Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
net/publication/287195622
CITATION READS
1 930
13 authors, including:
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by Guadalupe Margarita González Hernández on 17 December 2015.
ISBN 607-401-826-X
sociología
Universidad Universidad
Autónoma de Autónoma de
Zacatecas Zacatecas
1985-Prels_Senderos de la.indd 1 2/18/15 12:51 PM
1985-Prels_Senderos de la.indd 2 2/18/15 12:51 PM
Universidad
Autónoma de
Zacatecas
MÉXICO 2015
© 2015
Universidad Autónoma de Zacatecas
© 2015
Por características tipográficas y de diseño editorial
Miguel Ángel Porrúa, librero-editor
w w w. m a p o r r u a . c o m . m x
Amargura 4, San Ángel, Álvaro Obregón, 01000 México, D.F.
5
6 GUADALUPE MARGARITA GONZÁLEZ HERNÁNDEZ
Introducción
11
12 CARLOS MALLORQUÍN
Un diagnóstico rudimentario
Más adelante se verá radicalizar la propuesta de Gallopin (2003), quien los distingue.
2
LAS ANTINOMIAS DEL DESARROLLO SUSTENTABLE EN LA PERIFERIA 13
Cuadro 1
COMPARACIÓN INTERNACIONAL DE TASAS DE HOMICIDIO
Tasa de homicidio
Economía Año (por 100,000 hab.)
En Río de Janeiro, Brasil, las autoridades municipales, en algunas favelas (Viva Río) en
3
Ranking País Tasa País Índice País Índice País % País % País Tasa País Tasa
1 Colombia 79.7 Venezuela 2.0 Bolivia 0.614 Honduras 71.5 Venezuela 94 R. Dominicana 16.2 R.Dominicana 36.0
2 El Salvador 45.6 Ecuador 2.1 Brasil 0.602 Nicaragua 69.4 Uruguay 92 Colombia 13.0 Uruguay 29.3
3 Venezuela 34.5 Paraguay 2.4 Honduras 0.587 Bolivia [63.0] Argentina 90 Uruguay 11.4 Colombia 25.3
4 Brasil 31.7 Honduras 2.5 Colombia 0.584 Paraguay [60.5] Chile 88 Argentina 10.7 Argentina 23.6
5 Guatemala 24.0 Nicaragua 2.6 Nicaragua 0.579 Guatemala 60.2 Brasil 85 Panamá 10.4 Panamá 23.4
6 Paraguay 20.7 Guatemala 2.8 R. Dominicana 0.578 El Salvador [47.5] México 77 Ecuador 10.1 Brasil (21.0)
7 Ecuador 16.2 Bolivia 2.9 Panamá 0.548 Colombia [46.8] Panamá 73 Brasil 10.0 Ecuador 20.5
8 Nicaragua 15.1 Argentina 2.9 Guatemala 0.543 Perú 44.5 Perú 73 Venezuela 10.0 Chile 19.7
9 Panamá 13.5 R. Dominicana 3.0 Paraguay 0.536 R. Dominicana 44.5 Colombia 73 Paraguay 8.6 Venezuela 18.0
10 México 11.4 Panamá 3.2 Ecuador 0.526 Ecuador 39.9 R. Dominicana 68 Perú 8.5 Costa Rica 15.3
Las cifras entre corchetes corresponden a datos de 2005 y los datos entre paréntesis corresponden a 2004.
a
Honduras y Bolivia no fueron considerados debido a la ausencia de datos de ambos países sobre homicidios.
b
Datos de la cepal basados en encuestas nacionales. Las cifras corresponden al año más reciente en que se realizó la encuesta, por lo que son diferentes
entre los países.
c
Tomados de la oit. No hay información homogénea; los datos se presentan para dibujar una imagen del desempleo urbano, pero no son comparables
entre sí. El territorio abarcado varía; en algunos países se trata de una o varias áreas metropolitanas; en otros las cifras corresponden a una total nacional urbano
y en otros más al total nacional.
d
Tomados de la oit. No hay información homogénea; los datos se presentan para dibujar una imagen del desempleo juvenil urbano, pero no son compa
rables entre sí. Los grupos de edad considerados son diferentes entre sí en un rango de 15 a 24 años. El territorio abarcado varía; en algunos países se trata de
una o varias áreas urbanas y en otros las cifras corresponden a un total nacional.
Fuente: Rojas (2008: 15).
16 CARLOS MALLORQUÍN
Cuadro 3
PAÍSES CON LAS MAYORES TASAS REGISTRADAS
DE MUERTES POR ARMA DE FUEGO EN EL MUNDO*
(Por 100,000 habitantes)
A B C D E F G H I J K
A: Ranking; B: País; C: Año; D: Total de muertes por arma de fuego (mínimo); E: Tasa total de muertes
por arma de fuego (mínimo); F: Tasa de homicidios por arma de fuego; G: Tasa de suicido por arma de
fuego; H: Tasa de muertes accidentales; I: Tasa de muertes no determinadas por arma de fuego; J: Porcen
taje de homicidios por arma de fuego; K: Porcentaje de muertes por arma de fuego que no son homicidios.
* Tasa de muerte por arma de fuego considerando 112 países.
Fuente: Rojas (2008: 18).
LAS ANTINOMIAS DEL DESARROLLO SUSTENTABLE EN LA PERIFERIA 17
Se podría utilizar aquí ciertas ideas de Laclau (1985, 1990) sobre la función del anta
4
“En el inicio fue el verbo”. Para enero 20 de 1949, los países de la región
fueron ubicados entre las “áreas subdesarrolladas” por el presidente esta
dounidense Harry S. Truman (Truman, 1949),5 quien además prometió ayudar
a aquellas naciones “subdesarrolladas” que defendían la “libertad”.
Unos meses después, en el mismo año, apareció el informe. El desarrollo
económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas presen
tado por Raúl Prebisch a la Comisión Económica para América Latina
(cepal). Inmediatamente alcanza el lugar de un clásico de la literatura sobre
la situación latinoamericana o de la periferia y las alternativas para lograr el
desarrollo y crecimiento6 versus el “centro”. Aunque la cepal fue perseguida
y obstruida antes y después de su creación en 1947 por el gobierno estadou
nidense, la institución de las Naciones Unidas fue finalmente instalada
en 1951, después de un periodo de prueba de tres años (Cfr. Mallorquín,
2012).
Por lo tanto, el desarrollo es una construcción teórica posterior a la
Segunda Guerra Mundial. Antes de la Primera Guerra Mundial, el discurso
económico y sociológico eurocéntrico o anglosajón dominaba la región:
discurso teleológico por excelencia, las referencias hacia las “áreas atrasa
das” se explicaban en términos de la necesaria evolución que tomarían a
imagen y semejanza de las economías del Centro, como un “futuro anterior”
para utilizar una expresión de Althusser.7
5
“De la noche a la mañana, 2 mil millones de personas se volvieron subdesarrolladas.
En realidad, desde entonces dejaron de ser lo que eran, en toda su diversidad, para convertirse
en un espejo invertido de otros: un espejo que los desprecia y los envía al final de la cola, un
espejo que reduce la definición de su identidad, la de una mayoría heterogénea y diversa, a los
términos homogeneizantes de una pequeña minoría” (Esteva, citado por Naredo, 2006: 193).
Sintomáticamente, Prebisch no utilizó el término subdesarrollo hasta la década de 1970.
6
Luis Althusser (1969) insiste en que el pasado no debe leerse en términos del presente,
7
“un futuro anterior”; por ejemplo El Capital, de Marx, es un producto teórico que supera y
repudia sus años “hegelianos”.
20 CARLOS MALLORQUÍN
del vocabulario de los institucionalistas de la década de 1920, Commons, Veblen y Ayres. Cfr.
Mallorquin, 2006.
10
Singer argumenta: “El problema de los países subdesarrollados no es solamente el creci
miento, sino de desarrollo. El desarrollo es crecimiento más cambio; el cambio, a su vez, es social
22 CARLOS MALLORQUÍN
y cultural a la vez que económico y también cualitativo, como cuantitativo […] El concepto clave
debe ser el mejoramiento cualitativo de la vida de las personas” (citado por Arndt, 1987: 89).
11
No creemos que la evaluación elaborada sobre la disciplina de la economía por parte de
los estructuralistas latinoamericanos forme parte de la crítica que Naredo ha realizado al
pensamiento económico en general; gran parte de su arsenal se dirige contra la visión
anglosajona: “El variado mosaico que habían ofrecido las sociedades humanas se reducía ahora
[después de la Segunda Guerra Mundial] drásticamente a enjuiciarlo dentro del binomio
desarrollo/subdesarrollo, valorando positivamente todo lo relacionado con aquél y negativamente
todo lo vinculado a éste, o condenando sin apelación lo tradicional y venerando en bloque lo
moderno. Los países del Tercer Mundo se definieron así negativamente, por contraposición a
la modernidad y el desarrollo de las metrópolis, incluyéndolos en la categoría homogénea de
países atrasados o subdesarrollados. Y lo más curioso es que la población de estos países —com
prendida la generalidad de intelectuales y políticos— asumió en lo esencial estos planteamientos
LAS ANTINOMIAS DEL DESARROLLO SUSTENTABLE EN LA PERIFERIA 23
mediatizados por las metrópolis, presentando una situación en extremo paradójica: todo el
mundo dice perseguir la independencia nacional y todo el mundo propone, como medio,
emprender una modernización y un desarrollo que se definen más o menos explícitamente con
arreglo a las tecnologías y las pautas de consumo y de comportamiento propias de las me
trópolis. Mimetismo éste que refleja la profunda dependencia ideológica operada a través de
las categorías de la ciencia económica” (Naredo, 1987: 356-357).
24 CARLOS MALLORQUÍN
libres que quedan fuera del campo de lo económico. Pues conocidas estas
cantidades (fuerzas), los precios (brazos de la palanca) han de fijarse de
forma que cumplan la condición de equilibrio que exige la ley de conserva
ción del valor (o de conservación del impulso que, en el caso del equilibrio
de la palanca, exige que se anulen los momentos de las fuerzas que actúan
sobre ella).
El problema se reduce, como hemos indicado, a un simple ajuste de precios
y cantidades que encuentran solución sin recurrir a otros factores dentro del
marco mecanicista indicado, apareciendo descartada ab initio la posibilidad
de que en las soluciones de equilibrio ofrecidas por el modelo aparezca un
subempleo de recursos motivado por una insuficiencia de la demanda efec
tiva, como más tarde postulará Keynes. “La noción de producción posfisio
crática, establecida por los economistas clásicos y neoclásicos, se asienta sobre
un enfoque mecanicista de los procesos físicos en el que buscó originaria
mente su coherencia. […], el paralelismo entre Newton y Walras […] tiene
un sentido que va más allá de la simple metáfora literaria: la coherencia del
sistema establecido por Walras en el campo de lo económico —limitado a ese
universo autosuficiente y equilibrado de los valores de cambio— dependía
de que Newton hubiera descubierto de verdad el sistema del mundo físico”
(Naredo, 1987: 319, 283).12
la aplicación usual del cálculo coste-beneficio —y los óptimos que comporta— abriendo la
reflexión a una pluralidad de enfoques y dimensiones, que obligadamente abre también el
razonamiento económico de la sociedad otorgando nuevos grados de libertad a la toma de
decisiones. Pues este enfoque abierto y transdisciplinar de la gestión ya no sirve para proponer
un óptimo —que suele hacerse coincidir con los deseos de los intereses dominantes—, sino
28 CARLOS MALLORQUÍN
que sirve para iluminar los principales problemas y conflictos ligados a la toma de decisio
nes de la gestión; ya no sirve para proponer un óptimo, sino un abanico de soluciones razona
bles” (Naredo, 2006: 151-152).
LAS ANTINOMIAS DEL DESARROLLO SUSTENTABLE EN LA PERIFERIA 29
Fuentes consultadas
En la vida societal regida por el despliegue y la lógica del capital, que sacude
desde los exclusivos círculos del poder hasta los intersticios de las comu
nidades vernáculas, la violencia es el molino de la organización económica,
política y cultural. En ocasiones aparece de una manera palpable y corro
siva, pues desgasta el sentido de la cotidianidad y atomiza la percepción de
tranquilidad: es la violencia descarnada que practican sujetos sociales ubi
cuos, reconocibles, compelidos por una subjetividad obscena que atenta
contra la vida concreta de individuos y comunidades azotados por el flagelo
de las armas y la impunidad. En la cúspide campean las organizaciones cri
minales que extorsionan, secuestran y asesinan, además de que trafican
narcóticos, armas y personas. El poder de fuego y la colusión con diversas
instancias oficiales les permite capturar parcelas del Estado y domeñar ám
bitos territoriales. Ante la fragmentación del ámbito estatal, los cárteles
colman el imaginario colectivo de la hiperviolencia; incluso el propio Estado,
que teóricamente se reserva la potestad del ejercicio de la coerción legítima,
se atreve a condenar la violencia criminal en busca de granjearse la legitimi
dad política perdida en las urnas.
En un nivel intermedio deambula la violencia simbólica que estructura
un lenguaje y formas de comunicación que pretenden denostar, discriminar
y criminalizar a los pobres, a los sin papeles y a los jóvenes sin futuro, lo mismo
que a los críticos, disidentes y rebeldes. Los grandes medios de comunica
ción detentan un poder comunicacional que es capaz de condicionar las
* Docente investigador de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la Univer
sidad Autónoma de Zacatecas.
35
36 HUMBERTO MÁRQUEZ COVARRUBIAS
Según el reporte de la ocde Divididos resistimos: ¿Por qué sigue aumentando la desigualdad?
1
Entre miembros de la ocde, en promedio el ingreso de la décima parte de la población más rica
fue casi nueve veces el ingreso del 10 por ciento más pobre (González, 2011).
EXPOLIACIÓN DE LA VIDA 37
Vida cercenada
mada, sino incluso que arrebate una parte del salario, el valor requerido
para reponer la fuerza de trabajo (Osorio, 2012). Para el capital poco im
porta si el obrero adquiere un salario miserable, insuficiente para subsistir, por
lo que puede agregarse que el capital se apropia del sentido de la vida del
trabajo, al punto en el que puede desgastar prematuramente las fuerzas vi
tales del trabajador. El trabajador deviene, entonces, un recurso desechable
que puede reemplazarse con los muchos trabajadores que están en reser
va, previamente “liberados”.
El capital es una relación criminal que pone en predicamento la vida y
la dignidad de los despojados, explotados y excluidos; es un agente crucial
del crimen organizado.
