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Bogotá, 31 de enero de 2022

Señores
Consejo Técnico de la Contaduría Pública
La ciudad

Asunto: comentarios sobre el proyecto de reforma de la reglamentación de la profesión contable en


Colombia.

Cordial saludo equipo de consejeros.

El pasado mes de noviembre fue publicado en el portal del Consejo Técnico de la Contaduría Pública -
CTCP- un documento para recepción de comentarios elaborado por el Comité Nacional para la
Reglamentación de la Profesión Contable y para el cual, se otorgó un plazo hasta finales del mes de enero
del presente año para recopilar las ideas que sobre el mismo se puedan generar. Sin embargo, como
Asociación de Facultades y Programas de Contaduría Pública del país, observamos con preocupación la
ausencia de enfoque y distintos tipos de errores conceptuales y técnicos sobre los cuales queremos
llamar la atención, pues finalmente, es el CTCP quien aparece como responsable del documento en
mención y que podría redundar posteriormente en un proyecto para tramitar ante el Congreso de la
República.

Notamos una falta de discusión profunda sobre los conceptos que allí se presentan, pues al no contar al
menos con un documento de exposición de motivos, no es posible identificar de dónde provienen los
enunciados allí esbozados y mucho menos, si esto responde realmente a un diagnóstico y prospectiva
de la profesión contable para Colombia. Vale la pena considerar, que no en todos los países existe la
carrera de contador público y que cada contexto ha regulado la profesión de manera particular acorde
a sus características, sin que esto implique un desconocimiento de la evolución que ha tenido la
regulación contable y de aseguramiento con esfuerzos de organismos internacionales.

Para llamar con un ejemplo de la problemática asociadas a las definiciones en el citado documento sólo
basta con revisar la definición de contaduría pública, donde es notable la ausencia de un norte preciso
para su enunciación, partiendo de eliminar su carácter de profesión, se confunde aseguramiento con
control, todos los elementos de la información se reducen a incidencias económicas y se confunde
contabilidad con contaduría pública cuando se traen términos como la oponibilidad.

Otro asunto en que se evidencia un gran vacío tiene que ver con la naturaleza social de la profesión. Se
ha defendido en diversos escenarios académicos, gremiales, profesionales e institucionales, la
importancia de la contaduría pública como eje que articula y que soporta la confianza de los actores
sociales que intervienen en la economía. Así las cosas, reducir el alcance del trabajo del contador a los
mercados de valores, desvirtúa completamente ese rol protagónico del contador público que muchas
veces es el único profesional con que cuenta una organización en su proceso de crecimiento y
formalización organizacional. Justamente esa responsabilidad social de la contaduría pública hace
pertinente a esta profesión ante la sociedad y por ello, es necesario, partiendo de la propia Constitución
Política del país, que se realice una discusión sobre los conceptos de bien común e interés público, para
lo cual se requiere de apoyo desde la investigación y soporte en los desarrollos nacionales e
internacionales que sobre este debate se han suscitado.

Así mismo, es relevante revisar el concepto de contador público, toda vez que se está reduciendo a
certificaciones, muy propio esto último del mercado del trabajo. Eliminar la contaduría pública como
profesión reduce la formación integral que recibe en una carrera universitaria a meras cualificaciones
asociados al hacer o acciones operativas mientras que las profesiones, le dan la posibilidad a quien
estudia, de desarrollar posteriormente su autoformación, educación no formal o posgrados, a lo cual se
debe sumar el aprendizaje que va generando la experiencia.

La noción de profesión presupone el desarrollo de conocimientos y competencias especializadas, la


capacidad de abordar problemas asociados a los conocimientos, control del ejercicio mediante colegios
profesionales, y de normas éticas que devienen de la deontología propias del saber y que favorece el
servicio a la sociedad. La noción de profesión como una sumatorias de certificaciones está muy ancladas
a una propuesta formativa de una sola institución de educación superior en el país, que centra su
formación en ciertas áreas de trabajo de los contadores. Se debe tener presente que una universidad
tiene como funciones sustantivas la docencia, la investigación, la extensión y la internacionalización, las
cuales discurren en la oferta de sus programas académicos.

La Asociación Colombiana de Facultades de Contaduría Pública también quiere hacer un llamado


respetuoso a la responsabilidad con este tipo de documentos que se ponen a consideración de la
comunidad contable, pues como se puede evidenciar en la propuesta, existen violaciones a la regulación
nacional o simplemente, repeticiones de lo que ya está normado como el cumplimiento de contratos
laborales o de prestaciones de servicios. Es bastante preocupante encontrar artículos como los números
4º y 5º que atentan propiamente contra la regulación de la educación superior en Colombia establecida
en la Ley 30 y violenta la autonomía universitaria al imponer de entrada la aplicación de los estándares
internacionales de educación contable emitidos por IFAC y un listado de “contenidos temáticos”, que no
es posible reconocer de dónde se fundamenta por la falta de la exposición de motivos como ya se expuso,
por contrariar los resultados de aprendizajes de que trata el decreto 1330 de 2019 y por desconocer la
tradición educativa de la profesión en el país.

No es secreto que los programas de contaduría pública del país tienen en referencia tales estándares
internacionales de educación contable, para validarlo, sólo es necesario leer los documentos de registro
calificado de los programas, sus proyectos educativos de programa -PEP- y los documentos que se
presentan para las acreditaciones de alta calidad; sin embargo, este no es el único referente, pues cada
institución cuenta con modelos curriculares, enfoques particulares y su propia filosofía, que imprimen
en los profesionales que estudian en tales instituciones, por ende, pretender estandarizar de esta
manera los programas de contaduría pública borra de plano esta posibilidad, sin que con esto se quiera
minar la posibilidad de la mejora continua y de la supervisión que realiza el Ministerio de Educación
Nacional tanto a las instituciones de educación superior como a los programas académicos.

