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EL GRAN DEBATE

.Sociología Boliviana Contemporánea II


La Paz - Bolivia
Casilla 4920.
Depósito Legal
L.P. 142/78
Juan Albarracín Millán

EL GRAN DEBATE

POSITMSMO E IRRACIONALISMO EN EL ESTUDIO


DE LA SOCIEDAD BOLIVIANA

La Paz - Bolivia
1978
INTRODUCCION

A. ENJUICIAMIENTO CRITICO
DEL PROCESO POSITIVISTA BOLIVIANO

La trama de la formación más profunda del pensamiento so•


c:lol6gico latinoamericano, tiene aún hoy, pocos investigadores, no
obstante los considerables progresos alcanzados por las ciencias
aoclales en los diversos órdenes de su estructura teórica, Los es-
tudios, disponibles en la historiografía sociológica actual, lo prue-
ban asi.

Desde que los historiadores norteamericanos de la sociología


H. E. Bames y H. Becker, publicaron hace cuarenta años atrás,
la "Historia del Pensamiento Social" (1938), hasta las más recien-
tes tentativas de interpretación de la sociología latinoamericana,
publicadas por Z. Bazarián y R. Burouete en la "Historia de la Fl-
loaofia" (1965), editada bajo la dirección de Dynnlk, pasando en-
tre ambas fechas, por otros tantos importantes trabajos, entre loa
ou.ales se cuenta la "Historia de la Sociología" (1947) de Francis-
co Ayala y la "Sociología en Latinoamérica•• (1956) de Rogar Bas-
llde, poco es lo que se ha profundizado en el examen del proc•
ao sociológico de nuestros países en loa medios europeos y nort•
americemos, donde primero se ocuparon de estas cuestiones.

Mucho más significativo resulta Ingresar en los trabajos de


las aoclólogoa latinoamericanos. Alfredo Povlña. José Antonio
Ana y l.eopoldo Zea. entre otroL Las contribuciones que ae han
becho, desde el campo de la filosofía lallnoamerlcana, no detan
8 JUAN ALBARRACIN MILLAN

de ser, asimismo, valiosas, como puede adver6rse en laa lectu•


ras de Aníbal Sánchez Reulet. Franc:isc:o Romero, Manfredo Kempf
Mercado, Guillermo Francovich y. recientemente, en la de Salazar
Bondy.

En una exposición introductoria como ésta. necesariamente


breve. aunque sí concreta. sólo corresponde resumir estos antece•
dentes en relación al proceso sociológico boliviano, para destacar
lo que acabamos de señalar como objeto de este libro.

Bames y Becker, los primeros en ocuparse del estudio de la


sociologÍa latinoamericana, pertenecen a una época que, siendo
aún relativamente reciente, parece corresponder, por la estructura
de sus proposiciones, a una época ya lejana. Una apreciación en•
tica de "La SociologÍa en Latinoamérica", capítulo que durante
algún üempo fue único, sobre este tema, evidencia que sé han
producido importantes cambios. No era extraño que en aquellos
años Bolivia no figurara en este estudio, de modo alguno. En des-
cargo de esta omisión puede recordarse que aún entre los boll-
vianos hablar de una sociología nacional parecía una heregía re-
pugnada por los cánones oficiales imperantes. Los riesgos de ha-
blar de una sociología boliviana y, mucho más aún, de una hilt,
toria de la sociología boliviana, eran evidentes, Esta subestima•
ción era alimentada, ciertamente, desa.e afuera, sin que intemamen•
te nada se haya podido hacer para superar esta minus valía teórlc:a.
Aún a medio siglo, los criücos liberales de la literatura. cuestio-
naban si podía hablarse de la existencia de la literatura bolivia-
na. tratándose de una actividad cultural mucho más difundida y
amplia. Hablar de una sociología boliviana en aquellas condicio-
nes era exceder todo optimismo y escapar a la necesaria mesura.

Hoy, no sólo deben considerarse superados estos reparos sino


también injustificados y opuestos a la estructura cultural de la na-
ción. Visto bajo este criterio, el vacío extrañado en la obra de ea-
tos profesores norteamericanos, ya no significaría la inexistencia
de la sociología boliviana o su escasa importancia como para ••
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 9

consignada, como pensaban algunos, bajo esta infiuencia, sino


simplemente, un caso concreto de carencia de información y de
estudio del proceso sociológico boliviano en estos autores. Las ra-
zones son fáciles de comprender. Daniel Sánchez Bustamante, uno
de los primeros profesores de sociologÍa en la Universidad de
La Paz y también de América Latina, con ser en 1902 autor de
"Principios de Derecho" y en 1903 de 'Principios de SociologÍa",
textos en los que se expone el positivismo de la época, con acier•
to, no figuraba en esta historia social al lado de otros profesores
universitarios como. por ejemplo, Dellespiane de la Argentina.
La omisión de Backer y Bames, se explica más por falta de in-
formación adecuada sobre la sociologÍa boliviana que por la in-
existencia de ésta. En la historia del pensamiento social que co-
mentamos, la exclusión de los sociólogos bolivianos parece obe-
decer así a la escasa circulación de las obras de éstos en los
medios científicos del exterior. Esto explica también suficientemen-
te, la incipiencia de los primeros libros destinados al estudio de
las sociologías nacionales de los países latinoamericanos,

El caso de Francisco Ayala es expresivo de una situación si-


milar. Ayala, curiosamente, sitúa el estudio de los sociólogos latino-
americanos dentro del "ámbito de la cultura hispánica", como se
ve en el primer volumen de su "Tratado de SociologÍa" (1947) que
se ocupa del estudio de la historia de la sociología. En este libro
no establece ninguna periodificación pero señala a los "hispano-
americanos" D. F. Sarmiento, E.M. Hoslos y F. Ramos Mejía co-
mo a pensadores representativos de la época previa al adveni-
miento del positivismo. Como a sociólogos más definidos, consa•
gra algunas apreciaciones sobre Mariano H. Cornejo en el Perú,
comenta la obra de Valentín Letelier y José Enrique Lagarrigue en
Chile: de Tobías Barreto, Gilberto Freyre, F. de Azevedo y Carnei••
ro de Leao en el Brasil, así como al papel de José Ingenieros en
la Argentina. Como se ve, Ayala no conocía nada de la produc•
ción sociológica boliviana en 1947, siendo atribuible a esta cir•
cunstancia la exclusión de Bolivia en su historia sociológica,
•.•
10 JUAN ALBARRACIN MILLAN

Es Roger Basüde quien se aproxima más a una estimativa bia-


tórica de la formación de la sociología continental en BU "Socio-
logía en Latinoamérica", que ha sido publicada por G. Gounitch
y W. Moore en la "Sociología del Siglo XX".

Sin embargo, en su "Visión de conlunto", Bastide se ocupa,


más que del pensamiento sociológico, de las características histó-
ricas del desanollo de los países que componen el continente.
A esta intención obedece la distinción que propone al dividirla
en dos corrientes sociológicas: la de los países del Atlántico y la
del Pacífico: la primera, lnfluída por Europa y por tanto, conside-
rada preferentemente teórica, y, la segunda, por las tradiciones
culturales de los pueblos indios, de raíces pragmáticas. En el es-
tudio de la "sociología teórica" latinoamericana, Bastide se ocu-
pa, como no podía ser de otro modo por lo que tenemos dicho,
de los países del Atlántico, Argentina y Brasil.

Como .organicistas, psicosociólogos y antropogeógrafos, men-


ciona en la Argentina a José Ingenieros, Antonio Dellespiane, Car-
los Octavio Bunge, Raúl A. Orgaz y Alfredo Poviña, concedién-
dole a la obra de éstos, "una cierta unidad viva", basada en ese
carácter.

En la sociología brasileña incluye a Femando de Azevedo,


Pontea de Miranda. Tristán de Athayde y Gilberto Freyre, perte-
necientes a las corrientes de San Pablo, Río · de Janeiro, Reclfe,
'9tc., distritos alelados entre sí. causa. según Bastide, de que la
sociología en el Brasil haya tenido menos unidad que la Argentina.

Menciona. asimismo, casi de pasada. a algunos sociólOCJOB la-


tinoamericanos. entre éstos, en Bolivia. a "Bustamante" --11• re-
flene a Daniel Sánchez Bustamante-- señalándolo como a un pro-
fesor sincrelista que reconcilia la antropogeografía con la filoso-
fía idealista. según la cual Sánchez Bustamante "afirmaba que la
sociedad tiene una base física. pero una "organización pslcol6gi-
ca". Entre los sociólogos que se vinculan al derecho y a la políti--
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 11

ca. le asigna un lugm importante a ..Ateba", nombre que no exis-


te en la sociología boliviana. tratándose probablemente de un
error de imprenta o simplemente de una confusión. Finalmente.
habla de Humberto S. Palza y de Alcldes Arguedas: del primero
afirma que se trata de un soc:lólogo interesado en el estudio del
"comportamiento humano del boliviano"; del segundo. como de
un cultor del "factor geográfico", en sua libros "Pueblo Enfermo,..
y su "Historia de Bolivia", juicios obviamente inexactos como ••
podrá ver.

En la "evaluación crítica", general, de la sociología latino-


americana, Bastida señala en ella, como corrientes dominantes, el
sincretismo y la investigación fragmentaria. Todo esto cuando ya
había pasado el medio siglo XX.

Muchísimo más próximo a nosotros en el tiempo, aunque no


en la investigación teórica, B. Burguete ha hecho conocer en 1983
"El pensamiento filosófico y sociológico de los paÍses latinoame-
ricanos a fines del siglo XIX y comienzos del XX", incluído en el
tomo V de la "Historia de la Filosofía" dirigida por Dynnik. En es-
te trabajo Bazarián y Burguete sólo se ocupan de la aoclologÍa en
el Brasil, México, Cuba, Uruguay, Argentina ·Y Perú, no siendo men-
cionada la sociología de otros países, entre ellos, la boliviana.

Estos autores comienzan su trabajo haciendo referencias a la


estructura social e histórica de estos países, dejando empero, sin
examen. la estructura del pensamiento sociológico como tal. en el
período señalado.

Esto es lo que se observa en el caso del Brasil en el que •• ci-


ta a Raimundo de Faríaa Brito (1862-1917) de quién se a&rma que
fue ecléctico: a Jackson de Figuereido Martina (1891-1928) como
&delata y misticista: a Estelita Tapalós, representante del mat•
rialiamo científico y a Euclides da Cunha (1866 - 1909) de quien se
a&rma que fue un pensador progreslata Inspirado en Comte..
Spencer, Huxley y Mach.
12 JUAN ALBARRACIN MILLAN

De la sociología mejicana se hace una brevísima referencia


histórica pma ingresm directamente en Antonio Caso (1883-1940).
sociólogo al que se considera ecléclico. orientado en Boutrowc.
Bérgson. Husserl. Se menciona a Fortunato Hemández. Enrique O.
Aragón y Alfonso L. Herrera.

En cuanto a Cuba se incluyen solamente dos sociólogos: En-


rique Jósé Varona (1843 -1933) y Carlos Baliños (1848-1926). pr•
sentándolo al primero como representante del materialismo y al
segundo del socialismo.

En el pensamiento sociológico del Uruguay. igualmente. sólo


se toma en cuenta a José Enrique Rodó (1872-1917) como un hu-
manista en el planteo de los problemas y un idealista en sus so-
luciones: a Cmlos Vaz Ferreyra (1872-1958) calificado de ecléctico.

De la sociología argentina se afirma que ella fue esencial-


mente positivista. Se incluye entre sus sociólogos a José Ingenie-
ros (1877 -1925) de tendencia materialista y a Juan B. Justo (1865•
1928), llamado pensador reformista.

F"malmente, del Perú, se dice que es, en esta época, un país


esencialmente agrmio y atrasado. Entre sus pensadores cita a Ma-
riano Cornejo y Manuel González Prada (1848 - 1918).

Como fundamentación histórica, R. Burguete considera que es-


tos sociólogos pertenecen al período de penetración del imperia-
lismo en estas naciones: sus realizaciones son producto de la In-
capacidad de la ideología burguesa para resolver los problemas
teóricos de la sociedad y de la Insuficiente discusión de estas
cuestiones. Como se ve, aquí no se menciona, ni siquiera dentro del
campo delimitado, a sociólogos· de la dimensión de Vasconcelos en
México, Mariálegui en el Perú o Arze en Bolivia.

Ha correspondido a los sociólogos latinoamericanos --que


Burguete no conote- precisar con mayor causa los cambios que
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 13

se registraron en la sociología del continente. Entre éstos pode-


mos mencionar a José Antonio Arze, Rafael Caldera, Carlos A.
Echánove T., Diacir Menezes, Alfredo Poviña y Astolfo Tapia
Moore, autores de estudios realizados sobre ·sociologías naciona•
les de varios países de América Latina. Para nuestros fines, po-
demos incluir también, como lo hago con los sociólogos euro-
peos, los estudios de filosofía latinoamericana, ya que éstos
no deian de referirse a cuestiones sociológicas, como ocurre con
los ya citados.

Relacionando a estos autores con el desarrollo del pensamien-


to sociológico boliviano, tema de este libro, diremos sucintamen-
te, algunas breves apreciaciones.

Francisco Romero no ingresa en ningún aspecto de la filoso-


fía boliviana y es, no obstante su proximidad con Bolivia. el hie-
toriador de la filosofía que menos parece conocer nuestra cultura.
Sánchez Reulet ha seleccionado un importante número de pensa-
dores latinoamericanos, pero tampoco consigna a ningún bolivia•
no. Es Guillermo Francovich quién clasifica los grandes periodos
de la filosofía boliviana: este libro empieza considerando la "men•
talidad primitiva", continúa con la "mentalidad colonial", loa
"encic!opedistas", los "precursores del socialismo", el "ecleclfs-
mo", el "kantismo", y concluye con el "positiviSD10", los "spence-
rianos", la "mística de la tierra" y el "marxismo".

La mención a este libro no tiene por objeto ingresar en la cri-


tica de esta periodificación ni en la de los filósofos que incluye en
cada uno de los periodos que señala. Para este obleto es much:,
más interesante, el esquema de "El Pensamiento Boliviano en el
Siglo XX" publicado en 1956. El esquema que adopta este libro
para el estudio de la cultura boliviana apunta las siguientes co-
rrientes:

1 . El liberaliSD10, el positivismo y el modernismo.


2 . La crisis del liberalismo, del positivismo y del modernismo.
14 JUAN ALBARRACIN MILLAN

3. El nacionalismo, el socialismo y el indigenismo.


4. Las "nuevas preocupaciones", dentro de las que señala al
irracionalismo antropopeográfico. con el nombre de "mística
de la tierra".

Esta clasificación no obedece a un criterio estrictamente so-


ciológico, pero aun asi. muestra suficientemente los alcances cul-
turales que le asigna.
Retomando al campo de los sociólogos veamos ahora los iul·
cios de José Antonio Arze Y Arze y de Alfredo Poviña.

El rasgo sobresaliente de la posición del profesor Arze es pan-


soc:iológico. En su estudio sobre "La SociologÍa en Bolivia, Para-
guay y Uruguay", incluido en "Sociología del Siglo XX", publica-
da por G. Gourvitch y R. E. Moore, Arze, en oposición a Bastide
y Burguete, ingresa en una corriente enciclopedista de la socio-
logia.

Arze divide la sociología boliviana en tres épocas:


1) La época pre-colonial: 2) la época colonial y 3) la época
republicana.
Para la p~era época propone el estudio de las tracllciones
indígenas recogidas por los cronistas españoles.
Como materia de estudio para la segunda, las obras de al-
gunos autores nativos y españoles de esta época.
Para la tercera, propone el estudio de la sociología desde los
aiguientes planos:

a) Figuras interesantes para el sOclólogo de la vida boliriana.


b) Historiógrafos.
e) Ensayistas de cuestiones sociales.
d) Lingüistas.
e) Literatos.
1) Profesores de sociología.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 15

De principio debe advertirse que aquí existe una confusión


entre lo que es el pensamiento sociológico y los hechos que pue-
den ser oblelo de estudio de la sociología y en segundo lugar, la
ausencia de sociólogos. propiamente tales, al lado de ensayistaa,
lingüistas, historiógrafos. etc., dando la impresión de admltlr la
inexistencia de sociólogos.

Los trabajos posteriores del profesor Arze salvan algunas de


estas observaciones, pero nos ocuparemos de estas cuestiones,
después.

Alfredo Poviña. influido por Arze y Francovich, es quien ma-


yor atención le prestó a la sociología boliviana. Roger Basüde lo
eonsidera autor de una obra, la más importante y completa qua
existe, dentro de la consideración histórica de la sociología latino-
americana. Para Poviña sólo existen dos épocas: la colonial y la
republicana.

La época colonial -siguiendo a Arze- está representada en


una primera etapa por Antonio de la Calancha y por Bartolomé
Marlínez y Vela. En una segunda etapa -citando a Francovich-
eeñala cinco periodos:

a) escolástico. bajo el pensamiento dominante de Tomás de


Aquino:
b) enciclopédico, con Rousseau por inspirador:
c) ideológico, bajo la influencia de Destut de Tracy:
d) ecléctico, no mencionándose las corrientes participantes:
e) positivista, bajo el influlo de A. Comte.

La republicana. correspondiente al siglo XX. es clasificada en


1orrientes. siguiendo el siguiente orden:

a) Corrientes geográficas representadas por Daniel Sánchn


Bustamante, Agustín Asplazu y Jaime Mendoza.
16 JUAN ALBARRACIN MILLAN

b) Corrientes basadas en tradiciones nacionales con Bautista


Saavedra y José María Camacho,
c) Corrientes fundadas en factores étnicos con Gabriel René
Moreno, Alcides Arguedas, Franz Tamayo y Carlos Romero,
d) Se habla también de una corriente científica en la que se
ci!a a Daniel Sánchez Bustamante y Luis Arce Lacaze, a
quienes se considera los fundadores de la sociología boli-
viana del siglo XX. Se cita tambiéti. a Roberto Zapata. Teddy
Hcrtman y Humberto Palza, como profesores de sociología
de la Universidad, Entre los más recientes, se menciona
a José Antonio Arze, Gustavo A. Otero, Rafael Reyeros. .Al,
fredo Guillén Pinto y Elizardo Pérez.

El profesor Poviña dice seguir, en esta última parte de su cla-


sificación, a G. A. Otero, autor de un estudio sobre las "Tenden•
cias de la sociología boliviana", inencontrable en nuestra& bi-
bliotecas.

Probablemente, debido a gruesos errores de impresión del li-


bro (Ediciones Asandri. de 1959) éstos no permiten seguir el sen•
tido de la clasificación, pues como se ve en su texto. la sistema-
tización intentada pierde su sentido por no respetarse su forma his-
tórica, sus épocas, periodos, etapas, etc., y la mención de corrien•
tes y autores, se hace incongruente e inorgánica.

La más reciente de las exposiciones sobre el desarrollo del


positivismo boliviano corresponde a Leopoldo Zea, autor de "El
Pensamiento Latinoamericano", cuyo cctpítulo VI, "Positivismo y
Regeneración", trata del positivismo boll'riano,

La América Latina no puede tener una idea cabal del proceso


positivista boliviano si se tuviera que Qlener a las informacionn
que se dan en este trabajo, Zea sigue a Francovich en su "Filo-
sofía en Bolivia", para dar noticias de lQ sociología boliviana. 11\18-
lltución que no es muy afortunada,
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 17

El planteamiento de Zea ---Gparentemente sin otra fuente de


información- sitúa a Agustín Aspiazu y Benjamín Femández co-
mo a los primeros sociólogos comtianos de Bolivia. A Daniel Sán-
chez Bustamante y Luis Arce Lacaze como a los principales re-
presentantes del organicismo spenceriano. A Gabriel René More-
no y a Nicomedes Antelo como a "regeneradores sociales". A Al-
cides Arguedas como a un representante del spencerismo dentro
del "nuevo orden boliviano" del siglo XX. Finalmente se ocupa
de Ignacio Prudencio Buslillo, concediéndole la mayor atención
como a un "nuevo positivista".

La inclusión de Aspiazu como comtiano es discutible, ade-


más de la notoria inexistencia de producción sociológica en este
sabio que se ocupó de otras ciencias naturales y sociales, parti-
cularmente del derecho y en menor grado de la historia y la geo-
grafía. Probablemente Zea leyó a Ismael Sotomayor, pero el tra•
bajo de éste sobre Aspiazu no es convincente. En cuanto a Fer•
nández, su participación en la prensa, con algunos trabajos muy
reducidos. no el que tiene más valor que le da su participación en
algunas discusiones dentro del estrecho marco de su época y de
los temas que trató. Este, no llegó al libro siquiera. En
cuanto a los representantes del organicismo, Bolivia tiene figu-
ras más importantes que Arze Lacaze, como B. Saavedra, autor de
trabajos de resonancia continental como "El Ayllu". En cuanto a
Prudencio Bustillo, no es este profesor un "neo-positivista" sino
realista, seguidor del profesor Korkunow. según definición propia.
Algunos (Costa du Rels) lo han mencionado como precursor del
socialismo en Bolivia, juicio que ha sido rebatido por otros (Lora}.
Inicialmente PrudenciQ empezó glosando a Bergson y a Nietszche,
para girar, posteriormente, hacia las posiciones de Korkunow. Por
otra parle, la ausencia de Tamayo, Mendoza, Arze y otros, en este
trabajo de Zea, disminuye la imagen de la sociología boliviana.

Al incluir aquí estas referencias, apuntadas como anteceden-


tes necesarios para el estudio de la sociología boliviana del si-
glo XX, mi intención no va más allá del propósito introductorio de
18 JUAN ALBARRACIN MILLAN

dar al lector una idea del estado en que se encuentran estos es-
tudios históricos y críticos del positivismo boliviano.

En la distribución de los periodos históricos de la sociología


boliviana contemporánea que tengo señalado en el primer volu-
men, he mencionado al naturalismo sociaL el positivismo, el irra-
cionalismo y el marxismo. Sus etapas concretas han sido formula-
das en los siguientes términos:

l. Periodo del naturalismo cientíBco introducido por Alcidea


d'Orbigny (1850 -1890), entre los pensadores sociales del
siglo XIX, salidos da entre los mineros, los gestores de em-
presas y los miembros de las sociedades geográficas.

2. Periodo de advenimiento, expansión y decadencia del po-


siüvismo que tiene lugar entre 1890 -1920, bajo la inftuen•
cia del spencerismo entre los profesores e investigadores
que representan a los sectores tradicionales de la socie-
dad boliviana.

3. Período de surgimiento de corrientes eclécticas y sincré-


ticas de pensamiento (1920 -1940) que tienen lugar al pro-
ducirse la decadencia del positivismo spenceriano, tales
como el neo-naturalismo, el realismo sociológico, el antro-
pologismo, la crítica socio-culturalista, etc.

4. Período de construcción de teorías sociológicas de interpre•


tación sistemática de la realidad social boliviana tales
como el irracionalismo geoantroposociológico, las inter-
pretaciones geopolíticas, el planteamiento de una versión
nacional del materialismo histórico con la formulación de
la doctrina sociocronodinámica de J. A. Arze.

Estas escuelas se erigen entre la crisis del liberalismo y el


nacimiento de las nuevas corrientes nacionalistas y marxistas pro-
ducidos con la guerra del Chaco de 1932 • 35.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 19

La presencia de tendencias sociológicas menores como el anU-


positivismo católico de Santos Taborga, Román Paz, Lionel L Mo-
lina y otros: el anti-positivismo racionalista de Mamerto Oyola o
el comtismo profesora} de Benjamín Femández, no modifica esta
estructuración por estar comprendidos ellos dentro de la clasifica-
ción adoptada,

B. RAICES HISTORICAS DEL POSITlVISMO BOLIVIANO

g papel histórico cumplido por Inglaterra en Bolivia, duran-


te la segunda mitad del siglo XIX, P...Q..!J91o se redujo .a escalar sus
enormes murallas andinas, .Penetrar en sua dorados bosques..®-~~
d,antes en árboles de goma elástica y explotar sus ricas minas
hasta entonces selladas, como en singular balance lo tuvo expre-
sado el presbítero Keneln Vauham. A esta sorprendente visión.
poéticamente expresada, le faltó empero, para ser completa, el
ajuste científico que tanta repercusión tuvo, a fines del siglo pa-
sado, entre los exploradores, geógrafos, gestores de empresas, in-
dustriales de la minería como lo tenemos visto en nuestro libro
sobre los orígenes del pensamiento social boliviano,

Al producirse las primeras gravitaciones sociológicas organi-


cistas de la Sociedad Geográfica de Londres sobre los pen-
sadores socia.\es bolivi.lcmos, que buscaban sustentacián en el
d'Orbignysmo, ésta ingresó en un proceso de descomposición.
Las Sociedades Geográficas bolivianas, creadas a instancias de
la Sociedad Geográfica Intemacional, pasaron a constituirse en
los centros más activos del desarrollo científico, La sustitución de
'd'Orbigny por Herbert Spencer, se convierte en la clave de un pe,
riodo de transición hacia el darwinismo social. La sociología po-
sitivista boliviana, nacida de este contexto ideológico, puso así, en
la base de todas sus preocupaciones empíricas, las investigacio-
nes sobre varias ciencias particulares, principalmente la historia y
la pre-historia, la geografía y la geología, la antropología y la
etnografía, la lingüística y la cultura primitiva, situándola sobre
el plano de la lucha de razas y, las repercusiones de ésta. sobre
20 JUAN ALBARRACIN MILLAN

la organización ngciqng}, Como fundamentación filosófica del na-


turalismo, el positivismo -bajo su forma organicista- pasó a ha-
cerse dominante entre los miembros de la Sociedad Geográfica de
La Paz, desplazando las antropologizaciones naturalistas del
d'Orbignysmo por factorizaciones de diverso orden, principalmen-
te de la geografía, la psicología y la biología. Al producirse la
decadencia del naturalismo, incluso los discípulos de d'Orbigny
-G. R. Moreno, N. Antelo, M. V. Ballivián- pasaron a hacerse
positivistas. A partir del entroncamiento de los pensadores socia-
les bolivianos con la Sociedad Geográfica de Londres, la influen•
cia y la autoridad de los trabajos de Clement Markham, G. E.
Church, M. Conway, J. G. Evans así como los sociólogos oficiales
del imperio inglés fueron aproximando a J. M. Pando, P. Kramer.
N. Armentia y otros, hacia la antropología y la etnografía, la socio-
geografía y la sociobiologÍa, las direcciones más definidas del
pensanúento sociológico inglés.

Con el advenimiento del siglo XX y el triunfo de los llh.eralea


con él, lejos de debilitarse estas tendencias. ellaa fueron acentuán-
dose con Daniel Sánchez Bustamante, Bautista Saavedra, Daniel
Salamanca, Felipe Segundo Guzmán, Tomás Manuel EUo y otros.

Largamente reprimido por el conservadorismo, el organicismo


--calificado de ateo y materialista por sus adversarios- se desa-
rrolló inicialmente fuera de ellas, l>uscando refugio entre los miem-
bros de las Sociedades Geográficas de La Paz, Cochabamba y
Sucre, dedic~dos a las exploraciones geográficas, las investigacio-
nes geológicas y mineras, la apertura de caminos hacia los cau•
chales del Beni. Al ingresar en el siglo XX, el positivismo deja
de insistir en las tareas que le asignó la Sociedad Geográfica In-
ternacional y en los intereses de los pensadores sociales del si-
glo XIX, pasando a ocuparse de cuestiones como el problema de
la decadencia del indio, problema magno de los spencerianos del
siglo XX. Bajo el influjo del racismo, la crisis del poder de la so-
ciedad rural y el estallido de insurrecciones de la indiada, el po-
sitivismo decide ingresar en el examen de la sociedad boliviana.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA Zl

Lo hace -c:omo no podía ser de otro modo- bajo la perspecti.v-:.r


del análisis factorial de la raza, de la iniluencia de la geografía.
del análisis socio-cultural, psicolóqico y económico. Los principa•
les trabajos con los que ingresa al debate del rol que en él de-
be desempeñar la sociedad india, tienen a Bautista Saavedra, A!•
cides Arquedas, Franz: Tamayo y Manuel Rigoberto Paredes, a sus
exponentes mayores. Iniciada con gran energÍa, ella engendra.
como reacción. el irracionalismo nietzscheano de Tamayo y el dé-
bil bergsonismo de Prudencio Bustillo, y en menor grado el aná-
lisis de clases entre los miembros de la "Sociedad A. Aspiazu".
Sin embargo, las derivaciones ideológicas de este debate llevarán
a los contendientes hacia Le Bon. Tarde, Guiddins y Gumplowlc:z.
todos ellos psicosociólogos que sitúan la raza como base de Ja
estructura sociaL

Una de las debilidades más perniciosas que actúan sobre el


proceso sociolÓqico boliviano de este momento es la ausencia de
la .fecundación filosófica de la época de la Ilustración entre los
pensadores sociales del siglo XIX. Sin la crítica precursora de los
enciclopedistas. arando sobre la aridez escolástica de la colonia,
la dura suplantación de Rousseau por Spencer hizo pobre el in•
iluJo racionalista del que Agustín Aspiazu fue su representante
casi solitario. en la segunda mitad del siglo pasado. El bolivari&-
mo. conocido en el viejo Alto Perú, sólo después de las victorias
militares de la independencia, no tuvo expansión alguna en la
nueva república, concluyendo él con la expulsión de Antonio Jo•
sé de Sucre en 1828. bajo la presión de los mismos que lo red•
bieron triunfalmente en 1825, sin que este rousseaunismo haya
iniluído para nada sobre el criollismo altoperuano. esencialmente
hispanista. espíritu con el que fundó la república para conservar
la continuidad de la colonia.

Sin estos pre-requisitos la lucha victoriosa del positivismo con-


tra la teología y la escolástica resultó fácil, pues. no tenía que en•
frentarse con la crítica filosófica que pasó a ser considerada co-
mo especulación metafísica.
22 JUAN ALBARRACIN MILLAN

El segundo rasgo fundamental .que le• da. carácter prople> .c,t ..es•
ta discusión del cmácter nacional es -el .debate que...ab.r.e ..11e>!)re la
composición de la sociedad boliviana y el destino del inclio -~mo
parte (opuesta, marginal o integrante) de ella. A este debate asis-
ten, fuera de los spencerianos ya mencionados, los sociólogos le•
bonianos y durkhemnianos, Alcides Arguedas y M. R. Paredes y
el irracionalismo nietzscheano representado por Tamayo, enemigo
enconado del positivismo, pero también de Rousseau y la enci-
clopedia. Le faltó a esta hora de polémicas la presencia de la
oposición dialéctica que no tuvo, entonces, más atisbos que los
que se ven en el sector socialista de la sociedad A. Aspiazu.

Una tercera característica q l ~ del positivi&alo cie --~~•


años es su preocupación socio-política. Esta tendencia crítica que
va unida al racismo y a la despreocupación filosófica.se alimen•
tó del desccn!ento de los pensadores liberales con. las formas te-
rrígenas ~.e! al:sclulismo monlista; La novela sociológica fue la ma-
yor forma de expresión q11e tuvo éxito en esta crítica social de
los terratenientes, como se ve en "Wata Wma" de Arguedas,
"La Candidatura de Roias" de Chirveches, "Aguas Estancadas"
de Canelas y "En las tierras de Potosí" de Mendoza.

Dentro de las p1·edilecciones teóricas de este debate, los so-


ciólogos bolivianos prescindieron de los esquemas teóricos gene-
rales de Comte, Spencer, Paretto, Guiddins, Gumplowicz. Tarde.
A ninguno le interesó la "religión de la humanidad", ni el "evo-
lucionismo" ni la "circulación de las élites"', como temas de eru-
dición. El centro vivo de sus preocupaciones, recayó sin embargo,
en el método de investigación. en tomo del cual intentaron pe-
netrar en los problemas de la pre-historia, historia, economía, cul-
tura, política, psicología y la ec011omía. En Bolivia no se forman
sociedades positivistas destinadas a reformar la sociedad, sino a
investigar sus problemas.

Finalmente, sin que esto signifique subestimar la presencia


de varios otros problemas, debemos referirnos a las conclusiones
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 23

a las que arribaron los positivistas y anti-positivistas de este


período.

Arguedas -perteneciente al ruralismo paceño- concluía d•


mandando la culturización del país que tenía un 80 por ciento de
analiabetos, como medio de terminar con los defectos sociales de
los blancos, cholos e indios. Tamayo -también de procedencia
ruralistcr-- dejó planteada la necesidad de ir hacia la mestización
total de los grupos raciales para poder crear una raza homogé•
nea que liquide las diferencias antropológicas de indios y blan-
cos. Saavedra -olro representante del ruralismo- no veía ningu•
na posibilidad de cambiar la composición social boliviana que no
sea con la liquidación de las actuales y el advenimiento de una
nueva raza diferente a las existentes. Acaso haya sido Tejada
Sorzano quién más se aproximó a las soluciones correctas, al pro-
poner el desarrollo económico interno frente al absorcionismo ex-
terno, a partir de posiciones nacionalistas de defensa de las rique-
zas del país.

C. PRINCIPALES MOVIMIENTOS SOCIOLOGICOS


DE COMIENZOS DE SIGLO

La incorporación de la sociología en los programas de ens•


ñanza universitaria no significó para las élites cultas del libera-
lismo boliviano la simple adopción de una materia más de estu-
dio, al lado de las ya existentes, sino el resultado de una victo-
ria ideológica con la que se completaba la derrota de los ultra•
montanos conservadores. Todo el fervor reformista del liberalismo
boliviano, al comenzar el siglo, se reducía, en el campo de la cul-
tura, a desplazar de sus posiciones a la escolástica, para situar
en su lugar a las nuevas ciencias, identificadas entonces, con el
surgimiento de •las modernas ciencias sociales, como la crimino-
logía, antropología, sociologia. El entusiasmo de los liberales por
el positivismo fue tan grande que los mismos principios del pro-
grama liberal redactados por Eliodoro Camacho dentro de las
24 JUAN ALBARRACIN MILLAN

normas de la democracia jeffersoniana iban siendo puestos de la•


do por José Manuel Pando, un convencido darwinista._,.aociaL ...i:o-
mo lo tenemos visto en el primer volumen de .este e.s.tudia.

Con la difusión de las teorías sociológicas en el debate polí-


tico, el doctrinarismo liberal pasó a considerarse cienlifista. La lu-
cha contra el impermeabilizado conservadorismo del siglo XIX,
tomaba características críticas y polémicas, dando lugar al desa-
nollo de argumentaciones sociológicas en sustitución de la cien-
cia política y sus fundamentaciones filosóficas. La reacción con-
tra este positivismo no deió de expresarse en el surgimiento de
tendencias irracionalistas así como en las anticipaciones del socia-
lismo científico. Estos, enlre otros, fueron los aspectos salientes del
debate sociológico boliviano de comienzos de siglo.

Para tener una imagen estructurada del proceso de expansión


del positivismo en estos años, señalaremos, inicialmente, algunas
tle las características básicas de los principales movimientos cul-
turales e ideológicos que se originan en el novecientos, con el
triunfo del liberalismo sobre los conservadores.

Entre éstos, ocupan, indiscutiblemente, un lugar destacado:

1.- La Sociedad Geográfica de La Paz y, en parte. algunaa


sociedades similares en el interior de la república. activadaa por
el gobierno liberal como instituciones oficiales destinadas a pro-
mover los programas científicos del gobiemo, relacionados con la
minería. las industrias de exportación, las exploraciones geológi•
.cas y geográficas.

2.- La Sociedad Agustín Aspiazu, de reconocido prestigio en-


tre los grupos racionalistas, radicales y socialistap, gestada entre
los núcleos avanzados, opuestos al liberalismo. Su preocupación
esencial radicaba en el estudio del papel que le correspondía a
las clases populares en la sociedad boliviana del siglo XX.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 25

3.- Lgs_Jendencias positivistas que nacen entre los sectQres juve•


niles del liberalismo gobernante, dando lugm. a "Palabras Libres",
movimiento de poca duración que fuera disuelta en 1906, repre-
sentado por los posiüvistas de La Paz, interesados en sacar a la
nación del atraso y luchar por su europeización.

Pertenecían a la Sociedad Geográfica, reorganizada y dirigi-


da por Manuel Vicente Ballivián -1900-1921-. decenas de in-
vestigadores sociales, dedicados al estudio de düerentes aspectos
de las ciencias sociales. Para este trabajo tomamos ahora, sólo a
tres de sus sociólogos: Bautista Saavedra, Daniel Sánchez Busta-
mante y Manuel Rigoberto Paredes.

En la sociedad Agustín Aspiazu -1903 -1912-. las pos1c10-


nes teóricas se encontraban divididas entre liberales radicales, so-
cialistas y librepensadores. Al disolverse esta sociedad bajo !a
presión de ciertos hechos políticos, los radicales consiguieron orga-
nizar la Liga Radical. uniéndose a los jóvenes ex-liberales que
abandonaban el montismo con Franz Tamayo a la cabeza; los so-
cialistas fueron. en esta crisis, los más afectados, debido a una
falta de dirección y a una serie de circunstancias adversas. como
el alejamiento de Lino Urquiela, su mejor exponente. y a las de-
serciones de Tomás Monje Gutiérrez que se retiró de la actividad
ideológica; a la de Tomás Manuel Elío que se hizo, primero ra-
dical y después liberal. y, finalmente, a la de M. R. Paredes que
se unía a Saavedra y su partido republicano.

En cuanto al movimiento cullural "Palabras Libres", contrri el


que también se estrelló la represión de la época, sus cabezas di-
rigentes fueron Alcides Arguedas y Armando Chirveches, nove-
listas y sociólogos que popularizaron ampliamente las tesis prin•
cipales del positivismo a través de la crítica social y el estudio li-
terario de la sociedad boliviana. Responden a este movimiento,
asimismo, las obras de los profesores de sociologÍa de La Paz. Ro-
berto Zapata. Juan Francisco Bedregal y el joven per-o notable eco-
nomista de entonces, José Luis Tejada Sorzano. De esta escuela só-
26 JUAN ALBARRACIN MILLAN

lo tomamos a su líder, Alcides Arguedas, agregando algunos


aspectos de la contribución de Chirveches y Tejada Sorzano.

D. LIBERAIJSMO Y POSITIVISMO

La universidad boliviana no fue, durante el siglo XIX, un cen-


tro importante de difusión científica Y de orientación filosó&ca del
pensamiento nacional, como lo fue al 6nalizar la colonia. En 1897,
los conservadores podían aún, sin grandes di&cultades, destituir
profesores, sindicándolos de ser positivistas, por cuestiones de
principios o de simples sospechas. Después de la victoria liberal
en Ju guerra civil de 1899, poco es lo que hizo el liberalismo para
cambiar esta situación, de acuerdo a las necesidades de la hora.
El partido liberal, aliado con el conservadorismo paceño durante
el conflicto con el gobierno del presidente Femández Alonzo, sos-
tuvo la influencia conservadora y se conformó con introducir al-
gunos cambios tales como el examen de cmnpetencia para la pro-
visión de las cátedras y la creación de nuevas materias de estu-
dio como la sociología. Es significativo que la élite políüca de la
época -Ismael Montes, Daniel Sánchez Bustamante, Bautista
Saavedra, Franz Tamayo, etc.- baya ingresado a la cátedra uni-
versitaria por este camino, Lastimosamente, su breve permanen-
cia en la universidad, debido a su dírigencia política, hizo intras-
cendente su influencia dentro de una universidad que requería de
cambios sustanciales.

Con la creación de la cátedra de sociología en la Facultad de


Derecho y la enseñanza de las teorías de Comte, Spencer,
Durkheim, Tarde, Gumplowicz. Le Bon y otros, el providencialis-
mo fue desplazado entrando en su lugar, el cienü6smo posiüvista.
La guerra contra la metafísica y la teología, emprendida en otras
partes por los ilustrados representantes de la enciclopedia, que•
daba librada ahora, entre nosotros, a la acción de los positivistas,
dejando así un considerable vacío 6losófic:o, El positivismo spen-
ceriano había llegado a desplazar no sólo a la escolástica sino
también a otras corrientes matafísic:as. Este fue probablemente, ttl
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 27

éxito indirecto alcanzado sobre Rousseau y acaso también sobre


el mismo Comte y Marx, apenas mencionados por nuestros soció-
logos de cátedra.

E. EL GRAN DEBATE

Preparando el debate sociopolítico que este positivismo pro-


vocó, poco tiempo después entre los liberales, debe señalarse en
primer lugar, a "El Ayllu" de Bautista Saavedra, publicado en
1903, desde los estudios de la Sociedad Geográfica de La Paz. Este
es el primer libro importante que consagra su personalidad de in-
vestigador por las proliias consideraciones que hace sobre el ré-
gimen de propiedad india -aymara y quechua-, en el desen•
volvimiento de la sociedad andina hasta nuestros días. Saavedra
ganó un considerable prestigio con este trabalo en el que no sólo
mane;a con destreza las teorías positivistas dominantes, sino tam-
biéu lcrs direcciones ele la escuela etnográfica inglesa: Westennack,
Bachofen, Tyler, etc., no siéndole ignorado tampoco los famosos
trabajos de Lewis L. Morgan y Federico Engels, autor de la "So-
ciedad Primitiva" y loa "Orígenes de la familia, la propiedad pri-
vada y el estado", tan poco conocidos en 1900 en América Latina.

Pero, lo que diferencia a Saavedra de todos aquellos, ea la


finalidad perseguida en la obra. Mientras lo que a lo.s .P..ositivisla3
y a los etnógrafos les preocupa, aún dentro de sus intereses COll•
cretos, es siempre la naturaleza del progreso humcm.o_ y el desen~
volvimiento social general, a Sac:iv:edra en .cambio, le domina. lo
concreto nacional en desmedro de la finalidad global. Quiere des-
cubrir hasta dónde es evidente que el ayllu fue una institución
grandiosa en la época precolombina, y cómo resulta anacrónica
en la actualidad: de esta suposición inicial, intenta sacar la con-
secuencia de que el ayllu es, como lo dijo en un acta camaraL va-
rios años después, "una pústula, un chancro", meüdo en la socie-
dad boliviana de la que había que extirparla. A pesar de sus pre-
venciones y sus pre-conceptos anti-indios, y de las conclusiones
28 JUAN ALBARRACIN MILLAN

ideológicas reaccionarias a las que arribó, haciendo completamen-


te discutibles sus conclusiones, "El Ayllu" alcanzó una extraña
aureola de celebridad. Nadie se animó a bnpugnar ni su racismo
ni sus falacias y el silencio de gran libro Que le rodeaba, sólo era
interrumpido para elogiar al investigador, afianzándose la fobia
anti-india del spencerismo, en todo su vigor entonces. porque fue
escrita en pleno apogeo de las rebeliones indias y de su acalla-
miento.

Habjg, sin embargo, ua animado avance en las preocupacio-


nes ;~~iológicas y pre-históricas, a partir de estos años. Misiones
científicas europeas realizaban excavaciones en Tiahuanacu y,
hasta ingenieros, accidentalmente situados sobre el altiplano, co-
mo Dereims, realizaban exposiciones en París con abundancia de
materiales arqueológicos, sacados del País.

La publicación de la "Monografía de la Provincia Muñecas"


en 1897 y la: "Provincia lnquisivi" de Manuel Rigoberto Paredes
en 1906, constituye un nuevo suceso importante como estudio so-
ciológico del área rural. Paredes se revela, al lado de Saavedra.
como un investigador concienzudo. A diferencia de los prejuicios
anti-indios d.e Saavedra, Paredes -influido por Durkheim- sólo
trabaja con hechos. Es la cosificación del dato social lo que le im-
porta. En este trabajo se ve una provechosa influencia de las re-
glas del método sociológico de Durkheim. Con esta investigación,
como se sabe, Paredes no desea teorizar sino investigar en la
provincia el aliento minero que había invadido en el distrito, rico
en minas como lo destacó José María Ccnnacho. Si las preocupa•
ciones de Saavedra están orientadas en la necesidad de demos-
trar la patología del ayllu dentro de la sociedad boliviana, en
momentos en los que había pasado la nación por la insurrección
del Willca Zárate y otros movimientos de rebelión india, la obra
de Paredes surge dentro de la literatura sociológica como una
constatación de los cambios económicos y sociales producidos en
esa región ruraL bajo la acción de la minería del estaño.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 29

Este encarrilamiento de los primeros pasos dados por la nue-


va ciencia, desemboca entre 1907 y 1910, en un momento excep-
cionalmente polémico al que llamo con énfasis, el del gran debate
positivista, tanto por la naturaleza de las cuestiones tratadas co-
mo por la profundidad con la que se miran sus problemas; el
tono altivo, severo y desafiante con el que participan en esta sin-
gular discusión pública, sus protagonistas, relieva esta hora que
coincide con graves confrontaciones ideológicas de la nación.

Ha correspondido a Manuel Rigoberto Paredes, históricamen-


te, abrir este debate con su "Política Parlamentaria de Bolivia",
libro con el que traía a discusión algunos problemas cruciales
como la crisis del poder liberaL la naturaleza de la estructura de
la sociedad, la debilidad de la política interna, el balance esta-
blecido entre el progreso social y el atraso colectivo, la corrup-
ción electoral, la necesidad de cambios y la perentoriedad d9
reformas institucionales, educativas, económicas, políticas, etc.

Paredes se encuentra, indiscutiblemente, en la puerta de in-


greso de este debate, tanto por los cuestionamientos que suscita
como por el remozcaniento metodológico empleado en su inves-
tigación. Libro trabajado bajo el influjo durkheimiano y la mali-
cia doctrinal de Le Bon, la "Política Parlamentaria de Bolivia" abrió
inesperados derroteros al análisis sociopolítico y a la crítica del
liberalismo. Tres ediciones sucesivas -1907, 1908 y 1910-, ago-
tadas por un público que antes no podía dar cuenta, en varios
años, de los tiraies más reducidos, muestran el interés con el que
el libro fue acogido. Paredes trabajó en esta investigación ma-
nejando miles de partidas electorales registradas en las mismas
oficinas de registro civil, estableciendo a través de ellas, la com-
posición social del electorado, cuantificando a la masa votante y
separándola por razas, ocupaciones, edades, sexos, etc.: así creyó
fundamentar la dirección que habían tenido los pronunciamientos
electorales y señalar las causas de las victorias electoralea del
30 JUAN ALBARRACIN MILLAN

partido liberaL sospechadas siempre de &auduientas. Sus conclu.


siones, aunque discutibles, constituyeron estiznables deducciones
estadísticas y lógicas.

La cuestión primera en este trabajo consistió en verificar qué


sectores sociales concurrían a votar y cuáles no lo hacían: en se,
gundo lugar, clasificar a los votantes por el lugar que ocupaban
en la sociedad y así sucesivamente. Creyó Paredes que después
de estas operaciones podían obtenerse conclusiones sufic:lentea
para saber quienes eran los que estructuraban el poder legislati-
vo, a través de sus cámaras. La otra cuestión importante para él,
era conocer por qué razones los liberales resultaban siempre ga-
nanciosos, muy a pesar de las crisis políticas de descrédito que
sufrían. Sus intenciones no fueron vanas coino se ve por las con-
clusiones expuestas al flnal del libro.

Mós conµ>ativoL qunql!~--~~_g_Q.fl__or4enado, "Pueblo Enfermo·•


(1909) de Alcid~ Arguedas, entró en la discusi6n sobre un plano
mucho más general: la problemQtizac:ión y quizás, la dramatiza-
ción, de la realidad boliviana el\ todos sua aspectos. Por el lu-
gar que ocupaba Arguedas como escritor y por el ruido que pro-
vocaron sus denuncias, más que por sus análisis, este libro fue
unánimemente aplaudido por loa intelectuales latinoamericanos
que residían en París, grupo del que formó parte, en la primera
déeada del siglo, con Rubén Darío, Manuel Ugarte, Blanco Fom-
bona, F. García Calderón, Hugo llarbagelata y otros. Su ventura
intema no fue la misma, en cambio.- Inicialmente congratulado
por Bautista Saavedra, algunos de sus amigos y los opositores de
Montes, por la vehemencia con que el escritor condenaba el atra-
so social de la oligarquÍa altiplánica, al pasar este momento, "Pue-
blo Enfermo" cayó en el índex de los Intereses dominantes, si;n.
do condenado francamente, como pesimista. La discusión en tor•
no a las tesis de "pueblo enfermo" dio lugar al arguedismo y ril
antiarguedismo, en una porfiada discusión acerca de si Bolivia era
o no un país como Arguedas lo l)resentaba,
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 31

En estos años el montismo -la forma política dominante- se


esforzaba en mostrar, a base de propaganda y de promesas, que
Bolivia se modernizaba y era efectivo el progreso de la nación.
El arguedismo, ácidamente critico, se encargaba, paralelamente.
a señalar cómo la pequeña sociedad ruralizada vivía engrillada
en el atraso, la ignorancia y la suciedad. Por la indignación con '
la que el libro fue trabajado, así como por la agresividad con la
que fue combatido, el libro cobró notoriedad inusuaL convirtiéndo-
se, por primera vez en Bolivia, en un promotor de debates, di-
fusor de ideas y centro de elogios y recriminaciones. Su autor
quedó así, insospechadamente. convertido en el escritor más con-
trovertido, como pocos lo habían sido hasta entonces.

Arguedas había venido actuando hasta el suceso de "Pueblo


Enfermo", bajo el influjo emocional de Emilio Zola, pero teórica-
mente bajo las ideas de Taine, Le Bon y algunos pesimistas es-
pañoles, que le dieron al libro un tono marcadamente conserva-
dor. Empero, lo que hacía de "Pueblo Enfermo" un libro inquie-
tante, era su desaprobación del estado social de la nación y sus
acusaciones contra el régimen gobernante. La reforma social sa•
lía de esta intolerancia con el presente.

Un._ añ9 _después, desde poslciones vitalistas, Franz Tamayo


ingresaba en el debate con la "Creación de la PedagogÍa Nacio-
nal" (1910), esforzándose en dar, con este libro, respuestas bata-
lladoras contra el positivismo dominante. Orientado hacia el vo-
lunlarismo de Nietzsche y las ideas de Flchte, Schopenhauer y
Goethe --cuyas campañas educativas en Alemania quería se-
guir- Tamayo se erigió en líder de una filosofía de la acción y
la fuerza. Desde 1905 en que publicó sus "Proverbios", siguiendo
hasta en la forma y la intención a aquellos pensadores alemanes,
Tamayo mostraba sus aforismos y sus pensamientos expuestos en
breves párrafos. En 1910, al formular la necesidad de una nueva
"pedagogía", entendida como una nueva política nacional, acu.- \
saba al positivismo de haber caído en la especulación y el inte- i
lectualismo y haber abandonado las verdaderas fuerzas de la ra- 1
32 JUAN ALBARRACIN MILLAN

za y la tierra, como único fundamento de la nación. Denuncia, asi-


mismo, al enciclopedismo pedagógico, de haber marginado al
boliviano de su verdadero fin: ser fuerte y, al socialismo, de conr.-
tituir una desviación del espíritu social. -

Sin inmutarse ante sus tenaces adversarios, Tamayo imponía


sus puntos de vista contra las fuerzas tradicionales de la sociedad
boliviana, consiguiendo poner en primer plano a través de la doc•
trina de la fuerza y la filosofía de la acción, a los mestizos. El
agente de la historia no es para Tamayo el blanco, inerme den-
tro de la realidad india. sino el mestizo como síntesis de la raza
milenaria de la tierra y de la sangre blanca. Denuncia la bús-
queda de la perfección cultural como insu.6.ciente para vencer, si,
al mismo tiempci:-~áspira a ser fuerte, la única palanca del
poder. Entre sus principios básicos pedía al boliviano permanecer
en constante actividad, en riesgo permanente y en lucha incesan-
te consigo mismo, no sólo como pedagogía escolar sino, sobre to-
do. como pedagogía política.

En esta impugnación del positivismo, uno de loa mayores éxi-


tos logrados por Tamayo fue denunciar al racionalismo como un
fenómeno foráneo, mosirando a la vez. al irracionalis~o ~lemán,
como una filosofía auténticamente propia. La exaltación de la
fuerza como expresión de vida y la necesidad de cultivar el es-
píritu propio, presentaba al irracionalismo nietzscheano como al
portavoz del nuevo ideario nacional, Particularmente en relación
a la urgencia de destruir la subversión intema que consideraba
al indio como una realidad inexistente.

Daniel Sánchez Bustamante, autor del informe pedagógico, con-


tra el que Tamayo lanzaba sus dardos polémicos. no reaponclló.
En su lugar lo hizo Felipe Segundo Guzmán, quién alegó la ne-
cesidad de adecuar la educación pública al medio social. desta•
cando las ventajas de la culturización como ennoblecimiento mo-
derador de las tendencias agresivas del hombre. "El P~blem11
Pedagógico de Bolivia", publicado con los trabajos polémicos de
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 33

estos días, no fue una respuesta cabal a Tamayo, aunque fue


útil su publicación, debido a que el spencerismo de Guzmán re-
sultaba poco combativo pma polemizar con el voluntarismo nietzs-
cheano. Arce Lacaze fue más concreto al sindicar al escolasticis-
mo como la fuente del atraso educativo.

F. LA SOCIOLOGIA ECONOMICA LIBERAL

Aunque poco difundido, el pensamiento socio económico de


estos años tiene un lugar destacado en este debate. Lo señalan
así los libros de José Luis Tejada Sorzano, "Después de la Crisis"
(1_910) y su informe económico al país, de 1919: los de Casto Ro-
Jas, "Cuestiones Financieras" (1912) y la "Historia Financiera de
Bolivia" (1919) y los estudios económicos de Darío Gutiérrez, entre
otros, lamentablemente de escasa circulación. Su examen prueba
que la preocupación dominante en ellos, era medir el impacto de
la minería sobre la sociedad boliviana.
Teiada Sorzano califica de paradógica la economía boliviana
que, mientras apmentemente parecía vivir pendiente de la mine-
ría, en realidad sólo la sostenía la explotación de unos pocos mi-
nerales, como el estaño, siendo pobre el estado industrial de la
nación y casi inexistente la exportación de productos de origen
vegetal. Por otra parte, Bolivia era sólo un productor de materia,¡
primas. ajeno a todo procesamiento metalúrgico de sus productos.
Tejada Sorzano denunciaba la publicitada "prosperidad" minerl'J
del montismo sólo como un "festín" propagandístico que disfra-
zaba la pobreza real.
Estos planteamientos, tan poco conocidos y muchísimo menos
estudiados, reflejan vigorosamente el arguedismo de "Palabras
Libres" y el resultado de las discusiones de Chirveches, Argu•
das, Vaca Chávez y Tejada, en París. Al considerar el papel de
Bolivia en su comercio intemacional, Tejada Sorzano sostenía que
éste no era sino el de "simple instrumento" ... (preparado) para
"producir sin reflexión y sin esfuerzo mental .• ., bienes cuya pro-
piedad pertenece a empresarios extranjeros".
34 JUAN ALBARRACIN MILLAN

Empeñado en secundar la CCIJD.paña arguedlana contra el


"criollismo" oligárquico de la época liberal. Tejada Sorzano des-
plazaba la queja anti-montista hacia el campo económico, afirman-
do que Bolivia era, sólo para la fatuidad de algunos, "el país de
moda en el mundo financiero" ••• cuando "en el hecho, era un
país desconocido" .•.

Mostrándose escéptico ante las Posibilidades de diverslBcadón


de la industria nacional Y desahuciando el optimismo de que unos
cuantos minerales resuelvan la pobreza del estado boliviano. Te•
lada demandaba la creación de nuevas industrias dentro de una
política "eminentemente nacionalista", como oposición al predomí-
nio minero, apreciación formidable en una época en la que la
gran minería se encontraba aún en botón. como futura potencia
adversa a los intereses nacionales.

Frente a este analista. el caso de Casto. Rojas fue simpre dife-


rente. Optimista ante el poder del estaño y sus p~sibilidades na-
cionales, Rojas llegó a esbozar un proyecto de "civilización boli-
viana" levantada exclusivamente sobre la minería y el altiplano.
Como el país es pobre, a pesar de la prodigalidad de sus minas,
Rojas pronostica el esplendor de la sociedad boliviana siempre
que la minería deje de actuar sobre la naci6n al modo de "una
especie de colonia del capital" extranjero, pues lo que produce
esta industria no atesora a la república sino a otros países. La con-
dición. en consecuencia. sería la nacionalización de los recursos
minerales y la transformación del campamento en clvlllzaci6n bo-
liviana:. A pesar de consideraciones tan extremas para el libera-
lismo ele la época, Rojas fue el economista del montismo en la
segunda década del siglo.

Félix Avelino Aramayo, el afortunado minero que llevó sus


intereses al segundo lugar en la minería boliviana. sólo después
de Patiño, sostenía con alucinaciones geopolíticas y mendacidades
ideológicas, que el promontorio andino constituía el verdadero sus-
tentáculo de existencia de la república y la garantía de seguri-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 35

dad del estado boliviano. Al compartir con Rojas la tesis de país


minero, se vio como aquéL ante la dura realidad de no poder
explicar, a pesar de las minas, la pobreza de la nación y el atra-
so social de la regiÓn. Si Rojas admitió, finalmente, que había que
ir a la nacionalización de la minería, Aramayo, imposibilitado de
aceptarla, sostuvo sin otro esfuerzo de razonamiento, que Bolivia
tenía perdidas las posibilidades de sostenerse por sí misma, con-
siderando que había llegado la hora de que pida su unión a la
Argentina.

Participando de la discusión sobre los problemas económicos


del liberalismo, Ignacio Calderón publica en 1912 "La Moneda en
Bolivia y su Reforma", Román Paz, en Sucre, "La Crisis Econ6ml-
ca y la Crisis Bancaria" (1914): Florián Zambrana en La Paz, "Pro-
blemas Económicos" 1915) y Dario Gutiérrez (191 O) su comentada
"Política Económica". De estos estudios, el de Gutiénez es el que
más se aproxima a las ideas de Tejada Sorzcmo y Casto Rojas, en
cuanto al impacto de la minería sobre la sociedad boli'91cma, aoa-
teniendo que entre las importantes exportaciones de minerales y
los ínfimos ingresos que reportaban a la nación, se esfumaba la
oportunidad de estructurarse la nación. Entre Dario Gutiérrez. Caa-
to Rolas, Daniel Sánehez Bustamante y José Lula Telada Soncmo, el
liberalismo entrevió la necesidad de las naclonallzaclones como
defensa de la patria empobrecida.