Las estrategias del capital en contra del trabajo son múltiples, pero pueden
resumirse en la pretensión de socavar partes sustanciales del fondo de vida
—salario directo y salario social, que permiten la reproducción social de los
trabajadores y sus familias— para transferirlas a las arcas corporativas bajo
la figura de una ganancia acrecentada.
En lugar de que la productividad y la competitividad se basen, como
postula la teoría convencional, en la innovación tecnológica, la formación de
cadenas productivas o la convergencia regional, dichas variables emanan
de la explotación redoblada del trabajo vivo mediante la contención o dis
minución salarial, el incremento de la intensidad laboral y la prolongación
de la jornada de trabajo. A pesar de que la oferta de trabajo barato y la pre
carización laboral están perdiendo vigor como factores de atracción de la
inversión extranjera directa (ied) y como pivotes de la estrategia de “compe
titividad”, el gobierno mexicano, fiel a los mandamientos del “Consenso
de Washington”, está empecinado en achicar los salarios, sin importar
—o quizá buscándolo— que el país pronto se convierta en la economía que
ofrece los salarios más bajos del mundo.
Durante la vigencia del modelo neoliberal (1982 al presente), la econo
mía mexicana ha mostrado un desempeño mediocre, pues registra una tasa
de crecimiento promedio anual de 2.1 por ciento, la peor de América Latina.
En ese mismo lapso, el salario mínimo ha mostrado un crecimiento real
promedio anual de –3.8 por ciento, por lo que ha registrado una pérdida
del poder adquisitivo de 71.3 por ciento (Rodríguez, 2011). Según la infor
mación oficial, en México 5.8 millones de trabajadores, 12.7 por ciento de
EXPOLIACIÓN DE LA VIDA 39
el segundo lugar de los países de la ocde con la brecha más amplia entre
salarios bajos y altos.
embona con la mayor demanda de minerales, el aumento del precio del oro
desde mediados de los noventa y la efervescencia de una nueva “fiebre del
oro”, es decir, la ubicación de un nicho alternativo para la especulación ante
el estallido de las burbujas financieras. La explotación a cielo abierto ha
proliferado en las últimas dos décadas como respuesta a las crisis finan
cieras, principalmente de Europa y Estados Unidos, pues los metales
preciosos representan un “refugio” para las inversiones que buscan ganan
cia extraordinaria.
Ante la disminución de reservas con alta concentración de minerales, las
corporaciones mineras desarrollan grandes proyectos de explotación de
tajos a cielo abierto mediante el uso de nuevas tecnología que permiten la
recuperación de minerales metálicos (oro, plata y cobre, principalmente)
dispersos en amplias extensiones territoriales. En México, 293 corpora
ciones mineras extranjeras (75 por ciento canadienses) cuentan con 808
proyectos, 506 de ellos de oro y plata (Ramírez, 2012). La mayoría están en
etapa de exploración, pero más de 70 están produciendo y al menos 25
operan bajo el esquema de megaminería a cielo abierto y lixiviación con
cianuro para recuperar oro y plata. De mantenerse el frenético ritmo de explo
tación —es posible extraer tres metros cúbicos de oro en una década de
vida útil de una mina a cielo abierto (Ruiz, 2012)—, en el curso de una
década cerca de 30 por ciento del territorio nacional podría estar destruido,
una superficie equivalente al territorio concesionado a la minería, sobre
todo metálica.
El resurgimiento de la gran minería impulsado por la política guberna
mental concita un intercambio desigual que permite la apropiación de la
renta de la tierra bajo la forma de una ganancia extraordinaria en el corto
plazo, la transferencia de reservas minerales no renovables hacia el extran
jero, principalmente, a cambio de mínimos beneficios tributarios, un dete
rioro ambiental irreparable, la explotación laboral extenuante y el despojo
de bienes comunes. En el plano local, el extractivismo catapultado por la
megaminería multiplica los costos sociales y ambientales: contaminación de
aguas, destrucción del territorio, liberación de metales pesados, pérdida
de biodiversidad, deterioro de recursos culturales, desplazamiento de co
munidades, además de que propicia la corrupción y violación de leyes
(Sacher, 2010).
Los casos de la Minera San Xavier en el Cerro de San Pedro en San Luis
Potosí; Goldcorp en el complejo Peñasquito en Mazapil, Zacatecas; Toronto
Alamos Gold en la mina Mulatos, en Sonora; Compañía Minera Gammon
Lake en Ocampo, Chihuahua, son fieles testimonios de cómo las corporacio
nes transfieren los costos socioambientales a la población. La tentativa de
EXPOLIACIÓN DE LA VIDA 43
Ecocidio
Indignados y rebeldes
Neocorporativismo
Conclusión
Fuentes consultadas
Introducción
57
58 GUADALUPE M. GONZÁLEZ H., JOSÉ R. GONZÁLEZ H.
chos sociales y territorial) es aquella cuyos ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y
los servicios que requiere para satisfacer sus necesidades y que presenta carencia en al menos uno
de los siguientes seis indicadores: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a
la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso
a la alimentación. La población en pobreza multidimensional dispone de un ingreso tan bajo
60 GUADALUPE M. GONZÁLEZ H., JOSÉ R. GONZÁLEZ H.
que no puede adquirir los alimentos con los nutrientes necesarios para tener una vida sana y
presenta al menos tres de las seis carencias sociales antes mencionadas (Coneval, 2011a).
CUESTIONANDO LA SUSTENTABILIDAD SOCIAL 61
Reproducción precaria
y su construcción metodológica
de rezago social utilizados en distintos momentos por el Coneval, el índice de marginación del
Consejo Nacional de Población (Conapo) o el Índice de Desarrollo Humano calculado en México
por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) (Conapo, 2006 y pnud, 2011).
62 GUADALUPE M. GONZÁLEZ H., JOSÉ R. GONZÁLEZ H.
población, argumentando que la población que vive en comunidades con menos de 5 mil
habitantes tiene menor potencial para adquirir un nivel decoroso de vida. En las ciudades se
accede a un mejor aprovechamiento de las condiciones materiales del bienestar (Conapo-
Conagua, 1993). Este planteamiento no es válido en el interior de las ciudades. Para ello se ha
desarrollado un marco teórico que maneja cómo y en qué circunstancias el individuo y su
comunidad se integran a la sociedad urbana. Por ello se considera que el concepto de segre
gación socioespacial explica perfectamente esa disyuntiva (Alegría, 1994 y González, 2009b).
La segregación socioespacial es una de las formas en las que se integra un grupo social al
resto de los suyos; esta dimensión depende del grado de conocimiento y recursos económicos
o no económicos que adquiere la población al relacionarse con su entorno. Por lo tanto, si viven
en aislamiento social, se impide el acceso a los recursos urbanos (culturales, laborales,
financieros). Se manifiesta en la manera como se consume, con la finalidad de distinguirse en
el campo simbólico respecto a los otros grupos sociales. La segregación es resultado de las
decisiones de localización (acceso a la vivienda, a un habitus de consumo); así, cada grupo
reproduce sus propias prácticas con respecto a aquel al que se siente pertenecer. Debido a ello,
grupos sociales con gustos y comportamientos similares tienden a relacionarse y ubicarse cerca
unos de los otros (Alegría, 1994).
CUESTIONANDO LA SUSTENTABILIDAD SOCIAL 65
Figura 1
GRADUACIÓN DEL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN PRECARIA
EN LA CIUDAD ZACATECAS-GUADALUPE, 1990
Fuente: Elaboración propia con base en datos por ageb del XI Censo General de Población y Vivienda
1990, inegi.
Figura 2
GRADUACIÓN DEL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN PRECARIA
EN LA CIUDAD ZACATECAS-GUADALUPE, 1995
Fuente: Elaboración propia con base en datos por ageb del Conteo de Población y Vivienda, 1995, inegi.
Figura 3
GRADUACIÓN DEL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN PRECARIA
EN LA CIUDAD ZACATECAS-GUADALUPE, 2000
Fuente: Elaboración propia con base en datos por ageb del XII Censo General de Población y Vivienda
2000, inegi.
CUESTIONANDO LA SUSTENTABILIDAD SOCIAL 67
Figura 4
GRADUACIÓN DEL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN PRECARIA
EN LA CIUDAD ZACATECAS-GUADALUPE, 2005
Fuente: Elaboración propia con base en datos por ageb del II Conteo General de Población y Vivienda
2005, inegi.
Figura 5
GRADUACIÓN DEL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN PRECARIA
EN LA CIUDAD ZACATECAS-GUADALUPE, 2010
Fuente: Elaboración propia con base en datos por ageb del Censo de Población y Vivienda 2010, inegi.
Por una parte, los resultados del irp en el lustro pasado advierten sobre
sus limitaciones: el irp conjunta las realidades heterogéneas de los hogares
en el interior de un ageb; por lo tanto, expresa la realidad de un área geo
gráfica definida y no la variabiliad de condiciones de reproducción posibles
en su interior. Habría que desarrollar indicadores más desagregados (por
manzana, por ejemplo) con la información oficial disponible o bien, en lo
posible, analizar la variación de los datos que conforman el irp en cada
ageb. Por la observación hecha mediante una encuesta ex profeso (González
et al., 2007) se conoce que, a pesar de que no existieron condiciones alar
mantes de precariedad en el periodo analizado, sí hay áreas urbanas (frac
ciones de ageb) en las que se concentraron personas que no sólo experimen
taron una marcada situación carencial, sino que la han acentuado con el
paso del tiempo.
Por otro lado, tambien ha de observarse que la reproducción precaria se
vuelve más compleja: se cuenta con energía eléctrica, pero se carece de
CUESTIONANDO LA SUSTENTABILIDAD SOCIAL 69
Fenómeno estructural múl Vivienda El acceso a una vivienda ade Porcentaje de ocupantes en Intensidad global de repro
tiple que valora las dimen cuada a las necesidades de los viviendas sin agua entubada. ducción.
siones, formas e intensida hogares permite no sólo mejo Porcentaje de ocupantes en vi
des de exclusión en el rar sus condiciones básicas, sino viendas sin drenaje y excu
proceso de desarrollo y una mejor integración de sus sado.
disfrute de sus beneficios miembros a la sociedad por Porcentaje de ocupantes en
contar con un espacio íntimo viviendas con piso de tierra.
estable. Porcentaje de ocupantes en
Viviendas en estado deplorable viviendas sin energía eléctrica.
de sus condiciones propicias, Porcentaje de ocupantes en
además de problemas de salud, viviendas con algún nivel de
deterioro de las relaciones fa hacinamiento.
miliares y sociales.
Ingresos monetarios El ingreso permite acceder al Porcentaje de población ocu
consumo de bienes y servicios pada con ingresos de hasta
indispensables para vivir digna dos salarios mínimos.
mente.
Su ausencia o restricción reduce
la satisfacción de necesidades a
niveles infrahumanos.
Educación El acceso a la educación define Porcentaje de población anal
la forma como se integra al mer fabeta.
cado de trabajo cada vez más Porcentaje de población de
competitivo. 15 años y más sin primaria
completa.
Empleo El poseer un empleo, además Porcentaje de ocupantes en
de proveer ingresos para satis viviendas que se encuentran
facer necesidades biológicas y en el desempleo abierto.
sociales permite desarrollar ca
pacidades que le permiten en
frentar los conflictos económicos,
políticos, sociales y culturales que
le origina la organización socio
económica vigente.
Su ausencia incrementa el aisla
miento social y la precarización
económica, e intensifica los
conflictos familiares y sociales.
Salud La carencia de seguridad social Porcentaje de ocupantes en
y, en especial, de derecho a viviendas que no cuentan
servicios de salud impide el uso con derechohabiencia a se
completo de las capacidades fí guridad social.
sicas de la población.
Los servicios de salud sólo se
reducen a la cobertura de la
población que cuenta con un
empleo que lo fundamente.
Segregación Depende del grado del conoci Porcentaje de población que
socioespacial miento y recursos económicos y recibe hasta dos salarios mí
no económicos que adquiere la nimos, que es considerada
población al relacionarse con su aislada del resto de los gru
entorno. pos de ingreso.
Los grupos sociales tienden a Porcentaje de ocupantes de
relacionarse y ubicarse con sus viviendas que se informan a
similares en gustos y comporta través de la televisión.
mientos y a alejarse socialmen
te de aquéllos con distintas con
ductas y satisfacciones.
Fuente: Elaboración propia con base en González et al., 2007.
74 GUADALUPE M. GONZÁLEZ H., JOSÉ R. GONZÁLEZ H.
La medición del irpr para la czg en los años 2005 y 2010 presentó una ten
dencia similar a la del irp: la disminución de la reproducción precaria. No
obstante, la complejidad se profundiza. Primero, la cantidad de población
insertada en este estado de subdesarrollo se incrementó. En 2005, 90 por
ciento de la población de la ciudad se consideró de muy baja, en contraste
de 99 por ciento del irp clásico (véase figura 6). La población considerada de
muy alta y alta reproducción precaria subió a uno por cien, mientras que en
el irp clásico no cubría ni el 0.1 por ciento. En 2010, los indicadores caen.
La población considerada en muy baja reproducción precaria representó 95
por ciento del total. Mientras el irp clásico reportó 99 por ciento del total
(véase figura 7).
Segundo, las condiciones del desempleo, ausencia de la seguridad so
cial, restricción de ingresos y ausencia de educación fueron los determinan
tes del irpr. Sólo el desempleo explicó 37 por ciento de la varianza y entre
los cuatro explicaron 74 por ciento en 2005. Y en 2010, descendió a 33 por
ciento la explicación de la varianza por parte del desempleo y a 68 por ciento
los cuatro indicadores.
Figura 6
GRADUACIÓN DEL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN PRECARIA
REFORMULADO EN LA CIUDAD ZACATECAS-GUADALUPE, 2005
Fuente: Elaboración propia con base en datos por ageb del II Conteo General de Población y Vivienda
2005, inegi.
CUESTIONANDO LA SUSTENTABILIDAD SOCIAL 75
Figura 7
GRADUACIÓN DEL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN PRECARIA
REFORMULADO EN LA CIUDAD ZACATECAS-GUADALUPE, 2010
Fuente: Elaboración propia con base en datos por ageb del Censo de Población y Vivienda 2010, inegi.
Conclusión
Fuentes consultadas
No hay nada que se parezca al goteo hacia abajo; una persona bien
puede sentarse a esperar la caída desde el cielo del maná o del amasi,
y a lo mejor le puede golpear la cabeza un pedazo de satélite.
Con o sin una cabeza, no importa, mientras puedan vender la pieza de metal
que cayó del cielo, puedan ser parte del nuevo mundo feliz de la globalización.
