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NARCISISMO Y OBEDIENCIA ANTE EL DISCURSO PATRIARCAL.

UNA
MIRADA A LA NARRATIVA DE FANNY BUITRAGO

Buitrago, F. (1977). El hostigante verano de los dioses. Plaza y Janés.

“porque los labios de la ramera son como un panal que destila miel, y son más suaves que el
aceite sus palabras. Pero sus dejos son amargos como ajenjos, y penetrantes como espada de
dos filos” (proverbios)

“El Hostigante Verano de los Dioses”, de la escritora barranquillera Fanny Buitrago,


enfrenta a su lector con realidades cuestionantes: el narcisismo y la obediencia, dos caras
antagónicas que surgen dentro del discurso femenino en esta novela, como liberación ante el
discurso opresor patriarcal. Para una interpretación de esto, se determinaron, en especial, las
teorías de Kristeva (1987) sobre el diálogo y la funcionalidad de la palabra en la novela; el
concepto de subcultura de Carmen Bustillo (2000), en relación con la literatura y los
postulados sobre el barroco de la escritora Irlemar Chiampi.
Detalle rostro, Narciso, Michelangelo Merisi da Caravaggio, 1594-1596. Ilustrado en “Narciso de Caravaggio, el
retrato de un reflejo genial”.

Narcicismo y obediencia
Como es sabido, estos dos comportamientos, narcisismo: “término que proviene de Narciso,
personaje del que todos se enamoraban a causa de su gran belleza, y que denota el amor
excesivo a uno mismo” (Encarta, 2006) y obediencia: “responder algo a la acción que sobre
ello ejerce alguien o algo”(Espasa, 2000), se enfrentan en una actualidad posmoderna en la
que predomina el placer como validación de “imaginarios culturales” en una colectividad, lo
cual quiere decir que; sí ambas formas conducen al placer, son aceptadas. El famoso “todo
vale” que regenera la pluralidad de mensajes a que está sometido el habitante de este tiempo”
(Bustillos, 2000, p.44). Cabe señalar que, dentro de la novela, el valor del amor entra en crisis,
en cuanto a la secuencialidad Amor-Sexo, pues el placer destrona el amor y corona al sexo, ya
que este es proporcional a él. Al mismo tiempo abre las puertas a una nueva estética del gusto
en la que todo (feo, bello, estúpido, inteligente, deforme) vale, “…amar es desear los defectos
del ser amado y acostarse con ellos” (Buitrago, 1963, p.70), tergiversando todo amor
folletinesco.

Era extraño verle reír. En una de esas contadas ocasiones, Abia descubrió dos cosas: que
Daniel carecía de todos los dientes delanteros y que estaba enamorándose de él. Me lo
contó con bulliciosos aspavientos, sintiéndose derrotada y herida en su vanidad, pero feliz.
- lo quiero tanto como a mis muñecas…¡más! Pero no tiene diente. ¡Isabel…!
¿Cómo va a morderme la lengua?.
- …No lo quiero; lo amo; lo deseo y lo detesto a la vez ¡me resulta insoportable!
(Íbid, p 44).

Magritte, René. (1928). Los amantes.

“Todas las pasiones tienen los ojos incoloros”


La cultura del placer no discrimina, “todas las pasiones tienen los ojos incoloros” (Íbid, 59);
sin embargo, puede ser narcisista u obediente por quienes la practican. El primer sentimiento
se puede encontrar en “Abia”; una mujer totalmente narcisista que se oculta en una aparente
ingenuidad e inocencia; el segundo, en “Hade”, un personaje marginal que obedece al deseo y
sufre por él, ella va a los hombres, mientras que en el caso de Abia, los hombres van a ella:

Abia, a quien siguen con fervorosa devoción, a pesar de que ella es una joven
burguesa y alineada que sólo le interesa satisfacer sus propios deseos y caprichos. Es
una muchacha absurdamente natural en sus comportamientos, hecho que atrae a los
varones que la rodean, su conducta amoral queda matizada por su ingenuidad. (Íbid,
p.59)
Negrete, Mónica (2022) Mano sobre piel.

