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SIGNIFICADO Y TRADUCCION* Wittarp v. 0. Quine 1. SIGNIFICADO ESTIMULATIVO. Dado un discurso, y todas sus circunstancias estimulativas, su signifi- cado empirico es lo que queda después de despojarlo de toda verborrea; es, Jo que las oraciones de una lengua tienen en comiin con sus traducciones bien fundamentadas a una lengua completamente diferente. Por ello, si qui- sigramos aislar el significado empirico, una perspectiva apropiada para hacer- nos una idea de en qué habria de consistir tal cosa seria la del lingiiista dis- puesto a comprender y traducir una lengua desconocida hasta el momento. Se dispondria de las proferencias inanalizadas de los indigenas y de las cir- cunstancias observables que las rodean. Se necesitarian los significados; 0 Jas traducciones castellanas, pues una buena forma de informar sobre un sig- nificado es ofrecer una expresién de la lengua propia que tenga ese signi- ficado. La traduccién entre lenguas tan proximas como el fris6n y el inglés se ve facilitada por la semejanza formal entre palabras afines. La traduecién entre lenguas no emparentadas, como, por ejemplo, el hingaro y el inglés, puede estar facilitada por las tradicionales ecuaciones que se han ido esta bleciendo paralelamente al desarrollo de una cultura compartida, Para ilu- minar la naturaleza del significado, debemos pensar mas bien en la traduc- cién radical, es decir, la traduccion de la lengua de un pueblo que ha permanccido aislado hasta ahora. Aqui es donde, en el caso de que ello sea posible, el significado estrictamente empirico se separa de las palabras que lo poseen. Enesta situaci6n, las proferencias traducidas en primer lugar y conel menor riesgo de etror seran por fuerza las que intorman sobre observaciones mani- fiestamente compartidas por el lingilista y su informante. Un conejo pasa corriendo, el indigena dice «Gavagai» y nuestro lingiiista de la jungia anota * VersiGn custellana de Aurelio Pérez Fustegueras (268) SIGNIFICADO Y TRADUCCION 269 Ia oracién «Conejo» (0 «He aqui un conejo») como traduccién de tanteo. Asi, se abstendré al principio de poner ninguna palabra en boca de su informan- te, bien que sélo sea porque no tiene palabras que poner. Cuando pueda, sin embargo, el lingiiista tendré que someter oraciones indigenas a la aproba- ccién del informante, aun a riesgo de sesgar los datos por sugestion. Por lo demas, poco puede hacer a base de términos indigenas que tengan referen- cias en comiin. Supongamos, en efecto, que el lenguaje de la jungla cuenta con las oraciones $,, Sz y S3 que son, de hecho, traducibles por «Animal», «Blanco» y «Conejo», respectivamente. Las situaciones estimulativas son siem- pre diferentes, de forma relevante o no; y, dado que las respuestas aportadas tienen lugar una a una, las clases de las situaciones en las que el nativo afir- ma S;, S2 y S; son, desde luego, mutuamente excluyentes, a pesar de los sig nificados reales, aunque ocultos, de las palabras. Entonces, {de qué manera podré percibir el lingiiista que el nativo habria estado dispuesto a asentir a S; en todas las situaciones en las que ha afirmado S; y en algunas, aunque quizés no todas, en las que ha afirmado S;? Unicamente tomando la inicia- tiva eindagando sobre distintas combinaciones de oraciones indigenas y situa- ciones estimulativas, con objeto de ir reduciendo el nimero de sus hipotesis hasta quedarse, eventualmente, con la més satisfactoria. Imaginemos, pues, al lingilista preguntando «,Gavagai?» en situacio- nes estimulativas diversas y anotando cada vez si el indigena asiente, disien- te 0 se abstiene. Aqui estén implicitas algunas suposiciones sobre la capa cidad de intuicién del lingtiista. En primer lugar, debe ser capaz de reconocer el asentimiento y el disentimiento en cualquier lengua. Por otra parte, debe ser capaz de adivinar la estimulacién que su informante tiene en cuenta en ‘cada momento —no desde un punto de vista neurolégico sino en términos dereferencia, aunque sea aproximada, al entorno—. Por iltimo, debe poder ‘conjeturar si esa estimulacién impulsa realmente el asentimiento, ol disen- ‘timiento, del indigena a la pregunta concurrente; en este sentido, ha de estat ‘en condiciones de eliminar los casos en los que el asentimiento, 0 el disen- ‘timiento, tiene su origen en una valoracién de la oracién en si misma y no ‘en la consideracién del conejo que, ostensiblemente, pasa corriendo. En un numero suficiente de casos el lingiista tiene, ciertamente, éxito, y de igual modo podriamos tenerlo cualquiera de nosotros, aunque no fué- Tamos conscientes de nuestras pautas ni de nuestro método. Los gestos de asentimiento y disentimiento de 10s turcos son casi una inversion de los nues- tros pero la expresién del rostro es reveladora y pronto nos pone en el buen camino. Por otra parte, lo que alguien observa en un momento dado puede inferirse, generalmente, de su orientacién en el espacio, junto con nuestro conocimiento de los intereses humanos. El tercer y diltimo punto a discer- nir es mds dificil, a pesar de que con facilidad nos imaginamos cumplién- dolo en los casos tipicos: juzgando, sin mayor conocimiento de la lengua, sobre si el asentimiento o el disentimiento del sujeto, subsiguiente a una pre- gunta inesperada, ha sido promovido por la cosa que en esa ocasién estaba 270 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO. bajo examen, Sefialando a la vez.que se pregunta, se puede obtener una pista; siel objeto sefialado es irrelevante, la respuesta iré acompaiiada, seguramente, de una mirada perpleja. Otro indicio de irrelevancia puede estar en el hecho de que una pregunta no acompafiada de ostensién dé lugar a que el indige- na deje de prestar atencién y parezca abstraido. Pero, dejando aun lado meca- nismos hipotéticos, el hecho evidente es que, en virtud de las intuiciones no analizadas que sea, tendemos a obtener estos minimos datos sobre las acti- tudes de los nativos sin la ayuda de un especial aparato lingiiistice. La pauta consistente en proponer oraciones en situaciones diversas vale ‘inicamente para oraciones de una clase especial: aquellas que, como «Gava- gain, «Rojo, «Eso hace dation, «Este tiene la cara sucia», etc., s6lo imponen asentimiento en presencia de ciertas circunstancias observables. Es una cues- tién de oraciones ocasionales frente a oraciones fijas. Son las oraciones con Jas que nuestro lingtiista ha de empezar y, también, aquellas a partir de las cua- les podemos intentar una primera aproximacién al concepto de significado. La distincién entre oraciones ocasionales y oraciones fijas es definible en términos de la nocién de asentimiento y disentimiento provocados que hemos supuesto disponible. Una oracién es ocasional para un hombre si est preparado a asentir a, o a disentir de, ella solamente cuando la pregunta va acompaiiada de una estimulacién que lo predisponga a ello. Nose trata de que el asentimiento el disentimiento respecto a los enun- vias fijus nv pueda scr provucado de ese mudy. Una cstinulavion visual fécilmente imaginable mover a un buen conocedor de la ciudad a asentir al enunciado fijo «Hay casas de ladrillo en la calle de Los Olmos». En cier- ta ocasién la estimulacién generada por un interferémetro movid a Michel- son y a Morley a disentir del enunciado fijo «Existe una corriente de éten». ero estos enunciados se diferencian de los ocasionales en que el sujeto, cuan- does interrogado con posterioridad, puede insistir en su primer asentimiento o disentimiento aunque no medie ninguna estimulacién especifica; un enun- ciado ocasional, por el contrario, sélo suscita asentimiento 0 disentimiento si cada vez la pregunta va acompaiiada de la oportuna estimulacién. Definimos el significado estimulativo afirmativo de una oracién ocasional S, para un hablante dado, como la clase de todas las estimulaciones que pro- vocarian su asentimiento a S. Similarmente, pero en términos de disenti- miento, podemos definir el significado estimulativo negativo de S. Final- mente, podemos definir el significado cstimulativo, sin méa, de S como el ‘par ordenado de ambos. Podriamos distinguir grados de indecisién en el asen- timiento y en el disentimiento; por ejemplo, segiin el tiempo de reaccién; y de forma facilmente imaginable podriamos ampliar nuestra definicién de significado estimulativo para incluir esta informacién; pero, con objeto de simplificar la exposicién, no lo haremos. Las distintas estimulaciones que reunimos en clases para integrar los sig- nificados estimulativos no deben ser tomadas como eventos particulares, fecha- dos con exactitud, sino como tipos de eventos repetibles. Ha de poderse decir SIGNIFICADO Y TRADUCCION 2n que la misma estimulacién ha ocurrido dos veces, en vez de decir que han tenido lugar dos estimulaciones completamente similares. Para ver la nece- sidad de este enfoque, consideremos el significado estimulativo positivo de una oracién ocasional S. Este significado es la clase E de todas las estimu- laciones que provocarian el asentimiento aS. Si lasestimulaciones se enten- dieran como eventos y no como tipos de eventos, 5 habria de ser una clase de eventos muchos de los cuales no han ocurrido ni ocurrirén pero que, si ‘ocurrieran, provocarian asentimiento aS, Siempre que Z vontuviera