G. EL POSITIVISMO EN LAS CIENCIAS JURIDICAS

La evolución de las concepciones jurídicas se encuentra aso-


ciada, más que otras, al avance del positivismo en Bolivia. Sus r•
presentantes más destacados se encuentran asociados al liberalis-
mo que se encontraba en vísperas de la llamada "revolución fede-
ral" de 1898. Los nombres de Ismael Montes, RodoUo Soria Gal-
varro, Sixto López Ballesteros, Bautista Saavedra, José Palma y V.,
y otros, en la universidad de La Paz, constituyen los primeros en la
introducción de las nuevas teorías.
36 JUAN ALBARRACIN MILLAN

Bautista Saavedra en "Los Orígenes del Derecho Penal y su


Historia" (1910) es uno de los primeros expositores teóricos del po-
siüvismo, de orientación spenceriana. Daniel Sánchez Bustamante
publica en 19.03 sus "Principios de Derecho", obra inspirada en
Spencer, Guiddins y Le Bon. José Palma y V., parte de la base evo-
lucionista que sostenía que todas las instituciones se transforman
paralelamente a los cambios de la sociedad. Llamaba a Spence~
y Tarde "gigan.tescos cerebros" de la revolución de las ideas ju-
rídicas y pedía a sus alumnos obrar con arreglo a las leyes de
la "integración de la materia" y la "disipación del movimiento"
como correspondencia a una "necesidad sentida". (Pág. In, "Dos
palabras". "Principios de Derecho CivU).

Palma compartía con Sánchez Bustamante de la teoría de


Guiddins acerca del lugar de las ciencias sociales en el esquema
de A. Comte. formando parte de la biología, la psicología y la so-
<:iología.

José S. Quinteros, autor de "Derecho Administrativo". (1920)


consideraba al Estado como "un verdadero organismo"· y a ··1ós
individuos como "elementos monocelulares" de éste. Del mismo
modo que el hombre dispone de una diversidad de órganos, el
Estado posee también de vmios órganos. De acuerdo con Quinte•
ros cada órgano ti.ene una estructura y una función específica-
mente propia. Lo que realiza un organismo social no puede reali•
zarlo otro, del mismo modo que lo que hace el corazón no puede
ser hecho por el cerebro. Sin embargo, entre cada uno de estos
órganos se da una perfecta solidaridad. Quinteros seguía a Spen•
cer, Fouellié y otros organicistas, con estricta fidelidad.

Al finalizar el período liberal José Carrasco publica sus "Es-


tudios Constitucionales" (1920), en cuatro volúmenes, libro exegéti-
co, exahusti.vo. en el que se observa el optimismo liberal sobre
la vigencia de las leyes constitucionales acerca de las garantíatJ
y libertades públicas e individuales.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 37

H. LA CORRIENTE CATOLICA

El anüposilivismo más constante tuvo, sin duda, raíces cató-


licas. Su antecedente inmediato es el de Miguel de los Santos Ta-
borga, autor de varios opúsculos como "Incongruencias del Positi•
vismo", un pequeño estudio de refutación al "materialismo" posi-
üvista, trabajado desde fuentes teológicas.

En el anti-posiüvismo católico del siglo XX. aunque numeroso


como movimiento en La Paz y Cochabamba, sólo llegan a desta-
car por su actividad, José Quintín Mendoza, para quién la reve-
laci6n debe ocupar una primera posición en el estudio social. Su
trabajo más conocido es "Los Gansos del Capitolio". Lionel Lagoa
Molina publica un pequeño trabajo dedicado al estudio de "Las
Leyes Sociológicas" (1912), en el que se esfuerza en sostener que
hay leyes divinas superiores a las positivas. Román Paz escribió,
asimismo, algunos trabajos de orientación católica en Cochabam-
ba. En La Paz José Santos Machicao difundía sus ideas mísücas
en sus libros de cuentos y en la prensa católica.

Mucho más fecunda es la corriente etnográfica de la orden


franciscana, entre cuyos trabajos se encuentran la "Etnografía Chi-
riguana" (1912), de Bernardino Nino y "Las Misiones Franciscanas
de Potosí" (1918), de Angélico Martarelli. Fuera de esta tendencia,
la etnografía tiene, además, otros investigadores como Eduardo
Lima con su "Etnografía de Carangas" y Arturo Posnansky con
varias publicaciones antropológicas, prehistóricas, etc. La impor-
tancia de esta corriente debe ser destacada siempre por su signifi.
cación dentro de la literatura sociológica.

Hay también un anti-positivismo idealista en Mamerto Oyola.


autor de "Razón Universal" (1898), un tratado de filosofía racionalis-
ta que se ocupa de las consecuencias filosóficas del kantismo y el
anü-kantismo, opuesto radicalmente al positivismo de la época.
38 JUAN ALBARRACIN MILLAN

l. CORRIENTE SOCIALISTA DEL MOVIMIENTO OBRERO

El considerable atraso del movimiento obrero boliviano Influ-


yó muchísimo en la difusión de las ideas sociológicas de Marx.
Aunque en 1903 el marxismo parece anunciarse en la Sociedad
Agustín Aspiazu. con grandes ventajas, liquidado este núcleo ra-
dicalizado del pensamiento avanzado de los liberales, las ideas
aocialistas se postergan largamente. Lino Urquleta abandona el
país, Tomás Monje Gutiénez se excluye de toda otra participa-
ción ideológica, Tomás Manuel Elío se hace liberal. siendo M. R.
Paredes, entre los que quisieron impulsar el socialismo, el últlmo
que concurrió a la liquidación de la Sociedad Asplazu.

A partir de 1914 se inicia la organización del movlmlento obr•


ro y tiene lugar la realización de congresos y el intercambio de
Ideas políticas entre sus representantes. El movimiento artesanal en
las ciudades y el minero en el centro del país, consiguen hacer
conocer sus primeros folletos, periódicos y libros. Uno de estos
trabajos es el de Enrique G. Loza que publica en lquique, Chile,
su "Visión del Porvenir" (1916). en el que se habla del soc:iallsmo
aún en términos liberales.

En 1919 José Portocanero Vera edita "Orientaciones Obreras".


en el que figuran las generalidades políticas de la época y aún
no se supera el socialismo emotivo dominante.

Es en los informes de los dirigentes obreros, en los discursos


camarales de sus diputados y en sus anállsis polítlcos, donde exis-
te mayor material relacionado con el enfoque sociológico de loa
trabaladores. El diputado Ricardo Perales, natural de Oruro, pedía
a los obreros estudiar la obra de Marx como instrumento de lib•
ración, pero Perales no llegó a dejar ninguna obra escrita. Las
vinculaciones de los trabaiadores con el partido radical y el partl-
do republicano, durante estos años, ayudaron a separarse del in-
tervencionismo liberal en las cuestiones ideológicas de los traba-
jadores.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 39

J. LA DECADENCIA DEL POSITIVISMO


Los fracasos políticos del sistema liberal de gobiemo se tra-
dujeron de inmediato en la literatura sociológica de las postrime-
rías del régimen de Gutiérrez Guerra.

La violencia desatada en la política boliviana induce a loa


republicanos a decidirse por el golpe de estado, subversión que
nada resuelve por la similitud de postulados entre republicanos y
liberales.

En "Dudas y Visiones del Camino" (1917), Daniel Salamanca


hacía de su diario íntimo, un testimonio de la decadencia posili-
vlsta, aun permanenciendo dentro del spencerismo. Graves dolen-
cias le obligaron a viajar a Europa en busca de tratamiento mé-
dico de urgencia. Y, aunque el libro no fue concluído, bastó, has-
ta donde fue avanzado, para comprender la naturaleza de sus re-
flexiones. Salamanca se muestra en sus preocupaciones sociales y
sus meditaciones ideológicas como un pensador solitario que es•
cribe al margen de toda polémica. guiado únicamente por sus
ansiedades especulativas. Como Spencer, su maestro, Salamanca
es un conservador convencido del rol de la autoridad en la vida
social y de la función que en ella deben tener el orden y la ley.
Pero, Salamanca difería de Spencer, no sólo por la distancia his-
tórica que los separa, sino también porque el primero era el Ideó-
logo del colonialismo inglés y el segundo sólo un mentor del pa-
triciado rural erguido sobre la aplastada masa India.

La otra voz declinante del positivismo, en estos años, es la de


Daniel Sánchez Bustamante, ahora asociado al partido radical co-
mo consecuencia de su alelamiento del partido liberal. El "Progra-
ma Político" (1919) que se publica en esta fecha, se encuentra den•
tro de cánones subietivlstas. Pero, aún así. Sánchez Bustamante
no deja de hacer incisivo su· análisis socio-político. En él, se inten•
ta señalar los factores sociales y políticos del desorden que abate
al liberalismo. Denuncia la violencia empleada como origen de la
40 JUAN ALBARRACIN MILLAN

desorientación política y como obstáculo de la comprensión inter-


na. Le: apelación a la moral y las invocaciones éticas muestran
que el sociólogo ha abandonado el tratamiento objetivo de la rea-
lidad social. Una notoria subjetivización en el tratamiento teórico.
caracleri.za estos razonamientos. evidenciando hasta dónde pare-
cía desahuciada la posibilidad de un examer, realista.

Aunque el análisis del montismo a travé9 del estudio del mel-


gareiismo, tiene en esta fase de la decadencia positivista, autores
como Alberto Gutiérrez ("Paradojas" y "El 1t1elgarejismo, antes y
después de Melgarejo"): a Alcibiades Guzmán ("Libertad y Des-
potismo") y a Isaac Tamayo ("Habla Melgarejo"). por la natura-
leza de sus exámenes teóricos y su intermeclkrción ideológica en•
tre el período de crisis del positivismo y las corrientes menores del
pensamiento sociológico, su estudio ha sido trasladado al tercer
volumen de nuestro libro, razón por la cual advertimos al lector de
la posición que hemos adoptado con respecto a su examen.

Finalmente, entre la quiebra política del montismo y las posi-


ciones que caracterizan la conclusión de este ciclo, se encuentra,
en primer lugar, por su incontestable calidad testimonial "La De-
mocracia en nuestra Historia" de Bautista Sct:avedra, libro franca-
mente nihilista que niega toda futura posibilidad de desarrollo al
spencerismo. con cuyo fracaso el positivismo pudo ver su propia
incapacidad para seguir guiando a los sociólogos bolivianos sin
caer en la insolvencia doctrinal. Saavedra desahucia, en esta
obra. todo progreso c!e la sociedad boliviana en el porvenir. En su
pesimismo irreversible, con el que cae en ui:ta condenación total
del presente, Saavedra no tiene como salida sino esta hipótesis: la
anunciada posibilidad del advenimiento de 1111a nueva raza que
reemplace a las actuales. No adelanta cómo van a desaparecer
las razas bolivianas existentes ni cómo se dct:rá la posibilidad de
contar con una raza nueva, diferente a todas las que existen en el
esquema boliviano. Le bastaba saber que vendrá otra en lugar
de las actuales, a las que juzga agotadas, anquilosadas, para-
sitarias.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 41

En este período que finaliza en 1920, Tamayo escribe poemas


líricos, crítica política y trabajos polémicos sobre cultura y arte.
Arguedas ingresa en el análisis histórico, relegando el poaltlvismo
por un idealismo moralizante. Rigoberto Paredes pasaba a ocu-
parse del trabajo de recolección de "mitos, supersticiones y au-
penivenciaa populares" con enunciados empíricos de su trabajo
de campo. Daniel Sánchez Buatamante recomendaba en "Bolivia,
au estructura y sus derechos en el Pacífico", nacionalizar las mi•
nas y salir al encuentro del yankee para escapar a la absorción
-chilena.

En esta exposición del cauce positivista, más que en las anti-


cipaciones del socialismo y la irrupción lrracionalista, radica lo
-esencial del pensamiento sociológico de esta época, a la que llamo,
por todo lo expuesto, la época del gran debate positivista.

La Paz, enero de 1978.

~()e:::::;>
'
CAPITULO I

LA DIFUSION DE LA SOCIOLOGIA
EN LA SOCIEDAD IJBERAL

"El progreso no consiste sólo en la capacidad de producir, de


construir, de transportar, de cambiar, de dominar o de acome-
ter, sino y sobre todo, en la aptitud de interpretar (filosofía) y
practicar (moral) el sentido de la existencia y, de encontrar en
ella, lo bello, comprenderlo y amarlo. Despertar y dar intenl͕
dad a esta aptitud es una gran misión social".

DANIEL S. BUSTAMANTE
Prospecto de la Escuela Libre de Ciencias Sociales. - 1915.
l. - Daniel Sánchez Bustamante

A. Ambito Histórico.

En el proceso constitutivo del positivismo boliviano del


siglo XX. Daniel Sánchez Bustamante (1870 - 1933). goza del
privilegio de participar de algunos de los rasgos más cons-
tantes y característicos de la trayectoria seguida por el pen-
samiento sociológico boliviano del primer tercio de siglo.
Inicialmente spenceriano, en la madurez pasaba a la psico-
sociología leboniana y al determinismo geoantroposocioló-
gico de Ratzel, para abandonar definitivamente, en la ve-
jez. el positívismo y concluir algunos años antes de su muer-
te. en la ética estoica y el pascalismo filosófico.

Identificar esta trayectoria de su pensamiento siguien-


do el curso de los acontecimientos históricos del país, no
es únicamente una necesidad de la investigación sino fun-
damentalmente una exigencia de legitimidad de la parte
que le cupo en la contribución a la sociología boliviana.

Para dejar planteados los problemas que estudia Sán-


chez Bustamante en los diferentes momentos seña!ados es
indispensable situar éstos, genéticamente. para cuyo obje-
to dejaremos establecido los siguientes períodos:
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 4,

1. El período spenceriano al que pertenecen "Principios


de Derecho" (1902) y "Principios de Sociología" (1903).
2. El período de influjo comtiano que inspira la refor-
ma educativa emprendida por el informe elaborado
por Sánchez Bustamante (1909).
3. La transición hacia la psicosociología expresada en el
"Programa Político" (1917) y en la reedición de
"Principios de Derecho" (1919).
4. El período antropogeográfico expuesto en "Bolivia,
su estructura y sus derechos en el Pacífico" (1919)
influído por Ratzel.
5. El período pascaliano y estoico que concluye con su
muerte en 1933.

La especificidad de cada una de estas instancias teóri-


cas se explica tanto por el desarrollo lógico del pensamien-
to de Sánchez Bustamante, como por la base histórica pro-
funda en la que tienen lugar sus proposiciones. No es di-
fícil, por esta razón, señalar la correspondencia entre el pe-
ríodo orgqnicista y los problemas que confronta la sociedad
criolla contra la sociedad india al empezar el nuevo siglo,
ni el proceso comtiano que acompaña a las formulaciones
pedagógicas de la reforma educativa del montismo al fina-
lizar la primera década. El giro psicosociológico que le si-
gue coincide, asimismo, con la declinación del liberalismo
en el gobierno y el geopolítico y geo-antropológico con las
urgencias de la demanda marítima de Bolivia y la política
internacional boliviana. Finalmente, el pascalismo filosófico
y la ética estoica resultan paralelas al ingreso del país en
un proceso conservador que encumbró a Salamanca en el
gobierno de la nación y al subsiguiente fracaso en la gue-
rra del Chaco.
46 JUAN ALBARRACIN MILLAN

En la actividad de Sánchez Bustamante existen, ade-


más, otros momentos como el de su obra pionera en la crí-
tica literaria del período de introducción del modernismo
publicada en revistas y recogida en parte en sus "Opinio-
nes y Discursos" (1905). Sdn desestimar éstos y otros aspec-
tos de su obra, adoptamos el esquema aquí propuesto por-
que en él se periodifica su obra estrictamente sociológica.

B. Los Nuevos Rumbos.

Aunque la época en la que el positivismo se impone


al naturalismo social boliviano, se encuentra más o menos
estudiada en otras áreas de las ciencias sociales como la
historia, el derecho, la economía y la política, no sucede,
otro tanto, con la sociología, con haber sido la literatura so-
ciológica boliviana, una de las más ricas, como tenemos
visto en nuestro estudio anterior, destinado al examen del
pensamiento social del siglo pasado.

Frente a este vacío de investigación, que no es cierta-


mente el único en la historia de las ideas sociales del país,
se hace indispensable bosquejar una caracterización tenta-
tiva de los flujos culturales que se dan en el campo de las
ciencias sociales durante el período que une a ambos si-
glos. Recurriremos, con este propósito, al testimonio indis-
pensable de algunos contemporáneos.

El novecientos, según el criterio dominante, ha sido de


rápida difusión del positivismo, al producirse el advenimien-
to de las nuevas escuelas cientüicas, inspiradas en las mo-
dernas ciencias naturales. Así, por ejemplo, al referirse a la
fisonomía cultural de comienzos de siglo, Julio A. Gutiérrez
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 47

decía en 1937: "Nuevas ideas agitaban al viejo mundo en


materias criminológicas, sociológicas y jurídicas. Las doc-
trinas de Lombroso, Ferri, Garófalo, Comte, Littré, Fouiellé,
Brunettiére, Letourneau, Spencer, Giner de los Ríos, etc.,
inundaban las universidades americanas". En cuanto a Bo-
liviCl, Gutiérrez le asignaba a Sánchez Bustamante, un lugar
preeminente en los "nuevos rumbos intelectuales" (1).

Este juicio es inobjetable, en cuanto a su validez como


pauta general del proceso de renovación científica que tie-
ne lugar en Bolivia al despuntar el nuevo siglo; pero, para
hacer progresar su estudio, había que ahondarla en sus
particularidades, ingresando en cuestiones mucho más espe•
cíficas, como aquellas que se refieren al lugar que ocupa
su pensamiento dentro del curso del surgimiento del spence•
rismo, a la valoración de sus contribuciones teóricas, a la
naturaleza de los temas investigados, a los métodos em•
pleados y al carácter de sus preocupaciones específicas.

Cuando Gustavo Adolfo Otero, años más tarde, volvió


al examen de la obra de Sánchez Bustamante, no hizo otra
cosa que repetir lo que ya se tenía dicho hasta entonces;
esto es, que Sánchez Bustamante se encontraba bajo el
signo del positivismo y, como tal, era un "conocedor lliste,
mático de Comte, Spencer, Gumplowicz, Durkheim" . . . (2).

No es un hecho desconocido, aunque sí poco difundido,


el éxito alcanzado por el joven profesor Sánchez Bustaman-
te en la difusión de las doctrinas positivistas. Más próximo
a Spencer, aunque bastante enterado de la obra de Comte,
pondrá mayor interés en las escuelas francesas e inglesas,
antes que en las corrientes alemanas e italianas. De este
48 JUAN ALBARRACIN MILLAN

modo Spencer será mucho más divulgado que Comte, sien•


do relegados pensadores como Marx, Weber y otros. Tam-
poco era una novedad, a medio siglo, las preferencias de
Sánchez Bustamante por Guiddins, Gumplowicz y Ratzel.
La reiteración de estos conceptos por Otero, no contribuyó
a sacar esta inV'estigación de las cuestiones generales, de-
teniéndose éste en las mismas puertas de un tratamiento
más pormenorizado. Otero. obviamente, no se animó a in-
gresar en cuestiones escabrozas que requerían de mayorea
elementos de juicio, pero al menos dejó establecido que su
obra se encontraba comprendida dentro del ciclo de los
grandes pensadores positivistas de América como Vaz Fe-
rreyra en el Uruguay, Vasconcelos en México, Rodó en el
Uruguay, Ugarte en la Argentina y F. García Calderón en
el Perú.

EL PERIODO ORGANICISTA

Sánchez Bustamante fue una de las excepciones, entre los


mi:embros de la Sociedad Geográfica, que tuvo que ver
poco con el naturalismo científico. Su. _ingresa_ en el po•
sitivismo tiene lugar_ bajo circunstancias que est6n relacio-
nadas con la actividad universitaria:. Entre quienes se ocu-
pan de la trayectoria seguida por Sánchez Bustamante al
comenzar el siglo, podemos citar a Vicente Mendoza López
para quién aquél se encuentra asociado con las bases filo-
sóficas del positivismo, enhebrando su pensamiento con el
cuarto tomo de la Filosofía Positiva de Comte, con los traba-
jos de Spencer, Spengler, Guiddins, Gumplowicz, Novicow,
Schaffle y Ward (3). Esta enumeración no es puramente
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 49

cuantitativa sino que está en relación con los pasos dados


por el profesor de sociología en la cátedra.

Aunque el discurso pronunciado por Tomás Manuel Elío


que vamos a citar, es en mucho anterior al juicio de Men-
doza López, su referencia puede ayudar a darle consistencia
a nuestro propósito analítico. En una ocasión tan poco sos-
pechada de académica como su exposición ante la Cámara
de Diputados, el diputado Elío, líder entonces del partido ra-
dical. decía al discutir los fundamentos sociológicos de las
leyes: "Para Spencer la sociedad es un organismo que evo-
luciona tácita y lentamente, bajo el estímulo de las nece-
sidades y de las actividades de los individuos que entra-:1.
a constituirlo ... , es un producto natural del carácter de un
pueblo, en una época determinada, también del que las ge-
neraciones anteriores le hayan trasmitido. El estatuto social
-declaraba el spenceriano Elío- lejos de ser obra de los
gobiernos y las leyes, es la resultante de todas las ambi-
ciones, de todos los intereses personales, de los sentimien-
tos de miedo, de despecho, de indignación" (4). Antiguo alum-
no de Sánchez Bustamante, Elfo tenía razones para ser un
exponente de sus principios, aquellos que venían desde la
cátedra universitaria.
1
El spencerismo sustentado por Sánchez Bustamante, mu-
cho menos radical que el de Saavedra o Guzmán, estaba
penetrado del comtismo, influencia que atenuaba la agresi-
vidad del organicismo, hasta diluirla a una especie de antro-
pología social. Esto es lo que puede verse en sus libros de
comienzos de siglo. El primero de éstos, "Principios de So-
ciología", comprende dos partes: 1) una exposición en la
que muestra el desarrollo de las concepciones históricas que
50 JUAN ALBARRACIN MILLAN

tuvieron del derecho los pueblos desde las culturas antiguas


hasta las tendencias contemporáneas y 2) una teorización
sobre los fundamentos doctrinales del derecho.

En la primera parte destaca lo esencial de las concep-


ciones jurídicas de la antigua India, los griegos y Roma.
En la edad media comenta las teorías de Tomás de Aquino
y Agustín de Tagaste. En la época moderna se ocupa de la
teoría del derecho natural de Grocio, Puffendorf, Hobbes,
Locke, Tomasio, Wolli y Vico. A partir de Kant, a quién con-
sidera al más grande filósofo del derecho, sigue la línea de
Fichte y de Rousseau, para culminar en los teóricos de la
revolución de 1879, por un lado, y la línea de Schelling-
Hégel, por otra. En el repaso de las teorías contemporáneas
expone, con algún detenimiento, las escuelas histórica, evo-
lucionista, utilitaria, naturalista y positivista, marxista y clá-
sica. Tan amplio campo de relación histórica sólo puede ha-
cerse didácticamente valiosa por la capacidad de síntesis y
el esfuerzo de claridad que posee.

En la consideración crítica de la segunda parte de los


"Principios de Derecho", sólo nos interesa confrontar sus
ideas expuestas en 1903 con los "Principios de Sociología",
para precisar los alcances de la evolución sociológica de
sus ideas. Con este prop6sito ingresaremos por referimos 'l
sus apreciaciones de mayor notoriedad.

El cambio más importante se observa en su nueva acti-


tud ante la sociología. Buscando hacer explicativa su pri-
mera definición de ciencia de la estructura y funciones de la
sociedad, añade algunos términos y conceptos que lejos de
darle claridad la obscurece; esto es lo que se ve cuando lu
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 51

sociología es re-definida como "ciencia general del fenóme-


no social" que de ningún modo puede comprender lo que
a continuación sitúa como subordinados a esta primera par-
te, la "descripción de la estructura y de los elementos de la
sociedad así como también la explicación de las causas y
leyes que dirigen sus funciones, su proceso y su evolución".

::.;.tos rellenos sólo dan la impresión de una notoria in-


fluencia de un sociólogo menor: Franklin Guiddins, para
quién la sociología está determinada por la "conciencia de
la especie" o sea por el predominio de los fenómenos
psíquicos.

Metodológicamente, Sánchez Bustamante no realiza nin-


gún progreso importante, y este es, acaso, uno de sus aspec-
tor:: más flacos. Desconoce las "Reglas del método sociológi-
co" de Durkhsim y se detiene remolonamente en los proce-
dimientos inducüvos y deductivos, y secundariamente, en
las operaciones de síntesis y análisis, aspecto en el que
Spencer domina su interés.

Donde las ideas sociológicas del profesor Sánchez Busta-


mante se amplían más en este libro, es en la parte relativa
al estudio de las relaciones del derecho con otras ciencias.
Más que examen de relaciones, se trata de importantes con-
sideraciones sobre la clasificación de las ciencias y la de-
terminación del lugar que ocupa la sociología en el esque-
ma general del conocimiento.

"Esta hermosa ciencia". según términos de Sánchez, ocu-


pa un lugar central en el conocimiento de la sociedad. To-
das las ciencias sociales particulares actúan sobre sus fun.
:52 JU AN A LBA R R A C I N M I LL A N

damentos. Como ciencia social fundamental. coordina loa


resultados de las ciencias particulares. En algunos casos, co-
mo el derecho, juzga que éste no es sino una forma del
pensamiento cuyo contenido es la econonúa y ésta, a su
vez, una expresión del desarrollo de la sociedad con signi-
ficaciones éticas, culturales. etc. Sin embargo, esta posición
sociologizante se agota cuando se trata de la psicología. Co-
mentando a Guiddins, considera su obra como "una de las
expresiones más exactas y metódicas de la sociología" psico-
lógica, cuyas opiniones parece compartir, cuando sos-
tiene que, "específicamente la sociología es una interpreta-
ción del fenómeno social según la actividad psicológica".
Es verdad que esta aprobación no es dogmática, como se,
verá más adelante.
Básicamente, Sánchez Bustamante permanece en el
comtismo en algunas cuestiones como la jerarquía de las
ciencias, aunque introduciendo, parcialmente, alguna modi-
ficación. Mientras la sociología ocupa una posición superior
en Comte, en Sánchez Bustamante la sociología es más bie"l
una ciencia intermediaria enh9 la biología y la psicología.

Considera la historicidad como la esencia de todas las


cosas. Separa biología y sociedad, radicalmente, con lo que
sale del spencerismo en cuanto a su base organicista. El or-
ganicismo adopta una actitud errónea y arbitraria al consi-
derar a la sociedad como un agregado biológico, escribe en
1919. Esta aclaración a las vaguedades de 1903 es impor-
tante. La sociedad es un agregado, pero no biológico como
lo sostiene el organicismo. sino social. Las partes de la socie-
dad no tienen funciones biológicas sino sociales. "El hecho
social -afirma- no es un caso orgánico, ni un caso bio-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 53

lógico; es un fenómeno distinto" . . . Este rechazo del organi-


cismo marca un cambio hacia Guiddins en la teoría socioló-
gica y hacia el conservadorismo de Salamanca en la polí-
tica interna.

La sustitución, ya histórica entre nosotros, de la filosofía


política del liberalismo francés por el positivismo inglés, es-
to es, la suplantación de Rousseau por Spencer, se muestra
osca y agresiva en Sánchez Bustamanle, cuya posición en
este punto es la misma que la de una mayoría de los liberales
de estos años. El paso del naturalismo al positivismo, sin la
fecundación previa de la ilustración y el racionalismo, tra-
jo todos estos borrones del conservadorismo. Con ser el me-
nos enérgico de los adversarios del racionalismo, Sánchez
Bustamante dice: "El racionalismo de Rousseau, pervertido
por las pasiones políticas, hace concebir ese pseudo libera-
lismo degenerado que resalta el valor cualitativo de las ma-
sas y deprime el cualitativo de las clases dirigentes, des-
conociendo los verdaderos fundamentos y fines del Estado".
Para Sánchez Bustamante la fraternidad, la tolerancia y las
verdaderas libertades se encuentran en una situación inver-
sa. Ciertamente, este juicio muestra su paso hacia el con-
servadorismo.
I

La ausencia de cultura económica no ha sido una de-


bilidad de unos cuantos sino de casi todos estos pensado-
res. Sánchez Bustamante tenía del fenómeno económico una
impresión marcada por el utilitarismo. Por eso cuando ingre-
sa a relacionar sociedad y economía, Iio habla de Marx sino
de Bentham. Al exponer el materialismo histórico, Sánchez
Bustamante no se refiere al contenido sociológico de esta
doctrina sino a sus aspectos más generales. 1919 es ya un
54 JU AN A LB A RR A C I N M I L LA N

período de crisis de la corriente spenceriana, tanto por la


inconsistencia teórica de ésta como por las observaciones
que surgen contra ella en sus adeptos. En Sánchez Busta-
mante coincide este alejamiento del organicismo con su
aproximación a Daniel Salamanca en la política interna, la
figura crepuscular de este liberalismo que dt'saparecía en
los años de la guerra del Chaco, no sólo en teoria sino tam-
bién físicamente, con la muerte de Montes, Saavedra, Sala-
manca, y el propio Sánchez Bustamante.

LOS "PRINCIPIOS DE SOCIOLOGIA"

Por encontrarse la obra de Sánchez Bustamante, asocia-


da estrechamente a los hechos_ culturales mó..c:; notables q~e
tuvieron lugar en el desarrollo del pensamiento boliviano de
comienzos de siglo, debemos referir su pensamiento a algu-
nos acontecimientos indispensables.

En 1889, bajo las instigaciones de la Sociedad Geográ-


fica de Londres, el racionalista Agustín Aspiazu y los
d'orbignyanos M. V. Ballivián y Carlos Bravo, fundan junto
a Sánchez Bustamante la Sociedad Geográfica de La Paz,
centro importante del naturalismo científico y el spencerismo.
Este antecedente ilustra suficientemente el rol cumplido por
esta sociedad en el desarrollo de la sociología y el recono-
cimiento que Sánchez Bustamante hace de Spencer a quién
llama en sus "Principios de Sociología", "uno de los prime-
ros sistematizadores de la sociología" (5 ).

Para Sánchez Bustamante la sociología es una ciencia


esencialmente interdisciplinaria. Sus fundamentos se levan-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 55

tan sobre el desarrollo de tres ciencias particulares: la eco-


nomía, la biología y la psicología. La investigación de los
fenómenos económicos a través de la escuela clásica de Eco-
nomía Política (A. Smith, D. Ricardo); las conclusiones de las
ciencias naturales que Carlos Darwin hizo triunfar con la
fundación de la teoría de la evolución biológica y la exten-
sión de las conquistas de la psicología al campo de la con-
ducta humana, hicieron posible que la ciencia de la socie-
dad tuviera una jerarquía científica propia. Erigida así, la
sociología, pasó a constituirse en una ciencia general y to-
talizadora. Concebida bajo este carácter, la sociología pasó
a ser para Spencer, parte del evolucionismo universal. Bajo
esta concepción que reconoce la objetividad de las cosas y
la sujeción de éstas a leyes, le atribuye a la sociología la
tarea de "tomar la sociedad como conjunto o :núcleo de fe-
nómenos bien caracterizados, a la manera que el geógrafo
y el geólogo toman la tierra para describirla y explicar las
leyes de su formación y su conservación" (6).

Sobre esta fundamentación es que Sánchez Bustamante


define la sociología dentro de conceptos de relación estruc-
tural funcionalista: "La sociología, prescribe, es una ciencia
que tiene por objeto el estudio de la estructura y funciones
de la sociedad considerada como un todo a fin de est6ble-
cer leyes y causas del proceso y la vida sociales" (7).

Esta definición concuerda con la identificación de los


elementos integrantes de la sociedad, los que son expuestos
en el siguiente orden: "por una parte la MATERIA que com-
pone la población en intercambio constante de energías con
el medio físico, principalmente con el territorio; por otra, un
conjunto de actividades mentales que constituyen lo que se
56 JU A N A L8 A RRA C I N M I L L ,A N

llama la conciencia social y que origina las instituciones


humanas" (8 ).

Es esta última parte la que indujo a pensar que Sán-


chez Bustamante consideraba la conciencia como el funda-
mento de lo social. Además de lo que ya tenemos dicho so-
bre este punto, podemos añadir lo siguiente: Al hablar de la
conciencia, Sánchez, no trata de la conciencia individual,
sino de la conciencia social; en segundo término, esta con-
ciencia social está considerada como elemento factorial y no
como fundamento de la existencia de lo social. Por lo que
se afirma en los "Principios de Sociología", la base de la
sociedad descansa en su materialidad, entendiendo por ella
kr presencia física del hombre, las fuentes de su subsisten-
cia, la territorialidad de su habitat; el señalamiento de "las
actividades mentales" como los orígenes de las instituciones
sociales, es lo que ha venido en llamarse, en otros términos,
la determinación de lo social por la conciencia o sea por el
conjunto de relaciones psíquicas. Esta diforenciación entre
lo material y lo mental sirve para distinguir lo que debe en-
tenderse por estructura social y por funciones mentales, o
Sb(l lo que Comte entendía por condiciones de existencia o
estática social y condiciones de desenvolvimiento o .diná,
mica social.

Donde Sánchez Bustamante sujeta a la sociología a mar-


cos mucho más estrictamente positivistas es en la teoría del
conocimiento. La exposición filosófica del positivismo es apli~
cada aquí por extensión al análisis sociológico. La investi-
gación debe ceñirse sólo a lo que es observable debiendo
detenerse ella, ante las "penumbras de la metafísica". No
obstante de que "lo incognosible" spenceriano es una forma
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 57

metafísica del evolucionismo, Sánchez Bustamante no habla


de él, prescribiendo solamente que la realidad sujeta a obser-
vación debe circunscribirse a su estructura, crecimiento, etc.,
"tratando de referir los hechos recogidos a leyes". Con esta
reducción del proceso del conocimiento a lo tangible, Comte
y Spencer, pretendieron equiparar filosofía con metafísica y
congelar la ciencia a los niveles de la observación, causali-
dad, experimentación. Las formas del análisis filosófico que-
daban así, fuera del esquema del positivismo, y por tanto da
fo sociología.

Una de las contribuciones importantes que se observan


en los "Principios de Sociología", es la oposición de Sán-
chez Bustamante a psicologizar o biologizar la sociología.
Y ésta es ya una valiosa dirección del pensamento ten-
diente a fijarle a )a sociología la investigación de la mate-
ria propia del hecho social, la "asociación". Como podra
advertirse, esta exigencia a llamar la atención sobre lo ex-
pecíficamente propio de la sociedad, constituye un paso im•
portante dado contra los que pretendían reducir lo social '.I
lo psíquico o a lo biológico, circunstancia que de hecho ve-
nía a significar una posición anti-darwinista y anti-organi-
cista. Esta proposición, no obstante su justeza, no fue d~sa-
rrollada y la base spenceriana quedó intacta con respecto
a otras cuestiones. En 1917, en carta enviada al profesor
Teddy Hartman sostenía Sánchez que nada autoriza a equi-
parar las leyes sociales a las leyes biológicas.

En cuanto al recurso del método, la presencia de


Durkheim siempre inocultable en una mayoría de los positi~
vistas, en Sánchez se advierte un eclecticismo que conjuga
el mecanisismo spenceriano, las reglas del método durkhei-
58 JU AN A LBA RRAC I N M I LLA N

miano y los recursos tradicionales. Gnoseológicamente defi-


ne al método sociológico como el conjunto de procedimien-
tos que deben utilizarse para "describir, conocer, acumular
hechos, agruparlos, clasificarlos y buscar sus contactos ga-
nerales".

En este punto es también necesario destacar que Sán-


chez Bustamante no se acomoda llanamente al papel del
método positivista en el estudio de la sociedad. Revelándose
contra sus estrecheces empíricas considera que deben ha-
cerse uso también de los procesos del pensar filosófico. Afir-
ma que el estudio de los hechos en sí, es insuficiente y qu~
es indispensable pasar a las abstracciones y a las concep-
tualizaciones que llama: "preocupaciones y estados de con-
ciencia". Este planteamiento supera en mucho las exigen-
cias del positivismo y trasciende a una defensa de los me-
dios filosóficos de razonamiento.

En cuanto a los alcances prácticos de la sociolQgía,


Sánchez Bustamante es puramente comtiano. La sociologí'l
debe sustituir al análisis jurídico, económico, político, aisla-
do y constituirse en instrumento de estudios globales para
el mejoramiento de la sociedad. Por el medio en que se es-
taba actuando, este juicio de utilidad lo llevó a enfrentars9
al escolasticismo dominante aún y a los prejuicios de los
conservadores acerca del conocimiento puro, abstracto de
la realidad. Al inducir a buscar "principios", "leyes", "regu-
laridades" en el comportamiento de los fenómenos, el posi-
tivismo chocaba contra el providencialismo reinante en la
enseñanza universitaria. Otra de las formas de aplicación
de la sociología en el reordenamiento de la sociedad, con-
forme a Comte, es el debate político. Ningún hecho social es
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 59

un hecho aislado; todo fenómeno se encuentra causado por


otros y por tanto, es la investigación sociológica la que de-
be explicarla. Con esta exigencia los liberales pasaron a in•
dagar las cuestiones económicas, jurídicas, antropológicas
de la sociedad boliviana, dando origen a importantes traba-
jos de la realidad social e histórica como en los casos d-e
"El Ayllu" de Saavedra, "Pueblo Enfermo" de Arguedas o
"La Política Parlamentaria de Bolivia" de Paredes.

La característica nacional del positivismo boliviano en


el campo de la sociología encuentra sus raíces en esta pre-
ferente aplicación del método a situaciones concretas de la
vida del país, antes que en teorizaciones acerca de los te-
mas presentados por los creadores de esta ciencia. El mis-
mo Sánchez Bustamante hizo trabajos de este orden en su
"Programa Político" y en "Bolivia, su estructura y sus dere-
chos sobre el Pacífico".

La finalidad práctica que le asigna Sánchez Bustaman-


te a la sociología, como ciencia general positiva de la socie-
dad, tiene más contenido comtiano que spenceriano. La so-
ciología debe servir, no para la opresión de unos sobre otros,
sino para ordenar mejor el mundo, comprender el sentido
de la evolución de la humanidad y dirigir las aspiraciones
éticas hacia un ideal superior de convivencia. La perfec-
ción y el altruísmo y no la competencia y el conflicto, de-
ben ser los objetivos de esta ética positiva. En estas consi•
deraciones es innegablemente comtiano. Estas constatacio-
nes en los diferentes aspectos de la enseñanza de la socio-
logía en Sánchez Bustamante prueban que sus tentaciones
por armonizar spencerismo y comtismo, lo llevaban hacia el
eclecticismo.
60 JUAN ALBARRACIN MILLAN

En el capítulo II del libro, · Sqnchez Bustamante ingresa


en el examen de lo que es la Sbciedad, sus fenómenos y
sus leyes.

Como es habitual en la enseñanza, pasa a considerar


las diversas acepci0?1~S existentes del término sociedad, pe-
ra ir después, a la crítica de cada una de ellas.

Al entrar en la conceptualización del organicismo afir.


ma, terminantemente: "La sociedad no es un organismo",
cuando todo parecía señalar que, en una cuestión fundamen-
tal como ésta, iba a permanecer dentro de la corriente de
Spencer.

Al sostener que la sociedad es una "organización psico-


lógica y específica", argumentaba que en el universo todo
es asociación efectiva, principio sostenido como punto de
partida principal. Sin embargo, este juicio tieoo dos partes
que es necesario diferenciar: lo psicológico y lo específica-
mente social. De haber insistido en situar el estudio de b
sociedad dentro de lo específicamente social, habría conse-
guido transponer el positivismo, pero Sánchez no pudo
hacerlo.

Repitiendo el espíritu profesora} de la época, dejaba


planteadas ·como fórmulas de inl/estigación de los fund~-
mentos de la sociedad, las siguientes factorizaciones: la so-
ciedad como estudio de la rac:za y sus consecuencias socia-
les (Gobineau, Gumplowicz, FouieUé); la sociedad como he-
cho orgánico y biológico (Izoulet, Ammón, Spencer); la so-
ciedad como resultante de los fenó:tnenos económicos (Marx);
la sociedad como consubstancialización psicológica {Tarde);
I

Daniel Sánchez Bustamante


SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 63

como cosificación de las relaciones sociales (Durkheim); co-


mo socialización (Roberty), etc.

Al resumir criterios sobre estas escuelas concluía afir-


mando que, no obstante la aparente confusión, se iba impo-
niendo en la sociología, la noción de la existencia primo:-
dial de las relaciones e interrelaciones sociales. Así llegaba
Sánchez a aproximarse a importantes cuestiones de la socio-
logía del siglo XX. Al advertir que la sociedad es una estruc-
tura de cuyas sistematizaciones deben deducirse regulari-
dades, entronca su misión con la búsqueda de Íeyes socio-
lógicas, común a Spencer y a Tarde. Entre las leyes de ca-
rácter universal señala la ley de la causalidad, entre las ge-
nerales, la ley de parsimonía o ley del menor esfuerzo y en-
tre las específicas la de imitación. Advierte que una cien-
cia que no formula leyes pierde importancia. La compleji-
dad no niega la vigencia de los principios.

En sus consideraciones sobre "la estructura social y sus


formas" afirma que la sociedad es un conjunto totalizador
de componentes físicos y mentales complejos que no exclu-
yen factores cósmicos, estelares, planetarios, climatéricos,
territoriales, en estrecha interdependencia. Las causas gene-
rales condicionan las particulares, dentro de sucesos nece-
sarios y contingentes, donde concurren lo material y lo con-
ciencial.

El capítulo III se ocupa del_. territorio y la población; ana-


liza la base geográfica en sus relaciones: territorio - socie-
dad y su dinámica como factor de agregación; las relacio-
nes territorio - Estado; la importancia de la cantidad, el va-
64 JUAN ALBARRACIN MILLAN

lor sociológico de la ciudad; la calidad en la valoración da


la población y el papel de la raza en la estructura social.

En 1903 este estudio era absolutamente nuevo y ayudó


a sentar las bases positivistas de la sociología en Bolivia,
aún estando dentro del marco estrecho del estudio del
derecho.

En una apretada síntesis de las cuestiones sociológicas


tratadas por el positivismo, Sánchez Bustamante explana del
siguiente modo los problemas que plantean en las principa-
les corrientes sociológicaR del siglo XX:

"¿Qué es la sociedad: un ser, un agregado, una este-


lequia, un misterio? ¿Tiene una estructura, tiene una vida,
tiene una conciencia? ¿Cuál es el hecho o el fenómeno cau-
sal de la vida colectiva: la coacción, la shnpatía, la imita-
ción, la raza, el contrato ... ? Las sociedades se mueven,
¿pero habrá leyes a las cuales obedezcan esa movilidad, ha-
brá fuenas que la originan? ¿Cuál es la trayectoria históri-
ca de las sociedades y sus formas: están sometidas a una
evolución? ¿Cómo influyen las ideas y los hechos económi-
cos, psicológicos y vitales en los destinos sociales? ¿El indi-
viduo es un producto del medio o el medio es un produc-
to de la voluntad del individuo? ¿Hay leyes (necesidad) a
las cuales se conforma en cada tiempo y lugar el individuo
o éste elige racionalmente su dirección Oibertad)? ¿Existe
el progreso? ¿Cuál es su ley, sus causas?" (9).

En este cuestionamiento sintético se encuentran com-


prendidas las cuestiones más generales que preocupó al
positivismo. resumida didácticamente por Sánchez Busta-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 6~

mante para orientar sus clases, permitió él, conocer la pro-


blemática general de la sociología al comenzar el siglo.
En 1903 Sánchez Bustamante es ya, a sus 33 años, una
personalidad descollante del nuevo siglo. En los "Principios
de Sociología" se refleja su sólida culhua doctrinal y aun-
que el libro no se reedita ni difunde, el comienzo de la en-
señanza de la sociología en la universidad tiene en él a un
sólido representante.

B. El influjo de Comte.

LA REFORMA
DE LA EDUCACION PUBLICA

' Una de las grandes preocupaciones del positivismo la-


tinoamericano fue la reforma de la educación, dominada
hasta entonces por la teología y la escolástica. En la socio-
logía boliviana de estos años el interés por la discusión de
los problemas educativos ocupa un lugar destacado si to-
mamos en cuenta no sólo el carácter de la reforma empren--
dida sino también la intervención de Tamayo, Sánchez Bus-
tamante, Paredes y Guzmán, en la formulación de sus tesis
principales.

El papel de Sánchez es pionero en la crítica de la edu-


cación y la cultura bolivianas. En 1902, con mucho énfasis,
afirmaba que la "mentalidad boliviana no ha tenido vida
propia" ... y que en el fondo lo que se ha estado haciendo
durante el siglo pasado era "importar libros o textos extran-
jeros, olvidando <ple la educación debe dirigirse por una
ide? matriz: formar el hombre" ...
66 J U A N A LBA R RA C I N M I L LA N

¿Y cómo debía emprenderse una tarea, cuyos alcances


antropológicos e históricos no habían sido planteados aún
en la historia del pensamiento social boliviano?

.. La solución para Sánchez es obviamente positivista.


Nada de filosofías ni altos estudios. La nueva escuela
debe orientar al boliviano en el conocimiento de la realida.i
nacional, mediante profesiones técnicas. Esto es definir a una
nación que "quiere conocer sus recursos territoriales, defi-
nir sus fronteras, seleccionar su complejo tejido de razas ... ,
despertar su agricultura y afirmar su minería tamba-
leante" (1 º).

El país, según esta doctrina de la educación práctica,


no necesita escuelas de derecho sino establecimientos d'3
agronomía, ingeniería, comercio, escuela de artes y oficios,
para "abordar valerosamente los problemas de la existencia".

Con una vigorosa clarividencia del fenómeno de la alie-


nación del siglo XIX, Sánchez sostenía que mientras en las
universidades se hablaba del individualismo, el socialismo,
el maquinismo y otros fenómenos de la cultura europea, na-
die se ocupaba de la composición social boliviana, nadie
del regionalismo existente, de los problemas sociales nues-
tros, de la naciente minería y su industrialización, de sus
necesidades.

La sociología, expone, tiene características nacionales


profundas que trasuntan el carácter nacional de cada país.
La sociología francesa se ocupa de cuestiones sociales, pre-
ferentemente; la inglesa tiene sus temas propios, lo mismo
que la yanqui. ¿Por qué perder a los estudiantes con estos
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 67

asuntos cuando hay cuestiones nacionales que merecen ser


conocidas e investigadas? "Hemos vivido una cultura para-
sitaria. Ideas ajenas, instituciones ajenas, errores y prejuicios
ajenos". Y para p¡obar estas denuncias acerca de la falta
de legitimidad nacional pasaba a citar casos concretos co-
mo el sistema parlamentario y presidencialista que según
Sánchez Bustamante sólo tuvo el afán de "imitar a Estados
Unidos y a Francia".

Posteriormente, sólo algunos, excepcionalmente, plan~


tearon esta cuestión dentro de alcances teóricos maduros,
como Tamayo desde el irracionalismo filosófico y Arce· La-
caze dentro del positivismo. Los demás, incluyendo a Sán.
chez Bustamante de fines de la primera década, enfocaroa
la reforma educativa como una cuestión administrativa, más
que ideológica.

Veamos algunas consideraciones históricas a modo de


antecedentes de esta discusión.

El presidente Ismael Montes informaba a la nac1on en


1908 sobre lo que había significado su política educativa,
haciendo un inventario de sus principales conclusiones. De•
cía entonces:

"He pensado que ... Bolivia, pasados sus desastres {se


refería a la guerra de 1879) debía preocuparse de organizar
la enseñanza pública encaminándola a levantar, en todo
orden, la vitalidad y las energías de la nación".

"Frutos de ese pensamiento han sido, el envío de jÓ•


venes escolares de ambos sexos al exterior, la contratación
68 J U A N A L B 1\. R R A C I N M I L L A N

en centros de mayor cultura de profesores competentes pa•


ra nuestros colegios de varones y de niñas, la creación de
escuelas especiales en los ramos de minería, agricultura y
comercio, el establecimient o de maestros ambulantes para la
raza indígena, la impla:t¡tación y fomento de conservatorios
de música y pintura, el desarrollo vigoroso dentro de un es-
píritu científico de los institutos militares, la creación de ta•
lleres para diversos oficios en la Intendencia de Guerra y,
finalmente, la realización de actos anuales como el pre-
sente" ... (1 1 ).

El recuento adminilitrativo que contiene este obj-etivis-


mo carec.ía de fundamelltacio nes. Correspondió a los funcio-
narios especializados e:itponer sus contenidos pedagógicos
y filosóficos. Entre sstos, ha sido el Ministro Saracho quién
reveló, en 1907, las bas~s de la nueva educación, mostrún-
dose como un partidari<:> de la filosofía de la acción. Para
destacar el papel d9 e~ta teoría sobre el pensamiento de
Sánchez Bustamante y Tamayo, veamos sus principales
enunciados:
,,
l . El problema de la reforma de la educación debe gí-
rar en tomo a la contratación de profesores extranj9·
ros para que se hagan cargo de la dirección del
proceso.
2. Necesitamos, políticamente, reaccionar contra los
errores y defectolil del pasado.
3 . f,e cree falsamente, que puede haber escuela con
improvisacione s.
4 . Es menester que el maestro no abandone el estudi-~
teórico en los libtos y el práctico en el gran libro d9
la vida.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 69

• 5. El gobi9mo debe formar a los maestros en institucio-


nes extranjeras y atraer a los ya formados.
6. Como garantía de la nueva política educativa, ella
se inicia con la entrega de la dirección de los prime-
ros trabajos al experto chileno Leónidas Banderas
Lebrun.

¿Cuántas de estas ideas fueron desarrolladas por Sán-


chez Bustamante y Tamayo, poco después? Gran parte de
ellas, si se advierte que en éstos sólo cambia la sistemati-
zación filosófica.

En varios informes parciales enviados desde Alemania


y Bélgica, Sánchez Bustamante habla del crecimiento de las
disciplinas científicas de la enseñanza y de la necesidad de
superar las cátedras muertas, basadas en el latín y el grie-
go, aunque drenando, visiblemente, su entusiasmo, con
advertencias que muestran sus reparos a "hacer de la en-
señanza sólo un mecanismo alá moderna". Propone "adap-
taciones habilísimas" de técnicas educativas, desterrar el
· "saber enciclopédico" y aplicar el sistema sueco a la reali-
dad boliviana (12 ).

En otros informes, igualmente parciales, insiste en la


necesidad de crear escuelas y maestros ambulantes para el
área rural; la implantación de la enseñanza del idioma es-
pañol aunque sin abandonar las lenguus nativas; la funda-
ción de normales rurales, una en el área aymara y otra en
el q~echua, designando a La Paz y Chuquisaca como cen-
tros pedagógicos. Felipe Segundo Guzmán añadía a su vez,
la necesidad de implantar la educación militar teniendo en
70 J U A N A LB A R RA C I N M I L LA N

cuenta que Bolivia "está rodeada de países que constante-


mente nos amenazan" (1 3 ).
En octubre de 1908 se publica el Iruorme de Sánchez
Bustamante, con carácter provisional, debido, según se dijo,
a su urgencia. En él se ve a un positivista descolorido, mu¡
por debajo de la misión que se le encomienda. En todo el
informe se advierte la intención de apoyarse en Saracho y
Montes, antes que exponer ideas propias. Fuera del text:>
del Iruorme, Sánchez Bustamante no volvió a ocuparse de la
educación, dándose el caso insólito de haber sido designad3
Ministro le Relaciones Exteriores a escasos seis meses do
haber sido nombrado Ministro de Educación para la ejecu-
ción de unos planes que habían costado tres años y algo
más para aprobarlos.
El Iruorme sólo contenía consideraciones estpctamente
necesarias para señalar los cambios que proponía. "El ori-
gen del mal no está sino en el deficiente bagaje con que la
juventud sale de las escuelas y los institutos" . . . En otro
pasaje m11y publicitado por la prensa oficial, decía: "no po-
demos soñar con renovar de golpe toda la enseñanza", por-
que ella se encuentra condicionada a la sociedad y sus pro-
gresos; es aconsejable mejorar las que hay que crear o mul-
tiplicar escuelas, etc.
De un modo general, el Iruorme se caracteriza por los
siguientes aspectos sobresalientes:

1 . La implantación de una educación racionalista, ex-


positiva y discursiva.
2. El carácter gradual y progresivo de la implantdción
de la reforma.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 71

3. La adecuación del tipo de instrucción al nivel cultu-


ral del país.
4. La contratación de profesores extranjeros para los
puestos más importantes del Ministerio de Educación,
5 . El desarrollo de la "energía" nacional y la instruc-
ción técnica.
6. La creación de escuelas normales para la preparn-
cion de maestros.
7. La enseñanza religiosa voluntaria.

Contrastando con sus críticas de 1902, ahora Sánchez


Bustamante prescindió de toda fundamentación ideológica.
Fue Guzmán, primero y Arce Lacaze después, quienes sa
hicieron cargo de darle una fisonomía propia. Arce Laca-
ze decía: "La gran necesidad de nuestro país, la única pro-
funda necesidad es desviar la corriente tradiciondl de nues-
tra cultura teorizante, escolástica, medieval, improductiva,
que fomenta nuestra pasividad económica, nuestra ineptitud
industrial, agrícola, comercial, nuestro pauperismo nacional,
nuestra poliücomanía delirante in tremens y nuestro parasi-
tismo tan general y tan agudo".

- "Lo esencial y lo fundamental para nosotros es cam-


biar el rumbo mismo de nuestra educación tradicional y de
nuestra cultura desviándola hacia los campos prácticos de
la vida moderna" (1 4 ).

Ciertamente Sánchez Bustamante había dejado de lado


sus argumentos positivistas de los primeros años.
7Z JUAN ALBARRACIN MILLAN

CRITICA DE LA DECADENCIA LIBERAL

La actividad política de S6nchez Bustamante influyó


bastante en el desarrollo de sus ideas. Iniciado dentro del
liberalismo, se hizo radical con Tamayo y republicano ge-
nuino con Salamanca, para ir a dar, finalmente, al inmenso
desastre de la guerra del Chaco, con cuyos pesareB murió
en la Argentina.

En el período de crisis del partido liberal, publica su


"Programa Político" un folleto pre-electoral dirigido a la na-
ción como candidato a una diputación por La Paz. La oca-
sión era excepcional para esbozar una crítica general de la
política y la sociedad bolivianas. Con el "Programa Políti-
co", S6nchez Bustamante ingresa en una fase pesimista,
compartiendo con Saavedra, Arguedas, Tamayo, este proceso.

La agresiva surgencia del patiñismo, en estos años, te-


nía dividido al partido liberal en tres corrientes: los que apo-
yaban una línea patiñista con Arturo Loayza a la cabeza;
los rebeldes al patiñismo, dirigidos por Tejada Sorzano y
los sectores políticos indecisos que seguían una línea inde-
pendiente de todo compromiso.

Corresponde a estas circunstancias el análisis del radi-


cal Sánchez, interesado en mostrarse como independiente
en su crítica política y social, general' de la sociedad bolivia-
na. Por esta razón, el documento ha quedado hoy como tes-
timonio de los conflictos del liberalismo decadente de aque-
llos años.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 73

LA TBANSICION AL PSICOSOCIOLOGISMO.
EL LUGAR DEL PUEBLO EN EL
PENSAMIENTO DE SANCHEZ BUSTAMANTE.

Desde comienzos de siglo circulan en América del Sur


influencias pesimistas y teorías pseud<>científicas como la'3
del psicosociólogo Le Bon, cuyas ideas sobre las masas, la
multitud y el pueblo, tenían entusiasmados, lamentable-
mente, a los posiüvistas bolivianos. La noción de pueblo en
Arguedas, Paredes y Sánchez Bustamante procede de la teo-
ría psicosociológica propuesta por Le Bon, razón por la cual
en el "Programa Político", el pueblo boliviano es siempre
un elemento maleable como factor político; la soberanía po-
pular no existe sino en los tratados de derecho público dirá
Chirveches, porque en los hechos, es el gobierno quién pre•
para las elecciones en su favor.

La nación carece por sí misma, de autonomía; son los


"mangoneadores" quienes manejan al pueblo en provecho
de sus intereses; son los que teniendo el gobierno en sus
manos imponen por la astucia o la violencia, su dominación
sobre el pueblo. Estas consideraciones lebonianas son las
mismas que orientan su visión conflictiva de la política na-
cional, expresada por Sánchez Bustamante, en estos térmi·
nos: "Por un lado un partido que retiene el poder por la vio-
lencia y por la fuerza del poder mismo y, por otro, una su-
blevación popular que socaba en silencio las bases de la
solidaridad boliviana" ( 15).

Esta escisión de la sociedad boliviana, dividida en doCJ


entidades implacablemente hostiles; este clamor de la Repú-
74 JU A N A LBA RRA C I N M I LLA N

blica angustiada por la acción de dos fuerzas antagónicas:


el gobierno y los opositores, es la que conduce a la banca-
rrota total, a la desorganización y a la catástrofe, porque
"de un lado el poder abre a los suyos, sin más límites que
el de las rentas, los favores del presupuesto y la hermanda'.}
prodigiosa de las ventajas políticas, mientras para los otros
está el estado de sitio, el destierro y la mordaza" ( 16 ).

¿A dónde conduce esta guerra perpetua por intereses


utilitarios tan bajos? El crítico, bastante desalentado por el
desorden interno, afirma sin sordinas:

"Entre nosotros parece una ley fatídica que los partidos


han de asaltar el poder y han de dejarlo, a bala".

