Está en la página 1de 13
L Noé Jitrik capitulo _ El mundo del Ochenta Bibliotees argentina fundamental Serie complementaria: Sociedad y cultura E | CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA | El mundo del Ochenta fue publicado por primera vez como introduccién a EI 80 y su mundo; presen. Yacion de wna época, antologia de textos literarios v sociopoliticos del perfodo, El volumen asi compuesto formo parte de la coleccién “Los Argentinos", de la Editorial Jorge Alvarez, y aparecié en 1968. Publica: mos la Introduccién por acuerdo con su autor. @ 1982 Ganto Eaitor de América Latina S.A, «Junin 981, juenos Alr Hecho el depésito de ley. Libro de edicién argentina. Im- preso en junio de 1982. Tapa: Talleres Graficos FAVARO. Baic y F, Independencia 3277/78, Buenos Aires. Pliegos in- teriores: ‘Compafila General Fabril Financiera, 8.A., Iriarte 2035, Buenos Aires, Distribuldores en le Reptblica Argentl- rna Gepitals Mateo Cancellara e Hijo, Echeverria 2469, 3" C, Buenos Aires. Interior: Ayela SAICIF y A, Belgrano 624, 6" p., Buenos Aires. ISBN 950 25 0625 1 A José A. Mercado ‘A Oliverio Sitrik menos en parte, su deterioro y los exeesos a que pudo llegar. . At Ciertamente, el proyecto roquiste conmueve to. dos los planes de la vida de una sociedad en un momen. {eo cugdo! tos individuales y los colectivos; 1o cual no sig. Weta nécesariamente que quienes lo lievaron a cabo Io Tiieran como una totalidad: resulta une totalidad con. wyeiMlas sus contradicciones funcionalmente, dentro de in sistema, pero se puede muy bien penser que debajo del voluntarismo y el plan tan integral y tan eficazmen- se camplido hay un grupo de conciencias escindidas que {Saformman una clase que se sitta frente a la realidad es. Cfluidamente, dividiendo la aproximaci6n a los fendme. fos, partiendo la realidad en dos, haciéndose cargo dal Viejo dualismo apuntado por los roménticos y hecho eé- Tebre por Sarmiento, Los hombres del 80, més allé de su adhesion al positivismo, que habria podido exigirles una Serta totalizacion aunque més no cea por el cientificis- Sho, se comportan permanentemente y en todos los ni- Welds de le existencia oponiendo nacleos de realidad que YSiniten, en itima instancia, al enfrentamiento entre ma- feria y espiritu, conceptos que se cargan y se connotan, Segtin lo exija la ensiedad ola tension con que se esté vi Yiendo. Bs claro que en Is Literatura el registro esta mis Malcance de la mano y puede relevarse con més facilided pero un anilisis de los actos cumplidos en otros terreno, Pee ilevaria al mismo sitio (Jitrik, Cambaceres, adentro y afuera), Por empezar la oposicion que se hace entre carn- fy eiudad, no por evidente, deja de remitir a una sc- Pua dualista en que el predominio del espiritu es aplas- fante en cuanto jerarquizacion; el espiritu se posa por el momento en la ciudad hasta que, por otra operacion de Techazo, se instalard en el campo opuesto, esta vez ala Ciudad, al principio, el campo es tanto el timo depési fo de ia barbarie como lo que recuerda su dudost ob- feneidn y lo que provee el sustento; la ciudad, en cam-’ ‘bo, es ol escenario donde se despliega todo lo que viene después, la superestructura, es decir Ia cultura y ta reali- Zaclon del espiritu; cuando le ciudad es invadida se em- pieza a sentir que el campo es un registro de virtudes y Ue pureza y la ciudad el reino del dinero; dinero y espi- Hiv se desplazan mutuamente sin posibilidad de integr ‘én; lo mismo ocurre en Buenos Aires incluso en cuanto f'su urbanizacién: el norte se opone al sur, el centro se ‘pone a los barrios que son los que recuerdan la estruc. ura en tanto allf residen los que trabajan y muestran el dinero sobre cuya base el centro se toma el estadio don de lo que vale es la habilidad y la zona norte el recinto Gonde se celebran las ceremonias secretas de ta intimi: 4 eee eee ay taba hand oo pede ee carp marci de demas epi og a stn E — LA LITERATURA DE UNA GENERACION La literatura del 80 es sin duda uno de los aspectos mis populares de toda le experiencia, a punto tal que ha btenido un rotulo, “Generacion del 80", que cubre la fotalidad que expresa y dela que emand, Pero ya.es dif ail hablar de una generacion, es dificil separar, como se fice habitualmente, una literatura de otros sistemas de fignos que tienden a referir lo mismo, es ificil sceptar ios rasgos que se atribuyen a a dicha *Generacion” y por Jos cuales se reconocerfa toda una literatura, Ademds se atribuye a la literatura del 80 lo que corresponde a los tombres del 80 y se la califica o describe como si calif tara o describiera {o que estos hombres han hecho en lo fconémico, lo politica y lo edilicio, cuando de lo que se trata es de’ hallar el punto en el que los sentidos se en- cher sin va expeiiciddes, OF es0, si se puede, hay que acercarse & a literatura con el sistema de interrelaciones que se ha manejado en for otros aspectos, y no como sila literatura fuera un Io producto de condiciones dadas sino consider. ola como expresion y, por lo tari, como conflicto a nivel linghistico-estructural. A saber, encuentro entre formas de decir tradicionales, que entran en crisis, con otras que se reputan adecuadas y se imitan o se adaptan de anuerdo con eriterios a veces no literaios sino por re- flejo de lo que en otras partes han producido litera mente determinados fenomenos sociales. Ademés, hay ‘que tener en cuenta la evolucién de las formas que nacen “Ae dicho conflicto y.no hay pot que creer que deben co 1s rer necesariamente Ja misma suerte que otras tentatias Configuradoras del 80: en el 80 nace la novela asi coms el “dandysmo”, la novela continua y olvida sus orig nes, el dandysmo desaparece. Y ciertos temes sufren ss ade suerte mientras que algunas modalidades prepay eltereno para a aparicion de nuevos movimientos ara empezar, digamos, retomando los conceptos eg np eames, gman ty once mundo espiritual del hombre del 80, que la literatura yt 2a de lo que podrfamos denominar un prestigio aceets, rio, es decir que socialmente califica menos que cual auier otra actividad ademés de que no se entiende muy bien que alguien pueda ser solamente escritor; en can. bio, se entiende muy bien que cualquiera que es otra co: sa sea también escritor, incluso eso realza los otros aspeq. tos de la personalidad (caso Lucio V. Lopez, juez, poif, tico y escritor; Eduardo L. Holmberg, naturalista’ has man y eseritor; Sicardi, médico y escritor, etc.) Las grandes figuras de la literatura nacional son o bien res, petadas por sus valores ideologicos (Sarmiento) 0 bien hegadas como escritores (Hernandez), actitud que tiene alguna relacion con la pobreza de formas, el provincia: rismo y las sobrevivencias anacronicas, sin contar