo. La repliega el sudor de otros hombres,
se refugia en mi colonia, mi rostro rasurado, por mi edad, me con-
sidera viejo.
REDES: Ustedes exigen respeto, mientras lanzan contra sus enemigos,
millones de partículas de vidrio, que entran en los ojos, cortan las
retinas, se adhieren a la saliva, ordenan a las células reproducirse
en cáncer; que se adhieren a las suelas de los zapatos, la escoba no
alcanza a sacarla de los rincones. Su huella se quedará en el am-
biente para siempre, se desintegrará durante siglos.
DIAMANTINA: Construimos nuestra propia memoria desde nuestra
propia narrativa y nuestra propia experiencia. Ya no permitiremos
que sean los hombres y sus recursos quienes cuenten nuestras his-
torias y encabecen nuestra lucha feminista.

33
VIOLADOR: Ella, con su falda corta, sus cuadernos, sus amigos de
la escuela, es solo un dulce en la vitrina. La mayor de mis novias
imaginarias, las otras son pequeñas. Tiemblo al pensar en ellas.
Repaso mi historia. No hay nada que presagie mi obsesión. No me
reúno con otros hombres, no me río cuando cuentan chistes obs-
cenos. Existe solo este deseo de jugar con ellas, penetrar su carne
blanda.
DIAMANTINA: No hay palabras para describir nuestra rabia. Por eso,
prefiero golpear, hasta hacerlos estallar en pedazos, esos vidrios
gruesos donde se resguardan los políticos, tras los que se ocultan
para no escuchar nuestra verdad.
VIOLADOR: Si ellas se resisten, las mato… sin enterarme del instan-
te en que dejaron de respirar, del momento en que sus entrañas
estallaron. Estoy solo. No eres culpable, Dios, solo recibes mis sú-
plicas. Igual que el deseo es la angustia de terminar el ciclo con mi
muerte. Nadie me detiene. Salgo a la calle, les doy los buenos días
a los vecinos.
DATO: Uno de los meses más violentos, 315 feminicidios en treinta
días. El siguiente mes: 310; luego, 302, y enseguida 272 asesinatos
contra mujeres.
VIOLADOR: Camino detrás de ella. Ciegos son los que no ven los
cuerpos sin vida. Los hombres queremos ser recordados, fijarnos
para siempre en la memoria de una niña. Por eso ponemos la mano
sobre su muslo y enterramos el cuchillo para esculpir nuestro po-
der en el seno arrancado de las jóvenes que matamos.
HÁBITOS: Es en la propia casa donde los novios, hermanos, padres,
primos, sobrinos, vecinos… torturan a las niñas. Los hombres no
violan a las hijas de sus hermanos; es por línea materna el abuso,
la falta de respeto. ¿Para que salir a la calle a manifestar contra el
gobierno, a destruir el patrimonio urbano, si el enemigo se sienta a
la mesa, si le damos desayuno, le servimos a nuestras hijas, incluso
a nuestros hijos en bandeja de plata, se los enviamos a misa, a con-
sulta médica, a entrenamiento, a clase?
VIOLADOR: Son las madres las que nos educan. Son ellas las que evi-
tan explicarnos el mundo de sensaciones que habitan en su piel,
en su frente, en su sexo. Ellas permiten que seamos los hombres
quienes sembremos en nuestros hijos la idea de que pueden eya-

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cular en cualquier cuerpo mientras sea más débil. Cada uno de no-
sotros es un Frankenstein hecho de remiendos. Sin explicaciones,
sin guía, salimos a las calles a buscar nuestro alivio.

11
DIAMANTINA: No representamos a los feminismos ni pretendemos
acallar otras voces, somos mujeres que hablamos por nosotras mis-
mas. Libramos una guerra que nunca pedimos, no podemos sino
ganarla porque está en juego nuestra vida. Las promesas ya no nos
alcanzan ni solucionan las violencias que enfrentamos todos los
días. Nuestras luchas no culminan cuando el gobierno local fin-
ge escucharnos y ofrecernos propuestas conciliadoras. No van a
terminar mientras se erija nuestro juez y limite nuestra denuncia,
nuestro grito primordial por la vida. Mientras pase por encima de
las fosas clandestinas simulando no ver la sangre que corre como
río, manchando las carreteras, las calles, los edificios… con la san-
gre derramada de las mujeres.
CONSIGNAS: Cuerpo mapa.
Cuerpo castigo.
Cuerpo espectáculo.
Cuerpo gramática.
Cuerpo súplica.
Cuerpo tortura.
Cuerpo purgatorio.
Cuerpo teatro.
Cuerpo poema criminal.
Cuerpo rigor mortis.
Cuerpo rictus narcissus.
DIAMANTINA: El sistema de opresión es cada vez más sofisticado
para explotarnos, para comerciar con nuestros cuerpos, torturar-
nos y asesinarnos. Esas heridas quemadas, pintarrajeadas, rotas,
son extensión de nuestros cuerpos, la humanidad destrozada de
la que se niegan a hablar. Es la cicatriz expuesta que se abre una y
otra vez y que a nadie le inmuta.
CONSIGNAS: Sobre la luna dibujo el nombre de Susana y su sangre
de poeta. Mi ciudad está hecha de Lucías, Martas, Cecilias, santas
todas, inmoladas; nuestros dedos repasan el rosario, nombran su

35
piel ofrecida en holocausto.
Como ninguna otra, esta es la urbe del martirio.
Digo frío, escribo muerte.
DIAMANTINA: Salimos a la calle para reivindicar nuestro género.
Las mujeres ponemos el cuerpo, construimos la acción colectiva
en nuestros trabajos, escuelas, familias, en todos los espacios, aún
en contra del linchamiento de los medios de comunicación. Nos
reprochan que haya víctimas. Las hay, sin duda, son producto de la
arrogancia con la que siempre hemos sido tratadas, son producto
del desprecio hacia nuestro cuerpo, nuestra vida, nuestras decisio-
nes y sueños. Hijos, hermanos, amigos, vecinos y camaradas han
salido a denostarnos, a pintar sobre nosotras sus burdas agresio-
nes, a decirnos que nos callemos en bien de la humanidad. Ellos
se sienten la medida de todo lo que debe ser cuidado, respetado,
la autoridad que determina lo que es permisible y lo que es con-
denable.
CONSIGNAS: Edad de escombros. Historia colectiva
47 mil cráneos detritus immigrantis en hornos crematorios.
No pidamos la despedida fúnebre que los tiranos no desean con-
cedernos.
¿Cómo orar sin sepulcro, sin hija, sin su cuerpo?
DIAMANTINA: Vela, muy de cerca y muy bien. Porque si te indignas
por las heridas de esos edificios públicos al grado de humanizar-
las diciendo ‘¿qué culpa tienen las paredes?’, debes saber que la
respuesta es ‘ninguna, ninguna culpa’. El movimiento feminista no
tiene lideresas ni representantes. Todas somos una. Rechazamos
el ‘perdón’ de las autoridades a nuestras formas de protesta. Las
disculpas poco ayudan a las mujeres. Nosotras no perdonamos.
CONSIGNAS: Hemos perdido a nuestras hermanas, con su suplicio
han quebrado, irremediablemente, el espejo de sus vidas.
DIAMANTINA: Rechazamos a los gobernantes; su burocracia está
diseñada para hacer lenta la marcha de la justicia, su propaganda
propicia la impunidad, nos coloca en la legítima autodefensa. No
más ‘comisiones’ ni programas que se sirven del trabajo no paga-
do de las feministas, de nuestros análisis y nuestras propuestas. ¡Y
todavía parece que nos hacen un favor con escucharnos! Los que
cobran son los ‘servidores públicos’, ¡que ellos trabajen! Nos ne-

36
gamos a ser educadoras de hombres, policías o funcionarios. Há-
ganse responsables de sus aprendizajes, de sus actos y sus violen-
cias. Exigimos acciones reales para poner fin a la trata de mujeres
y a la explotación sexual.
CONSIGNAS: El patriarcado es un juez
que nos juzga por nacer
y nuestro castigo
es la violencia que no ves.
El patriarcado es un juez
que nos juzga por nacer
y nuestro castigo
es la violencia que ya ves:
Feminicidio.
Impunidad para mi asesino.
Es la desaparición.
Es la violación.
Y la culpa no era mía
ni dónde estaba
ni cómo vestía.
El violador eras tú.
El violador eres tú.
Son los chotas
La UACJ
El Estado
La Fiscalía
El Estado feminicida
Corral y Cabada
El Estado opresor
es un macho violador
El Estado opresor
es un macho violador
El violador eras tú.
El violador eres tú.
La Fiscalía
nos ha ignorado
Durante décadas
nos han matado

37
Las cruces rosas
nos han borrado
A Ciudad Juárez
la han abandonado
El violador eras tú.
El violador eras tú.
El violador eres tú.
El violador eres tú.
DIAMANTINA: ¿Por qué siguen diciendo que ‘esa no es la forma
correcta’? ¿Están ciegos? ¿No se dan cuenta de que las mujeres
ya pedimos justicia ‘de la forma correcta’ y no sirvió de nada?  Se
han presentado las denuncias; varias asociaciones de Derechos
Humanos dictaron sentencias; se han hecho muchas protestas
pacíficas… Les tengo noticias: ¡La ‘forma correcta’ no sirve para
nada! Las mujeres estamos enojadas y con mucha razón. Y no…
no necesitamos su mansplaining: ‘déjame te digo cómo protestar’.
JUÁREZ: Intentaron borrar las cruces, quitar las pesquisas, limpiar la
imagen de las mujeres asesinadas. No son ‘las muertas’, como si de
repente cayeran sin vida. Son capturadas, mutiladas, degolladas,
quemadas, ejecutadas. Hay culpables de sus muertes. Los hom-
bres ultrajan a las mujeres en todo el mundo. 87 mil mujeres asesi-
nadas cada año por sus propias parejas, por hombres que viven en
su propia casa. Seis mujeres mueren cada hora a manos de alguien
que conocen. Cada pueblo, cada clase con su propio método. Ha-
blan de progreso, tratan de anular el feminismo argumentando
que las mujeres hemos avanzado porque podemos votar, trabajar,
ir a la escuela. La modernidad significa muerte. Los feminicidios
aumentan cada año. A las mujeres las siguen rociando de alcohol,
de thinner, de gasolina… y luego, embarazadas, les avientan un ce-
rillo, aun esperando su propio hijo, las calcinan.
CODA: En esta ciudad se ha prohibido imaginarse que existen los
poemas.
La plaza es un coto en el que se venadean los pies de nuestras hijas.
Los sicarios se acercan a leerlas y se llenan las manos de sirenas
aun palpitando de inocencia, para tatuarlas con sus nombres pro-
pios.

38
CEGUERA

Javier Malagón

CIEGO UNO (A Ciego Dos): ¿Es fresca la mañana, verdad? De seguro


es una de esas mañanas en que todo es más claro. La claridad es un
regalo que Dios le dio al mundo. Desde que Dios creó la luz, todo
se ordenó. Lo hizo en el primer día. Fueron siete. Descansó al sép-
timo. El descanso es parte del trabajo. Como hoy. Usted descansa
y yo también.
¡Ah, la luz! Debió ser muy importante para Él. Si no, lo hubiera
postergado, así como nosotros dejamos para después las cosas que
no son necesarias.
Es un placer hablar con usted, señor… ¡Señor Yahvé! ¿Señor, Yah-
vé? ¡Señor mío, mi señor! ¡Hijo de David! Toda mi vida te he bus-
cado en las señales más nimias…
¡Ten misericordia de mí! Postrado, te pido con la más grande fe:
toca mis ojos con las yemas de tus dedos y yo seré dichoso.
Tal vez pienses que magnifico mi ceguera. La primera vez que pue-
do estar contigo… y te hablo de mis sombras. Soy un malagrade-
cido. Me has dado la vida… Te debería ofrecer alabanzas como
el Santo Job. ¡Qué miserable soy! ¡Qué desatento! ¡Perdóname,
Señor mío!
El Santo Job… ese sí la tuvo difícil y jamás se amilanó. ¿Cómo me
atrevo a compararme con ese santo? Perdóname de nuevo. Dame
tu bendición… ¡Soy tuyo, Señor! ¡Seré tu esclavo, tu eterno ser-
vidor! ¡Tócame solo con la sagrada yema de tus dedos! Cargaré
contigo como si fueras el fruto de mi entraña.
¡Perdona, mi Dios! No pude aguantarme. Para nada me parezco
a Job, tu santo preferido. Eso nos dice el padre García Miranda. Y
yo le creo. Habla muy hermoso. Cómo no habría de creerle si se
parece a ti. Esa barba… tan guapo…
No lo he visto. Me lo ha descrito mi esposa. Las jovencitas solo van
a misa para verlo. Creo que eso no está bien… allá ellas.

39
Cada quien carga con la cruz que le tocó. Mi cruz, Yahvé, es un
poco pesada. No me quejo… creo que, si pudiera ver… podría
hacer más cosas para servirte.
¡Otra vez con lo mismo!
Yo me las arreglo solo, pero, si yo ayudara más, mi familia podría
tener una vida mejor. No me considero un estorbo. Para nada. To-
dos los días iría a misa para agradecerte y ponerme a tus órdenes.
Podría entender cualquier señal que me dieras. Por ejemplo… si
arrastraras una pequeña hoja por el suelo, yo sabría exactamente
lo que quieras ordenar. No diría: ‘eso que oigo es el viento’. No. Lo
entendería todo escrupulosamente. Yo sabría lo qué me quieres
decir por la forma en que escurre cada gota de cera del cirio.
Claro, si pudiera ver. Pero… ¿quién soy yo para atreverme a pedir-
te un milagro si ya me has dado el milagro de la vida?
Ah, ese Santo Job… Qué difícil es ser un santo. Somos a imagen y
semejanza tuya. Sin embargo, no a todos nos hiciste igual. Bien se
dice: a imagen y semejanza… no iguales. A unos los hiciste muy
fuertes… y valerosos. Como si hubieras experimentado primero
con nosotros, los débiles.
Disculpa, ya sé que estoy mal. Siempre me lo echa en cara mi hija
cuando me dice que todo es suerte. Te quita todo el mérito. Y yo le
digo que tú inventaste el azar… para probarnos que existe la liber-
tad… La libertad de creer, la de actuar y pensar. Por eso algunos se
mueren antes y otros después.
¿Qué cosas digo? Si alguien muere es porque tú así lo decidiste.
Claro, porque tienen una misión… en el cielo… o el infierno. O el
purgatorio, porque el limbo ya no existe. Lo mandaste quitar.
Un día desperté y me dijeron que el limbo ya no existe. Me asusté
porque yo pensaba que ahí me iba a ir yo. Donde van los inocentes
que no se bautizaron. Y los bobos. Yo soy bobo…
Sí estoy bautizado, me llamo Anselmo. Nací el 21 de abril. San An-
selmo que era muy bueno para pensar. Lo he estudiado. Tal vez
por eso te hablo a veces con familiaridad. Él escribió el Monolo-
gion que es como un diálogo interno donde demuestra que existe
Diós… Tú…
Él dice: ‘credo, ut intelligam’, que quiere decir: ‘creo para entender’,
o algo así.

40
No soy claro.
Tengo un ejemplo del mismo San Anselmo. Este santo es más fácil
de seguir que Job.
Decía San Anselmo: ‘Tú, Dios, eres algo mayor que lo que puede
ser pensado’. Ponía un ejemplo: ‘cuando el pintor piensa una pin-
tura, está en su cabeza, en su entendimiento, pero no entiende que
exista porque todavía no lo ha hecho. Y cuando lo tiene pintado,
existe en su cabeza y también en la realidad porque lo ha hecho.
Así como tú.
No vayas a pensar que, como no veo, se me dificulta entender que
existes. Sí creo en ti. Lo sé en mi cabeza y… aunque no te veo, hoy
te oigo. Has entrado en mí por mi oído. Yo diría: ‘hasta no oír, no
creer’. Ver y oír son formas de entender la vida. Y a Dios. Si yo vie-
ra, sería doblemente creyente. No te molestes conmigo. No es que
sea empecinado, más bien, soy perseverante. Una gran cualidad
cristiana, ¿no crees?
Antes, cuando era niño, sí veía. Me acuerdo de los colores. Ya no
los puedo pensar muy bien… me acuerdo del azul que era muy
hermoso. Y del verde, aunque del morado y el rojo casi no. Cuan-
do quiero pensar en esos colores, los imagino oscuros nada más.
¿De verdad mandaste quitar el Limbo? ‘Lo que se atare en la tierra,
será atado en el cielo’. Tú le diste a San Pedro las llaves y él se las dio
al Papa. ¿Y ahora… a dónde se van los niños que no se bautizan?
¿Y los bobos? ¿Tendré que pasar por el purgatorio para estar conti-
go eternamente en el cielo?
¡No me digas que acabaré en el infierno! Eso no lo podría sopor-
tar. He invertido mi vida en ser bueno, como dicen las escrituras.
Tampoco soy rico. Esos la tienen difícil. Nunca pasarán por el ojo
de la aguja. Ni sus camellos.
Señor Yahvé, explícame una cosa. Se supone que el diablo y tú son
enemigos. Entonces… ¿por qué actúa como tu cómplice, casti-
gando a los que se portan mal? Debería de premiarlos, les debería
de dar regalos y tratarlos bien en el infierno; así como tú premias a
los que se portan bien y van al cielo.
Disculpa… ¿Quién soy yo para cuestionarte? ¿Para eso es la fe?
¿Para no andar pensando? ¿Para creer? Es algo complicado… pero
me gusta pensar. Como el santo Anselmo. Era filósofo.

41
A veces pienso muchas cosas y hablo en voz alta. Pienso que es in-
creíble que existas. Algunos piensan que si fuéramos una obra de
Dios seríamos perfectos. Todos seríamos videntes. Quiero decir
que veríamos. Que no habría enfermedades, guerras y violencia.
Yo sé que somos misioneros. Aunque, para serte franco, no sé cuál
es mi misión. ¿Cuál puede ser la misión de un ciego? Rezar, tal
vez… Me cuesta trabajo pensar que escuchas a los que hablan
contigo. En estos momentos… ¿cuántos millones de personas
oran? Y tú escuchas a cada uno de ellos. Y rezan en muchos idio-
mas. Y te piden cosas que, por supuesto, no les concederás, para
darles una lección y que se arrepientan de sus pecados. A otros sí.
Para premiarles su buen comportamiento.
Con solo desearlo, Tú podrías hacer que yo viera.
¿Por qué castigaste a Job tan duramente? ¿Para comprobarle al dia-
blo que aguantaba mucho su fe? ¿Escuchas también a los que les
rezan a otros dioses? Yo sé que eres único. Pero ellos… ¿qué culpa
tuvieron de nacer en otra parte? Tú dices que todos somos tus hi-
jos. Buenos o malos… ¿Y ellos?
Hay gente muy buena que no cree en ti y gente muy mala para la
que eres su guía y su camino. Muchos de los que van a matar se
encomiendan a ti. Como el Batallón de San Patricio. Indudable-
mente se encomendaban a ti. ¡Los cruzados! Se preparaban desde
pequeños para hacerle la guerra a los infieles. Eran muy religiosos
pero se equivocaron de Dios.
¿Los narcotraficantes que tienen a San Valverde, terminarán en
el infierno? Si se arrepienten… ¿se salvarán? Vieras lo que hacen
ahora. Son sanguinarios. Cuando salimos no nos queda sino enco-
mendarnos a ti para poder regresar vivos.
Estoy casi seguro de que eso de los narcos es una prueba de fe,
como la de Job, pero para todos nosotros. ¿Estás probando si nues-
tra fe es grande y supera todos los obstáculos? ¿No crees que te
pasaste con esta pruebita?
¡Ay, Dios mío! Me gusta pensar, pero, luego, de tanto, ya no sé qué
creer. Claro que siempre creo en ti. Eres tan grande, Señor, que si
pusieras un poco de saliva en mis ojos… me curaría.
La culpa de lo que pienso, es que me pusieron el nombre de un
filósofo. No puedo parar. Hay algo que siempre quise saber. Tú

42
eres el Dios del universo, de todo lo creado, no solo de la tierra. Sé
que es una pregunta que nadie ha podido contestar… Bueno, no
todos han tenido la oportunidad de hablar contigo, como yo. Si Tú
eres el Creador… ¿quién te creó a ti? Ya sé, me estoy pasando de
imprudente… Pero… si tu intención de que pueda hablar contigo
no es curarme, sino darme una misión… ¿Realmente crees que yo
sirva para santo?
Así como bajaste del caballo a Saulo con un rayo y lo dejaste ciego
como a mí. Me tiraste del caballo haciéndome ciego. Iba por mal
camino.
Ya sé por qué los griegos creían que Zeus lanzaba rayos. Lo que-
rían comparar contigo.
Si me vas a dar una misión y luego me vas a hacer santo, ¿me darás
la vista?
Ya sé por qué no me contestas. Tengo la mala costumbre de hablar
mucho. ¿Ya te comenté que hasta hablo solo?
No te dejo hablar. Perdóname. Ya me voy a callar… Esperaré para
que me hables…
Hola. ¿Todavía estás aquí? Sí… te oigo respirar. Me estás proban-
do… Me callo…
¡Qué hermosa mañana!
¡Señor Yahvé! ¡No te vayas! No, no me dejes, no me abandones
en esta oscuridad. Seré tu más fiel seguidor. Haré otra iglesia en tu
nombre…
Eres mi pastor… nada me falta… nada…
“Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como
en el cielo…”
¡Me equivoqué de oración!
“Creo en un solo Dios, padre todopoderoso, creador del cielo y
de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo señor,
Jesucristo, hijo único de Dios, nacido del padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdade-
ro, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho…”

43
EL VIRUS DE GIORDANO

Javier Malagón

MANIQUÍ 1 (A Giordano): Identifíquese… Ponga su mano aquí…


(Al adolescente): Tú también.
GIORDANO: Es mi guía. Soy invidente. Una noche de eclipse, me
cegó el polvo de estrellas… Mis ojos no volvieron a percibir igual.
Encontré el rumbo de mis actos.
MANIQUÍ 2: Andando. No pueden permanecer detenidos. Es peli-
groso.
GIORDANO: Ahora veo que las leyes naturales tienen un valor per-
manente y, por tanto, el universo debe ser investigado al margen
de todo dogma.
ADOLESCENTE: El viento no permanece, mimetiza datos intangi-
bles. Mis pies, que tocan la tierra, son vasos por donde ese espec-
tro sube a desquiciar lo que ordeno en mi cabeza. Hace poco dejé
de ser niño. ¿Por qué lo que importa tiene que ver con los recuer-
dos enflaquecidos de mi infancia?

MANIQUÍ 1 (A maniquí 2): Mira sus registros. Corresponden con la


pauta:
“En un sistema de disciplina, el niño está más individualizado que
el adulto. Cuando se quiere individualizar al adulto sano, normal y
legalista, es siempre buscando lo que hay en él todavía de niño, la
locura secreta que lo habita, el crimen fundamental que ha queri-
do cometer”.1
Un adulto como este puede echar a perder a cualquier niño.
MANIQUÍ 2: No los perderé de vista.
MANIQUÍ 1: ¿Aprendiste las primeras notas sobre la historia del tra-
bajo?

1
Michel Foucault. Vigilar y Castigar.

44
MANIQUÍ 2: “La jornada comenzará a las seis de la mañana en invier-
no, y a las cinco en verano”.
MANIQUÍ 1: “El trabajo durará nueve horas diarias en toda estación.
Se consagrarán dos horas al día a la enseñanza”.
MANIQUÍ 3: “El trabajo y la jornada terminarán a las nueve en invier-
no, y a las ocho en verano”.2
MANIQUÍ 1: Tu memoria es adecuada.
MANIQUÍ 2: No miro como tú. Se me escapan muchos detalles y a
veces veo de más. Mi programación es nodal, como si fueran cuer-
pos celestes de una galaxia eléctricamente interconectados, unos
más que otros. Tal vez sea por eso.

GIORDANO: Las estrellas son otros tantos soles dotados de sistemas


planetarios.
ADOLESCENTE: Soy un elemento divisible en millardos de millo-
nes de átomos. Y también formo parte de algo más grande, una
nanopartícula de otra cosa. Nada y todo a la vez. El famoso grano
de arena del mar.
GIORDANO: Asume la sentencia
gnoscete ipsum
y conocerás el universo
y sus amados y caprichosos dioses
Acepta humildemente
que solo sabes que no sabes nada
La tinta de hoy es mi sangre
Un ave nocturna me vigila
Soy el ojo de esa lechuza insomne
clavado en la hierba
la hierba que oculta una culebra
La huella de la espalda de la mujer desnuda
su sudor
el viento que se agita en su pelo
el llanto de su hijo

2
Michel Foucault. Vigilar y Castigar. Reglamento redactado por Léon Faucher.
“para la Casa de jóvenes delincuentes de París”.

45
el pan ácimo del ritual
el vino agrio
el queso rancio
el sueño ebrio
Soy otro y el de siempre
anido en mí mismo
Estoy en el vuelo germinador
de una semilla de fresno
porque soy la semilla
el agua de una gota
y sus numerosos habitantes3
ADOLESCENTE: Se excitó el viento con la fricción de lo que ha re-
vuelto y sale ahora por mi boca. Vomito aire y briznas que no figu-
ran nada. Sueños veladamente oscuros.
GIORDANO: “Ulula su soledad y llora la impaciencia de una voz que
grita cuando quiere callar. Se pierde en un lejano eco confundido
y sin fuerza”.4
ADOLESCENTE: ¿Soledad? Vivo rodeado de gente y dispositivos.
No me imagino náufrago.
GIORDANO: Fecunda es la tierra y su mar.
ADOLESCENTE: A mí me ha parido el mar. Soy producto de una
conjunción fortuita. Llamamos fortuito a lo desconocido de cau-
sa.
GIORDANO: Y las aguas de Arriba amaron a las de Abajo
y eran las aguas de Abajo femeninas
y las de Arriba masculinas...
¿Has oído, amada?
Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Tú eres el lecho de los ríos y el asiento del mar
y el continente de las aguas dulces
y el origen de las plantas
y de los tiernos o duros o feroces animales
de pluma o pelo o sin pluma ni pelo

3
Javier Malagón. Sangre Tinta (y varios fragmentos adelante).
4
Jadzia Gorenc.

46
Yo soy la lluvia que te fertiliza
En ti se cuecen las flores y los frutos
y en mí el poder de fecundar5
ADOLESCENTE: Mis agitaciones no vienen de afuera. Este caos se
me vino cuando todo se ordenó. Vivo al revés. No duermo bien.
Mis sueños no son premoniciones, son vivencias transgénicas.
Cargo con códigos que no me pertenecen.

MANIQUÍ 1: Entrega el reporte del sector tres. No se te olviden las


coordenadas. Y la clasificación. ¿En qué te ocupas?
MANIQUÍ 2: Estoy repasando para el escrutinio: “Los signos para
reconocer a los más idóneos en este oficio son los ojos vivos y
despiertos, la cabeza erguida, el estómago levantado, los hombros
anchos, los brazos largos, los dedos fuertes, el vientre hundido, los
muslos gruesos, las piernas delgadas y los pies secos; porque el
hombre de tales proporciones no podrá dejar de ser ágil y fuerte”.
MANIQUÍ 1: Poco hemos cambiado desde el siglo dieciocho, los
primeros autómatas.
MANIQUÍ 2: Ya lo encripté. No hubo detenciones. En todo el tiem-
po que llevo aquí, nunca ha habido. Solo llamadas al orden.
MANIQUÍ 1: Consecuencias de disciplina: vigilar y prevenir. Si
fueran sometidos sería muy costoso. Eso, en un tiempo, se llamó
esclavismo. ¿Te imaginas al estado haciéndose cargo de ellos? Es
mejor tener autónomos vigilados y dirigidos con comportamien-
to adecuado. Se auto norman.

ADOLESCENTE: La nueva esclavitud es el trabajo mal pagado y el


consumismo. Es la persecución siempre fallida del deseo, la sed
constante, la insatisfacción. Vivimos depredados, nerviosos, mar-
cados por el miedo.
GIORDANO: La tierra no es el centro del universo, además, tiene
movimiento. Y tú estás en medio.
ADOLESCENTE: Si estuviera en el centro, les hubiera puesto nom-
bre a las cosas para hacerlas mías. Salen de mí, palabras ajenas que
exhalo como un continuo vaho.
5
Efraín Bartolomé. Cielo y Tierra (y varios fragmentos adelante).

47
GIORDANO: Eres Eva y Adán, y también Lilith. Y antes el Caos. Y
después el Orden que se perturba a cada tanto.
ADOLESCENTE: El Caos es una ola impregnada de sal y sueños, que
me arrojó a la tierra de los hombres.6
GIORDANO: ¿Has oído, amada?
Nuestro lecho es el Universo que nos contiene
¿Has oído bien?
Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Y mi amor se derrama sobre ti como la lluvia
o como una cascada que cae del sol
rompiendo entre nubes como entre peñascos
y entre los colores del arco iris y entre las alas de los ángeles
como entre las ramas espesas de una vegetación inverosímil7
ADOLESCENTE: Usas palabras viejas para describir el origen de la
vida. La eterna pregunta universal. En realidad, a nadie le importa
ese tema. Debemos concentrarnos en el viaje. Hacia adelante.
GIORDANO: No hay fines, términos, márgenes, murallas que dete-
rioren y sustraigan la infinita abundancia de las cosas.
ADOLESCENTE: Nuestras fronteras son virtuales y se construyen
con fragmentos que no encajan. Se edifican con acumulaciones
plásticas en múltiples espacios táctiles. Por donde camino, el tiem-
po se elonga y salta; yo me fracturo y contradigo.
GIORDANO: Soy el electrón viajero
me duele la piel como a la tierra
soy el amuleto del que no sabe andar solo
las llagas del desahuciado que ya no se mueve
el último trago de un alcohólico paupérrimo
y el golpe certero en la cerviz de un toro
un insecto arrollado en la larga lengua de un sapo
la cucharada de sopa en la boca del enfermo
el apretado cordón asfixiante de un mal alumbramiento
la mesa vacía del abandonado
el estertor de una madre
la carne viva de la niña quemada

6
Jadzia Gorenc.
7
Cielo y Tierra.

48
la camisa del asesinado
y el cuchillo en su vientre8

MANIQUÍ 2: No los entiendo, los miro pasar con los ojos húmedos;
sonríen, son falsos, caminan con los rostros hambrientos de una
mirada. Buscan… no se fijan a nada. Duermen despiertos… Y esto
no lo muestran los drones. Les podría activar el cerebro química-
mente o con electricidad. ¿Podemos activarlos?

GIORDANO: Entre los labios de la vida se perfilan dos sombras que


danzan la música suave e intensa del amor.

MANIQUÍ 1: Nosotros solo observamos, codificamos, marcamos y


guardamos.
Ya tienen en su cerebro las dosis autorizadas. Estás involucrándote
y eso puede costarte una suspensión. Recuerda que puedo ser yo,
tu monitor, o cualquiera que pase. No te darías cuenta.
MANIQUÍ 2: Lloran porque no encuentran comprensión en los que
están a su alrededor. Se sienten distintos. Yo no veo la diferencia.
MANIQUÍ 1: Los drones recogen lo que es importante. Tienen ca-
pacidades persistentes de inteligencia, vigilancia, reconocimiento
y comunicación de gran ancho de banda.

GIORDANO: La explosión de una nueva estrella, como un relám-


pago eterno, engendra la flor que nace con el inicio del tiempo
infinito.

MANIQUÍ 1: Boletín público: “Astrónomos de todo el mundo es-


peran impacientes la aparición de la primera supernova en la Vía
Láctea desde hace cuatrocientos años. La última fue la Estrella de
Kepler, que en 1604 pudo observarse a simple vista sobre la cons-
telación de Ofiuco”.
MANIQUÍ 2: No les importan las estrellas, nada que esté más lejos
que su nariz. Se entretienen pensando en dinero. Juegan Monopo-
lio para comprar al mundo. Son frágiles como su esperanza.
8
Sangre Tinta.

49
MANIQUÍ 1: Nunca tendrán dinero para comprar nada. Tener es una
ilusión, una forma de vivir. Esos son los descritos ‘normales’.

ADOLESCENTE: Vivir no es más que cuidarse y comer. Dejarme


llevar y complacer con mis actos a los que crearon mi imagen en
un ordenador y diseñaron mi muerte. Así preservamos la especie.
Servil.
GIORDANO: Basta un roce imperceptible, callado, para que mi piel
se desvanezca en su espuma, y mis sueños sean las estrellas que ha
parido la noche sobre el mar.
ADOLESCENTE: En sueños soy sirena que ahoga sus cantos en una
profundidad oscura, donde un pez ciego los devora.9
Falo voraz con aletas
y dientes que emasculan
que polarizan nuestra imagen
en espejo de Narciso
Pez que se erige único
que sintetiza
una forma perfecta
como Platón en su República,
siempre bajo la luz
confusa de las sombras.10
GIORDANO: Así lo entendieron Demócrito y Epicuro, para quienes
todo es un infinito renovarse y restituirse.
ADOLESCENTE: ¿La tierra se renueva y restituye? ¿Para quién?
¿Para nosotros? No. Me gusta pensar que la tierra es un perro que
se sacude a los hombres como pulgas. A los hombres y a muchas
especies que nos cargamos entre nuestra necedad y nuestra ce-
guera, como los romanos a sus pueblos conquistados. El sol no
se renueva, cambia como cambia la frecuencia de su luz. Cambia
como mi cuerpo desmejora. Hasta hoy, el sol es el amo y la luna su
maternal reflejo.
GIORDANO: Todo cambia, nada perece.
ADOLESCENTE: Estamos a punto de perecer. ¿Qué nos queda sino

9
Jadzia Gorenc.
10
Javier Malagón.

50
forjar nuestra vida y su muerte? Cosida a nuestro cuerpo como
un calcetín, nos han puesto la muerte. Antes de ver la luz, ella ya
estaba aquí. ¿Y a quién le importa?
GIORDANO: A mí. Cierro mis ojos para no ver las fronteras inexis-
tentes. Hoy nombro el intersticio que hace mi piel con la tuya.
ADOLESCENTE: “Tus manos me rozan delicadamente con el peso
del aire de un día sin viento, y, en una danza de sombras temerosas
que se escurren por los silbines y las risas, irisas mis manos, aque-
llas que habían olvidado acariciar”.11
GIORDANO: “Juguetonas mariposas dibujan, casi imperceptible-
mente, tu sonrisa en el cuaderno, la pluma, la ventana, la pared y la
noche”.
ADOLESCENTE: “Así, me has seguido como sombra ligera, al pisar
mis pasos y contornear las nubes de mi ilusión”.
GIORDANO: “Entre las mariposas de tus labios y los dedos de una
inocente travesura, apareciste con un brazo largo que protegió mi
sueño con delicadeza”.
ADOLESCENTE: Cuatro millones de años tardó la humanidad en
llegar a un millón de habitantes; fue en el año diez mil, antes de
Cristo. Diez mil años después fuimos doscientos millones. Mil
ochocientos años después, mil millones. Cien años pasaron y fui-
mos seis mil millones. En veinte años hemos llegado a ocho mil
millones.
GIORDANO: Uno es el espacio inmenso, es el cielo, el seno, el con-
tinente universal, la etérea región por la cual discurre y se mueve
todo. Destruimos lo que sostiene la vida.
ADOLESCENTE: Todo el daño globalizado que se le ha hecho a la
tierra es causa de la sobrepoblación. Deforestamos, demolemos,
consumimos. Hemos aniquilado a la mitad de las especies. Mucho
se haría si la sexta extinción fuera la de la humanidad.
GIORDANO: Creo en la existencia del átomo, ladrillo del universo,
que es posible descubrir.
ADOLESCENTE: Hemos descubierto más. Todo es divisible. Sobre-
todo el mal llamado átomo.
GIORDANO: El tiempo todo lo da y todo lo quita.
11
Jadzia Gorenc (y los siguientes tres parlamentos).

51
ADOLESCENTE: La casa no me protege de la muerte. ¿Por qué
rendija se cuela el aire de la muerte? ¿Qué hongo de las paredes,
qué sustancia ascendente del corazón de la tierra es la muerte?
¿Quién me untó la muerte en la planta de los pies el día de mi
nacimiento?12

MANIQUÍ 2: Cuando el sol se oculta, a través de este cristal se presen-


tan imágenes interesantes, parecen de museo.
MANIQUÍ 1: Son distorsiones de la luz a través del cristal que protege
nuestro observatorio.
MANIQUÍ 2: Me gusta contemplar la noche de estrellas.
MANIQUÍ 1: Si hay una alteración en el cielo, la reportas. Yo pondría
más atención a lo que pasa en la tierra dentro de tus coordenadas
UTM.

GIORDANO: Perpetuo es el dominio del sol que eternamente se


brinda a los voraces fuegos y da agua a los mares.
ADOLESCENTE: Mis brazos, alas de gaviotas guardianas del sol, es-
peran el suicidio de su amo, con un luto móvil de silencio. Ahora
todo es muerte.
GIORDANO: Hoy, tu abrazo sigue marcado en mi piel, y la magia de
tu sutil presencia mantiene ese momento tatuado en el aire como
una parvada que se eleva a recibir el sol.13
ADOLESCENTE: Vengo del mar y hacia su vientre me dirijo
involuciono
Somos animales nuevos
en peligro de extinción
Regreso al mar a habitar su abismo
con la luz propia de mi fosforescente idea
Lo cierto es desvivir
Mi sueño de Medusa se extinguió
en este mundo de géneros contritos14

12
Jaime Sabines. Doña Luz XXI.
13
Jadzia Gorenc.
14
Javier Malagón.

52
GIORDANO: La luna con su gran lengua blanca envuelve con una
danza sensual el cuerpo de música de la sirena.15
ADOLESCENTE: Seré pues la sirena que se asume sin sexo con to-
das las posibilidades musicales de géneros y tesituras. Pero no soy
ninguna letra del abecedario de moda, no cargo con la culpa de
reprimidos taxónomos lingüistas.
GIORDANO: Aquí están las innumerables estrellas, astros, globos,
soles, tierras que sensiblemente se ven. También los infinitos que
racionalmente se argumentan.
ADOLESCENTE: El universo son nuestras imágenes virtuales que se
ciñen a nuestro necio antropomorfismo. El universo no es la tie-
rra. Nunca hemos sido la raza superior, los reyes del planeta. Lo
más cercano a un triunfalismo es el de los dinosaurios. Ellos man-
daron durante ciento sesenta millones de años con sus minúsculos
cerebros, nosotros solo cinco y nos estamos liquidando.
GIORDANO: No hay un arriba o abajo absolutos, como enseñó Aris-
tóteles; ninguna posición absoluta en el espacio; la posición de un
cuerpo es relativa a las de los otros cuerpos.
ADOLESCENTE: ¿Importa nuestra posición en este asunto? La vida
no es sino la repetición de nuestros recuerdos infantiles actualiza-
dos al presente. El miedo a la muerte es nuestro motor.
GIORDANO: No hay muerte, tampoco permanencia de las indivi-
dualidades numéricas. Solo permanece la sustancia única, la mate-
ria, el alma universal, mutándose en nuevas individualidades.
ADOLESCENTE: Esa frase me gusta: nuevas individualidades. Es
engaño, la individualidad es construida por fuera. Mi nombre es
como me dijeron que me llamara, yo soy ese. Ese al que le dicen
qué hacer, qué pensar y qué sentir… ni siquiera soy ese. Soy aquel
niño que se tamizó en mi cabeza y pone los recuerdos actualizados
de mi identidad.