Estas manifestaciones de altemabilidad histórica que


condenan la vida de la nación a la violencia social y la
anarquía, no eran nuevas. sin embargo, porque desde el
siglo anterior la escuela histórica venía insistiendo so-
bre esta irracional forma de contabilizar la actividad políti-
ca interna, lo que hace diferente el planteamiento de Sán-
chez Bustamante, dentro del siglo XX, es su desconsuelo cri-
tico. A él se le debe el angustioso llamamiento de ir al en-
cuentro del yankee, ant-e el peligro de la absorsión de los
vecinos.

CONSERVADORISMO Y RADICALISMO

El antagonismo entre oficialistas y opositores, presenta-


da así. al modo de la circulación de élites de Paretto, no
corresponde necesaria y exactamente, a la separación de li-
berales y conservadores. Para Sánchez Bustamante todos
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 75

eran conservadores. "Creo que en el momento actual, afir-


ma, so capa del liberalismo priman tendencias hondamen-
te conservadoras y retardatarias" ...

Esta identificación en los hechos del liberalismo con el


conservadorismo del siglo XIX, es la que le mueve a parti-
cipar en la creación del radicalismo como superación df:l
liberalismo.

El denunciado carácter conservador del montismo, na-


cía de la estructura misma de este partido, así como de la
presión e influencia que ejercían sobre él, los elementos es-
púreos, aceptados en sus filas, atraídos por los cargos y
la apariencia de popularidad política. Para eliminar a esos
elementos anti-liberales, llevando el programa liberal hasta
las raíces de la nación, había que introducir el liberalismo
extremo, esto es, el radicalismo, que no consistía sino en
.ser liberal consecuente. "El radicalismo auténtico, afirmaba,
es intransigente con los acomodos oportunistas; busca y es-
tropea las fuentes del fetichismo o del engaño político don-
de quiera que se encuentre y alza el emblema de la con-
ciencia y del criterio personal como suprema ratio". Esta no
-es ninguna definición del radicalismo, sino sólo una crític,x
del montismo.

Sánchez Bustamante ha estado vinculado, por este ca-


mino, a las fuerzas que gestaron el partido radical, como
una de sus mayores figuras, aunque sin identificarse com-
pletamente con Franz Tamayo, Tomás Manuel Elío y otros
personeros del radicalismo boliviano. Estos "innovadores"
del liberalismo terminaron todos en el caldero de la guerr:.1
del Chaco, al lado del conservador Salamanca.
76 JU A N A LBA R RA C I N M I L LA N

DE LA BOLMA PROVISORIA
A LA DEFINITIVA .

Saavedra sostenía, aleccionado por Spencer, que en Bo-


livia coexistían dos naciones enemigas: la boliviana y la
india, de las cuales una tenía que desaparecer necesaria-
mente. Tamayo compartía también esta convicción, pero
difería en la solución. Las dos razas -blanca e india- de-
bían ir a la mestización total.

La más reciente de estas denuncias acerca de la exic;-


tencia de dos Bolivias fue la de Néstor Gutiérrez, quién afir-
maba, sobre bases geográficas, que éstas eran la oriental y
la occidental. La Bolivia del Pacífico, altiplánica y occiden-
tal, estaba asentada sobre las minas y se sostenía con su'!
riquezas; la Bolivia del oriente, de la cuenca amazónica y
del Plata, miraba hacia el Atlántico y vivía de la agricul-
tura y la ganadería.

Sánchez Bustamante no llegó a este geografismo de Gu-


tiérrez ni al racismo de Tamayo y Saavedra. Habla en tér-
minos histórico - culturales, de la incomunicación de estas.
dos entidades diferentes, como de dos Bolivias superpues-
tas en el proceso nacional: la Bolivia provisoria, elemental.
que se mantiene sobre el altiplano y las minas, mirando ha-
cia el Pacífico y la Bolivia que debe completar a ésta, esto
es, la Bolivia definitiva, levantada sobre el ensamblamien-
to del oriente con su geografía, mediante un todo general da
su actividad económica. Tanto en su "Programa Político"
como en su libro principal: "Bolivia, su estructura y sus de-
rechos en el Pacífico", Sánchez Bustamante señala que el
punto de partida de esta Bolivia definitiva consistirá en in-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA '77

tegrarlas en una sola estructura. Como realización de este


plan poco es lo que propone: "construir tres líneas troncales
destinadas a proteger las fronteras y fundir en un solo im-
pulso el progreso y la conciencia de la República: una que
partiendo de La Paz . . . se encamine hacia el río Beni (Ru-
rrenabaque) para utilizar sus brazos navegables y domina:
toda la región del Madre de Dios hasta el Abuná; otra que
partiendo de Cochabamba se dirija a Santa Cruz y al extre-
mo oriente y otra que partiendo de Potosí se encamine por
Chuquisaca hasta el río Paraguay".

Esta rotunda fe de Sánchez Bustamante en la fuerza in-


tegradora de los ferrocarriles le hará escribir, sin dubitacio-
nes, que "el día en que estas líneas estén hechas ... , ha-
brá triunfado para siempre de sus tribulaciones la patria
boliviana".

En este planteamiento modesto y simple, se desarrolló


con mayor envergadura, posteriormente, la teoría geopolíti-
ca de Jaime Mendoza y la diplomacia boliviana de la post
guerra del Chaco con Ostria Gutiérrez. Como sus consecuen-
cias degeneradas se encuentran, en este sentido, las tesis
de la sustitución del mar por el ferrocarril y la definición de
la mediterraneidad boliviana por el de "tierra de contactos".

CRITICA DE LOS TERRATENIENTES

Pensador pragmático, preocupado en dar versiones po-


líticas de la crisis social, Sánchez Bustamante se muestra
en el "Programa Político", sólo un analista de buena fe. Es-
critores como Arguedas, Tamayo, Saavedra, llevaban la crí-
tica mucho más allá, mientras Sánchez se complacía en se-
78 JU AN A LBA RRA C I N M I LLA N

ñalar, anecdóticamente, algunas acusaciones como ésta'.


"un sistema electoral o una trampa tiene más importancia
que la t."Uestión agraria".

Observador directo de la realidad, el terrateniente no


ocupa para él, papel activo dentro de la producción agrí-
cola, ya que abandona el fundo al hilacata o mayordomo,
es decir, a la osca rutina y "en vez de ir a pasear a Euro-
pa, dice, ¿sabéis lo que hace ...? Pues se va a buscar un
puesto público".

Y allí, en la administración gubernamental, sólo se ocu-


pa de socavar la organización democrática de la nación
porque se dedica al fraude. "Somos fuertes y muy hábiles
para fraguar elecciones y motines y somos incapaces para
organizar una liga agraria" (1 7).

Contra esta indignidad burocrática, calificada de car-


coma de la sociedad liberal, Sánchez Bustamante propone
la dictadura. "En el único caso que yo justificaría la dic-
tadura, sería ... para mandar a labrar la tierra a todos los
burócratas y a todos los hacendados que la guardan incul-
ta, postiza, moribunda y estéril" (18).
Esta crítica venía desde posiciones del radicalismo.

APUNTALAMIENTO
DE TENDENCIAS DEM:OCRATICAS

Al carácter cesarista del montismo, denunciado por la


mayoría de los escritores bolivianos, Sánchez Bustamante
opone la democracia industrial. Algunos sostenían, con jus-
tificación, que el montismo era tal vez una necesidad para
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 79

la abulia pública. Pero esta afirmación venía a ser una con-


denación del pueblo, lo que no tendría sentido. Sánchez ve
en la presencia del liberalismo político, del pancismo mili-
tante y la arbitrariedad, la causa de la inconcreción de los
planes de desarrollo social. Abandonemos las abstraccio-
nes, empecemos a ser prácticos, reclama en estos años, ra-
pitiendo sus consignas de comienzos de siglo acerca de la
educación del boliviano en las granjas, la minería, el comer-
cio y las industrias. Ahora que reclama el ingreso en el
trabajo de molinos, de las ruedas Pelton, los bosques, lo9
canales y los grados, no se sabe a quien se dirige, si al bo-
liviano que no tiene acceso a este tipo de formación por-
que el Estado no los ha creado o al gobierno liberal, des-
orientado y anodino de Gutiérrez Guerra.

Sociedad y política. Las dos décadas de gobierno libe-


ral -a pesar de sus disidencias internas- fueron las me-
nos beligerantes de toda la historia republicada del país.
De J. M. Pando a J. Gutiérrez Guerra, las sucesiones fueron
electorales y, aunque probablemente viciadas, tranquilas,
dentro de lo que podía darse entonces, y no volvieron a dar
después. El culto por las elecciones era para los liberales,
algo así como el culto de la violencia para el militarismo
del siglo XIX, sin dejar desapercibido que el sistema mon-
tista tenía su propia violencia.

El sistema electoral liberal. por lo que se ve, según Pa-


redes, sólo fue una forma de perpetuar el régimen. De ahí
la aceptación que tuvo Le Bon. Los triunfos montistas fue-
ron de unanimidades y candidatos únicos. Las razones do
este fenómeno fueron exahustivamente examinadas por Pa-
redes. Sánchez Bustamante no le da mayor importancia u
80 JUAN ALBARRACIN MILLAN

esta situación. Frente a los escándalos de 1917, ya un poco


pascalianamente, decía: "hay que enseñar que el patriotis-
mo ... , vale mil veces más que las que se obtiene de los
ardides electorales, de las mentiras de grupo, de toda la
violencia y de todas las trampas".

En la elección liberal de 1919, salpicado de sangrientos


choques entre republicanos y liberales, en varios distritos
de la república, el sociólogo, ya en camino de Pascal y
Epicteto, decía estoicamente: "¿qué se gana con este siste-
ma de elecciones? La división, no sólo de opiniones sin::>
también de fuerzas enfrentadas, próximas a la conflagra-
ción interna". Proponiendo soluciones puramente éticas, nor-
mas sobre lo que debería ser la política en la sociedad de-
mocrática, anotaba: "La grandeza de los pueblos y de los
hombres de Estado no consiste en saber fraguar o acallar
cruelmente revueltas o hacer triunfar sistemas, sino en sa-
ber labrar una patria unida" (19.).
Estas reflexiones, como las que han tenido igual inten-
ción, no repercutieron ideológicamente, por su carencia de
objetividad y su tono puramente subjetivo.

En 1922, profundizando en su tono plañidero y su que-


ja conservadora, decía desconsoladamente: "En estas pe-
queñas repúblicas de América, mal que pese a nuestro
amor propio, hay casi que renunciar al espíritu creador y a
la labor literaria, porque el ambiente no los favorece y por-
que no estamos impregnados en el espíritu clásico que for-
ma como una inspiradora tradición en los pueblos viejos".
Víctima de las frustraciones políticas de los grupos go-
bernantes, mostrando extraños conformismos, expresaba sus
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 81

lamentos en estos términos: "Desde luego, no es posible


aspirar a ser grandes autores. Todo es estrecho, naciente,
débil. Pero como el espíritu reclama vida, hay que dársela,
si bien en distintos medios ... Tenemos que renunciar a lag
grandes abstracciones y a producir nuevas doctrinas en fi.
losofía y en arte. Debemos propagar, apreciar y juzgar lo
que de afuera nos viene, para preparar el terreno; sentir,
admirar lo bello, pero no empeñarnos en crearlo prematu-
ramente. Demos localizar, si puede decirse, los conoci-
mientos" (2°).

Alcides Arguedas no andaba muy lejos de este Sánchez


desconsolado. Bolivia -escribía- es un país de escritores
sin lectores, lo que se diga, nada influye sobre el curso d'3
los hechos; ¿qué hacer?

El mismo agresivo polemista de la "Creación de la Pe-


dagogía Nacional" dirá en 1917:

"Cuando la verdad miente


Cuando la virtud quiébraae
Como carrizo al viento1

Cuando han falseado todas


Sus pesas la balanza,
Las cosas su sentido,
Sus números el cielo.

Cuando el silencio reina,


El poderoso injusto,
Y el lobo es juez y el asno
pontifica, y el cisne
cede al ganso. ¡Ohl entonces
Tristes ninfas, vivir ea un mal ... " (21 ).
82 JU AN A LBA RRA C I N M I LLA N

¿ Cuál era la razón de esta extraña coincidencia entre


estas figuras del liberalismo de la época?

En este dilema se encontró el positivismo, y aún el anti-


positivismo, en las vísperas del golpe de estado que echó
del poder a los liberales y acabó con todo un período de la
historia boliviana y también con su pensamiento.

C. El Período Psicosociológico.

LA ESCUELA LIBRE
DE CIENCIAS SOCIALES

Siguiendo las direcciones del comtismo en sus deriva-


ciones de reformistas, en muchos países latinoamericanos
los positivistas trataron de creca centros de actividad polí-
tica destinados a convertir la teoría positivista en práctica
partidista. En Bolivia existen pocas referencias sobre estas
!entaciones reformistas del positivismo. Una de las más im-
portantes es la versión que da Armando Chirveches en "Ca-
sa Solariega" sobre el grupo de escritores positivistas de
"Palabras Libres", corroborada después por otros testimonios.

Los ensayos, muy débiles, por organizar grupos de re-


formadores en la SociedaL Aspiazu y la Liga Radical, fracasa-
ron posteriormente, no sólo por su incoherencia, como se vio
en los desconcertantes tropiezos del Partido Radical que di•
rigiera brevemente Franz Tamayo, sino también en una de-
cena de otras instituciones menores, como la Liga Evoluti-
va y los muchísimos centros de estudios científicos.

Cuando Sánchez Bustamante, alentado por varias orga•


nizaciones culturales, crea la Escuela Libre de Ciencias So-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 83

dales en 1915, el panorama político es muy diferente. Ha-


bía pasado la mística por el progreso y la nación se encon-
traba ahora bajo un clima de escepticismo sobre el destino
de la sociedad boliviana. A causa de este cambio en la
base de la historia boliviana, la Escuela Libre no alienta
otra perspectiva que "moldear las tendencias de la juven•
tud" hacia el esfuerzo y el sacrificio, como lo predicara
Epicteto en la antigüedad.

El Prospecto publicado por Sánchez Bustamante en 1915


no es de aperhua sino de remiendo. La Escuela Libre sal-
varía "la falta de preparación, intensa y completa, y de no•
bles ideales, en la mayor pmte de los hombres que tienea
su campo de acción en el Parlamento, la Política o la con•
ducción social". Sánchez Bustamante había descubierto que
la cultura del país nada le debía a "esa caricatura de alma
niater studiorum que con el nombre capcioso de universi-
dad agoniza en Bolivia", dejando que los jóvenes se entre-
tengan con "manuales de a peseta española, leídos al tro-
te ... , sin contralor de guías autorizados ... , con doctrinas
confusas, equívocas, fragmentarias o disolventes", creando
profesionales de baja preparación "con un ovillo heterócli-
to en su ·cerebro" en el que menudean "los hilos de un po-
sitivismo de bajo vuelo enredados con un racionalismo al
uso vulgar, o del evolucionismo o del anarquismo social de
Kropotkin o del intelect':lal de Nietzsche".

El remedio -y he aquí por donde asoman los rostros de


los estoicos, por primera vez, en los ideales de Sánchez Bu."1•
tamante- consistía en a) promover el estudio de las ciencias
sociales, y aún las filosóficas y literarias; b) agrupar a los
jóvenes mediante cursos y conferencias; c) despertar en los
84 JUAN ALBARRACIN MILLAN

alumnos el hábito de la investigación para desterrar el ver-


balismo, el apriorismo y los dogmatismos, tanto de derecha
como de izquierda; d) fundar la tolerancia científica, polí-
tica y religiosa; e) instituir un centro de alta cultura y tra-
bajar por la solidaridad de los intelectuales de Bolivia. He
aquí, resumidos, los fines señalados a la Escuela Libre por
su inspirador. ·
La Escuela tenía dos cursos: a) los anuales y sistemá-
ticos y b) los extraordinarios y conferencias. En los primeros
se señalan una veintena de materias universitarias y los
segundos comprenden conferencias sobre diversos temas.
En la justificación de las cátedras Sánchez anota las
siguientes advertencias:
Libertad de cátedra y de pensamiento, pero insistencia
en el uso del método inductivo de "modo más estricto cuan-
to más positiva y concreta sea la índole de la disciplina es-
tudiada". Las ciencias sociales son ciencias de hecho, sos-
tiene, y la observación es de rigor en ellas. En sociología.
política, geografía y economía, no se hará sino investigación
para evitar a los "teóricos prematuros o inflados repetidores
de palabras"; en cuanto a los dogmatismos y racionalis-
mos, se les opondrá las mismas limitaciones. Para la psico-
logía se iba a instalar un gabinete experimental. Para la so-
ciología, había que definirla, delimitar sus marcos, "cortar
las hojarascas" y "mostrarla como un conjunto de proble-
mas bien definidos sobre el origen, la estructura y causa-
ción, sociales". Su tesis es: en vez de repetir, investigar. En
geografía propone el estudio de esta ciencia bajo la auto•
ridad de Ratzel, Doumolins, Montesquieu y Bruhnes, esto
es geopolíticamente. "Descubrir en los relieves y caracteres
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 85

del territorio y en la situación geográfica de Bolivia normas


de la política futura interna y externa". En economía, el em-
pleo de la estadística de nuestra economía y no en vulgari-
zaciones de Gide". En Historia de Bolivia, investigación de
la colonia y no en insistencia en "las pomposas frases del
jacobinismo francés . . . • pervirtiendo nuestro carácter histó-
rico". En educación "contribuir a levantar, completar y en-
sanchar la preparación pedagógica de institutores y profe-
sores". En política, "nuestra gran tendencia es constituir
una escuela de liberalismo".
La Escuela Libre contaría con una biblioteca, un salón
de conferencias y un Círculo para la reunión de los estudio-
sos. Este era el plan en 1915, plan que apelaba a los hom-
bres de aspiraciones que quieran cooperar para "levantar-
se hacia la vida superior" (22 ).

La decadencia liberal no estaba ya para estas aspira-


ciones. La Escuela Libre como la Universidad Popular crea-
da --que no fue tal sino de nombre-- quedó en proyecto
más que en realidad. En 1918 Sánchez Bustamante estaba
de nuevo en la cátedra universitaria abandonando sus "idea-
les y propósitos largamente acariciados" de reanimar los
estudios sociales. El perfil profesoral que toma la personali-
dad del sociólogo es uno de los rasgos que más empieza a
distinguirlo. Bajo estas preocupaciones reedita en 1919 sus
"Principios de Derecho", dando paso a su vocación por los
textos de enseñanza.
En una valoración de las tendencias sociológicas de
Sánchez Bustamante, Guillermo Francovich afirmaba que
"en sociología, Daniel Sánchez Bustamante pensaba que la
conciencia era el fundamento de lo social", señalando ade-
86 JUAN ALBARRACIN MILLAN

más, a Guiddins y Tarde como a sus inspiradores. Sin em-


bargo, la importancia que tuvieron éstos sobre su pensa-
miento no era tan decisiva como se les atribuye, porque
Sánchez Bustamante no hizo psicosociología ni como aque-
llos y ni siquiera como Arguedas, influído por Le Bon. Una
generalización como ésta es apenas aplicable a una fase de
su trayectoria.

En los "Principios de Sociología", hablando de la com-


posición de la sociedad, su autor la define como ull.a estruc•
tura de la asociación hwnana y sólo cuando se refiere a los
factores que participan de la actividad social menciona la
conciencia como un elemento factorial, circunstancia adver-
tida por Poviña en sus apreciaciones sobre este sociólogo
boliviano.

Es innegable que Spencer no deja de ser mencionad:>


por el funcionalismo moderno como uno de sus antecedentes
pero no deja de ser igualmente cierto que entre el organicis-
mo spencerista, el antiguo psicosociologismo de Tarde y el
funcionalismo psicosociológico actual, media no sólo la ev<J-
lución producida en el lapso que separa a estas escuelas
sino también al contexto científico e histórico que alimentó
las ideas de Tarde y el que sostiene a Parsons.

D. El Período Geopolítico y GeosociolÓgico.

BOLIVIA, SU ESTRUCTURA Y
SUS DERECHOS SOBRE EL PACIFICO

A fines del período liberal, Sánchez Bustamante va de-


jando, definitivamente, el spencerismo por Ratzel, mostrána
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 87

dose tenaz opositor del darwinismo social y notoriamente


geodeterminista.
En sus desarrollos sociopolíticos que se observan en
"Bolivia, su estructura y sus derechos al Pacífico", libro con-
sagrado a probar que "Bolivia ha sido y ha de ser país del
Pacífico" por la ley geográfica "que pesa como destino in-
vulnerable sobre la historia humana", como "ley de integra-
ción política del hinterland con su litoral", surgen los
antecedentes de la escuela geográfica boliviana que tanto
hizo por explicar la posición del país dentro del continente,
sobre todo con Jaime Mendoza, que culmina sus posibilida-
des de este sistema.
La nueva orientación obedece a dos razones básicas:
la agudización del problema de la mediterraneidad bolivia-
na frente a la doctrina Wilson que sentó las bases "de la Li•
ga de las Naciones señalando principios universales para
la vida de los pueblos como el derecho al mar, y en se-
gundo lugar, la inutilidad del organicismo y el darwinismo
para explicar la igualdad de los derechos de las nac:ones y
la injusticia de la dominación de los poderosos sobre fog
débiles.
El pensamiento central del libro descansa sobre la te-
sis geopolítica de la dependencia de las tierras interiores con
respecto de su costa que la comunica al mar. Según esta
ley constante el hinterland boliviano gravita sobre el Pací-
fico y el hecho de que la costa que le corresponde al alti-
plano no se encuentre bajo su soberanía es una aberración
internacional que debe, tarde o temprano, ser resuelta por
la necesaria correspondencia geográfica que significa que
el litoral cautivo debe volver a su hinterland boliviano. Po-
88 JUAN ALBARRACIN MILLAN

líticamente se apoya en la doctrina del presidente Wilson


y en la necesidad de la armonía continental.
Para exponer en sus líneas maestras la tesis sustentada
por el sociólogo nos permitiremos estructurarla dentro de un
esquema pedagógico con fines puramente expositivos. Esta
simplificación es necesaria para dar claridad a su plantea-
miento, sin que ella signifique menoscabarla en lo que tiene
de fundamentación política, sociológica y filosófica.
Bolivia, según su estructura geográfica original, ha na-
cido sólo con parte de su verdadera costa, aquella que le
pertenecía cuando era Alto Perú dentro de la organiza-
ción colonial de la Real Audiencia. El Perú le ha amputado
Arica a tiempo de fundarse la república y Chile la otra par-
te Antofagasta con la guerra del 79.

A consecuencia de este encierro -que Sánchez no lla-


ma como debe ser, de naturaleza financiera e imperialismo
geográfico-- Bolivia quedaba a comienzos de siglo "ence-
rrada dentro de sus montañas, empobrecida por trabas co-
merciales y aduaneras", sufriendo la nación el peso de un
dogal de muerte.
Frente a la adversidad no había apoyo internacional
para su causa, la minería no era suficiente para contrarres-
tar la pobreza, país débil no podía hacerse escuchar. Boli-
via quedaba "amarrada" a los Andes, "inerme, yacente, es-
tacionaria", sin poder para romper su amputación geográfica.
geográfica.
En esta circunstancia, según Sánchez Bustamante, se
abre en la política universal "la aurora de un gran princi•
pio", el libre acceso al mar para todas las naciones.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 89

Para Bolivia este principio tiene una doble significación:


es por una parte el reconocimiento a sus derechos sobre el
perdido litoral y por otra, la necesidad de hacer conocer al
mundo su situación actual. La nueva realidad es clara pa·
ia todos:

1. La guerra del 79 no puede determinar para siempra


la pérdida de la costa boliviana.
2. Bolivia no puede ser en América, el único país sin
derecho de acceso al mar.

La otra idea fundamental sustentada por el sociólogo


es que Bolivia no es esencialmente, un país del Atlántico.
como parte de la cuenca del Plata o del Amazonas, sino
un país del Pacífico. Esta definición está dada por su "plas-
ma geográfico".

Bolivia es el promontorio andino con su cuenca bania-


na al norte (Amazonia boliviana) y la chaquense al sud (el
Chaco boliviano). Esta geogzafía es la que le da a la socie-
dad boliviana su forma de ser. Es el medio, la raza y el mo-
mento lo que determina la naturaleza de su sociedad. In-
ternacionalmente, de ella viene su papel en la América del
Sud. Sánchez Bustamante ingresa así en Taine y en Ratzel.
Veamos cómo proyecta, a partir de éstos, su teoría geo-
sociológica.

Bolivia cuenta con dos zonas centrales orogzáficas:

l . El gran macizo andino central.


2 . Las serranías orientales de Chiquitos.

Estas son las zonas vitales, el habitat del boliviano.


90 JU A N A LBA RRA C I N M I LLA N

Hidrográficamente cuenta con dos sistemas:

1 . El del Amazonas con la red del Madre de Dios, el


Beni y el Mamoré que riega la amazonia boliviana.
2. El del Pilcomayo en la zona del Chaco, al sur del paÍiA.

Bolivia no ha tenido unidad hasta el presente (1920),


pues sólo existe la Bolivia de la montaña y la sierra. La Bo-
livia integral del futuro debe atender a esta distribución geo-
gráfica mediante los siguientes medios:

1. Una distribución ferroviaria central que una La Paz


con el Beni, otra, Cochabamba con Santa Cruz y la
tercera que vaya de Potosí - Sucre hacia el Chaco.
2. La elección de las vías comerciales que unan a Bo-
livia con el mundo.
3. La posición de Bolivia con respecto a los centros del
mercado mundial.

La organización de Bolivia tiene que tomar en cuent;J


estas líneas que nacen de· su situación geográfica si quiere
persistir como nación.

La primera de estas consecuencias históricas y socioló-


gicas es la correspondencia entre el hinterland y sus costas.
Esta es una ley que opera en proporción directa de "suma-
sa hacia el océano y en razón inversa de la amplitud del
litoral que lo separa del mar".

Con Bolivia y su costa se reproduce esta ley constante


de la historia. Su actual atraso no es más que la desconexión
existente entre hinterland y costa. El día que aquella vuelta
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 91

a su habitat andino, la costa boliviana será la primera por


su progreso y la nación será adelantada, progresista y po-
derosa.
La acción del hinterland sobre su litoral es una ley que
no puede detenerla nadie. Tiempo vendrá que ella se reve-
lará como debe ser, porque lo que obstruye su armonía
actualmente, será removido y sobrevendrá lo que le corres-
ponde por la naturaleza, su conexión política inatajable. "Tal
es la ruda ley que se entrevé al través de los movimientos
históricos . . . y la dirección lógica de la vida humana en
sus vinculaciones con el suelo" ...

La exposición histórica del libro trata de los hechos in-


ternacionales que señalan la pertenencia de Arica y toda la
costa inmediata al altiplano al habitat boliviano, como pro-
ceso natural. al mismo tiempo que los hechos que han de-
terminado su actual separación. Las guerras, presiones co-
merciales, movimiento industrial, tratados internacionales,
tienen un valor relativo frente a la determinación geo-
política, a la realidad natural, a la gravitación histórica.

Dentro de esta última fundamentación, Sánchez Busta-


mante estudia el problema sobre determinaciones ratzelia-
nas más firmes. Considera, en primer término, la costa del
Pacífico que cae detrás de las estribaciones de la cordille-
ra de los Andes situada sobre el altiplano boliviano, como
"costas naturales de Bolivia". A continuación habla de la
imposición de normas por parte de la geograña a la histo-
ria humana.
La idea es ésta: la costa histórica de Bolivia {los cua-
tro grados geográficos) no coinciden con sus costas natu-
92 JU AN A LBA RRAC I N M I LLA N

rahnente bolivianas que abarcaban mucho más. La política


ha modificado esta correlación en los últimos siglos. La fa-
ja marítima comprende a las dos grandes zonas que el Pe-
rú primero y Chile después, le han amputado al hinterland
boliviano. El hinterland tiene una acción histórica sobre la
costa decisiva. Es más fácil proyectar su acción de la mon-
1aña al mar que a la inversa. Los puertos sobre la costa
del Pacífico, antes, después y en el futuro, son sostenidos
por Bolivia. Toda la zona de Arica a Cobija sólo puede
sostenerse por su hinterland boliviano.
Históricamente, Bolivia sólo puede estar completa en su
base geográfica, si se incorpora Arica al territorio natural
altiplánico. Este no es un planteamiento de anexionismo
sino de continuidad de la base geográfica. Cobija para el
comercio del Sud boliviano y Arica, al norte, constituyen lo;;
puertos naturales de Bolivia. El desarrollo de la sociedad
boliviana, su estructuración sólo encontrará su verdadercr
grandeza con esta integración legítima.
Nos excusamos de ingresar en el examen de otras cues-
tiones colaterales como aquellas que ofrecen a Chile com-
pensaciones en recursos naturales, convirtiendo a Bolivia
en un productor de materias primas en beneficio de aque-
lla nación; de las ilusiones infantiles sobre el "protectora-
do yanqui" sobre Bolivia; la revisión del tratado de 1904 y
las probables soluciones portuarias de la república con elec•
ción de pasos con soberanía propia hacia el mar, etc., por-
que no entran en los contenidos sociológicos del plantea-
miento principal que analizamos.
¿Qué consecuencias ideológicas tuvo este examen geo-
político sobre el pensamiento nacional? ¿Favorece un cono-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 93

cimiento integral del problema social y nacional del país?


¿Dónde radica su lado positivo y dónde sus consecuencias
negativas?

¿Qué relación guarda esta teoría con la de Ismael Mon•


tes, Daniel Salamanca, Alcides Arguedas, Franz Tamayo y
otros, sobre el influjo social de la mediterraneidad sobre la
estructura social boliviana?

Si se toma en cuenta que el análisis liberal se redujo


a un examen positivista de los problemas sociales y nacio-
nales, es indudable que estos estudios hechos dentro del
contexto histórico de la época tiene marcada importancia
para el pensamiento sociológico.

Sánchez Bustamante se alegraba de que en Bolivia no


surjan teorías "prusianas", como la Koenig y Vicuña
Mackena en Chile, sobre la necesidad de recuperar el mar
por medios violentos. El aliento pascaliano no sólo se ve en
estas frases sino en toda la obra. Si hubiera justicia en el
mundo ... ; si fuera dado elegir a los pueblos sus mejores
medios de vida ... ; si en Chile hubiera comprensión ....
etc., son actitudes repetidas en este libro que según su autor
sólo busca concientizar al adversario sobre la justicia de la
causa boliviana. En el fondo, este estudio no tiene la brio•
sidad de los trabajos geopolíticos de Jaime Mendoza, sino
un acolchonamiento amieliano por donde respira la gran
tragedia de los liberales, cerrados a toda comprensión que
deje intangible la soberanía boliviana sobre todo el territo-
rio usurpado y la necesidad que tiene el boliviano de vivir
para remediar en el porvenir lo que comprometieron ta·a
gravemente los atrasados caudillos del pasado.
94 JUAN ALBARRACIN MILLAN

E. Periodo Pascaliano.

Entre quienes, mal o bien, se ocuparon de aportar algu-


nos antecedentes sobre su obra, aunque con juicios dispa-
res, podemos citar entre otros, a Eduardo Anze Matienzo,
Fabián Vaca Chávez y Luis Carlos Franco, pese a no ser
éstos, historiadores ni sociólogos. Y, aunque estos discípu-
los hablan sólo informativamente de las doctrinas que en-
señaba, de sus lecturas preferidas y de algunas anécdota11
de su vida de profesor, hacen también referencias a algu-
nos aspectos de sus preocupaciones teóricas que ahora pa-
saremos a comentarlas porque nos parece de utilidad.

Eduardo Anze Matienzo, por ejemplo, al referirse a la


época de su formación ideológica, decía en 1933: "Su edu-
cación política se realizó en la época en que Tocqueville
alumbró como un faro; él leyó a Bergson, Spengler, Va-
léry ... , y los estudió con diáfana comprensión". En ot-1'.o
pasaje ~e sus referencias testimoniales, anota que "habh •
ba con notable desenvolturá de Kant, Hégel, Spinoza,
Bérgson".

Entre leer a Kant y ser kantiano, existe incuestionable-


mente, una gran diferencia. Anze Maüenzo no afirma en
esta cita, nada acerca de las convicciones del maestro, só-
lo lo hace sobre sus lecturas. Por esto resulta incomprensi-
ble constatar cómo habiendo sido un positivista no haya en
la lista de pensadores que presenta, uno solo dé los repre-
sentantes de esta escuela. Probablemente dejó el positivis-
mo en 1933. No se puede exigir más a Anze Matienzo, so-
bre lo aportado, tanto por la ocasión del discurso recordato•
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 95

rio en el que consigna estas informaciones como por la es-


casa importancia histórica que parece darle a las ideas co-
mo contenido cultural de una época.

Fabián Vaca Chávez -prologuista de uno de sus li


bros- testifica, asimismo, que Sánchez Bustamante era un
apasionado lector de los pensamientos de Marco Aurelio,
Epicteto, los estoicos griegos y romanos, etc. "No en vano
-afirma- hizo del Manual de Epicteto, el breviario de su
vida y empapó su espíritu de los pensamientos de Marco
Aurelio". No se subestima el grado de afinidad cultural y
amistad que unía a estos liberales, pero el hecho de desta-
car a Epicteto sobre Spencer, nos parece un contrasentido,
aún tratándose de lecturas filosóficas o de algún período
que no haya sido el de su madurez ideológica. Pero, este
testimonio ratifica el de Anze.

Tiene este mismo cariz lo que añade Franco, aunque en


éste el testimonio es más vivencia} aún. Franco le habría es-
cuchado decir: "Hemos luchado. Estos libros son para usted:
la Biblia, mi Sociología, los Pensamientos de Marco Aure-
lio, las cartas de Bolívar, Hard Time de Dickens" ...

Estas apreciaciones corresponden a la última fase de su


vida, aquella emparentada con su íntima asociación a Sa-
lamanca y Tamayo, no sólo alrededor del "republicanismo
genuino" sino también a lecturas comunes. Desde 1915, a
Sánchez Bustamante (que empieza inclusive a firmar sób
como "Daniel S. Bustamante") se le encuentra, en sus es-
critos" menciones a Epicteto y a Pascal; refecciones al posi-
tivismo y apelaciones a la conciliación espiritual. Era la fra-
gua mortal de los fracasos que fundieron al liberalismo en
96 J U A N A LBA RRA C I N M I LL A N

la guerra del Chaco, en la falta de renovación social y en


la bancarrota de una época caída en todas las miserias:
aislamiento geográfico, decadencia política, subdesarrollo
social y estancamiento espiritual.
La muerte de Sánchez Bustamante tuvo en 1933, estct
amarga sepultura.

CITAS BIBLIOGRAFICAS

l. Julio A. Gutiérrez. "Palabras del Ministro de Bolivia", en


"Daniel S. Bustamante". Imprenta Eléctrica. 1935, pág. 22.
2. Gustavo Adolfo Otero. "figuras de la cultura boliviana". Ca-
sa Ecuatoriana de la Cultura. 1952.
3. Vicente Mendoza López. "Daniel Sánchez Bustamante". 1934.
4. Tomás Manuel Elío. Redac,tor de la Cámara de Diputados. To-
mo I. 1914.
5. D.S.B. ''P. de s" Pág. 2.
6. D.S.B. "P. de S.". Pág. 11.
7. D.S.B. "P. de S" Pág. 14.
8. D.S.B. "P. de S" Pág. 30.
9. D.S.B. "P. de S.". Pág. 30.
10. D.S.B. "P. de S.". Pág. 183.
11 . Ismael Montes. "Discurso en la inauguración del año esco-
lar de 1908 pronunciado en la UMS.{\.", en "Revista Boliviana
de Instrucción Pública". No. 6. Febrero de 1908.
12. Daniel Sánchez Bustamante. "La educación en Suecia", se-
gunda parte del "Informe del Comisionado de Instrucción
\
\ SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 97
\.,
'
Pl'lplica de Bolivia". Berlín. I O- II - I 907. Revista de Instruc-
ciórt Pública Boliviana. Marzo de 1907. No. 7.
13. Felipe Segundo Guzmán. "Informe sobre la escuela pública
francesa''. 3- VII- 1907, pág. 31 de la "Revista Boliviana de
Instrucción Pública. No. 3.
14. Luis Arze Lacaze. "Revista Boliviana de Instrucción Públi-
ca". No. 4. Año I. 10-X-1912, pág. 622.
15. Daniel Sánchez Bustamante. "Agusün Aspiazu", pág. 554.
"Revista Boliviana de Instrucción Pública. 1922, No. 3, Bol. l.
16. Daniel Sánchez Bustamante. ''Programa Político", 1918.
17. Daniel Sánchez Bustamante. Id.
18. Daniel Sánchez Bustamante. Id.
19. Daniel Sánchez Bustamante. Conferencia sobre Panamerica-
nismo. 1918.
20. Daniel Sémchez Bustamante. Conferencia sobre Panamerica-
nismo. 1918.
21. Daniel Sánchez Bustamante. "Bolivia, su estructura y sus de-
rechos sobre el Pacífico". 1919.
CAPITULO II

EL GRAN DEBATE

"Hay que enseñar a ver justo, sentir hondo


y pensar recto".

Alcida Ar¡uedu

11. - Manuel Rigoberto Paredes

A. El Comienzo del Gran Debate.

La "Política Parlamentaria de Bolivia" (1907) consütuye,


inequívocamente, la primera gran radiograña positivista de
la política liberal boliviana. Trabajada por un investigado1
paciente, esta obra inicia, con indiscutible prestigio, el aná-
lisis de la estructura política del poder de los terratenientes
liberales a través del examen del sistema parlamentario
del montismo. Los estudios emprendidos bajo el influjo de
la teoría del conflicto social, se aproxima, con esta obra, a
una fase empírica del examen de los fenómenos sociopoll-
ticos según el tratamiento que E. Durkheim exigía en sus
reglas del método sociológico.
100 J U A N A LBA RRA C I N M I L LA N

Publicada como un desafío a la glorüicación del "gran


quinquenio" montista, el libro circuló casi al mismo tiempo
que otros famosos estudios sociopolíticos de la época:
"La Candidatura de Rojas" de ~ando Chirveches, nove-
la naturalista de análisis sociológico; "Pueblo Enfermo" de
A. Arguedas; "Creación de la' Pedagogía Nacional" de F.
Tamayo y "Después de la Crisis" de J. L. Tejada Sorzano.
Paredes se les anticipó a éstos, con un enjuiciamiento que
B. Saavedra califica enfáticamente de audaz. Su signifi-
cación real -a pesar de su conservadorismo- es el de una
verdadera roturación en el avance del positivismo en medio
de un clima de intolerancias.

La preocupación principal del análisis sociopolítico em-


prendido por Paredes recae sobre el sistema electoral de los
liberales, campo de investigación que problematiza en un
intento de describir el conjunto de cuestiones concomitante'3
que rodean la estructuración del poder liberal, llevando la
observación hasta los elementos más irreductibles de la par-
ticipación electoral de los votantes, discriminándolos indi-
vidualmente, clasificándolos por ocupaciones, sexos, eda-
des; comparándolos y sentando conclusiones en tomo al ma-
nipuleo político, el nucleamiento del poder y la formación
de las estructuras de gobierno. Libro de indudable proliji-
dad, mereció tres ediciones sucesivas en 1907, 1908 y 1911,
siendo hoy, a pesar de ello, un libro inencontrable y, aca-
so por esta circunstancia, completamente desconocido para
nuestra época.

Cuando Paredes, utilizando procedimientos durkheimnia-


nos, cuestionó la legitimidad de la estructura de poder del
liberalismo, Saavedra, su prologuista, se encargó de repro-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 101

char su "temeridad de ahondar las cosas", pero Argueda3


saludó, desde París, el empeño crítico del escritor. conven-
cido más que nunca de la necesidad de hacer públicas sus
propias tesis de "pueblo enfermo", que en esos días, se en-
contraba en prensa en una editora de Barcelona. Pocos han
debido reconocerle a Paredes el papel pionero que empren-
día con sus proposiciones críticas y el lugar que le corres-
pondería a la "Política Parlamentaria de Bolivia" como mP.-
dio de discusión de los fundamentos institucionales del li-
beralismo. Una larga etapa de crítica pequeña, claudican-
te y superficial, relegó después, toda ulterior evaluación de-
jando sin ubicación histórica a este trabajo y a sus gravita-
ciones sobre el positivismo posterior.

B. Carácter de la Epoca.

La hegemonía del positivismo spenceriano sobre la So-


ciedad Geográfica de La Paz tuvo en Paredes una influen-
cia colateral. que si bien influyó en algunos aspectos de su
obra e hizo tambalear su metodología durkheimiana, no im-
pidió que siguiera dentro de la corriente del pensamiento
francés. Existen algunas opiniones que sitúan a Paredes den•
tro del racionalismo social de Agustín Aspiazu. Terán Erqui-
cia dijo de este influjo: "un hombre dejó huella imperece-
dera entre sus discípulos (influyendo entre éstos a Paredes):
Agustín Aspiazu" (1). Ismael Sotomayor destacó, igualmen-
te esta proximidad de Paredes a Aspiazu. Otros le dieron im-
portancia a su ascendencia indígena para explicar sus in•
vestigaciones de campo. J. A. Arze decía en relación a este
aspecto: "esto explica el cariño de toda su vida por lo· autóc-
tono" (~). La generalización de estas valoraciones puede in-
ducir a error si no se establece le evolución de sus ideas y
lOZ J U AN A LBA RRA C I N M I L L A N

el ClllBO que tomaron sus -actividades. En una tentativa poi


definir los diferentes momentos de su pensamiento podemos
señalar los siguientes:

- Fue influído por Aspiazu durante el primer periodo


de trabajos de la Sociedad Geográfica en una direc-
ción rucionalista (1893 - 1900).
- Pasó a interesarse por Le Bon y Emilio Durkheím en-
tre 1900 a 1912.
- A partir de 1912 se dedica u trabajos de historia na-
cional. prehistoria e investigaciones folklóricas si-
guiendo los pasos de los cronistas españoles de l.1
colonia.

Su espíritu de independencia puede ser valorado po:


algunaa referencias de su actividad personal. Unido a Saa-
vedra por una estrecha amistad, siendo éste el más enérgico
de los spenceristas, se mantuvo frente a él en la discusión
sociológica. Graduado en la universidad de La Paz donde
la ideología dominante se hizo spenceriana, se mantuvo en-
tre el d'orbignysmo y el racionalismo. Miembro de la Socie-
dad Aspiazu, institución en la que militaba la joven intelec-
tualidad liberal de izquierda, radicales y librepensadores,
algunos marxistas y anarquistas, salió de este esquema pa-
ra hacerse positivista. · Comentando el avance del socialis-
mo en el altiplano la prensa de Buenos Aires señalaba su
nombre como uno de los representantes distinguidos de este
movimiento, atribuyéndole la organización de institucio-
nes sindicales obreras y la redacción de un proyecto de pro-
grama político para la formación de un partido socialista,
información que concuerda con el desarrollo de la Socieda:l
Aspiazu en los medios populazes en el primer lustro del si-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 103

glo. Belisario Díaz Romero. Tomás Manuel Elfo, Monje Gu-


ti.érrez, Alcides Arguedas de regreso de París, Paredes y mu-
chos otros, participaron en varios trabajos de análisis po-
lítico e investigación social acerca de los llamados entonces
"problemas" sociales, hablando sobre el socialismo, el al-
coholismo, el atraso, etc. Este partido no llegó a fundarse y
posteriormente, Paredes se retiraba a sus investigaciones de
campo.

Entre 1903 y 1905 Paredes fue diputado en representa-


ción de la Provincia lnquisivi. Este antecedente es omiüdo
casi por todos sus biógrafos: Vásquez Machicado, Vicente .
Mendm:a López, Vicente Terán Erquicia. El propio Paredes
no lo menciona en "Los Siñani" que es una larguísima re-
lación familiar en la que establece su árbol genealógico y
sus principales datos biográficos. José Antonio Arze lo con-
signa pero sin comentarlo. Dentro de la objetividad del es•
tudio de su obra sociológica, no puede ignorarse este hecho
por la relación que tiene con sus investigaciones sociológicai.

La presencia de Paredes en la Cámara de Diputados


tiene un extraordinario parecido con la de Alcides Arguedas.
Revisados los documentos de la Cámara de Diputados de es-
tos años -Redactores, libros de Informes y Proyectos- se
descubre que Paredes, a semejanza de Arguedas, no fue allí
para pronunciar discursos sino para interiorizarse del man1:1-
jo parlamentario. Arguedas lo dijo después de su descola•
bro político que le costó la diputación en 1918. Paredes lo
dirá también en uno de sus libros: "en las Cámaras se pue-
de estudiar con gran ventaja la sociología del país" (p. 113,
segunda edición de "Política Parlamentaria de Bolivia'1.
Y así como "Raza de Bronce" fue concluída estando Argue--
104 JU AN ALBA RRA CI N MI LLA N

das de Diputado liberal, la "Política Parlamentaria de Boli-


m" fue elaborada encontrándose Paredes de Diputado por
la provincia Inquisivi.

En los años en que Paredes era diputado se fueron


perdiendo los rumores de las antiguas campañas periodísti-
cas de fines del siglo XIX, sostenidos por los batalladores
hermanos Ascarrunz y Pinilla, Zoilo Flores, Julio César Val-
dez y otros fervorosos anti-conservadores de la oposición
liberal. Lo que vino después lleva ya el sello exclusivo de
la discusión positivista en todos los órdenes de la actividad
teórica. Se habían extinguido la "Sociedad Sucre", el
"Centro de F.studios" y la primera Sociedad Geográfica
de La Paz. En lugar de éstas se encontraban la Sociedad
Geográfica de Manuel Vicente Bollivián, la Sociedad
"Aspiazu" y "Palabras Libres" dirigida por la vehemen-
cia de Arguedas y Chirveches. Con éstos se impone la
modalidad del estudio positivista en los diferentes campos
de la sociedad boliviana. Paredes, aunque es miembro da
la Sociedad Geográfica no es spenceriano; aunque partici-
pa de la Sociedad Aspiazu no será socialista y aunque gira
sobre Le Bon no participará de las preocupaciones de otros
lebonianos como Arguedas. ¿Cuál era el verdadero lugar de
Paredes en este proceso del positivismo en el nuevo siglo?

Para dar con las raíces del pensamiento sociológico de


Paredes se hace indispensable tipificar las principales ten•
dencias con las que se hacía presente el positivismo boli-
viano entre fines del siglo XIX y comienzos del presente.

La matriz de las inquietudes positivistas de este período


se encuentra en la Sociedad Geográfica de La Paz. Allí M.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 105

V. Ballivián, Carlos Bravo, J. M. Pando y otros geógrafos in-


vestigaban las posibilidades industriales de la nación cuan-
do los capitales ingleses se interesaban por la goma elás-
tica y por el descubrimiento de un paso, desde el altiplano
hasta el Amazonas. Tomando otra dirección Bautista Saa-
vedra investigaba en "El Ayllu", el pasado andino del pu➔
blo aymara: P. Kramer, siguiendo a d'Orbigny y a Ratzel,
publicaba sus primeros libros de historia nacional: Daniel
Sánchez Bustamante, José Palma y V., Sixto López Balleste-
ros, Rodolfo Soria Galvarro, difundían las nuevas ideas teó-
ricas del positivismo en la universidad: Armentia, Nino, Mar-
1arelli, realizaban trabajos antropológicos y etnográficos d9
los pueblos indios de las zonas silvícolas del noroeste y
oriente bolivianos.

Entre las nuevas promociones ideológicas, Tamayo in-


troducía el irracionalismo alemán traduciendo a Niez.stche y
Schopenhauer: Arguedas exponía el naturalismo zoleico
-positivismo en literatura- en sus primeras novelas de crí-
tica social, lo mismo que Chirveches. No debe perderse da
vista que el realismo indigenista tiene su comienzo en la
prosa en estos primeros años del novecientos con los famo-
sos cuentos de Ricardo Jaimes Freyre y Jaime Mendoza.

Durante estos años Paredes aparece luchando entre el


mdianismo genésico (ver "Tupac Katari") y el influjo racista
de la colonia, con sus esquemas sociales basados en el fac-
tor de la raza. Este propósito de conciliación parece rom-
perse ya cuando Paredes afirmaba, posteriormente, que se
situaba por encima de la "gran cuestión social de razas".
frase con la que designa las relaciones de dominación ra-
cial, haciendo reposar el mejoramiento social del indio -no
106 JUAN A LB A R R A C I N MI LLA N

su liberación- en el trabajo de hacer "penetrar la civiliza-


ción en las costumbres del indio", a quién llama "ser abyec-
to y embrutecido por la injusticia de las sociedades".

En "El habitante y la población" (Cap. IX), Paredes se


ocupa del estudio sociológico de Inquisivi, cuya importan-
cia queremos destacar. Su principal observación es que de
los componentes étnicos de esta sociedad regional ha que-
dado excluído ya el español. Sólo existen el indio y el mes-
tizo en estos grupos rurales. El español había emigrado y
los invasores mosetenes seguían nómadas, de modo que
los grupos étnicos dominantes eran los aymaras y los que-
chuas, asentados allí, en los asientos mineros.

Refiriéndose a la masa de labriegos y agricultores, lo


considera en estado de postración social, no sólo a causa
de la colonia española sino también de su vasallaje al ré-.
gimen del incario, regímenes de dominación que "amorti-
guaron las luces de su inteligencia y lo educaron sólo par..t
los trabajos mecánicos, labores agrícolas y pastoriles" ....
"negándoles la instrucción y arrebatándoles su libertad".

Intentando una descripción psicosociológica de su cor.-


dición de esclavo le atribuye las siguientes particularidades:
"domina (en él) la duda, como única soberana; vacila el in-
dio y vacila siempre en todos los trances de la vida: la des-
confianza en el éxito, resultado del esfuerzo propio, consti-
tuye el fondo de su naturaleza". Es indispensable dejar acla-
rado aquí, que esta tipología del indio corresponde a su
esclavizamiento y de ninguna manera a su "naturaleza" de-
finitiva. Esta aclaración es extensiva a todo lo que Paredes
va describiendo acerca de su tipificación como "conserva-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 107

dor ingénito". ajeno a "la determinación propia y oportu-


na" y a sus preferencias por "el presente a las incertidum-
bres de un porvenir que violenta su naturaleza".

Estos análisis del carácter del indio, tanto en Arguedas


como en Saavedra, no tienen más alcance que el de una
generalización de la servidumbre y el aplastamiento a que
ha sido sometido el pueblo indio por los españoles. Cuando
Paredes afirma: "Habituado el indio a no obrar por sí, se ha
convertido en algo semejante a un autómata humano", esto
significa llanamente esto: Obligado el indio a no obrar in-
dependientemente por el régimen de castigos que lo tiene
sometido, su vida se halla privada de toda libertad. Cam-
biando de plano la investigación, quedaba claro que no era
el indio el que no quería obrar por sí, sino que era el patrón
blanco el que no lo dejaba actuar libremente.

La exposición de los rasgos psicosociológicos del mes-


tizo por el positivismo es la primera forma del debate en-
tablado poco después del novecientos. Paredes lo intenta e11
1896, amplía su crítica en 1906 y agota sus posibilidades
en 1911, la tercera edición de su "Política Parlamentaria de
Bolivia". Arguedas se ocupaba de él en sus novelas natu-
ralistas; Tamayo en 1910, con criterio favorable y Saavedra,
peyorativamente en 1920.

El condicionamiento teórico de la sociedad al factor ra-


za es una de las cuestiones heterodoxas del positivismo. Pa-
redes desahucia sus posibilidades y pide un necesario apor-
te de masivas inmigraciones caucásicas; Arguedas le con•
cede la posibilidad de ilustrarse para escapar al determinis-
mo de la mezcla; Tamayo lo eleva al rango de raza homl'J•
l 08 JUA N A LBA RRA C I N M I LL A N

génea, expresiva del carácter nacional boliviano y Saave-


dra, lo condena al fracaso histórico como raza.

La tentación de atribuir a la raza el secreto de todas las


manifestaciones sociales, políticas, económicas, culturales,
estéticas, etc., constituye la mayor debilidad del positivismo
boliviano. Nada escapa al proceso gravitatorio de la raza.
Psicológicamente es de inteligencia vulgar, ruras veces stt
ilumina y nunca crea nada. Económicament& son incapaces
de grandes empresas porque carecen de constancia y es-
fuerzo. Políticamente son desordenados en .la administración,
díscolos y abyectos; de entre éstos han surgido casi todoa
nuestros gobernantes (pág. 79). Racialrr.ente son inferiores n
los blancos; históricamente no van a nb.guna parte como raza.

Pretender explicar el fenómen<.. industrial por la raza; la


expansión imperialista, la formación del Estado moderno, el
desarrollo de la cultura, la defensa de la soberanía y tan-
tas otras cuestiones políticas, sólo por la raza, significaba
negar de hecho el papel de otras estructuras del poder, la
economía, la historia, el desarrollo. El caso extraordinario
de Patiño, en la minería del estaño; de Antonio Vaca Diez
y los hermanos Suárez en el oriente y otros muchos más,
probaban fehacientemente que el concepto de raza ni siquie-
ra entraba en juego cuando se trataba del comercio interna-
cional. la implantación de sistemas impositivos o la verte-
bración geográfica. Sin embargo la tendencia a eliminar
toda explicación que no sea racista, fue la nota de este po-
sitivismo y también del irracionalismo, que mostraba estar
cansado de la presencia de los indios y aspiraba a una po-
blación blanca o por lo menos mestiza.
Manuel Rigoberto Paredes
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 111

El, la vena más profunda de estas teorías del positivis-


mo boliviano se ve la raíz rural de sus representantes, su
señorialismo elitizante, su brahamanismo anacrónico y su
espíritu de fuga de la realidad interna. Paredes es acaso
uno de los que más sienten la ausencia de los españoles des-
pués de la independencia y el que más hace consistir la
solución social de Bolivia en las migraciones blancas. No
era un error sostener que sólo los blancos eran capaces de
dar vitalidad racial al país: que sólo los ilustrados podía.:1
triunfar y que los mestizos carecían de inteligencia.

Un lustro después Tamayo repetirá a Paredes con aque-


llo de que "la industria no les debe (a los mestizos) ningún
mvento" y que en la "única materia" en que se ha mostra-
do innovador es en la legislación para "copiar leyes exóti-
cas y aplicarlas al país" . . . Cuántas ideas de Paredes se
repiten en Tamayo. Y, si requiere alguna evidencia, escu-
chemos a Paredes: "Sus clases directoras -las criollas- n:>
han mirado nunca hacia el pueblo, inspirándose en él; no
han estudiado sus necesidades, conocido sus energías crea-
doras, su idiosincracia, sus instituciones sociales y económi-
cas" . . . Sólo Sánchez Bustamante dijo, antes, estas cosas,
cuando afirmaba que en Bolivia todo se había copiado de
Francia, Inglaterra o F.stados Unidos, sin otro criterio que la
"moda en teorías forasteras".

Para Paredes hay una suerte de degeneración en la vi-


da de las áreas rurales. En los primeros años de la repúbli-
ca, dice, el vecindario de la provincia, compuesto de fami-
lias respetables, ha desaparecido dejando sucesores dege-
nerados que ocupan una escala social inferior.
112 J U A N ALBA R R A C I N MI L LA N

¿Puede ser ésta una explicación de la ruina de los pue-


blos? Consideramos que no, porque aceptarla sería abonar
la superioridad de la colonia y situar al colonizador por en-
cima de la república. La caída de la producción agrícola y
la dispersión de los pobladores de los pueblos que emigran
a las ciudades, obedece a la crisis del latifundismo que im-
pedía el desarrollo económico y comercial y obligaba a la
gente a emigrar a la ciudad. Pero no vamos a ingresar en
estas cuestiones ahora porque nuestro interés principal es
seguir exponiendo las ideas centrales de Paredes.

Lamentablemente, en la exposición de sus ideas, Pare-


des incurre en la debilidad de sostener que el coloniaje fa.
vorecía a los pueblos mucho más que la república, porque
disponía de la inmigración española que era de "raza supe-
rior". Las limitaciones de esta explicación racista le cerra-
ban el camino de ingreso en el planteo del problema desde
otros planos. Uno de estos fue la denuncia del alcoholismo
como factor de degeneración. Este no es un fenómeno de
procedencia racista, pero él es situado como una de las cau-
sas principales para degenerar a la descendencia. Patiño
-por motivos comerciales, no raciales-- fue el más grande
traficante de alcoholes de la época liberal.

Hay tanto material para examinar la decadencia en las


áreas rurales desde planos socio-económicos, que parece
increíble que no hayan sido tomados en cuenta sólo por
aferrarse al análisis racial. al deseo de holganza del mes-
tizo, al vicio del indio, etc. Patiño hizo cuantiosos negocios
y amasó fortuna, durante todo el período liberal, importan-
do por decenas de miles de latas de alcohol desde el Perú.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA lH

Estas raíces económicas no han sido advertidas por los po-


sitivistas, cuya importancia ha sido pasada por alto.

Derivación psicológica del racismo, Paredes ve en la


apatía, el conformismo, la indiferencia de los provincianos,
a una suerte de enfermedad espiritual: "Puede ser esto un:x
enfermedad del espíritu" ... , medita. Sin sentimientos cívi-
cos ni patrióticos; sin el influjo de la religión, sin instrucción,
moral, comercio, ¿qué son los indios? Escuchemos sus des-
cripciones que corresponden al período de gloria del mon-
tismo, a los años del "gran quinquenio" liberal.

"Sus moradores indígenas se hallan reducidos a un las-


timoso estado de degeneración, los más son endebles, en.
fermos y cretinos; no poseen ni los músculos vigorosos dA
los indios del altiplano, ni su fortaleza para el trabajo, por
rudo que sea. A eso se agrega que son exaccionados de
manera violenta por vecinos y autoridades, los cuales ha-;i
reducido a los aborígenes de aquella provincia, a un estad~
de miseria tal, que la pobreza no constituye ya en ellos un
mero accidente, sino que se ha convertido en condición sus-
tantiva anexa a la clase" (pág. 85).

