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UNA PARÁBOLA UN POCO DIFÍCIL DE INTERPRETAR

“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió
por la mañana a contratar obreros para su viña”.
Mateo 20:1

             Nuestro Señor Jesús comienza esta parábola con las palabras: Porque el reino
de los cielos es semejante a…, donde la palabra “porque” nos enlaza de alguna manera
al capítulo anterior donde Pedro le pregunto a su Señor que ganarían ellos por haberlo
seguido, y de alguna manera esta parábola toca ese tema. También la palabra
“semejante” nos anuncia que Jesús está a punto de hacer una comparación del reino de
los cielos con una actividad o acontecimiento cotidiano que la gente conoce. Al igual
que un símil, la parábola hace la comparación entre dos cosas y generalmente comienza
con las palabras: “es semejante a…”, o “es como…”, y de hecho eso es un símil, una
comparación entre dos cosas, y una parábola es una series de símiles. Es increíble ver
como nuestro Señor escogía actividades o acontecimientos de la vida cotidiana para
explicar verdades espirituales, y así decía que el reino de los cielos era semejante a un
sembrador que fue a sembrar, o semejante a una red que era echada al mar, o semejante
a una mujer que perdía una moneda y barría la casa buscándola, o semejante a un hijo
menor que pidió la parte de la herencia que le correspondía, o semejante a un publicano
y fariseo que subió a orar, y así el gran Maestro usaba acontecimiento cotidianos que la
gente entendía para explicarles grandes verdades espirituales. Y ahora nuestro Señor
Jesucristo nos dice: Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de
familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. El comparar el reino
de Dios con la viña o cualquier actividad de agricultura es muy común en la palabra de
Dios, a lo mejor es porque es una actividad cotidiana que en Israel se ha realizado desde
el principio de los tiempos, así lo vemos a través de las páginas de las Sagradas
Escrituras, por ejemplo, en los Salmos se compara la obra de liberación de la esclavitud
de Israel de Egipto y su introducción a la tierra prometida con el proceso de arraigar una
planta en una viña: “Hiciste venir una vid de Egipto; echaste las naciones, y la
plantaste. Limpiaste sitio delante de ella, e hiciste arraigar sus raíces, y llenó la
tierra”, (Salmo 80:8-9). En Isaías se nos dice que Israel era la viña que el Señor
planto: “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado
una viña en una ladera fértil”, (Isaías 5:1). En Jeremías se dice otra vez que Israel era la
viña del Señor: “Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues,
te me has vuelto sarmiento de vid extraña?”, (Jeremías 2:21). En Lucas se nos narra en
boca del mismo Señor Jesús otra parábola donde se menciona la viña que se compara a
Israel: “Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la
arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo”, (Lucas 20:9).Y en Juan se nos
dice que Jesús es la vid verdadera: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
labrador”, (Juan 15:1). Y ahora, vemos otra parábola donde aparece otra vez la
comparación del reino de Dios con un hombre dueño de una viña que arrendo obreros
para que trabajaran en ella.

              Ahora bien, interpretar esta parábola es un poco difícil, porque pareciera que no
está en armonía con otras verdades que se explican a la largo del Nuevo Testamento y
que tienen que ver con las recompensas de los santos en la eternidad que estarán en
función de su fidelidad. Desde los tiempos de la iglesia primitiva, algunos de sus padres
y teólogos llegaron a establecer diferentes interpretaciones en cuanto lo que este
parábola significa llegando a alegorizar demasiado su contenido. Como regla general de
la hermenéutica, la Biblia se interpreta literalmente, considerando todo su contexto
gramatical, histórico y textual, pero en el caso de las parábolas se tiene que hacer una
comparación con algunas verdades espirituales contenidas en la Biblia para dar su
interpretación, pero de allí que se pueda llegar a alegorizar tanto que esta pierda su
verdadero significado. En el caso de esta parábola nos enseña que el reino de los cielos
es semejante a un hombre que es padre de familia que salió por la mañana a contratar
obreros para su viña, una labor muy común en los capos de palestina la cual se
intensificaba cuando el tiempo de las lluvias se acercaba y era necesario recoger toda la
cosechan antes que esa estación comenzara.