ull eveu- to particular 6, realizado o no, tendria que contener todos los demas dupli- ccados no realizados de 6; pero ;cudntos son éstos? Sin duda, es un irreme- diable sinsentido hablar de particulares no realizados y de su agrupamiento en clases. Las entidades no realizadas han de ser concebidas como univer- sales porque, al carecer de especificaciones espacio-temporales y al ser seme- jantes en lo dems, es imposible distinguirlas entre si. Para nuestra presente tarea no es necesario determinar con exactitud cuén- do hay que contar dos episodios de activacién sensorial como recurrencias de la misma estimulaci6n y cudindo como ocurrencias de estimulaciones dife- rentes. Esté claro que en la prictica el lingiista nunca tendré que preocu- parse de los correlatos neurolégicos de los episodios de estimulacién. Siem- pre bastaré con saber, por ejemplo, que el sujeto ha tenido una vislumbre fiable de un conejo. Esto es suficiente porque es razonable esperar que en circunstancias similares la conducta sera la misma, Los significados estimulativos, afirmativo y negativo, de un enunciado son mutuamente excluyentes. Hemos supuesto que el lingilista es capaz de reconocer el asentimiento y el disentimiento, y queremos interpretar estos ‘iltimos de manera que sea imposible decir de alguien que asiente y disien- teen la misma ocasién al y del mismo enunciado ocasional. Es verdad que una cierta estimulacién c podria provocar, en cierto momento, el asentimiento de nuestro sujeto aS y que, mas tarde, una recurrencia de & podria provo- carsu disentimiento de S; pero en tal caso concluiriamos, simplemente, que el significado, para él, de S ha cambiado. Contariamos a 6 como elemento del significado estimulativo afirmativo que para él tenfa S en la primera fecha, ¥y como elemento del significado estimulativo negativo que para él tenia S en la segunda fecha. Una misma estimulacién nunca pertenecerd a la vez a la significacién estimulativa afirmativa y a la significacién negativa de S; Les seguru que estas dus Ulases de eslinulavivuies sun mutuanncute excluyentes. ‘No obstante, los significados estimulativos afirmativo y negativo no se determinan uno a otro, pues el significado estimulativo negativo de S no abar- ca generalmente todas las estimulaciones que no provocarian el asentimiento aS. En general, por tanto, la comparacién entre significados estimulativos integros puede ser una mejor base para la traduccién que la mera compara- cin entre significados estimulativos afirmativos. {Qué decir, por iltimo, de ese condicional fuerte, el «provocaria» de nues- tradefinicién de significado estimulativo? El expediente es usado de mane- 272 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO ratan indiscutida en s6lidas ramas tradicionales de la ciencia que objetar su uso en un estudio tan inseguro como el presente seria, evidentemente, una pretensién fuera de lugar, algo asi como un cumplido bien intencionado pero inmerecido. Lo que el condicional fuerte define es una disposicién; en este caso una disposicién a asentira S 0 a disentir de él ante estimulaciones diver- sas. Podemos suponer que esa disposicién consiste en alguna sutil condi- cién estructural, al modo de una alergia o de la solubilidad (en particular, se parece a la alergia en que na la comprendemas). Sea cual sea el estatuta, ontolégico de las disposiciones o el estatuto filoséfico del discurso acerca de disposiciones, lo cierto es que sabemos bastante bien, en lineas genera- les, cémo establecer, a partir de comprobaciones juiciosas, muestras repre- sentativas y uniformidades observadas, una conjetura sobre la existencia de una determinada disposicién. I LA INESCRUTABILIDAD DE LOS TERMINOS, A Ia vista de la interdependencia de las oraciones, cabe preguntarse si podemos hablar razonablemente de significados, aunque sea de significa- dos de enunciados completos y no de expresiones més breves, si no es en relacién con los demas enunciados de una teoria inclusiva. Tal relatividad resultaria embarazosa porque, asu ve7, el tinica acceso a la teoria viene dado. por sus enunciados individuaimente considerados. Ahora bien, la nocién de significado estimulativo nos saca, en parte, del apuro. Esta nocién aisla, para ciertos enunciados singulares, un tipo de significado empirico neto, y, aun- que lo hace con independencia de la teoria, no por ello se pierde lo que el ‘enunciado debe a ésta. En cierta medida, se trata de un instrumento para explo- rarel edificio de enunciados interconectados procediendo uno auno. Algiin expediente de este género es indispensable para iniciar la penetracién en una cultura extraiia, a la vez que es relevante para analizar nuestro propio cono- cimiento del mundo. El punto de partida de nuestras consideraciones acerca del significado ‘ha estado en las oraciones, si bien se ha tratado de oraciones de una clase especial y de una nocién un tanto forzada de significado. Pues las palabras, cuando no son aprendidas como oraciones, lo son s6lo, derivadamente, por abstraccién de las funciones que desempefan en las araciones aprendidas Con todo, antes de cualquier abstraccién, hay oraciones de una sola pala- bra; y por fortuna estas iltimas son, justamente, del tipo especial que ya esta- ‘mos investigando; son oraciones ocasionales como «Blanco» y «Conejo». ‘Ademis, tal vez.en la medida en que se pueda decir que el concepto de sig- nificado estimulativo constituye, aunque en algiin forzado sentido, un con- cepto de significado para oraciones ocasionales, se pueda decir también que constituye en particular un concepto de significado para términos genera- les como «Blanco» y «Conejon. Examinemos la aplicacién de la nocién de SIGNIFICADO Y TRADUCCION 273 significado estimulativo a este tiltimo y convenientemente limitado ambi to de aplicacién. ‘Afirmar la igualdad, para dos hablantes, del significado estimulativo de un término, 0 de dos términos para uno o dos hablantes, es afirmar una cier- ta igualdad en su aplicacién: hay coincidencia tanto en las estimulaciones que provocan asentimiento como en las que provocan disentimiento, Ahora bien, gequivale eso a decir que el término 0 los términos tienen la misma extensién, ec decir, que con verdaderos de los mismos objetas, para el hahlan- teo hablantes en cuestién? Asi podria parecer en el caso de «Conejo» y «Gava- ‘gain; pero realmente la cosa es, en general, més complicada, Asi, adaptan- do un ejemplo de Carnap, imaginemos un término general barbaro aplicable a caballos y unicornios. Puesto que los unicornios no existen, la extensién deese inclisivo término barbaro es, sencillamente, la de «caballos». No obs- tante, nos gustaria de algiin modo decir que el termino, a diferencia de weaba- lo», tambien seria verdadero de los unicornios, si existieran. Pues bien, nues- tro concepto de significado estimulativo nos ayuda realmente a dotar de sentido ‘esa determinacién que queremos hacer respecto a objetos inexistentes, por- {que el significado estimulativo es, segiin la teoria del mismo, una cuestion de irritaciones de nuestras superficies sensoriales, no de caballos 0 unicor- nios. Cada estimulacién causada por la observacidn de un unicornio es una combinacién de impactos nerviosos que, en principio, no es menos real ni ‘monoe eopecificable que lac causadas paria abservacién devin caballo. Inet 50 es posible provocar una estimulacién de ese género mediante un artifi cio de cartén piedra. En la practica también se puede hacer esto sin enga- fio, mediante descripciones y preguntas hipotéticas, siempre que se tenga ‘un conocimiento suficiente del lenguaje; ales expedientes son maneras indi- rectas de hacer conjeturas acerca del significado estimulativo, si bien al mar- gen de la definicién del mismo. Para términos como «Caballo», «Unicornio», «Blanco» y «Conejo» —tér- ‘minos generales para objetos externos observables — nuestro concepto de sig- nificado estimulativo parece proporcionar una relacién de traduccion razona- blemente fuerte que va més alld de la mera coextensionalidad. Pero no es asi; bien mirado, la relacién ni siquiera alcanza la igualdad de extensién. Consi- deremos «Gavagain de nuevo. ;Quién sabe silos objetos a los que este térmi- no se aplica no son, después de todo, conejos sino simples estadios, o breves segmentos temporales, de canejas? En ambos casos, las mismas situaciones estimulativas que provocarian asentimiento a «Gavagai» provocarian asenti- ‘miento a «Conejo. O, quizés, «Gavagai» se aplica a cualquier parte no sepa- rada de conejos; y tampoco en este caso el significado estimulativo reflejaria diferencia alguna. Cuando, a partir de la igualdad de los significados estimu- lativos de «Gavagai» y «Conejo», el linglista concluye que un gavagai es un conejo integro y duradero, esta dando por sentado que el nativo es lo bastante semejante a nosotros para tener un término general breve para conejos y nin- ‘guno para estadios o partes de conejos. 