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CANTO A: PESTE Y CÓLERA.

En el décimo año de la guerra de Troya, Crises, sacerdote de Apolo, visita el campamento


aqueo con la intención de recuperar a su hija, quien había sido tomada por Agamenón como
botín de guerra. Ante el rechazo de Agamenón, Crises pide venganza a Apolo, que lleva la
peste a los troyanos. Al décimo día de peste, Aquiles convoca al ejército en el ágora para
intentar hacer frente a la situación. Allí el augur Calcante anuncia que la causa de la cólera de
Apolo fue el ultraje del Atrida, y que para aplacarla deberán devolver a Criseida y ofrecer una
hecatombe al dios.

Agamenón enfurece al oír esto, pero cede a cambio de una recompensa de igual valor. Aquiles
le rebate, considerando deshonroso tomar el botín de otros hombres, pero le promete una
gran recompensa cuando tomen la ciudad de Troya. No obstante, Agamenón insiste y amenaza
con arrebatar a la esclava de Aquiles, Briseida. Ante esta ofensa, el Pelida le reprocha su
insolencia y le recuerda que él es mejor en el combate a pesar de seguir sus órdenes; así,
Agamenón proclama definitivamente que tomará a Briseida como esclava, lo cual desata la
cólera de Aquiles, que siente el impulso de matar al Atrida pero es detenido por la diosa
Atenea enviada por Hera. Sin embargo, la ira de Aquiles no cesa, sino que jura que no volverá a
luchar junto a los aqueos hasta que Agamenón no vaya a suplicarle porque se vea incapaz de
salvar a su pueblo. El anciano Néstor lamenta el golpe que esto supone para los aqueos y
ruega a los enfrentados que pongan fin a la discusión, sin obtener resultado.

Tras la disolución de la asamblea, Agamenón envía a Odiseo a devolver a Criseida a su tierra,


donde deberá purificarse y celebrar la hecatombe en honor a Apolo que acabará con la peste.

El Atrida envía también a dos heraldos a la tienda de Aquiles con la misión de quitarle a la
esclava Briseida, ante lo que Aquiles no opone ninguna resistencia y ordena a su compañero
Patroclo que la entregue. Dolido por la ofensa, el Pelida pide a su madre, la diosa Tetis, que
suba al Olimpo y suplique a Zeus para que este favorezca a los troyanos en la guerra;
provocando el desprecio de los aqueos hacia su líder.

Así hace Tetis y tras mucho suplicar, Zeus finalmente accede, pero receloso porque suponía
que esto le enfrentaría a su esposa Hera, quien estaba de lado de los aqueos. Efectivamente,
Hera interroga a Zeus en un banquete de los dioses y descubre sus intenciones,
desencadenándose así una discusión entre los dos. Finalmente Hefesto aplaca la disputa
posicionándose a favor de su madre, y los dioses proceden a disfrutar del festín hasta que cae
la noche.

CANTO B: SUEÑO Y BEOCIA O CATÁLOGO DE LAS NAVES.

Esa misma noche, para cumplir con la voluntad de Tetis y Aquiles; Zeus manda un Sueño a
Agamenón, que se presenta tomando la forma de Néstor y le insta a disponer a los aqueos y
atacar Troya de inmediato, ya que su situación es favorable gracias a Hera. Al despertar,
Agamenón convocó un pequeño consejo de próceres para contarles su sueño y comunicarles
su decisión de probar a los aqueos animándoles a dejar de luchar y regresar a casa.

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Así hace el Atrida, y los soldados obedecen a su caudillo; pero cuando estos se preparaban
para la retirada, aparece Atenea enviada por Hera ante Odiseo y le ruega que no parta ni deje
marchar a los demás aqueos. Odiseo procede a convencer uno a uno a los líderes griegos y los
reúne de nuevo. Tersites es el único que no se deja convencer y no cesa de reprochar a
Agamenón y animar a sus compañeros a la retirada; por eso Odiseo le reprende duramente y
le propina una paliza. Tras callar a Tersites, Odiseo pronuncia un discurso de aliento que
infunde ánimo en sus compañeros para entrar en combate, realizando los sacrificios rituales
para un banquete de celebración.

Acto seguido los caudillos armaron y colocaron a los numerosísimos soldados aqueos en orden
de batalla, entre los cuales se encontraban:

 Los atenienses, pueblo del rey mítico Erecteo, hijo de la Tierra pero criado por Atenea;
estaban comandados por Menesteo, hijo de Peteo, bajo cuyo mando estaban
cincuenta naves atenienses.
 De Salamina partieron doce naves lideradas por Áyax.
 Agamenón comandaba cien naves procedentes de Micenas, Corinto, Cleonas, Ornías,
Sición y Aretirea. Facilita además sesenta barcos a los habitantes de Arcadia, Féneo,
Orcómene, Ripe, Estratia y Enispe que, al ser pueblos de interior, carecían de estos.
 Menelao llega al mando de sesenta naves de lacedemonios.
 Los hombres de Argos, Tirinto, Asina, Hermíone, Trecena, Eyonas, Epidauro, Egina y
Masete ocupan ochenta naves y tienen al mando a Esténelo, Euríalo y Diomedes como
jefe supremo.
 Procedentes de Pilos, Arene, Trío, Alfeo, Epi, Ciparisente, Anfigenia, Pteleo, Helos y
Dorio fueron noventa naves mandadas por Néstor.
 Odiseo se sitúa al frente de doce naves procedentes de Ítaca, Nérito, Crocilea, Egílipe,
Zacinto y Samos.
 Aquiles acaudilla cincuenta naves de mirmidones, mas él permanece en el navío
debido a la ofensa de Agamenón.
 Filoctetes dirige siete naves procedentes de Metone, Taumacia, Melibea y Olizón, pero
este fue abandonado en Lemnos por sentirse indispuesto.
 Ochenta naves cretenses bajo el mano de Idomeneo y Meriones.
 Los médicos de la expedición son Podalirio y Macaón, capitanes de treinta naves
procedentes de Trica, Etome y Ecalia.

La diosa Iris bajo la forma de Polites, hijo de Príamo comunicó a los troyanos la intención de
atacar de los aqueos y aconsejó a Héctor que reuniera a los aliados. Una vez formadas las filas
del bando troyano entre estas se encuentran:

 Héctor: jefe del ejército troyano, el más abundante.


 Los dardanios, acaudillados por Eneas.
 Sarpedón y Glauco, que comandan a los licios.

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CANTO Γ: JURAMENTOS. ATALAYANDO DESDE LA MURALLA. COMBATE SINGULAR DE PARIS Y
MENELAO.

Comienza la contienda. Al ver avanzar a los aqueos, Alejandro se acobarda y retrocede. Héctor
lo advierte y reprende a su hermano con dureza, ya que él es el causante de la propia guerra.
Para probar su valentía, Paris decide enfrentarse a Menelao en combate singular; el cual
determinaría quién se queda con Helena y pondría fin al conflicto. Menelao acepta, pero antes
manda hacer un sacrifico a los dioses y hace llamar a Príamo, rey de Troya para que supervise
la pelea.

Iris acude ante Helena como mensajera bajo la forma de su cuñada Laódice y la conduce sobre
las puertas Esceas, donde también se encuentra Príamo observando la batalla. El rey confirma
a Helena que no cree que ella sea culpable de la desgracia y procede a señalar a algunos de los
más destacados combatientes aqueos (Agamenón, Odiseo y Áyax) para que esta los
identifique. En ese momento irrumpen unos heraldos que reclaman a Príamo en el campo de
batalla. Cuando llega, Agamenón realiza el sacrificio de dos corderos y ambos bandos juran
pagar la recompensa pertinente a los contrarios en caso de perder: Helena y una
indemnización. En caso de que se negaran a pagar, la guerra continuaría. Tras los juramentos,
Príamo retorna a la ciudad y comienza el combate singular.

Tal y como se había decidido a suertes, Paris fue el primero en atacar; pero Menelao es
superior en el combate y consigue agarrarle del cuello y arrastrarlo, casi matándolo. Para
evitar que su hijo muera, la diosa Afrodita interviene y le transporta a palacio junto a Helena,
que le reprocha su cobardía e inferioridad frente a Menelao.

Mientras tanto, al haber desaparecido repentinamente Alejandro, Agamenón considera que la


victoria es para su hermano y, consecuentemente, los troyanos deberán pagar lo acordado.

CANTO Δ: VIOLACIÓN DE LOS JURAMENTOS. AGAMENÓN REVISA LAS TROPAS.

