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M awh Bes tin “EL TEATRO | DEL ABSURDO Ne, a Martin Esslin naci6 en Busapesi, pero s edued en Austria, Bstudi6 Filosofia har eélebre academia teatral. donde obtuvo ef titulo de director. Aband Austria en 1938 y desde 1940 trabsja en lt BLB.C. como director, guiaaista y © inglés en la Universidat te Viena y fue alumno del Rei me _ , El llamado “teatro dei absurdo” es una de las manifestaciones eultnrales mix notables de la post-guerra. Como fendmeno sintondtire de una mentalidad 1m crisis, las porspectivas desis las que podeates plantear eu estudio son inn 4o’aborda 4 partir de Ja obra y La personalidad do sus principales ereadores y come parte dle una tradicidn Heraria europea que se renonta al teatro lating, Desile esta doble vertiente, noe olreve un estudio sélidamente fuadamentada, Henv dé merables, Martin Essiin, sin pretender em absoluto agotar et tema sugerencias, de hipdtesis, de esqeemas explieativos eon los que, mismo lo advierte, podemas no coin fn. en cualquier caso, ilustran Las variad simas facetas de este interesante fenaneno. El teatro del absurdo, puntualiza el autor en la introduccisin, ne eonstiluye una escuela, no se agrupe en torn » uy manifiesto @ cuerpo'de doetrina pre- establecide. Cais uno vuhivadores parte ca pleta soledad su prripe is exittencial. | ia una de ellos desiew Cuatro son kes figoras clave de La tendencia, y ae Esslin un capitulo det libro: Beckett, Adamov, lones cin dedicu Essiin un capitulo a tas seguidores del watro del aburdo. La Gltime parte del libro contiene wn estudia sobre a tradicién literaria del ny gran dlestecea expe oy Genet. A continua absurdo y su signifieade. Con abundante document sitiva, Esslin va trazindonos un breve cuadro de ls literatura del abeurdo, en todos los paises 5 teas las épocas, Desde el mimus romano a In commedia elarte, ios dadassts:, tos supervealistas y la literatura del non-sense de Carroll con su inez:la sutil de infantilismo y crucldad, contemplamos la vasta tradi- cidn que respalda, si eli fuera necesario, las creaciones de los dram)sturgos dle nuestros dias.« Mh! ec NUCB TITULOS PUBLICADOS 101. Frederick J, Hoffman: ILa Novela Moderna em Norteamérica (1900-1950). 103.+1.S, Eliot. Funeién de la Pocsta y Fu ién de la Critica. 105.- Italo Sveve: La Coneieneia de Zeno. ‘T Landolf: La Piedra Lunar. Alain Robbe-Grillet: La Doble Muerte del Profesor Dupont. 108. - Alain Robbe-Grillet: Bl Min (Le Voyeur). Marguerite Duras; Dias enteros en las ra- 111. «José M? Castellet: La Hora del Leetor. 112. Juliin Cillego: Mi Portera, Paris y el Arte. 11S. Henry Green: Amor. Lid. -J. £. Citlot: Cubismo y Figuracion. 115. « Juan Ferraté: Teoria det Poema. 116.- Henry Miller: El Colaso de Marusi. 4117.-M, Duras: El Square. 119.- Joan Fuster: El Deserédito de Is Realidad. 121. Michel Butor: El Empleo del Tiempo. 122,-Carson McCullers: La Balada del Café ‘Triste. 128. -Juan Marichal: La Volantad de Es 124, - Cesare Pavese: La Pl 125... Flaiao: Diario Nocturne. 126. Alain Robbe-Grillet: La Celosia. 127.- Hugo Friedrich: Estructura de ta Lirtea Moderna. Jorge Guillén: Viviendo y otros poemas. Lionel Trilling: A In mitad de? camino. Roger Catllois: Teorta de los Juegos. Max Frisch: No soy Stiller. José Ferrater Mora: Ortega y Gasset. HE, Holthusen: EI Buque. Mario Pomilio: El Testigo. sis Fernindes Santos: Cabeza Rapada. 187.~ Alberto Gil Novales: Las Pequetias Atlin tidas 4138.-Ernst Robert Curtius: Ensayos eriticos acerea de Literatura Europea (Tomo J). 139.-Emst Robert Curtius: Emsayos eriticos ratura Europea (Tomo Il). 10. - José M! Valverde: Cartas «un era escép- tico en materia de arte moderno. AS. Heinrich Boll: Casa sin amo, 144. - Carlos Droguett: Eto; Jaime Gil de Biedma: Céntico: El mundo y la poesia de Jorge Guillén 146. Werner Hofmann: La Escultura del si- glo XX. Juan Goytisol Tose M* Castel ola (1939-1959). arson MeCallers: Frankie y 1a boda, 152: Juan Mersé: Encerrados con un solo ju- guete, 153. - Armando 16 Caminande por Michel Butor: 155. - Boris de Schloczer y Marina Seriabine: Pro- blemae de Ia Masiea Moderna. ‘Angus Wilton: Actitudes Anglosajonas. Serrano Poncela: Un Olor a Crisantemo. 158. - Hugues Panassié: Historia del verdadero Jan, 159. Jost. Lis Aranguren: La juventud europea y otros entayos. 