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Universidad Veracruzana

Facultad de Enfermería Región Xalapa


División de Posgrado

Intervención físico – educativa para la prevención de


caídas en el adulto mayor: mejoramiento de la marcha,
equilibrio y disminución del miedo a caer

Tesis
Proyecto terminal de intervención

Que para obtener el grado de


Maestro en Enfermería

Presenta
LE. César Renteral Gómez

Xalapa, Ver., Mayo de 2014.


Universidad Veracruzana
Facultad de Enfermería Región Xalapa
División de Posgrado

Intervención físico – educativa para la prevención de


caídas en el adulto mayor: mejoramiento de la marcha,
equilibrio y disminución del miedo a caer

Tesis
Proyecto terminal de intervención

Que para obtener el grado de


Maestro en Enfermería

Presenta
LE. César Renteral Gómez

Directora de Tesis
DCE. Juana Edith Cruz Quevedo

Xalapa, Ver., Mayo de 2014.


Universidad Veracruzana
Facultad de Enfermería Región Xalapa
División de Posgrado

Intervención físico – educativa para la prevención de


caídas en el adulto mayor: mejoramiento de la marcha,
equilibrio y disminución del miedo a caer

Tesis
Proyecto terminal de intervención

Que para obtener el grado de


Maestro en Enfermería

Presenta
LE. César Renteral Gómez

Directora de Tesis
DCE. Juana Edith Cruz Quevedo

Xalapa, Ver., Mayo de 2014.


Universidad Veracruzana
Facultad de Enfermería Región Xalapa
División de Posgrado

Intervención físico – educativa para la prevención de caídas en el adulto mayor:


mejoramiento de la marcha, equilibrio y disminución del miedo a caer.

Tesis
Proyecto terminal de intervención
Presenta
LE. César Renteral Gómez

Aprobación

DCE. Juana Edith Cruz Quevedo


Directora de Tesis

Dr. Carlos Flores Pérez


Presidente

Dra. Yolanda Méndez Grajales


Sinodal 1

Mtra. Norma Nash Campos


Sinodal 2

Dr. Carlos Flores Pérez


Coordinador de Posgrado

Xalapa, Ver., Mayo de 2014.


ÍNDICE
Contenido Pág.

Resumen…………………………………………………………………………….

Introducción………………………………………………………………………… 1

Capítulo I: Comprensión del problema.

Enfoques de acercamiento al problema:


Enfoque teórico (fundamentos teóricos para la implementación)……….….... 5
Enfoque empírico………………………………………………………………..… 25
Enfoque experiencial………………………………………………………………. 41

Síntesis de la problemática……………………………………………………..... 45

Pregunta clínica..……….…………………………………………………………. 50

Capítulo II: Diseño teórico de la intervención.

Mapeo de conceptos:
Esquema del diseño de intervención con base en el Modelo de Adaptación
de Callista Roy…………………………………………….………………….……. 51
Mapeo del problema con base en el Modelo de Adaptación de Callista
Roy………………………………………….............…………….……..…………. 52

Especificación de la intervención:
53
Tipo de intervención……………………………………………………………….
Personas: características de los participantes objetivo………………..……… 53
Metas de la intervención……………..………………………………….……….. 54
Modo de entrega……………………………………………………….................. 55
Dosis…………………………………………………………………….................. 56
Componentes de la intervención y actividades (matriz de componentes)...… 57
Estrategias de intervención……………………………………………………….. 58
Recursos…………………………………………………………………………… 59

Capítulo III: Ejecución de la Intervención.

Plan de implementación de la intervención……………….……………….….. 60

Plan de monitoreo de fidelidad operacional: ………...…………………..…….. 62


Objetivos y razonamientos teóricos del monitoreo de fidelidad operacional
en la intervención …………………………………………………………………. 63
Manuales…………………………………………………………………….….….. 65
Cursos de entrenamiento……………………………………………….……..….. 66
Formato de control……………………………………………………….…….….. 66
Reclutamiento de participantes……………………….…………………….….… 67
Lugar de la intervención…………………………………………………….….…. 68
Consideraciones éticas………………………………………………………..….. 69
Análisis de aceptabilidad, factibilidad y efectividad preliminares de la
intervención………………………………………………………………………… 71

Capítulo IV: Evaluación de la Intervención.

Plan de análisis de eficacia de la intervención:


73
Mediciones e instrumentos (descripción, validez y confiabilidad)…………….
77
Plan de recolección de datos……………………………………………………..
77
Plan de análisis estadístico inferencial…………………………………………..

Resultados: 79
Características generales del grupo…………………………………………….. 84
Confiabilidad interna de los instrumentos………………………………………..

Relaciones entre las variables de estudio………………………………..……... 84


Resultados de las pruebas inferenciales………………………………..………. 87
Otros indicadores: aceptabilidad y eficacia clínica……………………….……. 91
Conclusiones:
Discusión científica…………………………………………………………..……. 95
Conclusiones clínicas………………………………………………………..……. 100
Conclusiones teóricas………………………………………………………..…… 103
Limitaciones…………………………………………………………..……………. 104

Referencias………………………………………………………..……..……….. 106

Anexos.

A.- Consentimiento informado de participación……….…………………..…… 116


B.- Manual del participante…………………………………………………….…. 121
C.- Manual del Facilitador…………………….……………………………..……. 154
D.- Solicitud y autorización para implementación de la intervención…..……. 229
E.- Escala de Tinetti……………………………...………………………………... 232
F.- Escala Fear of Falling…………………………………………………………. 237
G.- Registro del estudio ante el Comité de ética en investigación…………… 240
LISTA DE TABLAS

Tabla Pág.
1 Esquema de Intervención…………………………………………………. 51
2 Esquema del problema……………………………………………………. 52
3 Matriz de componentes y actividades de la intervención……………… 57
4 Matriz de componentes y estrategias para la intervención……………. 58
5 Edad, escolaridad y dependencia económica, adultos mayores
participantes………………………………………………………………… 79
6 Lectoescritura, adultos mayores participantes………………………….. 80
7 Estado civil, adultos mayores participantes…………………………….. 80
8 Aspectos económicos, adultos mayores participantes………………… 81
9 Tipo de transporte utilizado, adultos mayores participantes…………... 81
10 Asistencia médica, adultos mayores participantes…………………….. 82
11 Frecuencia en asistencia médica, adultos mayores participantes…… 82
12 Enfermedades, adultos mayores participantes…………………………. 83
13 Presencia de discapacidad física, adultos mayores participantes……. 83
14 Ayuda funcional, adultos mayores participantes………………………. 84
15 Correlaciones no paramétricas entre variables: Spearman………….... 87
16 Diferencia de medias entre Pre y Post de Miedo a caídas, adultos
mayores participantes……………………………………………………… 88
17 Diferencia de medias entre Pre y Post de Marcha, adultos mayores
participantes………………………………………………………………… 88
18 Diferencia de medias entre Pre y Post de Equilibrio, adultos mayores
participantes………………………………………………………………… 89
19 Proporciones de Pre y Post de la clasificación de riesgo para caídas
(puntaje total de Tinetti), adultos mayores participantes………………. 90
20 Diferencia de proporciones entre la Clasificación de Riesgo para
caídas pre y post, adultos mayores participantes………………………. 91
RESUMEN

César Renteral Gómez


Universidad Veracruzana, Facultad de Enfermería, Región Xalapa.
Fecha de graduación: Enero de 2014.

Título del estudio: Intervención físico – educativa para la prevención de


caídas en el adulto mayor: mejoramiento de la marcha, equilibrio y disminución
del miedo a caer.
Número de páginas: 112. Como requisito para obtener el grado de Maestría
en Enfermería.

Propósito y Método de Estudio: El propósito del estudio fue valorar la


efectividad de una intervención físico – educativa para la prevención del riesgo de
caídas en el adulto mayor al mejorar marcha, equilibrio y disminuir el miedo a
caer. La intervención se realizó bajo el enfoque teórico del Modelo de Adaptación
de Callista Roy (Roy y Andrews, 1999), con el que se diseñó un modelo para la
intervención con base en el problema. La muestra fue determinada con un 95%
de confianza y se constituyó por 22 participantes. Se realizaron dos mediciones
(pretest y postest). Se propuso una intervención clínica: físico – educativa.

El tratamiento se dio a través de la implementación de un programa


educativo y de ejercicios de fuerza, resistencia, flexibilidad y equilibrio, con una
duración total de 12 semanas, consistente en dos sesiones de ejercicio a la
semana, con una hora y veinte minutos por sesión. El programa fue diseñado y
ejecutado por profesionales de Enfermería (facilitador principal y cuatro
colaboradores).

Contribución y conclusiones: Un programa físico con ejercicios de


fuerza, resistencia, flexibilidad y equilibrio, bien diseñado e implementado de
manera fiel y adecuada, contribuye efectivamente a mejorar el equilibrio y a
disminuir el miedo de caídas principalmente en el adulto mayor.
Se observó mejoría (sólo diferencia de medias, sin alcanzar significancia
estadística) de la capacidad de marcha con mejoramiento (estadísticamente
significativo) del equilibrio y, con esta mejora funcional motriz, disminuyó el temor
a caerse.

El miedo a caídas disminuyó considerablemente después de la


intervención, con un valor de t de Student de 4.76 (y una significancia de p=.000);
para la variable de marcha resultó un valor para t de -5.97, con una p=.094; es
decir, la marcha mejoró sólo moderadamente, por la diferencia de medias
encontrada, pero que no alcanzó significancia estadística. La variable de equilibrio
resultó con un valor para t de -5.76 y una significancia estadística de .007; lo que
se determinó como un mejoramiento muy importante del equilibrio. La diferencia
estadística significativa y el mayor impacto de la intervención, se dio en las
variables de miedo a caídas y en y equilibrio.

Así, se concluyó que el miedo a caídas disminuyó muy significativamente a


medida que la marcha y el equilibrio mejoraron; sin embargo, el riesgo de caídas
disminuyó moderadamente a pesar de la disminución significativa del miedo a
caídas (resultado de x2). El tamaño del efecto alcanzado con la intervención físico
– educativa, determinado por la significancia estadística en el postest que indicó
mejoramiento en equilibrio y miedo a caer, es indicador de la mejoría que se
puede lograr en adultos mayores cuando se integran a programas físico –
educativos bien diseñados e implementados, con la asistencia regular y la
realización de los ejercicios con calidad de ejecución.

Además de los aspectos cuantitativos, también se analizaron aspectos de


orden cualitativo. Para esto, se realizó un grupo focal de discusión en la medición
postest para evaluación de la intervención por parte de las participantes, quienes
manifestaron que, a partir de la intervención notaron cambios favorables en su
condición física general; de acuerdo a su percepción, la marcha y equilibrio
mejoraron notablemente, cambios de mejoría que ocurrieron a partir de la
implementación del programa físico – educativo. El grupo intervenido manifestó
que tuvieron disposición y motivación para la práctica de los ejercicios
implementados; que el programa físico – educativo les agradó mucho, tanto así
las actividades de éste y la metodología; además manifestaron total satisfacción
por la atención de parte del equipo de intervencionistas.

En cuanto a la efectividad final de la intervención, el grupo intervenido


percibió mejoría muy notable en cuanto a la marcha y equilibrio, incluso que
disminuyó la sensación de calambres y notaron mayor facilidad de movimiento.
En lo referente al miedo a caídas y equilibrio, manifestaron mejoría significativa,
puesto que sintieron mayor seguridad al caminar y menos miedo, al sentirse más
“ágiles”. Esto se comprueba con el resultado de la prueba estadística inferencial
de t de Student, sin embargo, la prevención del riesgo de caídas se alcanzó
medianamente.
1

INTRODUCCIÓN

Los adultos mayores son un grupo particularmente vulnerable como


resultado del proceso de envejecimiento, por el cual es más probable que
presenten problemas de equilibrio, de estabilidad, de marcha y de los reflejos
osteotendinosos. Debido a estos factores, los cuales se relacionan,
evidentemente con el desgaste corporal, así como con las alteraciones
fisiológicas en general que acompañan al envejecimiento, los adultos mayores
son más susceptibles a caerse. Las caídas en este grupo etáreo, por su
incidencia y gravedad, son un problema de salud pública a nivel mundial.

En 2011, Castillo refería que la gravedad de las lesiones ocasionadas por


caídas, depende de la constitución física del individuo, de la fuerza del
traumatismo y de mecanismos ineficientes de respuestas de protección. Así, el
impacto de caídas en el adulto mayor, está asociado con la discapacidad, lo cual
puede ocasionar largos y complicados tratamientos de rehabilitación que deben
ser integrales para recuperar la calidad de vida. El primer reto en el tratamiento y
cuidado por caídas en el adulto mayor es la prevención, por lo que, identificar
aquellos factores asociados con las caídas, es la clave de la prevención.

En este sentido, Gutiérrez (2012) refiere que la Encuesta Nacional de


Salud y Nutrición de ese mismo año, reportó que poco más de cinco millones de
adultos mayores mexicanos presentan alguna forma de discapacidad; de entre
ellos, más de quinientos mil viven en una situación de dependencia. Por lo que en
los próximos años el reto será progresivamente mayor, ya que este número será
creciente en paralelo con el envejecimiento poblacional y la presencia de
enfermedades crónicas, así como de lesiones, en particular las asociadas a las
caídas. Por ello, las personas con afecciones de la funcionalidad, están expuestas
a desenlaces desfavorables, una menor participación económica en la sociedad y
mayor empobrecimiento personal.
2

En parte, esto obedece a los obstáculos que dificultan el acceso a los


servicios de salud, pero también a la educación, el empleo o la información.
Según la Encuesta de Salud y Nutrición 2012, la discapacidad es un problema de
salud pública entre los adultos mayores mexicanos, casi la mitad de ellos (47.8%),
lo cual representa más de 5.1 millones de ancianos, sufren de alguna forma de
discapacidad, específicamente motriz. Cifra semejante al 46% reportado por la
OMS para adultos mayores en países de bajos ingresos.

Al respecto, en una revisión sistemática de estudios sobre mejoramiento


del equilibrio en ancianos (Howe, 2008) se encontró que en el adulto mayor, esta
disminución de la capacidad para mantener el equilibrio y la marcha se asocia a
un mayor riesgo de caídas. En las personas de mayor edad, las caídas a menudo
producen lesiones, pérdida de la independencia y se relacionan con enfermedad y
muerte prematura, de aquí la importancia de tratar esta problemática, a través de
la función educativa de la Enfermería y de la prevención y promoción de la salud
física. En este sentido, la literatura revisada reporta que el ejercicio tiene un alto
impacto positivo sobre el equilibrio y la flexibilidad, en comparación con la
actividad física habitual de las personas mayores; las intervenciones que parecen
tener mayor repercusión son la caminata, los ejercicios de equilibrio, de
coordinación, las actividades funcionales y los ejercicios para el fortalecimiento
muscular.

Actualmente, la actividad física y ejercicios en los adultos mayores como


una forma de vida saludable, tienen gran trascendencia en la sociedad, de
acuerdo con lo que refiere Ceballos (2012), pues la práctica del ejercicio y el
deporte impulsa la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de algunas
enfermedades, lo cual brinda un mejor nivel de salud y calidad de vida. La
mayoría de las personas tiene algunas ideas de los beneficios que ofrece la
práctica de la actividad física sistematizada; sin embargo, se desconoce en qué
forma pueden relacionarse con precisión el ejercicio con la funcionalidad física,
social y con la vitalidad para llevar a cabo las tareas diarias, así como la relación
de esto con la alimentación.
3

De acuerdo con lo anterior, el fenómeno adquiere gran significación en


México, donde el aumento de la población de adultos mayores es notable, tal
como lo refiere el Censo del INEGI en 2010; por ejemplo, en lo que respecta a las
entidades federativas con mayor número de población mayor, destacan Oaxaca
con el 10.7% de su población que son adultos mayores; el Distrito Federal con el
11.3% de su población y el Estado de Veracruz con el 10.4% de adultos mayores
sobre el total de su población. Además, en el Censo de población 2010, en
nuestro país, se reportó que el 20.7% del total de la población de adultos
mayores, lo que es equivalente a 2,078,540 personas, declaró tener al menos una
discapacidad. De ellos, 1,435,296 reconoció incapacidad para caminar o moverse.

Por lo mencionado anteriormente, se diseñó una intervención físico -


educativa, la cual se guió con algunos de los conceptos principales del Modelo de
Adaptación de Callista Roy: Modo físico de adaptación y Modo psicológico de
adaptación, dados por los estímulos contextuales que, en este caso, dicho
estímulo estuvo dado por la intervención misma. Es así que, se abordó este
Modelo conceptual enfermero para establecer el acercamiento teórico del
problema de intervención: el deterioro de la marcha, del equilibrio y la prevención
del riesgo de caídas, a través del programa físico – educativo como modo de
adaptación. La meta final de esta intervención fue probar la efectividad del
programa físico – educativo para mejorar la marcha y equilibrio en el adulto
mayor, así como para la disminución del riesgo de caídas.

También se estableció un enfoque empírico de la problemática: el deterioro


de la marcha y equilibrio del adulto mayor, que genera un mayor riesgo de caídas
asociado; con base en la situación actual de la actividad física en el adulto mayor
y a través del análisis de los principales resultados de intervenciones
relacionadas. Igualmente se determinó el enfoque experiencial del problema, el
cual se realizó por medio de un grupo focal de discusión con adultos mayores.
4

A partir de estos tres enfoques de acercamiento y con la delimitación de la


problemática, se diseñó un programa de Intervención, educativo y de ejercicios
(de fuerza, resistencia, flexibilidad y equilibrio), implementado en un grupo de
participantes, constituido por adultos mayores de 60 años y más; con el objetivo
de valorar su efectividad al producir como meta última una mejora esperada en la
marcha y equilibrio de los adultos mayores y disminuirles el miedo a caídas
asociado.

Finalmente, este trabajo está constituido por cuatro capítulos. El primero,


titulado Comprensión del Problema, que contiene los tres enfoques para lograr el
acercamiento a la problemática de Intervención: teórico, empírico y experiencial,
así como la delimitación del fenómeno a intervenir. El segundo capítulo
comprende el diseño teórico de la Intervención, en el cual se encuentran la
especificación de las metas, el modo de entrega, la dosificación, etc. El tercer
capítulo contiene lo relacionado a la implementación y ejecución del programa de
intervención y en el cuarto capítulo, la evaluación a partir de los resultados del
capítulo anterior.

Este estudio se inserta en la LGAC 1 “Calidad del cuidado y bienestar


social” del Posgrado en Enfermería, toda vez que por la presente intervención se
pretendió como resultado esperado un impacto positivo e importante en la
prevención, tratamiento y rehabilitación de la marcha, equilibrio y miedo a caídas
en el adulto mayor, esto, a través de la medición del impacto de la
implementación del programa físico – educativo en el grupo participante; así, esta
intervención de Enfermería se espera coadyuve a la generación de conocimientos
y acciones para mejorar la atención a las respuestas humanas en esta etapa de la
vida.
5

CAPÍTULO I
COMPRENSIÓN DEL PROBLEMA

ENFOQUES DE ACERCAMIENTO AL PROBLEMA

Enfoque Teórico (fundamentos teóricos para la implementación)

El concepto de Adultos mayores

Con el término “adultos mayores”, tan de moda actualmente, se hace


referencia a las personas mayores de 59 años, es decir, aquellas que se
encuentran en la etapa de la vida conocida como senectud. También se alude a
los adultos mayores como: ancianos, viejitos, adultos en plenitud, personas de la
tercera edad, personas con juventud acumulada y senectos. Se define a un adulto
mayor funcionalmente sano (OMS & OPS, 2006) como el anciano capaz de
enfrentarse a su proceso de envejecimiento, como un proceso de cambio con un
nivel adecuado de adaptación funcional y de satisfacción personal.

Por otro lado, Gómez y Ruiz (2007) han señalado que a los adultos
mayores nunca debe considerárseles como personas en un estado enfermizo, por
encontrarse en la etapa de la senectud; sino que esta etapa de los adultos debe
verse como un proceso natural, aunque se está describiendo una fase de la vida
que conlleva el paso del tiempo y la aparición de secuelas en el cuerpo. Por su
parte, Meléndez (2000), describe la etapa del envejecimiento en el adulto mayor
como la suma de todos los cambios dependientes del transcurso del tiempo, que
son comunes a todos los miembros de una misma clase o especie y que tienen
lugar a lo largo de la vida, tras haber alcanzado la madurez de talla, forma y
función. Para Conte (1995), la senectud es un periodo en el que la persona
(adulto mayor) se ve obligada a cambiar los aspectos de su modo de vida,
teniéndose que adaptar a una nueva situación social y psicológica.
6

Cambios en el sistema musculoesquelético

D’Hyver (2006) refiere que los cambios que se presentan con el


envejecimiento son: pérdida de la masa muscular, disminución de la fuerza y
velocidad de contracción muscular debido a la disminución de fibras musculares
tipo II, lo que a su vez, también está en dependencia de los estilos de vida que se
adquieren con la edad, como la nutrición, ejercicio, movilidad y enfermedades
crónicas que la persona presenta. A nivel ultra estructural, los músculos
esqueléticos presentan depósito de lipofuscina, así como afección del sistema
enzimático (lactato deshidrogenasa, glicerol 3 fosfato deshidrogenasa y trifosfato
deshidrogenasa) lo cual representa una reducción del 50% en la actividad.

Hay que mencionar además que, en el cartílago articular se aprecia la


disminución del contenido de agua, reducción en los proteoglicanos en las
cadenas de condrointín sulfato, aumento en el nivel de keratín sulfato y del ácido
hialurónico, razones por las cuales se observan calcificación del cartílago y
reducción de la adaptación al estrés repetitivo. También, en el hueso se puede
observar la pérdida de calcio con aumento en la reabsorción y, sobre todo en la
mujer, hay disminución en la función de los osteoblastos. Por lo tanto, en el
envejecimiento se observan los siguientes cambios: menos cantidad de músculo,
disminución de la fuerza muscular (en los sedentarios puede llegar hasta un
40%), pérdida del volumen del hueso, menor resistencia de músculo y hueso y
mayor posibilidad de daño ante factores externos (traumatismos que generan
fracturas, como las caídas) y menor rango de movimiento, de elasticidad y
flexibilidad; todo esto, conlleva diferencias degenerativas en función de la
actividad.

Además las fibras musculares se pierden y pueden llegar a ser sustituidas


por tejido fibroso; también se da un aumento importante del catabolismo
muscular, Sin embargo, en 2006, Castro afirma que el ejercicio es capaz de
revertir muchos de estos cambios negativos. Pero si el aparato locomotor se
somete a un reposo prolongado, inevitablemente se presentará la involución y
atrofia.
7

A causa de esto, y de acuerdo con Sánchez (1990), los principales


problemas relacionados, que se observan en los adultos mayores, son: falta de
ocupación (trabajo) por retiro o jubilación, unido a la reducción del ingreso;
disminución de los roles sociales y de la actividad física o limitación del
movimiento; cambios en la salud (tendencias a padecer enfermedades crónico -
degenerativas); soledad debida a viudez y abandono de la familia, principalmente
en las mujeres, que tienen mayor expectativa de vida; tendencias a la depresión y
deterioro mental y la principal consecuencia de estos problemas es la baja
satisfacción del individuo, que interfiere en su vida tanto a nivel físico como
psicosocial, por lo que urge la implementación de acciones que reviertan o
minimicen dichos problemas de salud pública y garanticen una vida digna y de
respeto a los adultos mayores.

Capacidades físicas de los adultos mayores

De acuerdo con Ceballos (2012), la condición física, suele enfocarse


comunmente hacia el deporte (rendimiento), por ejemplo, los profesores de
educación física representan el estado orgánico funcional de los estudiantes como
producto de los efectos de una carga física bien dosificada, planeada y
desarrollada durante las clases de educación física, Pero también menciona, por
otra parte, que quienes dan a la condición física un enfoque de carácter médico la
describen como “uno de los componentes de la salud o del bienestar, que forma
parte de los hábitos que contribuyen a la calidad de vida”. Lo que se debe tener
en cuenta es que la condición física de los adultos mayores es: “la habilidad para
llevar a cabo las tareas diarias con vigor y vigilancia, sin fatiga indebida y con
energía suficiente para disfrutar de las actividades del tiempo libre y afrontar
situaciones inesperadas” (p. 4).

Por tanto, es más apropiado este último enfoque sobre la condición física
de los adultos mayores, ya que la fuerza muscular es vital en estas edades, y el
mantenimiento de la flexibilidad tiene gran importancia. Asimismo, la capacidad de
desplazamiento (caminar) y la composición corporal, especialmente con el
aumento o disminución de la grasa del cuerpo también son factores primordiales
para la condición física. La pérdida de la capacidad o condición física, asociada
8

con la edad, está íntimamente relacionada con la disminución sustancial de masa


del área de la sección transversal muscular. Esta pérdida podría estar relacionada
con las alteraciones en la regulación hormonal y con una menor actividad física;
por lo anterior, las personas sedentarias pueden mostrar gran pérdida de masa
muscular e incremento de grasa subcutánea.

Ejercicio versus actividad física en el adulto mayor

De acuerdo con Ceballos (2012), es importante partir de la definición


conceptual de la actividad física, entendida como “cualquier movimiento corporal
intencional, realizado con los músculos esqueléticos, que resulta en un gasto de
energía y en una experiencia personal, y nos permite interactuar con los seres y el
ambiente que nos rodea” (p. 3); por lo que, dentro del concepto de actividad física,
se incluyen las prácticas cotidianas, como caminar, las actividades laborales y
domésticas, así como otras más organizadas y repetitivas, como el ejercicio físico,
y las actividades de carácter competitivo como los deportes. Esto es, la actividad
física es un concepto global, que se refiere a cualquier actividad que implique
gasto de energía; en la actividad física se incluye el ejercicio, que consiste en una
serie de actividades específicas. Esta amplitud y globalidad de la actividad física
la convierten en un concepto más relacionado con la promoción de los estilos de
vida activos.