Los dioses se reúnen y Zeus propone poner fin al conflicto devolviendo a Helena a Menelao sin
que Ilión sea tomada; pero Hera y Atenea no se muestran conformes, ya que consideran que
se han esforzado demasiado en preparar la guerra como para terminarla tan fácilmente. Zeus
cede y manda a Atenea al campo de batalla para que los teucros reinicien la ofensiva. La diosa
toma forma de hombre y se dirige al troyano Pándaro y le instiga a disparar una flecha contra
Menelao con el incentivo de que, al matarlo, se convertiría en un héroe para su pueblo. Así
hace Pándaro, pero la propia Atenea desvía la saeta de manera que hiere a Menelao pero no lo
mata.

Menelao se retira para ser curado por el médico Macaón, mientras que Agamenón, habiendo
creído muerto a su hermano por un momento; jura venganza, y pasa revista a sus tropas y las
anima a reanudar la guerra. Así comienza el combate, que va dejando un enorme número de
muertos pero sin definir un bando aventajado.

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CANTO E: PRINCIPALÍA DE DIOMEDES.

Atenea infunde gran valor en Diomedes para que arrase todo a su paso en la batalla y después
Ares y ella se retiran de la lucha para dejar solos a los hombres. Gracias a la furia de Diomedes
y a que el resto de aqueos se encontraban muy hábiles en el combate, los griegos obtienen
una gran ventaja. Pándaro ve al hijo de Tideo e intenta matarlo de un flechazo, mas tan sólo le
hirió levemente, aumentando su ímpetu. Para vengar esta ofensa, Diomedes pide asistencia a
Atenea, que le otorga mayor fuerza y la capacidad de distinguir entre dioses y humanos junto
con el consejo de no enfrentarse a ningún dios a menos que se tratara de Afrodita.

El dardanio Eneas, viendo a Diomedes en pleno apogeo, intenta convencer a Pándaro para que
rematara al Tidida, pero este no se ve capaz por sus fracasos con Menelao y Diomedes. Eneas
insiste, y, finalmente, le hace subir a su carro para conducirlo él mismo mientras Pándaro
dispara. Esténelo, compañero de Diomedes, avisa al héroe de este peligro; y así, consiguió
evitar la lanza del troyano y, con la ayuda de Atenea, lo mata devolviéndole el lanzazo. Eneas
baja del carro para proteger el cadáver de su compañero y Diomedes aprovecha la ocasión
para intentar matarle de una pedrada; pero Afrodita consigue rescatar a su hijo. Al ver a la
diosa, Diomedes la ataca y la hiere en la mano; haciendo que suelte a Eneas, que es recogido
de inmediato por Apolo.

Afrodita huye inmediatamente al Olimpo tomando prestados los corceles de Ares y allí va a
lamentarse a su madre Dione, que mediante ejemplos le hace ver que han sido muchos los
dioses heridos por hombres. Mientras tanto, Hera y Atenea recriminan a Zeus la falta de
reacción de este ante la situación, pero él se limita a aconsejar a Afrodita que se mantenga al
margen de los asuntos bélicos, ya que no le incumben.

En la batalla, Diomedes continúa atacando a Eneas sin resultado, pues el dardanio sigue
protegido por Apolo. El dios se harta y transporta a Eneas a su templo en Pérgamo. Entonces,
Apolo pide a Ares ayuda contra Diomedes. Ares y Sarpedón alientan a Héctor y al ejército
troyano; quienes inician el contraataque con mucho vigor, llegando a igualar la situación
gracias a la reincorporación de Eneas.

Hera y Atenea bajan al campo de batalla con el objetivo de recuperar la anterior ventaja.
Mientras Hera anima a las huestes griegas, Atenea encuentra a Diomedes y le propone atacar
a Ares juntos. Hombre y diosa se suben al carro del Tidida y arremeten contra Ares y consiguen
herirle. Este sube rápidamente al Olimpo y también protesta ante Zeus por su indiferencia. El
Cronida le regaña por su afinidad a meterse en disputas y ordena al dios Peán que le cure la
herida.

CANTO Z: COLOQUIO DE HÉCTOR Y ANDRÓMACA.

Continúa la contienda entre aqueos y teucros, ya sin intervención de los dioses. Menelao fue
contra el troyano Adrasto, quien le suplicó clemencia. Menelao, conmovido, se disponía a
perdonarle la vida cuando su hermano Agamenón apareció y reprendió su debilidad
duramente, llegando a decir; “Que ninguno de los que caigan en nuestras manos se libre de

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nefanda muerte, ni siquiera el que la madre lleve en el vientre, ni ese escape”. Entonces el rey
de Micenas procedió a matar él mismo a Adrasto.

Mientras tanto en el bando troyano, Heleno, hermano de Héctor, se dirige a este y a Eneas y
pide a su hermano que, mientras sus tropas luchan, se acerque a la ciudad de Troya y le pida a
su madre y las demás matronas que lleven a Atenea el mejor peplo del que dispongan y
sacrifiquen doce novillas con el objetivo de que les favorezca en el combate y detenga el
ímpetu de Diomedes

A todo esto en el campo de batalla, Diomedes y Glauco se disponían a entablar un combate


singular, pero antes de pelear, el Tidida le pregunta por su linaje, temeroso de que se trate de
un dios; y Glauco procede a contarle la historia de su antepasado Belerofonte, entre otros.
Belerofonte, hijo de Sísifo, era un héroe apreciado por los dioses pero enemigo del rey Preto.
Antea, esposa de Preto, no pudiendo seducir al héroe, instigó a su marido a expulsarle a Licia,
donde debería entregar un díptico al suegro del monarca. Al leer este la nota, mandó a
Belerofonte que acabara con la Quiera, Solimos y las Amazonas. Cuando ya había dado muerte
a todos, el rey le tendió una emboscada de camino a Licia; pero como logró vencer a todos los
involucrados, el rey comprendió que se trataba de un vástago de alguna deidad y decidió
cederle tierras y casarlo con su hija, con la que tuvo tres hijos. Belerofonte se ganó el odio de
los dioses, que mataron a sus hijos, exceptuando al padre de Glauco: Hipóloco, quien mandó a
su hijo a Troya con el consejo de que intentara siempre sobresalir en el combate.

Al escuchar esta historia, Diomedes reconoce a Belerofonte como huésped de su abuelo Eneo,
lo cual significa que existe entre Glauco y él un vínculo establecido por la hospitalidad. Así, los
guerreros se perdonan la vida mutuamente y se intercambian la armadura en señal de
respeto; pero Glauco pierde la razón, pues el trato le desfavorece, habiendo cambiado su
armadura de oro por una de bronce.

Cuando Héctor llega a Troya, se encuentra con su madre y le transmite las órdenes de Heleno.
Hécuba y las matronas siguen sus instrucciones, pero son ignoradas por Atenea.

Después Héctor acude a visitar a Alejandro, que se halla preparándose para la batalla y le
apremia para que vuelva al combate, alegando que es su deber al ser el causante de todo.
Helena se suma a los reproches y presagia que la guerra tendrá un final desgraciado para ellos,
promovido por los dioses para tener historias sobre las que cantar; hace así referencia a la
propia Ilíada y la posterior Eneida.

Héctor se marcha buscando a su esposa Andrómaca, a la que encuentra en una de las puertas
de la ciudad observando la contienda con su hijo Astianacte (o Escamandrio para su padre) en
brazos. Andrómaca, llorando, implora a su esposo que abandone el combate; temen dejar
huérfano a su hijo y que la entreguen como esclava a los aqueos. Héctor toma a su hijo en
brazos, desea para él que sea buen combatiente y líder y, tras prometer a Andrómaca que no
morirá en combate, emprende la vuelta al campo de batalla. En el palacio, todas las esclavas
lloraban por él, sabiendo que no regresará con vida.

Saliendo de la ciudad, Paris alcanza a Héctor y juntos se dirigen de vuelta a la lucha.

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CANTO H: COMBATE SINGULAR DE HÉCTOR Y ÁYAX. LEVANTAMIENTO DE LOS CADÁVERES.

Con el retorno de Héctor y Alejandro a la batalla, los troyanos comienzan a tomar la delantera.
Atenea, preocupada, se dispone a bajar a ayudar a los aqueos, pero es interceptada por Apolo.
Juntos, toman la decisión de suspender la lucha y provocar en su lugar otro combate singular.
Heleno Priámida es quien transmite su voluntad a los guerreros, sugiriendo a Héctor que rete
al griego que se atreva a enfrentarse a él. En un principio, ningún aqueo se ofrece; hasta que
tanto Menelao (quien se presenta voluntario pero es detenido por su hermano) como Néstor
critican la cobardía de los soldados, entonces varios aceptan el desafío, de entre los cuales se
elige a suertes a Áyax Telamonio. Ambos rivales luchan a lanzazos y pedradas sin determinar
un resultado hasta que dos heraldos de Zeus les interrumpen para que finalicen el combate, ya
que está anocheciendo. Héctor y Áyax les hacen caso y proceden a intercambiar obsequios en
señal de amistad.