con uuna division entre lo aceptado y lo clandestino, por lo general popular (gauchesca, moreirismo) e indécoroso, Bor sobrevivencias debe entenderse sobre todo expresio: nes postromantioas, que debilitan le poesia culta queen. tonces se hace (Ricardo Gutiérrez, Guido Spano, Obit gado, Calixto Oyuela). Desde luego que no hay nada que dignamente pueda llamarse novela y el teatzo va a tardar unos afios todavia en tomar forma. Sobre este te- lon de fondo empieza a plantearse un cambio en la lite: ratura, que no llega « compararse con el cambio total que se produce en Ia sociedad argentina; desde afuera, el cambio’ aparece mas en sus dificultades para producise que en las novedades que trae: la literatura tiene todo el aspecto de estar muy trabada para diferenciarse. Y, sin embargo, alguna diferencia se produce, una diferencia que en su momento no se advierte ni sé vive revolucio- nariamente pero que llega a ser tan importante en su evolucion como para constituirse nada menos que en get~ men de la novels moderna. ¥ aunque toda la originalidad del cambio se reduzca 2 este aspecto, nada més que esto sirve para comprender hasta qué punto todo lo que-oci- rid en el 80 puede haber tocado zonas profundas de la realidad argentina. Digamos que salvo en esta cuestion, Ie dificultad de renovar es lo corriente y lo que se quiere presentar como rasgos caracteristicos de le literatura del 80, especialmente de le prosa, es puramente externo y 16 ebatible tal como el fragmentarismo, Naturalmente, es- fo no quiere decir que no haya fragmentarismo ni que el, fraimentarismo esté vacio de significaciones como gesto. En lo que conciemne a este trabajo, se trata de mostrar é lineas componen la literatura de la llamada ‘“Gonera on del 80” para tratar de deslindar en el cuadro qué jay de nuevo, qué es resultado de lucha de formas, qué fs fetdrico y, sobre todo, de qué modo, por qué cami= ns, 10 nuevo, lo equilibrado y lo retdrico, en tanto for- fazs, Se conecta con todo lo demés, Desde luego, tam- | tien qué queda del conjunto y cual es su evoluciéa pos- 1 — El autorreconocimiento camo productor de especies literarias Llama Ia atencién que, a pesar de que el mundo del §0 es un mundo de puro proyecto y, por lo tanto, se- ito, de limites bien marcados y deudas bien precisas fspecto del pasado, haya surgido y se haya hecho tan idente una necesidad de confirmacion que busca su abjeto ya sea en las fuentes y los origenes, ya en el tur- tulento y movedizo presente, Son dos dimensiones que g entrecTuzan y se concretan en el plano individual, en tanto deseo de saber mas sobre uno mismo, protago- nista de un momento historico refulgente, y en el social, ‘@ cuanto preocupacién por auscultar los'progresos que ‘2 estin logrando como resultado de la puesta en marcha el grandioso plan liberal, No obstante, ambes vertientes on una sola y misma cosa y especifican simplemente con distinto material, y dentro de una gama de actitudes, ‘ue van de la curiosidad a la inguietud, la voluntad de verse, de salir de dentro de una persondlidad 0 un pro- yecto hacia el exterior para verificarse y recuperar una ‘| inagen que dentro de uno 0 en la sociedad se va confor- mando. De ahi, la complejidad de las respuestas que se pueden registrar respecto de la susodicha necesidad de confirmacion. Las més notables son las que han requeri- || to para expresarse distintas especies literarias, cuya con- figuracion es como lamada, como exigida por la natura- ‘eza de la respuesta: necesidad de ligar el sentimiento de potencia actual con Io que proviene del pasado, como fiodo de afirmar una legitimidad, necesidad de estudiar lis consecuencias de los proyectos realizados desde afue~ fs, separados de los realizadores;necesidad de ratificarse individualmente en los miembros de la misma clase; ne- 7 = cesidad de aislarse, de alejarse para poder retomnar a ly experiencia del conjunto decantado, proyectado en e| mundo, verificado hasta el iltimo nivel, Estas formas de Tespuestas son como categorias que encuentran su liney expresiva; lo comin a todas es por un lado lo que po- Grlamos llamar la tendencia memorialista y por otro la tendencia analitica, Las dos cubren la expresi6n literarig que da forma a las cuatro categorias anunciadas. ‘a— FLrecuerdo. A partir del campo abierto por Ri sseau en sus ““confesiones” (Prieto), cada etapa historica fe pide otra cosa a la actitud autobiogréfica en la que la Sconfesion” se instala. El “hablar de uno mismo” deja de ser una conducta natural y se convierte en instrumen- to de finalidades miltiples que toman forma de acuerdg con necesidades que sobrepasan lo confesional indivi Gual: difiere lo que cada vez se espera obtener de Ia con- fesion o de su capa preliminar que es el “recuerdo”, que vendrie a ser como el proveedor de material de la confe- Honalidad. A partir de aqui, se produce un desdobla- miento y el recuerdo pide su parte porque cumple un ps pel auténomo, no condicionado por el impulso a confe- serse, dentro de Io autobiogrifico, pero con una mecéni- fea propia sobre Ia cual se depositin también intenciona- lidades, es decir que se lo utiliza con diversos fines. En relacion con esto, lo primero que puede decirse es que hho solo-hay personas més inclinadas a recordar que otras sino épocas en las que el recuerdo es mas prestigioso 0 valioso 0 bien en las que se favorece la actitud memors tiva, Cuando Sarmiento, a través de Recuerdos de Pro- vincia (1850) muestra que todos los rincones de su vida explican y justifiean su situacion presente, abre el cami- no en la literatura argentina para que Ia infancia sea recu- perada y funcionalizada, para que eche luz sobre el pre- Eonte, Sarmiento establece entre recuerdo y actualidad tna relacion casi puramente causal: de ahi que seleccio- ne los recuerdos y proponga los que vienen mejor para sus objetivos, actitud que va a ser posteriormente muy mnatizada ya por profundizaciOn de lo causal, ya por gus- to del recuerdo en si. Los hombres del 80 retoman estas dos virtudes y las desarrollan con generosidad; siguiendo la primera, mediante el recuerdo se trata de’ visualizer formas de vide colectivas que explicarian una evoluci6n social; segén la otra, el recuerdo se concentra en lo per- sonal, casi intimo, y tiende a precisar pautas que en el momento actual brillan con plenitud y cuyo recorrido Gesde el presente se esté en condiciones de ponderar; une y otra vertiente se entrecruzan y la necesidad didéctica Se impregna de narcisismo, que a su vez se canaliza en él fengrandecimiento de Is dimension lograda, que no ¢s pu- 78 5 samente individual sino de individuos clasificados, perte- necientes a un grupo. ‘Son abundantes los libros evocativos que aparecen