También en 2006, OPS define operacionalmente la actividad física como


“todos los movimientos de la vida cotidiana, como trabajo, actividades diarias,
recreación, ejercicio y actividades deportivas” (p. 4). Los beneficios de la
actividad física regular para las personas mayores pueden ser muy pertinentes
para evitar y reducir al mínimo o revertir muchos problemas físicos, psicológicos y
sociales que acompañan al proceso de envejecimiento. Por lo anterior, el grupo
que puede obtener más beneficio con el ejercicio regular es el de las personas
mayores.

Así, tenemos que, actividad física, tal como lo refiere la American College
of Sports Medicine (2006), se refiere a toda actividad corporal producida por la
contracción muscular, siempre que dicha actividad aumente el gasto
9

cardiovascular y de energía, por lo que, el ejercicio viene a ser un tipo de


actividad física. Por ejercicio, debemos entender entonces al conjunto de
movimientos corporales planeados, estructurados y repetitivos, realizados para
mejorar o mantener uno o más componentes de la condición física.

En estrecha relación con esto, se debe considerar que la actividad y el


ejercicio físico se vinculan también con la salud en general, así como con la
funcionalidad física y cognitiva. De acuerdo con Colcombe y Kramer (2003), el
ejercicio posee el potencial de mejorar la capacidad cardiovascular, la fortaleza y
la flexibilidad de las articulaciones, el equilibrio y la resistencia muscular. Además,
es cada vez más evidente que la práctica de ejercicio o actividad física puede
demorar la aparición e incluso retrasar el proceso de enfermedades cognitivas de
los adultos mayores, principalmente la demencia y, como beneficios indirectos
para el adulto mayor se encuentran, la disminución de caídas y la conservación
de su independencia, lo que a su vez facilita la conservación de sus actividades
sociales y, por lo tanto, de su calidad de vida.

Equilibrio en el adulto mayor

El equilibrio, que es definido por Winter (1995) como la capacidad de


mantener la proyección del centro de la masa corporal (MCo) ya sea en pie o
sentado, ya sea dentro de los límites flexibles de la base de apoyo o en el tránsito
a una nueva base de apoyo, por ejemplo, al caminar. La base de apoyo consiste
en el área entre todos los puntos de contacto del cuerpo con otra superficie; en
este sentido, también podemos hablar de otros puntos de contacto, entre los
cuales se incluye la extensión del cuerpo con dispositivos de sostén, por ejemplo,
bastones y muletas para caminar, los cuales son también considerados base de
apoyo.

El equilibrio es un componente de las actividades funcionales cotidianas y


controlarlo es muy complejo y multifactorial; por ejemplo, la tarea que se realiza y
el ambiente en el que ocurre la acción, son factores que afectan la capacidad del
individuo para mantener el equilibrio, porque modifican las necesidades para el
procesamiento biomecánico y de información. De acuerdo con Huxham (2001), el
10

equilibrio puede medirse cuando el cuerpo tiene una base de apoyo constante o
estática, o durante el movimiento de una base de apoyo a otra y puede
analizarse directamente al cuantificar la posición del centro de la masa corporal
con relación a la base de apoyo. Alternativamente, el equilibrio también puede
medirse indirectamente, por ejemplo, por medio de la observación, como en el
caso de este estudio, a través de la escala de Tinetti.

Sin embargo, la capacidad para realizar actividades funcionales es


compleja y multifacética e incluye no sólo el equilibrio sino también otros factores
como la fuerza, la propiocepción, el dolor, la visión, en algunos casos el temor de
caer y la integridad del sistema neuromuscular (considerando aquí la capacidad
propia de la edad). Desde los noventas, algunos estudiosos del tema señalaron
que además de la pérdida del equilibrio, existen cambios fisiológicos relacionados
con el envejecimiento, que pueden limitar las actividades funcionales, entre estos,
se incluyen, por ejemplo, la deficiencia cognitiva, la disminución de la fuerza
muscular, problemas de propiocepción, el rango de movilidad articular, el tiempo
de reacción y los cambios en los sistemas sensoriales. Estos factores afectan de
manera potencialmente negativa el control del equilibrio y repercuten sobre la
capacidad funcional de las personas de mayor edad, disminuyendo la capacidad
para mantener el equilibrio, lo cual se asocia con un mayor riesgo de caídas
(Huxham, 2001).

Por todo lo mencionado, es evidente que a medida que las personas entran
en la etapa de adultos mayores, van padeciendo progresivamente una serie de
limitaciones funcionales, principalmente de tipo físicas, al restringirse el
movimiento y los reflejos. Esto genera cambios en el estilo de vida de los adultos
mayores, cambios que le permitan afrontar de manera positiva y lo más
satisfactoriamente posible las circunstancias de esta etapa de su vida; lo cual
constituye un proceso de adaptación personal. En este sentido, el adulto mayor
debe ajustarse a estímulos que le faciliten la respuesta adaptativa. Uno de estos
estímulos bien puede ser un programa físico – educativo que le permita revertir
los efectos negativos del envejecimiento sobre la marcha y el equilibrio para
prevenir el riesgo de caídas.
11

Pero pretender guiar el diseño e implementación de una intervención y, con


esto, propiciar la adaptación al lograr los efectos positivos sobre la marcha y el
equilibrio, debe basarse en un Modelo enfermero que, a través de las
interrelaciones establecidas en sus conceptos, permita comprender la
problemática, explique y pueda predecir el fenómeno en estudio: la adaptación de
los adultos mayores, manifiesta por la mejora de la marcha y equilibrio y por la
prevención del riesgo de caídas por medio del estímulo del programa físico –
educativo. Es por esto que el modelo teórico adecuado parece ser el Modelo
enfermero de Adaptación de Callista Roy, en el cual se puede identificar la
influencia de la teoría de la adaptación de Helson, la cual trata sobre las
respuestas del estímulo recibido y del nivel de adaptación.

En este modelo enfermero de Callista Roy, se considera que un estímulo


es un factor que provoca una respuesta (de tipo positiva). Los estímulos pueden
surgir tanto del entorno interno como del externo. Callista Roy combinó el trabajo
de Helson con la definición de sistema que dio Rapoport, que veía a la persona
como un sistema de adaptación. Según la teoría de Helson, la adaptación es el
proceso de responder de forma positiva ante cambios en el entorno (Marriner,
2011).

Modelo de Adaptación de Roy (MAR)

Generalidades. Para su Modelo, Callista Roy (2009) definió los conceptos


importantes relacionados con el principal, esto es, el de adaptación. Roy partió de
la idea de que los seres humanos son sistemas, esto es, un conjunto de partes
conectado a una función como un todo y que siguen un determinado propósito,
actuando en virtud de la interdependencia de las partes. Por lo que se puede
inferir que, un ser humano, siendo un sistema, tiene entradas y salidas de
información y procesos de control y retroalimentación; es decir, el ser humano
interactúa con el ambiente. De esto se puede vislumbrar que, una persona, en
cualquier etapa de su vida, puede ejercer un control sobre sus reacciones ante los
estímulos del ambiente. En el caso que ocupa a este trabajo, los adultos mayores,
ellos pueden tratar de ejercer ese control sobre los factores que les afectan para
interactuar mejor con el entorno a nivel funcional.
12

Así, tenemos que, retomando a Roy (2009), en el caso específico de los


adultos mayores, esa interacción con el entorno les propinará factores que,
aparejados al deterioro físico y de movilidad, por la pérdida de equilibrio y
deterioro de la marcha, les hará presentar lo que Callista Roy conceptualizó en su
Modelo como Problemas de Adaptación; los cuales constituyen amplias áreas de
interés que están relacionadas con la adaptación. Los problemas de adaptación
que se presentan en las personas, incluyendo a los adultos mayores, les exigen
una serie de respuestas o reacciones, las cuales evidencian el nivel de
adaptación de la persona, que representa la condición de los procesos de vida.
Callista Roy describe a estos procesos vitales en tres niveles: el integrado, el
compensatorio y el comprometido.

En relación a esto, el nivel de adaptación o grado de satisfacción personal


por la respuesta ante los problemas de adaptación, es un punto que cambia
constantemente y está compuesto por estímulos. Éstos propiciarán los procesos
de afrontamiento, que son formas innatas o adquiridas de actuar ante los cambios
producidos en el entorno.

En su libro de 2009, Roy ya definió con más detalle el concepto de


adaptación para que pudiese aplicarse en el siglo XXI. Según Roy, la adaptación
se refiere al proceso y al resultado por los que las personas, que tienen la
capacidad de pensar y de sentir, como individuos o como miembros de un grupo,
son conscientes y escogen la integración del ser humano con su entorno. Según
esta definición, se deduce que, en el adulto mayor con marcha y equilibrio
alterados por el deterioro funcional, la adaptación tiene que ver con el proceso de
que el adulto mayor comprenda su limitación en un contexto general, tanto
personal como en el entorno, y emprenda acciones para revertir o prevenir los
riesgo que éste problema le implica, resultando con ello, la prevención efectiva de
las caídas y con ello, se sienta satisfecho en su situación y entorno, es decir, con
más seguridad y menor temor de caídas.
13

Otro concepto del Modelo de Adaptación de Roy (2009), que explica el


fenómeno de la adaptación es el de Percepción, ya que es la interpretación de un
estímulo y su valoración consciente. La percepción de la persona enlaza el
llamado subsistema regulador que tiene que ver con los procesos orgánicos, con
el relacionador y esa entrada de información en el regulador se transforma en
percepciones. La percepción es un proceso del llamado subsistema relacionador.
Las reacciones que suceden a la percepción son un retorno al relacionador y al
regulador.

Metaparadigma (núcleo básico). Este Modelo plasma la visión general de la


disciplina de Enfermería sobre el mundo y la realidad, a través de los cuatro
conceptos básicos que define la filosofía enfermera. Con respecto a la
Enfermería, en concreto y de acuerdo a su modelo, Callista Roy la define como la
ciencia y la práctica que amplía la capacidad de adaptación y mejora la
transformación del entorno. De acuerdo con Callista Roy, la Enfermería es una
disciplina que se centra en los procesos humanos vitales y en los métodos que se
han de seguir, y da importancia a la promoción de la salud de los individuos, de
las familias, de los grupos y de la sociedad en general (Marriner, 2011). Es por
esto, que los conceptos del modelo de Adaptación de Callista Roy tienen
aplicación práctica en una intervención para mejorar la marcha y equilibrio en el
adulto mayor. Así, el diseño e implementación del programa físico – educativo es
el método a seguir, centrado en el proceso vital de revertir el deterioro en marcha
y equilibrio en un grupo de adultos mayores, que a su vez, representan a este
sector de la sociedad y una alternativa para este problema en este grupo etáreo,
para finalmente, promover la salud al lograr prevenir el riesgo de caídas.

Así, en esta intervención, diseñada e implementada por profesionales de la


enfermería se actúa para mejorar la interacción entre el adulto mayor y su entorno
para fomentar la adaptación y positivamente su estado de salud al mejorar
marcha y equilibrio. Según Callista Roy (2009), el objetivo de la enfermería es
mejorar el nivel de adaptación de los individuos y de los grupos de personas en
cada uno de los cuatro modos de adaptación y contribuir así a tener una buena
salud para una buena calidad de vida o a morir con dignidad. La enfermería
cumple un papel único, ya que facilita la adaptación al analizar el comportamiento
14

de los cuatro modos de adaptación y de los factores que influyen en ella y al


intervenir en el fomento de la capacidad de adecuación, además de mejorar las
interacciones del entorno.

La Salud, de acuerdo con esto, es un reflejo de la adaptación, es decir, es


la interrelación de la persona y su entorno, tal como lo refiere el modelo. Pero
para que se hable de adaptación, se debe tratar de una interrelación positiva y
satisfactoria. En 2009, Roy extrajo esta definición de la creencia de que la
adaptación es un proceso en el que se fomenta la integración fisiológica,
psicológica y social, y de que la integridad implica un estado perfecto. En este
orden de ideas y empleando lo expuesto por Marriner (2011), se infiere que la
salud no consiste en liberarse de la muerte, la enfermedad, la infelicidad y el
estrés, sino que es la capacidad de combatirlos del mejor modo posible.

En cuanto al Entorno, según refiere Roy (2009), es el conjunto de todas las


condiciones, circunstancias e influencias del desarrollo y de la conducta de las
personas y también de los grupos, con una consideración importante de la
relación entre los recursos del hombre y de la Tierra, donde se incluyen estímulos
de tipo focales, contextuales y residuales; El entorno aporta, así mismo, un
sistema de adaptación a la persona, el cual engloba tanto factores internos como
externos. Estos factores pueden ser insignificantes o relevantes, negativos o
positivos.

De acuerdo con esto, el entorno es la fuente de estímulos que amenazan o


fomentan la existencia de una persona. Para su supervivencia, el sistema de
adaptación del hombre debe responder de manera positiva a estímulos
ambientales, ya que los humanos dan respuestas de adaptación eficaces o
ineficaces a los estímulos ambientales. La adaptación fomenta la supervivencia, el
crecimiento, la reproducción, el dominio y la transformación de las personas y del
entorno. Roy define la salud como un estado para convertirse en un ser humano
completo e integrado.
15

Por lo que se refiere a la Persona, según Roy (2009), las personas son
sistemas holísticos y adaptables. Como todo sistema adaptable, el sistema
humano se define como un todo, con partes que funcionan como una sola unidad
para un propósito en concreto. Los sistemas humanos comprenden a las
personas como individuos (procesos internos relacionador y regulador) y como
grupos, incluidas familia, organizaciones, comunidades y sociedad en general.
Los sistemas humanos tienen capacidad para pensar y para sentir y se basan en
la conciencia y en el significado, por los que se ajustan de manera adecuada a los
cambios que se producen en el entorno. De acuerdo con esto, el adulto mayor
puede modificar sus procesos de afrontamiento para mejorar la marcha y
equilibrio, siendo el receptor de la asistencia que ofrecen los profesionales de
enfermería, en este caso, una intervención para mantener la capacidad de
afrontamiento en los cuatro modos de adaptación (el fisiológico, la autoestima, la
función del rol y la interdependencia).

En relación a lo anterior, en 2001, la OMS refiere que, por ejemplo, la edad


no es un obstáculo para la actividad física, que el envejecimiento, si es activo es
muy positivo, sin restricción de las capacidades psíquicas o físicas ni del estado
socioeconómico o ubicación geográfica de la persona, ya que se considera que la
actividad física es clave para un buen envejecimiento; de esto se puede inferir
que, la actividad física es clave para propiciar modos de adaptación,
principalmente física en los adultos mayores. Así mismo, la OMS y OPS (2002),
que conciben al envejecimiento como una etapa más del ciclo vital, en que los
adultos mayores pueden seguir contribuyendo, desarrollando su potencial y
ejerciendo derechos; esto implica dejar de ver a los adultos mayores como
frágiles y vulnerables y verlos como personas que pueden mantenerse activas; en
este sentido, la actividad física es sin lugar a dudas, la mejor medicina preventiva
que puede utilizar el adulto mayor.

Premisas del Modelo. Marriner (2011), refiere que Callista Roy en su


Modelo, definió premisas partiendo del fenómeno de la adaptación y de la
conceptualización de éste. Entre las Premisas filosóficas que el Modelo establece,
se pueden tomar como referencia las siguientes por su aplicación en una
intervención físico – educativa para mejorar marcha, equilibrio y disminución del
16

miedo a caer: las personas utilizan habilidades creativas humanas como


discernimiento, iluminación y fe y las personas son responsables de entrar en
procesos para derivar, sostener y transformar el universo; de estas dos premisas
se puede concluir, de acuerdo con los procesos de la lógica, que los adultos
mayores al recibir el estímulo que representa el programa físico – educativo de la
intervención, desarrollarán sus mecanismos humanos, internos e innatos para
adoptar respuestas positivas, al mismo tiempo que lo hacen los integrantes del
grupo de intervención, para retroalimentarse y adaptarse, transformando así, la
realidad y el entorno.

De la misma forma, las premisas científicas, que Callista Roy determinó en


su Modelo, fundamentan la intervención para obtener los resultados de mejora en
marcha y equilibrio que se pueden esperar. Esta conclusión se infiere a partir de
las siguientes premisas: la conciencia del significado constituye la integración de
la persona y el ambiente; esta premisa está estrechamente relacionada con la
siguiente; pensar y sentir median la acción humana; es por esto que se concluye
que, se puede lograr la adaptación por medio del componente educativo de la
intervención, manifiesta por la mejora de marcha y equilibrio en el adulto mayor,
dado que éste estimula la conciencia de significado de la situación particular y de
su relación con el entorno; hay que mencionar además, otras premisas científicas
del Modelo, tales como que el discernimiento de uno mismo y el ambiente tiene su
raíz en el pensar y el sentir; los humanos, mediante su decisión y las decisiones
humanas son responsables de la integración de los procesos creativos y la
integración de los significados humanos y ambientales tiene como consecuencia
la adaptación.

En cuanto a las Premisas culturales, aplicables a la intervención para


mejorar marcha y equilibrio en el adulto mayor, se mencionan las siguientes: la
experiencia en una cultura específica incluye la forma cómo se expresa cada
elemento del modelo de adaptación de Roy; al interior de una cultura puede existir
un concepto que sea central a la misma y que influirá sobre algunos o todos los
elementos del modelo de Adaptación de Roy en mayor o menor grado; así pues,
la actividad física como hábito que forma parte de los estilos de vida saludables,
es vista de diferente forma por los adultos mayores, dependiendo también de la
17

concepción cultural que se tenga de la salud personal. En este sentido, el aspecto


educativo de la intervención resulta un mediador entre la asimilación de los
ejercicios como hábito para la prevención del riesgo de caídas, con los elementos
o factores personales que determinan esta asimilación.

Enfoque Teórico en estricto sentido. Con base en las generalidades que se


han revisado del Modelo de Adaptación de Callista Roy, como enfoque para
conocer y fundamentar acerca de la problemática en estudio; se puede concluir
con la descripción que se presenta a continuación. Ya que Callista Roy describe a
los seres humanos como sistemas adaptativos, en crecimiento y en desarrollo
constantes al interior de un entorno cambiante; la salud, a partir de esta
perspectiva, puede describirse como un reflejo de esta interacción o adaptación.
En el modelo, la adaptación se mira como una respuesta positiva de un sistema
humano; favorece la sobrevivencia, el crecimiento, la reproducción, la destreza y
la transformación de la persona y el ambiente. En el caso de este trabajo, la
respuesta adaptativa se manifiesta en la mejora de marcha, de equilibrio y de la
prevención del riesgo de caídas.

De esta forma, es evidente que el enfoque de Roy es analizar la salud a la


luz de las metas humanas y la cualidad intencional de la experiencia humana.
Como refiere Cutcliffe (2011) la salud, desde esta perspectiva se ve como “un
estado y un proceso de ser, de alcanzar la integración y la totalidad”; lo cual, no
es otra cosa que la interacción del sistema de adaptación humano con el
ambiente. Al respecto, Callista Roy dice que la persona como un sistema de
adaptación, tiene una naturaleza biopsicosocial y se refleja en las cuatro
modalidades adaptativas. Para Roy (2009), la persona es un sistema de
adaptación holístico, con las características de: ingresos o estímulos del nivel de
adaptación; egresos o respuestas; controles o procesos de afrontamiento y
retroalimentación. En este sentido, al propiciar la adaptación por medio de un
programa físico en el adulto mayor, se logra una adaptación general, es decir, en
las otras esferas del sistema humano, no sólo a nivel fisiológico.
18

De acuerdo con el modelo de Adaptación, para dar paso a la respuesta


adaptativa, el sistema humano responde a los estímulos, los cuales se clasifican
en focales, contextuales y residuales, y estos, a su vez, provocan una
estimulación interna denominada nivel de adaptación según Cutcliffe (2011). Las
respuestas conductuales a los estímulos son resultados del sistema humano.
Pueden ser observadas o percibidas intuitivamente por los profesionales de
enfermería, así como cuantificadas e informadas de manera subjetiva. Los
egresos, o respuestas, del sistema pueden ser adaptativos y ayudar a promover
la integridad del mismo, como en el caso de la meta final esperada en la
intervención física – educativa o pueden ser ineficaces y ponerla en riesgo.

De acuerdo con el modelo de adaptación, las respuestas adaptativas


promueven la integridad del sistema humano en función de sobrevivencia,
crecimiento, reproducción, destreza y transformaciones humanas y ambientales,
en tanto las respuestas ineficaces pueden constituir una amenaza inmediata o
gradual al sistema. Las respuestas ineficaces pueden presentarse en el nivel más
alto del sistema, como la familia o el grupo (Roy, 2009). Las respuestas
adaptativas son el resultado de los procesos de afrontamiento eficaces que, a su
vez, corresponden a controles del sistema como formas innatas o adquiridas para
interactuar con el ambiente cambiante e influir sobre él. Los procesos innatos de
afrontamiento suelen ser automáticos y no requieren de planeación consciente de
la persona. Los procesos de afrontamiento adquiridos se aprenden a través de la
educación o la experiencia, y por lo general son deliberados.

Según Marriner (2011), refiere que los mecanismos innatos de


afrontamiento, abordados en el modelo de adaptación, se determinan
genéticamente o son comunes para las especies y suelen verse como procesos
automáticos, esto implica que los seres humanos no piensan siquiera en ellos; por
ejemplo, en el caso de los adultos mayores que por sentirse con poca respuesta
física y movilidad, van alerta para no tropezar o los reflejos de movimiento
(disminuídos con la edad) para evitar caídas al caminar, es un mecanismo innato
de afrontamiento. Estos mecanismos son reforzados por los mecanismos de
afrontamiento adquiridos, que se crean por medio de métodos, como el
aprendizaje, por ejemplo, en el caso de los adultos mayores, un programa físico y
19

educativo que les proporcione elementos, a través de la enseñanza, para adquirir


habilidades que les permitan prevenir el miedo y riesgo de caídas, es un ejemplo
de mecanismos de afrontamiento adquiridos.

Es así que, de acuerdo con el Modelo de Adaptación de Callista Roy, el


concepto mecanismo de afrontamiento adquirido, es uno de los que se concretan
en el presente trabajo, ya que la intervención, con su componente educativo será
asimilada por los participantes como un mecanismo de afrontamiento adquirido.
Los procesos de afrontamiento, innatos y adquiridos, se ven mediados, según lo
que el modelo refiere, por los subsistemas de regulación y de cognición.

El subsistema de regulación está comprendido por procesos de adaptación


básicos, tales como procesos de afrontamiento químico y endócrino. Responde
automáticamente mediante canales nerviosos, químicos y endócrinos; por
ejemplo, el mejoramiento de la marcha y equilibrio por efecto de la intervención
física. Los estímulos provenientes del ambiente interno y externo actúan como
ingresos y la información se canaliza para producir una respuesta automática e
inconsciente, como la mejora física. Al mismo tiempo, los ingresos hacia el
sistema regulador desempeñan un papel en la definición de las percepciones
personales, en este caso, del adulto mayor (Marriner, 2011).

El sistema de cognición está comprendido por procesos de afrontamiento


cognitivos y emocionales avanzados. Este sistema responde a través de cuatro
canales cognitivo – emocionales: procesamiento de la percepción y la
información; aprendizaje; juicio; emoción. Estos cuatro canales, son los procesos
por los cuales, el adulto mayor, a través del programa educativo, refuerza las
respuestas del programa físico. El modelo de Callista Roy considera a los
mecanismos de afrontamiento, innatos y adquiridos, y a los subsistemas de
regulación y cognición, para la persona (aplicado al adulto mayor, sistema
adaptativo) como innovadores y estabilizadores, como mecanismos de control,
que a su vez, son inherentes al funcionamiento de los grupos. Los procesos
estabilizadores son las estructuras definidas (físicas, como el sistema
musculoesquelético), los valores y las actividades cotidianas (incluyendo las
planificadas, como una intervención) con los cuales se lleva a cabo el trabajo
20

grupal, y el grupo contribuye al bienestar general de la sociedad. El subsistema de


innovación es el segundo mecanismo de control del grupo; identifica estructura y
procesos que promueven el cambio y el crecimiento (Roy, 2009).

Para Callista Roy (2009), el ambiente es el segundo concepto central del


modelo de su Modelo. Ella lo entiende como el mundo interior y en torno a los
humanos como sistemas de adaptación. Su uso actual en el modelo consiste en
incluir todas las condiciones, circunstancias e influencias que circundan y afectan
el desarrollo y comportamiento de las personas y los grupos, con consideración
particular de la relación mutua entre persona y recursos terrestres, lo cual incluye
a los estímulos focales, del contexto y los residuales. En el caso del adulto mayor,
se puede hablar del ambiente en dos aspectos, el primero, su situación en esta
etapa de la vida, es decir la serie de estímulos que recibe y que lo afectan, tales
como: la edad, la inseguridad percibida, la inestabilidad en la marcha y equilibrio,
las experiencias previas y vicarias de caídas y las necesidades y condiciones
inseguras de los terrenos; el segundo aspecto, los estímulos focales y
contextuales, dados por la intervención para influir en el adulto mayor. Ambos
aspectos, tanto el primero como el segundo, propiciarán los mecanismos de
afrontamiento con los subsistemas de adaptación, relacionados con el nivel de
adaptación para dar paso a la respuesta adaptativa: el mejoramiento de la
marcha, del equilibrio y la prevención del riesgo de caídas.

