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AnnyR’ Joselin
Gesi Anna Karol
IsCris
Anna Karol
Sinopsis Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Three Hard Lessons
Capítulo 13 Sobre la Autora
Capítulo 14
Haría lo que fuera por mi trabajo soñado. Ahora tengo que
hacerlo.
Para salvarme el pellejo en la oficina, soy forzada a venderlo en un
club a ciegas exclusivo e ilegal. Él pagó miles de dólares por una noche
para poseerme, pero cuando la venda cae, quiero más. Más noches,
más reglas y más de este hombre inaccesible e inflexible.
Regla número uno, no hacer preguntas. Regla número dos, no
mentir. Pero, ¿la regla número tres? Esa es la más difícil de obedecer.
Blindfold Club #1
Traducido por Beluu
Corregido por Itxi
Seguí a Payton dentro del salón de lujo, estaba segura de que iba
a vomitar en el suelo de baldosas de mármol. Íbamos a encontrarnos
con su gerente, Joseph. Su proxeneta, quien, asumiendo que todo
saliera bien con nuestro encuentro, también se convertiría en el mío.
—Solo respira —me dijo Payton. Estuvo increíblemente excitada
cuando le confesé lo que necesitaba. Se sintió mal acerca de cómo
llegué a la decisión, pero tenía plena seguridad de que éste sería el
primer paso en mi camino al despertar sexual.
Esto no era un paso, era como estar atada a un cohete.
Parecía extraño encontrarnos aquí, pero si Joseph accedía a
dejarme ver clientes, tendría que opinar sobre mi aspecto,
especialmente en el área de abajo. Payton me informó qué esperar, pero
Joseph no era lo que esperaba. Tenía treinta y algo, era elegante con
hombros como perchas y una sonrisa diabólica.
—Un placer conocerte, Evelyn. He oído muchas cosas buenas. —
Sacudió mi mano y nos indicó que lo siguiéramos más allá de los
sumideros de lavado hacia la parte posterior. Nos dejó en una
habitación que supuse era usada para hacerse la depilación y se sentó
en la mesa, asesinándome con la mirada.
—Estoy seguro de que Payton te ha dicho como funciona esto,
pero las cosas serán diferentes contigo. Tu amiga es una mujer rara, lo
que probablemente ya sabes.
—Sí —dije, los nervios hacían que me fuera difícil hablar.
—¿Entiendo que solo buscas una noche de solo algunas cosas?
—Sí. —Payton tenía un contrato. No uno legalmente obligatorio,
ya que lo que hacía era altamente ilegal, pero accedió a trabajar un
cierto número de noches en el club a cambio de un porcentaje más
alto—. En realidad, no creo que esto sea para mí, pero…
—Necesitas el dinero —dijo—. Lo entiendo. Lo extenderé a un
contrato de una noche para ti porque confío en Payton. Ella cree que
una vez consigas una probada vas a querer más.
Lo dudaba demasiado, pero mantuve la boca cerrada. Se hallaba
totalmente seca de igual forma.
—Eres muy bonita. ¿Puedes soltarte el cabello para mí?
Mis manos hurgaron para quitar la goma de cabello y dejé que mi
recto cabello castaño cayera en una onda.
—¿Alguna vez lo has oscurecido?
Sacudí la cabeza. No me gustaba hacerme muchas cosas, de ahí
el pelo atado en una cola de caballo.
—Ahora necesito ver qué otros atributos tienes para estar seguro
de que eres la clase de mujer que nuestros clientes desean.
El aire en la habitación se hizo escaso. Sabía que esto vendría,
gracias a Payton. Y ya que fuimos compañeras de cuarto, no era como
si no me hubiera visto desnuda antes, por lo que eso me ofrecía un poco
de comodidad ahora. Este era el momento en que empezaba a sentirse
real.
Mis manos alzaron mi camisa sobre mi pecho palpitante y luego
sobre mi cabeza antes de colocarla en los brazos extendidos de Payton.
Joseph permaneció calmado, sin mirarme raro, lo cual apreciaba. Me
apresuré a desabotonarme los vaqueros y bajarlos por mis caderas.
Quería terminar esto cuanto antes, pero mi prisa me hizo ser torpe y
tosca. Si esperaba un striptease sexy, no lo iba a conseguir.
Le pasé mis vaqueros arrugados a Payton, quien ignoró mis
manos temblorosas.
—Muy linda —dijo, haciéndome creer que se hallaba satisfecho,
hasta que agregó—: Por favor, continúa.
Llevé los brazos detrás de la espalda y desabroché el broche de mi
sujetador, mis dedos nerviosos buscaron a tientas el gancho. No era
muy tímida sobre mi cuerpo, en circunstancias normales, pero estar de
pie en una habitación estrecha con iluminación áspera y dos pares de
ojos en mí hacía que todo fuera más incómodo. Las correas se
deslizaron de mis hombros y por mis brazos, cayendo al suelo.
