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Hace algunos años atrás, resultaba indignante para algunos, inmoral para otros y
se considerada “tabú”, toda conducta adúltera de la mujer casada; sin embargo, en
pleno siglo XXI ya no resulta en modo alguno, ser sorpresa, el enterarnos que una
mujer casada tuvo un hijo extramatrimonial con un tercero ajeno al vinculo
matrimonial.
Es por ello que el caso que nos ocupa en esta oportunidad se encuentra dirigido a
determinar el nivel de protección normativa que otorga nuestro Código Civil al
menor nacido como consecuencia de una infidelidad o no, de la madre. Decimos
que puede o no tratarse exclusivamente de un acto de infidelidad, toda vez que
puede tratarse de un ajuste de cuentas entre los esposos (el esposo puede haber
sido infiel en una primera oportunidad y la mujer decide actuar del mismo modo y
consecuencia de ello nace el hijo extramatrimonial), de una necesidad económica
de supervivencia que obligue a la mujer a sostener relaciones intimas con un
tercero, de un abandono –temporal- del hogar conyugal del marido o de cualquier
otra circunstancia.
Ahora bien, ¿Qué tan cierta es la posición del marido?; al haber sido reconocido el
menor por su padre biológico ¿Hijo de quien es?.
En conclusión, puede ocurrir –y sin duda ocurre- que una mujer casada tenga un
hijo extramatrimonial con un tercero y que éste lo reconozca como suyo; sin
embargo en atención al espíritu de conservación de la unión familiar y de
protección al menor nacido, el ordenamiento jurídico no confiere efectos legales a
dicho reconocimiento en tanto el marido no impugne la paternidad derivada de la
presunción que establece el Código Civil dentro del plazo perentorio de noventa
días y que además de ello obtenga un pronunciamiento judicial que ampare su
cuestionamiento de paternidad, por lo que de no efectuar el marido,
cuestionamiento alguno respecto a la paternidad del hijo –extramatrimonial-, éste
será considerado como padre del menor y si bien la partida de nacimiento
extendida en el municipio respectivo consigna como padre al padre biológico –como
consecuencia del reconocimiento efectuado por éste- y no al marido, queda abierta
la posibilidad a este ultimo de recurrir a los órganos jurisdiccionales –puede hacerlo
o no- a fin de lograr las rectificaciones a que hubiere lugar.