Cabe señalar que los profesionales de enfermería necesitan saber cómo


promover la salud de sus pacientes, pero igualmente, cómo ayudarles para
enfrentar los episodios de enfermedad en un ambiente cambiante y lleno de retos,
y en el caso de los adultos mayores, los retos se ven incrementados por la
disminución de la funcionalidad general. De acuerdo con Callista Roy, la
enfermería puede hacer esto al promover la adaptación de los individuos y los
grupos al fomentar interacciones ambientales eficaces (Roy, 2009).

En el modelo de adaptación se considera que la meta de la enfermería era


tan sólo promover la adaptación, sin embargo, de acuerdo con Roy, el objetivo de
la Enfermería es contribuir a la meta general del cuidado de la salud; la cual
consiste en promover la salud de los individuos en la sociedad. Entonces el papel
21

de la enfermería significa fomentar la adaptación en situaciones de salud y


enfermedad e incrementar la interacción de los sistemas humanos con el
ambiente, para promover la salud.

En 2011, Cutcliffe, menciona que la persona vista como un todo está


compuesta por seis subsistemas. Estos subsistemas (que son el regulador, el
relacionador y los cuatro modos de adaptación) se relacionan entre sí para formar
un complejo sistema cuyo propósito es la adaptación. Las relaciones existentes
entre los cuatro modos de adaptación tienen lugar cuando los estímulos internos y
externos influyen en más de un modo de adaptación, cuando hay un
comportamiento en más de un modo o cuando un modo de adaptación se
convierte en un estimulo focal, contextual o residual para otro modo.

Por tanto, el papel de la enfermería es promover las respuestas de


adaptación en relación con las cuatro modalidades de adaptación, como las
formas o esferas en que la persona da muestra de su respuesta adaptativa o
respuesta eficaz ante los problemas de adaptación. Estas modalidades,
desarrolladas inicialmente para los sistemas humanos a manera de individuos, se
expandieron para incluir grupos. En la actualidad, los modos o modalidades de
adaptación se denominan: fisiológica-física; de autoconcepto – identidad de grupo
o de autoestima; desempeño de funciones o de rol y modalidad de
interdependencia.

Como se menciona en el párrafo anterior y de acuerdo con Marriner (2011),


las conductas que manifiestan adaptación pueden observarse en cuatro modos
adaptativos. Conceptos del modelo que se toman como sustento y para probarse
con esta intervención. El modo fisiológico - físico hace referencia a las respuestas
físicas de la persona al entorno y la necesidad subyacente es la integridad
fisiológica. Este modo de adaptación está relacionado con los procesos físicos y
químicos que participan en la función y en las actividades de los organismos
vivos.
22

Las 5 necesidades que, específicamente están identificadas en el modo


fisiológico – físico de la adaptación, en relación con la necesidad básica de la
integridad fisiológica, son: a) oxigenación; b) nutrición; c) eliminación; d) actividad
y reposo, y e) protección. Los procesos complejos compuestos por los sentidos,
por la homeostasis de líquidos, electrolitos y acido-base y por las funciones
neurológica y endócrina, contribuyen a la adaptación fisiológica.

El modo autoconcepto hace referencia a pensamientos, creencias o


sentimientos de una persona sobre sí misma en un momento determinado. El
Modo de adaptación del autoconcepto o autoestima del grupo es uno de los tres
modos de adaptación psicosociales y se centra, en particular, en los aspectos
psicológicos y espirituales del sistema humano. La necesidad básica, en que
subyace en el modo de adaptación de la autoestima del individuo, se ha
identificado como la integridad física y espiritual, o como la necesidad de saber
quién es uno mismo para poder existir bajo un sentido de unidad, significado y
finalidad en el universo, comprende el yo físico (sensación corporal e imagen
corporal) y el yo personal (autoconsistencia, yo ideal y yo moral – ético -
espiritual).

Habría que decir también que, si el autoconcepto puede definirse como el


conjunto de creencias y sentimientos que uno tiene de y hacia sí mismo en un
momento determinado y refleja cómo se ve y percibe la gente dentro de un grupo,
basándose en reacciones ante el entorno; entonces se forma por la percepción
interna y por la percepción de las reacciones interpersonales, es decir, con los
demás individuos, del entorno social y la cultura, por lo que, sus componentes
son: a) el yo físico, que engloba las sensaciones y el aspecto del cuerpo y b) el yo
de la persona, que está formado por la constancia, los valores o expectativas, y la
moral, la ética y la espiritualidad del ser.

Así mismo, por lo que se refiere al modo de adaptación de la función de rol,


se puede describir como la integridad social y saber cómo comportarse y qué se
espera de uno en la sociedad. El modo de función de rol hace diferencia a los
roles primario, secundario y terciario que una persona realiza en la sociedad. El
modo de adaptación de función del rol es uno de los dos modos de adaptación
23

social y se centra en el papel que tiene la persona en la sociedad. El rol,


interpretado como la unidad de funcionamiento de la sociedad, se describe como
el conjunto de expectativas que se tiene del comportamiento de una persona que
ocupa una posición hacia otra persona que ocupa otra posición. La necesidad
básica en la que subyace el modo de adaptación de la función de rol, se ha
identificado como integridad social: a saber, la necesidad que se tiene de saber
quién es uno mismo con respecto a los demás, para así saber cómo actuar.

Finalmente, el modo de adaptación de interdependencia es la integración


social o dar y recibir amor, respeto y valor por parte de las personas queridas y de
los sistemas de apoyo social. El modo de adaptación de interdependencia hace
referencia a las relaciones entre las personas, se centra en las relaciones
cercanas de las personas (ya sea como individuos o como parte de un colectivo) y
su finalidad es dar estructura y desarrollo. Las relaciones dependientes entre sí,
afectan al deseo y a la capacidad de dar a los demás, de recibir de ellos aspectos
de todo lo que uno puede ofrecer, como es amor, respeto, valores, educación,
conocimientos, habilidad, responsabilidades, bienes materiales, tiempo y talento.
La necesidad básica de este modo de adaptación resulta ser la integridad de las
relaciones.

Dos relaciones específicas forman el núcleo del modo de la


interdependencia, fruto de su aplicación en la vida de los individuos. La primera
relación es con otros individuos significativos, que vendrían a ser las personas
más allegadas al individuo, sin embargo, la segunda sería la relación que tiene el
individuo con los sistemas de apoyo: a saber, los otros individuos que contribuyen
a cubrir las necesidades de la interdependencia, en este caso, para el adulto
mayor, los otros individuos significativos vienen a ser los miembros del grupo en
que interactúan, ya que en esta etapa, muchas veces se encuentran aislados del
núcleo familiar.

En su Modelo, Callista Roy también definió los estímulos que reciben los
seres humanos y los clasificó en tres tipos, según refiere Cutcliffe (2011). Estos
estímulos impactan en los modos de adaptación y en los subsistemas de los
mecanismos de afrontamiento. El estímulo focal es cualquier estímulo interno o
24

externo más inmediato al que se enfrenta el sistema humano y reclama la


mayoría de su atención y de energía de adaptación. Los estímulos contextuales
son otros estímulos que están presentes en la situación y que contribuyen al
efecto que origina el estimulo focal, es decir, los estímulos contextuales hacen
referencia a todos los factores del entorno que se le presentan a la persona, tanto
de modo interno como de modo externo, aunque no ocupan el centro de atención
de la persona ni de la energía.

Los estímulos residuales son factores del entorno, de dentro o fuera del
sistema humano que provocan unos efectos no muy definidos en la situación del
momento, es decir, los efectos de los estímulos residuales no son fácilmente
conocidos. Estos tres tipos de estímulos juntos forman el nivel de adaptación del
que se habló anteriormente. El nivel de adaptación de una persona puede ser
integrado, compensatorio o comprometido.

Así, al darse en el entorno una serie de problemas de adaptación, se


emplean los estímulos focales y contextuales de adaptación para provocar a los
mecanismos de afrontamiento adquiridos; para manifestarse la reacción de
adaptación en la afectación positiva de los modos. En el caso de esta
intervención, el estímulo focal está dado or el programa de ejercicios; el estímulo
contextual, por el programa educativo, los que estimularán el proceso de
adaptación: en el modo físico, mejorando la marcha y equilibrio y, en el modo
psicológico aminorando el miedo a caídas y, adicionalmente, al fortalecer estos
dos modos, se fortalecen los otros dos (el de función de rol e interdependencia).

Sumando todo lo anterior y considerando nuevamente a Marriner (2011),


el modelo de Roy se centra en el concepto de adaptación de la persona. Las
nociones de Roy sobre enfermería, persona, salud y entorno están relacionadas
con este concepto base: adaptación. La persona busca continuamente estímulos
en su entorno. Al decir “busca” se debe entender que la persona reacciona
constantemente ante su entorno, estas reacciones son efecto y causa, son
estímulos de otros estímulos, efectos de otros efectos y causas de otras causas.
25

Así, al usar el proceso de enfermería, según Callista Roy, la enfermera


realiza las seis funciones siguientes, acordes a su modelo: 1. Evalúa las
conductas manifestadas en los cuatro modos de adaptación. 2. Evalúa los
estímulos para esas conductas y los clasifica en estímulos focales, contextuales o
residuales. 3. Expone juicio o establece un diagnóstico sobre el estado de
adaptación de la persona. 4. Fija objetivos para fomentar la adaptación. 5.
Establece las intervenciones que irán dirigidas a controlar los estímulos para
fomentar la adaptación y 6. Evalúa qué objetivos se han alcanzado.

Al controlar los estímulos y no a la persona, la enfermería consigue una


mejora en la interacción de la persona con su entorno, y así fomenta una buena
salud, o sea, como paso último se efectúa una reacción concreta y se da paso a
la adaptación (nivel de adaptación). Esta reacción puede ser eficaz o puede no
serlo. Las respuestas de adaptación eficaces son las que fomentan la integridad y
ayudan a la persona a conseguir el objetivo de adaptarse, es decir, la
supervivencia, el crecimiento, la reproducción, el control sobre las cosas y las
transformaciones que sufre la persona y el entorno.
26

Enfoque Empírico

El enfoque empírico para delimitar la problemática de este trabajo, se


desarrolló a través de una Revisión Sistemática de Literatura (RSL). El objetivo
de esta revisión fue presentar la mejor evidencia científica reportada acerca de la
efectividad de intervenciones relacionadas a la temática de este estudio, para
documentar el impacto de los aspectos de intervenciones para mejorar la marcha
y equilibrio en personas adultas mayores. La revisión se realizó en la base de
datos de Cochrane, Biblioteca Virtual de Salud. A través de las estrategias de
búsqueda, que se iniciaron con la Definición del Problema, se encontraron, a su
vez, diversas revisiones, de las cuales, finalmente se seleccionaron e incluyeron
cinco relacionadas y una específicamente sobre ejercicios para mejorar el
equilibrio en adultos mayores, o sea, seis revisiones sistemáticas relacionadas;
esta última revisión que se menciona, incluyó 34 estudios, con un total de 2,883
participantes, la mayoría eran mujeres de más de 75 años de edad como
promedio.

Con estas revisiones seleccionadas, se pretendió identificar qué aspectos


de las intervenciones clínicas lograron un efecto permanente en la mejora del
equilibrio y la marcha en los adultos mayores y se tomaron dichos elementos para
el diseño de esta intervención a implementar y poner a prueba su efectividad por
ejemplo, tiempos, tipos de ejercicios, lo cual contribuyera en esta implementación,
a la disminución de su miedo a caídas y a elevar la calidad de vida de los adultos
mayores participantes.

La Planificación de la Búsqueda, se delimitó a través de los conceptos


principales para localizar evidencia relacionada en la literatura, estos fueron:
“adultos mayores (older Adults)”, “marcha (walk)” y “equilibrio (balance)”. En
cuanto a los Términos Mesh, Decs y operadores boleanos para la búsqueda, con
los que se encontraron los resultados de revisiones de estudios relacionados,
fueron: “and”, “Adultos”, “mayores”, “ejercicios”, “ancianos”, “mejora” y “física”.
Así, se encontraron y seleccionaron los seis estudios, titulados: Intervenciones
con ejercicios aeróbicos para adultos mayores con VIH/SIDA; Programas de
actividad física en el domicilio versus en el centro hospitalario para adultos
27

mayores; Intervenciones para la promoción de la actividad física; Programas de


actividad física para pacientes con demencia; Ejercicios en ancianos para mejorar
el equilibrio; Actividad física y optimización del estado físico para mejorar la
función cognitiva en personas mayores sin deterioro cognitivo comprobado.

Por lo que se refiere a las Estrategias y Restricciones de la de búsqueda, la


Biblioteca Cochrane, a su vez incluyó en su búsqueda de artículos de actividad
física y adultos mayores, las bases de datos: Medline, Embase, science citation
index, Aidsline, Cinahl, Healthstar, Psychlit, Sociofile, SCI y SSCI; y se
establecieron como restricciones, el idioma español, que se tratara de artículos
sobre estudios de intervenciones y de tipo clínica y como Criterios de selección de
los artículos encontrados se consideraron: el que analizaran intervenciones en
adultos mayores que reportaran resultados efectivos para mejorar la funcionalidad
de marcha y equilibrio; ensayos controlados, aleatorios y cuasialeatorios que
estudiaron intervenciones con ejercicios diseñados para mejorar el equilibrio en
ancianos; ensayos en los que los participantes se asignaron al azar para recibir
una intervención con un solo ejercicio o con múltiples ejercicios y un grupo de
control; ensayos que compararon dos o más intervenciones con ejercicios y un
grupo control; ensayos que compararon diferentes intervenciones para estimular a
los adultos sedentarios que no viven en una institución a ser físicamente activos.

Con lo anterior y considerando, las seis revisiones sistemáticas


seleccionadas, sobre estudios relacionados con marcha, equilibrio, actividad física
y aspectos funcionales en adultos mayores, se pueden describir sus aspectos
concluyentes, que contribuyeron al conocimiento del problema de estudio y que
fundamentaron el diseño metodológico. La revisión sistemática sobre “Ejercicios
en ancianos para mejorar el equilibrio”, (Howe, Rochester, Jackson, Banks &
Blair, 2008), concluyó que las intervenciones con ejercicios, que fueron
heterogéneas y que se categorizaron en siete tipos en los estudios que analizó,
se realizaron principalmente en gimnasios, consultorios o en el contexto de la
comunidad, en grupos supervisados y se administraron predominantemente por
profesionales de la asistencia sanitaria o por instructores de eficiencia física.
28

La duración de los programas con ejercicios fue de cuatro semanas a doce


meses, pero más frecuentemente de tres meses. La frecuencia de las sesiones
individuales fue de entre una vez cada dos semanas a todos los días,
habitualmente tres veces por semana durante una hora. Así mismo, refiere que
las intervenciones con marcha, ejercicios de equilibrio y coordinación, y
actividades funcionales, mostraron mejorías estadísticamente significativas en el
grupo de intervención, comparadas con los grupos control en las medidas directas
de equilibrio.

Se observó una tendencia hacia una mejoría del equilibrio a favor del
ejercicio con otras dos medidas. De acuerdo con las conclusiones referidas en
esta revisión, se mostró que, por medio del ejercicio 3D, como el Tai Chi y el
baile, se logró en los participantes mejorías estadísticamente significativas a favor
y sobre el equilibrio, al mostrar posteriormente mayor control durante la caminata
sobre una viga de equilibrio ancha (medida cuantificable indirecta del estudio).
Los autores refirieron que, en los estudios de esta revisión, también se observó
una tendencia hacia una mejoría del equilibrio a favor del ejercicio en la posición
en un solo pie con los ojos abiertos.

A su vez, también se menciona que no se observaron otras mejorías de


resultados determinados con medidas directas o con medidas de observación
indirectas; pero sí se menciona que la actividad física general mostró mejorías
estadísticamente significativas de medidas cuantificables indirectas del equilibrio;
la prueba cronometrada de levantarse y avanzar y la de alcance funcional, por
ejemplo. Estas pruebas, se tomaron en consideración como pruebas indirectas y
complementarias en la valoración pre y postest de esta intervención físico –
educativa, para ampliar los datos registrados en la escala Tinetti. Los 34 estudios
incluidos en esta revisión sistemática de Howe et al. (2008) fueron
predominantemente en inglés y se realizaron principalmente de Norteamérica y
Europa, con una muestra de participantes de (n = 25) en promedio. La mayoría de
éstos eran mujeres sanas residentes en la comunidad, que no podían tener
discapacidad o limitaciones de su actividad al inicio para ingresar al estudio.
29

La mayoría de los participantes tenían como promedio más de 75 años y


algunos participantes incluidos en los estudios fueron descritos como
discapacitados o con limitaciones para las actividades. Estas características,
comunes de los 34 estudios de esta revisión, son muy similares a los aspectos del
diseño para esta intervención físico – educativa. Pero hay que mencionar además
que los datos de seguimiento para mostrar el grado en que se mantuvieron los
efectos de los programas eran limitados; la ausencia de seguimiento a más largo
plazo de los resultados dificultó determinar si el efecto era duradero. Este análisis
es el correspondiente a la revisión sistemática más apegada a la problemática de
este trabajo. Pero en las otras revisiones seleccionadas también se encontraron
referentes interesantes para el diseño de la intervención.

Por otra parte, en la revisión titulada “Programas de actividad física en el


domicilio versus en el centro hospitalario para adultos mayores” se incluyeron seis
ensayos con 372 participantes, de los cuales 224 participantes recibieron un
programa de ejercicios realizado en el domicilio y 148 que recibieron un programa
realizado en el centro sanitario. Cinco estudios fueron de calidad moderada y uno
de calidad deficiente. No se realizó un metanálisis debido a la heterogeneidad de
estos estudios. En esta revisión (Ashworth, Chad, Harrison, Reeder & Marshall,
2004) se refiere que los estudio incluyeron también adultos mayores sedentarios
(aunque sanos), lo que brindó mayor probabilidad de generalización.

Las variables resultado principales que se tomaron en los estudios de esta


revisión, están las medidas funcionales; por otra parte, dos estudios de esta
revisión demostraron que, tanto los programas de ejercicios realizados en el
domicilio y en el centro mejoran la función motriz de manera significativa, pero no
se encontraron diferencias entre los dos tipos de ejercicios. Este aspecto se tomó
en cuenta para el diseño de la intervención para la prevención de caídas en el
adulto mayor, ya que se planearon dos sesiones en el centro de día y una sesión
en el domicilio, por semana. Para las medidas secundarias, los programas
basados en el domicilio parecen tener, según la revisión Ashworth et al. (2004),
una tasa de adhesión mayor que los programas basados en el centro.
30

En esta misma revisión, en los estudios de seguimiento a largo plazo de


dos años, se observó una tendencia de que los resultados con mejorías tendían a
perdurar más en los programas basados en el domicilio y las mejorías a corto
plazo en los programas basados en el centro desaparecían. Es de suponer que
esto puede estar fuertemente relacionado con el hábito que se crea al someterse
a un programa para domicilio.

A su vez, en la revisión titulada “Intervenciones para la promoción de la


actividad física” (Hillsdon, Foster & Thorogood, 2004), se refiere que el efecto
reportado de las intervenciones en la actividad física autoinformada, fue positivo y
moderado. Esta revisión incluyó 11 estudios, con un total de 3940 participantes, y
sugiere que las intervenciones con actividad física tienen ese efecto moderado
sobre el estado físico o condición física y el estado cardiorrespiratorio medido,
autoinformado, al menos en el corto y mediano plazo, pero no así para lograr un
nivel predeterminado de actividad física. Debido a la heterogeneidad clínica y
estadística de los estudios, sólo se puede llegar a conclusiones limitadas sobre la
efectividad de los componentes individuales de las intervenciones, esto es,
cualquier conclusión basada en esta revisión, requiere precaución, dada la
heterogeneidad significativa en los efectos observados.

Esta revisión concluye que los estudios futuros deben proporcionar


mayores detalles de los componentes de las intervenciones. De aquí que, de
acuerdo con esta revisión, podría esperarse y no sería raro que en las variables
en estudio de la intervención físico – educativa a implementar, los resultados
pudieran resultar heterogéneos, como mejorar el equilibrio y no la marcha, por
ejemplo. Pero, a pesar de esta heterogeneidad clínica entre los estudios de esta
revisión (Hillsdon et al., 2004) existe mención de que la combinación de la
orientación profesional y la autodirección más el apoyo profesional constante, da
lugar a estimaciones del efecto más coherentes. No se establece la efectividad a
largo plazo de los estudios incluidos, porque la mayoría de los estudios se
interrumpió después de los doce meses, esto es, no hubo mediciones postest,
después de doce meses para establecer el mantenimiento del efecto a largo
plazo, como se mencionó.
31

Por otra parte, en la revisión titulada “Programas de actividad física para


pacientes con demencia”, se incluyen dos estudios analizados en un metanálisis.
En esta revisión se definió la efectividad de los programas de actividad física
sobre la cognición, función, comportamiento, depresión y mortalidad en personas
mayores con demencia y no reveló pruebas suficientes del beneficio en adultos
mayores con demencia. Esta falta de pruebas para la efectividad puede deberse a
los defectos metodológicos en los ensayos publicados incluidos en la revisión, por
ejemplo, pueden relacionarse con el tamaño pequeño de la muestra (n = 11) de
uno de los ensayos; aunque el otro tuvo un adecuado tamaño de muestra (n =
134). Con relación al primero, los tamaños de la muestra pequeños contribuyen al
poder estadístico insuficiente para detectar una diferencia significativa, si existe
alguna. Los resultados no significativos también pueden relacionarse con el tipo
de actividad física (p.ej. fortalecimiento muscular), frecuencia (tres veces por
semana), duración (veinte minutos), y período de tiempo (siete semanas; es decir,
se necesitan más tipos de ejercicios, una mayor frecuencia y duración (Forbes,
Forbes, Morgan, Markle-Reid, Wood & Culum, 2008).

Por lo anterior, se puede deducir para el acercamiento empírico al


problema, que si tres sesiones de ejercicio de fortalecimiento muscular a la
semana (de un solo tipo de ejercicio), durante veinte minutos cada sesión por
siete semanas, no mostraron un efecto positivo estadísticamente significativo en
ninguna de las variables resultado de los dos estudios de esa revisión, se debe,
por lo tanto, diversificar los tipos de ejercicios en el adulto mayor, en el caso del
programa físico - educativo que se plantea, son cuatro tipos de ejercicios; se
debe también aumentar la duración de las sesiones, así como el número de
semanas de tratamiento.

El único aspecto concluyente, válido de esta revisión (Forbes, 2008), es


que para los adultos mayores, en general, se puede afirmar que el ejercicio de
tipo aeróbico tiene un beneficio claro sobre el entrenamiento de resistencia; ya
que esta revisión incluyó estudios con ejercicios de resistencia de los que se
pretendía probar su efecto sobre la demencia, pero al no encontrar elementos
para poder obtener una conclusión válida sobre este aspecto, sólo se concluyó de
manera muy corta que tienen un efecto positivo sobre la resistencia física en
32

adultos mayores; así mismo que el ejercicio de intensidad moderada de al menos


una hora al día, tres a cinco veces o más a la semana puede ser más efectivo
para mejorar la cognición.

Por otra parte, en la revisión de “Intervenciones con ejercicios aeróbicos


para adultos con VIH/SIDA”, de Nixon (2005), se incluyeron un total de diez
estudios (seis de la búsqueda original, dos de la primera actualización de la
búsqueda y dos de la segunda) que cumplieron los criterios de inclusión para su
inclusión en la revisión. Los resultados principales indicaron que realizar ejercicios
aeróbicos a intervalos constantes, o una combinación de ejercicios aeróbicos
constantes y ejercicios progresivos de resistencia durante al menos 20 minutos,
tres veces por semana mínimo, parecen ser seguros y, a partir de cuatro
semanas, pueden llevar a reducciones significativas de los síntomas de depresión
y así como a potenciales mejorías clínicamente importantes en el estado
cardiopulmonar de los pacientes con VIH. Estos hallazgos se limitan a los
participantes que continuaron con los ejercicios y para los que había datos de
seguimiento adecuados, ya que hubo tamaños pequeños de la muestra y las
grandes tasas de retiro de los estudios incluidos.

Así, esta revisión de estudios de pacientes con VIH, refiere que la


investigación futura puede verse beneficiada si se brinda mayor atención al
seguimiento de los participantes y al análisis del tipo intención de tratar (intention
– to – treat analysis). Se requiere investigación adicional para determinar los
parámetros óptimos del ejercicio aeróbico y el estadio de la enfermedad en el cual
el ejercicio aeróbico puede ser más beneficioso para los adultos con VIH. Los
resultados deben interpretarse con cautela por varias razones. Primero, esta
revisión con pacientes adultos mayores de VIH, se basa en un número reducido
de ensayos. Además, los ensayos incluidos en esta revisión presentaron
relativamente un escaso número de participantes, una variedad de intervenciones
con ejercicios y un cumplimiento por parte de los participantes generalmente
deficiente con estas intervenciones, según lo que menciona el autor.
33

Así mismo, se refiere en esta revisión de estudios con pacientes de VIH


que la gran mayoría de los participantes de los estudios de esta revisión fue
masculina; por lo tanto, los hallazgos deben interpretarse con cautela en lo que se
refiere a las mujeres. Teniendo en cuenta estas limitaciones, de esta revisión se
concluyó finalmente lo siguiente: los ejercicios aeróbicos pueden mejorar los
síntomas de depresión entre los que realizan ejercicios en comparación con los
que no los realizan. Los siete estudios de esta revisión, que midieron el estado
psicológico hallaron mejorías estadísticamente significativas en los parámetros
psicológicos para los grupos de intervención con ejercicios en comparación con
los grupos control que no realizaban ejercicios.

