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LA BATALLA DEL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1866

Por Gonzalo Jiménez López


Como un justo reconocimiento a la
HEROICA CIUDAD DE JUCHITÁN DE ZARAGOZA.
A 145 años de haberse realizado la batalla del 5 de septiembre de 1866, donde los juchitecos se
opusieron a la marcha de expansión que traía el ejército francés y que tenía la intensión de dominar el
Istmo de Tehuantepec para así poder tener el libre acceso a los estados del sureste. No contaron los
imperialistas que en esta tierra cálida, existían hombres dispuestos a dar su sangre por defender su
patria chica.
El amor patrio del juchiteco ha estado a prueba en diferentes épocas en que la Patria ha necesitado
de sus hijos, ellos han acudido sin pérdida de tiempo. En 1862, se hizo un llamado a todos los mexicanos
para acudir a apoyar al ejército republicano para defender a la ciudad de Puebla que estaba siendo
acosada por los franceses, el batallón “Independencia” integrado por los juchitecos, bajo el mando de su
jefe el Teniente Coronel Pedro Gallegos, se adhiere a los batallones que comandaba el General Porfirio
Díaz, quien a su vez, se pone a las órdenes del General Ignacio Zaragoza, la batalla se suscita el día 5 de
mayo, dando el triunfo al ejército republicano. Las armas mexicanas se cubrieron de gloria.
El 2 de Septiembre de 1866, después de tomada la plaza de Tehuantepec por los franceses, un grupo
de notables tehuanos trataron inútilmente de dialogar con los juchitecos para entregar tanto las armas
como la plaza a el ejército imperialista y al no lograrlos convencer, se retiran inmediatamente para
informar al General Luciano Prieto, Jefe de la columna imperial el resultado de la comisión de paz
fracasada. Ante tal negativa la invasión, ya estaba declarada a los juchitecos, el Jefe político Coronel
Máximo Pineda en unión de los jefes militares, del batallón “Zaragoza”, ”Jiménez”, “Gallegos” y “Cortés”,
integrado éste por gente valiente de San Blas,que comandaba el valiente Coronel Francisco Cortés que
se solidariza, así como de los valientes tehuanos: Adelaido, Zabulón y Benigno Cartas, de hombres
bragados de la población de Shihui’, así como de una guerrilla de chiapanecos, trazan su plan de batalla,
mientras se da todo el apoyo a la población que se traslada al Pozo Peralta para resguardarse de la
inminente batalla, muy a su pesar realizan la táctica militar de la tierra calcinada, para no dejar nada que
le pueda servir al enemigo.
El día 3 de septiembre, al Capitán Anastasio Castillo y su compañía del Batallón Zaragoza se le
comisiona hostigar al enemigo a lo largo del Río Guigu’ Bicunisa’ ( hoy mal llamado los Perros) a la altura
de Ixtaltepec. El ejército francés al mando del Gral. Luciano Prieto y reforzado por la Guardia Nacional de
Tehuantepec al mando del Coronel Remigio Toledo parten el día 4 a la una de la mañana con rumbo a
Juchitán. El primer encuentro lo tienen el Capitán Felipe López Lena,el Capitán Anastasio Castillo y el
Coronel Benigno Cartas y sus blaseños en Guigu’ Cahui’.
L a llegada de ejército invasor a la población se hace en tres columnas enemigas que por su tamaño
hacen replegar a los juchitecos hacia diferentes puntos aban donando s u único cañón.
La entrada de los franceses se dio por la calle 5 de septiembre donde empiezan a lanzar disparos hacia
el centro de la población, esto hace que los soldados del batallón Zaragoza se replieguen hacia el oriente.
Al medio día el Coronel Canseco ordena abandonar el cuartel para trasladarse al Calvario,
provisionalmente, mientras se concentraban para reunirse en el Pozo Peralta.
Es notable observar que pese a la inferioridad de armas, surgían personas que estuvieron hostilizando
a los invasores que con pasos firmes iban tomando posiciones en la población con una leve resistencia.
La tarde del día 4 pasa triste en la población, observándose columnas de humo que produce la lenta
combustión de los techos de palma de las humildes casas, las calles lodosas con grandes charcos de agua
estancada y sangre son mudos testigos de la heroica resistencia.
Mientras tanto la iglesia de San Vicente Ferrer, tomada como fuerte militar de los franceses que
agobiados por la sed, el hambre y el cansancio de la batalla, piensan en su triste futuro a luz de las velas
que hacen más deformes sus figuras.
En el campamento provisional que funge como Cuartel General, el Jefe Político Máximo Pineda, se
reúne con sus compañeros de armas y con las cabecillas de las diferentes fracciones y bajo la tenue luz
que produce la fogata, se ponen de acuerdo trazando un plan de acción para la batalla del día siguiente y