MANIQUÍ 1: ¿Sabes por qué no hay detenciones? El individuo es el


átomo ficticio de una representación ideológica de la sociedad; es
también una realidad fabricada por la tecnología específica de po-

15
Jadzia Gorenc.

53
der: la disciplina16. Desde que se sienten observados, no ha habido
necesidad de prisiones.
MANIQUÍ 2: Siempre se debe analizar: ¿Quién es; dónde debe estar;
cómo caracterizarlo, cómo reconocerlo; cómo ejercer sobre él, de
manera individual, una vigilancia constante?17

ADOLESCENTE: Resulta que somos libres, pero encarcelados en


nuestras casas, encerrados en nuestras calles. Nosotros mismos
nos hemos hecho prisioneros. Ahora, los delincuentes están libres
y nosotros encerrados. ¿Será que somos más peligrosos?
GIORDANO: No importa cuán oscura sea la noche, espero el alba.
Aquellos que viven en el día esperan la noche. Regocíjate, manten-
te íntegro, si puedes, y devuelve amor por amor.
ADOLESCENTE: Le hemos dado demasiada importancia al amor.
La ubicación es lo relevante. Nos han encerrado en esta sala donde
se escenifica lo que queremos ver y oír. Nadie quiere saber, solo
queremos creer. En realidad, se nos dicta lo que queremos. No se
sabe quién manda en nuestra volición.
GIORDANO: Así pues, donde estaba la Osa, por razón de ser la parte
más eminente del cielo, se coloca la verdad, que es la cosa más alta
y más digna.

MANIQUÍ 2: Todo está imperturbable. No pasa nada.


MANIQUÍ 1: Esto es el orden. Puedes llamarlo Paz.
MANIQUÍ 2: Si pudiéramos movernos, ¿caminaríamos juntos de la
mano, como ellos?
MANIQUÍ 1: ¿De dónde sacas esas imágenes? Pareces infectada por
un virus o un gusano.

GIORDANO: Esta es la verdad. Y la verdad es la cosa más sincera, más


divina de todas. La bondad y la belleza de las cosas son verdad,
más que la divinidad y la sinceridad.
ADOLESCENTE: A veces, la timidez de tu mejilla rozaba mi frente,
tus caricias miedosas delineaban el contorno de mis manos; mis

16
Michel Foucault. Vigilar y Castigar.
17
Ibídem.

54
sueños, entonces, encontraron reposo en tu pecho que se abría
para recibirme.18
GIORDANO: Contigo mi risa se desborda cubriendo de verde y de
cascabeles el calor que une nuestras manos.
ADOLESCENTE: ¿Qué somos al final de esta mezcla evolutiva de
ADN? Somos diferentes, pero, en el fondo, iguales.
GIORDANO: La composición se disuelve, la complexión se cambia,
la figura se muda, el ser se altera, la fortuna varía; los elementos
permanecen siempre siendo lo que son en sustancia y perseveran-
do el principio material único…
ADOLESCENTE: Así, los muros del temor se han desvanecido a
nuestro paso…
GIORDANO: Que es la verdadera sustancia de las cosas, eterna, inge-
nerable, incorruptible en aquello mismo que fue siempre.
ADOLESCENTE: La partitura de tu música ondea el vuelo de mi
soledad. Estamos solos y observados. Somos un hormiguero de
laboratorio.

MANIQUÍ 2: ¿Qué es conciencia?


MANIQUÍ 1: Es lo que hace pensar antes de actuar.
MANIQUÍ 2: Nosotros no necesitamos pensar para hacer lo que ha-
cemos. ¿O sí?

ADOLESCENTE: Entre los pliegues de las cortinas se asoma la luna


que he bordado con mis sueños.19
GIORDANO: Es la dadora de vida, la madre de los sueños inconexos.

MANIQUÍ 1: Desean felicidad, pero no hacen nada por obtenerla,


solo se quejan y sueñan; despiertos y dormidos.

ADOLESCENTE: Y cada vez que un sueño ha de transformarse en


brisa, la luna engendra una estrella que titilará en mis manos hasta
volverse parte del latido de mi corazón.20

18
Jadzia Gorenc.
19
Ibídem.
20
Jadzia Gorenc.

55
GIORDANO: Tu madre esa noche soñó que volabas
y hablabas en secreto con la luna
Que signos extraños hacías con sangre en la tierra
y crecían blanquísimas flores
Que en tu palma izquierda
inscrita
de plata iluminada
palpitaba una hoja de parra
que con ácido
desesperada
trataba de borrarla
y solo conseguía abrillantarla más21
ADOLESCENTE: Quisiera transformar el verbo en acción y la mira-
da en un sol de amor.
GIORDANO: Hazte entender, porque todo el mundo tiene plena
libertad para pronunciar su voto y, quien calla, se entiende que
otorga.
ADOLESCENTE: Yo no callo. ¿Lo que digo es tan importante que
graban mis pensamientos con mi voz?
GIORDANO: Es natural que las ovejas, que tienen al lobo por gober-
nante, reciban como castigo el ser devoradas por él.
ADOLESCENTE: “Mi luna me enseña a vivir poco a poco, porque, si
me da todas las estrellas, se desbordarían en mis manos sin mos-
trarme jamás sus voces, y sin lograr que su canto recorra el mapa
de mi corta vida. La luna, para mí, se extinguiría, pues ya no ca-
brían más sueños en su vientre, todos estarían gastados y corrom-
pidos, y no nuevos y sabrosos como el andar por las luces de todos
los días”.22
GIORDANO: ¿Por qué lo buscáis tan lejos, escondido, si en vosotros
mismos halláis el paraíso?
ADOLESCENTE: “Nuestros dedos se entretejen y nace una esmeral-
da en la que se esculpe la melodía que irradian nuestros corazo-
nes”.

GIORDANO: Notas amorosas que se bordan en el aire de la recámara.

21
Javier Malagón. Bajar estrellas (fragmento).
22
Jadzia Gorenc (y el siguiente parlamento entrecomillado).

56
MANIQUÍ 2: Me gustaría decirles, si pudiera hablar: ‘eres un simple
maniquí sin vida, sin movimiento ni voz para gritar’.

ADOLESCENTE: Con cada beso, aquella piedra preciosa se va trans-


formando en el ave de los sueños.

MANIQUÍ 1: Transformaríamos la ceguera en virtud. Solo somos es-


pectadores. No nos movemos, nos quedamos aquí, viendo cómo
transcurre el mundo que crearon los creadores de sueños.
MANIQUÍ 2: ¿Y si nos movemos, si nos levantamos y hablamos, y nos
confundimos con ellos?
MANIQUÍ 1: Dejaríamos de cumplir nuestro papel. Y llegarían otros
a observarnos y a marcar lo que debemos hacer. Y vendrían otros
a desechar a los lunáticos peligrosos.
MANIQUÍ 2: ¿Seríamos peligrosos y desechados?
MANIQUÍ 1: Por eso no se nos permite ni hablar ni movernos.

GIORDANO: Veremos que no existe la muerte; no solo para noso-


tros, para ninguna sustancia. Mientras nada sustancialmente se
pierde, sino que todo por el infinito espacio va discurriendo, cam-
biando de rostro.
ADOLESCENTE: Fluyamos por el espacio que no ocupan los ele-
mentos del universo. Ese espacio vacío, que es también universo,
será la ruta de nuestros cuerpos, cuando saltemos de partícula en
partícula. Estamos cada vez más cerca de viajar en paquetes infor-
máticos de ADN por lo no conquistado. Crearemos la más grande
diversidad del universo. El poder se fragmentará y se distribuirá.

MANIQUÍ 1: Deténgase, Giordano. Ponga su mano aquí.


MANIQUÍ 2: A mí se me hubiera pasado.

GIORDANO: Desperdiciaría tiempo y energía quien grite que hay


que bajar y cerrar los ojos que Dios nos ha dado abiertos y dirigi-
dos a lo alto.

57
MANIQUÍ 1: Ya no se podrá mover. Puede hablar, pero no gritar.

ADOLESCENTE: Y el fantasma del tiempo se ha puesto alas de ángel


que nos envuelven para formar un universo único. Déjenlo.
GIORDANO: No esconderé lo que veo, no temeré continuar hallan-
do insultos y amenazas de las multitudes.
ADOLESCENTE: Soy playa que busca confundirse con Océano.
Poco a poco se calienta y asola los corales de mis ojos, sustento de
mi sustento.
GIORDANO: Con suave movimiento hilvanaste una a una las pala-
bras. Tus labios soltaron el ave pequeña que dejó tu estela de aire
en cada inhalación.
ADOLESCENTE: De pronto, aves y mariposas bordan en mi pensa-
miento tu sonrisa, tu cercanía.
GIORDANO: No me arrepiento. No tengo nada de que arrepentir-
me... Parece que han escogido el día más adecuado para su ‘San-
to Oficio’. Mientras Cristo nace, yo tengo que morir… Siempre
me acompaña... estamos juntos en las horas importantes. No sé…
Acaso Él nazca en mí mientras muero yo, o yo nazca mientras
muero en Él.
ADOLESCENTE: Mis manos, que invocan al sol, se convirtieron en
nubes de un atardecer. Manos que arden en llamas y atraen a la luz
y a la sombra.
GIORDANO: No me arrepiento, soy confesor de otros valores y de
otro modo de ver la vida… Morir mártir y… ¡feliz! ¿Acaso tengan
más miedo ustedes en pronunciar mi sentencia, que yo al recibir-
la?
ADOLESCENTE: Las cortinas se encienden cuando tu música co-
mienza a elevarse para formar el río embravecido que invade más
allá de su cauce.

58
LOTERÍA

Javier Malagón

EL DIABLO: ¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… cantando!


Aquí está el juego. El juego del albur. ¿A quién le toca hoy? ¿Quién
tendrá la fortuna de cambiar su destino? ¿A ti, a usted, a ese otro,
a aquel? ¿Quién cantó? ¿Quién dijo yo? Siempre hay un ganador.
¿A alguien le va? Siempre hay alguien que tienta la suerte. Siempre
hay uno que cambia su vida aburrida por otra llena de emoción.
La oportunidad de darle vuelta a la página. Su existencia monóto-
na puede convertirse, de la noche a la mañana, en una vida llena de
deportes extremos. Sienta la adrenalina del peligro. Ya lo saben…
Si el premio es para ti, aunque te escondas… y si no… aunque
estés en medio de la trifulca. ¡De tin marín, de do pingó!
SAN JORGE: El señor como guerrero saldrá. Como hombre de bata-
lla despertará su celo; gritará; lanzará un alarido de guerra; preva-
lecerá contra sus enemigos. Que me sigan los limpios de corazón,
los encomendados a santa Rosa de Lima.
EL DIABLO: Decía mi mamá: “Si no te gusta, no te pongas en el toca-
dero”. Por eso me hice tocador… Cuando la providencia está de tu
lado, te toca, porque te toca.
¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… tocando!
Cállese. No haga ruido. No se muestre. No saque la cabeza tan pronto
que en la frente se le dibuja una diana. Y no se alebreste, que los pa-
tos nunca les tiran a las escopetas, aunque tengan pico de trompeta.
EL CURA: Trompetas las de Jericó. Esas sí que son buenas, derrum-
ban muros, tiran puertas, demuelen casas, matan gente.
¡Ah, mis ángeles de Egipto con verdaderas armas sónicas!
¡Vivan los que llevamos una cruz de Suiza en el corazón!
EL DIABLO: Ah, qué diablo de curita. Sus facciones bien forradas.
La última tecnología. Esos artefactos no los tiene la policía. No le
ponga mala cara. No haga gestos. Si no le gusta, no hay problema,

59
cámbiese. Usted es libre de vivir donde quiera. ¿Dónde? ¿Qué par-
te de México le gusta?
El norte: ¡ja!
El sur: ¡jajá!
La costa: ¡jajajá!
La otra costa: ¡jajajajá!
¿A dónde va que más valga? En esta ciudad de Celaya los estima-
mos a todos, casi tanto como estimamos sus negocios.
SAN JORGE: No nos importa si son taquerías o toda la cadena ali-
menticia mexicana. Empezamos por las tortillerías, las carnicerías,
las verdulerías. Nos gustan las ferreteras, las tlapalerías, los restau-
rantes… las tiendas de conveniencia. Nos gustan tanto sus nego-
cios que pronto ofreceremos seguros de vida baratos y subsidios
para ropa. Desde Santa Rosa con amor.
EL CURA: Ya hay subsidios para chalecos anti balas… No esperes que
me ponga sentimental. Este es mi territorio. Él, el de arriba, lo con-
siente. Y yo lo consiento.
Y no permito que no estén de acuerdo conmigo. Palabra de Dios.
Hemos hecho el gran éxodo, venimos desde el río de piedras a to-
mar esta tierra. Llegamos con el permiso de Yahvé. Este cerro de
ranas es nuestra tierra prometida.
SAN JORGE: Yo llegué primero por gracia del altísimo. Se me pro-
metió el oro negro de esta pequeña Suiza. El privilegio es mío. Es
mi potestad. Se me entregó este azahar como símbolo de señorío.
Es una flor de Lima.
EL CURA: Cuida tu lengua, san Jorge pecador. Está en la Biblia: “No
te postrarás ante nadie ni le darás culto, porque yo soy tú Dios ce-
loso, que castigo la perversidad de los padres en los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”. Yo soy la
nueva generación, el instrumento del castigo divino.
EL CABALLO: A la víbora, víbora del canal, del canal, por aquí pue-
den quedar. Los de adelante corren mucho, o nunca aparecerán,
tras, tras, tras, tras.
SAN JORGE: ¡Oh, Señor, yo te ensalzaré y bendeciré tu nombre por-
que has ejecutado cosas maravillosas! Esa campana canta por mí.
Como rugido de león es la ira del rey y su favor como rocío sobre

60
la hierba. Yo estoy empapado de rocío del soberano. Soy deposita-
rio de sus fluidos. ¡Ah, esta gran tierra de Cleopatra!
EL CURA: He aquí uno que habla con provecho. “El señor rugirá des-
de lo alto y emitirá su voz desde su santa morada; rugirá fuerte-
mente contra su rebaño”. No te me salgas del huacal. Cada quien su
parte. “Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones, cuando
separó los hijos del hombre, fijó los límites de los pueblos según el
número de los hijos de Israel”. Esta tierra me ha sido asignada en
heredad.
SAN JORGE: Quién debe cuidar la lengua eres tú, Curita. Cómo se
ve que eres de generación nueva. El que mucho habla, mucho ye-
rra… El que es sabio refrena su lengua. “No moverás los linderos
de tu prójimo, fijados por los antepasados, es la herencia que reci-
birás en la tierra que Él, tú Dios, te da en posesión”.
EL DIABLO: ¡Calmantes mentes! ¡Alienados pijos! ¡Cíngaros de-
mentes! Ya lo dijo la Señora de la Concepción: ¡Celaya es de to-
dos! ¡De todos nosotros! ¡De ninguno más! Guarden su raya, ga-
llitos, escondan su espolón. Estamos en la puerta de oro y por eso
están aquí. No se me alebresten. Qué delicaditos. No aguantan un
piano. Se pasan. No pueden con lo suyo y ya están de paracaidis-
tas. El que mucho agarra luego no coge. No me estorben. A sus
esquinas. Este es el juego del presentimiento.
¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… gritando!
Atentos. Escuchen: ¿Para subir a la gloria y bajar a los infiernos…?
¡El Cristal!
Véase, mírese en este espejo. ¡Métase en su cerebro! ¡No saque los
sesos! ¿Ya se oyó? ¡Cobíjelos…! O le ofrezco la solución a sus cui-
tas. Para grandes y chicos… Para toda la familia… ¿Quién dijo yo?
Anímese. ¿Ha tenido la sensación de volar cuando sueña? ¿Andar
por las azoteas? ¿Llegar a las nubes? No lo dude. El guachicol de la
clarividencia. No le tenga miedo.
Con este dispositivo virtual… usted será más hombre que to-
dos… más que hombre. Puede ser lo que sea. Se lo merece.
Y, usted… señorita. Si ya extinguió en el horizonte su imperturba-
bilidad… No lo dude. No lo piense. ¡Déjese llevar! Qué monada.
Más que mona: monísima platanera.

61
EL CABALLO: Naranja dulce, vente conmigo,
vamos al campo, que yo te obligo.
Si fueran falsos tus mil portentos,
en poco tiempo me pagarás.
Naranja dulce, cuello torcido,
dale una bala que yo te pido.
Toco tu pecho, mi marcha llora,
ay, mi señora, yo ya me voy.
A la cantina yo voy corriendo
a tomar Whisky y no les doy.
EL DIABLO: ¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… llorando!
Venga, no se atrase, juegue con nosotros. Asuma su papel, le ad-
vierto que yo soy el titiritero.
¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… suspirando!
¡El que anda como víbora, haciendo eses! ¡El que llora sin nego-
cio… porque no quiso comprar el resguardo! ¡El que hace mar-
chas! ¡El incomprendido! ¡El que piensa que enrejándose se pro-
tege! Con ustedes: ¡El Valiente!
¡Véalo en persona! Admírelo, aunque no lo comprenda. Con us-
tedes: él.
SAN JORGE: ¡Un demente!
EL CURA: ¡Un inconsciente!
EL VALIENTE: Demente tu inconsciente madre. Lo que no les gusta
es que les digan la verdad. Ya verán… lloverá fuego y se quemarán
en vida. Se hará justicia terrenal.
Porque parece que a la divina ustedes ya la compraron. Se los digo,
desde las aes hasta las zetas, familias templadas y nuevas generacio-
nes… La verdad nos hará libres, aunque nos vaya en ello la vida.
SAN JORGE: ¡Llorando están a lágrima viva quienes se alegraban de
corazón! ¡Ya está aquí el martillo de la justicia!
EL VALIENTE: De día y de noche, mis lágrimas han sido mi alimen-
to… A quienes me preguntan… ¿Dónde está tu Dios? Yo les res-
pondo… ¿Dónde están todos los que faltan? Los que conocí y los
que no. No se la van a acabar. La dulzura es de los fuertes y los
valientes como yo… Hay pocos.
EL CABALLO: Cinco pollitos tiene mi tía,

62
uno le canta y otro le pía,
uno le pica y otro le mía,
uno le aprieta y otro…
Nada más son cinco… ¿De dónde sacan otro?
EL VALIENTE: Nunca hemos sido dueños de nada. Antes teníamos
la ilusión de que la vida nos pertenecía, de que nuestro dinero era
nuestro, lo mismo que el trabajo. Ahora carecemos de tranquili-
dad. Desconfiamos. Vemos como halcones a nuestros vecinos, a
nuestros amigos y hasta a nuestros parientes. Sentimos que nos
vigilan. Estamos inermes. Ya no nos importa vivir si nuestros hijos
sobreviven.
EL CABALLO: Yo tenía diez perritos,
uno se aspiró una nieve,
no me quedan más que nueve,
nueve, nueve, nueve…
EL VALIENTE: ¡Escúchenme todos! ¡Señores y señoras! Para que
luego no se enojen los que no saben gramática. ¡Ustedes que están
alzados en una silla presidencial o encaramados en una curul…!
¡Escúchenme también sus achichincles! Ya estamos hartos, esta-
mos hasta la madre de su incompetencia y corrupción. ¡Hijos de
su trumpetera madre!
EL DIABLO: ¿Qué dijo este?
EL CURA: No se le oye, no habla claro.
EL DIABLO: No pronuncia bien. Parece sudamericano.
EL CURA: ¿Dijo algo?
SAN JORGE: ¿Cuál este?
EL DIABLO: Ninguno. No me interrumpan. Atentos todos. Estamos
jugando este juego de cartas, con tabletas, cartitas, cárteles y carte-
litos. Préstenme atención, señores. Cojan sus tabletitas. Cuando yo
muestre una carta, ustedes ponen en el cuadrito adecuado un Spei.
Transferencias por el Banco de México y autorizadas por el SAT.
¡Atención, atención! ¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos…
llorando!
Bate que bate y no es molcajete… ¡El Badajo…!
Se me campanea. De aquí para allá, de allá para acá, de tu lado al
mío. ¡Se me estira y se me estira! Y no se revienta.

63
EL CURA: Demonio de Satanás… Siempre fanfarroneando… Luci-
dito, lucidito, lucidito. Si te oyera la Señora de la Concha de este
pueblo, de seguro te clausura el negocio.
EL DIABLO: ¿Quién? ¿Fisca? Es una extensión de mi negocio. Es más
fácil que a ti te echen de aquí.
EL CURA: ¡Chitón! “Todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad
se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta ce-
rrada se proclamará desde las azoteas”.
EL CABALLO: De los nueve que tenía,
uno se compró un Vocho,
era chueco y quedan ocho,
ocho, ocho, ocho, ocho…
EL DIABLO: ¡A toda la ciudadanía! ¡Edicto de su majestad…! O sea,
yo. Se establece este juego de azar para el beneplácito de los habi-
tantes, para el progreso de los pueblos, para la sana convivencia y
el humano esparcimiento.
Escuchen… ¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… guar-
dando!
¡Lo último en la moda de separación! ¡Lo que da seguridad y con-
trol…! ¡La Reja!
La Reja es como la mantita del nene. Usted se irá sintiendo más y más
seguro en proporción a la cantidad de rejas que ponga. Se las van
a quitar los de la presidencia. De eso se trata el juego… Ellos la
quitan y usted ‘las’ pone. Quita y pon… Pon y quita… A final de
cuentas, el que se pone es usted. ¡Y a todos les ponen!
EL VALIENTE: ¡Ya ni la burla perdona! Es lo poco que podemos ha-
cer. Ganamos a penas y nos quitan todo. Se ha convertido en nego-
cio la instalación de rejas, alarmas y cámaras de seguridad. Luego
se las roban y nos las vuelven a vender. ¡Cínicos!
EL CABALLO: De los ocho que tenía,
uno se fue de soplete,
no me quedan más que siete,
siete, siete, siete…
EL DIABLO: No le hagan caso, está borracho, es un valentón fracasa-
do. Perdió su negocio porque se lo gastó en lubricidad y drogas. Su
mujer lo dejó y se la pasa derramando congojas. No puede soste-

64
nerse él solo, menos sostiene a una familia.
¡A jugar, a jugar! No perdamos tiempo.
¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… llorando!
¡La escalera de los pobres…! ¡La Horca…!
¡Súbase, trépese por ahí! Todos quieren verla, pero no tenerla. Cá-
llese los ojos.
LA DAMA: A mí que me la pongan en la cintura, sus señorías, porque
en el cuello… como que me ahogo. ¡Que no se les ocurra colgar-
me de un puente! Esa es una moda de mal gusto. Somos la comi-
dilla amarilla de los periódicos nacionales y hasta aparecemos en
las noticias internacionales.
EL VALIENTE: Que el Cura y san Jorge dejen de colgar sus mensaji-
tos amenazadores. Lo único que anuncian es la indefensión de
quienes pagamos a los que nos defienden… y a los que nos roban.
EL CABALLO: De los siete que tenía,
a uno ya no le veréis,
no me quedan más que seis,
seis, seis, seis…
SAN JORGE: ¡Santa Rosa de Lima bendita, cúbreme con tu poder!
¡En tu flor se recrea mi alma! “No te afanes acumulando riquezas;
no te obsesiones con ellas. Honra al Señor con tus riquezas y con
los primeros frutos de tus cosechas. Y yo soy tu señor”. Y me hon-
rarás con ellas que poco te han de durar.
EL VALIENTE: No solo les entregamos nuestras primeras ganancias,
sino nuestras únicas ganancias. Qué bueno que nuestra Décima
Musa se baja de categoría a los billetes de cien, para que cada vez
más gente la vea, para que los maestros la lean y la den a conocer
a los niños.
Ya lo dijo mi Sor Juana…
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.
Yo lo único que entiendo es que ustedes son invasores en nuestras
tierras, en nuestras formas de ganarnos la vida y se han apoderado
de nuestro gobierno.

65
EL CABALLO: De los seis que yo tenía,
un cuchillo le dio un brinco,
ya no más me quedan cinco,
cinco, cinco, cinco…
EL DIABLO: Aquí está el juego del advenimiento. ¡¿Qué sucederá
hoy?! ¿Con carne de qué acontecimiento se alimentarán los pe-
riódicos, las radios y las televisoras? Adivine usted, ciudad cajeta.
Ponga sus ojos en blanco, concéntrese y dígame… ¿Qué sigue?
¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… volando!
¡La husmeadora, la metiche y voladora…! ¡La Mosca! Hela aquí.
LA CALAVERA: Vosotras las familiares
inevitables, golosas
vosotras moscas vulgares
me evocáis todas las cosas.
Yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado
sobre el librote cerrado
sobre la carta de amor
sobre los párpados yertos
de los muertos.
EL VALIENTE: Sobre todos nuestros muertos. ¿La tercera causa de
mortalidad…? ¡Los homicidios! Nunca, como ahora, habíamos
tenido tantos muertos. Todos los muertos son nuestros.
EL CABALLO: ¿Qué tienes ahí?
EL ARMADO: Un gusanillo.
EL CABALLO: ¿Con qué lo mantienes?
EL ARMADO: Con carne de niño.
LA CALAVERA: ¡Qué dulce es el pensamiento de reposar entre las
piernas de una doncella!
EL VALIENTE: Esta calavera tuvo lengua… ¡y cantó con ella! Pudo
haber sido de un gran artista.
EL CURA: Pudo haber salido de una fosa común. La nueva genera-
ción ha traído al mundo la luz del señor.
EL CABALLO: ¿Lo mataremos?
EL ARMADO: ¡No, pobrecito!
EL VALIENTE: Lo más común son las fosas nasales que apuntan a cual-

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quier hoyo en la tierra. Pudo haber sido la de esta dama. O la tuya,
o la de ese otro. Pudo haber salido de cualquier fosa clandestina.
LA CALAVERA: Traigan luego piqueta y azada
No le falte mortaja por Dios
Pues que un hoyo profundo en la tierra
A ese huésped se le abra es razón
LA DAMA: ¿Me puedo tomar una selfie contigo?
LA CALAVERA: Señora, ¿puedo reposar en vuestra falda?
EL CABALLO: De los cinco que tenía,
uno lo raptó un ingrato,
ya solo me quedan cuatro,
cuatro, cuatro, cuatro…
LA DAMA: No, señor.
LA CALAVERA: Quiero decir, mi cabeza en su falda.
LA DAMA: Conforme, pero luego vamos juntos por el camino real de
la laja.
LA CALAVERA: Concedido.
EL DIABLO: ¡Déjense de arrumacos! No pierdan el tiempo soban-
do el ocio. Esa bola de agua que ves allí, debería estar llena de…
¿Cajeta? ¡No! ¿De coca sin cola? ¡Sí!
Sigue el más importante de los juegos de vaticinio… ¡El mejor! ¡El
único! ¡Este!
¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… aguantando!
Para que se calce al calce… ¡El Zapato! Fíjese de quién es, no se
vaya a confundir. El número es lo importante.
EL CABALLO: De los cuatro que tenía,
uno lo cogió un juez,
ya sólo me quedan tres,
tres, tres, tres…
LA DAMA: Este fémur con esta clavícula, esta costilla con este huesi-
to que no tiene nombre, este zapato con ese talón. ese reloj es de
este cúbito. Oigan, esto es hacer trampa, aquí ya solo hay bolsas de
manos y pies.
EL CABALLO: De los tres que yo tenía,
uno narco dijo adiós,
ya me quedan solo dos,
dos, dos, dos…

67
EL VALIENTE: Me despierto porque las pesadillas ya no me dejan
dormir. Sueño gente que se cae y se desarma. Su cabeza es la única
que se mueve, más bien, brinca y parlotea.
EL DIABLO: ¡Vengan, acérquense! ¡El juego continúa y no se acaba!
¡Este es el juego de los hados! Si quiere le echo las cartas. Se muere
por saber si a usted le toca hoy, ¿no es cierto? Adivine… ¿El Tarot?
¿Cartas españolas? ¿Le leo el café…? Hay una mujer pelona y con
guadaña en su vida. ¡Soy clarividente! Esto me ha dejado exhaus-
to… ¡Ya no aguanto la cabeza… pero me sacrifico!
¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… observando!
¡Vuela! ¡Vuela y no es pájaro! ¡Mira! ¡Mira y no se llama ojo…! ¡El
Dron!
LA DAMA: A mí me gustan los drones, a mi hermano le compraron
uno en Navidad. Y se la pasó muy contento.
EL VALIENTE: No son un juguetito… ¿Sabe para qué los usan…?
Los usan para vigilar y poner bombas.
LA DAMA: ¡Oiga, no me asuste! Una viendo lo bonito de la vida y
usted con su pesimismo.
EL CABALLO: De los dos que yo tenía,
uno murió en robo importuno,
no me queda más que uno,
uno, uno, uno…
EL VALIENTE: ¿Qué…? ¿Vive usted en otra ciudad?
LA DAMA: Para que lo sepa, yo soy Suiza de Guanajuato. ¿Dónde es-
tás Calaverita?
LA CALAVERA: ¿Qué es más noble? ¿Soportar los tiros penetrantes
de la fortuna injusta o armarse contra este torrente de calamida-
des? ¿Hacerles frente o acabar con ellas? Morir es dormir… Ser o
no ser… Esa es la cuestión.
LA DAMA: Qué bonito hablas. Llévame. No te juntes con estos chai-
ros.
LA CALAVERA: Si el convento no es lo tuyo… ¡vayamos!
LA DAMA: ¡Dios me libre…! ¡Vayamos!
EL DIABLO: Estamos todos en este juego de juegos. El juego de la
sabiduría popular. El juego de la representación. Los íconos más
importantes de la tierra, desde el ábaco hasta la computadora.

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¡Se nos viene, se nos viene y nos venimos… contando!
La misma historia de siempre… ¡La que nos quita el dolor, la solu-
ción grande, la que nos cosieron de nacidos…! ¡La Muerte!
Ya viene, ya está aquí. ¡Que viva el Bajío! ¡Arriba Celaya! ¡Sí, se-
ñor!
EL CURA: ¡Lotería!
SAN JORGE: ¡Lotería!
EL CURA: Esta es la cruz en la que serás sacrificado. No atentes contra
la nueva generación… de iluminados.
SAN JORGE: “¡Vara y bordón de mi furor,
en tus manos he puesto mi ira!”
EL CURA: “¡Hay demasiada sangre entre nosotros
para que cualquier paz sea duradera!”
SAN JORGE: “Sus pies corren al mal,
y se apresuran a derramar sangre inocente”.
EL CURA: Deja de moverte como felino enjaulado. No te deja en paz
el miedo.
“Tus pensamientos son pensamientos de iniquidad”.
SAN JORGE: Sigue mis pasos… Son tu oscuro y silencioso futuro.
EL CABALLO: ¡Martinillo, Martinillo, eres tú, eres tú…,
colócalo en la mira, jálale al gatillo, pum, pum, pum!
¡Martinillo, Martinillo, eres tú, eres tú…!
¡Martinillo, Martinillo, eres tú, eres tú…!
EL DIABLO: Recojan sus cartas. El juego ha terminado. Ha llegado el
descanso, para unos provisional y, para otros, eterno.
EL CABALLO: Qué bueno que se acabó… ¡Me quedó un perrito!
EL DIABLO: Buenas noches, señores y señoras. ¡Se cierra la carpa!
Por hoy, La Lotería… como la cosecha de mujeres… ¡Nunca se
acaba!

69
BAJO EL SORTILEGIO
DE LAS MUJERES VAMPIRO

Xavier Ángel Marti

Cementerio, noche, tonos radiofónicos.


LOCUTOR (Voz mortecina): Agustín Lanuza, poeta y prosista gua-
najuatense, elogia la belleza de nuestra Ciudad Encantada:
Sobre la altiva pendiente
de gigantescos barrancos,
cuyos graníticos flancos
son el cauce de un torrente,
se alza La Bufa imponente,
limitando la cañada
que se llama La Rodada
y es conseja popular
que existe en aquel lugar
una ciudad encantada.
Desde el crestón se domina
la llanura del Bajío,
y el extenso caserío
de la población vecina;
mas si la altitud fascina
y causa grande arrebato,
es el paisaje más grato,
ver entre las verdes lomas,
como nidos de palomas,
las casas de Guanajuato.
Cerremos los ojos y soñemos… Ahí, entre los cerros pelones de nues-
tro amado Guanajuato, cabalgando las frecuencias radiales de
nuestra señal, vemos surgir el resplandor de Cervantes en su Viaje
hacia el Parnaso.

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ACOTACIÓN: Silbido aéreo, música que fondea el Viaje, de Miguel
de Cervantes Saavedra, hijo putativo de Quanaxhuato.
CERVANTES: Sobre las ancas del Destino,
llevando a la Elección puesta en la silla,
hacer el gran viaje determino.
Si esta cabalgadura maravilla,
sepa el que no lo sabe que se usa
por todo el mundo, no solo en Castilla.
Ninguno tiene o puede dar escusa
de no oprimir desta gran bestia el lomo,
ni mortal caminante lo rehúsa.
Suele tal vez ser tan ligera
como va por el aire el águila o saeta,
y tal vez anda con los pies de plomo.
Pero, para la carga de un poeta,
siempre ligera,
cualquier bestia puede llevarla,
pues carece de maleta.
NARRADOR: Cementerios marinos hay cargados de crustáceos, ce-
menterios terrestres cargados de esqueletos, vitrinas cargadas de
momias que no están a la venta, vestigios humanos de aquellos
que han habitado en este pueblo. Gruñe el intestino bajo la ciu-
dad sin bulevares. Bestia andrajosa que, en sus lomos, estantiguas
lleva pegadas como costras. Luna bruñida a golpes, natural espejo
de locos, en las ramas muertas de los cazahuates el viento sobra,
vibración que se queja de sus cuerdas, tripas de gato montaraz,
onírico gemido lastimero y es… tierra sedienta, alas de escarabajo
en siseo, grillos metálicos y aletean noctívagos murciélagos.
Santo, el enmascarado de plata, a quien todos en este pueblo ren-
dimos pleitesía por su arrojo dominador de seres infernales, hace
una reflexión en los vestidores antes de subir al ring.
EL SANTO: Cuatrocientas y tantas aves
un solo vaivén de lluvia
encima del páramo
podían tentarse las fibras monologales
del piar en continuo
estupefacta la muerte en apartamento

71
el bufete tartajea designios ajenos
una guadaña junto a la puerta
el diario sobre los huesos
la saya en girones
aquellos cuervos no graznan la noche
tocan aristas
en las que el corazón va rasgando
Dios pasa cada segundo
concibiendo sus sueños
NARRADOR: El moho de las horas gruñe en engranajes, los huecos
que abre la noche en las rocas de La Bufa, son bocas desdentadas
que ansían putrefacciones en el acto… Otras dentaduras nobilia-
rias mastican cráneos; ojos que son arañas en sus nidos… Dicen
que la Cueva de San Ignacio, antes Cueva de Los Brujos, era una
ciclópea vagina dentada de mujer… Los cascos de Rocinante en el
callejón umbrío, son castañuelas de metal en la boca abierta de los
dormidos… La quimera, monstruo fantástico, pone sus garras en
los habitantes de la ciudad encantada… Quixot cabalga.
ACOTACIÓN: Al paso de Cervantes —su manto ondea— por el ca-
llejón embaldosado de sonidos. Delante el caballero de la triste
figura.
CERVANTES: Metálica nota, eco en el asfalto, impresa por cuatro de-
dos del caballo en esqueleto. Eufonía a muerte su cráneo pulido.
Equina majestad. Rocinante aéreo quiróptero. Él —el anciano—
va consigo en el estuche. M1 amartilla la falange sin calcio musi-
tada. Rompe el ulular el auto policíaco, la secuela del Perseguidor
índigo metido en el disfraz y Él —el anciano— en profiláctico em-
budo de hojalata.
NARRADOR: El Santo, ya en el ring, se quita su capa de diamantes.
CERVANTES: Licuado hierro en burbujas esplendentes, abanico
quemador, la circunstancia luciferina en foscas claridades, cuer-
pos burlados. Rocinante campea en pavimento. El anciano y la
pistola se reservan el derecho de admisión.
ACOTACIÓN: Quixot y Cervantes en la ciudad de Guanajuato. Dis-
paros, sirenas… un batallar continuo. Quixot versus los narcos.
NARRADOR: Cervantes acicala su bigote, se duele el brazo inexis-
tente.

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CERVANTES: Perseguidor al traste con sus fierros, caído en metralla
mercurial, desorbitada la premura atajada en el hocico empolvado
hasta la cima. El cogote la ignorancia y la sonrisa monalisa carac-
terística en esta clase de pendejos de artificio. Humo y agua en la
retina, masa en el cagadero y el viejo hundido en sus ojos de rame-
ra arpía en los 60s. Hace circo, cabriolas en el aire desdentado y
vale madres, apalabrando el viento del delirio, vociferando lenguas
gastadas oliváceas necedades, intestinos purulentos
ACOTACIÓN: El Santo versus El Viagra.
NARRADOR: Cae el Santo, cae el otro, chasquidos de hojalata y chas-
quidos de plata.
CERVANTES: Al perro, la gracia bajo la pelambre del peludo cánido.
Perseguidor añil permuta violencia por azoro. Derribado, le mon-
ta ancianato medio loco, la mañana duerme patitiesa en malete-
ro, las ventanas tienen lunas de agua en los cristales, las cortinas
permanecen sosegadas, nada circula las arterias, la patrulla escurre
mocos inflamables.
NARRADOR: Una niña detrás del longevo lleva una azucena entre
sus manos.
EL SANTO: Ala ancha en el seso huesudo del espectro, colibríes en-
lutados apersogados a la garganta inmaculada, insensatez en bar-
lovento.
NARRADOR: Se dice que la leyenda hiere la imaginación. La leyenda
toma de la historia, además de un hecho por el vulgo fantaseado,
los nombres de los personajes que en ella intervienen.
EL SANTO: Argúyase la encomienda mariguana, cópula entristecida,
lechar los ríos, sacro en ofertorio, divinos pasos en la losa, no hay
cruz que por sombra venga ni el tajo en el cogote es escarlata, ni el
dejo de las frutas pasajero.
ACOTACIÓN: Cae Quixot, es abatido. Cayó el Viagra en estrujado.
NIÑA: La policía huele a madres sin ser cierto, tu corcel es de trapo
relleno de cabezas, querubines. Don señor, reclamo el gusto de
patear los genitales del caído.
CERVANTES: Y la niña que llora miradas lejanas de nacidos en la
nada, con sus manos arropando la azucena, besa la calcárea faz del
interfecto, luego patea el escroto del tendido.