No me di tiempo para mirarlo en busca de retroalimentación. Metí
los pulgares debajo de la cinturilla de mis bragas y las bajé por mis
piernas, dejándolas en el suelo al lado de mi sujetador. Entonces, me
sonrojé, coloqué las manos en mis caderas y alcé los ojos hacia los de
Joseph. Me encontraba desnuda y vulnerable, pero luchaba para no
revelar nada de la inseguridad que amenazaba con paralizarme.
—¿Puedes girar?
Mis pies eran bloques de hormigón, pero cumplí. Finalicé el giro,
mirándolo por alguna clase de confirmación o desaprobación. Una vida
entera pasó, todo lo que hizo fue mirarme y evaluarme. Dolía esperar
una respuesta.
—Excelente —dijo finalmente, y me dio una sonrisa torcida—.
Ahora tengo que medir tus niveles de comodidad.
Se puso de pie y se bajó el cierre. No había notado que ya estaba
semi duro e hinchándose en sus pantalones.
—¿Qué? —Instintivamente di un paso atrás.
Tuvo su polla fuera en un instante y se acarició hasta encontrarse
totalmente duro. —Quiero que me la chupes. Ahora mismo.
—¿Qué? —dije de nuevo, mis ojos se lanzaron hacia Payton—.
¿Aquí?
¿Lo decía en serio? Payton tenía los labios presionados, y
entonces… me dio un ligero asentimiento. Oh, sí, lo decía en serio.
—Necesito saber que no te congelarás con un cliente. Si puedes
hacer esto, me sentiré cómodo poniéndote en la lista. —Seguía
acariciándose mientras hablaba, y no pude evitar mirar, hipnotizada y
desorientada.
—Evie… —susurró Payton.
¿Me iba decir que no lo hiciera? Porque ya había llegado
demasiado lejos como para retroceder. Las impresiones habían sido
pedidas, no podía obtener un préstamo o pedirles a mis padres, y
Payton gastó todo su dinero en un coche nuevo.
—Puedo hacerlo —dije, más para mí misma que para alguien
más. No es que fuera la primera mamada que hubiera hecho, pero
indudablemente sería la menos sexy. Di un paso tentativo hacia delante
y me puse de rodillas delante de él, mis rodillas descansaron en las frías
e impecables baldosas.
Usé una mano para meter un mechón de cabello rebelde detrás
de mi oreja. Su polla se encontraba hinchada y dura, y justo frente a mi
rostro. Por lo que estiré una temblorosa mano y envolví mis dedos
alrededor de la firme carne. Mi cerebro se desconectó, separé los labios
y la introduje en mi boca.
—Joder, eso es bueno —susurró.
Estaba segura de que sentiría repulsión inmediata, pero de hecho
no sentí nada. Quería enfocarme en terminar mi tarea. No me gustaba
fallar. Lo saqué y lo introduje nuevamente hasta que la cabeza de su
polla tocó el fondo de mi garganta. Puedes hacer esto, me repetí una y
otra vez, y cuando comencé a bombear mi cabeza en él, empecé a
creerlo.
—Usa tu lengua. —Su respiración era trabajosa.
Obedecí su orden, sacándole un gemido. Nunca antes había
tenido un hombre que me dijera qué hacer. Creo que por lo general
simplemente se emocionaban de que estuviera allí abajo.
—Chúpala.
Lo hice, y perdió otro profundo gemido. Honestamente sus
órdenes lo hacían más fácil, pero después de un rato mis rodillas
emperezaron a doler, por lo que aceleré el ritmo.
—Eso es jodidamente ardiente —escuché decir a Payton. Me
había concentrado tanto que olvidé que se hallaba allí, y si no tuviera la
polla de su proxeneta en mi boca, podría haberle dicho que se callara.
Pero esa era la rabia que sentía hacia mí misma redirigida a ella. Podría
haberme alentado a todo esto, pero ciertamente no me forzó.
—¿Te gusta observarme follar su boca? —le preguntó—. Sí, a mí
también. Va a hacerme acabar.
Una mano se envolvió en mi pelo y la otra me agarró la cabeza
debajo de mi barbilla, usando su agarre para guiarme a acelerar el
ritmo. Sus caderas empujaron más rápido y profundo, apenas evitando
mi reflejo nauseoso. No tener el control era un sentimiento extraño,
pero a una parte de mí no le importó. Un poco me gustaba, y
admitírmelo a mí misma hizo que una pequeña ola de placer y deseo me
recorriera.