Una vez en el campamento aqueo, Agamenón sacrifica un toro para Zeus que después
comparte en un banquete con los demás caudillos. Néstor sugiere proponer una tregua a los
troyanos para que ambos bandos puedan recoger y quemar los cadáveres de sus compañeros;
además de aprovechar para construir una empalizada y un foso que puedan proteger sus
naves de un posible avance troyano.

Por su parte, en el bando troyano, Antenor propone poner fin a la contienda devolviendo a
Helena y las riquezas tomadas de los aqueos. Paris rechaza rotundamente la idea de devolver
a Helena, pero acepta el restituir los bienes a sus contrincantes. El rey Príamo también sugiere
pactar una tregua para quemar los cuerpos de los caídos; entonces al día siguiente envía un
heraldo al campamento griego para comunicarles la propuesta. Diomedes no acepta las
riquezas que les ofrecen, convencido de que se acerca el fin de Troya y los demás aqueos le
secundan; pero sí acceden a la tregua.

Durante la tregua, ambos bandos recogen e incineran los cadáveres de sus compañeros. Los
griegos además llevan a cabo el proyecto del foso y la empalizada; lo cual ofende a Poseidón
porque no habían ofrecido las hecatombes pertinentes antes de empezar la obra. Esa noche,
tanto aqueos como troyanos llevan a cabo sacrificios y festines; en medio de los cuales son
sorprendidos por un gran trueno que mandó Zeus para atemorizarles.

CANTO Θ: BATALLA INTERRUMPIDA.

Zeus reúne a los dioses y les prohíbe socorrer tanto a aqueos como a teucros. Atenea le pide
que aun así les permita aconsejar a los hombres, ante lo que su padre accede.

Esa mañana se reanudó el combate. Para decidir a quiénes favorecer, Zeus pone los destinos
de griegos y troyanos en una balanza, que se inclina a favor de los últimos. Así, el Cronida lanza
un potente rayo que hizo retroceder a los aqueos por el miedo.

Alejandro mata de un flechazo al caballo de Néstor, lo cual hace que Héctor hubiera asesinado
al anciano de no ser por la intervención de Diomedes (Odiseo pasó de largo haciendo caso
omiso a los reproches del Tidida), que sube al compañero a su carro. Diomedes dispara una

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lanza hacia Héctor, pero falla, matando en su lugar al auriga del troyano. Zeus se da cuenta y
lanza un rayo ante el carro de los griegos, debido al cual Néstor ruega a Diomedes que huya
para evitar el peligro. Este se niega al principio, considerándolo cobardía, pero finalmente
obedece. Héctor persigue a Diomedes y le provoca llamándole cobarde.

Mientras tanto, el ejército troyano ya había alcanzado las naves griegas y se disponían a
quemarlas, cuando Hera hizo que Agamenón animara a sus soldados y rezara a Zeus por la
salvación de su pueblo, recordándole todo lo que habían hecho por él. La plegaria conmueve al
dios, que decide cumplir con su voluntad. Para mostrárselo a los aqueos, envió un águila
agorera que dejó caer un ciervo sobre el altar de sacrificios de los griegos. La señal levanta el
ánimo de los dánaos, que ahora contraatacan con gran ímpetu; pero los troyanos vuelven a
tomar la delantera dejando a los aqueos en una situación muy precaria.

Hera y Atenea pretenden intervenir a favor de los aqueos, pero Zeus se da cuenta y manda a la
diosa Iris que las intercepte y las devuelva al Olimpo. Allí, el Cronida les reprende por
pretender desobedecer sus órdenes. Esto ofende a Hera, que no comprende que no se apiade
de los griegos. Zeus mantiene su postura, sentenciando que los troyanos no cesarán de luchar
hasta que Aquiles vuelva a combatir para vengar a Patroclo.

Cae la noche, y Héctor ordena vigilancia total tanto en el campamento para ver si los aqueos
huyen en las naves, como en la ciudad por si intentaran tomarla mientras los hombres están
ausentes.

CANTO I: EMBAJADA A AQUILES.

Por la noche, los caudillos griegos celebran una asamblea. Agamenón propone rendirse y
volver a casa, ante lo cual Diomedes le reprocha con dureza su cobardía y afirma que él y los
demás aqueos seguirán luchando con o sin él. Néstor aconseja al Atrida celebrar un banquete
con el resto de jefes para discutir estos asuntos, en el cual, el anciano propone enviar una
embajada a Aquiles para suplicarle que vuelva a luchar. Agamenón admite los errores que
llevaron a la cólera al Pelida y enumera todos los regalos que le ofrece en caso de que regrese,
entre los cuales se encuentra Briseida. Los demás aqueos se muestran conformes con el plan y
deciden que la embajada se componga del anciano Fénix, Odiseo, Áyax Telamonio y dos
heraldos.

Cuando la embajada llega a la tienda de Aquiles, este los recibe con amabilidad y manda a
Patroclo preparar la carne para invitarles a comer y beber. Una vez saciados, Odiseo intenta
persuadirle para que regrese a la batalla, recordándole los consejos de su padre Peleo,
enumerándole las recompensas que le ofrece Agamenón, y pidiéndole que se apiade del resto
de aqueos. Aquiles sigue negándose en rotundo a participar en la guerra, alegando que apenas
recibió compensación por su excelente labor como guerrero, además de la propia ofensa del
Atrida; lo cual considera que mancilló su honor. También hace ver a la embajada que valora la
vida mucho más que la gloria y las riquezas que se pudieran conseguir en Ilión o los presentes
de Agamenón y anuncia su intención de marchar a Ptía al día siguiente, proponiendo a Fénix,
quien cuidó de él desde niño, que regrese con él. Por su parte, Fénix también trata de

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convencer a Aquiles de que siga luchando, recordando su relación con Peleo y con el propio
Aquiles y comparando su cólera con la del héroe Meleagro. Aunque sigue sin acceder, el Pelida
invita a su viejo amigo a quedarse en su tienda. Áyax reprocha a Aquiles su soberbia y exhorta
a los demás a marcharse.

Al regresar frente a Agamenón, Odiseo le explica la situación. Al oírlo, Diomedes se indigna y,


pronunciando un pequeño discurso donde critica duramente el egoísmo de Aquiles, además de
alentar a los griegos haciéndoles ver que aún pueden ganar la guerra sin su ayuda.

CANTO K: DOLONÍA.

Agamenón y Menelao no logran conciliar el sueño debido a su preocupación por la situación


de los aqueos. Agamenón manda a su hermano a despertar a Áyax e Idomeneo y él busca a
Néstor para pedirle consejo. Cuando se encuentra con este, el anciano le insta a despertar a
todos los jefes para reunirlos y asegurarse de que el campamento quede vigilado. En el consejo
de caudillos, Néstor pide un voluntario para realizar una incursión en el campamento troyano y
averiguar sus intenciones. Diomedes se ofrece y escoge a Odiseo como acompañante.

Mientras tanto, Héctor también busca a alguien para infiltrarse en el campamento de los
griegos y descubrir si pretenden huir. Se presta voluntario Dolón, a cambio del juramento de
que recibiría los caballos de Aquiles a cambio.

Todos los espías se arman y se ponen en marcha. Diomedes y Odiseo además piden ayuda a
Atenea. Estos, al oír acercarse a Dolón, se hacen pasar por cadáveres para poder sorprenderle
cuando llegara junto a ellos. Tras perseguirle un buen rato, consiguen atraparle y le interrogan.
El troyano les cuenta que Héctor se halla deliberando con los demás jefes aliados y que los
troyanos se encuentran en vigilia y les aconseja entrar al campamento por donde se
encuentran los tracios. Una vez terminado el interrogatorio, Diomedes asesina a Dolón.

Los dos aqueos hacen como les dijo el heraldo, y al llegar donde estaban acampados los
tracios, Diomedes los masacra y roban los carros y caballos del rey Reso. Apolo se percata y
despierta al caudillo tracio, pero ya es demasiado tarde.

Los héroes regresan al campamento aqueo, donde los recibe Néstor, a quien cuenta su
aventura. Guardan el cadáver de Dolón y los caballos que han tomado, se lavan y realizan una
libación en honor a Atenea.

CANTO Λ: PRINCIPALÍA DE AGAMENÓN.

A la mañana siguiente, la diosa Discordia da comienzo a la batalla. Agamenón arrasa con todo
troyano que se ponga delante. Viendo que los aqueos se acercan cada vez más al muro, Zeus
envía a la diosa Iris para que aconseje a Héctor retirarse de la lucha hasta que vea que
Agamenón haya sido herido y abandone el combate. Al poco tiempo, el troyano Coón clava
una flecha en el brazo de Agamenón, ya que este había matado a su hermano, lo que obliga al

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Atrida a retirarse a las naves. Esto causa la reincorporación de Héctor con más fuerza que
antes. A estas alturas Zeus iguala el combate.

