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Causa Nro.

14807 -Sala IV- CFCP


“ROMERO, Rafael Carlos
s/recurso de casación”.
Cámara Federal de Casación Penal

REGISTRO Nro:1755/12

//la ciudad de Buenos Aires, a los 27 días del mes de


septiembre del año dos mil doce, se reúne la Sala IV de la
Cámara Federal de Casación Penal integrada por el doctor Mariano Hernán
Borinsky como Presidente, los doctores Juan Carlos Gemignani y Gustavo
M. Hornos como Vocales, asistidos por la secretaria actuante, a los efectos
de resolver el recurso de casación de fs. 754/756, de la presente causa nro.
14807 del registro de esta Sala, caratulada: “ROMERO, Rafael Carlos
s/recurso de casación”; de la que RESULTA:
I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 de Capital Federal,
en la Causa 3422 de su registro, en la sentencia de fecha 26 de agosto de
2011 (cuyos fundamentos se dieron a conocer el día 1 de septiembre de ese
año), en lo que aquí interesa, resolvió: CONDENAR a Rafael Carlos
ROMERO a la pena de PRISIÓN PERPETUA, accesorias legales y costas
(arts. 12, 29 inc. 3º, 45 y 80 inc. 1º del Código Penal).
II. Que, contra dicha resolución, el doctor Jorge Armando
Castañares, a cargo de la defensa de Rafael Carlos ROMERO, interpuso
recurso de casación a fs. 754/756. Este fue concedido a fs. 757, y mantenido
a fs. 772.
III. Que el impugnante fundó su recurso en los motivos
previstos en ambos incisos del art. 456 del C.P.P.N.
Con relación a ello, señaló que ROMERO actuó con emoción
violenta que estalló luego de la despedida de su esposa, argumentando que
las múltiples situaciones que precedieron al hecho demuestran que “… lejos
de ponernos ante un frío calculador, nos hacen conocer a un padre y
compañero amante: dos veces agredido por su esposa pidiéndole divorcio,
privado del afecto de sus hijos que ni siquiera le dirigían la palabra;
perdonando diariamente sus pretensiones de que se vaya de la casa; dando
a ello respuestas de acabada tolerancia y como colofón terminando esas
ásperas disputas dando a su mujer y sus hijos el único bien que tenían, esto
es la casa habitación donde moraban, no quedaba más por pedirle a
ROMERO, quedaba en la calle sin trabajo y sin familia y sin apoyo alguno
para empezar de nuevo”. Concluyó, en tal sentido, que estas circunstancias
minaron el soporte psíquico del imputado.
Por otro lado, el defensor se agravió también por entender que
el tribunal a quo no tuvo en cuenta la posibilidad de que haya habido en la
escena del crimen una tercera persona, la cual –según refirió ROMERO en
sus descargos- lo golpeó en la nuca, dejándolo inconsciente. Sostuvo, al
respecto, que deben tomarse en consideración los restos de semen
encontrados en el cuerpo de la víctima, los que demostrarían que hubo en la
habitación una tercera persona.
IV. Que superada la etapa prevista en los arts. 465, último
párrafo y 468 del C.P.P.N., de lo que se dejó constancia en autos, quedaron
las actuaciones en estado de ser resueltas. Efectuado el sorteo de ley para
que los señores jueces emitan su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de
votación: doctores Mariano Hernán Borinsky, Gustavo M. Hornos y Juan
Carlos Gemignani.
El señor juez Mariano Hernán Borinsky dijo:
Previo a tratar los agravios planteados por el recurrente, cabe
recordar que el tribunal de juicio consideró acreditado que el día 31 de
enero de 2010, en horas de la tarde, Rafael Carlos ROMERO le causó la
muerte por asfixia a su esposa, Celia Raquel Weizel (de la que estaba en
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proceso de divorciarse), mientras ambos se encontraban en un hotel