—Traga —ordenó. Entonces se vino violentamente, llenando mi
boca con el caliente y espeso líquido.
Hice lo que pidió. A medida que el pulso dentro de mi boca
comenzó a menguar, me retiré y me puse de pie, asombrada de que no
haya sido tan malo. Si era sincera conmigo misma, sus órdenes me
encendieron un poco. Estaba ansiosa por complacerlo.
La habitación estaba cálida y ambos pares de ojos se hallaban en
mí, como esperando que dijera o hiciera algo. Crucé mis brazos sobre
mi pecho desnudo, sintiéndome extraña y caliente.
Joseph se recuperó y se subió el cierre, luciendo más que
petulante.
—Te dije que sería buena —dijo Payton tranquilamente.
—Puedes vestirte ahora —dijo mi nuevo proxeneta—. Tenemos
mucho de qué hablar.
Amas eso.
Esta era otra primera vez para mí. No es como si las duchas en
los apartamentos de mi universidad fueran amplias o remotamente
sexys, y en la ducha de mi actual lugar apenas había espacio para uno.
Me quedé de pie con torpeza en el semi-pasillo entre el dormitorio
y el baño, observándolo patear sus zapatos y tirar sus calcetines en el
cesto de la ropa. En un rápido movimiento, se quitó sus shorts y
bóxeres y los añadió a la cesta, sus pies golpeando pesadamente el
suelo mientras se movía hacia mí.
Era extraña, esta sensación de nerviosismo que tenía, y meneé mi
cabeza como si eso pudiera alejar la sensación de mi cuerpo. Me había
visto desnuda un montón de veces, y había estado cerca y cara a cara
con su anatomía. Sin embargo, la luz del sol inundaba cada rincón de
su apartamento y era como un reflector sobre cada imperfección en mi
cuerpo. Me miró como si no existieran. Me dio una mirada llena de pura
lujuria sin adulterar.
Este hombre me deseaba como nadie. Mis pies se movieron hacia
atrás, dentro del baño para no perderme su mirada. Solo tenía ojos para
él; nada más existía.
—¿Estás huyendo de mí? —Preguntó cuándo retrocedí y me
golpeé contra la amplia puerta de vidrio de su ducha.
—No. Me gusta mirarte. Me gusta la forma en que me miras.
Los hombros de Logan se levantaron con una respiración
profunda y sus ojos se suavizaron. Guau. Le gustó escuchar eso. Una
mano se acercó y tomó mi muñeca y en silencio me pidió dar un paso
hacia adelante, para que pudiera abrir la puerta y dejar correr el agua.
Los chorros caían desde el techo en el gran recinto de cristal y
azulejos. Nunca había pensado en describir un cuarto de baño como
sexy, pero esta habitación estaba llena de sexo, y no solo porque estaba
de pie allí.
—Probablemente debería advertirte, realmente no tenemos mucho
tiempo. Sé que el tráfico va a ser malo en la 90.
—Así que, ¿me estás diciendo que nada juegos previos? ¿Vamos a
tener sexo y ya?
Me dio una sonrisa enigmática. —Algo así. —Abrió la puerta de
nuevo—. Primero las damas.
Di un paso dentro y bajo el agua, apartándome el cabello de la
cara. Estaba muy caliente. Di otro paso más en la amplia ducha para
permitirle entrar. En su lugar, su cuerpo me aplastó contra el azulejo,
su definido pecho contra mi espalda.
—Va a ser duro y rápido y tosco. Si deseas parar, me lo dices —
ordenó.
Todo el aire dejó mi cuerpo en un instante. ¿Lo quería tan duro
que necesitó darme una advertencia? Me volteó hacia él y me recostó en
la pared de azulejos, agua corriendo por la intensa expresión de su
rostro. Tenía una mano acariciando su polla y la otra enterrada entre
mis piernas, sus dedos gruesos provocándome.
No estaba segura de que mi cuerpo pudiera ir de cero a cien, pero
ya me hallaba encendida con tan solo verlo. La forma en que su mano
me tocaba y frotaba, me acariciaba… no le tomó mucho tiempo para
que ese deseo se construyera al rojo vivo.
—¿Quieres mi polla?
Asentí, ya demasiado embriagada de deseo como para encontrar
las palabras fácilmente.
—Dilo.
—Quiero tu polla —le dije en un suspiro tembloroso y
entrecortado.
—¿Dónde? ¿Aquí? —Metió un dedo dentro de mí, sin
complejos. Su rostro era impactante y oscuro, como un depredador y yo
era su presa acorralada—. Pídemelo.
Tragué saliva, no muy segura de cómo hacerlo. —Por favor,
Logan.
—No es lo suficientemente bueno. Hazme creerte.