La descripción detallada de la población de Inquisivi


muestrcz que este pueblo era de agricultores, mineros, pas-
tores, comerciantes y otras actividades menores como tejedo-
res, costureras, etc. ¿Cómo con una composición social así,
Inquisivi iba a agonizar? Es que para Paredes parece no
existir estructura social sino relaciones individuales simples.
Pero, no es así. En el proceso de cambio de la propiedad
rural, muestra su capacidad para penetrar en el sentido d~
estos cambios, siendo para nosotros importante, el despo-
114 JUAN A LB A R R A C I N MI LLA N

seimiento de la tierra por la burocracia liberal. Paredes es--


tuvo muy próximo a sostener las tesis que en 1920 sentó
Carlos Romero en "Las Taras de nuestra Democracia", pero
le faltó más decisión en 1906. Y también mayor concreción.
En la "conclusión" puesta al final del libro, puede leerse es-
ta debilidad del planteamiento: "Lo que necesita Inquisivi
y lo necesita el país todo, con persistencia, son: escuelaa,
administración de justicia ... , caminos ... , esos deben ser
los tópicos que persigamos por lo pronto" .. .
Para resumir lo que dice en este libro, éstas resultan
palabras, ciertamente, pobres. Es en la "Política Parlamen-
taria de Bolivia", donde se ve al escritor en toda su perso-
nalidad.

C. El InfluJo de Le Bon.

En el punto de partida de los estudios sociopolíticoa d,1


Paredes se encuentra, en primer plano, el concepto de pue-
blo, concepto que es tomado de "La Psicología de las Mul-
titudes" de Gustavo Le Bon, popular ya entonces, entre los
positivistas bolivianos que seguían la escuela francesa.

La derivación a Le Bon resultó contraproducente para 1·:r


sociología boliviana. Es difícil aceptar un eclecticismo co-
mo el que se da entre la "cosificación" durkheimniana y la
psicologización leboniana. Pero, al darse este caso en los
hechos, el proceso investigatorio, como veremos, tenía qu,e
sufrir, por fuer.za, en sus conclusiones.

Para Le Bon el pueblo no existe sino como muchedum-


bre heterogénea; no es un núcleo activo, dinámico y autó-
nomo de la vida social; no constituía la humanidad de
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 115

Comte, ni la "sociedad civil" de Hégel ni el proletariado da


Marx, sino un conglomerado amorfo, caracterizado por ras-
gos negativos como la heterogeneidad, inconstancia, malea-
bilidad, sugestionabilidad, inconciencia, etc. El carácter con-
servador de este concepto puede ser apreciado en este jui-
cio: "La acción inconsciente de las muchedumbres, substi•
luyendo a la actividad consciente de los individuos, es un::r
de las características principales de la edad presente";
Le Bon hizo de las multitudes, en su teoría, el agente de la
sociedad actual; de esta manera la noción comtiana de pue-
blo pasó a ser sustituído por la de multitud, sin que de este
hecho se apercibieran bien, quienes, como Paredes, siendo
racionalista, resultaba aceptándola.

Según este concepto leboniano, la sociedad vive escin-


dida en dos partes opuestas: la masa y el líder. La masa
es una entidad colectiva, surgida en el siglo XIX, como fe-
n.ómeno social; carece ella de convicciones y obedece dócil-
mente a las maquinaciones de los jefes; por sí mismas, ellas
no tienen una orientación definida; tampoco obra sobre ellas
ninguna fuerza divina, histórica ni lógica; son las rivalida-
des políticas que "organizan" los "agitadores", o como dic.g
Le Bon, "los mangoneadores", los que determinan sus actos.

Una interpretación vulgar, con apariencias de realidad,


como ésta, no ha podido aceptarse sin discusión. Sin embar-
go, fue evidente que la influencia de Le Bon se hizo muy
grande en nuestro país, dejando bien sentados sus reales
entre los positivistas. Según este autor, la historia humanr.:,
tanto en su estructura como en su dinámica social, se en-
cuentra provocada por los caudillos y los personajes auda-
ces de partido y de grupo, antes que por los sabios, las per-
116 JUAN ALEARRACIN MILLAN

sonalidades de! ~"undo filosófico, artístico y los paladines y


héroes carlyleanos, Le Bon sólo veía actuar al frente de la
historia a los "mangoneadores", cuyo verdadero poder ve-
nía de sus intrigas y falsificaciones, porque carecen de fa-
cultades superiores. Al aceptar esta visión leboniana de la
sociedad y aplicarla a la realidad nacional, el interés so-
ciológico de Paredes devino. naturalmente, en búsqueda apa-
sionada de los trajines de aquellos "mangoneadores" d~
nuestra "política parlamentaria"; de este modo, queriendo
penetrar en esas intimidades socio-históricas se vio en la si-
tuación de escrutar en los misterios del aparato electoral del
montismo. La formulación del proceso investigatorio a tra-
vés de Durkheim le llevó a ventilar, con cabalidad, la obscu-
ra trama del ajetreo político en los mismos registros electo-
rales. Es indudable que estos señalamientos de Le Bon no
fueron más que especulaciones, extraídas del confeso te-
mor a los movimientos sociales europeos, pero en Paredes
ellos alcanzaban el terreno de las realidades. Los materia-
les utilizados evidencian el esfuerzo de investigación puesto
por Paredes cuyas conclusiones aunque llevan el sello de la
influencia de Le Bon sobre la realidad, corresponden ínte-
gram•:mte a propósitos internos.

D. La Composición de Clases Sociales.

La minuciosidad del examen realizado por Paredes en


la masa misma del electorado, lo lleva por resquicios hasta
entonces no sospechados más por la maledicencia pública,
acerca de las maniobras electorales. En esta paciente y la-
boriosa actividad operativa radica uno de sus méritos, pues
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA I 17

nadie antes había ingresado en el recinto de las superche-


rías electorales de los liberales para buscar allí al "pueblo"
de Le Bon.
Su primera actitud fue, en consecuencia, revisar los re-
gistros cívicos de las notarías públicas, para indagar en sus
fuentes los tipos de votantes que concurren al proceso elec-
toral. La discriminación de datos y su clasificación debían
dar respuestas objetivas sobre el origen del poder político
y la legitimidad del poder público. Las cuestiones que se
propuso dejar en claro, eran las siguientes: ¿quiénes parti-
cipan en las elecciones? ¿Qué grupos conforman la estruc-
tura de la sociedad? ¿Cómo se distribuye el gobierno entre
los votantes?
En una primera clasificación, Paredes divide a la masa
electoral participante, de acuerdo al voto calificado, en dos
grupos: el de los electores cultos y el de los incultos. L:i
"clase culta" resultó ser, según los porcentajes de concu-
rrencia fijados, una minoría insignificante: las partidas elec-
torales, observadas caso por caso, resultaron estar llenas
de elementos sin "ninguna instrucción ni conciencia". F..sta
última clase, que era la mayoritaria, fue denunciada como
masa fantasma o fraudulenta; en "La Candidatura de Ro-
jas" de Chirveches, se ve en una de sus escenas al Dr. Ro-
jas mirando desconcertado cómo los siervos de la finca de
su tío, vivaban su nombre y votaban en masa por él, sa-
biendo ellos, apenas dibujar su nombre, en las papeletas,
dirigidos por el administrador que los manejaba a su dis-
creción.
¿Por quiénes estaban formadas las "clases cultas" y
cuál era el papel electoral que les correspondía bajo el go-
118 JU A N A LB A R R A C I N MI LL A N

biemo liberal? Las "clases cultas"' no son para Paredes sino


las clases dominantes, las mismas que no conforman un
grupo homogéneo, sino que se encuentran constituídas por
düerentes capas, cuyo comportamiento es el siguiente:

1) Un primer grupo del electorado -el más culto- se


abstiene de concurrir a sufragar y a veces ni siquie-
ra se inscribe, probablemente asqueado por los pro-
cedimientos inmorales usados en las elecciones
2) Un segundo subgrupo, más activo que el primero,
aprovecha la ausencia del primer subgrupo "cul-
to" para apoderarse de la actividad política. A este
segundo subgrupo Paredes lo fisonomiza como "me-
diocre", formado por "simuladores de talento", "im•
postores", etc.
3) Finalmente, un tercer subgrupo que es absorbido por
la influencia de las "clases ignaras" a quienes sue-
len servir, generalmente.

En consecuencia, no es toda la "clase culta" la que vo-


ta en el país, sino sólo una parte de ella, la inferior por sti
calidad moral y su formación cultural. F.ste subgrupo que
se convierte en gobernante, está representado por aboga-
dos, médicos, industriales, terratenientes, comerciantes, etc.

En cuanto a las "clases ignaras" o incultas, éstas com-


prenden a clases dominadas, los mestizos y los indios.

En el examen de estas clases dominadas, no ingresa en


la definición de los mestizos ya que gran parte de los que
forman "las clases cultas" proceden tc:xtnbién de ellos, en su
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 119

calidad de profesionales y otras capas sociales. En cuanto


a los indios era "normal" que no fueran considerados ciu-
dadanos ni concurrieran a las elecciones.

El resultado final de este balance de grupos y subgru-


pos de las clases sociales electorales mostraba que el go-
bierno descansaba en un solo subgrupo de las "clases cul-
tas" y no en todos los sectores dominantes.

Ubicado de este modo, el centro del poder real de la


"política parlamentaria" liberal, Paredes ingresa en el exa-
men de sus particularidades. El subgrupo dominante que go-
bierna, está formado, básicamente, de "blancos"; es tan pe-
queño éste que Escalier lo denunció como un sector reduci-
do de poder. A consecuencia de esta debilidad social "le-
jos de ejercer su poder con ventajas", hacen "chacota con
las leyes, en la administración, muestran tendencias insen-
sibles a la arbitrariedad; en el ramo judicial los seduce la
prevaricació11." (3).

Como ocurre en todo análisis positivista, en cada fenó-


meno debe buscarse una causa; como positivista, Paredes
no puede dejar de fundamentarla sin un respaldo de vera-
cidad que justifique sus resultados; obligado a dar una ra-
zón suficiente, Paredes afirma que este subgrupo carece de
capacidad política, le falta madurez para dirigir la nación.
y la disposición de suficientes fuerzas legales para hacer
cumplir las leyes constitucionales.

Con estas explicaciones, según Paredes, estaban reve-


ladas las causas del atraso político: "las clases cultas", cu-
yo poder era débil, no tenían en el gobierno responsabili-
120 J U A N A LBA R RA C I N M I L L A N

dad, y las "clases ignaras", alejadas de la civilización, no


estaban amoldadas a las instituciones republicanas.

De esta inmadurez política de las "clases cultas" de la


sociedad liberal surgía la impracticabilidad del sistema de-
mocrático boliviano; sus consecuencias eran las distorsio-
nes de la política del Estado, la debilidad de los grupos go-
bernantes y la imposibilidad de mejoramiento de los indios
y mestizos. "Lo que hasta ahora hemos practicado (como
sistema democrático} es un régimen de violencias en el que
no queda lugar para la ley y en el que ha dominado to~
das las esferas de la actividad el asunto pequeño y de
cortas proyecciones" (4).

Esta investigación venía a tener resultados objetivos,


mientras no interferían las apreciaciones subjetivi.stas de
Le Bon como aquella insustancial afirmación del sociólogo
francés: "Los hombres, en multitud, no pueden prescindir
dé un dueño"; criterio que lamentablemente se aceptaba
para explicar el montismo, por cualquier medio, como "due-
ño" de la nación boliviana, tomada ésta como "multitud" ma-
leable.

E. Esquema Socio· histórico.

La influencia de la raza en la explicación de las dife-


rentes etapas de la historia boliviana, adquiere en Paredes
características similares a Arguedas.

Según ésta, la primera etapa está tipificada por el go-


bierno de los "fundadores de la República", a causa de la
influencia de la raza española; este era un momento he-
roico y de virtudes cívicas. Atribuye a esta época la pre-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 121

ponderancia de la calidad humana y política de sus "direc-


tores", de quienes afirma sentenciosamente: "La buena san-
gre daba de lo que era".

La segunda etapa histórica, de aniquilamiento de la he-


rencia española y de predominio de la mestización, surge
del proceso de degeneración de la raza y de su apocamien-
to: "Todo se ha achiquitado, todo está convertido en iner-
cia", sostiene en frente de la historia xeciente de Bolivia.

Las apreciaciones de Paredes, en esta parte de su es-


tudio, muestra que no pudo superar la supervivencia del
esquema impuesto por la España colonial y sus historiado-
res. Con la independencia, el positivismo sólo ve la ruptura
del cruce español - indígena, al que Paredes le atribuye gra-
ves consecuencias políticas. Para restablecer la vitalidad
de la sociedad boliviana la nación debería recomenzar el
mestizamiento. Sólo que ahora en lugar de españoles deben
ser "caucásicos", quienes vengan para cruzar con los pue-
blos indios. "Necesitamos inmigración de raza caucásica",
demanda Paredes cediendo al spencerismo ante el espec-
táculo de una nación que, para los positivistas, estaba do-
minada por una población de labriegos y mestizos envile-
cidos, cuya única salida era cruzar con inmigraciones ex-
tranjeras, o ser desplazados.
1 Se necesita raza blanca, civilizadora, activa, audaz,
-afirma- para sacar a la raza primitiva de la modorra.
El cruzamiento de ésta con el blanco era la solución para
conducir a la nación hacia el progreso.
Es tan definitiva la tesis de la inmigración extranjera
como arreglo del problema básico del mejoramiento bioló-
122 JU AN AL 8 A R R A C I N MI L L A N

gico del hombre boliviano, que Paredes no vacila en ir más


allá de las demandas del siglo XIX al proponer esta franca
exposición zoológica de sus ideas: "Si el gobierno se preo-
.cupa de mejorar la ganadería cruzando razas, ¿por qué no
1aplicar esta misma política para obtener el adelanto de 1u
raza humana boliviana?". La preocupación obsesiva con
la raza fue para este positivismo una grave limitación.

Una década más tarde, cuando se vio que tal inmigra-


ción no llegaría nunca, Bautista Saavedra, siguiendo estas
ideas, negaba toda posibilidad de progreso para Bolivia.
En 1907 Paredes escribía: el hombre del porvenir para Boli-
via, aquel que supere al presente ha de salir únicamente
· del cruce de los blancos con los actuales indígenas. El Esta-
do Boliviano moderno será fruto. de este cruzamiento; entre-
tanto se vacile y "mientras carezcamos de inmigrantes y
tarde ese HOMBRE . . . vegetaremos en las cuencas andi-
nas". Era en esta cuestión donde anclaron los positivistas
definitivamente.

'/ La demanda de inmigración blanca no eran del patrimo-


nio exclusivo del siglo XX. Ella nació entre los criollos espa-
ñolizantes del siglo XIX, asustados de la mayoría india; to-
mó cuerpo con el conservadorismo y con M. V. Ballivián y la
Sociedad Geográfica de La Paz, institución a la que. pertene-
cía Paredes. Lo paradógico de esta exigencia en Paredes y
Tamayo viene del hecho de ser éstos de procedencia indicr,
posición que resultaba contraproducente para el indianis-
mo con el que se identificaban.

El papel del Parlamento no ha sido para el anti-parla-


mentarismo boliviano, nada edificante en la historia políti-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 123

ca de Bolivia; los enemigos de la democracia representati-


va le han acusado siempre de ser un factor de primer orden
en las falacias democráticas de la República. Los fundado-
res del Estado boliviano debatieron en el Parlamento las
posibilidades económicas de la nueva nación, la capacidad
creadora de su población y las seguridades ciertas de un
gobierno independiente. Sin embargo el parlamentarismo
fue acusado tenazmente de existir sólo copiando leyes, pla-
giando sistemas, dorando por encima sin llegar al fondo;
"fabricando leyes" y pretendiendo dar vida a una nació'l
con una "legislación que nacía muerta". Las formas de go-
bierno, así establecidas no dieron autoridad al gobierno y
servían de norma para los ciudadanos. El contraste entre lo
real y lo formal se encontraba en la base misma del ana-
cronismo republi~ano del país.

G. Composición de las Muchedumbres.

La presencia de las muchedumbres en la sociedad de


masas es considerada por Le Bon como el advenimiento d~
un poder nuevo, "supremo soberano" del porvenir; es tam-
bién el resultado de la destrucción de una época de deca-
dencia social y política y el surgimiento de condiciones nue-
vas de vida en Europa. Paredes no participaba mecánica-
mente de esta visión de la historia, porque habría sido ri-
dículo suponer que América participara de condiciones si-
milares al viejo continente. De este modo, entre uno y otro,
hay diferencias extrañas. Mientras Le Bon afirma el surgi-
miento del pueblo como clase directora (5 ) Paredes no alien-
ta esta perspectiva y demanda la necesidad de cambiar la
composición del pueblo boJiviano, mediante corrientes mi-
gratorias hacia territorio boliviano. La concepción de multi-
124 J U A N A LBA R RA C I N M I L LA N

tud resulta en Paredes, peyorativa. En el sociólogo francés


las multitudes son fuerzas destructivas del viejo orden y crea•
doras de uno nuevo; en Paredes las multitudes bolivianac;
-rebaños que necesitan de pastor- carecen de fuerza crea-
dora autónoma. En su composición participan los elemen-
tos más descalificados como se ve:

1 . Individuos que apenas saben leer y escribir.


2 . Personas tímidas que actúan por tutelaje.
3. Los delincuentes, hombres de mala conducta, gentes
sin profesión.
4. "Todos los componentes que han sacudido el freno
de las leyes y los sentimientos morales y que forman
el fango social".
5. Los que presiden y dirigen actos crueles de elección
o motines.
6. Los delincuentes o predispuestos para el crimen que
viven en lupanares y tabernas, llevando vida crapu-
losa y sujeta a investigación de la policía.
7. La multitud electoral como conjunto de individuos de
toda clase . . cohesionada al calor de intereses pu-
sajeros, sugestiones exteriores y que a pesar de su
heterogeneidad, obran en momentos dados de mod-:>
uniforme y sin discrepancias.
8. Los fuertes y los intrigantes que son los que domi-
nan la multitud.
9. Los individuos que obran movidos por impulsos ideo-
sincráticos en favor de mediocres e insignificantes.
10. Los que obran por afectos personales y por intereses
de grupo.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA IZ5

Estas son las partes "dañadas" que integran con sa


fuerza, la acción de las muchedumbres electorales, cuyo po-
der arrastra a mestizos e indios en contra de los hombres
notables, dominantes por su talento y su honradez, y por eso
mismo, pertenecientes a la parte superior de la sociedad .

Este tipo de multitud, concebido por Paredes, está, cier-
tamente, por debajo de los alcances de la teoría de le Bon
que admite que ésta puede hacerse heroica y mártir. La di-
ferencia obedece exclusivamente a la diversidad de fenó-
menos observados entre Europa y Bolivia. El nihilismo y el
escepticismo de los pensadores sociales y sociólogos boli-
vianos de esta hora, obedecía al estacionamiento de la vida
nacional bajo un enorme atraso. Ninguno de estos escrito-
res, incluyendo a los más representativos, ha podido ir más
allá de estas posiciones. Esta era también la razón de que
sus conclusiones finales sean tan débiles, si se las compa-
ra con su parte crítica, debatida vigorosamente.

H. Los Partidos Políticos.

En el estudio de los partidos políticos vuelve a primar


el influjo de la realidad sobre los sofisticados planteamien-
tos de la multitud. Aquí Paredes retoma al medio social pro-
pio y de él extrae algunas de sus conclusiones. Los partidos no
son más que "facciones", banderías o parcialidades, de ca-
rácter puramente personal.

En este proceso embrionario de la organización política


debe ser vista no una evidencia de la crisis de la sociedad
occidental como plantea Le Bon, sino un período previo de
126 JUAN ALBA RRA CI N MI LL A N

organización democrática. A esta düerencia se debe la acla-


ración que se hace cuando sostiene que en Bolivia no exis-
ten partidos políticos establecidos como en Europa.

Paredes atribuye la falta de seriedad en la actividad


política del país, a la inexistencia de corrientes comer-
ciales e industriales fuertemente organizadas. Esto signüic(!
remitir la política a la economía, como fuente de origen.

En contraste con la realidad -C. Romero vio mejor es-


ta cuestión- para Paredes los partidos políticos sólo obran
bajo mangoneadores sin principios sobre multitudes des-
tructivas, sosteniendo paradógicamente programas ampulo-
sos de reformas, ideas magistrales y portentosas, que al no
corresponder a la verdad son constantemente olvidadas. Es-
ta es parte de la experiencia de nuestra historia, porque de
los muchos principios proclamados ninguno de ellos se ma-
terializaron. Paredes le atribuye una intención engañosa.

Al no existir fuerzas de equilibrio social -fuerzas de


presión- y estar librada la vida de los partidos a la con•
ducta de los agitadores y directores ocasionales, la política
se convierte en una "sociedad de truhanes" y en sus accio-
nes "falta la levadura de bien".

Estas observaciones que tienden a hacerse morales, es-


tán arrancadas de los rasgos característicos de la época:
muchas de estas descripciones son comunes a muchas so-
ciedades nacionales del continente, y pueden ser enuncia-
das ellas bajo generalizaciones sin perjuicio de falsear sus
particularidades. En el caso de los "tránsfugas", Paredes
afirma: ellos nacen, no se hacen. En la descripción que de
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 127

la personalidad del tránsfuga, anota: "es un temperamento


tornadizo, faccioso, intrigante, con ambiciones desmedidas
y poca capacidad". Sin embargo de atribuírsele un origen
congénito, dice de él, como algo meramente ocasional: "Hay
que oír la opinión de los renegados porque . . . tienen una
profunda intuición del peligro de defender sus puestos".

Para Paredes, que parecía mirar la realidad al trasluz.


los directorios de los partidos políticos no son la expresión.
democrática de sus adherentes, sino simples fachadas dis-
puestas por sus jefes o por los que se constituyen como
tales, con gente allegada. La composición de los partido;;
no es compleja; entre sus miembros unos son a) los íntimos
del directorio y b) los que trabajan por el prestigio del jefe.
Estos directorios sólo son ejecutores y altavoces de lo que
dice el jefe. Paredes no perdía de vista a Montes aquí.

Las funciones de los directores son así, casi pobres y


macabramente sólo sirven para proclamar a los que, pre-
viamente ya ha elegido el jefe, el verdadero árbitro de to-
das las cuestiones. Hablar de soberanía popular no tiene
sentido porque ella carece de realidad. El pueblo -el ente
que se invoca- no tiene poderes frente a este colosal frau-
de colectivo manejado por el caudillo. La masa se ve im-
potente y amarrada al demagogo; anarquizado frente a la
corrupción; sometida al déspota, padeciendo los intereses
siempre presentes del jefe.

Luchar contra este poder sería para Paredes el "deseo


más generoso", pero, era a la vez, el empeño más "irrea-
lizable". Paredes no cree que la fuerza del pueblo sea di-
námica, creadora, libre. Para el sociólogo paceño el pueblo
128 JU AN A LBA RRA C I N MI LLA N

es siempre una masa explotada y servil, manejada por sus


jefes. "El pueblo nada acuerda ni resuelve: su papel afir.
ma, se resuelve a obedecer". En esta visión del pueblo, Pa-
redes tenía presente su propia experiencia de los años del
gobierno montista.
El jefe, "cacique o capataz de provincia", no es un fun-
dador de creencias religiosas o de ideas políticas, sino sim-
plemente un embustero y no pocas veces, un impostor; él
pone de directores a los más astutos, en tiempos de oposi-
ción y a los más venales cuando está en el gobierno, db-
tribuyéndolos en algunos cargos principales como corregi-
mient011, intendentes, subprefecturas, congresales. Esta apre-
ciación fue compartida por todos los novelistas de la época
destacándose "El Honorable Poroto" de G. A. Otero por s:t
sátira brutal.
En el estudio de los directores de provincia menudean
los términos audaz, abusivo, inmoral, déspota, etc. Los ca-
ciques de provincia "resuelven" todo lo que ordena el jefe,
generalmente, para encubrir sus propios crímenes. Estos son.
señala Paredes, "los ganadores de elecciones", los "secues-
tradores de la voluntad popular", los "honorables Porotos·•
del liberalismo, los que tienen en el cráneo más corcho que
sesos. La definición del jefe político es pavorosa: "Esos ca-
ciques buscan la política para encubrir sus maldades, sus
robos y crímenes" (pág. 17, segunda edición de 1908).
Estos directores son los que para Paredes, falsifican el
sufragio en servicio del jefe. El derecho y la justicia queda'l
postergables ante la necesidad de "vencer" en elecciones.
Se persigue el "éxito" que no es precisamente la aplicación
de la ley.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA lZ!)

Entre los diferentes tipos de procedimientos electorales


fraudulentos, con los que se burla al pueblo, Paredes enu-
mera los siguientes:

1 . La introducción fraudulenta de papeletas en las


urnas antes de colocarlas en mesa.
2. La repetición del voto, por un mismo elector, en d,-
ferentes mesas.
3. Impedir el voto de los opositores.
4. Ocultar libros. talonario¡;, listas, etc., para sabotear
las elecciones.
5. El loqueo.

I. Características de la Psicología Nacional.

• Paredes como la mayoría de sus contemporáneos est:í


convencido de que el país no está formado aún. Su afirma-
ción de que "las dolorosas gestiones de la consolidaciÓ'l
política" de la nación tienen aún raíces en el clan y la tri-
bu, podría ser exagerada, aunque no del todo; la conclu-
sión de que a causa de este proceso "somos un pueblo sb
previsión, sin carácter, sin ideale~ .fijos, afectos a reformas
teóricas y aparatosas" no es sino una forma del pesimismo
crítico dominante en estos liberales.

En Paredes el estudio de la "sicología nacional" está


referido a un examen de la política liberal, entre cuyas con-
clusiones, las más notorias son las siguientes:

- No hay verdaderos estadistas en el gobierno liberal.


- Los que gobiernan "hacen consistir su habilidad
administrativa en falsear el sentido genuino de las
BO JU A N A LBA RRA C I N MI LL A N

leyes o no cumplirlas", proponiendo reformas para


"djsculpar su omisión".
- El boliviano es un pueblo de espíritu abogadil.
- El gobierno boliviano ha fundado la diplomacia ocul-
ta. Esta situación la atribuye a la carencia de pre-
visiones para el porvenir y a la ligereza de sus lí-
deres de ceder fracciones del territorio nacional, a
otras naciones. A su calidad, Paredes llama: "diplo-
macia do cerebros eunucos y corazones cenados a
las corrientes del patriotismo", consistente en tomar
"cada falla, cada desacierto, cada caída como un
triunfo y el desastre como una solución" ... , crean-
do "grandezas imaginarias" ... , para encubrir las
denotas.

En el punto referente al absorcionismo político que lla-


ma, "tendencias a la cohesión", Paredes parece aue expo-
ne algo de su propia experiencia observada en el congreso
de 1903; como ingredientes señala:

- Falta de oposición parlamentaria, o sea el dominio


absoluto de los oficialistas.
- Presencia en las cámaras de tipos negativos de re-
presentantes: "nulidades ejecutoriadas, políticos de
relumbrón y negociantes de la peor especie".
- Hombres vacíos, "especie de momias".

Recordando a Max Nordeau, en apoyo de sus ideas, ci•


ta esta frase del pensador francés, como razón de ser de es-
ta situación: "En política no se busca la legalidad sino la
conveniencia; no hay lucha de ideas sino de intereses".
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 131

Hablando en tono personal. como resumen de su pensa-


miento ante una patria que no acaba de hacerse, escribl!
sobre este tipo de diputación: "El que nada (personal) per-
sigue, ni representa ninguna aspiración (ajena al bien co-
mún JA), hace allí (en el Parlamento) un papel desgracia-
do" ... Y; recordando años después, el espíritu de aquellas
asambleas, no ,dejará de anotar su impresión más penosa:
"la ineptitud constituye en política una gran cualidad" ...
Paredes tuvo un papel infortunado en el Parlamento liberal
entre -904 - 1905.

En cuanto a la utilidad que reporta esta realidad para


algunos diputados, su opinión es significativa: "La popula-
ridad es como el crédito comercial. Se pueden hacer gran-
des negocios".

Allí donde Paredes consigue olvidar a Le Bon, Nordeau


y otros pesimistas, reluce su agudeza y hasta crece su va-
lor crítico. Cuando publica la "Política Parlamentaria de Bo-
livia", sólo habían pasado dos años desde que había de-
jado de ser diputado. Vivían todos los diputados y senado-
res del Congreso al que había asistido. Poco le importó su
juicio, seguro de que ninguno se iba a enterar de lo que es-
taba escribiendo, por aquello del universal analfabetismo de
los parlamentarios liberales y por el predominio de oportu-
nistas, tránsfugas, opositores, etc.; con la confianza que
puede resultar de una situación como ésta. Por cuanto la
calidad mental de los miembros de las Cámaras, éstos se
clasifican en los siguientes grupos: a) de insuficiencia men-
tal; b) de completa ignorancia y c) de torcidas mañas.
132 JUAN A LBA RRA C I N M I l, L A N

Al final de sus críticas, acervas en cuanto a su compor-


tamiento ético, califica a este tipo de parlamentarismo como
a un gobierno de "charlatanes e intrigantes".

Resulta sorprendente, en este epílogo, la carga de apoyo


semántico y conceptual, para estos juicios. ¿Paredes, es en
verdad, un antiparlamentario o sólo es un adversario del
parlamentarismo liberal? Esta dilucidación es importante
porque el parlamento no es malo en sí, sino según el juego
que se haga con él. Para los liberales ha sido la clave de su
sustentación. Para sus enemigos, una falsedad. Para los de-
mócratas el parlamentarismo es parte del régimen de gobier-
no; para la dictadura, una rama del gobierno adicta al eje-
cutivo. No bastaba pues, atacar al sistema liberal sino acla-
rar que éste no era un verdadero parlamentarismo, sino una
caricatura de ella. Paredes no hizo estas delimitaciones.

El dominio secante que el régimen presidencialista ejer-


cía sobre las Cámaras, durante el gobierno montista, ha si-
do el punto inmediato de todas las críticas hechas por Pa-
redes. Igual posición tuvieron Saavedra, Arguedas y otros.
¿Era suficiente para afirmar que el parlamentarismo no co-
rrespondía a la vida de la nación?

El régimen de democracia parlamentaria estuvo fuerte-


mente amagado en Bolivia. acaso más que en cualquier na-
ción latinoamericana. La historia política boliviana, es cier-
to, no recuerda sino en casos excepcionales, la vigencia d1:t
los derechos públicos y el respeto a la voluntad nacional.
Pero este hecho no probaba que el parlamentarismo había
fracasado, sino sólo que debía ser mejorado éste para su
funcionamiento constitucional. La razón profunda de su ma-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 1H

leabilidad es interna y externa. Desde los trágicos tratados


internacionales celebrados por el parlamento boliviano
durante Melgarejo y Montes, hasta su llana supresión den-
tro de otros regímenes, la experiencia muestra que las cla-
ses dominantes bolivianas atentaron contra el legislativo
por falta de madurez política y temor al ejercicio popular:
las demandas civiles de tolerancia y aceptación del progre-
so, ferozmente combatidas por los anti-parlamentarios, tie-
ne este origen. El positivismo no comprendió más que los
efectos superficiales de este anti-parlamentarismo. A esta
ra-zón se debe que Arguedas esperara muy poco del por-
venir del parlamentarismo; Saavedra -mucho más franco-
llegó a afirmar que esta institución no era sino una forma
disfrazada de la dictadura. Tamayo conocía todas sus de-
bilidades, pero las toleraba. A diferencia de éstos, es poco
lo que Paredes pronostica, sólo le interesó el diagnóstico y
éste siempre termina en una suerte de autopsia.

Sin embargo del título modesto y casi anodino del libro,


que tan poco decía de su real importancia, se abría con él
el proceso de mayor trascendencia para la ventura del po-
sitivismo, interesado en explicar, a través de las miserias po-
líticas y sociales de la nación, la clave de su tiempo. En es-
to radicó la importancia de este trabajo.

En las postrimerías del gobierno liberal. ya fuera del


gran debate positivista, Paredes publica "Mitos, Supersticio-
nes y Supervivencias Populares de Bolivia", sobre la base de
trabajos anteriores ya publicados como puede verse en s11
"Monografía de la provincia Muñecas" (1896).

¿Qué dijo, su autor, de este libro?


134 J U A N A LBA R RA C I N MI L L A N

En las "palabras preliminares" puestas a la tercera edi-


ción, Paredes sostiene que en este trabajo se ha "consigna-
do cuanto nos pudiera dar alguna luz sobre los pensamien-
tos y motivos que influyen en las costumbres del indio, de
sus descendientes y aun de los blancos para obrar en tal o
cual sentido". Sin apartarse del tratamiento "étnico", afirma
que ha encontrado "junto a pueriles supersticiones, concep-
ciones filosóficas originales de una sorprendente profundi-
dad". Finalmente, refiriéndose a los alcances de su trabajo,
asegura que ella permitirá "conocer la forma cómo piensan
y comprenden los problemas de la vida, los indios, realmen-
te indios, y sus derivados los cholos y mestizos" ...

Con estos juicios su autor explicó el propósito de su li-


bro. ¿Corresponde él a estos fines? Esto es lo que debe-
mos ve!.

J. A. Arze y Arze, sin animarse a evaluar críticamente


el libro, decía de su importancia: "es una rica cosecha de
experiencias recogidas en más de veinte años de andanun
por varios rincones aldeanos y campesinos de La Paz" ..•
Arze lo situó en la sociología boliviana como al mejor so-
ciólogo folklorista. Los demás críticos sólo se contentaron con
palabras de compromiso y elogio acrítico.

La revitalización de los estudios de antropología cultu-


ral ha tenido una considerable influencia en el conocimien-
to de las culturas arcaicas. Esta misma importancia han te-
nido entre nosotros los materiales empíricos recogidos des-
de la época de los cronistas ibéricos. A Paredes se le de-
berá siempre el haber salvado estas tradiciones orales de
su deterioro total que, aunque como "supersticiones" no ex-
SOCIOLOGIA BOLIVIA! lA CONTEMPORANEA 135

presan la auténtica cultura india, es al menos, algo del uni-


verso mental de los antiguati habitantes del altiplano y d~
sus actuales herederos.

La actividad de Paredes, posterior a 1920, sale del es-


píritu del gran debate positivista, a consecuencia de los cam-
bios políticos y estructurales que trae el gobierno republi-
cano·· en el intenso periodo de Bautista Saavedra, cambios
que llevarán al positivismo a su decadencia.

CITAS BIBLIOGRAFICAS

1. José Antonio Arze y Arze. "Estudio biobibliográflco sobre


Don Manuel Rigoberto Paredes". Prólogo a "Tiahuanacu y
la Provincia Ingavi" de M. R. Paredes. Ediciones Isla. La Paz,
1955.
2. Vicente Terán Erquicia. "Manuel Rigoberto Paredes, su per•
sonalidad y su obra", publicado en La Paz y la Provincia
El Cercado de M. R. Paredes, La Paz, Bolivia, 1955. Editorial
Centenario.
3. M. Rigoberto Paredes. "Política Parlamentaria de Bolivia".
·4. M. Rigoberto Paredes. "Política Parlamentaria de Bolivia".
5. Gustavo Le Bon. "La Psicología de las Multitudes".
6. M. Rigoberto Paredes. "Política Parlamentaria de Bolivia".
7. M. Rigoberto Paredes. "Mitos, Supersticiones y Supervivencias
Populares de Bolivia". Ediciones Isla, 1963. La Paz.
CAPITULO III

LAS TESIS DE "PUEBLO ENFERMO"

"Arguedas es un escritor honesto, ferviente


enamorado de la verdad, que sin duda ha querido
descubrirla con todos los medios de información
a su alcance. Y cuando cree haberla descubierto,
la enuncia sin falsearla y sin temor".

IGNACIO PRUDENCIO BUSTILLO

III. - Alcides Arguedas Díaz

A. El Arguedismo.

Hasta el año 1909 en que se publica "Pueblo Enfermo",


el escaso prestigio del libro boliviano parece contradecir la
tensa y apasionada obra de algunos pensadores sociales
del siglo XIX, severamente reflexivos e intensamente apasio-
nados como Nataniel Aguirre, Santiago Vaca Guzmán, y
otros.
Males congénitos que hasta entonces parecían incura-
bles impedían a la cultura boliviana desarrollarse plenamen-
te. Afectado por las malas impresiones, los reducidos tirajes
138 JUAN A LBA RRA CI N MI LL A N

y la estrechez de la actividad cultural, el libro boliviano 11-


braba, ciertamente, una ardua lucha contra el fantasma del
pasquinismo, la folletería y la panfletería. El criterio peyr.i-
rativo, dominante hasta entonces, de que no debía escribir-
se sino para un cierto público de entendidos, debilitaba la
formación de un mercado mayor de lectores. El escritor, por
todo ello, se veía sin posibilidades de levantar la opinión
nacional ni inculcarle direcciones colectivas al país. Los pro-
cesos culturales requieren, para tener éxito, no sólo de bue-
nos libros sino también de masivas ediciones y, en Bolivia,
durante estos años, cualquier publicación -importante o
no- se convertía de inmediato en "rareza bibliográfica" a
causa de las exiguas ediciones y el desaliento por las re-
impresiones anle el reducilo número de lectores.
Con el escándalo de "Pueblo Enfermo", lanzado a la
circulación con arroganda, el libro dejaba de ser, inespe-
radamente, lo que hasia entonces había sido: una curiosi-
dad puramente elitista. para convertirse, sorpresivamente, en
tribuna <le amargas uutocríticas y en tablado de acres de-
nuncias. Arguedas, temperamentalmente inconformista, ha-
bía conseguido despertar con su actitud erguida, el interés
de todos sobre aquellas cosas que nunca habían sido con-
sidt.radas sino por las clases dominantes. Gran parte de este
prestigio ganado se debió paradógicamente, a aquellos "ma-
los libros" que amargaron su juventud: "Wata Wara", "Pi-
sagua" y "Vida Criolla". Libros polémicos, incisivos, amar-
gos, ·ellos no fueron escritos para ilustrar cabezas sino parcr
sacudirlas. A causa de esta intención Arguedas se vio en-
tre pleitos literarios y controversias políticas, conflictos en los
que fue creciendo el arguedismo. "Pueblo Enfermo", nacido
de esas circunstancias, no pudo dejar de ser, así, el libro
~OCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 139

que más pisotearon SWJ adversarios y, acaso por esta razón,


el que mayor resonancia llegó a alcanzar dentro de esta
transición espectacular.

Frente a esta e..,idente aureola polémica puesta al J=l,lo,


por sus impugnadores, sus sorprendidos contemporáneos no
supieron tomar fre,nte a ella sino esta alternativa: o se tra-
taba de un escandaloso pesimista a quien había que casti-
gar o no era sino un benefactor airado a quien debía escu-
charse en sus requisitorias. El que se le juzgara tan disyun-
tivamente muestra el clima de intolerancia con el que se vio
crecer al positivismo.

Contra este modo oficializado de mirar, nacido de la


consigna montista: una sola política y un solo jefe, debe re-
conocerse que no fue tan pobre la cultura liberal como pc:-
ra no admitir otras formas de pensamiento. En medio de es-
ta represión, l'enían lugar en aquellos años corrientes de
pensamiento inspiradas en la filosofía y la sociología fran-
cesas, inglesas y alemanas. Pero la reacción contra "Pue-
blo Enfermo" no fue ocasional; ella dio origen al arguedis-
mo y al anti-arguedismo, abriendo campo a la discusión
socio-política bajo este signo. La delimitación de principios
y de posiciones ideológicas se dio dentro del mismo libe-
ralismo, partido en el que coexistían desde el radical-libe-
ral Elío hasta el conservador Eliodoro Villazón, desde el ca-
tólico Ismael Montes hasta el naturalista Armando Chirve-
ches. La dispersión liberal no tuvo lugar sino algún tiempo
después.

Cuando en 1909 Arguedas lanza a la circulación "Pue-


blo Enfermo" y Tamayo, un año después, la "Creación de
140 JUAN A LB A R R A C I N MI LLA N

la Pedagogía Nacional", Chirveches "La Candidatura de


Rojas" en 1910, y Tejada Sorzano "Después de la Crisis en
1911, lo que estos jóvenes escritores hacían, aun discrepan-
do en principios, era remover las bases ideológicas de lo!i
viejos liberales y conservadores y adueñarse del escenario.
i Arguedas exigía curar las enfermedades sociales con ayu-
lda de la ciencia positivista; Tamayo proponía reorganizar
el país de acuerdo con exigencias vitalistas y Chirvechea
pugnaba por dar voz a las nuevas inquietudes bajo una po-
sición culturalista. Esl'e debate dirigido contra el siglo XIX.
subsistente aún entre los antiguos liberales, adquirió nota-
ble actualidad en la sociedad liberal, pues se trataba da
\ffl-O!atrar las diferentes maneras de enjuiciar y resolver un'.l
hnisma realidad. Por estas circunstancias y por el hecho de
ser ellas una reacción frente a la crisis que atormentaba a
la nación, el debate llegó a ganar, por primera vez, la aten-
ción de toda la nación. El estallido dramático de esta incon-
formidad de "Pueblo Enfermo" se dio en el mismo momen-
to en que el artüicio de la publicidad oficial hablaba de la
prosperidad minera y Arguedas descubría, con escándalo,
la pobreza de la sociedad boliviana. Llamar "pueblo enfer-
mo" a la sociedad liberal, cuya propaganda hablaba de un
esplendor inexistente no fue nada agradable; llamar "pio-
jería" parasitaria, como lo hacía Tamayo al referirse a la in-
tocable clase terrateniente, era subvertir aquella atmósfercr
viciada. Este era el signo, incuestionable, bajo el cual los
jóvenes liberales hacían su aparición en las ciencias socia-
les. Esta, la perspectiva bajo la cual Arguedas, Tamayo.
Cherveches, Tejada Sorzano, empezaron a hacer conocer su
obra en la cultura liberal.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 141

"Pueblo Enfermo", libro escrito por Arguedas sobre cues-


tiones psico-sociológicas, fue publicado en España en 1909, al
finalizar el gobierno de I. Montes; su autor le puso como sub-
título, "Contribución a la psicología de los pueblos latinoa-
mericanos"; sin embargo de esta exagerada generalización,
el mismo Arguedas, días antes de su circulación en Bolivia,
declaraba que se trataba de un análisis de la vida boliviana
y una respuesta al montismo.

Por la inveterada costumbre de rehacer el texto de sus


libros en cada reedición, este libro ha sido modificado por
su autor, repe-lidamente, acomodando su contenido a la épo-
ca de cada reimpresión, lo que le hizo perder al libro, en
mucho, el sentido que tuvo originalmente. Esta particulari-
dad del escritor y el hecho de haber sufrido varios cambios
el libro, deben ser tenidos en cuenta para comprender la tra-
yectoria de las ideas arguedianas en los diferentes momen
1os en los que se manifestó su actividad crítica.

En mayo de 1909, tres meses antes que "Pueblo Enfer-


mo" empezara a circular en Bolivia, en agosto de ese año,
Arguedas enviaba desde París, al director de "El Diario",
una carta de presentación del libro en la que denunciaba
la existencia en Bolivia, de un "clan político" que se había
apoderado del gobierno nacional: hablaba de la "inmorali-
dad profunda" que vivía la nación, de la "descomposición''
y el "ambiente malsano" que reinaba en la república, etc.
(Ver: El arguedismo: el rostro de una época, capítulo VII de
mi libro: "Arguedas, la conciencia crítica de una época");
en la advertencia a la segunda edición (París 1910) admite
que el libro fue "concebido y publicado" ante el "espectácu-
lo desolan te de la decadencia de su propio país"; sin em-
142 JUAN ALBA RRA CI N MI LL A N

bargo de estos juicios tan claros que ponen énfasis en la


denuncia del gobierno de l. Montes, en la tercera edición de
"Pueblo Enfermo" de 1937, el escritor habla del jefe liberal
en un tono diferente, como de un "gobernante laborioso y
patriota". En estos cotejos de "Pueblo Enfermo" se ve a Ar-
guedas desdoblarse en un cambio casi pendular por las
modificaciones introducidas. El libro mostraba así, retracta-
ciones y condenaciones, relacionadas con los cambios del
montismo y el antimontismo, el saavedrismo y el anti-saa-
vedrismo de aquellos tiempos.

Estas circunstancias se encuentran confirmadas con la


versión que dio el año 1922 sobre los orígenes de su crítica
social. Explicaba entonces, desviando el objeto inicial del li-
bro, en contradicción a su carta de mayo de 1909 -mencio-
nada anteriormente- que escribió "Pueblo Enfermo" con-
tra las tendencias de "todos nuestros escritores" y las de los
"viajeros intelectuales que visitaban nuestro país", de loar
siempre, "en todos los tonos las riquezas naturales del país,
alabar el espíritu de las gentes, su capacidad, sus méritos,
sus enormes virtudes" ( 1), cuando en verdad Bolivia era "el
país más pobre del mundo".

Para evidenciar de qué modo Arguedas modificaba sus


apreciaciones, hasta llegar a la contradicción, nos referire-
mos brevemente, al curso seguido por sus trabajos socioló-
gicos insertos en sus libros.

Después de "Pisagua" (1903) y "Wata Wara" (1904), no-


velas de crítica social, Arguedas concibió en "Vida Criolla"
(1905) el propósito de escribir una trilogía sobre los proble-
mas sociales. El fin que se perseguía era "estudiar nuestro
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 143

ambiente bajo todos sus aspectos: político, social, religioso,


económico, moral, etc.". El primer volumen de este plan,
fue, precisamente, "Vida Criolla"; el segundo, "Alma Boli-
viana", elaborado con resúmenes de sus escritos periodísti-
cos de los años 1905 y 1906 en "Páginas Libres" y el terce-
ro, "un libro hecho a medias", sin título aún, que nunca
fue publicado. Refiriéndose a estas dos últimas obras, dijo
una vez: "Si ellas, hasta ahora no se han publicado ha sido
porque otros trabajos de gran alcance han agotado todo
mi tiempo".

Hoy sabemos que "Alma Boliviana", escrita en Bolivia,


se convirtió en París, bajo el influjo de ciertas corrientes so-
ciológicas y críticas, en "Pueblo Enfermo". Como se sostie-
ne en la primera edición de este libro, "Alma Boliviana" era
una denuncia de la sociedad y la política de aqullos días
y no "una teorización sobre libros" como dijo en 1922. Es-
crito, como lo confesó, "con más bilis que sangre", "Pueblo
Enfermo" no puede ser entendido sino bajo una forma con-
creta: como una impugnación pragmática de la realidad bo-
liviana, situada sobre el novecientos. Y, en este sentido, ve-
nía a ser una confrontación de los jóvenes liberales de ideas
avanzadas contra los viejos funcionarios del régimen libe-
ral. enfrascados en el ruralismo y la incipiente minería (2).

Para aproximarnos a la explicación del fenómeno argue·


diano, es necesario no perder de vista de qué manera el
arguedismo y el anti-arguedismo, expresan las tensiones
ideológicas de las divergencias liberales; esta escisión so-
brevivió a su tiempo cuando algunos intrusos, inmiscuyén-
dose en esta pugna, tomaron partido por uno u otro lado, ha-
ciendo que el arguedismo, cuyos alcances no debían pasar
144 JU AN A LBA RRA C I N MI LLAN

de los límites de su época, subsistiera a la asfixia del mon-


tismo, el saavedrismo, etc., etc., arrastrando el debate has-
ta medio siglo, en una extraña longevidad que revela el es-
tancamiento en el que cayeron las ideas en Bolivia. De to-
dos modos, el arguedismo se mostraba fuerte en unos aspec-
tos de esta campaña anti-montista, convencional en otros y
puramente intersticial en la mayoría de sus justificaciones.
Manteniéndose sobre esta cuerda, unas veces tensa y
otras floja, la historia del pensamiento boliviano va asocian-
do su nombre a una forma particular de crítica social y de
sugestión de reformas sociales. La amplia resonancia alcan-
zada por el escritor en su accidentada juventud de acusador
tenaz, apasionado e insobornable, dio al arguedismo de las
primeras horas, un prestigio de cruzado del progreso y d9
crítico del sistema vigente. Cuando las fracciones en las qu,e
se encontraba escindido el partido liberal, siempre en pug-
na por cuestiones secundarias, vieron la obstinación crítica
con la: que Arguedas escribía sus novelas, sintiéndose aco-
sadas y viéndose comprometidas, empezaron a odiar sus es-
critos, denunciándolos de majadería o pesimismo. Montes
en su intento de empequeñecer al escritor hablaba de él,
peyorativamente, llamándolo "el argueditas"; sus secuaces,
menos avispados pero más prácticos, lo sacaron del país
en 1906; pero, para entonces, la aureola de prestigio que
había ganado, prevaleció sobre sus adversarios embozados
que, en verdad, habían aprendido a odiarlo y a temerle in-
disimuladamente. Bajo esta circunstancia empezó el argue-
dismo como una disconformidad con el atraso y no pocas
veces como una invocación ál progreso, siendo bajo este sig-
no, uno de los primeros entre nuestros escritores, en unir su
nombre, a una corriente de pensamiento. Es cierto que a par-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 145

tir de 1920, este arguedismo va perdiendo fuerza y cayendo


en el acomodo crítico, debido en parte a su incorporación al
servicio diplomático y como tal, a su subordinación a los
intereses que servía como funcionario. Se destaca este he-
cho. no como una denuncia, sino como un hecho real; el
propio escritor escribió sobre esta forma de comprometer a
los escritores por parte de los "políticos" del criollismo boli-
viano.

Para dar un marco ajustado a las ideas sociológicas de


"Pueblo Enfermo" es indispensable, de este modo, seguir su
pensamiento en las diferentes instancias que tiene su obr~
de novelista, historiador y sociólogo; esta tarea no sería ya.
de delimitación del tema sino de extensión del análisis de
sus ideas en toda su amplitud. Al situarnos, ahora, sólo so-
bre el examen de "Pueblo Enfermo", en sus sucesivas re-
ediciones -entre 1909 y 1937- dejamos explicadas las ra-
zones y por tanto quedamos a cubierto de posibles observa-
ciones, acerca de las interminables matizaciones del pensa-
miento arguediano sobre sus particularidades de observador
y exponer los problemas en uno u otro campo de sus pre-
dilecciones teóricas.
Primogénito en el hogar de una familia criolla de ascen-
d-encia española, Alcides Arguedas nace en La Paz el 15 de
julio de 1879; parte importante de su infancia transcurre en-
tre los indios de las haciendas que poseían sus padres; de
carácter reflexivo, desde su juventud- fue retrayéndose al
pequeño mundillo de las disipaciones juveniles para consa-
grarse a largas lecturas; al concluir sus estudios medios, em-
pieza a escribir sus primeras impresiones de escritor; ya en
la universidad organiza con sus ar'ligos un cír011lo literario,
146 JU A N A LBA RRA C I N MI LL A N

participa en los primeros actos públicos y da comienzo a


"Pisagua", novela de crítica histórica; graduado de abogado,
en contra de sus preferencias, se entrega al periodismo y a
la vida de cenáculos donde empieza a imponer su persona-
lidad fuertemente inconformista; autoemigrado a París en
1903, después de sufrir duras contrariedades a causa de su
actividad polémica, continúa su trabajo de novelista publi-
cando "Wata Wara" (1904) que es el punto de origen del
indigenismo literario; en 1906 profundiza su crítica en "Vi-
da Criolla" a cuya causa sufre un largo extrañamiento que
le vincula en París al movimiento cultural que tiene lugar
allí entre los escritores emigrados, Darío, Ugarte, Gómez Ca-
rrillo, los hermanos García Calderón, Barbagelata, Blanco
Fombona y otros; desde entonces se vio mucho más amplia-
mente relacionado que otros bolivianos con el mundo cultu-
ral de ese tiempo, ·si se tiene en cuenta que Jaimes Freyre
se encerraba en Tucumán y se alejaba del movimiento mo-
dernista; Tamayo dejaba París en un retorno qua se hizo
definitivo; Manuel María Pinto se perdía en el laberinto de
l3uenos Aires, Chirveches, enfermo, se quedaba demasia-
do en Rio de Janeiro, antes de partir hacia el destierro de
Antofagasta en 1920 y Bautista Saavedra, entregado ci la
actividad política, se convertía en líder republicano.

En la tesonera actividad de cerca de medio siglo de in-


interrumpidos trabajos, pueden distinguirse, en la vida de
e:;t-e escritor, los siguientes períodos:

1. el período literario;
2. el de historiador y
3 . el de crítico.
Alcides Arguedas
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 149

El primero empieza en 1898 y termina en 1919; dentro de


él escribe cuatro novelas, siendo "Raza de Bronce" la más
famosa; otras dos fueron anunciadas pero no publicadas;
probablemente se encuentran entre los papeles que dejó,
junto a su Diario, en calidad de depósito, en los museos his-
tóricos de Londres, Buenos Aires y otros.

El segundo período se extiende de 1921 a 1929, tiempo


en el que realiza su labor de historiador; dentro de esta
producción se encuentran sus libros de historia, destacándo-
se su Historia General de Bolivia que estudia la época com-
prendida entre 1809 a 1920.

El tercero, que tipifica su actividad crítica, bien podría


caracterizar toda la obra de Arguedas; aquí se lo tomó res-
trictivamente, sólo para referir sus dos últimas décadas de
trabajo cuyas actividades se encuentran referidas a la crí-
tica como se ve en "La Danza de las Sombras" (2 tomos),
calificada por algunos de sus comentaristas como lo mejo,:
que tiene producido.

No obstante de que estos libros rrcusan düerencias no-


tables, ellos desarrollan el arguedÍSJDO en las particularida-
des de cada época.

B. Orígenes del Arguedismo.

Arguedas comenzó su carrera de escritor (1898) expo-


niendo sus ideas con una marcada exasperación crítica. En
"Era un sueño no más", su primer artículo de prensa, se
advierte ya este carácter. Le apesadumbraba, según confe-
siones íntimas, la simulación, la vacuidad y la esterilidad
150 JUAN ALBAR R A C IN MILLA N

de las gentes de su tiempo. F.sta disconformidad fue crecien-


do con los años y adquirió mayor fuerza cuando participó
en la guerra civil de 1898-1899, como corresponsal de pren-
sa en el frente federal. Desde allí creía espectar la historia
como una fantasmagoria siniestra y desordenada, como al-
go sin relación c9n la razón histórica ni con las necesidades
de la conciencia nacional. Su entusiasmo por la revolución
liberal fue breve; ella se frustró con el fracaso de ésta y
cuando empezó a criticarla, fue sindicado de anarquista por
sus juicios desprejuiciados; enconadamente enfrentado con
la situación política de la primera década del país, viaja a
Europa donde escribe crónicas periodísticas con una visión
naturalista de la literatura y la crítica; de regreso organiza
el movimiento "Palabras Libres" (1905 - 1906) que reunía a
una docena de escritores jóvenes, convirtiéndolo, en menos
de un año, en un centro activo de estudios de la realidad
nacional; este trabajo y "Vida Criolla" causaron su destie-
rro y con él su entrega a la lectura de positivistas y pesi-
mistas que fueron influyendo en su modo de enjuiciar la so-
ciedad boliviana. "Pueblo Enfermo", libro escrito en la emi-
gración, constituye la respuesta de Arguedas frente a la de-
nota sufrida en 1905, por los jóvenes intelectuales del libe-
ralismo, como se ve por el estado de ánimo con el que fue-
ron escritos "La Candidatura de Rojas" de Chirveches y
"Después de la Crisis" de Tejada Sorzano.
Trasladado el conflicto al plano cultural, Arguedas y su
grupo se interesaron en mostrar, a través del libro, cómo de
"enfermo" se encontraba el régimen que los había acosa-
do y dispersado por denunciar el caudillismo" (ataque a
Montes); el "criollismo" (nombre de los nuevos ricos libera-
les); el "oportunismo" (referencia a los tránsfug.as); la "poli-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 151

tiquería" (el partido liberal); a todos los marcó Arguedas


como a gentes que tenían paralizado al país con su cohorte
de vicios nacionales: la empleomanía, la megalomanía, la
politiquería, etc. Aunque la crítica que se hizo pertenecía al
espíritu de grupo, el nombre de Arguedas se fue imponien-
do por la mayor beligerancia e impaciencia demoledora con
las que éste se presentaba; así. la corriente que se formó to-
mó el nombre de Arguedas y no el de otro; el arguedismo
se nutrió pues de dos décadas de literatura y de crítica so-
cial, erguida contra esta época, denunciando sus inconse-
cuencias en la política internacional y en la formación de la
economía nacional.

Los libros mencionados llevaron a sus autores a un en-


frentamiento ideológico con el montismo, caracterizando a la
cultura literaria de estos años como una prolongada tarea
crítica que abarcó a la obra de la casi totalidad de escrito-
res. incluyendo a aquellos que eran ajenos al arguedismo,
como Tamayo, Paredes y Saavedra, cuya disconformidad
no dejó de revelarse, marcando con ella el signo de la épo-
ca; por todas estas circunstancias, fue el arguedismo, el ver-
dadero inspirador de esta etapa fecunda de la cultura boli-
viana. Lo que vino después de 1920, tomó otro carácter, tan-
to por su base histórica como por sus fundamentos ideoló-
gicos, sin dejar de ser influido, naturalmente, por la trayec-
toria del arguedismo.