160. « Guillermo de Torre: La aventura estética de nuestra o€ad. Io. ra y otron relatos. ‘ampos de Nijar. inte afios de poesta {Dorso) PF EL TEATRO DEL ABSURDO NUCG AM fOZ MARTIN ESSLIN EL TEATRO DEL ABSURDO x BIBLIOTECA BREVE EDITORIAL SEIX BARRAL, S. A. BARCELONA, 1966 Ppl /B 61 pe TIE /966 ‘Titulo de la edicién original: THE THEATRE OF THE ABSURD Eyre & Spottiswoode, Londres, 1964 Traduccién de Manuel Herrero © dela edicién original: Martin Esslin, 1961 © de los derechos en lengua castellana y de la traduccién espaiiola : EDITORIAL SEIX BARRAL, S. A. - BARCELONA, 1964 Primera edicién (Primer a tercer millar), 1966 Depésito Legal B. 10.406 - 1966 - Num. de Registro 6.145 - 64 Printed in Spain PREFACIO Vamos a iratar en este libro de una faceta del desarrollo del teatro contempordneo, concretamente de las formas dramdticas que se asocian a los nombres de Samuel Beckett, Eugene Iones- co, Arthur Adamov, Jean Genet y muchos escritores de van- guardia en Francia, Gran Bretaria, Italia, Espafta, Alemania, Estados Unidos y otros paises. La vida de los libros de teatro es efimera. En los estantes de muchas librerias vemos el aspecto de abandono que ofrecen las autobiografias de los grandes actores y las colecciones con las piezas mds importantes de los ultimos afios. Nunea hubiera escrito este ensayo, si no estuviera convencido de que la impor- tancia del fendmeno teatral al que nos referimos trasciende los estrechos limites de la critica dramdtica. Ya que el teatro, a despecho de su eclipse aparente tras el auge de los “mass media”, conserva una importancia inmensa, y que incluso va en aumento, precisamente por el desarrollo del cine y la tele- vision. En efecto, los “mass media” son demasiado aparatosos y cares para permitirse demasiados ensayos e innovaciones, Por muy restringido que pueda ser el alcance y el ptiblico del teatro, es sobre las tablas donde los actos y los guionistas de los “mass media” adquieren experiencia y prueban el maierial que mds tarde van a utilizar. El teatro de vanguardia de hoy es, quizd la influencia mds poderosa para configurar los “mass media” de mafiana, que a su vez ejercen gran influjo sobre las ideas y la sensibilidad del hombre occidental. El fenémeno teatral de que. nos vamos a ocupar no con- cierne, pues, solamente a un reducido circtulo de intelectuales. Nos puede ofrecer un nuevo lenguaje, nuevas ideas, nuevos caminos y una nueva y vital filosofia destinada a transformar, ano muy largo ptazo, los modos de pensar y sentir de un vasto ptiblico. Ademds, la comprension de esta técnica teatral, todavia os- cura para muchos criticos, creo contribuiria a esclarecer ten- dencias actuales de pensamienio en otros campos, o al menos @ mostrar cémo una convencién de esta especie es reflejo de las transformaciones sufridas por la ciencta, la psicologia y la filosofia en el tiltimo medio siglo. El teatro, un arte de base mds amplia que la poesia o la pintura abstracta, sin por eso ser, como los “mass media”, producto colectivo de empresas comerciales, es el punto de interseccién donde las corrientes projundas del pensamiento que cambia alcanzan por primera vez un ptiblico numeroso. Se ha dicho que el teatro del absurdo acoge tendencias que ya se manifestaron en la literatura més esotérica de finales del siglo pasado y principios del presente (Joyce, surrealismo, Kafka), 0 en la pintura de la primera década de este siglo (cubism10, pintura abstracta). Ast es, en efecto. Pero el teatro no puede ponerlas ante un publico numeroso, hasta que estas tendencias hayan tenide tiempo de incorporarse a una con- ciencia mds amplia. Y, como pretendemos demostrar aqui, el teatro puede dar su propia y original coniribucion a este nuevo arte. Este estudio, pues, trata de definir la convencién denominada teatro del absurdo, exponer el trabajo de algunos de sus me- jores elementos, aportar una elucidacién y un andlisis de la intencionalidad y significado de sus piezas mds importantes; presentar un niimero de escritores de vanguardia poco cono- cidos y que trabajan con idénticos 0 parecidos supuestos escé- nicos, mostrar cémo esta técnica, a veces reducida a la mera busqueda de la novedad a toda costa, contiene en si un gran mimero de tradiciones teatrales y literarias muy