en est época y que intentan mostrar un pasado con objeti Gad, es decir sin interferencias de lo personal; José Anto- pio Wilde, Buenos Aires desde setenta afios atras (1881), Vicente Quesada, Memorias de un viejo (1887), Santiago Calzadilla, Las beidades de mi tiempo (1891), Lucio V. Mansilla, Reiratos y Recuerdos (1894), y muchos otros. Es claro’ que ni lo personal esta ausente, en cuanto justi- ficaci6n especialmente politica, nila objetividad descrip- ta deja de referirse a un compromiso politico o social, como por, ejemplo al sentido que tiene la sociedad “re- conciliada” de la época roquista, desde Ia que se puede hacer la evocacion con toda parsimonia, Pero mas intere- sante que éstos son los recuerdos personales, porque so- ‘pre ellos se opera una cierta trasmutacién estética y, en consecuencia, se puede ver mejor la tension con que son ecuperados, hacia donde se dirigen. Por cierto que el punto de legada es lo actual, pero no en relacién con lo que ha legado a ser el que recuerda y compara (como podria ser el reserito de Don Segundo Sombra) ni como hhuida del presente, sino como enfrentamiento de dos épocas, representada Ia felizmente superada por la in- Fancia y la otra por la perspectiva desde la cual se realiza, Ja busqueda de la infancis, Desde luego que no siempre hay autocompasién o alegria, es decir un calado en lo especificamente individual, entendide como experiencia, pero lo que nunca falta es ta aureola de destino, o sea, el, fecortamiento sobre la familia y la clase que dan lugar a la experiencia, la enmarcan y Id perfilan, Dentro de estas caracteristicas, los recuerdos de la infancia no tienen los mismos alcances. Asi, Lucio V. Lopez, en La Gran Aldea se entemece dignamente con su infancia oscura, de hijo de urquicista desubicado en el mundo mitrista; Wilde Teorea en. Aguas abajo la triste infancia del hijo de exilia: do y en Tini llega al emocionalismo del abandono, meta- forza el desposeimiento y proyecta en él todo un pasa- do; Mansilla, en cambio, en Mis memorias (Infancia y ‘adolescencia) y en no pocas Causeries (Los siete platos de arroz con leche) se regocija con la evocacién en la ‘cual el nifio no esta segregado en su mundo de origen, {que es el rosismo, y esa comodidad se traslada al mundo actual, justo en el momento en que el rosismo empieza a revalorizarse y la naciente aristocracia argentina busca pautas més permanentes, o antiguas, en las que afirmer- 2; Cané, por su lado, en Juvenilia ejemplifica Ia infancia dichosa y equilibrada, en la que el futuro se abre genero- samente y la realidad actual no se problematiza porque 9 A es segura, porque hay un desarrollo cisyto en el que el Sino porfefo esth introducido sin que ninguna amenasa furbe'la imagen de una sociedad consolidada y protec: {ote Cant ests ya refiniengo su Infancia al 80, como por tu pate fo haven los demés, pero desde la conciensia ‘am del fonomeno ochentista’ sus recuerdos, coma los {Te'los tos, rubrican la valoraion del presente venturo $j Salido pero afirman también, como fo hemos dicho, tind legtimidae i ME postiviamo, El recogerse sobre si mismos en 1 reguerdo no sla nica manera de examinarse: el 80 Soneibe ott mis sstematicas, mis analiticas, de acuer o'con sus concepciones fJosbieas o cients: el post fiom spenceriano, que gus la construccion dela soce- find Hoel instruye tambin acerca de la neceidad de Sxaminar los resultados con todo el rigor moderno, es Siti de acuerdo con lo que marca la sociology la pa hiatal uso, diseiplins vividas como verdaderos puen- Eyputa el conocimiento de le reaidad, Elplen del 80a ‘ide amplio, audaz y ripidamente puesto en eecucién; $'los pocos aos se empievan a adverts resultados queen tinos casos setisfacen mientras que en otfos asustan; estar Ariog curmple un papel similar al que cumple el recver do: eg sobre todo verifiarse ya. que, telmente, esa se- Sfologia'o peiuiatria dstan mucho de proporcionar una Shaper crtca de un momento. Pueden cltase como dleraplo. io libros de José Marfa Ramos Mejia, as new. toate de los hombres eélebres (1882) Las multitudes ar ‘entinas (1899), €1 Rozas de Mana, el de Gullermo Rawson, Estudio sobre az casa de inquilinaro en Bue- nov es, el de Menger Casaiego, La eriminalided en ‘Buenos dives, los de Luis Marla Drago, La ltratura del lang ¥ Los hombres de Presa, etcétera. Como aplicacion de cilesios postvstas, mucho mds soda es a tradiibn, Sreada tambien por Echeveria y por Sarmiento ¥ cor: finusda atora con gran Gxto, de los estudio sobre peda- popia,correlatvos Ge las momeroses inslatives pedagoa: eee se intcan con gran confianeateica. Tose Maria ‘Tomes con su Curso de Pedagogia (1885-90), Pedro Sct lnbrini, por medio dela fevsta La Excuele Positva, Fran- Gsco A Berra con Resumen de las leyes naturalei de'la nsefanca y Carlos O. Bunge con La edueaciOn realizan tina vetdadera revolucion en este cempo.en el que supe- fan a veces aus modelos franceses y proyestan una esete- It’para ol porvenir. Y, aunque no comesponda strict mnente al campo de Ja expreson iteraia, no pueden de- far de mencionarse los libros de fipa centiico, urgidos IGhalmente por mostrar los resultados del sri cambio dhe se ha operado en este Embito: Ameghino, Boren, 80 a Holmberg y Rawson, son algunos de los iniciadores de la investigacién cientifica y los introduetores en el pais de Jos crterios experimental, ‘Mirarse a si mismos socialmente ha exigido la utiliza- cion concreta del positivismo. Literariamente, sin embar- £0, su presencia tiene consecuencias mas ricas todavia ue se desprenden ya sea del “libre examen” va sea del triterio de implantacién de productos culturales. Ambos merecen alguna reflexion, El “libre examen” es vivido no solo como. una exigencia metodologica proveniente de tuna filosofia muy aceptable sino como una étice, como luna préctice irenunciable sin la cual el conocimiento de le realidad se hace sospechoso; como ética, tine los ges- tos de lz generacion y, al trasladarse alo eientifico, ayu- daa crear la ciencia, la psiquiatria y la pedagog{a argenti- nas sin hablar de la sociologia; llevada a la literatura, conduce a la fundacién de la literatura fantastica y de ciencia ficcin. Holmberg, con sus Cuentos fantasticos, {nicia una linea muy fecuada en la que un campo antes considerado del puro dominio del espiritu, ahora es Vis {0 como materia mensurable; los viejos fantasmas, espiri- tus errantes, son resultado ‘de. procesos, el espiritismo sustituye al espiritualismo y e50 es objeto de preocupa- ‘ion, bastante sardonica por cierto, en un hombre que es sientifico naturalista, escritor y hombre de mundo. So- bre la misma base, Ie ciencia ficcion, que no se lama en- tonces asi, empieza més tarde, doblando el