así transcurre la noche en vela.
La presencia de las mujeres fue determinante en la defensa, distinguiéndose entre otras: en las
hermanas María Inés, Rosalía, Patricia y Simona Robles, Paulina Vázquez, Petrona Esteva “Tona Taa’ti’ y
María Ta’chu’.
Al amanecer del día 5, reina la tensión en algunos hombres, En esos momentos hace justa aparición la
mujer juchiteca y exhorta a los hombres diciéndoles:
“Que dicen pues, acaso no les pegaron en Puebla. Si no pueden sacarlos del centro de nuestro pueblo,
¡hablen! Y nos dan a nosotras las mujeres las armas que tienen y ya verán si los sacamos o no”.
Como es de suponer los hombres sienten herido su orgullo, sacian su hambre, y se alistan
inmediatamente en el contingente de Pancho León que ya capitaneaba a los recién llegados de Chicapa y
demás pueblos hermanos, para incorporarse al cerco que ya se le tenía a los franceses.
Los jefes juchitecos y cabecillas aliados, habían acordado en su plan, cercar por los tres puntos: norte,
sur y oriente al enemigo que estaba más preocupado por la misteriosa huída del Coronel Remigio Toledo
y su gente. Tras algunas horas de enfrentamiento, los franceses tras ponderar su situación y saber que
no resistirían un cerco sin comida, municiones y sin refuerzos, deciden abandonar las plaza, creyendo
ingenuamente que por colindar con el Río los Perros, los juchitecos habían olvidado dicho punto y
deciden escapar atravesando el río.
La decisión de atravesar el río para retornar a Tehuantepec fue un error, ya que al desconocer el terreno,
la laguna Biahui’ doo’ fue el lugar donde se desconcertó al ejército francés “Cola del diablo,” fue en ese
lugar cundió el pánico entre el enemigo que se hundía en el agua, mientras que los juchitecos
combatían, con sus armas rústicas y en ocasiones cuerpo a cuerpo, lanzando en todo momento vivas a
“Juchitán, a San Vicente Ferrer y a Benito Juárez” manifestando así su valor, su devoción
La victoria se vio coronada con una fuerte lluvia, que se confundía con las lágrimas de algunas
mujeres y niños, por el júbilo de los hombres que regresaban al centro de la población, el incansable
resonar de las campanas de la iglesia de San Vicente Ferrer tocaban sin cesar, anunciando la victoria
alcanzada.
El sacerdote Mauricio López consuela a las mujeres que perdieron sus chozas por el fuego y las
reconforta espiritualmente. El Jefe político, Coronel Máximo Pineda sin pérdida de tiempo, le dirige al
presidente Juárez su parte militar donde le comunica:
“…después de seis horas de rudo combate había alcanzado un espléndido triunfo contra los
traidores… El enemigo ha dejado en nuestro poder más de trescientos fusiles, sus dos piezas de
montaña, con abundantes proyectiles, muchas cajas de parque de fusil y cerca de 200 muertos…”
El pueblo de Juchitán se cubrió de gloria en la batalla heroica del 5 de septiembre de 1866. Las armas
que fueron recogidas en el campo de batalla fueron entregadas al General. Porfirio Díaz, para combatir a
los franceses.
La acción heroica de los juchitecos no termina aquí, sino que se enlistan en el ejército de la Guardia
Nacional, para seguir combatiendo a los franceses en su huida hacia la capital del país.
En la marcha que realiza el ejército republicano obtienen una serie de triunfos, que corren al
enemigo de nuestro estado:
El 3 de octubre en Miahuatlán; el 18 de Octubre en la Carbonera; el 20 y 31, sitian y toman la ciudad
de Oaxaca; el 19 de diciembre, La Chitova; el 26 de diciembre en Tequisistlán; el 16 de enero de 1967, el
famoso batallón “Zaragoza”, reforzado con soldados chiapanecos, derrotan al Coronel Remigio Toledo en
Jalapa del Márquez y finalmente el 2 de abril toman la ciudad de Puebla.
La historia “oficial” de México de manera ingrata ha omitido en los libros de historia nacional esta
batalla tan importante de los juchitecos sobre el ejército francés y que evitó el paso al sureste del país,
con esta derrota se inciían otras que darían como resultado la caída del imperio francés. En todas estas
acciones queda demostrado el amor patrio del soldado juchiteco que luchó con valor y arrojo en el
interior de su Estado, derrotando al ejército imperial y restableciendo la Republica.
Hoy los descendientes de aquellos valientes juchitecos, así como nuestros hermanos istmeños de los
pueblos de la región, aquí presentes somos testigos a los 145 años de la gesta heroica, de un
reconocimiento digno que viene a honrar la memoria de este pueblo que siempre ha luchado por la
libertad de su patria chica, de su Estado y de su país.

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