Ari Sitas, The Mandela Decade, 2010
No queremos abolir la flexibilidad aunque pudiéramos.
Queremos imponerle una regulación social.
Alex Foti, sobre la Fundación P2P, 2012
83
84 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
Los mismos términos adquieren significancia posteriormente para la juventud en toda Europa, y,
en 2011, con una difusión mundial a través del movimiento occupy. Actualmente se incorporan
de manera amplia en los debates políticos y científicos sobre los movimientos a favor de la clase
obrera, y también por los líderes de dichos movimientos.
86 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
de la utopía neoliberal a favor del libre mercado (Bech, 2004: 4); como re
sistencia, es un punto de reunión para los movimientos a favor de la justicia
social y la solidaridad que ha generado estrategias y discursos contestatarios
en nombre de la ciudadanía universal4 o de los derechos humanos, encapsu
lados más notablemente en el lema del Foro Social Mundial: “otro mundo
es posible”.
Al perseguir una concepción aterrizada de esta doble significación de
precariedad, se propone explorar qué valor crítico adicional puede traer
consigo potencialmente dicho concepto a los estudios de una economía po
lítica contemporánea cambiante de la migración. Se discuten las tendencias
cambiantes en la migración global sobre el telón de fondo de los procesos
de mercantilización y remercantilización y el surgimiento de un “Estado re
gulatorio” neoliberal, y se plantea la pregunta de si se ven tendencias hacia
la convergencia entre sur y norte, este y oeste. Se concluye el capítulo consi
derando algunos aspectos de la otra cara de la problemática de Polanyi; las
perspectivas a favor de un contramovimiento contemporáneo a favor o con
el precariado migrante. Pasando por una revisión de los actuales avances de
investigación, se plantea la pregunta: ¿qué espacio hay para la sociedad civil
en la gobernanza de la migración? Se abordan los potenciales de los mo
vimientos sociales para el cuestionamiento de la precariedad entre los
migrantes enajenados y las nuevas minorías étnicas. Y se trae a colación las
controversias y los dilemas que han de analizarse en mayor detalle, que re
quieren mayor elaboración teórica y mayor investigación empírica.
En especial, tras la publicación del libro de Guy Standing (2011), The Precariat, el cual
5
provocó una amplia discusión en los blogs científicos y políticos, así como en revistas y diarios
en todo el mundo.
Véanse, Papadopoulos (2005), Waite (2009), Standing (2011), Evans (2000), Phelan (2006),
6
Waterman y Wills (2001), Wacquant (2007), Webster (2008) y Barchiesi (2006, 2012a).
90 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
clusión social. No trata sobre anomias que hayan de curarse por medio de la
ingeniería social, sino que hace referencia a la inseguridad y contingencia
de una “inclusión subordinada” (Mulinari y Neergaard, 2004) generada
sistémicamente por los regímenes avanzados de administración de la fuerza
de trabajo flexible con un impacto global.8 La precariedad, sintetiza Ricceri de
manera sucinta, es un “elemento constitutivo del nuevo desorden global,
para el cual es muy funcional” (Ricceri, 2011: 68).
Concebidos así, los procesos de precarización dependen de los nuevos
modos de la llamada administración flexible de la fuerza de trabajo (p. ej.,
Bezuidenhout y Kenny, 2000; Standing, 2003 y 2011). Pero, en contraste con
los discursos gerenciales que suenan positivos en torno a la fuerza de trabajo
flexible, la precariedad tiene una connotación crítica que hace referencia a
las condiciones de vida y de trabajo austeras bajo el neoliberalismo; trabajo
y vida, no sólo sin garantías, sino impredecibles (Berlant, 2012). Denota una
vida de trabajo cada vez más sujeta a la instrumentalización corporativa del
riesgo, a la que, elocuentemente se llama “flexplotación”. En efecto, la pre
cariedad entra en juego para servir como una deconstrucción crítica del
lenguaje de la flexibilidad.
Más específicamente, esto se refiere —como lo han traído a colación
Bezuidenhout y Kenny (2000) en su reseña de la economía política de la flexi
bilidad en el debate laboral en Sudáfrica— a la manera en la que los diseña
dores de políticas y los intelectuales que movilizan intereses de clase y frac
ciones de clase para dirigir políticas cambian de posición adoptando el discurso
de flexibilidad y cómo esto, por medio de sus permutaciones ha ingresado
en la realidad social como una fuerza material que dirige la nueva redacción
de una recién imaginada “legislación restrictiva de la fuerza de trabajo”. O,
como Bourdieu (1999: 84) lo expresa: “la inseguridad no es el producto de
una inevitabilidad económica, identificada con la tan anunciada ‘globaliza
ción’, sino de una voluntad política”. Es la creación de una economía política
que conjunta las nuevas formas de administración de la fuerza de trabajo
globalizada con una fragmentación, depreciación y profunda reconfigura
ción de los marcos establecidos de ciudadanía, y con la administración de la
migración global como una herramienta privilegiada.
Esta perspectiva, ciertamente, también es la que proponen ciertos discursos sobre la ex
8
clusión social, más allá de una hegemonía integracionista generalizada. Un ejemplo es el trabajo
de David Byrne (2005), quien sostiene que la exclusión social es una forma contemporánea
medular de explotación, y por ende la lucha para combatir la exclusión social no puede ser más
que una lucha en contra de la explotación. La verdadera cuestión, argumenta, es cómo crear
un orden social que excluya la exclusión.
UN PRECARIADO GLOBAL MIGRANTE 93
Tan bien como un grifo que regula el flujo de la fuerza de trabajo, los con
troles de la inmigración funcionan como un molde que ayuda a formar tipos
de fuerza de trabajo con relaciones específicas con los patrones y con el mer
cado de trabajo. En particular, la construcción de una incertidumbre institu
cionalizada, junto con los procesos migratorios menos formalizados, ayudan
a producir “trabajadores precarios” sobre los cuales los patrones y los usua
rios de la fuerza de trabajo tienen mecanismos de control específicos.
El contexto mundial histórico más amplio para los florecientes procesos con
temporáneos de flexplotación y precarización es la generación de una po
blación excedente global, de varios millones de personas, durante las pasa
das tres décadas y media. Esto es, más específicamente, un ejército de
reserva de mano de obra globalmente móvil que se ha “liberado” para estar
a disposición de las corporaciones transnacionales, subcontratistas y franqui
cias por medio de programas de austeridad que retiran los pactos sociales de
bienestar y de los Estados de desarrollo en los cinco continentes, el colapso
del socialismo realmente existente en Europa del Este y la Unión Soviética,
y la radical transformación de las economías y sociedades china e india
(p. ej. Delgado Wise, 2012).
Por medio de la migración internacional, este ejército de reserva global
de fuerza de trabajo provee flexiblemente una mano de obra abundante y
barata a patrones privados y públicos en los centros de poder corporativo en
94 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
de Libre Comercio de América del Norte (tlcan), los estados del Golfo, Aus
tralia, Asia del este y sureste, y cada vez más en la Comunidad de Desarrollo
de África Austral (sadc, por sus siglas en inglés).
Los gobiernos cumplen las demandas de los patrones por tener acceso
a la mano de obra barata y flexible, y al mismo tiempo buscan apaciguar a
los populistas que se oponen a la inmigración, por medio de estas nuevas
prácticas de empleo que afirman evitar los “errores” de las anteriores políti
cas de migración que permitían a los migrantes establecerse y lograr una
incorporación gradual en el estatus de ciudadano. Estas prácticas se com
plementan por esquemas selectivos para ciertas categorías de trabajadores
migrantes dotados de recursos o profesionalmente especializados, que se
juzgan valiosos para los propósitos del establecimiento permanente.
El crecimiento en el mundo entero de esquemas de migración temporal
es uno de los temas más complejos para ser estudiado por la investigación
sobre migración y uno de los desafíos actuales más serios para los sindicatos
y las organizaciones que defienden los derechos de los migrantes (p. ej. pga,
2010). Vistas en el contexto más amplio de la globalización neoliberal, la
migración temporal y circular, junto con una gama de otros intentos con
temporáneos por re-regular la migración, constituye una parte integrada de
las prácticas neoliberales de re-regulación que impulsan la mercantilización
o la re-mercantilización de la fuerza de trabajo. Se han venido desarrollando
junto con la reestructuración de los mercados contemporáneos de fuerza de
trabajo en su conjunto, y con la constitución y reproducción del Estado re
gulador —conocido como el Estado post-nacional del empleo (workfare state)
(Jessop, 2002), encarnado en las comunidades regionales, como la ue, tlcan
y la sadc.
En contraste con los extensivos sistemas de “trabajadores huéspedes” de
la posguerra en Europa central que dejaron notables resquicios legales-ins
titucionales o aperturas informales para que los migrantes accedieran a la
ciudadanía (p. ej. Guiraudon, 2000), los sistemas actuales de trabajadores tem
porales tienden a ser monitoreados más rigurosamente (p. ej. Barrientos,
2007), y con ello ser más efectivos en generar una especie de apartheid en las
economías y sociedades. En estos sistemas, los migrantes se quedan aislados
de los “marcos normales” de ciudadanía en los países anfitriones (Schierup
y Ålund, 2011a).
Además, las políticas que combinan la administración de la migración y
de la fuerza de trabajo con acuerdos de desarrollo entre los países receptores
y de origen (p. ej. Triandafyllidou, 2013) pueden, por su diseño, contribuir
a restringir los actos de ciudadanía e incorporación en los países anfitriones
98 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
El nexo trabajo-ciudadanía
de una economía política comparativa que integre las teorías y los estudios de
la ciudadanía, la etnicidad y la racialización con los estudios de la regulación
del mercado de trabajo y de la política de flexibilidad queda como tarea
pendiente (Schierup, Hansen y Castles, 2006).
Lazaridis y Psimennos (2000) han hecho un comentario importante pa
ra hacer avanzar una concepción teórica y analítica sintética. Al deliberar
sobre la flexibilización traen a colación las múltiples conexiones entre, por
un lado, “la desregulación y la pérdida de la capacidad de los trabajadores
para intervenir en su espacio económico” y, por otro lado, “la flexibilización
del lugar de trabajo y el empleo de trabajadores inmigrantes”. La función ge
neral de la flexibilización, argumentan, es reducir los costos de producción,
quebrantar la identidad colectiva de los trabajadores e incrementar la su
pervisión de parte de los patrones (Lazaridis y Psimennos, 2000: 174).
No obstante, los trabajadores inmigrantes son particularmente flexi
bles porque su precaria posición está asociada no únicamente con el proceso
de desregulación del trabajo, sino con la más amplia economía política que
conecta las técnicas de producción con las políticas de control de la fuerza
de trabajo. De esta manera, la “dualidad de la flexibilidad” se extiende como
logros del bienestar, el estatus de ciudadanía, la participación política y el
sustento cotidiano de las comunidades de migrantes bajo condiciones de
clandestinidad. Derivar conclusiones de lo anterior nos lleva a una defini
ción y a una concepción de la precariedad que amplía las percepciones ha
bituales de precario o precarización en términos de las condiciones aso
ciadas y que han de explorarse dentro de los ámbitos de los mercados de
trabajo y de la vida laboral.
Otra importante contribución fue la realizada por Bauder (2006). La ciu
dadanía, la migración y la regulación de los mercados de trabajo son insepa
rables, sostiene. Se operan múltiples grados de inclusión/exclusión dentro de
los marcos de ciudadanía como un mecanismo legal, discursivo y político
que clasifica a los trabajadores migrantes y a los ciudadanos étnicamente
estigmatizados en diferentes categorías y grupos jerárquicamente organizados,
distribuidos en segmentos de mercados de trabajo étnicamente divididos.
Además, Castles (2011) argumenta que el estatus laboral y las condicio
nes específicas del trabajo y la vida de los individuos parecen depender
menos de su dotación de capital humano —uno de los axiomas centrales de
la economía neoliberal— que del impacto discriminatorio de la etnia, el
género y la clase para distribuir las posiciones. Esto corresponde a, y es ins
trumentalizado por, las jerarquías nacional, regional y global emergentes de
ciudadanía (Castles, 2011). Van Parijs (1992) llega a concluir que el estatus
100 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
11
El término guetto ocupacional fue desarrollado por Feuchtwang (1982). Lo hemos utili
zado ampliamente en nuestra propia investigación (Schierup, 1993; Schierup, Hansen y Castles,
2006).
102 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
12
Un importante coloquio, realizado en Johannesburgo (Burawoy y Von Holdt, 2012)
sobre la relevancia del concepto de precariedad para los estudios sociales en el sur, señaló una
notable necesidad de una comparación sistemática entre las condiciones en el norte y en el sur.
104 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
Con la llegada del tercer milenio, se han dado notables apariencias de crisis
económica y social, reminiscencias de los años treinta del siglo xx, que han
dejado su huella en términos de una reafirmación académica de la obra de
Karl Polanyi.13 Así, la globalización de nuestra época ha sido teorizada como
una tercera gran transformación (Burawoy, 2006; Munck, 2010). Concebida
así, representa una oleada hasta ahora sin precedentes de mercantilización
o re-mercantilización de la fuerza de trabajo impulsada por el propio
mercado (p. ej. Pierson, 2001), acabando con los derechos laborales y sociales
que habían ganado los movimientos sociales durante los siglos xix y xx
(Harvey, 2005) y generando una secuela de precariedad de trabajo y de
ciudadanía.
Esta reversión histórica, argumenta Saskia Sassen en Territory, Authority,
and Rights (2006), tiene un alcance más amplio en términos de un debilita
miento general de los derechos civiles, políticos y sociales de ciudadanía en
consonancia con la transferencia de la autoridad a marcos regionales o glo
bales de gobernanza que tienen el poder y los aparatos institucionales de los
Estados-nacionales, cada vez más concentrado en una función ejecutiva. Esto
ha sido seguido por, según teorizan algunos como Delanty (2000) y Holmes
Desarrollo, un foro impulsado por la onu que se dirige a facilitar las delibe
raciones entre los gobiernos del mundo en cuanto a los estándares para
la gobernanza sobre la migración—. Por un lado, esta cita parece probar la
continuada relevancia de la cuestión planteada en La gran transformación en
cuanto a la sociedad frente al mercado, acerca de la exigencia de un con
tramovimiento que enfrenta una infinita mercantilización de la fuerza de
trabajo, el dinero y la naturaleza.
Por el otro lado, el hecho mismo de que se plantea nuevamente con vi
gor esta cuestión, en la política y en las ciencias sociales, parece probar
—como argumenta Burawoy (2010)— que Polanyi se equivocó con respecto
a su creencia en la espontánea “autodefensa de la sociedad” y más específi
camente en su creencia en que la lección que enseña la gran crisis de los
años treinta al mundo garantizaría que nada similar ocurriera nuevamente.