Héctor ve a Odiseo y Diomedes luchando juntos y decide perseguirles. El hijo de Tideo le arroja
una lanza que le hace caer del carro, pero consigue recuperarse antes de ser alcanzado por
Diomedes. Alejandro hiere a Diomedes de un flechazo en el pie y procede a burlarse de él sin
efecto; pero sí causa que Diomedes tenga que abandonar el combate. Al quedar solo y
desprotegido Odiseo, Soco aprovecha para atacarle, y no le mata gracias a la intervención de
Atenea, pero queda herido y también debe regresar al campamento. A su vez, Alejandro
también causa la retirada urgente del médico Macaón.

Zeus infunde un gran temor en Áyax y le hace retroceder, pero Eurípilo lo defiende, aunque le
cuesta un flechazo que le hace retirarse también.

En el campamento aqueo, Aquiles manda a Patroclo a comprobar que uno de los heridos es
Macaón. En la tienda del médico habla con Néstor, que aprovecha a pedirle a Patroclo que
convenza a Aquiles de volver a la lucha, o al menos que se incorpore él mismo para liderar a
los mirmidones. De camino a las naves de Aquiles, Patroclo se encuentra con Eurípilo herido; le
saca la flecha y le cura la herida.

CANTO M: COMBATE EN LA MURALLA.

El ejército troyano avanza hasta el foso griego con la intención de derribar la muralla. El augur
Polimadante aconseja a Héctor que haga cruzar al ejército a pie, y así hacen. Zeus ya ha
decidido otorgar la victoria a los troyanos. Un ave agorera sobrevuela a los teucros, dejando
caer junto a ellos un dragón ensangrentado. Polimadante advierte a Héctor de que se trata de
un mal presagio: si no penetran ahora a través del muro, ya no conseguirán llegar a las naves.

Después de un largo rato de batalla junto al muro, Héctor, exaltado, consigue abrir un boquete
en la muralla lanzando contra ella una piedra gigantesca. Así consiguen los troyanos por fin
posicionarse junto a las naves de los griegos, hacia las que estos huyen para refugiarse.

CANTO N: BATALLA JUNTO A LAS NAVES.

Una vez atravesada la muralla, la batalla continúa junto a las naves. Aprovechando que Zeus se
ha retirado, Poseidón baja al campo de batalla para ayudar a los aqueos; pero con discreción
para no ofender al Cronida. Primero, toma la forma de Calcante e infunde fuerza y valor a los
Áyax; después, con la apariencia de Toante lucha junto a Idomeneo, que destaca en este
combate.

Los griegos hieren o matan a varios de los jefes troyanos, tomando la delantera en el combate.
Sin embargo, pronto vuelven a verse superados por los teucros.

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CANTO Ξ: ENGAÑO DE ZEUS.

Los jefes aqueos heridos observan el desarrollo de la lucha desde el campamento. Agamenón
propone huir de noche, ante lo que Odiseo se escandaliza. Por su parte, Diomedes sugiere que
vuelvan al campo de batalla para alentar a sus ejércitos. En ese momento, Poseidón aparece
ante ellos bajo la forma de un anciano y les hace saber que al final serán los teucros los que
pierdan la guerra.

Mientras tanto en el Olimpo, Hera urde un plan para dormir a Zeus; de esta manera Poseidón
tendrá mayor libertad para ayudar a los dánaos. Para ayudarla, Afrodita le cede algo de “amor”
para seducirlo, y Sueño, aunque al principio se niega por temor, accede a dormir al dios a
cambio de Pasitea, la Gracia más joven. Cuando Zeus al fin duerme, Sueño avisa de esto a
Poseidón, y el dios aprovecha para alentar a los aqueos y colocarse en su primera fila.

Áyax hiere a Héctor con una roca, lo que le obliga a retirarse de la batalla. Esto le cuesta la
ventaja a los troyanos.

CANTO O: NUEVA OFENSIVA DESDE LAS NAVES.

Cuando Zeus despierta y comprende que su esposa le ha engañado, la reprende y la manda a


bucar a Iris y Apolo para darles órdenes de cómo actuar en la batalla. Los dioses bajan a la
tierra e Iris insta a Poseidón a que abandone el combate, mientras que Apolo acude a Héctor
para animarle a que él y sus tropas inicien el contraataque. El dios ayuda a los troyanos
volviendo a derribar contra el muro de los dánaos, lo que les hace retroceder hasta las naves.
Héctor y más hombres se disponen a prenderles fuego, pero Áyax consigue contenerles.

Entretanto, Patroclo, al ver la gravedad de la situación; se dirige apresuradamente a la tienda


de Aquiles para rogarle que vuelva a luchar.

CANTO Π: PATROCLEA.

Patroclo llega a la tienda de Aquiles y le suplica que, o bien regrese al combate, o al menos le
deje poner en marcha a los mirmidones bajo su propio mando. Aquiles se mantiene inflexible
en su cólera, pero permite a Patroclo que dirija a los mirmidones vistiendo su armadura;
siempre que no siga avanzando hacia la ciudad de Troya una vez haya apartado a los troyanos
de las naves. En ese mismo momento, Héctor al fin consigue prender fuego a una de las naves;
lo que hace que Aquiles exhorte a Patroclo a marchar lo antes posible. Antes de salir, Aquiles
ordena a los mirmidones tomar las armas y prepararse para el combate, y lleva a cabo una
libación y una oración a Zeus para pedirle que Patroclo consiga hacer retroceder a los troyanos
y vuelva sano y salvo de su misión.

La incorporación de los mirmidones a la lid hace retroceder a las huestes troyanas. El jefe licio
Sarpedón, hijo de Zeus, y Patroclo entablan combate; lo que causa que Zeus se debata entre
salvar a su hijo o dejar que el enfrentamiento siga su curso. Por influencia de Hera, escoge la
segunda opción, y así, Sarpedón muere a manos de Patroclo. Moribundo, Sarpedón pide a

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Glauco que ruegue a Apolo para que este de fuerza a los jefes teucros para proteger su
cadáver; pero con la retirada de los teucros hacia la ciudad ordenada por Héctor, el cuerpo
queda desprotegido, lo que permite a los griegos desprenderle de su armadura. Entonces,
Zeus manda a Apolo a recoger el cadáver de su hijo y devolverlo a Licia, su tierra natal.

Patroclo ignora la advertencia de Aquiles y se dirige hacia Ilión. Allí, intenta acercarse tres
veces a su muralla y es apartado por Apolo. El dios acude a Héctor para ordenarle matar a
Patroclo, y cuando el último mata al troyano Cebrión, Héctor y él pelean sobre el cadáver.

Para evitar la derrota, Apolo hace caer a Patroclo y lo despoja de su armadura. Un soldado
troyano le atraviesa con la lanza, permitiendo a Héctor darle muerte fácilmente. Muriendo
Patroclo, Héctor se jacta de su hazaña, pero Patroclo le advierte en su último aliento de que
pronto será él el que muera a manos de Aquiles. Héctor hace caso omiso, asegurando que será
él quien de muerte al Pelida.

CANTO P: PRINCIPALÍA DE MENELAO.

Menelao sale inmediatamente a defender el cadáver de Patroclo, lo que le lleva a enfrentarse


con el troyano Euforbo, al que vence. Apolo insta a Héctor a que se apodere del cuerpo y lo
lleve a la ciudad. Al ver acercarse al Priámida, Menelao corre a pedir ayuda a Áyax Telamonio;
pero cuando regresan junto al cuerpo, Héctor ya se había apoderado de su armadura y lo
arrastraba hacia Ilión. Los héroes aqueos consiguieron recuperar el cadáver y hacer retroceder
a Héctor. Al ver esto, Glauco le acusa de cobardía y amenaza con retirar a los licios de la batalla
si Héctor no regresa al combate. La represalia hace que Héctor se retire brevemente para
cambiar sus armas por las de Aquiles y a su retorno ordene la arremetida de su ejército.

Zeus cubre de niebla la parte del campo donde luchaban por el cadáver de Patroclo para
protegerlo y, compadecido al ver llorar a los caballos de Aquiles, les compensa dándoles gran
fuerza para seguir luchando. Automedonte, auriga de Aquiles, baja del carro y se incorpora a la
lucha; enfrentándose con ayuda de los Áyax a Héctor, Eneas, Cronio y Areto. Zeus, que hasta
entonces favorecía a los teucros, cambia su postura y envía a Atenea bajo la forma de Fénix
para dotar de vigor a Menelao; además de retirar la niebla bajo petición de Áyax.

Áyax considera oportuno darle la noticia de la muerte de Patroclo a Aquiles lo antes posible
para que entre a ayudarlos en el combate, y manda a Menelao a avisar a Antíloco, hijo de
Néstor, para que sea él quien lo haga. Mientras va a avisar a Aquiles, Menelao y Meríones
consiguen hacerse con el cuerpo de Patroclo y avanzan cubiertos por los Áyax.