En el caso de otra de las revisiones seleccionadas, la titulada como


“Actividad física y optimización del estado físico para mejorar la función cognitiva
en personas mayores sin deterioro cognitivo comprobado” (Angevaren Maaike,
Aufdemkampe Geert, Verhaar, Aleman & Vanhees, 2008) se examinó el efecto
de la actividad física, dirigida a mejorar el buen estado cardiorrespiratorio, y la
función cognitiva de las personas mayores sanas sin deterioro cognitivo
comprobado. Ocho de cada 11 estudios informaron que los estudios con
ejercicios aeróbicos resultaron en un mejor estado cardiorrespiratorio del grupo de
intervención, de aproximadamente el 14%, es decir, una mejoría en la prueba de
captación máxima de oxígeno, lo cual se considera el único indicador del sistema
cardiorrespiratorio, y esta mejoría coincidía con mejorías en la capacidad
cognitiva. El estudio reportó que los efectos más significativos sobre la función
cognitiva se encontraron en la función motora y en la atención auditiva (tamaños
del efecto de 1,17 y 0,50 respectivamente). Sin embargo, la mayoría de las
comparaciones no produjo resultados significativos.

Entre otros resultados encontrados en esta revisión con pacientes sin


deterioro cognitivo comprobado, se observaron efectos positivos moderados en la
velocidad cognitiva (velocidad en la cual se procesa la información; tamaño del
efecto 0,26) y la atención visual (tamaño del efecto 0,26). Los datos son
insuficientes para indicar que las mejorías en la función cognitiva que pueden
atribuirse al ejercicio físico se deben a mejorías en el estado cardiovascular,
aunque la asociación temporal indica que quizá éste sea el caso. Todavía se
34

requieren estudios más amplios para confirmar si es necesario el componente de


entrenamiento aeróbico, o si se pueden obtener los mismos resultados con
cualquier tipo de ejercicio físico. Al mismo tiempo, proporcionaría mucha
información comprender por qué algunas funciones cognitivas parecen mejorar
con ejercicio físico (aeróbico) mientras que otras funciones parecen ser
insensibles al ejercicio físico.

Esta revisión de Angevaren et al. (2008), presupone que las mejorías en el


estado (aeróbico) cardiovascular median beneficios en la capacidad cognitiva.
Este hecho implicaría que un modo de vida físicamente activo, que resulte en una
mejoría del estado físico, podría repercutir positivamente en las capacidades
cognitivas de las personas en el futuro y les permitiría influir parcialmente en su
salud mental. Al respecto, cuatro estudios en esta revisión con pacientes sin
deterioro cognitivo comprobado, llegaron a la conclusión de que el ejercicio tiene
un efecto positivo pequeño sobre la función cognitiva; otro estudio, llegó a la
conclusión de que el entrenamiento de ejercicios mejora el estado físico, la
función física, el comportamiento positivo y la función cognitiva en las personas
con demencia y deterioros cognitivos relacionados.

Enfoque Empírico en estricto sentido. Partiendo de la revisión sistemática


de literatura para este enfoque empírico, realizada con las conclusiones de otras
revisiones sistemáticas sobre estudios relacionados con intervenciones a base de
ejercicios en adultos mayores, se determinó que la actividad física es beneficiosa
para vivir un envejecimiento saludable. Varios de estos estudios informaron que
las intervenciones de ejercicios produjeron un mejor estado físico en los grupos
experimentales y una mejoría en al menos un aspecto específico de la
funcionalidad física, cognitiva y de equilibrio. También, se deduce que, el ejercicio
puede ayudar a mantener una buena función cognitiva en personas de mayor
edad; la actividad aeróbica, por ejemplo, también mejora el estado cardiovascular.
Así, en las intervenciones de ejercicios aeróbicos que resultaron en un mejor
estado cardiorrespiratorio del grupo de intervención, esta mejoría coincidía con
mejorías en la capacidad cognitiva. El análisis de esta revisión sistemática reportó
que los efectos más significativos sobre la función cognitiva se encontraron en la
función motora y en la atención auditiva (Forbes et al., 2008).
35

En este orden de ideas, Angevaren et al. (2008), establece que los efectos
más importantes que se observaron en cuanto a la función cognitiva, por ejemplo,
fueron la velocidad cognitiva y en la atención auditiva y visual. Sin embargo, las
funciones cognitivas que mejoraron no eran las mismas en todos los estudios y la
mayoría de las comparaciones no produjeron resultados significativos. En este
sentido, los estudios determinan que para las personas mayores que participan
regularmente en programas de entrenamiento de tolerancia, equilibrio y
resistencia, propician para sí, tales beneficios en salud y, además, la mejoría de la
masa muscular, cumplimiento arterial, metabolismo de energía, mejoramiento del
estado cardiovascular, mayor fuerza muscular y capacidad funcional general. Se
ha demostrado que los programas de actividad física tienen efectos positivos
múltiples sobre los adultos mayores, que incluyen la mejoría de la cognición, la
capacidad funcional física y la salud mental.

Varios estudios, como los de la revisión de Forbes et al. (2008), en adultos


mayores sanos han demostrado que la actividad física se asocia con un riesgo
retardado de contraer demencia entre tres y seis años después y una disminución
cognitiva reducida en adultos mayores con deterioro cognitivo leve. En efecto, la
mayoría de estos estudios han demostrado que los niveles altos de actividad
física en adultos mayores sin demencia están asociados con una reducción del 30
al 50% en el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.

Otros estudios longitudinales y ensayos controlados aleatorios de esa


revisión aportan pruebas sobre la conexión entre actividad física, estado
cardiovascular y función cognitiva en personas mayores. Al mismo tiempo, los
estudios rara vez informaron combinaciones de actividad, estado físico y función
cognitiva en un único estudio. Varios estudios controlados aleatorios, según se
describe en el metanálisis informado en la revisión de Angevaren et al. (2008),
llegaron a la conclusión de que el entrenamiento aeróbico mejora la capacidad
cognitiva de las personas mayores sanas. El metanálisis manifestó resultados
similares, pero también incluyó varios ensayos clínicos no aleatorios encontrando
un efecto similar de actividad física sobre la función cognitiva en personas con
demencia y en personas mayores con deterioro cognitivo.
36

Por otra parte, el ejercicio tiene efectos positivos y significativos sobre el


equilibrio y la marcha, principalmente, y se logran en un tiempo un poco menor en
comparación con el tiempo necesario para mejorar la fuerza muscular en las
personas mayores. Con los ejercicios de coordinación y flexibilidad se observan
mejorías, por ejemplo, de la capacidad para permanecer parado en una pierna, de
la inclinación hacia delante sin perder el equilibrio y caminar. Hay tendencia hacia
una mejoría del equilibrio con el ejercicio y, con esta, mejora la función motriz,
disminuye el riesgo y el temor a caerse.

Así, el ejercicio tiene efectos positivos estadísticamente significativos sobre


el equilibrio en comparación con la actividad habitual en las personas mayores.
Los ejercicios de las intervenciones que se reportan en las revisiones y que
parecen tener mayor repercusión son la caminata, los ejercicios de equilibrio, de
coordinación, las actividades funcionales y los ejercicios para el fortalecimiento
muscular. Con este tipo de ejercicios se observan mejorías de la capacidad para
permanecer parado en una pierna y en la inclinación hacia delante sin perder el
equilibrio y al caminar, como se mencionó anteriormente. También, se observa
tendencia hacia una mejoría notable en el equilibrio con el ejercicio en una
bicicleta estática, por ejemplo. De acuerdo con Howe et al. (2008), todos los
ejercicios mejoran la funcionalidad del adulto mayor de manera significativa.

Sin embargo, a pesar de las bondades y mejoras que ofrece al adulto


mayor la práctica de la actividad física, regular y bien planificada, ha habido
también escaso seguimiento de los participantes; como se menciona en muchos
reportes de estudios de intervención de la revisión realizada para este enfoque;
por esto, es importante considerar en este tipo de programas, cuál será el
mantenimiento del efecto de la intervención a realizarse.

En el caso de ésta, que es físico – educativa para mejorar marcha y


equilibrio en el adulto mayor, se debe considerar el mantenimiento del efecto tanto
físico como educativo; en este sentido, en los estudios de la revisión, sólo se ha
reportado una tendencia de que los resultados con mejorías por actividad física en
el adulto mayor, tienden a perdurar más en los programas llevados a cabo en el
37

domicilio, en comparación con las mejorías a corto plazo que se obtienen en los
programas ejecutados en un centro sanitario, como lo refieren Ashworth et al.
(2008). Por esto, se deduce que un programa regular de ejercicios puede
desacelerar o prevenir la disminución funcional asociada con el envejecimiento y
mejorar la salud en este grupo etáreo.

Los resultados principales indicaron que realizar ejercicios aeróbicos a


intervalos constantes, o una combinación de ejercicios aeróbicos constantes y
ejercicios progresivos de resistencia durante al menos veinte minutos, tres veces
por semana mínimo, parecen ser seguros y a partir de cuatro semanas pueden
llevar a reducciones significativas, entre otras, de los síntomas de depresión y así
como a potenciales mejorías clínicamente importantes en el estado
cardiopulmonar de los pacientes, por ejemplo.

La actividad física regular desempeña una función importante tanto en la


prevención como en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares (EC), la
hipertensión, la diabetes mellitus no insulinodependiente, el accidente
cerebrovascular, algunos cánceres, la osteoporosis, así como en el mejoramiento
del perfil lipídico, según la revisión de Hillsdon et al. (2004). En ésta se refiere que
en sus estudios analizados no hubo, por ejemplo, un aumento de los eventos
cardíacos o lesiones relacionadas con el ejercicio entre los que se volvieron
físicamente activos, en comparación con aquellos que permanecieron
sedentarios. En este sentido, el metanálisis de la relación entre la actividad física
y la enfermedad coronaria o cardiovascular, informó un riesgo menor del 30%
para el más activo físicamente versus el menos activo físicamente. También se
mencionan en el reporte de los estudios relacionados, que existen ensayos
aleatorios, controlados que evalúan los efectos de la actividad física en el
tratamiento de enfermedades específicas, en particular, la hipertensión, la
hiperlipidemia, el sobrepeso y la EC.

Es así que, la actividad física regular puede reducir el riesgo de


enfermedades cardiovasculares, beneficio para la salud orgánica, pero también
de disfuncionalidad física y de caídas al mejorar el equilibrio y, posiblemente la
salud, mental. Sin embargo, la mayoría de los estudios incluidos en esta revisión
38

sistemática que fundamenta el enfoque empírico para esta intervención, no duró


más de un año. La mayoría de los estudios se interrumpió después de doce
meses, así que en la literatura revisada, no hubo mediciones postest, después de
doce meses para establecer el mantenimiento del efecto a largo plazo de las
intervenciones con ejercicios para adultos mayores.

Sin embargo, específicamente, en relación a marcha y equilibrio para la


prevención de caídas en el adulto mayor, en los estudios de la revisión
sistemática, se observaron mejorías estadísticamente significativas de la
capacidad para mantener el equilibrio, evaluada con diversas medidas de
resultado de las intervenciones con ejercicios, comparadas con el grupo control
(actividad habitual, recreacional o la atención asistencial). Estos beneficios que se
mencionan, se desprenden del análisis sistemático de las siete revisiones
seleccionadas; pero así mismo, también se determinaron a partir de éstas, otros
aspectos importantes para la implementación de la presente intervención
(aplicación de la evidencia científica). Otra revisión en Cochrane evaluó la
efectividad de la rehabilitación basada en el ejercicio para los pacientes con
cardiopatía coronaria, y encontró que la rehabilitación cardíaca basada en el
ejercicio es eficaz en la reducción de las muertes cardíacas (Hillsdon et al.,
2008). Existen pruebas de que la actividad física retrasa la aparición de demencia
en adultos mayores sanos y desacelera el deterioro cognitivo para prevenir la
aparición de discapacidad cognitiva.

Uno de los metanálisis de efectos del entrenamiento con actividades físicas


en adultos mayores con deterioro cognitivo y demencia, incluido en la revisión de
Forbes et al. (2008), reveló que el entrenamiento con ejercicios aumentaba el
buen estado físico, la función física, la cognición y el comportamiento positivo en
estos individuos. También reveló que un programa de actividad física que
constaba de un entrenamiento de flexibilidad, equilibrio, fuerza, y caminata, una
hora, dos veces a la semana, durante un año, produjo un deterioro
significativamente más lento en la capacidad para realizar actividades de la vida
diaria al compararse con la atención habitual, pero no se observó ningún efecto
en los trastornos conductuales o la depresión, por ejemplo.
39

Otros estudios han examinado esto y el efecto de una combinación de


actividades (aeróbicas) de resistencia, fuerza, equilibrio y entrenamiento de
flexibilidad con otras estrategias, como el tratamiento conductual o con las
actividades ambientales, mientras que otros se centran en una sola actividad, por
ejemplo, programa de caminata. En los adultos mayores, las caídas causan
frecuentemente lesiones, pérdida de independencia y se asocian con enfermedad
y muerte prematura, de acuerdo con Howe et al. (2008). Se ha publicado una
revisión extensa de los ensayos publicados de intervenciones para reducir la
incidencia de caídas en los ancianos. Aunque se han mostrado que algunas
intervenciones con ejercicios con componentes para fortalecer el equilibrio y la
actividad muscular disminuyen las caídas, no está claro cuál es el elemento o la
combinación de elementos necesarios para lograr el mantenimiento de este
resultado.

Así mismo, se ha usado la biorretroalimentación y la retroalimentación


visual para mejorar el control del equilibrio porque están dirigidos a los factores
internos que se piensa que contribuyen al equilibrio. Sin embargo, la tendencia de
estas intervenciones ha sido a orientarse sólo a los componentes de control del
equilibrio; un enfoque multifactorial puede ser más apropiado, por ejemplo el
complementar con la educación y prevención, como en el caso de esta
intervención físico – educativa para la prevención del riesgo de caídas. Aunque
existen revisiones bibliográficas tradicionales que describen los estudios
diseñados para mejorar el equilibrio en los ancianos,todavía hay incertidumbre
sobre la eficacia de las intervenciones con ejercicios, la efectividad de la
dosificación (frecuencia, duración o intensidad de la administración), el lugar para
realizar la intervención, el nivel y el tipo de supervisión, o quienes realmente
tienen mayor probabilidad de beneficiarse.

Una encuesta preliminar de la bibliografía sobre de investigación humana


apunta hacia los mismos mecanismos fisiológicos posibles que podrían explicar la
asociación entre la actividad física y la vitalidad cognitiva. La presuposición
realizada es que las mejorías (aeróbicas) en el estado cardiovascular median
beneficios en la capacidad cognitiva (Angevaren et al., 2008). Por lo tanto, esta
hipótesis del buen estado cardiovascular implica que los cambios en la función
40

cognitiva son precedidos por cambios en el estado aeróbico. Lo que, a su vez,


mejora el equilibrio también. Las intervenciones diseñadas para aumentar la
actividad física pueden ser moderadamente efectivas al incentivar a las personas
a ser físicamente activas y a tener un mejor estado físico. Un modo de vida
sedentario aumenta el riesgo de padecer varias enfermedades crónicas, incluida
la cardiopatía y disfuncionalidad física.

La duración de los programas con ejercicios fue de cuatro semanas a doce


meses, más frecuentemente de tres meses (doce semanas). La frecuencia de las
sesiones individuales fue de entre una vez cada dos semanas a todos los días,
habitualmente tres veces por semana durante una hora. Las guías actuales
nacionales e internacionales basadas en pruebas recomiendan que los adultos
realicen por lo menos 30 minutos de actividad física de "intensidad moderada"
(5.0 kcal/minuto - 7.5 kcal/minuto), cinco días de la semana o más.
41

Enfoque Experiencial

El enfoque experiencial para el acercamiento al problema de esta


intervención, se estableció a través de un grupo focal de discusión, el cual fue
guiado por un Moderador y con la presencia de dos colaboradoras
(observadoras). El Moderador coordinó la sesión, que se llevó a cabo en el
Domicilio de una de las colaboradoras, por la tarde, con duración de una hora
aproximadamente. Este grupo focal de discusión se realizó con la presencia de
siete adultos mayores, informantes, seleccionados al azar, por invitación directa,
con un mínimo de edad de 65 años y otros con edades de 72, 74, 75, 81 años y
una persona de 92.

Los objetivos del trabajo con el grupo focal fueron: conocer la perspectiva
de los adultos mayores sobre su condición física y la relación de ésta con su
equilibrio y marcha; relacionar estos dos aspectos con su miedo a caídas e
identificar los aspectos para marcha y equilibrio que los adultos mayores
consideraban determinantes en su caso.

Se inició la sesión con la introducción del tema, donde se habló del trabajo
concreto a realizar, se contextualizó esta actividad dentro del proyecto de
intervención, se explicaron los objetivos y se realizó la presentación del equipo de
trabajo: del moderador del grupo focal (en este caso, el mismo investigador y
facilitador principal del programa de intervención a implementar) y colaboradoras.
Antes de iniciar la discusión guiada, también se explicó a los adultos mayores
sobre la dinámica de discusión, que consistió en la introducción al grupo focal,
exponer las preguntas o detonadores por parte del moderador y respuestas o
comentarios por parte de los informantes; así como la finalidad de dicha actividad
(objetivos e integrar el enfoque experiencial de la intervención).

También se solicitó a los asistentes al grupo focal, su autorización para


grabar en voz la discusión grupal para su análisis posterior, así como su
autorización para tomar algunas fotos de la actividad realizada. El grupo focal
guiado por el moderador llevó a cabo la discusión de la problemática, con base en
un guión de entrevista y de lo captado en esta discusión, se realizó la
42

transcripción de la entrevista grupal y posteriormente un análisis de discurso por


argumentos con asignación de etiquetas o conceptos. Finalmente, se reestructuró
el discurso generado en los participantes del grupo de discusión a partir del
análisis realizado, para conformar el enfoque experiencial propiamente dicho.

Enfoque Experiencial en estricto sentido. En relación a cómo consideran


los adultos mayores su condición física, refirieron que en el movimiento y el
desplazamiento tienen muchos tropiezos, hay mucha inseguridad para la
deambulación y tienen que caminar fijándose mucho, es decir, extreman la
precaución y seguridad. Ha habido caídas en algunos de ellos y han suspendido
ciertas actividades por temor a la caída. Otro adulto mayor mencionaba que su
condición es muy activa y que físicamente se siente muy bien. Mencionaron, en
general, que ha disminuido su actividad física y existe en su haber episodios de
fracturas por caídas. El desplazamiento es lento y en los reflejos se ven
disminuidos.

En relación a lo anterior y, con respecto al planteamiento dos, sobre cómo


consideraban su marcha y equilibrio, los adultos mayores manifestaron que su
marcha es lenta, mala, insegura, con temor a las caídas, mirando mucho para no
caerse, con tropiezos, con mareos a veces, algunos con rito regular pero que a
veces pierden el equilibrio; se apoyan con bastón, y andadera; refieren que
caminan bien en lo plano. Con respecto a cómo perciben su propio riesgo de
caídas los adultos mayores, todos respondieron que sí perciben riesgo elevado de
caídas, con excepción de uno que manifestó que no, debido a su estado activo.

Los demás manifestaron que sí perciben un riesgo de caídas,


principalmente en el baño, al bajar desniveles o al vestirse, por debilidad e
inseguridad (cabe mencionar que, estas últimas categorías de riesgo de caídas
percibido, son las que contempla y mide uno de los instrumentos de medición
empleados en esta intervención, el que valora el miedo a caídas).
43

Los adultos mayores también manifestaron que el riesgo de caídas se


puede dar por secuelas de enfermedad, por desniveles y las condiciones de los
pisos, por subir escaleras; con relación a esto, han tomado como medidas de
precaución, fijarse muy bien al desplazarse, bañarse sentados, no distraerse,
sujetarse, evitar ciertos caminos, no subir a los camiones y mantenerse lo más
activos posible.

En relación al ejercicio, manifestaron que es muy necesario, para evitar la


rigidez, las dolencias y la atrofia; el principal ejercicio para ellos sería caminar.
Que incluso el ejercicio puede ser por prescripción médica; si se tratara de
ejercicio programado, lo preferían una vez a la semana y en casa. Por lo que se
puede recapitular a través del análisis que, las principales etiquetas o conceptos,
con sus respectivos argumentos que arrojó el grupo focal de discusión para este
enfoque experiencial, fueron:

Inseguridad para la deambulación por tropiezos constantes, lentitud al


caminar y reflejos disminuídos; experiencias previas y experiencias vicarias de
caídas; suspensión de actividades cotidianas por temor a caídas y por temor a
caídas con resultado de fractura(s); Inestabilidad en la marcha por ser mala, lenta,
insegura, vacilante y por mareos y tener que caminar fijándose mucho;
Inestabilidad en el equilibrio por sensación de pérdida de equilibrio, sensación de
caminar bien sólo en lo plano y mareos; Riesgo para caídas percibido como alto,
por percepción de no ser activo, por condiciones inseguras de ciertos lugares
como el baño, al bajar desniveles, por actos percibidos como inseguros como el
vestirse, por debilidad; prevención de caídas por extremar precauciones al
desplazarse, por bañarse sentados, sujetarse, evitar ciertos caminos, no subir
camiones y mantenerse activo; Beneficios percibidos de la práctica de ejercicio
por evitar rigidez, atrofia, por comodidad en casa y de preferencia caminar.

Lo referido por el grupo focal en este análisis, refleja la dinámica del adulto mayor
en el proceso de envejecimiento, enmarcado en el contexto de nuestro país, en el
que los cambios demográficos que se dieron entre las décadas de 1970 y 2000,
propiciaron que el ritmo de crecimiento de la población joven se redujera, así su
volumen de 1.7% medio anual, y en la última década creció sólo el 0.5%. Por su
44

parte, el grupo de adultos de entre 30 y 59 años ha sido el que ha registrado el


crecimiento relativo más alto y uniforme en estos treinta años, es así que en este
periodo creció a una tasa de 3.3% medio anual. Todos estos cambios se reflejan
de manera resumida en el indicador denominado relación de dependencia
demográfica.

La dependencia demográfica parte del supuesto de que los más jóvenes y los
ancianos no son “autónomos económicamente” y por ello son dependientes de
las personas, que, se supone, deben sostenerlas con su actividad. Como la gran
mayoría de los adultos mayores se encuentran en situación de dependencia, no
cuentan con una definición de roles y muchas veces son excluidos de las
decisiones. Todos ellos comparten el atributo básico de la edad, el que se supone
genera problemas similares y que los hace destinatarios de programas sectoriales
o políticas públicas específicas en el país.

A través de la revisión de los datos que sobre derechohabiencia captaron tanto el


censo del año 2000 como la encuesta sobre seguridad social que levantó el
INEGI en 2004, se establece el grado en que los adultos mayores cuentan con
prestaciones médicas como parte de la seguridad social, lo que da una imagen de
los enormes retos que enfrentan ellos mismos, su familia y la sociedad en general
para garantizar el adecuado disfrute de su derecho a la protección. El censo del
año 2000 proporcionó por primera vez información sobre la población que
presenta alguna limitación física o mental y que le impide desarrollar sus
actividades dentro del rango que se considera normal. Como consecuencia del
mayor tiempo expuesto al riesgo de adquirir una discapacidad, los adultos
mayores son un segmento con alta prevalencia de esta condición. Los indicadores
ponen de manifiesto el alto grado de vulnerabilidad de este grupo.
45

SÍNTESIS DE LA PROBLEMÁTICA

La población de adultos mayores en el mundo se ha incrementado


aceleradamente en los últimos años y, se estima que dicho aumento seguirá
progresiva y exponencialmente hasta el año 2050. En el 2005, más de 925
millones de personas en todo el mundo tenían 55 años o más de edad, de
acuerdo con la base poblacional de datos de las Naciones Unidas (Angevaren et
al. 2008). Por lo que, se predice que en diez años, este grupo etáreo crecerá
hasta alcanzar más de 140,000,000 de personas. Con la mayor edad, los motivos
de consulta subjetivos acerca de las capacidades cognitivas aumentan y
alrededor de los 50 años, se acelera una disminución objetiva del desempeño
cognitivo y de las aptitudes cognitivas, con un componente amplio en relación a
los procesos de conocimiento en el adulto mayor.

Cárdenas (2012), refiere que, de acuerdo con el censo de población 2010,


de INEGI, la población mexicana de 60 años y más asciende a 10,055,379
personas, lo que significa el 9.06% de la población total en México. En lo que se
refiere a la tasa de crecimiento, entre el 2000 y el 2010, la población mexicana de
adultos mayores creció a una tasa anual de 3.8%. Con esta tasa de crecimiento
presentada entre estos años, se espera que esta población se duplique en 18.4
años, es decir, que para el año 2029, se espera que en México la población de
10,000,000 de adultos mayores pase a 20,000,000 aproximadamente. El
crecimiento de este grupo poblacional con sus cargas, se atribuye a factores tan
diversos como el descenso de la natalidad, los avances médico-tecnológicos con
la consecuente disminución de la mortalidad y aumento en la esperanza de vida.