antiguas y respetables, y finalmente indicar cémo su significado es una de las manifestaciones mds representativas de ta situacién del hombre occidental de hoy. Acertadamente se ha dicho que un critico que desee com- prender debe, ante todo, amar profundamente, aunque sea por un breve instante. Este libro estd escrito desde la perspectiva de un critico que tuvo algunas experiencias memorables pre- senciando y leyenda las piezas de los dramaturgos del absurdo; que estd convencido de que tal corriente teatral es importante, significativa, y que ha producido algunas de tas realizaciones dramaticas mds admirables de nuestro tiempo. Por otra parte, si la dedicacién exclusiva del libro a este tipo de teatro da la impresién de que su autor es inicamente partidario de esta convencidn, y que no tiene interés por las demds fdrmulas teatrales, sélo se debe a una deliberada limitacién temdtica. El auge de esta nueva, original y valiosa convencién escénica no destierra, en opinidn del critico, todo lo realizado antes, ni 8 invalida 1a obra de importantes dramaturgos del pasado, del presente y del porvenir en otras formas teatrales. Es pronto atin para discernir con claridad si el teatro del absurdo se desarrollard como género dramdtico independiente 0 si, por el contrario, algunos de sus hallazgos formales y lin- gilisticos se fundirdn en una tradicién mds amplia enrique- ciendo el vecabulario y los medios expresivos del teatro en general; en ambos casos merece la mds seria atencion. Para escribir esta obra he recibido gran ayuda por parte de algunos de los autores en ella estudiddos. Las reuniones con los dramaturgos han sido experiencias muy interesantes,; ellas mismas han constituido una compensacion para escribirlo. Es- toy profundamente conmovido por su cortesia y sinceramente agradecido, en especial a Mr. Samuel Beckett, M. Arthur Ada- mov, M. y Mme. Eugene Ionesco, Sr. Fernando Arrabal, Sr. Ma- nuel de Pedrolo, Mr. N. F. Simpson y Mr. Harold Pinter. Igualmente he contratdo una gran deuda con Mr. Eric Bent- ley, en el cual se unen una gran erudicién y un enorme entu- siasmo por el teatro, y sin cuya ayuda este libro no hubiera sido escrito; a Mr. Herbert Blau, del Actors’ Workshop de San Francisco; Mr. Edward Goldberger; Mr. Christopher Hol- me; Sr. F. M. Lorda; y Mr. David Tutaev por lamar mi aten- cién hacia escritores y obras que caen dentro del proposito de este estudio y por el préstamo de valiosos libros y manuscritos, gracias también a la Sra. Connie Martellini Ricono, Mr. Charles Ricono, Miss Margery Withers, Mr. David Schendler, Mrs. Ceci- lia Gillie y Mr. Robin Scott por ayudarme permitiéndome el acceso a una informacién y un material sumamente valioso, y a Miss Nancy Twist y Messrs. Grant y Cutler por su ayuda bibliografica. Por tiltimo, a mi esposa por su apoyo y sus constructivas criticas. Martin ESSLIN Londres, marzo de 1961 INTRODUCCION Absurdidad del absurdo FE] 19 de noviembre de 1957 un grupo de inquietos actores se preparaba para salir a escena. Eran los miembros de la Academia de Actores de San Francisco. El ptiblico ante el que iban a actuar estaba formado por 1.400 presos de la Peniten- ciaria de San Quintin. Nadie habia representado alli desde que Sarah Bernhardt lo hizo en 1913. Ahora, cuarenta afios des- pués, la obra escogida, principalmente por no tener papeles femeninos, era Esperando a Godot, de Samuel Beckett. No es, pues, de extrafiar que los actores, y Herbert Blau, el director, estuvieran recelosos. ¢Cémo iban a presentarse ante uno-de los mas diffciles auditorios del mundo con una obra tan marcadamente oscura e intelectual y que casi habia pro- ducido tumultos en los mas sofisticados ptitblicos de Europa Occidental? Herbert Blau decidié preparar al auditorio de San Quintin para lo que iba a presenciar. Comparecié en el esce- nario y se dirigié al repleto y oscuro comedor Norte, conver- tido en un mar de vacilantes cerillas que los presos lanzaban por encima del hombro después de haber encendido sus ciga- rrillos. Blau comparé la obra con una pieza de musica de jazz: “a la cual uno debe estar atento para descubrir en ella todo lo que uno crea poder descubrir”. Del mismo modo tenia la esperanza que habria diversas interpretaciones, diversos signi- ficados personales para cada uno