sig, con las imaginaciones de José Ingenieros (La Siringa) y los cuen- tos de Lugones (Las fuerzas extrafas), en los Cuales, por ejemplo, ef sonido se tora un arma mortifera por un simple cambio cualitativo y sus alcances lindan con lo mmisterioso, entendido como frontera de la razOn y no co- ‘mo irracionalidad. La primera linea tuvo su momento y declind o cambio de material, la segunda, como es noto- Ho, empez6 a desarrollarse y aleanz6 su atige mucho des- pués, casi en nuestro tiempo. En cuanto a la implantacion de productos culturales, ya es conocida la tendencia como para volver sobre ella. En este caso en particular, he tenido los resultados mis favorables pues tia dado otigen a la novela moderna que nace hacia 1880 y se continia hasta ahora sin interrup- cion. A decir verdad lo que habia antes en materia de re- lato no servia para jerarquizar el génezo; en la 6poca ro- mintica aparece Amalia, de Marmol, tinica expresion ecoross en muchos afios y que da lugar @ imitaciones numerosas y olvidables; luego, algunos comienzos de na- ativa Juana Manuela Gort, Eduarda Mansila de Gar- cia) y las primeras manifestaciones de novela gauchesca (Eduardo Gutiérrez), interesantes como documento pero 81 de escaso valor literario. Fl primer novelista digno de tal nombre es Eugenio Cambaceres y su primera obra es sif- Bidos de un vago, de T881, que es mas bien un relato, ‘mucho de erénica de costumbres y con fuertes impregna, clones del naturalismo francés, entonces en boga en Eu. ropa y condenado en Buenos Aires como inadecuado ara muestra joven sociedad a causa de las lacras que Constitufan su material predilecto. En Cambaceres, pol tico fracasado, hombre de club y de fortuna, va priman- do el novelista mientras se va afiymando el influjo natu- ralista hasta legar a su mejor novela, Sin rumbo (1885), de la cual puede decirse que ya tiene forma, que detras de ella hay un escritor que no escribe por afladidura, co- mo deciamos al principio de este capitulo, sino con un sentido de la. creacién de estructuras, de personajes y de tun Ienguaje literario. Después de Cainbaceres, la novela no se jerarquiza pero por lo menos trasmite una temética que proviene de la realidad y constituye una especie de periodo de experimentacién sobre el cual se edifican las expresiones mas logradas y universales (Payrd, Galvez, Lynch) que, a su vez, desencadenan el proceso total de nuestra novela hasta la actualidad. El salto, el cambio que pediames a la literatura del 80 en relacién con lo anterior, se manifiesta aqui en cuanto wna forma nueva 50 abre hacia el futuro con una gran dimension, Hay, sin embargo, algo paraddjco en el naturalismo argentino: sf fue las pautas de los maestros franceses (Zola), que lo fian constituido sobre una base. biolbgico-social pare combatir mediante la novela los excesos de la burpuesia colonialista del maquinismo; en Is edaptaci6n argentina, Ef biologismo deriva hacia el ataque al inmigrante (En la sangre, de Cambaceres, La bolsa, de Julian Martel) y la defenss de los valores sustentados por la alta burguesta ‘zgentina, euyo proyecto es ligarse ala burguesia del ma- quinismo. El final de la paredoja consiste en. que Zola termina por definir el naturaismo como socialismo, act ‘ud cientifica respecto de la novela y de la sociedad, mientras que Cambaceres (En la sangre) ataca al inmi grante que es el que trae el socialismo a le Argentina y ayuda a poner en evidencia ol verdadero sentido claista Ge la xenofobia. De cualquier modo que sea, todo esto implica un sinceramiento de conciencia de un hombre Gel 80 frente @ los planes totales de su grupo; su sentise mal e impotente para dar los dramaticos avisos que sub- yyacen en sus obras fue la condicion necesaria para que Surgiera la novela moderna, ‘¢~ La conversacién. “Entre nos”, titulo de un libro de Mansila, especifica el Ambito y el! mundo de referen- cias contenido en sus famosas “Causeries”, es decir “no- 82 otros”, los pares, los iguales, los que estamos al tanto de ciertas claves y nds las poderhos susurrar sin necesidad de grandes explicaciones, por el tono de vor, por la alusion f elementos comunes, por el estilo, Todo conduce a la intimidad de un grupo, evocada por ciertos toques opor- tunes que s6lo sabe dar quien conoce sus puntos ésbiles © bien invocada. por tn sabio sistema de exclosiones, constituido por dedicatorias, siempre persondlizadas ("A mi amigo Lucio V. Lopez") 0 eonfdencias ("No fo ereen ustedes?”), paréntess, es decir un conjunto’de re eursos que en unto U otro sentido conforman un estilo y Ie otorgan su reconocida flexibiidad. Es el estilo de ia conversacién, cuyo cetro se atribuye con Justicia « Mant sila, y que parece haber sido una dimension muy catac. teristica de fos hombres del 80, favorecida por la vida de club, por fa importancia del Patlamento (el conversato- fio Inds trascendente), por la vida rumbosa y evidente que era la repla, Conversacion que es intercambio y que, al convertirse en un estilo, muestra que esuna categoria; tn plano de la realidad social que ha loprado toms for, ma expresiva, movilizado pot une fuerza més intima fo. davia cual es la necesidad de reconocerse. Dicho de otro modo: la conversacion propiamente dicha es libre y des- preocupada, formaliza de alguna manera el ocio, no tiene tn cardcter utiitario, permite la pasion, excluve los em frentamientos, tiene ‘un transcurso en el que reside s0 mayor encanto: sdlo puede Hlevarse a cabo entre some: Jantes, entre los que manejan similares referencias, ¥ i de pecullaridad se pega el salto a estilo, es facil inferit que ello puede ocurtir porque por debajo fluye algo Vigo oxo ¢ importante, un objetivo’ que se va plantoande y aque liga los dos niveles, el de Ia pecullaridad y el del est- fo: eso que fluye es la necesidad del reconocuniento re- ciproco, de la palpacién del congénere, dela advertencia posible, "del ingreso en lo que podriamos llamar la “cone Giencia’colectiva” del grupo con el designio de verificar gonducts aucalar desvaciones,Y como fo de Manat iano es nico sino le tepresentacin més prestigiosa brillante de un modo de ser generalizado, podemos infé- ‘ir que la literatura conversacional constitaye un matiz de esa nocesidad de verse que tiene el conjunto y que asumen literariamente algunos de sus inténpretes més ca: racterizados y sepuros de si mismos. Pero lo conversacio- nal no es tan fecundo coma es representativo: en el fon. do, se agota en la "causerie” y no se trasciende en otro aéero, no cambia de nivel; el teatro no recoge, como odria'haberio hecho tebricamente, la forme converss- onal del 80, es decir que el 80 no logra dar forma all teatro a partif de algo que Jo contiene embrionariamen- 83 te, nada