Entre la población mexicana de 60 años y más, existe una relación de 87


hombres por cada 100 mujeres, indicador que muestra los efectos de la
sobremortalidad masculina en los adultos mayores, según. Esto agudizará la
relación de dependencia en la vejez; esta relación establece la proporción de
personas mayores de 65 años, con respecto a la población entre los 15 y 64
años, es decir, la población en edades productivas. En relación con esto, para el
año 2010, este indicador señalaba que existían aproximadamente 9.7 personas
46

dependientes por vejez por cada 100 personas en edad productiva. Por otro lado,
el 74% de la población de 60 años y más de nuestro país, reside en localidades
urbanas y 26% vive en localidades rurales; así mismo y, de acuerdo con las
estimaciones en el 2010 de la CONAPO e INEGI se refiere que, a partir de los 60
años, los adultos mayores tienen una esperanza de vida de 20.9 años para los
hombres y 22.9 años para las mujeres; por lo que se puede afirmar que el
envejecimiento en México es predominantemente urbano y femenino. Aspecto
que se pone de manifiesto en esta intervención, ya que el grupo de intervención
estuvo integrado por mujeres en su totalidad.

A su vez, Zúñiga (2004), menciona que de la población total de adultos


mayores en México, el 72.6% cuenta con derecho a recibir atención a la salud o
derechohabiencia, de los cuales, el 38.8 % cuenta con IMSS, el 9.3% con
ISSSTE, el 20.4% con Seguro Popular y el 4.1% cuenta con servicios de salud de
alguna otra institución y el 27.4% no cuenta con derechohabiencia. Este
envejecimiento, aún creciente de la población, implicará un incremento en el
monto de los recursos destinados al cuidado y salud de la población en edades
avanzadas, lo que significa que se dispondrá de menores montos para otros
ámbitos. Paralelamente, el incremento de la población en edades avanzadas se
traducirá en presiones hacia las instituciones públicas de seguridad social, tanto
en el ámbito de las pensiones como en el de atención a la salud. El
envejecimiento de la población también obligará a ciertos cambios culturales,
partiendo de la redefinición del significado social de la vejez y de las formas de
integración social y cultural de los adultos mayores.

Así mismo, es evidente que la edad avanzada concurre con deterioros


fisiológicos que en ocasiones se manifiestan como signos o síntomas de posibles
enfermedades (denominados síndromes geriátricos), o bien, se presenta con
enfermedades crónicas. Los síndromes geriátricos y las enfermedades crónicas
afectan la integridad del adulto mayor y, por ende, su calidad de vida. Uno de los
indicadores de la calidad de vida en el adulto mayor, es la funcionalidad física,
que permite la independencia física del adulto mayor y la cual es altamente
apreciada entre este sector de la población. Según datos del INEGI, en 2010, el
20.7% de la población total de adultos mayores en México, es decir, 2,078,540
47

personas mayores, declaró tener alguna discapacidad, lo cual incluye dificultad


para realizar al menos una de las siguientes actividades: ver (usar lentes); hablar,
comunicarse o conversar; oír, (usando auxiliar auditivo); vestirse, bañarse, comer
o caminar, moverse y subir o bajar, entre otras (Cárdenas, 2012).

El deterioro fisiológico que trae el envejecimiento con la consecuente


disminución en el adulto mayor, de la capacidad para mantener el equilibrio puede
asociarse con un mayor riesgo de caídas. En las personas de mayor edad, las
caídas a menudo producen lesiones, pérdida de la independencia, y se asocian a
enfermedad y muerte prematura (Howe et al., 2008).

Las caídas constituyen a nivel mundial, una de las principales causas de


morbilidad en adultos mayores de 65 años y representan la sexta causa de
muerte; la prevalencia de las caídas aumenta con la edad; en individuos entre 65
y 74 años es del 32% y la cifra se eleva hasta el 51% en los mayores de 85 años.
Su incidencia es más frecuente en mujeres que en hombres. Particularmente, en
México, por ejemplo, se espera que entre el año 2000 y el 2050 la proporción de
adultos mayores se incremente de 7 a 28%, con una tasa de dependencia de
adultos mayores estimada en 50.6% para este último año. Particularmente en el
estado de Nuevo León, aun cuando se considera una de las entidades con mayor
desarrollo económico en el país, la tasa de dependencia de adultos mayores
superará la media nacional a partir de del año 2010, de acuerdo con estimaciones
de la Conapo (Zúñiga, 2004).

En relación a esto último, la prevalencia de la discapacidad va aparejada


con la etapa de la adultez mayor, y se incrementa gradualmente, tanto en
hombres como en mujeres y alcanza niveles sustanciales a partir de los 70 años
de edad, cuando son mayores los riesgos de experimentar deterioro funcional
asociado a la incapacidad para realizar de forma autónoma actividades de la vida
diaria.

El tipo de discapacidad predominante entre los adultos mayores mexicanos


es la motriz, específicamente en marcha y equilibrio, que afecta a 56% de los
hombres y 62% de las mujeres, a la que le siguen la discapacidad visual y la
48

auditiva; por lo que, uno de los retos es incrementar medidas y programas


preventivos que permitan reducir las tasas de morbilidad y discapacidad, para así
incrementar la esperanza de vida libre de discapacidad y permitir que un mayor
número de adultos mayores disfrute su vejez en plenitud de condiciones mentales
y físicas.

La funcionalidad física depende también de factores genéticos vinculados


con el funcionamiento metabólico, neurológico, de las enfermedades y de factores
ambientales. La actividad física y el ejercicio se relacionan estrechamente con la
funcionalidad física, porque, además de favorecer la independencia del adulto
mayor, es reflejo de su funcionamiento cognitivo y de su estado de salud general.
Pero la mayoría de los adultos mayores no son activos según los niveles
recomendados. El asesoramiento profesional y la orientación, junto con el apoyo
constante, pueden incentivar a las personas mayores a ser más activos
físicamente. La discapacidad motora se asocia a una vida sedentaria pasada y
presente de los adultos mayores, lo que incrementa el riesgo de caídas y, con
esto, la hospitalización y muerte; por lo tanto, al disminuir el riesgo de caídas, se
mejora la calidad de vida.

Se calcula, por ejemplo, que el sedentarismo causa, a escala mundial,


cerca del 22% de la cardiopatía isquémica según la Organización Mundial de la
Salud en 2002. En Inglaterra, por ejemplo, en 2004, la prevalencia del
sedentarismo era alta, con un 60% de hombres y un 74% de mujeres que no
realizan suficiente actividad física como para derivar en beneficios significativos
para la salud. De la población adulta, el 26% fuma, el 76.9% tiene
hipercolesterolemia y un 35.6% es hipertensa (Hillsdon et al., 2004).

Por cuanto a que existen numerosos estudios y referencias que describen


la situación de los adultos mayores con respecto a la funcionalidad física,
específicamente en lo que se refiere a actividad física, funcionalidad física,
equilibrio, flexibilidad y la consecuente prevención de caídas. El ejercicio es un
precursor de la autonomía y de los sistemas orgánicos que la condicionan en el
adulto mayor, además de preservar y mejorar la poca movilidad y estabilidad
articular, también potencia al sistema musculoesquelético, lo que, a su vez, incide
49

beneficiosamente sobre la calidad de vida (Ceballos, 2012). Así mismo, en los


antecedentes científicos revisados para este trabajo, plasmados en el enfoque
empírico de acercamiento al problema, se encontró que el ejercicio tiene efectos
positivos estadísticamente significativos sobre el equilibrio y, por lo tanto, sobre la
marcha, en comparación con la actividad habitual en las personas mayores. Se
citaron algunas intervenciones, tal como refiere Howe et al. (2008).

Estudios como los realizados por Méndez y Fernández (2005), y por


González y Mora (2005) en España, concluyen que la participación de la persona
mayor en programas de actividad física de manera regular, bien dirigida y bajo la
supervisión de un especialista, se convierte en una forma efectiva de reducir y
prevenir algunos de los efectos negativos que el envejecimiento tiene sobre la
salud y mejorará el bienestar y la calidad de vida de los adultos mayores
produciendo efectos beneficiosos sobre su funcionalidad física y psicológica.

En consideración de todo lo anterior, se sopesa la gran área de


oportunidad en esta población respecto al desarrollo de programas que permitan
incrementar su actividad física en la búsqueda de un estilo de vida saludable. Así
pues, para propiciar un mejor abordaje y mayor comprensión de las implicaciones
del problema del envejecimiento poblacional en nuestro país, es prioritario el
realizar investigaciones y estudios que permitan anticipar las demandas y
necesidades que trae consigo este fenómeno y contribuir con ello a la génesis de
conocimiento que conlleve la mejora del cuidado en esta población al permitir la
construcción de respuestas económicas, sociales e institucionales que permitan
hacer frente a la problemática.

Por eso, uno de los mayores retos del Sistema de salud y de la Enfermería
es hacer frente al envejecimiento de la población y ofrecerle un cuidado integral
considerando sus necesidades, conductas y actitudes para que en la medida de lo
posible mejoren su nivel de vida; ya que la incapacidad limitante que genera la
disfuncionalidad del adulto mayor repercute directamente como carga para los
sistemas de Seguridad Social principalmente, para el sistema familiar, para los
cuidadores, para el sistema económico y para la población económicamente
activa.
50

Es así que, entre las medidas que se han tomado, particularmente en el


caso de nuestro país, están las estrategias y acciones puestas en práctica a
través del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que
promueve el Programa Nacional de Atención Gerontológica, cuyo lema es “Por la
dignidad e integración social del Adulto Mayor”; otro organismo es el Instituto
Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), coordinado por la
Secretaría de Desarrollo Social, (SEDESOL), que ofrece a la población de la
tercera edad la oportunidad de autoempleo, así como educación para la salud,
cultura física y recreación. Otro organismo que brinda apoyo a este grupo de
personas es el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por medio de su
programa PrevenIMSS, el cual ofrece guía a los adultos mayores en aspectos
tales como educación para la salud, nutrición, prevención, control de
enfermedades y esquema básico de vacunación para el cuidado de la salud de
este segmento de la población. Debido a todo lo mencionado anteriormente en
relación con esta problemática, surge el siguiente planteamiento de intervención.

PREGUNTA CLÍNICA.

Una Intervención físico – educativa ¿Es efectiva para mejorar la marcha y


equilibrio en el adulto mayor y, por ende, el riesgo de caídas?
51

CAPÍTULO II
DISEÑO TEÓRICO DE LA INTERVENCIÓN

MAPEO DE CONCEPTOS

Esquema del Diseño de la Intervención (Con base en el Modelo de


Adaptación de Callista Roy)

Tabla 1 Esquema de la Intervención

PROBLEMAS DE ADAPTACIÓN
MODO FÍSICO

ESTÍMULO FOCAL
Marcha ( + )
Intervención:
Equilibrio ( + )
Programa actividad física

fortalece
MECANISMO DE
AFRONTAMIENTO
ADQUIRIDO fortalece
ESTÍMULO CONTEXTUAL
Intervención: Programa
MODO
educativo.
PSICOLÓGICO
RESPUESTA
(Autoconcepto)
ADAPTATIVA:
Resultado de la
Miedo a caídas ( - )
intervención

MODOS DE ADAPTACIÓN:
Función del rol e
Fortalece los otros
Interdependencia
52

Mapeo del problema con base en el Modelo de Adaptación de Roy

Tabla 2 Esquema del problema

ENTORNO

Condiciones
inseguras: terrenos,
Edad
banquetas,
necesidades

Experiencias PROBLEMAS
Inseguridad
vicarias de caídas DE ADAPTACIÓN

Experiencias previas Inestabilidad en la


de caídas marcha y equilibrio

PERCEPCIÓN

MODO FÍSICO
MODO

Marcha ( - ) PSICOSOCIAL

Equilibrio ( - ) Miedo a caídas


(+)

PROCESO DE
AFRONTAMIENTO
53

ESPECIFICACIÓN DE LA INTERVENCIÓN

Tipo de intervención

Para este estudio, se propuso un diseño de intervención clínica, de tipo


física - educativa. Esta intervención, en su componente educativo medió el miedo
a caídas y el hábito de la práctica de ejercicios específicos para mejorar marcha y
equilibrio y, con ello, la disminución del temor a caer. En este componente
educativo se medió principalmente el fortalecimiento del aspecto psicosocial
(Modo Psicológico, de autoconcepto del Modelo de Adaptación de Roy) para
mejorar la seguridad durante la marcha y para que, al mejorar la seguridad
personal, cambie la perspectiva sobre el problema en los adultos mayores
participantes; perspectiva consistente en que el “envejecimiento atrofia la
movilidad” y “envejecimiento es sinónimo de debilidad” (perspectiva manifiesta en
el enfoque experiencial de este trabajo). El componente físico de esta intervención
medió el mejoramiento fisiológico (afectación positiva del Modo Físico del Modelo
de Adaptación de Roy) al mejorar la flexibilidad y, con esto, la marcha y equilibrio
en las participantes.

Personas: características de los participantes objetivo

Este estudio se realizó en el Centro del INAPAM – DIF; se determinó su


implementación en adultos mayores seleccionados con base en criterios que
hicieran viable la efectividad de dicha intervención. Estos criterios se pusieron de
manifiesto con una entrevista corte realizada a las participantes potenciales, una
semana antes de iniciar el programa de intervención. Estos criterios fueron los
siguientes:
o Que tuvieran 60 años de edad y más.
o Que aceptarán no participar en ningún otro programa de intervención,
durante la implementación de ésta.
o Que consideraran no participar en ningún otro tipo de programa con
ejercicios.
54

o Que se pudieran trasladar por cuenta propia al las instalaciones del


INAPAM – DIF, donde se llevó a cabo el Programa.
o Que no tuvieran problemas severos de movilidad.
o Que no tuvieran contraindicada medicamente la actividad física.

Metas de la intervención

Para este estudio de intervención se plantearon las siguientes metas:

Inmediatas.

Implementar el programa físico – educativo para la mejora de la marcha,


del equilibrio y la prevención de caídas en el adulto mayor.

Que el Grupo intervenido conozca los fundamentos e importancia de los


tipos de ejercicio en adultos mayores para mejorar marcha, equilibrio y para
prevención del riesgo de caídas.

Que los participantes conozcan los ejercicios de calentamiento,


fortalecimiento, resistencia, flexibilidad y equilibrio correspondientes a cada rutina
diaria del programa de intervención.

Que el grupo de Participantes logre establecer la diferencia entre actividad


física y ejercicio.

Que el Grupo de Intervención identifique los tipos de ejercicio a través de la


demostración y repetición para la rutina correspondiente a cada una de las
sesiones.

Que el grupo de participantes ejecute de manera adecuada, el programa


físico, mediante la demostración, repetición y supervisión de los intervencionistas.
55

Mediatas.

Que el grupo intervenido manifieste sensibilización sobre el impacto y


beneficios del ejercicio para la prevención de caídas.

Que los adultos mayores intervenidos realicen actividades que favorezcan


su integración grupal.

Que los participantes manifiesten disminución de su temor a caídas con la


implementación del programa físico y educativo.

Últimas.

Que el grupo de participantes aplique medidas para la prevención de


caídas relacionando las especificaciones del ejercicio para adultos mayores con
su actividad física cotidiana.

Demostrar la efectividad del programa físico – educativo para mejorar


marcha y equilibrio en el adulto mayor, así como para disminuir el riesgo a caídas,
en el grupo intervenido.

Que el Grupo intervenido muestre mejoría en su marcha, equilibrio y riesgo


de caídas, a través de la implementación de la intervención físico – educativa.

Modo de entrega

Para esta intervención, el Modo de Entrega fue Grupal, con un


acercamiento estandarizado para este grupo, toda vez que el programa físico –
educativo se impartió por igual a todos los miembros y no hubo sesiones o un
acercamiento personalizado o adaptado para alguno (s) de ellos. La entrega de la
intervención se llevó a cabo con medio escrito, ya que los participantes trabajaron
con su Manual (ver anexo B) y, de manera verbal – práctica también, con técnicas
verbales, como el trabajo grupal al realizar ejercicios y presentaciones o
exposiciones orales con apoyo didáctico en recursos audiovisuales (Sidani, 2011).
56

Dosis

El tratamiento consistió en un programa físico - educativo sobre ejercicios


para mejorar marcha y equilibrio y para prevenir el riesgo de caídas en el adulto
mayor. La duración de este Programa de Intervención físico – educativa fue de 12
semanas en total (de la última semana de septiembre a la segunda semana de
diciembre de 2013), con un total de 34 horas y 36 minutos (2,016 minutos de
intervención directa [presencial]). Del total de este tiempo impartido, se
distribuyeron 1 hora y 56 minutos para el componente educativo y 31 horas y 30
minutos para el componente físico de la intervención (ejercicios).

La intervención se llevó a cabo durante doce semanas (duración), en dos


sesiones por semana (frecuencia), es decir, un total de 24 sesiones, con un
tiempo de 1 hora y 23 minutos (cantidad) cada sesión, en la mayoría de las
sesiones. Del total de sesiones, esto es, 24, en las primeras cuatro sesiones se
entregó a los participantes el componente educativo y durante todas las sesiones,
desde la sesión 1 hasta la sesión 24, se entregó el componente físico (programa
de ejercicios de fuerza, resistencia, marcha y equilibrio). Además, se realizaron
sesiones de ejercicio (únicamente los ejercicios) de en casa como tarea; 1 sesión
por semana durante las últimas 8 semanas. La sesión en casa era de 35 minutos,
es decir, un total de 280 minutos. Cabe mencionar que la sesión de tarea en casa
se llevó a cabo a partir de la semana 5, porque durante las primeras cuatro
semanas se entregó el componente educativo, lo que contribuyó a aprender para
practicar los ejercicios de manera independiente en casa.
57

Componentes de la intervención y actividades

Tabla 3 Matriz de componentes y actividades de la intervención


Componente Actividades Procedimiento (estímulos)
(Tratamiento)
Presentación, introducción Saludo y recordatorio de la
y expectativas de las dinámica de la intervención e
sesiones. importancia de la misma y de la
asistencia.
Contenidos temáticos de Organización y explicación
Educativo cada sesión (sesiones 1, (audiovisuales).
2, 3 y 4).
Tarea: lectura del Manual Indicación de lectura en casa, para
del facilitador. repaso de lo revisado en sesión
presencial y lectura independiente
de información complementaria.
Cuidado de la respiración Explicación y retroalimentación.
y revisión de la escala de
esfuerzo percibido.
Componente Actividades Procedimiento (estímulos)
(Tratamiento)
Valoración clínica previa y Indicación de posición y pausa.
posterior a los ejercicios: Interacción del colaborador con el
valoración de pulso, participante para dudas o
tensión arterial y glucosa comentarios sobre el programa de
en sangre a los adultos intervención y sobre comentarios de
Físico
mayores. su estado de salud.
Calentamiento físico: Indicación de la actividad a realizar.
realización de ejercicios de Demostración.
preparación para la rutina
de ejercicios de fuerza,
equilibrio y flexibilidad.
58

Rutina de ejercicios: de Indicar la realización de ejercicios


fortalecimiento, de fortalecimiento, resistencia,
resistencia, equilibrio y equilibrio y flexibilidad. Supervisar y
flexibilidad. llenar checklist (formatos de control
de las sesiones) por los
colaboradores. Indicar reposo al
final.

Estrategias de Intervención

Tabla 4 Matriz de componentes y estrategias para la intervención


Estrategias
Componente
Específicas No específicas
Presentación oral y Técnica de los nombres.
disertación (exposición).
Cuestionamiento y lluvia Asesoría sobre estado de salud
de ideas. (aclaraciones sobre la medición de las
valoraciones previa y posterior de FC,
Educativo T/A y Glucosa.
Círculo de la palabra. Sesión de preguntas y respuestas
generales.
Demostración y Comentario sobre temas generales.
repetición.
Lectura de información en
el Manual del Facilitador.
Retroalimentación.

Estrategias
Componente
Específicas No específicas
Repetición. Observación y auscultación.
Práctica y realización de las Valoración clínica previa y
Físico sesiones de ejercicio de fuerza, posterior de pulso, presión
resistencia, flexibilidad y equilibrio. arterial y glucosa en sangre.
59

Tarea: práctica y realización de las Práctica y realización de


sesiones de ejercicio en casa. rutina de ejercicios de
“calentamiento”.
Físico
Verificación por colaboradores con Valoración en escala de
el checklist, sobre la calidad y esfuerzo percibido de Borg.
cantidad de la ejecución de los
ejercicios en las participantes.
Lectura Manual Facilitador.

Recursos

En cuanto a los recursos para la implementación de la intervención, se


emplearon los siguientes. Por lo que se refiere a los recursos humanos, se contó
con el facilitador principal del programa de intervención y con cuatro
colaboradores que conformaron el grupo de intervencionistas, que, a su vez,
algunos de ellos también funcionaron como apoyo logístico. Por lo que respecta a
los recursos físicos, se contó con el espacio o área de reunión del grupo “Años
Dorados” del INAPAM – DIF de Boca Del Río, Ver, con buena iluminación (luz
natural) y ventilación, a temperatura ambiente.

Así mismo, como recursos físico – materiales, el mobiliario necesario para


la implementación del programa: sillas (una para cada participante, con apoyo
para los brazos, por un tipo de ejercicios que lo requiere), mesa con botellitas de
agua de 200 ml, pared para proyectar diapositivas (pantalla); computadora,
cañón, material educativo (diapositivas), material de valoración clínica: lancetas,
torundas con alcohol, tiras reactivas para valoración de glucemia, baumanómetro,
estetoscopio, formatos, bolígrafos y gafetes de asistentes. En cuanto a los
recursos económicos para implementar la intervención, se dieron pro
autofinanciamiento.
60

CAPÍTULO III
EJECUCIÓN DE LA INTERVENCIÓN

PLAN DE IMPLEMENTACIÓN DE LA INTERVENCIÓN

Al contar con un grupo aleatorio de participantes potenciales, a través de la


visita al centro “Años Dorados”” del INAPAM, con la entrega de un tríptico que
describía las generalidades de la intervención a realizar; se le citó a dicho grupo
para dos días después a una reunión informativa, una semana antes de iniciar la
primera sesión del programa; reunión en que se detallaron, tanto el plan de
implementación de la intervención como la dinámica de cada una de las sesiones
del programa y en qué consistirían; así como la importancia de su compromiso
con la asistencia. Posteriormente, se realizó una entrevista corte con la finalidad
conocer las características de los participantes y si cumplían con los criterios o
características de participantes objetivo. Al aceptar las interesadas y conformarse
un grupo de 22 participantes, se procedió a leer, explicar detalladamente,
comentar y resolver dudas sobre el programa para que las participantes otorgaran
su autorización de participación a través del formato de consentimiento informado
(ver anexo A: consentimiento informado de participación).

Una vez firmado el consentimiento informado, se realizó el acuerdo grupal


para fijar los días y horario de las sesiones, para lo cual se propuso y se
estableció unánimemente, los días miércoles y viernes de 9:00 a 10:23 horas.
Esta intervención se realizó con mediciones pre y post a la intervención para
medir las variables de estudio y su afectación después de la culminación del
programa físico – educativo; las mediciones al grupo de participantes se
realizaron a través de dos instrumentos, válidos y confiables. Siendo así, en la
semana siguiente, el lunes previo al miércoles de la sesión 1 se realizó la
valoración pretest al grupo, donde también se llenó la cédula de identificación de
cada participante con sus datos sociodemográficos y se asignó aleatoriamente un
folio para el manejo de los casos en el proceso estadístico.
61

Así también se requisitó un directorio de participantes con nombres, edad,


dirección y teléfonos para localizar a participantes y familiares responsables en
caso de que alguna de las participantes necesitara algo o en caso de una
emergencia. El programa de ejercicio se llevó cabo del miércoles 25 de
septiembre al viernes 13 de diciembre de 2013 y el lunes 16 de diciembre se llevó
a cabo la valoración postest.

La implementación del programa de ejercicios se llevó a cabo por el


facilitador principal, en este caso, el mismo investigador, con la ayuda de cuatro
colaboradores. De estos cuatro colaboradores, dos eran Licenciadas en
Enfermería, cursando el cuarto periodo de Maestría en Enfermería y los otros dos
colaboradores eran estudiantes de pregrado, cursando el último periodo de la
Licenciatura en Enfermería. La función de estos colaboradores fue la de apoyo
logístico y para las valoraciones clínicas previas y posteriores a las rutinas de
ejercicios (para la medición de pulso, presión y glucemia). Además observaban y
cuidaban a los adultos mayores durante la práctica de las actividades físicas de
las sesiones. Cada colaborador observaba y cuidaba a 5 adultos mayores; al
mismo tiempo, cada colaborador llenaba su checklist (lista de control) sobre la
cantidad y calidad de la ejecución de los ejercicios por parte de las participantes.

En los breves espacios de descanso y cambio de un ejercicio a otro, uno


de los colaboradores apoyaba al facilitador principal para demostrar la realización
correcta del siguiente ejercicio, mientras que los otros tres colaboradores estaban
al pendiente para aclarar dudas. El facilitador principal impartió el programa de de
ejercicios y educativo basándose en el diseño de cada una de las sesiones,
plasmado en el Manual del Facilitador (ver anexo C), con el cual, los
colaboradores también contaron y fue referencia para ellos. Por su parte, las
participantes contaron con el apoyo didáctico del Manual del Participante
“Envejeciendo activamente con ejercicios para marcha y equilibrio”.