CANTO Σ: FABRICACIÓN DE LAS ARMAS.

Antíloco llega ante Aquiles, que ya sospechaba lo ocurrido, y le comunica la muerte de su


compañero. El Pelida rompe a llorar desconsoladamente y Tetis, al oír los lamentos de su hijo,
emerge del mar y acude a consolarlo, recordándole que Héctor también morirá pronto.
Aquiles expresa a su madre su deseo de retornar a la lid para vengarse, pero esta le pide que

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espere hasta que le traiga unas armas nuevas, puesto que Héctor había tomado las suyas.
Mientras espera, Hera envía a Iris para aconsejarle que se muestre en el campo de batalla y
grite, para así animar a los dánaos y atemorizar a sus rivales. Finalmente, los aqueos consiguen
sacar el cadáver de Patroclo de la turba y llevarlo a la tienda del Pelida, donde todos le lloran
desconsoladamente. Hera obliga al Sol a ponerse para hacer que los hombres suspendan la
batalla.

En la asamblea del campamento troyano, Polidamante propone regresara Ilión, ante lo cual
Héctor se niega en rotundo. Mientras tanto, los griegos continúan llorando a Patroclo. Aquiles
ordena que se le lave y unja, y jura que no se le dará sepultura hasta que haya llevado a cabo
una cruenta venganza contra Héctor y su pueblo.

Tetis llega al palacio de Hefesto en el Olimpo donde le recibe la esposa del dios. Hefesto
accede de buen grado a la petición de la nereida, ya que se encuentra en deuda con ella por
haberle salvado siendo un niño. Hefesto se pone manos a la obra y en muy poco tiempo
elabora una armadura, casco y escudo, decorado con relieves que representan la vida
cotidiana de los griegos en las ciudades y el campo. Cuando termina, se los entrega a Tetis, que
se apresura a llevárselos a Aquiles.

CANTO T: RENUNCIAMIENTO DE LA CÓLERA.

Tetis llega junto a su hijo y lo encuentra llorando sobre el cadáver de Patroclo. Le entrega las
armas nuevas y le anima a ir a combatir, pero al guerrero le preocupaba que el cadáver
comenzara a descomponerse en su ausencia. Para evitarlo, Tetis deja algo de ambrosía y
néctar sobre este.

Aquiles convoca a los griegos en el ágora y expresa públicamente su arrepentimiento por las
pérdidas que han conllevado su cólera para los griegos y su deseo de regresar a la batalla.
Agamenón acepta las disculpas, culpando a la voluntad de los dioses del comportamiento de
ambos. El Pelida se encuentra ansioso por mandar a los aqueos a la batalla lo antes posible,
pero Odiseo considera oportuno celebrar un festín antes para no luchar en ayunas. Tras el
banquete, Odiseo lleva a Aquiles todos los presentes prometidos por Agamenón si deponiera
la cólera, incluida Briseida.

Esta, al ver el cadáver de Patroclo, llora y lamenta su muerte, recordando que en vida fue
bueno con ella. Por su parte, Aquiles continúa con el ayuno por el duelo y regresa a su tienda a
continuar llorando a Patroclo. Zeus se compadece del héroe, y envía a Atenea para que vierta
en su pecho ambrosía y néctar, librándole del hambre.

En el momento de regresar al combate, Aquiles sube a su carro y pide a sus caballos que,
cuando muera, devuelvan su cadáver intacto al campamento. Hera habla a través de uno de
los corceles y le asegura que así harán, pero que no olvide que se acerca su fin.

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CANTO Y: COMBATE DE LOS DIOSES.

Zeus convoca en el ágora a todos los dioses y les ordena entrar en la batalla posicionándose
con el bando que prefieran. Con los aqueos lucharán Hera, Atenea, Poseidón, Hermes y
Hefesto, y a favor de los teucros Apolo, Ares, Afrodita, Artemisa, Leto y el río Janto
(Escamandro). Gracias a la intervención de los dioses, la contienda se iguala.

Apolo toma la forma de Licaón y persuade a Eneas para que se enfrente a Aquiles. El héroe
troyano acepta, pero no muy convencido porque sabe que el Pelida es más hábil en el
combate. Así, ambos guerreros luchan entre ellos, con notable ventaja de Aquiles. Poseidón se
compadece de Eneas, consciente de que su familia jugará un papel crucial en el futuro, y
decide salvarle nublando la vista de Aquiles y apartándolo del campo de batalla. Esto enfurece
aún más a Aquiles, quien continúa la matanza en busca de Héctor.

Apolo se presenta ante el jefe troyano y le aconseja que no vaya hacia Aquiles, sino que se
mantenga oculto en la muchedumbre hasta que este lo encuentre; pero cuando el mirmidón
mata a su hermano Polidoro, sale en su búsqueda con sed de venganza. Cuando al fin ambos
héroes se encuentran, luchan, el dánao protegido por Atenea y el troyano por Apolo, hasta
que, al no obtener resultado, se retiran para continuar matando a otros.

CANTO Φ: BATALLA JUNTO AL RÍO.

Aquiles continúa arrasando con el ejército troyano, dividiéndolo y llega junto al río
Escamandro. Allí captura a los doce jóvenes que juró sacrificar en honor a Patroclo y encuentra
también a Licaón, otro de los hijos de Príamo, al cual ya había vendido como esclavo, y lo
mata. Después, entabla combate con Asteropeo, nieto del río Axio, que le ayuda en la batalla
pero no logra evitar su muerte.

El río Escamandro pide a Aquiles que pare la masacre, ya que ha tupido su caudal con cuerpos
troyanos. Aquiles hace caso omiso, lo que encoleriza a Escamandro, y hace que empiece a
perseguirlo con sus aguas. Atenea y Poseidón bajan a infundir valor al Pelida, que creía que iba
a morir allí. Cuando Escamandro pide ayuda al río Símois, Hera manda a Hefesto que prenda
fuego alrededor del río para intentar contenerlo. Escamandro entonces promete dejar de
ayudar a los troyanos si Hefesto extingue el fuego.

Los dioses también continúan peleándose entre ellos. Ares, aún rencoroso por la ayuda de
Atenea a Diomedes al herirle, se enfrenta a esta; pero la diosa le vence tanto a él como a
Afrodita. Por otro lado, Poseidón y Apolo se reprochan mutuamente. Ante la decisión de Apolo
de no entablar pelea física con su tío por respeto, Ártemis le increpa, lo cual ofende a Hera y
ambas diosas comienzan a pelear, ganando Hera. Hermes declara que no tiene intención de
luchar contra Leto. Terminadas las peleas, los dioses regresan al Olimpo excepto Apolo, que se
queda en Ilión guardando las murallas.

Al ver a Aquiles acercarse a Troya, Príamo ordena abrir las puertas de la ciudad para refugiar a
los soldados. Con el fin de evitar que el Pelida vaya tras estos, Apolo convence a Agenor de que

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le plante cara, y cuando están a punto de combatir, toma su forma y corre lejos de la ciudad
para que el aqueo le persiga y no entre en ella.

CANTO X: MUERTE DE HÉCTOR.

Apolo revela su engaño a Aquiles y este se dirige inmediatamente hacia Troya. Todos los
troyanos se encuentran ya dentro de la ciudad excepto Héctor, que lamenta no haber hecho
caso a Polidamante cuando sugirió volver a Ilión al reincorporarse Aquiles al combate y se
plantea por un momento rendirse y entregar la ciudad pacíficamente. Príamo y Hécuba le
piden que entre y evite el enfrentamiento, pero él decide arriesgarse a pelear.

Aquiles persigue al troyano dando tres vueltas a la ciudad. Mientras tanto, Zeus pesa en una
balanza los destinos de ambos guerreros para decidir a quién otorgar la victoria y Héctor sale
perdiendo. A la cuarta vuelta, Atenea baja y manda parar a Aquiles mientras esta se presenta
como Deífobo ante Héctor y le convence a luchar contra el aqueo. Al iniciar el combate, Héctor
se percata de la farsa de Atenea; pero ya es demasiado tarde: Aquiles le atraviesa la clavícula
con su lanza. Con sus últimas fuerzas, el troyano enuncia la predicción de la muerte de Aquiles
a manos de Paris. El resto de aqueos llega junto al cuerpo de Héctor y lo continúan hiriendo
con sus armas. Después, Aquiles ata al difunto por los pies y lo arrastra en su carro hacia las
naves griegas.

En Troya, los padres de Héctor lloran desconsolados la pérdida. Andrómaca acude a las
murallas al oír el bullicio y, al ver a su esposo siendo arrastrado, llora y se lamenta por su hijo y
por sí misma.