El agua corría por mis ojos y hacía que su figura se viera
borrosa. Sus dedos se movían en una torturadora secuencia,
tocándome fuera y luego sumergiéndose en mi interior. Cada vez que lo
repetía, mi necesidad y agonía crecían.
—Por favor —rogué—, por favor. Tengo que tenerlo. Lo necesito.
—¿Qué necesitas?
—Tu polla. —Temblaba, fuera de control y cayendo a pedazos—
. Necesito lo que solo tú puedes darme.
Sus fosas nasales se abrieron en señal de aprobación. Entonces,
el depredador descendió sobre mí. Sus manos fueron a la parte interna
de mis muslos e hizo que los abriera, levantando una de mis rodillas
por lo que se hallaba enganchada en su antebrazo. Sus manos se
apoyaron en la pared e inclinó sus rodillas para encontrar el ángulo
correcto para clavarme en un movimiento rápido.
Solté un agudo siseo ante la invasión, mi cuerpo no
acostumbrado a su tamaño tan de repente. Envolví mis brazos
alrededor de su cuello, teniendo que agarrarme de algo mientras me
follaba. Era justo lo que había dicho que sería. Duro y rápido. Mi
cuerpo se estrellaba contra la pared por sus embestidas. El sonido de
nosotros chocando una y otra vez era lo suficientemente fuerte sobre la
ducha.
El agua corriendo fuera de él era salada por el sudor y me lamí los
labios, probándolo. Saboreándolo, ya que no nos habíamos besado. La
mano que no sostenía mi pierna abandonó la pared y cogió mi pecho,
apretando con tanta fuerza que estaba justo en el borde de dolor.
Pero era tan jodidamente caliente. No solo la ducha, sino también
lo que hacía.
Debería haber estado molesta por esto. Que no hubiera habido
solicitudes o disculpas. Nada de compromisos. Esto era todo sobre su
placer. Yo era solo utilería, una muñeca bajo su mando.
Sin embargo, me encantaba esto. Rendirme totalmente ante él,
permitiéndole tomar exactamente lo que quería.
Tiró de mi otra rodilla a su alrededor para así poder levantarme,
clavándome en la pared, y se hundió en mí con más fuerza, golpeando
mi espalda contra los implacables azulejos. Me arqueé, presionando mis
pechos contra él, dejando que mi cuerpo mojado se deslizara contra el
suyo.
—Este coño es mío —gruñó—. Nadie más ha estado dentro como
yo lo he hecho.
Dios, las cosas que decía. Estaba agradecida que nos
encontráramos en la ducha, ya que envió una oleada de deseo líquido
directamente a mi centro. Esta versión salvaje, tipo macho alfa de
Logan era aterradora y emocionante y me sentía atraída por
ella. Deseosa de rendirme.
—Este coño es tuyo —repetí, e hizo un sonido de satisfacción
pura. Mi orgasmo salió de la nada. Para cuando me di cuenta de ello, ya
estaba en agonía, más allá del punto de no retorno. Electricidad
atravesó mi espina dorsal. Di un grito ahogado cuando me vine,
gimiendo en su oído, una y otra vez hasta que me calmé.
Dejó caer mis piernas y se salió de mí, sin aviso o explicación. Sus
manos ásperas me dieron la vuelta, poniéndome en la misma posición
que había estado la noche anterior, mis manos contra la baldosa. No
tuvo que decirme que las mantuviera allí. No tenía otra opción a no ser
que quisiera golpear literalmente mi cabeza contra la pared.
Su ritmo frenético creó un choque entre nuestros cuerpos.
—¿Te gusta cuando te follo duro? —preguntó.
—Sí —jadeé, como lo había hecho esa noche en la mesa. Hace
una semana. Se sentía como si toda una vida hubiese pasado desde
entonces. El aire estaba lleno de vapor, y sentí como si estuviera
respirando en el agua, ahogándome en ella.
Puso una mano en el cabello de mi nuca y tiró, llevando mi
cabeza hacia él. Me dolió esta vez. Era raro y me hizo sentir
impotente. Dominada. Así que por supuesto me gustaba mucho. ¿Por
esto me había advertido? ¿Por unos cuantos tirones de cabello?
No. Tenía más que ver con la mano que estaba en la parte baja de
mi espalda, yendo a la deriva más abajo, más cerca de su cuerpo dentro
de mí. Deslizándose en la raja entre mis nalgas. Mi corazón empezó a
correr a mil por hora, amenazando con explotar, y empecé a temblar
cuando presionó su pulgar contra mi entrada allí. Solo la sensación de
él era chocante y confusa como la última vez, y tan agradable. Aumentó
la presión y empezó a invadirme.
