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1) La investigación seleccionada aborda un homicidio ocurrido en la ciudad de Río

Gallegos. Una travesti salteña que vivía de la prostitución vip fue asesinada
violentamente y su cráneo fue hallado en la ría.

A partir de allí se indaga sobre los vínculos del poder con el caso, ya que los
acusados utilizaron contactos políticos para encubrir el asesinato.

Asimismo, se investiga sobre el rol del Estado Municipal en la falta de regulación de


la nocturnidad en general, y del uso de espacios privados y públicos para la explotación
sexual e ilegal de personas.

ABSTRACT

UN CRIMEN DE ODIO EN LA CIUDAD DEL PODER.


El 6 de septiembre de 2015 asesinaron a Marcela Chocobar, una travesti salteña que vivía
en Rio gallegos. Se la llevaron en un Renault 9 rojo, Oscar Biott y su amigo Angel Azzolini,
se descubrió el ADN de Biott en el cuello del saquito negro de Marcela Chocobar. Los
primeros meses a Natalia Avalos, la abogada de la familia, todas las hipótesis se le caían de
las manos, se pensó en un cliente, en una venganza.
El auto en el cual había sido trasladada Marcela, fue puesto en venta, el chico que lo
compro escucho un comentario de ella y decidió ponerse en contacto con la policía. Esta
intervino el teléfono de Azzolini, el auto fue secuestrado y se comenzaron las pericias. No
se encontró ningún rastro de Marcela en los asientos. Las escuchas llevaron de Azzolini a
Biot, el escalador de montañas, estos compartían una campaña, pertenece a un predio de la
empresa de construcciones Kank & Costilla, conocida en Río Gallegos porque es propiedad
de Martín Báez, hijo de Lázaro Báez.
Marcela llego a Rio Gallegos y empezó a trabajar cuidando a sus sobrinos, pero pronto
encontró empleo en un cabaret “Cassandra”, pero sus hermanas trabajan empresas de
limpieza que daban servicios al Estado provincial y le consiguieron un trabajo de portera, al
cual iba vestido de varón. Aparece Guiliana, una amiga, empleada municipal ella no se
prostituye, decía que veía mal a Marcela trabajando en Cassandra.
A un intendente se le ocurrió ordenar el cierre de los boliches a las seis de la mañana. Los
que la querían seguir -tiempo sobra- se mandaban a los cabarets que oficiaban de after
hours.
En la escuela Eduardo masculino pasó al menos definido “Choco”, “La Choco”, que fue el
inicio de una transformación sostenida, imparable. Al mismo tiempo peleaba por terminar la
escuela primaria: cursaba el séptimo, octavo y noveno en el nocturno de la misma escuela.
Mónica Enríquez, una señora dulce y elegante que decidió terminar el colegio después de
jubilarse la recuerda. Se hicieron amigas sin darse cuenta, entre mates y bizcochitos. A ella
le contaba su sueño de cambiarse el cuerpo, y sobre las hormonas femeninas que tomaba
desde que conoció a Delfina, la maestra de la escuela. Monica presenció el afinamiento de
los rasgos, de la voz, el fortalecimiento de las uñas, del pelo, la falta de bello, el cuerpo de
varón retrocediendo ante la aparición de su nueva identidad. Un día le dijo su nombre
nuevo. Marcela, Marcela Estefanía Chocobar. Entonces, ante la ley de identidad de género
soñó con el documento, Delfina la ayudo, era la guía que necesitaba. Tenía una compinche
que la incitaba a la libertad y a la autonomía. Al poco tiempo se mudó con ella.
Gabriela, su hermana, soño que su hermana la iba a despedir, las Chocobar no pueden
evitar la creencia, la lectura de las señales que les marcan el camino suele rezarle a su
hermana muerta. Después de un año Gabriela sostiene ese lazo invisible con su hermana
en las oraciones a la virgen, en los sueños, en las consultas que la familia cada tanto le
hace a una bruja. La mujer les ha dicho que Marcela estuvo en una cabaña solitaria, que
estuvo en manos de un hombre, que quiso escapar pero no pudo. Y cada vez que el
fantasma de Marcela la estremece vuelve a cuestionarse.
“Tene cuidado. Si vos decís que son gente que se maneja con poder te pueden hacer
cualquier cosa”, le decía Gabriela.
Angel Azzolini es un chico malo, subía fotos a facebook que inquietaron a la jueza Rosana
Suárez y a sus investigadores. Los tenían en la mira a él, Oscar Biott y Adrián Fioramonti,
que no vivía con ellos pero solía sumarse a compartir cosas. Fioramonti fue detenido pero
liberado por falta de mérito ya que se comprobó que en la noche del crimen había estado
con su esposa, a Azzolini y Biott los procesaron por homicidio simple, les intervinieron los
teléfonos. “Che, no hay novedad del perro desaparecido”, una frase que alarmo a todos.
Lo que lo mantiene procesado por homicidio simple y por encubrimiento es su propia
declaración indagatoria. Angel Azzolini es la piedra basal de la acusación en el caso
Chocobar. Ni siquiera su propio defensor comprende por qué este pibe de barrio, golpeado
por la vida, un fumon más de Río Gallegos, se hundió en el pantano de los culpables sin
que nadie se lo pidiera. Pero lo hizo. Y por eso puede pasar los próximos 25 años preso.
Angel Biott no emitió declaración alguna, toda la historia fue contada por su cómplice Angel
Azollini, quien no asume haber asesinado ferozmente a La choco, si no que relata la
historia: Angel y Oscar levantaron a una mujer en una esquina (sin saber que era travesti),
en su auto rojo (Ángel Azollini), de allí tienen una conversación sobre la tarifa de Marcela y
se dirigen a la cabaña donde dejan a Angel el cual se acuesta a dormir, Marcela y Biott se
quedan juntos en el auto, antes de que se vayan Angel escucha una discusión a la cual no
le da importancia y se va a dormir ya muy borracho a esa hora de la madrugada.
Luego se despierta con un golpe de su amigo el cual vestía ropa ensangrentada, este
estaba en pánico y con los ojos llenos de lagrimas; - “—La verdad yo no sé cómo contarte
esto, no sé si lo maté o no, la llevé para un barrio, que había un terreno, que había un
montículo de tierra”.
Luego de esto, se produce una discusión en la cual Angel se compromete a ayudar y
encubrir lo que había pasado. Azzolini dice que desde el domingo y hasta el martes Biott lo
obligó a acompañarlo tres veces a dar vueltas por el barrio Bicentenario en busca del
cadáver de Marcela Chocobar, pero nunca vio nada.
La historia de un joven obligado a ayudar a un amigo a ocultar un cadáver que no
encuentran está más cerca de un guión bizarro que de un relato policial verosímil.

"Atroz crimen femicida bajo el mundo del poder"

Es una investigación policial, con enfoque cualitativo porque

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