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Introducción
Sin embargo, en la transición histórica, este bloque que surge del mundo obrero,
abandonó paulatinamente su identidad de clase. Toda la dimensión social y
profética del Evangelio fue anulada. No lo mueven ya las reivindicaciones y
luchas de la clase trabajadora y popular, no lo mueven las luchas por un sistema
de previsión social digno para sus jubilados y jubiladas, ni tampoco las injusticias
de las brechas salariales, no lo mueven las reivindicaciones de las mujeres ante la
violencia de género, ni tampoco la crisis socioambiental –fruto de la explotación
de los grandes sectores económicos- ni las reivindicaciones históricas de nuestros
pueblos originarios, ni nada que tenga un enfoque colectivo o que cuestione el
modo de producción vigente y la cultura que de tal emerge, y por supuesto, para
nada lo mueven los anhelos por construir un nuevo proyecto de sociedad con
horizonte Socialista. Al contrario, sus luchas se enfocan al ámbito de la moral
individual (Liberalismo), específicamente al ámbito de la moral-sexual. Y es allí
donde han enfocado sus demandas.
I.-La iglesia evangélica ¿una y uniforme?
Con el apoyo de los príncipes alemanes, Lutero buscó una reforma dentro de la
iglesia oficial, sin embargo, fracasó en su proyecto original, resultando de ello,
una separación con la sede de Roma. Allí surgió el Luteranismo. Paralelo a ello,
en Suiza, de la mano de Ulrico Zuinglio, se gestaban protestas contra la
hegemonía católica y sus doctrinas, y así también, con el surgimiento de los
movimientos anabaptistas, comenzaron a florecer en la Europa occidental,
diferentes movimientos de protesta y reforma contra la iglesia oficial. Sin
embargo, a pesar de que estos movimientos tenían un enemigo en común, sus
relaciones mutuas no eran las mejores. Lutero no concordaría con Zuinglio con
respecto a la doctrina de la Cena del Señor, y se alegraría de la muerte del
reformador suizo, tras este morir en batalla contra los cantones católicos[2]. En
cuanto a los anabaptistas, por rechazar éstos la práctica del bautismo de infantes
y su radicalidad en separar la Iglesia del Estado, se vieron duramente
perseguidos, no sólo por el catolicismo, sino también, por los reformadores
magisteriales[3].
Es así, como con sus luces y sombras, las reformas protestantes se fueron
gestando en Europa occidental, desarrollándose las grandes facciones históricas y
sus diversas variantes, entre ellas estaban; luteranos, reformados calvinistas,
baptistas y metodistas. Y de ellos, una gran variedad de facciones que llevan a
cuestas sus propios procesos históricos, que nos llevarían mucho tiempo intentar
recapitular detalladamente.
Pues queda patente que una de las diferencias básicas, entre el mundo protestante
y el catolicismo romano, es que en las filas evangélicas no existe la figura de
un Papa o un representante universal de todas las tradiciones, antes bien, cada
tradición posee su propia jurisdicción, y aunque se pueden mantener lazos de
diálogo o unión en mesas de trabajo, concejos de pastores, etc. ello no significa
una unidad institucional como tal. Por ende, no hay, ni existe, algo como una
institución uniforme y unitaria llama Iglesia Evangélica, antes bien, cabe mejor
llamar "Mundo Evangélico", a todas aquellas tradiciones/denominaciones
protestantes que se desligaron en sus procesos históricos de la Iglesia Católica
Romana, y que, a su vez, se subdividieron en diferentes ramas.