No había ralentizado el ritmo de sus embestidas, pero mis
pensamientos estaban firmemente centrados en el dedo que se
aventuraba más profundo dentro de mí, una sensación de ardor e
incomodidad. Por lo general, fuera de los límites. Pero, joder, me
encendía. No debería. Pero jodidamente lo hacía en verdad. Empujó más
profundo hasta que su pulgar estaba tan lejos como pudo.
—¿Te gusta eso, chica sucia?
Mi garganta se cerró, y no podía asentir a causa de su dominio
sobre mi cabello, pero, santa jodida mierda, lo hacía. No debería. Era
tan malo.
—Apuesto a que sí. Apuesto a que quieres más.
La sensación de ardor se había ido y luego cambió. Deslizó sus
dedos índice y medio en mi interior. Me mordí la lengua, la cual quería
decirle que esperara. Podía hacer esto.
—Voy a follarte aquí. —Antes de que pudiera responder, añadió—:
No ahora, pero tan pronto como estés lista, voy a follar este apretado
culo virgen.
Para el efecto, sus dedos se movieron lentamente, dentro y fuera,
en contraste con lo que estaba haciendo su polla. No era realmente
incómodo. Mi cuerpo se relajó ante sus movimientos, y la primera ola de
placer se apoderó de mí. Pero hay un millón de grados en esta ducha.
—Está bien si te gusta —dijo, como si leyera mi mente, la cual
estaba en pánico total. Arañé la pared, temblando. Oh Dios, me iba a
venir.
Iba a ser muy ruidosa.
—Voy… a… gritar. —Cada aliento era una lucha gigante.
—Adelante.
Soltó mi cabello. Su mano se arrastró hasta mi cuello y se
enroscó alrededor de mi cara hasta que su mano cubría firmemente mi
boca. Así mi grito cayó contra su piel, amortiguando un poco pero aun
así hizo eco en el vasto espacio, y eso lo encendió por completo, y con
toda una andanada de malas palabras y empujes bruscos, se vino. No
pude entender la mayor parte de lo que dijo; estaba ocupada tratando
de no colapsar. El orgasmo había sido épico y mis piernas temblaban
incontrolablemente, y su mano se mantuvo alrededor de mi boca,
haciéndome casi imposible respirar.
Quitó sus dedos de mí, pero tan pronto como me hube venido, los
quise fuera. Mi cuerpo se sentía sobrecargado. Sus manos se cerraron
alrededor de mi cintura y me haló en posición vertical y hacia atrás
contra él, así me sostenía por detrás. No podía recuperar el
aliento. ¿Dónde estaba el aire?
—¿Estás bien? —preguntó con un buen nivel de
preocupación. Traté de asentir, pero solo me mareé. El agua que caía a
mí alrededor lucía… mal. Caía demasiado rápido. No podía…
Negro.
—¡Evie! —Me miraba desde arriba, su rostro aterrorizado. ¿Qué
demonios? Me tenía acunada en sus brazos y estaba de rodillas en el
piso de la ducha.
—¿Qué pasó?
Me dio un apretón, abrazándome fuertemente contra su
cuerpo. Me aplastaba. —¡Jesús, casi me matas del susto!
—Logan, detente. ¿Cómo terminamos en el suelo?
Relajó su agarre, y su cabeza sobre la mía me protegía de la caída
del agua. Cuando llevó un mechón de cabello mojado detrás de mi cara,
pude ver el sutil movimiento de su mano. —Te desmayaste.
Aparté la vista porque su cara de pánico era devastadora. Traté
de incorporarme, pero sus brazos eran reacios a liberarme.
—Estoy bien. Solo hacía mucho calor.
Me ayudó a moverme por el suelo, posicionándome para sentarme
contra una de las paredes, y abrió la puerta de la ducha. Irrumpió a
través de ella, abandonándome allí sin una palabra. Miré por el cristal,
estupefacta. ¿Cómo podía dejarme?
Regresó un momento después, desnudo, chorreando, una botella
de agua en la mano. Oh. Dio un paso atrás y bajó un poco la
temperatura del agua, así apenas estaba tibia, luego se arrodilló a mi
lado, desenroscando la tapa y ofreciéndome la botella. Cuando la tomé,
se sentó detrás de mí y se pasó una mano por su cabello oscuro. Se veía
terriblemente inestable.
—Lo siento —le dije.
Me miró con incredulidad. —Yo soy el que te hizo eso. Mi
temperatura corporal no estaba bien ajustada por exponerme al aire
acondicionado después de correr. No tenía idea de que el agua estuviera
demasiado caliente.
—Estoy bien, de verdad. —Tomé un sorbo de agua, ya sintiéndose
casi normal otra vez—. Tienes que dejar de mirarme como si estuviera
muriéndome, me está volviendo loca.