LOS OBREROS SON CONTRATADOS A LO LARGO DEL DÍA EN


DIFERENTES HORAS DEL MISMO

“Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza
desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y
ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y
saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo:
¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha
contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”.
Mateo 20:2-7

         Aquí vemos una práctica que era muy común en los tiempos antiguos de Israel, el
contratar a tantos obreros como fuera posible para recoger las cosechas de las viñas.
Generalmente, los campos estaban listos para ser segados y esto tenía que ser rápido
porque la estación de invierno estaba cerca y las lluvia podían llegar a echar a perder la
cosecha, por eso se solía contratar tantos obreros como fuera posible y estos solían ir a
las plazas públicas con sus herramientas de trabajo para esperar que alguien los
contratase. Muchos eran contratados a primera hora del día y otros durante la jornada
laboral, los cuales recibían su pago de acuerdo al número de horas que habían laborado.
El salario por un día de trabajo era un denario, por eso fue y contrato a los obreros desde
las primeras horas del día: Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día,
los envió a su viña. En Israel, las 12 horas del día para trabajar se comenzaban a contar
desde las 6:00 AM. De esta forma se contaban la hora segunda, tercera, cuarta, hasta la
undécima que son las 5:00PM, hasta las 6:00 PM, donde se terminan las horas de luz y
da paso a otras 12 horas nocturnas que dan paso a las 3 vigilias que iban de las 6.00 PM
hasta las 6:00 AM. Estos primeros obreros tuvieron que haber si contratados durante la
primera hora del día. Luego, pasadas unas horas, a la hora tercera que corresponde a las
9:00 AM, el padre de familia contrata a más obreros para ir a trabajar a su
viña: Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza
desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y
ellos fueron. Luego hace lo mismo en las horas sexta y novena, que corresponde a las
12:00 PM y 3:00 PM: Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
Y finalmente, volvió a salir casi llegando a la hora undécima que corresponde las 5:00
PM, casi terminando el día: Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que
estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le
dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y
recibiréis lo que sea justo. De esta forma el Padre de familia contrato a los obreros para
su viña en diferentes horas del día prometiéndoles que les habría de pagar lo justo.

TODOS LOS OBREROS RECIBEN EL MISMO PAGO,


INDEPENDIENTEMENTE DE SU TIEMPO LABORADO
“Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros
y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los
que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir
también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos
recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,
diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a
nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día”.
Mateo 20:8-12

             Aquí encontramos algo muy controversial y es el pago que los obreros de la


viña recibieron. De acuerdo con la ley de Moisés debía pagárseles a los jornaleros al
final del día: “No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o
de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día le darás su
jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él sustenta su vida; para
que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado”, (Deuteronomio 24:14-15). Según
vimos al principio el dueño de la viña acordó pagarles un denario a aquellos obreros que
contrato desde el inicio del día, no obstante, lo más controversial fue su forma de pago
ya que al comenzar por los más postreros, a estos les pago un denario por las pocas
horas que habían hecho: al venir los que habían ido cerca de la hora undécima,
recibieron cada uno un denario, y se esperaba que si estos habían estado allí pocas
horas se les pago de esta forma, los que habían estado el día completo recibiesen más;
pero no fue así: Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más;
pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra
el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has
hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. Para los
obreros que estaban allí desde el inicio del día era injusto que los que apenas había
trabajado una hora recibieran el mismo pago que ellos.

EL PAGO ES EL MISMO, INDEPENDIENTEMENTE DEL INICIO DE LA


JORNADA

“Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste
conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero,
como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque
yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque
muchos son llamados, más pocos escogidos”.
Mateo 20:13-16