CANTO Ψ: JUEGOS EN HONOR A PATROCLO.

Los aqueos regresan junto a las naves, donde Aquiles les ordena llorar a Patroclo y dispone el
cadáver de Héctor boca abajo en el polvo. Esa noche, tras un banquete en honor al muerto, el
alma de Patroclo se presenta ante Aquiles y le pide que le dé sepultura lo antes posible, ya que
no podrá entrar en el Hades hasta que no haya sido incinerado. Le pide también que, al morir
él, sus cenizas queden enterradas junto a las suyas propias. Aquiles le jura lo que le ha pedido
e intenta abrazarlo, pero en ese momento la aparición se desvanece.

Los griegos reúnen leña y los mirmidones portan el cuerpo, cubierto con los cabellos de
Aquiles, que se había cortado en su honor. Al llegar al lugar de la sepultura, Aquiles llora algo
más y deposita en las manos del difunto más de sus cabellos. Mientras sus hombres se
encargan de la cena, los jefes griegos preparan la pira y realizan varios sacrificios, echando a
las víctimas junto al cadáver. Junto a los animales, Aquiles sacrifica también a los doce jóvenes
troyanos que capturó en el Escamandro. Mientras tanto, Apolo y Afrodita protegen el cadáver
de Héctor.

Aquiles, incapaz de prender fuego a la pira, reza a los vientos pidiendo su ayuda. Iris acude a
avisarles y estos soplan toda la noche para mantener la hoguera encendida. Aquiles pasa la

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noche en vela junto a la pira llorando una vez más a su amigo. Extinguido el fuego, guardan los
huesos de Patroclo en un cofre de oro y erigen su túmulo.

Al día siguiente Aquiles organiza unos juegos en honor a Patroclo, ofreciendo grandes riquezas
como premio. Diomedes, favorecido por Atenea, gana el primer puesto de la carrera de
caballos; Antíloco el segundo gracias a su conducta agresiva contra Menelao, que queda
tercero y se entrega el quinto premio vacante a Néstor. En el pugilato se enfrentan Epeo y
Euríalo, venciendo el primero; en la lucha, Ayante Telamonio y Odiseo, pero termina en un
empate. La carrera es ganada por Odiseo, de nuevo gracias a la intervención de Atenea. El
combate con armas termina en empate entre Áyax y Diomedes, pero el primero cede el primer
premio al segundo. El lanzamiento de peso lo gana Polipetes, y Meríones vence a Teucro en la
competición de arco. Agamenón y Meríones se presentan a la prueba de lanzamiento de
jabalina, pero Aquiles, sin dejarles tirar, otorga el premio al Atrida, ya que él es el líder y está
tratando de reconciliarse con él.

CANTO Ω: RESCATE DE HÉCTOR.

La noche después de los juegos, Aquiles es incapaz de dormir. Arrastra el cadáver de Héctor de
nuevo alrededor del túmulo de Patroclo, pero el cuerpo no se daña debido a la intervención de
Apolo. Al doceavo día, los dioses se reúnen para decidir qué hacer con el cadáver del Priámida.
Apolo defiende a Héctor, recordando cuánto honró a los dioses, y convence a Zeus de que
conviene entregarle el cuerpo a Príamo. Entonces, Zeus manda a Iris a avisar a Tetis para que
acuda al Olimpo. Una vez allí, ordena a la nereida que intente persuadir a su hijo para que haga
lo acordado por los dioses; y así hace ella.

Por otro lado, Iris acude también a animar a Príamo a que vaya al campamento griego a
reclamar el cadáver de su hijo, llevando presentes para disuadir a su asesino y acompañado
por un heraldo. A pesar de la desconfianza de Hécuba, el rey de Troya decide acudir. Antes de
partir, sus hijos preparan el carro y los dones para Aquiles y el anciano realiza una libación a
Zeus pidiéndole un ave agorera. De camino al campamento aqueo, Zeus envía a Hermes para
guiarle, que se presenta ante él como un escudero de Aquiles. Al llegar a la tienda del héroe, el
dios revela su verdadera identidad y regresa al Olimpo.

Nada más entrar en la tienda de Aquiles, el anciano se abraza a las rodillas de este y le suplica
que le devuelva el cuerpo de su hijo. Aquiles se compadece de él y comienzan a llorar juntos,
cada uno por sus males. El Pelida recibe los presentes que le ofrecía Príamo y manda lavar y
ungir el cadáver de Héctor para devolvérselo a su padre. Después de cenar, Príamo pide a
Aquiles una tregua de doce días para el duelo y funerales de su hijo, ante lo que este accede.
Esa noche, Príamo y su heraldo salen de regreso a Troya para evitar ser descubiertos por los
dánaos.

Al recibir al cadáver, Andrómaca presagia la inminente caída de Troya y Hécuba lamenta los
males causados por Aquiles a su familia. Durante nueve días los troyanos lloran y preparan la
pira de Héctor, al décimo lo queman y celebran el banquete fúnebre y, por último, el
undécimo día erigen su túmulo.

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PREGUNTAS GLOBALES.

1. A continuación tienes un texto de Pío Baroja. ¿Por qué crees que es apropiado traerlo
aquí? Justifica tu respuesta.

Este fragmento de Zalacaín el aventurero presenta una situación paralela al coloquio de Héctor
y Andrómaca del canto Z: un marido que se encuentra con su esposa antes de partir de nuevo
a la guerra a pesar de las súplicas de esta para que se quede y evite la muerte. La esposa de
Martín Zalacaín emplea los mismos argumentos que Andrómaca para disuadir a su marido,
apelando a su propia pena si quedara viuda, lo que le supondría quedarse sola ya que su padre
y hermano ya han fallecido, y, sobre todo poniendo énfasis en el futuro de su hijo infante.

La respuesta del padre es idéntica, casi textualmente; seguida de una muestra de cariño al hijo
antes de marchar al combate. No cabe duda de que Pío Baroja tomó este conocido episodio de
la Ilíada como referencia para trasladar a su tiempo una situación constante a lo largo de toda
la historia.

2. Los hombres.

2.a: Busca epítetos de los héroes más importantes y de los hombres.

 Agamenón: Atrida, rey de los hombres, pastor de hombres.


 Aquiles: Pelida/Pelión, el de los pies ligeros, divino Aquiles, asolador de ciudades,
alumno de Zeus.
 Héctor: Priámida, el de tremolante casco, domador de caballos, caro a Zeus, hijo
amado, matador de hombres.
 Menelao: Atrida, caro a Ares.
 Patroclo: Menetíada, caro a Zeus, del linaje de Zeus, el más valiente aqueo.
 Príamo: Dardánida, semejante a un dios.
 Odiseo: Laertíada, ingenioso, divino.
 Diomedes: Tidida, domador de caballos, magnánimo, valiente en el combate.
 Alejandro: Paris, deiforme.
 Áyax: Telamonio, de Salamina.
 Sarpedón: deiforme, igual a un Dios, caudillo de los licios.
 Néstor: caballero gerenio, Nelida, anciano.
 Fénix: anciano respetable, caro a Zeus.
 Aqueos: de broncíneas corazas, de hermosas grebas, melenudos, de larga cabellera.
 Troyanos y teucros: domadores de caballos.

2.b: Busca epítetos de las mujeres individual y colectivamente. Rastrea los datos que da
Homero sobre cómo viven las mujeres y su papel en la sociedad.

 Helena: argiva, la de largo peplo, de hermosos cabellos.


 Briseida: de hermosas mejillas, de bella cintura.
 Andrómaca: de níveos brazos, esposa de Héctor.
 Criseida: de hermosas mejillas.
 Troyanas: de lindas trenzas

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El papel tan reducido y pasivo que juegan las mujeres en la Ilíada es un claro reflejo de su nula
importancia social. A través de sus pequeñas intervenciones, Homero nos deja entrever cuál es
el papel fundamental de la mujer noble y sus esclavas. Las esposas de los héroes aparecen
siempre recluidas en sus palacios, limitadas a sus labores pero sin participar en la vida pública.
La esposa ideal (modelo de areté femenina) espera fielmente el regreso de su marido de la
guerra.

Mientras tanto, las esclavas siempre rodean a las mujeres nobles y se dedican a las labores
domésticas; compartiendo con los hombres esclavos esa cualidad de deshumanización, que
quizá se ve acentuada en las mujeres, siendo concebidas por los hombres como botín de
guerra a gozar. La esclava se mantiene siempre sumisa y fiel a su amo, acompañándolo incluso
sentimentalmente en sus desgracias; como por ejemplo, las esclavas que acompañan en su
llanto a Andrómaca al comprender que su marido no regresará de la guerra.

2.c: Los héroes de los héroes, ¿Quiénes fueron y cuál fue su historia?

