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Todos observamos como los pesares pasan por el filtro de la edad.

Para algunos algo


minúsculo se siente como el mundo derrumbándose, entre tanto otros acumulan piedra tras
piedra y termina sintiéndose más ligero. Todos sabemos que las etapas de la vida tienen sus
peculiaridades, que el dolor no desaparece, solo cambia, como todo en esta existencia. Sin
embargo, ni al ser más consiente de la verdad le pasará menos lo que le haya de pesar, por
más transparente sea el lente con el que observamos al mundo y cuanta sean las
meditaciones que hagamos sobre este, el sentir siempre encuentra el modo de escapar de
aquello. Nos corroe, nos inunda, nos llena, nos apuñala o nos sana. Al niño con apenas uso
de razón, a la mujer envuelta de cuidados, al hombre sagaz e intrépido, al anciano lleno de
cicatrices, ninguno es la excepción a dicha emoción tan aguda, cuyas causas y gravedad
pueden variar de mil formas, pero ahí está.

Sé que tu mente brillante, la cual has forjado prodigiosamente, es capaz de ver tantas cosas.
Es ahora cuando debes forjar al corazón, endureciéndolo sin encerrarlo. Aún si quemaste una
etapa tediosa como lo es la adolescencia, aún cuando tu juventud fluye de forma distinta a la
del vulgo, el pesar de un dolor se hará presente y este sabrá atacarte por mucho que intentes
luchar y protegerte. Así mismo te levantarás regocijándote como nunca lo has hecho, pues
una vez sepas controlar a la bestia, habrás subido un peldaño en la vida, y te miraré orgullosa.

Quizá no entiendo a la soledad, ha sido mi acompañante durante la mayor parte de mi corta


existencia, pero no la he sabido apreciar pues me tiene saturada. Otros en cambio la buscan,
la atesoran y saben como usarla para sanar. No puedo decir si eres uno de ellos y yo deba
soltarte un tiempo. Incluso mi sufrimiento se calma tanto si soy capaz de ayudarte, pues,
paradójicamente, mi carga se aliviana cuando cargo con las de otra persona. Me siento más
fuerte y capaz de sobrellevar el peso del dolor cuando a si mismo puedo mitigar las dolencias
de a quienes amo. ¿Tal vez les hago más daño siendo así? Cuando más peso levanta uno más
se fortalece el músculo, el mío se alimenta mientras el resto depende de mi ayuda, es un
deseo muy egoísta en el fondo quizá. Si necesitas alejarte para reponerte, hazlo incluso si
debes darme la espalda o contradecir lo que digo. Porque, así como parezco la cura, soy más
un veneno. Pero seguiré aquí a pesar de todo.

La mujer tiene un límite para el peso, por eso sé que el hombre carga con algo inmenso tras
su espalda, su fortaleza del espíritu es mayor, tanto así como su dolencia en silencio. Mi
pureza está marchita y asesinada, tuve que optar por un camino similar al varón para poder
sobrevivir sin resentimientos. Tal vez por eso te entiendo, no sería capaz de rechazar tu
vulnerabilidad, no me atrevería a asquearme por tus lágrimas, no podría mostrar frialdad si
necesitas mi pecho para hundir tu rostro y desahogar tu miseria. Mi corazón se llenará de
calidez, pues son a su vez tus defectos lo que atesoro, porque es tu humanidad lo que nos
acerca. Eres fuerte y capaz, eres virtuoso y talentoso, vas un paso más allá del promedio, ese
rostro que muestras al mundo es tu mejor regalo hacia la vida y creación, del mismo modo mi
regalo hacia ti son mis brazos abiertos a cada momento, es lo menos que puedo hacer para
agradecer tu existencia.

Quieran los cielos que alguna vez nos veamos, me quedaré muda expresando mi cariño a
través del tacto, te prepararé mil regalos que puedan llenar tus días apreciándolos, abriré
paso a los lugares que me llenan de vida, esperando que puedan llenarte de vigor también.
Me dijiste una vez que soy un ángel, sé que no es cierto, mi mente y mis actos han desatado
el infierno en muchos, pero si se trata de ti ofuscaré aquel lado para hacerte feliz.

Mi gratitud hacia lo que has hecho por mí estará eternamente ahí, grabado en mi corazón.
Gracias, por todo. Yo hago lo que puedo hacer. Mientras, sé que eres apto para vivir a pesar
del dolor temporal que las desdichas nos puedan traer. Sigue viviendo Demian.

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