La puta y la subversión del discurso hegemónico masculino


Las confesiones de Hade subvierten el modelo tradicional femenino en una pugna constante
con el discurso hegemónico masculino, para esto, el autor implícito recurre a imágenes
retóricas populares como “la puta” que contradice todo ideal femenino como “ángel del
hogar”; la parodia radica en una resemantización de literatura erótica: “conjunto de obras
literarias que tienen como argumento las relaciones amatorias desde una perspectiva sensual
que alcanza en ocasiones terrenos escabrosos. Habitualmente utiliza un lenguaje menos
directo que la pornografía, por lo que en los asuntos directamente sexuales recurre a términos
metafóricos y eufemísticos, a desplazamientos metonímicos y a construcciones más
elaboradas que enfatizan la carga erótica gracias al juego de la intermitencia de la que habla
Roland Barthes (juego entre lo que se oculta y lo que asoma)” (Encarta, 2005).
Negrete, Mónica. (2015). Cumbres.

El softporn en Fanny Buitrago


Como escritora posmoderna, Fanny Buitrago juega con la palabra y nivela a la alta cultura
con la subcultura. Entre los géneros que transforman esto se encuentra la literatura erótica,
que se mezcla ambiguamente con lo pornográfico, regurgitando una “soft porn” que maneja el
discurso novelesco desde el interés puramente femenino. En otro de sus textos, “Señora de
miel” (1993) es notorio su juego en el campo a partir de una narrativa que utiliza el lenguaje
propio masculino, con intenciones netamente femeninas:

--¿Puedo tocarte? Sólamente un segundo… -- y, sin esperar respuesta el hombre


acarició delicadamente los senos de Teodora. --Hace meses que no le hago un polvo a
mi mujer. Hoy mismo si tú quieres serán las mil y una noches…
Ella no encontraba palabras ni movimientos para huir del inesperado asedio. (…)
--¡Aquí! ¡Aquí! Coloca tus manos sobre mi polla, señora de la miel… --rogaba
arrebatado el hombre fornido. (…)
--Madrid no es una ciudad andrógina como muchas otras. Madrid es una ciudad
masculina y comienza con M de macho. Por sus barrios y calles circula la leche de la
vida. (Buitrago, 1963, p. 54 - 55).

Negrete, Mónica. (2013). Luces y sombras.

Obediencia y narcisismo
Fanny apuesta con una nueva estrategia que muestra a la mujer desvanecida y obediente, en
un silencio estratégico; pero implícitamente dominante y narcisista que, sin saberlo, devora
sin compasión a hombres en una especie de venganza generacional. Esto independiza de la
opresión al discurso femenino, el cual es más espontáneo:

…Necesito sentirme bella y buena y que él me mire. Que me desee sólo una vez…una
sola vez. Quiero que sea mío, e imaginar que Leo no intervino jamás en mi vida…
Beden, casi puedo tocarlo; el rostro duro, la cicatriz, la sonrisa farsesca, es el único
hombre que me gustaría socavar con repetidas infidelidades y de quien me fascinaría
depender como una esclava…! (Íbid, p.60)
Fanny Buitrago

Lo revelación de lo íntimo
En el discurso de Hade lo íntimo se mezcla con lo público, que se puede entender como una
confesión que afirma una posición antagónica del yo femenino, al expresar sus deseos, en un
juego de dobles por medio de la palabra, que niega, desde el punto de vista romántico, al yo
interior. En diálogos interiores, ella misma cuestiona su impotencia, permitiendo, a través de
la palabra ambivalente1, que la escritora se burle del discurso tradicional referido al
conservatismo hegemónico establecido desde 1886 hasta 1930, vinculado al dominio de los
valores señoriales y la vida cuasi monástica de las mujeres, quienes eran obligadas, según la
orden patriarcal, a seguir los siguientes patrones literarios: “a) recurrir e implementar la
llamada retórica de las “pobres mujercitas” b) literalizar el masoquismo, c) mostrar desprecio,
vergüenza e inseguridad frente a su trabajo, d) producir imágenes de esclavitud, obediencia,
sumisión, dependencia y personajes cuyo único objetivo vital es la maternidad, e) acogerse a
ciertas convenciones literarias masculinas para buscar la aceptación, f) negarse a participar en
la tarea de desordenar el mundo patriarcal a pesar de que su producción literaria se pudiera
calificar de feminista” (González, 1999). El ejemplo presentado a continuación realiza una
parodia de la orden masoquista, matizado por el auto desprecio y auto negación:

Queridísima Hade – mi – misma Hade, qué miras con los ojos repintados desde el
espejo, dejas deslizar una seda verde por los hombros morenos, y acabas de hacer el
amor – mecánicamente – en la cama con Fernando. ¡Tú Tú… Que buscas
artificialmente la satisfacción en el otro hermano. ¿Acaso no sabes que Beden y él son
tan iguales que no se parecen en nada? Querida Hade, estás un tanto vencida, a pesar
de tus veinte años y la presencia de la juventud, que te protege transitoriamente. El

1
“de la que es un espécimen la polémica interna oculta, que se caracteriza por la influencia activa, (es decir,
modificante) de la palabra de otro sobre la palabra del autor. Es el escritor quien “habla”, pero está
constantemente presente en el discurso extranjero de esa palabra que él deforma” (Kristeva, 1987, p. 202)
mercurio y el cristal marcan tu faz con pequeños senderos oscuros y marchitos
(Buitrago, 1963, p. 60)

Buitrago, Fanny. (2017). Cuentos.

La negación como afirmación y sátira femenina


Esta inestabilidad recibida por el lector, aprueba una posición que ubica al conjunto femenino
entre lo onírico y la obediencia heredada por las acostumbradas voluntades machistas
(religión, política…); sin embargo, este desequilibrio de las “verdades” propuestas/negadas
profesan una moral ambivalente de la negación como afirmación, en palabras de Kristeva, que
hacen de la mujer un modelo que, ante la opresión y el fetichismo, se defina como ser de
plena actualidad, moderno. Todos los valores establecidos por la lógica patriarcal son
destronados por una nueva actitud que muestra el dominio de lo “femenino”, en posiciones
que elevan el significado de libertad femenina a liberación sexual:
Es un lugar de calles estrechas y empolvadas, que cortan de repente o se alargan
demasiado, imitando las fichas de un enorme rompecabezas. Las casas son amplias y
ventiladas,… sus innumerables puentes se levantan como desafiantes e inmóviles. La
población incluye a blancos, negros, mestizos y a uno que otro extranjero de raza
amarilla. En su haber figuran 6 iglesias y 60 prostíbulos, una escuela pública. Dos
colegios privados y los inevitables partidos políticos… (Ibíd. p.11-12)

Medusa

La figura mitológica de la mujer en la escritura de Fanny Buitrago

Este cronotopo vislumbra una interpretación axiológica de la degradación de la sociedad


oficial, sus problemas morales y el conflicto que ha generado la modernidad, como un
fenómeno que incita al caos; “la gran aldea” comenzaba a transformarse en un conglomerado
heterogéneo y confuso, en el que se perdía poco a poco las posibilidades del control de la
sociedad sobre cada uno de sus miembros, a medida que desaparecía la antigua relación
directa de unos con otros” (Romero, 1999, p. 311). La extinción del amor obedece a lo que
plantea Ramírez acerca de la desaparición de las relaciones de unos con otros, pues, los
impulsos egoístas del yo crean un ser narcisista que le interesa sólo sentirse deseado, más no
desear, ello se convierte en un instrumento de dominio que le permite a la mujer hallar, desde
la sexualidad, su identidad avasalladora. “Abia” es una imagen que optimiza la posición de las
mujeres en la sociedad, ella descubre cómo dominar a un hombre, y trasgrede el poder de “los
dioses”- hombres, a partir de caras que la muestran ideal ante los demás:
“…Abia es una niña delicada; con cuerpo de doce años, duro y grácil. Casi volátil,
encantadora…nos usa, para su beneficio, con una inconciencia tal – que casi supera a
la de Edna – (…) Esteban supo de ella por Yves, que la calificó de “animalito
inofensivo”. Escucho los cometarios que se tejían a su alrededor y se forjó su imagen.
La amó sin conocerla…” (Buitrago, 1963, p.87)