C. Esquema sociolÓgico de la sociedad liberal.

El spencerismo, corriente qu~ se hizo fuerte entre los so-


ciólogos bolivianos de comienzos de siglo, no ayudó a reno-
var la ciencia social boliviana ni profundizó las direccio-
152 JUAN ALBAR R A C IN MILLA N

nes que seguía la misma Sociedad Geográfica de La Paz;


ayudó, contrariamente, a prolongar las concepciones racis-
tas de la colonia, impuestas por los españoles. De este mo-
do, hasta la interpretación de la estructura de la sociedad
boliviana estudiada por Arguedas siguiendo la escuela fran-
cesa, tenía básicamente, la misma fundamentación que le
servía de punto de partida a los funcionarios de la colonia.
Los sociólogos bolivianos no pudieron superar este atrasa-
do cuadro, de origen colonial. burdamente racista. Argue-
das atenuó el spencerismo con Le Bon, pero tampoco pudo
salir del esquema general; al contrario, lo jerarquizó, adop-
tándolo dentro de la nación, dándole una estructura pirami-
dal: los indios por base, los mestizos al medio, como tran-
sición, y los blancos y criollos, por encima de todos ellos.
Explicar los fenómenos sociales e históricos a nivel de esta~
razas, fue su tarea de sociólogo. No escaparon de esta si-
tuación ni Tamayo, Saavedra, ni Paredes.
Sin embargo de encontrarse en el mismo punto de par-
tida, las interpretaciones de éstos diferían considerablemente.
Para Tamayo la raza india era la dominante, sólo demográ-
ficamente, pero no políticamente. Como solución del duelo
blanco - indio ambas debían desaparecer para dar paso a
la homogenización étnica mediante el mestizaje. Arguedas
le asignaba esta función niveladora a la cultura; ella debía
resolver la extrema debilidad del núcleo blanco, la abiga-
rrada clase mestiza y la incultura india; esta era, como tesis
racionalista, la vía del perfeccionamiento social. Saavedra
más nihilista que todos esperaba el advenimiento de nue-
vas épocas y con ellas, de nuevas razas para cambiar a lag
actuales por otras que sean mejores que las presentes; era
absolutamente pesimista en cuanto a las posibilidades de
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 153

progreso, dentro de la actual composición étnica. Pando,


más franco y directo, confiaba en el triunfo de la raza blan-
ca en base a la eliminación de los indios y a la masiva
inmigración extranjera; Moreno, darwinista de principios,
admitía en la práctica, como una concesión a la realidad,
una fom1a de mestización formal ante la debilidad de, los
. pequeños sectores criollos y blancos; pero, una mestización
no con el aymara, al que detesta irremisiblemente, sino con
los mojos o chiquitanos, en quienes elogiaba, como un'l
salvación, su limpieza.
En el esquema social propuesto por el arguedismo, el
indio juega un contradictorio rol social. Unas veces apare-
ce como una raza envilecida, y otras, como una promesa
del robustecimiento de la nación. Para situar su pensamien-
to, con exactitud, su planteamiento debe ser referido, nece-
sariamente, a una época o un contexto concreto; aquí, no ca-
ben generalizaciones, pues se corre el riesgo de tergiversar
o adufü:1rar su significado preciso.
En "Pueblo Elnfermo" (1910), la caracterización psico-
social de las razas bolivianas, ofrece las siguientes particu-
laridades:
1 . El indio, como miembro de una raza vencida, es ser-
vil, pasivo, sumiso; está destinado a perecer co-
mo tal.
2. El blanco es arrogante, brutal, déspota, empleoma-
níaco, palaciego, etc. Tiene ansias de poder pero es
inconstante.
3. El mestizo es la mezcla pervertida de estas razas;
tiene todos los vicios de sus progenitores y no mues-
tra ninguna de sus virtudes.
154 JUAN A LBA RRA CI N MI LL A N

Como fuerza social histórica considera Arguedas a los


blancos en proceso de extinción; los pequeños residuos blan-
cos tienden más a identificarse con los mestizos que a im-
ponerse por sí mismos.

En cuanto a los mestizos, éstos presentan una variedad


de gamas dentro de la sociedad, siendo el típico el cholo.
No todo mestizo es cholo, pues el cholo es una categoría
socio-cultural, además de racial; así, hay cholos en todos
los estratos del mestizaje; tanto en los sectores dominante3
como en los grupos modestos; pero, donde quiera que se le
vea, es siempre lo que es: una lacra que se tiene que eli-
minar para poder avanzar.

El indio está condenado étnicamente, por la ley de la


supervivencia del más apto, a sucumbir ante razas mucho
más fuertes que la de él. Su destino, en este sentido, se en-
cuentra sellado.

Si trasladáramos este análisis psicosocial de "Pueblo


Enfermo" a los componentes raciales de "Raza de Bronce",
veríamos sorprendidos cómo el planteamiento de 1919, es
llanamente, un cuadro invertido del de 1909. No dio cuenta
de este cambio en sus escritos, 10 expuso sin molestarse en
explicarlo.

D. Arguedismo e historia.

La concepción argu.ediana de la historia ha estado cam-


biando constantemente desde sus primeros escritos hasta
los últimos.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 155

Su primera impresión teórica de juventud -"Pisagua"-


es la de un laberinto inescrutable moviéndose confusamen-
te, alrededor de los caudillos, bajo designios inaprehensibles;
años más tarde, la historia parece presentársele como un ta-
blado lineal, presentográfico, según el cual, el pasado de-
ja de tener vigencia, ante el presente; el futuro no es sino
prolongación del presente, identificando aquél con el centro
de gravitación de toda producción histórica actual, fuente
primera y única de lo que existe.

En algunos de sus trabajos de literatura sociológica,


Arguedas ensaya una teoría positivista de la historia, como
producción factográfica y cuantitativa, con mucho más éxito
que sus puntos de vista anteriores; en su período de histo•
riador, en contacto con Taine primero y Carlyle, después,
muestra la historia como el andar de los individuos: gober-
nantes, héroes, bandidos, etc. Bajo esta impresión escribió
"Los caudillos letrados", "La plebe en acción, "La dictadu-
ra y la anarquía", "Los caudillos bárbaros", etc., resultando
carlyleano su modo de periodificar la historia.

En "Pueblo Enfermo -nuestra referencia central .para


estudiar el arguedismo-, Arguedas sale de la interpreta•
ción socio-económica de la historia entrevista en "Wata Wa-
ra", para dedicarse a narrar modestamente las circunstan-
cias primarias del hecho histórico de acuerdo con el princi-
pio: cómo sucedieron las cosas realmente. En cuanto a la se-
cuencia de estos sucesos, se complace en atribuirles un
sentido puramente subjetivo. Con estas limitaciones la his-
toria arguediana se hace puramente narrativa, subjetiva, in-
dividualista y etizante. El resultado fue obvio, desaparecía
de la comprensión, la substancia de cada proceso, la es-
156 JU AN A LBA RRA C I N MI L L A N

tructura de cada ciclo histórico, la proyección de los acon-


tecimientos desde su generación hasta influir sobre el res-
to de la nación.

La concepción de la historia en ''Pueblo Enfermo" no


deja de estar en el plano de la pura observación empúicr.i
y de una desordenada crítica sociológica que se hace de
ella puramente narrativa y factorial.

Han sido, su patetismo y su sentida emotividad, los ele-


mentos que, por su vivacidad, le dieron una objetividad pu-
ramente formal.

E. La critica de la cultura boliviana.

Es acaso en el análisis de la cultura literaria dónde


Arguedas muestra un pobre interés por penetrar en las es-
cuelas, tendencias y actividades que tienen lugar en Bolivia
antes de 1910. En "Pueblo Enfermo" Arguedas no hace so-
ciología de la cultura sino apreciaciones críticas de la cul-
tura, de escasa calidad; en este terreno se expide llanamen-
te sobre generalizaciones muy peligrosas que comprometen
la seriedad del estudio, por su abandono de todo tratamien-
to metodológico.

En su afán de impugnac1on puramente formal, Argue-


das pasa por alto a la Sociedad Geográfica de La Paz, en-
tonces, verdadero centro de la cultura liberal; ignora al "Cen-
tro de Estudios" donde una veintena de escritores iniciaron
el modernismo con Daniel Sánchez Bustamante, Manuel Ma-
ría Pinto, Ricardo Jaimes Freyre, Juan Mas, Pedro Kramer,
etc.; tampoco menciona a la Sociedad Sucre, en cuyas fi-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 157

las se encuentran Julio César Valdez, Sixto López Balleste-


ros, Rosendo Villalobos, Isaac G. Eduardo, etc. Estos no fue.-
ron movimientos secundarios, sino precursores del modernis-
mo y el naturalismo, al ingresar Bolivia en el siglo XX.

En su descomedimiento, tampoco se detiene en la So-


ciedad Aspiazu ni en el mismo movimiento de Palabras Li-
bres al que pertenecía, para bosquejar el panorama de lo
que tenía que ser el marco cultural de la época.
El interés principal de Arguedas fue impugnar, y en
este afán no habría estado equivocado si además de sati-
rizar a los "cortesanos", que los hay en todo tiempo, se hu-
biera ocupado además de temas concretos. En 1909 eran
ya famosos Tamayo, Jaimes Freyre, Saavedra, Moreno, Sán-
chez Bustamante; pero con excepción de Moreno y, en algo,
con Saavedra, todo lo demás no le movió sino a la sátira.
Ignoró toda la cultura del siglo XIX. En esta actitud de críti-
ca superficial cristalizó sus quejas con palabras tales como:
obra nula, torpe, de escaso valor, grosera, etc., sin in-
vestigarla.
El resultado de esta vacuidad crítica fue sostener que
no existía cultura boliviana, afirmación sin fundamento; que
los poetas de la época no eran sino simples llorones, lo qua
no fue verdad, si se lee a Adela Zamudio, F. Tamayo, Angel
Diez de Medina, Jaimes Freyre; que sus escritores fueron só-
lo "pobrezas ambulantes" o panegiristas diestros en "vestir
de papel" a los palaciegos, acusaciones que sin negar la
existencia de éstos, no eran ciertas del todo, respecto de otros.
El estado de intolerancia que denuncia bajo la presencia
de una sociedad primitiva, no se ve por estas quejas d-3
158 JUAN AL 8 ARRA C IN MILLA N

Arguedas sino por hechos mucho más concretos y resonan-


tes, como la liquidación de "Palabras Libres" y la disper-
sión de su escritores, hecho al que no se refirió Arguedas
para nada. Arguedas no habla de este suceso en el que el
protagonista principal fue el mismo, ocupándose, en con-
traste, en consideraciones ambiguas sobre la pobreza del
medio y la inexistencia de lectores.
Entre 1890 y 1910, la cultura liberal de Bolivia brilla más
que en cualquier otra época pasada o presente, tanto en
La Paz como en el interior. A este período corresponde cuanto
hay de importante en todas las ramas de la acüvidad científi-
ca, filosófica y estética. Arguedas no lo vio, desafortunada-
mente, como puede apreciarse ahora, ya lejos de los rencore'l
de aquellos años.

F. Estructuración crítica de "Pueblo Enfermo".


Las tesis de este libro, extraídas a través de la observa-
ción directa de la realidad social, están formuladas en tono
de denuncia de la decadencia de la raza, la corrupción po·
lítica, el atraso cultural y la promiscuidad, etc. Otros, antes
que Arguedas, tuvieron actitudes ideológicas parecidas,
igualmente vehementes, pero con intenciones diferentes. Na-
taniel Aguirre, el famoso autor de "Juan de la Rosa", por
ejemplo, d·ecía ante la Asamblea Constituyente de 1871, es-
tas formulaciones sociológicas que denotan su preocupación
crítica:
"Si, señores diputados, nosotros hemos visto a este pue-
blo, grande por más de un título, a este pueblo que dio el
primer grito de la independencia en el seno de esta ilustre
capital que señaló una norma en la América con la famosa
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 159

Junta Tuitiva de La Paz, que recibió el primer bautismo del


martirio en el 16 de julio y ganó la primera batalla en Aro-
ma, miserable y atrasado hoy día, siguiendo a tientas el pa-
so de otros pueblos hermanos. . . ¿A qué atribuir este fe-
nómeno irregular? ¿Cómo salir de este espantoso círculo a
que parece condenado por el destino? La causa, está en los
vicios de nuestra educación? ¿Está en nuestra índole, en
nuestra raza, en nuestra sangre, en fin, como pretenden al-
gunos? ¿O están en nuestras difíciles condiciones topográ-
ficas que se oponen al desarrollo de la industria, a la ex-
pansión de nuestras facultades ... ? ¡Ah! señores diputados,
permitidme deciros que hay algo de todo eso, (pero que) ...
para escapar de él, sólo nos ofrece dos extremos igualmen-
te dolorosos: la revolucióno o el despotismo" (3).

En contraste con estas voces enérgicas ahogadas por


el aislamiento y la infecundidad de la segunda mitad del si-
glo XIX, "Pueblo Enfermo" tuvo una repercusión insospe-
chada. La diferencia, en cuanto a su difusión, estaba en que
la crítica de Aguirre se expresaba por juicios racionalistas
mientras que Arguedas amasa sus acusaciones contra el
montismo con dramatizaciones positivistas. Por otra parte,
"Pueblo Enfermo", escrito con espíritu contristado pero ba-
tallador, es un libro asequible al gran público, dirigido al
interés del boliviano medio con cuestiones inquietantes de
la época.

Para ganar en concisión y claridad, nos ocuparemos aquí


sólo de aquellos aspectos relacionados con el análisis so-
ciológico, pudiendo el lector dirigirse a mí "Arguedas, la
~onciencia crítica de una época", para una concepción ge-
neral del arguedismo.
160 JUAN A LBA RRA CI N MI LLA N

Como factores dominantes de la composición social del


país, a comien:zos de siglo, Arguedas distingue al medio
geográfico y a la raza. Esta primera tesis está expuesta en
forma completa aquí, en los siguientes términos: "Herencia,
incultura, pereza y pobreza, he aquí en suma, sintetizada<:1
las verdaderas y profundas causas de malestar en nuestros
países ... Todas estas causas pueden resumirse en dos: el
medio geográfico y la raza".

Es la misma formulación de Tamayo en su teoría geo-


ontropológica, sólo que en éste difiere el enfoque filosófico;
mientras Arguedas permanece dentro del positivismo, Tama-
yo pasa al irracionalismo.

La estructuración de la crítica sobre estos puntos debe


servir para separar por un lado, el contenido de las propo•
siciones teóricas, y por el otro, el aspecto formal de las de-
nuncias, acusaciones y prejuz.gamientos que contiene la
obra. Veamos con detenimiento, en primer lugar, el deter-
minismo positivista.

La acción del medio geográfico sobre la sociedad y,


particularmente, sobre el hombre, tiene en Arguedas un ca-
rácter eminentemente positivista, factorial y descriptivo. No
se trata de la "mística de la tierra'' como en Tamayo ni del
culto de la pachamama en la cultura india. En el primer
capítulo de la segunda edición Arguedas habla del medio
geográfico como algo "opuesto al desarrollo material del
país", concepto que cambia en la tercera edición, en la que
sólo se hace referencia al "influjo" del medio geográfico.
Estas variaciones señalan la evolución teórica y deben ser
tenidas en cuenta en esta condición.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 161

Veamos cómo ve Arguedas el determinismo del altipla-


no sobre el indio, ya que aquí es dónde puede apreciars,;,
mejor sus discurrimientos conceptuales:

"La pampa y el indio, escribe, no son sino una sola


entidad. El aspecto físico de la llanura, el género de ocupa-
ciones, la monotonía de éstas, ha moldeado su espíritu d3
manera extraña. Nótese en el hombre del altiplano la dure-
za del carácter, la aridez de sentimientos, la absoluta ausen-
cia de afecciones estéticas ... , llégase a una concepción
siniestramente pesimista de la vida ... , tal es la ética que
se desprende de una región así" (4 ).

Esta definición de la psicosociología del altiplano, deri-


vada de la geografía del altiplano, tal como la presenta
Arguedas, siguiendo a Montesquieu, sería una acción pu-
ramente mecánica, y por tanto inmodificable, ya que tendría
el sello de la fatalidad. Para cambiar la ética de la tristeza
habría que cambiar la dura geografía en la que se funda, y
cómo no se puede poner a dos metros de altura a nivel del
mar a la meseta actual de cuatro mil, el habitante andino
estará condenado a la angustia, por una eternidad. Tal con-
clusión sería lógica, de seguir el curso de la exposición ar-
guediana. Se llega a este absurdo porque Arguedas ignora
los ingredientes históricos esenciales de la sociedad; pasa
por alto la esencia del sistema económico-social de los pue-
blos; ignora la estructura social y la sustituye por la estruc-
tura geográfica, de un modo primitivo.

/ Arguedas hizo extensivo este determinismo a toda la


nación cuando quiso explicar el atraso de la república por
la accidentada latitud geográfica del territorio, la falta de
162 JU AN A LBA RRA C I N MI LL A N

caminos, el aislamiento geográfico de las poblaciones regio-


nales, etc. En este caso el determinismo cambia de aspecto
para tomar la forma de limitaciones al desarrollo.
En cuanto a las irradiaciones sociales de la raza, como
condicionamientos históricos de las formas de vida, su gra-
vitación sobre la composición histórica nacional sería deci-
siva. La raza, de acuerdo con la teoría arguediana, actúa
verticalmente sobre el hombre, pasando por sobre las situa-
ciones de clase y de grupo. En esta parte de sus tesis, Argue-
das muestra también cambios. Mientras en 1910 habla del
"problema étnico", en 1937 la subordina al estudio de lu
"psicología de las razas" india, mestiza y blanca.

No obstante de la función rectora que le asigna a la ra-


za, Arguedas se ve obligado a hacer oscilar sus atributos
cuando somete las determinaciones de la raza a la presión
de los influjos económicos. Esto es lo que se ve en sus apre-
ciaciones sobre la psicología del mestizo:
"Tornadizo, variable, despreocupado, escribe, sólo su
interés le apasiona, lo que de inmediato le atañe. Si no ti.ene
nada, será fanático por las violentas ideas de reivindicación
de los derechos sociales y llegará al anarquismo intransi-
gente y feroz, así como si posee algo, será conservador in-
tolerante, irreductible" (5 ).
La revelación de estos atisbos del comportamiento eco-
nómico de los mestizos no tuvo ningún desarrollo importan-
te, razón por la cual Arguedas dejó intacto sus puntos de
vista racistas y con ellos sus prejuzgamientos acerca de ia
debilidad e inferioridad de los mestizos. Si para Saavedra
no le asiste al mestizo ninguna posibilidad de progreso y a
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 163

Tamayo le parece que le está reservado el destino de ser fo


raza homogeneizada de la nación, para Arguedas hasta el
cholo -el peor tipo del mestizaje- puede llegar a cultivar-
se y ser factor de progreso.
Sin embargo, aquí radicaba el drama social de la re-
pública: la insuficiencia de culturización para enfrentarse a
las determinaciones del medio geográfico y la raza. Al que-
dar sin solución la europeización de la sociedad, afloraban
como sus consecuencias inevitables, la megalomanía, la co•
rrupción política, la esterilida_d cultural, la decadencia física,
la agitación y lá demagogia.
Expuesta así la estructura principal de la exposición so-
ciológica del arguedismo, ella debe ser distinguida de los
aspectos formales empleados, ciertamente importantes por el
carácter autocrítico, vehementemente polémico y tibiamen•
te reformista de su prosa. El riesgo de perderse en las ca-
ricaturizaciones sarcásticas y las modelaciones de perfectibi-
lidad moral, ha hecho decir a más de un crítico que Argue-
das era sólo un pesimista. Arguedas era un crítico y como
todo crítico, un reformador apasionado. Separar estas particu-
laridades formales de sus tesis centrales, sería caer en el peli•
gro de distorsionar sus propósitos. Para evitar este extremo
riesgo es que, precisamente, deben subordinarse sus giros
expresivos a la estructura crítica de su pensamiento.

G. Alcances de la obra arguediana.

El grado de penetración crítica del arguedismo en los


problemas de la sociedad boliviana no llega a conformar
un estricto análisis sociológico. Describir es también una
forma de concluir resultados, anotaba Durkheim en uno d~
164 JU AN A LB A R R A C I N MI LL A N

sus libros. Arguedas parece haberse contentado con señalar


los hechos sin advertir que la función empírica -tan cara
al viejo positivismo- no es más que un punto de partida
y no una finalidad última de la ciencia auténtica.
De este modo, la crítica arguediana no ha sido ambicio-
sa más que en el sentido de la crítica política, ·aunque por
coherencia, lo político y lo sociológico debían compartir de
una base común. Y, aun así, cuando la teoría crítica d~
Arguedas llega a la impugnación es sólo para hacerla de-
testable. Sin embargo, es en este plano, que Arguedas co-
sechó más enconamientos. ·

Situándose sobre una perspectiva de observador empí-


rico, Arguedas desenvuelve sus puntos de vista críticos sin~
imponerse exigencias lógicas. Los factores que denuncia co-
mo negativos no trascienden al sistema vigente. Arguedas
sólo aspira a mejorar lo existente, a rectificar la trayectoria
sobre la misma base y es esta su limitación más definitiva.
Lo que lo conmueve no es el contexto sino lo que perturba
éste. Sus condenaciones más vehementes del buroctatismo,
el militarismo, el atraso social y la incultura popular, no fo
llevan a un desenlace histórico que los haga imposible; só-
lo pretende impedir estas deformaciones y conservar el ré-
gimen. Para quienes conocen el medio en el que actúa Ar-
guedas, no resulta difícil comprender sus minimizaciones de-
liberadas ni sus exageraciones caricaturescas, propias del
ardor periodístico en el que estuvo metido. Pero, de aquí
a pretender encontrar tratamientos científicos en sus cam-
pañas, hay mucha diferencia. Es que Arguedas, el más con-
notado de los críticos de la época y el más popular de los
adversarios del anacronismo "liberal", no supo pasar de
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 16~

la observación pragmática a la profundización conceptual.


Al señalar en el mestizaje la causa de la decadencia na-
cional, no supo exponer razones demostrables, con lo que
caía en el subjetivismo. Tampoco supo encontrar nada quP.
se parezca a una solución política, porque pregonar la cul-
turización del cholo no constituía nada nuevo en frente de
tantos antecedentes del siglo XIX: Aramayo, Campero, Va-
ca Guzman.

El racismo arguediano no tenía por fuente al spenceris-


mo sino a la psico-sociología leboniana. No propugnaba tam-
poco la lucha de razas como Gumplowicz o los darwinistas.
Arguedas -vivía en un medio dominado por el espíritu fran-
cés, de ahí su resistencia a las etnofágias. Pero con la re-'
pugnancia que veía al mestizaje, según él, arruinando a la
nación, no era nada razonable dejar sin respuesta una cues,
tión capital como ésta. ¿Qué hacer? Este era el callejón sin
salida del arguedismo cuyas soluciones republicanas no
podían emplear la eliminación de una parte de la sociedad.
Los darwinianos, exigían sin más, el desaparecimiento de
los indios como condición del progreso. ¿Qué propuso
Arguedas frente a éstos? Naturalmente, la culturización del
indio y los mestizos.

Sin embargo, paradógicamente, lo que no pudo tanto


en sociología como en historia, lo hacía en la literatura,
En "Raza de Bronce" -novela indigenista de inspiració,1
naturalista- estos mismos problemas tenían respuestas cla,
ras y contundentes. En esta novela se denunciaba la opre,
sión del indio, el autoritarismo mestizo y la decadencia blan,
ca, paralelamente a la usurpación de las tierras de los in•
dios y su esclavizamiento en las haciendas, al establecimien,
166 JU AN A LB A R R A C I N MI LLA N

to de un sistema despótico de privilegios patronales y al des-


conocimiento de los derechos humanos en los sectores popu-
lares. El origen de los desajustes sociales, de la deshumani-
zación de la política y de la incultura, etc., tenía por base,
aquí, la estructuración de las relaciones sociales de los gru-
pos rurales dominantes en la sociedad boliviana.

En la base de las oscilaciones del arguedismo, uno de


los motivos radicaba, probablemente, en el permanente .des-
equilibrio emocional del escritor. Arguedas, en efecto, juzga
los problemas sin atenerse a una coherencia lógica: Avan-
za en sus ideas en la medida que unas cuestiones le afectan
más que otras, sin preocuparle la objetividad de los hechos,
comparación de datos, la diferenciación de fenómenos, la
contrastabilidad de sus conclusiones, etc., esto es, todo lo
que el positivismo tenía previsto entonces para hacer-claro
el pensamiento y asegurar la eficacia del conocimiento
social.

Acaso sin haber penetrado filosóficamente en los pro•


blemas de la teoría de la historia, sostenía correctamente la
moderna tesis de la dialéctica acerca de la unidad de la his-
toria, como teoría, con la historia, como objeto, atribuyén-
dole al sujeto las facultades de apartarse de los detalles
del objeto para llegar a la verdad histórica por procedimien-
tos lógicos. Sin embargo, en sus libros de historia, esta
enunciación no tiene desarrollo concreto, lo que hace supo-
ner que aquellos principios nunca fueron usados en la in-
vestigación real y sólo fueron enunciados.

Si el arguedismo hubiera conseguido alcanzar niveles


filosóficos en la crítica social y la tarea histórica, sus reper-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 167

cusiones teóricas habrían conseguido disminuir el volumen


de la disputa fraseológica y superar, al mismo tiempo, el ni-
vel puramente pragmático de sus conclusiones, para tomar
la forma de una verdadera teoría. Al no hacerlo, dejó sin
aclarar los aspectos que así quedaron enunciados, por fal-
ta de elementos conceptuales para su desarrollo.

H. Principios arguedianos.

¿Después de lo que se tiene dicho, es correcto hablar de


la existencia de principios arguedianos? Para el examen de
éstos resulta útil empezar por el recuento histórico de su evo-
lución intelectual y artística.

Arguedas se inició en la literatura como naturalista, tan-


to en la pintura estética de sus primeras novelas como en
su conducta personal. Emilio Zola orienta su juventud como
maestro de una corriente de pensamiento y de dignidad va-
lerosa del espíritu europeo. Aunque después pasó por otra$
escuelas, el naturalismo quedó sedimentado en su estilo y
de allí, nunca pudo liberarse completamente de sus irradia•
ciones. Un crítico de Arguedas, no precisamente un adver-
sario, ha descrito al arguedismo, en sus principios, predilec-
ciones y goces íntimos, usando de la siguiente caracteriza-
ción: "Por las páginas de Arguedas desfilan la sociedad, la
ignorancia, el odio, el mandonismo y el servilismo, el alcoho-
lismo, la mediocridad politiquera. Cargando las tintas hasta
' la morbosidad, mezclando observaciones felices, e incluso
finísimas, con errores y simplismos, sin un criterio auténti-
camente realista que le hubiera permitido discernir mejor las
causas de muchos fenómenos, trazó un muestrario goyesco
168 J U A N A LBA RRA C I N MI LL A N

de "taras" y "frustraciones" con el cual abofeteó violenta-


mente a sus compatriotas" (6 ).
Este juicio.dado sobre la totalidad de su obra y, por
tanto, referido a todas las fases de su vida de escritor, no de-
ja de aproximarse a la realidad. Sin embargo, pierde él de
vista, valiosos aspectos particulares como la captación del
sentido del disgusto arguediano y la dirección que siguió en
sus diferentes libros.
Al radicarse en París desde 1906, Arguedas ingresó en
la redacción de "Pueblo Enfermo", con la incorporación de
Le Bon, Schopenhauer, Bunge y otros, en su círculo de maes-
tros. Pasar de Zola a Le Bon no constituía un progreso, cier-
tamente.

Al entregarse al estudio de la historia, a pgrtir de 1920,


Arguedas se sitúa más cerca de H. Taine y Guyau que da
otros positivistas. Sin embargo, su obra histórica se encuen-
tra bastante alejada de los principios positivistas en boga.
Arguedas confiesa a sus lectores en la "Dedicatoria" escri-
ta para "La Plebe en Acción", que su pedagogía de la his-
toria se encuentra aleccionada por Cicerón cuyas palabras
son: "Es necesario que establezca (el historiador) con cuidu-
do la fecha de los sucesos que relata; que describa los lu-
gares que fueron el teatro; que indique las causas y los re-
sultados; que pinte las costumbres y los caracteres de los
personajes; que los juzgue, sobre todo, sin pasión, y que di-
ga las cosas exactamente como sucedieron" (7).

Estas reglas metodológicas, sin ser, para el siglo XX, las


más avanzadas, eran ya suficientes para superar varias de
las páginas de sus libros.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 169

Esta circunstancia, que debilita la formulación teórica


del arguedismo, debe hacemos preguntar cuestiones como
ésta: ¿Por qué no hay en la obra de Arguedas una sistema-
tización sociológica e histórica homogénea? ¿Cuál es el va-
lor de las críticas estructurales en tomo a ciertos objetivos?
Para responder estas cuestiones se hace indispensable
llegar a ciertas aclaraciones.
El arguedismo trata de ser un diagnóstico social y. co-
mo tal, un examen directo de los hechos, la caracterización
de sus problemas y la formulación de sus soluciones prin-
cipales.

Como positivista, su actitud frente a la filosofía, es típi-


ca. Se concreta a los hechos y considera mera especulación
toda otra .forma de teorizar. Esto explica su empirismo cri-
tico y la ausencia de investigaciones teóricas de la realidad
en sus obras. Pero, donde más se resiente la obra argue-
diana, es sin duda alguna, en el campo del método. Sin el
antecedente del d'Orbignismo ni el método sociológico de
Durkheirn, Arguedas sigue con fidelidad a Cicerón, situa-
ción que lo lleva al objetivismo unas veces y otras a posi-
ciones relativistas. ¿Qué resulta de estas consideraciones
globales del arguedismo? Evidentemente sólo un tratamien-
to empírico de la realidad social.

I. Terapéutica socio - política.

Se ha sostenido, por los que juzgan peyorativamente la


obra arguediana, que éste nunca dio soluciones a las cues-
tiones que estudiaba y denunciaba de obsoletas y anacró-
nir.as. No es cierto que Arguedas no haya formulado ideas
170 JU A N A LBA RRA C I N MI LL A N

reparadoras como resultado de su análisis sociológico. Los


que han estudiado la obra arguediana saben que ésta, par-
ticularmente la de su juventud, está llena de ideas creado-
ras. Lo que sucede es que esta parte del arguedismo, den-
tro del conjunto de su obra, es poco conocida, y, por otro
lado, sus ideas de vejez han venido predominando sobre
aquellas, siendo difundidas éstas como las más representa-
tivas de su pensamiento, dando lugar a un saldo desfavo-
rable de su imagen.

Con esta introducción previa, ingresemos a considerar


la "terapéutica" arguediana (eliminada en la reimpresión de
1936), en cuanto ella fue concebida en 1909 como medio de
reforma social.

a) Para llevar al lector a las intenciones de Arguedas.


en su propia exposición, reprorluciré sus ideas en su misma
fuente. En la primera terapia afirma: "Se puede sostener, con
·el vidente Angel Ganivet, que todo esfo es efecto de la vida
misma, de la superabundancia de fuerzas quizás mal orien-
tadas, pero en todo caso, denunciadoras de vigor y salud
·hasta la plétora, que ya es enfermedad" ... (8 ).

En su más exacto sentido, este juicio no sintetiza la


crítica de lo que el escritor llama "pueblo enfermo", porque
sería inconcebible afirmar que sea la "plétora" de energías,
el origen de los vicios, defectos e inferioridades que denun-
cia, como causa de la decadencia social.

Sin ninguna relación con lo anterior, sostiene luego, que


los factores telúricos del país fueron elementos que se opu-
sieron al progreso de Bolivia. La aplicación de terapias so-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 171

ciológicas. en este caso, significaría imponer cambios geo-


gráficos que alcancen consecuencias económicas y sociales,
por lo menos; pero Arguedas, no profundiza esta proposi•
ción, anota simplemente: "No hay que buscarle paliativos
fuera sino dentro del país". ¿De qué modo? Ciertamente
Arguedas tampoco dice más sobre este particular.
Como proposición de terapia moral, frente a este tipo do
enfermedades sociales, Arguedas propone llanamente: "que
los que ofrecen (soluciones JA) sean consecuentes con sue
promesas". En cuanto a aspectos concretos que deben ser
identificados, para su reforma. su actitud es igualmente am-
bigua, dándolos por entendidos: "Los puntos por donde di-
cha obra debe empezarse son conocidos" (9 ).

b) La segunda terapia arguediana se refiere al proble-


ma racial que hace conflictiva la sociedad boliviana. "Im-
pónese, de manera urgente, preocuparse con preferencia del
problema étnico, problema capital en Bolivia". Recomendar,
como terapia, "preocuparse" del problema étnico, no tiene
ninguna originalidad cuando, como se dice, este es un pro-
blema crucial. Aquí, nos volvemos a encontrar con el gran
vacío del arguedismo, que en otros libros intentó resolver
con notable caracterización. "El problema étnico", por lo que
sale de "Pueblo Enfermo". nada tiene que ver con B. Saave-
dra, J. M. Pando o G. R. Moreno, darwinistas sociales y spen-
cerianos anti-indios. Arguedas atenúa la focha de razas has-
ta niveles psicológicos que desembocan en un llano cultu-
ralismo: educar al indio.
c) La tercera terapia está referida a cuestiones educa-
tivas. "El gran problema nacional, ante todo es, repito, pe-
dagógico". Según Arguedas, y en este punto se ve la influen-
172 JUAN A LB A R R A C IN MI L L A N

cia de Sánchez Bustamante, "la escuela y el taller, combi-


nados tienen que ser allí las forjas en que se moldee la ra-
za adquiriendo el espíritu una flexibilidad nueva" ... , "y la
escuela cambiará esto" . . . anota, refiriéndose a "pueblo en-
fermo". Esta terapia aclara lo que tenemos dicho de la an-
terior. Narciso Campero hizo de este punto el tema de su
"Proyecto de Revolución" en el siglo XIX.

d) Como cuarta terapia habla de la falta de solidaridad,


de sentimientos e ideas entre los bolivianos; frente a esta si-
tuación propone: "habría que recurrir a procederes radica-
les", como el agricultor con el "injerto"; este punto se refie-
re a la necesidad de traer a Bolivia "inmigración seleccio-
nada". Arguedas sigue aquí al conservadorismo que deman-
daba masivas inmigraciones como solución a la mayoría
india.

e) "En cuanto a la política, anota como quinta terapia,


sería candidez ... , pretender ... , una··limpieza" ... En es-
te terreno no puede haber reforma, para un programa "pa-
triótico", podría adoptarse un plan con los siguientes puntos:

a. Atención preferente a la instrucción (tesis de S. Bus-


tamante - Saracho).
b. Creación de establecimientos de instrucción para
maestros normalistas con profesores extranjeros (tesis
de Tamayo).
c. Apertura de caminos férreos, fluviales y de herradu-
ra (Quijarro).
d. Centralización de Universidades.
e. Creación del carácter nacional (Tamayo).
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 173

f. Un sentido de conducta y marcha gubernamental.


g. Envío constante de gente nueva al extranjero (Montes'.
h. Facilidades de inmigración (M. V. Ballivián).
i. Funcionarios elegidos por cualidades de carácter.
j. Lucha permanente contra la demagogia (M.R. Paredes).
k. Educación de la raza indígena.
l. Libertad de cultos.
ll. Nominación definitiva y valerosa de la capital de la
república o creación de una ciudad nueva que sirv:J
de tal (1 º).

Gran parte de esta~ "terapias" son puramente enuncia-


1ivas, pues no se encuentran desarrolladas en Argueda:J.
La teoría de la revolución industrial en Aramayo o Campe-
ro, resulta mucho más objetiva que las proposiciones arguP.-
dianas y aún Salamanca aparece más positivo en su lucha
por la legalidad que este Arguedas que parece abrir, con
tono declamatorio, una guerra fraseológica contra el atraso;
con slogans como con los que finaliza "Pueblo Enfermo":
"Crear hombres" ... ¡He aquí condensado en dos palabras
ajenas nuestro programa! Es eso lo que necesita Bolivia:
¡hombres!". Las "palabras ajenas" pertenecen a Tamayo y
fueron escritas en 1910.

Como proposiciones sociológicas, estas "terapias" no


1uvieron fundamentación filosófica. Sus adversarios nunca se
refirieron a ellas, pues estaban interesados, solamente, e!l
neutralizar la beligerancia verbal del crítico en cuestiones
de menor importancia, sobre otros planos. Así, la indigna-
ción arguediana, estudiada como fenómeno ideológico, apa-
rece por debajo de su magnificación polémica (1 1).
174 JU A N ALBA R R A C IN MI L L A N

CITAS BmLIOGRAFICAS

1. Arguedas constituye una reacción contra el d'Orbignismo, no


en sus aspectos científicos, sino en sus conclusiones gene-
rales sobre la fisonomía de la nación. En uno de sus trabajos
de juventud decía con énfasis, "no sólo debe hacerse una
nación rica en productos materiales sino rica en espíritu, en
hombres".

2. A. Arguedas. "Carta al Director de EL DIARIO", mayo de 1919.

3. Nataniel Aguirre. "Redactor del Congreso Nacional", 1971.

4. Alcides Arguedas. "Pueblo Enfermo", en "Obras Completas".


pág. 457.

5. A. Arguedas. "Pueblo Enfermo", tercera edición, 1937, Edil.


Aguilar, pág. 436.

6. Raúl Federico Abadie - Aicardi. "Economía y Sociedad de


0

Bolivia en el siglo XX. El Antiguo Régimen. Ediciones del Río-


de la Plata, Montevideo, 1966, pág. 79.

7. A. Arguedas. "La Plebe en Acción". Obras Completas, I, II.

8. A. Arguedas. "Pueblo Enfermo", segunda edición aumentada:


y corregida.

9. A. Arguedas. Obra citada.

1O. A. Arguedas. Obra citada.

11. J. Albarracín. Ver: "Arguedas, la conciencia crítica de una-


época".
CAPITULO IV

EL IRRACIONALISMO:
LA DIRECCION GEOANTROPOSICOLOGICA

"En su ideología política Tamayo es anti-socialista, pero


todo lo salido de su pluma cobra vigorosa originalidad
por la audacia de las ideas y lo eléctrico del estilo".

JOSE ANTONIO ARZE

IV. - Franz Tamayo


Franz Tamayo es en Bolivia el representante más im-
portante del antipositivismo y, probablemente, la figura cen-
tral de todo el período de introducción del irracionalismo
filosófico en la cultura boliviana del siglo XX, cuyas figu-
ras destacadas en Europa fueron, a fines del siglo XX. Artu-
ro Schopenhauer y Federico Nietzsche.

Pensador talentoso y artista de originales recursos esté-


ticos, Tamayo inicia con su obra, siempre cargada de plan-
teamientos polémicos, el proceso de reacción contra el for-
malismo en literatura, de oposición al liberalismo en políti-
ca y de rechazo del racionalismo en sociología, empeñado
176 J U A N A LBA RRA CI N MI LL A N

como se mostraba, en hacer triunfar el vitalismo y el volun-


tarismo expuestos bajo una forma nacional, a través de la
teoría geo-antropo-sociológica, según la cual, la naturaleza
íntima del hombre andino debe ser explicada por la acción
de la tierra sobre la raza y la de ésta sobre la nación.

Poeta a temprana edad, su primera juventud se halla


empapada de un hondo y sentido indianismo que le hizo es-
cribir "Odas" (1898), un verdadero manifiesto lírico del pue-
blo indio en el que se exaltan las glorias del Tawantinsuy::l
y en el que se combate, ardorosamente, contra la obra co-
lonizadora de España en el antiguo Perú. Concebido al mo-
do de una larguísima epopeya india, en este libro se respi-
ra una tenaz oposición anti-hispánica. (1)

Sin embargo de este antecedente que marcó el comien-


zo de la actividad poética de Tamayo, dos años después,
al entrar en contacto en París, con la filosofía alemana d'3
fines del siglo XIX, abandona su inspiración estética cris-
tiano-indiana, para hacerse cargo del voluntarismo, atraído
por la metafísica de 'Schopenhauer, el vitalismo de Nietzsche
y la sabiduría de Goethe que se le presentó de modo irre-
sistible. Es al calor de esta nueva devoción inesperada que
Tamayo emprende una vasta tarea para los ideales _de S'l
juventud: traducir a Nietzsche al español, propósito que cum-
ple sólo en parte, con la publicación de varios capítulos de
la "Voluntad de Poder" en "El Comercio de Bolivia" de
La Paz. Consigue traducir también el "Fausto" de Goethe
en París, sin animarse, empero, a publicar este trabajo, por
considerar su versión demasiado tamayana. Con sus lectu-
ras alemanas de este período de expatriación, escribe sus
"Frases Proverbiales" (1902) a la manera de Schopenhauer
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 177

y Nietzsche. En 1905, con los materiales extraídos del estudio


de sus maestros, edita los "Proverbios sobre la vida, el arte
y la ciencia", conjunto de pensamientos de orden filosófico
que conducen directamente a la "Creación de la Pedago-
gía Nacional" (1910}, convirtiéndose en antecedente obliga-
do de esta obra que ·constituye su mayor éxito teórico por
las repercusiones ideológicas que alcanzó en los medios
anti-positivistas y aún entre algunos sectores liberales disi-
dentes que poco después organizaron el partido radical. La
dirección geoantropo-sociológica, triunfalmente instituída en
este libro, no fue, empero, desarrollada posteriormente por
Tamayo. A escasos dos años de distancia de 1910, ella em-
pezó a ser desplazada bajo el influjo del radicalismo, de
orientación neo-liberal y también por la creación poética de
inspiración autobiográfica de factura neo-clásica. Aunque su
verdadera fama de poeta viene de "La Prometheída (1917} y
su popularidad de orador político, de sus grandes discusir.••
nes camarales con Julio Zamora y Ricardo Jaimes Freyre
(1922}, fue la "Creación de la Pedagogía Nacional" el libro
que le dio el verdadero liderazgo en la crítica de la soci~-
dad boliviana. (2).

En esta obra principal, extensamente debatida, Tamayo


no es, exclusivamente, un pensador schopenhaueriano o
nietzscheano; caben en ella muchos ismos, y principalmen-
te el de su propia versión, aquella con la que le disputó al
positivismo boliviano -fundamentalmente spenceriano- el
dominio que ejercía, hasta entonces, sobre el pensamiento
sociológico. Sus tesis socio-antropológicas, expresadas en es-
tilo nietzscheano, contienen un fondo explosivo de místicas
nativistas, aspecto que recubrió decisivamente su formula-
ción teórica. Tamayo declara que su objeto es identificar el
178 JUAN ALBA R R A C I N MI L LA N

carácter nacional boliviano para diferenciarlo de otros pue-


blos americanos. En este empeño, sin embargo, Tamayo no
profundizó en el estudio de la cultura indígena sino en "El
Mundo como Voluntad y Representación". A Tamayo no se
le conocerán así investigaciones históricas ni trabajos em-
píricos tampoco, sino especulaciones filosóficas; los resulta-
dos de esta preferencia pueden observarse en sus activida-
des profesorales en la facultad de derecho de la universidad,
durante el breve período de dos años en el que ocupó la
cátedra de sociología. Corresponde a este cortísimo período,
tres de sus mejores conferencias: "Los fundamentos de la
filosofía del derecho en Schopenhauer", "El Duelo" y "Ho-
racio y el Arte Lírico" (1913), conferencias que revelan s,1
transición ideológica y artística, hacia el conservadorismo.
Tamayo no fue pues consecuente en el sostenimiento
de su posición voluntarista. Su abandono de Nietzsche en la
política, en 1913, es terminante, lo mismo que su indianismo
en la poesía, los dos polos de su actividad ideológica. Col'l
"Horacio y el Arte Lírico" ingresa en el clasicismo y el neo-
clasicismo; con sus primeros discursos políticos pronuncia-
dos en el Parlamento, como líder del radicalismo, entra en
una confusa actitud crítica del liberalismo desde posicio-
nes radicales primero y conservadoras después. Con la ma-
durez logró hacer triunfar su capacidad artística con libros
de difícil acceso al público, pero bien reputados por los es-
casos críticos que opinaban sin comprenderle, como ocurrió
con "La Prometheída", "Los Nuevos Rubayats", "Scherzos"
y "Scopas"; políticamente, su frustración recorrió la diputa-
ción (1913), la cancillería y la presidencia de la república
(1934) -anulada por un golpe militar- en la confusión y el
laverinto de la época, pasando durante décadas de ajetreo
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 179

político, de un partido a otro, aparentemente sin darle impor-


tancia a estos cambios. Las derrotas que fueron tallando su
orgullo le hicieron declarar, ya en sus años de vejez, que
su "silencio", aquél que nació de la guerra del Chaco y d'3
la decadencia del liberalismo, era "más" grande que el "mm
que canta". (3)

El curso biográfico de Tamayo estuvo sembrado de


grandes dificultades, ciertamente. Su cuna aborigen fue una
hacienda del altiplano boliviano, situada sobre el área de
Pucarani, pueblo indígena situado al norte de La Paz, don-
de Isaac Tamayo, su padre, formó un hogar aymara en
Yarhuichambi. Aquí nació el 28 de febrero de 1879. A pesar
de las comodidades feudales de este hogar, el pequeño Fran•
cisco tuvo una desolada infancia en el retiro del hogar pa-
terno, alejado del bullicio escolar del que fue apartado cuan-
do el padre vio que su hijo era víctima del enconamiento
de las viejas castas paceñas liberales que hostilizaban a su
familia con burlas c;imargas y acosamientos constantes. Cre-
cido sobre estos rencores, Tamayo entra en una adolescen•
cia conflictiva que le hace escribir versos vibrantes en los
que se ve su maduración espiritual, muy superior al .de sus
contemporáneos y sólo parecida al de Ricardo Jaimes Freyre,
otro poeta de juventud sufriente.

Al derrumbarse el régimen conservador con la revolu-


ción liberal de 1898 - 1899, Isaac Tamayo resuelve marchar-
se a París. Con esta expatriación Franz llegó a una Europa
ansiosa de grandeza que le hizo olvidar, por momentos, e 1.
odio de la "nobleza arruinada" contra el melgarejismo y el
indianismo de su padre, tercamente sostenidos por éste, co-
mo se ve en "Habla Melgarejo", aquel extraño libro testa•
180 JUAN ALBAR R A C IN MILLA N

mentarlo en el que se siente al terrateniente aymara aferra-


do a los actos del déspota del sexenio. (4 )

En Alemania Franz Tamayo da por superadas las visio-


nes indo-cristianas de su juventud para ingresar en el pe-
ríodo de estudio de las tendencias nacionalistas de la filo-
sofía alemana. Le atraen Fichte, Schopenhauer, Nietzsche y
Goeth~. por su ardorosa beligerancia contra el racionalismo
hegeliano. Patentizando su repugnancia por el igualitarismo,
ni aún enconttrándose en París -la cuna de la revolución y
el socialismo, el naturalismo y el positivismo- llega a tomar
interés por la cultura francesa. Detesta con exasperación a
Zola; mira despectivamente a Verlaine y todo su encona-
miento se centra en Rousseau, a quién culpa de los errores
de los liberales, de Bolívar abajo, declarándose francamente
adverso a toda forma de socialismo. Entregado con pasión
a la mística schopenhaueriana de la fuerza ciega de la vo•
luntad universal, admirtx -extrañamente- sin reservas la
ética kantiana del imperativo categórico que citará, en todo
tiempo. como la perfección del valer ético. La formación fi-
losófica de Tamayo, iniciada a temprana edad, por estu-
dios sistemáticos de los filósofos griegos, realizados bajo la
vigilancia de profesores particulares --estudios de Platón,
particularmente- pasaba a nuqirse ahora de los enemigos
de Hégel. Mucho más extensos y profundos que los hasta
entonces intentados. aprendió de Nietzsche ese lenguaje afo-
rístico que no abandona, y de Goethe, su tendencia a la
sabiduría y a la perfectibilidad.

Al retornar a Bolivia, después de dos períodos de es-


tancia en Europa, Tamayo no hizo problemas con sus ideas.
Sorprendiendo toda previsión se abrazó al montismo que era
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 181

el sector fuerte del liberalismo. Encabezando a la juventud


liberal, alienta un movimiento de apoyo a Ismael Montes,
a quién llamará en una jornada anecdótica, de modo gran-
dilocuente, "flor de la raza", "profesor de energías", "maes-
tro de juventudes" y otras frases de comedido elogio. Este
que no deseaba émulos sino adláteres, lo contuvo abierta-
mente, desairando sus aspiraciones. Viéndose obligado a en-
frentarse a este rechazo, funda entonces la Liga Radical
(1912) y posteriormente el Partido Radical (1915) con Tomás
Manuel Elío, Luis Espinoza y Saravia, Cleto Cabrera García,
etc. De estos años de desafortunada actividad política, en
la que unas veces aparecía del lado de los republicanos 7
otras, de los liberales, se alimentaba el infortunio político da
Tamayo que, finalmente, lo echará, en la década del trein-
ta, en brazos de Daniel Salamanca y su disidente genuinis-
mo, de espíritu absolutamente conservador. En pago de est•:r
alianza con Salamanca, éste le hizo triunfar en unas eleccio-
nes presidenciales celebradas en plena guerra del Chaco;
pero, identificado con las divergencias del presidente Sala-
manca con el ejército, Tamayo no será presidente de la re-
pública. A partir d-e entonces, se recluye en la soledad y el
silencio de un amargo retiro, mientras Salamanca, Sánchez
Bustamante, Montes, Saavedra, etc., morían sepultados por
la pesadumbre del fracaso de aquella guerra. En 1945 Ta-
mayo reaparece en la política envuelto en las banderas del
nacionalismo, pero su actividad y su pensamiento -larga-
mente influídos por el salamanquismo- lo habían cambia-
do ya notablemente. Después de 1952, y hasta su muerte,
Tamayo se mostró adverso a la reforma agraria y a otras
medidas democráticas que otrora habría saludado como la
manifestación más pura de la "energía nacional" por la que
tanta devoción sintió en su juventud. (5 )
182 J U A N A LBA R R A C I N M I L L A N

No es poco lo que Tamayo dejó escrito en su prolonga-


da actividad pública, en la prensa y la oratoria parlamen-
taria. Fundó hasta dos periódicos -"El Hombre Libre" y "El
Fígaro"- y fue parlamentario gran parte de su vida. Con
sus artículos de prensa y sus piezas oratorias podrían orga-
nizarse varios tomos de libros. Tamayo mismo lo autorizó
cuando se le pidió permiso para antologizar su pensamien-
to, pero la publicación de estos trabajos nunca llegó.

Es más conocida su producción poética consistente en


media docena de libros de corte neoclásico; dos volúmenes
de libros filosóficos y de crítica; a la sociología pertenece
la "Creación de la Pedagogía Nacional", libro polémico en
el que expone sus tesis geo-socio-antropológicos en tomo al
problema de la creación de una ideología basada en el ca-
rácter nacional. Por su espíritu, este libro encama las preo-
cupaciones del período de debates sobre cuestiones nacio-
nales iniciado por M. R. Paredes con la "Política Parlamen-
taria de Bolivia" y desarrollada después por Alcides Argue~
das con "Pueblo Enfermo", Armando Chirveches "La Can-
didatura de Rojas", José Luis Tejada Sorzano con "Después
de la Crisis" y Bautista Saavedra con "La Democracia en
nuestra Historia", entre 1907 y 1920. (6)

En la exposición de la teoría geo-antropo-sociológica de


la sociedad liberal nos ocuparemos centralmente de este li-
bro cuyas gravitaciones sobre el pensamiento boliviano fue-
ron considerables en diversos momentos de la historia de la
cultura nacional. Con estas breves referencias introductivas
creo haber delimitado el campo teórico que servirá de base
para el estudio sociológico de Tamayo.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 183

B. El anti-positivismo:

Orígenes de la polémica tam.ayana.

De un modo general. el positivismo tuvo en América


Latina, entre sus preocupaciones iniciales, un interés pa;:-
ticular por las reformas educativas. Su beligerancia contra
la m9tafisica y la escolástica fue enconada en este sentido,
y como para los positivistas la teología sobrevivía a la nue•
va época positivista, refugiada en la enseñanza, éstos con-
sideraron de su deber llevar a la escuela los resultados del
saber positivo, procediendo para este cambio, con la refor-
ma de los planes y programas de estudio. Esta tarea que-
dó encargada en Bolivia, el año 1905, al positivista Daniel
Sánchez Bustamante, profesor de sociología de la universi-
dad de La Paz, autor ya de varios libros, entre otros, "Prin-
cipios de Sociología" y "Principios de Derecho".

La comisión pedagógica organizada por el gobierno li-


beral bajo la dirección de Sánchez Bustamante, hizo un ex-
tenso viaje por varios países latinoamericanos y europeos,
proponiendo, al término de sus trabajos, ejecutar un plan
de reformas, el mismo que, aprobado 'por el gobierno,· fue
puesto bajo la autoridad del profesor belga Georges Reuma:
y de otros pedagogos extranjeros, para su implantación.

El Informe Sánchez Bustamante se atenía ideológica-


mente al pensamiento de Ismael Montes y su ministro de
educación, Juan Misael Saracho, en cuanto a los lineamien-
tos generales de orden ideológico, con no poca dosis de
orientación irracionalista. Pero, Reuma, mentalidad estricta-
184 JUAN ALBAR R A C IN MILLA N

mente positivista, le dio un carácter definido a las técnicas


pedagógicas y al espíritu de la reforma, sopadas en la ex-
periencia belga.

Fue entonces que Tamayo, recientemente nombrado di.-


rector de "El Diario", periódico que seguía las orientaciones
montistas, se encargó de salir al encuentro de las nuevas
orientaciones propuestas como plan de educación nacional.
En sucesivos editoriales empezó a fulminar la reforma con
acusaciones de "bovarismo" y de "plagio" de modelos euro-
peos, extraños a la realidad interna y contrarios a las nece-
sidades de reanimación histórica de la nación.

Con esta participación polémica, inesperadamente es-


pectacular por el vigor puesto en la impugnación y la en-
cendida vivacidad filosófica que movía sus embates teóri-
cos, la sociología boliviana, hasta entonces positivista, se
vio enfrentada a un temible adversario: el irracionalismo
místico de la sangre y la tierra. Tamayo, en efecto, no surge
como un reformador del positivismo, sino como su adversa-
rio; sus críticas no problematizan en la instrucción escolar
y su administración sino en la filosofía de la educación; el
polemista no se ocupaba de llanas observaciones, más o
menos empíricas, sobre el régimen de las costumbres socia-
les o las indagaciones psicosociológicas sobre los mecanis-
mos de perpetuación política o de manipuleo electoral, sino
de cuestiones fundamentales relativas a la estructura de la
nación y a su destino, proposiciones a través de las cuales
Tamayo fue introduciendo -con gran recibimiento del anti-
positivismo- las tesis del irracionalismo alemán de la épo-
ca. El debate adquirió vuelos filosóficos cuando se introdujo
interpretaciones schopenhauereanas y nietzscheanas a tra-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 185

vés de la explanación de conceptos como el "espíritu de la


sangre", la "voluntad de poder", la "pureza -étnica", la "vo-
luntad de dominio", la "preeminencia de la fuerza" y la
"energía del carácter nacional", contrapuestos al enciclope-
dismo, la perfectibilidad humana, el progreso racionalista y
el culturalismo, vagament-a propuestos en la reforma:·

Para hacer efectiva su lucha contra el positivismo, Ta-


mayo arremete sarcásticamente contra toda forma de ilus-
tración y de humanismo, situando en su lugar los derechos
de la fuerza. Acusa sin tregua a los positivistas de preten-
der hacer de Bolivia una nueva Francia o Inglaterra y con-
vertir a los niños bolivianos en "ramilletes de sabiduría" o
en "momias racionalistas". Este grafismo polémico tuvo lln
papel importante en la difusión de sus ideas y en el im-
pacto que causaba en la vieja sociedad.

Producto de este debate que desembocó en un enjuicia-


miento general de la sociedad y la política bolivianas, Ta-
mayo se ocupó no sólo de cuestiones pedagógicas -enten-
diendo por pedagogía nacional un sistema de ideología na-
cionalista- sino de una concepción completa de la reali-
dad boliviana en tomo a la identificación del carácter na-
cional como simbiosis indo-española dada en el mestizo.

En la estructuración de su teoría sociológica Tamay•.J


no sitúa al indio históricamente, sino antropológicamente;
no como parte constitutiva de un grupo social en proceso de
cambio sino como entidad andina, eterna, identificada a sí
misma por su "prodigiosa vitalidad" étnica, virtud que ·10
hace sobrevivir a "todo género de influencias históricas :t
cual destructivas y mortales". El indio -según esta antro-
186 JUAN A LBA RRA CI N MI LL A N

pologización- no es poderoso por lo que puede llegar a ser


sino por lo que ha sido en el pasado y por lo que puede
conservar de él en el presente. A causa de esta perennidad
metafísica es que, aún viviendo en la opresión, sigue sien-
do "el fondo más sólido y el elemento más fuerte de las na-
cionalidades que al presente contribuyen a construir" Boli-
via; la única auténtica fuerza étnica que mantiene en pie
la nación boliviana. Es en esta condición que "el indio pu-
ro, el aymara y el quechua aboriginales son actualmente
los grandes depositarios de la energía nacional". (7)

Estos juicios que pudieron ser la simiente de un india-


nismo incuestionable, estuvieron, lamentablemente, socava-
dos por el ahistorisismo del irracionalismo y el racismo. El
cargo más enérgico que puede hacérsela a este indianismo
inconsecuente es el de privarle al indio de inteligencia y
supeditarlo al liderazgo del patrón mestizo y blanco y sub-
siguientemente, el reemplazar el análisis de clase por el aná-
lisis racial. En Tamayo, en efecto, el indio sólo es plasma
racial no espíritu histórico. Carece de inteligencia e imagi-
nación. Esta afirmación que reitera la tesis de que el indio
no era una persona porque carecía de espíritu, tenazmente
combatido por Las Casas contra Sepúlveda, rompe la colum-
na vertebral de su indianismo y lo inhabilita para futuros
desarrollos sociológicos. Para que el indio adquiera inte-
ligencia -prevé Tamayo- necesita cruzarse con el blanco;
para sobrevivirse a sí mismo, el indio debe mestizarse, esta
es la ley, el destino del indio. Esta tesis debe destacarse con
todo énfasis para levantar los falsos conceptos que se tiene
sobre los alcances de la obra tamayana con respecto al por-
venir del indio. (6 )
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 187

Aunque es cosa corriente para el comentario simplón


admitir que Tamayo es un defensor del indio, lo que plan-
tea, en verdad, como coronamiento de sus principios geo-
sociológicos, es su negación más completa como indio y la
exigencia de su mestización como único medio del proceso
de homogeneización racial y transacción histórica entre la
España conquistadora y la América india. El mestizo es lo
verdaderamente nuevo y el que no tiene compromisos ni con
los vencidos ni con los vencedores. Esta era, no una idea
reciente. Todos los indigenistas e indianistas de América,
en México como en el Perú lo plantearon, y hasta Bolívar
participó de su definición cuando sostuvo que los criollos
eran un producto nuevo del desarrollo de América sin la-
zos ni con España ni con los indios. Tamayo, incidiendo más,
desde un plano diferente, sostenía que el boliviano más ge-
nuino es el mestizo porque pensaba como europeo y sentía
como americano.