El contramovimiento aparece en La gran transformación de Polanyi como una
reacción espontánea preordenada de la sociedad, pero La gran transforma-
ción carece de un análisis sólido de los imperativos de la acumulación de
capital, las relaciones de poder, el conflicto y explotación de clase (Burawoy,
2010), al igual que en lo referente a la organización y la base social de sus
agentes reales (Webster et al., 2008).
Se trata de una crítica que parece aplicarse a parte importante del debate,
tanto académico como político, acerca de la precariedad y su cuestiona
miento hoy en día. Esto se aplica, por ejemplo, a las muy debatidas propues
tas a favor de la institución de un salario universal de los ciudadanos para el
precariado (Wacquant, 1996; Standing, 2011) que se basa en una concep
ción supuestamente iluminada de la necesidad de defender la sociedad de
la inminente amenaza que presenta esta nueva “peligrosa clase” entre aquellas
élites políticas y corporaciones que han impulsado de manera sistemática la
precariedad.15
No obstante, históricamente las reformas benevolentes en términos de
extensión de los derechos de ciudadanía rara vez se han dado simplemente
“desde arriba”, sin agencia de coaliciones intra y transclasistas de movi
mientos populares. Por cierto, este tema es complejo. La investigación actual
ha enfatizado el riesgo —si es que siguen basando sus estrategias en suposi
ciones conservadoras que pertenecen a una era fordista del pasado— de que
las estrategias sindicales establecidas perderán inexorablemente al nuevo
precariado (Choonara, 2011; Standing, 2011) y en particular a la gran di
versidad de migrantes en situaciones de una compleja precariedad en tér
Véase la crítica del programa político de Standing por Barchiesi (2012b).
15
UN PRECARIADO GLOBAL MIGRANTE 111
Los derechos humanos, afirma Samuel Moyn (2010: 1), surgen en nues
tros tiempos como la “última utopía” —tras la implosión de las otras grandes
narrativas, tanto las liberales como las socialistas— basada en la imagen de
un lugar que todavía no existe y prometiendo “penetrar la impregnabilidad
de las fronteras estatales, reemplazándolas lentamente con la autoridad de
la ley internacional”.
De hecho, se han lanzado invitaciones de parte de una serie de declara
ciones de la onu sobre derechos humanos para generar iniciativas a fin de
oponerse a la precariedad de la vida, de la ciudadanía y del trabajo; todas
ellas han conllevado valores indivisibles e igualitarios, y varias de ellas han
abordado particularmente los derechos de los migrantes.18 Éstas, al igual
que ciertas declaraciones de base regional, enfatizan en su totalidad la nece
sidad de desarrollar normas y regulaciones transnacionales. No obstante, un
régimen global emergente de gobernanza sobre la migración está marcado
por la continuada rivalidad entre y dentro de las organizaciones multilate
rales y los gobiernos, y plagada por una plétora de convenciones y declara
ciones de derechos humanos, que han dejado de impactar en los contextos
´ op. cit.; Grugel, 2011). Esta conspicua discrepancia entre
nacionales (Likic,
retórica moral y práctica política apunta hacia un picante dilema para los
movimientos de justicia social y solidaridad que usan de bandera los dere
chos humanos, y una necesidad consecuente de trascender el sentido común
de un discurso moralizante inherentemente fracturado, un dilema formula
do de manera tajante por Moyn (2010: 226-227):
nal sobre los Derechos Civiles y Políticos (1966), y el Acuerdo Internacional de los Derechos Eco
nómicos, Sociales y Culturales (1966), o la Convención de las Naciones Unidas para la Protec
ción de los Derechos de todos los Migrantes y Miembros de sus Familias de 1990 y la “agenda
del trabajo decente” de la oit, con particular relevancia para el conjunto de problemas de la
precariedad y los derechos de los migrantes.
UN PRECARIADO GLOBAL MIGRANTE 115
Fuentes consultadas
Nielsen, Daniel (2013), “Red Cross: Europe Must Be Ready for Popular
Uprisings”, 12160, Social Network, disponible en http://12160.info/fo
rum/topics/red-cross-europe-must-be-ready-for-popular-uprisings?page
=1&commentId=2649739%3AComment%3A1083938&x=1#264973
9Comment1083938
Nikolinakos, Marios (1973), Politische Ökonomie der Gastarbeiterfrage: Migra-
tion und Kapitalismus, Reinbek, Rowohlt.
Nyers, P. (2006), “The Accidental Citizen: Acts of Sovereignty and (un) Making
Citizenship”, Economy and Society vol. 35, núm. 1, pp. 22-41.
(2010), “Forms of Irregular Citizenship”, en Vicki Squire (ed.), The
Contested Politics of Mobility: Borderzones and Irregularity, Londres, Rout
ledge, pp. 35-49.
Papadopoulos, Theo (2005), “The Recommodification of European Labour:
Theoretical and Empirical Explorations”, The University of Bath, The
European Research Institute (eri), disponible en http://www.bath.ac.uk/
eri/ERI-working-papers/ERI-working-paper-05-03-final.pdf
Parreñas Salazar, Rachel (2005), Children of Global Migration: Transnational
Families and Gendered Woes, Stanford, Stanford University Press.
pga (2010), “Statement of the Peoples” Global Action on Migration, Develop
ment and Human Rights, Ciudad de México, pga.
Phelan, Craig (ed.) (2006), The Future of Organised Labour: Global Perspectives,
Berna, Peter Lang.
Pierson, Paul (ed.) (2001), The New Politics of the Welfare State, Oxford, Oxford
University Press.
Piore, Michael (1979), Birds of Passage: Migrant Labor and Industrial Societies,
Cambridge University Press, Cambrigde.
(2008), “Second Thoughts: On Economics, Sociology, Neoliberalism,
Polanyi’s Double Movement and Intellectual Vacuums”, San Juan, Costa
Rica, sase.
Polanyi, Karl (1957 [1944]), The Great Transformation: The Political and Eco-
nomic Origins of Our Time, Boston, Beacon Press.
Portes, Alexandro y John Walton (1991), Labor, Class, and the International Sys-
tem, Nueva York, Praeger.
Quijano Obregón, Aníbal (1974), “The Marginal Pole of the Economy and the
Marginalised Labour Force”, Economy and Society, núm. 3, pp. 393-428.
Raes, Stephan et al. (2002), “Stitched up: The Rise and Fall of the Turkish
Garment Industry in Amsterdam”, en Jan Rath (ed.), Unravelling the Rag
Trade, Verso, pp. 71-86.
124 CARL ULRIK SCHIERUP, ALEKSANDRA ÅLUND
Preludio
127
128 HUMBERTO MÁRQUEZ C., RAÚL DELGADO W.
Gráfica 1
DINÁMICA DEL SISTEMA MIGRATORIO
MÉXICO-ESTADOS UNIDOS, 1840-2011
Millones Reestructuración neoliberal
12
12,400
10
9.5
8
6.7
6
4.5
2
.641
.454
.576
.486
.013
.024
.042
.068
.078
.103
.222
2.2
0
1840
1850
1860
1870
1880
1890
1900
1910
1920
1930
1940
1950
1960
1970
1980
1990
2000
2010
Fuente: Passel y Cohen, 2011.
Población ocupada 120,383 145,013 138,523 24,629 1.3 100.0 18,140 0.8 100.0 –1.5
Población ocupada nativa 107,416 121,405 115,443 13,988 0.9 56.8 8,026 0.4 44.2 –1.7
México-americana 3,409 5,985 6,021 2,576 4.1 10.5 2,611 3.4 14.4 0.2
Otros nativos 104,007 115,419 109,422 11,412 0.7 46.3 5,415 0.3 29.9 –1.8
Población ocupada migrante 12,967 23,608 23,080 10,641 4.4 43.2 10,113 3.4 55.8 –0.8
Mexicana 3,350 7,009 6,666 3,659 5.4 14.9 3,316 4.1 18.3 –1.7
No mexicana 9,617 16,599 16,414 6,982 4.0 28.3 6,798 3.2 37.5 –0.4
Fuente: Estimación propia con base en U.S. Bureau of Labor Statistics, 1994, 2008 y 2011.
LA VIDA ESTÁ EN OTRA PARTE 137
ligeramente mayor (–1.7 por ciento) (véase cuadro 1). En este periodo, ca
racterizado como de “migración cero” (Passel, Cohen y González, 2012), se
combina la desaceleración de la emigración y el aumento del retorno forzo
so de mexicanos residentes en Estados Unidos por deportación o desem
pleo.
La fuerza de trabajo migrante, de origen multinacional, no sólo mexi
cana, es subsumida y utilizada para abaratar los costos laborales, aumentar la
productividad e incrementar las ganancias. En la manufactura, por ejemplo,
se implementa una doble estratégica: a) el remplazo de trabajadores nativos
por inmigrantes. En los periodos de 1994-2008 y 2008-2011, el personal
nativo ocupado en ese sector disminuyó en alrededor de 4.3 millones y 1.5
millones, respectivamente, mientras que los migrantes ocupados aumenta
ron en 411 mil y 262 mil, de los cuales poco más de 163 mil (40 por ciento)
y 62 mil (24 por ciento) fueron mexicanos (véase cuadro 2); y b) los trabaja
dores inmigrantes ocupados en la manufactura, sobre todo los mexicanos,
perciben bajos salarios. En 2011, el salario manufacturero promedio anual
de un inmigrante mexicano apenas era equivalente al salario promedio que
un trabajador nativo percibía en ese sector 14 años atrás (1994). Más aún,
en 17 años el salario manufacturero de los mexicanos sólo creció 6,028 dó
lares, al pasar de 23,547 dólares en 1994 a 29,575 dólares en 2011, a precios
constantes; en cambio, los salarios de los nativos, cuyo nivel es muy superior
al de los mexicanos, creció 7,013 dólares, al pasar de 44,552 dólares en 1994
a 51,565 dólares en 2011, también a precios constantes (véase cuadro 2).
Contribución a la producción
Tasa Tasa
Diferencia de crecimiento Diferencia de crecimiento Diferencia
Ocupados 1994 2008 2011 1994-2008 1994-2008 2008-2011 2008-2011 1994-2011
Manufactura
Población ocupada 19’758,086 15’842,747 14’126,604 –3’915,339 –1.6 –1’716,143 –3.7 –5’631,482
Salario promedio anual (dólares) 29,013 47,316 49,789
Población ocupada nativa 17’179,705 12’853,157 11’286,063 –4’326,548 –2.1 –1’567,094 –4.2 –5’893,642
Salario promedio anual (dólares) 29,688 48,637 51,657
México-americana 463,048 592,735 537,424 129,687 1.8 –55,311 –3.2 74,376
Salario promedio anual (dólares) 24,757 35,335 40,458
Resto de nativos 16’716,657 12’260,422 10’748,639 –4’456,235 –2.2 –1’511,783 –4.3 –5’968,018
Salario promedio anual (dólares) 29,824 49,279 52,220
Población ocupada migrante 2’578,381 2’989,590 2’840,541 411,209 1.1 –149,049 –1.7 262,160
Salario promedio anual (dólares) 24,389 41,555 42,351
Mexicana 904,230 1’067,445 966,346 163,215 1.2 –101,099 –3.3 62,116
Salario promedio anual (dólares) 15,691 27,190 29,575
No mexicana 1’674,151 1’922,145 1’874,195 247,994 1.0 –47,950 –0.8 200,044
Salario promedio anual (dólares) 29,093 49,655 49,028
1994 2008 2011
Diferencia salarial del nativo vs migrante mexicano 10,580 15,524 17,529
Diferencia salarial del migrante no mexicano vs mexicano 10,770 16,874 18,084
Porcentaje de población ocupada nativa respecto al total de ocupados en manufactura 87.0% 81.1% 79.9%
Porcentaje de población ocupada migrante no mexicana respecto al total de ocupados en manufactura 8.5% 12.1% 13.3%
Porcentaje de población ocupada migrante mexicana respecto al total de ocupados en manufactura 4.6% 6.7% 6.8%
Porcentaje de población ocupada México-americana respecto al total de ocupados en manufactura 2.3% 3.7% 3.8%
Fuente: Estimación propia con base en U.S. Bureau of Labor Statistics, Current Population Survey (cps), suplemento de marzo, 1994, 2008 y 2011.
LA VIDA ESTÁ EN OTRA PARTE 139
Gráfica 2
CONTRIBUCIÓN DE LOS MIGRANTES MEXICANOS
Y MÉXICO-AMERICANOS AL PIB, 1994-2010
(Millones de dólares a precios de 2010)
pib mexicanos en EU
0 1
1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010
Promedio
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2003-2010
pib Estados Unidos 13,209 13,682 14,098 14,466 14,752 14,472 14,169 14,527 14,172
pib mexicanos en Estados Unidos 482 515 542 567 598 572 543 586 551
pib México 345 410 834 655 851 1.034 1.364 1.548 880
Fuerza de trabajo en Estados Unidos (miles de personas)
Total fuerza de trabajo (ft) 136,557 137,428 139,552 142,398 145,347 145,013 139,149 137,898 140,418
Otros ocupados en Estados Unidos 130,722 131,208 133,042 135,602 138,105 138,004 132,493 131,129 133,788
Migrantes mexicanos ocupados 5,836 6,220 6,510 6,796 7,241 7,009 6,656 6,769 6,630
Importancia del pib de mexicanos
en Estados Unidos
Aporte mexicanos al pib Estados Unidos 3.65% 3.76% 3.85% 3.92% 4.05% 3.95% 3.83% 4.03% 3.88%
Aporte mexicanos a la ft en Estados Unidos 4.27% 4.53% 4.66% 4.77% 4.98% 4.83% 4.78% 4.91% 4.72%
pib migrantes como porcentaje del pib México 139.56% 125.45% 65.05% 86.61% 70.26% 55.30% 39.77% 37.84% 62.54%
Fuente: Estimación propia con base en U.S. Bureau of Labor Statistics, Current Population Survey (cps), Suplemento de marzo, 2008 y 2011.
LA VIDA ESTÁ EN OTRA PARTE 141
das a México —que suelen ser consideradas como una pérdida de recursos
para Estados Unidos— apenas habrían alcanzado 30 por ciento del recurso
educativo transferido a Estados Unidos por vía de la exportación de fuerza
de trabajo (véase gráfica 3).