Estas características presentes en los juegos dialógicos de los demás personajes, cuyas
verdades no adquieren plenitud, sino un estilo burlesco que coordina la lectura, en la medida
de que la honestidad del discurso de un personaje respecto al otro varía, “la ironía subyace
como estrategia de base del discurso, generándose en los intersticios de la “verdades”
propuestas/negadas: no tanto porque unos testimonios se contradigan con otros sino por la
“inteligencia” del organizador del texto – autor implícito – que enmascara los acontecimientos
desde la convicción de los emisores ficticios…” (Bustillos, 2000. P. 52). La heroína emprende
una lucha implícita por demostrar la hegemonía femenina, la consolidación de este sujeto, a
partir de la reescritura de los mitos femíneos que abarcan desde la prehistoria hasta la
actualidad, desde Eva hasta María, María Magdalena, Penélope, donde se establecen las
genealogías femeninas como modelos de escritura que ostentan burla, ironía, parodia, y el
desatado uso de lo sobreentendido, que obliga al lector a inferir ante lo no dicho por la
ambivalencia de la palabra. En algunos párrafos como el citado a continuación, se presta
atención a la figura mitológica de Eva y María, las que debilitan la imagen: macho – posesión
sexual; que se desnuda en un discurso burlesco; y, que al contrario, muestra a la mujer
(implícitamente) como una heroína sexual que martiriza el placer, utilizando un egoísmo o
veneración propio disfrazado de inocencia:

Al volver, Abia dormía. Su respiración era regular, tranquila, segura. Se acostó a su


lado, después de desnudarse, procurando no rozarla. Después tocó con timidez los
cabellos, los senos pequeños y las caderas frías. Pensó que al poseerla ella lo amaría,
<<Abia…¡Abia!>> la boca sin rouge, roroneó como un gatico <<Humgggmm>> y las
piernas suaves se enroscaron en las suyas. Pero no despertó, ni siquiera cuando la besó
en la boca y trató de abrirle los muslos…la apretó contra sí, y se derrumbó,
extenuado… (Buitrago, 1963, p. 88)
Eva, una seductora del pecado, María, la venerada e intocable, dos figuras literarias que se
fusionan para interrogar al lector así: “¿quién domina, el hombre o la mujer?”. Todo con el fin
de destruir el canon a través de las múltiples interpretaciones que puede tener un texto como
este, direccionadas a enaltecer el sexo femenino en medio del conjunto de valores sociales,
culturales y morales predominantes, a los que la escritora se da a la tarea de destronar, ya sea
siguiendo la misma lógica (literalmente) que aquí se entiende como obediencia u encerrando a
sus personajes en su yo, exiliados, despreocupados por los demás - actitud narcisista. Fanny
Buitrago realiza una panorámica discursiva y cronotópica de la evolución de la mujer; ella la
que se aleja de las represiones y se enfrenta al mundo desde las mismas leyes impuestas por
este. El diálogo de la novela diacroniza las normas patriarcales que limitaron la creación
literaria femenina y con ello afirma, usando tal grado de ambivalencia, la posición libre de la
mujer.

Mónica Patricia Negrete.


BIBLIOGRAFÍA

 BUITRAGO, Fanny. “El Hostigante Verano de los Dioses”. Ed oveja negra. Bogotá.
1963.

 BUSTILLO, Carmen. Una geometría disonante. Ed Escultura. Valencia – España. 2000

 ROMERO, José Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Medellín. U. A. 1999

 JARAMILLO, María Mercedes, ROBLEDO, Ángela Inés, RODRÏGUEZ, Flor María. ¿Y


las Mujeres? Ed Otra Parte. Medellín. 1991

 KRISTEVA, Julia. La palabra, El diálogo y la Novela. Ed Fundamentos. Caracas. 1987

GONZALEZ ORTEGA, Nelson. La novela latinoamericana de finales del siglo XX. Universidad de Oslo.
Noruega. 1999.

 Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation.

 ESPASA SIGLO XXI. España. 2000.

Fotografía:

“Narciso de Caravaggio, el retrato de un reflejo genial”. Encontrado en :


https://charlarte.com/narciso-de-caravaggio-el-retrato-de-un-reflejo-genial/

Buitrago, F. (1977). El hostigante verano de los dioses. Plaza y Janés.


Magritte, René. (1928). Los amantes. https://historia-arte.com/obras/los-amantes-de-magritte
Martins, P. (2020). Medusa con la cabeza de Perseo: la estatua que homenajea el movimiento
“Me Too” en New York. Encontrado en:
https://www.harpersbazaar.com/es/cultura/ocio/a34402326/medusa-estatua-me-too-nueva-
york/

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