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Aborto y bioética: una reflexión desde la moralidad

Cuando en principio se empezaron a concebir métodos para tratar de regular la


fertilidad, estos se vieron desde un inicio influenciados por múltiples creencias
religiosas, lo que resultó en una regulación restrictiva de la sexualidad en las
mujeres. Solo durante el año 2022, más del 60% de los embarazos no
intencionales han devenido en aborto, también se estima que el 45% de todos
los abortos realizados son inseguros y producen el 13% de todas las muertes
maternas.

Las consideraciones son muchas, ¿vale la pena considerar el aborto como una
práctica aceptable dentro de una sociedad con información? ¿Qué o quién es
el embrión o feto? ¿A quién se cuestiona cuando se habla de aborto? Aún a día
de hoy en muchos de los países en los que la planificación familiar y los
cuidados sexuales resultan ser escasos y/o vagos en su diseminación, el
aborto se evalúa como una práctica de orden categórico frente a otras más
sencillas del cuidado sexual como pueden ser los anticonceptivos.

En este sentido la conceptualización, y por tanto la discusión de posturas, se


dará a partir de explicaciones sustentadas en la embriología, genética y
neurofisiología, aprovechando este punto para referirme a lo que considero
parte importante de la discusión. El derecho a la vida a menudo se cita como
premisa importante para considerar al aborto una doctrina imposibilitada de
existir en una sociedad de continuo progreso. No obstante, la jerarquía que
este ocupa en relación con otros derechos sigue siendo el mismo, motivo por el
que la discusión ha pasado de ser el respetar dicha vida a en qué momento del
desarrollo embrionario del embarazo podemos llegar a considerar al cigoto con
un estatus de persona.

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