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Teórico Nº 2
Imagino que Florencia les habrá aclarado que tratamos todos los años
de cambiar el programa, de plantear una tematización discursiva, la problemática de
algún motivo, en los distintos géneros que configuran el sistema canónico de las letras
españolas del Siglo de Oro. Al decir Siglo de Oro nos referimos concretamente a los
siglos XVI y XVII. La secuenciación del programa, como habrán visto, comienza con la
sección de lírica; luego uno de los géneros consagrados por excelencia del
Renacimiento y el Barroco: la épica (género altamente cultivado por las sociedades
imperiales por lo que es lógico que en la España de la conquista haya sido uno de los
ejes vertebradores de su propio sistema cultural); una parte dedicada a la narrativa; y,
finalmente, el teatro.
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Lepanto, a nadie se le ocurre pensar en tener que explicar cuándo o entre quiénes fue la
Batalla de Lepanto. Esto marcaba una diferencia porque no todos tenían un recorrido
igualmente solido en la formación previa. Por esto nos pareció útil. Ayuda a re-
contextualizar y a reponer en su cabal extensión las afirmaciones críticas e
historiográficas que se hacen.
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elige a Garcilaso de la Vega, por qué todo abordaje de la lírica del Siglo de Oro parte de
Garcilaso, no podríamos soslayar el punto central de su vinculación y de su figura con
la corriente denominado petrarquismo. El petrarquismo ingresa en España y produce un
cambio en el propio sistema de códigos expresivos de la lírica al uso en ese entonces,
transformándose en la fuerza motriz que va a transformar a todos los poetas y tratadistas
de los dos siglos subsiguientes. Desde Juan del Encina a Francisco de Quevedo todos
los corpora poéticos de entonces, todos los cancioneros que se editen, toda la poesía
que se publique o que circule como pliego, va a estar atravesada por algún tipo de
posicionamiento y por algún tipo de reflexión frente al legado petrarquista.
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estrictamente italianos, hay que incorporar –al modelo original– el amplísimo conjunto
de sus imitadores.
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Ante esta problemática, Bembo recapacita y dice que las únicas dos
cosas comunes que se encuentran en ese entonces son, por un lado, el lenguaje
burocrático, pero dice “inmundo” (siempre el lenguaje burocrático fue inmundo) y, por
otro lado, el lenguaje poético. Además, el lenguaje poético está expresado, transmitido,
reproducido, por artefactos culturales que los mismos seres humanos valorizan,
recuperan, recuerda: está consagrado a cierta vocación de eternidad venerable. Él
postula que hay que empezar a pensar en la idea de encontrar una unidad en la
diversidad que hay en la Italia de ese entonces a través de la lengua artística del
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Hay otra serie de metáforas que hablan de cómo tiene que ser la
imitación petrarquista que son biológicas o naturales. Por ejemplo: el símil de la abeja
que liba de muchas flores para producir un néctar propio y singular por el propio
trabajo. O el símil del sistema digestivo: comemos un montón de cosas y sale otra.
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continuamente está en tironeo con el pasado y el presente; es la cultura que acuña una
verdadera dialéctica entre antiguos y modernos, por ejemplo; es la cultura en que se
empieza a acuñar la ideal –o la ilusión– de progreso.
Dicho esto, ¿qué tenemos que tener presente de porque funciona tan
bien el petrarquismo para los españoles?, ¿por qué hubo tantos imitadores de Petrarca,
tantos continuadores, una vez que Garcilaso y Boscán importante el endecasílabo? En
primer lugar porque el petrarquismo que llega a España es un petrarquismo lirico.
Ustedes saben que Petrarca fue un gran poeta italiano, pero que también tiene otro tipo
de escritos –ensayos, tratados, obras en latín–. Pero el Petrarca que llega a España es el
Petrarca amatorio. El Petrarca que hoy día cualquier persona (que no ha pasado por
Filosofía y Letras y que no cursó Renacimiento) cree que es Petrarca: el poeta que le
canta a Laura, la vulgata.
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fueron más allá del Atlántico llegando a América, en España van a florecer las Letras, la
cultura. Habrá una relación especular entre la Conquista, el Imperio, la anexión del
continente americano y el florecimiento de las letras en la Península Ibérica. Ellos van a
plantear esta relación cultural como una relación cultural lógica: estaba “cantado” que
se iba a dar de este modo. Una vez que se entiende cómo funciona esta cosa delirante es
más que comprensible que muchos españoles empezarán a decir: “todo bien, pero ¿a ver
si el próximo Imperio es el americano y nosotros nada?”. Empiezan a desarrollarse una
serie de teorización para logar que el traslado del imperio y la cultura se detenga y
quede fijo.
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comunitaria. De ahí que la sociedad española sea una sociedad atravesada (rasgo que
para muchos es muy medieval) neuróticamente por la visión del otro y que acuñe, como
marca distintivita de sí, códigos típicamente hispánicos como el código del honor y del
a honra. Es decir: no importa saberse honrado si toda la comunidad me juzga como
deshonrado. Esta tensión entre el ser y el ser visto es típicamente hispánica.