A lo largo del poema, se hace referencia en numerosas ocasiones a algunos héroes mitológicos
cuyas historias sirven como ejemplo de ciertas conductas o tan solo se cuentan sus historias
para completar la genealogía de algunos combatientes. Destacan los relatos de las historias de
Belerofonte (abuelo de Glauco), ya resumida en el canto Z, y Meleagro; contada por Fénix para
intentar convencer a Aquiles de deponer su cólera y volver al campo de batalla.

Meleagro fue hijo de los reyes de etolia: Eneo y Altea. Ártemis mandó un jabalí gigantesco para
que sembrase el caos en la ciudad. Al darle muerte Meleagro, la diosa, enfurecida, provocó un
conflicto entre etolios y curetes por los restos del animal. En la guerra, Meleagro asesinó a
unos familiares curetes de su madre, provocando una gran discusión entre ambos que llevó a
que el héroe dejara de luchar. El pueblo le rogaba que regresara, ya que estaban siendo
masacrados en la contienda; a pesar de ello, Meleagro no accedió hasta que escuchó las
súplicas de su esposa Cleopatra. Pero, aunque salvó la ciudad, su intervención fue demasiado
tardía y no obtuvo ninguna recompensa.

También cabe mencionar la mención en varias ocasiones de algunos de los héroes más
famosos, como por ejemplo Heracles o Jasón.

2.d: La crueldad y la ternura de los héroes.

Al tener la guerra como marco, en los héroes de la Ilíada predomina la faceta cruel sobre la
tierna. Los combatientes no sienten ningún tipo de compasión por sus enemigos, ni siquiera
cuando estos les suplican clemencia; no ven al contrario como humano y lo matan a sangre
fría, considerándolo su deber: una muestra de firme honor y valentía. En cambio, se hace
evidente en múltiples ocasiones el respeto e incluso afecto por los compañeros, muchas veces
haciendo mención de sus cualidades y la grandeza de su linaje y lamentando sinceramente
cuando algún guerrero destacado fallece. Estas muestras de vulnerabilidad y aprecio en el
duelo se hacen más evidentes cuando la relación es cercana, por ejemplo, en el canto Δ,
cuando Agamenón cree que Menelao ha muerto; la familia de Héctor llorando su muerte o, el
ejemplo más destacado, la locura de Aquiles tras la muerte de Patroclo.

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Tenemos pocas muestras de la actitud de los héroes fuera del combate, pero sin duda uno de
los momentos más conmovedores de la Ilíada es el coloquio de Héctor y Andrómaca. En él se
presenta la faceta más humana y familiar de Héctor, que contrasta con el temible guerrero que
se nos muestra en el resto de la obra.

3. La sociedad.

3.a: Epítetos de las cosas cotidianas o de guerra.

 Cóncavas o negras naves.


 Broncíneas lanzas/corazas.
 Batalla atroz, funesta lid.
 Negra sangre.
 Padre amado.
 Veneranda madre.
 Pingües ganados.
 Fuego voraz.
 Vino negro o dulce.
 Briosos caballos.
 Fornido casco de cuatro abolladuras.
 Agudo bronce.
 Argénteos clavos.
 Corvo arco.

3.b: Epítetos de los lugares.

 Troya: sagrada, bien amurallada, de hermosos corceles, de anchas calles.


 Fértil Ptía, criadora de hombres.
 Ponto vinoso o abundante en peces.
 Anchuroso Olimpo.
 Río Janto, de profundos vórtices.

Muchas ciudades nombradas tienen un epíteto particular (Acaya, la de bellas mujeres; arenosa
Pilos, etc…), pero se suelen emplear expresiones genéricas como la bien construida/labrada,
populosa, de anchas calles, etc…

3.c: El mundo aristocrático según Homero.

En tiempos de paz, los protagonistas habitan en palacios en sus respectivas tierras, de las
cuales suelen ser reyes (Agamenón en Micenas, Odiseo en Ítaca…) o príncipes (Aquiles en Ptía,
etc…).

En la guerra, las decisiones se toman en consejos de jefes del ejército, en ocasiones en el


ágora, con todos los soldados presentes.

La guerra descrita por Homero resulta cruenta y caótica. Las batallas carecen de planificación
previa, y el ritmo de la lucha es frenético; la intervención de los dioses añade a la
incertidumbre.

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Los aristócratas, caudillos del ejército, viven rodeados de lujo incluso en la guerra, que también
les sirve para aumentar su patrimonio mediante los botines de guerra (riquezas, esclavas,
etc…). Son frecuentes los banquetes, aunque a menudo sean dedicados a los dioses, y
conservan el gusto por las competiciones deportivas.

Los héroes de la Ilíada actúan como modelos de la areté griega: persiguen el enaltecer su
honor siendo los mejores en el combate, siempre esperando recibir una recompensa como
prueba física de su valor. No hay cabida para la cobardía y la necedad, el que las muestra es
reprendido inmediatamente y repudiado.

3. d: También aparece el pueblo llano. ¿Dónde, cómo vive?

Las referencias al pueblo llano en la Ilíada son escasas, ya que sus protagonistas son nobles;
pero podemos extraer información a partir de las menciones a los ciudadanos de Ilión, los
símiles y la exhaustiva descripción del nuevo escudo de Aquiles en el canto Σ.

A partir de este último se sabe que el pueblo llano habita en las ciudades y en el campo, en
condiciones mucho peores que los protagonistas aristócratas. En una de las ciudades
representadas en el escudo se celebran bodas y festines que incluyen espectáculos de música y
danza. Por otro lado, también muestra la faceta pública y judicial del ciudadano, plasmando el
desarrollo de un juicio en el ágora en el cuál cada implicado se defendía a sí mismo y el resto
del pueblo se posicionaba con uno u otro. La otra ciudad muestra la actitud activa de sus
habitantes ante un sitio militar, tratando de preparar una emboscada. En el escudo hace
también una descripción detallada del campo, mostrando los ganados y cultivos que servían de
sustento a gran parte de la población.

Homero les acerca una situación aristocrática, estableciendo símiles entre los escenarios
bélicos y actividades cotidianas o escenas del mundo de la naturaleza; lo que les resulta más
conocido y a la vez a nosotros nos acerca a esa realidad que vivía el pueblo llano de la época.

Los dioses.

4.a: Busca los epítetos de los dioses más importantes o que más aparezcan.

 Zeus: Cronida, el que amontona las nubes, el que porta la égida, tonante, el que se
complace en lanzar rayos, terribilísimo, que reina desde el Ida.
 Hera: de níveos brazos, de ojos de novilla, de trono dorado.
 Atenea: diosa/virgen de ojos de lechuza, de ojos brillantes, Palas, Tritogenia.
 Apolo: Febo, el que hiere de lejos, el que porta el arco de plata.
 Afrodita: divina entre las diosas.
 Ares: destructor de murallas, funesto a los mortales.
 Poseidón: el que bate la tierra, de cerúlea cabellera, soberano.
 Hefesto: el ilustre cojo de ambos pies.
 Hermes: Argifonte.
 Iris: mensajera de los dioses, la de los pies ligeros.
 Tetis: madre de Aquiles, la de argénteos pies.

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4.b: Sus intervenciones en la batalla.

Todos los dioses (excepto Zeus, que decide pesando los destinos en una balanza) se
posicionan en el conflicto de una manera muy definida (queda especialmente claro en el
canto Y) e intervienen en la batalla de diversas formas para apoyarles.

Lo más común es que los dioses bajen al combate para infundir ánimo y vigor a los héroes
que prefieran; o bien se presenten ante ellos para aconsejarles, frecuentemente tomando
una forma ajena. También intervienen para proteger a algún héroe en concreto desviando
los ataques dirigidos a él o directamente sacándolo del campo de batalla. En otras
ocasiones, los propios dioses luchan, o bien junto a los humanos o contra otros dioses de
inclinación opuesta.

4c. La sociedad humana es reflejo de la divina. ¿Podrías ejemplificar esta afirmación


basándote en el texto?

Los griegos imaginaron a sus dioses a su imagen y semejanza, tanto en lo físico como en lo
psicológico. Los dioses presentan cualidades muy humanas como el resentimiento, la
compasión, el orgullo, etc… y eso a su vez afecta a cómo se relacionan. Por ejemplo, el
propio rencor de Hera y Atenea hacia Paris causa la guerra, y las relaciones entre dioses
definen los bandos de esta.

Se trata, además, de una sociedad con cierta jerarquía a pesar del poder divino que poseen
todos; en la cual cada uno desempeña un papel definido.

4.d: Busca y resume alguna anécdota sobre la vida de los dioses, diciendo quién nos la
cuenta.

En el canto E, cuando Afrodita va a quejarse a su madre Dione de que ha sido herida en la


batalla; ella nombra varios ejemplos de otros dioses también lastimados por hombres:
cuando Ares fue retenido trece meses por Oto y Efialtes y, por otro lado, Hera y Hades
siendo atravesados por Heracles.