En el Manual del Facilitador se especificaron, además de las actividades,


estrategias, técnicas y procedimiento (con la secuencia de instrucciones), también
los materiales para entregar la intervención en cada una de las sesiones.
62

El programa físico educativo que se implementó, fue piloteado en una


sesión previa en el mes de agosto de 2013, para verificar aspectos de logística,
factibilidad y viabilidad de la intervención diseñada; además de probar y ajustar
los manuales para que, en la implementación con el grupo de intervención, se
cuidara la fidelidad operacional. Se realizó con el pilotaje de la sesión 3, en un
grupo de seis adultos mayores. La sesión de pilotaje, se grabó en video para su
posterior análisis y contribuir a determinar la fidelidad teórica y operacional
iniciales, por ejemplo, los tiempos de las actividades con respecto al diseño de la
sesión en el Manual.

PLAN DE MONITOREO DE FIDELIDAD OPERACIONAL

Para producir los resultados acertados y esperados en este programa, se


cuidó que esta intervención haya sido entregada tal como fue diseñada,
asegurando que sus ingredientes activos (componentes físico y educativo) se
realizaran con la dosis y el modo de entrega seleccionado, lo cual es esencial
para provocar o iniciar los mecanismos responsables de producir los cambios o
resultados deseados, tal como refiere Sidani (2012). Por esto, se desarrollaron
dos manuales, para operacionalizar meticulosamente la intervención, en que se
describen detalladamente las actividades, técnicas, estrategias y procedimientos
(físicos y educativos) graduales para entregar la intervención.

Para esto, los colaboradores que participaron, se apegaron al protocolo


establecido en estos manuales y además recibieron un entrenamiento para su
participación en la implementación de la intervención, para valorar con los
instrumentos de medición y para el manejo de los manuales y de su contenido.
Así mismo, tres de los cuatro colaboradores que participaron en la
implementación de la intervención, estuvieron presentes desde la sesión de
pilotaje de los manuales y posterior a esta sesión de pilotaje, también estuvieron
presentes en el grupo de discusión que se realizó con fines de autoevaluación de
dicha sesión de pilotaje.
63

Para desarrollar esta intervención con la fidelidad necesaria esperada, se


consideraron los dos niveles de fidelidad: el teórico y el operacional. La fidelidad
teórica que tiene que ver con el diseño de esta intervención, quedó manifiesta en
el desarrollo lógico de consecuencia entre los componentes y las actividades de la
intervención, esto, escrito y detallado en el manual del facilitador “Envejeciendo
activamente con ejercicios para marcha y equilibrio”; en otras palabras, las
actividades de intervención exactamente representan y fueron en línea con los
ingredientes activos: el físico y el educativo (Sidani, 2012).

El nivel operacional de fidelidad, que tiene que ver con la realización de la


intervención para causar los cambios y los resultados pretendidos; se determinó
en el presente trabajo por el alto grado de apego de lo realizado con lo planeado,
por medio de: los Manuales para la intervención, el curso de entrenamiento a
colaboradores y el formato de control para las sesiones (checklist).

Objetivos y razonamientos teóricos del monitoreo de fidelidad operacional


en la intervención

Los objetivos que conllevaba el Plan de monitoreo de la fidelidad


operacional, consistieron en:

Implementar con un alto nivel de confianza la intervención diseñada: el


programa educativo y de ejercicios en el grupo de participantes adultos mayores.

Producir efectivamente en el grupo de participantes los mecanismos físicos


y psicológicos para mejorar marcha, equilibrio y disminuir el miedo a caídas.

Determinar conclusiones válidas sobre la efectividad de esta intervención


estableciendo el grado en que los cambios resultantes se debieron realmente al
programa físico – educativo.

Si hubiera sido el caso que, las metas esperadas de la intervención no se


hubieren alcanzado, demostrar el efecto de la exposición, la adhesión o
compromiso de los participantes en la frustración del programa de ejercicios.
64

Sidani (2012), refiere los criterios para deducir causalidad entre la entrega
del tratamiento o implementación de la intervención y el efecto de la misma. El
efecto esperado de este programa físico – educativo se cuidó a través del
monitoreo de fidelidad teórica y operacional considerando los criterios para
deducir causalidad por la intervención. La evaluación de la “Intervención Físico –
Educativa para mejorar marcha y equilibrio en el adulto mayor y prevenir el riesgo
de caídas” se enfocó a medir los resultados que el programa de dicha
intervención Física – Educativa produjo en las variables que se tomaron como
variables resultado, las cuales son: Marcha, Equilibrio y Riesgo de caídas
percibido (miedo a caer); en las cuales se refleja la adaptación (del Modelo de
adaptación de Callista Roy) que el programa determinó en el grupo de
participantes.

La relación causal para medir el efecto de la intervención, se determinó al


someter a las pruebas estadísticas para establecer una diferencia
estadísticamente significativa en el grupo de intervención en postest con respecto
al pretest. De esta manera se verificó por el criterio de orden temporal que, los
cambios y resultados en el grupo experimental sean producto del tratamiento y no
del contexto en que se entregó la intervención. Para establecer el criterio de
covariación, se partió de que todos los participantes (adultos mayores) se
seleccionaron como aspirantes a participar en el proyecto en igualdad de
condiciones: rango de edad, funcionalidad y limitaciones; no así en cuanto a sexo,
ya que todas las participantes fueron mujeres.

La contigüidad de la intervención se estableció porque al final de la


implementación de la intervención, en el postest, el grupo de participantes
manifestó mejoría denotada por la inferencia estadística de los instrumentos (pre
y post). En cuanto al criterio de congruencia, se esperaba que el adulto mayor
mejorara su marcha y equilibrio, considerando su edad y la funcionalidad que
conservara todavía, ya que de los adultos mayores que se encuentran en un
rango de edad tan avanzado, no se obtienen cambios notables por medio de la
intervención (ochenta años o más).
65

Manuales

Para la ejecución de esta intervención se emplearon dos manuales para la


observar la fidelidad operacional: el Manual para el facilitador del programa físico
– educativo (anexo C) y un Manual para el participante titulado “Envejeciendo
activamente con ejercicios para marcha y equilibrio” (anexo B). El Manual del
participante se diseñó con los siguientes apartados que lo integran: una
presentación general del programa educativo y de ejercicios, en la cual se habla
de aspectos que el participante debió considerar para y durante la implementación
del programa; una sección de recomendaciones para los adultos mayores para la
práctica de ejercicios; los objetivos del programa de intervención; la explicación
general del proceso y actividades a realizar; incluye también el contenido temático
revisado durante cada una de las sesiones del programa sobre la actividad física,
las dudas más frecuentes, alimentación y dieta y, finalmente el programa de
ejercicios.

El objetivo del manual del participante era proporcionar una guía de apoyo
que sirviera como referente para el participante durante el desarrollo del
programa, así como para facilitar el curso de las actividades e integrar a los
participantes en la intervención. Por otra parte, el Manual del facilitador se integró
con los siguientes apartados: primeramente, una presentación general del
Manual, en que se contextualiza la intervención; el siguiente apartado hablaba
sobre las consideraciones durante la ejecución del programa de intervención, que
incluía aspectos relevantes de la evidencia científica que sustentaban el diseño de
dicho manual; posteriormente el apartado sobre la perspectiva del programa de
ejercicios; finalmente la descripción de las sesiones del programa físico –
educativo, con sus respectivos objetivos, actividades, estrategias, guión del
desarrollo y coordinación de las sesiones, el material necesario, así como la rutina
de ejercicios con ilustraciones.

La finalidad del Manual del facilitador fue coordinar con efectividad y fluidez
el desarrollo de las sesiones del programa; así como permitir la fidelidad de la
intervención de acuerdo al diseño de la misma, por el apego a las actividades de
este manual. Cabe mencionar que, en la presente intervención, el facilitador
66

principal del programa de ejercicios y coordinador de las actividades de las


sesiones fue el propio investigador, apoyado por cuatro colaboradores con las
funciones específicas que se han mencionado en la parte de “Plan de
implementación de la intervención” en este capítulo II.

Cursos de entrenamiento

Para que los cuatro colaboradores de esta intervención realizaran


eficazmente las actividades que desarrollaron, se impartió un entrenamiento de
dos sesiones, de tres horas por cada sesión; para tomar acuerdos y asignar
funciones específicas dentro del programa; así como revisar el diseño de la
intervención, sus metas y las actividades a realizar en las sesiones. Así mismo, se
analizó el contenido temático a impartir en la fase educativa del programa, el
Modelo de Adaptación de Callista Roy y su aplicación en la presente intervención.
Se analizaron también los aspectos del enfoque empírico y experiencial del
problema para contextualizar a los colaboradores. Los colaboradores recibieron
además entrenamiento para el llenado correcto de los instrumentos de valoración
de los participantes y se realizó una práctica de simulacro del llenado de
instrumentos, considerando tiempos, métodos de llenado y aspectos específicos a
observar en los participantes al momento de valorar.

Formato de control

Durante la implementación de esta intervención se empleó un checklist


(formato de control), cuya finalidad fue registrar de los participantes: la exposición
al tratamiento o programa físico – educativo (tiempo y asistencia); la adhesión
(calidad de la ejecución del programa) y compromiso (su participación, por medio
de observación, realización completa de la rutina y sesión de tarea).

Este formato contenía por cada participante, la valoración clínica previa y


posterior a la sesión (valores de glucosa, pulso y tensión arterial); si el adulto
mayor realizó completa la rutina de ejercicios de esa sesión (“sí” o “no” y, en caso
de no haberla realizado completa, en qué porcentaje la realizó con respecto del
total); la calidad de la ejecución de los ejercicios (en “deficiente”, “buena” y “muy
67

buena”) y una sección en que se registró si realizó la sesión de tarea el fin de


semana inmediato anterior (si se trataba de la sesión de los miércoles, con “sí” o
“no” y si lo hizo, si fue completo o incompleto, y si fue incompleto en qué
porcentaje).

Cada categoría incluía una parte para verificar el nombre de quien había
capturado el dato, además de la fecha, de la duración y del número consecutivo
de la sesión. Cabe mencionar que los colaboradores registraban siempre las
mismas secciones del formato. Finalmente, en la parte posterior de este formato,
los colaboradores también realizaban notas de registro de las sesiones con el fin
de determinar otros aspectos de orden cualitativo, como expresiones de gusto o
disgusto hacia las sesiones y expresiones de facilidad o dificultad para realizar las
rutinas, algunas otras expresiones verbales y otros detalles relevantes no
contenidos en checklist, con el fin de valorar la aceptabilidad final de la
intervención.

Reclutamiento de participantes

A los adultos mayores que participaron en esta intervención se les invitó a


participar directamente, a través de una plática informativa y la entrega de un
tríptico con los pormenores del programa físico – educativo. La invitación fue
directa y abierta; principalmente dirigida al grupo “Años Dorados” del INAPAM –
DIF de Boca Del Río, Ver.; también se invitaron adultos mayores que contaban
con los beneficios del Programa “Oportunidades” a través de invitación abierta en
el Centro de Salud de Boca Del Río, Ver. De las veintidós participantes que se
reclutaron en total, finalmente, veinte eran pertenecientes al grupo “Años
Dorados”, una perteneciente al programa “Oportunidades” por el Centro de Salud
Boca Del Río y una participante libre.

Se explicó que la invitación era para participar en un programa de ejercicios


para mejorar marcha y equilibrio, así mismo para probar la efectividad de dicho
programa. Las adultas mayores invitadas e interesadas en el programa de
intervención, al cumplir con los criterios de selección se integraron al grupo de
participantes; todas fueron mujeres.
68

Al aceptar participar este grupo de adultas mayores, se solicitó autorización


formal a la Coordinadora del Departamento de INAPAM del DIF, Boca Del Río
(ver anexo D: solicitud y autorización para implementación de la intervención).
Una vez autorizada la implementación de la intervención en el grupo “Años
Dorados”, las participantes firmaron el consentimiento informado para
participación (ver anexo A), previamente leído, explicado ampliamente y
comentado. Así mismo, se procedió al llenado de la cédula de identificación y
datos sociodemográficos de la muestra y de sus datos personales en el formato
de directorio de participantes, el cual contenía la edad, teléfono, dirección, nombre
de algún familiar responsable a quien avisar en caso de que el participante
necesitara algo y teléfono de este familiar.

Las participantes del grupo “Años Dorados”, asistían regularmente los días
lunes, miércoles y viernes, en horario de 9:00 a 12:30 horas; el horario y los días
que se llevó a cabo la intervención, fue decidido por las participantes en
consenso, junto con el facilitador; quedando establecido para el programa físico –
educativo los días miércoles y viernes de 9:00 a 10:23 horas, fuera de las
actividades cotidianas que las participantes realizan en el grupo.

Lugar de la intervención

El lugar en el que se llevó a cabo el programa físico – educativo fue el


jardín de las instalaciones de la Coordinación del INAPAM – DIF de Boca Del Río,
Veracruz, correspondiente al espacio destinado al grupo de adultas mayores
“Años Dorados”; donde se reúnen las personas miembros de este grupo social los
días lunes, miércoles y viernes de 9:00 a 12:30 horas para realizar actividades de
recreación, motivación, estimulación cognitiva y convivencia social; pero no
realizaban ningún tipo de actividad física o ejercicio.

Este espacio fue adecuado para realizar ejercicios, ya que era al aire libre,
estaba rodeado por algunos árboles y con sombra; es grande y apartado de las
oficinas, por lo que, no había distractores ni ruido. Contaba con una pared
bastante amplia que se necesitó para hacer uno de los ejercicios en que se
69

requería; además sillas amplias y firmes con descanso para brazos, lo cual
también era requerido por las características de uno de los ejercicios. El lugar
también contaba con mesas amplias.

Consideraciones éticas

Se consideraron los aspectos marcados en la Ley General de Salud, que


es la ley secundaria y reglamentaria del artículo 4º constitucional en nuestro país,
que establece las bases y modalidades para el acceso a servicios en materia de
salud en el ámbito federal y sobre ética en la investigación para la salud. En lo
que se refiere a los aspectos éticos que se consideraron para la implementación
de este trabajo, se puede mencionar que, primeramente el presente estudio fue
aprobado por el Comité de Ética en Investigación de la Facultad de Enfermería,
Región Xalapa de la Universidad Veracruzana, con el número de registro 038-01-
2014; en razón de la expertés de los miembros del Comité en relación a
investigación y a la temática del presente estudio y por seguridad para los
participantes en el diseño metodológico (artículo 98, título quinto de la LGS [Ley
General de Salud]).

De acuerdo a la Fracción I, del artículo 96 de la ley general de salud, el


presente estudio contribuyó al conocimiento de los procesos físicos (mejoramiento
de marcha y equilibrio) y psicológicos (disminución del miedo a caídas) de las
adultos mayores participantes. Conforme al artículo 100, del título quinto de la
LGS, en las fracciones: I, este estudio se ajustó a principios científicos y éticos
que lo justificaran, buscando propuestas de solución específicas para la
problemática de caídas en el adulto mayor (la efectividad del programa de
intervención); III, para el presente estudio existió razonable seguridad para los
participantes, ya que no se les expuso a riesgos ni a daños innecesarios.

De acuerdo a la fracción IV del título quinto de la LGS, se contó para el


presente estudio con el consentimiento por escrito de los participantes
(consentimiento informado de participación, ver anexo A), en el cual se especificó
su aceptación para participar, el objetivo de su participación, duración, posibles
riesgos y beneficios del programa de ejercicios para mejorar marcha y equilibrio y
70

disminuir el riesgo de caídas en el adulto mayor. Adicionalmente, por medio del


consentimiento informado se explicó que, el participante era libre de dejar la
intervención en el momento que así lo decidiera.

Se protegió en todo momento la privacidad y confidencialidad de identidad


de los participantes. Este estudio se consideró de bajo riesgo. El programa
contempló ejercicios de intensidad moderada, pero el investigador principal y los
colaboradores estuvieron atentos a cualquier signo de sobreesfuerzo (mareo,
fatiga, náusea, dolor de pecho o cualquier otro malestar en la parte superior del
cuerpo) que representara posibles riesgos, para suspender la sesión o de ser
necesario, retirar al participante de la sesión y, en su caso, de la intervención
(fracción VI del artículo 100 de la LGS).

Aunque los ejercicios de este programa de intervención, no implicaron


riesgo para el sistema cardiovascular, la presión arterial fue tomada antes y
después de cada sesión de ejercicios; el criterio que se aplicó fue: que quien en la
valoración previa resultara con 20 a 30 mmHg de T/A más alta en las cifras
sistólica y/o diastólica con respecto a su presión arterial usual, no realizaría
ejercicio esa sesión; y si en la valoración posterior, la presión arterial resultaba
elevada en 20 a 30 mmHg, la participante sería monitoreada cada 3 minutos
hasta que recuperara su presión arterial usual y entonces se le podría dejar o se
podría retirar.

No se presentaron casos de incremento súbito de la presión arterial, pero


en tres ocasiones sí se presentaron casos de elevación leve de la T/A, de las
cuales, en dos ocasiones con una misma participante, cuyo aumento fue de 10
mmHg y en otra ocasión con otra participante, cuyo aumento fue de 20 mmHg;
por lo cual se les monitorizó constantemente la T/A (cada tres minutos) hasta
verificar que se hubiera normalizado nuevamente. El investigador y facilitador
principal de esta intervención, cuenta con curso de entrenamiento y capacitación
en RCP con base en los protocolos AHA – ILCOR. Principios éticos que guiaron
este estudio y que se aplicaron en cada actividad con los adultos mayores: el de
beneficencia, de autonomía, valor fundamental de la vida humana, privacidad,
veracidad, confiabilidad, solidaridad, tolerancia y terapéutico de totalidad.
71

Análisis de aceptabilidad, factibilidad y efectividad preliminares de la


intervención

Aunque se realizó un análisis final de aceptabilidad y efectividad de la


intervención implementada, a través de un grupo focal al término del programa
físico – educativo (el cual se describe y analiza en el siguiente capítulo de
resultados), también se realizó la valoración de la aceptabilidad y efectividad
iniciales de esta intervención y su viabilidad, así como los efectos preliminares del
programa de ejercicios, de manera que, se pudiera determinar que la
implementación de la intervención contribuiría a los resultados pretendidos, con
total fidelidad y que los participantes aceptarían la metodología del desarrollo del
programa físico – educativo.

Para esto, se consideraron los aspectos resultantes de la prueba piloto de


la intervención, los cuales se discutieron con los participantes de la sesión en un
foro posterior a la sesión de pilotaje; revisando si la sesión que se piloteó, que
correspondió a la sesión tres de la implementación del programa físico –
educativo, reunió, de acuerdo a su opinión, los criterios de suficiencia, fidelidad,
facilidad y satisfacción; para que, de lo contrario, se consideraran las
modificaciones correspondientes.

Hubo aceptación de la intervención, ya que los asistentes manifestaron


gran interés por parte de los participantes en la prueba piloto del Programa de
Ejercicios; recibieron con entusiasmo la idea de una posible participación en un
programa formal y bien implementado de ejercicios; ya que reconocieron los
beneficios y la necesidad del ejercicio. También les agradó la idea de que, en un
programa de ejercicios se estarían monitorizando el Pulso, la Tensión Arterial y
los niveles de glucemia. El grupo de participantes en la prueba piloto estuvo
interesado y muy participativo. En cuanto a los aspectos relacionados al diseño
de la intervención, del manual y su operacionalización, los participantes
conocieron los contenidos de los temáticos y el grupo tuvo buena asimilación de
contenidos y de los ejercicios (efectividad y factibilidad).
72

Sin embargo, se notó a partir de la valoración inicial de aceptabilidad y


viabilidad de la implementación de la intervención, que los contenidos educativos
son mejor asimilados entre los adultos mayores de menor edad. Éste resultó un
aspecto a considerar al momento de seleccionar a los participantes del grupo de
intervención. En cuanto a la participación de los colaboradores se puede
mencionar que fue asertiva en la prueba de valoración inicial de aceptabilidad. De
manera general, también se observó que, los ejercicios eran aparentemente
sencillos, pero sí se requería de un esfuerzo físico considerable para el adulto
mayor, principalmente los de flexibilidad y equilibrio (factibilidad de
implementación).

A pesar de la complejidad de los ejercicios, fue considerado el introducir


algunos dos o tres ejercicios más, que, sin arriesgar a los adultos mayores,
generaran un poco más de esfuerzo, para mejores resultados sobre las variables
resultado de la intervención (efectividad). En cuanto a los contenidos temáticos,
marcados en las actividades del Programa de la sesión tres, se observó que se
podían modificar y tratarlos un poco más complejamente, ya que los adultos
mayores tienen un buen nivel de asimilación de contenidos con respecto al que se
esperaba.

Los adultos mayores participantes en la prueba piloto quedaron satisfechos


con su participación en la prueba. Así mismo los colaboradores, que evaluaron la
sesión como bien llevada y efectiva de manera general. Cabe mencionar las
observaciones y la información generada en la sesión de pilotaje y en el grupo
posterior para la discusión de la sesión, fueron registradas por los colaboradores
que asistieron a la sesión de pilotaje.
73

CAPÍTULO IV
EVALUACIÓN DE LA INTERVENCIÓN

PLAN DE ANÁLISIS DE EFICACIA DE LA INTERVENCIÓN

Mediciones e instrumentos (descripción, validez y confiabilidad)

Para esta intervención en adultos mayores, se consideraron como variables


resultado: marcha, equilibrio, miedo a caídas y riesgo de caídas. Para medir las
variables de marcha y equilibrio, se utilizó el instrumento “Escala de Tinetti”, del cual,
hasta hace poco tiempo no se contaba con versión en español ni validación en
población latinoamericana, pero se implementó la validez y confiabilidad de esta
escala en la población colombiana, lo cual se tomó como referencia; para dicha
validación, las autoras tomaron en cuenta que las caídas son el cuarto síndrome
geriátrico con mayor prevalencia, que incrementan la morbilidad y la mortalidad,
disminuyen la funcionalidad y aumentan prematuramente el ingreso a los hogares
geriátricos. Las alteraciones de la marcha y el equilibrio son los principales
factores que las generan, con un rango de valores ajustados de riesgo relativo
entre 1.2 - 2.2 y 1.2 - 2.4, respectivamente (Rodríguez, 2012).

La escala de Tinetti mide las variables de marcha y equilibrio y ha


demostrado ser una herramienta válida y confiable para la evaluación de la
movilidad (r 0.74-0.93), además, tiene una alta fiabilidad inter-observador (0.95).
Se validó la Escala de Tinetti, a partir de su versión original, para el uso en
población colombiana. En dicha validación, Rodríguez (2012), refiere que los
materiales y métodos fueron: La escala de Tinetti en su versión en español que
fue aplicada por dos evaluadores a 90 adultos mayores, residentes de tres
instituciones geriátricas de la Ciudad de Medellín y dos municipios del Valle de
Aburrá con diferentes grados de funcionalidad en la marcha y en el equilibrio.
Posteriormente, se realizó la validación de contenido, constructo y criterio, así
como fiabilidad inter e intraobservador.
74

Los resultados que se obtuvieron en la validación para esta escala, fueron:


la validez de contenido, sugirió la reestructuración de los ítems del dominio del
equilibrio con un alfa de Cronbach de 0.95 y una varianza de 13.89; en la validez
de constructo, en 46 de las 48 respuestas de la escala se encontraron diferencias
estadísticamente significativas en la capacidad de detectar cambios en un grupo
sin alteraciones en la marcha y el equilibrio (sanos) comparado con el grupo con
alteraciones (enfermos); la validez de criterio concurrente logró una alta
correlación r:-0.82 con el test “Timed up and go”. La fiabilidad inter e
intraobservador obtuvo un Kappa ponderado de 0.4 a 0.6 y 0.6 a 0.8,
respectivamente; el alpha de Cronbach fue de 0.91.

Las conclusiones obtenidas de la validación de la escala de Tinetti: que


ésta es válida y confiable para utilizarla en adultos mayores; consta de dos
secciones con 20 ítems en total. La primera sección valora marcha en el adulto
mayor, contiene indicadores tales como iniciación de la marcha, longitud y altura
del paso, continuidad y simetría del paso, características de la trayectoria, así
como características del tronco y la postura al deambular; cada uno de estos
indicadores se puede evaluar con 0 ó 1 y, algunos con 0, 1 ó 2 dependiendo las
características que establezca la opción de respuesta.

La segunda sección de la escala Tinetti evalúa equilibrio en el adulto


mayor, consta de indicadores a valorar como: equilibrio sentado, al levantarse de
la silla y los intentos para levantarse, el equilibrio en bipedestación y en pie
prolongado, la respuesta a unas técnicas denominadas “romberg” y “romberg
cerrado”, así como el equilibrio en vuelta de 360º y al sentarse; con un total de 10
ítems y también cada uno de estos indicadores se puede evaluar con 0 ó 1 y,
algunos con 0, 1 ó 2 dependiendo las características que establezca la opción de
respuesta.

En las secciones que conforman la escala de Tinetti, los puntajes máximos


en cada uno de sus ítems suman en total: 12 puntos en la sección de marcha y 16
en la sección correspondiente a la evaluación del equilibrio; haciendo un total de
28 puntos, el valor máximo para el instrumento de Tinetti. En esta escala se
interpreta que: a mayor puntaje mejor marcha y mejor equilibrio; es decir, a mayor
75

puntaje, menor riesgo para caídas. De manera más específica, en la valoración


con Tinetti, los resultados individuales, es decir por casos, se interpretan de la
siguiente manera: un resultado menor de 19 (<19, o sea, hasta 18) significa un
“riesgo alto para caídas”, que se codificó con la clave “3” en la base de datos; un
puntaje de 19 a 24, resulta en un “riesgo bajo para caídas” el cual se codificó con
“2” en la base de datos y un puntaje mayor a 24 (>24, o sea, a partir de 25) resulta
en “no riesgo para caídas”, codificado con “1” en el procesamiento de datos (ver
anexo E: escala de Tinetti).