Gráfica 3
COSTO DE EDUCACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL DE INMIGRANTES
MEXICANOS QUIENES ENTRARON A ESTADOS UNIDOS ENTRE 1994 Y 2008
(Billones de dólares de 2008)
302.1
156.2
Gráfica 4
REMESAS RECIBIDAS POR MÉXICO, 1990-2012
(Millones de dólares estadounidenses)
25,567
26,059
25,145
22,803
22,446
21,306
21,304
21,688
18,332
15,139
9,814
8,895
6,573
5,627
5,910
4,865
4,224
3,475
3,673
3,333
3,070
2,494
2,660
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
cargan de recabar recursos mediante la realización de bailes, kermeses, fiestas, rifas o colectas,
estos recursos sirven para financiar al club y para enviar recursos a las arcas del Programa 3×1,
que se complementan con aportaciones iguales de los tres niveles de gobiernos. Los recursos se
canalizan de manera focalizada para realizar obras que suelen ser responsabilidad de los
gobiernos municipales, como pavimentación de calles, agua potable y alcantarillado, remo
zamiento de escuelas, entre otras; pero también rehabilitación de templos religiosos y lienzos
charros. En menor medida se canalizan recursos públicos para financiar proyectos privados de
inversión.
146 HUMBERTO MÁRQUEZ C., RAÚL DELGADO W.
Colofón
Sin la desmesura del discurso apologista, es digno reconocer que los recur
sos salariales remitidos por los migrantes contribuyen a sostener a los de
pendientes económicos —niños, mujeres y ancianos, principalmente— y
también a formar nueva fuerza de trabajo proclive a emigrar. Asimismo, que
las remesas participativas coadyuvan, en pequeña escala, a apuntalar el pro
grama de obra pública en el ámbito municipal. Las remesas salariales y
participativas entrañan una relación de solidaridad entre iguales, en el inte
rior de los conjuntos familiares y de las comunidades, que tienen como
premisa la subsistencia y la convivencialidad. Sin embargo, el contexto es
tructural es más problemático, pues en las zonas de alta migración hunde
LA VIDA ESTÁ EN OTRA PARTE 147
Fuentes consultadas
Canales, Alejandro (2011), “Hacia una visión comprehensiva del nexo entre
migración, desarrollo y derechos humanos”, Migración y Desarrollo, vol. 9,
núm. 16, p. 64.
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)
(2008), Informe de evaluación de la política de desarrollo social en México 2008,
México, Coneval.
Delgado Wise, Raúl y Humberto Márquez (2006), “El sistema migratorio
México-Estados Unidos: dilemas de la integración regional, el desarrollo
y la migración”, Migración y Desarrollo, núm. 7, pp. 38-62.
(2007), “The Theory and Practice of the Dialectical Relationship
between Development and Migration”, Migración y Desarrollo, núm. 9,
pp. 5-24.
LA VIDA ESTÁ EN OTRA PARTE 149
151
152 RODOLFO GARCÍA ZAMORA
económica del país vecino, circunstancias que pone en cuestión tres décadas
de reformas estructurales que no han podido erradicar las causas de la mi
gración ni la enorme dependencia del ciclo económico de Estados Unidos.
Este país deja de funcionar como la “válvula de seguridad” de México y
plantea la necesidad de reorientar el modelo de país hacia el empleo, el
ingreso y bienestar de su población (García, 2012b).
En este nuevo contexto migratorio de México a Estados Unidos, Arroyo,
Berumen y Rodríguez (2010: 43) plantean el desafío del gobierno y la socie
dad mexicana para buscar un desarrollo endógeno:
la política debe generar las condiciones para que no haya otra generación
de mexicanos mirando hacia el Norte como única alternativa de movilidad
social […] Deberán instrumentarse políticas de desarrollo local y regional
enfocadas a reducir los impactos socioeconómicos negativos del menor flujo
de remesas y de la reducción del número de migrantes, en especial la pre
sión que ejercerán sobre los mercados laborales aquellos que regresen y los
jóvenes mexicanos que se incorporen a la fuerza laboral sin la opción de
migrar hacia Estados Unidos, al menos no en las condiciones relativamente
favorables del pasado.
Agustín Escobar (2008) plantea tres objetivos que deberían tener las
políticas relacionadas con el desarrollo y la migración en el país en los si
guientes años:
Por su parte, Francisco Alba (2010: 536) sostiene que en una perspectiva
de mediano plazo, debe reflexionarse sobre la conveniencia de incluir entre
los objetivos de política económica y social retener y ocupar productivamente
154 RODOLFO GARCÍA ZAMORA
países sobre migración, para revertir los impactos de esa crisis y construir
bases sólidas de desarrollo regional. En los últimos 10 años, en diferentes
foros nacionales y mundiales se ha debatido sobre el nexo migración y de
sarrollo, llegando al consenso de que se requieren políticas públicas
de desarrollo para que los impactos positivos de la migración puedan tener
un efecto relevante sobre el desarrollo económico y social de los países y
regiones de origen de los migrantes.
En los foros mundiales previos a la crisis económica mundial, las orga
nizaciones de migrantes han demandado, reiteradamente, que se les reco
nozca como un nuevo actor del desarrollo transnacional, solicitud que se
ratificó en los foros globales de migración y desarrollo realizados en Bru
selas, Manila, Atenas y Puerto Vallarta en 2007, 2008, 2009 y 2010, respecti
vamente. El desafío planteado es cómo construir esas nuevas políticas públicas
de desarrollo y migración entre todos los actores transnacionales, incluidas, por
supuesto, las organizaciones de migrantes. En el caso específico de México,
el reto es poder incidir en el diseño y ejercicio presupuestal federal de los
ramos 26, 28 y 33, en los que se consideran las principales transferencias
financieras del gobierno federal a los estados y municipios (García, 2012a).
En los últimos 10 años, las organizaciones de migrantes mexicanos han
iniciado un proceso de fortalecimiento institucional, de colaboración entre
ellas y de definición de una estrategia de alianzas con otros actores sociales
que coinciden con su objetivo de promover un nuevo tipo de políticas públi
cas sobre desarrollo y migración. Este proceso se explica tanto por la madu
ración de algunas de las organizaciones de migrantes, luego de lustros finan
ciando cientos de proyectos sociales y estableciendo diálogos y negociaciones
con los tres niveles de gobierno, organismos internacionales, institucio
nes educativas y organizaciones no gubernamentales. Asimismo, la situación
de atraso estructural de las comunidades de origen y el impacto que éstas
han recibido por el modelo económico aperturista y privatizador estableci
do en México desde 1982 y los efectos de la crisis económica en Estados
Unidos han mostrado la necesidad de construir colectivamente una agenda
conjunta y una estrategia de alianzas que tenga como marco una visión ho
lística de migración, desarrollo humano sustentable y derechos humanos,
que requiere de la formulación de nuevas políticas públicas.
Debido a su trayectoria histórica, las federaciones de migrantes de Za
catecas y Michoacán han tenido una mayor presencia en el diseño de nue
vas políticas y programas gubernamentales, y más participación en los
grandes foros mundiales sobre migración y desarrollo, amén de que en
los últimos años están actuando con la sociedad civil organizada de México
156 RODOLFO GARCÍA ZAMORA
Zacatecas es establecer, por vez primera, una política de Estado sobre de
sarrollo regional y migración que integre a todos los actores sociales, en es
pecial a las comunidades de origen y a sus organizaciones de migrantes
(García, 2007)
Declarativamente, los planes estatales de desarrollo de 1999-2004 y
2005-2010 de los gobiernos de Ricardo Monreal y Amalia García aspiraban
a desarrollar una política de Estado sobre migración y desarrollo, situando a
Zacatecas a la vanguardia del país en el diseño y ejecución de programas y
proyectos de desarrollo integral de largo plazo, con la participación efec
tiva de la comunidad migrante, y al plantear la planeación democrática del
desarrollo regional y local, transparencia, cambio institucional y rendimien
to de cuentas, entre otros aspectos.
Desafortunadamente, los objetivos de esos planes no se cumplieron, y
en general gobernaron de forma tradicional, pragmática, con equipos de
gobierno técnicamente muy débiles, sin formación ni experiencia para la
construcción de la nueva institucionalidad del desarrollo en el estado. Ambos
gobernantes, como el actual, Miguel Alonso, se dedicaron a administrar
los programas federales, con grandes gastos publicitarios en la imagen per
sonal pero al margen de la planeación, del cambio institucional, de la parti
cipación de todos los actores económicos y sociales en la acción guberna
mental.
En esencia, se mantiene el atraso económico estructural, se profundiza
la crisis rural, la terciarización, el despoblamiento, envejecimiento y femini
zación de las comunidades de origen de los migrantes y la concentración de
60 por ciento del pib estatal en los municipios de Zacatecas, Guadalupe y
Fresnillo. Asimismo, se carece de bases endógenas del desarrollo económico
estatal, no existe una estrategia de construcción de la nueva institucionali
dad del desarrollo y la entidad continúa, como hace 100 años, exportando
minerales y fuerza de trabajo.
Zacatecas se ha convertido en un importante laboratorio social mundial
de la migración internacional, mostrando sus aportes y límites. La migración
temporalmente atenúa las contradicciones estructurales de atraso, margina
ción y desempleo, pero, a pesar de más de 50 años de una enorme migración
internacional y muchas remesas familiares, no produce desarrollo, profun
diza el desarrollo del subdesarrollo. Vuelve altamente dependientes y vulnera
bles de las remesas a las regiones y a las familias, como lo muestran los im
pactos de la crisis en Estados Unidos 2008-2013, cuando Zacatecas percibe
más de 100 millones de dólares anuales; propicia la irresponsabilidad de los
gobiernos que se desentienden de su obligación de promover el desarrollo
MÉXICO. AVANCES Y RETOS 159
Conclusiones
Todos los esfuerzos que se han realizado y relatado en este texto hacia el
diseño de nuevas políticas sobre desarrollo y migración, y pese a que, por
ejemplo, en el caso de la propuesta hecha por el colectivo pnd-Migración
sólo se incluyeron 500 palabras marginales en el Plan Nacional de Desarrollo
2013-2018, no han sido estériles, ya que existen por lo menos tres productos
importantes: una amplia alianza de redes de organizaciones sociales trans
MÉXICO. AVANCES Y RETOS 169
Fuentes consultadas
Introducción
Los costos sociales que trae consigo la migración no son claramente tangi
bles, salvo en su versión cuantitativa. Cuando se observan con técnicas cua
litativas, se perfilan los efectos emocionales y subjetivos que vive el núcleo
familiar del migrante. De esta manera, se puede avanzar en el terreno com
prensivo y recoger aquello que se percibe y se vive como significado, toman
do en cuenta que la conciencia y su percepción son parte de lo que constru
ye el ser humano.
Problemas como los que aquí se plantean llevan a hacer un uso de la
teoría en el sentido de trazar una estrategia metodológica que se deje ilumi
nar por los agentes investigados hasta sugerir la necesidad de cuestionar
las verdades ya consagradas. Sin duda, el mejor método de trabajo en este
terreno es la interdisciplina y la convergencia metodológica (Vasilachis de
Gialdino, 1993), no sólo porque lleva a abrir a un mismo momento varios
ángulos de análisis, sino también porque plantea problematizar los aportes
de aquellos enfoques teóricos, mismos que, sin rechazo a priori, son tan sólo
una parte de las herramientas que el investigador requiere para construir su
mirada.
* Resultados del Proyecto de Investigación “Los costos socioeconómicos de la migración
internacional de Zacatecas”, Proderic, Gobierno del Estado de Zacatecas, 2008. Se agradece la
participación como encuestadores a los estudiantes de las Unidades Académicas de Economía,
Derecho y Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas: Grecia Murillo
Esparza, Miguel Moctezuma Barraza, Martha Paulina Hernández Bustos, Alba Sofía Escalante,
Omar Eduardo González Macías, Jaime Escobedo, Víctor Armando Rodríguez Escobar, Ana
Gabriela Dávila, Diana Yonuén López Fernández y María del Socorro Hernández Barajas.
** Docentes investigadores de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo, Univer
sidad Autónoma de Zacatecas.
171
172 MIGUEL MOCTEZUMA L., ÓSCAR PÉREZ VEYNA
y no cuantificables que las esposas o familiares más cercanos dicen vivir con
la migración internacional en el contexto de Zacatecas.
Cuadro 2
EDAD DE LA PRIMERA MIGRACIÓN Y ESTADO CIVIL
Cuadro 3
MIGRACIÓN E IMPACTO EN LAS ACTIVIDADES PRODUCTIVAS
aunque esto es correcto, el peso de ese proceso hay que buscarlo asimismo en la baja rentabilidad
de los productos agrícolas en los que Zacatecas se ha especializado: frijol, maíz, chile, ajo, gua
yaba, durazno, etcétera.
180 MIGUEL MOCTEZUMA L., ÓSCAR PÉREZ VEYNA
con la migración del jefe de familia, se van a vivir a la casa de los suegros o
de los padres de uno de ellos (Medellín, 2012). Justo esta característica so
cial es la que permite enfrentar las necesidades de mano de obra a través de
un sistema de alianzas en donde su centro sigue siendo el reemplazo productivo
familiar y generacional (Arizpe, 1980). Esta hipótesis se ve reforzada por los
resultados que arroja el trabajo de campo en el sentido de que las activida
des productivas se favorecen en 75.2 por ciento por el financiamiento de los
migrantes, además de que 70 por ciento de los hogares encuestados dije
ron que sus viviendas han recibido alguna inversión en su construcción o en
la adquisición de electrodomésticos e instalación de teléfono.
Dicho en términos de costos estrictamente económicos: la migración pre
senta una funcionalidad complementaria, primero, porque la mano de obra
que emigra es suplida por aquella que se mantiene arraigada y, segundo,
porque una parte de las remesas se utilizan según las necesidades para sub
sidiar las actividades de subsistencia, económicamente “no rentables”. Se
trata de una situación dual, en donde la pérdida de población se compensa
con el subsidio que la entidad recibe en forma de remesas. Sobre este tópico
y en el ámbito macrosocial se ha comprobado que las economías de Michoa
cán y Zacatecas son las que mayores recursos reciben en forma de remesas
en relación con su pib.
En 2003, las remesas de esas entidades representaban 10.77 y 8.12 por
ciento del pib, respectivamente; y en 2007 su proporción fue de 12.92 y
13.41 por ciento, respectivamente (Moctezuma, 2009). O sea, conjuntamen
te con el ingreso que recibe la entidad zacatecana por esa fuente, también se
ha producido una alta dependencia económica respecto de las remesas, cu
yo registro más alto en 2007 fue 687.1 millones de dólares (casi 2 millones
de dólares por día), cifra que en 2009 se redujo en 115.5 millones de dólares
en relación con 2007, lo que da cuenta de la vulnerabilidad de la entidad
(Banco de México, 2013).