No lucía muy convencido. Cuando traté de ponerme de pie, puso
sus manos sobre mis hombros y me detuvo. Envolví mis manos
alrededor de sus muñecas.
—Estoy bien —le dije—, y no tengo tiempo para pasar el rato en el
suelo de la ducha.
Atraer su lado práctico funcionó, aunque parecía inquieto al
respecto. Dejé que me ayudara y fingí no darme cuenta de cuán
atentamente me estudiaba.
—Mierda —me quejé—. ¿Es ese el único champú que tienes? No
quiero oler como un chico.
Apenas me dijo algo durante la ducha, a excepción de que me
terminara de beber toda el agua de la botella. Tuvo que salir de la
ducha por segunda vez para buscar un contenedor medio vacío de
champú de hotel debajo de su fregadero.
Traté de hacer que aceptara que lo que había sucedido no fue
más que un simple error. Pero no pudo dejarlo ir.
Me apresuré a vestirme, tratando de recuperar el tiempo perdido
por mi desmayo en la ducha. No quería que se obsesionara con ello más
de lo que sospechaba, o que tuviera que inventar una excusa de por qué
se le hizo tarde.
Podía oírlo ahora. “Lamento llegar tarde en tu día especial, Nick,
pero estaba ocupado follando a mi novia en la ducha con tanta fuerza
que le hice perder el conocimiento”. Estoy segura de que eso sonaría tan
bien.
Iba vestido con unos vaqueros y una sencilla camisa con cuello en
V negra, sentado en la cama, su teléfono en mano, a pesar de que no
estaba prestando atención. Todavía se encontraba de mal humor, y no
lo aguantaba más.
—Quiero hablar sobre lo de la ducha —le dije, sentándome de
rodillas sobre la cama a su lado.
—¿Cuál parte? ¿Cuándo te sofoqué, o cuándo hice que tuvieras
un golpe de calor? —Su voz estaba llena de odio a sí mismo.
—Quiero hablar sobre el hombre de allí.
—No va a suceder de nuevo —lo dijo en voz baja. Avergonzado.
—¿Por qué no? —Puse mi mano sobre la suya en la cama—. ¿No
te diste cuenta de que me encantó?
Se veía hermoso, incluso cuando estaba visiblemente confuso y
conflictivo. —Evie.
—No estoy diciendo que lo quiera de esa manera todo el tiempo,
pero me encanta el nunca saber cómo me vas a abordar —le dije—. Eres
una especie de aventura, jefe.
Salió de la cama y puso sus manos en mi cintura, atrayéndome
hacia él y me besó castamente en la frente. —¿Estás lista para irnos?
—Tan pronto como vuelvas a tratarme como antes, idiota —le dije
con una amplia sonrisa que esperaba llegara hasta mis ojos.
Respiró. —Está bien. —Su rostro se suavizó y se volvió juguetón—
. Quiero quitarte la ropa y saborear ese coño.
Mi boca se abrió. —¿Tenemos tiempo? —le pregunté,
esperanzada.
—No, pero será para la próxima.
Tener un volante bajo mis manos era extraño. Hacía siglos que no
había conducido. Debido a que estaba nerviosa por el tráfico y
conduciendo el coche de Logan y todo el asunto de la reunión familiar,
me fui con un montón de tiempo de sobra. Por una vez en mi vida, no
llegué tarde. Aparqué detrás de la iglesia con un enorme campanario
blanco y comprobé por última vez mi maquillaje. No había visto a Logan
desde que lo dejé en la habitación de su hermano esta mañana.
Hubo sonrisas amigables cuando me uní a personas que se
dirigían a la iglesia, pero nada de rostros conocidos hasta que lo
divisé. Estaba abrazado con los otros padrinos de boda cerca de las
puertas interiores. Santa madre de Dios, lucía increíble. Un esmoquin
negro con una simple corbata de moño negra, al estilo de James
Bond. Debió sentir mi llegada porque su cabeza se volvió hacia mí.
La mirada de Logan inició por mis sandalias de tiras y se abrió
paso hacia arriba, flotando en mi vestido azul de un solo hombro que
hacía juego con mis ojos. Pasó una cantidad indecente de tiempo
mirando mi pecho. Le gustaba lo que veía. Lo entendía. Tomó todo de
mí aferrarme a mi autocontrol para evitar que mis pensamientos
indecentes se reflejaran en mi rostro o salieran de mi boca mientras se
me acercaba.
—Te ves increíble. —Me besó en la mejilla.
—Creo que esa es mi línea.
—Vamos, tengo un asiento para ti al lado del Chelsea.