alojamiento en la zona de Palermo. También que luego del homicidio,
ROMERO envió una serie de mensajes de texto a familiares y amigos,
despidiéndose, y se arrojó a la calle desde la ventana de la habitación en la
que estaban (en el tercer piso), resultando con heridas de consideración. Así
las cosas, cabe señalar que del examen del pronunciamiento puesto en crisis
se desprende que la motivación que sustenta el juicio de reproche y la
consecuente condena aplicada al incuso exhibe argumentos sólidos,
completos y coherentes que impiden su descalificación como acto
jurisdiccional válido -tal como lo postula la defensa en su presentación
casatoria-, encontrándose a su vez ajustada a derecho la calificación legal de
la conducta reprochada, razón por la cual adelanto desde ya que los agravios
del impugnante habrán de ser rechazados.
En este orden de ideas, y con relación al primer planteo de la
defensa, es menester puntualizar que el recurrente no efectuó una crítica
concreta a los fundamentos desarrollados por los sentenciantes para
condenar a ROMERO, limitándose a señalar que la situación emocional en
la que se encontraba ROMERO –quien no deseaba el divorcio, se
encontraba en mala relación con sus hijos y había acordado abandonar el
hogar conyugal en la fecha en la que se produjo la muerte de Celia Raquél
Weizel- determinó que éste actuara en estado de emoción violenta.
Sobre el punto, corresponde recordar que para que concurra el
referido estado, lo relevante es “…que el autor esté emocionado mientras
ejecuta el hecho, precisamente porque la excusa radica en que haya
perdido el pleno dominio de sus frenos inhibitorios; es decir que la
conducta debe ocurrir mientras dura el arrebato emocional. En esta
circunstancia, se dice, radica la diferencia entre la emoción y la pasión:
puede haber un homicidio pasional premeditado, pero nunca un homicidio
emocional premeditado” (Cfr. D’ALESSIO, Andrés José, Código Penal.
Comentado y anotado. Parte especial. Artículos 79 a 306, La Ley, Buenos
Aires, 2004, págs. 26/27 –énfasis añadido). En tal contexto, el tribunal a
quo valoró un importante cúmulo de evidencias que dieron sustento a la
conclusión –a mi juicio acertada- de que ROMERO no actuó en estado de
emoción violenta. Así, cabe mencionar:
a) Las 6 cartas encontradas en el hogar conyugal, así como la hallada en
la habitación de hotel en la que se produjo la muerte de la víctima, las
que según se desprende de las pericias caligráficas fueron redactadas por
ROMERO (además, su letra fue reconocida por su hijo, Jonathan Rafael
Weizel). En éstas, el encausado se despide de sus hijos y aporta datos
sobre la hipoteca que pesaba sobre la vivienda. Al respecto, los
sentenciantes valoraron especialmente que en una de esas misivas
(dirigida específicamente a los hijos), el imputado escribió la frase “para
que recuerden cuando ya no estemos”, denotando el uso del plural su
intención de acabar también con la vida de su esposa.
b) La declaración prestada por la víctima ante la Oficina de Violencia
Doméstica de la C.S.J.N. con fecha 1/6/2009, en la que además de relatar
una agresión sufrida a manos de ROMERO (quien la tomó del cuello),
refiere que el imputado le decía permanentemente que “lo que Dios unió
no se puede separar” y que la iba a matar y después matarse él. A lo que
viene a sumarse la declaración de Jonathan Rafael Weizel (hijo del
imputado y la víctima), el cual ratificó que ROMERO había amenazado
en reiteradas oportunidades a Celia Raquél Weizel.
c) La declaración de Secundino Joaquín Bouzas, amigo de la pareja, el
cual manifestó que en una conversación sostenida con ROMERO meses
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antes de la muerte de Weizel, aquél le refirió que “…iba a matar a


Raquél, y después se mataba él”.
d) Las conclusiones del informe técnico de fs. 272/274, realizado
respecto del teléfono celular del encausado, del que se desprende el
envío de mensajes de texto en los momentos entre el homicidio de
Weizel y el salto al vacío de ROMERO, dirigidos a su cuñada Eva
Weizel, a su madre, a su hermano y a dos amigos, solicitando que
cuidaran a los hijos de la pareja, Jonathan y Greta.
El referido cuadro probatorio es claro en cuanto acredita que el
homicidio de Celia Raquél Weizel no fue producto de una emoción del
momento, sino que era una posibilidad que se encontraba en la mente de
ROMERO desde hacía meses, la que finalmente se concretó del modo
anunciado por el encausado a la propia víctima y al testigo Bouzas.
También, que el hecho constituyó la culminación de una situación de
violencia de género, en la que ROMERO era el victimario y su esposa, la
principal damnificada. Situación que se vio agravada por la negativa del
imputado a aceptar el divorcio planteado por su cónyuge, provocado a su
vez por una infidelidad de ROMERO que derivó en el nacimiento de un hijo
extraconyugal. De allí que deban descartarse las objeciones planteadas por
la defensa en orden a esta cuestión.
Por otra parte, y con relación a la versión ensayada por el
imputado (reiterada por el impugnante en el recurso de casación en estudio)
respecto de la posible presencia de una tercera persona en la habitación del
hotel, la que sería responsable del homicidio de Celia Raquél Weizel, cabe
señalar que dicha posibilidad también ha sido correctamente analizada (y
descartada) por el tribunal a quo en el decisorio atacado. En este orden de
ideas, se desprende de los considerandos de dicha resolución que los
sentenciantes no sólo valoraron la evidencia mencionada supra (que es
concluyente en cuanto demuestra, por si sola, que ROMERO planificó y
ejecutó personalmente el hecho por el que fue condenado), sino asimismo
de otros elementos de prueba que permiten descartar la hipótesis
exculpatoria planteada por la defensa.
Entre estas evidencias se encuentran las declaraciones de los
empleados del hotel alojamiento, que dan cuenta de la imposibilidad de que
una tercera persona pudiese haber ingresado en las habitaciones sin ser
detectada por ellos, habida cuenta de que las mismas tienen un mecanismo
de control que consiste en el encendido de una luz en el tablero de la
recepción cada vez que se abre la puerta, circunstancia que no se verificó
respecto de la habitación que ocupaban ROMERO y su esposa. De lo que se
sigue que únicamente el imputado y la víctima estuvieron presentes en el
lugar del hecho desde que ingresaron y hasta que ROMERO saltó al vacío
desde la ventana, por lo que sólo éste último pudo haber asfixiado a Celia
Raquél Weizel, causándole la muerte. Ratifica esta conclusión la
circunstancia de que las únicas huellas ensangrentadas detectadas en la
habitación pertenecen a pies descalzos y van desde el baño a la ventana por
la que saltó ROMERO, de lo que se desprende que eran del imputado.
Por último, y en lo atinente a los rastros de semen encontrados
en el cuerpo de la víctima, el tribunal a quo señaló que la defensa realizó, en
su alegato, un análisis parcializado de esta prueba, toda vez que los peritos
concluyeron que las muestras podían pertenecer a un individuo “no
secretor” (esto es, de aquellas personas cuyo grupo sanguíneo no se
manifiesta en fluidos orgánicos distintos de la sangre), no habiéndose
descartado que ROMERO tuviese dichas características. A lo que cabe
añadir que la eventual presencia de semen de una tercera persona sólo
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demostraría que la víctima tuvo relaciones sexuales con alguien más en un


