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INSTITUTO POLITECNICO NACIONAL

Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y


Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA)

Ingeniería Industrial
Alumna: Soberanes Romero Yessenia Elizabeth
1IM46
Mercadotecnia e investigación de mercados para ingeniería
17/10/2022
NOTICIA

Seis niños hospitalizados al día: una ola de intoxicaciones masivas aterra a las
escuelas de Chiapas

En las últimas tres semanas, 116 menores de edad han sido ingresados sin que la Fiscalía sea capaz
de averiguar con qué sustancia fueron afectados. La crisis desvela la entrada imparable de drogas
en los colegios

En una sala austera de la Fiscalía de Bochil se amontonan niños asustados. Prestan declaración en
un proceso lento y repetitivo sobre lo ocurrido el 7 de octubre, cuando un centenar de menores
fueron intoxicados al interior de una escuela. Mientras ellos comparecen en este pequeño pueblo
de los Altos de Chiapas, el caso se repite 450 kilómetros al sur. En Tapachula, en la frontera con
Guatemala, sacan en volandas del colegio a alumnas inconscientes. Son los últimos casos de una ola
de intoxicaciones masivas para la que las autoridades no ofrecen explicación. Desde el 23 de
septiembre, 116 menores de edad han tenido que ser hospitalizados por ingerir sustancias tóxicas
dentro de los centros escolares. La Fiscalía de Chiapas ni siquiera sabe todavía qué sustancia afectó
a los estudiantes. Estos casos ilustran la fuerte entrada de drogas en las escuelas y apuntan a la
reorganización del narcotráfico en el que era hasta hace algunos años uno de los Estados más
seguros del país.

Fuera hace el bochorno previo a las tormentas, pero Lupita está enrrollada en una cobija. Recibe
desconfiada en el sofá de su casa: tiene 11 años, la mirada atenta y un cuadro de ansiedad. Es su
primer año en la secundaria y lleva apenas un mes en la escuela Juana de Asbaje. Desde el viernes
ya no sale a la calle. Ha estado ingresada en dos hospitales diferentes y ha empezado a ver a una
psicóloga. Dice que sigue recordando a sus compañeros desmayados en la cancha del colegio y que
por eso tiene miedo. Muestra una foto de unos dulces que comió el viernes, que costaban tres
pesos, y dice que “quizá eso llevaba la droga”. O que también puede ser el agua que rellenó de un
tinaco común. “Me dijeron que ahí fueron a tirar la droga. Al ladito de la cancha. Yo fui a rellenar
ahí mi agua y directo me lo tomé”, dice en su relato de niña.

La falta de respuestas de la Fiscalía, de la presidencia municipal y de la dirección de la escuela ha


enrarecido todavía más un caso ya muy extraño. Los testimonios recopilados por EL PAÍS apuntan
como primera hipótesis a que un grupo de cuatro o cinco niños habrían entrado droga a la
secundaria. Padres y alumnos cuentan que eran continuos los rumores de que se repartía droga en
el colegio. En mayo, seis niñas se desmayaron tras comer un brownie, que les habían dado los
estudiantes del último curso, y que contenía marihuana.

Durante esa mañana de octubre los profesores localizaron el teléfono móvil de una alumna. Los
estudiantes tienen prohibido entrar con celulares, maquillaje o incluso con las uñas pintadas, por lo
que se corrió la voz de que la dirección iba a hacer una revisión de mochilas. Eso pudo revolucionarlo
todo. Algunos menores refieren que vieron cómo otros alumnos tiraban droga —polvo en bolsitas
transparentes— fuera de los salones y que se deshacían en el baño de pastillas que guardaban en
compresas para la regla.

Todo terminó de estallar —y se vuelve más confuso— a la hora del recreo. A las 17.20, los profesores
se reunieron en una junta y los niños salieron de sus clases, al patio o a la cooperativa a comprar
refrescos y comida. En ese margen de tiempo, algo se distribuyó en las botellas de agua. Lo que la
secretaría de Salud ha llamado “ingesta de agua contaminada con sustancia desconocida” desató el
caos.

En Tapachula se registraron otros tres casos, dos de ellos ocurrieron en la misma escuela, la
Secundaria Federal 1: el 23 de septiembre con 21 menores afectados, el 6 de octubre con cinco y el
11 de octubre con 18 alumnos. Como causas probables de estos casos, los responsables de Salud
identifican “ingesta de alimentos contaminados por sustancias desconocidas”, el agua, y “la
inhalación de sustancias desconocidas”.

En un país de tragedias, esta se ha librado de ser una de ellas. “Por suerte no se ha muerto ningún
niño, porque si no esto sería un caos completo”, dice Juan Antonio Hernández, padre de Alan, uno
de los menores de la escuela de Bochil. Los afectados en estas semanas tienen entre 11 y 14 años,
y la mayoría, 90, son mujeres. Diez niños siguen hospitalizados y uno acaba de salir del coma.
Además, una veintena tuvo que ser reingresada hasta cuatro días después de la intoxicación. Las
autoridades no han emitido ningún diagnóstico oficial para ellos, pero las familias refieren dificultad
para respirar, taquicardias, delirios, parálisis de músculos y extremidades, vómitos y pérdida del
conocimiento.