Chelsea. Ese era el nombre de su prima amigable con la que
había charlado durante el ensayo. Deslicé mi brazo en el de Logan, y
justo cuando cruzamos por el interior, Garrett me pasó un programa de
la ceremonia. Era maravillosamente discreto en el diseño, y muy al
estilo de Logan.
—No me critiques demasiado duro —dijo—. Hilary fue bastante
específica.
—Sin promesas.
Como dijo, Chelsea tenía un lugar libre al lado en el que me
deslicé, dándole una sonrisa. Parecía nerviosa, releyendo la pieza
desgastada de papel en su mano que tenía notas escritas en el
margen. Admiré el programa mientras el cuarteto de cuerda comenzaba
la marcha.
A veces las bodas parecen durar una eternidad, y otras parecen
imposiblemente cortas, y esta cae en la segunda categoría. Hilary lucía
hermosa en su vestido antiguo con encaje. Su melena salvaje de cabello
había sido peinada hacia atrás en un moño suave con un velo
abrochado debajo. Y mientras que Nick era un novio hermoso, mis ojos
se hallaban pegados en el hombre a su izquierda.
A pesar de sus notas, Chelsea terminó con la lectura en menos de
un minuto. Fue una gran boda, y pude entender por qué se hallaba
nerviosa. El beso al final fue igual a Nick y Hilary, adorable. La besó
muy rápido, por lo que ella regresó por segundos, atrayendo risitas de
los invitados. Logan me encontró después del final del oficio,
presentándome con algunas tías, tíos y gente amable que no tenía
absolutamente ninguna esperanza de recordar.
—Tenemos que tomarnos fotos ahora —dijo—. Te buscaré tan
pronto como pueda cuando terminemos.
—Estoy bien. Tengo a Chelsea para aferrarme —bromeé. Aunque,
en realidad no.
Esperé hasta que el estacionamiento se vació de coches y luego
conduje los diez minutos al club de campo. La hora de los cocteles ya
había comenzado en el jardín detrás del salón de baile. Meseros con
bandejas de plata ofrecían varios aperitivos, y una fila se había formado
en la barra. Chelsea me vio y me hizo señas.
Más familia que conocer, y ahora comenzaban las preguntas.
¿Cómo se conocieron? ¿Cuánto hace que están juntos? Y mi favorita,
¿Qué piensas acerca de tener hijos? ¡Cielos! Tenía que recordarme la
mentira ya que había pasado una semana, en realidad. Incluso con la
mentira, salir por dos meses parecía un poco pronto para estar
inmiscuyéndose en eso.
Hice mi camino a través de la fila junto a Chelsea para conseguir
un ron con Coca.
—Fue un desastre —dijo sobre su lectura—. ¿Entendiste alguna
palabra?
—Tienes muy buena pronunciación.
—Ay, eres tan dulce, pero no eres una mentirosa convincente. —
Chelsea se rio y giró su bebida.
Nos pusimos de pie a un lado del jardín donde el perfume de los
arbustos de rosas permanecía pesado en el aire. Era un día hermoso,
aunque hacía calor. Logan debía estar sudando muchísimo en ese traje,
lo cual, por supuesto, me hizo pensar en cuando apareció sin camiseta
y bañado en sudor esta mañana.
—¿Qué demonios? —murmuró Chelsea entre dientes. Se giró
hacia mí, el pánico marcándose en su rostro—. Um, tal vez deberías…
Una mujer se nos acercó, quedándose en el camino para así no
hundirse en el césped suave, sus piernas delgadas extendiéndose por
encima de pies vestidos en tacones altos. No era consciente de los
efectos del sol, no tenía ni un cabello fuera de lugar. Era como mirar un
espejo, solo que uno que reflejara lo opuesto a lo que yo soy. Por
ejemplo, yo era cinco centímetros más baja que el promedio con los
muslos gruesos, mientras que ella era alta y muy delgada. Rubia, con el
rostro de una supermodelo que los hombres parecían encontrar tan
atractivo. Lucía como si tuviera quizás treinta años. Perfecta.
Le sonrió a Chelsea, pero era fría y sin sentimientos.
—Guau, ha pasado un tiempo. —Conocí a Chelsea por tres horas,
y podía decir que esto era tenso.
—Sí —dijo la rubia. No creo que fuera capaz de sudar. Como si
eso estuviera por debajo de ella—. ¿Cómo has estado?
—Bien. ¿Y tú?
La sonrisa plana de la rubia siguió. —He estado genial.
—Bien por ti. Estoy un poco sorprendida de verte aquí. —La voz
de Chelsea era irregular—. Y puedo pensar en alguna otra persona que
puede que también esté sorprendida.