¿Cuáles son los hitos inexcusables que tendríamos que tener en mente
de Petrarca? ¿De qué hablamos cuando hablamos de Petrarca y su lirica? En primer
lugar, tendremos que distinguir que el Petrarca originario no escribe ni sátiras, ni
epístolas, ni elegías, ni églogas. Pero en el petrarquismo español entran a rolete un
millón de églogas, elegías, otras formas que no necesariamente estaban presentes en el
modelo originario. Esto quiere decir que los imitadores fueron incorporando en la
corriente estética otro tipo de matrices expresivas que no estaban presentes en el texto
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de partida. El texto de partida tenía un conjunto acotado de formas, pero todos los
imitadores le fueron incorporando, al estilo de Petrarca, otras. Petrarca nunca compuso
églogas y, sin embargo, hay églogas consagradísimas –como las de Garcilaso– que son
de impronta petrarquista.
Esto quiere decir que el petrarquismo es una corriente estética que por
sobre las limitaciones expresivas del modelo originario, insufla en su propio sistema
lirico una serie de capacidades y potencialidades. Es decir: el petrarquismo es la ocasión
para que se puedan hacer églogas de temática amatoria de tales y cuales características
al estilo de Petrarca. El petrarquismo es un movimiento dignificante de un montón de
matrices y moldes que estaban en desuso o que se inventaron en ese momento. Por
ejemplo: al amparo de Petrarca, se regenera el gusto por los acrósticos y otras formas
mucho menos conocidas hoy en día.
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inclusa cambia el título o núcleos semánticos centrales del título. En la versión primera
se piensa en un libro (como un círculo perfecto, cerrado); en cambio, en la versión que
queda consagrada próxima a su muerte, se recupera la noción de fragmento: la escritura
siempre está a atrás de esa totalidad que se percibe. No hay modo de acompasar
existencia y escritura y la maduración, quizás por la inminencia del propio deceso, es lo
que lleva a meditar a Petrarca, que lo que está legando, no es una totalidad sino un
bosquejo de distintos momentos e instancias de la propia vida. Es decir que lo que
queda consagrado como versión última es una sumarización de la propia existencia.
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pregunta por la edición: ¿está edición es buena?, ¿puedo leer Góngora en esta edición de
Crónica? Uno de los puntos donde se delata si es una buena o mala edición de un
cancionero petrarquista es la propensión que tienen los editores modernos a juntar las
cosas por orden. Agarran a Garcilaso, por ejemplo, y dicen “escribía coplas, elegías,
pero está todo desordenado”. Parece, entonces, que Garcilaso empieza escribiendo en
octosílabos, avanza al endecasílabo, sigue con la lira… Es una cosa psicótica. Como si
efectivamente el orden del cancionero fuera: cinco canciones, sonetos y la remata con
tres églogas. ¡No! La editorialización por metro es una pauta de que la edición del
cancionero petrarquista es dudosa –por no decir un horror–. Lo interesante en el
cancionero es ver el contrapunto de formas y moldes expresivos; si anulamos eso en la
mercantilización moderna, vamos muertos.
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Por eso, tenemos que tener presente que hay distintas cronologías: así
como hay una cronología compositiva, hay una cronología editorial. Muchas líneas
críticas trabajan con la idea de que tal poema temprano, Petrarca lo reapropia para hacer
tal cosa y tal otra.
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Les dije que traten de leer todo Garcilaso, no es tanto. Pero si tienen
que privilegiar algo, privilegien el Soneto I, el Soneto V, el Soneto VIII, el Soneto XI, el
Soneto XXIII. Los que vamos a trabajar son el Soneto XXXIII (“Boscán, las armas y el
furor de Marte”) y el XXXV (“Mario, el ingrato amor, como testigo”). Si el tiempo nos
alcanza, en la última clase vamos a tratar de ver cómo funciona la coordenada bélica en
la Canción III y en la Canción V.
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critica –que se remonta al Siglo de Oro– que indica que el soneto de inicio es el V:
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contemporáneos al mismo Garcilaso. Cuando uno dice “la voz a ti debida” uno piensa,
por ejemplo, en Salinas y no simplemente en Garcilaso. Garcilaso es el núcleo matriz de
la lírica española de amor.
Hay que tener muy presente que Garcilaso es el primer clásico español.
Y al decir el primer clásico español estamos reconociendo que es el primer autor
vernáculo al que se le tributa post mortem el mismo tratamiento que los autores clásicos.
Como un Virgilio, como un Horacio, puede ser digno de comento, de anotación, de
aclaración. Garcilaso, al poco tiempo de morir, es editado por Brocense -un gran
gramático-, después por Fernando de Herrera, después por Tamayo y después por Azara.
Es decir: es el primer cancionero monumentalizado desde la anotación. Es muy
interesante porque en esas anotaciones el trabajo crítico se enriquece porque es también
testimonio de las primeras recepciones. Este juego de luces y sombras que siempre es la
anotación (cuando anoto, doy por supuesto que el común de los lectores no va a
entender esa palabra, esa expresión) se habilita el registro de los que eran los parámetros
de recepción del mismo Siglo de Oro. Si quiero saber cómo leyeron a Garcilaso, los
mejores lectores no son solo los poetas que lo reescribieron y lo imitaron sino también
estos anotadores que asumieron lo que para ellos era central: profesionalizar la
recepción de ese texto.
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Petrarca y en Boscán. Boscán no es tan bueno como Garcilaso, pero tiene versos que
sintetizan a la perfección el sentir del cancionero garcilasiano:
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