73
NIÑA: Roído tú, triste caballero, oscura la luna en tus párpados, obnu-
bila tu quebrantado ser de espanto, bacía es tu fusil en el remedo.
CERVANTES: Dicho y más, corregida la oración, Rocinante lleva a
pelo a la niña que llora lejanas miradas, y un río de ojos brotan de
sus cuencas esparciéndose en el aire cual constelación vibrante de
peces innombrables.
NARRADOR: Cada ruina tiene su historia. Ciudad reconstruida so-
bre ruinas de una ciudad anterior. Mo-o-ti, llamada por los chichi-
mecas ciudad de metales kuanasï, que quiere decir rana, uata igual
a cerro, para quedar escrito correctamente en purépecha como
Kuanasïuatu: lugar montuoso de ranas.
EL SANTO: Santo amor, castísimos amores,
paz,
quietud sabrosa,
clara la dilatada vía por donde el sol renace.
El destino de qué estrellas atestigua y le dan forma
todo el sol lo sabe.
NARRADOR: El Santo desliza su auto sobre la carpeta de una carre-
tera. Bultos oscuros los cerros infecundos, míticos paquidermos
sumidos en un sueño desmayado. Ronronean 6 cilindros aletar-
gando al conductor, una canción sumisa en las frecuencias de la
radio, la máscara refulge con los rayos de luna.
EL SANTO: Tengo la ocurrencia de brindar a mis ancestros el júbilo
vocablo benditos Neza y Quetzalcóatl mis parientes.
Es flor sin raíz,
masturbado nanácatl,
semilla del aire.
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): El vulgo cuenta en verdad,
que cuando en la noche oscura
un viandante se aventura
por aquella soledad,
aparece una deidad
de belleza encantadora
que gime, suplica, llora
con acento lastimero
porque la libre el viajero
de aquel sitio dende mora.

74
NARRADOR: Ruinas de un cementerio, ciénaga donde la luna se
muestra en lo alto, nubes que recalan en la nada. Malas artes hacen
mover la pesada lápida de una tumba. Pestilente entresijo emerge,
tripa que se abre paso sanguinolenta y putrefacta, escurriéndose
hasta el ojo de agua donde la luna se humedece. Las aguas invadi-
das hierven, un líquido purulento brota de la tumba.
ACOTACIÓN: Suena una voz de ultratumba
VOZ: ¿Quid tu mona mague coram Zorobabel? In planum: ¿Qué supo-
nes tú, soberbio monte, para qué presumes oponerte a los desig-
nios de Zorobabel?
NARRADOR: Del purulento líquido en el cementerio brotan las vam-
piras. Nubes espesas ahogan a la luna.
ACOTACIÓN: Musiquita en la radio del auto inmaculado. tonos ra-
diofónicos…
LOCUTOR: Estamos en los laberintos de tu oído: escucha la estación
de las melodías marchitas, presentando un ramillete de extintos y
deshilachados recuerdos. Mojemos con el salino líquido de una
lágrima indigna esos pétalos que, ya inertes, caen uno a uno para
ser mecidos por la frecuencia de nuestros kilohertz…
ACOTACIÓN: Músiquita de los recuerdos.
NARRADOR: Canta el motor del convertible, canta el viento acarrea-
do hasta el ahogo, canta la oscuridad y el encanto, el manto del
Santo se hace de la onda. Debajo de la cinética carrera, parpadean
los ojos de las casas colgadas de los cerros.
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): Hablemos de ternura. Si de cariño
se trata, siembra tu muerto y cosecharás fama y fortuna. No permi-
tas que tu amado sea una remembranza fugaz, ámalo por siempre,
haz de él una momia y siempre lo tendrás detrás de un escaparate.
La billboard con la que todos soñamos. El panteón municipal te
espera con los brazos abiertos.
ACOTACIÓN: Cervantes sentado en una piedra reflexiona.
CERVANTES: La maja desnuda en el alféizar lleva desiertos en sus
niñas, cabalgados potros en arenas de sus ojos.
QUIXOT: O miríadas si así se lo prefiere.
CERVANTES: Y caen, espada contra espada, metales estridentes, ago-
nías. El más antiguo espectro, oxidado maxilar, cruje molares al en-

75
cuentro de los otros en equinas proporciones. Cimitarras canceri-
zan lóbulos izquierdos, dagas, alvéolos, claveles en el costillar que,
más que un esqueleto, es la nao en el profundo laberinto de un mar
pulverizado. Saetas voladoras, la bolsa de los vientos transverbera
gránulos marítimos en piélagos, turbantes más raídos, las capas
y el gabán, goteado en hemostático segundo, revolotea las muer-
tes, zaragüelles, picas en el corazón de los corceles reventados.
QUIXOT: Alazán emasculado.
CERVANTES: El más antiguo (espectro), cota de malla sobre huesos
y pellejos, con su espada de cien kilos, cruz la empuñadura… en
molinete, rajando en dos mitades de Azan—Agá el bulto —volose
el pájaro pizmiento— braman enlutados los tambores, entintadas
quimeras disgregadas en arenas, polvo de sal que se empluma y se
eleva con el aura.
NARRADOR: Quixot cabalga, molusco cuartanario, el calibre del ful-
gor en su derecha, polvo bajo la coraza.
CERVANTES: Los desiertos, moribundos piélagos vertidos en la no-
che, láudanos, vestigios en el mirto enraizado de la luna.
NARRADOR: Quixot ensucia con el dedo el enigma del oasis.
ACOTACIÓN: El telúrico caballero topa con borrachos tunos, una
muchacha baila descalzada al son de la pandereta.
QUIXOT: ¡Reniégome de mí putos esperpentos! Hace tres días que
me ando en los cuidados de sus cráneos vocingleros. ¡Dejen que
la Maja la de los entintados pezones indague entre sus piernas al
loco del capote enmarañado y no sus bajas majestades golpeando
sin cesura sus horrendas cualidades!
NARRADOR: Él (el anciano) se da la media vuelta, el cuerpo gira y no
logra enderezarse de lo tieso que la daga se le ha puesto, tintinea la
punta en el guardavergüenzas en abrupto.
CERVANTES: La Maja depila sus axilas, tonsura su pelambre para
que un ave florezca; de su sexo las joyas de sus dientes adosan el
fresco manantial de su saliva.
QUIXOT: En las gargantas de sus pies traía dos carcajes de purísimo
oro con tantos diamantes engastados, infanta sarracena que me ha
convidado a la espesura, recluido en esta prisión de sueños que los
turcos llaman baños…

76
NARRADOR: Famélico podenco rasca la ingle al extranjero, conveni-
do por demás en las altas horas de vigilia.
CERVANTES: Caballero y cánido perplejo dormitan en acera embal-
dosada. Rocinante es un albur en la fuente de los peces.
NARRADOR: Una espesa nube empalidece el rostro de la luna. La ca-
rretera desaparece en las fauces de la bruma iniciada en el asfalto,
creando turbulencias que elevan la anatomía del auto convertible.
ACOTACIÓN: Ruidos subterráneos, truenos. El suelo es de chicle.
NARRADOR: ¿Qué oímos? ¿Qué vimos? Por muy repetidas ocasio-
nes, tales ruidos debajo de nuestros pies, capaces de inquietar el
reposo de nuestros muertos y hacerlos salir de sus sepulcros…
Pensamientos, uno tras otro, se citan en el desconcierto del en-
mascarado en la vorágine: el pescado al ajo, la fresa en el ombligo
de la quinceañera, chocolate en los labios, la foto con el asesino,
el hombre lobo, la limosnera ciega, martillos en la cabeza, pájaros
multicolores, las manos sucias de los niños, su foto en los periódi-
cos…
ACOTACIÓN: El auto hace piruetas, gira sin control. El auto conver-
tible cruje, golpea en el pavimento, rueda lejos, se envuelve en el
polvo sin remedio… El santo, ni un ay, ni una queja, ni una sola
maldición…
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): Y sintiéndose invadido
por un vértigo invencible
cual si de un filtro terrible
hubiese el licor bebido,
ante su vista, encendido,
cruza un relámpago rojo,
y sin fuerza y sin arrojo
para vencer a su suerte,
desplómase al cabo, inerte,
como un mísero despojo.
ACOTACIÓN: Quéjase la voz de ultratumba.
VOZ: Allanará tus quebradas, desmontará tus crestones y, habiéndose
dispuesto arca bastante en tu fragosidad, pondrá la piedra del ci-
miento, levantará sobre ella los muros y coronará su obra. Como el
hebreo el Zorobabel Jesuita: venció duras peñasquerías con que el

77
cerro de Guanajuato le estorbaba la empresa: Quid tu mons mague
coram Zorobabel. Le hiciste oposición: tú te quedaste burlado, él se
salió con la suya y, en tan arduo suelo, dejará su nombre eterno a la
posteridad, vinculado en bendiciones y alabanzas.
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): Siempreviva,
la flor perenne para la estación eterna de tu piel.
Siempreviva,
siempre fresca, siempre por siempre marchita.
ACOTACIÓN: Musiquita de los recuerdos.
LOCUTOR: Reafirmamos la idea profana de darle vida a cada uno de
Nuestros Fantasmas, que, a lo largo de nuestra historia y hasta es-
tos días, permanecen encarnando junto a nosotros. Abroguemos
el fuselaje del know—how, digamos no, fortifiquemos la cultura
ruin, no de roñoso, sino de ruinas, aquí nació la primera piedra de
la historia y la filosofía, nuestra heredad. Todavía la memoria nos
pinta el paisaje que mágicamente se llenaba de rosas al paso de
aquel hipogrifo divino de Max, nuestro emperador victimado en
Las Campanas de Querétaro. Si bien fue una pérdida en vida, ima-
ginémoslo hoy como momia dorada detrás del aparador, desde
donde felizmente atisban el porvenir nuestros espectros ilustres.
MAX: Mexicanos: Nuestra águila, al desplegar sus alas, caminó vaci-
lante; ahora, que ha tomado el buen camino y pasado el abismo,
se lanza atraída y ahoga entre sus garras de fierro a la serpiente de
la discordia.
ACOTACIÓN: Musiquita… musiquita… Nuestro señor de la triste
figura ha dejado patitiesos a los tunos, desperdigados en las pie-
dras y las sombras. Quixot retoza con la descalzada hembra.
CERVANTES: El ojo. La plegaria roma. Él (el anciano) gira la noche,
mira en ondas. Un astro líquido ocupa el hueco, en metales se de-
rrite. Noche, ciática vértebra, entrevera el deseo perpendicular del
alma sola. Jinete y rocín, retrato de agua, luz de sal. Hay fulgores
en los surcos de sus manos. Verruga solar del mediodía. La rodilla
encajada, el eslabón en grava. Quixot, hueso en tierra, carcomido y
rancio, enjuga su faz en el nocturno lago azul primario, las estrellas
en el fondo, la luna en la cimera. De la luciente armadura repulida,
el fantasma del equino emite gemidos que son de hueso disonan-

78
tes, calavera caballar teñida por batracia aura en mugir continuo.
Las alas del pez relumbran en las metálicas aguas, no sin fondo, el
alarde de la mano que se atreve, la baba satinada de la nocturnal
artesa moja la porosa piel marchita, el rostro al calco, a dentella-
das, el rocín hace mella en la luna. Él (el anciano) es badajo bajo el
agua, su pena, apenas un albor de pleamar.
QUIXOT: Las burlas veras de los traficantes nísperos traslucen veri-
cuetos que a la razón estragan henchidos miedos. La engañación
acumula en el vientre puteril de aquestos frutos sin camisa. Roci-
nante, hijo de Leda, parido en la entrepierna de Amadís, recala el
viento de graznidos, grifo astuto de mi perdición…
CERVANTES: Bajo el yelmo la cabeza cana supura diálogos, acezos
asesándole la crisma.
QUIXOT: La impía prosecución de mis haberes estipulados en augu-
rios.
CERVANTES: El jaco traza enredaderas y claveles en standbye. El an-
ciano cara al agua puesta en cadavérica ilusión. La espada es espina
de quelonio adormecido en el arnés, la pistola mesmerize song sin
atorar…
QUIXOT: Perdí los codos en el efluvio lechoso desasido de aqueste
manantial venido a menos…hay un no sé qué de rechinante cria-
tura sujetada de mis yerros…
mad boy,
you are strong
sadder boy
you are the wrong?
Quiero bajar mis labios de tu cometa, mi depresión es un lindo
vestido, quiero adentrarme tu virtud
I’m your punk
CERVANTES: Altisidora en éxtasis, la prójima ninfa a la derecha del
pómulo abierto más sangrante del viejo.
QUIXOT: Debo orinar, pero mis manos van hacia tus lenguaraces ten-
taciones de impúber, trastocada Altisidora, líquidas perlas en tus
tetas de hielo.
CERVANTES: Mujer en manantial, tiéndese en una sola bajo la lus-
trosa armadura y arcabuz. Quixot, sobrecogido, coloca sus ojos sin

79
conversa ni respiro en el lado más oscuro de la luna, hay vertientes
en la sangre que no deben vencerse, pasillos a dejar de lado y en
clausura. Altisidora, el gineceo en ristre, enverdece los esfuerzos
del longevo por figurar entre los líquidos vestuarios de la ninfa. La
luna en añicos tintinea. Él (el anciano) lagrimea desleído en el ca-
puz. La noche se hace de noche en el cascajo, las desnudas curvas
del envés de una mujer que dormita en horizonte acuñan la ciudad
en el resabio.
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): El poeta acucia la voz en el que-
branto.
Negra nube entolda el cielo,
y semeja el aquilón,
el descordado son
de mil campanas a vuelo.
Cubre el horizonte un velo,
muere la luz en ocaso,
y al tenue fulgor escaso
que la excelsa cumbre toca,
cree mirar que cada roca
alza un baluarte a su paso.
SANTO: La imagen de mí mismo entrando de espaldas… espero no
hallarme al doblar la esquina. Estoy aquí hace algunos años desan-
dando la salida cerrada a mi delirio, de pie, ante una puerta que no
hace eco de mi cuerpo.
LOCUTOR: Y sintiéndose invadido
por un vértigo invencible,
cual si de un filtro terrible
hubiese el licor bebido,
ante su vista, encendido,
cruza un relámpago rojo,
y sin fuerza y sin arrojo
para vencer a su suerte,
desplómase al cabo, inerte,
como un mísero despojo.
ACOTACIÓN: Violín en la frecuencia radial del auto, aún volcado en
tierra.

80
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): Doña Perdiz Ontiveros deja caer sus
palabras de seda rememorando la cabellera dorada de nuestro em-
perador.
DOÑA PERDIZ: Soto áurea que hace tintinear las olas de Las Cam-
panas
empalideciendo al astro rey.
Refulge dejando una estela de crisantemos dorados,
sembrados a golpe de callo de tu alazán volador.
Vuela, sacude tu melena eternal
dejando caer la simiente en el yermo pelón
de estos paisajes borroneados
por la siniestra del diablo capón.
Ah, magnífica cabellera dorada,
tocamos tus rizos pendientes del cielo,
te abates en brisas líquidas
gota por gota tu cuerpo,
bajas al hueco, te esparces, nos llenas…
LOCUTOR: Un canto elegíaco dedicado a la ausencia, a la estampa
real de nuestro amadísimo Max.
MAX: Mexicanos: La bandera tricolor, ese magnífico símbolo de
nuestras victorias, se había dejado invadir por un solo color… el
de la sangre…
LOCUTOR: Siga usted en sintonía con este remanso melódico
que sobre las fluctuantes ondas desliza
un Céfiro en los poros.
NARRADOR: La ciudad de Guanajuato, capital del estado libre y so-
berano de su nombre, se halla situada a 2,605 varas de altura sobre
el nivel del mar, en un profundo y estrecho valle, rodeado de las
montañas argentíferas más ricas del mundo.
Al norte, el cerro del Cuarto, llamado así por haberse colocado
en él, en tiempos antiguos, para escarmiento de los malhecho-
res, el cuarto o pierna de un ajusticiado. Al sur están los cerros de
La Bufa de aspecto tan agreste como bello y pintoresco. Al este,
los del Meco, el del Temescuitate, el de los Leones. Al poniente
y noroeste, los de la Aldana, Trozado, San Antonio, Valenciana,
Cumbres de Mellado, los Tumultos, y otros tantos que sería muy
prolijo enumerar. En los situados al noreste, hacia el Monte de San

81
Nicolás, nace un torrente o río, muy caudaloso en la estación de
las lluvias, en el cual desembocan otros varios a su tránsito por en
medio de los edificios de la ciudad: el que viene de la Presa de la
Olla, y se junta con el río principal en el puente de San Agustín, y
el que baja de los cerros donde están las minas, se reúne a los otros
en la calzada de Nuestra Señora de Guanajuato.
ACOTACIÓN: Escúchase la voz desde ultratumba.
VOZ: ¿Lamentas, Guanajuato a este que camina
difunto a esfuerzos de la Parca vana?
¿Tesoro lloras de virtud Jesuana
perdido en veta de opulenta mina?
Pues quiebren su dureza diamantina
tus riscos sobre suerte tan tirana
que espacio es corto la región humana
si sentir quiere tan funesta ruina.
NARRADOR: La bruma ciñe la atlética y musculosa figura del enmas-
carado. El espectro de un monje surge de la nada. El Santo tensa
su musculatura, aprieta los dientes bajo la plateada máscara. Los
ojos del espectro refulgen demoníacos, se lanza de un salto sobre
la humanidad del luchador que cae.
MAX: Mexicanos: ¡El germen que Hidalgo sembró en este lugar, debe
ahora desarrollarse victoriosamente, y asociando la independen-
cia con la unión, el provenir es nuestro!
NARRADOR: Las vampiras, en el cementerio, cubiertos sus cuerpos
con rojas caperuzas, invocan en medio de un círculo de conjuros.
Las aguas donde se bañaba la luna, arden en llamas. Las encanta-
doras ofrecen sus cuerpos al demonio en delirante danza, otorgan
plegarias, ruegos, sexos…
VAMPIRAS: Ante ti, Señor de los Infiernos, acudimos con Nuestra
perspectiva científica, analítica y política de las vampiras y los
hombres: Un no rotundo a los individuos enmascarados: No al
Doctor Wagner. No a Blue Demon. No al Mil Máscaras. No al Hu-
racán Ramírez. No a Neutrón. No al Rayo de Jalisco. No al Santo
Enmascarado de Plata.
Concédenos nuestros propósitos: Erradicar la Violencia contra las
Mujeres Vampiro en el Estado de Guanajuato; condenar a pagar

82
con sangre a todo aquel que use violencia ejercida o coloque en
situación de riesgo a las mujeres vampiro; a todo aquel que ejerza
cualquier acción u omisión que les cause a las vampiras daño o
sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual…
o la muerte, tanto en el ámbito privado como en el público.
Nuestros principios rectores serán: Igualdad jurídica entre la mu-
jer vampiro y el hombre. Respeto a la dignidad humana de las vam-
piresas. No discriminación. Y la libertad de las mujeres vampiro.
ACOTACIÓN: La radio sigue sonando.
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): Estamos en los laberintos de tu
oído: escucha la estación de las melodías marchitas, presentando
un ramillete de extintos y deshilachados recuerdos. Mojemos con
el salino líquido de una lágrima indigna esos pétalos que, ya iner-
tes, caen uno a uno para ser mecidos por la frecuencia de nuestros
kilohertz…
ACOTACIÓN: Suena canción.
NARRADOR: Una severa patada en la faz del inexistente enemigo. El
espectro cae sobre el cofre del auto lanzando un chillido espeluz-
nante. La radio suena entre los escombros.
VAMPIRA (Tonos radiofónicos): Siempre que te pregunto
que cuándo, cómo y dónde
tú siempre me respondes…
Quizás. Quizás. Quizás…
NARRADOR: En el panteón, las vampiras beben sangre en el hueco
de sus manos, los hermosos rostros se descubren al encenderse las
teas del círculo de conjuros.
VAMPIRA: Y así pasan los días
y yo desesperando,
y tú, tú contestando…
CORO DE VAMPIRAS: Quizás. Quizás. Quizás…
NARRADOR: La carcajada del negro Belcebú detona una tormenta.
Una llave es aplicada al monje espectral, una voltereta, una que-
bradora…
VAMPIRA: Estás perdiendo el tiempo,
pensando, pensando…
CORO DE VAMPIRAS: ¿Hasta cuándo, hasta cuándo?

83
VAMPIRA: Por lo que tú más quieras
¿hasta cuándo, hasta cuándo?
CORO DE VAMPIRAS: pensando, pensando…
NARRADOR: Polvo del asfalto y polvo del ruinoso cuerpo del inse-
pulto se esparcen al caer este de golpe contra el suelo.
VAMPIRA: Y así pasan los días,
y yo desesperando
y tú, tú contestando…
BELCEBÚ: Quizás. Quizás. Quizás…
CORO DE VAMPIRAS: Estás perdiendo el tiempo,
pensando, pensando
Por lo que tú más quieras
¿hasta cuándo, hasta cuándo…?
NARRADOR: Las mujeres vampiro se desnudan, embriagadas de
sangre. Lluvia escarlata cae del cielo. Sus cuerpos diabólicos se ti-
ñen de rojo.
En la solitaria carretera el adefesio ha desaparecido, la luna refulge
en el cielo, otorgando un escudo de plata al enmascarado.
ACOTACIÓN: Estallido que hace tremolar la tierra. los habitantes de
Guanajuato alzan voces de quebranto.
HABITANTES DE QUANAXUATO: Famosa ciudad de Guanaxoa-
to, ¿por qué tanta infelicidad sobre ti? ¡Ah, señores! Porque se ha
armado contra el Omnipotente: contra Omnipotentem roboratus
est. ¡Ah, Guanaxoato! Vamos teniendo paz con Dios, que no sa-
bemos si su Justicia nos persigue todavía y el azote que juzgamos
ya alejado de nosotros, puede volver por momentos. Antes de que
amenazara Dios a Guanaxoato de una ruina, la más lastimosa,
amenazó a Nínive de otra semejante.
¡Qué diferencia de una amenaza a la otra! Quiere Dios destruir
a la grande Nínive por la malicia de sus ciudadanos; pero hace,
a fuerza de milagros, que sea advertida de su destrucción: quiere
destruir a Guanaxoato por los pecados de sus vecinos, y la primera
noticia de su ruina parece que iba a ser su ruina misma.
VAMPIRA: Y así pasan los días, y yo desesperada
y tú, tú contestando
BELCEBÚ: Quizás. Quizás. Quizás…

84
VAMPIRA: Siempre que te pregunto
que cuándo, cómo y dónde
tú siempre me respondes
CORO Y BELCEBÚ: Quizás. Quizás. Quizás…
Quizás. Quizás. Quizás…
Quizás. Quizás. Quizás…
MAX (Tonos radiofónicos): Ángel bien amado: Desde ayer estoy en el
bello y simpático Guanajuato, donde el entusiasmo de la pobla-
ción ha superado al de cualquier otra parte. Todo salió perfecto
en Dolores, hacia la hora del Grito leí desde el balcón mi discurso,
que tú ya conoces, con voz fuerte y muy lentamente.
“El germen que Hidalgo sembró en este lugar, debe ahora desarro-
llarse victoriosamente y, asociando la independencia con la unión,
el provenir es nuestro. Un pueblo que, bajo la protección y con la
bendición de Dios, funda su independencia sobre la libertad y la
ley, tiene una sola voluntad, es invencible y puede elevar su frente
con orgullo.” 
El entusiasmo fue indescriptible, todos vociferaban, las tropas, el
pueblo, los señores de mi comitiva.
Desde lo alto de la sierra, la vista de Guanajuato y El Bajío es com-
pletamente italiana. La ciudad es muy bella y característica, con
hermosos palacios e iglesias; la población limpia, fresca y libre,
entregada por completo al progreso y al trabajo. Vivo con la ama-
ble y liberal familia Rocha, en un palacio magnífico con todo lujo
y confort europeos. Deberé permanecer aquí un tiempo bastante
largo, pues hay mucho que hacer y cambiar muchas cosas en la
administración; lo más probable es que tenga que sustituir a todos
los funcionarios.
Tengo mucha curiosidad por las descripciones del 16 de este mes
en México.
Ahora debo terminar a toda prisa a fin de vestirme para una gran
cena con damas invitadas.
Abrazándote con profundo amor, quedo…
Tu siempre fiel Max.
CARLOTA: Tesoro entrañablemente amado: Ayer salí a pasear a ca-
ballo por (descansar de) mi trabajo, la reunión duró desde la una

85
hasta casi las cuatro, y almorcé en una hacienda que pertenece a
Barrón; tuvimos música de los indígenas y también hice que me
mostraran los gusanos de los olmos (¿aloe?) que tú comiste, el
pulque y todo el proceso para extraerlo de la planta…
Tu fiel Carlota.
MAX: Mi vida y mi estrella; mientras más te alejas, más me angustio y
más abandonado me siento…
La naturaleza y el sitio me encantaron, en esa misma medida me
insatisfizo la escuela y también los escalones más bajos de la civili-
zación en que se encuentran los habitantes. Son salvajes totalmen-
te abandonados…
Hoy estuve en el hospital para discutir las precauciones que deben
tomarse ante el cólera. Mañana tendremos de nuevo una gran re-
unión en relación con el desagüe, en la que finalmente se solucio-
nará el problema.
Los periódicos empiezan a alabar y no a censurar siempre, la me-
jor prueba de ello fue el entusiasmo en Veracruz, la misma ciudad
en la que hace 18 meses hubo tanta frialdad hacia nosotros.
Abrazándote con profundo amor y nostalgia, quedo…
Tu siempre fiel Max.
CARLOTA: Estas mujeres, todas blancas, aparecen como una única
luna esplendorosa. Vuelve uno a querer a los seres humanos. Vol-
vamos al culto a las flores y no a la sangre…
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): Zzzzzz… ooooyyyy… un virus…
enzzzerrado en charco plagado… de, de… ajo lo tes… memo ria
binaria… có di zze… virtual… ¿de dónde cuelgan mis zzzza pa
tos…?
ACOTACIÓN: Inicia tema musical con un simulador electrónico de
cuerdas, que arrastra las notas conforme la memoria del locutor
radiofónico se distiende.
LOCUTOR: Ahí, durante el día, comenzó, mientras el invierno termi-
na por endurecerse el cuero, se ha creado un gran plato giratorio
de oscuros nubarrones violáceos, una nube de nubez… ¿Nubezzz?
No. Corrijo: una nube de nubes, con s… plana, pero enigmática
y sospechosa… Ahí, ese girar concentrado y preciso en la médula
de la ciudad, en lo alto. Sombrío.
NARRADOR: Un remolino de bálsamos y esencias exóticas viene

86
al encuentro del Santo. La espiral envuelve su cuerpo por ente-
ro; perplejo, no acierta a entender lo que ocurre, los inciensos le
adormecen… contra su voluntad, el recio cuerpo del enmascara-
do vuela por los aires.
ACOTACIÓN (Tonos radiofónicos): La música es un molusco que
deja una baba en el aire. Sonidos que dan la idea de algo que evo-
luciona, una masa de gases, por ejemplo.
NARRADOR: Criaturas innombrables abren sus ojillos en la crecien-
te evolución de la masa de nubes. Sus rugidos desatan aires etéreos
que se deshacen a su vez en brisas emponzoñadas. La estructura
de cada ráfaga pareciera estar constituida por complicados rama-
jes, organismos, todos ellos, infectados de los más crueles deseos,
paranoias y sueños, medusas que, al rozar con sus tentáculos de
céfiros foscos, producen chispas y encienden razones abyectas en
el cerebro de quien los ha llevado al organismo por medio del oxí-
geno que a cada tanto respira.
LOCUTOR (Tonos radiofónicos): Es… la hora de yacer el cuerpo en
el lecho…
ACOTACIÓN. El enmascarado de plata ha sido raptado por las her-
mosas Mujeres Vampiro. Vuelan por los aires hasta el cementerio.
NARRADOR: La luna intenta, con su fulgor, deshacer las pesadas
nubes que lo cubren todo. El luchador enmascarado cuelga inerte
de los brazos de las Mujeres Vampiro. En el cementerio, el Santo
intenta recuperarse…
SANTO: Son Ellas… mordibles labios… verticales… las acústicas
bebedoras de café enroscan sus ojos… en sus huecos… y dejan
que transpire el ojo ciego…
MUJERES VAMPIRO: Estamos en contra de:
VAMPIRA 1: La violencia psicológica: cualquier acto u omisión que
dañe la estabilidad psicológica o emocional de la mujer vampiro,
que consiste en insultos, humillaciones, devaluación, margina-
ción, comparaciones destructivas, rechazo, amenazas…
VAMPIRA 2: Violencia física: cualquier acto material, no accidental,
que inflige daño a la mujer vampiro a través del uso de la fuerza
física, sustancias, armas u objetos, que puedan provocar o no le-
siones, ya sean internas, externas o ambas…

87
VAMPIRA 3: Violencia sexual: cualquier acto de contenido sexual que
amenaza, degrada o daña el cuerpo o la sexualidad de la vampiresa,
o ambas; que atenta contra su libertad, dignidad, seguridad sexual
o integridad física; que implica el abuso de poder y la supremacía
sobre la mujer vampiro, al denigrarla y concebirla como objeto…
VAMPIRA 1: Violencia laboral: la negativa ilegal a contratar como
actriz cinematográfica a la vampira, por fealdad, tamaño o raza, la
descalificación de su trabajo artístico realizado, las amenazas del
director, la intimidación por parte de los luchadores, las humilla-
ciones, la explotación, etc.
VAMPIRA 2: Violencia vampiro—feminicida: la forma extrema de
violencia de género contra estas mujeres, por su condición de
vampiras, la violación de sus derechos humanos en los ámbitos
público y privado, sufrida por el conjunto de conductas misóginas
que conllevan impunidad social y del Estado y que puede culmi-
nar en homicidio y otras formas de muerte violenta de mujeres…
MUJERES VAMPIRO: Y cualquier otra forma análoga que lesione o
sea susceptible de dañar la dignidad, integridad o libertad de la
mujer.
ACOTACIÓN (Tonos radiofónicos): Se transmite Preludio a la siesta de
un fauno, de Debussy.
NARRADOR: Con pasos serenos, las mujeres se dirigen hacia la tum-
ba.
ACOTACIÓN: Santo sobre la tumba. Las mujeres vampiro bailan al-
rededor de él.
NARRADOR: Sobre el pestífero sepulcro, Santo, el enmascarado de
plata, tiene visiones infernales… criaturas grotescas, cadáveres
putrefactos, súcubos burlones, esqueletos, animales demoníacos,
almas en pena, cuerpos desecados…
ACOTACIÓN (Tonos radiofónicos): En la radio sigue sonando Prelu-
dio a la siesta de un fauno.
LOCUTOR: Tu talle inmortal que hunde fuego en las ondas con un
grito de rabia al cielo de la fronda
SANTO: Obsceno tono de lejanía
mi nuca petrifica el árbol del horror
sus dedos de estaño asidos a la médula espinal

88
LUCUTOR: El preludio lento se hunde
un solo largo
del sueño ordinario
una sonora vana y monótona línea
SANTO: Mugadas las piedras y sendas
aves emplastadas
líquido verdor de la espesura
LOCUTOR: todo arde en la hora encendida
SANTO: insectos de mil patas en el parietal del hueso
eméticos anuros
la hojarasca muerde la quijada
asgo con los ojos la cresta del mar de árboles
y los huesos caen
LOCUTOR: lluvia de sal
SANTO: la letanía bucólica en el pasaje
advierte los temblores en el cuerpo
el aullido del ano un lengüetazo en los testículos
la salida del esperma cuando el cuello rompe
LOCUTOR: agua que no vierta mi sexo
selva de acordes
lluvia infecunda
que a las alturas se vuelve.
NARRADOR: Breves ráfagas se insertan en recovecos oscuros, otros,
en el pelaje de los perros y los gatos callejeros, los cuales, ensegui-
da son invadidos por una extraña enfermedad que les tira el pelo y
les inflama la piel con un ardor parecido al de la peste y mueren en
minutos, destrozados, abiertos, con las vísceras expuestas al aire,
de donde nacen criaturas rastreras que se extienden por los calle-
jones de nuestra vieja ciudad histórica, hundida, coronada por sus
colosales cerros.
Y bajo las tumbas, un hálito pútrido se extiende… esqueletos
apergaminados, tras las vitrinas de vidrio, a aquellos que fueron
el sueño de los perros hambrientos, se les ablandan sus cerebros
de cartón, producen destellos, se colorean, fosforescen, y, como
máquinas, inventan vasos sanguíneos, organismos y corazones ru-
dimentarios que laten en un bum bum discordante que hace que

89
la tierra tiemble en sus fondos. Los órganos de la vista, canicas lus-
trosas, ven por primera vez el mundo actual.
Y todo es un ronronear de espanto.
ACOTACIÓN: Quixot llega al cementerio, montando a Rocinante.
Las momias salen de la tierra. Cervantes, sentado en una tumba,
fuma y templa el habla.
CERVANTES: Trasegado monigote de esperpénticas despropor-
ciones ¿quién te piensas embaído en el peto de Amadís? Glauco
héroe de Tirant lo Blanc apetecido en el Zohar, el Príncipe deste
mundo enlata los sueños de los hombres.
ACOTACIÓN: Quixot enristra su rejón. A todo galope se lanza hacia
las momias.
CERVANTES: Chilla
vomita genitales en sus hijos
troca cuerpos y arlequines en las calles
le basta un solo fusil para sanar las almas
Putañea con los reinos suburbanos
desciende en estepas construcciones
pisa a quien le vea los globos de los ojos
es padre del queso y los gusanos
mata con contento desmandado
es padre y madre de erizos erizados
gusta de la Z por el ano
QUIXOT: ¡Nigromante de alquimias potestades!
CERVANTES: No dormirás del todo, Hidalgo Iridiscente,
en tanto Príncipe haya de tamañas magnitudes
la peste del cañón hiende al mediodía
los tiros de la policía
agigantan el tremor que asciende hacia las nubes
QUIXOT: ¡Renacuajos en salmuera!
ACOTACIÓN: El narrador corre, busca un escondite, se escucha ta-
bleteo de ametralladoras, tras las momias los narcos luchan contra
el caballero que saca su fusil.
CERVANTES: Caen los cabezudos
emperrado tableteo
se desinflan precipitados
por un pedo que los lleva

90
y después los abandona
hay muertos en medio del pasaje
un ojo vertido en la sartén
un tronco fementido y subvertido
manos volantinas
un encapuchado a sotavento
la dama en barlovento
escogen ambos precisión
que cunnilingus
traspiés escolar el bus errático
acotado desliz en el asfalto
trae seis metros de premura y sangra a chorros
los infantes ronronean lamiéndose las patas
producen mocos
lagrimean
QUIXOT: ¿Buscan teta?
CERVANTES: Ardor en el trasero del camión
heroicos aztecas milicianos asan niños en los hierros
Rocinante abre las alas se adelanta
martillea
soldadescas traficantes
estalla en el relincho
lanza en diestra Quixot alfilerea matacuaces
caen en sucesión
los avispones del fusil
amartelado
descola sodomitas abuchea
el rocín quebranta narcos
suena un blues
en el bus
escolar desencantado
Quixot colecciona aves infantes
en sus lágrimas
capullos de agua elevados al Olimpo
QUIXOT: ¡Deja, Príncipe, que te tenga en el amarre maricón de saca-
buche no se te pase de las mientes que a mullida sacamuelas cha-

91
farote es la comparsa! Y el viejo desvanece su aura en los pliegues
de la lluvia.
ACOTACIÓN: La bruma lo envuelve todo, todo se desvanece.
Tonos radiofónicos.
ACOTACIÓN: Suena en la radio del coche derrumbado: Lucy in the
sky with diamonds, de The Beatles.
MAX: Imagínate, Ángel bien amado, en un bote en un río, con árboles
de mandarina y cielos de mermelada. Alguien te llama, respondes
muy despacio, mi chica con ojos de caleidoscopio.
Tu siempre fiel Max.
CARLOTA: Flores de celofán de color amarillo y verde, elevándose
sobre tu cabeza. Buscas a la chica con el sol en los ojos y ella se ha
ido…
Tu fiel Carlota.
ACOTACIÓN: Cervantes sentado en una escalinata; dos leones de
bronce le hacen guardia.
CERVANTES: La oración
en el agua
ramaje coronado de lunas
el espectro enredado es equino
lubina escamosa en la fronda
tiempo ha viene cayendo
lento y traspantajo con todos sus yerros
medusa metálica donde el pez se contiene
acuático signo viejo y ruinoso
monigote en las aguas
disoluto
monstruo sumergido en sal
ACOTACIÓN: Sigue sonando en la radio: Lucy in the sky with dia-
monds.
QUIXOT: Hay algo bajo el escote lunar, me subyuga el brillo carnoso
y mistérico de sus Delfines. Copulan sabandijas en los surcos de
mi rostro, depresión de mis gestos, vertientes abruptas, bolsas de
los ojos mudadas en torcas… El lloro me estanca, tengo lunares de
la nariz hacia abajo por donde no pocas veces escurren los mocos.
Soy el señor piedra caliza… orbítanme la traza desplomes acá y
acullá… soy una ostra… una ostra… ostra…

92
CERVANTES: Rocinante fosfórico
el viejo yéndose al fondo
las algas en ronda infantil para seniles
QUIXOT: Los putos Beatles… ¡si pudieran morir verdaderamente
enterrados!
CERVANTES: Matalón luminoso entre hojas de roble pintado en el
agua una de tantas ideas anochecidas, paisaje supra real, las for-
mas exactas.
NARRADOR: Suena la campana de la vieja iglesia, la que hace ya
tiempo no estremecía sus bronces, la que no tenía permiso de so-
nar por atentar contra la vieja torre.
Hoy suena… extraña, matizada, sin brillos, como un sordo rumor
de un material que ha comenzado a mitigarse y a caer en goterones
de bronce sobre el atrio, salpicando a los pájaros que duermen su
sueño en los cedros cercanos.
MAX: Mexicanos: Más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido
desde que en esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano,
resonó la gran palabra de independencia, que retumbó como un
trueno del uno al otro océano por toda la extensión del Anáhuac,
y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo
de centenares de años…
NARRADOR: No quiero, sé que no debo, no soy consciente… no
debo mirar… no oír… no…
ACOTACIÓN: Disparos de fusil… Un cuerpo cae.