¿ Tenía que ver algo, esta realidad, con la educación.


nacional? Para dar respuesta a esta cuestión es que esbozó
una base sociológica que descansa en el rol de la sangre y
la tierra sobre la nación, utilizando sus conocimientos del
vitalismo y el voluntarismo.

C. Fundamentos del debate irracionalista.

El aire de desafiante superioridad -fecunda cólera de•


cía Tamayo- con el que expone sus proposiciones socio-
lógicas, ridiculizando a los liberales, menospreciando a los
positivistas y estigmatizando a los enemigos del indio, fue,
ciertamente, un acontecimiento notable, por lo mucho que
hizo para rebajar la endeble soberbia feudal, medianamen-
188 J U A N A LBA RRA C I N MI LL A N

te cultivada en los residuos de un hispanismo ya infecun-


do y superado. Era la primera vez que un poeta -hasta en-
tonces no habían sido conocidas aún las ideas sociales de
Tamayo- conseguía ser escuchado por toda la nación. Lo3
positivistas -Sánchez Bustamante, Saavedra, Arguedas-
aparentemente sorprendidos por la contundencia del ardoro•
so y vehemente polemista, no respondieron a esta irrupción
de un adversario valeroso. En medio de este silencio sólo
Felipe Segundo Guzmán -comprometido con los planes de
reforma de la educación pública- consiguió salir a la pa-
lestra. Respondió a Tamayo con dignidad, consiguiendo pu.-
blicar sus trabajos de prensa en un libro de tono igualmen-
te polémico: "El problema pedagógico de Bolivia".

Visto en perspectiva el gesto de Tamayo, se comprende


que con él empezaba la primera gran crisis del positivismo
boliviano, gravemente afectado por la embestida volunta-
rlsta que conseguía introducir, sutilmente, el pensamiento del
irracionalismo alemán como algo substancial al espíritu in-
dio de la nación, en oposición al racionalismo positivista
acusado de ser un producto foráneo ajeno al destino del
hombre boliviano. (9 )

El magnetismo de esta mística de la tierra, expuesta con


brillantez y concisión, tuvo resultados inesperados. Nadie le
objetó aunque todos se mostraban en trance de abalanzar-
se sobre el insurgente. La sociedad tradicional había perdi-
do, hace tiempo, toda noción del debate político serio. Lo
que vino, en estas circunstancias, no fue una impugnación
del irracionalismo, sino la diatriba anti-india, la mofa anó-
nima y el sarcasmo anti-tamayano, ahogando toda invoca-
ción a los principios. Sólo más tarde Prudencia Bustillo en
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 189

Sucre quiso reintroducir a Nietzsche y a Bergson en la dis-


cusión filosófica, sin resultados notorios, porque el autor del
"Ensayo de una Filosofía Jurídica" retornaba al realismo
social casi de inmediato. Mucho más tarde nacía la co-
rriente de "teluristas" que G. Francovich bautizaba como
"la mística de la tierra" en la que incluía a Humberto Palza,
de orientación spengleriana, a Roberto Prudencia, igualmen-
te spengleriano entonces, Federico Avila y otros.

Frente a las llanezas del Informe Sánchez Bustamante y


a la anodina ley de reforma educativa, Tamayo consideró
indispensable situar el debate sobre bases filosóficas. Esto
era lo menos que podía hacerse para darle sustantividad
al problema. Tamayo buscaba referir su problemática a una
estructura de pensamiento; ahora bien, esta base la había
encontrado en la tierra, modeladora de la raza e incubado-
ra del espíritu nacional.

Esta remisión del fenómeno educativo a una base racial


se expresa con exactitud, según los términos del sociólogo,
en la siguiente exposición: "Necesitamos disociar científica-
mente, y por medio de una crítica comprensiva, todos los
elementos raciales de que consta nuestra naturaleza de bo-
livianos, para deducir métodos y leyes integrales sobre qué
fundar una pedagogía nacional" . . . (1 º).

Identificar los elementos "raciales" de la nación no era


tarea difícil. Ellos estaban dados ya desde la colonia, in-
confundiblemente. El colonizador situaba al español en pla-
no superior, como gran señor; al indio le asignaba el últi-
mo plano de la sociedad, como ser inferior; en cuanto al
mestizo, éste se le antojaba como un accidente histórico de
190 JU AN A LB A R R A C I N MI L L A N

proyecciones catastróficas, un producto indeseable de la co-


lonia. Ahora bien, Tamayo no repudia esta ideología ra-
cial de la época colonial, sino que la adopta, invirtiéndole.
El error, por parte de spencerianos y nietzscheanos, consis-
tía en admitir como válida esta estructuración racista de la
colonia. Es verdad que Tamayo llega a afirmar que la "ra-
za" sólo es un "concepto general" una "generalidad" sin
mayores alcances, pero aún así, no podría comprenderse la
dirección tamayana de pensamiento sin reposar en la no-
ción de raza como eje de su esquema sociológico.

Aún aceptando esta ambivalencia, Tamayo no podría


ser entendido sino en función del racismo, porque ignorar
el fenómeno de la clase social y propugnar la "mestización"
no es sino trabajar dentro del racismo. El espíritu de la tie-
rra, la "energía nacional", no son misticismos clasistas, sino
raciales. La otra cuestión anexa a ésta, es que la "mestiza-
ción" no es un progreso social sino una solución a un due-
lo racial que no tiene otra definición.

Postular la mestización como programa histórico es caer


sin más en una posición puramente veterinaria, inadmisible
por su ausencia de humanismo. La mestización no puede ser
objeto de planes de gobierno. Ella se produce universalmen-
te al margen de toda reglamentación. Es pues la historia y
no los gobiernos quien la realiza. Así, tanto en Españ-::r
como en América, la me1tización tuvo lugar durante miles
de años antes de la conquista. Los "blancos" de España
descendían de decenas de pueblos conquistadores que cru-
zaron su territorio desde Europa y el Africa. El "blanco" mi-
tificado por el racismo colonial no solamente que no era
tan blanco como lo creían G. R. Moreno o B. Saavedra, sino
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 191

que carecían también de la pureza que le asignaban nues-


tros darwinistas. Mucho más puros podían haber sido los
quechuas y aymaras, que si bien estaban ya mezclados, es-
te proceso no era en América tan intenso como en Europa.
La colonia simplificó todo para validar su dominación como
una subordinación de los inferiores hacia los superiores, mos-
trando a los españoles como "blancos" de "raza pura" y a
los indios como "inferiores de raza mezclada". La colonia
habló de este esquema mucho antes que Spencer; éste sólo
le dio legitimidad sociológica para justificar la domina-
ción inglesa sobre los países coloniales del Asia.

Tamayo, a pesar de Goethe, "el maestro de maestros",


en lugar de destruir esta argucia, quiso combatirla con otra
argucia: demostrar que el blanco era superior sólo en Euro-
pa pero no en América. De este modo, en lugar del racismo
blanco Tamayo se esforzaba en crear un racismo indio.

El racismo indio carece de la significación que le da


Gumplowicz o Gobineau. Para Tamayo la raza es inheren-
te a la nación, es su base étnica y su espíritu propio. Esta
concepción era diferente a la de Bautista Saavedra, concep-
tualmente spenceriano, para quién la evolución es resulta-
do de la superioridad de una raza sobre otra. Para Pando,
Moreno, Saavedra, en Bolivia ca-existían razas diferentes,
hostiles entre sí. El triunfo de la raza más fuerte sobre las
otras, venía a significar, irremediablemente, la desaparición
de las otras, legitimamente. Saavedra veía en el conflicto
racial boliviano-indio, la clave del progreso nacional. More-
no sostenía, ante la inminencia de la desaparición de la
"raza blanca", la mestización del criollo con los chiquitos.
por ser más aseados, y no con los aymaras, raza a la que
192 · JUAN ALBAR R A C IN MILLA N

consideraba condenada a la desaparición; los demás pue-


blos indios, como para los griegos antiguos, no eran más
que bárbaros condenados por la civilización. Pando era mág
explícito, había que batir a los pueblos indios para poner en
su lugar a las razas de arios inmigrantes.

El anti-blanquismo racial de Tamayo tiene orígenes his-


tóricos, exclusivamente. Tamayo no ve factores de riqueza,
comercio, cultura. Identificando a los españoles con la in-
vasión de América, los considera destructores de la cultu-
ra india. "Donde quiera que iban llevaban consigo un ger-
men de inmoralidad y de descomposición histórica". Espa-
ña era para Tamayo una nación sin espíritu constructivo,
sin ideales ni alegría; su pasión era "crear el sufrimiento y
tender a destruir la vida" (11 ). Eran estos españoles, hijos
de la raza blanca, a los que reputaba inferiores moralmente,
pero inteligentemente superiores. ¿Puede, acaso, en esta con-
sideración del blanco, encontrarse un enjuiciamiento estric-
tamente racista? No. El examen es aquí cultural e histórico,
sin embargo, disfrazado con el símbolo de la raza.

O. Las tesis sociológicas de Tamayo.

Las proposiciones pedagógicas de Tamayo, a diferen-


cia de las recomendaciones pragmáticas del Informe Sán-
chez Bustamante, no atienden a las necesidades administra-
tivas de la política educativa, sino a las orientaciones polí-
ticas y filosóficas que se relacionan con la ideología del es-
tado nacional como identificación del problema nacional.
Muy observador del papel de Fichte y Goethe en Alema-
nia, ellas se encuentran enunciadas en forma de tesis, al
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 193

modo en que el nacionalismo alemán trató de orientar en


Europa a este pueblo.

Sin embargo, a diferencia de aquellos, Tamayo no bus-


ca situar a Bolivia en un plano de liderazgo en América
del Sur, como lo fue el caso de Alemania con respecto a
Europa. Y ni siquiera se pone en el caso de d'Orbigny que
le asignaba a Bolivia un lugar privilegiado en el continen-
te, por su posición geográfica y su tradición cultural milena-
ria. Tamayo piensa sobre el presente en términos del pa-
pel de la fuerzd en la determinación política del Estado Bo-
liviano, sólo internamente.

Este es el sentido y el carácter de las tesis que pasa-


mos a considerar a continuación.

a) Primera tesis: el papel del irracionalism.o


en la creación de la nueva pedagogía.

Esta tesis se encuentra enunciada en los siguientes tér-


minos:

"La creac1on de la pedagogía nacional no puede me-


nos que hacerse bajo la dirección de una eminencia cien-
tífica europea". (12 )

Esta proposición, paradógica a primera vista, tiene ra-


zones que deben ser descubiertas. Sus verdaderos autores
son Juan Misael Saracho y Daniel Sánchez Bustamante, de
acuerdo a los antecedentes publicados desde 1906. Tamayo
la adoptó y difundió para introducir el pensamiento irra-
cionalista alemán en la cultura boliviana. Esta tesis, que es
la primera por el orden en que es enunciada, ha sido la
194 JUAN AL B A R R A C I N MI L L A N

más difícil de sostener por las implicaciones que tiene CO'l


relación a la concepción geo-antropológica general de Ta--
mayo. Considerada, repetidamente, ella ha sido modifica-
da, una y otra vez, sin encontrar una solución satisfactoria
dentro del conjunto de ideas expuestas por Tamayo. En el
inesperado enredo en el que quedó aprisionado, al no en-
contrar una explicación que convenza cómo puede crear-
se una pedagogía nacional sin líderes bolivianos, Tama-
yo sostuvo que en Bolivia se carecía de pedagogos. ¿Cómo
compatibilizar la necesidad de fundar una pedagogía boli-
viana "nuestra", medida a nuestra idiosincracia, a nues-
tros intereses, sujeta a la tradición de las costumbres nati-
vas y conforme a su espíritu, si quién o quiénes debían ser
sus directores iban a ser extranjeros contratados en Europa?
Tamayo había dicho ya, contra Montes, que el problema
educativo no se iba a resolver enviando comisiones a Euro-
pa, sino estudiando la realidad de Boli\ria, no en los libros
ni fuera del país. ¿Qué hacer, ahora, Si no habían pedago-
gos en el país y no se debía acudir a los libros ni a la ra-
zón? La respuesta de Tamayo sorprendía a todos por lo
desconcertante: había que traer de Europa una eminenci11
científica para que estudie en Bolivia sus problemas y en-
señe a nuestros profesores lo que se debe enseñar. El sen-
tido más hondo de la nueva pedagogía debía tener aquí.
su origen, y también su fundamento.

El positivismo vaciló en la impugnación de esta tesis,


porque creyó que la "eminencia científica extranjera" serí'l
Roumá o cualquier otro profesor positiVfsta y no el espectro
de Schopenhauer o Nietzsche. Cuando todo parecía que iba
a pasar sin discusión, Felipe Segundo Guzmán tuvo el acier-
to de poner en duda la exigencia de 'l'amayo. "Cree, dijo
Franz Tamayo
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 197

en la prensa, que importando sabios europeos para que


elaboren una pedagogía boliviana, estaría resuelto el pro-
blema". (13)

La contraréplica de Tamayo no tuvo mucha fortuna y


hasta fue contraproducente cuando hizo conocer una argu-
mentación agiesiva que afectaba tanto a sus propios prin-
cipios como a la moral del maestro boliviano. Decía contr:1
Guzmán:

- La moral pedagógica extranjera es diez veces supe-


rior a la nuestra.
- La incapacidad profesora! del boliviano está fuera
de toda discusión y de toda duda.
- El Estado pierde con el magisterio boliviano al con-
tinuar pagando una ciencia que no existe.
- El profesorado extranjero signüica:
- una manera más inteligente de gastar dinero y,
- una manera más honrada de gastar.

De este modo, bastó una sola objeción de Guzmán para


que Tamayo sintiera la vulnerabilidad de su teoría. El po-
sitivismo, sin fuerza, no estuvo en condiciones de seguir
atacando y mostrar la contradicción que significaba crear lo
nuestro con manos ajenas. cuando toda asimilación de la
cultura europea era acusada de "copia". ¿Traer instructores
extranjeros no era caer en la denuncia de que nada podía-
mos por sí mismos?

Para subrayar algo más, la defensa que Tamayo hace


de esta tesis, sosteniendo que el boliviano es de hecho, un inú-
til, un desplazado en su mismo tierra, decía, ¿qué es
198 J U A N A LBA R RA C I N M I L L A N

lo que hacemos los bolivianos? "Lo poco que en el país


existe de alto comercio está en manos de extranjeros; los
pocos grandes establecimientos mineros están o poseídos
o dirigidos por extranjeros; todas las construcciones ferro-
viarias hechas o por hacerse están en manos de extranje-
ros; los pocos libros realmente cientüiC,?S que existen en Bo-
livia están escritos por extranjeros. Ved ahora lo que nos
queda a los bolivianos de nacimiento". (' 4)

¿Era correcto atribuir a los bolivianos lo que no era más


que el resultado de la colonia española y las posteriores mi-
graciones de capital inglés? El desplazamiento anotado por
Tamayo obedecía a causas históricas concretas y no a ra-
zones étnicas. Sin tomar en cuenta esta realidad quiso sacar
la conclusión de que el director de la nueva pedagogía de-
bía ser un extranjero. Contradiciendo a la base filosófica
de la teoría de Tamayo, resultaba que el carácter nacional
debía ser moldeado por una "eminencia cientüica europea".
Lo insostenible de esta tesis le hizo revisar varias veces su
contenido. Producto de esta revisión fue el replanteamient!>
de sus ideas en estos términos: "Hemos deseado profeso-
res extranjeros ... , pero fuera de esto hemos pedido tam-
bién ... , una eminencia extranjera, no ya para que ense-
ñe esta ciencia o la otra, sino para que venga a fundar el
estudio del alma nacional. del carácter nacional ... (' 5 )

Las dudas persistieron aún más con estas aclaraciones,


porque ahora no se trataba solamente de encarar una re-
forma educativa sino de resolver una cuestión mucho ma-
yor: el carácter nacional. ¿Podía confiarse esta tarea a un
extranjero? ¿No era el carácter nacional el producto de una
raza propia? ¿En qué consistía entonces el rechazo del co-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 199

pismo y el seguidismo? La necesidad de una explicación


más amplia se hizo evidente. Con este propósito Tamay~
hizo una nueva declaración que, lejos de introducir claridad
en el debate, vino a crear mayores dificultades. Hablando
del papel de la "eminencia gris europea", decía de ella que
no debía ocuparse sino de "enseñarnos a enseñar" (16) Esto
es, enseñar a los profesores bolivianos al margen del "ca-
rácter nacional".

Relegado el problema del pedagogo europeo a un pla-


no puramente técnico, Guzmán intervino de nuevo para sen-
tar que esta cuestión era de orden financiero, porque "por
mucho que vengan todos los sabios del mundo -anotaba--
careciendo el país como carecía de recursos suficientes pa-
ra construir escuelas, adquirir material científico ... , no da-
remos un paso adelante". (17)

Estos polemistas que no aspiraban a encontrar bases de


solución se dejaron llevar, cada uno por su lado, sin pres-
tarse mayor atención. Para Guzmán, que no entró en el aná-
lisis del "carácter nacional", la eminencia gris europea iba
a costamos tanto que el país no podría soportarlo. Para Ta-
mayo, que no quería entender que toda reforma requiere de
financiamiento, nada importaba cuanto se tenga que pagar
si estaban bien invertidos ... Al final Tamayo se vio obli-
gado a borrar e.sta tesis, de sus conclusiones, que a decir
verdad, se hizo insostenible, cuando ella atacaba sus ideas
de legüimidad autóctona. Si se estaba impugnando al racio-
nalismo positivista como extranjero, ¿cómo aplaudir al pro-
fesor irracionalista extranjero que venga a crear la nueva
pedagogía como base del carácter nacional? ¿Si el spence-
rismo resultaba foráneo porque copiaba a un inglés, por qué
200 JUAN A LBA RRA C I N MI LL A N

el irracionalismo nietzscheano no iba a serlo, en igual me-


dida, como producto alemán? Así perdía Tamayo ante Guz-
mán, en su propósito de desvirtuar al voluntarismo, que el
mismo proponía como solución nacional.

b) Segunda tesis: La raza en la nueva pedagogía.

La idea central de la doctrina tamayana, consistente en


darle a la política nacional la fuerza de la raza, se expres'l
en el siguiente enunciado:

"Existe el carácter nacional. y ese carácter nacional dP.-


be ser la base y materia de toda evohtción histórica". (1 6 )

En la fundamentación de esta tesis Tamayo pone en


primer plano el papel del indio. Toda raza es producto de
la tierra y el hombre como producto de ella es la expresión
más directa de la tierra. Al ser pensada por su habitante,
la tierra origina el carácter nacional que, como expresión
política, no es sino la "energía" de la raza. Esta energía
en el estado nacional opera como una fuerza poderosa, de
la cual no se puede decir lo que es sino sólo que existe,
porque obedece a impulsos místicos impenetrables. La ener-
gía nacional resume de este modo la sctngre y sus designio;;
eternos: su voluntad de poderío, de persistencia, de lucha.
La misión de la escuela es profundizar esta energía nacio-
nal y no diluirla en la blandura del intelectualismo. Par:x
cwnplir su destino nacional. la energía nacional pide el cul-
tivo de la fuerza, el poder de la osadía, el desprecio del pe-
ligro y el abandono de todo acomodo. La pedagogía nacio-
nal debe ser construída sobre la acción, la temeridad y el
desafío. Sólo la fuerza tiene medios para imponerse y es ne-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 201

cesario ser fuertes. Parangonándose al poeta alemán Goethe


que tuvo una campaña similar en su tiempo, sostuvo Ta-
mayo que "despertar la conciencia nacional" equivalía a
"despertar las energías de la nación".

Ahora bien, comprendidos como están los nudos de la


gran malla del irracionalismo geo-antropológico, Tamay'l
resuelve ingresar a la cuestión nacional boliviana. ¿Cuál
de las razas existentes en Bolivia es la raza por excelen-
cia? El blanco sólo puede ser poderoso en Europa de don-
de era oriundo, porque se alimentaba de aquella tierra que
era su cuna. En América el blanco se hacía débil y su des-
tino era perecer, pero dejaba en herencia, algo que no ha•
bía en América, la "inteligencia".

Es el indio, como raza, la verdadera energía nacional,


el "depositario" de las fuerzas internas; pero el indio tiene
en su contra el pecado de carecer de "inteligencia" y su in-
tegridad misma se encuentra socavada por el cruce con el
blanco.

La simbiosis del blanco y del indio, es el mestizo, la


raza verdaderamente boliviana, porque no trae lo foráneo
del europeo ni la incapacidad del pasado habitante andino,
privado de inteligencia.

Con esta tesis Tamayo condena por igual a indios y


blancos y transfiere al mestizo la legitimidad del boliviano.
En la creación de la pedagogía nacional, la estructuración
del carácter nacional debe hacer reposar en el mestizo el
destino de la república, espíritu vivaz, activo, dotado de
imaginación e inteligencia.
202 JU A N A LBA R RA C I N M I L L A N

El error de esta tesis es suplantar el análisis clasista


por el racial, y marginar de la política a la economía y a
la historia. Ignorar la composición social del país condujo
a Tamayo a grandes vacíos y paradojas.

e) Tercera tesis: e,l ideario del irracionalismo.

La_ teoría de la fuerza y el conflicto, aplicada a la nue-


va pedagogía boliviana, debía tener un ideario concreto.
Tamayo lo extrajo del irracionalismo en los siguientes tér-
minos:

"Tercera grande orientación: la provocac1on de la con-


ciencia nacional que es más un sentimiento que un con-
cepto general ... , más ajustada a la realidad de la lucha
por la existencia que a la idealidad de una armonía me-
tafísica". (1 9 )

La oposición polar de sentimiento y concepto; de la


lucha por la exístencia y la idealidad de una armonía so-
cial, muestra sus raíces anti-racionalistas. Tamayo traduci-
rá, para la escuela boliviana, este lenguaje filosófico, por
uno más claro y directo: el "haceos fuertes" por el "sed
sabios". En esta elección Tamayo encuentra "la solución
del problema total de la vida".

Con sus apelaciones a la cultura como modeladora del


espíritu, el racionalismo, según Tamayo, no hace más que
debilitar al boliviano que vive ya bastante humillado y re-
signado a su pobreza y a su decaimiento. El cambio que
tiene que operarse debe ser enérgico para alcanzar la vi-
gorización física de la raza, porque es la competencia y no
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 203

la conciliación, la que domina la vida. Bolivia vive entre


países fuertes y si quiere sobrevivir, ella tiene que ser tam-
bién fuerte; "este es el sentido del siglo en que vivimos; es-
ta es la realidad de las cosas" ...
En abierta oposición al racionalismo y al enciclopedis-
mo, pide a la nueva pedagogía cerrar los libros y abrir los
ojos a la vida. Aludía con esta petición a la situación en
la que se vio Bolivia luchando jurídicamente por su sobe-
ranía cuando la invasión extranjera exigía gente luchando
en las fronteras. Era cierto que los "doctores" cumplían su
papel en el plano internacional. ante la debilidad interna
que carecía de otros medios y es irreprochable la conduc-
ta de los abogados, pero Tamayo quería llamar la atención
de los bolivianos sobre esta circunstancia, cuando al de-
recho le falta la fuerza para respaldarla. En la futura es-
cuela, en consecuencia, debe bullir la vida y no el intelec-
tualismo. El propio esfuerzo y no la imitación ilegítima. Guz-
mán no era ajeno al peligro de no tener Bolivia una ade-
cuada defensa militar y planteó la necesidad de militari-
zar la escuela, pero sus fundamentos no eran nietzscheanos
sino de simple defensa nacional. Los resultados de la gue-
rra del Pacífico gravitaban fuertemente sobre estos aspectoa
de la discusión. Tamayo parece que los tuvo presente con
sobrada razón. La nación había quedado a merced de sus
vencedores en los cuatro costados de la república desde
1825. Frente a una nación acobardada, creyó conveniente
recordar al país que era necesario un cambio de actitud
frente a la vida y a la experiencia de las cosas. Bolivia ne-
cesitaba una reacción contra este abatimiento y no sim-
ples razones, y la mejor manera de enmendarse debía con-
sistir en hacerse fuertes en lugar de ser víctimas; imponer
204 JUAN A L BA R RA C I N M I L L A N

el orden en lugar de reclamarlo; mandar y no obedecer.


Pero perdió de vista que al cerrar los libros se iba a regre-
sar a la colonia y repudiar la cultura.

d) Cuarta tesis: la enseñanza de la energía nacional.

La lucha contra el positivismo no sólo comprende cues-


tiones teóricas referidas al proceso de la enseñCill:7a, sino
al modo integral de como comprende la vida el racionalis-
mo. Esto es lo que se ve en esta tesis explicativa de su po-
sición vitalista:

"Definamos nuestros papeles: mientras ellos (los positi-


vistas JA) instituyen en doctrina el ideal de la humanidad y
hablan de altruismo, de belleza, de justicia, etc., todos con-
ceptos definitivamente elásticos, vagos, todas ideas genera-
les, demasíado generales; mientras ellos se instituyen en
maestros de ideal y de belleza, nosotros nos instituímos en
profesores de energía nacional".

"Y esta es la cuarta grande orientación de la pedago-


gía nacional". (2°)

Enseñar la "energía nacional" es algo así como pro-


fundizar en los elementos míticos de la raza y en sus posi-
bilidades políticas. Tamayo no ha expuesto nada sobre es-
tas cuestiones. Pero de su polémica contra el racionalismo
que crea "cafreros altruístas", "momias racionalistas", "car-
neros ilustrados", etc., se ve que Tamayo era adversario
de basar la educación en los conceptos de justicia y belle-
za, porque consideraba que no se trataba más que de fal-
sedades o ilusiones puramente intelectuales, siendo la rea-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 20,

lidad totalmente diferente a todo ideal que no sea el de Ja


fuerza efectiva, el poder real. la dominación concreta. En las
circunstancias del novecientos Bolivia no necesitaba diletan-
tes sino hombres de acción.

La tesis de Tamayo no suponía la militarización de Bo-


livia, como podría parecer consecuencia lógica de esta filo-
sofía de la fuerza. Fueron los liberales quienes -con ser
racionalistas- los que trajeron misiones militares de otros
países para reorganizar el ejército y hasta se mostraro:i
partidarios de introducir la militarización en las escuelas.
La enseñanza de la "energía nacional" importaba sustan-
cialmente potenciar al país y rechazar todo concepto de
armonía wliversal o de pacificación social; ella debía con-
sistir en ver la vida como una relación de fuerza y pode-
río, situación para la que debían estar preparados los boli-
vianos. Ser "profesor de energía nacional" debía importar
el cultivo de una filosofía de la acción; la creación de una
juventud activa, luchadora, valerosa. En otras palabras, la
"pedagogía nacional" debía consistir en introducir las ense-
ñanzas de Nietzsche en la escuela en lugar de los princi-
pios del positivismo y sus sueños de una religión de la hu-
manidad, idílica, adormecedora, falsa.

Tamayo resumía en estas tesis, no sólo sus directivas


irracionalistas, sino también la experiencia trágica de Boli-
via, siempre invadida, siempre a merced de los países mái3
fuertes, ahogada por su propia debilidad como país indí-
gena. El lado activo que Tamayo le daba a la fuerza ata-
caba en su base a la apaciguadora clase terrateniente que
soportaba todos los golpes y se conformaba a vivir de l.i
servidumbre india y de la minería. Tamayo fue la reacción
206 JU AN A L BA R RA C I N M I LLA N

contra esta forma de acobardamiento, por eso sus ideas fu+


ron saludadas y el irracionalismo pasaba por ser una ideo-
logía dinámica y viva.

e) Qumta tesis: la reeducación del blanco.

El convencimiento de que el indio no se encontraba en


condiciones de intervenir en la vida pública, para escapar
por sí mismo a su aplastamiento político, a pesar de su ma-
yoría y de ser el plasma demográfico originario de la na-
ción, influyó en Tamayo de un modo muy fuerte, obligán-
dole a reconocer que el indio debe seguir siendo educado
por el blanco, pero con una condición: ser reeducado por
la nueva pedagogía irracionalista. Sus palabras son bastan-
te explícitas para dudar del nuevo contrasentido en que cae:

"Se trata nada menos que de la reeducación de aquella


parte de la nación que tiene en sus manos la ·dirección de
toda cosa pública ... , esta es otra de las orientaciones de
la educación y pedagogía nacionales". (2 1)

Confiar el alma pura del niño indio al blanco perverti-


do -para usar las argumentaciones tamayanas- consti-
tuía una debilidad del irracionalismo boliviano. Tamayo
no se cansó de acusar a los patrones de hacienda de set
una "piojería" sobre el cuerpo sano de la nación india. En
otra de sus críticas -más que críticas, acusaciones- Ta-
mayo sostenía que el indio lo era todo para el Estado pe-
ro que nada recibía de él, porque el Estado estaba en ma-
nos de los blancos. ¿Cómo no iba a resultar paradógico
que, tratándose de la educación, tenga que ser el mismí-
simo blanco, quien se encargue de educar al indio? La ex-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 207

cusa podía ser que la nueva pedagogía no debía ser más


racionalista sino irracionalista. Pero, Tamayo no hace tal
aclaración, pues parece que el blanco ha sido y será siem-
pre positivista y nunca voluntarista. Para salvar este con-
trasentido obvio, Tamayo no habla de "educar al blanco"
sino de "reeducarlo", lo que significaría que la "eminenci~
gris europea" (que tendría que ser profeta nietzscheano) S'3
encargaría de esta misión, no sobre el indio, sino elitizante-
mente, sobre los profesores del voluntarismo. Pero Tamayo
tampoco dijo esto, nunca. Lo que él dijo es que deben ser
los blancos reeducados quienes deben crear el "carácter
nacional" dentro de la nueva filosofía.

Salvada, con estos argumentos, la situación de duda


que se había creado, sobrevenía, luego, una cuestión ma-
yor. ¿Cómo enseñar la energía nacional mediante los blan-
cos ya reeducados, si éstos debían desaparecer mediante
la mestización programada por el Estado?

Las explicaciones subsiguientes, son alarmantes, por lo


absolutamente reaccionarias que resultan. Las resumimos
en sus aspectos más salientes, de acuerdo a los siguientes
puntos:

1 . El indio carece de inteligencia.


2. La letradura lo corrompe.
3. La nueva pedagogía debe ser adecuada, racialmen-
te adaptándola a sus propiedades étnicas y a sus
limitaciones.

Por el carácter conservador de estas objeciones anti-


indias, veamos estos puntos, con algún detenimiento.
208 JU A N A LBA RRA C I N M I L L A N

l . La deficiencia mental del indio. El extravío más drc-


mático del irracionalismo boliviano, en el estudio ~del indio,
radica en su acusación de que éste "no piensa" porque ca-
rece de razonamiento. "La inteligencia no es la facultad emi-
nente y dominadora del indio", sentencia Tamayo en 1910.
"En vano se buscará en la raza los matices típicos de una
inteligencia superior". (2 1). Para uno de sus discípulos, el
spengleriano Humberto Palza, esta era una de las ideas cen-
trales de la pedagogía del indio. ¿En qué se fundaba Ta-
mayo -indio el mismo según sus apuntes autobiográficos
de "Para Siempre"- para sostener esta inferioridad? Apa-
rentemente en puras apreciaciones subjetivistas, derivadas
de los rezagos coloniales, aún subsistentes en él. Pero po-
dría recordarse también que cuando Tamayo se enorgulle-
cía de ser indio, lo hacía siempre como indio noble y no
como parte del pueblo indio. En esta como en otras circuns-
tancias, Tamayo no podía sostener la igualdad del indio,
pues cuando defiende la "pureza de la raza", no lo hace
dentro de planos sociales igualitarios, sino de una jerarquía
racial. No queda ninguna duda hoy, el absurdo de debatir
estas cuestiones, pero en 1900 la sociedad liberal tenía toda-
vía en esta cuestión, una de sus mayores dificultades.
2. La corrupción del indio por la letradura. La otra afir-
mación, común al irracionalismo y al positivismo, es la co-
rrupción del indio con la letradura. ¿Qué hacer si el indio
pierde su docilidad y se muestra rebelde, cuando se le en-
seña el alfabeto? Con este juicio, oficial entre los liberales,
se muestra el patemalismo feudal con el que se discute su
sometimiento político. Tamayo decía que había que educar
al indio en su "carácter y moralidad" y no dentro de la to-
talidad del saber y el conocimiento. Tamayo se preocupa-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 209

ba de mantener al indio racialmente puro, aun dentro de la


escuela. "El indio ha sido siempre un buen agricultor, mine-
ro, un trabajador manual. En adelante debe seguir siéndo-
lo". ¿Por qué debía condenarse al indio a ser lo que ha sido
en la colonia o muchos siglos antes de la colonia? Tamayo
responde: "Porque su pasado lo llama hacia la tierra; su
fortaleza le garantiza realizar trabajos rudos; su sentido de
la disciplina y la obediencia a ser hombre de la milicia.
Una educación correcta -la creación de la pedagogía na-
cional- debe hacer de él" ... "esos tipos de hombres". (22 )

Este proyecto de regimentación severa de la vida del


indio se encuentra basada, no en la problemática social del
mundo moderno, sino en predestinaciones místicas de índo-
le racista. El indio, según esta reglamentación nacional, dP.-
bía ser formado dentro de un escalonamiento brahamáni-
co dentro de la sociedad boliviana. Bajo esta "pedagogía '
tamayana, el indio no podría aspirar a una educación en
igualdad de condiciones que otros sectores sociales -ra-
ciales dirá el irracionalismo- y quedará condenado a tra-
bajar, no a pensar. Estos patrones pedagógicos de la es-
cuela vitalista no venía a legitimar la exclusión del indio
del campo, de la ciencia y la filosofía, de la universidad y
las academias? ¿Por qué, además, debía excluirse a otras
clases sociales, de las ocupaciones asignadas a los indios?
Tamayo incurre en este apartheid anacrónico, no como
"blanco" que es lo habitual, sino como "indio" que es lo
curioso. Su tesis es sorprendente: "La gran revolución so-
cial ... , hay que buscarla no en el indio mismo, letrándc-
lo, sino en las clases socialmente superiores que hoy tienen
por la fuerza de las cosas el destino del indio en sus ma-
nos". (23 )
210 JU A N A L BA R RA C I N M I L L A N

¡Nunca debió escribirse una refutación más categórica


del indio y sus derechos que ésta, salida de Tamayo! Pues,
con ella, se acepta la inferioridad del indio, el paternalismo
de sus patronos, la legitimidad del derecho de los señores de
hacienda para "educarlos". ¿Acaso no era esto lo que se
buscaba combatir?

Con la declaración de principios formulada por Tama-


yo, el irracionalismo volvía a entrar en un callejón sin sa-
lida: devolver la educación del indio -socialmente infe-
rior- a la autoridad ·del blanco -socialmente superior-.

Esta consecuencia no incluye todo lo que se puede de-


cir de ella. Hay otras que vienen a confirmar lo que Toma-
yo quiso hacer pasar por "revolución social", lo que por su
contenido era verdaderamente reaccionario. Ingresemos a al-
gunos de los vericuetos de esta proposición de retomo a un
hispanismo disfrazado de indigenismo.

Al indio debe hispanizárselo, afirma Tamayo, y no só-


lo escolarmente, sino también socialmente. Para cumplir es-
ta misión nada más urgente que aproximarlo vivencialmen-
te al español y a su habla hispana: "sólo con ese contacto
se puede asegurar una gradual y segura difusión de la len-
gua" española entre los indios. (2 4 )

Si se relaciona la falta de inteligencia en el indio y la


necesidad de traer una eminencia gris europea para que
cree el carácter nacional, con la imposición del habla espa-
ñola entre los indios, no se puede admitir que pueda quedar
más del pretendido "indianismo" de Tamayo, sobre todo si
el propio Tamayo se excluye del campo indio cuando dice:
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 211

"el más primordial y la principal carencia tratándose de la


pedagogía del indio, no está en el indio, no reside en él, es-
tá y reside en nosotros (sic) . . . los que nos llamamos y so-
mos de hecho los directores y gobernantes" (2 5 )
El drama del irracionalismo tuvo contradicciones como
estas. ¿En qué podía ser mejor Nietzsche a Spencer para la
organización de la sociedad boliviana?

2. El escalonamiento socio-educativo. El cholo era para


Arguedas la parte dañada del mestizaje. Para Tamayo unas
veces el mestizo es "anfibio" y otras la última esperanza
del indio para adquirir inteligencia. Al hablar de la peda-
gogía de las razas, Tamayo tiene una fórmula personal; la
administración de la educación de acuerdo al lugar de la
raza: una para el indio, otra para el mestizo y otra para el
blanco. Si estas razas eran desiguales, la educación tam-
bién debía serla.
El juicio de Tamayo sobre el mestizo era favorable a su
destino histórico.
El único que piensa en Bolivia es el mestizo, escribe
Tamayo. A él se le debe, bien o mal, la historia del último
siglo. El desorden político se le debe también a él, porque
es díscolo y tiende al parasitismo. El mestizo es factor de
perturbación pero es también el más boliviano de cuantos
hay. Su capacidad es bajísima y· vive amenazado de ser
aplastado por la competencia extranjera (26 ). El es quién
hace gastar más al Estado.
¿Qué es lo que debe hacer la nueva pedagogía por él?
Tamayo tiene una sola respuesta: convertirla en una raza
homogénea destinada a expresar el carácter nacional.
212 JUAN ALBAR R A C IN MILLA N

En cuanto al blanco, cuya regeneración se pide, Tama-


yo considera que él no es un problema porque ya casi no
existe esta raza y el pequeño sector criollo debe desapare-
cer también en el futuro.

La conclusión acerca del destino del blanco es, igual-


mente, incoherente. Había que ocuparse de re-educar al
blanco, raza ya inexistente, para que se ocupe ésta de edu-
car al indio, la raza básica. El irracionalismo se asignaba
así tareas sin sentido.

E. La sustitución de la raza india por la mestiza


en la formación del carácter nacional.

Más preocupados por la posición de Alemania en Euro•


pa que de los problemas sociales de la América Latina, los
creadores del irracionalismo alemán carecían de respues-
tas a los problemas de la formación del carácter nacional
en nuestros países del continente. Sin dar muestras de in-
quietud por esta situación y escrutando siempre con ojos
indios en aquella filosofía Tamayo dedujo intuitivamente
que si la tierra se da en la raza, en Bolivia, ésta no podía
ser más que la india. Escuchemos su razonamiento: "La tie-
rra hace al hombre" ... , "realmente existe una relación ge-
nerativa entre el suelo y el hombre. Físicamente, el hombre
está hecho de las sales del suelo en que vive y genera" ...
"La tierra hace al hombre, y en este sentido la tierra no sólo
es el polvo que se huella, sino el aire que se respira y el
círculo físico en que se vive". De todas estas anticipacio-
nes es que Tamayo llega a la conclusión de que "la supe-
rioridad de energía y de vigor, estaba como está en el autóc-
tono de América" . . . En cuanto a Bolivia, su juicio es tam-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 213

bién terminante: "el fondo principal de nuestra nacionali-


dad está formado en todo concepto por la sangre autócto-
na, la cual, como hemos visto, es la verdadera posesora de
la energía nacional" ... (p. 190, segunda edición).

¿Cuándo dejó de tener validez este juicio en la teoría


de Tamayo? Ciertamente, al comenzar el mes de septiem-
bre de 1910, cuando en el capítulo XLIV habla de que la
"historia" y el "medio" son factores poderosísmos del carác-
ter nacional, "a pesar de las resistencias de las sangres exó-
ticas y las depresiones históricas de las sangres autócto-
nas". El "medio" se convierte para Tamayo en el eslabón
que une a "sangres diversas", en este caso, a las sangres
de indios y blancos, para "hacer una sola sangre", aún
siendo enemigas. De este modo, si la tierra hizo a la ayma-
ra, es el medio el que ha formado a la raza mestiza. Dicho
de otro modo, Tamayo sostiene que la materia prima de la
América indígena era el indio, pero que en la colonia, és-
ta es ya el mestizo, en virtud de la "renovación y reforma-
ción sustanciales de los elementos primos de la histo-
ria" ... (p. 168, segunda edición). Lejos del historicismo fran-
cés y de las fuentes socialistas, Tamayo prefirió aceptar el
esquema colonial: raza blanca, raza india y producto de
ellas, la raza mestiza. Con esta decisión reingresó en el
spencerismo boliviano en esta cuestión.

Tamayo, sin embargo, no aceptó llanamente este es-


quema; introdujo en él, modificaciones de concepto. La ra-
za blanca no era superior como en G. R. Moreno o J. M.
Pando, sino declinante en Bolivia. La raza india no era in-
ferior pero debía desaparecer por el mestizaje. La nueva
raza se llamaba "mestiza" -raza de ideas europeas y co-
214 JU A N A LBA RRA C I N M I LL A N

razón indio- y a ella correspondía sintetizar el carácter na-


cional de Bolivia. Bolívar se había anticipado en estas ideas,
pero favoreciendo al criollo; Vasconcelos dijo en México
algo parecido en favor del americano. Tamayo buscaba un
equilibrio histórico cuando decía del mestizo, incluyéndosr, ·
"Todas nuestras ideas son de blancos, pero todos nuestros
sentimientos son de mestizos". (27 )

Esta definición del carácter nacional, de índole racista,


resultaba antihistérica, porque descansaba sobre componen-
tes constantes como la tierra y la raza y no tomaba en cuen-
ta ni la economía, ni la política, ni la historia. Sin embargo,
no obstante de ser un factor constante la tierra y su produc-
to animado que es el hombre, Tamayo se dio modos para
sustituir al indio por el mestizo, como expresión del carác-
ter nacional; así, el "genio propio" de la tierra que se mani-
fiesta en el "hombre que sobre ella genera" dejaba de ser
el indio para pasar al mestizo (28 ).

Esle mismo proceso biológico es el que se dio con el


blanco. La "sangre que emigra" Oa de los conquistadores
españoles JA), lleva una fuerza especial conservadora y mul-
tiplicadora del individuo y que es el carácter de la propia
raza impresa en ella por su propio medio" (2 9 ). Por el solo
hecho de emigrar, esta sangre pierde vigor y se desdobla
en dos tipos: la de los españoles en España y la de los es-
pañoles en América. Aquella sigue siendo superior porque
tiene por base su propio suelo; pero esta última se hace in-
ferior porque ha cambiado de suelo. Con esta argumenta-
ción surgían dos clases de blancos: los poderosos y los de-
generados. A este segundo grupo pertenecían los españo-
les que vivían en Bolivia.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 215

En cuanto a la sangre india, el proceso era parecido.


La sangre autóctona puede "deprimirse" bajo el influjo da
la sangre invasora y opresora, aun pennaneciendo la tie-
rra ella misma. Una sangre deprimida ya no puede ser su-
perior y su destino es perecer bajo el influjo de la mezcla.
Con este argumento Tamayo despojaba a la raza india de
su primacía de raza madre.

Mezcladas las sangres india y blanca, la tierra vuelve


a actuar sobre ella "como una voluntad anónima y pode-
rosa que se desprende de la tierra . . . que es el verdadero
concepto de la patria". Al fundir estas sangres en una sola
voluntad, el mestizaje aparece como la única ~alidad so-
cial expresiva de la nación.

El paso de la colonia a la república fue explicado por


el irracionalismo como paso del conflicto blanco - indio a la
realidad mestiza; como se ve, se trata de una versión des-
provista de otros contenidos y del sacrificio de éstos en se1-
vicio del causalismo étnico.

D. Jrracionalismo y positivismo
en la nueva pedagogía.

Tamayo, como irracionalista, participaba de la teoría


de la unidad del poder. Entre política y educación le asig-
naba una relación estrechísima. No se puede educar sino
condicionando sus objetivos a los de la nación. Si esto es
así, el Estado está en el deber de saber qué es lo que pre-
tende hacer de sus ciudadanos: acaso soldados, sabios, tra-
bajadores, parásitos.
216 JU A N A L BA RR A C I N M I L L A N

Como la polémica iba dirigida contra el liberalismo,


Guzmán haciéndose cargo de la pregunta, respondía: "Hay
que tomar de cada país lo que más convenga a nuestra
idiosincracia" ...
Cuando Tamayo inquirió: "¿Queréis hacer de Bolivia
un ramillete de maravillas humanas?". Guzmán, respondién-
dole, sin ditbitaciones, sostenía: ni más ni menos, señor pro-
fesor de energías, si ellas concuerdan con los intereses del
país.

Indignado Tamayo acusaba a los positivistas que esto


era plagiar, copiar, transplantar novedades europeas, cuan-
do lo que tenía que hacerse era enseñar lo que brotaba del
alma misma de la nación. Según Tamayo se debe hacer-
del boliviano un discípulo de Nietzsche y un estudioso de la..
voluntad de Schopenhauer.

¿Instruir? No basta, afirma. Hay que educar, sustancial-


mente. Con la alfabetización el cholo se convierte en carne
bagre de las revoluciones, en cuerpo de fraudes electorc-
les, resorte de convulsiones. No se trata sólo de alfabetizar
hay que formar el carácter nacional. La letradura será siem-
pre un peligro si no va acompañada de las fuerzas místi-
cas de la raza y la tierra, que comprende el amor al terru-
ño, los ideales propios de la raza, el ansia de grandeza, el
culto de la fuerza y el poder de dominación.

Haciéndose cargo de la ejecución de estos planteamien-


tos generales de la filosofía vitalista Tamayo proponía divi-
dir en tres planos la educación nacional: la educación del
indio, la del mestizo y la del blanco. Lo anti-democrático d~
estas ideas estaba claro.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 217

De estas tres direcciones, la más importante no era la


raza pura sino la mestiza, porque en Bolivia, esta raza era
ya la "síntesis biológica de nuestra nacionalidad". El indio
y el blanco quedaban sin porvenir frente a la ley "biológico-
histórica" que opera como un "movimiento y una dirección"
irreversibles, eliminándolos.

El mestizaje, bajo esta visión sociológica, no sólo debe


crecer, siguiendo un proceso espontáneo; era necesario que
la nación la acelere como una urgencia política histórica.
El debe llenar "la etapa buscada y deseada a todo trance
en la evolución nacional". Este teórico que d9bía ser cono-
cido como el pontífice del mestizo, antes que como indiano,
decía con verdadero énfasis de la mestización: "ella es la
última -condición histórica de toda política, de toda enseñan-
za, de toda supremacía; la visión clara de la nación futura;
el encarrilamiento, de parte de los directores, de toda acción
y todo movimiento" ... (30). Ahora resultaba que era la mez-
cla y no lct pureza racial, la pr9ferida. Para atacar al indio
en beneficio del mestizo, Tamayo lo acusa, además, de carecer
de carácter y al blanco de perder vitalidad fuera de Espa-
ña. El mestizo, en cambio, her9daba la inteligencia de éste
y el vigor de aquél. Era su conjunción.

Así el mestizo se vio en el centro de la pedagogía na-


cional. como la raza boliviana por excelencia.

Para diferenciar su posición, de otras formas de pensa-


miento positivista, como el de Arguedas, por caso, que veía
en la culturización del mestizo el medio de escapar al des-
tino de "pueblo enfermo", Tamayo considera que al mesti-
zo hay que librarle de la "indeterminación crónica y con-
218 JUAN ALBARRACIN MILLAN

génita" de sus ideas; de su "desorientación permanente e


irremediable", etc., asignándole a la nueva escuela actum
sobre el mestizo modificando algunos de estos aspectos; co-
mo casos cita los siguientes:

- Contener su desborde imaginativo.


- Combatir su diletantismo intelectual.
- Ayudarle a concentrar sus esfuerzos.
- Evitar con ellos, cabezas universales para escapar
a su superficialidad, vanidad y petulancia.
- Acabar con el enciclopedismo que le significa caer
en una verdadera desmoralización mental.

Limpiadas estas deficiencias, mediante la nueva peda,


gogía, el mestizo que "arrastró nuestra historia a los mayo-
res excesos, puede él resturarla". Tal es la posibilidad de
su redención y la esperanza depositada sobre él.

En este balance psicosociológico, el mestizo podría sa-


lir airoso de la crítica de Tamayo, si obedece sus planes.
El gran perdidoso, en cambio, era el blanco, desahuciado
de todo porvenir, como raza, aunque provisionalmente Ta-
mayo propone reeducarlo para que se haga cargo del indio,
entretanto el cruce racial se intensifica.

El programa pedagógico de acabar con el enciclopedis-


mo concuerda con el propósito anunciado de darle a cada
raza lo que le corresponde, como tal. pero ya no con la am-
biciosa tesis de evitar que en los mestizos se formen cabe-
zas universales. Si lo primero es producto de una regimen-
tación totalitaria y brahamánica, lo segundo tiende a anu-
lar al mestizo como dirigente. Y como la dirección de estas
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 219

tareas reformadoras del mestizo debe estar en· manos d 9


"eminencias" extranjeras, resulta que esta tutoría sería co-
mo la de los pastores con su rebaño. Sólo serán reconocidas
como "eminencias grises", los extranjeros contratados; los
mestizos aborígenes estarán impedidos de serlo.

El drama de pretender explicarlo todo por la raza lleva-


ba a estas proposiciones a todos los absurdos, el más grande
de los cuales, el de pensar sobre el hombre en términos d:::i
cosas.

F. Las proposiciones de Tamayo.

Con la publicación de la "Creación de la Pedagogía Na-


cional", Tamayo introducía, por primera vez, a Nietzsche y
a Schopenhauer en la sociología boliviana. La lucha contra
el positivismo adquiría así la forma de una reacción gene-
ral contra el racionalismo. De poeta del Tawantinsuyo, al
iniciar su juventud, Tamayo llegaba a 191Q, negándolo.
"Se ha creído que un país y una raza (Bolivia JA), destituí-
dos de una tradición de cultura y de todo elemento actual
de la misma" . . . (sic) puede hacerse fuerte por medio dt.11
enciclopedismo o de los ideales de justicia, "irrealidad que
no ha existido nunca", que no se sino un producto del "ro-
manticismo francés". No existe tal posibilidad. "Imaginaos
un poco del imperio romano o el imperio británico teniendo
por base y por ideal el altruísmo nacional. ¡Qué come-
dia!" (31 ).

Cuando Tamayo parece negar contenido al ideal, co-


mo forma de ·la ideología, sólo lo hace en relación al hu-
manismo, porque ellos son aceptados cuando son volunta-
220 JU A N A LBA RRA CI N M I L L A N

ristas. Por eso dice contra el racionalismo: "Ellos no deben


consistir en un necio siglo saturniano de paz y concordia
universales" sino en favor del vitalismo, como "lucha sin
tregua, lucha de intereses, lucha en todo terreno y de todo
género, en los mercados como en los, campos de batalla" (28 ).
En este alegato de la acción y la fuerza, Tamayo tie-
ne en cuenta la experiencia boliviana del siglo XIX, la pér-
dida del mar, el Acre; etc.

Todo pacifismo será así, para Tamayo, una actitud en-


fermiza, porque el que no lucha debe perecer. La historia
-sostiene- confirma rotundamente esta verlad. "¿Morali-
dad sentimental? ¡No! Hablad de altruísmo en Inglaterra, el
país de la conquista sabia y en EE.UU. el país de los mo-
nopolios devoradores".

En enérgicas arremetidas antimontistas acusaba al In-


forme de la comisión de reforma educativa con agresividad:
"Los pedantes -dice señalando a los positivistas- vienen
a orientar falsamente nuestra educación y nuestra pedago-
gía nacional, y vienen a hablamos de un ideal de la huma-
nidad que no ha existido jamás ni se ha realizado en nin-
guna parte". Educar en tales principios a las juventudes bo-
livianas sería adormecer las energías nacionales, formar
"cameros altruístas" que no sepan lo que es la lucha por la vi-
da, de los intereses, de la necesidad de vencer, aunque es•
tén repletos de teorías justicieras. La tragedia de país me-
diterráneo y monoproductor, parecía darle respaldo a esta
filosofía.

Guzmán consideró indispensable replantear aquella fi-


losofía bajo preceptos racionalistas. Sí, afirmaba, eduque-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 221

mos a los niños bolivianos en el espíritu de lucha, pero


para una lucha leal, honesta, que afiance y no derogue la
justicia.

Tamayo replicaba ·con el ideario de la "energía


nacional" que no venía a ser sino el espíritu de la raza,
la emanación del carácter nacional. Sólo que esta fuerza
misteriosa que actúa sobre todos no es definible. Ella "no
se enseña, ni se aprende, ni se imita, ni se improvisa", se
la vive. ¿En qué consiste esta mágica fuerza de poder? Ta-
mayo lo enuncia en estos principios:

1 . El orgullo personal y señorial como toda forma de


orgullo nacional.
2. El culto de la fuerza en todas sus formas.
3. El "gusto de vencerse, el desprecio de los peligros
el desdén de la muerte y de todo lucro de la vida".
4. El amor a la acción en todas sus formas y la lucha
contra la pereza de la raza.
5. El culto de la acción innúmera, incondicionada, ili-
mitada.
6. La capacidad de reaccionar de la histórica depre •
sión en que vivimos. La reanimación contra la depre-
sión, el encobardecimiento y la estupefacción.
7. Predicar que no hay más que una doctrina: la máxi-
ma expansión de la vida como individuo o nación:
hay que sacrificar la vida misma en pro de un inte•
rés superior.
8. La pasión por el poder: las cosas quieren ser domi-
nadas y la naturaleza quiere ser vencida.
222 JUAN A LBA R RA CI N MI LL A N

Los críticos de Tamayo no quisieron ver detrás de estas


proposiciones ninguna filosofía seria y nadie se ocupó de
ellas; Guzmán, por ejemplo, sólo vio a un hombre compli~
cado que discutía sobre pedagogía sin ser maestro. Otros
explotaban sus extravagancias personales, como singulari-
dades propias de un incomprendido. Tamayo, por su parte,
creyó haber dicho su verdad, esa verdad nietzscheana d,J
"dí tu verdad y rómpete", en contra del sistema que com-
batía, metido en un laverinto de acusaciones.

El mérito de la "cólera" tamayana, sin embargo, había


producido ya el comienzo de la quiebra del positivismo y
había dejado en debate lo que iba a pasar desapercibida-
mente: la reforma educativa. Levantando acusaciones aira-
das contra las cosas muertas de la enseñanza; destacando
la atención sobre los deberes del país en un momento do
derrotismo; llamando a la acción cuando todos parecían ha-
ber caído en la postración y animando a todos a buscar nue-
vas formas de combatir, Tamayo cambió el balance de las
fuerzas mentales que pugnaban por sacar al país de la de-
cadencia de los terratenientes liberales.

Las mejores ideas de Tamayo, aquellas que se desarro-


llaran alrededor de la teoría de la voluntad, alcanzaron vi-
vacidad al dispararse en un abanico de frases afortunadas
que apoyaban sus tesis, como aquellas de "volver a las co-
sas propias", "abrir los ojos a la vida", "ser auténticos y no
plagiarios", etc. Era necesario demandar legitimidad y auten-
ticidad cuando el viejo liberalismo, aferrado a esquematis-
mos muertos, sostenía un orden anacrónico y anquilosado de
valores. La nación había escuchado en este debate un nue-
vo lenguaje al que en adelante, no podía dejar de prestar-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 223

se atención. El pueblo empezó a considerar a Tamayo co-


mo al numen indio de todas las épocas. Y no sólo el pueblo;
Juan Bardina, el pedagogo español, dirá teatralmente de su
imagen: "Franz Tamayo es la estampa viva del indio en
toda su potencia".

El irracionalismo tamayano, no obstante de mostrar es-


te vigor, no pasó más allá de 1912, en su fe; ella fue aban-
donada al fundar Tamayo la Liga Radical -un movimiento
de juventud de ideas francesas neoliberales- y cuando su
poesía indiana quedó fulminada por el neoclasisismo de
"La Prometheída" (1917).

