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Ser rico para con Dios, es decir, llevar una vida que tenga el favor de
Jehová es, sin duda, la meta más significativa por la que debemos
luchar.
La Biblia nos anima a que nos ganemos una buena reputación ante
Dios (Sl 15:1, 2; Mt 6:19, 20; w20.05 26 párr. 1).
Tal como Jesús explicó, nada ni nadie puede destruir o robar estos
tesoros.
¿Por qué, y cómo podemos hacernos una buena reputación ante
Dios?
“El que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a
ser remunerador de los que le buscan solícitamente” (Hebreos
11:6).
Aunque obedecer puede ser todo un reto, las leyes de Jehová “no son
una carga”.
Por ejemplo: ¿le pediría a uno de sus mejores amigos que cargara un
objeto si supiera que es demasiado pesado para él? ¡Claro que no!
Lo mismo ocurre con Jehová. Él es sumamente bondadoso y
conoce mejor que nadie nuestras limitaciones. Él nunca nos
pediría algo que fuera demasiado difícil para nosotros.
Aprenda a amar lo que Jehová ama y a odiar lo que él odia (Am 5:15).
Imite a Jesús, que tiene las mismas cualidades que Jehová (Jn14:9).
Tener una buena reputación ante Dios nos hace felices de verdad (Sl
119:1, 2). Felices los que son intachables en su camino, los que andan
de acuerdo con la ley de Jehová. 2 Felices los que hacen caso de sus
recordatorios, los que lo buscan con todo el corazón.