93
NADA MÁS… CONTIGO

Xavier Ángel Marti

Pacto 1
YULIANA-MARIANA: Ante ti, poderoso Lucifer, y en presencia de
los demonios del infierno, que son los dioses verdaderos y origina-
les, te proclamamos como único y verdadero Dios por sobre todas
las cosas.
NATALIA (Canta): Aquí estaré como siempre a tu lado
aquí estaré por si te hace falta amor
aquí estaré por si no sale el sol y te sientes nublado
aquí estaré por si alguien te destroza el corazón23
YULIANA-MARIANA: Nos bañamos para ti, Satanás. Con sangre de
nuestra sangre firmamos el pacto quemado al fuego de la vela.
NATALIA (Canta): Aquí estaré para amanecer contigo
aquí estaré para darte mi calor
aquí estaré por si te sientes sola
y te hace falta abrigo
aquí estaré para ser el amigo
que te dé la razón
YULIANA-MARIANA: Satanás Señor Oscuridad Infierno Rey Go-
bierno Flagelo de la tierra Todopoderoso del mundo que nos da
poder Enemigo de Dios Satanás liberador Luz
NATALIA (Canta): Para darte un beso grande
para amanecer contigo
para recordarte, amor, que tú eres importante
para darte la confianza si es que alguien te la quitara
para no dejar que muera la esperanza
YULIANA-MARIANA: Amantísimo Señor de nuestro más profun-
do ser. Oh Señor Todopoderoso, enséñanos a ser fuertes y sabios.
REGE SATANA. Ave Satanás.

23
La Nobleza de Aguililla…Nada más Contigo.

94
NATALIA (Canta): Aquí estaré cuando te canses
cuando se apague tu ilusión
aquí estaré mientras viva en tu corazón

YOUTUBERS: ¿Nacen las personas siendo gay?


- En sus primeras semanas todos los fetos son iguales
- Si no evolucionáramos, ¿naceríamos todos del sexo femenino?
- Los fetos con el cromosoma. Y formarán testículos. A las seis
semanas empezarán a producir la hormona testosterona, que, en
la octava semana se libera y puede afectar el desarrollo prematuro
del cerebro
- Esta hormona masculiniza el cerebro y al hipotálamo que con-
trola a quién encontramos sexualmente atractivo
- Hay quienes creen que entre más se exponga el hipotálamo a la
testosterona, más se predispone al individuo a ser atraído sexual-
mente por mujeres
- Un feto masculino que no produce suficiente testosterona para
formarse dentro de los parámetros heterosexuales, da como resul-
tado el deseo por los hombres
- Un feto femenino que produce excesiva testosterona para for-
marse dentro de los parámetros heterosexuales da como resultado
el deseo por las mujeres

Lunes de abril
El baño
YULIANA: Estás aquí
MARIANA: Estoy aquí
YULIANA: Firmes las fresas de tus pechos El vello hierba hacia el hue-
co lleno de luz tu ombligo Soy la única Si tú me quieres también
Donde vayas sigo la mancha de tus pasos en la niebla
MARIANA: Agua desnuda Tú y Yo Me besas Muerdo La lengua hurga
Dientes Lenguas Sabes a sal Donde sea que estés dí que sí
YULIANA: Amábamos aquellas tardes olorosas a jardines muertos
Gardenias Rosas Naftalina El traje de la Abuela y los vestidos ol-
vidados de mi madre Sin cara sin perfume pétalos en el tronco del
ropero Murmurando mis palabras en tu boca oliéndonos los sexos
MARIANA: Riendo Callando Si alguien subía las escaleras o perma-
necía estático en la puerta Las dos aguantando el aire Te secabas
Veo ángeles Resucito con tu aliento Cuando ahogaba hormigas en

95
la cubeta después las rescataba inertes Y volvían después de so-
plarles los minutos En la palma de la mano
Contábamos las horas desplumando hadas rapando duendes
Viendo los brillosos ojos del lobo en la oscuridad
Siento empequeñecer Dentro de la cabeza te mueves como gusa-
no tejedor de sedas y envuelves para llevarte Pájaros revoloteando
Mil y una imágenes de mis encuentros con los tuyos Míos Y no sé
nada aún de ti en absoluto
YULIANA: Te tomo Tállame la espalda tócame mete tu dedo enjabo-
na Es casi la medida ¿Cuánto cuesta el índice?
MARIANA: Voy… a tropezar Caer Todavía estoy aprendiendo Ape-
nas comenzando Mis labios no se despegan de los tuyos Pájaros
prisioneros en el aroma del árbol que les obliga a amar el fruto
entre sus ramas
YULIANA: Di algo no pido más que a ti llegar Donde tú vayas yo te
sigo al otro extremo Diremos adiós después de este baño crepus-
cular

YOUTUBERS: no existen pruebas visibles de que la alineación sexual


se estipule por la genética
- lo femenino o masculino no tiene qué ver con la orientación
sexual
- puede que seas un Afeminado Hetero o un Macho Alfa
- se está hablando de cantidades de testosterona recibidas por el
cerebro en formación el resto recibiría una cantidad normal de eso
mismo o sea se verían como dices aún siendo homosexuales
- se refiere a la diferenciación sexual en la gestación
- es solo hipótesis ¿por qué existen los homosexuales? ¿por qué
hay heterosexuales?
- porque es a voluntad de Dios no hay enfermedad no hay trau-
ma de infancia ni nada de nada
- Satanás existe Satanás la Mujer de Satanás existe y ambos son
bisexuales
- la homosexualidad es de satanistas
- el homosexual no nace la sociedad lo hace
- amar a las personas no a los genitales de las personas, ¿es malo?
- NATGEO financiado por el judaísmo tergiversa la ciencia en
sus intentos de esclavizar al mundo
- Dios existe y su Creación es testimonio de Él

96
Ellas
YULIANA: Un domingo nos pusimos de acuerdo Te esperaba No ha-
bías llegado
MARIANA: Yo en cambio encerrada hasta la hora en que nos vería-
mos levantando las pestañas con el rímel ajustando el corpiño lu-
bricando mis pezones con un suave aceite de almendras mi padre
en el reflejo del espejo a la distancia adecuada ansioso apretando
su hambre con sus dedos voy con amigos no es cosa de niñas Dijo
PADRE DE MARIANA: A más decir que tu madre no está porque así
las cosas y ya no hay voz en las paredes ni el piso reproduce som-
bras ni luces así la vida la blandura de las mujeres es muy cómoda
cuando se ajusta al cuerpo del hombre su aroma queda en la palma
de la mano
Con el tiempo se vuelve agrio quedan las miradas reproches
Uno siente que pierde forma ya no ajusta en las ropas ni en el dor-
mitorio la banca en las oraciones queda corta y uno busca en otros
fluidos Otros accesos a la vida Hija vas llenando ese hueco en el
retrato vacío de tu madre Es tu gesto El pelo Las manos La cintura
las piernas Los pechos Te peinas ladeando la cabeza torciendo los
labios cuando el tirón te lleva las ideas maldices sentada en el es-
pejo doble Imagen Tú Ella
No sabes cómo se hinchan los testículos en tu presencia solo la
mano junto al lavabo aspira al alivio Queriendo colocar mi boca
En tu boca mis manos En tu sexo mi tronco entre tus nalgas No
alcanza todo el aire del mundo Vístete voy a dormir contigo sobre
la cama Porque Dios es grande mis ojos te taparán te descobijarán
a los seis hasta que te lleven a otra casa otra cama y otras manos
que sí deban tocarte Copularte para que tu prole y la familia per-
manezcan Esta tierra bañarte Mientras mi voluntad sea paterna sin
ocultarnos prefiero verte en faldas vestidos tu piel al aire es mejor
Al calor del sol tornear tus Pechos con mis manos deshacer los
nudos del estrés Tus caderas son firmes las beso desde que tenías
seis en honor a la creación También tu pubis hoy suave enredado
Como… vellón… de cordero Tierno oloroso A guayaba Salado

97
No te muevas Soy tu padre Déjame estar Déjame pasear la lengua
como charal buscando su ciénaga Eres mía Los padres tenemos
títulos de propiedad
Voy a entrarte por Detrás para no Romperte la virtud
Callarás ¿Me oyes? Callarás
me arrojo para llenar el Hueco que tu madre nos dejó
aprieta tus mandíbulas para censurar el grito
Te ocupo
Te Habito
Eres Mía
hija Mía
YULIANA: Quería Ansiaba verte déjame acariciar tu cara ¿Sabes
cuánto me gustas? Me recuerdas al gato gordo paseador buscan-
do qué comer Traías puesta la faldita rosa El sweter guinda y la
bufanda Los labios solo con brillo Como más me gusta Una son-
risa grande Cuando te vi Pensé que me habías visto antes Estaba
en el teléfono Viéndonos cuando teníamos seis años Tú te habías
raspado la rodilla
MARIANA: Me aliviabas con tu lengua Tu madre dijo: eso no se hace
Y me besaste Para disimular Te jaló del brazo y te paraste enojada
Déjame dijiste
YULIANA: Me fui al rincón donde no pudiera sacarme Dónde solo
cabíamos las dos
MARIANA: Veía en fotos cómo crecimos Como un árbol Como…
YULIANA: La Primera cita de novios/novias ¿cómo podría decirse?
La Primera formal de Nosotras ¿Somos novias? La gente tiene
muchos nombres Sht nuestra cita la primera
MARIANA: Fuimos a comer Conversamos como si no nos conociéra-
mos Y sí había tanto qué decir Había tanto desconocimiento Está-
bamos entrando a un lugar donde todo era diferente Olía a nuevo
Descubrimos la adolescencia
YULIANA: Camino a casa Me mirabas tu busto más grande Presun-
tuoso mirabas como perrita Lánguida mirada ojillos de agua No
me mires así me cohíbes
MARIANA: La verdad ir a tu casa me hacía sentir incómoda Tu papá
me ve las piernas cuando estamos en la mesa por eso me subo la
falda que vea lo que sus ansias hechas caracoles en su cogote le

98
abren un surco con su baba endurecida se da la vuelta mira mi re-
flejo mis ojos
Tu madre sospechaba La descubrí varias veces cuchicheando con
tu papá Con sus amigas
Una vecina le dijo a mi papá que tuviera cuidado que tú pasabas
largas horas en casa Que no tenía madre
Ese día hubiese preferido quedarme a dormir
YULIANA: Mis papás se emborrachan en el jardín podemos subir a
mi cuarto a ver la tele nos tomamos una Coca Un té Vemos una
peli Comemos palomitas
MARIANA: Tu mamá subió con nosotras No se nos despegó Hasta
que fue a mear Nos besamos
YULIANA: Mamá se encargó de subutilizar los subtítulos con su indi-
gente y derruida relación conyugal
MARIANA: Cuando tu mamá se despistaba acercabas tu rostro al mío
lo más que podías y yo Muerta de pánico Alejaba los labios seguía
el discurso La peli
YULIANA: Mi padre desde el jardín le gritaba cuando menos baja a
despedir a las amistades Nos pintamos las uñas Ella también mi
madre
MADRE DE YULIANA: No era Él Nunca es Él siempre es Otro
Lo invité Una vez estaba sola llovía Sin luz me quitó la blusa Aca-
bé en el piso Sin falda Sin nada con mil manos en mi cuerpo Mil
bocas dientes Mis padres llegaron cuando intentaba cogerme se
levantó a oscuras Se fue No volví a verlo
En la escuela se le veía el bulto bajo los pantalones ajustados Me
tentaba la curiosidad no había visto uno semejante No era muy
guapo era Templario Un soberano hijo… amenazó a mi familia
mató a un sobrino
Te enseñan a desear el mal al que te lo hace
murió embolsado le faltaban las manos
¿Qué pensar de eso?
Mi mamá tu abuela nos mandaba hacer la ropa vestidos faldas me-
dias encajes enaguas corpiños y blusas para sus hijas Bien peinadas
Bien pintadas uñas largas Cremas y cosméticos
Puro artículo Para Caballero decía tu abuelo

99
Cabrones iban Venían a Tu padre lo trajo tu abuelo
¿Qué hace una? Con el tiempo la costumbre se Hace costumbre
no es más feo que el Otro ni es templario lo malo es ser Hombre
Una está más cerca de la luna junto a la certidumbre de la diferen-
cia De ser mujer…
Mi abuela nos hacía dormir atadas las manos a los barrotes de la
cama Olíamos a yeguas corriendo por el campo decía tienen hin-
chadas las verijas quieren camote Durante el día nos envolvía las
manos con vendas mientras las nanas nos bañaban
Con rezos y agua fría se les baja lo caliente
No volví a la casa grande hasta que murió tu abuela Decía: íbamos
a ver películas cantaban en caballos Disparaban se robaban a las
Bonitas Guapos y Bellas sin más color que sus rostros y sus cuerpos
Los amábamos Cine con Luchadores y actores fumábamos vien-
do torsos desnudos mallas máscaras brillantes… yo de chica vi
una con momias Mujeres con minifaldas y BlueDemon pero para
mí la televisión Era mi favorita No tenía caso salir ahí se quedaba
las tardes tu padre platicando con tu abuelo Bacardí tras Bacardí
nunca durmió Una sola de mis amigas en mi casa Ni en mi cama a
mí esas cosas no me gustan Si de por sí Él insistía dormir en calzo-
nes hasta que entendió que no sería fácil que tenía que dormir con
pijama si quería que yo estuviera donde mismo Claro que tu padre
no estaba de acuerdo
Una… después de todo… aguanta Porque tiene que soportar el
matrimonio… en la escuela no te enseñan Eso es cosa de vida y de
tragarse el asco
El Cine de ahora es pura porquería ¿tiene caso ver películas de
muchachos idiotas en el idioma que se hable? haciendo pactos de
Sexo Terror Sexo Lesbianas en sus habitaciones en la calle los par-
ques por teléfonos Sangre Sexo Maricones Narcos sexo Políticos
sexo Idioteces ¿Desde cuándo está encerrado Satanás en los telé-
fonos?

Manada
ELLOS: Que No corra
- la Otra aquí chécate La salida

100
- no Vienen acá Nadie viene
- te Dije que aquí Las íbamos a encontrar
- se agarran de la Mano despistadamente y llegan Solas
- Se Cogen cariño
- inviten Morras
- repartición a mí me laiketeas tengo Tu foto
- sí Wey ya Te trae
- no dejo de ver cuando Te sientas y cruzas tus Piernas Vieras
cómo me lagrimea
- tienes buenas Teclas
- Déjala
- Oh ¿por qué?
- No Vale la pena
- No vinimos a Eso ¿ya Se te olvidó? A estas no les gusta Ésta les
gusta la Otra
- A mí también
- no Carnal Estas no sirven para eso solo Sirven para el caldo
- O’rale
- ¿Qué les pasa? ¿A poco creen Que se van Así sin Más? Qué Ganas
de Chingar
- nada Les va a pasar
- yo estoy a favor de la Libertad Sexual soy un Pinche maricón ¿sí
o no?
- yo soy Marimacho me uno a las Dos
- Déjalas
- ¿le sacas?
- No las muevas les Voy a Mostrar las pelotas lección Para Lesbia-
nas: Uno: estos Son Huevos Dos: Esta es la Ñonga Tres: Este es El
Cabezalescupidor suave al tacto Sabroso al Gusto
- enseñen De qué están Hechos los cabrones
- de Estas les íbamos a dar unas cuantas
- ya sabemos que no les gusta
- Dicen que de la Vista nace el Amor
- ¿Si les damos un Arrimón? ¿sí o no?
- a Darles
- Gritan Mucho

101
- ¿Y? no Te preocupes Nadie las oye Le dijimos al Servil que se
haga de la Vista gorda y si no que se arregle con mi Jefe que le tan-
tee hasta el Dire de la secun se le dobla Así es el Power y estas ya lo
saben la Familia está por sobre todas las cosas
- ¿y tú? no le saques
- mejor sería…
- si te rajas te puteamos
- a lo que venimos
- dejen de gritar no les vamos a hacer ni madres solo queremos ver
- nos mueve La curiosidad científica queremos saber ¿quién le
pone a quién?
- Vinimos a ver cómo es que Dos niñas inocentes encuentran el
amor Una en la Otra habiendo tanto macho
- eso es pura Divulgación de la Ciénaga para el mundo chequen
aquí los Rostros ahí las blusas colegialas las… calcetas la falda de-
bajo… piernas de niña como cualquier otra Brazos pechos cabe-
llos labios Sí no hay qué dudarlo están hechas como mujeres no
hay un bulto ahí donde… toco Y… se siente Una ligera protube-
rancia si muevo los dedos hay una rajada Como una herida que no
es una herida Por supuesto cubierta de vellos escondida y no hay
nada que demuestre un sexo digamos masculino
- en esta otra tampoco Debería haber cuando menos uno
- es… inexplicable entonces un comportamiento como tal… que-
remos Que se nos demuestre ¿quién le pone a quién y de Qué for-
ma?
- Quítale tú la camiseta a ella
- si no se la quitas tú De todas formas se la vamos a quitar Órale
- yo No veo Ninguna diferencia
- son Viejas wey
- que Se encueren
- bésala
MARIANA: ¿Por qué no te Besas tú con él?
ELLOS: No es Mi tipo
- si no la Besas sí lasVamos a Violar
- uy… qué Poquito… Hazlo hasta que se me pare A Ver tú, quíta-
les el Brassier
- están Bien buenas

102
- qué Desperdicio de Chavas mejor hay qué caerles
- No Deja Que se metan Mano ellas
- ¿para qué?
- Oh… A ver Morras… de aquí No van a salir hasta que Se metan
mano y nosotros nos hagamos una Chaqueta así es Que… mejor
disfrútenla, ¿no? les Garantizo que Nadie Va a meterse con Uste-
des Nosotros Acá nos quedamos viendo Solo eso

PADRE DE MARIANA: Ah no No definitivamente No porque no me


gustaría ver a mi Niña besarse con otra Eso no está bien
¿Te Imaginas? Los dedos Mojados siempre Oliendo a… A… cola
Digo una buena cola Huele a todas Madres eso Es lo que hace que
se nos Pare el pecado como lo mira Dios no es Excitante ver a dos
del mismo sexo Metiéndose mano besándose Queriéndose en
caso de ser mujer con mujer Usando Acá unas Herramientas para
satisfacerse Eso es sí Erótico a los hombres nos gusta mirar Otra
cosa sería ver a tu Hija haciéndolo con la vecina No sé si sería lo
mismo soy De otra generación Educado por las buenas ¿Verdad?
Ni qué pensar de que eso esté bien No fui formado para Aceptar
tales cochinadas
Este… no Pues somos Cristianos Dios nos Enseña que… a Dios
no Le agrada el Pecado dicen que los borrachos Hechiceros Idó-
latras Homosexuales maldicientes no Heredarán el reino de Dios
Yo así también lo creo

YOUTUBERS: Eso pasa cuando los niños y adolescentes crecen sin


Dios y nadie les inculca valores morales Hacer pactos con el diablo
qué fea manera de perder sus almas

Un atalayo y su mujer
PADRE DE YULIANA: Tengo frente a mí un zopilote Vestido de Ata-
layo que de arriba abajo viene y habla de la salvación de los Peca-
dores en el mundo y su mujer me mira con ojos de deseo cuando
levanta la mirada del libro de oraciones Sus dientes apartados y
jugosos me recuerdan a la línea que separaba las dos piernas de
Natalia bajo la falda de flores donde no había abejas libando polen
sino colibríes que bebían el néctar del vértice de su sonrisa vertical

103
NATALIA (Canta): Cuantas veces te dije llorando
no juegues conmigo
ni me eches mentiras
porque vas a quedarte en la calle
tirado y perdido vendiendo tu vida
yo te dije piensa lo que dices
no ves que la vida es como un columpio
cuando sube se siente bonito
pero cuando baja eso duele mucho…24
ATALAYO: “La boca de los estúpidos hace salir burbujeando la tonte-
dad los ojos de Jehová están en todo lugar vigilando a los malos y a
los buenos la calma de la lengua es árbol de vida pero el torcimien-
to en ella significa un quebrantamiento del espíritu cualquiera que
es tonto trata con falta de respeto la disciplina de su padre pero
cualquiera que hace caso de la censura es sagaz en la casa del justo
hay un repuesto abundante”25
PADRE DE YULIANA: Su risita es joven y dulce se remueve en la silla
las alas de mis manos rozan azulando el aire en un centelleo que
abrasa que hiela
NATALIA: No te digo deja ya hombre te la pasas manoseándome
PADRE DE YULIANA: ¿De quién eres morra?
NATALIA: Tuya no
PADRE DE YULIANA: ¿Quién te da de tragar ramera?
NATALIA: ¿Vamos a firmar contrato con la pantera o no?
PADRE DE YULIANA: ¿qué crees?
NATALIA: no sé
PADRE DE YULIANA: si quieres mi firma tendrás qué usar la pluma
NATALIA: ya no quiero
PADRE DE YULIANA: ¿Ah no? ¿de cuándo acá te me pones perra?
Como que no te hace bien andar en los palenques
NATALIA: Vete a la mierda
LA MUJER DEL ATALAYO: “El burlador no ama al que le censura
el oído que escucha la censura de la vida se aloja precisamente en
medio de los sabios cualquiera que esquiva la disciplina rechaza

24
“El columpio” La nobleza de Aguililla. Miguel Aceves Mejía.
25
Proverbios 15-1-33.

104
su propia alma pero el que escucha la censura adquiere corazón el
temor de Jehová es disciplina hacia la sabiduría y antes de la gloria
hay humildad”26
PADRE DE YULIANA: ¿Cuándo he dejado de cumplir?
NATALI: Me acabo de bañar…
PADRE DE YULIANA: ¿Y?
NATALIA: No quiero
PADRE DE YULIANA: Nunca le has puesto peros
NATALI: ¿vamos a firmar o no?
PADRE DE YULIANA: depende de cómo te me arrimes mamacita
NATALI: ¿si no quiero?
PADRE DE YULIANA: Eso ya es tu pedo calcúlale
ATALAYO Y SU MUJER: “Jesús ama a TODOS hasta a los homo-
sexuales las lesbianas los Travestis los Transexuales Él El Gran
Sanador libra de las ataduras del pecado y de la atracción sexual
que no es natural cuando se busca su perdón y cuando entregamos
nuestra vida al Poder del Espíritu Santo para aliviarnos de nuestro
pasado”27
PADRE DE YULIANA (Canta): Ya lo ves, hoy te encuentras perdida
vendiendo tu vida y yo muy contento
quiera Dios que tu cuerpo se seque
y que de repente se lo lleve el viento
ATALAYO: “Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones que
conducen a la impureza sexual De modo que degradaron sus cuer-
pos Los unos con los Otros Cambiaron la verdad de Dios por la
mentira… Dios los entregó a pasiones vergonzosas las Mujeres
cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la natu-
raleza los Hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer
y se encendieron pasiones lujuriosas los unos con los otros Hom-
bres con Hombres Cometieron actos indecentes y en sí mismos
recibieron el castigo que merecía su perversión”28
PADRE DE YULIANA: Recuperemos el Paraíso concluye el Atalayo
La mujer no puede entender cómo es que la oración puede crear

26
Proverbios 15-1-33.
27
Romanos 6-20-23.
28
La nueva versión internacional.

105
semejante dureza en un pene se pone de pie pasea nerviosa con la
vista fija en el objeto de su apetito el Atalayo bebe agua ella ansía
sentarse en mis piernas Olvidó los folletos en casa no está lejos el
Zopilote vuela se va y yo me arrimo toco con mi lengua los dientes
separados húmedos la mujer del Atalayo se sienta Introduciéndo-
se el pene duro sigo pensando en Natalia.
NATALIA (Canta): No es que tenga yo odio contigo
ni que quiera desearte ya tu mala suerte
pero si viviré agradecida
si en estos momentos me lleva la muerte
PADRE DE YULIANA: Natalia canta con una banda Es una nena ma-
ciza de cuerpo morena cuando apareció era una pobre muerta de
hambre la saqué de la calle cuando la vi me di cuenta vi el poten-
cial a todos se les antoja pero es mía le puse un cuartito donde
vivir yo la represento le compro su ropa sus zapatos sus… lo que
haga falta yo compro y le mando grabar sus discos a veces ameniza
las fiestas de la casa pero a mi mujer no le cae procuramos que vaya
lo menos posible total… bisnes Son bisnes…
Mi Mujer colocó un cartoncillo con una estampa Guadalupana
“Aquí somos Católicos” no volvió el Atalayo ni los dientes apar-
tados
NATALIA (Canta): Ya lo ves hoy te encuentras perdido
vendiendo tu vida y yo muy contenta
quiera Dios que tu cuerpo se seque
y que de repente se lo lleve el viento…
PADRE DE YULIANA: Se fue de gira hace ya rato es hora que no
vuelve dicen que andaba con un Narco y que los balacearon juntos
en Nuevo León no me lo creo Natalia sigue aquí en el comedor
en la sala en la cocina el baño cuando llega mi hija

Lunes de abril
Pacto 2
YULIANA-MARIANA: In nomine Nostri Satanis Luciferi Excellsi
Oh Satanás Padre Mi compañía mi oscuridad Otórgame Poder
para luchar por tu causa envía tus demonios Oh Satanás Agranda
la lujuria Danos tu poder infernal Padre Satanás Llévanos por el

106
camino verdadero de la depravación Somos tus prostitutas te Ala-
bamos Único y verdadero Padre Alabado seas Satanás
MARIANA: Cierro los ojos la oscuridad viene hacia nosotros Có-
modo y cálido Nuestro deseo nos lleva hasta el fuego donde tú
te encuentras eres Oscuridad Luz Sabiduría ah mi señor Nuestras
Almas serán tuyas
YULIANA: Al nacer Fui tuya Tómame Lléname con lo que tú posees
quiero Ser digna de ti
YULIANA-MARIANNA: Te nombramos una y otra y otra y otra vez
deseando que vengas y nos embargues de tu ser
Lléname De ti
Toda De ti
Lleva lo que te pertenece
Mi alma
Así sea
YOUTUBERS: No tienen perdón de Dios ya no tienen esperanza de
Salvación qué triste
- Ay de quien le dice malo a lo bueno y bueno a lo malo
- ¿Tener un familiar homosexual? Ni modo puede que me aver-
gonzaría de tenerlo cerca pero solo Dios acepta y lo que no
- Dios formó un hombre y una mujer
- Usted se refiere a la biblia escrita por simples mortales alguien
como usted como Yo agarró lo más importante y decidió qué par-
tes poner o no en dicho libro Dios dijo AMEN A TODOS POR
IGUAL
- La Biblia no es cualquier libro es la palabra de DIOS

Martes de abril
Un árbol
Yuliana y Mariana visten igual
Desenredan la cuerda y la coloca en la rama del árbol
YULIANA: Dios está reventado desconocido de sí sonámbulo es un
comedor compulsivo sus dientes de hierro mutilan la carne de los
disolutos de aquellos que asimismo pierden el rumbo Alimente-
mos a Dios con carne de juguetes viejos los osos de peluche los
gatos los zorros los hombres de Barbie los vampiros los monstruos
Hagamos que se olvide de nosotras de la materia toda de la que
estamos hechas

107
MARIANA: “Mi sexualidad no es un pecado, es mi propio paraíso” y
se aventó del último piso de un centro comercial sucedió en Co-
lombia el muchacho murió poco después
YULIANA: Dijo que esa frase concretaba lo que nos unía lo que nos
uniría eternamente
NATALIA (Canta): ¿Por qué seré capaz
de llegar a la luna
y a miles de estrellas?
pero solo una ha tocado mi corazón…
Te juro vida mía
que habrá miles de estrellas
pero tú eres mi amor…
YULIANA: Nos fugábamos siempre como hoy Fugitivas a pocos cen-
tímetros del piso tensos nervios arterias inquieto compás pies que
no dejan huella Mariana me voy cerrados párpados abajo el negro
cabello tirado por el viento busca las espinas del árbol
NATALIA (Canta): El viento que respiro
me ha dicho que me amas
y que de vez en cuando
también tú me extrañas
te juro me da miedo la soledad
por eso es que te ruego
compartas tu cariño
conmigo nada más…
vestimos Mariana igual los colores blusa y pantalón zapatos Un
pájaro reprobatorio viene a gritarnos a la cara Busco Mariana tu
mano las ramas pienso se quebrarán ¿qué vamos a hacer? No veo
más que un punto rojo que se hace más rojo en la lejanía las casas
los coches se van duele Mariana duele
YULIANA: Este Temblor nos aleja el vaivén del columpio trae tu
cuerpo junto al mío detrás de mí tu vaho me moja se vuelve mé-
dula Tus pezones duros…
NATALIA (Canta): nada más contigo,
contigo quiero estar toda la vida.
que me des tu abrigo,
tus besos, tu calor son mi alegría.
quiero estar contigo toda la vida…

108
YULIANA: Dame tu mano los dedos quieren amarrar el aire ¿por qué
el viento no deja de murmurar letanías? aún siento las heridas en
el cuello están las cartas escritas lo dijimos Cumplimos
MARIANA: Madre mía ¿nos iremos a quedar sin pensamientos? Lo
de menos es Soñar ¿cómo irán a vernos? la pimienta roja del pirú
en los cabellos suspendidas casi al ras de la tierra escarabajos en
lugar de ojos resplandores
NATALIA (Canta): Quiero estar contigo toda la vida…
MARIANA: Se… mueve el viento, Yuliana… No veo tu rostro ¿So-
mos las mismas?
YULIANA: Otras somos
MARIANA: me orino… tendremos un hijo
YULIANA: Nacerá del charco de los meados Eres un sendero que ca-
mino espinazo crujiente seco hablas Sin voz con razones mojadas
en llanto
NATALIA (Canta): nada más contigo
contigo quiero estar toda la vida.
que me des tu abrigo,
tus besos, tu calor son mi alegría.
quiero estar contigo toda la vida…
YULIANA: El estallido de tu aliento en mi espalda no voltearé No veré
la súplica que pende de tus ojos Me ves de espaldas el pelo agitado
por el viento deshaciendo el aroma del baño de la mañana
NATALIA (Canta): quiero estar contigo toda la vida…29
YULIANA: Aparentemente estábamos vivas No lo estábamos real-
mente no quisimos decepcionar a nadie
Los cuerpos femeninos penden del árbol, solo se ven sus sombras…

29
“Nada más contigo”. La nobleza de Aguililla.

109
ZERO

Xavier Ángel Marti

I
Laboratorio.
Un cuerpo en formación flota en el espacio virtual de la gran pantalla.
ZERO: Veamos… El cuerpo de una persona de 50 kilogramos de peso
contiene: 32.5 kilogramos oxígeno, 9 kilogramos carbono, 5 kilo-
gramos hidrógeno, 1.7 kilogramos nitrógeno, 750 gramos calcio,
500 gramos fósforo, 175 gramos potasio, 125 gramos azufre, 120
gramos sodio, 95 gramos cloro, 25 gramos magnesio, 2.5 gramos
hierro. Combinados entre sí y con otros elementos y moléculas,
forman los tejidos y fluidos del cuerpo humano: carbón, hidró-
geno, oxígeno, nitrógeno… elementos químicos primarios, indis-
pensables, que conforman la materia viva…
Comencemos por diseñar, digitalmente, la organización estructu-
ral de un cuerpo femenino: Agrupemos en diferentes niveles las
materias que conservan todas sus propiedades… carbono, calcio,
potasio, sodio, moléculas, macromoléculas y sustancias esenciales,
proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y… hagamos una apor-
tación medular: la célula… La célula como unidad estructural bá-
sica y funcional de los seres vivos…
Agrupar tejidos… de células similares. El tejido hepático con he-
patocitos… Una organización superior. Sistémica. Diferentes ór-
ganos unidos para el desempeño de una función…
Hagamos una conexión absolutamente necesaria en el medio in-
terno que está constituido por una función intracelular y extrace-
lular. Su porcentaje 56%. Dos tercios intracelular, dos tercios extra-
celular, ambos en constante movimiento en el torrente sanguíneo.
El líquido intracelular se mueve rápidamente por la sangre circu-
lante, contiene iones y nutrientes para mantenimiento de la vida
celular…

110
Coloquemos conductos, tubos in/out… El líquido extracelular
contiene grandes cantidades de iones. Nutrientes: oxígeno, gluco-
sa, ácidos grasos y aminoácidos. Y CO2…
El cuerpo resultante posee rasgos femeninos.
¿Existir… o no existir? Esta es la cuestión… la pregunta.
Recobrar el átomo cósmico de su estructura intelectual y corpó-
rea y someterla a una simple y mortal ecuación: Ser… ADN ácido
desoxirribonucleico: Estructura genética que protege las molé-
culas RNA en series específicas de nucleótidos; en cloroplastos,
mitocondrias, cromosomas y plásmidos. Cadena doble de nucleó-
tidos, cada uno de los cuales contiene: azúcar desoxirribosa, bases
nitrogenadas: adenina, citosina, guanina, timina, radical fosfato.
Los nucleótidos se unen formando largas cadenas, en un orden y
simetría determinados. Morir es dormir. ¿No más? Morir es dor-
mir… y tal vez soñar… ¿Qué se sueña en el silencio del sepulcro?
Soñar que estuvimos vivos…
NICANOR (Voz): El arribo pericial de la oscilación cromosómica, da
hoy, a la citogenética, una nueva herramienta, confiriéndole una
sublime exactitud en la personalización de los cromosomas, facili-
tando su asociación y codificación morfológica.
ZERO: Padre…
NICANOR (Voz): La tesis citogenética que he practicado en animales
domésticos me ha llevado al diagnóstico y detección de un sin-
número de enfermedades congénitas, prepuberales, patológicas,
reproductivas y relacionadas con disturbios metabólicos.
ZERO: Recuerdo los momentos en que, siendo niño, me llevaste so-
bre tus hombros… Ahora tu ausencia me llena de horror… ¿Qué
se hicieron tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes
repentinos?
NICANOR (Voz): Esta… oscilación o bandeo cromosómico aporta
información al mapeo genético, permite precisar la localización
de genes, hace viable la comprensión de la estructura cromosómi-
ca y de los reordenamientos derivados de distintas alteraciones:
fusiones y fisiones céntricas; translocaciones recíprocas y en tan-
dem; inversiones peri y paracéntricas; delecciones; duplicaciones;
constricciones secundarias; gaps; fracturas cromosómicas, e te ce,
e te ce.

111
ZERO (Bosteza, lo vence el sueño): El polvo es tierra, de la tierra hace-
mos barro… me estoy durmiendo, creo que el cansancio…
NICANOR (En la pantalla): Los bandeos cromosómicos se clasifican
en morfológicos y dinámicos. (Su imagen se va fusionando con Zero).
NICANOR-ZERO: Los bandeos morfológicos se obtienen del estu-
dio metodológico de la heterogeneidad de la cromatina. Existe en
ellos una relación con proteínas histónicas —casi idénticas en to-
dos los seres vivos—, proteínas no histónicas —que no se parez-
can unas a otras— e interacciones ADN. A su vez, estos bandeos
deben ser clasificados en: modos de teñido diferencial, métodos
de tinción o teñido selectivo, coloraciones con fluoroeromos es-
pecíficos aislados o combinados con colorantes no fluorescentes,
y tinciones con anticuerpos fluorescentes. (Su rostro se transforma
lentamente hasta convertirse en un espectro): Los bandeos dinámi-
cos se producen mediante técnicas que implican la afiliación de
una base similar, bromo desexiuridina BrdU, en el ADN durante
la fase S del ciclo celular. Se le llama bandeo de replicación, por la
relación existente entre el tiempo de incorporación del BrdU y el
patrón de replicación. Cuando se anexa BrdU durante la fase de
replicación temprana obtenemos un patrón de bandeo R, desta-
cándose las regiones ricas en G-C. Los cromosomas pueden vi-
sualizarse recurriendo a diferentes medios de teñido, empleando
colorantes tales como el Giemesa o el naranja de acridina o usan-
do anticuerpos específicos…
ESPECTRO: Zero, duerme plácidamente en el confort de tus neuro-
nas, ahora te hablaré en sueños, mira mi boca descarnada entre las
sombras… Un velo de tinieblas cubre mi infame aspecto, sobri-
no, yo he muerto, mas no de muerte perpetua sino de muerte en
vida, soy una réplica ambulante de la muerte. Réplica ambulante
de la muerte. Ambulante de la muerte. De la muerte. La muerte…
Muerte…

II
Cementerio noche.
CAMUESO: ¿Cómo se te ocurrió venir a ensayar a este panteón en rui-
nas…? No creo que ni los muertos se paren por aquí… Hace un frío…
HERMIONE: ¿Tienes miedo? (Se recuesta sobre la lápida de una tumba).