de los asistentes a Esperando a Godot. El telén se alz6, la obra dio comienzo. Y aquello que habia desconcertado a los sofisticados auditorios de Paris, Londres y Nueva York, fue inmediatamente asimilado por un publico de presos. E] escritor de Rectierdos de un estrenista (Memos of a First-Nighter), en las columnas del periddico del penal, el “San Quentin News”, dijo: “E] trio de forzudos, de prominentes biceps, que habia plan- tado sus 642 libras en el pasillo, esperaban que saliesen chicas i y cosas divertidas, Cuando esto no ocurre manifiestan su enojo y en voz alta empiezan a decir que en cuanto se apaguen las luces se largan. Estaban en un error. Escucharon y observaron dos minutos mds y se quedaron. Se quedaron hasta el final. Estaban temblando”'. 0 como refiere el autor del editorial del mismo periddico, bajo el titulo “El grupo San Francisco deja al auditorio de San Quintin esperando a Godot”. “Cinco minutos después de empezada la representacién, todos los que habian pensado que era preferible representar en pri- mer lugar una obra menos polémica, vieron aliviados sus te- mores” ?, Un periodista del Chronicle de San Francisco, que estuvo presente, hizo notar que los presos no encontraron Ja obra dificil de entender, Uno de ellos le dijo: “Godot es la sociedad”, otro: “Es el exterior” *. Uno de los maestros de la prisién es citado diciendo: “Ellos saben lo que significa esperar..., sabian que si por fin Godot hubiese legado, habria sido un engafio” +. Bl editorial del periddico de la prisién indicaba la claridad con la que su autor habia comprendido la pieza: “Era una expresién simbdlica, encaminada a evitar todo error personal, de un escritor que esperaba que cada miembro del publico sacase sus propias conclusiones y cometiese sus propios errores. La obra no hace expresamente ninguna pre- gunta, no fuerza al espectador a ninguna moral dramatica, no alimenta ninguna esperanza concreta... Todavia esperamos a Godot, continuamos esperdndole. Cuando la escenografia se oscurezca y la accidn se vuelva demasiado lenta nos vamos a llamar mutuamente por el nombre, y vamos a jurar mar- charnos para siempre, pero entonces ya no habra sitio donde ints. Se dice que el propio Godot, asi como giros, frases y perso- najes de la obra, han venido desde entonces a formar parte del argot privado y la mitologia institucional de San Quintfn, San Quentin News, San Quintin, California, 28 noviembre 1967. Theater Arts, Nueva York, julio 1938 San Quentin News, 28 de noviembre de 1957. gusgsner 12 éPor qué una obra de la supuestamente esotérica vanguar- dia causé un impacto tan inmediato y hondo en un publico de presos? ¢Por qué les enfrenté con una situacién en cierta medida andloga a la suya? Quizds. O quizds, porque estaban desprovistos de sofisticacién y, en consecuencia, présenciaron la obra sin ideas preconcebidas, sin nociones de antemano, de modo que evitaron el error en cl que incurren muchos criticos conocidos, que condenan la pieza por su falta de trama, desa- rrollo, caracteres, o simplemente sentido comin. Lo cierto es que no se puede acusar a los presos de San Quintin de snobis- mo, como se ha hecho con gran parte del publico de Esperando a Godot, al que se ha acusado de pretender apreciar una obra que ni siquiera habian comenzado a comprender, sdlo por guardar las apariencias. La acogida dada en San Quintin a Esperando a Godot y el caluroso aplauso a obras de Ionesco, Adamov, Pinter y otros, atestiguan que estas piezas, arrogantemente rechazadas a me- nudo como mixtificaciones sin sentido, tienen algo que decir y pueden ser entendidas. Gran parte de la incomprensién con que las obras de este tipo son todavia recibidas por los criti- cos y comentaristas teatrales, y parte de la perplejidad que han causado, la cual ellos mismos contribuyen a incrementar, proviene del hecho de que forman parte de una corriente nueva, de una convencién escénica todavia en desarrollo, que aun no ha sido suficientemente entendida y a duras penas definida. Inevitablemente las obras escritas de acuerdo con esta nueva Convencion, al ser juzgadas con otros criterios y normas, resul- tardn insolentes imposturas. Si une pieza bien hecha ha de fener un argumento inteligentemente construido, éstas no tie- nen historia o argumento que