Está en la página 1de 4

● CUANDO LOS HÉROES

SE VAN
● SEPTIEMBRE 12, 2019 ÓSCAR COLORADO NATES 12 COMENTARIOS

● ¿Qué hacer cuando nuestros


maestros, aquellos grandes héroes,
nos han dejado para siempre?
● Por Óscar Colorado Nates*
● Debo confesar que no pude escribir esto antes porque
estaba perdido, triste y desorientado. Hace un par de
meses murió mi maestro, mentor y entrañable amigo,
Eniac Martínez, uno de los mejores fotógrafos
mexicanos. En mayo se había ido ya Michael Wolf, en
julio Ida Wyman. El mismo día partieron Robert Frank
y Fred Herzog. No en balde Fernando Sánchez le ha
llamado «el verano negro para la fotografía». Y en
esa negritud me he sentido solo, totalmente
vulnerable, absolutamente desguarnecido,
creativamente huérfano; como niños pequeños que
han perdido a su padre sin saber, todavía, cómo
andar solos y menos en un callejón oscuro.
● Estoy en el momento de saberme desamparado.
Comprendo, con horror, que nunca, jamás, podré
preguntarse aquello que me intrigaba y me intriga.
Quizá por pudor, porque pudiera parecer una
obviedad, o porque los maestros simplemente me
dieron las respuestas a todas mis necias preguntas
con sus fotografías… Lo que dije, lo que no pregunté,
se ha ido para siempre.
● Y claro, cuando ya nada puedo hacer, me invade el
alma aquella rabia inconmensurable contra mí mismo
por haber sido un alumno inútil, que nunca estuvo a la
altura de sus maestros. Furia por no preguntar más,
por no ser impertinente y, al mismo tiempo, por no
haber sido más dócil. Enojo de haber dado por hecho
que todo es eterno, y de sumergirme ilusamente en el
carpe diem sin pensar que esas guías algún día
podrían no estar más. Como si el simple hecho de ser
gigantescos los volviera irrompibles, eternos. Y luego
la irritación contra quien ha partido porque me
abandonó a mi suerte miserable. Coraje contra esos
ausentes, porque teniendo el tamaño de talento que
les tocó, no hicieron más, no trabajaron todavía más.
Como niño pequeño soy un auténtico tirano: no me
importa cuánto hubieran hecho, no fue suficiente. Me
importa muy poco que fueran también personas,
vulnerables, en su propio camino y que caían en la
cama agotados todos los días de sus vidas. Me sabe
a poco que hayan creado un cuerpo de obra sin
paralelo. Y los demonios internos de mis héroes, de
esos de los que casi nunca hablaban, ¿cómo lidiaron
con eso? Soy codiciosos, egocéntrico: solamente me
importo yo mismo. Nada ha cambiado, como cuando
me tenía sin cuidado si mi padre habían dejado de
comer algo para que yo lo hiciera, o que yo
despreciara los zapatos que me había comprado por
capricho mientras los suyos tenían un agujero que
nadie veía. Y es que, en el fondo, no dejo de ser un
infante que no piensa que detrás de la leyenda de mis
maestros hubo seres humanos frágiles, a quienes les
afectaba la crítica, que se sintieron frecuentemente
incomprendidos, que también fueron abandonados
por sus propios mentores y que quedaron a la deriva
y en búsqueda de sus propias respuesta. Me lleno de
furia contra mi cortedad y parecería que no tengo más
remedio que el de sumirme, desconsoladamente, a
llorar. y están a la deriva buscando sus propias
respuestas en los caminos más insospechados. Nos
enoja nuestra poquedad, pero nos asusta la fragilidad
de nuestros héroes. No hay más remedio, que
sumirme desconsolado en el llanto.
● -0-
● Pero, a veces, olvido que mis grandes maestros no
siempre fueron especialmente elocuentes, y que su
deber era exigirme. Criticaban duramente lo que yo
creía, ingenuamente, grandioso. Paso por alto, con
facilidad, que sus mayores enseñanzas ya me las
dejaron en sus fotografías. Que esas imágenes dicen
lo que tienen que decir, porque las hicieron grandes
codificadores de mensajes visuales. Sus palabras
sobraban cuando ya habían dicho con la maestría
inigualable de sus ojos lo que sus bocas no podían o
no debían. Cuando yo apenas balbuceo, inepto y
risible aprendiz de brujo, ellos ya eran versados
hechiceros supremos de lo iconográfico.
● Entonces, quizá aquellas preguntas que se quedaron
en el aire no había que formulárselas a sus
creadores, sino hay que dirigirlas a las propias fotos
porque ahí están las respuestas. En ellas están
destiladas todas mis preguntas, los consuelos y los
miedos de mis maestros idos.
● Algo me legaron: aquella luminiscencia resguardada
en cada una de sus fotografías. Esas imágenes son
auténticas farolas que puedo llevar cuando recorro las
sendas más oscuras.
● A pesar de todo, de un modo u otro soy descendencia
creativa de nuestros héroes. Me guste o no, lo acepte
o no, me sienta indigno, soy obra también, fruto de
esos mentores. Porque la grandeza de un ser
humano no solo se mide en la obra que dejó, sino en
su modo de inspirar a los demás. Soy, también,
legado suyo. Es mi obligación hacer que mis
maestros vivan con dignidad y honra a través de mi
propia cámara, de mis ojos. Y que mis propios pupilos
conozcan y respeten a sus ancestros, aquellos
predecesores que tuvieron una visión particular,
única, del mundo, y que ahí estuvo su inmensidad.
Ahora, me toca tomar prestado algo de su mirada,
pero he de asumir mi camino, de saber andar mis
propias calzadas, de enfrentar mis propios peligros. Y
hacerlo como nadie más puede.
● No hay manera de evitar el quebranto de haberlos
perdido. Pero gracias a ellos la fotografía es más
vasta, más plena, más grande. Su trabajo ha
ensanchado los panoramas de la imagen, han
desafiados los límites del medio; han conquistado
terras ignotas a las que nadie se había atrevido ni
siquiera a asomarse.
● Estos héroes, los de corazones grandes,
seguramente no querrían mi tristeza. Peor aún: de
nada les serviría mi desdicha. Es el momento de
alegrarme porque pude compartir un trecho del
camino con ellos y saber que si no he tropezado más
es gracias a la luz que me compartieron durante un
trecho del camino. No es el momento de nostalgias ni
tribulaciones, sino de seguir mi ruta y honrarlos con
mis fotos, aunque no valgan nada. Con esas fotos
que no puede hacer nadie más que yo mismo. Porque
eso es lo que toca hacer cuando los héroes se van.
● (Para Valeria Caballero, con afecto.)

También podría gustarte