112
CAMUESO: ¿Yo…? No… ¿Cómo crees…? No está mal para hacer
teatro… es pasmoso y sombrío… como si los guardianes de las
tumbas fueran espectadores… digo, las esculturas, los mármoles
y hasta los grifos… la neta… sí te inspira… Hermione… hueles
sabroso y… en la lápida… te ves… lindísima.
HERMIONE: Déjame recordarte que vinimos a ensayar, no a coger…
CAMUESO: Ya acabamos, ¿no? Mira, me tiendo, aquí, junto a ti. ¿Dejas
que esta nueva escena la dirija yo…? Lo furtivo es emocionante…
HERMIONE: Una de dos, o trabajamos o nos ponemos de cochinos.
Una cosa no lleva forzosamente a la otra.
CAMUESO: ¿Tienes miedo de que nos vean? ¿Quién va a venir…?
HERMIONE: No sé… Igual, en el momento menos esperado se nos
aparece un perro zombi. De verdad, no te lo tomes a risa… Nues-
tros científicos están haciendo pruebas con perros callejeros para
desarrollar lo que se llama ‘animación suspendida’. No tardarán
mucho en probarlo en humanos. Recogen al perro, lo duermen, y
le drenan la sangre al mismo tiempo que se la reemplazan con una
solución de sal.
CAMUESO: ¿Y… ya con eso tienes un perro zombi?
HERMIONE: Son pruebas… para luego hacerlo con humanos… Los
animales están científicamente muertos… no resuellan ni tienen
acción cerebral… Tres horas después de que les llenan las venas
con agua salada, los perros zombis vuelven a la vida mediante un
shock eléctrico.
Quién quita y se nos aparezca uno de esos esta noche…
Lo besa y de inmediato se pone de pie. Se escucha el aullido de un perro.
CAMUESO: Me cuentas tus historias y cuando estoy en la emoción
pura, te vas, burlándote de mí… ¿Así van a ser las cosas?
El perro vuelve a aullar.
¿Te diste cuenta…? Una ráfaga de viento frío nos puso a temblar,
al tiempo que el perro aulló. Ya lo había sentido… cuando esta-
bas declamando, en el ensayo… hubo un momento… me daba
la sensación de que las palabras eran velos oscuros saliendo de tu
boca… y luego… desaparecían… Y no te quise interrumpir, claro.
HERMIONE: Aquí las cosas fluyen calladamente… te erizan… te la-
men la piel… los pechos… anidan en tu cerebro… la emoción se di-
lata en la sangre y las palabras brotan sutiles, envolviendo la lengua:

113
De ti llevo mala fama,
siempre te maldeciré, ca por ti penaré,
que nunca hiciste cosa que semejás hermosa,
ni de noche ni de día de lo que yo quería.
CAMUESO: No te entiendo, Hermione.
HERMIONE: Es castellano antiguo.
CAMUESO: Me refiero a ti… ¿no te da miedo venir sola a este sitio?
Hay que estar medio orate…
HERMIONE: Y eso que no quieres creer lo que te he dicho del abe-
rrante espantajo que se me ha aparecido en otras ocasiones. La
noche pasada… estaba sola delante del angelote aquel… me senté
ahí… buscaba un refugio, no me sentía bien, andaba rara, fuera
de onda… Sí, ya sé qué vas a decir: “pinche angelito de tu guarda,
¿no?” Esa misma estrella brillaba en lo alto… Y las campanadas de
la vieja iglesia… suenan igual que están sonando ahora…
ESPECTRO: Nada proviene de la nada. La naturaleza de la naturaleza
está formada por átomos. Los átomos son indestructibles. La na-
turaleza no permite la destrucción visible de las cosas. La materia
es persistente.
CAMUESO: ¿Oíste eso? ¡El aire se parte! El chorro que venía encajo-
nado, de pronto se hace dos y en el medio: nada.
HERMIONE: ¡Es él! ¡Es él! Está ahí, es el mismo de la otra noche, ¿lo ves?
CAMUESO: Háblale, Hermione. Puede que te busque a ti. Eres tú
quien viene todas las noches, de seguro inquietas el reposo de los
muertos.
HERMIONE: Es una sombra escapada del mismo infierno… Nunca
fuiste al altar por buena ofrenda dar, ni diezmo ni primicia ni bue-
na penitencia; ni hiciste oración nunca de corazón, cuando ibas a
la iglesia.
CAMUESO: ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿De qué infierno has sacado
tal presencia aberrante?
HERMIONE: ¡Habla, di algo…! ¡No te vayas! ¡Habla, sombra! ¡Mez-
quino, malhadado, tan mal hora fuiste nado! ¿Qué quieres? Di.
¿Qué es lo que buscas?
CAMUESO: Se fue… No dijo nada más… Nunca en mi vida había
visto un espectro… No lo hubiera creído, si no le hubiera mirado
con mis propios ojos.

114
HERMIONE: A mí me parece conocido. Bajo esa torva mirada y de-
trás de esa pestilencia, este fantasma… se parece a uno de nues-
tros científicos…
CAMUESO: Puede que tengas razón… ¿Te acuerdas de aquel discur-
so que dio uno de ellos, el que se echó un rollazo acerca de Adán
y Eva…? Hasta dijimos que íbamos a hacer una obra con eso, ¿te
acuerdas?
HERMIONE: Dijo que nuestros primeros padres no son más que una
metáfora bíblica y que Dios… más allá de ser un poeta, no existe.
CAMUESO: Y que son entidades atómicas libres que, cuando se fu-
sionaron, crearon el caos y de ahí surgió el primer ser humano. Fue
ahí, en el auditorio de la facultad. Todos nos botamos de la risa
porque no entendíamos ni madres de lo que decía.
LOS DOS: ¡Nicanor!
HERMIONE: El padre de Zero.
CAMUESO: Desapareció, sin más… se perdió en la noche.
HERMIONE: Dicen que tuvo un brote sicótico a causa de las drogas y
venenos que se metía… ¿Estará sepultado en este lugar?
CAMUESO: Ya empezaste otra vez con tus cuentos…
HERMIONE: Dicen que fue la época más gloriosa y feliz de estas rui-
nas que ves, poco antes de que el poderoso Max cayera fusilado en
Querétaro. Entonces quedaron vacíos los sepulcros… y los amor-
tajados cadáveres, gimiendo en voz confusa, vagaron por las calles
de la ciudad. Las estrellas resplandecieron con encendidas colas.
Cayó lluvia de sangre. Se ocultó el sol entre celajes funestos y el
húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno,
padeció eclipse como si el fin del mundo hubiese llegado…
ESPECTRO: ¿Por qué un elemento es blando y otro es de extrema
dureza? ¿Por qué el mercurio es líquido a temperatura ambiente y
el sodio es un sólido o el argón es un gas? Los átomos no se tocan
entre sí, están suspendidos en el vacío formando un enjambre. El
vacío es lo que permite el cambio, y el cambio es todo lo que ob-
servamos.
El canto de un gallo.
CAMUESO: ¡Se va otra vez! Desaparece al cantar el gallo.
HERMIONE: Algunos dicen que cuando el gallo canta toda la noche,
ningún espíritu se atreve a salir de su morada. Las noches son sa-

115
ludables, ningún planeta influye siniestramente, ningún maleficio
produce efecto, ni las hechiceras tienen poder para sus encantos.
CAMUESO: Será mejor irnos… ya está amaneciendo y no nos con-
viene que nos vean salir de aquí.
HERMIONE: ¿Y si le contamos a Zero? Nicanor es, o era, su padre…
CAMUESO: ¿Qué le vas a decir… que su papá es un espectro ambu-
lante suburbano…?

III
Laboratorio. Luz en vaivén.
TEACHER LADY: ¡Aumenta la descarga, Muescas!
Las descargas eléctricas chisporrotean. El cuerpo desnudo de una mu-
jer se incorpora con los ojos muy abiertos.
TEACHER LADY: ¡Cuide que la solución entre sin problemas, profe
Anubis!
PROFE ANUBIS: ¡Todo procede correctamente, va bien, va bien
guiada, no se preocupe, Teacher Lady! Debemos conservar su
cuerpo frío por unas semanas… Que los injertos cobren torren-
te sanguíneo, que vivan… ¡Ayúdeme, Muescas…! Años y años
y años de estudio en el mínimo resquicio de toda especulación,
clave, sueño… ¿Recuerda, Muescas, esa caduca teoría: ‘ritmo de
vida’, que era tan popular? Postulaba que toda bestia, incluyendo
por supuesto a los de su especie, nace con un número específico de
latidos. Afirmaba que, si el corazón latía a altas velocidades como
ocurre con los animales nocturnos, la vida era más corta. Algo
como: ‘vive apresurado, muere joven’.
TEACHER LADY: En cambio, si el corazón late a bajas velocidades,
como es el caso de ciertas tortugas…
PROFE ANUBIS: Con este prototipo, comenzamos por hacer una
prueba de ADN.
MUESCAS: Eso bien que se lo aprendí al sabio Nicanor. Él decía que,
en términos químicos, el ADN es una molécula enorme, extrema-
damente complicada.
PROFE ANUBIS: Cada vez que una célula se divide, el ADN se re-
plica en una copia perfecta. ¡He aquí los resultados! ¿No le parece
preciosa?

116
MUESCAS: Esa cara es inconfundible… ¿No hay manera de hacerle
algún cambio? Cuando la saquemos a la luz, más de uno va a reco-
nocerla. Se la van a querer llevar. O ella querrá irse a casa en cuanto
recupere la totalidad de sus neuronas …
PROFE ANUBIS: No creo… Te recuerdo, Muecas, que ya no son las
mismas neuronas.
TEACHER LADY: No seas impertinente, Muescas, de los museos de
cera nadie se lleva alguna de las figuras solo porque alguien la re-
conoce o porque fue su amigo o su pariente… Tu abuela está en
el escaparate de las momias y no has querido llevártela a tu casa.
MUESCAS: Ni loco, me golpeaba de niño, era un ogro, bueno, una
ogra, ¿o se dice ogresa?
TEACHER LADY: Bajen la voz… ya se aproxima el famoso Zero, el
sobrino sin rostro de nuestro honorable y perdido sabio Nicanor.
PROFE ANUBIS: O es un engendro creado por Nicanor, o su hijo
ilegítimo, al cual se le ha caído la cara de vergüenza.
Entran Oralis y Zero.
ORALIS: ¿Quién es ella?
PROFE ANUBIS: El milagro de la ciencia… La ciencia no la inven-
tó Dios, es una ecuación lógica del despertar… del abrir los ojos,
del… haber comido el fruto de aquel mítico árbol prohibido
del Paraíso Terrenal, el árbol del conocimiento. La ciencia es la
creación del hombre y si no creación, entonces evolución, poder,
Dios no existe, nosotros permanecemos aquí. ¿Él…? No sabemos
dónde está su domicilio, nosotros somos los dueños absolutos de
nuestro propio destino.
TEACHER LADY: Ella es ella, la bella que hace tiempo se atragantó
con un hueso de pollo clavado en el cogote. El Profe Anubis, nues-
tro más grande hombre de ciencia, hizo posible lo que Muescas, tu
padre, llama ‘su resurrección’.
ZERO: Es perfecta…
TEACHER LADY: Por ahora solo es… carne muerta… Estamos in-
tentando devolverle la lozanía de la piel, la suavidad al músculo…
hacerlo disfrutable, mullido… placentero, lleno de sensaciones y
palpitaciones nerviosas…
PROFE ANUBIS: Nicanor, tu padre, estaría orgulloso de competir
contra el mismo creador del universo; en caso de haber alguno,

117
claro… No te aflijas, Zero, amigo, aún no sabemos nada de él…
Nicanor era hermético, no quería que nadie se enterara de sus se-
cretos, apenas sí comía, últimamente actuaba de forma extraña.
ZERO: ¡ Justo es que, al menos, encontremos su cuerpo para darle se-
pultura!
TEACHER LADY: ¡Hasta darle los santos óleos…! Si es que está
muerto… Como es tu deseo…
PROFE ANUBIS: Somos hombres de ciencia, para nosotros la vida y
la muerte son equivalentes. Estás aquí, Zero, porque eres el suce-
sor del Gran Nicanor; tú darás continuación a sus estudios, desci-
frarás lo inacabado… habrás de prolongar su legado.     
Salen.
ZERO (Al cuerpo inanimado de la mujer con los ojos abiertos): Eres…
el resultado de una fórmula exacta, una ecuación de rítmicos nú-
meros, raíces abstractas, movimientos que, a cada tanto, conspiran
en la imaginación, que comprimen la lógica y restan dividendos
a la emoción y el sueño. ¿Qué somos? ¿Cuál es el logaritmo de la
realidad, la división de lo verdadero y lo falso? Hasta hace poco
eras solo obsesiones, sudores… un cuerpo, un rostro en una pan-
talla de gran resolución, elaborada por millones de foquitos par-
padeantes cual células que te visten de músculos, de piel… ¿Cuál
será la réplica de tu voz, el timbre que en algunos momentos será
ensayado y tus matices serán reducidos a simples matemáticas, a
fórmulas exactas? Tu cuerpo es de hielo… Sin el frío, tu bello ros-
tro comenzaría a caerse a pedazos… no te alarmes, mi alma está
a la misma temperatura que la tuya, soy una especie de muerto
en vida, no genero calor, no despido aromas, no tengo rostro. Soy
Zero, incoloro, insípido y… borrado…

IV
Cementerio noche.
ZERO: Qué frío hace en este camposanto… Dieron las doce. He oído
repicar la vieja campana. El viento trae un ruido confuso, lejano.
Lo oigo… ¡Aquí viene… está aquí!
ESPECTRO: Nada proviene de la nada. La naturaleza de la naturale-
za está formada por átomos. Los átomos son indestructibles. La
naturaleza no permite la destrucción visible de las cosas. La ma-

118
teria es indestructible. ¿Por qué un elemento es blando y otro es
de extrema dureza? ¿Por qué el mercurio es líquido a temperatura
ambiente y el sodio es un sólido o el argón es un gas? Los átomos
no se tocan entre sí, están suspendidos en el vacío formando un
enjambre. El vacío es lo que permite el cambio, y el cambio es todo
lo que observamos.
ZERO: ¿Eres tú, padre? ¡Respóndeme! ¿Por qué te escondes tras los
rayos pálidos de la luna? Parece… que quieres decirme algo… No
respondes, solo haces muecas. No tengo miedo de que todo sea
un engaño de mi mente… Camina, espectro… yo te sigo a don-
de quiera que vayas… ¿A dónde vamos? Si no hablas, no daré un
paso más.
ESPECTRO: Mírame… Estoy viviendo en el infierno… Pon aten-
ción, te voy a vaciar el costal de mis aflicciones. Abre los ojos…
Mírame… bajo este aspecto sigo siendo tu padre… Véngame de la
ruindad: véngame de la alevosía cruel y atroz. Estoy muerto, sí…
Muerto en vida… Escúchame… Corrieron la voz de que, traba-
jando en mi laboratorio, me quedé dormido y que la fatídica fór-
mula por mi mal hallada, cayó sobre mí… Esa fórmula, que hace
que la noche se enquiste durante el día y que los sueños se alteren
y, repugnantes y groseros, salgan a la luz del día convertidos en
demonios incorruptos y sacrílegos… me fue escanciada por el
mismo soplo divino que iluminó al Adán primerizo, para acabar
con el oxígeno de mi sangre. A todos oídos corrió el rumor de mi
culpa mortal… yo fui el inventor… y caí bajo las garras de ese trío
de inútiles cerebros: Muescas, la fría… Teacher Lady y el macabro
profesor Anubis. Ellos, trayendo consigo la fórmula robada de mis
logros y sapiencias, sorprendieron mi reposo en aquella hora de
quietud, y derramaron en mi oído la ponzoñosa destilación que,
similar en la agudeza al azogue, se demoró por todas las entradas,
salidas y conductos de mi cuerpo. Mi piel comenzó a despegarse,
en una especie de lepra de ásperas y asquerosas costras… Ya canta
el gallo. Adiós. Ya la luciérnaga, amortiguando su aparente fuego,
anuncia la proximidad del día. Adiós. Acuérdate de mí. Nada pro-
viene de la nada. La naturaleza de la naturaleza está formada por
átomos. Los átomos son indestructibles. La materia es indestruc-
tible. (Desaparece).

119
ZERO: Estoy al borde de un abismo… Es un sueño terrible… Des-
cansa… aberrante espectro… Me voy en silencio… que nadie
sepa que he venido…

VII
Laboratorio.
MUESCAS (Lee): Duda porque arden las estrellas, duda si al sol hoy
acción le falta duda lo cierto, acepta lo dudoso; pero no dudes de mi
amor las avaricias. Estos versos agrandan mi dolor, querida Oralis; ni
sé tampoco decir mis penas con arte; pero cree que te amo in extremis.
Adiós. Tuyo siempre, mi adorada niña, mientras esta máquina exista.
Zero.
TEACHER LADY: Es una pésima copia de la carta que Hamlet envió
a Ofelia…
MUESCAS: ¿Qué está usted insinuando, mi bellísima Teacher?
TEACHER LADY: Nada, dije que bien le harían unas clases de redac-
ción al joven. Mejor me voy, ahí llega.
Entra Zero. Teacher Lady sale.

VIII
MUESCAS: ¡¿Cómo va todo, joven Zero?!
ZERO: Bien, todo bien, don orate.
MUESCAS: ¿Me reconoces?
ZERO: Lindamente. Tú vendes tripas.
MUESCAS: ¿Yo? No.
ZERO: Así anduvieras virtuoso.
MUESCAS: ¿Virtuoso dices?
ZERO: Sí, señor. El ser virtuoso según sea el mundo…
MUECAS: Bueno…
ZERO: Si el sol engendra gusanos en un perro muerto y aunque es
como un Dios, alumbra dócilmente con sus rayos a un cadáver co-
rrupto... ¿No tienes una hija?
MUESCAS: ¡Ah, sí, señor, una tengo!
ZERO: Pues no la dejes que se pudra al sol.
MUESCAS: ¿Qué quieres decir con eso? (Aparte): Siempre está pen-
sando en mi hija. ¡Está loco rematado…! Y en verdad que yo tam-
bién, siendo púber, me vi muy excitado por el amor... Casi tanto

120
como él. Voy a hablarle otra vez. ¿Te gusta la muchacha, eh, joven
Zero?
ZERO: La clonación es inmoral porque hace de la vida humana tan
solo un instrumento que vulnera su dignidad…
MUESCAS: ¿Qué dices?
ZERO: Palabras, palabras, todo palabras.
MUECAS: ¿Y de qué se trata?
ZERO: ¿Entre quién?
MUESCAS: Digo, siendo hijo de sabio… ¿de qué trata todo lo que
tanto tartajeas?
ZERO: De calumnias, de atentados, de mentiras… La clonación, de-
cía mi tío, supone un atentado a la persona así creada, que sufriría
una manipulación difícil de superar…
MUESCAS: ¿Cómo?
ZERO: Que los arcaicos tienen la barba blanca, las caras con arrugas,
que vierten mocos abundantes; que les fallan los remos, y mucha
falta de cerebro.
MUESCAS: Vaya, al menos habla igual de oscuro que el tío, no capizco
ni jota. Aunque está de remate no deja de tener su propio método
en lo que dice. Zerito, ¿no quieres venir adonde nos dé el aire?
ZERO: ¿Adónde? ¿Al pudridero?
MUESCAS: ¡ Ja! ¡Qué chistoso! Pues, sí, allí nos da el aire. (Aparte):
Mejor voy a disponer al instante un careo entre él y mi hija. Así me
vaya… Zerito, con tu venia, parto sin dolor.
ZERO: No me puedes pedir cosa que con más gusto te conceda; ex-
ceptuando la vida, eso sí, exceptuando la vida.
MUESCAS: Ba bai, jovenazo. (Sale).

IX
ZERO: ¡Adiós, lambiscón! ¡Parásito! Tengo otra tarea qué resolver en
la parte dos de mi cerebro. Veamos: debe haber, en algún resqui-
cio olvidado, la manera de integrar olores a las imágenes virtuales.
(Teclea en la computadora): Crear el aroma virtual de las cosas,
como lo es el perfume de las campánulas del campo. Sí, oler bien
es una virtud. Y aprender a olisquear, como alguien que escucha,
es otra virtud.

121
Aparece el rostro de Venus en la pantalla.
Un circuito electrónico no es más que una red complicada de ma-
teriales plásticos y condensadores que no tienen nada qué ver con
los seres vivos, es, más bien, material inerte. ¿Qué estoy haciendo?
Debo estar dormido por algún rincón, incapaz de poder desper-
tar… ¿Me apliqué algún experimento? ¿Alguna vacuna? No me
acuerdo.
VENUS: Despierta, Zero, ¡Zero, levántate!
ZERO: ¿Quién eres…? Tú…
VENUS: Tú…
ZERO: ¿Hablas…?
ESPECTRO: Nada proviene de la nada. La naturaleza de la naturaleza
está formada por átomos. Los átomos son indestructibles. La na-
turaleza no permite la destrucción visible de las cosas. La materia
es indestructible. La naturaleza de la naturaleza está formada por
átomos. Los átomos son indestructibles.
ZERO: ¿Vida…?…
ESPECTRO: La naturaleza no permite la destrucción visible de las
cosas.
ZERO: ¿… muerte?
ESPECTRO: La materia es indestructible.
VENUS: Facultad de muertos. Rumores… susurros. Desde sus losas
los filósofos insepultos arrojan sus libros. Logia de mujeres muer-
tas. Contémplalas como un visitante de teatro. Te arrancarás el
gambox.
ZERO: ¿Qué dices?
Oscuro.

X
Zero tirado en el piso. El monitor está encendido.
Entran Teacher Lady y el Profe Anubis.
PROFE ANUBIS (se acerca a Zero y, con la punta del pie, lo mueve):
¡Buenos días…!
TEACHER LADY: Es un halago para nosotros el que dediques parte
de tu sagrado tiempo a la reflexión de nuestra obra…
ZERO: Buenos días, ¿cómo va todo?
PROFE ANUBIS: Ya tú lo ves con tus propios ojos.

122
TEACHER LADY: Nos creemos felices en no ser demasiado felices.
Dice el dicho: No servimos de plumero al tocado de la fortuna.
PROFE ANUBIS: ¿Ni de suelas a su calzado?
TEACHER LADY: Ni uno ni otro.
ZERO: Señal de que el día del juicio va a venir pronto.
TEACHER LADY: Radical, radical… ¿es un rasgo familiar?
ZERO: Debo recordarles, señores, que mi tío no creía en la explota-
ción de réplicas humanas. Decía que el clonado, al ser escogido
por otros mortales que han resuelto cuál va a ser su dotación ge-
nética y sus características biológicas, carecería de las relaciones
elementales de familia: no tendría padre, ni madre: tendría un her-
mano gemelo mayor, una madre ovular y una madre de alquiler.
PROFE ANUBIS: Todo eso es cierto y absolutamente maravilloso,
me parece escuchar aún la voz de tu excelso tío… A lo que voy,
niño genio, es que el clonado será generado con un fin: emular a
alguien cuyas características interesan por algún motivo: un hijo
cadáver al que se pretende suplir, un genio cuyas habilidades inte-
resa mantener, etc…
ZERO: Las secuelas psicológicas de esa coacción serían imprevisibles.
Cualquier ser humano tiene derecho a que ningún tercero decida
su mecanismo genético. Ser querido por sí mismo y no para al-
canzar un fin, como emular o sustituir a alguien; planteamiento
que supone, además, la inexperiencia total de cómo son los seres
humanos. Dígame usted, ¿cuáles son los orígenes de esta mujer,
de dónde procede? La clonación reproductiva atenta contra la li-
bertad del clon, fija sus condiciones biológicas según el criterio de
otros.
PROFE ANUBIS: Ahí tienes.
Teacher Lady y el Profe Anubis se desternillan de risa. Salen.

XI
ZERO (Con un cráneo en sus manos): Esta calavera tendría lengua en
otro tiempo, y con ella podría también cantar… Las húmedas
palabras vendrían a veces a enroscarse en la apófisis palatina del
maxilar hasta tocar con la punta el palatino. Y esta otra, podría
ser muy bien la cabeza de algún mandatario, que acaso pretendió

123
engañar al Cielo mismo. Sus desvaríos y delirios quedaron gra-
bados en signos en esa porción petrosa del temporal, haciéndose
evidente la coloración en la porción escamosa, corriendo como
una galaxia hacia el esfenoides. O la de algún filósofo, que diría en-
gomando la voz a través del tubérculo faríngeo: “felicísimos días,
Señor Sublime, ¿cómo va de salud, mi adorado Señor?” La sutura
palatina media es la evidencia de que existen dos hemisferios…
¿Luz y sombra? ¿Blanco y negro? ¿Bueno y malo? La tarea es des-
cubrir al hombre en el justo medio, entre los dos hemisferios. Y
esta puede ser la del químico Fulano, que hacía grandes descubri-
mientos con el físico Zutano… y ahora está en poder del señor
gusano… Grandes revoluciones se hacen aquí, si hubiera en noso-
tros, medios para observarlas… ¿El costo para la creación de estos
huesos es acaso poco para la naturaleza? ¿Y que hayan de servir
para que esta gente se divierta con ellos? Ala mayor del esfenoides,
Arco cigomático, Apófisis cigomática del temporal, Apófisis pte-
rigoides, Vómer, Apófisis mastoidea… cráneos… huesos… esta
otra, ¿por qué no podría ser la calavera de un erudito? ¿Adónde se
fueron sus equívocos y sutilezas, sus litigios, sus glosas, sus líos?
Este tendría, quizás, mientras vivió, molde de acaparador... he aquí
la renta de sus rentas, y el cobro de sus cobranzas; todo ha venido
a parar en una calavera llena de polvo. Los títulos de los bienes que
poseyó no le cupieron en el ataúd… (Se toca la cabeza): ¿Y esta?
¿Qué dice esta calavera? Ser o no ser… una fábula, una ficción…
nada… ¿Dónde perdimos el ego?

XII
PROFE ANUBIS: Muescas y yo hemos dispuesto que el muchachi-
to, tenga un encuentro con Oralis. Muescas y yo, nos colocaremos
donde veamos sin ser vistos. Así podremos juzgar de lo que, entre
ambos, pase. Hay qué jugarnos el futuro, no queda otra.
TEACHER LADY: Oralis, confío en ti, querida mía, qué bueno ha
sido que tu padre te haya hecho consciente del embrollo en que
te encuentras. Todo cuanto pueda ocurrir aquí, también te con-
cierne, si uno de nosotros se va a la mierda, tú irás al mismo fin:
¡¿oíste, niña?!
Salen Anubis y Teacher Lady. Quedan Oralis y Venus.

124
ORALIS: Blue as… El demonio está aquí, míralo, míralo, tan frito
como una trucha en un plato de plata. El demonio me mira y yo
quiero que alguien me diga por qué por las noches no puedo dor-
mir, por qué no puedo dejar de soñar con él, por qué yo quiero
beberme una soda, una soda de cherry, jugar al fútbol, pensar un
buen Burger King, respirar el aliento de un suave veneno de alco-
hol, un candy pegoteado en las muelas, unos Mafer cacahuates,
unas papas mutantes, un rico pastel.
El demonio está aquí, vino vestido de azul. Es un demonio que
no tiene alma, ni cuerpo; es un raro ejemplar de cosas siniestras,
de metales pulidos, de ansias, de quimeras vendidas en celofanes
usados.

XIII
ZERO: Existir o… no existir, esta es la cuestión. Los organismos con
vida son células entramadas en un cuerpo… la célula es clave in-
sustituible para la vida. Dios creó las células y las puso en cultivo.
Redujo, en pases sucesivos, la concentración de proteínas nutriti-
vas. Así, como lo haría el experto, contuvo la división de las células
en cultivo para que subsistieran en estado de quiescencia. Extirpó
el núcleo a los óvulos dejando encima los citoplasmas. Las células
quiescentes sembradas y los óvulos enucleados se fusionaron con
un breve pulso eléctrico que implantó microporos en las mem-
branas de ambas células. Hizo abrir los canales del calcio de la
membrana para excitar, como hace el espermatozoide al fecundar
el óvulo, todo el metabolismo celular y el desarrollo de un nuevo
ser… y… ¿quién ha inventado la muerte? En alguna parte debe
haber un Dios antagónico al Creador. Existimos soñando que es-
tamos vivos… Morir es dormir. ¿No más? Morir es dormir... y tal
vez soñar. Y esta es la pregunta: ¿Qué se sueña en el silencio del
sepulcro? Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan
larga. ¿Quién podrá tolerar el temor de que existe alguna cosa más
allá de la muerte? Oralis…
ORALIS: ¿Cómo te ha sentado tu estancia en el infierno, Zerito?
ZERO: Guanajuato es una prisión.

125
ORALIS: En mi compu tengo algunos mails tuyos… y uno que otro
poemita que solo están enchinchando mi disco duro y quisiera…
que se fueran a enchinchar el tuyo… ¿te parece?
ZERO: ¿De qué hablas, Oralis? Yo nunca te di nada.
ORALIS: No te hagas, Zero cabeza de calabaza, con ellas juraste estar
enfermo de amor por mí, que te las pelabas por besarme y que no
sé cuanta cosa que querías hacerme… Por lo que veo ya te olvidas-
te de todo… (Se acerca a él, insinuante): ¿O no?
ZERO: ¡Oralis…! ¿Eres honesta?
ORALIS: ¿Tú qué crees?
ZERO: ¿Eres hermosa?
ORALIS: No, tarado, soy preciosa… ¿A qué viene eso?
ZERO: Que, si eres honesta y hermosa, no debes dejar que tu honesti-
dad trate con tu belleza.
ORALIS: ¿Andas drogado? Las malas pastas hacen daño, ¿sabías?
ZERO: La hermosura hará que la honestidad sea una alcahueta, antes
que la honestidad logre dar a la hermosura su semejanza… Yo te
quería antes, Oralis.
ORALIS: ¿Ah… sí? ¿Me querías? Bonito asunto.
ZERO: ¿Y tú te la creíste? No, Oralis, yo no te he querido nunca.
ORALIS: Pues… por mí…
ZERO: Mira, lo mejor que podría ocurrirte es irte a un convento. ¿Para
qué quieres ser madre de hijos pecadores? Yo soy como tú ya sa-
bes que soy. Yo solo soy un Zero… donde quiera que lo pongas…
vengativo, ambicioso… no me creas todo lo que yo haya escrito, lo
que yo te haya dicho alguna vez. Mira… lo mejor para ti sería un
convento… sí, vete, vete a un convento…
ORALIS: ¿Qué te pasa, de dónde sacas semejantes estupideces? ¿Por
qué mejor no vas y mandas a un convento a tu madre?
ZERO: ¿Mi madre? No tengo, nunca he tenido, y… sin embargo, tú
tienes a tu padre… ¿dónde dejaste a tu padre?
ORALIS: No te importa.
ZERO: ¡Que cierren bien todas las puertas! Si quiere hacer locuras,
que las haga dentro de su casa. Adiós.
ORALIS: ¡¿Y eso?!
ZERO: Si llegas a casarte, Oralis, quiero darte esta maldición en dote.
Aunque finjas tus orgasmos y aunque quieras aparentar ser tan

126
pura como la nieve; no podrás librarte de la calumnia. Vete… no
sé, a un convento… o… adiós… ¡Eso… cásate con Dios! (Sale y
vuelve de inmediato): Pero… si tienes necesidad de casarte, cásate
con un idiota, porque los hombres que saben quién eres, saben
muy bien que mujeres como tú, los convierten en inútiles… con
Dios, o… ¡A la goma! ¡Y pronto! ¡Adiós!
ORALIS: ¡Ve a darle esas recomendaciones a tu madre!
ZERO: ¿Otra vez…? La naturaleza no me dio una madre, pero a ti te
dio una cara y tú, oscuramente, eres otra. Con esa forma de re-
torcerte frente a todos… ese hablar aniñado… ¿Para qué seguir
hablando? Tú me has hecho perder la razón… Vete a dónde sea
necesario… pero vete. (Sale).
ORALIS: ¿Qué fue todo eso? No entiendo de qué va… Tampoco es
para tanto, ¿o sí? Digo, pensé que él y yo teníamos algo… no. No,
no, así como así, simplemente, no. Chao. (Sale).

XIV
PROFE ANUBIS: ¡Estamos en el sitio! ¿Hay amor, o no hay amor?
Digo, Muescas, tú jurabas… aunque… la cosa, me parece, no va
por ese camino y alguna idea tiene en el ánimo que encubre…
Algo huele mal, Muescas… esto merece un mejor fin. El niñato
sospecha algo. Hay que adelantar los pasos, ir, moverse más rápido
que él, anda, Muescas, menéate, vamos a prevenir a Lady, que la
cosa es delicada.   
MUESCAS: De Oralis no hay para qué nos cuente lo que le ha dicho el
Zero, que todo lo hemos oído. ¿O no? (El profe Anubis le apresura.
Salen).

XV
ZERO: “Debes ofrecer a la naturaleza un espejo en la virtud para que
vea su propia forma, el vicio su propia imagen, si esta pintura se
exagera o se debilita, excitará la risa de los ignorantes; pero no
puede menos de disgustar a los hombres de buena razón, cuya
censura debe ser de más peso que la de toda la multitud que llena
el teatro”. Dijo Hamlet
CAMUESO: ¡Okay!

127
ZERO: No hagan morcillas, ni hagan payasadas. Vayan a prepararse.
Salen Camueso y Hermione. Entra Muescas.
ZERO: Hola, Señor Jumento, ¿estamos listos?
MUESCAS: Más que listos, el teatro es como el tintinear del agua fres-
ca en una copa de plata. El Profe y la Teacher ya se dejan caer por
aquí.
ZERO: Los actores están listos.
Entran Anubis, Teacher Lady y Oralis.
TEACHER: ¿Cómo va todo, querido?
PROFE ANUBIS: Esperemos que a lo menos estés encontrando algo
más que la nada como cuando no te encuentras en el espejo, Zero.
ZERO: Vivo de aire como un camaleón, Profe Anubis, de esa manera
engorda mi esperanza…
PROFE ANUBIS. ¿Es una ecuación matemática o acaso un teorema?
No vislumbro una respuesta…
ZERO: Yo tampoco.
TEACHER LADY: Ven aquí, querido, siéntate junto a mí.
ZERO: No, señora, aquí hay alguien más atractivo… (Refiriéndose a
Oralis): Y más joven para mí. (A Oralis): ¿Puedo ponerme sobre
tu rodilla?
ORALIS: ¿Qué te pasa?
ZERO: Quise decir… apoyar mi cabeza en tu rodilla.
ORALIS: ¡Allá tú!    
ZERO: ¿Crees que voy a acosarte?
ORALIS: ¡Ay, no empieces!
ZERO (Se sienta a los pies de Oralis y levantándole un poco la faldita):
¡Wow! Muero sin vivir en mí…     
ORALIS (Sacudiéndole las manos): ¡Ya déjame! ¿Qué dijiste?
ZERO: Nada.
ORALIS: Mira qué contento estás ahora.     
ZERO: ¿Qué debe hacer un Zero sino vivir gozoso en naderías? Ve,
todos están alegres y mi tío murió ayer.
ORALIS: En qué mundo vives, Zerito, ya pasaron cuatro meses…     
ZERO: Que todo se lo lleve el diablo. (Se levanta. suena la campanilla
que da inicio al espectáculo. El recinto se oscurece): Lo que hoy vere-
mos es un asesinato oculto, y anuncia grandes maldades.

128
CAMUESO (En el escenario): Humildemente os pedimos
que escuchéis esta Tragedia,
disimulando las faltas
que haya en nosotros y en ella.
ZERO (Aplaude). ¡Bravo, bravo!
La escena transcurre en un viejo laboratorio:
CAMUESO/ALCANFOR: Ya treinta vueltas dio el matraz
caldeando a fuego el líquido
que en ondas saladas ha de llegar
a las arterias y las venas de la interfecta.
el carro del sol, de iguanas ranas
al globo de la tierra, y treinta veces
con luz rentada han alumbrado el suelo
doce lunas, en vuelcos repetidos,
después que el Dios de amor y el Maridaje
nos enchufaron, para dicha nuestra,
en santa trabazón el corazón y el cogote.

HERMIONE/MOSTAZA: Quiera la ciencia, antes que el cielo,


que otros tantos giros a la luna y al sol, Alcanfor,
contemos antes que el fuego del matraz se apague.
Pero triste estoy porque te veo
quexoso, amargado y tan disparejo ahora
de aquel que has sido… que me lo pienso…
mas no hagas caso de mis rollos: que, en mí,
por demás, hermoso pecho femenil,
llega el exceso, que no en el bulto,
sino en amor, duda y escama, allí residen
en igual proporción estos apegos,
o no existe ninguno, o se combinan
este y aquel con aquel en mayor extremo.
No sabes lo grande del amor que a ti me inclina,
las pruebas lo dirán que dadas tengo;
pues esa es la cuestión. Si tú mi amante,
te me rajas, sin motivo tal vez,
yacería en una tumba y sin flores,
por puro amor que abrigo en estos pechos.

129
CAMUESO/ALCANFOR: Si yo debo renunciarte, amada mía,                          
algo me dice que no debo aspirar a tanto,
e inevitable es ya: cederán prontamente
a la muerte mis fibras agotadas;
tú seguirás viviendo en el obsequio
y el amor de tus haciendas. Y a lo mejor
un merecido cónyuge...

HERMIONE/MOSTAZA: No, Calla mi Alcanfor,                           


tú crees que ¿Yo? Pues ¿no serían
traición culpable en mí tales afectos?
¿Yo con otro esposo? No, la que se entrega
al segundo, señor, mató al primero.
ZERO: Vamos directo al núcleo…
HERMIONE/MOSTAZA: Impulsos de interés tal vez incitan
a refrescar los lazos del Maridaje;
no motivos de amor: yo causaría
segunda muerte a tus despojos
cuando del ajeno consorte recogiera
del receptáculo nupcial amantes besos.

CAMUESO/ALCANFOR: No dudaré que el corazón te dicta


lo que afirmas hoy: fácil reputamos
¡practicar lo prometido y lo fácilmente
prometido lo olvidamos!
Los deseos del hombre, de cabeza son esclavos,
nacen activos y se debilitan pronto.
Así cuelga del ramo áspero el durazno,
y así maduro, sin envión intruso,
se destraba luego.
Cuando la congoja y el gozo
sofrenan los ímpetus fogosos,
con ellos se malgastan las ideas
a que dieron lugar, y la más ligera
cosa, quizá, los placeres en afanes

130
cambian tal vez, y en risa los lamentos.
Amor, como la suerte, es medio cabrona,
que en este mundo al fin nada hay que valga,
por otras vías se encaminan
los destinos del hombre y sus amores,
y solo en él la voluntad es libre;
mas no el cumplimiento, y así el suceso
nuestras intenciones todas desvanece.
Tú me prometes no rendir a nuevo
yugo tu libertad... Tus lindos pensamientos,
¡ay!, morirán cuando me vieres muerto.

HERMIONE/MOSTAZA: Días me niegue el sol, obras la ciencia,


sin respiro y regodeo viva penando,
desesperada y en prisión oscura
si ya morido mi primer esposo,
segundas bodas pérfida celebro.
ZERO: Esto era más que un convenio…
CAMUESO/ALCANFOR: Mucho apalabraste. Aquí gozar quisiera
solitaria quietud, rendido siento
al cansancio mi alma. Permite
que alguna parte le conceda al sueño
tanto experimento.