274 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO. Generalmente, podemos traducir algo (por ejemplo, «por mor de») aun enguaje dado aunque no haya nada en él que se corresponda con algunas de las silabas componentes (por ejemplo, con «mor»). Precisamente de esta manera la oracién ocasional «Gavagai» es traducible como diciendo que ahi hay un conejo, aunque ningtin fragmento de «Gavagain, ni nada en el len- guaje nativo, se corresponda exactamente con el término «conejo». La sino- nimia de «Gavagai» y «Conejo», en tanto oraciones, gira sobre considera- ciones acerca de aseritimientos provacadac, las euales trascienden todas las fronteras culturales; no ocurre lo mismo con la sinonimia de estas expre- siones en tanto términos. Hacemos bien en escribir «Conejo» en vez-de «cone- Jo», para sefialar que estamos considerando esa expresién en relacién con sus sinénimos en tanto oracién y no en relacién con sus sinénimos en tanto ‘término. ¢Podria superarse la supuesta indecisidn entre conejos, estadios de cone- Jos y partes integrantes de conejos mediante un pequefio suplemento de osten- sin y de preguntas? Reflexionemos sobre esto. Cuando sefialamos un cone- jo estamos sefialando, también, un estadio de conejo y una parte integrante de un conejo. Cuando sefialamos una parte de un conejo estamos, también, sefialando un conejo y un estadio de conejo. Y sucede lo propio con la ter- cera alternativa, Nada que no pueda ser distinguido ya en el significado esti- ‘mulativo mismo podré serlo mediante ostensién, a menos que esta iltima ‘ava acompaiiada de preguntas sahre identidad y diferencia: E's steel mismo gavagai que aquel? {Hay aqui un gavagai, o dos? Tal interrogatorio exigiria, del lingilista un dominio de la lengua indigena que nosotros por el momen- tono estamos en condiciones de justificar. Mas atin, supondria que, a seme- Janza del nuestro, el esquema conceptual indigena divide la realidad, de una forma o de otra, en una multiplicidad de objetos fisicos distinguibles e iden- tificables, sean conejos, estadios, o partes. Pero el enfoque indigena podria, después de todo, ser muy diferente al nuestro. El término «gavagain podria serel nombre propio de un universal recurrente, la cualidad de conejo, y aun asi la oracién ocasional «Gavagai» tendria el mismo significado estimula- tivo que posee bajo las otras alternativas sugeridas més arriba. Aun més, el punto de vista ind{gena podria ser tan ajeno al nuestro que hablar de obje- tos, incluso objetos abstractos como la conejeidad, en relacién con el ‘mismo resultase carente de sentido. Los senderos por los que discurre el len- guaje de Ia jungla podrian ser completamente distintos del diserrsa oc: dental sobre esto y aquello, igual y diferente, uno y dos. Faltando algunos de estos usuales expedientes, no es posible decir, de modo significativo, que el indigena postula objetos; sustancias, tal vez, pero no objetos, concretos o abstractos. Y con todo, incluso en la perspectiva de esta actitud ontolégi- ca de naturaleza tan diferente, la oracién ocasional «Gavagai» podria tener el mismo significado estimulativo que «(He aqui un) conejon. Las oracio- nes ocasionales y los significados estimulativos son moneda universal, en tanto que los términos, como expresiones que se aplican en algtin sentido a SIGNIFICADO Y TRADUCCION 215 ‘objetos, son complementos provinciales de una cultura, como la nuestra, incli- nada a la reificacién, {Podemos siquiera imaginar alguna alternativa seria a nuestra pauta rei- ficadora? Tal vez no, pues tendriamos que imaginarla en el proceso de tra- duccién y lo que la traduecién hace es imponer nuestra pauta. Quiz la nocién ‘misma de un tal contraste radical entre culturas carezca de sentido, salvo ‘en uno puramente negativo: el fallo persistente en hallar andlogos indige- nay de tuest1us fauiliaics capedientes de la referencia objetiva, como loa articulos, el predicado de identidad y las terminaciones de plural, que sean simples y convincentes. Sélo un fallo asi podria hacernos percibir que el Ienguaje indigena representa la materia del mundo de un modo inaccesi- ble a nuestro lenguaje. Ill ORACIONES OBSERVACIONALES. En las secciones primera y segunda hemos podido apreciar que, siem- pre que se limite alas oraciones ocasionales, la igualdad de significado esti- ‘mulativo constituye, en algunos aspectos, una eficaz relacién de sinonimia. Pero aun asi limitado el significado estimulativo no cumple los requisitos implicitos en el habitual discurso acritico sobre el significado. El problema festa en que el asentimicuty v cl disentimiento de un informants a una ora cidn ocasional puede depender s6lo parcialmente de la estimulacién actuan- te y hacerlo en amplia medida de informacién adicional propia que el lin- gilista desconoce. Cuando, primero, distinguimos entre oraciones ocasionales y oraciones fijas (seccién 1) y, después, pospusimos las segundas, exclui- ‘mos todos los casos en los que el asentimiento 0 el disentimiento del infor- mante podia depender por entero de informacién colateral, pero no los casos en los que su asentimiento, o disentimiento, depende principalmente de in- formacién de esa clase y sélo en muy escasa medida de la estimulacién pre- sente que lo provoca. Asi, el asentimiento del nativo a «Gavagai» al vislumbrar algiin movimiento entre la hierba puede deberse, més que nada, a la previa ‘observacién, cuando el lingiiista estaba ausente, de conejos en los alrede- ores. Y hay oraciones ocasionales cuyos significados estimulativos no pue- den ser considerados como sus «significados» por mucho esfuerzo de ima- imaviou que sc haga, porque cl asentimiento a las miomao, aunque también requiere una estimulacion, siempre depende en gran medida de informacion colateral. Un ejemplo es «Soltero»; el asentimiento a esta oracién es pro- vocado genuinamente por la visién de una cara; no obstante, se basa prin- cipalmente en informacién almacenada y no en la estimulacién provocadora, salvo en la medida necesaria para reconocer al amigo soltero. La dificultad con «Soltero» radica en que su significado trasciende el mero aspecto fisi- co de las personas que provocan el asentimiento y esta relacionado con cues- tiones que solamente pueden ser conocidas por otras vias. Es claro, entonces, 276 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO que debemos procurar distinguir una subclase de las oraciones ocasionales, lade las oraciones observacionales, y reconocer que lo que he llamado sig- nificado estimulativo, constituye una razonable nocién de significado para, ‘alo sumo, tales oraciones. Las oraciones ocasionales han sido definidas (sec- cién I) como aquéllas respecto a las que se asiente o disiente sdlo en pre- sencia de una estimulacién; lo que ahora exigimos de las oraciones obser- vacionales, mas particularmente, es que el asentimiento o el disentimiento sea provocado en todos los casos sin la ayuda de més informacién que la proporcionada por la estimulacién misma. Es curioso lo seguros que estamos de que cada asentimiento a «Solte- ro», 0 un equivalente indigena, se basa en datos procedentes de dos fuen- tes: la estimulaci6n presente y la informacién lateral. No carecemos de ela- boradas, aunque asisteméticas, intuiciones sobre los usos de «Soltero» o de otras palabras de nuestro lenguaje. No obstante, no debemos enorgullecer- nos de esta clase de discurso facil sobre significados y argumentos de sen- tido comiin, pese a toda su productividad, pues puede conducirnos casi sin darnos cuenta a las creencias més desesperadamente confusas y a contro- versias sin sentido, ‘Supongamos establecido que una determinada clase E comprende exac- tamente las estimulaciones capaces de provocar directamente, sin el con- curso de informacién lateral, el asentimiento al enunciado ocasional S, Supon- gamos igualmente que las estimulaciones comprendidas en otra clase E", aptas también para provocar asentimiento aS, deben su eficacia mas bien a cierta informacion lateral C muy extendida. ;No podriamos también decir, en lugar de lo anterior, que al adquirir C los hombres han encontrado con- veniente, de manera implicita, cambiar el significado mismo de S, en el sen- tido de que ahora los elementos de 5” son aptos para provocar asentimien- to directamente, al igual que los elementos de £? Me parece que se pueden ‘mantener las dos actitudes; ni la mas completa perspicacia histérica reve- laria distincién alguna, aunque revelara todas las etapas de la adquisicién de C, porque el significado puede evolucionar pari passu. La distincién es ilusoria. Lo que hay objetivamente es una adaptacién evolutiva a la natura- leza, reflejada en un conjunto evolutivo de disposiciones a dejarse provo- car por estimulaciones a asentir, o a disentir, a, o de, enunciados ocasiona- les. Puede admitirse que estas disposiciones son impuras en el sentido de ue incorporan conoeimienta de casas del mundo, pero lo hacen en una col ccidn que no precipita nunca. Las oraciones observacionales son oraciones ocasionales el asenti- miento, 0 disentimiento, a las cuales es provocado sin la ayuda de informa- cién lateral, Pero la nocién de ayuda por medio de informa resultado poco s6lida. De todas maneras, la nocién de oracién observacio- nal esté en una posicién mejor debido a un efecto estadistico de estabiliza- ccién, un efecto que tal vez esté en mi mano explicar si por un momento sigo hablando acriticamente en términos de la dudosa nocién de informacién late- SIGNIFICADO Y TRADUCCION 277 ral, Una parte de la informacién lateral relevante para una oracién ocasio- nai S puede estar muy extendida, otra parte puede no estarlo. A su vez, una porcién dela