menos.que el didlogo. Solo Laferrére, décadas | desasirse de la situacion fluyente en la que vive y cuyos después, recuperard en el teatro la dimension comes: sional eh el sentido del 80, pero la insular sobre unser tructura que el 80 no cred. Es claro que el que lo comes sacional no haya pasado al teatro puede explicarse rr tl'hecho de que teatro esta ligato, en is Argenthe 4 una actitud profesional del escrtor, de que carecian ey hombres de! 80, pero no es menos certo que Is now indudable exeacién de exe periodo, tampoco 10 deja sa sar. Es como si hubiera habido und distribucion dat fe bajo: la “eauserie” se reserva el imbito de las referencie dizectas a lo que vive y necesita conocer de'si misma oligarquia roquista mientras que la novela examina lade fectamente, por los resultados en el campo social lo tes le-ocurre y' puede ocurritle al mismo grupo social. Mg tras el tema de la “causerie” y su estilo son intelgiey pera el grupo de inmediato, el ema y el estilo de la nove, Ise ecubren de lo que aparentemente es exterior al ge. po pefo que se revierte sobre él, Desde iuego que le Lit. Fatura conversacional trasmite seguridad; en primer gar porque pretende, a través de una manera (el desenfade, el desprejuicio, ia superficialided buscada, la comodi. dad), manejarsé con la misma libertad con que sus datos han sido aprehendidos (“Converso, lo repito, sin sujeciSe 4 reglas académicas, como si estuviera en un club soci, departiondo y divagando en torno de unos cuantos eleg dos, de esos que entienden”, Mansills, cit. por Vined); luego, trasmite seguridad porque apeld a resortes inter nos de un grupo que en todas sus expresiones manifiesta {a posesion del pais y en todos sus gestos se confunde con la historia (“En nombre de la vinculacion Tratemal que, por cerca de un siglo ha unido a los que llevaron y llevan ef nombre de Lopez con los que lievaron y llevan el mio", idem, cit. por Vihas); en tercer lugar, porque pareciera en dsposicion de pegar constantement el salto Hacia To que podriamos llamar “sustancias” nacionales, algo que se respira y en lo que se esta inmerso sin val cion ni cuestionamiento. La libertad sentida le permite le autoironia, la stmpatia, el sentimiento de posesion, la fa: sildad, el encanto, la impresion de liviandad y todo un éxito posterior que se agota en Su tiempo y no tiende ningiin puente hacia el futuro. 3 'd ~ E1 viaje. Peto el hombre del 80 no se siente satis- fecho con simplemente reconocerse en el grupo, aundue este movimiento sea en él esencial y le exija un enorme empleo de fuerzas, hay un momento en que necedta estar solo, por una parte y, por le otra, necesita jugar su soledad en un contexto en el que el reconocimiento de ue sea objeto no esté para nada mediatizado; necesta a4 términos conoce y maneja pare considerarse por un mo- Inento, producto terminado que puede ser apreciado en Sino situacion cristalizada, En sima, necesita sali del puis e ir Europe para sentrse all tocando la universt- Faed'a la que de entrada només tendio el sistema en aya creacion intervino tan desde adentro, No es que ese Srgenting invente al viaje, ni siguiera los libros de vies, pero en el tanto el viaje como, por consecuencia, cl ibro {ue eseribe al viajar o al volver adquieren un sigao dife- fente del que se registra en Sarmiento, Alberdi y ni qué hablar en Belgrano, incluso hay un cambio en el propio Mansilla desde el viaje hecho en la época rosista @ fos posteriores, Los viajes anteriores al 80 perseguisn ya el Perfeccionamiento te informacion intelectial, ya la tpertura de horizontes, ya el mero consumo de bienes fealizado al pie de a v2ca y los libros reflejaban el des- fimbramiento, el conocimiento o el orgullo del satists- tho. En el 80, se produce una variant, los terminos se Songelan y el viaje se sacraiza: el que’ va a Europa es digno de viajar y Europa “debe” ser viajada por aqutl, de donde el que vielve regress consagrado, como si hublera tocado un cielo, La verificacion a que he aludido al prin- tipio se de cuando el eitcuito se pone en funcionamien- fo, en la experiencia del contacto entre el ser elegido y el cielo en el que intenta insenbirse, de lo eval surge como consecuencia que lo més importante tiene que aparecer tn ia version que se da. ¥ esto se completa con otzoele- mento: la inseripcion se realiza casi siempre, el hombre del 60 gana la apuesta, el producto que él es de un siste- ima logra trabar tna relacion con la constelacion de valo- res y Iuego vuelve al pais y, por cierto, su tiunto fe per mite tomar distancia, ser objetivo y darse cuenta de que Si &l, como producto, pudo acceder sla universlidad, el mundo que lo produje dista de ser universal. De donde S vuelve calificar, lo melancolia que sobreviene se tor- fa en mayor distincién, es el signo més evidente de su Singularided ("El Buenos Aires de aquellos dies mirado desde Europa, era algo zs{ como el fin del mundo", dice Daniel Garcia Mansilla, cit. Vinias). Este viaje tiene otra uertiente, la que aparece en Misica sentimental, de Cam- baceres: es el vig condenable, no estricamente el del Testacuero, que se produciré en'la década siguiente, sino fl del que consume cinicamente fo que los exquistos i tentan consumir ploriosamente, es el via del que en Pa- His ve solo los velos y se entrega a ellos, que no com- prende el arte nile inieresa, que devuna imagen tepudia- be del argentino precisaménte en el momento en que otros argentinos, los elegidos, estén ejecutando una ope- 85 mundo Gus produgs invovet, set, vie use eect deo au poder lene ba, a mole Cont ol ae eo Feconocimiento en Europa de lo que también molesta on ae tan, ae an ee 86 2—Lo que queda de una experiencia literaria Se sefiala muy frecuentemente el cardcter fragmenta- rio de los escritores del 80, es decir el aliento corto, la in- clinacion por el apunte, el brochazo, la “causerie” » el re- trato, el cuento breve, la rememoracién: A todo esto hay que sumarle rasgos de estilo muy diferenciados y fécil- mente reconocibles como la frase corta y tajante, tipica de Mansilla, la tendencia a le objetividad, ete. Con todo ello, se quiere conectar Ja literatura con una forma de ser, como si esa brevedad fuera lo general, corriente mas profundo y, por otra parte, como si no hubiera habi- do manifestaciones que indicarian una direccién opues- ta. En todo caso, la brevedad que se observa, que en mu cchas ocasiones implica falta de estilo mas que un sentido de Ia estructura literaria especial, no rompe unidades que componen una obra mas completa; si existe esa obra, lo de fragmentarismo no quiere decir nada pues los famosos, fragmentos serfan de un todo y, como el todo aparece- sfa, los fragmentos dejarian de serlo, Ademés, ni