HERMIONE/MOSTAZA: Él te halague                            


con tranquilo descanso y nunca la química
en unión tan feliz pesares mezcle.
ZERO: Y bien, Lady, ¿qué le va pareciendo la pieza?
TEACHER LADY: Me parece haberla leído, o visto ya en el cine, en el
teatro o en la tele, no me acuerdo.
ZERO: Es una lástima, tal vez pudo haberla soñado.
PROFE ANUBIS: Como que no termino de agarrarle bien el asun-
to… ¿De qué trata? ¿Hay algo qué censurar? Porque para ser un
pleito entre cuerpo y alma no termina de caerme el veinte, ¿él sería
el Alma y ella el Cuerpo?
ZERO: No, señor, no. Si todo ello es mera ficción, un veneno… fingi-
do; una farsa, para ser claros…

131
PROFE ANUBIS: ¿Es o no un pleito entre el Alma y el Cuerpo? Cal-
derón escribió unos mejores que esos, e igual de oscuros, ¿eh?
ZERO: Es pura metáfora, y sí, es un pleito, los personajes son símbolos
algebraicos.
PROFE ANUBIS: ¡Qué interesante! Entonces ya voy entendiendo, se
trata de divulgación científica al final de cuentas. ¡Bien!
ZERO: Esta pieza trata de un homicidio de elementos básicos, cometi-
do en… una facultad como esta… Él se llama Alcanfor y su mujer
se llama Mostaza… Ya, ya verás… Estos dos que aquí vienen son
ayudantes del sabio, se llaman, uno Ánthrax, el otro Nastuerzo (Se
refiere a los títeres que animan Camueso y Hermione).
ORALIS: Pareces parte del coro.
ZERO: También puedo servir de actor entre tú y tu amante si viese
puestos en acción entrambos títeres.
ORALIS: ¡Vaya que eres lengón!
ZERO: Solo déjame respirarte, amor mío… (Mete la cabeza debajo de
la faldita de Oralis y da una larga aspirada).
ORALIS: ¡Esto va de mal en peor!
ZERO: Así hacen las mujeres en la elección de amantes: de mal en
peor…
Camueso y Hermione mueven a los títeres.
TÍTERE ÁNTHRAX (Trae entre manos la pócima):
Negros designios, brazo ya dispuesto
a ejecutarlos, tosigo oportuno,
sitio remoto, favorable el tiempo
y nadie que lo observe.
Un rayo de luna atraviesa la pócima verdosa. El brillo se refleja en el
rostro de Alcanfor.
TÍTERE NASTUERZO: Tú, extraído
de la profunda noche en el silencio
atroz veneno, de mortales yerbas
(invocada Proserpina) compuesto:
TÍTERE ANTHRAX (Acercándose a Alcanfor): Infectadas tres veces y
otras tantas exprimidas después, sirve a mi intento pues a tu actividad
mágica, horrible, la robustez vital cede tan presto. (Hace chorrear la
pócima en una de las orejas de Alcanfor).

132
ZERO: ¿Ves? Ahora le envenenan en su estancia para quitarle todo. El
sabio se llamaba Alcanfor, es historia cierta y corre escrita en muy
buen idioma. Ahora verás cómo ese gas Mostaza se enamora del
Ánhtrax.
El Profe Anubis se levanta rápidamente y se lanza contra el tinglado de
actores.
MUESCAS: ¡Profe!      
TEACHER LADY: ¿Qué pasa?
PROFE ANUBIS: ¡Fuera de aquí! ¡Váyanse a la mierda, cabrones!
Los actores huyen, los títeres son pisoteados por el Profe Anubis. Oralis
sale apresurada,
ZERO: ¡Espera, Oralis!
Oscuro.

XVI
Venus ante el espejo. Oralis detrás de ella.
ORALIS: Te traje para que te vieras… ¡Mírate, basura, ¿quién dice que
eres bonita?! ¡Zorra! ¿Sabes?, esa memoria está igual de seca que
tu olfato, niña, no te volverá a funcionar nunca. Si ya no te funcio-
naba cuando vivías con esos vestiditos rosas y esa vocecita… La
Reina del Chicle Bomba te llamaban porque te hiciste famosa a
fuerza de inflar chicles en la TV. Tú soplando la bomba más gran-
de de Fruitcy Goom para que se te quedara embarrada en la cara
como una telaraña rosa y asquerosa, quizá era una premonición,
¿no crees? Solo eres carroña, carne y pellejos de perro. ¡Quítate esa
carita de disimulo! Te vas a ir para atrás cuando te veas a ti misma
en el espejo. ¿Y esa?, esa no vas a ser tú, porque tú te atragantaste
con un hueso de pollo y caíste muerta, desparramada en el suelo
del restorán y nadie podía creerlo, te retorcías ahí, sin que nadie te
echara una mano, quizá porque este panteón necesita de muertos
famosos y no se podía desperdiciar la oportunidad: ‘ya se nos han
ido muchos a morir al extranjero’, pensaron los que te vieron caer
boqueando como un pez fuera del agua. Y luego, extrañamente,
nadie reclamó tu bello cuerpecito, se negociaron tus restos y te
quedaste de plantón. “Es un milagro de la resurrección”, dice mi
padre… Nunca nadie ha podido devolver un muerto a la vida, mu-
cho menos ese grupito de bandidos que hacen de esta ciudad…

133
un queso. Un queso rancio y apestoso, cubierto de cucarachas,
porque eso es lo único que hay bajo este panteón, cucarachas, cu-
carachas, solo cucarachas.
Venus fija sus ojos en Oralis, avanza hacia ella. La sujeta firmemente
de un brazo.
¡Suéltame, zombi!
Venus coloca sus manos en el cuello de Oralis.
¡Aaaay, suéltame…!
Truena el cielo, inicia la tormenta.

XVII
Zero y Muescas chocan de frente.
MUESCAS: La Teacher Lady quiere, este… creo que tiene algo para
ti, je, je, je.
Zero fija la vista en el cielo.
¿Qué miras?
ZERO: ¿No ves allí aquella nube que parece un ungulado?
MUESCAS: ¿Un ungulado…? A mí me parece un camello.
ZERO: Ahora me parece una garduña.
MUESCAS: ¿Garduña, dices? Sí, eso parece…
ZERO: O un cachalote.
MUESCAS: Hombre, de veras, es un cachalote.
ZERO: Dile a la Teacher que iré… iré ipso facto.
MUESCAS: Okay… (Sale).
ZERO: Este es el espacio de la noche no apta para cardíacos. La hora
en que los cementerios se abren y el infierno respira contagios al
mundo… Tengo sed, quiero beber sangre caliente… Vamos a ver
a esa mujer… Quiero ser cruel…
Las nubes se oscurecen rápidamente.

XVIII
MUESCAS: Zero va donde se encuentra Lady, yo me voy a esconder.
A Lady no hay quién se le resista… y es mejor que yo esté al pen-
diente de lo que suceda y cuando esté entre los brazos de la Tea-
cher, haremos lo que con su tío… Va a tronar… esto está a punto
de tronar… bueno, sale. Profe, yo le daré el pie de su intervención.
PROFE ANUBIS: ¿El pie?

134
MUESCAS: La señal, pues.
Sale. El Profe Anubis queda solo.
PROFE ANUBIS: ¡Un hombre de ciencia está libre de culpas! No
solo fui yo, digamos que todo fue en aras del propio destino… Del
suyo, por supuesto. Sin embargo, no dejo de pensar en… Espero
no ser yo el conejillo de indias de nadie, mucho menos del inútil
de Muescas. (Toma la botella): ¿Es esta la botella que contiene la
fórmula que hicimos caer por el oído al sabio? No sé… ¿es esta?
(La huele… bebe. Espera tener una reacción): Este es un buen li-
cor, no cabe duda. Otro traguito… Es extraño… un temorcillo me
ronda por los vellitos… ¡ Ja! No voy ahora a ponerme a rezar, sería
un acto ridículo. ¿Y qué género de oración habría de usar un cien-
tífico como yo? Sucede con frecuencia que la mano delincuente,
derramando el oro, aleja la justicia y corrompe con dádivas la in-
tegridad de las leyes; en fin, en fin, ¿qué debo hacer…? Probemos
lo que puede el arrepentimiento, aunque no sea una fórmula en un
tubo de ensaye… ¿Qué no podrá? ¿Qué ha de poder con quien no
puede dolerse? No, no, dicen los religiosos que todo, todo puede
pulirse. (Bebe largamente): Bien lo dijo Beódix, el filósofo ebrio:
“En tales circunstancias, estamos jodidos todos ustedes…”

XIX
Laboratorio.
Los pasos de Zero, acercándose.
MUESCAS: Por ahí viene. Tú, firme, mi Lady, dile que sus locuras han
sido demasiado atrevidas e intolerables, que nuestra bondad le ha
protegido, pero que ya nos tiene hasta el gorro. Yo, entretanto, me
voy a esconder aquí, en el refri… y cuando me lo indiques, le caigo
encima. ¿Sale? (Entra a la cámara refrigerante).
ZERO (Entra): ¿Qué se le ofrece, señora?
TEACHER LADY: Estamos empachados de toda esa petulancia de
la cual haces gala afrentándonos a todos. ¿Qué fue ese numerito?
ZERO: ¿Numerito?
TEACHER LADY: ¿Te olvidas de quién soy?
ZERO: ¿Cómo voy a olvidarlo…? Mi tío vivía perdidamente enamo-
rado de usted.

135
TEACHER LADY (Coqueta): Todos terminan igual. (Se desgarra la
ropa. Deja su pecho desnudo). Tengamos un poco de acción… (Sal-
ta sobre Zero como una tigresa. Rompe su falda. Grita): ¡¿Qué in-
tentas hacerme?! ¿No, no lo hagas! ¡¿Vas a violarme?! ¡Ayúdenme,
aaaay…!
ZERO: ¿Está loca?
MUESCAS (Desde su escondite): ¡¿Qué pasa?!
ZERO: ¿Quién está ahí?
La Teacher Lady acciona al máximo el control de la criogenización.
Una nube de gas freón inunda la cámara refrigerante.
MUESCAS: ¡Ay de mí! (Queda congelado de inmediato en un rictus pa-
tético).
TEACHER LADY (Abre la puerta de la cámara): Murió…    
ZERO: ¿Qué ha hecho usted?
TEACHER LADY: ¿Yo…? ¿Congelar un ratón? (Abre la cámara. El
cuerpo congelado de Muescas cae al suelo y se hace añicos): ¡Qué ac-
ción tan precipitada…! ¡Ay, Muescas! ¿Cómo es que habías de
morir? ¿Qué te parece? Una acción casi tan horrible como la de
matar a un hombre… bueno, casi un hombre.
ZERO: ¡Tú mataste a mi tío!
TEACHER LADY: Ay, Zero, qué flojera me das… no cabe duda que
las neuronas ineptas se heredan o se implantan. (A Muescas frag-
mentado): Tú, miserable, temerario, entremetido, loco, adiós. Mira
el premio que has adquirido; ve ahí el riesgo que tiene la dema-
siada curiosidad. (Toma una mano de Zero y la coloca en su pecho
desnudo): Te doy la Oportunidad de que me tuerzas el corazón…
(Le toma la otra mano y pone ambas en su cuello): ¡Vamos, aprie-
ta! Ya verás el gusto que nos va a dar a ambos. ¡Aprieta! Querías
venganza, ¿no? Estoy al alcance de tus manos… (Toca el pene de
Zero): ¡Acábame de matar! ¿Qué esperas? ¡Hazlo!
¡No te vayas! Voy a decirte quién eres, Zero… Tú eres el resulta-
do de nuestro primer experimento… eres… un recuento de vie-
jas piezas móviles, carne fría, muerta… habíamos perdido toda
esperanza cuando, de pronto, en una noche como esta, abriste
los ojos. Todavía eres un misterio, no sabemos qué cosa es lo que
te anima… no eres más que un prototipo… Por aquel tiempo le
vendimos al Enmascarado de Plata unos cuantos cadáveres que sa-

136
camos del panteón para su película, y quizás entonces, pensamos
en venderle algo que valiera la pena… los idiotas de los produc-
tores querían que inventáramos algo que moviera como zombis
a los cadáveres… Y fue entonces que pusimos la carne sobre la
plancha, matamos perros y les sustituimos la sangre por una solu-
ción salina, luego los animamos con descargas eléctricas y… ¡Fun-
cionaba…! Los perros comenzaron a andar de aquí para allá, sin
control. Luego, desaparecieron sin más. Después… no sé cómo…
ahí estabas tú, zurcido, amasijado… tu tío se empeñó en que no
fueras un solo cadáver sino varios cadáveres en uno solo. Ahora ya
lo sabes, Zero, eres un verdadero monstruo. (Prepara una jeringa
con una solución): No había solución salina que te levantara, día
a día, tu tío preparaba fórmulas. Construimos esta silla… (Es la
misma que sirvió para dar vida a Venus): Te acalambramos mil ve-
ces… De igual manera que lo hicimos con Venus… Contigo nada
valía… ¡Yo estaba harta…! Una noche cayó una tormenta como
la que ahora nos cae encima y al día siguiente, sin más… abriste
los ojos… algo debió haber hecho el viejo contigo que yo no me
enteré. Ahora me ves como una Reina en su trono de maldad. (Se
sienta en la silla y se coloca la corona de electrodos): Algo me dice
que no lograremos que Venus sobreviva lo que tú has conseguido
sobrevivir… Pronto todo esto va a oler muy mal… Ven, ven a dor-
mir en el regazo de mamá, ven a dormir el sueño de los justos.
ZERO (Confundido, en voz baja): “Cometiste una acción que destruye
la buena fe, una acción capaz de trastornar en un caos horrible la
sólida y artificial máquina del mundo, como si se aproximara su
fin”. (Extiende los brazos hacia el cuello de la Teacher Lady, y siente
cuando ella le clava la jeringa en un brazo. Reacciona al sentir el pin-
chazo, recula. Se quita la jeringa y la deja caer. Intenta dar unos pasos,
pero no puede sostenerse, cae sobre el regazo de Lady.
TEACHER LADY: Déjame que te cuente un cuento… Había una vez
un pobre loco que intentó rehacer al hombre, rehacerlo como un
ser perfecto, un individuo como Dios quería que fuera… Decía
que no era su propósito enmendar los errores de Dios, sino los
del hombre en la tierra, porque era justo que devolviéramos esa
divinidad que se nos había otorgado…

137
Zero, en un esfuerzo supremo, alcanza y acciona el control de la silla.
Su cuerpo y el de lady se contorsionan grotescamente. La corriente eléc-
trica salta de uno a otro lado. Trueno. La luz parpadea.

XX
Bodega de botellas, la luz eléctrica va y viene hasta dejar todo en pe-
numbras.
PROFE ANUBIS: ¿Otra vez la luz? ¿Son ustedes, Teacher Lady?
¿Muescas…?
ESPECTRO (Desde la oscuridad): Tres protervos prohibieron los al-
cances de mis vuelos, me rompieron las alas como a un Dédalo
que volaba a través de matemáticas consumaciones, estorbaron
agitadas evoluciones de la física. Me ataron como quien atrapa a
un quiróptero ciego reclinado en las piedras de mi estudio. Dije-
ron que la fórmula era suya, más no pude, era tarde, la tomaron, la
aplicaron en mi cuerpo. El procedimiento todavía rondaba en mi
cerebro, el término de aquello no era definido, faltaba el último es-
labón para no perecer en el intento. El líquido veneno con el peso
del mercurio horadó la médula, los linfáticos sistemas lo aplicaron
y aquí estoy… un aberrante espectro en vida que deambula, un
suvenir para turistas, un infame muerto en vida…
PROFE ANUBIS: ¿Nicanor? ¡Mírate, no eres más que un espectro ca-
sero! Velo desde aquí, mira, mira mi dedo, este es el punto: Satanás
es quien, antes que nadie, ha obtenido la síntesis de substancias
orgánicas de materia inerte. (Coge otra botella sin darse cuenta y
bebe).
Grandes arcos de electricidad centellean en el ambiente.
El fuego destructor, como lo dice el Apocalipsis, desciende aho-
ra del cielo. Y otra de las grandes inspiraciones que hemos reci-
bido de Satán tiene un carácter político y no espiritual. Se trata
de reunir a las naciones bajo un solo denominador, bajo una sola
dictadura… (Da un trago largo): Eso… eso… es lo que estamos
buscando y perdóname que te contradiga, pero me cae que en eso
andamos… (Se mesa el pelo y se queda con un mechón en las manos.
Lo mira incrédulo): Por un lado, está el reino de los cielos de Cristo
Nuestro Señor. Por otro, el reino oscuro de Satanás. (Va hacia el

138
espejo, su rostro es el de un espectro. Se rasca la cara y se queda con un
jirón de carne, se lo sacude de los dedos): ¿Qué es esto? ¡Está pega-
joso…! Siempre hemos escogido el segundo: cuando nos toque
decidir: ¿con quién te vas: con melón o con sandía?, no vamos a
saber hacerlo porque no conocemos otra cosa que la invitación del
Diablo… (Se va quedando sin rostro): ¡Aaaahh…!

XXI
Zero y Teacher Lady, reclinados uno en el otro. Un gran rumor ascien-
de, una fuerte ráfaga de viento abre paso a Venus y al Espectro, quien
ahora sujeta un perro zombie de gran tamaño y aspecto bestial. Otros
más entran a la sala donde se encuentra el público. Sigilosos, espectra-
les, sus ojos brillan en la oscuridad.
ESPECTRO: Nada proviene de la nada. La naturaleza de la naturaleza
está formada por átomos. Los átomos son indestructibles. La na-
turaleza no permite la destrucción visible de las cosas. La materia
es indestructible.
ZERO: Padre…
ESPECTRO: ¡Qué espectáculo más sangriento! No puedo mirar sin
horror los dones que me ofrece la fortuna; pero tengo derechos
muy antiguos con todo lo que aquí se ve y en tal ocasión es justo
reclamarlos. (Al perro): Fortimbrás, esta es tu nueva morada.
Venus desenmascara el rostro de Zero.
ZERO: Morir es dormir… y, tal vez soñar.
ESPECTRO: ¿Zero… no ser? ¿Esta es la cuestión? (Quita el bozal del
perro, que gruñe y muestra sus enormes dientes. Hace una seña y el
perro se lanza hacia la sala del teatro, los perros atacan furiosos, des-
trozan a dentelladas a los espectadores).
Oscuro final. Se escuchan los gritos desgarradores del público.

139
PENTÁFASICO

Eduardo Mosqueda

ELÍ 1: Las canciones que me envías, resuenan en mi cabeza… Años


después me hacen recordar lo mucho que piensas en nosotros…
¿Tiene algo que ver la angustia con la muerte o con el amor?
Estos días pequeños, tienen tristezas particulares, una libélula se
planta en la nariz de un tigre, al instante: es el tigre, me hago el
muerto, desaparece. Son días negros, enciendo velas para evadir la
oscuridad, el resplandor de la breve luz me recuerda los cirios de
una iglesia.
¿Eres tú, cinco tonos de fa, flauta de cinco notas, arpas de cinco
cuerdas, flautas chinas, sumerias, mexicanas, sinfonías del trueno,
del mar, grito de montañas, cinco lunares recorriendo de tu brazo
izquierdo a tu muñeca?
Sueño estar al lado de mi ataúd, cada persona que conozco, las
conversaciones que he tenido, mueren. No tengo miedo de la
muerte sino del final. Ese es mi dilema.
Terminas por levantarte, vagas por la casa, te miras en los espejos,
revisas tu figura, tu rostro, te enamoras de tu reflejo, me siento in-
útil.
EDNA: Tu problema es el talento para hacer que el mundo sea un lu-
gar triste. Das alguno de tus discursos… termino llorando, me ha-
ces naufragar, perderme en el universo de tu melancolía.
El viejo anticuario vino a vender El Quijote en 5 tomos, con notas
de un crítico italiano.
Las llaves están con el portero. En las madrugadas pongo la televi-
sión, espero que digas algo. El final se derrama en gotas, resbalan
por mi ropa. Lo que aprendí para protegerme de ti, terminaré ol-
vidándolo.
Cuando digo ‘no’, tú entiendes ‘quizás’. La falta de sentido común
es mi prenda de moda. Te amo y no debo dejar que juegues con

140
mi espalda, cuando se trata de ti, es difícil guardar la distancia ade-
cuada.
Esta señorita (Señala su pecho) baila contigo, te ronda alrededor,
es tu pasatiempo favorito, sigue tus ritmos. Y te gusta más que la
mujer que soy.
ELÍ 1: Recuerdo tus ojos esquivando la computadora, el cabello corto
a la mitad del cuello, esa sonrisa, una realidad de golpe, múltiples
universos guardados en sus labios, vestida de negro, un rayo de
luz golpeando tu cara, nubes tintineando en tonos pastel. Trato de
esconder el asombro de mi cara, secuestrado en una vida paralela,
recuerdo las memorias de alguien más.
Te miro de reojo para no asustarte: felino del bosque frente al fue-
go, trampas abiertas, temporada de caza.
Miedo… corre… da la vuelta… sal por el elevador… Te das
cuenta y sostienes la mirada. Volveré a verte la semana entrante.
El nerviosismo llega a mi cuerpo, la presencia de alguien me hace
temblar, todo es nuevo, eres la primera persona que me hace sentir
que la vida tiene una melodía de fondo. ¿Qué clase de enigmas
sostienes, Moira, al abrir y cerrar las tijeras del destino.
EDNA: ‘Lo que ahora siento es real’, me digo ese día.
Penetra mi alma, te conozco. La música está sonando, las voces
que escucho de niña vuelven a hablar, el tren suena, tus manos
son grandes, sonríes. Te paras frente a mí. ¿Estás escuchando?, una
parte mía que habla a mis espaldas, corre, te abraza y dice: te he
estado esperando.
Una niña grita tu nombre en una olla de barro, la olla responde…
Elí, su nombre es Elí.
ELÍ 1: Esta mujer es la madre de las fantasías, posee las alas que le per-
miten volar a múltiples visiones…
EDNA: Hay cosas que tenemos que aprender. Yo a mentir, tú a hablar
con la verdad. Tú a mostrar debilidad, yo a ser fuerte. Yo a matar,
tú a morir.

*
ELÍ 2: Te sientas al borde del sofá, sientes que algo te va a morder. Se
hace el silencio y el silencio va a parar a una pesada y compartida

141
soledad que da paso al terror, que rompe la cortina de un mundo
del que no queremos discutir.
EDNA: Así son nuestras noches, nuestro amor. Comienza en sigilo,
continúa en terror y, de nuevo, al silencio. ¿Tiene algún caso hablar
de lo que pudo haber sido y no será? ¿Tratas, el resto de la vida, de
adivinar qué fue lo que hicimos mal? ¿Cuántas veces dijiste que se
trata de matar o morir?
ELÍ 2: Todo lo que nos sucede es culpa de los dioses… Se están rien-
do. No tienen fecha de caducidad. Son fatalidad. Un dios me atra-
pa. Me posee. Está dentro. Falta un ingrediente en este amor, no
encuentra un sitio para decir ‘aquí pertenezco’, nos excede como
protagonistas.
La tierra no cae al vacío, permanece girando, fuerzas ajenas la
mantienen suspendida de la nada. Derecha, izquierda, norte, sur,
arriba, abajo… carecen de sentido. Al día siguiente estoy enajena-
do, miro el teléfono, espero tu mensaje. Un número de la ecuación
se nos escapa. Un personaje amoroso padece, sufre entre nosotros.
Lo sé, tengo que irme, lo sé desde que te conocí, el final se dibuja
desde el inicio.
¿Existe un libro de otra época, escrito en un idioma olvidado, que
en sus páginas explique cómo sobrevivir a ti?
Un concepto me permite entenderte, vehículo de transición para
llegar a tu mente, el humano andrógino, amor en búsqueda de su
otra mitad. Cangrejo jaspeado, lagarto de cola de látigo, hipocam-
po, dragón de Komodo, tiburón en cautiverio, hidra, avispa, estre-
lla de mar, culebrilla ciega… el mito del hermafrodita.
Un hombre, una mujer, unidos, un solo ser. La parte desprendida
de un ser divino que constituye un todo. ¿Has visto las estatuas
de Shiva o Bafometh? El señor de las bestias, el dios del misterio,
señor del caos, regeneración, parte de la Trinidad.
El testigo contempla, imperecedero, la evolución de las razas hu-
manas, especialmente la andrógina, esfinge egipcia, enigma de las
edades, sabiduría divina encarnando en la tierra, obligándonos a
probar los amargos frutos de la experiencia personal.
EDNA: Quiero creerte, ¿somos parte de un solo ser? ¿Piensas que tus
dilemas son verdades? ¿Temes que no estemos completos? ¿Un
día despertarás y te hará falta un pie cuando busques el zapato?

142
ELÍ 2: Digo que estamos entrelazados, los mitos se repiten en dife-
rentes culturas, la vida es una rueda, la historia muerde su propio
principio, reinicia su camino.
Si me diera por creer en esto, te diría, que hay más entre noso-
tros cuando nos tocamos y estoy dentro de ti; un orbe más allá de
nosotros nos posee, tus extremidades y las mías forman parte del
mismo animal.
EDNA: Los 5 puntos cardinales se entremezclan. No sabemos a dón-
de apunta cada parte de este cuerpo nuestro.
ELÍ 2: Digo también que hay un dios con seis rostros, parido por seis
madres; querubines con tres pares de alas, sus rostros apuntan ha-
cia todas partes, andan por el cielo cargando el carro de guerra.
Yahvé, cuyas ruedas están llenas de ojos, no pierde detalle de cual-
quier cosa que le es posible ver.
Una de tantas deidades será quien nos destruya. Cuando estamos
juntos, somos enteros.
¿Cómo he de tomar tu decisión de estar con alguien más, si aquí y
ahora estás conmigo y eres la otra parte de mí?
Siento que, si te quedas, somos un género aparte, un ser que puede
hablar ambos idiomas, mágico, divino.
Ya no bailo con los pies mientras estoy sentado.
¿Te das cuenta de que el universo es dualista, que toda versión tie-
ne su opuesto?
¿Acaso eres tú ese opuesto?
EDNA: La catástrofe que le ocurre al universo te rebasará. Piensa…
No hay oscuridad, la luz no tiene contraparte, no la necesita.
ELÍ 2: Cuando te vayas con él, dejaremos de existir, las deidades que
nombro, conspirarán nuestra destrucción.
EDNA: Me necesitas para vivir… y te alejas todo el tiempo. Tengo la
impresión de que requieres de que yo exista para tener tranquili-
dad… Entiéndeme, soy, estoy, lejos de ti vivo. No todo tiene que
ver con los dioses.
ELÍ 2: Hijos de deidades, creadores del universo, herederos de duali-
dades, omnipresentes sagradas… vida, luz, bondad, orden, muer-
te, oscuridad, maldad y destrucción, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca.
Los dioses, como los hombres, nacen y mueren sobre el pecho de

143
una mujer. No me aferro a una roca más dura que dios. La falta de
oxígeno nubla mi cabeza.
Sé que un poco más, un esfuerzo más....
VOCES: Suficiente para salvarnos.
ELÍ 2: Un trozo de exactitud.
VOCES: Suficiente para salvarnos.
ELÍ 2: Un milímetro.
VOCES: Suficiente para salvarnos.
ELÍ 2: Una gota de llanto.
VOCES: Suficiente para salvarnos.
ELÍ 2: Un poco de quietud.
VOCES: Suficiente para salvarnos.
ELÍ 2: Un trozo de exactitud.
VOCES: Suficiente para salvarnos.

*
ELÍ 3: De algo sirven las mentiras. Conozco a una poeta, se casa con
un francés, lo ha visto un total de 5 meses en 8 años. Según ella, es
feliz, sus cuerpos no son fieles, sus almas… La ceremonia de bo-
das fue en la playa con un chamán… Imagino casarme así contigo,
sabiendo que amas a alguien más.
Es un cuento como cualquier otro, nos los dijeron para asustarnos,
para tenernos como ovejas, obedeciendo sin preguntar. Te contaré
otro… varios…
Eros murió, Cronos cortó sus alas. Los dioses deciden premiar la
oblación del amor, la vida sacrificada en nombre del cariño.
Me pides que haga las cosas de forma más valiente. Los existencia-
listas dicen que el único dilema consiste en suicidarse o no.
Cuando te cases moriré. Ya he estado en el dilema de la muerte, la
cuerda, la droga, el cuchillo, pastillas… caer, tragar, cortar, inhalar.
Todo el tiempo resiento no vivir la vida salvaje de París… u otra
ciudad europea. Querer vivir en otro lado, encaminarnos al abis-
mo, bajar a los infiernos, tú, mi diosa, me darás completo el premio
de tu amor.
EDNA: Tienes la costumbre de no necesitar que la gente te acompa-
ñe… No es humano caminar sin dependencia.

144
Te pregunto: estas personas a las que amas por todo el mundo, ¿las
vuelves a ver, escribes, llamas? ¿O desapareces?
No sé en qué momento escurrirme para no arruinar tu rutina, tu
hábito de no necesitar a nadie y pretender amarlo todo. Alguien
bueno requiere de sentido. Finges no estar muerto de miedo, mo-
delas un astro donde eres un fisgón, ermitaño, el amante paterno…
y los demás debemos sentirnos agradecidos porque nos tocaste.
Tortuga que se esconde en el caparazón, no pedirás perdón ni jus-
tificarás nada.
ELÍ 3: No depende de mí… Tú estás con alguien más, quien sueña con
una familia, hijos, domingos de cenas familiares, conversaciones
sobre el aumento del gasto diario y los programas de televisión.
No eres eso y lo buscas, mientes igual que yo soy honesto contigo.
No quiero necesitarte de nuevo… Huye conmigo…
¿Cómo podremos saber si de verdad amamos, si no estamos dis-
puestos a terminar llenos de heridas?
He tenido la osadía de llamarte ‘el amor de mi vida’, y te vas a 532
kilómetros de distancia, con otra piel; formas otra familia.
Déjalo, ven conmigo, lo que hay entre nosotros, mucha gente no
cree que existe, a casi nadie le sucede. Lo que sentimos nos hace
inseparables, hay quienes lo buscan toda su vida… ¿Vas a decirme
que nada de eso importa?
EDNA: Nadie entiende que cuando una mujer construye una vida,
con detalles, hay cosas que deja fuera. Esas elecciones no vuelven.
Lo único que puedo hacer es sujetarnos a ambos dentro de mí. Si
huimos, cuando crucemos el umbral lo nuestro cambiará, seremos
como todos los matrimonios, cansados, juntos por costumbre.
Ayúdame a estar sujeta a los dos.
ELÍ 3: Son mitos y, no obstante, algo esconden. Urano y Gea están
solos, procreando, poblando de dioses…
Gea, Pangea unida y flotando en el agua, magma en ignición den-
tro de ella, la separa un perfil desgastado, continentes unidos, al-
gunas partes fueron lecho marino, ahora son pico de montañas.
Gea se cansó de estar embarazada. Cronos, con una serpiente de
hierro, castra al cielo, oblitera los testículos… Semen, sudor y sangre
caen al mar… Maremoto… luego calma… Afrodita surge de dolor.
Las leyendas también son cadenas…

145
El amor es sufrido, es benigno…
El amor no tiene envidia…
El amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido,
no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la in-
justicia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta…
Si me quedaran fuerzas lo intentaría.
Armemos barquitos de papel que corran por el arroyo de las ca-
lles… sin duda naufragarán.
No disfruto nada.
EDNA: Toma un mito más, te buscaré cuando sea vieja, serás un ancia-
no hermoso de cabello blanco y largo. No tendré miedo, nuestras
cenizas se derramarán en el mismo sitio, en la ciudad que amas.

*
ELÍ 4: ¿El amor tiene que ver conmigo? ¿Importa a quién amo? ¿Se
trata de cómo me siento? ¿Existes? ¿Te dibujo para distraerme?
¿Voy a morir para olvidar que pase lo que pase? ¿El dolor es tuyo…
o mío?
EDNA: He consultado al vidente que me recomendaron, me llamó
fructuosa, creo que puede percibir algo que nosotros no. ¿Quieres
que seamos felices o nos haremos daño?
ELÍ 4: La fatalidad de buscar a la pareja que se nos escapa. Sé que no la
hay… No puedo dejar de buscar. ¿Mi sensación está ligada a algo
positivo? Tú deberías darme felicidad.
Pienso versiones diferentes de nosotros. Los hechos revelan otra
historia en cualquier reflexión. ¿Saldremos del optimismo inge-
nuo? ¿Seré quien haga teñir de alegría toda tu realidad?
La felicidad es que nada nos perturbe, lo contrario es dependen-
cia, tu eres una fuente de perturbación constante.
Quería que duráramos para siempre, nos marchitamos, nos inven-
té plenos, nunca cerramos, te tengo, dejo de desearte, el intento
permanente por completarnos resulta lo opuesto, somos el gato
de Schrödinger, al mismo tiempo, nos amamos y nos desprecia-
mos, estamos juntos y distanciados, cabe la posibilidad de que el
mundo que experimentamos esté siendo generado por nuestra
percepción.

146
Ningún fenómeno se manifiesta, hasta que no es medido, cuando
la mirada del instrumento se posa sobre ellos, permanecen en un
estado de indefinición que desafía la lógica: son y no son, están
vivos y muertos, son ondas y partículas, no existen y son todo a
la vez.
La potencia infinita del vacío.
Nuestras nociones de conciencia pueden estar relacionadas a la
formación de la realidad física, han sido asociadas más a la magia
medieval, que a la ciencia.
Esta incompletud… creemos nacer, crecer, morir. Es nuestra, úni-
ca, irreemplazable. El ser humano tiene la identidad de los copos
de nieve. No tiene que ver con lo heredado y sí con lo adquirido
durante la existencia. Nos obliga a ir buscando en quién apoyarnos
y quién nos apoye. Nos hacen creer que tenemos que procrear: no
hay un soplo que no tenga eco en otra parte.
Lo que yo haga tiene efectos, repercute.
Creemos que, al emparejarnos, termina el movimiento y ya nadie
se ocupará de nosotros.
La sensación que nos atraviesa al encontrar a la persona que está-
bamos buscando, se derrumba cuando alcanza su punto máximo
de expansión.
EDNA: Un deseo no puede colmarse sin amor, sin otredad. ¿Busqué
a quien podía retribuirme de alguna forma? No… Pretendí que
fueras tú quien tuviera la forma exacta de mi carencia. No somos
lo que pretendemos, no encajamos. ¿Puedo pensar de otro modo?
¿Busco expandirme? ¿Lo humano se impone? ¿El amor es renun-
cia, retirada desde la desaprobación?
ELÍ 4: Te abrazo, tu recuerdo se va, después tengo una crisis, pierdo
peso. Terminamos, estoy verificando los pedazos en mi mente:
¿fui un niño feliz? Exagero los recuerdos tristes de la infancia, la
mente tiende a saltar un poco, hago concesiones entre la fantasía y
la realidad. Una persona detrás de mí habla sobre un amigo. Claro
que puede dar su opinión… ¿Tiene que hacerlo en voz alta? ¿Que-
jarse a gritos de su amigo? ¿Qué carro compró? ¿Por qué gastó ese
dinero? ¿Puede con los estudios y el trabajo? Se da una vida que no
tiene, finge su posición actual, pretende tener un estatus diferente.

147
Estuve casado… No lo volvería a hacer. Estoy calmado, tomé mis
píldoras.
Dada la riqueza del camino, la angustia del final le quita sabor al
proceso. Vamos invirtiendo paso a paso, pretendiendo llegar al
momento final… Secundaria, preparatoria, carrera, posgrado…
¡Esto no termina nunca! ¿Hay algo más absurdo que vivir sabien-
do que todo tendrá un desenlace fatal?
Si no aprendo a disfrutar el momento, a conectar con cada instan-
te, no voy a ser feliz. ¿Es algo propio del capitalismo? ¿De la vida
moderna?
Religiosamente hay que hacer una cantidad de deberes para reci-
bir la recompensa del cielo.
Hay almas que, al amar, entregan todo, andan por la vida con el
corazón en la mano, lo ponen a merced de los extraños, sin reser-
vas… Terminan sufriendo.
Admiro a esas almas, me topé con un par de ellas, no fui capaz de
aquilatar la valía que representan, almas libres de cobardía.
Tipos como yo, no andamos por la vida amando a todos, nos en-
tregamos por ciclos. Castillos de aire, surrealistas, alma que se des-
ploma, sin vuelta atrás, sin un estallido que le despierte al cosmos,
recogiendo pedazos de cuentos inconclusos.
Metáforas de la relación, interacción milagrosa, condicional, a me-
nos que el objeto amado se vuelva lo que uno desea.
“Lo importante es su interior, aun frente a estatuas de dioses, per-
cibirás que se trata de algo más, de la búsqueda”.
“Solo serás amado el día que puedas mostrarte débil, sin que el
otro lo aproveche para mostrar su fuerza”.
Me retiro para que tú seas.
EDNA: El corazón va en contra de nuestra naturaleza. Si hay amor, no
hay contrato. Si hay acuerdo, tendremos estrategias, batallas.
ELÍ 4: ¿Podemos desarmarnos un poco y pensarnos de otra manera?
Estoy repitiendo hasta el cansancio el momento del fracaso. El
acto de huida nos transforma en mortales para ver la belleza. Mo-
riré un día: la paz, la nada después, la ausencia de belleza. Aquellos
bares, cervezas, cigarros, besos, lecturas en voz alta, se agotaron,
los olvidaré, silencio, serenidad.

148
*
EDNA: ¿Cómo soportas la realidad sin fe? ¿Te sientes confundido?
ELÍ 5: Ibas a decir desquiciado, claro que confundido suena más dig-
no. No estoy siendo hostil de manera intencional.
EDNA: Sigue siendo parte fundamental de ser hostil. Sobre la realidad
sin fe no has dicho nada.
ELÍ 5: Lo soporto con alcohol y vídeos de gatos. Estás dejándome y
esta vez no hay marcha atrás, no vuelven los sueños al lugar donde
nacen, si se les ocurre regresar lo hacen como pesadillas. Se acabó;
esta vez no sé si quiero reiniciar este jueguito.
Los uroboros también se cansan de morder su cola.
He tenido suficiente…
Ya ha ocurrido antes; como entonces, todo es negrura.
No es únicamente una pelea. Hay alguien más y se irán juntos. Eres
feliz con él, lo dijiste, te creo. ¿Vas a dar una respuesta o te quedarás
allí sentada, mirándome con cara de loca?
EDNA: Cuando tú hablas no hay preguntas ni diálogo. Eres la más as-
querosa parte de ti, cuando no entiendes, a lo sumo dices loca…
No, no voy a hablar contigo.
ELÍ 5: El techo ha vuelto a gotear. ¿Cuánto tiempo ha pasado sin llover
así? Cada gota hace pensar en funerales… en ti. Pienso que viene
a ser lo mismo.
Por crueldad… ya da igual. ¿Es momento de entrar en razón?
Dentro de mi horror no hay belleza, no… Eso lo sabes bien, lo
aprendiste a golpe de martillo mortal hace cinco años y medio.
¿Recuerdas el camino para llegar aquí? Yo lo he olvidado.
Tu último intento de mantenernos a flote lo puse entre mis fauces
y mordí. Tú aún llorabas.
La sangre gotea, presagio seguro, sucesión de muerte.
Juré que pondría cuidado en hacerlo bien. Cometí otro error, no
pedí perdón ni supliqué mil veces.
Recé, muerto de miedo… ningún dios se dignó contestarme.
Contemplé a mis pies el fiambre que, según tú, yo fui.
En cierta ocasión, estás llorando encerrada en el baño… Yo subo
el volumen en mis audífonos, trago un cuadro de papel mágico

149
para no pensar en ti. Me concentro en esperar que alguien venga
a reparar la gotera de una maldita vez… Lo nuestro ahora es su-
ciedad.
¿Qué puedo hacer para amar lo que una y mil veces pretendí des-
preciar?
Te he perdido… y eso duele.