              Para aquellos obreros que fueron contratados desde la primera hora de la


mañana era totalmente injusto que Jesús les hubiese pagado lo mismo que a los
postreros; pero realmente no era injusto, porque este había convenido con ellos pagarles
un denario por el servicio de todo el día, y porque el dinero le pertenecía a él y podía
hacer lo que mejor le pareciera: Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te
hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero
quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?
¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? De esta forma termina esta parábola, pero
¿cuál es la interpretación correcta? ¿Qué significa esta parábola si la comparamos
con el reino de Dios? Bueno, como lo mencionamos al principio la interpretación de
esta parábola ha provocado muchas dificultades y hoy en día sigue siendo un tanto
difícil aseverar algo en cuanto a ella. Algunos han llegado a afirmar que la enseñanza
principal de esta parábola es que cuando lleguemos al reino de los cielos todos
tendremos las mismas recompensas, pero si fuese así, esto contradeciría las
enseñanzas de otros pasajes de la Biblia donde se nos muestra que los salvos
recibirán recompensas de acuerdo con su fidelidad y capacidad que demostraron en
esta tierra. Por ejemplo, en la parábola de las minas se nos enseña que cada uno tuvo su
recompensa en proporción a lo que habían producido: “Dijo, pues: Un hombre noble se
fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les
dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero sus conciudadanos le
aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine
sobre nosotros. Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante
él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había
negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad
sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y
también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades”, (Lucas 19:12-19). En la
parábola de los talentos se le quito el talento al que no produjo nada y se lo dio al que
tenía diez, y así este llego a tener más: “Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene
diez talentos”, (Mateo 25:28). De igual forma, vemos que aquellos que no hicieron bien
su trabajo para el Señor y no edificaron de la mejor manera serán avergonzados,
mientras que otros recibirán recompensa: “Si permaneciere la obra de alguno que
sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida,
si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”, (1 Corintios 3:14-15). Por
tanto, no podríamos afirmar que la enseñanza central de esta parábola es que todos
recibiremos la misma recompensa al llegar al cielo.

              Otra interpretación que se le ha dado a esta parábola es aquella que dice que
las diferentes horas en las cuales fueron contratándose los obreros representan
diferentes edades a las cuales el Señor llama a sus elegidos para servirle y el denario
con el cual se les pago representa la salvación, la cual es otorgada de la misma
manera a todos los hombre y no está en función de la cantidad de obras que
realizaron. Así dicen que los que se contrataron al inicio del día son todos aquellos que
fueron llamados por Dios en su niñez: Y habiendo convenido con los obreros en un
denario al día, los envió a su viña. Podemos recordar a Samuel quien desde niño sirvió
a Jehová: “Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de
los hombres”, (1 Samuel 2:26), o Juan el Bautista quien sintió su llamamiento aun
desde el mismo vientre de su  madre: “Y aconteció que cuando oyó Elisabet la
salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu
Santo”, (Lucas 1:41). Luego dicen que aquellos que fueron llamados como a la tercera
hora, las 9:00 AM, son todos aquellos que Dios llama en su adolescencia y
juventud: Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza
desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y
ellos fueron. Podemos recordar en la Biblia los ejemplos de Jeremías que fue llamado
siendo un adolescente: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te
formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las
naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y
me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás
todo lo que te mande”, (Jeremías 1:4-7), o de Timoteo quien llego a ser un discípulo de
Pablo: “Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado
Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego”, (Hechos 16:1).
Luego tenemos los que llamo a la hora novena, que son las 3:00 PM, y dicen que estos
representan a aquellos que son llamados por Dios en su edad adulta. Bueno aquí
tenemos personas como Pedro, Santiago, el hermano de Jesús y muchos otros discípulos
que creyeron en su edad adulta. Finalmente, se dice que aquellos que son llamados casi
al final del día, a la hora undécima, las 5:00 PM, son todos aquellos que son llamados en
su vejez: Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados;
y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos
ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo,
tal y como le paso a Abraham: “Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él.
Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán”, (Génesis 12:4).
De esta forma se alegoriza el pasaje diciendo que así conforme pasan las horas del día,
la vida del ser humana avanza y muchos son llamados en diferentes momentos de sus
días, unos siendo unos niños, otros en su juventud, o cuando son adultos e incluso
podría ser en su vejes, pero al final de su jornada serian recompensados de la misma
manera, con el don de la vida eterna.

              En resumen, nosotros solo podemos observar algunas enseñanzas que están
claras en esta parábola y son (1) Hay un llamamiento que Jesús nos hace de pertenecer a
su reino y es necesario atenderlo antes que la luz de nuestra vida se extinga: porque
muchos son llamados, más pocos escogidos. (2) Debemos ser humildes y no creer que
por nuestro servicio y esfuerzo merecemos más que otros santos: Y al recibirlo,
murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una
sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor
del día. (3) Aquel día cuando estemos delante de su presencia habrán muchas sorpresas
y quien sabe que aquellos que a nuestros ojos no eran tan importantes recibirán mayor
gloria de parte de nuestro Señor: Así, los primeros serán postreros, y los postreros.

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