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INTRODUCCIÓN:
Bendita gracia del Señor amadas hermanas, que nos sostendrá en cada
una de las etapas que nos ha colocado, porque así ha sido su perfecta voluntad.
En este escrito mi propósito es mostrar los privilegios que tenemos las mujeres
solteras, de modo que no rechacemos este maravilloso regalo, sino que lo
abracemos hasta el momento que el Señor tenga planeado.
Mostraré cuatro privilegios que 1ra Corintios 7: 24-38 nos muestra. Comenzamos:
de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la
casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.
El apóstol Pablo usa la palabra cuidado, que podemos traducirlo con la palabra
interés. Uno de los privilegios en la soltería es que tus intereses no están
divididos. El único interés de la mujer soltera es agradar a su Señor “La doncella
tiene cuidado de las cosas del Señor […]”. En cambio la mujer casada aparte de
querer agradar a su Señor, también desea agradar a su esposo.
Este segundo punto va muy de la mano con el anterior. Sin embargo quiero hacer
notar como las mujeres somos privilegiadas principalmente con el tiempo cuando
estamos solteras, que cuando estamos casadas. El matrimonio no solo demanda
tiempo para estar con tu esposo e hijos, sino que también demanda tiempo para el
cuidado de la casa, la preparación de los alimentos, el emprendimiento de nuevos
negocios y más. En la soltería disponemos de tiempo suficiente para crecer en
nuestra relación con Cristo, no porque no hagamos nada de esto, sino porque
personas no dependen directamente de nosotros. Mientras la mujer soltera puede
tener un tiempo de lectura de la Biblia, realizar apuntes, consultar un comentario
bíblico para comprender mejor el texto que leyó y terminar orando. La mujer
casada abre su Biblia rápidamente, lee una porción de la Escritura y necesita
volver a la cocina, porque el desayuno debe estar preparado. Mientras la mujer
soltera dispone de tiempo y un lugar adecuado para leer un libro, practicar un
instrumento u orar porciones de la Biblia. La mujer casada debe atender a las
llamadas de esa pequeña personita que necesita de su ayuda ¡mamá tengo
hambre! ¡Mamá ayúdame con esto! Etc.
Pablo dice: […] El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de
cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del
mundo, de cómo agradar a su mujer. (1 Co. 32-33).
Charo Washer escribió “estar soltera tiene un encanto propio que debe ser
disfrutado en su tiempo porque una vez que pasa, no hay vuelta atrás”. Amadas
hermanas saquemos provecho de este tiempo de soltería, no vivamos frustradas
esperando el matrimonio, Dios ya nos ha otorgado un regalo y debemos
disfrutarlo.
El hecho de estar casada, te lleva a convivir día a día con un cónyuge que
no es perfecto (al igual que tú) y esto traerá diversas congojas a nuestra vida. La
soltería en cambio tendrá también tiempos difíciles, pero disminuyen por el hecho
de no convivir día a día con alguien de una manera tan cercana.
AZDJ