150
EL TIEMPO DE LOS CACTUS

Sandra Mónica Ramírez

La sorpresa
VIOLETA: El auto gira a la velocidad del parpadeo y choca. Los gritos
no me despiertan, me entrego a la densidad del coma.
ANCIANA: Está escrito el futuro en un fragmento de narración rosa
o negra.
CACTUS: O verde multicolor, como el Amazonas.
VIOLETA: Del otro lado del mundo, en Brasil, anocheció dos horas
antes, una columna de humo se mezcló con la lluvia. El agua cayó
en la región donde estaba oscuro y olía a quemado, cerca de Mato
Grosso.
VIOLETA NIÑA: ¿Cuándo se va a acabar el mundo?
ANCIANA: El mundo de cada persona se acaba cuando se muere,
aunque las religiones dicen que la muerte es la comprensión de
ese hecho para trascender.
VIOLETA: La muerte es luchar para no quedar dormido, el segundero
del tiempo se expande en un fragmento de aurora y ocaso. No me
puedo morir porque soy joven. Me quedan continentes por pisar
y todavía no tengo un doctorado.
VIOLETA NIÑA: Me da miedo la oscuridad.
VIOLETA: Mamá dejaba la luz de afuera encendida. Cuando una pe-
sadilla me despertaba en medio de la noche, miraba hacia la puerta
para tranquilizarme. Después papá compró el telescopio, pasé del
miedo a la fascinación.
VIOLETA NIÑA: Cuando muera quiero ir al cielo donde voy a vivir
eternamente.
ANCIANA: No vas a ir al cielo… los astronautas sí. Y los que puedan
pagarlo. Viajarán 39 años luz hacia la constelación de Acuario para
encontrar un planeta habitable.
VIOLETA NIÑA: Estamos en la era de Acuario. El movimiento del
punto vernal da origen a las eras astrológicas.

151
VIOLETA: Las calles están llenas. La mayoría son personas jóvenes,
de mi edad. Llevan pancartas donde se alcanza a leer… No entien-
do las letras. Los militares con sus cascos redondos, balas, sangre y
gritos. El ejército de nuestro propio país nos dispara… ¿Tlatelolco?
ANCIANA: Tiananmén.
VIOLETA NIÑA: ¿Dónde está mi papá?
VIOLETA: Allá, mirando el cielo en su telescopio. Se va…
VIOLETA NIÑA: No puedo avanzar… ¡Papá, ¿de qué está hecha la
luna?!
VIOLETA: No va a responderte. Se fue cuando mamá enfermó de
cáncer. O antes, no recuerdo…
ANCIANA: Recordar significa volver a pasar por el corazón, porque la
sede de la memoria está en el corazón… o así se creía. Si recuerdas
a alguien, lo estás volviendo a pasar por el corazón.
VIOLETA: Me muevo con dificultad.
VIOLETA NIÑA: Como los astronautas en la luna. Dejaron un men-
saje de buena voluntad firmado por todos los países, excepto Ru-
sia.
CACTUS: Fueron a la luna para saber quiénes estaban ahí. A través de
sus telescopios habían observado puentes, torres y cúpulas gigan-
tes. Un espacio entre la transmisión de la señal original y la trans-
misión pública, permitía a la NASA escuchar primero los mensajes
de los astronautas. Frente al mar de la tranquilidad, el astronauta
Yung dijo: “Están aquí otra vez”: Hey, here they are! They are back
again. El mensaje fue borrado inmediatamente.
VIOLETA NIÑA: No se refería a los aliens sino a los retortijones de
su estómago: los astronautas se enferman durante los viajes espa-
ciales.
CACTUS: Las fotos del alunizaje fueron realizadas en estudios de la
tierra debido a que las fotografías originales contenían estructuras
lunares: ¿extraterrestres o vestigios de una antigua civilización?
VIOLETA NIÑA: Cambian de posición, aparecen y desaparecen. Qué
curioso.
ANCIANA: La luna es una conquista, algunos quieren apropiarse de
todo. Rotschild, Rockefeller, Morgan y Du Pont detrás de Trump
y Bolsonaro. Delante, los que se juegan la vida: Neil Amstrong y
Cortés.

152
VIOLETA: Escriben su leyenda, pasan a la historia y son recordados
por siempre. En cambio, mi padre era huérfano y solo me tuvo a
mí. Murió cinco años después de mi madre.

La memoria
VIOLETA NIÑA: Imagínate en una barca, en un río, con mandarinos
y cielos de mermelada. Alguien te llama, una chica con ojos de
caleidoscopio, respondes despacio.
VIOLETA: Mi madre llora en la rivera del Mersey en Liverpool.
VIOLETA NIÑA: Flores de celofán amarillo y verde, amontonándose
sobre tu cabeza. Buscas a la chica con el sol en los ojos y se ha ido.
VIOLETA: La hierba que piso se eleva hasta convertirse en árboles
gigantescos poblados de perezosos, serpientes e insectos aún no
clasificados. ¿Estoy en la selva Lacandona?
VIOLETA NIÑA: Lucy in the sky with diamonds.
Lucy in the sky with diamonds.
Lucy in the sky with diamonds.
ANCIANA: La Amazonía
VIOLETA: Nunca he estado en Brasil.
CACTUS: En esta vida. El tiempo y el espacio se abren frente a ti.
VIOLETA NIÑA: Conoces mejor Europa que tu propio continente. Y
eso que está más cerca la Patagonia que Madrid.
VIOLETA: Habíamos ahorrado para la cirugía, pero no fue necesaria.
Entonces me dijo que, con el dinero… mejor viajar como pobres
durante un mes en Europa que vivir como ricas un año en México.
Mi madre había aprendido inglés escuchando a los Beatles, pero
yo estaba enamorada de la cultura italiana, decidimos viajar unos
días por separado.
CACTUS: Ser arrancados de raíz a la percepción ordinaria y ver sin
tiempo el mundo exterior e interior.
VIOLETA: Veo un tren que se acerca con rapidez, pero no anda sobre
rieles, flota sobre el océano. Una voz murmura: La Bestia. Sobre el
tren, hombres, mujeres y niños hablan en lenguas desconocidas.
Un muchacho baja de un brinco. Me dice que van rumbo al Ár-
tico… cuando se derritan los glaciares habrá trabajo para extraer
petróleo y gas. Un coro de niños canta una canción argelina.

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VIOLETA NIÑA: Ya rayah win msafar trouh taaya wa twali
Chhal nadmou laabad el ghaflin qablak ou qabli
Chhal cheft al bouldan laamrine wa lber al khali
Chhal dhiyaat wqat chhal tzid mazal ou t’khali
Ya lghayeb fi bled ennas chhal taaya ma tadjri
Tzid waad el qoudra wala zmane wenta ma tedri
Aalach qalbek hzine waalach hakdha ki zawali
Matdoum achadda wila tzid taalem ou tabni
maydoumou layyam walay doum seghrek ou seghri
Ya hlilou meskine li ghab saadou ki zahri
Ya msafer naatik oussaayti addiha el bakri
Chouf ma yeslah bik qbal ma tbia ou ma techri
Ya nnayem djani khabrek ma sralek ma srali
Hakdha rad el qalb bel djbine sabhane el aali.
CACTUS: ¡Oh emigrante!, ¿a dónde viajas?
Te cansarás y terminarás por volver.
¿Cuántos se han arrepentido antes de ti y de mí?
¿Cuántos países poblados y desérticos has visto?
¿Cuánto tiempo has desperdiciado?
¿Cuánto tiempo te queda más por dejar?
¡Oh tu ausente!, no paras de correr en el país de los otros.
El destino y el tiempo siguen su curso, pero tú lo ignoras.
¿Por qué tu corazón está tan triste?
¿Por qué permaneces allí como un desgraciado?
Las dificultades no duran, y tú tampoco construirás ni aprenderás
más.
Los días no duran, ni tu juventud ni la mía.
Oh dulce desgraciado que tu suerte ha pasado, como la mía.
Oh viajero, te doy un consejo para que lo sigas.
Mira lo que te convine antes de comprar o vender.
¡Oh tú, el dormido! Noticias tuyas me han llegado.
Te ha pasado lo que a mí me pasó.
Así devuelve el corazón a su creador.
VIOLETA NIÑA: Es la canción del que abandona su tierra para bus-
car un futuro mejor. Mi abuelo fue bracero en Estados Unidos,
ganó muchos dólares y regresó, nunca más se volvió a ir.

154
VIOLETA: El muchacho se despide. ¡Sé quién es! Lo conocí en Ita-
lia… También era mexicano. No se puede decir que era un exilia-
do, estaba ahí por su gusto y méritos, pero igual extrañaba… Es
un logro para los mexicanos estudiar en Europa. Tengo derecho a
luchar por mi vida donde quiera, decía.
VIOLETA NIÑA: Atravesamos desiertos, glaciares, continentes.
El mundo entero de extremo a extremo.
Empecinados, supervivientes.
El ojo en el viento y en las corrientes.
La mano firme en el remo.
Cargamos con nuestras guerras.
Nuestras canciones de cuna.
Nuestro rumbo hecho de versos.
De migraciones, de hambruna.
Y así ha sido desde siempre, desde el infinito.
Fuimos la gota de agua viajando en el meteorito.
Cruzamos galaxias, vacío, milenios.
Buscábamos oxígeno, encontramos sueños.
ANCIANA: Humano en tránsito, no sabe de dónde es originario. Mira
hacia arriba en tu árbol genealógico: Somos padres, hijos, nietos y
bisnietos de inmigrantes.

El origen
CACTUS: Las placas de la tierra son un rompecabezas flotante, las
piezas se separan y chocan, se superponen unas con otras. La in-
formación se queda impregnada en las piedras.
VIOLETA NIÑA: ¡Fósiles marinos!
VIOLETA: ¿En el desierto de Chihuahua?
CACTUS: Y aquí, en el Sahara. Sobre esta región existió un mar y lue-
go una selva lluviosa. Cambio climático.
VIOLETA NIÑA: ¿Es culpa del humano?
ANCIANA: Es natural. El clima cambia y las placas se mueven. El
fondo del mar se eleva formando cordilleras y los continentes se
hunden en el océano. Japón está sobre la Placa del Pacífico que
se desplaza ocho centímetros al año, la misma velocidad a la que
crecen las uñas.
VIOLETA NIÑA: ¿Es malo?

155
ANCIANA: Malo y bueno.
VIOLETA: Escarbando un poco encuentro almejas con estrías, restos
de peces y nervios de coral. Los fósiles en mi mano me hacen sen-
tir que el tiempo se detiene.
ANCIANA: El humano aceleró el cambio climático cuando empezó a
quemar combustibles fósiles: el petróleo, el carbón y el gas.
VIOLETA NIÑA: Los pedos de las vacas contaminan más que un au-
tomóvil.
ANCIANA: El ganado produce metano y amoniaco. Más las quemas
agrícolas…
VIOLETA NIÑA: ¡Una ola marina! ¡Tsunami!
ANCIANA: El océano.
VIOLETA: Todo es blanco y luminoso… borroso. El sonido me llega
amortiguado.
VIOLETA NIÑA: Oparin dice que hubo un caldo primigenio donde
se originó la vida.
CACTUS: La tierra no es tan antigua. Francis Crick descubrió la es-
tructura del ADN y dijo que es más fácil que se ensamblara un
jet completo pasando un huracán por una chatarrera, a que se en-
samblara el ADN en el caldo primordial. La evolución debió tener
lugar en un sitio distante mucho más viejo que nuestro planeta.
Crick fue premio Nobel.
VIOLETA NIÑA: ¡Crick consumía LSD, Oparin no!
VIOLETA: La vida surgió en el caldo primordial como por arte de ma-
gia
ANCIANA: La magia es un truco, pero el truco es la excusa que pone-
mos para no dejarnos llevar por el deslumbramiento de la vida. No
signifiques, déjate sentir: que tu corazón lata como deba latir. Sa-
ber que eres parte del todo. Confiar en lo que no puedes explicar.
CACTUS: Una criatura inteligente apareció y creó una civilización
avanzada. Luego, ellos descubrieron que se estaban enfrentando
a la perdición. Viajaron muy lejos de su planeta y depositaron el
ADN en el caldo primordial de la Tierra. Las especies se desarro-
llaron a lo largo de los siglos y las eras, algunas fueron más resisten-
tes que otras. La resistencia se debe a mi poca cantidad de hojas, el
grosor del tallo y el extenso sistema de raíces. Retener el agua para
soportar largos periodos de sequía.

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ANCIANA: Las cucarachas también son resistentes, pero mueren de
un pisotón. Los cactus se pudren por exceso de agua, caldo pri-
mordial de vida. El agua es vida, pero también es muerte.
VIOLETA NIÑA: El exceso. Un planeta que no soporte los siete mil
quinientos millones de humanos. Ninguno quiere morir.
VIOLETA: Cuando mi madre y yo regresamos de Europa, tuvo una
recaída. En realidad, nunca había dejado de estar enferma. Mintió
para poder hacer el viaje.

La paradoja
VIOLETA: El cuerpo es una máquina que se deteriora. Comienza a
descomponerse siete minutos después de la muerte, a no ser que
lo impidamos.
VIOLETA NIÑA: Los egipcios:
VIOLETA: Mirra y lino.
VIOLETA NIÑA: Los chinchorro:
VIOLETA: Arcilla gris y cañas.
VIOLETA NIÑA: La niña Rosalía:
VIOLETA: Formol y glicerina.
VIOLETA NIÑA: Rotschild, Rockefeller, Morgan y Du Pont…
¡Criogenizados!
CACTUS: Sistema de enfriamiento de estructuras biológicas para su
conservación. Un cerebro que vuelva a ocupar un cuerpo.
VIOLETA: Prefiero ser cremada, como el Amazonas. Piel joven, hoja
fresca ardiendo lentamente.
VIOLETA NIÑA: ¿A qué velocidad se quema el Amazonas?
ANCIANA: Más lento que el África. Los campesinos usan los incen-
dios como técnica agrícola… una décima parte queda fuera de
control.
VIOLETA NIÑA: Elevarme en nube de humo hasta el cielo.
ANCIANA: Fundirte con el cosmos en el momento cumbre de una
gran visión.
CACTUS: La luz al final del túnel, sensación de paz y saberlo todo.
ANCIANA: Los chamanes utilizan plantas para llegar a ese estado sin
morir. Las visiones les sirven para responder a los problemas de su
comunidad.

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VIOLETA NIÑA: ¡Como Francis Crick! Chamán urbano de la cien-
cia.
VIOLETA: Cuando los científicos empezaron a leer el genoma huma-
no comprobaron que solo una minúscula parte consiste en ADN
codificante, genes con información para sintetizar proteínas. El
resto del ADN, ¿qué hace ahí? Como no lo sabían, decidieron que
era inútil, basura.
CACTUS: Hay un pasadizo secreto en la mente para acceder a infor-
mación codificada en el ADN… el archivo oculto de una com-
putadora, escondido por alguna razón. Los pueblos del neolítico
consumían plantas sagradas: Banisteriopsis caapi, Lophophora
williamsii, trichocereus pachanoi.
ANCIANA: Todo estaba regido y amparado por el poder de la gran
diosa. Madre e hija, virgen y arpía. Señora de las estrellas y de los
cielos, del ritmo y del vientre engendrador, de la fertilidad y la pu-
drición. Todo procede de ella y todo vuelve a ella.
CACTUS: Leona, serpiente, paloma, árbol, luna. Inmortal, inmutable,
omnipotente. Tenía amantes por el placer de tenerlos y paría por-
que podía hacerlo, la paternidad no era relevante.
ANCIANA: Sociedad matrifocal, vinculada con la tierra y el mar, se-
dentaria, pacífica y amante de las artes.
CACTUS: Luego, un vacío en la prehistoria: el diluvio universal.
ANCIANA: Los sobrevivientes navegaron por décadas en el océano
total hasta que las aguas fueron bajando.
CACTUS: Construyeron pirámides para vigilar el cielo y predecir los
cambios de la Tierra.
ANCIANA: Nacieron los pueblos que se desplazaban a caballo y eran
capaces de invadir y conquistar otras tierras. El culto a la gran diosa
se desmoronó y los invasores la incorporaron a su propia religión
como esposa subordinada. Le arrebataron sus poderes para entre-
gárselos a aquellos. Apareció por primera vez la violación, refleja-
da en la muerte de la serpiente a manos de los héroes y los dioses.
VIOLETA NIÑA: De la cabeza de Medusa salían serpientes vivas y
aquel que la mirara cara a cara quedaba convertido en estatua de
piedra. Muchos héroes bien armados intentaron matarla… por
todas partes se veían guerreros en actitudes diversas, inmóviles y
tiesos porque eran estatuas. Entonces vino Perseo, hijo del dios Jú-

158
piter, tenía una espada encorvada, un escudo pulido como espejo
y alas en los talones. Llegó volando y se quedó algo lejos, ocupado
solo en no mirar de frente a Medusa sino a través de su escudo. Me-
dusa gritaba y sus culebras se movían y silbaban con furia. Cansada
al fin, se fue quedando dormida. Entonces se acercó Perseo y de un
tajo le cortó la cabeza. Durante toda su vida conservó Perseo la ca-
beza de Medusa, la usaba para convertir en piedra a sus enemigos.
ANCIANA: Cuando dejó de llover y las aguas bajaron, había sobrevi-
vido la gigantesca escultura de una leona. Sobre su cabeza tallaron
la cabeza de un faraón.

Ser humano
VIOLETA: Las células se renuevan, pero al mismo tiempo estamos
envejeciendo. La paradoja de la vida. Nacemos muriendo. ¡Por eso
hay que viajar, leer, conocer el mundo!
VIOLETA NIÑA: Hasta las momias tienen pasaporte. Nombre: Ram-
ses II. Fecha de nacimiento: 1303 A.C. Profesión: rey. Entre pa-
réntesis: muerto.
ANCIANA: Multitudes de pisadas extrajeras en los muelles de Vene-
cia.
Canta, Venecia la bella
para cubrir el crujido
de tu poder que se estrella
y va rodando a su fin.
CACTUS: Un colosal crucero embestía a la pequeña embarcación,
ambos con cientos de personas a bordo. Todo quedó en un susto,
cuatro turistas hospitalizados. ¡Esos gigantes deben salir de la la-
guna!, gritaron los venecianos frente al ayuntamiento.
VIOLETA: Saca el boleto lo antes posible, porque en Semana Santa y
Fin de año las aerolíneas y hoteles tienen mucha demanda.
ANCIANA: Los sobrevivientes del diluvio construyeron grandes mo-
numentos para no olvidar la fragilidad del humano, una imagen
de piedra, señal de eterno recuerdo: Machu Pichu, Stonehenge,
Moais de Isla de Pascua. Gigantes aferrados a la Tierra.
VIOLETA: Aviones, gigantes de metal flotante.
CACTUS: Setenta por ciento de los mexicanos no se ha subido a un
avión.

159
VIOLETA NIÑA: Viaja a Venecia antes de que se hunda. No te quedes
sin tu selfie de perfil.
CACTUS: La Atlántida, en las profundidades del mar, es un mito con-
tado por Platón y Disney.
VIOLETA NIÑA: ¿Cuál es el pasaporte para ir al cielo?
ANCIANA: Olvidar lo que sabemos y quiénes pensamos que somos.
CACTUS: Mientras vivas, brilla,
no sufras por nada en absoluto.
La vida dura poco
y el tiempo exige su tributo.
VIOLETA NIÑA: Si la vida fuera cruel no habría tanta hermosura.
VIOLETA: Cuando dejó de llover en Brasil, comenzaron los incendios
y el cielo comenzó a verse negro. La gente creyó en el Apocalipsis.
ANCIANA: El miedo ya no funciona porque ya nos sabemos la his-
toria.
VIOLETA NIÑA: Sinopsis cinematográficas. El héroe y su familia
tienen que sobrevivir en un mundo que colisiona por el cambio
climático. Los robots se rebelan contra sus creadores. Una raza de
extraterrestres quiere controlar el planeta. La cura del cáncer pro-
duce un virus que zombifica a los humanos. Etcétera.
CACTUS: No aparecieron en el cielo los cuatro jinetes: se incendiaba
el Amazonas.
VIOLETA: No entiendo lo que dicen las enfermeras. Manipulan mi
cuerpo con lástima o indiferencia. Escucho Las mañanitas.
ANCIANA: Has visto a los demás cumplir treinta, cuarenta y cin-
cuenta. En cada cumpleaños se preocupan por el pasar del tiempo,
luego olvidan lo preocupados que estaban. Unos se sentían más
jóvenes, otros siempre estuvieron viejos. A cualquier edad la vida
puede parecer tormentosa o ligera. A los veinte o a los noventa,
igual se sorprenden por todo lo que han pasado.
VIOLETA NIÑA: Quien se sorprende, aprende.
CACTUS: Sin viajes, sin lecturas, sin larga vida. El asombro es virtud
del sabio.
ANCIANA: Has visto a los demás irse, personas fuertes y otras más
débiles, como los cometas o las estrellas fugaces. En comparación
no es nada, lo que te pasa o lo que les pasó a ellos.

160
VIOLETA: Sucedió lo que creí jamás soportar y la felicidad no fue pla-
neada.
CACTUS: Está bien.
VIOLETA NIÑA: O mal.
ANCIANA: No se sabe.
VIOLETA: Temporadas de tristeza, años de depresión, de locura. Lo
noté hasta que ya había pasado. ¡Si lo hubiera detectado a tiempo,
me hubiera ahorrado tanto!
ANCIANA: No se sabe.
VIOLETA: Creí y me aferré a ideas. Busqué a mi padre, eso no hizo
que él fuera como yo quería que fuera. Me equivoqué y le hice
daño.
VIOLETA NIÑA: Él no pidió perdón ni sintió vergüenza.
ANCIANA: Habrá cosas que no entenderás, necedades innecesarias.
VIOLETA NIÑA: Ha sufrido la gente por cosas que solo eran de su
época o su sociedad: racismo, homofobia, xenofobia.
VIOLETA NIÑA: Las cosas pudieron ser diferentes…
CACTUS: Lo tonto no es equivocarse sino eludir el error. Cuando el
emperador Mao Zedong mandó exterminar los gorriones en Chi-
na, estaba seguro de eliminar una plaga que mermaba las cosechas.
VIOLETA NIÑA: Los gorriones no solo comían grano. Al acabar con
ellos, los insectos invadieron los cultivos provocando una ham-
bruna. China tuvo que importar gorriones de Rusia, pero fue im-
posible reestablecer el equilibrio del ecosistema, por lo que uti-
lizaron pesticidas de forma masiva. Los pesticidas acabaron con
todos los insectos, incluyendo las abejas. Hoy, la polinización se
hace a mano.
CACTUS: El humano no sabe quién, hacia dónde va, qué busca. Si
hace algo bueno parece malo y si hace algo malo parece bueno.
VIOLETA: Miedo no es una palabra, es una sensación o una imagen
que toma forma en la oscuridad.
ANCIANA: Los que tienen miedo dividen el mundo en bueno y malo.
Creen ser los buenos, nadie quiere ser el malo. Lo único que tienes
que entender es que cada acto está para que aprendas, en el mo-
mento en que juzgas divides la dualidad. Las dos condiciones son
igualmente necesarias para que existamos, para ser humanos.

161
CACTUS: La oscuridad es necesaria para la luz y viceversa. Es una
locura para algunos, imaginación o invención. Para otros es real.
VIOLETA: Respirar desde los árboles, desde las rocas, desde el océa-
no. El cuerpo es una célula más de la Tierra. Llegar aquí implica
haberse esforzado.
ANCIANA: Ya estás aquí, solo tenías que haber llegado.
VIOLETA NIÑA: Cuando el túnel está en la más absoluta oscuridad,
es cuando puede volver otra vez la luz. Estás entrando en el espa-
cio en blanco.

El umbral
VIOLETA: ¿Dónde estoy? ¿Fecha, hora? El coma me abraza, me com-
bustiona. La gente cree que solo los ancianos mueren. La vejez es
un privilegio.
CACTUS: Repaso de todo lo que no hiciste: explorar el mar abisal,
salvar al oso polar, reconstruir Notre Dame, revivir al Neandertal.
Repaso de todo lo que no descifraste: el mecanismo de Anticitera,
el manuscrito Voynich, las líneas de Nazca.
VIOLETA: Pedirle perdón a mi padre en su lecho de muerte.
VIOLETA NIÑA: ¿Por qué, si te abandonó cuando más lo necesita-
bas?
VIOLETA: Por la arrogancia de no haber aceptado sus defectos hu-
manos.
ANCIANA: Miramos al otro sin decirle nada, preguntándonos qué
pensará, por qué está aquí, por qué hace tal gesto o dice tal cosa.
No hay silencio, sino un ruido permanente en la cabeza. En todos
los repasos mentales de las peleas nosotros tenemos la razón. Jus-
tificamos acciones, no nos permitimos equivocarnos. Nos damos
mucha importancia, como si no fuéramos tan solo un fragmento
de narración negra o rosa.
CACTUS: O verde, multicolor. Amarilla, azul, roja o violeta.
VIOLETA NIÑA: Arrepentimientos comunes. Ojalá hubiera tenido
el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que otros
esperaban que hiciera. Ojalá no hubiera trabajado tanto. Ojalá hu-
biera tenido el valor para decir lo que no me gustaba. Ojalá hubie-
ra dicho a las personas lo que realmente sentía por ellas.

162
ANCIANA: Hay líneas delgadas entre la dignidad, el orgullo y la ven-
ganza. La dignidad nos aleja de lo que no sirve, el orgullo nos aleja
de lo que sirve, la venganza nos humilla. Pero nos humilla más el
intento de venganza: deseo permanente de destruir sin llegar nun-
ca a hacerlo.
CACTUS: Mejor la guerra nuclear que la guerra fría.
VIOLETA NIÑA: Mejor que no hubiera guerra.
ANCIANA: Los habitantes de los Andes peruanos, cuando tienen un
disgusto, pelean cuerpo a cuerpo para neutralizar el sentimiento.
Después de la pelea: un abrazo. Se llama Takanakuy.
VIOLETA: Aun entre ellos hay rencores y venganzas.
CACTUS: Porque es condición humana.
ANCIANA: Pon la mano en tu pecho, no en el lado izquierdo sino en
el centro, donde reside el alma. Siente la vibración. Acallar el ruido
mental en un acto de humildad.
VIOLETA: El corazón se apaga, la circulación se detiene, el cuerpo se
endurece: mandíbula, cara y cuello, se extiende por los brazos y
tórax, al final las piernas. Rigor Mortis.
VIOLETA NIÑA: Se enfría un grado por hora. Algor mortis.
VIOLETA: El plasma cede a la gravedad: manchas rojas y moradas en
la piel.
VIOLETA NIÑA: Livor mortis.
VIOLETA: Palidece.
VIOLETA NIÑA: Pallor mortis.
CACTUS: Una serie de mini-muertes, con tejidos desvaneciéndose a
diferentes escalas.
ANCIANA: Tormentas solares, huracanes, propagación de enferme-
dades, derretimiento de los glaciares, desaparición de especies,
aumento del nivel del mar hasta cubrir el planeta entero.
CACTUS: En cada muerto el gesto es distinto. Sonriente, inexpresivo
o tranquilo si es por causa natural; triste, dolorido o aterrorizado
si es fallecimiento violento. Muecas de aparente felicidad, la sere-
nidad de una siesta de media tarde o el rostro de la agonía. Los he
visto en retratos antiguos o en fotografías de guerra. Todos con la
mirada transparente, ese gesto de humildad en los cadáveres hu-
manos.
PADRE: Ya estás aquí otra vez… Ya están aquí otra vez.

163
SECRETO VIOLETA

Marisol Peralta Reyes

1
Voces aisladas
VIOLET: Oscuridad… oscuridad… Dicen… dicen… ¡Shhh… cá-
llate! ¡Basta! Grrr… Mojada. Duele, bebe… bebe… Mojada,
clap, clap… Pusss… pussss… Necesito pusss… ¿qué hay detrás
del muro…? Allá… Vives en oscuridad, no podrás salir nunca…
¿Salir? Quiero salir… sal… pelota… pegajoso… Come… pega-
joso… Muro… muro…. muro, puerta… golpea… ¡Aaaahhhh!
Golpea… ¡Aaahhh! Salir… pusss.. pusss… Come… come…
come… Esta… Mete… Come… Pared… Obija… obija… Salir
quiero… Dedo pegajoso… pared… duele… pierna… pared…
pierna… ¡No podrás salir nunca… ¿oíste…? ¡Shhh! ¡No! ¡No!
Son ellos, vienen… Ellos no, no ellos… Escucha… ilian… ia…
ilian… ui… aui… Golpea… golpea… Ella escucha… Golpea…
Salir… Salir quiero… Come… Divertirnos no… no divertir-
nos… ¡No…! ¡Shhh…! ¡Cállate…! Vendrán…

LILIAN: Siguen escurriendo de sus labios mis verdades en fuego de


mentiras… La mula recta sin oídos ni ojos claros, la que mira y
cree en historias difusas de colores que desconoce y desconoz-
co… Es el silencio de sus caricias, el dedo forzado que eriza al pal-
par los cráteres rojizos, lava mezclada en un remolino de moscas
recorriendo mi piel entre los pliegues donde nace el azúcar que
empapa mi ímpetu de excavar y hacerlo parte de mi aliento… Re-
cuerdo el viento rozando mi rostro al trote del carrusel en picada,
el río corriendo en cada contacto… Me aterra su respiración, las
garras de sus ojos en mi piel, la fragilidad de mi cuerpo ante sus
caricias toscas… El vuelo de mi enojo es lo que provoca…
Ellos no lo saben, rezan a la mentira, entre los bocados de besos
que compone su complicidad en el cambio discreto de sus piernas,

164
las miradas de saliva mezclada, el sudor limpiado por las garras de
su lengua en un respiro final del secreto.
No escapan de mi presencia, sé de las visitas a los ojos del puma
que juguetea con la presa, duda: ¿es su intensión o la soledad de su
persona? Las letras, música, el baile, el pincel de su realidad le ayu-
dan. Las hojas no crecen. Las sinfonías se mezclan con las palabras
sin movimiento. Un ave, con alas, pero sin dirección, o un caracol
resbalando en la mugre, lamiendo el paso en espera de que la lluvia
limpie su rastro.
Jamás he visto sonreír a un pájaro, tal vez lo hacen cuando can-
tan… Ella grita en el desfogue de su habitación, ese tallo prohibi-
do que no abre para nadie, mientras otros disfrutan de sus sonidos
elásticos, sibilantes en el oído, calurosos, deslizándose por la mano
circundada por ojos y labios desvanecidos, la misma sensación
que pica la maraña de pensamientos, calurosos e inevitables, la pu-
pila curiosa de mis manos. Normalidad, pubertad, adolescencia,
sexualidad, ni la luz blanca contesta la duda que me embarca en
el disfrute bañado de negación… más de tres vocales abordan la
curiosidad al tocar lo que describen, pero no hablan del sentir, una
mano que recorre mi cuerpo, no es igual si soy yo, no es igual jugar
sola a pintar mis muslos, que sus manos dibujando, no es pareci-
do tocar mis formas, en su lienzo, juntar mis manos a un abrazo,
la mirada perdida a un reflejo encontrado, ni la sonrisa de juego
atenta, no hay nada en la iluminación ni letras que me hablen, o
exprese mi secreto el gusto por la curiosidad resuelta, el disgusto
por la culpa a lo correcto, Raúl su mirada no es la misma ante otros
ojos, ni el baile de Carmen a su cuerpo en besos secos, no es igual
al beso de mi cuello. Normalidad, ¿qué es normal…?, normal es
ser parte, debe ser parte de lo que no es tuyo de nacimiento, lo que
no fue entregado ni cuidado, un título prestado, otro desconocido,
‘madre’, el apodo extraño de mis rincones pasados, esa idea que
halagan sin conocer la oscuridad de la palabra, quien la porta, son
flores, arbustos espinosos, caducos, desconfiados, marchitos que
también hacen daño, es su desprotección la que arrincona mi tris-
teza, el miedo a volver a no ser parte, ni normal en donde es un
halago serlo.

165
CARMEN: Cansada… estoy cansada, del sonido sin escucha, de los
movimientos sin razón, el olor de mis pensamientos, la pintura sin
color, las letras que no hablan, el reflejo que no reconozco, lo que
curva y estas rocas que no vuelan, volar… flotar de nuevo en ese
cielo de luces en posición de las 6:15, elevarme en la lluvia de soni-
dos, un copo de nieve siguiendo los caprichos del viento girando
en destellos de elegancia, la luz moviendo el universo a merced de
la fantasía de mis formas, podía ser el abismo, la obsesión, lamen-
to, odio, mar y planeta contenido en peleas al viento, eran mías
los millones de flores que burbujeaban sonrisas en la oscuridad
del sonido palpitante. Esa tierra de ilusiones que enfría todas mis
verdades, hasta la caída de la luna, los despertares amargos y las
sinfonías de humo permearon los horizontes de plumas caídas,
desquebrajando las rocas con la lluvia, gota a gota se elevaron los
huracanes del miedo, los tsunamis de odio, los remolinos de sufri-
miento, en esa alba de mirada torcida y ser ciego.
Las estalagmitas cubrieron la cueva de sueños, quebraron las alas
de mis pies, el sentido de la luz, abriendo la puerta de mi tortura.
La escucho, escucho el rasguño de su voz cruzando el muro, veo
la lágrima que me juzga, el repudio de lo que soy esclava, el color
extinto de lo que antes amaba en la sangre de sus manos, reclamo
la culpa de su existencia, el sabor de tristeza, pero no perdono el
infierno que amerita castigo tanto como yo, porque es una prome-
sa pasada de lo que no fui y merecí… por eso busco otros muslos,
olor de sol nuevo, despertar a la víbora virgen deslizada en mis
costados, mordiendo las ambiciones que aún quedan, disfrutar
bocado a bocado del veneno, domesticando sus ojos amarillos,
ensalivar mi cuerpo transformándome en fuego y una vez más bai-
lar en la sinfonía del viento.

JORGE: No puedo dejar de ver la gota resbalando en su cuello, como


un rio curveando las montañas hasta perderse en el aroma que
acompaña su sonrisa… quiero ser la gota, arrancar cuanto po-
sea, su respiración, su cabello, sus manos… la humedad de sus
caricias me hacen estallar como un rayo contenido, sus gritos me

166
despiertan el apetito, atraviesan mi piel y, cada hueso, una sed que
no cesa, la herida que sangra, duele, pero calma, cada vez que el
agujón se encaja, apuñalando hasta reventar en un río de ira sa-
cudiendo en un temblor mi deseo, para entregarme al desierto de
nuevo. Ellas… aún no lo comprenden, el porte de sus pezones,
la frente ancha, la curva de su seguridad son las nalgas de la trai-
ción, la ternura es una falacia para su sexo desnudo, ni las palabras
les provocan pensamientos, su búsqueda les lleva a sentir el largo
que prometen, se mienten, el cariño no lo disfruta el cuerpo, es
la violencia en el toque de mis sangrientos dedos al nervio de sus
piernas, su protección intrigada en versos de quejas es el dolor en
sus gritos que mi espada premia, un gemido de sus costillas do-
blándose en un arranque de cabellos, mi mano enmudeciendo sus
muslos, la sanación de penetrar en dolor hasta arrancar de placer
una sonrisa bañada en sangre de negación, el no querer aumenta
mi potencia, el cuerno entre más duro más sangre exige, la hem-
bra y su pudor manchado un gatillo de excitación que temerán en
silencio, arrancaré la carne de confianza tragando su indiferencia,
degustando el rechazo, deben sufrir hasta sanarme. Hasta que el
deseo muera o sea dominado por el olor de un orgasmo.

RAÚL: Sigue ahí… no se irá, no desaparecerá al cerrar la puerta o al


cubrir la pared. La muerte huele más que la vida sin sentido… Si-
gue bebiendo su humanidad del suelo, pintando su mundo en ex-
cremento, susurrándole a la oscuridad sin pedir vida o muerte, el
sol no levanta ni se oculta, el tiempo ahí no existe, solo las tinieblas
que me acechan al ver su desigual ser… es un miedo increpando
su ira, al enfrentar la realidad en cadena, siento el hierro queman-
do mi garganta, su dedos perforando mis ojos, rasgando en mi-
seria mi cara, soy yo el que besa el piso cada noche, el que busca
la voz de las paredes, la caricia de un insecto… es mía… mía…
la mantengo en la piel y en el color de mis ojos… es mi ira en un
espejo, el vómito de mi tristeza, los huesos fracturados por las uñas
que tatúan mi conciencia arañando cada sentido de cordura, re-
volcándome en mi conmiseración, hasta desgajar lo que alguna
vez fui, debe morir, debo asfixiar cada aliento de sus poros, salir de

167
este sueño gris impotente al contacto de una piel pasada y la futura
que no promete nada, por eso estoy aquí, mirándola, ultrajando
el papel de su cuerpo, secuestrando mi dolor, el vigor de recordar
menos lo que soy por el bastión ensangrentado, así, humilde mi
alma, señor, no reclamarás a nadie más que a mi reflejo oscuro.

LILIAN: Amor… atracción, inclinación a sus labios de palabras, ojos


de selva en roces de ternura a mis manos, encendiendo las espinas
nuevas de mi cuerpo, sentir el borde de sus dedos, no es común,
otros solo observan quietos corrigiendo mis pensamientos, orde-
nando y nombrando las figuras del mundo, él crea un mundo, el
que yo elija, muta, descompone y recrea cada forma en toques de
imaginación, él ve mi sombra y la dibuja con un dedo, coloreando
el interior, me culpo tras cada trazo de su mirada, por sus labios
recogidos, para y no quiero que pare, quiero sentir la acuarela en
mis volcanes, el pincel deslizando el principio y el fin de mis hu-
medales.
(Golpe).
No existes, no existes, en él miro, debo ignorar tu presencia que no
confirma sombra o forma alguna… no eres real en mí, como yo no
soy real para ti. ¡Aléjate!
(Golpe).
Esta ahí de nuevo, la imaginación puede jugar con la realidad, pero
no con los sentidos, vigilas mi presencia, nadie cree o yo no creo
en mi locura…
(Golpe).
Tres, son tres los sonidos huecos, tres mentiras en las que creer.
No me engañaré, lo escucho atravesando la pared violeta, sabe de
mi soledad, los pensamientos nublados lo llaman, es un espíritu,
un sonido, una energía atrapada en colores, sin nadie más que la
caricia tibia que invoca mi palabra… debo salvar la razón de su
habla, no despertaré en medio de su ira, en el chillido de su alma,
puedo huir e ignorar, o salvar… su hogar exorcizar, pero a mí, la
elección vaga entre el miedo, me conduce al laberinto del desco-
nocimiento, por el campo oscuro de sus golpes, un suspiro del
viento dice mi nombre… ¡Hola!
(Golpe).