referirnos; si una obra es juzgada buena por la sutileza de sus caracteres y motivaciones, éstas se hallan a menudo desprovistas de personajes reconocibles y presentan ante el piblico mufiecos mecanicos; si uma obra - bien hecha ha de tener un tema completamente explicable, claramente expuesto y finalmente solucionado, ¢stas a menudo no tienen ni principio ni fin; si una obra bien hecha ha de ser espejo de la naturaleza y retratar las maneras y manierismos de la época en bellos y cuidados sketchs, éstas a menudo parecen ser reflejo de suefios o pesadillas; si una obra bien hecha se basa en ingeniosas réplicas y agudos didlogos, éstas mo tienen mds que chachara incoherente. Las obras que aqui nos interesan persiguen fines muy dis- tintos de los del teatro convencional y, por tanto, usan métodos distintos. Sélo pueden ser juzgadas por los canones del Teatro- 13 del Absurdo, que en este libro nos proponemos esclarecer y defini: Quisiéramos, no obstante, hacer hincapié en el hecho de que los dramaturgos, cuya obra vamos a estudiar, no forman parte de ninguna escuela 0 movimiento proclamado por ellos mismos y de la que sean conscientes. Por el contrario, cada uno de estos escritores es una individualidad, y se contempla a si mismo como un solitario, encerrado y aislado en su mundo particular. Cada uno de ellos accede de manera peculiar a los conceptos de materia y forma, tiene sus propias raices, fuen- tes y transfondo. Si ademas, a pesar de ellos mismos, se apre- cia con claridad lo que tienen en comiin, es porque su trabajo refleja sensiblemente las preocupaciones y ansiedades, las emo- ciones y el pensamiento de muchos de sus contempordneos del mundo occidental. No queremos decir que sus obras sean representativas de actitudes de la masa. Constituye una simplificacién abusiva Suponer que cada época presenta un patrén de comportamiento homogéneo. La nuestra, con mas claridad que otras, es una época de transicién, que muestra un panorama a un tiempo confuso y estratificado: Creencias medievales todavia vigentes, envueltas en el racionalismo del siglo xvur y el marxismo del xix, estremecida por stibitas erupciones volcdnicas de fana- lismos prehistéricos y primitivos cultos tribales. Cada uno de Jos componentes del patrén cultural de la época encuentra su propia expresi6n artistica. El Teatro del Absurdo, sin embargo, puede ser considerado como exponente de lo que parece ser actitud mas genuina de nuestro tiempo. El eje de esta actitud es su sentido de que las certidumbres y supuestos fundamentales e inamovibles del pasado, han sido barridos, han sido puestos a prueba y han resultado ineficaces han tenido que ser descartados por lo que tenfan de oropel, Por ser algo asi como ilusiones infantiles. El declive de la reli- gion fue enmascarado hasta el final de Ja segunda guerra mun- dial por substitutivos como la fe en el progreso, los naciona- lismos 0 diversas falacias totalitarias. Todo esto se vino abajo con la guerra. En 1942 Albert Camus exponia la cuestién con toda claridad: ya que la vida habfa perdido todo sentido. ¢Por qué el hombre no podfa tratar de escapar por medio del suici- dio? En una de las mas penetrantes busquedas de nuestro tiem- po, El Mito de Sisifo, Camus trata de diagnosticar la situacién del hombre en un mundo de creencias destrozadas: “Un mundo que pueda ser explicado por razonamientos, aunque defectuoso, es un mundo familiar. Pero en un universo 4 que stibitamente se ve privado de ilusiones y de luz, el hombre se siente como un extranjero. Es ‘el suyo un exilio irremediable, ya que est4 falto de los recuerdos de una patria perdida, asi como de Ja falsa esperanza de una tierra prometida que se aproxima. Este divorcio entre el hombre y su vida, el actor y sus decorados, constituye ciertamente el sentimiento del ab- surdo” ®. “Absurdo” significa originalmente, en un contexto musical, “sin armonia”. De aqui su definicién segtin el Diccionario; “sin. armonfa con la razén, incongruente, no ranozable, ildgico”. En. el lenguaje corriente, “absurdo” puede significar simplemente Tidiculo, pero no es éste el sentido empleado por Camus, ni el que empleamos nosotros al hablar del Teatro del Absurdo. En un ensayo sobre Kafka, define Ionesco lo que entiende por este término al decir: “Absurdo es lo