Las ideas geo-antroposociológicas de la "Creación de la


Pedagogía Nacional" no volvieron a ser desarrolladas más.
Así, en la historia del pensamiento social boliviano, las
ldeas tamayanas pasaron como un espectacular fogonazo
disparado en una hora de tinieblas, para perderse después.
Al colérico polemista de 1910 le siguió el poeta autobiográ-
fico y a éste, el político conservador, calidad en el que la
jornada inaplazable de la muerte le alcanzó en 1957.
224 JUAN A LBA R RA C I N M I L L A N

CITAS BmLIOGRAFICAS

1. El universalismo indio de Tamayo se expresa en estas pala-


bras de "Odas": "se trata del pasado de América, de la
patria del autor de esta obra humilde ... , antes que boli-
viano, americano". Pág. XIV de "Odas". La Paz, 1898.
2. "Libro de batalla" ha llamado Tamayo a la "Creación de la
Pedagogía Nacional", segunda edición, 1944. Talleres Gráfi-
cos Bell, Buenos Aires.
3. "¿Por qué soy como el mar que ya no canta?" pregunta Ta-
mayo en "Habla Olymplo", hablando en pasado "Yo fui el
orgullo" ... Corresponde al período depresivo de la guerra
del Chaco.
4. "Mi amigo Enrique", a petición mía, evocó el espíritu de Mel-
garejo .. , aquel famoso tirano de Bolivia, tan mal compren-
dido, peor dibujado y mucho más calumniado". "Habla Mel-
gareJo" por Thaymara. 1914.
5. Tamayo se hizo anti-comunista desde su alineación con Sa-
lamanca en 1931. En 1953 decía: "como yo siempre he con-
siderado el comunismo como el más terrible retroceso y vuel-
ta hacia la primitiva animalidad humana, quiero dejar aquí
con la venia del general (Ministro de Defensa) algunas en-
señanzas para los muchachos que mañana habrán de re-
construir la más alta institución nacional, el Eiército" ... lnti-
ma Hora 18- V - 1953.
6. Ver: "Arguedas, la conciencia crítica de una época" del autor.
7. En la "Creación de la Pedagogía Nacional", pág. 69, segun-
da edición, Tamayo afirmaba: "el indio es el depositario
del noventa por ciento de la energía nacional".
8. "la cuestión del alfabetismo indígena supone la de hispani-
zación del indio", pág. 78 de la obra citada.
9. El 19 de abril de 1928 Tamayo escribía a Martí Casanova,
escritor indiano de México, estas palabras: "fuera del mun-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 22,
do occidental no hay salvación para nosotros", en una nega-
ción absoluta de la "Creación ... ".
10. Pág. 15 de la "Creación ... ", 2da. edición, 1944.
11. Tamayo, obra citada, pág. 177.
12. Tamayo dice: "se ha viajado por Europa con los ojos venda-
dos, pág. 51, acusando a Sánchez Bustamante de no haber
ido a Alemania, sino a Francia, país de "moralistas enfermos".
13. Felipe Segundo Guzmán. "El Problema Pedagógico de Boli-
via, pág. 7, La Paz, 1910.
14. Tamayo, obra citada, pág. 17.
15. Tamayo, obra citada, pág. 89.
16. Tamayo, obra citada, pág. 90.
17. Felipe Segundo Guzmán, obra citada, pág. 7. Tamayo rns-
pondió a Guzmán con estos términos: "Cuando se pide re-
sultado de las comisiones pedagógicas . . . lo primero y lo
único que se nos responde es una petición de dinero . . . Es una
manera muy llana de resolver toda dificultad, pedir dinero",
pág. 101 de la "Creación ... "
18. Tamayo, obra citada, pág. 43.
19. Tamayo, obra citada, pág. 50.
20. Tamayo, obra citada, págs. 52- 53.
21. Tamayo, obra citada, pág. 148.
22. Tamayo, obra citada, pág. 123.
23. Tamayo, obra citada, pág. 155.
24. Tamayo, obra citada, pág. 148.
25. Tamayo, obra citada, pág. 150.
26. Tamayo, obra citada, pág. 112.
27. Tamayo, obra citada, pág. 169.
28. Tamayo, obra citada, pág. 172.
29. Tamayo, obra citada, pág. 175.
30. Tamayo, obra citada, pág. 108.
31. Tamayo, obra citada, pág. 51.
CAPITULO V

EL CONFIJCTO DE RAZAS
EN LA SOCIEDAD LIBERAL

" ... del injerto entre el español indisciplinado, individualista,


perezoso e intolerante, y del indígena, endeble física y mental•
mente, de una estructura moral primitiva involucionada, ha
salido un fruto inferior desazonado, agrio, insípido: el mestizo
americano".
BAtrnSTA SAAVBDRA

V. - Bautista Saavedra

A. Personalidad de Saavedra.

Bautista Saavedra (1864- 1939), goza, como muy pocos,


del prestigio de ser uno de los fundadores importantes del
positivismo boliviano del siglo XX. Investigador acucioso,
su obra sociológica, particularmente la de su juventud, no
sólo trasciende por su seriedad -pertenece a este periodo
"El Ayllu"-, sino también por su reconocida capacidad da
trabajo, virtud que le permitió asimismo, triunfar rotuuda-
mente en la política, en la tercera década del siglo, a pesar
de su conservadorismo y su pesimismo.
ZZ8 JU A N A LBA RRA C I N M I L L A N

Sintetizando su semblanza humana, David Alvéstegui


ha dejado este retrato enfervorizado de su personalidad:
"Bautista Saavedra, hijo de la meseta andina, poseía una
complexión robusta; el río y el viento fueron los elementos
telúricos que amasaron esa robustez, endurecieron sus
músculos y templaron sus nervios. Formaron, asimismo, la
firmeza de su espíritu y la vivacidad de su genio. Por eso,
las manifestaciones de su voluntad tenían la solidez del gra-
nito y la violencia del torbellino" (1 ); estas son, ciertamente,
palabras de un adepto, pero ellas no exageran su ima-
gen, en nada.

Saavedra procedía de los sectores conservadores de la


sociedad rural paceña de fines del siglo XIX. En vísperas
de la guerra civil desempeñaba una secretaría en el Parti-
do Nacional. grupo conservador de La Paz, junto a Sabino
Pinillo, su jefe. De carácter dominador y arrogante, comba-
tió tenazmente al partido liberal, desde los primeros años
del gobierno de J. M. Pando; encontrándose relegado a cau-
sa de sus ideas políticas, se entregó a la investigación pa-
ciente y al ejercicio de la cátedra universitaria introducien-
do aquí el positivismo jurídico; sólo a partir de 1914, año
en que funda el partido republicano con Daniel Salamanc·1
y José María Escalier, su madurez se toma activa y orgu-
llosa, constituyéndose en el caudillo más enérgico de lama-
sa artesanal republicana.

La impresión de severidad teórica que daba su juven-


tud, apasionada por el estudio, quedó testimoniada en el jui-
cio de sus contemporáneos y en la fama que después tuvo
su nombre dentro de la Sociedad Geográfica de La Paz.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 229

En 1903 viaja a Europa, por primera vez, cumpliendo


una misión del gobierno liberal que le encomendó investi-
gar en los archivos históricos de España los derechos boli-
vianos controvertidos por el Perú en la zona del Alto Acre,
el Manuripe y el Tambopata. Durante un año Saavedra
trabaja con irreprochable consagración, a cuyo término pre-
sentó en dos volúmenes, el informe elaborado (2). En 1909
el presidente Villazón lo hace Ministro de Educación, sólo
en base a mutuas afinidades conservadoras. Su presencia
en el gobierno fue muy breve, como era de suponer, Saave-
dra se sostuvo siempre dentro del conservadorismo, aunqua
al fundar el republicanismo en 1914, destacaba que el nue-
vo partido tenía la misión de restaurar el verdadero libera-
lismo desvirtuado por el gobierno. Su victoria personal se
hizo espectacular en la política boliviana, a partir del gol-
pe de estado del 12 de julio de 1920, que encumbró su li-
derazgo absoluto contra la oligarquía liberal.

La vida intelectual del joven Saavedra estuvo alentada


por la Sociedad Geográfica de La Paz, a la que perteneció
desde que concluyó sus estudios universitarios de derecho
el año 1897. La Sociedad era entonces un centro de ilustra-
ción y de promoción científica; allí encontró el ambiente
cultural que necesitaba su talento y su constancia de inves-
tigador. Su primer estudio publicado fue un trabajo de de-
recho, acerca de la ley electoral (1898). Asociado a M. B.
Ballivián, publica después "El cobre en Bolivia" y "El esta-
ño en Bolivia", libros en los que Ballivián hacía triunfar s,1
optimismo d'orbignyanos acerca de las posibilidades indus-
triales de Bolivia.
230 JU AN A L BA R R A C I N M I L LA N

Sin embargo de estas iniciales orientaciones del nove-


cientos, Saavedra se alejó del naturalismo y se hizo spen-
ceriano, como se ve en los "Orígenes del Derecho Penal y
su Historia" (1901).

B. El positivismo en las ciencias jurídicas.

La actividad profesora! de Bautista Saavedra, antes qu3


la de ningún otro sociólogo, fue la que más contribuyó a la
introducción de los principios positivistas en la enseñanza
del derecho en la universidad de La Paz.

Las tendencias escolásticas, insuficientes para valerse


por sí mismas, cedieron el dominio filosófico sobre las cien-
cias jurídicas, con mucha más rapidez que en otros cam-
pos, ante los avances del positivismo y el desarrollo de la
criminología, la antropología y la etnografía. Con el ingre-
so del primer grupo positivista en la universidad (Ismael
Montes, Bautista Saavedra, Daniel Sánchez Bustamante, Jo-
sé Palma y V. Sixto López Ballesteros), la vieja ideología do-
minante aún en el siglo XIX, se vio tan indefensa que no
opuso resistencia ante la difusión de los nuevos principios
que entronizaron en la cátedra a Spencer, Gumplowicz,
Daguano, Fouiellé y otros.

Impulsando la nueva corriente, B. Saavedra publica en


1901 "Los orígenes del Derecho Penal y su historia", texto
en el que deja sentados los principios de la ciencia penal
sobre la fundamentación del evolucionismo spenceriano, las
analogías organicistas y las tesis sociológicas relativas a
la antropología criminal.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 231

Saavedra enseña que el derecho puede ser compren-


di~o mejor si las investigaciones se remontan hasta los al-
bores de la humanidad dentro de un tratamiento histórico y
pre-histórico; que el derecho y las funciones sociales que
cumple en la sociedad deben estudiarse como "la fisiología
del gran organismo" de la humanidad y que la base ver-
dadera de este estudio es la sociología.

Por estos pre-requisitos del positivismo, puestos en la


puerta de ingreso del nuevo tratamiento del derecho, Saa-
vedra formula algunas cuestiones esenciales, como éstas,
que necesitan ser respondidas:

A la pregunta: ¿En qué momento de la vida de los hom-·


bres y bajo qué formas apareció el derecho? Responde: Este
es un punto de partida que requiere de dilucidación previa,
una vez que, aplicándose a los estudios sociales las direc-
ciones del darwinismo, la sociedad "tuvo que ser considera-
da como un organismo".

A la segunda cuestión: ¿Cuáles serán las formas y con-


diciones intrínsicas con que se desenvuelve el derecho a
través de la prehistoria e historia del hombre? Saavedra
sitúa su importancia por encima de la anterior pregunta al
sostener que el conocimiento de los fenómenos sociales no
sólo son importantes por su origen· si.no también por el "pro-
ceso mismo de su actuación".

Dentro de esta concepción, sitúa a la lucha por la exis-


tencia como la primera condición de la vida del hombre en
la prehistoria, porque en ella la vida social no es sino "h
manifestación de la tendencia biológica de los seres a con-
232 JU A N A L BA R R A C I N M I LL A N

aervarse y a desarrollarse"; las formas del derecho que Jel


corresponden son simples, tales "como disputa física, de
ataque y defensa, entre individuo e individuo, grupo y
grupo" ...

Teniendo por antecedente este grado de evolución hu-


mana, Saavedra define el derecho correspondiente a ella
como "el producto de la lucha biológica, individual en un
principio, social y moral, después".

La segunda fase corresponde ya a la vida histórica del


hombre y comprende al surgimiento de las normas de de-
recho, justicia, leyes, cuyas raíces no dejan, por este adita-
mento de cultura, de ser biológicas.

Ingresando a la consideración de lo que es la justi-


cia y el derecho, Saavedra expone las ideas de Spencer.
El sentimiento de justicia según éste tiene un elemento po-
sitivo Oa vida misma) y un elemento negativo (las restric-
ciones que sufre el individuo). El derecho, por su parte, en-
traña "un elemento de lucha por la existencia, energía y
ggoísmo, al comienzo; atenuada en la edad histórica".

El Estado, como realidad jurídica, por esta razón se ha-


ce cargo de "contener las agresiones y garantizar los dere-
chos sociales" emergentes de los intereses y la concurren-
cia de las leyes darwinistas de adaptación y selección f2).

Para Saavedra esta explicación de la justicia, el dere-


cho, el estado, es plenamente científica, la suma de la ciencia.

En el capítulo destinado a estudiar el origen del dere-


cho señala la existencia de dos direcciones opuestas:
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 233

- aquella que tiene un fondo moral en la explicación


de la sociabilidad y una orientación religiosa,
- y la que sostiene que el derecho se origina en la
lucha por la existencia.

En el primer caso la fundamentación radica en el "es-


piritualismo tradicional" .•. que hace de la libertad del hom-
bre, el factor de toda manifestación social y humana" y pa-
ra la segunda, el "positivismo darwinista que no reconoce
otra ley que los fenómenos humanos, que el transformismo
evolucionista".

Saavedra no los excluye sino que los concilia. La pri-


mera forma de explicación correspondería a la etapa geo-
lógica de la vida y la segunda a la época histórica regida
por la justicia y el derecho.

"Por consiguiente, anota a modo de síntesis, no puede


confundirse las condiciones de vida psicológica y social del
hombre primitivo prehistórico, con las del hombre primitivc
histórico, como se hace en la indagación de la génesis del
derecho" (3).

Recurriendo a Fouillé, Spencer, Tarde, Darwin, Tylor,


Garófalo, Saavedra sienta las siguientes conclusiones:

1 . El ensanche evolutivo de las relaciones del derecho


obedece a una ley biosociológica animal y social.

2. El período de existencia está caracterizado por el


desarrollo de fuerzas vivas hacia el exterior, una di-
sipación de movimiento según Spencer, continuando
234 JU A N A L BA R R A C I N M I L LA N

siempre la asimilación, concentración e integración


de elementos de subsistencia, pero tan sólo en equi-
librio con los desgastes vitales.

3. El tercer período es de disolución en que la concen-


tración no compensa el desgaste y la disgregación
de fuerzas. Parece que en la vitalidad de los otros
organismos y de las sociedades, domina la ley de
atracción en sus dos formas, centrípeta y centrífuga,
cuyas reacciones y fuerzas de equilibrio, producen
el crecimiento, virilidad y muerte de los organis-
mos (4 ).

'Saavedra habla (Cap. III) de una "transformación psico-


lógica del sentimiento jurídico" a causa de una "ley psico-
lógica" de las sociedades. Según ésta, a la ley de la lucha
por la existencia le siguen los conceptos de simpatía y jus-
ticia, con cuyo surgimiento no desaparece su base darwi-
nista. "Hoy mismo, afirma, por mucho que nos vanaglorie-
mos de haber llegado a las cumbres del derecho altruísta,
esos antagonismos externos de nación a nación y de raza
a raza, tienen una justificación aparente en la filosoña de
la lucha por la existencia con su ley de selección y super-
vivencia de los más aptos. Invócase el germanismo contra
el latinismo decadente (según esta teoría) y al germanismo
exuberante se opone la misión del eslavismo y del imperio.
lismo sajón" (5 ).

Esta exposición de la latencia del darwinismo sobre el


culturalismo, está extraído por Saavedra de Gumplowicz, so-
ciólogo siempre presente en esta época de la sociología bo-
liviana; aunque no sea sino para justificar en sus puntos de
Bautista Saavedra
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 237

vista, Saavedra estudia también la obra de Stuart Mili,


Spencer, Thering y Savigny.

Para Saavedra -en cualquier caso que se considere la


analogía entre un organismo y la sociedad o el supuesto de
no ser la sociedad más que la forma superior de la biolo-
gía- siempre habrá un principio regulador permanentA,
que forma la fundamentación de la analogía; éste consiste
en sentar la semejanza de la unidad celular, base de toda
estructura biológica, con la persistencia de una misma idea
en ·el fondo de todas las instituciones humanas cualesquie-
ra que sea el punto de vista histórico o filosófico desde el
cual se le considere (6 ).

De esta semejanza -hoy inaceptable- Saavedra sa-


ca, como conclusión, una rotunda afirmación de que la lu-
cha por la existencia y la necesidad de defensa, "tienen un
valor verdaderamente científico" para la explicación de las
1 elaciones jurídicas.

La justificación biologista de esta tesis se funda direc-


tamente en Spencer a quién sigue en su teoría del origen
del derecho con completa convicción si comparamos su
vehemencia y su dominio sobre el positivismo, con la da
otros profesores de sociología como Sánchez Bustamante .,
Roberto Zapata. "La Justicia" de Spencer es explicada aquí,
sin eclecticismos, porque forma parte de la ideología de
Saavedra y de su personalidad de profesor universitario.

Objeta a Kant en cuanto a la omisión en que incurra


éste -según Saavedra- de no considerar el derecho co-
mo "fuerza" orgánica que atrae y concentra las libertades y
238 JU AN A L BA R RA C I N M I L L A N

necesidades del hombre, "error parcial" del racionalismo


kantiano que sólo se resuelve con eJ utilitarismo, el naturn-
lismo y el positivismo, posteriores.

No vamos a ingresar en el comentario de estas corrien-


tes sociológicas, pero sí vamos a mencionar lo que Saave-
dra considera complementario a Kant según Stuart Mill (que
añade la noción de la armonización de intereses de cada
uno con el de todos}, de modo que la libertad de cada uno
quede limitada por otras libertades del evolucionismo (que
hace "suficiente" la explicación del derecho como paso de
estados egoístas y anti-sociales a estados simpáticos y so•
ciales dando lugar a la ampliación de la libertad y la res-
tricción de la autoridad}.

En la separación del objeto del derecho penal de la


teoría general. Saavedra recurre a Ferri que distingue la
existencia de organismos individuales y organismos socia•
les y a Lombroso que sostiene que la existencia del dere-
cho y la justicia no es sino la regla de la primitiva vigen-
cia de la venganza y finalmente a Spencer que habla de
la evolución del derecho penal como función de conserva-
ción de la sociedad, como órgano insensible, para la con-
servación de la vida de sus miembros que son órganos
sensibles.

Saavedra sintetiza la evolución del derecho penal des-


de las formas elementales de su "función primitiva", hasta
las complejas de la "función gubernativa". llegando a la
venganza de sangre y a la composición, en cuya virtud la
defensa privada pasa a hacerse defensa orgánica de la so-
ciedad. El condicionamiento histórico de cada uno de estos
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 239

cambios es indispensable para comprender la filiación de


cada época.
En la segunda parte del libro, Saavedra expone los co-
nocimientos existentes sobre las instituciones sociales de los
pueblos antiguos del oriente: la India y el pueblo hebreo; de
los pueblos del occidente: Grecia, Roma y los germanos; las
instituciones penales de la Edad Media; de la Epoca Mo-
derna y la Contemporánea, en sus direcciones más impor-
tantes: el racionalismo, el utilitarismo y el positivismo.

A Saavedra le corresponde más que a otro la tarea d~


Introducir en la enseñanza universitaria las doctrinas de la
antropología del derecho, popularizando a Lombroso, Lau-
vergne (estudio de las tendencias criminales), de Ferrus (es-
tudio del régimen penitenciario y sus reformas), Prosper Lu-
cas (herencia criminal) Casper en Alemania (sobre la fiso-
nomía de los criminales), Winslow en Inglaterra (frecuench
de la locura entre los delincuentes), Morel (sobre las conse-
cuencias de la herencia en el surgimiento de la locura, el
parentesco entre la degeneración y la locura).

Saavedra consideraba a la escuela italiana de antro-


pología criminal como la principal y a Italia como "el país
que ha dirigido los pasos de la civilización penal"; incluye
a la escuela alemana representada por Krapelin; a la austria-
ca con Ottolenghi; a la rusa con Charcow y a la inglesa con
Spencer. En cuanto a la criminología y al derecho penal ex-
plica las ideas centrales de Lombroso y Ferri.

"Los Orígenes del Derecho Penal y su Historia", cons-


tituye el primer libro positivista escrito bajo rigurosa expo-
sición doctrinal como texto de enseñanza universitaria.
MO JUAN ALBARRACIN MILLAN

Usando las mismas frases empleadas por Saavedra, pa-


ra calificar "Pueblo Enfermo" de Arguedas, podemos decir
que este libro marca con "piedras blancas" el desarrollo de la
cultura jurídica de la época, dominante en Europa.

C. De la "criminalidad ayma:ra"
a la "defensa" del proceso Mohoza.

Aunque estos trabajos están relacionados con el exa-


men de un hacho social de la revolución federal de 1899, la
importancia de sus conclusiones es notable para compren-
der las derivaciones posteriores de la actividad del profe-
sor spenceriano.

Para Saavedra la "hecatombe humana" de Mohoza era


la "manifestación de un estallido feroz y salvaje de una ra-
za atrofiada moralmente, o bien, degenerada hasta la des-
humanización".

Saavedra les atribuye al desarrollo de la astucia, des-


confianza, crueldad, etc., al fenómeno de la "selección", co-
mo defensa frente a la opresión de los españoles y de los
criollos bolivianos, antes y después de la república.

Psicológicamente los indios aymaras aparentan una


"abyecta sumisión" cuando se encuentran en inferioridad de
condiciones, pero en grupo son "altaneros, tercos, atrevidos"
y pueden llegar a transformarse en "fieras temibles".

La masacre de Mohoza es presentada como una expre-


sión de las "condiciones étnicas y psicológicas del indio".
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 241

De Lorenzo Ramírez, su líder, Saavedra tiene esta des-


cripción lombrosiana: "cráneo asimétrico, arcos zigomáticos
pronunciados, orejas pequeñas, planas y sin dorso; ojos par-
dos, pequeños, vivaces, barba, rala, negra, hirsuta; mandí-
bula inferior pronunciada", etc.

No se trata, para este positivista, partidario de Lombro-


so en antropología criminal y conservador en política, de
enjuiciar los movimientos campesinos en su dimensión so-
cial y política. Los presenta como autores de un "levanta-
miento", organizando una "indiada", con fines de "extermi-
nio de los blancos", etc., frases y términos con los que se
condenaba toda acción democrática de los indios y se lo3
condenaba a represiones implacables. En cuanto a posibles
ideales, Saavedra no los niega pero para él son "obsesio-
nes" de "orangutanes sangrientos".

. La dramatización que hace de la masacre de la patru-


lla pandista en el templo de Mohoza es descrita escalofrian-
temente como parte de la lucha de razas. Veamos algo de
esta literatura saavedrista:

"Aullaban, gesticulaban y se disputaban como lobos


hambrientos sobre la carne palpitante de sus víctimas. Arran-
caron los ojos, cortaron las lenguas y mutilaron los testícu-
los para devorarlos con indefinible placer". ¿Criminales na-
tos? ¿Salvajes lombrosianos? El mismo Saavedra no está
muy seguro, porque recurre enseguida a Tarde para situar
el hecho dentro de los delitos colectivos. Pedro Churqui uno
de los aymaras procesados, no tenía intenciones de matar,
dice, pero contagiado por la muchedumbre en su "fiebre ho•
micida de exterminio de la raza blanca", mata con furor.
242 JU AN A L BA R RA C I N M I LL A N

Por este camino Saavedra ingresa en la tesis de que la


masacre de Mohoza no tiene un carácter étnico sino social
y que la forma de combatir estos estallidos colectivos como
las revoluciones socialistas o anarquistas, es anticipándose
a ellos con "medios indirectos", evitando la violencia para
no crear nuevas consecuencias de violencia social.

Con los indios deben hacerse planes de colonización


como lo hacen los ingleses en la India, llamándolos a las
industrias y al ejército. Esta solución corresponde a la rea-
lidad -afirma- porque se trata de una raza degenerada
en vías de disolución final, incapaz de enfrentarse con éxito
al blanco.

Discurriendo con Ferri, comenta la división que hace éste


de la "criminalidad atávica" y la "criminalidad ervoluü-
va", observando que éstas no se dan separadas y pueden
presentarse juntas.

En un esfuerzo indirecto por atenuar el darwinismo do-


minante, Saavedra asegura que en todo lo que se ve, no
hay sino guerra y en la guerra no hay delitos sino vence-
dores y vencidos. Y, que por tanto, pese a todas sus cruel-
dades, no se puede llevar a los indios al banquillo de los
asesinos, ignorando su contenido social. Así dejaba Saave-
dra, muy abierto el juicio sobre el derecho de los indios a
la rebelión para hacer conocer sus problemas.

Empero, entre el 19 de abril de 1901 -fecha de este tra.-


bajo y el 12 de octubre del mismo año, día en que tiene
lugar la "defensa" del abogado de los procesados- ha:r
un considerable cambio de ideas.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 243

Incorporado a la actividad judicial como cibogado de-


fensor de los indios procesados por los crímenes de Mohoza,
hizo famosa la defensa de los caudillos indios. En la "de-
fensa" de los procesados de Mohoza desaparece t=!l aboga-
do y surge en su lugar el sociólogo; a éste no le interesa
la exposición jurídica y repara poco en el estado del trámi-
te judicial; lo que le importa es demostrar "sociológicamen-
te" la necesidad del aniquilamiento de las razas indias, es•
tigmatizadas por el darwinismo imperante como repugnan-
temente inferiores.

Panfleto trágico del racismo, la "defensa" de Saavedm


venía a ser una requisitoria implacable contra los indios.
condenados no sólo a penas impuestas procesalmente sino
sancionadas históricamente. Esta "defensa" es quizás la pie-
za literaria más anti-india que pueda existir en toda la so-
ciología boliviana como documento del racismo blanco. Con
este juicio empieza el interés de Saavedra por conocer el
papel desempeñado por los indios en el pasado histórico
de Bolivia y la naturaleza de su situación social en el
presente.

Para darle claridad al estudio de este trabajo me ocu-


paré de él en sus conclusiones sobre la sociedad indígena.
Desde sus primeros trabajos Saavedra ha sostenido, co-
mo conclusiones, estos puntos teóricos básicos:

a) La inferioridad racial del indio (preferentemente


aymara).
b) Su degeneración histórica (retrogradación con res-
pecto al pasado).
c) La inevitabilidad de su ruina final (frente al blanco).
U4 JUAN ALBARRACIN MILLAN

Saavedra manifestó estos aspectos del problema, en su


famosa "defensa" del proceso Mohoza; su exposición, por
esta circunstancia, es enunciada en forma didáctica, pues
busca demostrar, discursivamente, sus afirmaciones. La pri-
mera proposición fue presentada en los siguientes términos:

a) "¿ Qué -ha sido el indio en la colonia y qué, en el


presente?".

La respuesta a esta cuestión no ha podido ser más pa-


radógica, tratándose no de una condenación sino de una
"defensa" de los indios encausados; escuchémosle: "Ape-
nas una bestia de carga, miserable y abyecta, a la que n,:>-
hay que tener compasión y a la que hay que explotar hasta
la inhumanidad y lo vergonzoso" (6).

En la atmósfera profesora! impuesta por el "defensor"


frente al tribunal no existen inhibiciones ni mediatizaciones,
sino un conjunto de proposiciones que van más allá de
aquella a~diencia judicial porque están dirigidos al con-
senso público de la nación, a la esencia de la cuestión hu-
mana y a la acción de la misma historia; allí, transformada
la mesa judicial en tribuna pública, se consumó esta des-
carnada acusación que en otros tiempos la sostuvo victorio-
sa Jorge Oblitas, diputado de la Asamblea Nacional d'3
1880, con duras amenazas contra la sociedad india. Veinte
años después, al repetir con entera convicción, esta justifi-
cación sociológica, decía de la condición del indio:

"El indio dentro de este régimen es un híbrido porque


no es un ciudadano, ni persona, ni cosa; ni tiene propiedad,
mujer e hijos que no sean a la vez del blanco o del mes-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 24,

tizo; que muy especialmente, en la calidad de patrón, mili-


tar, cura, juez, corregidor, es el que devora en la campiña
las entrañas del miserable indio".

Era evidente que Saavedra ponía por audiencia, en es-


ta defensa, a toda la nación y que el supremo juez ante el
que hablaba no era sólo su auditorio sino el mismísimo tri-
bunal de la historia. ¿De qué otro modo Saavedra podía
fundamentar la ley sino iba a ser bajo la condenación orga•
nicista?

Por esta razón, en su exposición, no acucie tanto al có-


digo del procedimiento penal como al verbo del Conde Go-
bineau, para sostener, ante la hía sobriedad de los jueces,
esta tesis biologista:

"Bien se yo que la ciencia social, cuando examina los


fenómenos étnicos de razas o clases dominadas y dominan•
tes, no los juzga con sentimentalismos emolientes, compade-
ciendo a los débiles; más bien parece aceptar un proceso
continuo de luchas y dominaciones más o menos rudas, más
o menos atenuadas entre grupos, razas y clases, perpetuo
antagonismo que es, sin embargo, el factor de todo progre-
so y civilización".

En este texto expositivo de sus razones está presente el


sociológico antes que el jurista. Su fundamento no se en-
cuentra viva y en toda su plenitud, en la constitución repu•
blicana sino en la exacerbación de los conquistadores es-
pañoles que tres siglos antes destruyeron las culturas in•
dias en nombre de la superioridad racial.
M6 JUAN ALBARRACIN MILLAN

b) El segundo aspecto de las conclusiones de Saave-


dra, Uene el respaldo de Le Bon, cuyas ideas anticientíficas
se encuentran presentes casi en todos los sociólogos de es-
ta época. Saavedra dice profesoralmente sobre la degene-
ración india:

"Si una raza inferior es colocada junto a otra superior,


necesariamente tiene que desaparecer, como dice Le Bon, y
si de consiguiente, hemos de eliminarlos, porque constitu-
yen un obstáculo y una rémora en nuestro programa, hagá-
mosle franca y enérgicamente, sin creer como muchos que
las escuelas de primeras letras bastan para transformar ...
1a condición . . . social de los indios".

Esta era también la tesis de Pando, expuesta en el pri-


mer volumen de este estudio, acerca de la inconveniencia
de la asimilación cultural de los indios, dificultada por el
menor desarrollo cerebral del indio, el mayor costo de su
educación, y lo económico que resultaba su eliminación.

c) La teoría de la lucha de razas, no conduce a com-


promisos; ella lleva, inevitablemente, a la dominación de
una raza sobre la otra, mediante el esclavizamiento o l,.x
eliminación física. En Saavedra esta conclusión está admiti-
da como una victoria, cuando afirma: "Hemos triunfado lo3
blancos porque somos los más fuertes, porque los aymaras
son una "raza degenerada" que vive sus últimos días".

Saavedra sostenía que en Bolivia convivían dos nacio-


nes diferentes: la de los indios, como raza inferior condena-
da a extinguirse y la de los blancos, como raza superior,
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 247

destinada a mandar. El veredicto histórico que da, tiene dos


soluciones, según los casos o situaciones concretas:

- La colonización india planteada ante los jueces así:


"Hagamos de los indios lo que los ingleses hicieron
de la India".
- Su eliminación inevitable, exigida en estas palabras:
"Y si éste, agotado el sufrimiento, se rebela contm
sus opresores ... , entonces hay que aplastarlo co-
mo a un animal peligroso" ... (7).

El impacto de esta "defensa" sociológica de los proce-


sados de Mohoza, fue completo; fueron ejecutados algunos
condenados y otros recibieron largas penas de reclusión.

Sin embargo, tras de este suceso, Saavedra contrajo uu


compromiso íntimo con su propia conciencia: investigar la
prehistoria andina, pues no se podía hablar del indio en
términos zoológicos cuando la primitiva cultura andina, gran-
diosa en su época, era obra de sus antepasados. ¿ Cuál es el
sentido cultural de sus instituciones fundamentales a través
de la historia? ¿ Qué fundamento tienen las creaciones cul-
turales de los indios, su idioma, religión y arquitectura?
¿Debe ser condenado, junto al indio actual, todo su pasado?

Como responsabilidad impuesta frente a estas cuestio-


nes que habían surgido después de su famosa "defensa", se
impuso, a sí mismo, la tarea de investigar el ayllu, como
raíz de la cultura india. A ella se entregó con verdadera
dedicación, después de aquella célebre condenación públi-
ca de los indios de Mohoza.
248 JU AN A L BA R RA C I N M I L L A N

D. Las investigaciones sobre el ayllu.

La incursión de Saavedra en la etnografía andina, re-


sultante del interés mostrado como abogado "defensor" de
los indios en el proceso de Mohoza, tiene en "El Ayllu"
(1903), un trabajo que ganó de inmediato un prestigio que
lo consagró como un científico social descollante del positi-
vismo sociológico.

Con este libro Saavedra dio motivos suficientemente ex-


plicativos de su interés por el estudio de la sociedad indíge-
na y, en particular, de la situación pasada y presente del
ayllu y el indio. Las preocupaciones sobre la vida social del
indio no eran exclusivas de este o aquel pensador, tomado
aisladamente, sino parte de la corriente impuesta por la So-
ciedad Geográfica de La Paz que por aquellos años tenía
publicados ya, no sólo algunas obras de la antropología de
d'Orbigny, sino también los más recientes de Nicolás Ar-
mentia, José María Camacho, Manuel Vicente Ballivián, con-
tinuados posteriormente, por los conocidos trabajos de
Posnansky, Nino, Martarelli, etc. La misma Sociedad Geo-
gráfica publicó un trabajo dedicado al indio en aquellos
años. No debe olvidarse, además, que durante estos años,
Bolivia se vio conmovida por la rebelión del Willca, Pedro
Zárate, los movimientos campesinos del líder Tito en Tin-
quipaya, Potosí; las prolongadas acciones de armas en
Challana donde los campesinos defendían sus tierras con-
tra una compañía gomera, así como los movimientos de to-
bas y chiriguanos en la región oriental del país. El éxodo
campesino provocada por la crisis de la agricultura, debido
a las sequías pero también a las consecuencias comercia-
les del tratado de 1904, despertaron la atención de todos por
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 249

el destino del indio dentro del nuevo siglo. El surgimiento


del indigenismo en la novela (Arguedas, Cornejo), el cuen-
to (Ricardo Jaimes Freyre), la poesía indianista de Tamayo
(Odas), Pinto (Wankaras), se encuentra comprendido, asi-
mismo, dentro de lo que he venido en llamar el "gran de-
bate" sociológico sobre el indio (Tamayo en la "Creación
de la Pedagogía Nacional", Arguedas en "Pueblo Enfermo·'
y Saavedra en "La Democracia en nuestra Historia"). Si qui-
siéramos precisar más taxativamente esta situación vería-
mos cómo el liberalismo sintió esta crisis y cómo la resol-
vió, porque mientras científicamente se incrementaba consi-
derablemente el estudio de Tiahuanacu, los pueblos indíge-
nas, la antropología social, la novela, etc., políticamente te-
nían lugar sangrientas represiones. El indio, considerado y":I.
en decadencia, emergía de la guerra civil 1898 -1899, co::i
renovada fuerza, como factor político. Ante estos hechos in-
ocultables, casi todos se preguntaron dramáticamente: ¿Cuál
iba a ser la situación del indio en el siglo XX? De ésta y
muchas otras preguntas surgieron los debates y las tenden-
cias ideológicas, una de las cuales es "El Ayllu".

Este libro tuvo dos ediciones principales, la de 1903 y la


de 1913; las reimpresiones posteriores (la tercera es de 1938,
la cuarta de 1955 y la última de 1971), no introducen más
modificaciones. Por su importancia examinaremos aquí, el
texto de la tercera edición, porque es en ésta y no en la pri-
mera, donde se ve a Saavedra en su verdadera personali-
dad de investigador. Por esta razón, debemos aclarar algo
que no puede pasar desapercibido: la década que medi'l
entre ambas ediciones. Acaso, han sido las necesidades SCl•
dales y políticas dominantes entre ambas fechas, las que le
han dado a cada una de estas ediciones, un sello particular.
250 JU AN A LBA RRA C I N M I L L A N

Sin embargo, pasar por alto, enteramente, la primera


edición, no sería aconsejable de ninguna manera, ya que
importaría una omisión injustificable.

A causa de estas circunstancias, dejando el juicio so-


bre "El Ayllu" de 1913, como estudio de fondo, sintetizare-
mos las proposiciones iniciales de Saavedra, con carácter
previo, a un juicio definitivo.

La primera característica del libro es su base etnográ-


fica bajo la cual se encuentra situado el estudio del ayllu.
Saavedra muestra encontrarse bien informado de la escuekt
etnográfica inglesa, así como de las obras del norteameri-
cano Lewis Margan y el alemán F. Engels.

La idea central de la investigación radica en la búsque-


da de la unidad irreductible de la sociedad andina a través
del ayllu y cuál es el grado de similitud de ésta con otra'i
organizaciones similares en otros continentes.

Ideológicamente está interesado en sacar conclusiones


sobre la evolución del ayllu a través de la sociedad ayma-
ra y la quechua.
Aunque admite el progreso a través de la evolución
positivista, acepta también la degradación social para ex-
plicar las diferencias de estructura social entre los dµerentes
grupos, desestimando la tesis de d'Orbigny de que los hom-
bres participan de una sola y misma especie.
En 1913 "El Ayllu" se encuentra encuadrado bajo u,1
rígido positivismo sociológico. Se divide el libro en capítu-
los para darle un tratamiento metódico y una estructuracióa
SOCIO LOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 2~ 1

más adecuada. Esta reedición del libro, da respuestas a las


cuestiones que en 1903 no se había animado a plantearlas.

Saavedra había constatado que las instituciones socia-


les primitivas del continente tienen afinidades y semejanzas
institucionales en su modo de establecerse, en sus desarro-
llos, en la extensión del lenguaje y en sus líneas arquitectó-
nicas, en la constitución antropológica de sus pobladores,
en los usos y en las costumbres que tienen sus habitantes.

Para ordenar esta primera observación referida a las


instituciones prehistóricas, Saavedra tuvo que realizar una
preparación teórica previa, estudiando a Margan y Engels,
entre los historicistas; a Lubock, Westennak, Bachofen y
otros investigadores de la escuela inglesa; a los cronistas de
la colonia y a los naturalistas más recientes como Humboldt
y d'Orbigny. •

La conclusión más importante que sacó de estas lectu-


ras es que existe, en el curso seguido por todos los momen-
tos históricos particulares, una línea ascendente de desarro-
llo. Esta tesis era correcta como fenómeno histórico y obe-
decía al gran influjo que ejerció sobre su pensamiento la
"Sociedad Primitiva" de Margan.

Esta consecuencia lógica, extraída de sus observaciones


preliminares, era la misma que le sirvió de punto de par-
tida y fue enunciada por Saavedra del siguiente modo: "la
teoría de la gens era la que resolvía cualquier problema en
este campo de investigación de un modo satisfactorio y que
tendrá que volverse los ojos hacia los tres tipos clásicos: la
gens, la fatria y el clan o tribu" (8 )
252 JU AN A LBA RRA C I N M I L L A N

De esta universalidad del desarrollo de la gens, esta-


blecida por el etnólogo norteameñcano Lewis Morgan y desa-
rrollada por F. Engels, Saavedra saca la conclusión de que
el ayllu andino era en Améñca lo aue la ':lens griega en el
mundo antiguo.
Con esta deducción sienta su premisa de que la pñme-
ra forma del ayllu andino es la aymara, célula básica da
la sociabilidad prehistórica ameñcana, tesis que confirma-
ba la anteñoridad del pueblo aymara a toda otra cultura;
el ayllu aymara resultaba siendo, en consecuencia, la insti-
~ción predecesora, la que al ir ampliándose posteñormen-
te habría dado oñgen a otros tipos de ayllus conocidos co-
mo el quechua en el Perú y el callpulli en México.
Para penetrar en el pasado del ayllu aymara --época
·sobre la que carece de datos- Saavedra parte del aylb
quechua, su sucesor, porque sobre él sí existen testimonios
escritos dejados por los cronistas españoles de la época d~
la conquista, y la colonización. Invirtiendo procedimientos,
al formularse el estudio del ayllu aymara por el quechua,
propone la necesidad de partir de los datos existentes y da
la aplicación de la filología ameñcana. Saavedra siguió es-
'te método de trabajo en sus investigaciones.
Si se raspa un poco en el barniz quechua, sostiene, que-
. da como roca firme el ayllu aymara y su civilización, a la
que califica de "extensa, supeñor y antigua a la incásica".
El testimonio de esta forma superior y antigua sería Tiahua-
.nacu, cuya cultura está vinculada a la aymara. Contaba
.Saavedra con el respaldo de d'Orbigny, en cuanto a la gran
antigüedad de los aymaras como fundadores de la culturcx
andina.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 253

Para Saavedra el ayllu quechua, tal cual lo vieron los


españoles, no era sino el ayllu aymara, llevado a una fase
superior a consecuencia de la prosperidad incaica. El ori-
gen mismo de su raíz, no es quechua sino aymara. En to-
do caso, escribe, si esta institución no tuviera su origen en
el aymara ambas tendrían un mismo punto de partida, afir-
mación con la cual no se altera la primogenitura andina
del ayllu.
Saavedra estimaba, en las condiciones presentes, que
la constitución del ayllu en su forma aymara o incásica, te-
nía en el presente, la misma importancia.

Sin embargo, históricamente, no debe olvidarse que el


mismo Saavedra distingue dos etapas del ayllu: la forma
primitiva o aymara y la forma moderna o quechua. Aunque
estos aspectos históricos tienen su propia valoración, el cen-
tro de interés no se encontraba en este punto, sino en iden-
tificar al ayllu, sea cual sea su forma, con su unidad bási-
ca, a partir de la cual se darán en el futuro, las institucio-
nes prehistóricas de los indios, derivadas de él.
De ahí el interés por establecer, como principio positi-
vista, la "unidad irreductible de la asociación" primitiva
que responda a esta cuestión;

¿ "Cuál ha debido ser la unidad de donde procedieron


todas las combinaciones, todas las modalidades sociales?
¿Ha sido el individuo, la familia, la gens, la horda, el clan
o la tribu"?

En su entusiasmo por encontrar una respuesta satisfac-


toria, Saavedra no vacila en acudir al examen de la gens
254 JU AN A LBA RRA CI N M I L LA N

griega. Dice al respecto: "Los ayllus aristocráticos del Cuzco,


en su organización interna, tienen una exacta correspon-
dencia con la constitución patriarcal del gens griego o de
la gens latina, en que el parentesco de sangre o nombres
se trasmite de generación en generación masculina, por re-
presentación del pater familias".

Para darle exactitud histórica a este tipo de institucio-


nes se apoya en Clement Markham quién sostenía que la
autoridad dentro de los ayllus quechuas tenía la siguiente
procedencia: "Todos los jefes o mejor dicho, los cabecillas
de los ayllus o linajes fueron llamados "incas" y no fue
sino hasta una época posterior que el nombre pasó a ser
título especial de la familia real".
¿No había tenido este mismo procesamiento histórico lll
sociedad romana?
Garcilazo de la Vega decía que "los incas de la sangre
real (vivían) divididos por su ayllu, que es linaje, que aun-
que todos ellos eran de una sangre y de un linaje, descen-
dientes del rey Manco Kapac, con todo eso hacían sus di-
visiones de descendencia de tal o cual rey, por todos los
reyes que fueron, diciendo: éstos descienden del inca fula-
no, aquellos del inca sutano y así por todos los demás".
De esta condición del ayllu quechua Saavedra quiera
investigar su antecedente para encontrar un período ante-
rior, correspondiente al aymara.
En la base de la sociedad andina anterior al quechua,
surge, "en los albores de las poblaciones aymaras", el ayllu,
con anterioridad a toda organización tribal o nacional.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 255

Esta rigurosa disposición histórica hace que el ayllu


aymara sea situado precedenremente a la quechua.

Si el ayllu aymara es anterior al quechua -se pregun-


ta-, ¿cómo era éste?

Para responder a esta cuestión, ingresa en deducciones


de orden lingüísüco, que es, para Saavedra, el segundo fac-
tor de comprobación de la veracidad prehistórica.

La difusión geográfica del aymara, apunta, denota una


expansión social aymara continental. Gran parte del conti-
nente se encuentra bauüzado en sus piontañas, ríos, lagos,
planicies, con voces aymaras. Es a esta época de civiliza-
ción aymara que cubre casi a todo el continente, correspon-
de el ayllu aymara primitivo que en términos cronológicos
puede llamarse, época megalítica".

¿Qué evidencias exisren de que los aymaras hayan exis-


tido en esta época? Saavedra contesta: los chullpas, ellos
son los comprobantes de esta antigüedad aymara andina.

Las particularidades del ayllu aymara primitivo, des-


cansan, en primer lugar en su carácter familiar. Esto es lo
que Saavedra puede decir de él, ya que nada aporta con
respecto al tercer factor de investigación consanguínea.

El ayllu quechua, en cambio, ha tenido muchos de los


atributos de la gens latina, estudiada por Morgan. Saave-
dra lo dice, comparando los procesos de ambos pueblos.
"La gran civilización a que llegó el Imperio del Sol, al igual
que el romano, se operó mediante la asimilación lenta y
silenciosa de las instituciones de los vencidos".
256 JU AN A L BA R RA C I N M I L L A N

Esta última parte permite ingresar al concepto de "ven-


cidos". Según los cronistas los pueblos vencidos por los In-
cas eran salvajes que vivían en completa desorganización.
Se citan testimonios de Cieza de León, del Virrey Toledo y
de otros testigos de la época. Saavedra quiere refutar estas
afirmaciones de los cronistas, afirmantlo que "al lado de las
organizaciones del imperio peruano existían tribus salvajes
disgregadas, en plena degradación social". "Estas tribus bien
pudieron ser miradas como restos degenerados de otras orga•
nizaciones nacionales" ... "Y en tal pendiente degenerati•
va encontraron los descubridores a los aymaras" (9).

¿Cuál fue la posición de Saavedra frente a la presencia


de estos pueblos salvajes? Desestimar que la presencia de
tales hombres pudiera modificar "la antiquísima organiza-
ción familiar del ayllu". En defensa de esta tesis, introduce
el concepto de degeneración social; dice de ellas, son "anti-
guas naciones que habían caído en desgracia completa".
Relacionando todas estas tra,iscripciones necesarias, se
obtienen conclusiones contradictorias. La más importante
sostiene la tesis de la degradación aymara; así dirá textual-
mente "la degradación que atribuimos a los pueblos ayma-
ras que en el altiplano andino y comarcas adyacentes es-
bozaron una civilización digna de consideración, no puede
extenderse a todas las tribus del continente" ('º).

Es en este punto que descansa el racismo anti-aymara


de Saavedra y su principal interés por sostener que la de-
cadencia nacional se debe a esta degradación del indio.
En la teoría de Margan la gens da paso a la fratria, és-
ta a la tribu y el conjunto de éstas, a la confederación de
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 257

tribus, de cuyo seno nace la nación moderna, liquidando al


pa$ado comunitario de la humanidad y abriendo la era de
la civilización bajo el triunfo de la ciudad, la creación del
estado, el ejército, la propiedad, etc. En la teoría de Saave-
dra, al ayllu sigue la marca y a ésta el suyo, momento en·
el que el Tawantinsuyo cae destrozado por la invasión es-
pañola, cortándose el proceso nacional; por esta razón los
pueblos indígenas no pudieron llegar nunca a crear las ba-'
ses de su etapa de civilización, según los términos de Mo:r-
gan. Saavedra no estudia en su libro ni la marca ni el suyo/
pero al referirse al proceso de destrucción de aztecas y que-·
chuas, atribuye como sus causas no a factores externos c~
mo la conquista sino a factores íntimos raciales. Escuché-
mosle a Saavedra: "Las razas que habían esbcn:ado la civi-'
lización precolombina, eran de esas sin gran tonicidad para
resistir y reaccionar al choque de una invasión". La guerra
española librada contra los quechuas venía a ser la prue-.
ba de la inferioridad racial de los indios, no sólo militar. ·

Ningún sociólogo de nuestros días y menos aún los his-


toria.dores aceptarían estas explicaciones sobre el carácter
social de la conquista y la colonización de América, como
tampoco pueden aceptarse las conclusiones generales for-
muladas en "El Ayllu" acerca de la "degeneración" del
aymara frente al quechua y de ambos frente aJ criollo:
Saavedra empero, queda satisfecho en 1903 con esta tesis
de la degradación india, pues, cuando en 1920 publicaba
"La Democracia en nuestra Historia", ninguna de estas con-
clusiones fueron revisadas, como se verá cuando el soció-
logo, en posición nihilista, desahuciaba toda posibilidad
de progreso mientras habiten Bolivia los tipos de razas que
actualmente la arrastran al atraso. Saavedra necesitabCY,
258 JU A N A L BA R R A C I N M I L L A N

convencerse y convencer a los demás, que la causa de los


fracasos de la república venían del proceso degenerativo
del indio.

E. Masa y élite en la sociedad. boliviana.

Al ingresar en el examen de los temas que Saavedra


incluye en "La democracia en nuestra historia" -su prin-
cipal obra- debemos referirnos con carácter previo al pro-
yecto de reforma electoral propuesto por Saavedra en octu-
bre de 1918. Las ideas desarrolladas aquí son importantes
porque constituyen soluciones concretas ofrecidas a la na-
ción en momentos muy próximos a su ascensión al gobier-
no de la república en julio de 1920.

Saavedra parte de una distinción política esencial: exis-


ten, escribe, dos clases de democracia. La primera, la del
número, de la masa, que es rígida y está fundada en el pac-
to social roussoniano. La segunda o de la de las élites, es
viva y orgánica, esencialmente dinámica y funcional.

No es difícil saber lo que se propone Saavedra con es-


te desdoblamiento que en otros países se conoce simplemen-
te como democracia y fascismo. Pero veamos cómo exclu-
ye la democracia rígida de la democracia dinámica.

La primera forma no es en Bolivia sino puramente teó-


rica; está copiada de otros países e impuesta a la nación.
Ignora la realidad, la idiosincracia nacional. su ciclo histó-
rico. Esta es la democracia boliviana.

La segunda debe ser la verdadera expres1on política


del país porque está ad-ecuaaa a s;:i catucterística, toma en
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 2:19

cuenta su composición social, sus dificultades geográficas,


sus deficiencias.

Diferenciando, bajo esta fundamentación filosófica, el


roussonianismo y el spencerismo, Saavedra propone acep-
tar esta última, como realidad dada y no lo primera, por
ser una "ilusión del liberalismo romántico del siglo pasa-
do" (Prólogo a la "Política Parlamentaria de Bolivia"). Pro-
pone para la primera una "ley que venga a sanear el su-
fragio de las impurezas y vicios que le tienen corr6mpido,
maleado, prostituido".
Para Saavedra, las "impurezas y vicios", tenían su ori-
gen en la presencia de los indios, los militares y los curas.
Por esta razón lo primero que sugiere es privarles del voto
y por tanto de la ciudadanía. La exclusión del indio obede-
ce a su incapacidad política, mientras que la de los milita•
res, policías y curas, por incompatibilidad de funciones. La
condición del indio le sigue a éste por donde se encuentre:
sea comunario o colono, esté en el campo o la ciudad; sea
cual fuera el trabajo que tenga. Lo único que le puede sal-
var, de acuerdo con el Proyecto, es hablar español y ves-
tir a la europea. En todos los demás casos, debe negársele
el voto.

Saavedra sabía que el indio representaba al 80% de


la población boliviana por eso declara: no me interesa e~
número sino la calidad. Pero Saavedra no sabía que el len-
guaje nada tiene que ver con la ciudadanía, lo mismo que
la vestimenta o la religión, como factor discriminaüvo.
Los fundamentos sociológicos expuestos aquí son cla-
ros y se encuentran concretados en términos concretos. No
260 JU A N A LBA RRA C I N M I L L A N

interesa, sostiene Saavedra, que no todos voten sino única-


mente los elementos más capacitados. Los males de la de-
mocracia no se curan universalizando el sufragio sino cui-
dando su selectividad, al que llama fundamento ético. Es en
la calidad y no en la cantidad donde debe buscarse la efi-
cacia del sufragio. Corroborando esta posición de crítica
al sistema vigente, argumentaba: "Entre nosotros, por una
generalización absurda de los falsos principios del igualita-
rismo roussoniano otorgamos el derecho de ciudadanía po-
lítica a todos, incluso a los indios", proponiendo a continua-
ción, como una medida de progreso institucional, "apartar
--en adelante- a ese ser sumido y abyecto --el indio-
de funciones que no están al alcance de su espíritu".

Este fue el verdadero Saavedra, el mismo de la "defen-


sa" de los procesados de Mohoza, el de "El Ayllu" y "La
Democracia en nuestra Historia" y no el que pintó la publi-
cidad interesada mostrándolo como al defensor de las le-
yes sociales, el caudillo de la cholada y hasta el precursor
del socialismo.

El racismo anti-indio lo lleva a Saavedra muy lejos en


la consideración del problema de las nacionalidades indí-
genas. Los involucra en la causa de la perversión rousso-
niana de la democraciu en el pasado de la república. Sin
embargo, a quién correspondió refutar esta acusación fu.a
al propio Saavedra quién para nada nombra al indio cuan-
do señala las ccmsas del retraso democrático. Escuchémos-
le: "La historia toda de nuestra vida autónoma no es sin<:>
la comprobación diaria de que la democracia jamás des-
cendió a nc.,sotros ni se hizo carne en nuestras instituciones
políticas . . . Abandonamos la soberanía de la barricada (a
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 261

causa de nuestra orgía política en que habíamos vivido) pa-


ra entrar en la comedia indígena y vil del gobierno repre-
sentativo".

Para Saavedra la frase "orgía política" designa al si-


glo XIX y "la comedia indígena" al siglo XX. Estaban nom-
bradas las fuerzas -aunque literariamente- que imposibi-
litaron la democracia boliviana.

Pero Saavedra sabía argüir de acuerdo a sus necesida-


des ideológicas. No son los grandes hombres los que hacen
la historia por sí solos, afirma en defensa de los cabecillas
de la "orgía política" del siglo XIX y de la comedia indig-
na y vil del siglo XX. Por tanto no hay responsables perso-
nales que señalar. Es el pueblo, en su integridad, el que
debe responder por la clase de gobiernos que se da. Entre
esta gente del pueblo debe encontrarse el indio, el gran
responsable del manipuleo electoral Por tanto hay que edu-
carlo antes de hacerle votar. Para educarlo hay que encon-
trarle un maestro: ese no puede ser el melgarejismo ante-
rior ni el montismo contemporáneo, sino el saavedrismo co-
mo "minoría apta", de "elementos intelectuales" y "hom-
bres moralmente potenciales".

Los nuevos maestros del pueblo, encargados de su edu-


cación tenían esta doctrina de la que el mismo Montes ha-
bría quedado espantado: excluir la "cantidad" en el sufra-
gio e instituir la "calidad" en el gobierno. Año y medio más
tarde Saavedra interrumpía 40 años de gobiernos electora-
les -1880 -1920-, apoderándose del Palacio Quemado en
nombre de la "democracia orgánica". Allí, sentado en la
262 JU AN A L BA R k A C I N MI LLA N

silla presidencial him leer a la nación su libro principai,


"La Democracia en nuestra Historia", en lugar de la "ley
fundamental del sufragio".

F. Las ideas sociopolíücas del período de madurez.


Para comprender el sentido de la obra principal de s•1
período de madurez, "La Democracia en nuestra Historia",
es necesario partir del examen de la naturaleza del esque-
ma social adoptado por Saavedra, esquema que incluye sus
obras anteriores: la "defensa" del proceso Mohoza y
"El Ayllu".

Aunque el positivismo boliviano le dio prestigio de


"ciencia" a la clasificación racista de la sociedad boliviana,
ésta no era sino una supervivencia del viejo prejuicio co-
lonial impuesto por España para justificar su dominación ya
que no tenía otros medios su preeminencia de potencia con-
quistadora. La división en razas tiene este sello colonial y
no obedece sino a intereses de la época; durante tres siglos
ella fue la única explicación aceptada. El criollismo, ni antes
ni después de la república, pudo revisarla; tal era su iden-
tificación con el pasado, pese a que la independencia había
hecho triunfar ya la igualdad de derechos y la abolición de
toda esclavitud. Las doctrinas racistas que en pleno si-
glo XX se esforzaban en difundir prejuicios raciales, no de-
jaban de constituir un agresivo extravío teórico por lo
absurdo que resultaba plantear la extinción de los indios en
un país de indios; habiendo nacido el racismo sobre la base
discriminativa de la colonia, desaparecida ésta, no tenía
por qu' seguir subsistiendo dentro de la república democrá-
tica que constituía su negación.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 263

Saavedra hizo grandes esfuerzos para superar el racis-


mo anti-indio, sin conseguirlo nunca; al abandonar la de-
fensa de la raza blanca como fuerza dominadora, como ya
lo vimos en la primera parte, después de 1920 ingresaba en
otras formas de racismo, como se verá. Esta fue la gran li-
mitación de la que no pudo curarse.

En el plano de la investigación histórica, según Saave-


dra, España debe ser tenida siempre como una puerta de
ingreso a una interpretación real del "sentido de nuestra
historia"; empero, parece que esta presencia española no
tiene ya las virtudes que le reconocían Arguedas, Pando,
René Moreno y otros, como raza superior, porque Saavedra
habla del español como de un ser "indisciplinado, indivt-
dualista, perezoso e indolente", esto es bajo razones psico-
sociales.

El tipo de racismo que sustenta Saavedra, no es cierta-


mente, de apología del español con el que anteriormente,
simbolizaba a la raza blanca. En 1920 Saavedra está con-
vencido de la incapacidad del español para dirigir el futu-
ro de la sociedad boliviana; ahora no identifica a ninguna
"raza pura" como directora de modelos de cultura; su con-
cepción de raza e historia es más compleja como se ve en
esta formulación posterior: "¿ Qué es la historia sino la ela-
boración lenta y secreta de unas razas fundidas en otras dP.
elementos étnicos que se amasaron y confundieron, para
disgregarse en nuevas razas que vuelven a mezclarse de"3-
pués?". El hispanismo, de raíces coloniales, se encuentra li-
quidado aquí; en la perspectiva del futuro ella no juega y:r
ningún papel. Tal era la conclusión a la que llegó Saavedra
264 JU A N A LBA RRA C I N M I LLA N

en 1920 con respecto a la superioridad racial del español


tenazmente defendida en 1901.

La otra cara de la realidad, aquella que se alza como


una pesadilla del racismo positivista, es la indiada. Saave-
dra no. puede negar que el 70 por ciento o más de la socie-
dad boliviana es india; ni que el 90% del tE.rritorio nacional
pertenecía a áreas indias; aún menos, qu& casi toda la act!•
vidad industrial reposaba en el trabajo de brazos indios.

Saavedra no encuentra en estos hechos, extrañamente,


una razón para reconocer su importancia; todo lo contrario,
ello le basta para acusar a los indios de que son la causa
de la postración del Estado boliviano. Si pudiera salir Boli-
via de sus indios; tales eran los postulados de este racismo
darwinista.

El indio, según "La Democracia en nuestra Historia", no


es más que un ser "endeble físicamente y mentalmente" En
una ocasión menos solemne y académica, pero también más
agitada, Saavedra decía en el Parlamento al intervenir en
el debate sobre la masacre de Jesús de Machaca: "la co-
munidad indígena es una llaga, un chancro, una pústula".

¿Podía ser una raza como ésta la base de una nación?


Nunca, Saavedra no ve ninguna posibilidad de progreso
mientras el indio exista como base demográfica del país.

Cuando ingresa al estudio sociológico del mestizo, la


equívoca realidad americana, creada como una maldición
por la colonia, no vacila en denunciarla de "fruto in-
ferior, de.sazonado, agrio, insidioso" ... (11 ).
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 265

No existiendo otras razas que integren la sociedad boli-


viana, resultaba amargo evidenciar que en Bolivia no po-
día contarse con fuerzas humanas que den al país la cohe-
sión, vitalidad y esperanza que necesitaba para salir de S'!l
infortunio; este era el desconsuelo en el que Saavedra ha-
bía caído en esta revisión racista del presente.