Para la evaluación de la variable de “miedo de caer” en los adultos


mayores se empleó la escala “The Falls Efficacy Scale-International (FES-I)” o
“Escala Internacional de eficacia en caídas (FES – I)”, conocida también como
“Fear of Falling (FOF)”; dirigida a valorar a cualquier persona mayor que tiene
riesgo de caídas, con o sin lesión sostenida o que puede desarrollar un miedo a
caer. Esto puede causar reducción de las actividades, lo que conduce a la
movilidad reducida y la condición física y el aumento del riesgo de caídas y
lesiones (Vellas et al., 2008).

La evaluación del miedo de caída, seguida de intervenciones apropiadas,


es crucial para promover la independencia, la función, el bienestar y la seguridad
de los adultos mayores. En cuanto a la eficacia de la escala “Fear of Falling
(FOF)”, se puede considerar que es una herramienta corta, fácil de administrar
que mide el nivel de preocupación por caídas durante las actividades físicas y
sociales, dentro y fuera del hogar. El nivel de preocupación se mide en una escala
Likert de cuatro puntos (1 = nada preocupado a 4 = muy preocupado) (Yardley et
al., 2005).

La FOF se desarrolló en un esfuerzo de colaboración con los miembros de


la Prevención de Caídas de Europe Network (ProFaNE). El Comité Europeo se
centró en la prevención y la psicología de la caída. El grupo probó la FOF
utilizando diferentes muestras en diferentes países y tradujo la herramienta a
varios idiomas. Va dirigida a adultos mayores con o sin historia de caídas.
76

En lo que respecta a la validez y confiabilidad de la escala, se menciona


que en el desarrollo inicial y la validación, la FOF tuvo una excelente validez
interna (alfa de Cronbach = 0,96) así como la fiabilidad test-retest (CCI = 0,96)
(Yardley et al., 2005). Esta herramienta fue desarrollada para ampliar la escala
inicial Efficacy Falls (FES) y la de Tinetti de 1990, para incluir las actividades
sociales que pueden ser consideradas más difíciles por las personas menos
activas, con las que potencialmente se causan más preocupaciones acerca de la
caída que de las actividades básicas que se presentaban en la FES inicial. Estas
actividades adicionales corresponden a los ítems 11 a 16 de la FES-I. La FES-I o
FOF fue desarrollada con el análisis de los factores y demuestra excelentes
propiedades psicométricas en comparación con la FES original.

La redacción de los artículos relativos a los ítems FOF para las diferencias
interculturales ya ha sido traducido a muchos idiomas. La investigación actual se
está llevando a cabo para estudiar su uso con discapacidad cognitiva en los
adultos mayores. La Escala Internacional de eficacia en caídas, Fear of Falling
(FOF), evalúa la percepción de preocupación en los adultos mayores hacia una
caída, de acuerdo con su opinión; consistió en que los participantes respondieran
por sí mismos o con ayuda, si es que referían dificultades, seleccionando una de
las cuatro opciones de respuesta de la escala (Hauer et al., 2010).

Dichas opciones de respuesta son: “no me preocupa” (con una puntuación


de 1 para su captura en la base de datos), “me preocupa poco” (con una
puntuación de 2), “me preocupa considerablemente” (con una puntuación de 3
para calificar el instrumento) y “me preocupa bastante” (con una puntuación de 4);
para identificar estas opciones de respuesta, se les apoyó a los adultos mayores
con unos íconos de caritas en el mismo instrumento: muy sonriente, leve sonrisa,
triste y carita de llanto, respectivamente para cada una de las cuatro opciones de
respuesta del instrumento.

El instrumento FOF contiene 16 reactivos que plantean ciertas situaciones


sobre las actividades cotidianas más comunes de los adultos mayores y su
finalidad fue medir la preocupación de los participantes sobre el temor a una caída
por cada situación planteada; debían responder atendiendo qué tanto les
77

preocupaban las caídas al realizar dicha actividad o, en un momento dado, si no


la realizan o no la llevan a cabo con frecuencia, pues como si la tuvieran que
hacer en ese momento (ver anexo F: escala FOF). La escala FOF contiene
indicadores como preocupación al: limpiar la casa, vestirse o desvestirse,
bañarse, sentarse o levantarse, subir o bajar escaleras, caminar por el barrio,
caminar sobre una superficie irregular, etc. La puntuación mínima resultante es de
16 y la máxima es de 64. A partir de esto, a mayor puntuación, mayor miedo a
caer y a menor puntuación, menor es el miedo a caídas.

Plan de recolección de datos

Los datos fueron recolectados por el investigador y por los colaboradores,


instruídos para esto por medio del curso de entrenamiento. Para probar la
efectividad de este programa físico – educativo, se realizaron dos mediciones: pre
y post a la intervención. Para medir las variables de estudio y el efecto en éstas
después de la culminación del programa, con los instrumentos detallados en la
sección anterior. La primera medición o pretest, se llevó a cabo dos días antes de
la primera sesión del programa de ejercicios y educativo, es decir, el lunes 23 de
septiembre de 2013, en que también se llenó la cédula de identificación de cada
participante con sus datos sociodemográficos y se asignó aleatoriamente un folio
para el manejo de los casos en el proceso estadístico.

El programa de ejercicios se llevó cabo del miércoles 25 de septiembre al


viernes 13 de diciembre de 2013 y el lunes 16 de diciembre se llevó a cabo la
evaluación postest o segunda medición, se realizó dos días después de concluído
el programa (después de las doce semanas, al finalizar la sesión 24).

Plan de análisis estadístico inferencial

La población de estudio la constituyeron adultos mayores de 60 años y


más; la muestra fue de 22 participantes para un grupo de intervención. El tamaño
de la muestra se estimó a través del paquete estadístico nQuery Advisor 4.0, para
una correlación de .40, un poder de 80%, un nivel de confianza de 95% y
78

previendo un índice de deserción del 30%. Una vez recolectados los datos, se
analizaron utilizando el paquete SPSS versión 15. Los datos fueron capturados
por el investigador principal; el 10% de ellos ser revisó doblemente para asegurar
la fidelidad, cotejando con los instrumentos. Una vez completa la base, se realizó
la limpieza de datos.

Posteriormente se realizó un primer análisis general aplicando estadística


descriptiva como frecuencias, medias, moda y mediana, tanto de los datos
sociodemográficos de la muestra como de los datos de los instrumentos sobre
marcha, equilibrio y miedo a caídas, incluso por casos. Para medir el efecto de la
intervención se comparó la medición postest con la medición inicial, utilizando la
estadística inferencial a través de las pruebas t de Student (t) y Chi cuadrado (j2
ó x2).
79

RESULTADOS

Características generales del grupo

En lo que se refiere a los datos generales de la muestra – población de


adultos mayores que participaron en el grupo de intervención físico – educativa
para la prevención de caídas: mejoramiento de la marcha, equilibrio y disminución
del miedo a caer, se puede mencionar lo siguiente. La edad de los integrantes del
grupo de intervención fue de: 60 años la menor edad y 85 años el valor máximo.
La media aritmética para la edad en el grupo fue de 72.6 años y el valor de la
edad que predominó fue de 79 años, como se puede apreciar en la tabla 5. Así
mismo, en esta tabla (5) también se puede observar que las integrantes del grupo
de intervención cuentan con un promedio de 3.8 años de escolaridad. Hubo
integrantes que no contaban con un solo año escolar y, por otra parte, el número
de años máximo estudiados en el grupo fue de 12. La moda estadística para años
de escolaridad fue de 6 años. Por otra parte, las integrantes de la muestra que
dependen económicamente de otra persona, dependen en promedio en un 60%,
aunque la mayoría de las que dependen económicamente, es total su
dependencia (100%).

Tabla 5

Datos sociodemográficos de los adultos mayores participantes.


Mdn Moda DE Mínimo Máximo
x
Edad 72.64 74.50 79 7.644 60 85
Años de escolaridad 3.82 3 6 3.231 0 12
Dependencia económica (%) 60.23 80 100 44.467 0 100

Nota n=22.
80

En lo que respecta a saber leer y escribir: 18 participantes afirmaron que sí


sabían, es decir, el 81.8% del grupo; tomando en cuenta las 22 participantes que
iniciaron la intervención (ver siguiente tabla).

Tabla 6

Lectoescritura de los adultos mayores participantes.


Sabe leer y escribir f %
Sí 18 81.8
No 4 18.2
Total 22 100

En cuanto al estado civil de la población en estudio, 12 resultaron solteras


(54.6%) y 3 resultaron solteras por viudez (13.6%), como se aprecia en la
siguiente tabla. Esta condición de no contar con pareja, les permitió a la mayoría
de las participantes integrarse a grupos como el de “Años Dorados” del INAPAM –
DIF libremente y sin tantas preocupaciones, así como a otras actividades, según
refirieron las propias participantes al momento de entrevistarlas y aplicar la cédula
para registro de datos sociodemográficos.

Tabla 7

Estado civil de los adultos mayores del grupo de intervención.


f %
Soltero 12 54.6
Casado 7 31.8
Viudo 3 13.6
Total 22 100
81

De las 22 integrantes del grupo de intervención, 19 no eran


económicamente activas, esto es, el 86.4% de ellas eran dependientes
económicas; 16 de ellas, equivalente al 72.7% refirieron depender
económicamente de su familia; y del total de la muestra, 10 (el 45.5%) percibían
otro ingreso económico, en este caso, su pensión (tabla 8).

Tabla 8

Aspectos económicos de los adultos mayores participantes


Sí No
f % f %
Económicamente activo 3 13.6 19 86.4
Depende económicamente de la familia 16 72.7 6 27.3
Percepción de otros ingresos 10a 45.5 12 54.5

Nota n=22.
a. Se refiere únicamente a pensión.

De las 22 participantes al inicio de la intervención, 18 (81.8%) hacen uso


del transporte público para trasladarse al grupo “Años Dorados” y a otros lugares
para sus actividades cotidianas; lo cual es indicativo de cierta habilidad y
capacidad motriz aún presente, en relación con la edad (tabla 9).

Tabla 9

Tipo de transporte utilizado por los adultos mayores del estudio.


f %
Público 18 81.8
Privado 4 18.2
Total 22 100
82

En cuanto a la asistencia médica, el 90.9% (20) de las integrantes del


grupo cuenta con derecho a ésta y únicamente 2 (9.1%) manifestaron no contar;
pero además, 18 de ellas manifestaron asistir regularmente a consulta médica,
cada 1 a 3 meses. Dos de ellas manifestaron nunca asistir a consulta médica (ver
tablas 10 y 11).

Tabla 10

Asistencia médica de los adultos mayores participantes


f %
Sí 20 90.9
No 2 9.1
Total 22 100

Tabla 11

Frecuencia en asistencia médica en adultos mayores participantes.


f %
Nunca 2 9.2
Cada 1 – 3 meses 18 81.8
Cada 4 – 6 meses 1 4.5
Cada 7 – 9 meses 1 4.5
Total 22 100

En lo que se refiere a enfermedades en el grupo de participantes, se puede


comentar que, del total de participantes: 5 (22.7%) se manifestaron sin patologías
referidas. Las enfermedades que más predominaron en este grupo son
hipertensión en 5 participantes (22.7%) e hipertensión con diabetes agregada en
5 participantes también (ver tabla siguiente, 8 enfermedades).
83

Tabla 12

Enfermedades en adultos mayores del grupo de intervención.


f %
Sin patología 5 22.7
Colesterol 2 9.1
Hipertensión 5 22.7
Diabetes 1 4.6
Hipertensión arterial y diabetes 5 22.7
Colesterol e hipertensión 2 9.1
Osteoporosis 2 9.1
Total 22 100

En cuanto a la prevalencia de discapacidad física, todas las participantes


resultaron con problemas en la vista (100%); 7 tenían problemas leves en la
marcha, propios en la etapa de envejecimiento (31.8%) y 1 presentó problema de
audición o sordera. Por esto, 7 participantes usaban bastón como apoyo
funcional, 1 usaba dispositivo auxiliar para audición, 10 (45.5%) usaba lentes y el
resto, es decir, 4 (18.2%) no necesitaba o no utilizaba ningún tipo de ayuda
funcional (tablas 13 y 14).

Tabla 13

Presencia de discapacidad física en los adultos mayores participantes.


f %
No presenta 0 0
Problema de audición 1 4.5
Problemas leves de marcha 7 31.8
Problemas de vista 22 100

Nota n=22.
84

Tabla 14

Ayuda funcional, utilizada por los adultos mayores participantes.


f %
No necesita / no usa. 4 18.2
Bastón 7 31.8
Uso de auxiliar auditivo 1 4.5
Uso necesario de lentes 10 45.5
Total 22 100

Confiabilidad interna de los instrumentos

La confiabilidad interna de los instrumentos se determinó por Alpha de


Cronbach, tanto en el pretest como en el postest, resultando con valores
superiores a 0.90 (0.92 y 0.93); por lo cual, se interpreta como una confiabilidad
satisfactoria de acuerdo con lo referido por Polit & Hungler (2000, p. 398).

Relaciones entre las variables de estudio

En lo que concierne a la determinación de relaciones entre las variables


sociodemográficas y las variables resultado, se puede describir que tan sólo
resultó importante una correlación; el resto de las correlaciones que fueron
significativas entre las variables resultaron muy lógicas; tanto así que no sería
relevante incluirlo, sin embargo, se mencionan a continuación y, posteriormente,
se pueden observar en la tabla 15 (Coeficiente Rho Spearman, correlaciones no
paramétricas). Cabe mencionar que, para este análisis, se incluyeron las variables
sociodemográficas de edad y años de escolaridad; y las variables resultado:
Miedo a caídas, marcha, equilibrio y riesgo de caídas o clasificación de
riesgo/total de Tinetti (en pretest y postest estas cuatro variables).
85

Así mismo, también es importante recordar que, para determinar los


resultados con los instrumentos empleados, a través de la base de datos, para el
instrumento Fear of Falling (que midió la variable miedo a caídas) se calificó como
a mayor puntaje, mayor miedo a caídas; y para el instrumento escala de Tinetti,
se calificó como a mayor puntaje (mejor marcha y equilibrio), el resultado es
menor riesgo de caídas (clasificación del riesgo a caídas).

Primeramente, se determinó una correlación bastante significativa (rs=


0.897; p= 0.01) entre el miedo a caídas previo a la intervención y el miedo a
caídas posterior a la intervención, es decir, el miedo a caídas en el postest
disminuyó considerablemente en relación con el miedo a caídas pretest. Se logró
una correlación negativa, moderadamente significativa (rs= -.512; p=0.05), entre la
variables miedo a caídas post con la variable marcha post, esto es, uno de los
resultados pretendidos en esta intervención y la única correlación realmente
importante derivada de la correlación de Spearman para este apartado. Así, se
tiene que a mayor puntaje de miedo a caídas, menor puntaje de marcha; lo que
significa que a mayor miedo a caídas, menor calidad de marcha.

Resultó también la consecuente correlación moderadamente significativa


(rs=.500; p=0.05) entre la variable miedo a caídas en el postest y el resultado total
de Tinetti o clasificación del riesgo a caídas postest, es decir, mejoró el resultado
grupal en miedo a caídas (es decir, disminuyó el miedo a caer) y a la par mejoró
el resultado grupal de clasificación del riesgo de caídas (menor riesgo de caídas).
Por otra parte, se estableció una relación negativa, bastante significativa y fuerte
(rs= -.576; p=0.01) entre la marcha en el postest y el resultado total de Tinetti en el
post, lo cual significa que al mejorar la marcha disminuyó notablemente el miedo a
caer en el grupo.

En cuanto a la marcha y equilibrio en el pretest, resultaron correlaciones


negativas y bastante significativas respecto de la variable riesgo de caídas (total
de Tinetti) en el pretest; (rs= -.735; p=0.01 para marcha) (rs= -.917; p=0.01 para
equilibrio) esto es, que al haber problemas de marcha y equilibrio en el pretest, el
resultado se evidenció en un mayor riesgo de caídas; sin embargo la marcha y el
equilibrio en el pretest, guardaron una relación bastante significativa (rs=.612;
86

p=0.01), es decir las dos variables se afectaron moderadamente en el pretest y


éste efecto se mantuvo moderadamente para después de la intervención. Por otra
parte, el equilibrio en pretest resultó en una relación negativa, moderadamente
significativa (rs= -.464; p=0.05) con el riesgo de caídas postest, esto es, al mejorar
el equilibrio se afectó moderadamente la disminución del riesgo de caídas.

Resultó además una correlación negativa y significativa (rs= -.524; p=0.05)


entre el equilibrio en el postest y el Tinetti en el pretest, lo que significa que al
mejorar el equilibrio, disminuyó la clasificación de riesgo de caídas. En cambio en
la relación entre el equilibrio en el postest y el riesgo de caídas en el postest,
resultó una relación negativa y muy significativa (rs= -.678; p=0.01), lo que
significa que al mejorar notoriamente el equilibrio la clasificación de riesgo de
caídas disminuyó también notablemente (ver tabla 15).

Finalmente, por lo que respecta a la variable de miedo a caídas en el


pretest, resultó una correlación negativa, moderadamente significativa con la
variable de marcha en postest (rs= -.468; p=0.05), o sea, que al mejorar la marcha
disminuyó el miedo a caídas; y de la variable miedo a caídas en el pretest y Tinetti
en el postest la relación resultante fue moderadamente significativa (rs=.498;
p=0.05), lo que significa que al disminuir el riesgo de caídas en el grupo, también
disminuyó el miedo a caídas.
87

Tabla 15

Correlaciones no paramétricas entre variables: Spearman. Adultos mayores


participantes.
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

1.Edad (años) 1

2.Años de escolaridad -.349 1

3.Miedo a caídas (pre) .004 -.254 1

4.Miedo a caídas (post) -.082 -.094 .897** 1

5.Marcha (post) -.063 .132 -.468 -.512* 1


*

6.Marcha (pre) -.288 .013 -.248 -.224 .451 1

7.Equilibrio (pre) .092 -.025 -.221 -.296 .296 .612** 1

8.Equilibrio (post) .067 -.191 -.436 -.418 .234 .369 .524* 1

9.Riesgo caídas (pre) .116 -.079 .309 .273 -.362 -.735 ** -.917** -.524* 1

10.Riesgo de caídas (post) -.259 .326 .498* .500* -.576** -.364 -.464* -.678** .407 1

Nota n=22 (prestest), n=19 (postest).


**Correlación significativa a nivel 0.01 (bilateral).
*Correlación significativa a nivel 0.05 (bilateral).

Resultados de las pruebas inferenciales

Por lo que hace a las pruebas inferenciales para probar lo objetivos


planteados que muestren la efectividad de la intervención, en las variables de
Miedo a caídas, marcha, equilibrio y riesgo de caídas (Total de escala Tinetti), se
obtuvieron los siguientes resultados de las diferencias de medias y proporciones.
En lo que se refiere a la variable de miedo a caídas se corrió la prueba t de
Student por tratarse de una muestra pequeña con medición repetida (tabla 16).
Resultó una diferencia de medias muy significativa estadísticamente, con una
media en el pretest de 39.67 puntos de índice FOF (índice que se manejó en la
base de datos a partir de los puntajes por instrumento “Fear of Falling”) a una
media de 27.74 índice FOF resultante en el postest, posterior a la implementación
de la intervención, con un valor de t de Student de 4.76 (y una significancia de
p=.000). Lo que significa que el miedo a caídas, estadísticamente disminuyó muy
significativamente después de la intervención.
88

Tabla 16

Diferencia de medias entre Pre y Post de Miedo a caídas en los adultos mayores
participantes.

Variable n Mdn DE t gl p
x

Miedo a caídas (pre) 22 39.67 40.62 23.60

4.76 18 .000
Miedo a caídas (post) 19 27.74 29.17 17.20

Así mismo, también resultó significativa la diferencia de medias entre la


marcha valorada en el pretest con respecto al resultado de la valoración de
marcha en el postest; con una media de 9.73 primero, mejoró a una media 11.58
puntos en la escala Tinetti, de un total de 12 para la sección que valora marcha;
sin embargo, a pesar de esta diferencia de medias, el valor resultante para t de
Student en marcha resultó en -5.97, con una p=.094. Así pues, a pesar de que
hubo una diferencia de medias, la marcha no alcanzó significancia estadística; se
puede decir que no hubo una mejoría notable en la marcha posterior a la
intervención.

Tabla 17

Diferencia de medias entre Pre y Post de Marcha. Adultos mayores participantes.


Septiembre – diciembre, 2013.

Variable n Mdn DE t gl p
x

Marcha (pre) 22 9.73 10.00 1.279

-5.97 18 .094
Marcha (post) 19 11.58 12.00 1.017
89

Finalmente, también se corrió la prueba t de Student para determinar la


efectividad de la intervención al comparar las mediciones pre y post de la variable
de equilibrio, resultando con una media grupal de 12.14 a una mejoría de 14.58,
de un total de 16 puntos de la escala Tinetti en la sección de valoración de
equilibrio; con un valor de t de -5.76 y una significancia estadística de .007; lo que
determina una diferencia estadísticamente significativa para equilibrio posterior a
la intervención, esto es, un mejoramiento muy importante en la variable de
equilibrio.

Tabla 18

Diferencia de medias en Pre y Post de Equilibrio de los adultos mayores


participantes.

Variable n Mdn DE t gl p
x

Equilibrio (pre) 22 12.14 12.00 2.396

-5.76 18 .007
Equilibrio (post) 19 14.58 15.00 2.116

También se corrió la prueba de x2 para determinar la diferencia estadística


entre las proporciones de los niveles de riesgo para caídas que resultan de la
valoración con la escala Tinetti a nivel global (conjuntando las dos secciones,
equilibrio y marcha y los niveles son sin riesgo, bajo riesgo y alto riesgo de
caídas). Resultando que en este caso, no se encontró una diferencia
estadísticamente significativa entre las proporciones de los niveles de riesgo en el
pretest con respecto a los porcentajes de los niveles de riesgo encontrados en el
postest. Pero, a pesar de esto, sí se observó un movimiento de proporciones
bastante importante en las valoraciones de los niveles de riesgo de caídas en el
pretest con respecto a los porcentajes de los niveles de riesgo encontrados en el
postest.
90

Así tenemos que de cinco casos que se clasificaron como de alto riesgo de
caídas en el pretest; después de la intervención, quedó sólo una participante con
alto riesgo de caídas. En el caso del nivel de bajo riesgo para caídas, había nueve
casos en el pretest y al final de la intervención quedaron dos. Por otra parte, de
cinco casos que había en el pretest en la categoría sin riesgo de caídas, se
aumentó a dieciséis participantes sin riesgo de caídas.

Por esto se puede concluir que, a pesar de no haberse llegado a una


diferencia grupal estadísticamente significativa en el postest para el riesgo de
caídas, sí se logró una mejoría de los casos individuales, verificando el impacto
de la intervención (tablas 19 y 20).

Tabla 19

Proporciones de Pre y Post de la clasificación de riesgo para caídas (puntaje total


de Tinetti). Adultos mayores participantes. Septiembre – diciembre, 2013.
Pretest Postest
Tinetti f % f %
Sin riesgo 6 27.3 16 72.7
Bajo riesgo 11 50.0 2 9.1
Alto riesgo 5 22.7 1 4.5
Perdidos 0 0 3 13.7
Total 22 100 22 100
91

Tabla 20

Diferencia de proporciones entre la Clasificación de Riesgo para caídas pre y post


de los adultos mayores participantes.
Post Clasificación de riesgo
Sin Bajo Alto
Total
riesgo riesgo riesgo
Sin riesgo 5 0 0 5
Pre Clasificación
de riesgo Bajo 8 1 0 9
riesgo

Alto riesgo 3 1 1 5

Total 16 2 1 19

x2 (4, n=19) = 4.275 ; p= >.05

Esto quiere decir que la diferencia estadística significativa y el impacto de


la intervención, se dio en las variables de miedo a caídas, tanto a nivel individual
como grupal y en equilibrio; pero no en marcha ni en riesgo de caídas a nivel
grupal (a nivel individual, en esta última sí).

Otros indicadores: aceptabilidad y eficacia clínica (resultados cualitativos)

Para evaluar la aceptabilidad y efectividad finales de la intervención físico –


educativa implementada, se tomaron en cuenta, además de los aspectos
cuantitativos analizados en las secciones anteriores, también aspectos
cualitativos. Para esto último, se realizó un grupo focal de discusión final para
evaluación de la intervención por parte del grupo de participantes. El registro de la
información generada en este grupo focal estuvo a cargo de los colaboradores y
el grupo fue moderado por el facilitador principal de la intervención, en este caso,
el investigador, quien iniciaba con preguntas detonadoras para la discusión.
92

Para analizar la eficacia clínica de este programa físico – educativo, se


partió de los criterios para inferir relación causal entre la intervención y los
resultados obtenidos, lo que corresponde con la fase tres de la evaluación de las
intervenciones de acuerdo con Sidani (2012). Para establecer el orden temporal,
se realizaron dos mediciones, pre y post a la intervención; en la evaluación
postest se determinaron cambios significativos estadísticamente en las variables
de miedo a caídas y equilibrio con respecto a la evaluación inicial.

Además de los resultados cuantitativos, también se puede comentar en el


orden cualitativo que, al momento de aplicar la valoración postest, las
participantes manifestaron que, a partir de la intervención notaron cambios
favorables en su condición física general; de acuerdo a su percepción, la marcha
y equilibrio mejoraron notablemente. En cuanto a la covariación de la intervención,
no existió grupo control, sin embargo, las participantes manifestaron que los
cambios de mejoría en equilibrio y flexibilidad ocurrieron a partir de la
implementación del programa físico – educativo.