informacién ampliamente extendida puede ser compartida por lun grupo importante de personas y otra porcién por otro grupo, de forma {que pocas personas, si es que las hay, la conocerén completa. Por otra parte, el significado es social; incluso el individuo que usa una palabra de mane- ra extravagante compartira, probablemente, su desvio con algunos otros. ‘De cualquier modo, el efecto se pone de manifiesty Hanativanente al comparar «Conejo» con «Soltero». El significado estimulativo de «Solte- ro» nunca serd el mismo para dos hablantes que no sean hermanos siame- ses. Por el contrario, el significado estimulativo de «Conejo» sera unifor- ‘me para casi todos los hablantes; excepciones como la del movimiento entre lahierba son raras. Entonces, un concepto que parece cumplir bastante bien el objetivo de la nocién de oracién observacional es, simplemente, el de ora- cidn ocasional que posee un significado estimulativo intersubjetivo. ¢Serd entonces suficiente, para que una oracién ocasional sea observa- cional, que haya dos personas para quienes aquélla tenga el mismo signifi- cado estimulativo? No, como pone de relieve el ejemplo de los hermanos siameses. ;Debe tener el mismo significado estimulativo para todos los miem- bros de la comunidad lingdistica (suponiendo que ésta pudiera ser defini- da)? Seguramente, no. ;Debe tener exactamente e] mismo significado esti- mulativo para al menos dos hablantes? Quizd, nu, cousideraudy de nuevo el movimiento entre la hierba. Pero la cuestidn es que estas preguntas aspi- ran a unos refinamientos fuera de lugar. Lo que aqui nos interesa son ten- dencias generales de conducta y lo que importa para la nocién de oracién observacional que aqui pretendemos construir es que para un nimero sig- nificativamente alto de hablantes los significados estimulativos tengan des- viaciones significativamente pequefias. En un punto la variabilidad intersubjetiva del significado estimulativo de enunciados como «Soltero» ha sido expuesta incompletamente. El sig- nificado estimulativo de ese enunciado para una persona no slo diferira de su significado para otra persona sino que diferiré también del significado ‘que para esta tiltima tenga cualquier otro enunciado apropiado, en el mismo Tenguaje 0 en otro. El lingilista no est en condiciones de examinar y establecer in extenso un significado estimulative indigena y, después, cuusttuir una oracién cas- tellana compleja cuyo significado estimulativo, para él, resulte equiparable, por medio de un exhaustivo agotamiento de casos, al significado indigena. ‘Mas bien tiene que extrapolar cualquier significado estimulativo indigena a partir de muestras relevantes, procurando adivinar la manera de pensar de su informante. Sila oracién es an poco observacional como «Soltero», sim plemente no descubriré lineas apropiadas de extrapolacién; la traduccion ‘mediante significado estimulativo no producira, entonces, un resultado err6- neo, sencillamente no produciré resultado alguno. Esto es interesante por- 278 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO. que lo que nos indujo a intentar definir las oraciones observacionales fue la consideracién de que constituian la subclase de las oraciones ocasionales que parecian traducibles razonablemente por identidad de significados esti- mulativos. Vemos ahora que la limitacidn de este método de traduccién a esta clase de oraciones es autorreforzante. Cuando una oracién ocasional indigena no sea observacional, el lingiista se dard cuenta de que no podra encontrar entre su propio repertorio de significados estimulativos de ora- ciones castellanas ninguno plauciblemente equiparable al que a oracién indi- gena tiene para el informante. ‘Vimos que la nocién de significado estimulativo no requiere una plura- lidad de informantes. Lo que hay en general es el significado estimulativo de una oracién para un hablante dado en un cierto momento de su vida (aun- que al intentar delimitar ese significado el lingilista puede ver facilitada su tarea preguntando en momentos diversos y variando de informante). Tam- bién vimos que la definicién de oracién observacional requiere puntos de referencia més amplios; en especial, requiere la comparacién de diversos hablantes de la misma lengua. Pero en definitiva la consideracién conteni- daen el parrafo anterior nos confirma que en realidad se puede prescindit de tal ampliacién de horizontes: a traduccién de oraciones ocasionales median- te el significado estimulativo se limitaré de manera natural a las oraciones observacionales y, por tanto, no habra necesidad de sacar a colacién una y otra vez la definicién de oracién observacional, Laexpresién cenunciado observacionab» sugiere, a epistemélogos 0 meto- délogos, los datos de la ciencia. A este respecto, nuestra version no esté fuera de lugar, pues, tal y como han sido definidos, nuestros enunciados observa- cionales son, precisamente, los enunciados ocasionales sobre los que es casi seguro que habré un firme acuerdo por parte de todos los observadores bien situados. Por esto, ellos serdn, justamente, los enunciados a los que un cien- tifico recurriré en tiltima instancia cuando sea requerido por colegas reticentes para que ordene sus datos y repita sus observaciones y experimentos. IV. SINONIMIA INTRASUBJETIVA DE ORACIONES OCASIONALES. Fl significado estimulativo ha quedado definido para orasiones ocasio- nales en general, sin tener en cuenta la observacionalidad. No obstante, su parecido con lo que razonablemente podria ser llamado significado es menor cuando se aplica a oraciones no observacionales, como «Soltero». La tra- duccién de «Bachelor» por «Soltero» no puede ser justificada sobre la base de la igualdad de los significados estimulativos; y tampoco puede serlo la sinonimia de «Soltero» y «Hombre que nunca se ha casado». A pesar de eso, los significados estimulativos de «Soltero» y «Hombre que nunea se ha casado» son, curiosamente, idénticos para cada hablante. SIGNIFICADO Y TRADUCCION 279 En todo momento un individuo sera provocado por las mismas estimulaciones a asentir a «Soltero» y a Hombre que nunca se ha casado»; y similarmen- te por lo que respecta al disentimiento, Vemos de esta manera que, aunque el concepto de significado estimulativo esta muy lejos del significado «autén- tico» cuando se aplica a las oraciones ocasionales no observacionales «Sol- tero» y «Hombre que nunca se ha casado», la sinonimia se puede definir fielmente como la igualdad de significado estimulativo, tanto para estas ora- clones como para las mas escogidas vraciuucs ubservacionales, con tal de que nos limitemos a un hablante. Para cada hablante «Soltero» y «Hombre que nunca se ha casado» son sindnimos en un sentido definido (a saber, en tanto semejantes en significado estimulativo), sin tener por ello el mismo significado en ningin sentido aceptablemente definido de «significado» (pues enel caso de «Soltero» el significado estimulativo no es una base sélida para una definicién aceptable). Puestas asi las cosas, demos la bienvenida a la sinonimia y prescindamos del significado. La restriccién a un hablante no es obsticulo para afirmar que «Soltero» y «Hombre que nunca se ha casado» son sinénimas para el conjunto de la ‘comunidad, en el sentido de que lo son para cada uno de sus miembros. Una extensidn prictica al caso de dos lenguajes es posible si se dispone de un hablante bilingie. Para un bilingiie, «Soltero» y «Bachelor» seran sinéni- ‘mos en virtud de un criterio interno, a saber, la igualdad de significado est ‘mulativo. Si tomamos a este hablanite eum muestra, podemos tratar «Sol- teron y «Bachelor» como sinénimas para propésitos de traduccién en las dos comunidades que él representa. Observando el grado de fluidez.con el que se comunica en ambas comunidades, comparando otros individuos bilin- giies u observando cémo funcionan las traducciones, comprobariamos si se trata de una muestra suficientemente buena. Pero este uso de individuos bilingiies no esté al alcance del lingiiista de Ja jungla que intenta penetrar en una cultura que ha permanecido aislada. Hasta ahora el tnico concepto disponible para la traduccién radical es laigual- dad de significado estimulativo, y atin éste solo para enunciados observa- cionales. Las afinidades y diferencias entre la sinonimia intrasubjetiva y Ia tra~ duccién radical requieren una cuidadosa atencién. La sinonimia intrasub- jetiva, al igual que la traduccién, puede valer para toda una comunidad. Es intrasubjetiva en el seutidu de que cada sujcto conceta los sinénimos por ‘medio de la igualdad, para él, de significado estimulativo; pero, no obstan- te, es comunitaria en el sentido de que las expresiones sinénimas en cues- tidn son conectadas mediante dicha igualdad por cada miembro de la comu- nidad. Obviamente, la sinonimia intrasubjetiva es en principio tan objetiva, tan susceptible de descubrimiento por el lingiiista de campo, como lo es la traduccién. Nuestro lingilista puede incluso descubrir que dos oraciones indi- genas son intrasubjetivamente sindnimas sin por ello encontrar traduccio- nes castellanas de las mismas —en resumen, sin comprenderlas—, pues puede 280 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO descubrir que ambas tienen el mismo significado estimulativo para su infor- ‘mante y