siquiera Ja brevedad es lo constante como io pruebén las obras, més representativas del mundo del 80, tal como la nove- listica de Cambaceres, en cuya evolucién se advierte una especie de proyecto que va tomando forma en estrecha, relacion con estructuras de la realidad, o los cuentos de Holmberg, o la persecucién de un estilo por parte de Ca- 1, 0 la psiquiatria de Ramos Mejfa, o las investigeciones de’ Ameghino, o la pedagogia de Mercante. Todas estas ‘obras configuran imagenes completas de la realidad del 80, con pensamiento y estructura y pasaje de un plano real a uno lingiiistico fluido y operante, de modo que considerarlas fragmentarias seria atarse excesivamente a lo exterior. Sin embargo, existe también lo exterior que en algunos casos indica exterioridad, es decir relacion de- masiado estrecha con piiblicos con’ euyas pautas habrie luna conexidn a travésdel esquemay la simplificacion, Pe- 10 ereer en el piblico de esta manera debe tener sin duda, alguna significado. En primer lugar, implica hipostasiar luna estructura psicologica a partir de ciertos habitos so- ciales nuevos, como por ejemplo el auge del periodismo y Ia moda de Ia habilidad respaldada por el prurita de la agitada vida moderna que quita el tiempo para todo, En consecuencia, los escritores rompen un impulso, 0 mejor dicho, se insfalan en la ruptura del impulso creyendo es- tar de este modo mejor instalados en su tiempo, Pero los mejores, a pesar de esta supersticiOn, presentan una obra que se Sobrepone @ la urgencia y que dibuja una época cuyos menores resquicios estin llenos de una experiencia, 87 historice, en la cual lo trivial, lo fécil, son caminos pata entrar en la totalidad, ‘Pero aparte de este fendmeno, y con independencia también de lo que ha dejado la literatura del 80 en terre- nos mas permanentes, no puede olvidarse que la relacién tan directa con la realidad ha dado otra clase de frutos que se incorporan @ la historia de la literatura nacional, Esto ocurre particularmente en lo temitico, tan revela: dor de inquietudes cuando se produce el nacimiento de tun tema como indicador de criterios selectivos cuando se Continua recurriendo q él. No digamos, porque de alguna ‘manera ya'se ha insinuado, el temadel campo como regreso 2 las fuentes y a la pureza, tema que, apoyado en proce- Sos historicos, toma forma en Cambaceres y concluye ploriosamente en Don Segundo Sombra, después de ha- berse desfigurado un tanto con Zogoibi; éste es de los mis evidentes pero no el iinico ni el més Complejo: el te- ma de la casa como simbolo de un proyecto y simil de tun proceso social y familiar de decadencia cobra también forma y cubre no s6lo el 80, sino también el 90 y llega hhasta nuestros dias: la casa en la que se habia depositado el poder y el esplendor y que, a causa de factores que siempre provienen del exterior, empieza a derrumbarse, el tema se congela (Mujica Lainez, Mallea, Cortizar) en” tre la fuerza incontrastable de la historia y los valores de- rrotados pero no muertos y que se esconden donde la historia no los puede tocar; no se puede dejar de mencio- nar el tema del dinero, muy adecuado a una época bur- guesa: el dinero, condenable cuando se pone en eviden- fia, sacralizado cuando se mediatiza en valores; de ahi, su empleo psicol6gico, tan revelador de ideologia: Lé- pez, que exalta ol lujo’por los objetos brillantes que re- presentan los nuevos tiempos y que condena al tendero ue mide su mercanefa, Cambaceres, que confunde seiio- Ho con posesion de latifundios y avaricia con necesidad, fabren el camino ala idea demoniaca del dinero que cam- pea en Martel y se introduce en la dialéctica idealismo- iraterialismo de Galvez hasta cembiar su signo en la obra de Arlt; sin duda que movilizan también expresiones po- pulares como el sainete en el que si en gran medida esta division contradictoria del dinero en mucho y poco, con celebracion del mucho y denigramiento del poco, estin presentes, hay una -correccién dictada por el punto de Vista de autores que proceden de nuevas circunstancias Sociales. Por cierfo que el registro es muy grande y no vale la pena hacer una enumeracion demasiado exhausti- va aqui. Para concluir digamos que si las principales li- nneas de Ja literatura nacional estén insinuadas ya en le Generacion del 37, dentro de ellas, estableciendo una 88 continuidad, en la literatura del 80 se encuentran varian- fe5 fundamentales que nos hunden en el siglo actual y que tal ver en la actualidad estamos revisando en los he- hos, ‘Una Gltima observacion: en el 80 se consolida la idea de una literatura oficial sobre la base del papel secunda- rio que juega la literatura como tipo de actividad, como estructura dentro de las otras. En ese sentido, la literatu- ra entra en una tensién de la que dificilmente esté salien- do: competir con las otras estructuras reales y demostrar -y demostrarse que se forma parte de ellas, que no se esti én estedo de apartamiento, pera Io cual se tiene una acti tud fuertemente ideolégica en el sentido de que con Io que se escribe se trata de respaldar el orden exterior, se trata de darle curso, de colaborar con él para hacerlo mas homogéneo y perfecto. Nada mejor, para sostener esta jdea, que recordar el papel cumplido por Paul Groussac en la critica: ordenador, limitador, representante Iicido del pensamiento politico oficial, éncargado, por propio sentido de su época, de hacer que'la literatura no se apar- fara de los modelos que debian levasla a cumplir el papel dependiente que ella misma se estaba, limitadamente, fi- jando. Es claro que hay excepciones: surgen de la fuer- 73 expresiva de ciertas obras que rompen, al crear un ‘mundo verbal, los reducidos esquemas en que el sistema necesitaba qué permaneciesen. F — BUENOS AIRES COMO RESONADOR ¥ MAGNIFICADOR DE CONSECUENCIAS DEL PLAN Se ha hablado ya muchas veces de cambios produci- dos en el pafs a causa de la puesta en marcha det plan del 80, plan integral, referido a la vida de todo el pais. Po- drfe hacetse an estudio sistemitco en todos los niveles para determinar hasta qué punto y en qué sentido esos eambios se han dado pero quizés se pueda tener una idea aproximada si se toma el mbito que fue més sensible al plan, donde se lo aplicé con més energia y esperanzas y que ‘mas répidamente también mostro efectos previstos ¥ ottos imprevistos y contradictorios. Este ambito es Buenos Aires, cuyo gigantismo, que empieza a ser defini- livo en esos afios, serfa suficiente para reconocer la vali- dez dei muestreo que pfopongo. Sin embargo, no voy a recapitular todas las transformaciones que suftié Buenos Ares, en parte porque exigen un estudio especial, en par- 89 jorque han sido anslizadas en eapitulos