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RUSSELL Y LA LÓGICA CONTEMPORÁNEA

Cuando se trata de hablar de Bertrand Russell hay que empezar por reconocer la extrañeza
que produce el encuentro con su pensamiento. Dentro de las grandes mitologías que
mitifican la diferencia entre una filosofía continental y una filosofía analítica Bertrand
Russell como filósofo le juega a la filosofía analítica pues su reflexión giró en torno al
lenguaje de los caracteres matemáticos en los que está escrita la naturaleza como quiso
Galileo Galilei.

La influencia de Bertrand Russell en la lógica y la filosofía analítica ha sido grande.


Trabajos como los de Gödel, Skolem y Hembrand tienen como punto de partida la obra
cumbre de Russell los Principia. De los Principia (1903) son sin duda alguna su parte I y
su apéndice B los más influyentes en la tradición analítica. El libro comienza con una
contundente definición de la matemática pura como la clase de todas las proposiciones de la
forma ‘p implica q’, donde p y q son la base para otra inmensidad de otras proposiciones de
la cual podría afirmarse que la verdad implica el condicional, la dependencia, lo necesario.

La tesis fundamental del libro es que la lógica y las matemáticas son idénticas. Se
comprenderá que emprenda sus fuerzas entonces en deducir la segunda de la primera. Más
allá de todo lo que implica y el profundo desarrollo de esta obra, la cual no es prudente
desarrollar aquí exhaustivamente, lleva al filósofo a afirmar que los problemas de la
filosofía eran en gran medida problemas del lenguaje. De esta manera, errores lógicos de
gramática y sintaxis han llevado a los filósofos al abismo de problemas sin aparente
solución muchas veces. De esto emergerá su doctrina del atomismo lógico la cual defiende
un pluralismo ontológico del que está compuesto el mundo.

No obstante, lo que busca dar cuenta este atomismo lógico no es de átomos físicos sino
lógicos. Como comenta Pérez Jara (2014) “estos átomos lógicos no sólo van referidos a la
lógica simbólica y a las matemáticas, sino también a las realidades estudiadas por las
ciencias naturales” (p. 260), es decir, busca deducir, llegar a partir de las entidades lógicas a
lo positivo, empírico y concreto.
Esta doctrina del atomismo lógico tiene a su vez una fuerte implicación en la filosofía del
lenguaje del autor.

Los análisis lingüísticos para Russell tienen como fin último descubrir la forma lógica de
las proposiciones analizadas. A su vez, y esto es fundamental, esta forma lógica es
relevante en tanto es idéntica con la realidad empírica.

Siguiendo estas premisas, Russell llegará a las siguientes conclusiones según Pérez Jara
(2014):

1) el significado de los nombres viene determinado por el objeto al cual se refieren


(es la llamada teoría referencial del significado).

2) estos objetos a los cuales se refieren los nombres tienen determinadas cualidades
y entran en determinadas relaciones entre sí. Estas cualidades referidas a objetos, o
relaciones entre objetos, son los hechos, los cuales tratarán de ser representados por
las proposiciones del lenguaje.

3) las proposiciones, que describen de un modo isomórfico los hechos de la


realidad, resultan ser, cuando se las analiza, atómicas o moleculares. Las
proposiciones atómicas son proposiciones simples (es decir, no se las puede
descomponer en otras proposiciones), mientras que las proposiciones moleculares
están compuestas de proposiciones atómicas mediante conectivas lógicas. A su vez,
como el lenguaje es isomórfico con la realidad, las proposiciones atómicas tendrán
como correlato hechos atómicos, mientras que las proposiciones moleculares
tendrán como correlato hechos moleculares. (p. 262)

A partir de la propuesta del atomismo lógico de Russell tenemos entonces una teoría de la
verdad que consiste en la adecuación y correspondencia directa entre la proposición y el
fenómeno al que esta hace referencia por eso dirá Russell:

Las proposiciones “moleculares” son tales como las que contienen conjunciones —

si, o, y, a menos, etc.— y tales palabras son las marcas de una proposición
molecular. Consideremos una afirmación tal como “si llueve, traeré mi paraguas”.

Esta afirmación es simplemente tan capaz de verdad o falsedad como la afirmación

de una proposición atómica, pero es obvio que o el hecho correspondiente, o la

naturaleza de la correspondencia con el hecho, debe ser completamente diferente de

aquello que es en el caso de una proposición atómica. (Russell, 1914, p. 51)

Finalmente, para Russell el análisis lógico de las proposiciones resultará como la tarea de la

filosofía misma si quiere tanto resolver los problemas que la amenacen como dar cuenta del

mundo de los hechos, pues, entre estos hechos y las proposiciones atómicas hay una

correspondencia directa en la que en su conjunción e implicación con otras proposiciones

de las cuales podemos concluir la totalidad del mundo y sus fenómenos conectados y

algunos dependientes.

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