desprovisto de propésito... Separado de sus raices religiosas, metafisicas y trascendentales, el hombre esta perdido, todas sus acciones se transforman en algo falto de sentido, absurdo, inutil” ". La angustia metafisica, originada por el absurdo de la condicién humana, es, en Ifneas generales, el tema de las obras de Beckett, Adamov, Ionesco, Geriet y los restantes escritores tratados en este libro. Pero no intentamos definir el Teatro del Absurdo exclusivamente por lo que pudiéramos considerar su tema. Idéntica idea sobre Ja falta de sentido de Ja vida, de la inevitable devaluacién de los ideales, de la pureza, de los fines, encontramos en gran parte del trabajo de dramaturgos como Giraudoux, Anouilh, Salacrou, Sartre y el mismo Camus. No obstante, estos escritores difieren de los dramaturgos del ab- surdo en un aspecto importante. Presentan la irracionalidad de la condicién humana, con un razonamiento altamente lu- cido y construido con toda ldgica, mientras que el Teatro del Absurdo hace lo posible por presentarnos esta misma idea y lo inadecuado de los mecanismos racionales, mediante el aban- dono sistematico de las convenciones tradicionales y el razo- namiento discursivo. Asi, Sartre y Camus, presentan este nuevo. contenido ideoldégico vali¢ndose de la antigua convencién escé- nica, mientras el Teatro del Absurdo va més all4 y trata de lograr una unidad entre sus suposiciones bdsicas y la forma en gue se expresan, En cierto sentido, el teatro de Sartre y . Camus, Le Mythe de Sisyphe (Paris, Gallimard, 1942), pag. 18. i Sugens foneseo, Dans les armes de la Villes, Cahiers de la Com= pagnie Madeleine Renaud-Jean Louis Barrault, no 20, octubre 1957. 15 Camus es, en términos artisticos, no filoséficos, menos adecua- do como expresién de su filosofia que el Teatro del Absurdo. Si Camus sostiene que en nuestra desilusionada época él mundo ha dejado de tener sentido, lo hace con el estilo racio- nal, elegante y discursivo de un moralista del siglo xvi, en obras cuidadas y de perfecta estructura. Si Sartre defiende que la existencia es anterior a la esencia y que la personalidad humana puede ser reducida a pura poten: cialidad, y libertad de eleccién en cualquier momento, nos presenta estas ideas en obras a base de personajes brillante- mente trazados y enteramente consistentes, lo cual viene a reforzar la antigua conviccién de que cada ser humano posee un nticleo esencial inmutable, de hecho un alma inmortal. La brillantez estilistica de ambos, Sartre y Camus, implica una aceptacién tacita de la validez de la légica para ofrecernos soluciones, de que el andlisis del lenguaje nos conducira al descubrimiento de conceptos basicos, ideas platonicas, Los dramaturgos del absurdo estan tratando de evitar, por instinto e intuicién, esta contradicci6én interna. El Teatro del ‘Absurdo ha renunciado a argiiir sobre lo absurdo de la condi- cién humana, se limita a presentarlo en imagenes escénicas concretas. Esta es la diferencia metodologica entre el filésofo y el poeta; la diferencia que existe, para dar un ejemplo a otro nivel, entre la idea de Dios en las obras de Tomas de Aquino o Spinoza y la intuicién de Dios en San Juan de la Cruz o el Maestro Eckhart, la diferencia entre teorfa y vivencia, Este esfuerzo por integrar fondo y forma es lo que separa al Teatro del Absurdo del Teatro Existencialista. También debemos diferenciarlo de otra tendencia impor- tante y paralela del teatro francés contemporaneo, igualmente preocupado por el absurdo y la incertidumbre. de la condicion humana. Se trata de la “vanguardia poética”, en la que se agrupan escritores como Michel de Ghelderode, Jacques Audi- berti, Georges Neveux, y en la joyen generacién, Georges Sche- hadé, Henri Pichette y Jean Vauthier, por citar algunos de los més significativos. La “vanguardia poética” se basa en Ja fan- tasia y la realidad de los suefios tanto como el Teatro del Absurdo; tampoco hace caso a los axiomas tradicionales como unidad bdsica de accién, consistencia de cada personaje o nece- sidad de una trama. Sin embargo, la “vanguardia poética” re- presenta una actitud distinta; més lirica y mucho menos vio- lenta y grotesca. Con respecto al Jenguaje, sus diferencias son atin mds importantes: la “vanguardia poética” se apoya de jmanera més