anteriores: {oyPa"donsiderar tan solo as que state a la Sociedad CGholade pero no en coanto # las estructurs Socay GHieuladas"al poder sino # las que resultaron de tos ele Trentoe que el poder puso en juego. En este sentido, Bue- fos auges muestra con més dramatismo que ningun otro Igar del pais un proceso apasionante que da lugar & lag Tofmes modemnas de los conflictos sociales mis caracter ices y que llegan hasta nuestros das Coma ‘esultado de la politica inmigratoria, desde 1880 hasta 1890, entraban al pals de 100 a 200.000 ex- tranjeres por afo- El plan ideal habfa sido conesbido en felon con cl desarrollo de la agriculture, cose que no Hiege'a'dar los resultados pensados porque la estructura Tul argentina de entrada no fo permite, Hay grandes Tntitundios improductivos, hay "grandes extensiones fue se destinan’a ta ganadera, los inmigrantes no cure hn Son tras ‘nl on Ges de laren. ent To dela egtigatare aparece como tna idea absiracta, dc es shets pystoldades de conerecén, Lo nico que tld en Stanog del gobismo para favoreeer esa actividad os crear hlonias agtanas que no sleanzan a absorber ni femotw fnente Ia eantidad de extranjeros que se agolpan en el Puerto, Ocure fo inevitable" una enorme proporsion se ENcde on Buenos Aires que crece desmesuradamente unto tal que en 1889, sobre los $00,000 habitants que Fe Tegistran hey 300.000 extranjeros. Se ha hablado bas. tante del impacto. pscolepico que esta desproporeion Gus en la poblacén crilla, de alta burguesa ode bur fuesia urbana media; falta completar ahora lo que oct- fe en lop restantes agpectos de la vida de Buenos Ales, sobre todo los aspectos sociales En primer lugar, la ciudad no tiene habitacones sufi cientes para tanta gente. E desplazamicnto hacia el nox te bled pidament a os recn legados en as zon Shandonadas que, por otra parte, cusntan con la vocin dad del Rischuelb. Se difunde el conventilo sobre la ba Se de las grandes residenclasvacias y Buenos Aires pre- Sencia un fenbmeno de hacinamiento nunca visto con ls Sonsiguientes socucles, Esto ocure en el primer momen- fo de la legada, cuando los inmigrantes estan mis des Soncertados que otra cosy su presencia no es agresiva tne que potencialmente. Al hablar dela sociologia alte dimos a ia preoeapacion que esto causa y a las lamadas de aleacion que se formilan, Pero ch hacinamiento en- Hendra otros males; la falta do higieney de alimentacion Edecuade wnida al deficiente nivel sanilario de la cluded Increments enfermedades ‘aractristicas, el colera de 1877, enfermedades venéreas (tipicas de hacinamiento y 90 falta de cultura y prejuicios), alcoholismo, diarreas infan- tiles, eteétera, que empiezan a hacer estragos y preocu- pan’a los dirigentes. Tal vez este fendmeno est en la base del gran desarrollo médico de esta época que se liga, or otra parte, al auge de la medicina francesa, en franca evolucion. Grandes médicos como Pirovano, Rawson, Ramos Mejia, Wilde, buenos observadores del moderna Proceso cultural y cuidadosos visionarios, ejemplifican lun momento tipico del 80: progreso logrado sobre la ba- se de la prevencién respecto alo que trae el inmigrante, Por su parte, la literatura empieza a recoger esta situa. cin: 12 imagen de la tuberculosa joven, de la nifta des- nutrida pueblan el sainete y la novela. Ambas condicio- nes, ademas de la carencia de trabajos fijos y el ingreso indiscriminado de gente al pais, son el mejor caldo de cultivo para el delito que adquiere dimension universal y sorprendente: los viejas delitos eriollos palidecen ante la variedad de situaciones delictivas que empiezan 2 co- nocerse; ademés, surge un idioma de los delincuentes, el lunfardo, que da idea de la difusion y profundidad que habia alcanzado Ie actividad delictiva a partir de la irrup- ion inmigratoria. Fray Mocho, ya sea en La vida de los ladrones célebres de Buenos Aires y su manera de robar 0. en Memorias de un Vigilante, intenta, més literaria que técnicamente, una clasificacién que tiene en cuenta tam- bién los desplazamientos internos a partir de la capital zacién de Buenos Aires. Pero el lunfardo no es la tinica consecuencia lingiifstica del impacto inmigratorio; hay otra muy sugestiva también y mas rica en efectos: es el cocoliche, jerga italo-criolla cuya difusion (Fray Mocho, Félix Lima) indica una situacion de equilibrio cultural, voluntad de asimilarse por parte de los “‘gringos” y apre: surada idea de que la asimilacion esté ya lograda por el hecho de que se manejan muy mal algunas palabras que carecen de contexto; el cocoliche es tan pintoresco que llama la atencién de observadores criollos que lo hacen pasar al teatro (José J. Podesta) haciéndolo confluir en la creacién del sainete, expresion muy original argentina y muy representativa y emergente del proceso social, En un segundo’ momento, cuando el inmigrante que se ha quedado en Buenos Aires cede en su temor y su an- gustia y de algin modo se instala en un trabajo, va esca- \dose del ghetto del sud, en los alrededores’ del Ria- chuelo, y ayuda a crear el “barrio”, esa realidad urbani tica tan portefia, desconocida en'la época de Tejedor (Francisco Sicardi, Horas de evolucién). El barrio es una ‘ealidad social y urbanistica es decir que alli vive un tipo de gente determinado en un marco que va tomando for- ‘ma; en cuanto.a este tiltimo aspecto hay que decir que, 91 contrastando con el tipo de arquitectura dela zona for: fe, propiciada por los grandes intendentes, Ia construc. Gdn os hibrida, generaimente planta colonial con galeria © dobie patio y fachada italiana, un simil de cocoliche; flene azotea ya fachada es modulada, dividida en partes fguales cada una de las cuales esta trabajeda con moldu- as que difieren de casa a ease aunque todas sigan exta If yhoa general; como las molduras estan hechas sobre ladr- ilo Uenen escaeo relieve, en lo cual se diferencian de sus modelos; Jos constructores ponen en las molduras toda Sr fantasia y su subjetivided; el conjunto se completa on balastres de columnas, lipicamente italianas, Esta fealidad barrio, cantada por Carriego (del Alma del sue Jurbio «La Cancion del bario) y posterionmente por Baldomero Femnindez Moreno, pone en evidencia la enorme fuerza expansiva de la ciudad y también que, a {ravés de los inmigrantes ya situados, dicha fuerza emer. ge del 80 y de sus planes. Como ¢s natural, adguiere importancia piblica todo Jo relativo alo saniteri-hospitalario, alo policial, se mo- difican los transportes (el tranvia a caballo —desde 1863— y, no demasiado después en 1897, eleléctrico y luego igs" subterraneos), se altera el esquema del empleo del tiempo libre, es deci, las diversiones y deportes y espar- timientos (tiro al segno, pelota baske, etc), cambia