Está en la página 1de 3

ABSTRACCIÓN Y UNIVERSALIDAD

La concepción moderna plantea a quien proyecta el proble-


ma teórico siguiente: si no se dispone previamente de reglas
capaces de determinar –y verificar– la consistencia formal
de un objeto, ¿qué garantías hay de que el espectador reco-
nozca las relaciones visuales en las que el autor ha basado
la formalidad específica de una obra?
Para responder a esta cuestión hay que tener en cuenta,
ante todo, que a propósito del arte nunca puede hablarse
de garantías; del mismo modo que en el ámbito de lo artísti-
co jamás puede hablarse de certezas. Si acaso puede espe-
rarse que el otro identifique la estructura formal de un arte-
facto que ha sido concebido y proyectado en determinadas
condiciones: que ello ocurra o no dependerá de la tensión
hacia la universalidad que contenga el objeto y del conoci-
miento que el otro tenga de los criterios estéticos del autor.
Universalidad que no hay que entender como disponibilidad
o versatilidad, sino como la condición de lo esencial en la
constitución de las cosas, valor cuyo reconocimiento consti-
tuye una cualidad específica de la especie humana.
El proyecto basado en categorías visuales que tienden a
lo universal se orientará hacia una formalidad más fácilmente
reconocible por el espectador, de modo que estará en condi-
ciones más favorables para que se produzca una experiencia
arquitectónica auténtica. De todos modos, esta condición es
necesaria pero no suficiente: para que el reconocimiento se
dé, es preciso que haya una convergencia en la asunción de
valores convencionales –históricos– entre el autor y los espec-
tadores: es decir, que haya una conciencia estética por parte
del observador análoga a la del autor de la obra.
El arte que se fundamenta en los valores universales de
la forma –observó Worringer hace casi cien años– responde

50 La forma moderna

© El autor, 2006; © Edicions UPC, 2006


a un ideal de abstracción que trataría de despojar las cosas sipa cualquier duda acerca de la conciencia histórica del
de su condición arbitraria y aparente causalidad, para eter- episodio. Es precisamente la convicción de que el sujeto
nizarla y acercarla a las formas abstractas, con el propósito sólo puede sustituir la norma si actúa con un marco de refe-
de que el sujeto encontrara así un punto de quietud en la rencia que permita esperar el reconocimiento de sus obras
dinámica incesante de los fenómenos. Las formas abstrac- –la identificación de los atributos formales que las estructu-
tas, sujetas a ley, universales –concluye– son las únicas en ran, respectivamente– lo que llevó a Jeanneret y Ozenfant a
las que el hombre puede descansar ante el caos inmenso caracterizar el arte nuevo con cualidades que pueden con-
del panorama universal. siderarse universales, por cuanto son principios básicos de
La forma abstracta, en su aspiración a lo universal, al la visualidad esencial, propia de la especie humana.
orden que identifica los objetos artificiales, se distancia de En efecto, la conciencia de la subjetividad esencial de la
la arbitrariedad de lo orgánico para afirmar la dimensión concepción moderna hizo advertir al joven Jeanneret que
creadora del hombre, libre de cualquier dependencia de la sólo la referencia a valores que tienden a lo universal per-
vida: estas ideas constituyen la base teórica de las vanguar- mitiría que el arte nuevo superase la consideración social
dias constructivas que revolucionaron tanto la idea de forma de práctica excéntrica, dirigida a unos pocos: no cabe duda
artística como el uso social del arte. La noción de universa- de que al escribir el ensayo tenía conciencia de la trascen-
lidad es inseparable de la de arte moderno, y constituye la dencia estética e histórica de los criterios formales que en
condición básica de su idea de forma. aquellos años empezaban a consolidarse.
En 1918, un joven llamado Ch. E. Jeanneret –que des- La universalidad de los valores no comporta, en cambio,
pués se haría famoso con el nombre de Le Corbusier– es- la homogeneización de los objetos: en efecto, la identidad
cribió, junto con su entonces amigo A. Ozenfant, un texto de un artefacto tiene que ver con la peculiaridad de su es-
titulado Après le cubisme. En él proponía, como atributos tructura organizativa, es decir, con la legalidad específica que
del arte nuevo, la economía, la precisión, el rigor y la uni- el autor propone como síntesis de las circunstancias de todo
versalidad, cualidades que han caracterizado, en efecto, a tipo –funcionales, técnicas, geográficas– en que emerge. Por
las mejores obras de arquitectura del siglo, atributos que en el contrario, aunque pueda parecer paradójico, la universa-
la actualidad están claramente vigentes y que pueden consi- lidad de los valores básicos de la forma es la condición que
derarse valores antitéticos de los que animan la arquitectura garantiza lo específico de sus manifestaciones particulares.
que ha triunfado en las últimas décadas. La aspiración a la universalidad de los criterios de pro-
Puede resultar curioso que los autores utilizasen atri- yecto –es decir, el uso de convenciones que, más allá de la
butos tan “naturales” para caracterizar un sistema artístico cultura, son características de la especie humana– es la con-
que asume tan claramente su artificialidad –su culturali- dición que equilibra el fundamento subjetivo de la concep-
dad– como el moderno: en efecto, la importancia que en ción moderna. Si no existe una tendencia a lo universal, lo
el arte moderno adquiere la subjetividad del autor –que subjetivo se convierte en algo meramente personal –idiosin-
sustituye el peso decisivo de la norma en el clasicismo– di- crásico–, con lo que la experiencia artística se pervierte: no

52 La forma moderna

© El autor, 2006; © Edicions UPC, 2006


hay reconocimiento posible; el juicio desaparece, suplanta-
do por el mero acatamiento de arbitrariedades ajenas.

54 La forma moderna

© El autor, 2006; © Edicions UPC, 2006

También podría gustarte