Costos humanos
El sentimiento de soledad
Recuerdo que cuando mi padre iba a venir, todas las tardes esperaba la lle
gada del camión del rancho. Miraba que las personas bajaban de una en
182 MIGUEL MOCTEZUMA L., ÓSCAR PÉREZ VEYNA
El estrés e insomnio
contestó la encuesta en este sentido. En 74.4 por ciento de los casos, con
la experiencia las relaciones con el esposo se mantienen y reafirman sin
dificultad.
La conclusión que se extrae de esta primera parte es que los sentimien
tos de soledad, abandono, estrés e insomnio, aunque están presentes entre
las esposas de los migrantes y probablemente también entre los hijos, no
siempre es así. De alguna manera, estas manifestaciones se amortiguan
cuando las relaciones de confianza se mantienen y cuando se refrendan per
manentemente los afectos. Un aspecto que resalta y que arrojó el trabajo de
campo es que la parentela que se extiende más allá del hogar nuclear sirve
para amortiguar los efectos devastadores de esta situación. Sin embargo,
este resultado deberá enriquecerse incorporando esas mismas manifestacio
nes desde el lado del migrante, ya que los efectos de estos desajustes son
mutuos, pero en este caso son menos conocidos.
La primera vez que me fui, mi bebé estaba como de ocho meses; cuando
vine, el niño ya estaba de tres años. Me perdí de sus primeros pasos, de em
pezar a hablar y es como le digo, son cosas que no se recuperan. Les digo
que de lo hecho ya ni llorar es bueno [lamentarse], mejor tratar los siguien
tes días de vivirlos bien, porque lamentarse no tiene caso. No me arrepiento
de nada, además, ¿qué caso tendría que me arrepintiera? ¿De qué me servi
ría estar viviendo de arrepentimiento? Mejor trato de vivir el tiempo con
ellos lo mejor posible (Policarpio Ruiz, entrevista, Col. Pozo Colorado, Noria
de Ángeles, Zacatecas, en Medellín, 2012: 180).
Migrantes hijos
de destino. Por otra parte, cuando nuevos jóvenes se incorporan al flujo migra
torio sin tener antecedentes en el hogar, aunque la migración no se vive de
igual manera que en el caso anterior, en las comunidades con tradición mi
gratoria existe el estímulo a ella a través de los contactos personales con los
migrantes en sus retornos y en el establecimiento de las redes sociales.
En cuanto a los costos humanos para los migrantes jóvenes, la situación
indica que, en los primeros años, éstos son elevados cuando se es niño o dema
siado joven. Asimismo, esta situación se hace más compleja cuando recién se
ha casado y ha tenido que emigrar sin la esposa. Hay algunos casos de des
equilibrio emocional entre jóvenes migrantes que así lo indican, y aunque la
locura es un caso extremo, ella da cuenta de procesos que de alguna forma
indican una misma trayectoria por donde transita el migrante.
Durand (1994) da cuenta de haber encontrado a jóvenes que durante
la década de los noventa retornaron con trastornos mentales de Estados
Unidos. Existe un caso de un migrante zacatecano que perdió la razón
cuando estaba en Oakland y que su hermana lo hizo llevar a Los Ángeles
para cuidarlo. Ella recuerda que su hermano recibía cartas de su esposa que
por su contenido le hicieron un daño irreparable, hasta deteriorar su
salud. Probablemente también se debía a la soledad, ya que entonces los
migrantes de la comunidad de origen aún no tenían como destino la ciudad
de Oakland, como ahora lo tienen.
Cuadro 4
JEFES E HIJOS DE HOGARES MIGRANTES
Cuadro 5
JEFES E HIJOS DE HOGARES DE PRIMERA MIGRACIÓN
Costos económicos
Se reportó que 35.4 por ciento de los migrantes hijos abandonaron las acti
vidades productivas que desempeñaban antes de emigrar. Esta proporción
es menor en 9.1 puntos porcentuales respecto de los jefes migrantes, lo que
sugiere que la antigüedad en la carrera migratoria juega un papel decisivo
en esta característica (véase cuadro 6).
Cuadro 6
ABANDONO DE LAS ACTIVIDADES PRODUCTIVAS POR LA MIGRACIÓN
00-17 0 12 10 10 12
18-29 7 12 16 24 49
30-39 3 15 15 14 27
40-49 1 19 12 14 16
50 y más 1 11 13 13 15
Sumas 12 (12.1) 39 (39.4) 13 (13.1) 35 (35.4) 99 (100)
Fuente: Elaboración propia.
188 MIGUEL MOCTEZUMA L., ÓSCAR PÉREZ VEYNA
que Penélope es la imagen de la mujer fiel y abnegada que espera con estoi
cismo el retorno de su esposo.3
Dice la canción que un caminante dijo a Penélope: “Adiós, amor mío, no me llores, volveré
an
3
tes que de los sauces caigan las hojas…” Después de mucho esperar, la letra sigue: “Se marchitó
en
tu huerto hasta la última flor, no hay un sauce en la calle mayor
para Penélope”. Finalmente, el
amante vuelve, pero ya no es el mismo, ha cambiado tanto que Penélope no lo reconoce. Es
decir, el resultado termina siendo la pérdida de la integridad de la pareja (Joan Manuel Serrat,
“Penélope”). Si esta representación artística se generaliza para un determinado contexto, en
tonces podemos decir que, bajo esas condiciones, se disloca la seguridad humana.
192 MIGUEL MOCTEZUMA L., ÓSCAR PÉREZ VEYNA
Fuentes consultadas
Entrevistas
197
198 HENRY VELTMEYER
explorar depósitos minerales. Para 2010, las concesiones mineras significaron 221 millones de
hectáreas (Fernan, 2011). Estas concesiones han resultado en un enorme daño al ambiente y a
las formas de vida de las comunidades afectadas por tales operaciones.
202 HENRY VELTMEYER
El primer gran flujo de capital en América Latina arribó en los años setenta
pero en forma de préstamos avanzados por la banca internacional. Para li
berar a las fuerzas de “libertad económica” —flujo libre de capital—, los
agentes imperiales ubicados en Washington (bm, fmi y Departamento del
Tesoro estadounidense) impusieron un programa de reformas macroeconó
micas, aprovechando la coyuntura de la crisis de la deuda de estos países.
Tal programa incluyó reformas estructurales como privatización de empresas,
desregulación de mercados y liberalización comercial y financiera (Petras y
Veltmeyer, 2001; Veltmeyer y Petras, 2000). Lo anterior eliminó las barreras
al capital y promovió el flujo de ied a América Latina, lo cual se hizo eviden
te a finales de los noventa. El cuadro 1 ilustra algo de las dinámicas de este
flujo. A finales de 1970, el grueso del flujo era dominado por los préstamos
bancarios internacionales; no obstante, en 1980 América Latina vivió una
absoluta descapitalización en las economías más grandes de la región, pero
esto cambió en los noventa con un mayor flujo de capital global en forma
de ied.
El cuadro 1 también muestra una rápida expansión de ied al principio
de 1990, aunque esto se explica a partir de la venta de activos de las empre
sas paraestatales. Asimismo, ilustra otras dinámicas de la explotación im
perial, como es la salida masiva de capital extraído en la forma de pagos de
préstamos a bancos extranjeros, la repatriación de ganancia de ied y las ga
nancias de inversión de capital especulativo. Las operaciones de capital y
explotación de los recursos naturales resultaron, en 1990, en una transfe
rencia neta de 100 mil millones de dólares desde América Latina a los cen
tros de acumulación de capital. Esto no incluye el pillaje de recursos natura
les y tampoco la transferencia oculta de capital (industria maquiladora), el
Cuadro 1
FLUJOS FINANCIEROS DE LARGO PLAZO, 1985-2001
(En mil millones de US$)
Coop int’l 200.0 274.6 55.3 31.2 43.0 54.5 46.1 37.9 36.2
Privados 157.0 547.5 206.1 276.6 300.8 283.2 224.4 225.8 160.0
ied 76.0 268.5 106.8 130.8 172.5 178.3 184.4 166.7 168.2
ip 6.0 111.5 36.1 49.2 30.2 15.6 34.5 50.9 18.5
Otra 75.0 172.5 63.2 126.2 98.1 –10.7 25.5 8.2 –26.7
Flujos netos 357.0 822.5 261.4 307.8 343.8 337.7 270.5 263.7 196.2
Ganancia ied 66.0 96.5 26.5 30.0 31.8 35.2 40.3 45.4 55.3
Pagos de deuda 354.0 356.5 100.8 106.6 112.9 118.7 121.9 126.7 122.2
Saldo 420.0 453.0 227.3 136.6 144.7 153.9 162.2 172.1 177.5
Fuente: World Bank (2002).
204 HENRY VELTMEYER
acero (24 por ciento), cobre (21 por ciento), oro (18 por ciento), niquel (17 por ciento), zinc
(21 por ciento), bauxita y plata (27 por ciento) (Giarraca y Teubal, 2014). Del 2000 al 2004, el
206 HENRY VELTMEYER
petróleo representó 83.4 por ciento del total de las exportaciones venezolanas; el cobre, 45 por
ciento para Chile; el níquel, 33 por ciento para Cuba; y oro, cobre y zinc, 33 por ciento para
Perú. La extracción de petróleo, gas y minerales, junto con la producción agrícola, juega un
papel importante en las exportaciones de la región. De 2008 a 2009, las exportaciones de
materias primas representaron 38.8 por ciento del total en América Latina (Campodónico,
2008; cepal, 2010; unctad, 2007).
8
En Ecuador, por ejemplo, el presidente Correa, un economista entrenado en Estados
Unidos, anunció un plan para firmar tres contratos con empresas canadienses: Kinross,
International Minerals y iamgold. Dichos contratos ayudarán a diversificar la economía (para
no depender del petróleo y así ampliar la oferta económica). En 2012, Correa fue más lejos y
reconoció “la necesidad de la minería en una vida moderna”; además, denotó la intención de
su gobierno de deshacerse de las marchas organizadas por indígenas y de empujar hacia
delante la gran minería (Reuters, 23 de marzo de 2012).
No hay datos comprensivos sobre la ied en la industria extractiva (véase unctad, 2011:
9
book IV.1), lo que hace muy complicado comparar países y regiones. Por ejemplo, de acuerdo
con la unctad, sólo 22 países reportan datos sobre el origen de los fondos de ied en este sector,
y la participación de compañías trasnacionales no se refleja en las estadísticas oficiales. Además,
las fusiones y adquisiciones (unctad, 2011) llevan el flujo a países sede de las trasnacionales
pero donde poco o nada de los procesos extractivos toman lugar.
NUEVO EXTRACTIVISMO 207
Cuadro 2
FLUJO DE IED, PROMEDIOS ANUALES, POR SECTOR Y REGIÓN,
PAÍSES DESARROLLADOS (PD) Y SUBDESARROLLADOS (PSD), 1990-2009
(Mil millones de dólares)
1990 2009
pd psd pd psd
El incremento del flujo de ied hacia América del Sur en el nuevo milenio en
condiciones de una reprimarización de las exportaciones (Cypher, 2010) fue
dinamizado por dos factores: los precios de materias primas, que permane
cieron altos en la mayor parte del periodo,10 y el crecimiento económico
sólido de América del Sur, que fomentó la inversión en los mercados. De
hecho, la ied en el sector de la producción de recursos naturales, como una
proporción del total, está muy por encima de la manufactura.
Los cuatro países sudamericanos receptores de la ied que promueven la
explotación de los recursos naturales (Argentina, Brasil, Chile y Colombia)
representan 89 por ciento del total en la región sudamericana. Y la minería
fue, dentro del sector extractivo, la que absorbió el grueso de la ied. En 2009,
América Latina captó 26 por ciento de las inversiones globales en explora
ción mineral (Sena-Fobomade, 2011). Junto con la expansión de proyectos
de gas y petróleo, la explotación mineral constituye la principal fuente de
ingreso para la mayoría de los países en esta parte del mundo.
Al hacer un análisis de flujos de inversión extranjera en el total de Amé
rica Latina, nos damos cuenta de que Argentina, Brasil, Chile, Colombia y
México recibieron 80 por ciento del total de la ied, aunque Brasil fue recep
tor de la mayor parte. Los flujos de ied para este país alcanzaron un máximo
El índice para todas las mercancías de materias primas (commodities) pasó de 66 en 2002 a 160
10
en 2008, cuando las economías desarrolladas entraron en crisis (Cypher, 2013). De allí el índice
cayó a 115 en 2009 antes de recuperarse, llegando en 2011 a su punto más alto.
208 HENRY VELTMEYER
de 45 mil millones de dólares en 2008, 30 por ciento por encima del récord de
2007. México es el segundo receptor más importante de ied en la región, a
pesar del impacto de la crisis financiera de 2008, que resultó en una caída
en los flujos de ied de 20 por ciento. Mucho de esto es atribuible a la dismi
nución de la ied en el sector servicios y en el sector manufacturero, siendo
que los flujos de ied se expandieron en el sector extractivista, en particular en
la industria minera de Argentina, Chile y Colombia, y, en años recientes,
en Perú y México.
Hay un hecho que vale comentar: el grueso de la ied hacia América del
Sur se destinó al sector de la explotación de los recursos naturales; en con
traste, la ied que buscó eficiencia y oportunidades de mercado se concentró
en México y los países caribeños (unctad, 2007). El caso de Bolivia, cuyo
régimen aprobó una ley que popularizó la propiedad de los recursos na
turales y colocó al Estado al resguardo y control de la explotación de los
mismos, exportó hasta 90 por ciento en minerales propiedad del sector
privado, principalmente extranjero.11
No obstante, tanto en los países de Sudamérica, que supieron sacar pro
vecho de la creciente demanda por materias primas (fuentes de energía,
minerales, metales y productos agroalimenticios), como en México y los
países de Centroamérica, la extracción de recursos naturales y la gran mine
ría asumió un papel predominante en la estrategia de desarrollo nacional.
En todos los casos, menos Venezuela, esta estrategia dependía de atraer la
ied. Esto era presentado por el bm y las agencias de cooperación Internacio
nal como la fuerza motora en el esquema de “crecimiento inclusivo” (World
Bank, 2005).