el tipo de personas que aspiran a integrarse en Ia vide publi ca (“... Por eso, aun cuando le vedis médico, abogedo, ingeniero o periodista, le sontirés als legua ese olorello picante al establo y al aslo del guarango cuadrado, de los pies a la cabeza, Le versis insinuarse en la mejor socie- dad, Set socio de los mejores centros, miembro de aso- Ciaciones selectasy resist como un héroe al cpillo...”, Ramos Mejia, cit. por Gladys S. Onesa). ‘Pero decir inmigracion es diuir en una generalidad un fenémeno muy reo e importante, porque ni todos los in- mnigrantes legaron por igual en todas las €pocas, ni vinie- fon por les mismas razones, ni tenian la misma extrac- Gin social, el mismo pasédo, ni las mismas experien- cas, Habfa, desde luego, una gran masa de hambreados que sofaban con una tierra mejor, habia otros que no habjan conocido pricticamente la’ civilizacion mas ele- mental pero también vinieron trebajadores que tuvieron ue dejar Europa por razones politicas y gremiales y que feinelaron aquf ls Tucha secular contra la explotacion, Y sto sf que fe una inesperada hovedad para los planif adores del 80. Imbuidos de ideas anarquistas y socilis- fs, al tanto de las principales formulaciones teéricas en relécién con la lucha entre capital y trabajo, unos cuan- tos italianos, espaioles, alemanes y franceses supusieron 92 que Ia explotacién y Is’ miseria eran condiciones suficien- {es para crear organizaciones obreras y se pusieron a hi cerlo ignorando voluntariamente ol hecho de que no hu- biera obreros en un sentido modemo y, sobre todo, de que no hubjera obreros criollos. Todo por la sencilla ra- zon de que no habfa industria. En 1887 habia 4 trabaja- dores por establecimiento industrial (Dardo Caneo), in- dice muy expresivo de la falta total de estructura basica, Sin embargo, estos idealistas, que no tenfan clara idea de la realidad argentina, van dando origen a las distintas centrales obreras y van empalmando con la proletariza- cién criolla y, ademés, son advertidos por el sistema que Jos empieza a vigilar'y a reprimir. En gran medida, la nueva xenofobia que se despierta es tanto por repugnan- cia al contacto con el extranjero “pata sucia” como por desconfanza a rit reivindicador que no quiere dejar se explotar y que, para asombro de los burgueses, esta- blece conexiones entre el modesto capitalismo criollo y el pulpo capitalista internacional contra el que habian lu- chado desde 1870 en adelante. La sogunda gran conse- cuencia de la prédica de estos iluminados es la creacion, en 1896, del Partido Socialista, que pretende un funda mento obrero, y la interiorizacion, por parte de muchos intelectuales de origen no oligarquico, de la temética de la disconformidad y la protesta anarquista. La expansién de Buenos Aires, paralela a la aparicion de fendmenos sociales como los indicados, muestra en pequefio y un tanto monstruosamente lo que esté ocu- rriendo en las capas altas del pais: la mezcla entre lo vie- jo y lo muevo no asimilado; naturalmente, eso produce ‘nuevos tipos humanos que iuego son mitificados como productos especificos de Buenos Aires: “Pillos y malan- rines, lamados compadritos, matones o guarangos, eran producto de transicion, atrapados entre el Viejo y el Nuevo Mundo, y se agitaban en una confusion tanto spiritual como fisica” (MacGann). “Los barrios —y no el campo— se llenan de inmigrantes, y la ciudad extiende su easerio hacia las nuevas orillas, en donde emanecian “vanguardias del urbanismo criollo— el boliche y el pi- ringundiin” (Cimneo). Caos y mezcla en donde nadie sebe nada mi se da cuenta de que se van engendrando tensio- nes afectivas muy fuertes cuyo primer escape va a ser la crisis del 90, en la que el plan roquista trastabilla y el edificio amenaza con venirse abajo. El 90 es un sintoma de Ja congestién que se ha producido por la acumulacién indiseriminada de elementos que se ha venido haciendo durante 10 afios. Y una advertencia que es imposible recoger porque el movimiento ha desencadenado tantas 98 cosas que nadie puede sensatamente integrar en el senti. do de una conduecion, Los inmigrantes fueron cambiando su situaciOn inicial por otra mas floreciente. Y eso no les lev6 @ algunos mu ho tiempo aunque en todos habie una base de trabajo tenacidad que observadores menos prejuiciados esting. ron como ‘condiciones positivas (Fray Mocho, Sicard ‘Ocantos, Grandmontagne). Antiguos artesanos fueron instalando pequefias industsias que se desazrollaron, shot nistas fanatizados empalmaron con la especulacion de ticrras, comerciantes embrionarios advirtieron lo que ss necesitaba y lo proveyeron: paciencia y viveza modifica. ron un planteo social totalmente & punto tal que el es ‘quema clasista vari en pocos aiios. Como fenomeno ex: acteristico y. pintoresco, recordemos esa sibita aristo- racia boquense que construyo palacetes, todavia carga. fos de recuerdos Xencises (Antonio J. Bucich). Pero lo més importante es la aparicion de nuevas cl. ses medias, resultado ya sea del afineamiento y ubicacion de las primeras oleadas por si mismas 0 por la generacion Siguiente, ya por la mezela con sectores eriollos, especial. mente urbanos, de la vieja clase media porte, venida a menos 0 sin pijos aristocratizantes. Esta clase media eg fuerte y apenas toma forma empieza a tener aspiracior nes: entrar ala universidad, hacer politica, dirgi Ia eul- tura, mezelarse con los sectores més altos, intervenir en Ja econom{a. No es faci lograr todos los propésitos pero 4 la larga el tsiunfo se consigue. Hacia 1895 es prictcs- mente imposible imaginar un pais sin estos elementos tienen sus fuerzas politicas (socialismo y radicalism), controtan gran parte del comercio minozsta, tienen sus escritores, cuentan con prominentes profesionales, Ade- mas, en virtud de su empuje economico hacen surgi Ia industria en el pais a partir del artesanado (Ricardo M. Ortiz) y, como Gorrelato, la clase obrera que crea proble: nas muy serlos de comprenaién del proceso por parte de ins clases alas: crear industrias no estaba enteramente dentro de los planes liberales pero tebricamente no po- dfa ser rechazada la posiblidad de una incipiente auto- nomia, pero como eso creaba problemas sociales, puede ‘muy bien suponerse que, dentfo de una mentalidad con- sumidora y ligada a la produccion manufacturera ingles fe preferiria no alentar la industrializacion ni tener cons Geraciones con los nuevos obreros, con tanto residuo ex- traf de teories sociales extravagantes, desconectadas de nuestra realidad un poco provinciana todavia, ignorant de compleigsenfrentamientos que, como es ibid, apt recieron mas tarde 94 3. LA BRILLANTE IMAGEN DE UNA EPOCA. ENTRA EN DETERIORO

También podría gustarte