amplia en un lenguaje conscientemente “poético”; 16 crea obras que son, efectivamente, una rica trama de asocia- ciones verbales. Por otra parte, el Teatro del Absurdo tiende hacia una radi- cal devaluacion del lenguaje, busca una poesia que ha de surgir de las imagenes concretas y objetivas del escenario. E] elemen- to lenguaje todavia juega un papel muy importante en su con- cepcién, pero lo que ocurre en la escena trasciende, y a me- nudo contradice, el didlogo, En Las sillas, de lonesco, por ejemplo, el poderoso contenido poético de la obra no se apoya en la banalidad del texto que recitan los actores, sino en el hecho de que va dirigido a un mimero, cada vez mayor, de sillas vacias. De este modo el Teatro del Absurdo es parte del movi- miento “antiliterario” de nuestro tiempo, que ha hallado su expresién en la pintura abstracta, por ejemplo, que rechaza los elementos “literarios de los cuadros”; o en el “nouveau roman” en Francia con su seguridad en la descripcién de los objetos, su desprecio por la empatia y el antropomorfismo. No es ninguna coincidencia el que, al igual que todos los movimientos y esfuerzos destinados a crear nuevas formas de expresion artistica, el Teatro del Absurdo deba situarse en Paris. \ Esto no quiere decir que sea una corriente esencialmente francesa. Se halla ampliamente basado en la tradicién cultural de Occidente, en paises como Gran Bretafa, Espafia, Italia, Alemania, Suiza, EE.UU. e igualmente Francia. Ademas, sus autores mds destacados viven en Paris y escriben en francés, pero no son franceses. Como eje del movimiento cultural moderno, Paris es mas un centro internacional que francés, acttia como un iman atra- yendo a artistas de todas las nacionalidades, que buscan la libertad para su trabajo y poder vivir su inconformismo sin estar obsesionados por la necesidad de mirar por encima de sus hombros para ver cual de sus vecinos se escandaliza. Este es el secreto de Paris como capital del mundo de los individua- listas. Alli, en una ciudad de cafés y pequefios hoteles, es posi- bie vivir con facilidad y sin ser moléstados. Esta es la razon por la que un cosmopolita de origen incier- to como Apollinaire, espafioles como Picasso y Juan Gris, rusos como Kandinsky y Chagall, rumanos como Tzara y Brancusi, americanos como Gertrude Stein, Hemingway y E. S: Cand mings, un irlandés como Joyce y otros muchos, procedentes de las cinco partes del mundo, pudieran encontrarse en Paris y dar forma'a los movimientos artisticos y literarios modernos. El Teatro del Absurdo emana de Ja misma tradicién y se ali- Bi Teatro del absurdo. menta de las mismas rafces. Un irlandés, Samuel Beckett; un rumano, Eugene Ionesco, y un ruso de origen armenio, Arthur Adamov, no sélo encontraron en Paris la atmésfera que les permitié experimentar con plena libertad, sino ademds opor- tunidades para poder realizar su obra. i Las normas escénicas y de produccién en los pequefios teatros de Parfs son criticadas a menudo como superficiales y descuidadas. Realmente esto ocurre algunas veces; pero el hecho es que no existe otro lugar en el mundo donde se puedan encontrar tantos hombres de teatro de primera clase, con valor e inteligencia suficientes como para imponer los experimentos de los nuevos dramaturgos y ayudarles a adquirir una técnica teatral sdlida, desde Lugné-Po’, Copeau y Dullin, hasta Jean- Louis Barrault, Jean Vilar, Roger Blin, Nicolas Bataille, Jac- ques Mauclair, Sylvain Dhomme, Jean-Marie Serreau y muchos mds, cuyos nombres estan indisolublemente ligados al auge de gran parte del mas valioso teatro contemporaneo. En el mismo orden de importancia, Paris tiene un ptiblico receptivo y consciente, capaz y avido de asimilar nuevas ideas. Esto no quiere decir que las primeras representaciones de algunas de las obras mds sorprendentes del Teatro del Absurdo no provocasen demostraciones hostiles, 0 en principio se repre- sentasen con la sala vacfa. Sea lo que fuere, estos escdndalos eran la expresién de una apasionada inquietud e interés y aun las salas mas vacias contenian los suficientes entusiastas como para proclamar en voz alta y de modo efectivo los méritos de Jos originales experimentos de los que eran espectadores. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias favorables, inherentes al fértil clima cultural de Paris, el éxito del Teatro del Absurdo, logrado en un corto lapso de ticmpo, contintia siendo uno de los aspectos mds sorprendentes de este fend- meno, ya de por si asombroso. Estas obras extrafias y enig- mAticas, tan claramente desprovistas de las tradicionales atrac- ciones del drama “bien hecho”, habifan de alcanzar, en menos de una década, los escenarios de todo el mundo, desde Finlan- dia hasta Japén, desde Noruega a la Argentina, y estimularian una gran cantidad de trabajo, con idénticos supuestos escéni- cos, lo cual representa una prueba contundente y empirica de Ja importancia del Teatro del Absurdo. Fl estudio de este fendmeno desde el punto de vista lite- yario, como técnica teatral y manifestacién del pensamiento de una época, debe emprenderse a partir del estudio de sus obras. Sdlo entonces pueden ser comprendidas como partes de una vieja tradicién que, a veces sumergida, puede recorrerse hasta la Antigiiedad. Una vez que este movimiento literario 18 actual haya sido encajado dentro del contexto histérico, se podra intentar una determinacién de su significado y establecer Ja importancia que le corresponde dentro de la estructura del pensamiento contemporaneo. _ Un publico condicionado por una cierta convencién aceptada, tiende a recibir el impacto de experimentos artisticos a través de un filtro de criticas tépicas, de suposiciones y puntos de referencia Preestablecidos, lo cual es el resultado natural de Ja educacién de su gusto artistico y capacidad de percepcién. Este | armazén de valores, admirablemente suficientes para ellos mismos, sdlo produce resultados desorientadores cuando se enfrenta con una convencién nueva y revolucionaria; nace una contradiccién violenta entre las impresiones, que induda- blemente se han recibido, y las criticas prefijadas que excluyen de forma tajante Ja posibilidad de que tales impresiones hayan podido sentirse. De aqui la frustracién e indignacion, causa- das siempre por las obras escritas bajo esta nueva convencién, Este libro se propone establecer un esquema de réferencia que muestre las obras del Teatro del Absurdo dentro de su propia concepcién, de modo que su propésito y su fuerza pue- dan ser tan patentes para el lector como lo fue Esperando a Godot para los presos de San Quintin. CAPITULO PRIMERO SAMUEL BECKETT La buisqueda del yo En su tltima voluntad y testamento, Murphy, el protago- nista de la primera novela de Samuel Beckett, ordena a sus hherederos y albaceas que pongan sus cenizas en una bolsa y las leven al “Teatro Abbey, calle Lr. Abbey, Dublin..., al lugar al que el magnifico y bondadoso Lord Chesterfield denomina de las necesidades, en donde ha pasado sus mejores horas, a la derecha segin se baja a la platea..., y que se tire de la cadena sobre ellas, a ser posible en el transcurso de una repre- sentacién!. Este hecho simboliza el auténtico sentido irre- verente del anti-teatro, y al mismo tiempo nos descubre el lugar donde el autor de Esperando a Godot recibié sus prime- ras impresiones del tipo de drama que él rechaza lamandole “Ja grotesca falacia del arte realista’, “esta miserable exposi- cién lineal y superficial”, “la vulgaridad gacetillera de una lite- ratura de anotaciones marginales”*. Samuel Beckett, hijo de un calculista de materiales, naci6d en Dublin en 1906. Al igual que Shaw, Wilde y Yeats, provenia de la clase media protestante irlandesa, y aunque mas tarde perdiera su fe, se educé “casi como un cudquero”, como ¢] mismo dijo en cierta ocasién’. Se ha sugerido que la preocu- pacién de Beckett por los problemas del ser y la identidad del yo viene dada por la perpetua e inevitable preocupacién de los anglo-irlandeses por encontrar una respuesta a la pregunta “equién soy yo?”, Pero aunque haya algo de verdad en ello, esté muy lejos de proporcionarnos una explicacién satisfac- toria de la profunda angustia existencial que es la nota clave en la obra de Beckett y que tiene evidentemente origen mas en su personalidad que en su condicién social. inky ,Sgmuel Beckett, Murphy (Nueva York, Grove Fress, sin fecha), pé- gina ang, peumuel Beckett, Proust (Nueva York, Grove Press, sin fecha), p- gina 57, « 3 Samuel Beckett, citado por Harold Hobson,

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