El examen, empero, no concluye aquí, porque como to-


do positivista, Saavedra ingresa en la consideración de los
actores que participan de la vida social. En primer lugar,
conviene destacar el sentido psicológico bajo el cual Saa-
vedra cree encontrar los móviles de la historia. Ella, afirma,
no debe ser comprendida sino como "el testimonio de este
desequilibrio psicológico" nacido del mestizaje hispano-indio.
Resultaría desconsiderado no atender estas tesis posi-
tivistas, como factores concurrentes y ca-existentes; en ho-
nor a la exactitud, el mismo escritor no es tan categóricD
cuando se trata de precisar las "causas" sociológicas efi-
cientes; en este manejo de "factores", cita, entre otros, la
geografía, tema trillado de los positivistas y aún los pre-
positivistas.
"El ambiente ñsico -sentencia- es molde externo que
modela los pueblos, la temperatura, la humedad, las con-
diciones eléctricas, el calor".
Saavedra no explica cómo actúa este factor sobre la
sociedad y la historia, fuera de señalar que ellos son parte
de la vida social, aspecto que nadie discute. En Bolivia se
dan todos los climas, todos los paisajes, todos los ambien-
tes físicos, como lo destacó d'Orbigny. ¿Cuál es el resultado
de su presencia en la vida social del país?
266 JU A N A L BA R R A C I N M I L LA N

Utilizando el ambiente físico, más que como explicacióu


de su acción sobre la sociedad, como una impugnación,
Saavedra habla del territorio boliviano en sentido fatalista.

"El territorio donde se nace y muere, es uno de los fa-


talismos históricos a que están condenados los pueblos" ...

Esta afirmación no se encuentra respaldada por ningu-


na demostración que la fundamente; se trataba de una sim-
ple conjetura extraída de los sociólogos que siguen la direc-
ción geopolítica. A pesar de tan aventurada afirmación, di-
cha en términos generales, Saavedra pretende aplicarla al
caso boliviano, las causas del atraso, cuando escribe:

"Fijar el solar territorial donde se formó Bolivia no ha


estado en el arbitrio de los hombres" ...

Este lamento no tiene sentido, porque sus efectos pesi-


mistas signüicarían la imposibilidad del progreso en Bolivia.

Este acopio de desperdicios psicologistas, organicistas,


geopolíticos, biologistas, etc., se ven peligrosamente mezcla-
ciados cuando Saavedra los utiliza para dar soluciones a
los problemas bolivianos.

Cuando parecía que había cumplido su tarea de reunir


los aspectos negativos de estas corrientes sociológicas, Saa-
vedra pone en consideración una última cuestión más: la
herencia, escuchémosle:

Si Bolivia, como nación, descansa sobre un "conjunto


de fuerzas ciegas, de necesidades imperiosas, de complica-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 267

dones humanas" ... , ¿"cuál será, pregunta a los bolivianos,


nuestra acción propia en la lucha constante para liberamos
de las tiranías fatales de la herencia y del medio"?

Si como hemos visto, los bolivianos tenemos por heren-


cia a los díscolos españoles, los cholos insípidos y los indí-
genas fosilizados, por una parte y por otra, un medio qua
nos condena a un fatalismo histórico", la respuesta no pue-
de ser más asqueante. Saavedra no intenta siquiera apun-
talar lo que debería hacerse para escapar a aquel destino
y poder salir de las "tiranías" que nos oprimen. Lo presupo-
ne, empero, cuando interroga:

"¿Llegaremos algún día a dominar nuestros fatalismos


históricos? ¿Llegará nuestra raza QUE NO SERA LA NUES-
TRA (el subrayado es nuestro) . . . a dominar la tiranía de
nuestros destinos y formar de este pueblo y de su población
una nacionalidad poderosa, culta y justiciera"?

La respuesta que tiene preparada Saavedra es deses-


perante. Ella ha sido la más completa negación y la más
categórica condenación que se haya podido dar sobre Bo-
livia en toda su historia ideológica y política. Ningún críti-
co ha destacado este nadismo esterilizante en el más acti-
vo de sus caudillos.

Dentro del proceso de surgimiento de unas razas y de


degeneración de otras, concepto éste puramente biologista,
Saavedra niega, por principio, toda petición de igualdad
democrática. "La democracia, sostiene, no es ni puede ser
régimen de igualdad matemática" y aunque esta definición
es puramente escolar, con ella se quiere significar, simple-
268 JU AN A LBA RRA C I N M I LL A N

mente, la afirmación de las minorías raciales como élites


dominantes. ''T,a democracia tiende a ser la acción de mi-
norías, moral e intelectualmente superiores".

Concepto tan original de la democracia como éste, no


sólo contradice el origen mismo del término sino que lo des-
virtúa, pues las elecciones, esta piedra de toque de la pro-
paganda liberal durante medio siglo, no debía ser un ins-
trumento de consulta y elección sino un procedimiento pa-
ra "operar la selección de los mejores". Queda sobreenten-
dido que los mejores eran los blancos, pero no cualquier
blanco, sino el blanco republicano.

Ante deducciones tan desconcertantes es difícil com-


prender lo que Saavedra quiso plantear. Si la salvación de
Bolivia -término insustituible de los liberales y sus suceso-
res republicanos, etc.- está reservada a una raza que no
será la nuestra, porque blancos, mestizos e indios, tal como
se los conoce hoy carecen de capacidad, entonces, ¿qué
hacer? Si los procesos de selección deben servir para ele-
gir a los mejores y como éstos no existen entre los repre-
sentantes de nuestras razas, ¿quiénes serán éstos, en un
país que aún no tiene la raza que la "salvará"?

Esta disconformidad con el presente, en aras del futuro,


constituye una condenación absoluta de la sociedad de te-
rratenientes de su época y una forma de nihilismo nacio-
nal. La negación total, la desesperación completa, sólo pue-
den llegar al desconocimiento de los esfuerzos bien inten-
cionados de pensadores como J. A. Aramayo, A. Quijarro,
J. Méndez o del denodado tezón de Camacho. A. Arce y N.
Campero, representantes que no pueden caer dentro de lo
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 269

que Saavedra llama: "Carencia de ideas luminosas y direc-


trices". Nada más superficial que sostener que en Bolivia
sólo se "ha copiado servilmente" y que el pensamiento, del
que no se excluye, "suele ser producto de una mayor luci-
dez de entendimiento".

A propósito de esta curiosa defensa del pesimismo, Saa-


vedra se ha ocupado de esta actitud mental, con algún de-
tenimiento, en su obra póstuma, escrita después del año 20:
"La Aurora de la Independencia Hispanoamericana".

Para resumir el pensamiento de Saavedra sobre el pe-


simismo, vamos a señalar entre otras cosas, lo siguiente:
Saavedra equipara pesimismo con descontento y negación
y sitúa a éstos como fuerza de mejoramiento. Este descon-
tento tiene que ser sistemático para posibilitar el progreso:
en caso contrario "la desconfianza de las cosas y los
hombres" quedaría en "estéril duda" y en nihilismo.

El optimismo, según la definición de Saavedra, es un


estado de satisfacción que se funda en "una honda repug-
nancia a la revisión de los valores convencionales, en un
marcado horror a los balances morales que pueden arro-
jar revelaciones crueles de la quiebra de nuestras con-
ciencias".

Saavedra considera que es mejor la crítica que el con-


formismo. "No mirar la realidad por temor a encontrarla
mala, sería engañarse a sí mismo" . . . El pesimismo devie-
ne en "disciplina, saludable, deportiva ... estímulo de nue-
vas acciones más internas y más elevadas" (12).
270 JU A N A L BA R R A C I N M I L LA N

Esta defensa del pesimismo no llega a explicar el sen-


tido del nihilismo de Saavedra, expuesto, en sus trabajos
posteriores, por ejemplo, en "El último jirón de la patria" (19371,
en el que pueden leerse frases como éstas, fruto de una deses-
peración harto comprensible después del fracaso de los li-
berales y los republicanos en la organización del Estado:
"Y ahí estamos donde estamos y somos lo que somos: un
país sin riquezas, sin industrias, sin virtudes cívicas, des-
preciadas las virilidades ciudadanas, extinguidos en ester-
tores intermitentes los últimos alientos de patriotismo sacri-
ficado, derrotados en todas las fronteras, despojados por
los vecinos, marchando a la deriva, al soplo de pasiones y
apetitos indignos. ¿Cuál será nuestro pa.venir"? (13). Esta
pregunta iba dirigida a "los superhombree" bolivianos, a los
que "conciben los destinos, las finaliáades de su raza, de
su nacionalidad", no al pueblo "congregado heterogéneo"
que es apenas "rebaño".
¿Dónde se encuentra en este pesimismo "el idealismo
fecundo y renovador de que habla Saavedra como "reme-
dio" de mejoramiento? Ciertamente que en ninguna parte,
porque como escribía en 1908: "Todos los sistemas político3
son inmejorables siempre que produzcan el resultado de la
supernacionalidad".
Sus autocríticas de vejez, no son específicamente socio-
lógicas, aunque van unidas a la exposición de problemas
sociológicos; su importancia viene del hecho de ser ella!¡
parte de análisis descarnado de la realidad social de Bo-
livia, más que de estudios sistematizados.
Las confesiones de Saavedra son claras cuando afirma:
"hemos carecido de concepciones directrices acerca de nues-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA Zi'l

tros más graves problemas nacionales . . . • hemos vivido


sólo el momento actual, sin previsiones, sin planes, sin pro-
gramas y si alguna vez éstos fueron trazados, ha sido pa-
ra no cumplirlos".

Del reconocimiento de esta quiebra histórica surge la


necesidad de la "regeneración", a manos de los extranje-
ros: la inmigración de raza blanca que nos guíe a la meta.

Para separar teóricamente la actitud conservadora de la


progresiva y no confundirlas, digamos que la expresión: "he-
mos carecido de concepciones". sólo es válida para los
sectores dominantes que representaba; en ningún caso esta
frase puede hacerse extensiva a otros sectores avanzados
del pensamiento nacional.

Vista esta concepción pesimista, bajo su marco deca-


dente, no deja de ser reveladora su actitud frente a la crisis
que obedecía el anquilosamiento de esta ideología de cepa
hispano - feudal. El positivismo. no fue liberador para este
ruralismo, sino enervador. En sus entrañas hervía, con sul-
furosas recrudecencias, el siglo xvm conservando su la-
tencia colonial. Tal fue el drama de Saavedra, uno de los
altos pensadores del conservadorismo paceño de las pi;.
meras décadas de nuestro siglo.

Con estas recaídas en el pesimismo entraba en 1920, en


su fase crítica, el positivismo boliviano.
272 JU A N A LBA RRA C I N M I L L A N

CITAS BmLIOGRAFICAS

1. David Alvéstegui. "Salamanc'a' T. II.


2. Bautista Saavedra. "Orígenes del Derecho Penal y su Histo-
ria", pág. 12. La Paz, Tip. Artística, 1899.
3. B. Saavedra, obra citada, pág. 16.
4. B. Saavedra, obra citada, pág. 30.
5. B. Saavedra, obra citada, pág. 33.
6. B. Saavedra. "Proceso Mohoza", pág. 145, incluído en
"El Ayllu, cuarta edición, 1971.
7. B. Saavedra, obra citada, pág. 155.
8. B. Saavedra, "El Ayllu", tercera edición, págs. 33-34, 1955.
9. B. Saavedra, obra citada, pág. 84.
10. B. Saavedra, obra citada, pág. 86.
11 . B. Saavedra, "La Democracia en nuestra Historia", pág. 23,
La Paz, 1921.
12. B. Saavedra. "La Aurora de la Independencia Hispanoame-
ricana", pág. 36, La Paz, 1976.
13. B. Saavedra. "El último iirán de la patria".
CAPITULO VI

LA DECADENCIA DEL POSITMSMO SPENCERISTA

"El que no cambia, perece".


Daniel Salamanc:.a

VI. - Daniel Salamanca

A. Sociedad y Sociología.

La decadencia del positivismo boliviano tiene en Da-


niel Salamanca a uno de sus exponentes más caracteriza-
dos. Lector de Pascal, seguidor de Spencer y adepto de
Ménger, Wieser y Bohm • Bewerk representantes de la es-
cuela austriaca de economía, su obra teórica es, ciertamen-
te, escasa en relación a la abundancia de sus discursos
parlamentarios. Sin embargo de esta insignificancia, -si se
tiene en cuenta lo que escribieron Arguedas o Tamayo-
Salamanca no deja de tener su lugar, tanto por lo que es-
cribió como por el curso histórico en el que le tocó actuar.
Con Salamanca, en efecto, concluye una época, aquella
en la que el spencerismo ocupó el lugar del liberalismo, y
empieza, al mismo tiempo, otra fase del pensamiento bajo
274 JU A N A LBA RRA C I N M I LL A N

el creciente influjo del nacionalismo y el marxismo. Sólo en


razón de haber agotado las posibilidades del liberalismo
boliviano, sepultando a sus líderes en el desastre del Chaco
y haber iniciado el recurso del anti-comunismo en el país,
Salamanca viene a completar el ciclo positivista, cerrándo-
lo. En razón a estas circunstancias, además de otras, es que
incluimos a Salamanca, uno de los políticos encumbrados.
del siglo.
La imagen del hombre corresponde, por entero, al jui-
cio uniforme de sus biógrafos. Al describir su semblanza,.
Porfirio Díaz Machicado escribe: "Preguntarán los hombres
de mañana cómo fue Daniel Salamanca". Y como sintién-
dose impresionado con lo que va a decir, esboza este retra-
to del viejo pensador: "Era un hombre menudo, magro, in-
clinado, doblegado, diremos mejor, por una dolencia indisi-
mulable que le exigía actitudes heroicas para cumplir sus
obligaciones. Limitado en sus alcances físicos, en razón de
su estado de salud, fue un individuo parco, frente a los des-
bordes de la vida ... No trajo al mundo una fisonomía que-
chua y tenía más bien rasgos acentuados del tipo ayma-
ra . . . Le acompañaba un gesto de meditación que tiraba
a ·la taciturnidad" (1). Completando esta percepción fisiognó-
mica del hombre, Demetrio Canelas, adepto suyo, recorda-
ba a Salamanca en su lado anímico: "La conversación con
él, era un poco difícil, a causa de su habitual estado de
concentración espiritual . . . Bajo su apariencia modesta, re-
cogido casi siempre en una actitud de amable atención ha-
cia su interlocutor, centelleaba en él una inteligencia fulgu-
rante" ... (2). Hay que recordar a Maroff, indudablemente,
para conocer su opinión sobre el político que había ido a
la guerra del Chaco sin prepararla.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 275

Nacido en Cochabamba en 1868, en el hogar de una


fomilia de prominente posición en el círculo del "patricia-
do rural" (D. Alvéstegui) cultivó en sus mocedades el esti-
lo epistolar; en las cartas de esta época, que han sido ya
publicadas, no se revela mayor aprovechamiento teórico,
que no sea el corriente, en sus lecturas predilectas de
Bastiat, Malthus, Cicerón, Platón, etc. A los 38 años, un po-
co tardíamente, ingresa en Cochabamba, en la cátedra uni-
versitaria, ganada en concurso, para enseñar economía po-
lítica. No permanece en ella sino dos escasos años, porque
·acepta una diputación por Cochabamba, representación que
-después se hará permanente. El curso de Economía Política
que tenía preparado, en parte, quedaba interrumpido, des-
pués del primer capítulo destinado a explicar la teoría del
valor. En 1921, convencido de que no podrá concluir este
estudio resuelve publicar aquel capítulo terminado que ea
·el que se conoce hoy con el título de "Apuntes para un:x
1eoría del valor".

Una fuerte y crónica dolencia que lo atormentaba hasta


hacerle desear la muerte lo lleva a Europa, en dos ocasio-
nes, en busca de médicos. En estos años de sufrimientos irá
anotando sus pensamientos en un cuaderno, fruto de unll
paciente labor de síntesis de lecturas de filosofía, economía.
estética, política, moral, etc., trabajo que interrumpe en 1917,
dejando como en el caso anterior, inconcluso; sus herede-
.ros, años después, lo publicaban con el título hoy conocido de
"Dudas y Visiones del Camino".

Político activo, ingresó en el partido liberal durante el


gobierno de J. M. Pando, para abandonarlo en el gobiern'l
de Montes y fundar en 1914 el Partido Republicano junto
276 JU AN A L BA R RA CI N M I L L A N

a Bautista 'Saavedra y José María Escalier, del que también


se alejará el año 1920, para crear poco después, su propio
partido, el Republicano Genuino, que le sirvió de apoyo en
1930 para llegar a la presidencia de la república, bajo el
patrocinio de la Junta Militar organizada tras el derroca-
miento de Hernando Siles, en un fácil plebiscito sin oposito-
res. De 1900 a 1930 había pronunciado centenares de dis-
cursos políticos, algunos de los cuales fueron publicados en
los cuatro volúmenes de sus "Discursos Parlamentarios".
Posteriormente, fueron ordenados y publicados sus papeles
sobre la guerra del Chaco bajo el título de "Documentos
para una historia de la guerra del Chaco", en tres tomos.
Se le conocen también trabajos menores publicados en la
prensa como "El engaño del proteccionismo en Bolivia",
"El desarrollo del conocimiento del mundo", "Algunos carac-
teres de la moneda con relación al cambio", etc. Del con-
junto de estas publicaciones -pueden haber muchos otros
trabajos más aún no publicados- se puede sostener qt19
Salamanca fue, en su juventud, u:i:;. apasionado estudioso
de la economía y la sociología; un admirador constante de
Spencer en el período de su madurez, particularmente en
sus concepciones ontológicas y éticas; un lector de Pascal
en su ancianidad y en menor grado, de algunos juristas. Su
vida se vio coronada por la presidencia de la república
desde cuya cúspide inició el anti-comunismo que fue el sig-
no distintivo de su adhesión al patiñismo. Salamanca no
tenía costumbre de registrar sus fuentes de información, pe-
ro sus biógrafos aseguran que leía a Leibnitz, Einstein, Ci-
cerón, etc.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 277

B. El contenido social de los fenómenos económicos.

Salamanca se interesó por la economía desde su juven-


tud. Como en la universidad de Cochabamba no había fa-
cultad de economía, se graduó de abogado, pero el campo
de su mayor interés fue siempre la economía política. Ga-
nado por la actividad política al comenzar el nuevo siglo,
abandonó su proyectada carrera académica así como la
cátedra de Economía Política y el manual que empezó u
escribir como testimonio de aquella frustraciÓ"".

Los positivistas bolivianos, pocas veces se hicieron dis-


cípulos de los grandes pensadores de la culturo europea.
Detrás de los libros bolivianos de sociología pueden verse,
casi siempre, a figuras de segunda y hasta tercera clase,
inspirando sus debates. :Oe este modo pocos profundizan en
Comte, Ricardo, Kant o Hégel. ocupando el lugar de éstos,
Destut de Tracy, Le Bon, Karl Ménger, Korkunou, O. Bunge,
etc., y aún en el caso de los spencerianos, no pocas veces
fueron simplemente sus divulgadores los intermediarios que
más influyeron, como ocurre con el organicismo; por otro la-
do, la tendencia al eclecticismo y al relativismo, buscando
presuntas posiciones de imparcialidad o de equilibrio, influ-
yeron en sus incoherencias y contradicciones de las que pa-
rece que pocos se salvaron en estos años. ¿ Cómo conciliar,
ni consigo mismo, a un escritor que escribe versos con Ho-
racio, política con los radicales franceses, filosofía con Scho-
penhauer y teosoña con los hinduistas? Sin embargo, la crí-
tica no puso reparos al celebrar trabajos tan contrapuestos,
acaso porque también aquellos "críticos" -con los que sa
fue formando la opinión nacional- tampoco se mantenía.1
a la altura de su oficio.
278 JU A N A LBA RRA C I N M I LLA N

El caso de Salamanca -dentro de este cuadro- no es


complejo en sí; su estado de "concentración espiritual", al
que hace referencia Canelas, más que intelectual es místi-
co. Salamanca no desarrolla una teoría, se estaciona con
ideas fijas, provenientes ellas de sus intuiciones metafísicas.
Lee a Spencer sólo en los aspectos que más le agradan,
sin llegar a sistematizar este estudio. Con esta pequeña do-
sis le parece suficiente para tener una base filosófica co,1
que refutar a Platón en sus proposiciones políticas de
"La República"; spenceriano, aún en el campo de la econo-
mía política, éste sigue persistiendo en el trasfondo de sus
tareas de profesor. Refiriéndose a esta permanencia en un
desnudo individualismo, A. Céspedes opinaba sarcástica-
mente que su inteligencia se autoabastecía sin ningún co-
mercio con ideas nuevas (3).

C. "Apuntes para una teoría del valor".

Las primeras ideas socioeconómicas que se le conocen


a Salamanca, se sostienen sobre los principios de la escue-
la austriaca que empezó a hacerse notoria en Viena alre-
dedor de 1870 - 1880. Salamanca no menciona nunca en sus
trabajos, a Karl Ménger (1840 - 1921), profesor de la univer-
sidad de Viena; tampoco a Federico Von Wieser (1851-1826)
ni a Bohm - Bawerk (1851 - 1919), profesor vienés. Sin em-
bargo, les debía a éstos sus fundamentaciones básicas. Al-
guna vez, excepcionalmente, se le ve hablar de Bastiat y
Malthus, pero es poco probable que nunca haya leído •:t
Marx, contra cuyas ideas, precisamente arremetían estos
teóricos de la escuela autriaca.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 279

La teoría del valor, expuesta en la forma en que lo ha-


ce Salamanca, no tiene el carácter polémico que tuvo en
sus maestros, empeñados como estuvieron en destruir la re-
lación valor - trabajo. Para Salamanca, como para sus ins-
piradores que trabajaron dentro del imperio austro-húngaro,
el hombre -tomado fuera de su contexto social- vive de
necesidades que tiene que satisfacer al precio de esfuerzos
que se convierten en sacrificios. Es una lucha individual
más que colectiva por la posesión de la cosa cuya utilidad
se persigue. Como los hombres no tienen una posición ho-
mogénea en la vida, las diferencias de sacrificios se ahon-
dan en esta lucha por aplacar la necesidad y obtener bien-
estar y prosperidad.
La satisfacción de las necesidades, bajo este modo de
ver la actividad económica, no viene a ser un proceso de
interrelaciones mutuas entre los individuos en el proceso da
la actividad productiva, sino un enfrentamiento del hombre
genérico en pos de la cosa; su papel es un asunto indivi-
dual destinado a la satisfacción de sus necesidades.

Si todo se reduce a buscar satisfacciones particulares


mediante el aprovechamiento de las cosas, es indudable
que en ellas debe hacerse distinciones fundamentales. Sala-
manca ingresa así en la explicación del valor de uso y el
valor de cambio, sobre la base de la subjetividad del indi-
viduo. Es valor de uso -escribe repitiendo a los marginalis-
tas- porque sirve para saciar una necesidad. El valor da
cambio está determinado por el grado de utilidad que pue-
de dar al que la necesita y al que lo oferta. La finalidad es
subjetiva y radica en que el hombre está huyendo siempre
del dolor y buscando satisfacción para su bienestar. En este
280 JU A N A L BA R RA C I N M I L L A N

afán universal los hombres van organizando la "coopera-


ción" que es el verdadero "tejido social", concepto central
de la actividad económica que viene a ser "el carácter cons-
titutivo de los fenómenos de la economía política" (4 ).

Esta cooperación tiene dos formas: a) la forzosa y b) la


voluntaria. La primera está impuesta por el Estado como
ocurre con los asuntos de la Hacienda Pública y la segun-
da tiene por eje al individuo y su libertad contractual, de
trabajo, cambio, etc. Resulta poco aceptable que la socie-
dad esclavista sea una forma de la cooperación voluntaria,
según la cual los individuos hubiesen acordado fijar cadu
uno de ellos su participación en la "cooperación", como sos-
tiene Salamanca.

La ley fundamental del valor para el individuo, según


esta posición, está determinada por la misma vida, inde-
pendientemente del sistema económico o político. Por eso es
dolorosa esta exigencia al imponer sacrificios. El límite
máximo de los sacrificios viene a ser equivalente al valor
de las cosas. Por tanto, "el valor de la cosa deseada, es la
resultante positiva, obtenida sobre la potencia económica,
por la posición o conflicto entre la necesidad productora de
sacrificios y la necesidad de anularlos o disminuirlos" (5 ).

El fondo psicológico que actúa a modo de fuerzas pro-


duciendo valor, se encuentra además, en relación con la
estética spenceriana, ~ostenida por Salamanca años des-
pués en las "Dudas y Visiones del Camino".

La teoría que desarrolla Salamanca aquí, consiste en


demostrar que la "necesidad económica" no es trabajo e;.1
Daniel Salamanca
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 283

sí mismo sino "resorte inicial que pone en movimiento las


fuerzas y los recursos del ser humano" (6 ) (p. 393).

Como fuezza subjetiva se manifiesta bajo el aspecto de


un deseo que provoca sacrificios y esfuerzos.

Como fuerza objetiva toma la forma de una: fuerza ten-


diente a anular los sacrüicios y acrecentar las satisfac-
ciones.

Por esta razón entre dos o más grados de sacrificios, el


hombre debe tender por el de menor esfuerzo y entre dos
satisfacciones, la mayor. En todo caso, la fuerza psicológi•
ca sigue obrando en favor de la mayor utilidad. El resulta-
do es que hay "una tendencia primitiva y profunda de bus-
car el placer y huir del dolor" cuyo objetivo es el bienes-
tar. La práctica usual. la ciencia, la investigación no hacen
más que vencer estas resistencias de la naturaleza para
aprovecharlas haciendo mayor el poder del hombre. La fi.
nalidad de reducir el sacrificio humano con respecto a las
utilidades a obtenerse.

En la sociedad humana esta es la ley que obra a mo-


do de ley del menor sacrificio organizando la cooperación.
Esta ley es semejante a la ley de la menor acción que go-
bierna el mundo. De este parecido Salamanca saca la con-
clusión de que "es verosímil que nos hallemos en presen-
cia de una ley cósmica que se revela . . . bajo la forma de
una tendencia invencible a buscar el placer y a huir de-1
dolor" (7) (p. 396).

El progreso social no es sino una consecuencia de esta


tendencia universal que "fisiológicamente es crecimiento,
284 JU A N A LBA RRACI N M I LL A N

psicológicamente placer y económicamente ganancia líqui-


da y bienestar".

Salamanca consideraba que estos apuntes podían ser


considerados como "la base de una teoría general del valor".

En 1922 esta teoría del valor, tomada de la Escuel11


Austriaca, estaba completamente superada, entre otras ra-
zones por las siguientes:

1 . El estudio de la relación entre el individuo y la co-


sa aprovechable, planteado como relación entre las
necesidades económicas y satisfacciones por medio
de las cosas útiles, dejó de ser tema de estudio pa-
ra pasar a ocuparse de las relaciones de los indi-
viduos en el proceso de la producción.
2. El individuo aislado y sin base en un sistema eco-
nómico dejó de ser materia de investigación para
dar paso a estudios del valor dentro de un contexto
histórico, esto es, dentro de un sistema económico
concreto.
3. Las relaciones econom1cas como enfrentamiento de
los individuos con la naturaleza sobre una platafor-
ma universal y constante fue abandonada para dar
paso a situaciones específicas.
4. Al estudiar la relación hombre - medio (satisfacción
de necesidades por cosas útiles) la escuela austria-
ca daba importancia al consumo como posición do-
minante, teoría que fue abandonada ya a fines del
siglo pasado y que Salamanca seguramente no lle-
gó a conocer.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 285

5. Las proposiciones de la escuela austriaca con rela-


ción al cambio consistían en sostener que cada uno
intercambia con otros, no valores iguales sino des-
iguales: cada cual recibe lo que más necgsita y ofre-
ce lo que no le hace falta. A comienzos de siglo es-
te parecer fue superado completamente con la t90·
ría de la circulación que reemplazó a la del inter-
cambio directo.
6 . Bohm - Bwerk sostenía que eran los factores psico-
lógicos lo qug determinaban el valor de los bienes;
la teoría económica posterior sostiene que el nivel
de la producción condiciona la naturaleza de las ne-
cesidades económico - Raciales.

D. Positivismo y Conservadorismo.

"Las dudas y las visiones del camino". Este libro fua


escrito al modo en que Arguedas concibió su Diario y Ta-
mayo su obra poética: registrando sus pensamientos en un
diario íntimo; Salamanca procura no anotar cualquier va-
nalidad filosófica, sociológica o poética, pero ellas no de-
jan de hacerse present9 en el libro.

En uno de sus versos vivenciales escrito durante las


angustiosas circunstancias de su padecimiento físico, decfo:
Salamanca, dramáticamente:

"Arrastrándome voy desesperado


desde las sombras del pasado muerto
hacia sombrío porvenir incierto
que apenas es venido, es ya muertoN.
286 JUA N A LBA RRACI N MI LLA N

Podría decirse de este poema que estuvo entresacad.o


de algún drama de Calderón de la Barca sino formara par-
te de este cuaderno de apuntes escrito por Salamanca, has-
ta sus 44 años de edad, en algunas de cuyas páginas, do-
lorosamente, cuando otros, con esos años, viven aún "j6-
venes y optimistas.

Una aguda dolencia física -irritación del píloro- fue


obrando corrosivamente sobre los primeros entusiasmos de
este juvenil discípulo de Spencer que había convenido con
su maestro, en el ámbito de la ética, que el placer constituía
el corolario de la evolución universal del hombre; pero la
vida con sus imprevisibles sorpresas, ajenas a las prime-
ras floraciones de su talento y de sus sueños, fue hacién-
dole ver la presencia de tempranos sufrimientos, como gra-
nulomas nietzscheanos, ante un mundo que no debía dar
lugar a las quejas sino a la lucha siempre desigual, entre
superiores e inferiores.

La dureza con la que Salamanca expresaba su crecien-


te desconfianza en el proceso de la conducta humana fue
introduciéndole en el descreimiento con respecto al porve-
nir de la cultura; el extremo relativismo con el que juzga
las cosas, aproximándole al vacío del pesimismo, tiene oca-
so, este origen que aflora desde sus íntimas zozobras y ma-
dura en trágicas presunciones de desconsuelo. Bajo sus es-
tremecimientos parece abatirse la mano del escritor sobre
el cuaderno de apuntes que guardará sus desfallecimientos
de 1912: "La noche se avecina y las fuen:as se agotan, sin
esperanza de cosa mejor" ...
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 287

Mas, contra todo presagio de muerte, Salamanca se


impuso, se cur6 en Europa y siguió viviendo hasta que el
desastre de la guerra del Chaco, con sus pesadillas y zozo-
bras, lo mató de angustia, en 1936.

Sus primeros triunfos políticos los obtuvo en el Parla-


mento como diputado liberal. Allí, desde comienzos de si-
glo, hizo populares sus discursos sob:re las libertades huma-
nas, las garantías constitucionales, los derechos ciudada-
nos; su constancia para pronunciar arengas bien medita-
das, en defensa de la democracia política y su decisi6n de
hacerlos valer en momentos difíciles para el parlamento bo-
liviano, le ganaron el prestigio que tuvo entre sus contem-
poráneos como el Marat del patriciado rural y su gloria
personal aument6 aún, mucho más, cuando la vieja socie-
dad, por intermedio de F. Tamayo, lo proclamó como al
"hombre indispensable" de Bolivia, llevándolo a una vic-
toria electoral, sin oponentes, que lo encumbró como al
"hombre único" y "hombre símbolo" de aquellos años pe-
nosos de vacío político.
Cuando en medio del torbellino político en que se vio,
el desesperado de ayer que creía haber traspuesto las fron-
teras de la vida, se convenció que su mal no era mortal;
que el dolor que padecía podía ser pasajero; viaja a Euro-
pa sin vacilar, en busca de médicos, retomando poco de,,;i-
pués con una nueva visión de su destino. Alma retraída en
meditaciones solitarias, tenaz en su oposición al dolor físico
y al desaire moral de sus contemporáneos, en su vejez Sa-
lamanca mira la vida y asiste a sus contiendas, en el dra-
ma doble de actor y de invitado. 09spués del desastre del
Chaco parece decir: Cómo duele ser héroe cuando se ha
288 JUAN A L BA R RA C I N MI LLA N

caído del pedestr::; así Salamanca sufre, cuando no puede


lidiar en igualdad de condiciones con otros afortunados que
todo lo deben al azar o a la fortuna.

E. El spencerismo de Salmnc:mca.

Salqmanca estuvo persuadido, teóricc.mente, más que


por los principios sociológicos, por la ética de Spencer;
diferencias inabarcables lo separaban del sociólogo inglés
que representaba a los intereses industriales de su país,
mientras Salamanca se mantuvo uiempre en el meridiano
rural. A causa de ello, sus ideas estéticas, filosóficas y po-
líticas, no se encontraban ensam1ladas dentro de un siste-
ma general, coherente; ellas carecían, inclusive, de unidad
conceptual. Esta falta de armonización se ve denunciadCJ
dramáticamente, cuando unas veces sostiene la universali-
dad de las leyes sociológicas del evolucionismo spenceria-
no y, en otras circunstancias, sobre todo, tratándose de pro-
blemas sociales internos, no defiende, por ningún lado, el
progreso ni la evolución industrial boliviana.

Sus puntos de vista sobre la conducta ética del indivi-


duo parecen excluirse de esta imperatividad de la evolu-
ción, para dar lugar a una singular teoría acerca de la ne-
cesidad del castigo como norma de autoridad sobre las fla-
quezas de los subordinados.

Considera al hombre, conservadoramente, como un ser


susceptible de extravíos. La conducta social, aparece así,
como un fenómeno puramente moral, encajado en el marco
del comportamiento individual. Lo bueno y lo malo son ca-
minos paralelos, bien delimitados, que no se encuentran
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANE>. 289

nunca, o se está a un lado con el bien, o se está al otro la-


do, con el mal; no existe posibilidad de matizamientos; por
esta separación absoluta de los conceptos de bien y de mal,
como lo aprobado y lo reprobado, lo placentero y lo desa-
gradable, se hace necesario el castigo en los casos de error
o extravío. En estas consideraciones hay mucho de la per-
cepción directa de los problemas de su tiempo, a los que
somete a observación. No existiendo conductas definitivas
ni rectas, se impone el relativismo, la incredulidad en la
constancia de las relaciones y la noción de fragilidad Ética.
Esta colÚU.sión en la validez de las categorías morales tiene
su fuente de sospechas en el hecho de no saber el hombre
en su incertidumbre, hacia qué lado cambia el mundo; el
mismo Salamanca muestra juicios demostrativos de este
convencionalismo: en sus escritos de juventud se ve un uii-
litarismo declarado cuando escribe: "Las razones se apre-
cian con más preferencia por el interés que por la verdad".
Este fondo pragmático, como criterio normativo, evidencia
plenamente, su subjetivismo ético.

En la cúspide del esquema desarrollado por el evolu-


cionismo, Spencer situaba un principio universal único e in-
conmovible, declarado incognoscible; todo lo existente po-
día explicarse por los movimientos de cambio constante, me-
nos aquel principio absoluto. La sociedad evoluciona bajo
esta fuerza directriz, aún a pesar de sus protagonistas. Esto
era lo que enseñaba Spencer; pero, ¿comprendió Salaman-
ca el contenido de esta proposición básica del sistema
spenceriano?

Por el modo de enjuiciar los fenómenos sociales en los


que tenía lugar la existencia del boliviano, se puede afir-
290 JU A N A L BA R RAC I N M I L LA N

mar que Salamanca no siempre obedecía a las nocioneg


esenciales del evolucionismo. Interrumpiendo la teoría del
progreso, caía en prejuicios relativistas, como ocurre en es-
te pensamiento sacado de sus "Dudas y Visiones del
Camino".
"Quisiéramos ser más que todos; los primeros en el
mundo y en los tiempos; y no nos resignamos a ser meno,;
que otros. Aceptaríamos con gusto la desigualdad si nos
fuera favorable, pero nos sublevamos contra ella si son otros
los que se encuentran encima" (6 ).

Los hombres según este juicio, al obrar individualmen-


te, lo hacen aisladamente, sin nexos comunes de sociabili-
dad; no los impulsa las reglas establecidas por la clase, la
raza o la nación, sino intereses acomodaticios, circunstan-
cias ocasionales, a través de las cuales se hace presente,
sin embargo, el espíritu de dominación vital, inherente a to-
das las formas de vida: las guerras internacionales en el
campo de la política mundial y el abuso de poder en las
relaciones internas. Sobre este retablo de la concurrenci;1
social no existe lugar más que para el litigio y el conflicto,
conceptuándose la presencia de las teorías igualitarias só-
lo como una reacción contra esta preeminencia de la des-
igualdad que es innata. "El sentimiento de la igualdad es
una de las más fuertes exigencias humanas". . . anota
Salamanca, pero sólo para mostrar que ésta obedece a la"
"exigencias de los que se hallan desfavorecidos" ... esto
es, como reacción contra la dominación de los menos. ¿De
qué otro modo podría reconocerse en la sociedad el drama
de la oposición entre los dominadores y los dominados? Es
de esta contraposición de fuerzas que surge el conflicto d'3
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 291

la historia: la fuerza deviniendo en ley desniveladora y la


conciencia moral desembocando en tendencias igualitarias;
separar violencia y derecho, en el análisis social, no condu-
ciría al establecimiento de la verdadera realidad.

Al criticar los sistemas políticos y filosóficos igualita-


rios, calificándolos de utópicos, por su "simetría matemáti-
ca de perfección", como ocurre en la teoría de Platón, Sala-
manca juzga que ellos violentan la realidad y los desigua-
les factores que alimentan la vida. Si en la teoría spence-
riana de la evolución, la vida social está contrapuesta a to-
do principio de igualdad, es natural la prevención de Sala-
manca contra toda actividad igualitaria. Fundándose eu
esttx lógica del pensamiento spenceriano Salamanca escri-
birá con sarcasmo contra las corrientes socialistas:

"Todos los organizadores y arquitectos que pretenden


construir la sociedad conforme a sus lucubraciones, manipu-
lbnc:lo al ser humano como un albañil maneja el cem9Ilto y
los ladrillos, cometen un error de apreciación y un grave
error de dirección o sea de ideal".

"Se espera que por la fuerza los materiales humanos s9


acomodaran en sus sitios, para realizar la fábrica imagi-
nada" (9).

El cambio social no puede tener metas hedonistas o pos-


tulaciones éticas invariables de solidaridad o igualdad, sino
el curso irreversible de la desigualdad. Si el cambio supo-
ne la ruptura de todo equilibrio, no puede haber uniformi-
dad en el movimiento sino deshomogenización. "El que no
cambia en este mundo, perece", tal su sentencia ante las evi-
292 JU A N A LBA RRACI N MI LLA N

dencias del "struggle life", biologista. Las postulaciones pla-


tónicas de un efecto generoso de la cultura sobre el instin-
to, como instrumento de armonías sociales, son imposibles.
La vida como energía constante, cambiante, complejizante,
está por encima de toda moral niveladora. No hay pues po-
sibilidad real de empozar las cambiantes aguas heraclitia-
nas !entro de la doctrina dogmatizadora, del bien común.
En consecuencia, el conflicto social no está al alcance de
disputas más o menos razonables sino bajo la mecánica de
evidencias universales como el triunfo de los superiores que
destruyen en los inferiores toda quimera de felicidad por la
igualdad.

De formación académica, Salamanca ha tenido una


acreditada actividad intelectual, aunque su obra escrita no
sea ni extensa ni comprenda diversos canipos especializo'-
dos del conocimiento.

F. Juricidad y realidad.

En muchos de los problemas en los que participó acti-


vamente, argumenta contradictoriamente, dando lugar a si-
tuaciones que hacen ver discontinuidades ideológicas. En-
tre éstas sólo veremos su denodada lucha por la legalidad
constitucional sostenida entre 1900 y 1920; sus planteamien-
tos sobre el problema agrario; su posición frente al desarro-
llo de la minería y sus juicios sobre los problemas sociales.
Tiene también Salamanca estudios sobre el problema ma-
rítimo boliviano, sobre economía, análisis políticos, enjuicia-
mientos críticos sobre el destino de Bolivia dentro del cont!•
nente y criterios pragmáticos sobre una serie de cuestioDe!I
particulares de su época.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 293

Los iniciales éxitos obtenidos en su carrera parlamen-


taria lo identifican con la imagen de un defensor culto de
la legalidad en medio de una realidad sacudida por la vio-
lencia. Sus campañas para hacer cumplir la ley eran algo
más que llamamientos líricos a una juricidad momentánea;
esto es cierto; eran ante todo formas de hacer comprender
la necesidad de reprimir la fuerza como forma directa y
desembozada de imponer la dominación social regresiva. Sus
argumentos en contra del fraude electoral, el avasallamien-
to de la personalidad humana y la imposición de situacio-
nes precarias y artificiales, no tenían por objetivo la sobe-
ranía del pueblo sino la justificación de los sectores libera-
les que representaba; como todo conservador le importaba
el orden que sostenía, en contra de la religión alimentada
por otros sectores opuestos; esta fue una de las razones por
las que algunos de sus críticos han calificado sus campa-
ñas de legalismo, puramente verbal y de apego a la letra
muerta de la ley. Pero, aún en este caso, la defensa de la
legalidad basada en le.. necesidad de presarvar los dere-
chos instituídos en la Constitución Política del Estado, resul-
taban favorables al desarrollo nacional.
En sus intervenciones camarales Salamanca incorpora-
ba frecuentemente a sus discursos varios temas de sociolo-
gía e historia política de la República. Salamanca no era
ajeno al esquema histórico - social que mostraba la estruc-
tura social como resultado de las razas española, mestiza
e india; consideraba a la sociedad boliviana como una rea-
lidad estratificada, dentro del proceso general spencerian'J
de la evolución. En Bolivia la forma de organización social
8l'CJ dominantemente racial; por esta incongruencia de acep-
tar el progreso ajeno y rechazar el propio, Salamanca n~
294 JU A N A L BA R RA C I N M I L LA N

postulaba cambios significativos de avance social, particu-


larmente ref9ridos a los pueblos indios. Pretender reorgani-
zar la sociedad -afirmaba- es caer en la tentación de los
utopistas; era atacar la personalidad individual, su libre
albedrío, su singularidad. Todo propósito de mejorar resul-
taría siendo un forzamiento de los intereses individuales.
Evolución no es progreso. El cumplimiento de la ley es el
recurso de supervivencia de la sociedad frente a los facto-
res qu9 la desorganizan.
Bajo estos señalamientos concurre Salamanca al parla-
mento boliviano en uno de sus momentos de mayor lucidez
crítica: la aprobación del empréstito Speyer para la construc-
ción de una red de ferrocarriles sobre el altiplano, previsto
en el Tratado de Paz de 1904 con Chile.
La concepción que parecía tener Salamanca del papel
del Estado en la dirección de la oociedad no es tan liberal
como parece; muchos elementos directrices del intervencio-
nismo estatal están presentes en sus polémicas contra los
diputados montistas.
El Tratado de Paz de 1904, la red Montes - Speyer de
ferrocarriles, la refomia monetaria, la explotación industrial
del estaño, el aplacamiento de las demandas democráticas
de los indios, constituían un vasto conjunto de problemas
sociales que tenían inspiración más foránea que interna.
De hecho se iba construyendo una sociedad y una econo-
mía con arreglo a la mediterraneidad impuesta. Esto quizá
no se vio muy claro en aquellos días, pero Salamanca pa-
recía darlo por sobreentendido cuando declaraba que la
construcción de ferrocarriles no era un negocio particular
sino estatal y que en tales circunstancias, no podía la na-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 295

ción poner dineros, garantías financieras, concesiones de di-


versa índole, para que una compañía construya el tendido ·
de ferrovías y se quede con todo lo que se iba a hacer, en-
riqueciéndose sin causa y dejando al pueblo en la pobreza.

Salamanca descubre que los derechos de acceso pro-


pio al mar fueron sustituídos por los intereses anti-bolivia-
nos poniendo en lugar del puerto, el tendido de un ferroca-
rril; al denunciar este plan, sostenía que los liberales mon-
tistas estaban transformando este programa foráneo en "es-
peranza frenética y casi loca" del país. ¿ Quería hacerse ol-
vidar la necesidad de mar con este ferrocarril? Los liberales
defendieron esta tesis por conveniencia partidaria, sólo pa-
ra ocultar su debilidad ante la nación frente a la legitimidad
de la deman(hJ. nacional de recuperación del mar. La con-
clusión es que se dejaba de mirar al Pacífico para conten-
tarse con los ferrocarriles.

Esta advertencia acerca de la inexistencia de orienta-


ción en el gobierno boliviano, tiene aspectos críticos y dra-
máticos. "Hace ya bastante tiempo que Bolivia manifiesta en
su conducta la falta de una exacta conciencia de lo que se
debe a sí misma, como nación soberana", acusación que
la mayoría montista no refutó.

La entrega, con carácter de monopolio, de estas comu-


nicaciones viales, importaba además, desposeer al Estado,
único interesado en vertebrar la geografía económica del
país; significaba amarrar al Pacífico las exportaciones de
estaño, cobre, plata y plomo; comercialmente equivalía a
abrir un puente, desde Chile hasta el corazón del país, para
introducir mercancías liberadas de gravámenes aduaneros.
296 JU A N A LBA R RACI N M I LLA N

La "estipulación indigna y salvaje" del contrato Montes-


Speyer, venía a significar la liquidación de las aspiracio-
nes económicas de Bolivia con la naturaleza puramente mi-
nera del tendido, con las condiciones desventajosas del ne-
gocio que transfería capitales bolivianos a propiedad de
mercaderes foráneos, sujetando, finalmente, los intereses bo-
livianos. a leyes de otro país. Es tan grande el estupor de
Salamanca ante el montismo, que en un mumento de im-
cundia no puede menos que exclamar ante el parlamento
boliviano con estas palabras: "¿Pero esta nación está tan
abandonada de la mano de Dios y de sus propios hijos?".
Al no encontrar respuesta a sus planteamientos de parte
del gobierno, se ve obligado a declarar, avergonzado, es-
tas palabras: "La nación ha descendido a la categoría de
un solicitante" ... (1 º). Era su forma de sentenciar la realidad.

El otro aspecto de las críticas salamantinas tiene lugar


sobre el enfeudamiento de las tierras de colonización, entre-
gadas a grandes concesionarios, en extensiones que equi-
valían a inmensos feudos.

El gobierno montista, siguiendo las sugerencias de los


conservadores y de algunos hombres de la Sociedad Geo-
gráfica de La Paz, había aprobado leyes de colonizaciones
disponiendo de las llamadas tierras fiscales con grandes Ji
beralidades para las compañías extranjeras. Debe aclarar-
se que no todas estas tierras "fiscales" estaban despobla-
das; algunas estaban ocupadas por sus milenarios dueños,
los pueblos indígenas.

El motivo argüido en la necesidad de poblar aquellas


sonas sometidas a la codicia internacional. El gobierno libe-
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 297

ral suscribió numerosos contratos con sindicatos extranjeros,


reconociendo a las empresas colonizadoras derechos sobra
extensiones desmesuradas de bosques, praderas y florestas.
Salamanca fue un decidido adversario de esta política agra-
ria, porque, al decir del crítico, se estaba creando un mons-
truoso neolatifundismo en diferentes zonas del país.

La concesión de cinco mil leguas cuadradas de tierras


en favor de la empresa "Fomento del Oriente Boliviano",
en aplicación•de la ley de 1905, era calificada de "mons-
truosa". Salamanca sostenía: "Vamos a entregar a una em-
presa, hasta ahora nada sería, casi todo el departamento
rico de Santa Cruz". Este departamento, afirmaba, está en
mejor situación que el Beni, tiene comercio propio con Bue•
nos Aires y tendrá su mercado allí, pero entregar estas tie-
rras a otros será perjudi$:ial, enriquecerá a otros". Crear
grandes propiedades latifundiarias a modo de "posiciones
feudales" en lugar de constituir una garantía de la sobera-
nía nacional y de la prosperidad industrial de la nación.
constituye una amenaza y un verdadero peligro.

En estas exposiciones teóricas se muestra no solamente


avisor sino también impugnador de las tendencias internas
retrógradas. En una alusión dirigida probablemente a la mi-
nería sostenía que estos latifundios pertenecientes a una so-
la persona, con residencia fuera del país producirá benefi-
cios que no circularán dentro de la economía nacional sino
fuera de ella, al ser exportadas sus utilidades.

Su contrapropuesta tiene este sentido: la colonización


debe hacerse con traslado de grupos humanos internos con
trasplantes demográficos hacia las zonas elegidas, cuidán-
298 JU A N A LBA RRACI N MI LLAN

dose de llevar gente extranjera a zonas neurálgicas como


las fronteras.

Salamanca no tuvo intervenciones tan contundentes co-


mo éstas en otras cuestiones agrícolas, sobre todo sobre las
haciendas y la situación de sus siervos; su silencio pueda
ser sobreentendido, pues era representante de esta clase
social.

G. Contradicciones ideológicas.

Donde la debilidad ideológica de Salamanca se mues-


tra en toda su crudeza es en la participación del Estado en
la cuestión minera del estaño, en auge en aquéllos años;
su proposición frente a la minería es -o aparenta ser- pu-
ramente legalista; en el pleito que sostuvo Montes con las
empresas estañíferas, no sobre aumento de imposiciones
aduaneras, que este era un tema prohibido, sino simplemen-
te sobre el derecho del Estado a disponer de un pequeño
porcentaje de sus disponibilidades en moneda extranjer:x
para satisfacer urgencias nacionales, Salamanca partía del
principio de que los atributos que le confiere la ley al em-
presario, eran absolutos e irrevisables; como propietario el
minero podía hacer uso de sus derechos patrimoniales aún
por sobre el Estado; toda limitación equivalía a una confis-
cación porque atacaba el derecho de propiedad y era ua.
atentado a la libertad de comercio. Las palabras de Sala-
manca pronunciadas en el Congreso, en aquella ocasión fue-
ron muy duras; calificaba la petición del gobierno liberal dP
"operación violenta, contraria a la justicia y al derecho de
las personas", de "medida inconstitucional" y otros adjeti-
vos más.
SOCIOLOGIA BOLIVIANA CONTEMPORANEA 299

Según el criterio del congresista los derecho,.s de las em-


presas mineras estaban por encima de los derechos públi-
cos, sólo porque la ley tradicional lo establecía así, aunque
el Estado tuviera problemas mucho más graves. El mismo
Salamanca sostuvo en una ocasión que estas empresas es-
taban provocando el aniquilamiento económico de Bolivia;
en otra ocasión, sostenía: "Gran parte del valor exportado
queda como utilidad en el extranjero; y sobre esta utilidad
que queda en las cajas de sus dueños, no se puede girar
letra alguna" . . . Podía destruirse el Estado boliviano, como
en los hechos ocurría en aquellos años, pero no se debía to-
car a las empresas mineras. ¿Y qué intereses constituían
estas empresas intocables cuyas utilidades había que pre-
ferir a la suerte de Bolivia? Paradógicamente era Salaman-
ca quien lo dijo también: "La empresa Oploca es chilena;
el mineral de San José es de capitalistas chilenos; el mine-
ral de Llallagua es de empresarios chilenos en su mayor
parte, la de Penny Duncan, también extranjera" . . . Fue en-
tonces que Montes preguntó: ¿Por qué aquellas utilidades
iban a hacer la fortuna Üc otras naciones y no la nuestra?
En este anacronismc, legalista Salamanca se olvidaba, cier-
tamente, de su spencerismo. Más tarde será Salamanca, una
vez más, quién revele sobrecogedoramente que Bolivia vi-
vía reducida al altiplano y a sus minas.

¿Cuál de estos Salamancas tenía razón al hacerse con-


flictiva la pugna entre conservadores y liberales?

En estas disputas parlamentarias Salamanca parecía ol-


vidar a menudo que el spencerismo no era una doctrina es-
colástica sino basada en el conflicto; que sus principios so-
bre la sociedad industrial estaban extraídas de la realidad
300 JUAN A L BA RRACI N M I LLA N

europea y su posición colonial. Sin embarbo, Salamanca no


veía que entre la teoría y la realidad había la misma dis-
tancia que entre Europa y la América Latina; el pragmatis-
mo de la tosca realidad esfumaba todos los conatos socio-
lógicos; esta aparente ilogicidad entre los principios y su
práctica, tenía por fundamento la preeminencia de ésto so-
bre aquellos.

La actitud de Salamanca en el enjuiciamiento teórico


olvidaba estos fundamentos.

No es sólo Salamanca, empero, el único positivista que


puede ser sorprendido en estas contradicciones y vacilacio-
nes; toda la decadencia liberal, se ha mecido en medio de
tales vacíos.

CITAS BIBLIOGRAFICAS

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4. Daniel Salamanca. "Apuntes para una teoría del valor.
5. Daniel Salamanca. Obra citada.
6. Daniel Salamanca. Obra citada.
7. Daniel Salamanca. "Las dudas y visiones del camino", p. 396
8. Daniel Salamanca. "Las dudas y visiones del camino".
9. Daniel Salamanca. Obra citada.
10. Danial Salamanca. "Discursos parlamentarios", p. 50.
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VALENCIA VEGA, ALIPIO


- El Penaamiento Político en Bollvia. La Paz, 1953.
INDICE
INTRODUCCION

Páq.
A. Enjuiciamiento crítico del proceso positivista boliviano 7
B. Raíces históricas . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . • . . . . . • 19
C. Principales movimientos sociológicos de comienzos de
siglo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
D. Liberalismo y positivismo . . . . . . . . . 26
E. El gran debate . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
F. Sociología económica liberal . . . . . . . . . 33
G. El positivismo en las diencias jurídicas . . . . . • 35
H. La corriente católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
I. La corriente socialista del movimiento obrero 38
J. La decadencia del positivismo . . . . . . . . . . . . 39

CAPITULO PRIMERO

La Difusión de la Sociología en la Sociedad IJberal


I. Daniel Sánchez Bustamante
A. Ambito histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
a. Los nuevos rumbos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
El período organicista . . . . . . . . . . . . . . . 48
Los "Principios de sociología" . . . . . . . . • . . . . . . 54
B. El influjo de Comte. La reforma de la eduooción
pública . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
La crítica de la decadencia liberal . . • . . . . . . . . . 72
La transición al psicosoclologismo. El lugar del pueblo
en el pensamiento de Sánchez Bustamante . . . . . . 73
Pág.
Conservadorismo y radicalismo . . . . . . . . . . . . 74
De la Bolivia provisoria a la definitiva . . . . . . 76
Crítica a los terratenientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Apuntalamiento de tendencias democráticas . . . . . . . 78
C. El período psicosociológico. La Escuela Libre de Cien-
cias Sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
D. El período geopolítico y geosociológico. Bolivia, su
estructura y sus derechos sobre el Pacífico . . . . . . . . 86
E. El período pascaliano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

CAPITULO SEGUNDO

El Gran Debale
II. Manuel Rigoberto Paredes
A. El comienzo del gran debate . . . . . . . .. 99
B. Carácter de la época . . . . . . . . . . . . .. 101
C. El influjo de Le Bon . . . . . . . . . . . . . .. 114
D. La composición de clases sociales . . . . . . . .. 116
E. Esquema socio-histórico . . . . . . . .. 120
G. Composición de las muchedumbres ... 123
H. Los partidos políticos . . . . . . . . . . . .. 125
I. Características de la psicología nacional 129

CAPITULO TERCERO

Las Tesis de "Pueblo Enfenno"


III. Alcides Arguedas Diaz
A. El arguedismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l 37
B. Orígenes del arguedismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
C. Esquema sociolÓgico de la sociedad liberal . . . . . . 151
D. Arguedismo e historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
E. La crítica de la cultura boliviana . . . . . . . . . . . . 156
F. Estructuración crítica de "Pueblo Enfermo" . . . . . 158
G. Alcances de la obra arguediana . . . . . . 163
H. Principios arguedianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
I. Terapéutica socio-política . . . . . . . . . . . . . . . 169
CAPITULO CUARTO
Páq.
El lrraclonalismo:
La Dirección Geoantroposociológica
IV. Franz Tamayo
A. El anti-positivismo . . . . . . . . . . . . 183
B. Orígenes de la polémica tamayana . . . . . 183
C. Fundamentos del debate irracionalista . . . . . . 187
D. Las tesis sociológicas de Tamayo . . . . . . . . . 192
E. La sustitución de la raza india por la mestiza en la
formación del carácter nacional . . . . . . . . . . . . . . . 212
D. Irracionalismo y positivismo en la nueva pedagogía 215
F. Las proposiciones de Tamayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

CAPITULO QUINTO

El Conflicto de Razas en la Sociedad Liberal


V. Bautista Saavedra
A. Personalidad de Saavedra . . . . . . . . . . . . . . . 227
B. El positivismo en las ciencias jurídicas . . . . . . 230
C. De la "criminalidal aymara" a la "defensa" del proce-
so Mohoza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
D. Las investigaciones sobre el ayllu . . . . . . . . . . . . . . . 248
E. Masa y élite en la sociedad boliviana . . . . . . . . . . . . 258
F. Las ideas socio-políticas del período de madurez 262

CAPITULO SEXTO

La Decadencia del Positivismo Spencerlsta


VI. Daniel Salamanca
A. Sociedad y sociología . . . . . . . . . . . . . . . 273
B. El contenido social de los fenómenos económicos 277
C. "Apuntes para una teoría del valor" . . . . . • . . . 278
D. Positivismo y Conservadorismo . . . . . . . . . . . . 285
E. El spencerismo de Salamanca . . . . . . . . . . . . 288
F. Juricidad y realidad . . . . . . . . . . . . . . . . .. 292
G. Contradicciones ideolÓgicas . . . . . . . . . . . . . . 298
Este libro se terminó de
imprimir en Julio de 1978,
en los talleres de la Em-
presa Editora "Universo"
La Paz Bolivia

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