Ante este panorama, la postura de la Fiscalía ha consistido en negar qué se trate de droga. “No ha
sido por consumo de drogas”, dijo el miércoles en una rueda de prensa el fiscal estatal, Olaf Gómez,
tras anunciar que todas las pruebas toxicológicas que habían realizado habían salido negativas a
cocaína, anfetaminas, metanfetaminas, cannabis y opiáceos. Tanto en el caso de Bochil (61 pruebas)
como en el último con 18 menores. No se realizaron pruebas para los dos primeros casos en
Tapachula. “Vamos a fijar la línea de investigación a seguir: no hemos descartado ni una sola”, señaló
el fiscal acompañado de todas las autoridades del Estado. La secretaria de Educación, Rosa Aidé
Domínguez, anunció como única medida que se va a reimplementar el llamado Operativo Mochila,
que consiste en la revisión de las bolsas de los alumnos antes de entrar a los colegios.

Para Pedro Faro, director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, el regreso
de estas medidas es una muestra de cómo “el Estado tiende a actuar de manera criminalizante para
parecer que hace algo”. “En lugar de atender la causas o de abonar a la educación del conocimiento
de las drogas y sus efectos, hay una cuestión represiva y revictimizante, con riesgos de impactos
psicosociales hacia los jóvenes. Se empieza a crear una fábrica de culpables”, explica Faro. Para él
este tipo de casos “es una evidencia de la destrucción del tejido social en Chiapas, estamos siendo
testigos de que está impactando a los jóvenes, a los niños, por la acción criminal vinculada con el
Estado”.
En la oración del día, en la iglesia principal de Bochil, de 35.000 habitantes, se reza por los niños
intoxicados y sus familias, en la presidencia municipal se reúne una mesa de Seguridad y en las
calles, se disparan las teorías. “Lo de los niños es un mensaje de los grandes carteles”, apunta
Francisco, que afirma que desde hace un tiempo la droga está distribuyéndose fácilmente por el
pueblo, “las motos y las camionetas van para arriba y para abajo sin parar”. Bochil está enmarcado
dentro de un corredor en los Altos de Chiapas que abarca desde Tapalula o Rayón hasta San Andrés
Duraznal, una zona en la que se ha registrado la presencia de grupos criminales. Ante un peligro que
ven inminente, y permitido desde las autoridades municipales, un grupo de padres de familia está
proponiendo la vuelta de la Guardia Civil, una unidad de seguridad compuesta por civiles sin
formación, “para proteger al pueblo”.

Esta ola de intoxicaciones se encuadra en un marco más grande de violencia: hace solo unos meses
que un grupo armado tomó durante horas el centro de San Cristóbal de las Casas, el oasis del Estado;
este año se han disparado las denuncias por narcomenudeo, que son cuatro veces más que en 2016;
la crisis de desplazados atenaza al Estado en su frontera y en Chentaloh, y los enfrentamientos con
los grupos organizados han obligado esta misma semana a la Secretaría de Defensa a mandar a
centenares de soldados.

En ese contexto, y sin respuesta de las autoridades a la última intoxicación, han regresado este
jueves los niños al resto de escuelas de Bochil. La policía resguarda la entrada y la salida de los
estudiantes, a los que les han obligado a portar un gafete identificativo y vestir el uniforme. La
directora de la Escuela Secundaria Técnica 38, que acoge a más de 700 alumnos, reconoce que todo
es preventivo porque siguen sin saber a lo que se están enfrentando: “Hasta que no sepamos lo qué
pasó en la Juana de Asbaje no podemos evitar que vuelva a ocurrir también en otras escuelas”.

OPINIÓN

A mi parecer es una noticia bastante relevante debido a que el principal tema es la afectación de la
salud en menores de edad, al parecer por alguna sustancia toxica dañina para la salud; sin embargo
aún no se conoce detalladamente que es lo que lo provoco si el agua o los dulces que se vendieron
a tres pesos, pero hay que tomar en cuenta que es una situación preocupante pues por lo que se
menciona en la nota hay incluso teorías de que es un mensaje de los carteles que distribuyen drogas
y que cada vez es más fácil la distribución de estas generando cada vez más el narcotráfico y la
violencia en el país por ello es de suma importancia que resuelve la situación y se lleven a cabo las
averiguaciones pertinentes para poder actuar ante esta situación preservando la seguridad y la
salud.

Fuente: https://elpais.com/mexico/2022-10-17/seis-ninos-hospitalizados-al-dia-una-ola-de-
intoxicaciones-masivas-aterra-a-las-escuelas-de-chiapas.html

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