Cuando Hera pide ayuda al Sueño para dormir a Zeus en el canto O, este cuenta cómo ya lo
intentó una vez bajo sus órdenes para que Hera pudiera poner a Heracles a la deriva,
terminando el héroes en Cos. Al enterarse, el Cronida estaba colérico, y de no ser por la
Noche, le habría arrojado al éter.

Antes de forjar las nuevas armas de Aquiles en el canto Σ, Hefesto narra cómo Tetis y
Eurínome le salvaron siendo un niño cuando su madre le echó del Olimpo y le criaron
durante nueve años. Por su parte, Tetis cuenta cómo Zeus le obligó a casarse con Peleo y
tener un hijo suyo.

4. e: Los hombres tienen una relación determinada con los dioses. ¿Cómo son las
plegarias y los sacrificios?

Los dioses intervienen directamente sobre el destino de los hombres y el carácter de esa
influencia divina depende de la estima en la que tengan los dioses hacia una persona y un
pueblo. El favor de los dioses se gana mediante los sacrificios y plegarias, que los honran.

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Por el contrario, la ausencia de estos puede suponer la enemistad (o por lo menos
indignación) de un dios; como por ejemplo, el enfado de Poseidón cuando los griegos
construyen la muralla sin realizar los sacrificios pertinentes. Como ejemplo de los dioses
teniendo en cuenta los favores realizados por los hombres en la toma de sus decisiones, se
puede señalar a Apolo y Zeus recalcando los múltiples sacrificios ofrecidos por Héctor a la
hora de decidir qué hacer con su cadáver.

Estas ofrendas y oraciones se realizan para conseguir algo en concreto, y, a menos que el
dios odie al hombre o pueblo que las realiza; suelen ser atendidas. En la Ilíada, se
describen los sacrificios mediante fórmulas poéticas que describen el proceso siempre
igual (inmolación, matanza, preparación, repartición y consumición de la carne) con muy
leves variaciones; y las oraciones siguen siempre una estructura similar: invocación al dios,
breve recordatorio de su relación previa o con su familia y, por último, la petición.
Ejemplos de esto son el sacrificio realizado por los aqueos antes de entrar a la batalla en el
canto B de los versos 120- 132 y la plegaria de Diomedes a Atenea en el canto Λ antes de
partir a espiar en el campamento troyano.

5. El poeta.

5. a: Homero componía con fórmulas, cuyo tipo más pequeño son los epítetos. Busca
esas otras repeticiones.

Homero emplea las fórmulas en situaciones recurrentes (sacrificios, conversaciones, etc…)


y en el momento de transmitir órdenes o mensajes, cuando se suele repetir el fragmento
casi textualmente al enunciar la orden o comunicado al mensajero, cuando se transmite al
receptor final y al llevarse a cabo. Ejemplos de estas repeticiones se encuentran en el
canto B, cuando se repiten en los versos 60-70 las órdenes de Zeus a Agamenón
pronunciadas por el Sueño en los versos 23-34; o cuando, en el canto Z, Heleno pide a
Héctor en los versos 85-101 que vaya a la ciudad para pedir a las mujeres que realicen una
ofrenda a Atenea y Héctor reproduce la orden con las mismas palabras a su madre en los
versos 269-279.

Otras fórmulas más breves y comunes se dan, por ejemplo, en los sacrificios, como en el
ejemplo de la pregunta anterior, que se repite con alguna variación en el canto H en los
versos 315-323. Muy similar es el proceso de preparación de la carne en festines no
consagrados a los dioses, como se describe en los versos 205-223. Ambas situaciones
comparten ciertas fórmulas textuales, como por ejemplo: “terminada la faena y dispuesto
el festín, comieron, y nadie careció de su respectiva proporción” y “cuando hubieron
satisfecho el deseo de comer y beber […]”.

Otros ámbitos en los que se emplean fórmulas son las conversaciones y discursos
(“diciendo aladas palabras”, “terminó de hablar”, “¡Qué palabras proferiste/escaparon el
cerco de tus dientes”, etc…); o el combate (“hundió el bronce”, “lanzó amarga saeta”),
especialmente en el momento de la muerte (“una negra nube cubrió sus ojos”, “dobló las
rodillas”, “le sobrevino la negra muerte”, etc…).

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5. b: Una de las figuras homéricas más estudiadas son los símiles. Elige los cinco que más
te hayan gustado y explica el motivo de tu elección.

 Canto B: “De la suerte que las alígeras aves –gansos, grullas o cisnes cuellilargos-
se posan en bandadas y chillando en la pradera Asio, cerca de la corriente del
Caístro, vuelan acá y allá ufanas de sus alas y el campo resuena; de esta manera las
numerosas huestes afluían de las naves y tiendas a la llanura escamandria y la
tierra retumbaba horriblemente bajo los pies de los guerreros y los caballos”. El
poeta ofrece una imagen impresionante del ejército aqueo aún comparándolo con
algo que podría resultar menos impactante, pero que transmite la imagen de una
gran masa migrando y haciéndose notar por donde pasa.
 Canto Δ: “[…] poniéndose delante, desvió la amarga flecha: apartola del cuerpo
como la madre ahuyenta una mosca de su hijo que duerme plácido sueño.”
Resulta llamativo el contraste de la situación inofensiva y la ternura maternal con
el ambiente bélico en el que se desarrolla la acción; además de ofrecer una clara
visión de Atenea como protectora de los aqueos.
 Canto P: “Cual frondoso olivo que, plantado por el labrador en un lugar solitario
donde abunda el agua, crece hermoso, es mecido por vientos de toda clase y se
cubre de blancas flores; y viniendo de repente el huracán, lo arranca de la tierra y
lo tiende en el suelo; así el Atrida Menelao dio muerte a Euforbo.” De una manera
muy gráfica muestra la tragedia que supone la muerte de un troyano preclaro
como Euforbo de una manera tan repentina a pesar de su valor.
 Canto Σ: “Como el león a quien un cazador ha quitado los cachorros en la poblada
selva, cuando vuelve a la madriguera se aflige y, poseído de vehemente cólera,
recorre los valles en búsqueda de aquel hombre […]. Este símil ilustra
perfectamente la aflicción convertida en sed de venganza de Aquiles tras la muerte
de Patroclo.
 Canto X: “Como en sueños ni el que persigue puede alcanzar al perseguido ni este
huir de él; de igual manera ni Aquiles con sus pies podía dar alcance a Héctor, ni
Héctor escapar de Aquiles”. Resulta curioso que Homero emplee en un símil algo
tan abstracto pero universal como lo sucedido en los sueños.

5.c: También la premonición trágica es uno de los elementos más típicos de la épica. Busca
ejemplos.

 Canto Θ, 473-476. Aquí Zeus presagia el enfrentamiento entre Aquiles y Héctor a raíz
de la muerte de Patroclo.
 Canto Σ, 95-96. Tetis recuerda una vez más a Aquiles que su funesto destino se acerca
una vez haya matado a Héctor. Esta premonición y las anteriores son las más
frecuentes en la Ilíada.
 Canto Ω, 727-738. Andrómaca predice la inminente caída de Troya, la muerte de
Astinacte a manos de Neoptólemo y su propia venta como esclava.

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5. d: Menos literarios aparentemente son los catálogos de muertes. Hay varios en los textos.
Elige dos o tres y compáralos; di que tienen en común o qué de diferente.

Al principio del canto E, de los versos 43 al 83; se describe detenidamente a las víctimas de
muchos aqueos, deteniéndose en la forma de morir y en su ascendencia. Este no es el caso,
pero en muchas ocasiones los catálogos de muertes se extienden con la historia de los
antepasados del caído. Otro tipo de catálogo más breve y conciso consiste en una simple
enumeración de las víctimas de un héroe en concreto, sin dar más detalles. Este es el caso
dado en los versos 694-697 del canto Π.

6. Curiosidades.

6. a: El hierro.
A pesar de que las armas y los artefactos descritos en la Ilíada están hechos de bronce, el
hierro se menciona en varias ocasiones (por ejemplo: “de hierro tienes el corazón”), lo que nos
permite suponer que, aunque el metal predominante fuera el bronce, se conocía el hierro y ya
se empleaba de manera poco generalizada. Este dato es muy valioso a la hora de situar al
autor en el tiempo; podemos deducir que vivió a finales de la Edad de Bronce o en un período
de transición.

6. b: El número tres.

Este número es recurrente a lo largo del poema. Por ejemplo, tres veces intenta Patroclo
acercarse a la muralla de Troya antes de ser rechazado definitivamente por Apolo, Aquiles y
Héctor dan tres vueltas a Ilión antes de acordar combatir y Aquiles grita tres veces para
espantar a los troyanos antes de entrar en la batalla.

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