En cuanto al criterio de contigüidad, se puede mencionar que los cambios


se presentaron después de un tiempo lógico de la implementación de la
intervención; ya que ésta se realizó en el tiempo que se estableció a partir del
enfoque empírico (12 semanas, 3 meses). Los cambios se empezaron a
manifestar al inicio del tercer mes de la intervención. Así mismo, los cambios
evaluados cuantitativa y cualitativamente, son congruentes con la dosis
(naturaleza y fuerza) de esta intervención; toda vez que la dosis también se
estableció a partir del enfoque empírico en el capítulo II “diseño metodológico” de
esta intervención. Se puede concluir que los cambios observados en los
resultados son atribuibles a la intervención (plausibilidad).

La fase uno de la evaluación de las intervenciones, que se refiere al


modelaje – diseño de la misma, consistió en el diseño teórico de la intervención
con base en el Modelo de Adaptación de Roy. Se seleccionaron los componentes
del tratamiento para responder o atender la problemática del riesgo elevado para
caídas del adulto mayor y mejorar marcha y equilibrio, con base en el mapeo del
93

problema y del diseño de intervención que se detalló en capítulo II. Estos


componentes fueron bien recibidos de acuerdo a la evaluación de la prueba piloto
para verificar aceptabilidad, factibilidad y efectividad preliminares de la
intervención (fase dos de la evaluación de las intervenciones) (Sidani, 2012).

Por lo que se refiere a la aceptabilidad final de esta intervención, el grupo


de participantes manifestó que les agradó mucho el programa físico – educativo,
las actividades de éste y la metodología; manifestaron además satisfacción con la
atención y paciencia por parte del equipo de intervencionistas. Un aspecto
importante que refirieron en el grupo de discusión final fue que siempre tuvieron
disposición para la práctica de los ejercicios que contempló el programa. En
cuanto a la efectividad final de la intervención, el grupo comentó que percibieron
mejoría muy notable en cuanto a la marcha y equilibrio, incluso que disminuyó la
sensación de calambres y notaron ya más facilidad de movimiento.

En lo referente al miedo a caídas y equilibrio, manifestaron mejoría


significativa, puesto que sintieron mayor seguridad al caminar y menos miedo, al
sentirse más “ágiles”. Esto se comprueba con el resultado de la prueba
estadística inferencial de t de Student, sin embargo, la prevención del riesgo de
caídas no se logró, por lo que la efectividad de la intervención se alcanzó
medianamente.

En relación a la factibilidad de la intervención implementada, se puede


mencionar que los recursos humanos, físicos y materiales utilizados, así como las
actividades y procedimientos fueron adecuados para la entrega de la intervención
físico – educativa, toda vez que este programa se llevó con fidelidad a lo diseñado
inicialmente y se lograron resultados significativos de mejoría equilibrio y miedo a
caídas. A Pesar de esto, resultaron ciertos aspectos a considerar finalmente en la
factibilidad de la intervención, como se menciona a continuación. Primeramente,
uno de los problemas u obstáculo fue la rigidez articular con la que muchas
participantes en el programa refirieron haber iniciado.
94

Al principio de la implementación se invitaron 27 personas, de las cuales se


interesaron 23, excluyéndose 1. La intervención inició con 22 participantes; entre
las semanas 6 y 8 desertaron 3 participantes (por lo tanto, en esta intervención se
presentó índice de deserción de 13.6%). De acuerdo con las opiniones
manifestadas en el grupo focal, las participantes que finalizaron el programa de
intervención, refirieron que los casos de deserción se debieron particularmente a
compromisos familiares y problemas para desplazarse al lugar, principalmente, lo
que les impidió el apego y continuidad al tratamiento a quienes desertaron.

En cuanto a otros indicadores de factibilidad, como fueron: la disponibilidad


y calidad de los intervencionistas, el entrenamiento de estos, los recursos, el
contexto, la fidelidad y el alcance, permitieron cumplir con las metas planteadas
para esta intervención y las participantes manifestaron haberse sentido a gusto
con la disponibilidad que mostró el equipo intervencionista para la enseñanza –
aprendizaje de este programa y mediar el impacto positivo.
95

CONCLUSIONES

Discusión científica

Según Ceballos (2012), la senectud es un periodo en el que la persona se


ve obligada a cambiar su modo de vida, adaptándose a una nueva situación social
y psicológica. En esta intervención se trabajó principalmente con el concepto de
Adaptación, el cual es el postulado central del Modelo de adaptación de Callista
Roy (2009), que guió teoricamente este trabajo. A través de este estudio se pudo
comprobar que, tal como afirma Ceballos, la persona, en este caso, adultos
mayores, que aceptaron participar en este estudio, quisieron cambiar cierto modo
de vida, en virtud de una necesidad de salud; el modo de vida que cambiaron fue
el modo físico, para conseguir la adaptación, de acuerdo con Roy, es decir,
conseguir mejorar su marcha y equilibrio.

Por tanto, la adaptación contempló en este caso, dos aspectos; uno, el


cambio de modo de vida, lo que refiere Ceballos (2012) que consistió en
someterse al programa físico; el otro, la respuesta que se obtuvo posterior al
cambio o estímulo en el modo físico, esto es, la mejora en marcha y,
principalmente en equilibrio. El razonamiento teórico anterior, sirve como base
para comprobar que la relación conceptual que guarda el modelo de Callista Roy
entre problemas de adaptación, modo de vida y adaptación, es aplicable a la
realidad de un programa de ejercicios como estímulo focal para afrontar un
problema de adaptación (dado por los cambios propios de la vejez y disminución
de la funcionalidad en marcha y equilibrio y aumento del miedo y riesgo caídas) y
obtener una respuesta adaptativa (mejora de la marcha, equilibrio y disminución
del miedo y riesgo de caídas).

Así mismo, se comprobó prácticamente la relación conceptual que explica


Roy entre los modos de adaptación. En este caso, las siguientes tres relaciones;
primera, al implementar un programa físico, se consiguió la adaptación en el
modo físico (manifestada por la mejora funcional de marcha y muy
significativamente en equilibrio); segunda, al implementar un programa educativo
96

se consiguió la adaptación en el modo psicológico o modo del autoconcepto


(como agente reforzador del programa físico y para disminuir el miedo a caídas); y
tercera, al mejorar la adaptación en el modo físico, se afectó positivamente al
modo psicológico, ya que al percibir las adultas mayores mejoría en su marcha y
equilibrio, se sintieron más seguras y disminuyó el miedo a caídas. En relación a
esto último, también se puede aseverar que la afectación positiva de los dos
primeros modos, el físico y el psicológico, trae incluso otras implicaciones, por
ejemplo el realizar otras actividades o asistir a otros lugares, es decir, afectando
positivamente los otros dos modos de adaptación que establece del modelo de
Roy: el de función del rol y el de interdependencia, lo cual también es uno de los
postulados del Modelo.

Por lo anterior, se puede determinar una coincidencia total de las


relaciones conceptuales y teóricas que establece el Modelo de Adaptación de
Callista Roy con los elementos conceptuales que guiaron esta intervención: el
programa físico en las participantes como estímulo focal; el programa educativo
como estímulo contextual; el resultado de la intervención como la respuesta
adaptativa; el mejoramiento de la marcha y equilibrio como mecanismo de
afrontamiento en el modo físico de adaptación y la disminución del miedo a caídas
como mecanismo de afrontamiento en el modo psicológico.

Por los resultados obtenidos en este trabajo, se puede decir que se


coincide con la opinión de Castro (2006) que menciona que, el ejercicio es capaz
de revertir muchos de los cambios negativos que trae el envejecimiento, entre
estos, el deterioro en movilidad y marcha; partiendo de que el aparato locomotor,
que se somete a un reposo prolongado a partir de la vejez, con involución y atrofia
y que, en el tejido muscular, las fibras musculares se pierden y pueden llegar a
ser sustituidas por tejido fibroso. El programa de ejercicios que se implementó en
esta intervención, con el tipo de ejercicios contemplados, la duración del
programa, la intensidad y su frecuencia, fue efectivo para revertir la involución y
atrofia inicial del grupo, por medio de la movilidad y el mecanismo de acción
propio de los ejercicios.
97

Se coincide también con Ceballos (2012) en que la pérdida de la capacidad


física está asociada con la edad y con el sedentarismo en la etapa de la senectud,
ya que, al haberse sometido al tratamiento físico, las adultas mayores, no sólo
mejoraron gradualmente el nivel de resistencia, sino que se logró la mejora en la
marcha y el cambio significativo en el equilibrio por medio de fomentar la
flexibilidad corporal. Así pues, en este programa físico – educativo implementado,
se constató que el ejercicio posee el potencial de mejorar la fuerza y la flexibilidad
de las articulaciones, el equilibrio, la resistencia muscular y la marcha. Esto se
evidenció a través de las mediciones y del grupo focal final para valorar
aceptabilidad y efectividad de la intervención.

Estos beneficios concuerdan también con los que asegura Ceballos


(2012); además, asegura que el ejercicio en el adulto mayor mejora también la
capacidad cardiovascular, lo cual es un supuesto derivado de esta intervención,
mismo que no se comprobó, porque no era meta en esta implementación.
Además, como beneficios indirectos para el adulto mayor, se encuentran: la
disminución de caídas y la conservación de su independencia, lo que a su vez
facilita la conservación de sus actividades sociales y, por lo tanto, de su calidad
de vida. Esto último es totalmente concordante con los resultados encontrados en
esta intervención y con los aspectos de orden cualitativo, así mismo, observados.

Así también, de acuerdo con los estudios de la revisión sistemática


realizada por Howe et al. (2008) y con los resultados de esta intervención, se
puede afirmar que, el mejoramiento en el equilibrio conlleva a cierta seguridad
que disminuye el miedo a caer; sin embargo, a pesar de que esta intervención
mejoró notablemente el equilibrio en las participantes, no se logró establecer una
diferencia significativa grupal en la clasificación del riesgo de caídas y en la
marcha. A pesar de este resultado particular, se puede generalizar que el
mejoramiento de la capacidad para mantener el equilibrio puede asociarse con un
menor riesgo de caídas.

Howe definió tres aspectos importantes a partir de su revisión sobre


intervenciones con ejercicios para mejorar equilibrio en ancianos. Reportó un
rango de tiempo bastante amplio para causar un efecto positivo en el equilibrio en
98

adultos mayores; la duración de los programas con ejercicios fue de cuatro


semanas a 12 meses, más frecuentemente de tres meses. Esto coincide
parcialmente con el diseño y los resultados encontrados en esta intervención, ya
que el tiempo en que se implementó fueron 12 semanas (3 meses), y que se
encontraron resultados muy favorables en cuanto a equilibrio, aunque la muestra
fue de 19 participantes. Pero que sí se puede asegurar a partir de los resultados
de esta intervención, que se pueden producir cambios significativos en la mejoría
del equilibrio (y moderadamente de la marcha) en un lapso de 12 semanas;
considerando también la fidelidad operacional, el apego al diseño de intervención
y al tratamiento y la frecuencia de las sesiones por semana.

En este sentido Howe et al. (2008) concluyó a partir de la revisión


sistemática de literatura que realizó sobre intervenciones para mejorar el equilibrio
en ancianos que la frecuencia de las sesiones fue de entre una vez cada dos
semanas a todos los días, habitualmente tres veces por semana durante una
hora. Lo cual se llevó a cabo igualmente en esta intervención (dos días a la
semana sesiones presenciales de ejercicio y una sesión individual y personal de
tarea en casa, de aproximadamente una hora de ejercicios cada sesión). Esto
último también coincide con lo planteado y encontrado por Rolland (2007), quien
determinó que un estudio controlado aleatorizado, de actividad física que
constaba de un entrenamiento de flexibilidad, equilibrio, fuerza, y caminata, una
hora, dos veces a la semana, durante un año, produjo un deterioro funcional
significativamente más lento en la capacidad para realizar las actividades de la
vida diaria.

Según la revisión de Howe, los participantes adultos mayores, se


sometieron a intervenciones con ejercicios principalmente en gimnasios,
consultorios o en el contexto de la comunidad, en grupos supervisados y se
administraron predominantemente por profesionales de la asistencia sanitaria o
por instructores de eficiencia física. De esto, sólo coincide con la presente
intervención, lo referente al contexto de la comunidad y que el facilitador y
colaboradores fueron profesionales de la salud, lo cual contribuyó indudablemente
a la efectividad de la intervención. Hay que mencionar también que las
intervenciones con marcha, ejercicios de equilibrio y coordinación, y actividades
99

funcionales, mostraron mejorías estadísticamente significativas en las medidas


directas de equilibrio; entre éstas, las más importantes encontradas por este autor
y que coinciden con esta intervención fueron: el control durante la caminata sobre
una viga de equilibrio y ejercicio en posiciones en un solo pie con los ojos
abiertos.

Otras similitudes con esta intervención, estriba en que los 34 estudios


incluidos en la revisión de (Howe, et al., 2008), que se realizaron con una muestra
igual a 25 participantes; cuando en esta intervención la muestra fue de 19 al
finalizar; que la mayoría de los participantes que refiere Howe, eran mujeres y que
no podían tener discapacidad o limitaciones de su actividad al inicio para ingresar
al estudio. Así mismo, la mayoría de los participantes que aquella revisión refiere
tenían como promedio más de 75 años, cuando en esta intervención la media de
edad fue de 72 y la moda 79. Estas reproducciones aseguraron los resultados
esperados de la presente intervención. Otra similitud y deficiencia de la revisión
citada y de ésta, fue la ausencia de seguimiento a más largo plazo de los
resultados, esto dificulta determinar si el efecto será duradero.

A su vez, Hillsdon et al. (2008), sugiere que las intervenciones con


actividad física tienen un efecto positivo de tamaño moderado al aumentar la
actividad física autoinformada y el estado cardiorrespiratorio medido, al menos en
el corto y mediano plazo. Esto coincidió con la presente intervención, ya que el
componente educativo que se incluyó fue mínimo, sólo el necesario para reforzar
el componente físico, sin embargo, el componente educativo en esta intervención
fue suficiente para contribuir, junto con el componente físico, para producir la
mejora de marcha y equilibrio, pero principalmente, a disminuir el miedo a caídas.
Hillsdon, también incluyó en su revisión sistemática estudios con duración de 12
semanas de ejercicio, lo que sin poder determinar efectos a largo plazo, sí da
lugar a estimaciones más coherentes del efecto.

Las intervenciones incluídas en las revisiones sistemáticas de los autores


mencionados anteriormente y la presente intervención, han sido efectivas para
mejorar los aspectos en estudio; sin embargo es necesario contemplar para
intervenciones posteriores que, el reto del diseño metodológico estriba en que los
100

participantes adultos mayores acepten y se incentiven, se apeguen y asimilen el


ejercicio, esto ha generado que los efectos esperados de la intervención puedan
ser moderadamente efectivos.

Finalmente, se puede concluir afirmando que la intervención físico –


educativa fue bien aceptada por las participantes; se excluyen de este juicio a
quienes desertaron. Las participantes se mostraron satisfechas con los resultados
obtenidos, porque la intervención resultó efectiva totalmente en cuanto al
mejoramiento de equilibrio y en la disminución del miedo a caídas; según lo
analizado y reportado estadísticamente y lo verbalizado por las propias
participantes. En cuanto al riesgo de caídas y la marcha, esta intervención resultó
moderadamente efectiva, ya que se logró una diferencia individual, pero a nivel
grupal no se dio una mejoría significativa.

Por otra lado, con esta intervención se gana un importante paso: la primera
experiencia o acercamiento a esta problemática por medio de este programa
físico – educativo; así tomando en cuenta las limitaciones, se podría
retroalimentar para implementaciones posteriores, para llegar a la estandarización
del programa, hablando así de una intervención ciento por ciento efectiva
entonces.

Conclusiones clínicas

Un programa físico con ejercicios de fuerza, resistencia, equilibrio y


flexibilidad, bien diseñado e implementado adecuadamente, puede impactar
positivamente y producir cambios considerables en la marcha y el riesgo de
caídas en las participantes, así como también contribuir efectivamente a mejorar
el equilibrio y a disminuir el miedo de caídas en el adulto mayor.

Con el programa físico – educativo se observó muy significativamente el


mejoramiento en el equilibrio y un impacto favorable en la marcha (aunque no se
logró en esta variable una diferencia estadísticamente significativa), con esta
mejora funcional motriz, disminuye también muy significativamente el temor a
caerse. La diferencia estadística significativa y el impacto más determinante de la
101

intervención, se dio en las variables de miedo a caídas, tanto a nivel individual


como grupal y en equilibrio; pero no en marcha ni en riesgo de caídas a nivel
grupal (a nivel individual, en esta última variable sí). En lo que se refiere al riesgo
de caídas en el grupo de participantes, aunque se muestra un movimiento de las
proporciones en cada una de las categorías de riesgo, no se encontró una
diferencia estadísticamente significativa entre los porcentajes de los niveles de
riesgo en el pretest con respecto a los porcentajes de los niveles de riesgo
encontrados en el postest.

Por los resultados de esta intervención, se deduce que el programa regular


con ejercicios de fuerza, resistencia, flexibilidad y equilibrio combinados, puede
revertir o prevenir la disminución funcional motriz asociada con el envejecimiento
y mejorar la salud en este grupo etáreo; incluso se considera que, aunque el
análisis estadístico en este estudio, no mostró un mejoramiento significativo del
riesgo de caídas a nivel grupal, sí se puede hablar de la disminución del riesgo de
caídas individual, por lo tanto, la conservación de la independencia en el adulto
mayor participante, lo que a su vez facilita la conservación de sus actividades
personales y sociales y, por lo tanto, de su calidad de vida.

El tamaño del efecto alcanzado con la intervención físico – educativa,


determinado por la significancia estadística que indicó mejoramiento en el postest
en equilibrio y miedo a caer, y por la diferencia de medias y proporciones en
marcha y en riesgo a caídas respectivamente (aunque sin significancia
estadística) es indicador de la mejoría que se puede lograr en adultos mayores
cuando se integran a programas físico – educativos bien diseñados e
implementados, con la asistencia regular y realización de los ejercicios con
calidad de ejecución.

Con esta intervención se logró implementar efectivamente un programa


físico – educativo, por el cual, los participantes conocieron los aspectos
relacionados con el ejercicio en el adulto mayor, practicaron una rutina de
ejercicios que les permitió mejorar su movilidad y funcionalidad; además de que
favoreció la integración psicosocial y de rol.
102

En cuanto a las variables resultado de esta intervención: miedo a caídas,


marcha, equilibrio y clasificación del riesgo de caídas, se puede concluir lo
siguiente. El equilibrio mejoró muy significativamente, por encima de la marcha; el
miedo a caídas disminuye muy significativamente a medida que la marcha y el
equilibrio mejoran; sin embargo, el riesgo de caídas disminuyó moderadamente a
pesar de la disminución significativa del miedo a caídas.

En lo que se refiere al riesgo de caídas, éste disminuye muy


significativamente a nivel individual cuando la marcha y el equilibrio se mejoran
notablemente; por lo que, se puede afirmar que, el mejoramiento significativo de
equilibrio y el impacto en la marcha, son determinantes para una fuerte
disminución del miedo a caídas, y para una disminución moderada e individual del
riesgo a caídas. Con esta última variable (a nivel grupal) y con la marcha no hay
un mejoramiento significativo y fuerte con respecto a la mejoría alcanzada en el
equilibrio y miedo a caídas. Por otra parte, es importante destacar también que
resultó más fuerte el cambio o mejoramiento en el equilibrio (pre – post) que en la
marcha (pre – post).

Por lo tanto y retomando las metas planteadas para este estudio, de las
cuales se puede afirmar que fueron alcanzadas, también se puede concluir que se
implementó una intervención efectiva a través de un programa físico – educativo
para la mejora de la marcha, del equilibrio y la prevención de caídas en el adulto
mayor. El grupo intervenido conoció los fundamentos e importancia de los tipos de
ejercicio para adultos mayores que mejoraron marcha, equilibrio y el riego de
caídas. Así mismo, el grupo de participantes logró diferenciar entre actividad
física y ejercicio e identificó los tipos de ejercicio a través de la demostración y
repetición para la rutina correspondiente a cada una de las sesiones. También
ejecutaron de manera adecuada, el programa físico, mediante la demostración,
repetición y supervisión de los intervencionistas.

El grupo intervenido manifestó sensibilización sobre el impacto y beneficios


del ejercicio para la prevención de caídas; así mismo, manifestó una disminución
de su temor a caídas con la implementación del programa físico y educativo.
Durante todo el proceso, los adultos mayores realizaron actividades que
103

favorecieron su integración grupal y aplicaron medidas para la prevención de


caídas relacionando las especificaciones del ejercicio con su actividad física
cotidiana.

Conclusiones Teóricas

En esta intervención, la guía que otorgó el Modelo de Callista Roy, permitió


comprender y explicar desde la visión y perspectiva del cuidado de Enfermería, el
fenómeno del riesgo de caídas en el adulto mayor, asociado al deterioro de la
marcha y equilibrio. Con los resultados obtenidos en esta intervención, se
probaron parcialmente algunas relaciones teóricas y conceptuales que propone
Roy en su Modelo de Adaptación.

Roy (2009) propone que la promoción y el cuidado a la salud se pueden


brindar al cambiar los estímulos negativos del entorno que generan problemas de
adaptación o al fortalecer los modos de adaptación, para generar respuestas
adaptativas. Con este estudio se contribuyó a probar que los estímulos negativos
que generaban los problemas de adaptación como fueron: la avanzada edad, la
inseguridad, la inestabilidad en la marcha y equilibrio, la experiencia previa y
experiencias vicarias de caídas y las condiciones inseguras de terrenos, al ser
cambiados por la intervención física como estímulo focal y el programa educativo
como estímulo contextual, los participantes perciben diferente el entorno.

Con lo anterior, se fomentó un mecanismo de afrontamiento que es


adquirido y finalmente se fortalecieron los modos; el físico, con el mejoramiento
del equilibrio principalmente y el psicológico con la disminución del miedo a caer;
lo que a su vez, fortaleció a los otros dos modos, el de función del rol e
interdependencia, lo cual se constituye en conjunto como la respuesta adaptativa.

Se comprobó también que, de acuerdo al Modelo de Roy, el estímulo


contextual apoya al estímulo focal, lo que en este caso se dio en el reforzamiento
por el programa educativo al programa físico y que ambos estímulos fortalecieron
los modos de adaptación; ya que, según Roy (2009), el objetivo de la enfermería
es mejorar el nivel de adaptación de los individuos y de los grupos de personas en
104

cada uno de los cuatro modos de adaptación y contribuir así a tener una buena
salud, una buena calidad de vida y a morir con dignidad. La enfermería facilita la
adaptación al analizar el comportamiento de los cuatro modos de adaptación y de
los factores que influyen en estos. Al cambiar estos estímulos o factores, como en
este caso, y revertir el deterioro funcional de la marcha y del equilibrio, se
confirma que las personas son sistemas holísticos y adaptables a los estímulos
físico – educativos para disminuir el miedo a caídas y mejorar la marcha y
equilibrio y prevenir el riesgo de caídas.

Limitaciones

Las intervenciones incluídas en las revisiones sistemáticas de los autores


mencionados anteriormente y la presente intervención, han sido efectivas para
mejorar los aspectos en estudio: marcha, equilibrio y miedo a caídas; sin
embargo, es necesario contemplar para intervenciones posteriores que, el reto del
diseño metodológico estribó en que los participantes adultos mayores asimilen,
acepten, se incentiven y apeguen al ejercicio, esto ha generado que los efectos
esperados de la intervención puedan ser moderadamente efectivos, al menos en
este estudio, específicamente en cuanto a la marcha y al riesgo de caídas, que no
mejoraron significativamente a nivel grupal.

En esta intervención, hubo limitaciones en cuanto al entorno o lugar de la


intervención, que era al aire libre, en el jardín del INAPAM – DIF y se realizó en
temporada de invierno, por lo tanto, temporada de nortes, lo que llegó a interferir
muy levemente en algunas ocasiones con las actividades del programa físico –
educativo.

Otra limitante en el diseño de esta intervención y que se debe considerar


para futuras intervenciones es el apego al tratamiento, principalmente en lo que
se refiere a la calidad de la ejecución, considerando que la mayoría de los adultos
mayores en nuestro medio son sedentarios. Así mismo, se llegan a presentar
ciertas faltas por problemas para desplazarse al lugar de la intervención.
105

Otra limitante para la reproducción de esta intervención es que se trabajó


únicamente con mujeres, por lo cual, valdría la pena que se implementara con un
grupo mixto para comparar los resultados. Por lo cual, los resultados pudieran ser
generalizables a mujeres de similares características, mas no a hombres adultos
mayores.

A pesar de que los colaboradores en la intervención recibieron


adiestramiento para asegurar la fidelidad de la intervención y para la fidelidad de
las mediciones, es posible que haya existido en éstas, un error no aleatorio al
asignar los puntajes en las evaluaciones pre y postest.

También existió un caso en que la participante no asistió a varias sesiones


del programa debido a una circunstancia superviniente: como fue el caso de
haberse sometido a una cirugía por enfermedad, lo cual interrumpió parcialmente
la continuidad del tratamiento.

Tampoco se pudo conocer en este estudio, el efecto de mantenimiento que


lograría la intervención, toda vez que no existe hasta este momento un
seguimiento de los participantes. Así mismo, se careció de una evaluación sobre
los conocimientos aprendidos durante las sesiones correspondientes al programa
educativo.
106

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