tiempo cercano al de su muerte, más no que esa persona estuvo presente en
la habitación al momento de su fallecimiento. Por consiguiente, debe
descartarse la hipótesis exculpatoria planteada por la defensa y confirmarse
el decisorio que viene recurrido.
Por los motivos precedentemente expuestos, no habiendo otros
agravios que tratar, entiendo que corresponde: RECHAZAR el recurso de
casación de fs. 754/756, deducido por el doctor Jorge Armando Castañares,
a cargo de la defensa de Rafael Carlos ROMERO; sin costas (arts. 530 y
531, in fine, del C.P.P.N.).-
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
Que, toda vez que comparto en lo sustancial las consideraciones
efectuadas por el colega que lidera el presente a4cuerdo, habré de
acompañar la solución propuesta.
A mayor abundamiento, he de señalar que a las reflexiones del
doctor Borinsky en torno a que la pretendida aplicación por parte del
recurrente del art. 81 inc. 1 “a” se contrapone palmariamente con el cúmulo
probatorio reunido en autos, debe adunarse que el análisis de la idoneidad
de las causas externas para excusar la emoción violenta también se impone
como obstáculo a dicha pretensión. Ello pues, como he tenido oportunidad
de señalar, la emoción no se conforma en el mero desarrollo interno del
sujeto —de sus sentimientos, de su personalidad—, sino que la ley exige
que las circunstancias hicieren excusable el estado de emoción violenta, es
decir, que lo que las circunstancias tienen que excusar es el hecho de
haberse emocionado violentamente (cfr. causa nro. 392, reg. nro. 8938, rta
el 27/2/2004, caratulada “VELAZTIQUI, Juan de Dios s/recurso de
casación e inconstitucionalidad”).
En efecto, tal como lo destaca Creus, la norma exige, en primer
lugar, que haya existido una causa provocadora de la emoción que sea un
estímulo recibido por el autor desde afuera, pues este estado no debe
haberse conformado en el mero desarrollo interno de sus sentimientos a raíz
de las características de su temperamento —aunque este aspecto no está
excluido, como se adelantó, de la atenuante—. Al decir de Soler, debe
tratarse en el caso de “...un estímulo externo que muestre la emoción
violenta como algo ‘comprensible’” (cfr.: “Derecho Penal Argentino”,
Tomo 3, Ed. tea, Río de Janeiro, julio de 1978, pág. 47 y ss.).
De esta manera, a la luz del tipo penal en cuestión, no se
advierte la impertinencia de la motivación de la sentencia en el aspecto
indicado, que oportunamente señaló que la ruptura matrimonial aludida por
la defensa técnica como detonante del mentado estado de emoción violenta
tuvo origen “en la propia inconducta de Romero (reiteradas llegadas
nocturnas tardías e infidelidades) pero que carecía de agresiones físicas o
verbales de la víctima para con él” (cfr. fs. 747 vta./748).
El señor juez Juan Carlos Gemignani dijo:
En el voto que lidera este acuerdo se han analizado, a mi criterio
correctamente, todos y cada uno de los agravios presentados por el
recurrente, por lo que he de adherir a lo allí expuesto y a la solución que se
propone al acuerdo.
Así lo voto.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el tribunal
RESUELVE:
RECHAZAR el recurso de casación de fs. 754/756, deducido
por el doctor Jorge Armando Castañares, a cargo de la defensa de Rafael
Carlos ROMERO; sin costas (arts. 530 y 531, in fine, del C.P.P.N.).
Causa Nro. 14807 -Sala IV- CFCP
“ROMERO, Rafael Carlos
s/recurso de casación”.
Cámara Federal de Casación Penal

Regístrese, notifíquese y remítase al tribunal de origen, quién


deberá notificar personalmente al imputado, sirviendo la presente de atenta
nota de envío.

MARIANO HERNÁN BORINSKY

JUAN CARLOS GEMIGNANI GUSTAVO M. HORNOS

Ante mí
NADIA A. PÉREZ
SECRETARIA DE CÁMARA

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