La rubia soltó una pequeña risa. —Susan invitó a mis padres,
pero mi papá está enfermo. Nick es prácticamente familia para mí, así
que, aquí estoy. —Sus ojos verde grisáceo se giraron hacia mí—. No creo
que nos hayamos conocido, debes ser parte del lado familiar de Hilary.
Estiró una mano con manicura hacia mí para que la estrechara,
la cual tomé. Su fría mano era como la seda. ¿Qué rayos, tenía el
corazón frío?
—De hecho —respondí—, soy la novia de Logan. Evelyn Russell.
La mano se congeló, tensándose en la mía mientras su mirada
volaba hacia Chelsea como si demandara confirmación. Todo lo que
Chelsea hizo fue tomar un gran trago de su bebida, y los ojos de la
rubia regresaron a mí, entrecerrándose y evaluando. Dejó escapar un
sonido estrangulado, una risa amarga como si acabara de oír la cosa
más ridícula en su vida.
—Es un placer conocerte. —Sonaba como pura basura—. Soy
April Kelley. —Esas palabras salieron con peso. Fue revelado como si
fuera un nombre aparentemente reconocible, aunque yo no tenía idea.
—Encantada de conocerte, también —dije, dándole una mirada
sin expresión que limpió la sonrisa de su rostro.
—¿Cuánto tiempo han estado saliendo Logan y tú?
—Un par de meses.
April tenía una expresión extraña. —No escuché que empezara a
tener citas de nuevo. —Su voz bajó una octava—. Pero no es como si
habláramos estos días.
Cada célula en mi cuerpo gritaba que era una de las ex novias de
Logan. No era sorprendente, su personalidad fría y distante era
parecida a la de él algunas veces, aunque creo que se encontraba en
nivel: experto. Era increíblemente hermosa. Ellos debían hacer una
pareja hermosísima.
La reacción de Chelsea me dijo que tenía ir con cuidado. La
ruptura entre ellos no había sido buena. Me pregunté inmediatamente
quién lo había terminado. En mi experiencia, puedes salir igual de
lastimado cuando eres el que lo termina, así que era difícil de saber por
su desprecio apenas disimulado si fue obra suya.
—Bueno —dijo Chelsea—. Me alegra saber que estás bien, April.
Probablemente tengamos que ir a unirnos con mi familia. Algunos de
ellos vinieron desde Florida, y no puedo verlos muy seguido. —Chelsea
hizo un gesto hacia la multitud de gente junto a la barra—. ¿Evelyn?
—De acuerdo —dijo April. Sonrió como el Gato de Cheshire, como
si fuera consciente de que hizo huir a Chelsea—. Un placer conocerte.
—A ti también —respondí, apurándome para mantener el ritmo
de Chelsea.
Esperé hasta que estuvimos fuera del rango auditivo, pero
Chelsea se me adelantó. —Lo siento mucho por eso —dijo—. Debe
haber sido realmente incómodo.
—Sí, probablemente, excepto que aún no sé quién es. ¿Es una de
las ex de Logan?
La boca de Chelsea cayó abierta. —¿No te ha dicho?
—No, ¿decirme qué?
—No es una de sus ex, es su única ex. Estuvieron juntos por doce
años.
Traducido por Karlamirandar, Jasiel Odair & XimeNi
Corregido por Itxi
¿Cómo estuvo?
Perfecto.
Traducido por Annie D
Corregido por Melii
¿Qué sucede?
¿Dónde estás?
¿Lencería?
¿Porno?
Fuimos a ver una película con los amigos de Logan en la tarde del
domingo y Payton se nos unió. Porque estábamos en un grupo, la
torpeza inicial para mí fue fácil de disimular. Logan, siempre un buen
actor, parecía imperturbable. Cuando la película terminó y el grupo
emigró a varias cuadras a un restaurante, me llevó a un lado.
—Oye —me dijo—. Lo que hicimos fue increíble. No me arrepiento
de ello. ¿Tú?
—No.
—Bien. No lo sobre pienses, pero eso fue una cosa de una sola vez
para mí. Lo que tú y Logan tienen… —Sus ojos se desviaron hacia él y
luego volvieron a mí—. Es genial.
—Es genial.
Habíamos tenido una larga charla y llegamos a la misma
conclusión. Lo habíamos hecho una vez… una experiencia que
compartimos juntos, pero no quería compartirlo de nuevo. Y Logan
había admitido que había sentido la presión de desempeñarse bien y el
miedo constante de que yo iba a cambiar de parecer y me sentiría
herida.
Había tenido razón. Nada podía interponerse entre Logan y yo en
el dormitorio. Allí éramos como roca sólida. No consideré que otro
aspecto de nuestra relación podría ser un problema, pero fui una
ingenua.
Mierda.
Eso era lo que decía el mensaje de texto que me había enviado. Le
respondí al instante: