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GDH MOVE – La carrera

TEMA: LA REALIDAD DEL REINO

Según Mateo, el reino tiene tres aspectos principales: la apariencia del reino, la realidad
del reino y la manifestación del reino.

Estos 3 aspectos son tiempos cronológicos, pero también son dispensaciones


espirituales.

a) Tiempo cronológico:
-Apariencia del reino: desde Adán hasta Jesús de Nazareth
-Realidad del reino: Desde la resurrección de Cristo hasta su segunda venida
-Manifestación del reino: A partir de las bodas del Cordero

b) Dispensación o estado espiritual:


-Apariencia del reino: Es el estado en que viven las personas que tienen afinidad por Dios
y la iglesia pero que no han nacido de nuevo o no han dejado atrás su antigua vida.
-Realidad del reino: Es el estado en que viven las personas regeneradas por el
Espíritu Santo. Son los cristianos que vencen.
-Manifestación del reino: Los más que vencedores seremos glorificados cuerpo, alma y
espíritu para gobernar con Cristo y estar para siempre con él.

Como atletas es necesario reconocer en qué momento de la carrera estamos corriendo.


Ahora estamos corriendo el último tramo de la realidad del reino para pronto vivir la
manifestación gloriosa del reino.

Como ejemplo de la apariencia tenemos el trigo y la cizaña.


La realidad en cambio es la Vida misma de Cristo expresada en nosotros.

La realidad del Reino de los cielos

Como se decía anteriormente, la realidad del reino de los cielos se manifiesta en los hijos
de Dios que han dejado el estado de apariencia y lo vencen de forma diaria y definitiva.
Estas personas pueden manifestar en sus vidas el carácter de Cristo. El carácter no
puede ser imitado o copiado, ya que muestra naturalmente la naturaleza que les
gobierna. Carácter es la expresión natural de Cristo en nuestras vidas.

La carrera que corremos no se corre con normas o reglas humanas, sino con normas
divinas que solo los que viven en la realidad del reino pueden cumplir.
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'Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.


Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los
mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio
corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la
justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi
causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así
persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. '
S. Mateo 5:3-12 RVR60

¿Qué características debe tener el atleta para evidenciar que corre desde la realidad del
reino y no desde la apariencia?

1- Ser pobres de espíritu:


En aspectos espirituales, el espíritu es para el hombre lo que las piernas son para el
atleta: imprescindibles.
Ser pobres en espíritu significa vaciar nuestro espíritu de todo lo que no sea Dios mismo.
No debemos tener un espíritu pobre, sino ser pobres en espíritu. Esto significa que en
nuestro espíritu no tenemos nada excepto a Dios.
Para ser pobres en espíritu nuestro espíritu tiene que haber sido vaciado, no guardando
ninguna clase de conocimiento, tradición, formalismo, religión o cualquier otra cosa que
no sea Dios mismo en nuestro espíritu.
En Filipenses 3 Pablo dijo que él consideraba que todos sus logros y conocimientos
adquiridos previamente eran estiércol o basura. Él estimaba todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, su Señor. Nosotros también
debemos ser vaciados y ser pobres en espíritu por amor a Cristo.

2- Llorar
Si somos pobres en espíritu, lloraremos. Nos sentiremos tristes y apenados por la
situación miserable que impera entre el pueblo de Dios e incluso por la condición en que
nosotros mismos nos encontramos.
Tenemos que llorar con respecto a nosotros mismos, a nuestra sociedad y al
cristianismo actual.
Si uno fija su mirada en el Señor y en la iglesia, realmente veremos cosas maravillosas.
Pero fuera de la iglesia, en el cristianismo religioso existe tanta pobreza, tanta orfandad
y miedo. Así que tenemos que llorar llenos de compasión..
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3- Ser mansos
Ser manso no solamente significa ser humilde, sino también estar dispuesto a sufrir y a
perder algo. Si estamos dispuestos a sufrir y a perder algo, recibiremos una recompensa:
heredaremos la tierra. Cuando venga la manifestación del reino, algunos heredarán la
tierra. Según Lucas 19, algunos heredarán diez ciudades y otros cinco.

4- Tener hambre y sed de justicia


Tenemos que estar ansiosos y anhelantes de ser justos tanto delante de Dios como
delante de los hombres. En nuestro espíritu y en nuestro corazón, en nuestro ser interior,
tenemos que ser rectos con Dios y rectos con los demás según Dios.

5- Ser misericordiosos
Ser rectos o buscar y tener hambre de justicia tiene que ver con nosotros mismos. Pero
ser misericordiosos equivale a ser benévolos con los demás.
Si mostramos misericordia con otros, recibiremos misericordia de parte de Dios. Pero si
somos estrictos con los demás, Dios también será estricto con nosotros. Tenemos que
aprender a ser estrictos con nosotros mismos pero benevolentes con los demás.

6- Ser puros de corazón


Nuestros motivos, intenciones, deseos y propósitos tienen que nacer de un corazón puro.
Tener un corazón puro significa tener un corazón sencillo, que no busca ninguna otra
cosa aparte de nuestro Señor.
Estas 6 características o condiciones comienzan con nuestro espíritu y terminan con
nuestro corazón. Debemos pedir al Señor que nos conceda el espíritu apropiado y el
corazón apropiado; de otro modo, jamás podremos tener la vida apropiada del reino.

7- Ser pacificadores
Cuando nos encontremos con nuestro interior viviendo todas las características
anteriores, espontáneamente brotará algo que se manifestará en nuestra vida externa.
Lo primero que se manifestará será que haremos la paz. Seremos pacificadores y
seremos llamados hijos de Dios. Esto es debido a que el Hijo de Dios, Jesucristo, es Aquel
que hace la paz. Él es el verdadero Pacificador, y nosotros somos los hijos de Dios.

8- Perseguidos por causa de la justicia


Si uno se ejercita en ser justo para con Dios y justo para con los demás según Dios, será
perseguido. Los demás no lo apreciarán, sino que más bien le perseguirán. Usted sufrirá
por buscar la justicia.

9-Perseguidos por causa de Cristo


La gente será dura con ustedes y dirá toda clase de mal contra ustedes por causa de
Cristo. Esto es padecer por causa de Jesucristo. Es posible que debido a que tomaron el
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camino del Señor algunos de sus parientes y amigos hayan hablado mal en contra de
ustedes. Aun si ellos no saben nada malo con respecto a ustedes, es posible que hayan
inventado cosas y se hablará mal de ti. Pero el Señor Jesús dijo que cuando esto
sucediera, debíamos regocijarnos porque nuestra recompensa en los cielos sería grande.

La influencia que los hijos de Dios ejercen sobre el mundo


Si poseemos el carácter de Cristo, tendremos influencia sobre el mundo. El Señor Jesús
dijo que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. La tierra está podrida y corrompida,
y el mundo está en tinieblas. Hoy en día la tierra está corrompida por lo cual es
necesario echarle sal. La sal matará la corrupción de la tierra.
El mundo, la sociedad humana, está llena de tinieblas, pero nosotros estamos aquí como
la luz del mundo a fin de iluminarlo y eliminar las tinieblas. Sin embargo, es necesario
que tengamos el carácter apropiado que nos llevará a ser sal y luz; de otro modo,
formaremos parte de la tierra corrompida y del mundo entenebrecido. Nosotros mismos
seremos corrupción y tinieblas en lugar de ser sal y luz. Esta es la condición que tienen
las personas que viven en la apariencia del reino: una sal que no sala y una luz que se
esconde y no alumbra.
Creemos que el Señor hará que vivamos desde la realidad del reino en donde tendremos
el carácter de Cristo y seremos sal y luz, para disfrutar muy pronto de la manifestación.

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