no conocer ninguna oracién castellana cuyo significado estimula- tivo, para él, sea presumiblemente el mismo. Asi, para invertir la perspecti- va, un marciano podria hallar que «Soltero» y «Hombre que nunca se ha casado» son sinénimas sin descubrir cudndo asentir a una u otra. «Soltero» y «Si» son dos oraciones ocasionales que podemos comparar instructivamente. Ni una ni otra son observacionales y, por tanto, no son tra- ucibles mediante identidad de significados estimulativos. Mal le ira al equi valente selvatico de «Si» (digamos, «Tak») si fuese traducido mediante el significado estimulativo. Las estimulaciones que, acompafiando la pregun- ta del lingilista «;Tak?», provocarian asentimiento a esta extrafia oracién, incluso por parte de todos los nativos, nunca habrian provocado el asenti- miento de un castellano a «Si», o a algo parecido, y ello a causa de su con- dicién puramente verbal y de su exclusiva materializacién en la lengua de laselva. «Tak» es precisamente lo que el lingiista busca como sefial de asen- timiento a cualquiera de las oraciones ocasionales indigenas que él pueda investigar, pero ella misma es inadecuada para ser investigada con los méto- dos que estamos considerando. Realmente, podemos suponer que, al igual que ocurre con «Soltero», no habré dos hablantes, ni siquiera de la misma lengua, para quienes «Tak», o «Sin, tenga el mismo significado estimulati- Vo; «Si» s6lo puede poser el mismo significado estimulativo para hablan- tes que estén de acnerdo en eada casa que cualquiera pueda decir, incluco sin premeditacién. No obstante, la igualdad de significado estimulativo es lo que define la sinonimia intrasubjetiva, no solamente entre «Soltero» y «Hombre que nunca se ha casado», sino también entre «Sin y «Por supues- to» 0 «Ciertamenten, Repairese en que atin se mantienen las reservas formuladas en la seccién Len relacién con la coextensividad de términos. Aunque el marciano des- cubriera que «Soltero» y «Hombre que nunca se ha casado» son oraciones, ocasionales sindnimas, no habria probado con ello que «soltero» y «hom- bre que nunca se ha casado» son términos generales coextensos. Por lo que I sabe, uno u otro de los términos podria aplicarse con exclusién del otro no a hombres sino a estadios temporales o partes de hombres, 0 incluso a un atributo abstracto (véase la seccién II). ‘Cuando consideramos oraciones ocasionales y no términos, apreciamos que la sinonimia dentro de un lengnaje esta en mejor situacién que la tra- duccién radical. La igualdad de significado estimulativo serviré como cri- terio de sinonimia intrasubjetiva de cualesquiera oraciones ocasionales, obser- vacionales o no. En realidad, debemos limitarnos a oraciones breves y sencillas. De lo contrario, la mera incapacidad de asimilar preguntas largas puede dar lugar, en términos de nuestras definiciones, a diferencias entre los significados e mulativos de oraciones que prefeririamos considerar como sinénimas. Puede ocurrir que una estimulacin provoque asentimiento a la oracién corta SIGNIFICADO Y TRADUCCION 281 y no a la larga debido, precisamente, a la oscuridad de la segunda; en este ‘caso no nos gustaria decir que para el sujeto el significado de la oracién larga ¢s diferente sino, sencillamente, que no la ha comprendido. Con todo, no todas las oraciones serén cortas sino que algunas conten- dran a otras. Pienso en la ayuda que para ello prestan conjunciones como on, «>, «pero», «si», «entonces», «quer, etc., al regular la oracién con- tenida como una cléusula de la oracién continente. Pero también puede ocu- rriren un nivel més elemental. Oraciones muy simples pueden contener sus- tantivos y adjetivos («rojon, «tejan, «soltero», etc.) que también satisfacen los requisitos de las oraciones ocasionales, quedando sujetos, por tanto, a nuestro concepto de sinonimia. De esta manera, este concepto se aplica en pie de igualdad a oraciones que a veces ocurren como partes de otras. Es posible, entonces, cierta extensidn de la sinonimia a oraciones ocasionales de mayor longitud que contienen a otras como partes, mediante el tipo de construccién que se expone a continuacién. ‘Supongamos que R (S) es una oracién ocasional que, aunque modera- damente corta, contiene como parte suya la oracién ocasional S. Con R (...) podemos referimnos ahora al resultado de borrar la oracién contenida en R (S),y, siguiendo a Peirce, podemos hablar de ello como de un rhema. Dire- ‘mos que un rhema R (...) es regular si cumple la siguiente condicién: para cada $ y S’, si S y S” son sindnimas y R (S) y R (S*) son oraciones ocasio- nales idiomaticamente aceptables y suficientémente breves para nuestro con- cepto de sinonimia, entonces R (8) y R (S’) son sinénimas. Por ahora, este concepto de regularidad sélo tiene un sentido razonable para rhemas cor- tos puesto que R (S) y R (S’) deben ser, para S y S’ convenientemente bre- ves, suficientemente breves como para caer bajo nuestro concepto de sino- nimia. No obstante, el propio concepto de regularidad invita de manera natural una extension: cuando los rhemas Ry (...) ¥ Rp (...) sean regulares, admi- tiremos que también lo sea el rhema més largo Rj (R9 (...)). De este modo se hace posible calificar de regulares a rhemas cada vez més largos. A pat- tir de aqui, podemos extender el concepto de sinonimia a diversas oracio- nes ocasionales largas, de la siguiente manera. Si R (..) es un rhema regu- lary S y S’ son oraciones ocasionales cortas sinénimas en el sentido inicial, no extendido, y si R (S)y R (S") son, en alguna medida, combinaciones idio- miticamente aceptables, entonces, por extensién, podemos a su vez califi- car de sindnimas a R (S) y R (S’), ello aunque sean demasiado largas para ser sindnimas en el primer sentido. Ahora ya no hay limitacién en la longi- tud, puesto que el rhema regular R (...) puede ser tan largo como queramos. V,_ FUNCIONES VERITATIVAS En las secciones Ily III justificamos la traduccién radical de oraciones obser- vacionales llevada a cabo mediante identificacién de significados estimulati- 282 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO. vos. Pero hay un campo marcadamente diferente que también se presta de mane- +a inmediataa la traduccién radical, a saber, el de las funciones veritativas como la negacién, la conyuncién légica y la disyuncién, Supongamos, como antes, 4queel asentimiento y el disentimiento fueran reconocibles en general. Las ora- cones presentadas al nativo para aprobacién o rechazo pueden ser, indiferen- temente, ocasionales o fijas. Las ocasionales tendrn, naturalmente, ue iracom- pafiadas de las oportunas estimulaciones provocadoras, si es que se pretende conseguir asentimicnto odisentimiento, as fijas pucdeut set presenta en Sul tario. Ahora bien, por referencia al acuerdo y al desacuerdo podemos formu- larcriterios seménticos para determinar si una expresi6n nativa dada ha de ser traducida como expresiva de la funcién veritativa en cuestién. Lo quessirve como criterio semantico de la negacién es que ésta torna cualquier oracién breve a la que estamos dispuestos a asentir en una oracién de la que disentiremos, y viceversa. Para la conyuncién tomamos el hecho de que la misma genera com puestos a los cuales, suponiendo que las oraciones componentes sean breves, estamos dispuestos a asentir cuando y s6lo cuando estamos dispuestos a asen- tira cada componente. El criterio de la disyuncién es similar pero cambiando ««asentip» por «disentir» en sus dos ocurrencias. La raz6n de exigir brevedad en los componentes es simplemente que, ‘como en la seccién IV, si son largas, el sujeto puede confundirse. La iden- tificacién de una expresién indigena como negacién, conyuncién o disyuncién no debe ser desvartada sulie la base Ue la desviavidu de un sujeto respecto nuestros criterios semnticos cuando es debida, tan s6lo, a confusion. Advier- tase que no se impone ningin limite a la longitud de los enunciados com- ponentes a los que puede aplicarse la negacién, la conyuncién o la disyun- Cidn; se trata solamente de que los casos utilizados como prueba, a fin de Teconocer por vez primera tales construcciones en una lengua extrafa, siem- pre tendran componentes breves. Una vez. que hallamos que una construccién nativa cumple alguno de «estos tres criterios seménticos, ya no podemos pedir una comprension més profunda de ello. Entonces estamos en condiciones de traducir la expresin nativa al castellano como «no», «y» u «o>, segan sea el caso, sin més sal- vedades que las rutinarias (es bien sabido que estas tres palabras castella- nas no representan exactamente y sin ambigiiedad a la negacién, la conyuncién, y la disyuncién). En légica oe considera que una construceién que genera una oraciGn & partir de otras oraciones expresa una funcién veritativa si cumple la condi- cién de que el compuesto tenga un tinico «valor de verdad» (verdad o fal- sedad) para cada asignacién de valores de verdad a los componentes, Obvia~ mente, es posible formular criterios seménticos para todas las funciones veritativas de manera similar a como hicimos con la negacién, la conyun- cién y la disyuncién. A veces, oimos hablar de pueblos de mentalidad prelégica que acep- tan como verdaderas contradicciones manifiestas. Imaginemos, forzan- SIGNIFICADO Y TRADUCCION 283 do sin duda las intenciones de Levy-Bruhl, que alguien afirma que estos indigenas admiten la verdad de cierto enunciado de la forma «p ka bu p», donde «ka» significa «y» y «bu» significa «no». Ahora bien, esta ala vista que, sila traduccién de «ka» como «y» y de «bu» como «no» sigue nues- tros criterios seménticos, esta afirmacion es absurda. ;Y qué otros crite- rios podriamos aplicar sin incurrir en dogmatismo? A la inversa, afirmar sobre la base de un mejor diccionario que los nativos comparten nuestra logica seria imponer esta ultima e mcurrir en una peticion de principto, en el caso de que aqui haya realmente algo que con sentido pueda ser pedi- do como principio. De todas maneras, yo me inclino por el diccionario mejor. En el mbito del castellano se puede ilustrar este punto mediante el tema de las logicas alternativas. ;Quien propone leyes logicas heterodoxas esta realmente contradiciendo nuestra lagica o solo esta sugiriendo nuevos ¢irre- levantes usos para algunos viejos vocablos familiares («y», «o», «nov, «todos», cetc.)? Lacuestién carece de sentido, salvo desde la perspectiva de algin con- junto de crterios para traducir particulas légicas. Dados los criterios ya expues- tos, la respuesta es clara. ‘Oimos de vez en cuando que en su famosa libertad para resistematizar la ciencia o para forjar nuevos célculos matematicos el cientifico esté obli- gado a respetar, al menos, la ley de contradiccién. ;Cual ha de ser nuestra Actitud ante esto? Huimos de la contradiccton porque buscamos la verdad, pero ,qué pensar de una revisién tan fundamental que considerara como ver- daderas a las contradicciones? Antes que nada habria que sopesar cuidado- samente la utilidad del cambio. Las leyes de la logica nos permiten deducir cualquier enunciado, indiscriminadamente, de una contradiccién. Pero esa universal afirmacién haria indtil la ciencia por ausencia de toda distincién. ‘Asi pues, una revisién que considere verdaderas las contradicciones habré de ir acompafiada de la revisidn de otras leyes logicas. Desde luego que todo esto puede hacerse; pero, una vez hecho, ,c6mo podemos afirmar que se ha logrado lo que se pretendia? Esta l6gica heroicamente original cae bajo las consideraciones del parrafo anterior y, por tanto, tal vez pueda ser recons- truida, sencillamente, como la ldgica de siempre, s6lo que expresada en una mala notacién. Podemos, significativamente, contemplar el cambio de una ley I6gica, ade tercero exciuido, por ejempio, o incluso la de contradiccion. Pero esto cs asi porque mientras consideramos el cambio seguimos traduciendo idén- ticamente: «y» como «y», «0» como «0», etc. Después, una traduccion mas retorcida tal vez consiga anular el cambio de ley; 0 tal vez, por el contrario, se aprecie que el cambio da lugar a un sistema sustancialmente més fuerte ‘que, ademas, no es en modo alguno susceptible de ser traducido al viejo sis- tema. Pero, aun en este iltimo caso, cualquier conflicto entre la vieja y la nueva l6gica resulta lusorio, pues s6l0 es posible porque traducimos por iden- tidad. 284 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFI DO En cualquier caso, una vez que hemos fijado nuestras traducciones median- te los repetidos criterios semanticos, hemos establecido completamente, al ‘menos hasta donde alcanza la parte veritativo-funcional de la l6gica, as leyes logicas de un pueblo. En particular, queda determinada la clase de las tau- tologias, los compuestos veritativo-funcionales que son verdaderos en vir- tud, exclusivamente, de su estructura veritativo-funcional. Hay un conoci- do algoritmo tabular para determinar exactamente, en los casos de oraciones en lac que lac coneetivas légieas catin cxcesivamente rcpetidas y supe pucsias, qué asignaciones de valores de verdad alas oraciones componente iltimas hacen verdadero a todo el compuesto; las tautologias son los compuestos que resultan verdaderos para toda asignacién. Es un lugar comiin de la epistemologia (y, por esa raz6n, ocasionalmente objetado) que solamente dos ambitos muy opuestos del conocimiento dis- frutan de una certeza inamovible. Uno es el conocimiento de lo que se hace directamente presente a la experiencia sensible, el otro es el conocimiento de la verdad légica. Es notable que estos sean, aproximadamente, los dos dominios donde hemos dotado a la traduccién radical de un pleno sentido conduetista. Un dominio donde la traduccién parecia no ofrecer problemas, era el de las oraciones observacionales. El otro, el de las funciones verita- tivas y, por tanto, también en cierto sentido el de las tautologias, dado que éstas son las verdades para las que solamente son relevantes las funciones veritativas. Ahora bien, las funciones veritativas y las tautologias son tan s6lo las més simples de las funciones y las verdades logicas. ,Podemos ir mds alld? Las funciones légicas que ahora se presentan como candidatos naturales son las oraciones categéricas, representadas tradicionalmente por A, E, 1, y O, y formadas habitualmente en castellano con las construcciones «todos son» (Todos los conejos son timidos»), «ninguno es», «algunos son» y «algu- nos no son. A primera vista, un criterio seméntico para d podria ser el siguien- te: el compuesto impone asentimiento (a un hablante dado) si y sélo si el significado estimulativo positivo (para él) del primer componente es un sub- conjunto del significado estimulativo positivo del segundo. Es bastante obvio el modo en que este criterio puede ser adaptado a E, J, y O; lo malo es que, segiin lo visto en la seccién II, la linea de razonamiento es equivocada en su conjunto. Tomemos, por ejemplo, A. Si «hipoide» es un término general aplicable a los caballos'y alos unicornioe, entoncen, al no haber unicornios, todos los hipoides son caballos, y, sin embargo, el significado estimulativo positivo de «Hipoide» incluye patrones de estimulacién, los correspondientes, a «Unicornio», que no pertenecen al significado estimulativo positivo de «Caballo». Por esta razén, porque va mis alli de la extensién, el criterio semén- tico sugerido no vale para «Todos los S son P». Y falla en un punto atin mas serio, aunque de tipo opuesto, pues, mientras que los estadios de conejos no son conejos, vimos en la seccién II que en punto a significado estimulativo no hay ninguna diferencia. SIGNIFICADO ¥ TRADUCCION 285 La dificultad es fundamental. La verdad de los enunciados categéricos depende de los objetos de los que los términos componentes son verdade- 108, por muy externos e inferenciales que sean; y qué objetos sean és0s es algo que no viene determinado univocamente por los significados estimu- lativos. En realidad, los enunciados categéricos, al igual que las desinencias de plural y la identidad, slo adquieren sentido en relacién a un esquema conceptual que postule la existencia de objetos; en contraste con esto, y con- Tone a lu subiayady eu la seuviou TI, lus siguifivadus cstimulatives puc- den ser exactamente los mismos tanto para personas que posean esquemas de ese género como para personas tan ajenas a ello como se quiera. De lo que consideramos como légica, la parte veritativo-funcional es, al parecer, la Gnica que en una lengua extranjera somos capaces de atrapar con crite- rios conductistas. VI. HIPOTESIS ANALITICAS {Como extiende, entonces, nuestro lingilista la traduccién radical mas alld de los limites de las oraciones observacionales y las funciones de ver- dad? En lineas generales procede de la manera que se expone a continua- ccién, Segmenta las proferencias oidas, en trozos recurrentes manejablemente ‘cortos y, a partir de ahi, compila una relaciOu Ue «palabras» wativas. A tu lo de hipétesis pone en ecuacién diferentes miembros de esa relacién con palabras y expresiones castellanas, cuidando que sean respetadas las tra- ‘ducciones ya establecidas de oraciones observacionales completas. Estas ecua- ciones conjeturales pueden ser llamadas hipdtesis analiticas de traduccién. El lingilista tendré que hacer uso de estas hipétesis no s6lo para las palabras nativas sino también para las construcciones sintécticas o modos de reunir palabras, porque no cabe presumir que el lenguaje nativo siga el orden que las palabras tienen en castellano, El conjunto de estas hipétesis analiticas de traduccién constituye una gramética y un diccionario jungla-castellano que son aplicados por el lingiista a oraciones para cuya traduccién no hay evidencia independiente. Las hipétesis analiticas de traduccién no dependen exclusivamente, en cuanto a su evidencia, de traducciones previas de enunciados observacio- ales, Taunbien pueden set patvialmente contiastadas comprobando sucon- formidad con la sinonimia intrasubjetiva (seccién IV) que pueda darse entre ‘enunciados ocasionales. Por ejemplo, si las hip6tesis analiticas llevan a tra- ducirlos enunciados S, y S; como «He aqui un soltero» y «He aqui un hom- ‘bre que nunca se ha casado», respectivamente, debemos esperar entonces que para cada nativo el significado estimulativo de S; sea el mismo que el de S>. ‘Ademés de a la luz de la traduccién de oraciones ocasionales, las hipé- tesis analiticas de traduccién pueden, algunas veces, ser comprobadas par- 286 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO cialmente a la luz de la traduccién de oraciones fijas. Estas iltimas difie- ren de las ocasionales s6lo en que el asentimiento y el disentimiento res- pecto a ellas pueden producirse sin que medie una estimulacién provoca- dora, no en que jams medie una estimulacién. El concepto de asentimiento provocado es razonablemente aplicado, para un hablante dado y por una vez, a la oracién fija «Algunos conejos son negros», siempre que consigamos presentarle un ejemplar antes de que sepa que existen conejos negros. Un hablante puede, incluso, ser provocade repetidaments aasentira algunas ora- ciones fijas; cada afio se le puede realmente provocar a asentir a «El aza- fran ha florecido», y cada dia a «The Times ha llegado». De esta manera se reducen distancias entre oraciones fijas y ocasionales, lo que no obsta a la permanencia del limite definido hacia la mitad de la seccién I. Asi, el lin- zgilista puede también evaluar sus hipétesis analiticas de traduccién compa- rando las tradueciones que se desprenden de las mismas con las traduccio- nes originales que pueden ser llevadas a cabo a partir de asentimientos y disentimientos provocados. Las oraciones fijas pueden aportar una pequeita prueba adicional a las hipétesis analiticas al margen de asentimientos y disentimientos provoca- dos. Si, por ejemplo, las hipétesis analiticas apuntan a una oracién caste- lana més bien trivial como traduccién de una oracién nativa S, el lingiiista se tranquilizaré si encuentra que S también impone, sin necesidad de pro- ‘yooacién, un asentimiento general ‘No es necesario que en la prictica las hipdtesis analiticas de traduecién adopten forma de ecuacién. No es necesario que cada palabra indigena sea directamente puesta en ecuacién con alguna palabra o expresién castella- na. El traductor puede especificar ciertos contextos en los que una palabra debe ser traducida de una manera y otros en los que debe ser traducida de otra. Puede affadir a la forma ecuacional indicaciones seménticas suple- ‘mentarias ad libitum. «En mal estado (dicho de un huevo)» es una defini- cin lexicogréfica tan buena como «podrido», a pesar de la intrusién de obser- vaciones complementarias. Las instrucciones de traduccién que tienen que ver con inflexiones gramaticales —por tomar un caso extremo— se pueden hacer depender de ecuaciones de palabras y expresiones en combinacién inex- tricable con elementos no ecuacionales, pues el objetivo no es la traduecién de palabras 0 construcciones sueltas sino la del discurso coherente. Las hip6- tosis a las que llega ol lingtiita y lae instrucciones que formula oon hipato sise instrucciones concomitantes acerca de la traducci6n del discurso cohe- rente y pueden ser presentadas en cualquier forma que resulte clara y practica, ecuacional o no. ‘No obstante, conviene prestar una particular atencién ala forma mas sim- ple de hipétesis analitica, la que iguala directamente una palabra nativa 0 una construccién con un hipotético equivalente castellano. La razén de ello es que las hipétesis han de ser concebidas por el lingiiista y el caso tipico de concepcidnes aquél en el que éste percibe un paralelismo funcional entre SIGNIFICADO Y TRADUCCION 287 un fragmento de una oracién nativa S y una palabra de la traduccién caste- Ilana de S. Solamente asi podemos explicar que alguien decida traducir radi- calmente al castellano una locucién indigena como una desinencia de plu- ral, como el predicado de identidad «=», como una cépula categérica ocomo cualquier otra parte de nuestro propio aparato de la referencia objetiva; por- que, segiin ha sido subrayado en anteriores paginas, el examen, por muy deta- lado que sea, de los significados estimulativos o de otros aspectos de la con- ducta no puede determinar, ni siquiera, si el mative posee un esquctia conceptual tan inclinado como el nuestro a postular la existencia de obje- tos. Unicamente por medio de esa abierta proyeccién de sus propios habi- tos lingiiisticos puede el traductor radical encontrar términos en la lengua indigena o, después de encontrados, emparejarlos con los de su propia len- ‘gua. Los significados estimulativos nunca bastarén ni siquiera para deter- ‘inar qué palabras son términos, sies que los hubiera; menos ain, para deter- ‘minar qué términos son coextensos. En realidad, el lingiiista que se toma el lenguaje de la jungla lo sufi- cientemente en serio como para emprender la elaboracién de un dicciona- rio y una gramética completos no actuard exactamente como hemos imagi- nado. Desdefiando los paralelismos entre el castellano y la lengua indigena, se sumergird en esta Ultima hasta llegar a hablarla como un nativo. Desde el comienzo el aprendizaje puede desarrollarse tan exento de cualquier ape- Jacton a otras lenguas como queramos suponer; puede ser, virtwalinente, uit duplicado acelerado del aprendizaje infantil. Cuando, finalmente, el lingiista se aplica a la traduccién y a elaborar un diccionario jungla-castellano y la correspondiente gramética, puede hacerlo como bilingiie. En adelante, sus dos personalidades asumen ios papeles que en las anteriores piginas se repar- tian el lingiista y su informante. Iguala «Gavagai» con «Conejo» al apre- ciar que ambas Graciones poseen, para él, el mismo significado estimulati- vo. ¥ es fécil imaginar que seguira el mismo procedimiento para traducit oraciones no observacionales del tipo de «Soltero»; en este punto pone de ‘manifiesto sus ventajas la situacion intrasubjetiva (cf. la seccién IV). Cuan- do el lingiiista obtiene buenos resultados con otras traducciones mas abs- trusas, sin duda pone en juego, esencialmente, el método de las hipétesis analiticas, con la diferencia de que ahora las proyecta desde el previo domi- nio por separado de ambas lenguas y no las utiliza para llegar a dominar la de la jungla, Aliura Liew, aunyue la waducciou Ievada a cabo por un bilin= giie es la que hace mayor justicia a la lengua de los nativos, la reflexién sobre Ia misma nos revela muy poco sobre la naturaleza del significado, porque el traductor bilingie avanza en su trabajo en virtud de la comunicacién que se lleva a cabo en el seno de una personalidad desdoblada, y este método solamente tendria para nosotros un sentido operativo en la medida en que consiguigramos exteriorizarlo. Por lo tanto, sigamos pensando en los tér- ‘minos de nuestro plan primitivo, que incluia al informante nativo como cola- borador vivo, antes que permitir que el lingiiista empiece por devorarlo. 288 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO VII._UN PUNADO DE SIGNIFICADO Una vez terminado, el manual jungla-castellano debe ser considerado como un manual para la traduccién de oraciones por oraciones. Cualesquiera que sean los detalles de sus indicaciones sobre la traduccién de palabras y sobre paradigmas sintacticos, el logro esencial del lingiista es una corré- lacién seméntica infinita de oraciones: la implicita especificacién de una ‘oracién castellana para cada una de las infinitas oravivues pusibles de la jut gla. No es necesario que a cada oracién de la jungla le corresponda una sola oracién castellana pero si lo es que las diversas alternativas sean sinénimas bajo cualquier criterio aceptable de sinonimia intrasubjetiva entre oracio- nes castellanas; y 1o mismo vale de la traduccién inversa. Aunque la con- cepcion y formulacién de esa correlacién seméntica de oraciones depende de la fragmentacién de las mismas en palabras, la evidencia que pueda haber seré evidencia en favor de oraciones. Segiin lo indicado en la seccién VI, Esta consiste en diversas concordancias o conformidades en torno al signi- ficado estimulativo. Las sinonimias intrasubjetivas y otros puntos relacio- ‘nados con el asentimiento y el disentimiento provocado y no provocado. ‘A pesar de que la correlacién seméntica agota la totalidad de las oraciones indigenas, ella misma no esta determinada en toda su extensi6n por su sopor- teevidencial. Debido a ello, incontables correlaciones alternativas son igual- ‘mente compatibles con esa cvidencia. Sic linia atsiba a la suya sin expe- rimentar la sensaci6n de que su opcién haya sido demasiado arbitraria, ello se debe a lo limitado que esté en cuanto a las correlaciones que puede mane- jar. A causa de su finitud no tiene las manos libres para asignar a cada una de las infinitas oraciones de 1a jungla cualquier oracién castellana que sea compatible con la evidencia pertinente; ha de hacer estas asignaciones de tun modo manejablemente sistemitico y sin salirse de un manejablemente limitado conjunto de fragmentos verbales repetibles. Al lingiiista le es indis- pensable proceder palabra a palabra a la hora de especificar su correlacién semantica, e incluso a la hora de concebirla, El método de la segmentacién no sélo limita las posibilidades de una eventual correlacién seméntica sino que, ademds, contribuye a definir los objetivos del lingiiista en relacién con la traduccién, Concedera gran valor alos paralelismos estructurales, es decir, ala correspondencia entre las par- tec del enunciado indigena, oogin 61 mismo lo segmenta, y las partes de su traduccién castellana. A igualdad de otros factores, la traduccion més lite- ral es considerada la mejor traducci6n’. La tendencia ala traduccién literal esta asegurada por un factor téenico. En efecto, la verdadera utilidad de la segmentacién no es otra que permitir llevar a cabo traducciones largas a par- ' De aqui, también, el concepto de sinonimia estructural de Carap, Véase su Meaning and Necessity, Chicago, 1947, secciones 14-16. SIGNIFICADO ¥ TRADUCCION 289 tir de correspondencias entre trozos cortos. Después, la tendencia termina por convertirse en un objetivo —y un objetivo que incluso varia en los deta- es segiin la segmentacién que haya sido adoptada en la practica— Por medio de sus hipétesis analiticas nuestro lingtista de campo formula {mplicitamente (y, en realidad, alcanza) la gran hip6tesis sintética que su corre- lacién seméntica general constituye. La evidencia que hay en favor de su correlacién semntica es la misma que hay para sus hipétesis analiticas. Cro- noldgicanente, las hipOwsis aualitivas 90u furmuladas antes Ue que se dis ponga de toda esa evidencia; después de formuladas, la evidencia que vaya siendo obtenida sera percibida como la corroboracién pragmatica de un dic- cionario de uso. En cualquier caso, la traduccién de un vasto dominio de oraciones indigenas si bien amparada por la correlacién seméntica, nunca podra ser corroborada o sustentada si no es a modo de voladizo: es, senci- Hamente, lo que ocurre cuando las hipétesis analiticas son aplicadas més alld de la zona cubierta por la evidencia. El hecho de que estas traduccio- nes inverificables vayan adelante sin tropiezos no debe ser tomado como evidencia pragmatica de un buen trabajo lexicogréfico, pues el tropiezo es imposible. ‘Debemos reconocer, por consiguiente, que las hipétesis analiticas y la gran hipotesis sintética que ellas componen son hipétesis s6lo en un senti- do incompleto. Un caso muy diferente es el de la traduccion de «Gavagai» omy «ie aqui un woueju» mediaute la igualdad de significado estimulati- vo. Esta es una hipétesis genuina que, aunque formulada a partir de la obser- vacidn de casos paradigmiticos, puede ser errénea. «Gavagai» y «He aqui tun conejo» poseen significados estimulativos para ambos hablantes y estos significados son iguales o diferentes con independencia de nuestras conje- turas. Por el contrario, no es posible dotar de sentido a la sinonimia entre palabras como las que constituyen el objeto tipico de las hipétesis analiti- cas. No se trata de que no podemos estar seguros de que las hipotesis ana- Iiticas son correctas, sino de que ni siquiera hay, como si ocurre en el caso de «Gavagai», una materia objetiva sobre la que acertar o equivocarse. La traduccién radical progresa en todos sus frentes y las hipétesis ana liticas resultan indispensables. Ademis, no son caprichosas; precisamente ‘un poco mas arriba hemos esbozado el modo en que reciben apoyo. ;No pode ‘mos, entonces, decir que, después de todo, estos modos de concebir y res paldar las hipdtesis analiticas proporcionan wn sentido a la igualdad de sig nificado entre las expresiones que tales hipétesis ponen en ecuacién? No. Solamente podriamos afirmar esto si no fuera el caso de que dos conjuntos de hipdtesis analiticas pueden chocar entre si en el plano seméntico y, no obstante, estar apoyadas por igual por toda la evidencia teoricamente acce- sible (ineluyendo cualesquiera consideraciones sobre simplicidad). Esta imposibilidad de definir la sinonimia por referencia al método de las hipétesis analiticas no es, formalmente, diferente de la imposibilidad de definir la verdad por referencia al método cientifico. También las conse- 290 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO cuencias son paralelas. De la misma manera que sélo podemos hablar sig- nificativamente de la verdad de un enunciado en los términos de una teoria, © esquema conceptual slo podemos, en general, hablar significativamen- te de sinonimia entre palabras y expresiones de dos lenguas en términos de un determinado sistema de hipétesis analiticas. El método de las hipétesis analiticas es un procedimiento para que el len- guaje propio nos catapulte al lenguaje de la jungla. Es un procedimiento para injertar hrates exAtions en el vieja arhusto familiar hasta que slo sea visi- bie lo exético. Las oraciones indigenas que no son semanticamente neutra- les son traducidas tentativamente por oraciones castellanas sobre la base, ‘en realidad, de una aparente analogia funcional en ambos lenguajes. Pues- to que no son tinicas, estas relaciones de analogia no pueden ser considera das como los significados. Y, de todos modos, las analogias van siendo més débiles a medida que avanzamos hacia las oraciones més alejadas de la obser- vacién, es decir, hacia las oraciones teéricas. Puestas asi las cosas, ,quién se arriesgaria a traducir «Los neutrinos carecen de masa» a la lengua de la jungla? Si alguien lo hace, sera acufiando nuevas palabras indigenas o des- virtuando el uso de las viejas. Y, probablemente, alegari en su descargo que los nativos carecen de los conceptos necesarios, as{ como que saben dema- siado poca fisica. Y tendré raz6n. No obstante, hay otra manera de presen- tar la cuestién: las hipétesis analiticas son, en el mejor de los casos, expe- dientes por media de los cnales panemas de manifiesto, indirectamente,cierias analogias entre las oraciones que han sido realmente traducidas y las que no, extendiendo asi los limites iniciales de la traduecién; y «Los neutrinos ccarecen de masa» esta fuera de lugar alli donde los efectos de las hipétesis analiticas que somos capaces de idear son demasiado borrosos para servir de algo. La integracién de ambos en el continuo lingiistico que era el bajo-ale- man facilit6 la traduccién del frisén al inglés (seccién 1), y su integracién en un continuo de evolucién cultural facilité la traduccién del hiingaro al inglés. Al facilitar la traduccién, estas continuidades despiertan la ilusion de una materia objetiva: la ilusién de que esas oraciones nuestras tan facil- ‘mente intertraducibles son diversas encarnaciones verbales de alguna pro- posicién o significacién intercultural, cuando en realidad seria mejor con- siderarlas como meras variantes de una tinica expresin verbal intracultural. S6lo la discontinuidad de la traduccién radical pone a prucha miestras sig nificaciones: las contrapone a sus encarnaciones verbales 0, mas propiamente, no encuentra nada en éstas, Las oraciones observacionales se dejan mondar bien; sus significados, los significados estimulativos, surgen integros y libres de toda contamina ccién verbal residual. Las oraciones teéricas, como «Los neutrinos carecen ‘de masa», la ley de entropia o la de constancia de la velocidad de la luz, estén enel extremo opuesto. No es imaginable una situacién estimulativa que pro- ‘Vogue asentimiento 0 disentimiento a una de ellas y que no incluya esti- SIGNIFICADO Y TRADUCCION 291 ‘mulacién verbal procedente del interior del lenguaje. Las oraciones de este cextremo teérico, y también otras que se encuentran entre ambos extremos, carecen de significado lingtifsticamente neutral. Es.una afirmaci6n trivial decir que no podemos conocer el significado de un enunciado extranjero salvo en la medida en que podemos ofrecer una traduccién suya a nuestra propia lengua. Pero eso no es todo: s6lo relativa- mente a un manual de traduccién, en gran parte arbitrario, es posible, de muchos enunciados extranjeros, decir que comparten el significado de los correspondientes enunciados castellanos, y aun esto en un sentido muy parro- quial de significado, a saber, su uso en castellano. Dejando a un lado los significados estimulativos de los enunciados observacionales, la mayor parte del discurso sobre el significado requiere la referencia técita a una deter- ‘minada lengua de manera similar a como el discurso sobre la verdad supo- ne una referencia técita a nuestro propio sistema del mundo, el mejor que por el momento podemos aglutinar. Habiendo tan poca cosa en cuanto a significados neutrales (salvo los sig- nificados estimulativos) que sea relevante para la traduccién radical, no es posible saber cuanto de nuestro éxito con las hip6tesis analiticas se debe a luna auténtica afinidad entre nuestra manera de ver las cosas y lade los indi- genas, y cuanto se debe al talento lingiistico o ala coincidencia afortuna- da. Ni siguera estoy senuro de que la cuestion tenga sentido, Podemos adm ramos tanto de la inescrutabilidad de la mente de los indigenas como del estrecho parecido entre ellos y nosotros, segtin que hayamos sido incapa- cces de encontrar una buena traduccién 0, por el contrario, hayamos hecho un trabajo més detallado, hasta leer nuestros propios usos lingiisticos pro- vvinciales en el lenguaje de la jungla. Usener, Cassirer, Sapir y, mds recientemente, B. L. Whorf han subra- xyado que diferencias profundas en el lenguaje comportan diferencias esen- ‘ales en el modo de pensar o de ver el mundo. Yo preferiria no plantear la ‘cuestion de manera que pareciera sugerir que ciertas proposiciones filosé- ficas son afirmadas en una cultura y negadas en otra. De lo que realmente se trata es de la dificultad o indeterminacién para establecer una correla- cién, A medida que dejamos atrés las oraciones que tienen un claro condi- cionamiento directo a estimulos no verbales y a medida que abandonamos ¢lterreno conocido, hay menos base paracomparar dos traduciones tiene menos sentido decir que una es una buena traguccton y que Ia otra es mala.

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