También nos preocupa como asociación que la propuesta pretenda dividir a los contadores públicos en
dos categorías denominadas básica y especial. En este punto, queda claro un interés particular por
convertir tal inscripción especial en un negocio del órgano de gobierno de la profesión y señala a las
instituciones de educación superior y sus programas de contaduría pública como básicos, toda vez que
quien obtenga el título solo podrá ejercer en microempresas.

Vale la pena señalar que las universidades están en constante mejora continua, así lo exige el Ministerio
de Educación Nacional, esto ha llevado a que se incorporen nuevos asuntos como la formación en inglés,
uso de tecnologías de la información cada vez más avanzadas, nuevos conceptos como Fintech, Big Data,
Blockchain y demás vinculados a la gestión de datos. Es claro que se enseñan los estándares
internacionales de información financiera y los estándares internaciones de aseguramiento de la
información, incluso, dichos conocimientos son evaluados por el Estado, a través del ICFES, con la prueba
saber pro de “información y control contable”.

Así mismo, frente a los cuestionamientos de que un recién egresado no sea revisor fiscal o contador de
una gran empresa, vale la pena que los integrantes del CTCP reflexionen si en un proceso de selección
de estas grandes organizaciones podría un recién egresado de contaduría pública acceder a dicho cargo
considerando lo que actualmente el mercado solicita. En este entender debe asegurar la experiencia
práctica de los profesionales por parte de las universidades que confieren el titulo y la certificación de
sus consultorios contables, los cuales son el gran ausente en el documento en referencia.

Por otra parte, de la propuesta presentada por la Mesa Nacional y que está ahora en poder del CTCP
para seguir adelante con los trámites ante el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, para ser
postulada como proyecto de Ley al Congreso, tenemos varias inquietudes generales como ¿Quién asume
los costos de la super estructura propuesta para el colegio de contadores?, ¿Por qué categorizar a los
contadores públicos?, ¿Dónde está el diagnóstico que lleva a la actual propuesta de la mesa Nacional?,
¿Por qué disminuir el número de socios contadores públicos en las sociedades de contadores? (De
mínimo 80% a mínimo 60%), ¿Cuáles son los fundamentos esenciales para modificar el código de ética
profesional?, ¿Cómo llegar a una tabla de tarifas? Tener en cuenta que no será sugerida, sino que su
incumplimiento da apertura a un proceso disciplinario por competencia desleal.

Adicionalmente, y en consideración a que es el CTCP quien hace el llamado a la comunidad contable del
país a realizar comentarios al documento, queremos hacer mención de las importantes contradicciones
que este texto en estudio presenta frente al concepto 0565 del 17 de septiembre de 2021, donde el
mismo CTCP cuestiona la propuesta realizada por el director de la Unidad Administrativa Especial Junta
Central de Contadores a la Ministra de Comercio, en la misma, el CTCP expone razones importantes para
no estar de acuerdo con ese documento de las cuales destacamos las siguientes que contradicen
justamente el documento que ahora está en debate:

• Es necesario hacer un diagnóstico del funcionamiento del CTCP y la JCC, no eliminarlos, el proyecto
debe procurar el fortalecimiento de la junta y el consejo. Mientras tanto, en el documento en
discusión se eliminan, sin mayor justificación.

• Frente a los cobros a los contadores públicos, el CTCP hace un llamado importante a estudiar los
costos de funcionamiento de una nueva entidad. A la fecha no existe ningún estudio de costos de
crear un “órgano de gobierno” y es claro que para que pueda operar esta estructura privada tendrá
que recurrir a mecanismo de recaudo que provengan de los contadores o de las organizaciones que
requieren los servicios, lo cual, sin un estudio claro de factibilidad financiera, no es viable.

• El CTCP hace un análisis importante en el concepto en el que se evidencia la importancia de la


independencia del tribunal disciplinario y la autoridad de normalización técnica. En el proyecto esto
se conjuga en un mismo “órgano de gobierno”, perdiendo tal esencia en mención.

• El CTCP concluye que tanto la función disciplinaria como la técnica deben seguir en entidades del
estado y no en entidades del sector privado. Aspecto este totalmente contradictorio con lo
enunciado en el documento en discusión.
Con estos elementos, ASFACOP le propone al CTCP lo siguiente:

1. Retirar el documento de la discusión, pues presenta tantas fallas de orden técnico, legal y de ausencia
de enfoque, que dista de un punto de partida para una discusión nacional sobre la reforma que
requiere la contaduría pública en Colombia.

2. Realizar un diagnóstico, que recopile información a lo largo y ancho del país, para lo cual, ASFACOP
puede servir de plataforma y canalizar a través de las universidades y sus grupos de investigación la
realidad de lo que realmente requieren los contadores públicos y las necesidades de su entorno. Para
esto, se puede diseñar una metodología de trabajo que sea concreta, clara y comprensible desde el
inicio y que no sea cambiada en el camino, para que se respeten las reglas de juego y se pueda
obtener un real diagnóstico que sirva de insumo para saber en qué se requieren los respectivos
cambios.
3. Realizar un diagnóstico de la JCC y del CTCP para saber en qué se deben reformar. Para esto, también
se puede invitar a los grupos de investigación en ciencias contables para que desde su conocimiento
generen aportes en esta línea.

4. Una vez se puedan divulgar los resultados de los diagnósticos, realizar eventos en todo el país para
recoger propuestas que le apunten a estos retos y consolidar de esta manera un proyecto de
regulación de la profesión que verdaderamente responda a lo que requiere cambios y proyecte lo
que será la profesión en los próximos años.

Atentamente.

Carlos Arturo Gómez Restrepo


Presidente
ASFACOP

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