Los gobiernos actuales, tanto posneoliberales (Argentina, Brasil, Bolivia,
Ecuador, Perú) como neoliberales (Colombia, México), han concesionado a
las empresas transnacionales extractivistas gran parte de su territorio nacio
nal para la exploración y la extracción de sus recursos. Los mismos gobiernos
no han dado importancia a los impactos negativos sobre comunidades lo
cales y, en la gran mayoría de los casos, a la mínima repartición del valor del
producto en la economía nacional. En los casos de México y Colombia estas
concesiones llegan hasta 23 por ciento y más de 40 por ciento del territorio
11
Empresas de Estado y capitalistas de España, Estados Unidos de América, Brasil,
Francia, Rusia, China, Japón, Corea del Sur y Canadá tienen un interés en explorar y explotar
los recursos minerales de los países; pero el presidente Morales ha revelado que ninguna de
éstas tiene interés en procesar las materias primas en Bolivia, y que dejan en claro que prefieren
exportarlos sin cambio alguno (Sena-Fobomade, 2011).
NUEVO EXTRACTIVISMO 209
nacional, con regalías e impuestos que no llegan a 2 por ciento del valor
exportado.12
En Argentina, Brasil, Chile y Perú no es muy diferente. Tampoco lo es
en Bolivia y Ecuador, cuyos gobiernos avanzaron una reforma constitucional
que asigna la propiedad de los recursos naturales, incluidos tierra y agua y
recursos de subsuelo, al pueblo. Independientemente de la orientación
del régimen político y económico, neoliberal, posneoliberal o con reformas
populares en la propiedad de los recursos, el resultado es el mismo: las na
ciones subdesarrolladas de América Latina reciben una parte insignificante
de las ganancias extraordinarias cosechadas por las transnacionales.
¿Cuál es la razón para que los Estados, independientemente de su
orientación política, tengan una relación con el capital extractivista que re
sulta, en el mejor de los casos, en un saqueo de recursos con poca recompen
sa para los dueños de los recursos? La respuesta es clara: coincidencia de
intereses económicos. Se busca incrementar las ganancias extraordinarias
por parte del capital extractivista trasnacional y obtener más recursos fisca
les para el Estado.
En América Latina, tradicionalmente el Estado ha tenido poca capacidad para crear una
12
Según un estudio de pnud (undp, 2011), para el periodo de 1995-2009 existía una corre
13
lación de 87 por ciento entre la tasa de crecimiento económica anual y el cambio en los precios
para las mercancías de materias primas, y “la volatilidad en los precios [común en este sector]
creció significativamente (175 por ciento) de una década (1990-2000) a otra (2000-2009).
El presidente Evo Morales, en el informe de su gestión de 2012, delineó el modelo que
14
Álvaro García Linera, comenzó la conmemoración del tercer aniversario del “Estado plu
rinacional” con un discurso que ratificó la tesis lanzada hace unos años, del capitalismo andino
amazónico, suplida por la propuesta del socialismo comunitario.
NUEVO EXTRACTIVISMO 211
del sector son paraestatales. Empero, ningún país de éstos llega a la escala
de nacionalización que tiene Venezuela. En este territorio la política de na
cionalización ha resultado en un grado de socialización de los medios de
producción y en un reparto más equitativo del producto social, además de
avanzar varios frentes en la lucha contra la pobreza.
El análisis de la política de desarrollo nacional en América Latina nos
permite constatar que en el “nuevo extractivismo” están en juego tres mode
los económicos.
El primer modelo se impulsó desde el Consenso de Washington (ahora
Consenso de Davos), en el cual la fuerza detrás del desarrollo (crecimiento
económico por acumulación de capital) era el libre mercado y la empresa
privada (principalmente transnacionales). Este modelo impulsa una agenda
para lograr un “crecimiento inclusivo” mediante transferencias de ied en
gran escala. La ied se orienta a la acumulación de tierra productiva (acapa
ramiento, como se conoce en los estudios agrarios críticos) y en la extracción
de los recursos de la tierra (World Bank, 2005, 2010, 2011).
La industria extractivista es el motor más confiable para el crecimiento
inclusivo, según este modelo, y la ied el mejor combustible y el sector pri
vado el mejor conductor para beneficiar a los países abundantes en recursos
naturales (Canada, House of Commons, 2012).16 Para impulsar las fuerzas
productivas del modelo de crecimiento inclusivo, los países con abundancia
en recursos naturales han construido un marco político e institucional pro
tagonizado por el sector privado, así como un foro internacional para con
certar una serie de políticas que faciliten el proceso.17
Sin duda reconocemos este proceso como imperialismo. Hablamos de
un proyecto con el objetivo único de hegemonizar el capital. Un imperialis
mo extractivista para ser preciso. El modelo, además, se nutre de las plata
formas neoliberales que ofrecen al capital certidumbre legal sobre la propie
dad privada y sus inversiones, libertad incondicional en sus operaciones
extractivistas (legitimada en el exterior e institucionalizada con la licencia
Esto tiene una relevancia especial para América Latina. De acuerdo con el bm (Weber-
16
Fahr, 2002), de todos los países en vía de desarrollo, “sólo la República Democrática del Congo,
Indonesia y Mongolia pueden competir con Brasil, Chile y Perú en poder cosechar beneficios
financieros de la explotación de sus riqueza y mineral” (Royalty debates revisit Latin American
States, Reuters, 30 de agosto de 2011, disponible en http://www.minesandcommunities.org).
17
El Foro (The Intergovernmental Forum on Mining, Minerals, Metals and Sustainable
Development, ifmmmsd), que funciona con el auspicio de las Naciones Unidas, incorpora a 45
países con una abundancia de recursos naturales. Incluye a Rusia, India y Surdáfrica, nueve paí
ses de América Latina y 23 de África, dos países de Asia y sólo dos países en el norte, incluido
Canadá, que domina la economía global del sector de la minería en la industria extractivista,
con más de 60 por ciento del capital invertido en el sector.
212 HENRY VELTMEYER
social que adquieren las empresas) y la garantía de poder repatriar sus utili
dades y ganancias. Este régimen tiene su mejor prototipo en México, donde
23 por ciento del territorio nacional está concesionado al capital extractivis
ta transnacional, mayormente canadiense, con amplia libertad económica y
garantía de mayores ingresos. La condición de ventaja para el capital tras
nacional extractivista en México se traduce en la tasa de impuestos y regalías
más baja de toda América Latina. Esto llama la atención dado que en esta
región el capital ha podido operar con impunidad y sin control.18
El segundo modelo se inspiró en el cpw, el cual tenía una agenda para
establecer un mejor balance entre mercado y Estado. El objetivo es regular
el capital y el sector privado para lograr un desarrollo más inclusivo y sus
tentable. El modelo fue diseñado por los teóricos del bm con la idea de tener
un “marco comprensivo para el desarrollo”. Este marco mantiene una polí
tica social focalizada en la pobreza y una estrategia orientada a la reducción
de la misma, lo que conocemos como el nuevo desarrollismo. El nuevo de
sarrollismo es uno de los dos pilares de los regímenes posneoliberales en
América Latina. El otro pilar es el extractivismo como plataforma y esquema
para que el capital avance. Tanto el primer modelo como el segundo reivin
dican el mismo interés de la clase burguesa trasnacional: avanzar el capital
indefinidamente.
El tercer modelo no está plasmado en la realidad con una morfología
definida —sólo existe como una visión e idea, quizá reflejada en los movi
mientos sociales—. Esto lo podemos reconocer como un “consenso radical”,
el cual busca no sólo ir más allá del neoliberalismo sino abandonar el sistema
capitalista por completo. Esto implica procurar un cambio o una transfor
mación social y no únicamente una reforma institucional. Hay varios ca
minos en este modelo e incluyen una reversión de la política de privatiza
ción —la nacionalización del patrimonio nacional y las empresas—, la socia
lización de la producción y el consumo, y la participación más justa y
equitativa del producto social. Hoy en día este modelo sirve de guía a la
política económica del gobierno de Venezuela y, hasta cierto punto, de Bo
livia y Ecuador. En estos últimos, sin embargo, hay una marcada circunscrip
El auditor federal de México, en su informe de febrero de 2012, explicó que “el monto
18
de los impuestos tasados [en México] son simbólicos y contrastan con el volumen de extracción de
los recursos minerales no renovables, puesto que el valor de éstos supera el de la concesión
que ha otorgado el Estado, de acuerdo con las cifras de 2005-2010. El valor de la extracción fue de
552 mil millones de pesos (46 mil millones de dólares) y los impuestos cobrados sumaron 6,500
millones de pesos (543.4 millones de dólares), algo así como 1.2 por ciento del primero
(Bárcenas, 2012).
NUEVO EXTRACTIVISMO 213
ción al capital, que obliga a los gobiernos de estos países a aceptar una
relación de dependencia difícil de disolver.19
Perú, por su parte, con Ollanta Humala en la presidencia ha pasado de
un régimen netamente neoliberal (Alan García) —al igual que el de Álvaro
Uribe en Colombia y de Miguel de la Madrid en México— a un régimen de
corte nacionalista y populista como en Bolivia y Ecuador. En su campaña
electoral, Humala prometió actuar para proteger a las comunidades de la
explotación y las operaciones nocivas del capital extractivista. Pero al llegar
al poder abandonó de inmediato a “los afectados” y tomó el lado del capital
(la inversión extranjera y las compañías mineras) con el objetivo de asegurar
más concesiones.
La prioridad del gobierno es impulsar el crecimiento económico del
país a cualquier costo, incluso mediante el apalancamiento del capital ex
tractivista. De hecho, Humala lo ha declarado públicamente, al igual que su
homólogo ecuatoriano Rafael Correa. En 2012 Correa instigó una acción
colectiva junto con los presidentes de Perú y Colombia en contra de los
“medioambientalistas radicales” y otros que se oponían a la industria extrac
tiva. La suerte y el futuro del país, explicó, depende de la explotación de su
patrimonio en condiciones aceptables y negociadas con las transnacionales
y los Estados detrás de ellas (Fraser, 2012).20
No importa si se trata de un régimen neoliberal, posneoliberal, protoso
cialista; todos se han disciplinado al extractivismo. Estos regímenes, ade
más, han aceptado implementar la práctica de “responsabilidad social”
mediante la simulación de consultas populares, estudios pseudocientíficos
de impactos ambientales y una política limitada de compensación. Todo a
favor del gran capital extractivista trasnacional.
Conclusión
omiso de las super ganancias de las transnacionales en el sector extractivista. Esto es un costo
inevitable, pero por lo menos el Estado debe exigir una mayor participación en estos ingresos
para tener mayores recursos fiscales, que el gobierno puede redistribuir. El problema con este
supuesto es que no existe una fundamentación empírico consistente. Por ejemplo, Cypher
(2010), con datos de cepal, muestra que la clase trabajadora en el sector popular no recibió
absolutamente nada del auge de exportaciones e ingresos fiscales en los años 2003-2009.
Correa en este contexto habló de la “minería buena” (lo que ayude al país y lo “necesario
20
modelo económico en los años ochenta mediante políticas que nutrieron las
fuerzas de libertad económica (capital, libre mercado, empresa privada).
Este modelo, no obstante, tuvo que enfrentar condiciones y fuerzas de resis
tencia, pero logró implementar varios mecanismos para hacer avanzar el
desarrollo capitalista. Un nuevo consenso para ello se concertó en torno a
tres pilares: 1) una política económica y social focalizada en la reducción de
la pobreza y encaminada a un desarrollo más inclusivo y sostenible, 2) un
Estado abierto y amistoso con el capital, pero interactivo para promover
un desarrollo inclusivo, 3) un nuevo extractivismo, que implica impulsar la
ied para comercializar los recursos naturales y su exportación, aprovechan
do las condiciones favorables en el mercado mundial (alta demanda y altos
precios).
En la experiencia de los gobiernos nacionales de América Latina y ante
los vaivenes de la industria extractiva, podemos identificar elementos de tres
modelos. Uno tiene su base en el Estado y la política neoliberal —el Con
senso de Washington y las políticas capitalistas de libre mercado—. Este
modelo tiene pocos partidarios (México, Colombia) y aparentemente pocas
perspectivas futuras. El segundo se encuentra al otro extremo del espectro
político. Es un proyecto que diseña al socialismo del siglo xxi mediante la
reposición de privatizaciones, la socialización de la producción, el activismo
del Estado y el mayor aseguramiento de los frutos de la industria extractivista.
Este modelo es guía del Estado Bolivariano de Venezuela bajo el liderazgo
de Hugo Chávez.
Las contradicciones, tensiones y obstáculos en el proceso de desarrollo
vinculado a los recursos naturales es un proceso amplio que no se exploró
exhaustivamente en estas páginas (pero véase a Gaudichad, 2012). La polí
tica que combina la nacionalización con un desarrollo comunitario tiene eco
en la experiencia venezolana, pero al parecer en ningún otro país. El go
bierno de Bolivia mantiene un proyecto que está en proceso de construir
una plataforma de características similares. Vale señalar que hay pocas ex
pectativas de éxito, pues se encuentra demasiado subsumido al capital, lo
que lo obliga a depender de la ied a fin de explotar sus recursos naturales
para posteriormente tratar de negociar en condiciones desfavorables.
El modelo con más tolerancia y aceptación es el del Estado posneolibe
ral, pero también hay avances de los regímenes neoliberales pragmáticos en
Sudamérica —principalmente en Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay,
Bolivia, Perú y Ecuador—. Lo irónico y la gran paradoja es que la clase política
de centro-izquierda es el agente más eficaz del capital extractivista en
NUEVO EXTRACTIVISMO 215
Fuentes consultadas
Introducción
219
220 DARCY TETREAULT
Sonora. Para finales del siglo, se calcula que había 1,846 grandes minas a cielo abierto en el
país (Jiménez et al., 2006).
LOS CONFLICTOS SOCIOAMBIENTALES 223
hacia las zonas relativamente aisladas que estos grupos han ocupado desde
la Conquista, las llamadas “regiones de refugio” (Aguirre, 1991). Es en estas
comunidades donde han sido más fuertes los movimientos de resistencia
locales, y a su vez donde la represión ha sido más brutal.
Reformas neoliberales
en el sector minero mexicano
Durante siglos, los extranjeros han explotado los minerales mexicanos: pri
mero los españoles, luego —después de la Independencia— el capital in
glés, el francés y especialmente el estadounidense. Esta tendencia se aceleró
durante la dictadura de Porfirio Díaz (1877-1911), cuando se abrió el sector
minero y otros sectores a la inversión y saqueo extranjeros. En la víspera de
la Revolución, operaban en el país más de mil empresas mineras, casi 70 por
ciento de las cuales eran estadounidenses (Urías, 1980).
La Constitución de 1917, considerada como una de las más progresistas
de su época, incluía medidas diseñadas para establecer el control nacional
sobre el sector minero. El artículo 27 de la Constitución declaró que las re
servas mineras pertenecían a la nación y que sólo podían ser explotadas por
mexicanos (individuos o empresas) a través de concesiones otorgadas por el
gobierno federal. En el mismo espíritu, se aprobó la Ley de Industrias Mi
neras en 1926, con el objetivo de aumentar para el Estado una mayor pro
porción de la plusvalía generada en este sector. Estas medidas, sin embargo,
enfrentaron una oposición fuerte, así como la evasión de impuestos por
parte de las empresas mineras extranjeras y, al final de cuentas, resultaron
inútiles. Para 1930, al principio de la Gran Depresión, se realizaron modifi
caciones a la ley minera mexicana para dar gusto al capital extranjero, que
controlaba 85 por ciento de las minas del país (Sariego et al., 1988).
No fue sino hasta 1961 cuando en realidad se restringió el dominio ex
tranjero del sector minero a través de la proclamación de la Ley de Mexica
nización de la Minería. El propósito de esta ley era imponer control federal
sobre el sector y proporcionar al capital nacional acceso privilegiado a las
reservas mineras. Su cláusula más importante declaró que todas las empre
sas mineras que operaban en México tenían que tener por lo menos 51 por
ciento de capital mexicano. También limitaba el periodo de las concesiones
a 25 años. De esta manera, para finales de la década de los setenta, el capital
extranjero sólo representaba 36.7 por ciento de las inversiones mineras.
Lo restante provenía de capital mexicano privado (48.2 por ciento) y del
sector público (15.1 por ciento) (Sariego et al., 1988). Vale la pena mencio
LOS CONFLICTOS SOCIOAMBIENTALES 225
nar que fue durante este periodo cuando se establecieron las tres grandes
empresas mineras mexicanas arriba mencionadas.
En 1975, se realizaron nuevas modificaciones a la ley minera para pro
mover mayor participación del Estado en el sector. De esta manera, para
1983 empresas públicas controlaban cerca de 40 por ciento de la producción
minera en el país (Delgado y Del Pozo, 2002). Esto fue la culminación del
“proceso de mexicanización”. Los principales beneficiarios eran un puñado
de empresarios y banqueros mexicanos adinerados, capaces de lograr el
control estratégico de las reservas y de la infraestructura mineras, ya sea
directamente o al manejar préstamos para empresas públicas altamente
endeudadas (Delgado y Del Pozo, 2002).
La crisis de la deuda de 1982 marcó un cambio decisivo, de una estrate
gia de desarrollo nacional de industrialización por sustitución de importacio
nes, con una fuerte intervención del Estado en la economía, a una estrategia
neoliberal de desarrollo orientado al mercado, con base en los principios de
libre comercio, privatización y desregulación. Delgado y Del Pozo (2002)
identifican dos fases durante esta transición, mismas que ayudaron a forta
lecer y consolidar la posición de las empresas mineras mexicanas de gran
escala, antes de que se abriera el sector a la inversión extranjera directa. La
primera, de 1982 a 1988, es caracterizada por la implementación de incen
tivos y exenciones fiscales (que aún siguen vigentes); y la segunda, de 1988
a 1996, cuando son vendidas las reservas minerales y empresas mineras
públicas, con poca transparencia y a precios muy por debajo de su valor de
mercado.
La liberalización del sector minero empezó en 1990, con la promulga
ción de una nueva ley minera que permitía mayor participación extranjera
en la exploración y explotación de los minerales. En 1992, se realizaron más
modificaciones para permitir 100 por ciento de propiedad extranjera bajo
el disfraz de “sociedades mexicanas”, las cuales podían y todavía pueden
realizarse al cumplir con el requisito simple de tener una dirección postal
en territorio mexicano. Al mismo tiempo, se extendieron los periodos de las
concesiones de 25 a 50 años y se redujeron considerablemente los impues
tos en el sector minero para atraer ied. Estos cambios, sin embargo, no te
nían tanta fuerza hasta que fueron complementados por la Ley de Inversión
Extranjera en 1996, la cual dejaba la puerta completamente abierta a la in
versión extranjera, dando a las empresas foráneas todos los derechos y pri
vilegios que gozaban sus contrapartes mexicanas. Finalmente, en 1999, se
realizaron algunas modificaciones a la ley minera para poder simplificar los
procedimientos administrativos.
226 DARCY TETREAULT
mico/2010_0809_a.pdf
La Dirección General de Minas es una dependencia de la se cuya razón de ser es proporcio
3
mineras, el gobierno federal del pan lanzó un ataque a gran escala contra el
Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros. El líder del sindicato, Napo
león Gómez, tuvo que huir del país en 2006 para evitar ser arrestado por
cargos a todas luces falsos de lavado de dinero. Irónicamente, ha buscado
asilo político en Canadá, mientras espera decisiones jurídicas sobre su caso.
Para mediados de 2012, todas las órdenes de aprehensión en su contra ha
bían sido canceladas.
Durante su ausencia, el 6 de junio de 2010 huelguistas en la mina de
cobre en Cananea, Sonora, fueron desalojados de manera brutal. El dueño
nominal de esta mina es Germán Larrea, director ejecutivo de Grupo México.
Cananea es importante simbólicamente, no sólo porque es allí donde se han
delineado las últimas líneas de batalla entre trabajadores sindicalizados y el
capital minero, sino también porque es el lugar donde se llevó a cabo una
de las primeras grandes huelgas en la historia de México. En 1906, salieron
a huelga más de dos mil mineros que trabajaban para la Cananea Consoli
dated Copper Company, de capital estadounidense, para demandar salarios
más altos. Ellos también fueron reprimidos con violencia, con consecuencias
mucho más sangrientas que el desalojo reciente, aumentando las tensiones
entre clases sociales en los años previos a la Revolución de 1910.
El panorama de la resistencia
Mientras los conflictos laborales en el sector minero tienen una historia larga
en México, son relativamente nuevos los conflictos socioambientales que se
dan en torno a la defensa del territorio y los medios de vida rurales. Si bien
existen muchos antecedentes,4 éstos han proliferado en las últimas dos déca
das bajo las condiciones estructurales esbozadas arriba, que dan a las em
presas mineras privadas el poder de saquear los recursos minerales del país
a un ritmo sin precedentes. Estas empresas emplean tecnologías de van
Por supuesto, existen muchos antecedentes históricos que guardan alguna similitud con
4
Véase Garibay (2010) para un análisis detallado de las tácticas empleadas por parte de las
5
Tal como han sugerido varios autores (Garibay, 2010; Gordon y Webber, 2008;
Navarro y Pineda, 2009), las prácticas mineras en México y en otras partes
de América Latina tipifican lo que David Harvey llama “acumulación por des
posesión”. Desde esta perspectiva, el trasfondo estructural de los conflictos
descritos anteriormente emana de las políticas neoliberales que dan acceso
236 DARCY TETREAULT
lismo posmaterialista del norte, tipificado por grandes ong como World
Wildlife Fund, Sierra Club y Friends of the Earth, cuyas preocupaciones es
tán en gran medida centradas en la conservación de especies exóticas y la
naturaleza prístina, así como por temas globales como el cambio climático y
la pérdida de la biodiversidad.
El ecologismo de los pobres se manifiesta en luchas por el acceso a re
cursos naturales, prototípicamente entre productores de subsistencia o de
pequeña escala y empresas de gran escala, respaldados por el Estado. Bus
can conservar el medio ambiente, no tanto por motivos estéticos o por pre
ocupaciones por la supervivencia de otras especies, sino como medio para
proteger su sustento. Los ejemplos clásicos de estas luchas incluyen el movi
miento Chipko en India y el movimiento de los seringueiros de Brasil. Co
mo señala Martínez Alier, la historia está llena de ejemplos semejantes. Más
aún, estas luchas parecen estar en aumento en la época actual. Cuando
menos, éste es el caso en México.
Ciertas facciones de la resistencia a la imposición de los proyectos mine
ros, igual como otras expresiones del ecologismo de los pobres, “tratan de
sacar los recursos naturales de la esfera económica, del sistema de mercado
generalizado, de la racionalidad mercantil, de la valoración crematística
(reducción del valor a costos y beneficios monetarios) para mantenerlos o
devolverlos a la oikonomia (en el sentido con que Aristóteles usó la palabra,
parecido a ecología humana, opuesto a crematística)” (Martínez, 2009).
En esencia, esto es lo que Karl Polanyi definió como “la economía moral”,
en la cual los factores económicos están incrustados en un conjunto comple
jo de consideraciones sociales, ambientales, éticas y espirituales.
Se destaca en movimientos de resistencia dirigidos por grupos indíge
nas, como en el caso de Wirikuta. En éste y en otros conflictos, la lógica capi
talista de minimizar costos y maximizar ganancias es inconmensurable con
la valoración de los grupos afectados. Aquí yace la dimensión cultural de los
conflictos socioambientales, recalcada por el antropólogo colombiano Arturo
Escobar, quien argumenta en forma convincente que “las luchas por la dife
rencia cultural, identidades étnicas y autonomía local sobre el territorio y los
recursos están contribuyendo a redefinir la agenda del conflicto ambiental
más allá de los campos económico y social” (Escobar, 2006: 9).
Mientras los significados culturales contrastantes asignados a la natura
leza son más prominentes en conflictos que involucran a grupos indígenas,
en ningún sentido se limitan a estos. En el caso de Peñasquito, por ejemplo,
Panico y Garibay (2010) apuntan hacia paradigmas ambientales divergentes:
el de los campesinos mestizos de Mazapil, con énfasis en el enraizamiento
social, económico y cultural de la comunidad a la tierra; el otro, expuesto
LOS CONFLICTOS SOCIOAMBIENTALES 239
Fuentes consultadas
Introducción
245
246 ÉDGAR ZÁYAGO LAU
Cuadro 1
TRIÁNGULO DE SABATO Y TRIPLE HÉLICE
Tratado de Libre Comercio con América del Norte (tlcan) dieron fin al
modelo isi. Cambios normativos acompañaron esta visión. En 1991, se im
plementó la Ley de Fomento y Protección de la Propiedad Industrial para
proteger procesos, productos y desarrollos de empresas nacionales y extran
jeras en territorio nacional y se creó el Programa de Ciencia y Moderniza
ción Tecnológica para coadyuvar en la generación de actividades tecnológi
cas y promover la competitividad de las empresas privadas.
En 1994, México entró a la ocde y solicitó a dicho organismo una evalua
ción sobre el sistema científico-tecnológico. Dicha organización recomendó
varias acciones para crear una industria tecnológicamente competitiva, entre
ellas la creación de una institución que controlara toda la cyt, elaboración
de su política vinculada a las demandas de la empresa, búsqueda de finan
ciamiento externo y reestructuración del Conacyt (ocde, 1994).
Para acomodar la política de cyt a las recomendaciones de la ocde, en
1997 México solicitó 700 millones de dólares al bm. Estos fondos fueron
utilizados para financiar la investigación científica y tecnológica, vincular la
universidad con la empresa, reestructurar los centros públicos de investiga
ción y mejorar la tecnología del sector privado (bm, 1998). Durante el man
dato presidencial de Vicente Fox (2000-2006), las demás recomendaciones
normativas de la ocde fueron cumplidas, excepto lo que tiene que ver con el
financiamiento público a la iyd, que no ha alcanzado todavía 0.5 por ciento,
aun cuando ésta sea al menos uno por ciento del Producto Interno Bruto (pib).
El papel del tlcan fue importante en el cambio del modelo de cyt
mexicano. En este acuerdo comercial no existe un criterio específico sobre
cyt, pero sí sobre la inversión y la transferencia de tecnología. En materia
de inversiones, por ejemplo, el acuerdo impide establecer cualquier tipo de
requisito de desempeño (performance requirements) a las inversiones de los
otros países (Davis, 1994). La empresa extranjera puede instalarse en el país
sin tener un requisito tecnológico mínimo, una obligación para capacitar
mano de obra o un compromiso de transferencia tecnológica. De hecho,
cabe la posibilidad de que empresas se instalen en el país receptor sin contar
con el mayor avance tecnológico del momento, yendo en contra de la idea
de la apertura como mejora de la productividad.
Este tipo de apertura incondicional es impulsado, generalmente, por
los países tecnológicamente más avanzados, pues consideran que no se verán
afectados por la competencia, dado que éstos son principales inversores en el
extranjero (Dunning y Lundan, 2008). Difícilmente un país subdesarrollado
puede beneficiarse de acuerdos de esta naturaleza; sin embargo, México pacta
este tipo de política y acuerdos sin tener un control gubernamental, ya que
254 ÉDGAR ZÁYAGO LAU
En noviembre de 2012 se organizó una reunión que publicó el documento Lineamientos para
2
regulaciones sobre nts para impulsar la competitividad y proteger el medio ambiente, la salud y la seguri-
dad de los consumidores. En él se marca un avance en materia regulatoria, particularmente sobre
el impacto que las nanopartículas puedan tener en la salud y el medio ambiente. No obstante,
su lógica sinérgica mantiene como meta el incremento de la competitividad. Una meta que, en
muchos casos, difícilmente converge con un bienestar social mejorado de la mayoría.
Esta sección es un resumen actualizado de Zayago (2011).
3
PERTINENCIA SOCIAL DE LA NANOTECNOLOGÍA EN MÉXICO 257
Gráfica 1
EMPRESAS HACIENDO IYD EN NT EN CNNI (JUNIO, 2012)
Automóviles
Alimentos y bebidas
Construcción 10%
7%
14%
Electrónicos
10% Acero y metal
10%
Línea blanca
7%
Textiles
4%
Químicos
Materiales dentales Hule y plástico 17%
4% 17%
Conclusiones
Fuentes consultadas
Presentación
Guadalupe Margarita González Hernández............................................................ 5
Expoliación de la vida:
sometimiento del trabajo y violencia letal
Humberto Márquez Covarrubias......................................................................... 35
Nuevo extractivismo:
¿modelo para América Latina
o imperialismo del siglo xxi?
Henry Veltmeyer............................................................................................ 197
Pertinencia social
de la nanotecnología en México
Édgar Záyago Lau......................................................................................... 245
Senderos de la insustentabilidad. Degradación humana y ambiental
en el capitalismo neoliberal se terminó en la Ciudad de México
durante el mes de febrero del año 2014. La edición impresa
sobre papel de fabricación ecológica con bulk a
80 gramos, estuvo al cuidado de la
oficina litotipográfica de la
casa editora.
ISBN 607-401-826-X
sociología
Universidad Universidad
Autónoma de Autónoma de
Zacatecas Zacatecas