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Orígenes de su pensamiento[editar]

Precursores[editar]
El pensamiento de Heidegger es fruto de diversas fuentes: «se trata de un pensamiento
elaborado en gran parte en diálogo con los antiguos griegos, el pensamiento cristiano, el
existencialismo de Kierkegaard y la fenomenología husserliana, pero también con sus
predecesores inmediatos: Dilthey, Brentano, Bergson; las escuelas neo-kantianas de Bade y de
Marburgo así como bebe de algunos de sus contemporáneos como Jaspers o Scheler y de los
avances de la lógica matemática (Russell y Frege)».51

Las controversias de Marburgo y el rechazo a las filosofías


dominantes[editar]
Para las personas interesadas en los trabajos y conferencias del joven Heidegger, la principal
dificultad radica en su contextualización, es decir, en cómo entenderlo desde las discusiones
intelectuales de su tiempo sin leer estos trabajos a la luz de obras posteriores. 52
Heidegger rechazó la filosofía dominante de su tiempo, el neokantismo, aparecido a mediados
del siglo XIX y al que reprocha su enorme abstracción. La controversia más célebre en este
sentido fue la mantenida con Ernst Cassirer y que recibió el nombre de Controversia de Davos.
Junto al kantismo, Heidegger también rechazó el cartesianismo y todas las filosofías basadas en
las ciencias positivas o subyugadas por sus métodos: la antropología filosófica, el psicoanálisis y
las filosofías de la vida. Además, rechazó de Husserl la ambición científica de su fenomenología,
optando por una fenomenología más orientada hacia la Hermenéutica y la experiencia concreta
de la vida humana, que él denomina facticidad.
Por otra parte, Heidegger fue crítico con los principios de la antropología moderna,
especialmente con las nociones de sujeto, de vida y de persona. A lo largo de su obra posterior,
el filósofo alemán mantuvo su crítica hacia el cogito cartesiano, que según él habría olvidado el
sentido de ser del «yo soy».53

Los primeros trabajos[editar]


El problema de la historia[editar]

Al comienzo del siglo XX, los debates más vivos enfrentaban las tesis del neo-kantismo
(Heinrich Rickert), la sociología (Georg Simmel), los filósofos vitalistas (Wilhelm Dilthey, Karl
Jaspers) e historiadores (Oswald Spengler) acerca de la objetividad de las ciencias históricas.
Heidegger vuelve la espalda a estas cuestiones, encontrando superficiales estas disputas, pues
las ideas de la sucesión de generaciones, la compatibilidad o no entre las culturas, los ciclos
históricos o el sentido de progreso carecían para él de una justificación de base. Así, para
Heidegger estas ideas se basaban en el prejuicio que suponía que hay una realidad originaria
dada, que se da como una base coherente de hechos históricos. Incluso si esta realidad fuera
suficientemente estable y determinada como para constituir el objeto de una ciencia, él estimó
que la cuestión filosófica principal relativa a todas ellas seguía en suspenso. 54
El problema de la teología[editar]

Françoise Dastur recordó cierta frase de Heidegger:

La filosofía ella misma en tanto que tal es atea cuando se entiende de


forma radical, pues ella misma tiene por objeto de su cuestión la vida
en su facticidad, en tanto que ella se comprende a sí misma a partir de
sus propias posibilidades de hacer.
Heidegger55

Esta afirmación intenta explicar el hecho de que el pensamiento filosófico en sí mismo es ya de


por sí

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