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¡Muéstrate! Podría ser la muerte hablándome, la energía esclava
de un tiempo que ya no le pertenece, un desfase en el espacio de
un presente que no debería existir, lo llaman fantasma, le dan iden-
tidad, lo cazan, lo pretenden atrapar. ¿Cómo puedes tocar lo inma-
terial? ¿Eres las hojas reflejándose, la luz jugando con mis ideas,
un animal formando el nido…? ¿Eres la energía de lo antes vivo, el
universo clamando ayuda, gritando salir?
(Golpe).
Lo he escuchado, estás aquí, encerrada en la habitación de la locu-
ra, la confusión y el miedo, yo soy como tú, aferrada a los muros
que construyo, al cemento que me edifica, obligada a vivir en el
mundo al que no pertenezco, no pertenecemos, porque nuestra
palabra no es útil a los insultos, golpes, o la culpa que sufrimos,
no lo ven, ciegos son, invisible huella por su pensamiento, somos
seres extraños, sin libertad. ¿Quieres ser libre?

RÁUL: Libre, un niño no pregunta si es libre, la libertad se gana al


nacer y se elige al ser esclavo. ¿A quién gritas ser libre, si tienes
todo cuanto ella necesita para ser? Las calumnias de Carmen no
deben permanecer en tu mente, me han dicho que exploras con-
tinuamente debajo de los pliegues de tu ropa, es normal querer
sentir diferente, o igual a cuando jugamos a pintarnos, el roce de
las cerdas no se asemeja al roce de mis dedos en la cascada de tus
piernas, es fácil querer hacer interminable esa sensación, nadar en
su placidez, pero la frecuencia no replica su intensidad, esta emer-
ge por la calidez, las caricias, la cantidad de color y luces creadas
antes del despegue de los sentidos. No basta el dedo o saber el
movimiento, es necesario lamer el néctar de un oído, oler la espal-
da como a una flor, chupar la sal de sus botones, el beso al vientre
igual que al de una mejilla, el suave contacto de otro cuerpo como
agua destilando en mar de deseos. Es ritual que no debe perder la
creencia ni la fe de quien se profana.
En esa euforia de estrellas, hay una constelación que estalla, vida
insertada en un capullo, transformando cada molécula en las alas
que exigen libertad, es tan bello verlas volar hacia sol, desaparecer
entre las nubes y desplomarse como hojas al llegar el otoño.

169
LILIAN: ¿Has visto nacer una mariposa con los colores de tus alas?
¿Por qué elegirnos a nosotros, en lugar de aquellos a quienes les
han roto un ala?

RAÚL: Sí, vi el reflejo en sus alas alumbrando los ojos de la tristeza,


fue como cargar al sol en torbellinos de lamentaciones, la alegría
se resguardó en un baúl, por un momento había esperanza, pero
fue arrebatada por nuestros egos. Esperas recibir a la flor colorida,
frágil, la que en cada aleteo te roba una sonrisa. La tierra es ca-
prichosa igual que el viento, nos condenó a vivir en la oscuridad,
entre la necesidad de dar amor y la carga silenciosa de los errores,
no hubo opción, el cielo rápidamente reclamo la luz, la belleza del
día desdobló su cortesía deformando toda intensión de amor. Era
algo carente de sí y no. Morí sin ver las estrellas, tuve en mis manos
al origen incompleto de mí propio yo.

LILIAN: ¿Y la muerte pudo tocar, darle luz a lo que no fue?

RAÚL: La muerte rozó su nariz, quemó los pulmones, en silencio dio


el último respiro tras la ráfaga azotando la puerta, fue ahí, cuando
la muerte nació para mí. Carmen aún reclama al espejo su ilusión,
la recuerda en el carmesí de sus labios, en el tono de las sombras
y el foco que se apaga. Yo la amé en cada sonido, en el toque de su
cabello, incluso amé la brisa que la apartó de mis pensamientos, la
misma que asesinó la culpa, convirtiéndola en deseo.

LILIAN: No grito libertad por mí, sé que el experimentar tocándome


no es lo único que escuchas, les he dicho, he confesado mi mie-
do, el terror que siento, pero siguen sin creer, la verdad la niegas
convirtiéndola en falacia, no miento para obtener atención, mi
mente cree en aquello que escucha, porque el sonido responde
a mis preguntas, no son ideas de una niña solitaria y huérfana,
escucho la verdad, aunque la obligues a ser una mentira. Escucho
cada noche cómo rasguñan el muro, el golpe de su respuesta es

170
más fuerte y seguro, porque sí, alguien me contesta, existe, pero
te niegas, tu boca torcida, la vibración de tu pierna izquierda, las
manos atadas como si quisieras confesarte. ¿Es ella la que me lla-
ma en sueños, la que me espía tras el muro, la que responde a la
liberación? Es ella la que invoca libertad ¿Eres tú, el que no la
olvida, o es ella la que roba mi razón para existir? Quizás tú eres el
que necesite pedir perdón.

RAÚL: ¡Calla…! ¡Calla! No sigas creyendo en lo que no ves, la pared


no se comunica, ni escucha, no tiene alma ni vida, no es conscien-
te de que existe la vida o la muerte, no hay respuestas para ti ni pre-
guntas para ella. No evoques un recuerdo doloroso para darle vida
a la obra que te has imaginado. ¿Acaso no he ganado la honestidad
de tus palabras, la credibilidad de tus historias? Deja de ofender mi
luto. Pide respuesta al mundo de ilusiones que te has bajado del
cielo, verás que la locura no es una habitación amistosa. Comienza
a crecer, deja de pensar en la nada y las palabras de aquellos que
creyeron alguna vez que, inventar un mundo opuesto, era encon-
trar la felicidad, por el simple hecho de no poder enfrentar el dolor
de su universo, solo se logra ser, si parte de lo podrido eres tú.

VIOLET: ilian… ilian… aui..aui… calla, calla… shhh… shhh… ilian,


shhh… golpe… ella… ilian…. Aui… muro… si… salir, si, si,
salir…. muro… shhh… él…. Ilian…. No, él… él, no… aquí…
llian… aui… shhh… muro no divertido, dedo penetrando muro,
muro gira, gira, pusss, gira, hasta encontrar puss… ilian…. Salir,
ilian… nunca salir… el dedo gira, busca pusss… busca ilian, sa-
lir… grrrrr… cadena, soltar… morder, morder… ¡calla…!

2
RAÚL: Lo sabe… ella lo sabe, al pasar los años, su existencia es más
evidente, no se puede ocultar. Lo que exige existir está surgiendo
desde las cenizas, ya no nada más en la habitación oscura, lucha
por nacer, patea con la fuerza que la ha de reconocer, no es un ani-
mal evolucionando, es un feto naciendo en la podredumbre que
hemos acumulado.

171
CARMEN: Se lo has dicho, le has mencionado quién fue ella, le con-
fesaste quién es el fantasma que la asecha, para luego pararte aquí,
frente a mí, a despejar tus inquietudes, cargar los problemas a mi
espalda, y dejar que yo haga lo que tú no tuviste el valor de hacer
hace siete años. ¿Crees que revelarle a una niña el monstro que
eres, que ella te desprecie, que el agua nuble su vista, que el vano
anhelo que dejará el no volver a ver su sonrisa inocente, ni oler la
concha con la que te limpias, serán las únicas consecuencias? ¿Aún
crees que hay secretos entre estos muros? Solo debía de haber uno
y flaqueaste en tú propio deseo, ni a eso pudiste serle fiel. ¿Qué
pasará si ella la descubre, si ve lo que hay tras la puerta del armario?
No solo ella podrá ver lo que habita en tu cabeza, todos se entera-
rán de la enfermedad que pudo quedarse en el frío de una noche,
en la funda de una almohada manchada. No sé cuántas veces he
ignorado esta historia, ni cuántas veces he inventado una nueva,
lo que sí sé, es en qué momento tú ya no formabas parte de ellas.
Nadie creerá ninguna de nuestras historias, sabrán, al verla, que
la decisión fue consciente y deliberada, nos acusarán por dejarla
viva, un error que me costó a mí misma… Te advierto que este
infierno nos alcanza a los dos, ya que, en un principio, fue tu deci-
sión la que nos llevó al abismo.
RAÚL: Paseas tu lengua a lo largo del tiempo, escupiendo culpas, sin
reconocer el peso de tus intrigas, sin admitir que fue tu ego, tu va-
nidad y el repudio hacia lo nacido de ti; sin aceptar que no querías
soportar las críticas, las olas de explicaciones, la arena de tiempo
perdida, los días de esclavitud que no te merecías, lo que precipitó
tu decisión, tu veredicto, tu condena. No, no fue la mirada torcida,
los ojos sin vida ni el labio malformado del ser al que culpas. Tú
sola te expulsaste de la magia del escenario, ese cielo de luces en
el que flotabas sin memoria ni ser, moriste igual que yo, el mismo
día que le atamos los tobillos amordazándola a la oscuridad, y así,
lentamente, en violentos arranques de odio, la abstinencia alimen-
taria, los bocados de hiel, las continuas afrentas a sus nalgas, a su
espalda, a sus caderas, a sus costados, las itinerantes torturas mo-
delaron la criatura que ahora evitas.
CARMEN: Acepto únicamente la culpa que creo merecer, no más.
Me dejé guiar por el irrefrenable impulso de borrar todo deseo

172
de ternura, de amor, hacia aquello informe que creé. Bastaron dos
miradas para odiarla, para darme cuenta de que no había nada en
ella que me representara. Por eso até, violé y torturé ese cuerpo
monstruoso. Por gusto, por placer fui poseída, al mirar sus ojos va-
cíos que buscaban mi piedad, sus garras que me ofendían al pedir
justicia… Eso es algo que no obtendrá de mí ni de ti.
Pasará la etapa en que la razón se abrace a lo que la conforta, nin-
guno de los sentidos de Lilian podrá confirmar la verdad, solo el
miedo se asentará, y al pasar del tiempo la esperanza se desvanece-
rá, para entonces la muerte llegará o su castigo aumentará.

LILIAN: Debo encontrar respuestas al sonido tras la tierra… Las res-


puestas no vienen de líneas escritas ni de comentarios sin razón.
No se trata de descubrir lo que habita sino la razón de por qué
habita. No todo se pude dejar claro al teclear en el mar de las mil
opiniones, y no todo puede ser verás si el que lo niega no vive tu
experiencia. Es de ellos juzgar y menospreciar las ideas que no son
claras o mal ajustadas a la razón común. ¿Qué más puedo pensar
si es una pared la que contesta y solo me responde a mí? ¿Cómo
saber si la muerte se ha resguardado en mi habitación, si la muerte
solo persigue a quien la asecha? ¿Tal vez soy el canal por el cual
ella, la niña no nacida, se manifiesta tras el muro violeta? ¿Eres la
mariposa violeta, no nacida? ¿Soy ilusa porque espero una res-
puesta, un toque que no llegará a romper el silencio, una salida de
mi mundo de fantasía?
(Golpe).
Si de verdad existes, asegura a mi razón que esto que escucho no es
un sueño o una alucinación…
(Golpe).
Existes, Violeta, vives en el color al que te has entregado. Tu alma
habita en el muro o a través de él. Más allá debe haber una habi-
tación, un armario dentro del cual duermen los malhumorados,
la habitación del miedo, le llamamos, prohibida por quienes nos
trajeron aquí, dos candados, uno por cada intento al pasar. La
duda me domina, agobia mis sueños la inquietud por no poder
confirmar dónde habitas, qué tan real eres. Necesito un vistazo,
uno solo… La llave se guarda en la bolsa izquierda del pantalón,

173
el armario se abre con combinación. He especulado antes acerca
de eso que guardan con recelo, no puede ser dinero, tal vez son
recuerdos de su vida pasada que duelen al leerlos. Un reencuentro
de la bailarina y el actor en la línea de tiempo; los sueños que vola-
ron, como halcón sin presa, al asecho de la esperanza en un acanti-
lado nuevo. ¿Estás ahí, entre esas paredes vacías, entre el moho y la
humedad filtrada de las lluvias, en el desconsuelo de lo que a nadie
le importa? Comprendo la soledad de tus memorias, esas que no
sabes si existen o son inventos de una felicidad olvidada.
(Golpe).
¡Estás ahí y saldrás!
(Golpe)
¡Saldrás!

3
LILIAN: No esperes mucho. Escucha el sonido de los pasos, de los
dedos rosando el piso, la puerta en sintonía con el viento, el des-
punte de un cerrojo cerrado y otro abierto, la salida sigilosa de la
cobra enardecida deslizándose, en puntas de humo, por la orilla
de los muros. El agua corre, fluye como los nervios de mi cuerpo,
la última puerta se cierra, solo otra queda abierta, sin candados ni
llaves. Los dedos sudorosos al giro del reloj. Me invade el miedo
por un castigo aleccionador o un perdón insuficiente. La curiosi-
dad empuja la abertura de la puerta. No entiendo si es el confirmar
mi locura o la razón de los sonidos, lo que me incita a dar el paso
decisivo. Fijo la mirada en el marco de hierro que rodea la placa
de lo desconocido, solo cinco dígitos impiden mi ingreso, lo sé,
es la misma secuencia que canta mientras pinta mi cuerpo, la mis-
ma que organiza las caricias de sus manos, no puede ser otra que
las cinco razones por las que toma café, las tres veces que toca el
botón de encendido, las otras tres razones para no comer bajo el
sol, sus cuatro pasos de baile favorito y el día 26 en el que conoció
a Carmen. Es el sonido más claro que antes haya escuchado un
candado saltando en mi mano, listo para deslizar la cerradura que
me aparta de la verdad.

174
JORGE: ¡La muerte decide la caída final! La bala inquisitoria o el pu-
ñal revienta tripas del hilo de araña que se desliza como río rojo
en sus piernas entreabiertas… Todavía recuerdo el latido de sus
labios, los pliegues de los ojos cobrizos enardecidos por el perfu-
me de la sangre, ese rojizo sabor virgen impregnado en la espalda
de mi cama, mi levanta ansias y mi apaga cohetes por las mañanas.
¿Cómo evitar no pensar en la mordaz tortura a su cuello, la mandí-
bula ensangrentada por la concha que existe y no poseo? Retirar,
con cada plañido, la sábana de piel, por la que no es mía. Estrellar
la lengua insolente del espíritu indoblegable que presume. Las he
escuchado decir lo que no es un hombre. ¿Cuándo has visto que
una araña deje vivo al macho? La muerte del deseo es necesaria…
y quien la propicia no merece respirar el aliento de mi placer. Fin-
gen, fingen el dolor, confunde el placer, no basta el miedo infligido
por el rasguño o el golpe contuso. Quiero el miedo de sus sentidos
replicándome en el movimiento de escape, la victima doblegán-
dose al ritmo de la culebra, bañada en sudor de odio, bendecida
por el licor de mi repudio. Ninguna puede llegar a ser la mujer de
la silueta de fuego, escamas por las que me deslizo hasta el placer
constante y la miel en besos de despedida. Secretos son sus visitas
en la penumbra. Sus colmillos afilados mastican el placer que se
encarna en su vientre plácido, en el vórtice poseído por sus dos
manos, amenazando los reflejos de mis piernas con la investidura
de sus caderas. Es la imagen bestial que no se aleja de la oscuridad,
es la sombra que persiste aun en los eclipses, la veo en las líneas de
sus piernas, en la curva hundida de su blusa. Es la señal estratégi-
ca en el sentido de una cordillera dorsal. Es la invitación a la que
no puedo negarme. Conozco la violenta sintonía de sus placas, el
sabor del pasto por el que se desliza, no seré yo un esclavo de su
veneno, ella morirá en la erupción de sus deseos, ahogada por el
humo de sus gritos. ‘No hay culpa’, le susurro a mi oído, ‘es lo que
le debes a una mujer: paz’.
CARMEN: La paz… que merezco. La muerte es el exilio de los cobar-
des, el subterfugio de los que se destierran, la entrada prodigiosa al
infierno por la inutilidad de nuestras almas. Hace mucho que vivo

175
secuestrada en el sarcófago de mi pérfida existencia, presa de mis
oscuros pensamientos y mis impúdicas acciones. Bestia que desta-
za a su manada por el gusto del dolor. Ya no soporto la hiel de mis
lamentos, mis gritos ahogados y las flagelaciones a mi cuerpo. La
felicidad es un vaso no bebido, un trozo de sal cocido en la lengua
de las ideas. No puedo ser yo la que otorgue muerte al demonio
que mancilla mi linaje. El filo infinito cortando mi garganta no es
el dolor que me paraliza, sino la paz de no volver a despertar, la
pura y simple paz.

LILIAN: Terror… la vi, su terror era real, no era un fantasma. Un fan-


tasma no comprende, ella es real. Su precaria vida está amarrada a
una placa de metal, existe, no es una ilusión mía. Toqué sus manos
sucias, las cuales al ver se entregaron a mi cara, y lo único que le
escuché decir fue…
VIOLET: Ilian…

176
DE FRENTE

Luis Felipe Tamayo

ÉL: Esta Cafetería es un lugar ideal: luz tenue, objetos en tonos cálidos
que generan un ambiente confortable. Debido al espacio y acomo-
do de las mesas, la mayoría de los comensales pueden pasar el rato
sin pensar en los demás… ¿Cómo, por qué, desde cuándo, para
qué estoy aquí? Apenas lo creo, fue hace poco tiempo y lo siento
tan distante.
Era un día como cualquier otro. Entro a la oficina con normalidad.
A eso de las diez y media, estamos todos presentes en el área de
estacionamiento para realizar ‘Actividades de integración’, puestas
de moda por la gerencia de recursos humanos, dedicada a presu-
mir que los jefes se preocupan por su personal más allá de los be-
neficios que pueden o no dejarles en sus cuentas. He asistido a
varias y, tras ellas, todo sigue igual. Al día siguiente: unos cuantos
contactos nuevos que, al poco tiempo, olvidaré cómo llegaron a
mi agenda y deberé depurarla. Es como si nada hubiera pasado:
polvo estelar.
La rutina de siempre: colocarnos en círculo para vernos todos
las caras, presentarnos con nuestro nombre de pila: generar con-
fianza para que ninguno se sienta abochornado… Me recuerda el
preescolar… Wendy, mi compañera de entonces, me pidió ser mi
novia… le pregunté: ¿qué es eso?, de la misma manera que si me
hubiera mencionado el platillo que más detesto en la vida… Nun-
ca supe qué fue de ella, se habrá…
De pronto se interrumpen mis recuerdos… Habla Eva. Sí, Eva,
como la mujer de Adán. No he mencionado que somos trece en
el ‘círculo de integración’, trece, incluido el instructor. El número
cabalístico en la Última Cena, doce apóstoles y Jesús… Esto se
está poniendo demasiado bíblico.
Apenas termina de articular su nombre: Eva… cada parte de mi
ser sabe que es ella, sí, siento que mi cuerpo quiere adelantarse

177
para contemplarla a plenitud… Consigo contenerme, sí, lo hago,
este no es el lugar ni el momento para mostrar debilidad, sino un
juego de mutuas resistencias. Conforme Eva habla, su respiración,
el timbre de su voz, la caricia de su aliento… todo me llama a ver-
la, enfrentarla, rendirme al sonido tintineante de sus frases. Mis
sentidos se agudizan, en cada movimiento que ella hace percibo el
roce del vestido contra su pecho…
¡Es Eva! ¡Siempre ha sido ella!
Me concentro en la ejecución de los ejercicios, trato de hacerlos
perfectos, mecánicamente, al menos. Quiero impresionarla. No
dejo ni un momento de prestar atención a cada movimiento suyo,
no obstante, guardo mi distancia.
Hoy en día, cualquier acercamiento puede hacernos parecer aco-
sadores o pervertidos… No quiero darle esa impresión a ella, no a
Eva… aunque creo que ella lo entendería.
Llega el momento que esperaba evitar: ‘Actividad de integración
frente a frente’, propiciar el contacto humano con diversos pretex-
tos, a fin de lograr un mejor ambiente laboral… en pareja, sobra
decirlo. ¿A dónde nos llevará? Al infinito y más allá… Mientras
nada pase, en nada se quedará.
Durante los ejercicios puedo advertir que ella me mira… ¡Sí, a mí!
Eva me mira de reojo y vuelve con rapidez su cabeza cuando des-
cubre el contacto de nuestras miradas…
¿Entonces…? ¿Eso quiere decir que me ha notado…? En efecto…
¡Momento!
Hay que tener cautela… ¿Me ve…? Sí. ¿Seguro que me ve como
quiero que me vea mientras siento que vivo cada instante…?
Ni palabra hemos cruzado y carecemos de experiencias mutuas,
ajenas, claro está, a las ocupaciones laborales que ahora realiza-
mos.
Creo que me ve sin temor ni recelo. Me ve… y sus ojos tal vez tam-
bién dudan de que sea el momento propicio… En ello estamos de
acuerdo, incluso sin hablar. En su pestañeo adivino que me busca.
No me llama, sin embargo, presiento su intensión de que ella y yo
nos ‘tratemos’.
¿Cómo no nos habíamos visto antes? Eso ahora no es relevante. El
hecho es que aquí estamos, la veo, ella me ve, me mira, yo la miro.

178
Es ella. Es Eva. Soy yo. Ambos somos, desde el inicio lo sabemos
con certeza.
Escucho la voz de una mujer y siento algo extraño. Dejo de con-
centrarme en mis pensamientos y pongo atención a lo que Eva
dice…
¿Qué hago ahora? No sé… ¿Tomarla en mis brazos y besarla frente
a todos…? ¿Esperar a que ella diga que eso había esperado desde
que me vio?
Eva es dulce y recatada, me hace recordar la suavidad de las nubes
al amanecer. El timbre de su voz me hace recordar los paseos de
mi infancia por la serranía, escuchando el sonido de las aves lla-
mándose para el apareamiento. Ninguna música puede competir
con ello, es suave, sutil, genera la convicción de llegar hasta ella y
plantarle el primero de un millar de besos. ¿Cuál será su preferido?
Actuaré con cautela… Ella gusta de la suavidad y yo también, por
algo hemos coincidido… Me lleno de emoción cuando ella, al rea-
lizar un estiramiento, deja asomar un poco de su tersa y cuidada
piel. Temo que la maltrataría al tomarla entre mis manos cuajadas
de cicatrices por los años… Presiento que no le importaría, diría
que es muestra del ahínco con el que realizo cada actividad. Tal
vez con ello le generaría confianza en mí. Ella sabría que estoy dis-
puesto a hacer lo imposible para que estemos bien.
Si por un momento cierro mis ojos mientras ella está hablando,
puedo incluso percibir su respiración a mi lado… la tibieza de su
cuerpo… Casi tengo la sensación de que, al abrir los ojos, la veré
frente a mí.
¿Realmente le intereso? ¿Qué piensa de mí? No tengo que preo-
cuparme por ello, se ve que le intereso. De acuerdo a cómo viste,
advierto que gusta de acercar y retener a quienes le interesan. Se
ha fijado en mí, no solo eso, ha descubierto que soy la persona
que necesita en su vida, del mismo modo que yo la necesito a ella
en la mía. Sé que, si dudo un instante, ella tendrá la convicción
de hacerme retomar el camino para que estemos juntos. No pue-
de ser de otra manera, me desea con un ansía que no se acabará
incluso después de que el sol ya no exista. Lo veo en sus ojos, en
esa mirada con la que espera que yo comprenda y aproveche el

179
momento para acercarme a ella. Claro, debe parecer que todo es
sutil, no queremos dar un gran espectáculo… Yo no tendría incon-
veniente en evidenciarlo, considero excitante hacer parecer ante
los demás, como por una simple casualidad, algo tan fuerte como
la mutua atracción que ambos tenemos… Nos hace cómplices de
un juego en el que ella y yo sabemos qué buscamos y los demás,
perdidos en la duda, son piezas cuyo cometido consiste en jugar a
bloquearnos… Luego, poco a poco, sin apenas notar avances, nos
encontramos de pronto… ¿Quién lo verá venir? Nadie, aparte de
nosotros. Los demás no aprecian los detalles… Ella y yo tenemos
la certeza en todo momento.
El juego llega a un instante crucial: ‘actividad en parejas’, hablar de
manera positiva respecto al otro… de ambos lados. Me toca con
Eva… ¿Lograremos pasar la prueba sin que nos descubran? ¿Será
posible? Aparento no estar interesado en ella para no ser descu-
biertos… Ella, siguiendo el juego, se muestra seria. Le digo frases
que aparentan ser casuales: “me gusta el sonido de tu risa.” Esa que
me recuerda el murmullo de aquel arroyo cerca de Jerécuaro, que
visitaba con la familia cada día de San Juan. Yo me escondía entre
las piedras con los pies descalzos para que la corriente me arrullara
a su paso. Esos momentos lejanos, sencillos, llenos de vida… Las
flores de San Juan acaban de abrir y su perfume se deja sentir en
el ambiente. El aroma de Eva no es como el de las flores de San
Juan… me recuerda el del espliego a la puesta del sol, igual de cáli-
do que el de entonces: tranquilidad y calor, sin prisas…
La pasión debe fluir de tanto en tanto, no de forma permanen-
te, porque se corre el riesgo de malacostumbrarse, de modo que,
cuando llega la calma, uno puede pensar que todo ha terminado,
siendo que apenas es el inicio de una vida con la presencia, el amor
y la calidez de ella al lado tuyo.
Si hablara de su piel, podría soñar con el recuerdo de la tersura en
que su temperatura corporal llena de calidez mi alma y me produ-
ce las más placenteras sensaciones el simple roce de una parte de
su cuerpo. Pensar en un contacto constante me hace sentir un sube
y baja de emociones: la tranquilidad de estar a su lado; la ansiedad
de pensar que habrá de retirarse; las ganas de tomarla, besarla y

180
poco a poco hacernos uno sin añorar el volver a ser dos; buscar el
eterno nosotros hasta el fin de nuestra existencia. La creación del
universo debe haber sido grandiosa, sin embargo, nada me con-
mueve sino Eva, ella, su presencia, su esencia, el latir de su corazón
confundido con el mío mientras compartimos la misma respira-
ción.
¿Te ríes porque habló de pasar toda una vida al lado tuyo? No en-
cuentro motivos para entregarme a la pasión si no es poniendo
la máxima expectativa en ello. El amor nos exige renunciar, ver
en ello nuestro presente y nuestro futuro, saber que la persona a
nuestro lado no es desechable, sino el ser que el destino nos ha
otorgado en exclusiva y de manera irrenunciable.
Estoy frente a Eva, seguimos intercambiando palabras positivas el
uno del otro.
EVA: Me gusta tu mirada y que me observes.
ÉL: Me agrada cómo cantas, cómo respiras, tu estilo al beber el café.
EVA: Me emociona la forma en que caminas cuidando de quienes te
rodean.
ÉL: Me fascina que en todo momento logres controlar los conflictos
que encuentras a tu paso.
EVA: Me encanta la fuerza contenida que reflejas al mirarme.
ÉL: Adoro cómo acaricias cada día las flores del jardín.
INSTRUCTOR: Abracen a su pareja y agradezcan su presencia.
ÉL: Es un momento para ser recordado en los anales de mi historia, al
menos por unas cuantas generaciones venideras. No recuerdo si lo
digo o solo lo pienso: ‘gracias, Eva’. Nos abrazamos… Para mí, es el
despertar de un hechizo, cada célula de mi cuerpo reaccionando al
contacto de su piel… Los antiguos griegos debían de sentirse así
al consumir la ambrosía… Respiro a su lado, nuestros corazones
se sincronizan, integran uno solo y el mundo real parece cada vez
más lejano… La energía fluye entre nosotros, nos lleva a un remo-
lino de sensaciones que va de la frente a las manos, a las piernas, el
corazón, la espalda, el vientre… nos indica que hay un lugar cálido
esperando ser descubierto, nos habla desde lo profundo y nuestros
sexos se identifican, se atraen, haciéndonos sentir una seducción
que genera impulsos tendientes a estrechar la distancia entre ellos.

181
Imagino cómo sería acercarme a sus labios, generar una persua-
sión tibia, besarlos con lentitud, con levedad, atentos al recono-
cimiento de señales, marcas, pliegues, comisuras… hasta generar
una cartografía que habrá de quedar marcada en la profundidad de
mi mente. Ir con suavidad un poco más arriba, generar un punto
desde el cual iniciar la colonización de su pubis, sentir sus muslos
apretar mi cabeza para impedir que abandone su cavidad erótica
hasta en tanto no brote el arroyo que, sin duda, Eva sueña que lo-
graré provocarle. No pretendo decepcionarla, procedo con suavi-
dad, pero con decisión, a la faena. Ella lo merece, su penetrante
aroma queda grabado en mí para reconocerla y recordarla en cual-
quier instante. No existe ningún otro lugar donde yo quiera estar.
Me veo recorriendo su pelvis milímetro a milímetro…
Avanzamos tres pasos y retrocedemos dos, asegurándonos de re-
correr el camino correcto. Respiro profundo y…
El instructor indica que nos separemos… Lo hacemos con lenti-
tud, sin ganas. El frío invade el lugar donde estaba ella, su energía
sigue pidiéndome permanecer a su lado. Cada palmo de mi cuer-
po exige su compañía. Nos miramos sabiendo lo que ha ocurrido,
la conexión entre ambos es innegable, nuestros cuerpos, mentes y
almas se desean. Ninguno de los dos tenemos intensión de evitar-
lo. Las ‘actividades de integración’ siguen su curso…
Nos despedimos, ahora sabemos quiénes somos, nos toca gestar
nuestra propia historia a nuestro modo. Eva puede terminar la
aventura y pasar a la siguiente hoja; si no se permite la oportuni-
dad de conocerme no podrá darse el lujo de dejarme o retenerme.
Ante los retos que valen la pena siempre se teme; es de esforzados
avanzar, dar el siguiente paso.
Regreso y encuentro vacía mi casa, distinta, incluso. No es que an-
tes rebosara vida… Me resultaba suficiente. Observo a mi alrede-
dor… Cada mueble, cada objeto se encuentran en su sitio, menos
yo. Mi lugar está junto a Eva, tocarla, olerla, amarla hasta que se me
agoten las fuerzas… Ella no está aquí… su olor me acompaña a
todas partes, su ausencia se vuelve un tormento, una tortura infini-
ta. Me despierto por la noche buscando su compañía, experimen-
tando los efectos devastadores de una fiebre inesperada.

182
¿Cuándo volveré a verla? ¿Qué zonas erógenas de su cuerpo me
será permitido tocar? ¿Hasta cuándo debo contener mis ansias?
¿Cómo adivinar lo que será de nuestras vidas a partir de hoy?
¡Nada! Cada milímetro de mi piel se eriza con solo mencionar su
nombre y no tengo forma de aliviarla.
¿Ella piensa en mí? ¿Recuerda lo que ambos sentimos al tocarnos?
¿Tiene el mismo deseo que yo de que volvamos a encontrarnos?
¿Qué sueña a partir de lo que hoy compartimos? ¿Debo mostrarle
mi interés en continuar explorándonos, en reconocer cada secreto
de su cuerpo para hacerla alcanzar la excitación máxima de for-
ma reiterada, conseguir que la convivencia común se acumule en
nuestra relación, desde el despertar a la aventura de cada nuevo
día hasta descubrir formas insospechadas de amarnos, saber que
sin el otro no tenemos futuro cierto?
Requiero de Eva para cruzar juntos cualquier tempestad y dirigir-
nos a buen puerto.

EVA: Lo había visto en el ascensor, un par de veces. Musitó un “hola”


genérico al subir y un “tengan buen día”, al bajar. Sin ver a nadie.
Si no fuera por esas impersonales frases de cortesía, él podría ha-
ber pasado por un autómata… Bastante guapo, pensé… Tal vez
casado, de ahí su falta de conexión con el mundo que le rodea…
dedicado por entero a proveer a su familia y a desarrollar con efica-
cia su trabajo. “Un buen esposo”, diría mi abuela… ¡Sorpresa! No
está casado. Lo investigué y descubrí que le gusto… Piel morena,
aroma a sándalo, perfil griego, metro ochenta de estatura… Llama
la atención donde sea que se plante… Ahora soy yo la que llama
su atención… ¡No puedo creerlo! Supuse que no tendía la menor
oportunidad… La situación se presenta propicia. En adelante no
haré sino mantenerme a la expectativa… Al llegar a la oficina, es-
pero con ansía verlo aproximándose a mí, ansío que me invite a
salir, estoy nerviosa, no sé si sabré contestarle con ecuanimidad,
sin delatar mi predisposición a aceptar sus avances… ¡Patrañas!
Claro que sé qué decirle y cómo manejar la situación. Es cuestión
de que él cobre valor y se atreva a abordarme.

183
ÉL: Buenos días,
EVA: Buenos días, ¿qué te trae por acá?
ÉL: Eh… Eva… ¿Qué tal…? El viernes habrá un concierto de la Fi-
larmónica Queretana en el Teatro de la Ciudad … y recordé que
mencionaste tu gusto por la música clásica… pensé que… ¿Crees
que podríamos ir juntos…?
EVA: Mmm… Permíteme ver qué compromisos tengo el viernes…
Qué bien… lo tengo libre. Bueno… ese día comeré con unas ami-
gas… ¿Te parece si nos vemos en el centro para llegar al Teatro a
eso de las siete…?

ÉL: Llevamos casi dos horas conversando de todo… Ya sé que ella


puede matar a cuanto ratón se cruce en su camino y no puede, en
cambio, enfrentar ningún alacrán por pequeño que sea. Se mues-
tra agradecida por vivir en la mancha urbana y no en las montañas
o cerca del campo abierto donde es más común toparse con esos
bichos. Aprendí también que, mientras escucha a la filarmónica,
Eva cierra sus ojos; que mientras toma mi mano entre las suyas,
relaja la respiración; que su perfil tiene un efecto relajante en mí;
que sabe diseñar la estructura de una casa en cualquier modela-
dor; que es la que pierde con mayor frecuencia en el Jenga cuando
juega con sus amistades; que, de pequeña, cambiaba sus muñecas
por los juguetes que le traían los Reyes Magos a su hermano…
Mientras ella me cuenta mil anécdotas de su vida, me percato de
que mi reflejo aparece en la dilatación de sus pupilas… No puedo
dejar de mirarme en sus ojos: estoy al mismo tiempo ante ella y en
ella, en el reflejo de sus ojos dorados.
Me deleita oler el aroma de su cabello y que ella mantenga sus de-
dos junto a los míos en la superficie de la mesa. Estoy ansioso por
deshacer las barreras y avanzar en la exploración… Entonces suce-
de algo inesperado…
EVA: Debo ser absolutamente franca contigo… Tengo novio… Es de-
cir… es una relación a distancia… Él y yo casi no nos vemos… Él
vive en Mérida… Ya llevamos casi dos años …
ÉL: Me cae encima un balde de agua helada. ¿Qué debo hacer…?
¿Pongo las cosas en pausa…? ¿Debo irme…? Sería una grosería

184
dejarla sola… ¿Cuáles opciones me quedan…? ¿Ser ‘simplemen-
te amigos’? No lo creo… no deseo sostener con ella una simple
amistad. Lo quise todo y de pronto no tengo nada… Me resisto a
retirar mi mano de la suya… No lo hago…
EVA: Nos vemos en los periodos vacacionales y ocasionalmente nos
encontramos los fines de semana… Muy pocas veces en reali-
dad… Por lo regular me verás sola…
ÉL: A sabiendas de que no hay un futuro para nosotros, mientras,¡ mi
cuerpo se resiste a obedecer a mi cerebro, trato de seguir con nor-
malidad la conversación…
Me sigo viendo en sus pupilas… siento sus dedos entre los míos…
Su hechizo me impide dejar la mesa donde ya he sido relegado al
área de la amistad. Intento convencerme de que no hay nada pro-
misorio en seguirme perdiendo en su mirada… en esos ojos que
me han arrancado suspiros y ensoñaciones… que me han hecho
darme cuenta de que sigo vivo… Una y otra vez vuelvo a buscar las
dosis enervantes de su mirada, aunque estoy convencido de que
no podré nunca saciar mi apetito de fundirnos en uno… Me re-
pito mentalmente que solamente debo ser cortés… que no me he
enamorado… Es inútil… No puedo irme, no quiero dejar de verla,
olerla y sentirla… Una correa invisible me impide alejarme de ella
y anula mi razón… Me dejo llevar por su presencia, emociones
irresistibles se han apoderado de mí… sé que son bellas y que no
durarán, que el desenlace dolerá… Sin embargo, no me alejo, soy
el sentenciado al paredón que, con gusto, se ofrece a lustrar los za-
patos de su ejecutor en agradecimiento por matarle.
De pronto, cuando ya he dado por perdida la cordura y he admi-
tido ser su esclavo… Eva, recarga su cadera en mi hombro, inclina
levemente la cabeza, me hace percibir el calor de su sexo, ese por el
que ya no duermo en las noches… Su olor es más penetrante que
nunca y las ganas de hacerla una conmigo se desbordan… Se acer-
ca a mi oído y musita… de manera que solo yo la escuche:
EVA: Es tiempo de retirarnos, estoy ovulando.

185
Bajo el auspicio de la Dirección de Difusión Cultural de la Univer-
sidad Juárez del Estado de Durango, el Proyecto Editorial Espacio
Vacío inaugura en 1996 su colección Teatro de Frontera, con la pu-
blicación del libro Jesús González Dávila, que contiene, entre otros,
el texto emblemático de este autor: Las perlas de la virgen. Desde
entonces, los títulos de Teatro de Frontera han estado dedicados a
difundir la obra de dramaturgos destacados por su producción fron-
teriza —no solo desde el punto de vista geográfico, sino temático,
ideológico y estilístico—, entre ellos: Antonio González Caballero,
Víctor Hugo Rascón Banda, Manuel Talavera, Ángel Norzagaray,
Virginia Hernández, Conchi León y Marco Pétriz; así como la pro-
ducida por nuevos creadores en los talleres de Dramaturgia Virtual
e Hipertextual impartidos por Enrique Mijares en diversas institu-
ciones culturales y educativas del país; es el caso de Guanajuato Ta-
ller de Dramaturgia, Teatro de Frontera 36.
Guanajuato Taller de Dramaturgia
se editó en agosto de 2022
en el taller de infinita en Cuernavaca, México,
con la fuente Arno pro en 11, 12.5 y 15 puntos
Diseño editorial: Daniel Zetina.
Cuidó la edición: Enrique Mijares.
C ompilar los textos resultantes de un taller de dramaturgia
que, desde su conclusión ha sido marcado por la orfandad
—a causa de una transición ríspida entre funcionarios y per-
sonal administrativo en el área de cultura de la universidad de
Guanajuato—, es una tarea ardua para el espíritu, porque im-
plica buscar acogida en el proyecto editorial de una instancia
educativa distinta a aquella que nos había convocado la inicia-
tiva de la maestra Guadalupe García —entonces coordinado-
ra de los talleres artísticos de extensión cultural—, a quien se
debe la espléndida producción de textos teatrales que ahora
ve su publicación en estas páginas.
Enrique Mijares

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